- Capítulo 3 -
- Un Mundo que Parece Divertido -
Pasamos tres días y tres noches buscando a George. Desde que volvimos corriendo Kate y yo, avisando de que había desaparecido, todos nos pusimos en alerta. Esto ya empezaba a ponerse peligroso. Sin embargo, Kate me pidió no contar nada acerca de lo que ocurrió en la caseta del guardia. Después me lo explicaría todo.
Al tercer día, Peter dijo que no valía la pena seguir preocupándose, que seguramente se marchó porque tenía cosas que hacer. Según Peter, George era del tipo de personas que no se sentía en la necesidad de despedirse. No hace falta ni decir que tanto yo como Kate, sabíamos que no era verdad. Había pasado algo, no se bien el qué, pero algo sobrenatural.
Los días pasaban de con una normalidad extravagante. Extravagante, porque evidentemente era el mismo día, y normales, porque no pasaba nada más. Cada mañana, había nueva comida, y la ropa limpia. Ya el guardia no nos venía a avisar, y de hecho había desaparecido, al igual que George. Los grifos de agua potable de las otras zonas de acampada no servían. Ni los teléfonos. La de nuestra zona sí.
Respecto a lo que hacíamos, pues dado que teníamos tiempo, divertirnos. Íbamos al río, pescábamos, nadábamos. Nick intentó enseñar a conducir a todo el mundo, y Peter, pues se divertía de ves en cuando persiguiéndonos a nosotras. Sin embargo, en los ratos libres, yo me dedicaba a explorar la zona con el A-team. Kate, por lo que sé, lee libros e intenta investigar sobre el tema. No hemos olvidado que es lo que pasa realmente, y por mucho que nos divirtamos, esto tiene que acabar.
El comienzo del fin, por llamarlo de alguna manera, fue con un hecho usual. Algo que veía constantemente, pero que no se porqué, me di cuenta solamente ese día. Y era una evidencia tan clara, que por poco me doy de cabezazos al no darme cuenta antes. Como muchas veces en estos "días", me dedique a andar con el A-team por la zona. Daba igual cuanto estuviese en marcha. A la mañana siguiente estaría de nuevo con el depósito lleno. Fue en los días que decidí ir a ver las otras zonas de acampada. Para la gente normal, simplemente sería unas tiendas vacías y abandonadas. Pero yo sabía perfectamente que a la misma vez que nosotros, había más gente de vacaciones, y como era evidente, cuando entramos en este mundo, desaparecieron. Estaba todo desolado. Aunque, dentro de mí, aún tenía la esperanza de encontrarme a alguien. Y en una de las zonas, encontré a una persona, pero no a lo que esperaba.
- Elise, ¿qué haces aquí? – Le pregunté al verla. Elise me miró un momento. Estábamos a un kilómetro y medio de nuestra zona. Y aunque yo venía a buscar algo de vida aparte de nosotros, solamente la encontré a ella.
- ¡Hay un manzano cerca de aquí! ¡Hay montones! – Me dijo sonriendo y enseñándome un montón de manzanas. Yo le sonreí. Me estaba intentando lavar la cara y las manos en el grifo. Pero las pequeñas gotas no me dieron ni para beber. Es lo que tiene que solo en nuestro campamento sirvan estas cosas.
- Si, lo vi el otro día – Le dije. Ella me volvió a sonreír.
- No estaría mal comer algo que no fuera carne, de vez en cuando.
- Tienes razón, llévalas al campamento.
- ¿Tu no vienes?.
- Yo… - Me sacudí un poco el pelo mientras me dirigía a la furgoneta. – Yo tengo cosas que hacer aún…
- Deberías despreocuparte y venir a divertirnos con nosotros… - Me contestó.
- Aunque quisiera, Elise, no puedo. Me resulta extraña la situación y si me quedo quieta, pues… - Y entonces la vi. La evidencia. Estaba ahí, delante de mí, y no me había dado cuenta. Elise se había acercado a echar agua a las manzanas, para que no se calentaran. Y el agua brotaba. Brotaba en cantidades. Elise se reía cuando se salpicaba, y yo, pasmada, veía la escena. No podía creer que estuviese tan ciega.
- Elise… - Le pregunté - ¿Qué piensas de todo esto? –
- ¿De todo esto? – me preguntó.
- De este mundo, y de la situación en la que estamos.
- Pues… - Elise cerró el grifo y volvió a recoger las manzanas. – Me parece un mundo muy divertido… - Y diciendo esto, se marchó sin antes pedirme que volviera lo más rápido posible. Y ahí quede yo, sola, mientras la veía irse. Me acerqué al grifo y lo abrí. Sólo caían gotas.
Nada más llegar al campamento, me acerqué a Kate lejos de todos. Y le conté lo que había pasado. Ella me contó un par de cosas que había averiguado. Y supimos que había llegado el momento de hacer algo.
- ¿Y que hacemos? – Le pregunté. Kate encendió un cigarro.
- No podemos hacerlo solas – Contestó mientras fumaba – Aunque sabemos que pasa, no sabemos a quien nos enfrentamos.
- Eso no responde a mi pregunta.
- Primero, conseguir un aliado. Ya verás como todo sale solo a la luz en cuando tengamos a uno – Me respondió. Yo miré a lo lejos como Elise, Nick y Peter se reían mientras jugaban en el río.
- Entonces ¿Nick o Peter? – pregunté. Kate se rascó la barbilla.
- Peter…
- ¡Pero si a ese le da igual todo!
- Sólo hay una cosa que no le da igual. Verás que si lo persuadimos bien, mataremos dos pájaros de un tiro. – Finalizó mientras sacaba papel y lápiz.
Llegó la noche y, como planeamos, esperábamos a Peter en la roca junto al río. Kate leía un libro por mientras. Su respiración era tranquila, como la mía. Sabíamos que habíamos dado en el clavo. No es porque ella siempre tuviese razón, que es verdad. Si no que esta vez, no había otra explicación. Acabaríamos con esto una vez y para siempre.
- Hola chicas. – Se oyó en la subida de la roca. Era Peter, que parecía haber venido corriendo. – ¿Qué es ese juego tan erótico que queréis enseñarme? – Dijo lanzándose encima mío. Lo aparté de un tortazo.
- ¿Es que solo piensas en eso! – Le grité. Pero Kate me pidió calma con la mano.
- Si no hay nada, me marcho. – Dijo el chico, con la cara aturdida por el tortazo que le di. Kate le detuvo.
- Tranquilo Peter, la verdad es que queremos hablar contigo acerca de todo esto…
- ¿Y por qué conmigo?
- Porque tuya fue la idea de traernos, además de por otras cosas. – Contestó Kate. Peter se rascó la cabeza y me miró. Le devolví la mirada seria, y finalmente se sentó.
- Supongo que no estará mal charlar un rato… - Y dicho esto, se acomodó en la roca. Ahí estábamos los tres sentados en círculo, mientras la luna llena brillaba.
- Antes de nada – Kate abrió su libro. – He de explicaros una historia que me ha hecho llegar a esta deliberación. Es un cuento popular japonés, que leí hace tiempo. Es el cuento de "Taro Ûrashima y el Palacio del Dragón". En esta historia, Taro, un joven pescador, un día que se encuentra en la playa, ve como unos niños maltratan a una tortuga. Taro ayuda a la tortuga espantando a los niños. La tortuga, agradecida, le devuelve el favor, llevándole al Palacio del Dragón, un lugar maravilloso en las profundidades del mar. Allí Taro se convierte en príncipe y todo lo que desea le es concedido…
- Espera un momento, ¿eso que narices tiene que ver con todo lo que está pasando? Es como que para explicarme 2001: Un Odisea en el Espacio me cuentes el cuento de Caperucita Roja – Se quejó Peter. Kate suspiró, mientras yo me enfurecía. Este chico no tiene paciencia.
- ¡Mientras tu y los demás estabais pasándolo en grande, yo y Kate intentábamos darle explicación a todo lo que está pasando! – Le grité, mientras tomando unas piedras, hice un plano sobre la roca en la que estábamos sentados.
- Con la ayuda de A-Team, fui recorriendo lugares y poniendo señales de donde se acababa los límites de este mundo. Finalmente, descubrí que este mundo es aproximadamente una circunferencia de unos cuatro kilómetros de diámetro. La carretera principal es el límite, y es una carretera circular. Si traspasas la carretera, en vez de salir del mundo, vuelves a entrar. – Aseguraba, mientras construía con unas piedrecillas un circulo. - Lo más curioso del asunto, es que justo a dos kilómetros de ese límite circular, esta nuestro campamento. Somos el centro de este mundo. – Finalicé. Kate asintió.
- Además de eso. – Continuó ella. – Sólo nosotros tenemos comida y bebida todos los días. Eso sin contar de que estamos solos, y tanto la cabaña del guardia como los campamentos de otras personas están en un estado de abandono deplorable. Eso nos hace pensar que nosotros somos el centro de este mundo ficticio, y por lo tanto…
- Es un sueño ¿verdad? – contestó Peter, que ya estaba tumbado en la roca. Nosotras nos quedamos sorprendidas.
- ¡¿Ya lo sabías? – Le pregunté mientras le agarraba del cuello de la camisa - ¡¿Y no has hecho nada?
- Todos lo sabemos. Es la única explicación. – Se encogió de hombros, sin ni siquiera preocuparse porque lo tuviera fuertemente agarrado. – Aunque no sabemos de quien, ni nos importa… -
- Es un simple proceso de eliminación, Peter. – Peter y yo, aún agarrándonos, miramos a Kate. – Es evidente que del guarda ni de George es, porque no están en él. Por tanto quedan descartados. Tuyo tampoco sería, porque si fuese tuyo, sólo abría mujeres.
- Curiosa observación… - Añadió Peter.
- Mía tampoco sería, porque si lo fuese, estaríamos en un lugar un tanto más interesante. A mi estas cosas no me van mucho. – Kate se acomodó, poniendo sus palmas detrás de donde estaba sentada, para recostarse un poco. – Sólo quedan Nick, Rose y Elise. Evidentemente es un sueño muy propicio para Nick y Rose, porque están junto a Elise. Sin embargo, aunque en la vida real la comparten con los demás, en los sueños, ninguno de los dos lo haría. Si fuese un sueño de ellos, estarían solos con Elise. Por tanto, la presencia del otro hace que se descarten los dos. Por lo tanto, solo queda…
- Elise… - Murmuré yo. – Estamos dentro del sueño de Elise. Eso también explicaría que el guardia desapareciera, porque discutió con él. Y cómo George terminó apoyando la idea de irnos, intentando persuadir a Nick, desapareció también.
- ¡Espera un momento! – Gritó Peter – ¡Estamos hablando de Elise, por el amor de Dios! ¡No es de las chicas que hace este tipo de cosas! ¡Por muy mal que le cayese alguien, no lo haría desaparecer! –
- ¡Es la única explicación! – Le grité, pero Kate levantó la mano para que nos detuviésemos.
- Peter tiene razón. Yo también lo creo. – Sacó un cigarrillo y lo encendió. – Pero no hay que olvidar, que aunque Elise es ahora la princesa del Palacio del Dragón, fue la tortuga la que la trajo. Hay un tercer ser que hace todo lo que ella desea. – Mientras decía esto, yo asentí.
- ¿Un tercer ser? – preguntó sorprendido Peter.
- ¿De que te sorprendes? Estamos hablando de ti. Tú eres la tortuga… – Contestó Kate. Yo me preparé, aquí empezaba lo bueno. Basta de actuaciones.
- Espera un momento, ¿Creéis que tengo el poder suficiente como para crear un mundo a partir de un sueño? – Peter se echaba hacia atrás asustado. – Por dios, soy yo, Peter. El… ¡el Peter de siempre, me cago en la puta! – Yo sonreí mientras Kate daba otra calada a su cigarrillo.
- Te equivocas. El Peter de siempre ha estado con nosotras desde hace horas. – Y diciendo esto, de un salto, apareció otro Peter. El Peter real.
- ¡Y aquí entra la estrella invitada! – dijo mientras saludaba con la mano. El Peter falso lo miraba con asombro.
- ¿Realmente pensaste que el verdadero Peter esperaría hasta la noche para venir, después de recibir una carta tan provocativa? – le dije yo, mientras preparaba los puños.
- Vine nada más leerla, hace unas horas. – contestó el Peter verdadero.
- Para saber que es lo que pensaba Elise, aparte de crear el sueño, has tenido que introducirte en él, haciéndote pasar por nosotros. Nosotras sabíamos quienes éramos, y Elise es la dueña del sueño. Así que solo quedaban Nick y Peter. Decidimos invitar a uno solamente, y sabiendo de que no querías dejar ningún cabo suelto, supusimos que el que viniera no sería el verdadero, si no tú camuflado.
– Ahora, terminemos con esto de una vez. – Y dicho esto, Peter se lanzó contra el farsante. Yo también iba a lanzarme contra él, sin embargo, Kate me detuvo. Y juntas vimos algo increíble. El farsante, agarrando una parte de la chaqueta de Peter, empezó a tirar de ella. Peter se desvanecía en polvo, que acababa en la mano del Peter farsante. Juntos cayeron de la roca al río, pero no se oyó sonido de caída. Ni un "PLOF", ni nada que se le pareciera. Pero no nos dimos cuenta de eso. Un ser, con capa negra y cara pálida se alzaba, flotando ante nosotros. Tenía los pelos negros y desordenados. Y unos ojos… que no eran humanos. Negros como la noche, si mirabas dentro de ellos podrías ver sueños y mundos paralelos. Desesperada miré a Kate. El cigarro se le había caído de la boca, y miraba estupefacta.
- ¡¿Quién es? – le pregunté. Kate no respondía. La agarré de los hombros y la zarandeé con fuerza - ¡¿Quién demonios es? –
- La cagamos, Rose… - Kate seguía sin apartar la vista de él – Pensé que sería algo de menor categoría. Pensé en algún demonio. Algún espectro… -
- ¿Quién es, joder?
- Es Sandman, Rose…
- ¡¿Quién..?
- Lord Morfeus, El señor Eterno de los Sueños… - Respondió por fin. Soltándola, volví a fijarme en él. Por la cara de Kate, esto no iba a ser fácil, ni mucho menos.
- Veo que no necesito presentación. – Nos dijo, sin dejar de flotar frente a nosotras.
Fin del Capítulo 3
The Sandman – Original Idea © Neil Gaiman The Sandman – Publications © Vertigo & DC Comics Urusei Yatsura The Movie 2: My Beautiful Dreamer © Mamoru Oshi & Toho Urusei Yatsura - Original Idea © Rumiko Takahashi
