-General?-La voz de un soldado tras la puerta lo sacó de sus pensamientos.

-Estoy ocupado, maldición!-gritó a todo pulmón-No hay nadie más en este jodido cuartel!?

-Lo siento señor, el mariscal lo ha llamado hoy ya dos veces- se disculpó el soldado.

-Demonios! Y por qué me lo dices ahora!-gritó levantándose de golpe para salir de su oficina hasta el área de comunicaciones apresuradamente, atravesando el largo corredor a paso firme.

-Comunícame con el mariscal, rápido!-ordenó.

El cabo Sazuke, un pequeño soldado a cargo del telégrafo inició la comunicación. Después de tensos y largos mensajes codificados el general Saotome salió dando un portazo de la instalación.

Se subió a un jeep y recorrió el largo camino desde la unidad militar hasta una pequeña villa. Se estacionó frente a la humilde vivienda y repasó lo que tenía que decir una y mil veces antes de bajar.

Empujó la puerta de entrada y la campanilla atada a esta se dejó escuchar.

-Akane!-gritó apurado desde donde se encontraba sin obtener respuesta. Se adentro a través del oscuro jardín hasta ver la tenue luz proveniente de la cocina de aquel hogar.

Ella estaba arrodillada frente a su anciano padre, con la cabeza agachada mirando al piso. Justo cuando pretendía llamar la atención de ambos, escuchó la voz del padre.

-Akane, mi pequeña, cómo puedo dejar que te cases con un desconocido!?-lloriqueó el hombre de largo cabello canoso y espeso bigote negro.

-Pero padre...Kazumi y Nabiki, él es el único que puede ayudarlas!.

-No lo permitiré!.

-Me casaré con él de todas formas!.-gritó molesta por su terquedad- Por favor, padre, no te opongas, es un buen hombre, no nos conoce y aun así aceptó ayudarnos.-continuó diciendo.

-Para casarse con una adolescente, que hombre no lo haría!.

-No es cierto!, le dije que podía casarse con Kazumi que está enamorada de él y se negó, él ama a alguien más!.-gritó conteniendo las lágrimas- Y...juró no tocarme si yo no lo deseo, padre...

-Estás enamorada de él?-preguntó al notar el dolor de su hija al reconocer que aquel soldado amaba a otra mujer.

Permanecieron en silencio por unos segundos, que para Ranma que seguía afuera presenciando la escena fueron como siglos.

-Kazumi lo ama-respondió la chica apretando el borde de la falda de su uniforme.

-No te pregunté por tu hermana, sino por ti. Estás enamorada de él si o no?!- insistió el hombre ahora de espaldas a su hija.

-Yo...lo amo padre, desde la primera vez que lo vi, pero...sé que él no me ve como a una mujer. Quiero casarme para ayudar a mis hermanas y también...para estar con él tanto como pueda, por favor padre-suplicó con voz entrecortada.

-No. No puedo. Si no te ama, que vida esperas tener a su lado?, es por tu bien, hija.

Ranma retrocedió unos metros. Ella lo amaba también, pero había confundido su torpe confesión. Su corazón latía con fuerza como cuando corría durante los entrenamientos matutinos.

-Akane!-gritó nuevamente el ojiazul desde donde estaba. Esta vez fue escuchado claramente por los ocupantes de la casa que salieron a su encuentro de inmediato.

-Señor, por qué estás aquí?-preguntó la chica limpiando las lágrimas con sus manos.

-Es él?-preguntó su padre dándole un ligero codazo.

Ranma tragó duro antes de volver a hablar, sin poder dejar de mirar a su prometida y tan feliz con lo que escuchó que casi olvida la razón por la que estaba allí.

-Padre Tendo, por favor permíteme casarme con tu hija- dijo haciendo una reverencia ante el anciano patriarca en medio del jardín- Te juró que la protegeré con mi vida.- hizo una corta pausa y al no obtener respuesta alguna, continuó- El notario está ya de camino aquí.

-Qué, por qué?-se inquietó la adolescente sosteniendo del brazo a su padre.

-Tengo que dejar Nerima y no sé por cuánto tiempo. Si no nos casamos ahora, no podré ayudarlas.-respondió Ranma levantando la mirada casi sin poder ocultar la satisfacción de saberse correspondido.-Padre Tendo, sé que es apresurado, pero te pido que confíes en mí, jamás lastimaría a tu hija, por favor, permite que nos casemos.

-Akane, entra a la casa-ordenó el hombre soltándose del agarre de su hija. La chica obedeció, pero se quedó cerca para espiarlos.

Finalmente después de una larga discusión su padre accedió al matrimonio.

Horas después el notario se presentó con algunos otros militares de confianza para el general, entre ellos el doctor Tofu, y el acta matrimonial para ser firmada.

Con el general Saotome vistiendo su uniforme y Akane usando un viejo kimono rojo de su madre, firmaron el acta, hicieron sus votos frente a los testigos y tomaron las fotos necesarias para demostrar el enlace.

-Bueno general Saotome, ya eres un hombre casado-dijo el notario cerrando la carpeta llena de documentos-aquí tienes tu acta y yo enviaré al registro otra.

-Alto!-gritó el teniente Taro, un hombre fuerte y de mirada cautivante, viejo amigo de Ranma- Cómo puede alguien casarse con una mujer tan hermosa sin siquiera darle un beso?.

Ambos se sonrojaron pensando en el beso de aquella tarde.

-Taro-comentó Tofú intentando detenerlo.

-Bésala, bésala, bésala!- empezaron a decir los otros soldados a coro.

Akane se acercó a su esposo y colocó sus manos a ambos lados de las mejillas de él, atrayéndolo hasta alcanzarlo y empinándose para besarlo suavemente. Intentó separarse despacio, pero sintió como sus fuertes manos sujetaron su cintura, pegándola más a él.

Recordó entonces que debían aparentar ser una verdadera pareja, cerró los ojos nuevamente y correspondió lo mejor que pudo aquel beso.

-Oh, Saotome!-los gritos y silbidos de los presentes se dejaron escuchar haciéndolos separarse avergonzados. El rostro de la novia estaba tan rojo como el kimono que vestía.

-Cállense ya-ordenó el general.

-A este paso tendremos un heredero muy pronto-murmuró el padre de la novia con resignación.

Poco después todos los militares se habían marchado, quedando solo la pareja, el suegro y el doctor Tofu.

-Pensé que tu boda sería mañana Ranma, por qué la prisa?-preguntó Tofu a su amigo mientras esperaban en el jardín a que Akane y su padre recogieran sus pertenencias.

-Mi padre se comunicó conmigo hoy.

-El mariscal?. Qué fue lo que te dijo?.

Ranma miró en dirección a la casa y bajó aún más el tono de su voz.

-Quería que regresará a cumplir el compromiso con Ukyo.

-Otra vez Ukyo-suspiró el médico acomodándose las gafas.

-Sí, otra vez. Le dije que no me casaría con ella por que ya estaba casado. Dijo que me necesitan en Nagoya de inmediato y que me presentara con ella mañana ante él.

-Le contaste eso a tu esposa?.

-No, aún no, se lo diré tan pronto como pueda.-respondió mirando alrededor del jardín- Tofu, tienes la copia del acta, por favor ve y pide que liberen a sus hermanas y las envíen con nosotros a Nagoya. Akane, su padre y yo tomaremos el primer tren en unas horas.

-Ranma, el señor Tendo debe venir conmigo, como familiar. Los dejaremos solos, tú aprovecha para hablar con tu esposa.

-Solos, ella y yo?!-casi gritó.

-No me digas que no quieres.-respondió el doctor- Viendo como casi la ahogas hace un rato puedo ver que necesitan un momento a solas urgentemente, tómalo como una corta luna de miel, jajaajajajzz- rió divertido Tofu- Señor Tendo!-saludó de repente, interrumpiendo su risa, a los que recién se unían a ellos en el jardín- justo le decía a Ranma qué debe usted acompañarme para ir por sus hijas.

-Claro, por supuesto.-contestó el aludido.

-Bien, entonces pongamos su equipaje en mi jeep y el resto en el de Ranma.

-No nos iremos todos juntos?- preguntó Akane.

-No te preocupes jovencita, llevaré a tus hermanas y a tu padre a salvo contigo, pero como la esposa del general deberás acompañarlo a Nagoya.-contestó el doctor guardando ya el poco equipaje del señor Tendo.

Padre e hija se despidieron y el jeep del doctor partió dejando un rastro de polvo. La pareja permaneció en el jardín por unos minutos en total silencio.

-Creo que será mejor que regrese por ti al amanecer-comentó Ranma rompiendo el silencio- Ve adentro y descansa un poco.

-Sí-la chica se dio la vuelta encaminándose a la casa a paso lento sin mirarlo. Entró y se recostó a la puerta. Llevó dos dedos a sus labios recordando la caricia recibida antes.

Se preguntaba si a él le había gustado. A ella sí y mucho. En apenas unas horas su boca había sido tomada dos veces por el hombre que amaba, pero su inexperiencia la limitó a responder solo por instinto.

Suspiró.

-Akane-habló Ranma del otro lado de la puerta-Puedes salir un momento, olvidé decirte algo importante.

Su voz la estremeció. Se alejó con cuidado y luego contestó en voz alta.

-Pasa, está abierto.

Ranma dudó si entrar o no. Una idea lo atormentó estando solo en el jardín. Tal vez la confesión de Akane había sido solo para forzar a su padre a aceptar el matrimonio. Él deseaba tanto ser correspondido que olvidó que esa era una posibilidad.

-Bien, entraré- anunció empujando la vieja puerta de madera.

En la penumbra de la cocina iluminada por la llama casi extinta de una vela se distinguía la silueta de su esposa, de pie, vistiendo aún el kimono rojo.

-Qué olvidaste decirme, señor?.

-...Veremos a mi padre mañana-respondió luego de algunos momentos de duda.

-A su padre?. Creí que iríamos directo a Nagoya por su trabajo.

-Mi padre es el mariscal, Akane, iremos por que he sido trasladado, pero él desea conocerte.

-Le dijo sobre el matrimonio?.

-Por supuesto. Por qué preguntas lo obvio.

-Es solo que pensé que mantendría en secreto a su familia esta falsa boda. Pero, qué pasará luego?.

-Luego?

-Sí, después de separarnos.

-Tú quieres separarte?-preguntó avanzando hasta ella.

-No lo decía por mí, sino por usted general. Esta unión beneficia a mi familia, pero me siento mal por usted que ya tiene a alguien y ahora está atado a una esposa que ni siquiera desea-su voz se hacía casi un susurró mientras hablaba.

-Yo...estoy casado con la mujer que amo-la interrumpió eliminando la distancia entre sus cuerpos. Alzó su rostro tomándola por el mentón y pudo sentir el cálido aliento que se escapaba de sus labios semiabiertos y la humedad en su rostro.

Ella era una tentación, una casi imposible de resistir.

Recordó sus torpes promesas horas atrás "no te tocaré si tú no quieres, lo juro", "solo serás mi esposa frente a los demás", se maldijo por decirlo para convencerla, sabiéndose incapaz de cumplir con algo como eso.

-Puedo besarte, Akane?-susurró casi rozando los labios de la pelinegra-Sé que dije que no, pero...-su respiración entrecortada y el roce de su cuerpo no lo dejaba pensar con claridad.


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Nota de la autora:Hola! Gracias a quienes comentaron y le dieron me gusta y una disculpa por hacerlo tan generalizado cuestiones de tiempo de la vida diaria xd. Me alegro que les esté gustando y espero que siga siendo así hasta el final. Este es un fic corto (eso creo) y planeo actualizar diariamente unas tres partes de modo que estará completa en poco menos de una semana, según yo. Bien, eso es todo, nos leemos!!!