- Capítulo 2 -
- La Mañana Siguiente Será el Último Día -
- ¿Entonces qué? – Pregunté. Nick se quedó pensando.
- Puede que sea una broma pesada… - Contestó. Kate a su vez, me miró a los ojos.
- Rose, ¿estás segura de que era el mismo hombre de ayer?
- Era él, estoy segura. – Le contesté – Era el mismo guardia. – Todos me miraban extrañados. Como para no estarlo. No había soñado el último día, todos creímos que lo era. Así que, el hecho de que venga de nuevo a advertirnos lo mismo, era algo bastante extravagante. No teníamos ni relojes ni calendarios por los que guiarnos y saber que día era exactamente.
- Bueno, yo propongo quedarnos un día más. Si es un error, será equivocación suya. – Peter, como siempre, más tranquilo que los demás.
- ¿Y que comeremos? – Preguntó Elise.
- Seguro que debe de quedar algo… - Dijo Peter mientras se dirigía dentro de las tiendas. Nick y Elise le siguieron. Yo por mi parte, junto a Kate y George, me quedé pensando. Vale, puede que en estas circunstancias, seguir la corriente sea lo más lógico. Pero había algo que seguía sin cuadrarme.
- Esto… Rose… - George pretendía decirme algo. – Creo que por el momento, lo mejor es seguir como estamos.
- George tiene razón. No podemos hacer nada al respecto. Pero tampoco es tan grabe. Mañana me despertaré temprano y hablaré con el guardia para aclarar todo. – Propuso Kate. Yo les miré seriamente.
- No es solamente eso. – Me expliqué - Hemos estado varios días haciendo lo mismo. Comemos, dormimos, nos divertimos. No sé si es un sentimiento individual, pero he perdido totalmente la noción del tiempo, a tal grado de no saber en que día estamos. Ahora ese sentimiento, me está empezando a dar miedo.
- ¡Eh chicos! ¡Aún queda comida para un día más! – Nos gritó Elise. – ¡Hemos revisado las mochilas, y podremos quedarnos un día más sin necesidad de ir a por más! – Finalizó. Miré a Kate un momento.
- No te preocupes. Es verdad que hemos perdido la noción del tiempo, pero no creo que sea para tanto. – Kate me dio una palmada en el hombro, antes de irse con los demás a revisar que quedaba de comida. Puede que la gótica tuviese razón, y sólo son paranoias mías. Sin embargo. ¿No nos habíamos comido ayer todo lo que quedaba?
A la mañana siguiente, ya había pasado el último día. Y esta vez de verdad. O eso espero. Me desperté, junto a Kate y Elise en la caseta de las chicas. Me acuerdo de que cuando lo decidimos, Peter insinuó de que dormir conmigo, sería lo mismo que dormir con un chico. Que se vaya a la mierda.
- ¿Ya estás despierta? – Susurró Kate. No me había dado cuenta de que ella lo estaba. - Supongo que vendrá hoy a echarnos. Ya verás que solamente fue un error. – Yo asentí con la cabeza. Nos levantamos a la vez, y nos preparamos para salir. Me peiné un poco, mientras Kate se ponía sus grotescos complementos góticos. El tiempo que gana al no peinarse (por tener el pelo liso), lo pierde poniéndose todo eso encima.
- ¿A donde vais? – Preguntó Elise, medio sonámbula. Le habíamos despertado.
- Vamos a hablar con el guardia para ver que pasó ayer. – Le contestó Kate, mientras salía. Elise, aún medio dormida, se puso en pie.
- Yo os acompaño… esperadme…. – Nos dijo, mientras se arreglaba rápidamente. Yo, al verla media dormida aún, la intenté frenar.
- No hace falta, solo queremos aclarar el asunto…
- No, Rose. Voy a cantarle las cuarenta a ese tipo por hacerte pasar un mal rato. – Me contestó ya lista para salir. Su buena voluntad me hizo sonreír.
Una vez fuera, me sentí como el mismo despertar que ayer. El sol arriba, cegándome, y mi cabeza dando vueltas. Kate y Elise parece que sentían lo mismo. Así que, viendo el panorama, nos sentamos en uno de los troncos a esperar.
- Ya que estamos, ¿no deberíamos ir recogiendo? – Nos preguntó Elise. Kate y yo nos miramos.
- Recogeremos todo cuando hablemos con el guardia. – Contesté, mientras miraba de nuevo al oeste, para ver quien se acercaba. Era de esperar que fuera el guardia, que otra vez, aparecía muy temprano. Sin embargo, al verlo ahí, ya no sabía que decirle.
- Déjamelo a mí… - Me dijo Kate, mientras apoyándose en mi hombro se levanta. El guardia se detuvo ante nosotras.
- Disculpe, verá… Mi amiga dice que ayer aviso de que hoy era el último día, sin embargo… -
- Hoy es el último día. – Contestó el guardia.
- ¿Qué?
- Que hoy es el último día. Vengo a avisaros de que mañana a las once…
- ¡Espere un momento! – Gritó Elise mientras se interponía entre Kate y el hombre. – Ayer y anteayer nos dijo que la mañana siguiente sería el último día.
- Miré. – El guardia nos miraba con una cara de sospecha absoluta. – No sé que ha pasado, pero hoy es el único día que he venido. Ni ayer, ni anteayer, ni nada por el estilo…
- ¡Oiga, deje de tomarnos por tontos! – Gritaba Elise al guardia. Kate estaba sorprendida, aunque lo disimulaba muy bien. Yo lo estaba en menor grado, pero había algo que me preocupaba más. Dejé a Elise con el hombre, mientras corría hacia las mochilas de comida. Kate me siguió al ver que salía corriendo. Una vez allí, abrí mi maleta, la que había prestado para la causa. Y lo que vi dentro, era lo que realmente me asustaba.
- ¿Pero que cojones…? - Susurré. Kate me apartó un momento y miró dentro también. Finalmente, saco un cigarrillo y se lo empezó a fumar. Claro síntoma de que estaba nerviosa. Y para no estarlo. La comida que nos habíamos comido ayer, seguía ahí.
Las explicaciones dadas a los chicos, parecieron no servir de mucho. Se decidió seguir en el lugar hasta que se aclarase todo. Seguir la corriente, muy de tíos. Nick y Peter se unieron en esa propuesta. Y evidentemente si Nick se unía, Elise también lo hacía. George por su parte, estuvo intentando convencer a Nick de que no era buena idea, aun con el acuerdo de Elise y Peter. Y así finalizamos el día. A la mañana siguiente, volvió ha aparecer la comida, pero no el guardia. Kate y yo no aguantábamos más, así que dijimos a todos que íbamos a buscarlo, a ver que pasaba finalmente. George se unió a nosotras.
Yo conducía mientras George me indicaba que hacer. El A-team era una bestia indomable en mis manos. Más de una vez George me pedía conducir él, pero me negaba. Ya era algo personal. Poco a poco le encontraba el punto, y conducía con más facilidad, pero he de decir, que en un terreno montañoso, eso no es fácil. Cuando salimos a la carretera, la encontramos desierta. No pasaba ni un coche.
- El pueblo estaba a la derecha si mal no recuerdo… - Dijo Kate. En seguida me puse en marcha. Sin embargo, pasaban las horas, y no llegábamos a ninguna sitio. Todo era carretera. Ni un desvío, ni atajo. Nada. La gasolina se acababa, y no vimos cambio alguno. O por lo menos yo no.
- Es inútil… - suspiró George. Le di un coscorrón.
- No seas idiota, llegaremos a algún lado.
- Lo dudo mucho. – Aclaró Kate, mientras señalaba un lugar. Detuve la furgoneta – Hemos pasado por aquí unas treinta veces. – Finalizó Kate. Lo que señalaba era la casa del guardia. Estaba allí. No había posibilidad de error.
- ¡Pero no hemos encontrado desvío! – Le dije, mientras se bajaban.
- Lo sabemos, Rose. Lo sabemos… - Al ver que los dos se bajaban, puse el freno de mano, y baje yo también. No cerré la puerta ni quite las llaves. Creo que era más que evidente que no iba a pasar nadie. Me acerque a los chicos, sin dejar de mirar la cabaña del guardia. Estaba echa un desastre. No me acordaba de que estuviese tan destrozada.
- Jode… ¡Mierda! ¡Mirad aquello! – George gritó señalando el otro lado de la calzada. Cuando nos dimos la vuelta no creíamos lo que veíamos. Había otra cabaña, exactamente igual a la que teníamos en frente. Parecía un espejo.
- ¿Una ilusión óptica? – pregunté en voz alta. Kate tomó un libro que llevaba, y lo revisó un momento.
- A primera vista no sé lo que es… - Contestó sin dejar de mirar su libro. – Pero técnicamente hablando, para que fuese sólo una ilusión, debería haber dos carreteras… -
- ¿Entonces? – preguntó George. Kate sacó la vista de su libro, y lo miró.
- Ve y compruébalo.
- ¿Yo? –
- Eres el hombre, ¿no?
- A… ¿A que viene esa postura machista ahora?
- ¡Tu ve y compruébalo! – Le grité a George mientras le empujaba. Me miró con una cara de pena, pero quería que esto acabara de una vez. Así pues, fue caminando hacia el otro borde de la calzada. Cuando justo iba a cruzar, de repente, lo vimos al lado nuestro. Me lleve un susto de muerte.
- ¡¿Qué cojones haces aquí? – Grité. Me miró extrañado.
- Eso me pregunto yo… - Contestó. Kate, que pasaba de nosotros, abrió su libro de nuevo, tomó una piedra del suelo, y la lanzó al otro lado de la calzada. Antes de pasarla, la piedra emergió disparada del borde de nuestro lado.
- Entiendo…
- ¡¿El qué? – Gritamos George y yo. Kate cerró su libro.
- Es "la línea de banda". No podemos salir a partir de esa zona. Si lo intentamos, volveremos a entrar. – Nos contestó. La miré rascándome la cabeza. - Podría ser peor. Podríamos caer a algún tipo de vacío o algo por el estilo.
- No lo digas como si hubiésemos tenido suerte… - Mientras decía esto, veía como mis compañeros iban hacia la cabaña. Sí, supongo que entre todas las posibilidades, la más lógica sería ir a preguntar al guardia. Cuando llegamos a la puerta, vimos el cartel: "Bienvenidos al Camping Tortuga Azul". Entramos con cuidado. Con la pinta que tenía, cualquier tablón de madera mal puesto nos podría dar un disgusto.
- Hola de nuevo… - Nos saludó el guardia. La cabaña, que no habíamos visto hasta ahora, era bastante rústica. Lo más destacable, era una ventana con carteles de "Prohibido fumar", "Normas del Camping", y todas esas tonterías. Había varios asientos de espera, y un escritorio, donde estaba el hombre. Sin embargo, en vez de estar mirándonos, se apoyaba con los pies en la pared de detrás, y se columpiaba en su silla, dándonos la espalda. Los tres nos detuvimos en la puerta, por instinto. Por alguna razón, no tenía ganas de entrar.
- Verá… - Comenzó Kate. – Llevamos acampados unos días aquí, y hemos perdido un poco la noción del tiempo. ¿Podría darnos un calendario o algo que nos sitúe? - El guardia, sin dejar de columpiarse, contestó.
- Últimamente todo el mundo me viene con lo mismo… - Respondió. Le dije por lo bajo a Kate, que por qué no le decía lo que pasaba con la carretera y la cosa esa que no nos dejaba salir. Pero ella, después de mirarme un momento, prosiguió la conversación.
- No deberíamos estar más de una semana, pero parece que han pasado varios días de la fecha límite.
- Eso, muchacha, no es un hecho objetivo. – Nos respondió el guardia. – Es como la tortuga que lleva a la princesa. ¿Creéis que si todos los aldeanos hubiesen ido al Palacio del Dragón, habría pasado tanto tiempo al regresar?
- Pero… ¿Qué… qué está diciendo? – Preguntó algo tembloroso George. Yo tampoco entendí a que se refería. Sin embargo, Kate, en ese momento, tenía una expresión seria y de sospecha.
- El tiempo, muchachos, es producto de nuestra mente. Pasa más deprisa cuando os divertís, como ahora, y más lento cuando sufrís. No es algo de una objetividad y ritmo constante. ¿Creéis que los relojes servirían en un mundo donde la humanidad no existiera? Esa medición a la que estáis tan apegados, se perdería en el recuerdo.
- ¿De que demonios está hablando? – Le pregunté, pero me ignoró. Kate nos hizo una señal para que la dejáramos hablar a ella. El guardia continuó.
- El tiempo y el espacio son hechos subjetivos humanos. Esa es la única de las verdades. Por lo tanto lo único que cuenta es el presente, dado que, si la subjetividad humana es tan variable, es normal y lógico pensar que el espacio-tiempo también lo es. ¿No es esa la mejor filosofía a seguir?
- Es una filosofía muy bonita… - Contestó Kate.
- Pues es gratis… - Finalizó el guardia. George y yo nos miramos algo asustados. A medida que hablaba, parecía agrandarse de tamaño. O la caseta encogía. Sin embargo, un ambiente raro y tenebroso empezaba a tomar el lugar. Kate me dio el libro que tenía en la mano. Me señaló un dibujo, y me dio una tiza. Con la cabeza, me sugirió dibujarlo en la puerta. Esto era demasiado extraño como para dudar si hacerlo o no.
- Puede que realmente, estemos con la tortuga ¿no? – dijo Kate sonriendo. Aún por la oscuridad, y por el hecho que seguía dándonos la espalda, pudimos sentir que él también sonreía.
- Si queréis os puedo dejar acampar unos día en el Palacio del Dragón. – El guardia se puso de pié. – Os puedo hacer un buen precio…
- ¡Cierra la puerta Rose! – Me gritó Kate. Lo hice al instante. – ¡George, dibuja el mismo símbolo en la ventana!
- Esto es un poquito precipitado, ¿no? – sugirió el guardia (si es que lo era), cruzando los brazos.
- Será mejor que nos dejes salir de este lugar, sea lo que sea. – Kate abrió su libro y empezó a mirarlo – Tengo conocimientos suficientes como para torturarte…
- Te equivocas. Puedo haceros desaparecer de aquí con un simple soplo. Pero en el Palacio del Dragón, el príncipe es el que manda – Finalmente, después de decirlo, se giró. – No volváis a tentar a la suerte…
Y no ocurrió nada más. Recuerdo oscuridad. Como si su rostro nos invadiera y nos llevara a un lugar estrellado. Estábamos como embriagados, y perdimos el sentido. Cuando despertamos, estábamos en las afueras de la caseta. Sin embargo, dentro no había nadie. De hecho, si cuando llegamos tenía una pinta rara, ahora era una casa del terror. Pareciera que no hubiese pasado nadie por aquí durante décadas.
- ¿Pero, qué…? – Musité yo, sin dejar de mirar. Pero, al momento me di cuenta de que algo faltaba. George había desaparecido.
Fín del Capítulo 2
The Sandman – Original Idea © Neil Gaiman
The Sandman – Publications © Vertigo & DC Comics
Urusei Yatsura The Movie 2: My Beautiful Dreamer © Mamoru Oshi & Toho
Urusei Yatsura - Original Idea © Rumiko Takahashi
