Y por fin, abrí mi corazón y le entregué mi amor a él.
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-Estás bien?, te hicieron daño?-Ranma desató torpemente la última de las ataduras de Akane, en medio del arrozal.-Estas herida en alguna parte?.
-Estoy bien, Ranma. Sabía que vendrías.-Akane se abrazó del cuello de su esposo-Estás lastimado? Cómo llegaste hasta aquí?
-Puedes correr, cierto?-Ranma se separó para mirarla directamente.
-Crecí en el campo, no hay nadie mejor que yo para correr.
Ranma intentó ubicar donde se encontraban en ese momento. Tomó las suaves manos entre las suyas-Escúchame, Akane. Necesito que corras y no te detengas hasta llegar al camino, entiendes?.
-Cual camino? Todo luce exactamente igual aquí.
-Lo sé, confía en mí, saldremos de aquí los dos.
Ambos guardaron silencio por un instante.
El viento suave y frío del amanecer meció levemente las espigas doradas y verdes de arroz que los rodeaban. En el cielo, la luna casi desaparecía al cubrirse por nubes negras y a esa corta distancia se podía distinguir claramente el humo del viejo caserón siendo devorado por las llamas.
-Saotome-La radio empezó a transmitir el mensaje de Taro-la siguiente bala termina las deudas entre nosotros, estás de acuerdo?.
-Taro, cuál es tu posición?.
-Digamos que tengo un lugar bastante bueno al final de la guerra. Tienen que moverse ahora, Ryoga va hacia ustedes. Ah, señora Saotome, mis disculpas, el dinero me atrae como la luz a los insectos. Cambio.
El sonido de un disparo rompió nuevamente el silencio. El último de los yakuza cayó de bruces en el arrozal. Ryoga disparó hacia el silo pero siguió corriendo hacia el antiguo cargadero.
Al mismo tiempo la pareja empezó a correr en la dirección en que Ranma esperaba encontrar la vieja camioneta usada por los obreros del molino para transportar la cosecha a la ciudad.
Las distancias empezaron a disminuir entre el perseguidor y los fugitivos, Ryoga empezó a disparar en contra de la pareja, quienes seguían intentando evitar ser alcanzados.
Las brillantes ráfagas serpentiaban en la oscuridad sin saber bien a donde iban a parar. Las primeras gotas de lluvia empezaron a golpear el campo mientras el viento azotaba con fuerza las altas espigas.
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Recuerdo haber sentido un fuerte dolor en mi costado derecho. Como si un perro rabioso me hubiese atacado. Igual a quemarse con fósforos, mi piel sentía un calor superficial pero continuo. Seguí corriendo unos pasos más tras de él, hasta que mis fuerzas me abandonaron y caí. Vi la angustia en su mirada mientras intentaba cubrir mi herida con sus manos e intenté sujetarlas entre las mías para tranquilizarlo. Después de unos segundos el dolor se había expandido y mezclado con miedo. Ranma me acomodó en su espalda y avanzamos a través del arrozal.
-Akane, mírame. Estarás bien. Sostén esto fuertemente, de acuerdo?.
Me escondió en medio del campo, dándome parte de su ropa para contener la sangre.
Estaba asustada. Por él. Por mi. Por el hijo que estábamos esperando.
Tomé la improvisada venda y la sujeté con las fuerzas que aún me quedaban.
-Quédate aquí. Iré a matarlo y regresaré, lo prometo. No estaremos bien a menos que mate a ese desgraciado.
Asentí con mi cabeza e intenté sonreír para él antes de verlo partir.
Una vez más él se despedía con la promesa en sus labios de volver. Pensé que esa, definitivamente, sería nuestra última despedida. La última vez en que él me diría adiós.
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-Así que allí estás. Pensé que seguirías huyendo, cobarde.- Ryoga guardó el arma a su espalda.
No la necesitaba ahora. Mataría a Ranma Saotome con sus propias manos si podía, pero nunca se sabe, tal vez terminaría usándola.
- Tú, pagarás lo que le hiciste a mi mujer!.
-Por qué? Esta muerta? Oye, Como lo siento, debías ser tú.!
Ryoga avanzó hacia él lanzando una serie de golpes que Ranma ágilmente detenía y respondía con destreza.
En medio de los ataques Ranma giró golpeando la pierna de su contrincante, haciéndolo caer de espaldas. Se levantó de inmediato y lanzó un golpe al rostro de Ranma pero el puño de este también alcanzó el suyo. Retrocedieron con pasos torpes, analizando el siguiente movimiento.
Reanudaron su disputa rápidamente. Los golpes a los costados los hacían doblarse, mientras luchaban por mantenerse de pie, pues sus piernas resbalaban entre el lodo del campo.
Ranma atacaba con golpes rápidos y certeros. Ryoga usaba su fuerza bruta, fallando el mínimo de los ataques. Ranma lanzó una patada alta que alcanzó el pecho de Ryoga haciéndolo trastabillar.
Pronto se vieron envueltos en una pelea más bien callejera que entre artistas marciales o militares.
Empezaron a rodar a través del lodazal, a veces dominando uno, a veces el otro.
Solo podía luchar con las fuerzas que le quedaban y darse prisa en volver. El aliento les faltaba. Ambos retrocedieron.
Ranma apretó los dientes. Su oponente era rápido y fuerte. Años atrás él lo habría derrotado con facilidad, sin recibir mayor daño y así poder regresar con Akane.
Sabía que su herida era grave y cada minuto que pasaba haría más difícil salvarla. Ahora, sin embargo, parecían estar al mismo nivel.
Ryoga limpió con su puño un hilo de sangre que escurría de su boca. Ranma adoptó nuevamente su posición de combate. Ambos respiraban pesadamente.
La lluvia caía con más fuerza.
-No quería tener que hacerlo así, pero aún tengo que arreglármelas para salir de este maldito país-Ryoga sacó el arma y apuntó a su enemigo.--Recuerdas lo que te dije una vez? Si mis manos están vacías haré que las tuyas también lo estén.
Ranma saltó y dió un giro en medio del aire asestando una fuerte patada en el rostro de Ryoga, que retrocedió ante el impacto pero alcanzó a disparar el arma.
Un hilo de sangre empezó a deslizarse y mezclarse con lluvia por el pecho desnudo de Ranma. Las cicatrices de otras luchas, ya casi cubiertas por el lodo, se tiñeron de rojo.
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Poco después de que él se marchó escuché pasos acercándose a mí.
Me sentí aliviada por un momento y luego comprendí que era demasiado pronto para que regresara.
Arañé el suelo con mi mano buscando algo con lo que pudiera defenderme. Defendernos, hasta que Ranma volviera.
Los pasos se acercaban cada vez más. Miré alrededor y me arrastré como pude hasta alcanzar una roca lo suficientemente grande para golpear la cabeza de quien se acercaba. Aún no estaba lista para morir. Quería vivir ahora más que nunca antes.
La sangre se amontonó en mi boca haciendo que tosiera y sentí un sabor asqueroso en el paladar. Las espigas frente a mi se removieron.
Él me encontró, pero y Ranma?. Alcé la piedra, lista para defendernos.
-wowowo!-una figura masculina se acercó a mi- Cálmese señora Saotome.
Me sentía tan débil, pero aún así lo golpeé con aquella piedra, forcejié y arañé sus brazos antes de perder el sentido.
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Nota de la autora: Me veo, creo en la obligación de declarar que este fic, al que amo, es una obra que...Bueno, yo lo amo pero igual a ti, mi querida lectora o querido lector, no te alcance a satisfacer. A tres partes del final, hago esta pausa para disculparme de antemano.
Muchas, muchísimas gracias por seguir la historia que les comparto con tanto amor. Nos leemos, bye!
