Akane sonrió al sentirse apoyada por su esposo, a pesar de estar un poco molesta. Se sabía superior a aquella tonta mujer. Se sabía suya.

-Soy Akane Tend...Akane Saotome. Y soy su esposa, soy su mujer!-le espetó de frente aferrándose al brazo de su esposo, que la miraba complacido.

-Ah sí?, pues eso ya lo veremos!. Ranma, acaso aprobó tu padre esto?-preguntó con las manos en la cintura la recién llegada, como si sus palabras tuvieran algún valor extra.

-Deja de hacer el rídiculo, deberías saber que no me interesa la opinión de ese viejo. Vamos, pequeña, aún no he contactado a la base para pedir un transporte.-respondió el alto hombre avanzado con su esposa del brazo en el andén.

-Ranma!!!-gritó la castaña con el rostro enrojecido de vergüenza al ser dejada de lado, sin embargo la pareja continuó sin inmutarse, ignorándola por completo.

-Ranma, quien es esa...mujer- preguntó Akane intentando contener los celos y el mal genio-Por qué dice que eres su prometido?.

-Es culpa de mi padre. Te lo contaré todo con calma después, pequeña. Consigamos al menos una radio para pedir que nos envíen un transporte -añadió mirando a ambos lados fuera ya de la estación-Cielos, Nagoya es un desastre.

-Miren nada más lo que trajo el gato- Un hombre de ojos verdes se acercó sonriente a la pareja. Dos hombres vistiendo sus uniformes militares, al igual que él, lo seguían- Ranma, es que no piensas saludar a tu propia sangre?.

-No tenemos una gota en común.-soltó con molestia- Qué haces aquí, Ryoga?. Ah, ya veo, aún eres el lame botas del viejo.

Una media sonrisa se dibujó en el rostro del ojiverde. Mousse Tzu, uno de sus compañeros y quien se desempeñaba como traductor chino en la unidad, alto y de lentes claros, veía con atención la escena sin perder ningún detalle. Shinozuke, el más joven de los tres solo daba su atenta mirada a la hermosa joven de cabello oscuro junto a el general Saotome.

-Veo que sigues igual, hermanito? Sígueme, te llevaremos a casa-añadió Ryoga restando importancia al insulto recibido.

Akane observaba la escena, aquel hombre era el mismo que se acercó a ella poco después de que sus hermanas fueran sacadas de casa. Él le sugirió pedirle ayuda al general.

Miró a su esposo y luego al otro soldado. No parecían tener una buena relación, aunque el ojiverde lo llamaba hermano. Miró también a los otros dos, uno tan concentrado como ella en la situación frente a sus ojos y el otro tan concentrado en...ella. Se sonrojó de inmediato por la intensa mirada del joven soldado e intentó salir de su ángulo de visión ocultándose tras la amplia espalda del general, que ya había notado la indiscreción.

-Eh, tú imbécil, que tanto le ves a mi mujer-dijo parándose totalmente frente a la chica-Mirala de nuevo y será lo último que hagas.

-Tu mujer?!, vaya que eres rápido!-interrumpió Ryoga-Felicidades, cuñadita-añadió intentando mirar a la chica. Ranma lo tomó por el cuello y lo empujó haciéndolo retroceder unos pasos.

-Es igual para ti, imbécil, no te acerques a mi mujer o lo lamentarás.

-ajaj, ajaja. Oh, Ranma qué difícil, no es como que puedes ocultarla de todos. No debiste casarte con una mujer tan joven y hermosa. Bueno, aún le falta crecer.-Dijo sonriente acomodando el cuello de su uniforme.- Pero que hermosura ven mis ojos!, linda Ukyo qué haces aquí?-saludó con una falsa sonrisa a la chica que se acercaba dando grandes zancadas hasta ellos.

-Cállate cerdo, ni siquiera pienses en acércarte a mí.!-protestó la mujer- Ranma, cómo te atreves a dejarme sola!, se lo diré a mi padre, al tuyo. Le diré a todos la humillación que me has hecho hoy!.

-Hazlo, me da igual. Vamos, Akane.-Tomándola de la cintura la llevó frente a él, avanzando entre la multitud de esa forma para cubrirla de la mirada de cualquier hombre.

-Casi podría ser tu hija, linda Ukyo-soltó el ojiverde-si tu boda adolescente no se hubiera arruinado.

-Cállate, cerdo, yo apenas tengo 32 años!-protestó la mujer frente a él.

-En mi aldea habría sido arrojada fuera hace mucho -murmuró Mouse a su compañero Shinozuke, que seguía sin decir nada.

-Y tú, ni creas que no te escuché, cegatón!.-gritó irritada por el comentario.

Un auto negro se detuvo frente a ellos y un hombre calvo y pequeño bajó y abrió la puerta trasera haciendo una pequeña reverencia.

-Su padre pide verla, señorita Ukyo

Sin responder y con obvia molestia la mujer subió al auto, su chofer cerró la puerta con cuidado, se inclinó levemente ante los soldados y volvió a su lugar dentro, desapareciendo el auto a toda velocidad.

Distantes de aquel lugar, los recién casados caminaban por las estrechas calles de Nagoya con Ranma aún abrazando la cintura de su mujer.

-Ranma...

-Uh?

-Cuanto más caminaremos, estoy cansada.-se quejó haciendo un infantil puchero.

-Ya casi llegamos. Quieres que te cargue hasta llegar?-preguntó girándola suavemente para ver sus hermosos ojos cafés. Le sonrió y acto seguido la alzó en brazos para continuar caminando a través de las calles desgastadas de su viejo barrio en Midori-ku, Nagoya.

-Bájame, las personas nos están mirando!.

-No nos miran, te ven a ti que eres hermosa. Solo les estoy aclarando que eres mi mujer a nuestros vecinos.

-Ranma, el hombre en la estación...

-Qué con él?. Olvídalo, es un idiota. Dejé algunas cosas en casa antes, prepararé la cena y tú descansa mientras.

-Es que ya lo había visto antes, Ranma-confesó-Él me dijo que podías ayudarme con mis hermanas, que te buscara.

Ranma se detuvo por un momento, su semblante parecía molesto, pero finalmente respondió.

-Sí, eso suena como algo que él haría. Debiste decírmelo. No vuelvas a hablar con él, no es de fiar y es mi enemigo, comprendes?-con seriedad, pero calmado respondió comenzando a caminar nuevamente con ella en brazos.

-Lo siento, señor-se disculpó aferrándose a su cuello.

-Vas a seguir alternando entre Señor y Ranma por siempre?. Te pedí que me llames Ranma, señor me hace sentir más la diferencia de edades. Mira, llegamos. Vivía aquí cuando era niño. Entremos.-dijo empujando la puerta de madera en la entrada sin bajar a su joven compañera.

Mientras tanto el doctor Tofu y el patriarca Tendo llevaban ya adelantados los trámites para liberar a ambas chicas en Takayama, Distrito de Kamitakai, Prefectura de Nagano. Su viaje tomó poco más de tres horas desde Tokio, pero el papeleo les estaba tomando horas, más de lo que el impaciente señor Tendo quería resistir.

-Cuando las dejarán salir?-preguntó tocando el espeso bigote negro por enésima vez.

-Pues, realmente no lo sé señor Tendo, creí que a esta hora ya estaríamos rumbo a Nagoya. Iré a preguntar qué pasa-amablemente respondió Tofu, levantándose en dirección a la oficina administrativa del Centro de Instrucción para mujeres de la guerra.

-Papá?!-dos jóvenes mujeres se acercaban escoltadas por la matrona del lugar. -Papá!-una de ellas corrió a abrazar al anciano sin siquiera notar la existencia del doctor Tofu, de pie en el pasillo, la otra no mostró emoción alguna y continuó caminando hasta ellos de brazos cruzados, con calma.

-Kazumi, Nabiki!, mis niñas, que terrible!-lloriqueó el hombre abrazado a su hija-No se preocupen, papá ha venido a rescatarlas.

-Rescatarnos?, estamos bien aquí. Tenemos ropa linda, maquillaje, comida deliciosa y las instalaciones son increíbles. De qué nos rescatas papá?-habló con molestia la chica de corto cabello castaño.

-Ya basta Nabiki, no le hables así a papá-terció la mayor.

-Disculpen señoritas-interrumpió el doctor-tenemos que irnos.

-No me iré, prefiero quedarme aquí.

-Tal vez no lo sepa, señorita Tendo, pero el trato que reciben no será siempre igual, ni estarán siempre aquí. En realidad, serían sometidas a un trato "laboral" muy cruel.

-Cruel?. Cruel es la vida de escasez que llevábamos.

-Nabiki, hija-habló el padre-Sé que estás molesta, pero es por tu bien. Su hermana ha hecho lo impensable por sacarlas de aquí. No dejaré que desperdicies su sacrificio por liberarlas, nos vamos y es todo.-sentenció el patriarca.

-Akane, qué es lo que hizo Akane, papá?-preguntó Kazumi llevándose la mano al pecho.

-Ay, qué hizo esa tonta ahora?-quiso saber Nabiki.

-Yo se los explicaré.-respondió el doctor Tofu-Pero ahora debemos irnos, esto nos ha tomado demasiado, pronto anochecerá y las carreteras a Nagoya no son las mejores.

-Uhm, y por cierto usted quién es?-interrumpió Nabiki-Por qué se ocupa de sacarnos?.

-Cierto, aun no me presenté, soy el doctor Tofu Ono, sirvo en el ejército, bajo órdenes del general Saotome, quien me pidió venir por ustedes, señoritas.

-El general Saotome?!-preguntaron ambas al unísono.

-Sí, su hermana y Ranma se casaron anoche, es por eso que están exceptuandolas de este lugar. Los están esperando en Nagoya.-respondió el doctor ajustando sus lentes.

El rostro de Kazumi mostraba confusión. Nabiki sonrió a medias viendo el rostro de su hermana mayor.

-Cambié de opinión, creo que iré con ustedes, doctor.

-Pues, vamos entonces-señaló el militar indicando con un gesto la salida.

-Vamos Kazumi, parece que esta vez Akane nos salvó, aunque por tu cara cualquiera diría lo contrario.-Le susurró Nabiki al tomarla del brazo para obligarla a seguir a los dos hombres.


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Nota de la autora: Hola, nota aclaratoria, espero no decirlo demasiado tarde.

Ok, la historia se inició en Japón a fines de la década de 1930 cuando los militares tenían un control casi absoluto del gobierno. Los adversarios políticos eran asesinados, los comunistas perseguidos, se intensificó la censura y se adoctrinaba a la población través de la educación y los medios de comunicación. Es por eso que la única forma de librarlas era ser parte de los militares o su familiar.

Viajar actualmente desde Tokio a Nagoya toma poco más de 6 horas y a Yakayama poco más de 3 horas, desconozco cuanto tardaría en la década de 1930.

ElCentro de Instrucción para mujeres de la guerra no existió, sin embargo si existían las mujeres de consuelo que fueron esclavas sexuales del ejército japonés durante la segunda guerra mundial a finales de la década de 1930 e inicios de la década de 1940. Eran tomadas de sus casas al cumplir 18 años, aunque también se registraron casos de niñas de 11 años, bajo engaño prometiendo empleos y salarios o la libertad de algún familiar en prisión. Estas mujeres eran japonesas, chinas, coreanas, filipinas, taiwanesas, birmanas, indonesias, holandesas y australianas.

Qué más? ah sí, me ha quedado un poco largo, pero no encontré, y juro que lo intenté, como editarlo sin quitar elementos necesarios para los posteriores eventos.