- Capítulo 5-
- Un Sueño Precioso -
Me desperté como si hubiese estado días durmiendo. Estaba en medio del campamento, de noche. No sé si Kate y yo hemos estado tanto tiempo fuera como para que ya nos dieran por perdidos, sin embargo, no me importa. Acabaré con esto de una vez por todas.
Levantándome, me doy cuenta de muchas cosas. Si nosotras hemos desaparecido, encerrados en nuestros propios sueños, George, el guardia, y probablemente Peter, también lo están ahora. Una preocupación menos. No están muertos ni nada por el estilo. Solamente sueñan, al igual que Elise.
Los grillos y los búhos emitían sus característicos sonidos, mientras me situaba un poco. Estaba fuera, tenía que buscar la "Piedra del Sueño" para poder destruir este sueño. Y todo eso antes de que Morfeus me encuentre a mí. Cosa que no será sencillo. Aunque tampoco es imposible. Lo primero, un arma. Algo que me ayude a romper cualquier cosa. Y lo segundo las llaves de A-team. Eso último es fácil. Sólo tengo que quitárselas a Nick.
Mirando en las diferentes zonas de nuestro campamento, encuentro la caja donde se guardan los utensilios, cortesía de la empresa. No se porque una empresa que se dedica a darte la posibilidad de vida al aire libre, también te dan utensilios como palas, picos, cubertería, vasos, y todo lo que puedas necesitar estando aquí. Sólo falta que te den una consola. O un parchís. Mirando en la caja, también encuentro una pistola, pero de bengalas. Dudo mucho que le hagan algo a Sueño, y menos si es de bengalas. Pensando fríamente, no creo que tenga que intentar matar a Morfeus, incluso no se si eso es posible. Debo centrarme en encontrar algo que me ayude en lo que se refiere a la "Piedra del Sueño". Y dado que puede ser cualquier cosa, lo único que se me ocurre que puede romper algo indefinido es el pico. Supongo que es lo más razonable.
- ¿Rose? – Se escuchó una voz detrás de mí. Me giré algo asustada.
- Joder… Elise, me has dado un susto de muerte… - Era Elise, que me miraba algo somnolienta. Escondí el pico, mientras cerraba el baúl. No quiero soportar una ronda de preguntas que conllevaría a perder tiempo.
- ¿No vas a dormir? – Me preguntó.
- No, bueno, es que…
- ¿Dónde están todos?
- Esto…
- ¿Se puede saber que estáis haciendo? – Esto ya me estaba empezando a poner nerviosa. Inventar una excusa rápida no es mi estilo. Elise me miraba con una mezcla de extrañeza y enfado.
- Tengo que ir a buscar a los demás. Así que he venido a buscar la furgoneta. ¿Tienes las llaves del A-team? – Le pregunté.
- ¿Dónde están?
- Se quedaron dormidos… - Ante este respuesta, Elise me miró un rato, hasta que bostezó. Se limpio los ojos, y volvió a bostezar.
- Nick dejo las llaves puestas. No creo que nadie venga a robarnos…
- Porque para empezar no hay nadie más… - Le contesté. Elise me miró un momento con una cara que no alcanzo a describir. Por una parte parecía feliz y por otra triste. No se, que significaba, pero no tenía valor para preguntar. Ni valor ni tiempo.
- ¿Te puedo pedir un favor, Rose?
- Claro…
- ¿Podrías traerme algunas manzanas?
- ¿Del manzano?
- Claro… - Sonriendo asintió con la cabeza – Me encantan las manzanas…
- ¿Más que dormir?
- Pues ahora que lo dices, no sé. Je je… – Las dos nos reímos un poco ante la broma. Era las tantas de la madrugada, así que no se me ocurrió nada mejor. Aunque algo se me encendió en la cabeza.
- ¿No es una suerte que haya un manzano tan cerca? Con lo que te gustan las manzanas…
- Es maravilloso. Las manzanas están maduras y siempre hay…
- Aunque es raro que sólo haya un solo manzano…
- No necesito más que uno… - Me contestó, mientras veía que no podía quedarse despierta mucho más. Me subí al A-team, y arranque el motor.
- Vete a dormir, Elise. Te traeré algunas manzanas de tu árbol… - Elise asintió mientras volvía a la caseta. Y yo, intentaba situarme, ya sabía a donde ir – Parece que ese manzano este aquí solo por ti…
Después de varias vueltas, dada la poca luminosidad que había, encontré el lugar. Y cuando llegué, ahí estaba él. Esperándome. Así se me disiparon todas las dudas que podía tener acerca de cual era la "Piedra del Sueño". Supongo que supuso que me daría cuenta, después de contar todo lo que nos contó. Si el sueño es por y para Elise, la "Piedra del Sueño" debía ser algo por y para Elise también. El árbol que da como fruto uno de sus placeres. Algo que evidentemente ha sido creado para la ocasión. Tomé el pico, me bajé del A-Team, y me dirigí hacia el manzano.
- Buenas noches… - No se me ocurrió otra cosa que decir. Lord Morfeus, que hasta ese entonces estaba apoyado en el tronco del árbol, me miró, y se enderezó.
- Buenas noches. – Me respondió, tajantemente. Con los brazos cruzados, se situó a unos metros de mí, enfrente. El manzano quedó a nuestra derecha. Y el silencio inundó el ambiente.
- Supongo que es evidente pero… ¿Descubriste que escapé del sueño del museo? – A respuesta a mi pregunta, Sueño asintió.
- Lo descubrí poco después de que escaparas, por casualidad. Reconozco que fue una buena idea dejar a una dentro para pasar inadvertidas.
- ¿Y porque no me encerraste en otro?
- Obviando el que, dado que saliste de uno, podrías salir de otros, tantas veces como yo los creara, no sabía donde estabas.
- Por eso…
- Te esperé en el lugar donde seguramente querías llegar, en vez de buscarte. – Contestó, sin perder su semblante. Me sentía como un ratón esperando a cuando el gato decida saltar y matarme. Supongo, que por eso, me relajé.
- Bueno, esto nos deja en una situación con muy pocas variables. – Agarré el pico y me lo puse sobre los hombros, mientras caminaba un poco. – He llegado a la evidente "Piedra del Sueño". La parte que une este sueño a ti, si no me equivoco. Y con claras intenciones de destruirla.
- Exacto. – Sueño me seguía con la mirada, mientras yo intentaba parecer lo más segura de mi misma posible.
- Tú sin embargo, me esperabas aquí, con claras intenciones de detenerme. No te gusta la idea de perder ante una humana, ¿verdad? Por eso, para ti, lo más fácil es destruirme, y así salvaguardar el proyecto.
- No exactamente. – Morfeus alzó la mano, y yo me detuve – No quiero destruirte.
- ¿Entonces? –
- He venido a pactar…
- ¿Ha pactar?
- Dime, ¿qué hay de diferencia entre mi sueño y la realidad? – Preguntó, mientras yo le miraba perpleja. – ¿No estuviste varios días confundiendo la realidad con la ficción de mi sueño? ¿No significa eso que no sois capaces de ver su diferencia?
- ¿Ha donde pretendes llegar?
- Puedo crearte un sueño, Rose Kinderland. Puedo crearte un mundo ideal, donde tus deseos sean plasmados tan bien, que creerás que son reales. Puedo crearte un sueño tan perfecto, que no nunca sabrás cual es tu mundo, y cual es el mío.
- Pero sólo será un sueño…
- Puedo hacer que Elise te ame para siempre, Rose… - sugirió. Yo estaba de piedra por la proposición.
- ¿Sería posible…?
- Sería tu sueño. Todo lo que tú quisieras que fuese, sería…
- Pero, un sueño…
- Los sueños son parte de mi reino. Y mi mundo es tan real como el tuyo. Simplemente le dais más importancia la vuestro, porque solo en él os definís. Solamente en vuestro mundo tenéis la capacidad de morir. Pero no menosprecies los sueños, ya que esa realidad también es aceptable. En tu mundo, caminas con el cuerpo. En el mío lo harías con la mente. – Yo, aún chocada por semejante pacto, miraba sorprendida a Sueño.
- Creo, que esa no es la solución. – Sugerí.
- No es una solución, es un regalo que te hago. Puedo encerrarte en sueños tantas veces quiera. Pero no quiero. No tengo nada contra ti.
- ¡No quieres hacernos ningún mal, pero lo que haces si lo es para nosotros! – Le grité a Sueño. Parecía sorprendido, pues no me contestó.
- ¿No te das cuenta? ¡Nosotros no podemos vivir así! ¿Por qué no lo entiendes? ¡No somos como tú, necesitamos el paso del tiempo! ¡Necesitamos sufrir, caernos! ¡Necesitamos sentirnos mal y que nada tenga sentido! ¡Así es como maduramos! ¡Así es como aprendemos a levantarnos! ¡Si nos encierras en sueños ideales, nos marchitaremos! ¡Amo a Elise, y sé que nunca será mía! – Había perdido los estribos. No quería escucharle, porque sentía que mientras más lo escuchara, menos fuerza tendría de romper todo esto. Mientras gritaba, Morfeus me miraba, al principio sorprendido. Pero luego su rostro sereno hasta volver a su estado serio. – ¡Pero no por eso la retengo! ¡Claro que deseo que esto nunca cambie, que sigamos como siempre! ¡Pero sería mentirme a mi misma! ¡Ya he aceptado que todo cambiará! ¡Porque eso es vivir! – Me acerqué al manzano, y miré a Sueño. Morfeus me devolvió la mirada, mientras yo estaba alterada por gritar tanto. Mi respiración entrecortada era lo único que rompía el ambiente. No se si esperaba una reacción del Señor de los Sueños. Algo que me detuviese, o alguna palabra. Si la esperaba, no la hubo. No sabía que pasaba por su cabeza, pero solamente me miraba con esos oscuros ojos. Si lo había entendido o no, era intrascendental. Ya no había marcha atrás.
- ¡No puedes quitarnos nuestra vida! – Grité alzando el pico - ¡Amo a Elise! ¡Y por eso la dejo marchar! – Y, lo más fuerte que pude, estampé mi arma contra el árbol. Los dos nos quedamos en silencio, en la noche. Y fue entonces cuando el manzano empezó a crujir. Crujió y crujió, y empezó a resquebrajarse. Morfeus me miraba sin cambiar su rostro, mientras poco a poco, el árbol, se rompía, como si fuese de cristal.
- ¿Pero qué…? - El manzano perdía sus hojas, sin marchitarse, como si hubiesen estado pegadas a las ramas simplemente.
- Se acabó, señorita Kinderland. Como tu tanto deseabas… – Y dicho esto, del árbol brotó un tornado de arena, rompiéndolo en mil pedazos. El tornado creció, tanto de ancho como de largo, hasta alcanzar dimensiones que no podría ni imaginar. Y como si se hubiese encontrado con un techo, detuvo su crecimiento. El cielo, se empezó a romper, como si de una pared se tratara, mientras el tornado tragaba los restos. Y así empezó la demolición del sueño.
- ¿Por qué no me detuviste? – Le pregunté a Sueño. Él simplemente miraba como el tornado de arena empezaba a tragarse todo el espacio. Arrancaba árboles y montañas por donde pasaba, dejado solo un vacío negro.
- Esto es un sueño. Es una creación mía, pero no soy su dueño. Elise es la dueña de este sueño… - Morfeus me miró con un rostro, mezcla entre comprensión y desilusión. – Todo lo que pasa, es lo que ella desea.
- ¿Eso quiere decir que Elise es realmente la que está destruyendo el sueño?
- Los sueños son obras originales que creo en mi reino, sin embargo, lo que pase en ellos, son deseos subconscientes de su dueño. Tus pesadillas, como la de toda la humanidad, solamente muestran una imagen oculta de vosotros mismos, que no queréis creer. – El tornado tragó todos los campamentos, incluso el nuestro. Sin embargo, aun podía ver, flotando en el vacío, los cuerpos desnudos de mis compañeros. – Y los sueños, también muestran un deseo oculto en ellos. Elise deseaba salir, inconscientemente.
- ¿Entonces yo no he hecho nada?
- Si lo hiciste. Pero lo lograste, porque ella soñó que lo lograbas. – Sueño, volviendo a mirar su casi destruido trabajo, sonrió levemente. – Ahora todo terminó.
- Pero vas a volver a encerrarnos en otro… - Le sugerí.
- Tranquilízate, no lo haré – Y tomándome la mano, me la apretó con la otra. – Podría volver a crear miles de sueños para ella. Gustoso lo haría. Pero he entendido que todos acabarían igual. Señorita Kinderland, tú me has enseñado, que el verdadero amor, es desear la felicidad a la persona amada de una manera incondicional. Incluso si ello significa, que no podrás estar junto a ella. Tu eres la que más la ama, y la dejas marchar. Yo también, pero no quise hacerlo. Tú tenías razón y yo no.
- Vaya... – Le dije sonriendo. – Aprendes rápido… - el tornado de arena, que seguía girando, se había tragado todo el sueño, incluso mi ropa. Sueño alzó la palma de la mano horizontalmente, y el tornado se posó en su mano. Y decreció, tanto en ancho como en alto, convirtiéndose sólo en un montículo de arena. Sacando una bolsita de cuero con la otra mano, Morfeus vertió la arena dentro, y la cerró a continuación. Solamente quedamos mis compañeros, Sueño, y yo.
- Gracias, señorita Kinderland, por darme a ver mi error. Ahora tengo que marchar. – Y haciendo un rectángulo en la nada, Morfeus formó una puerta de luz, la cual abrió.
- Gracias a ti, por dejarnos salir.
- Siempre será bien recibida en mi reino. Y tendrás siempre mi simpatía. – Diciendo esto, me hizo una reverencia, yo se la devolví. Entró en la puerta.
- Adiós, Rose Kinderland… – Se despidió finalmente de mí Morfeus. – Que tengas felices sueños… - Y la puerta se cerró.
Y así me volvía despertar. De nuevo, y a la vez, por fin. Miré a mí alrededor, mientras reconocía el lugar. Era mi tienda de campaña, pero estaba sola. No había ninguna chica a mi lado. Me levanté, algo adolorida, y salí al exterior. Y ahí estaba de nuevo, otra vez, el guardia. Y oyendo lo que decía, me alegré más que nunca que estuviese.
- ¡Os dije que a las 11 quería la zona despejada! – Gritaba, mientras los chicos recogían las cosas a toda prisa.
- No se sulfure, colega. – Dijo Peter, riéndose. – Un fallo lo tiene cualquiera…
- Ni que fuese un atentado quedarse dormido… - Susurró Nick mientras intentaba desmontar la tienda de los chicos. Yo, quitándome un gran peso de encima al ver que todo volvía a la normalidad, me dirigí a lavarme. Kate y Elise se mojaban la cara junto al grifo. Las dos sonreían y charlaban, entre lavado y lavado. Finalmente, me acerqué a ellas, con la misma intención.
- ¿Qué tal? – Pregunté. Las dos me saludaron con un gesto de asentimiento. Elise se levantó, aún con la cara y el pelo mojado, y con una sonrisa se giró hacia mí.
- ¿Sabes qué, Rose? – Me dijo sin perder la sonrisa. - He tenido un sueño precioso…
The Sandman
My Beautiful Dreamer
Fin
The Sandman – Original Idea © Neil Gaiman
The Sandman – Publications © Vertigo & DC Comics
Urusei Yatsura The Movie 2: My Beautiful Dreamer © Mamoru Oshi & Toho
Urusei Yatsura - Original Idea © Rumiko Takahashi
