Lejos de nuestra tierra, crecimos
NANATSU NO TAIZAI © NAKABA SUZUKI
Sinopsis: King y Elaine reflexionan cuánto han cambiado sus vidas al abandonar su tierra natal.
Nota de la autora: Opino que en la relación de King y Elaine no vimos cerrar su ciclo o charlar de cómo cambiaron sus vidas. Eso lo quise resolver aquí y tocó varios temas desde sus perspectivas, aunque creo que estoy hablando mucho de lo que quiero expresar respecto a esta historia.
Espero que leyendo me comprendan mejor.
Capítulo único: Lejos de nuestra tierra, crecimos.
El viento sacudió sus cabellos en cuanto tocó el suelo. El césped entre sus dedos estaba húmedo y para ella no era usual sentir tal sensación. Ya era un hada con alas desarrolladas y por eso casi eliminaba el uso de los pies para trasladarse. Levitando o volando sencillamente cumplía ese objetivo y era mucho más natural para su clan. Sin embargo, por su condición, evitaba hacerlo.
Recapacitar de su estado le provocó varios sentimientos encontrados. Desde que se enteró seis meses antes, su mente había atravesado por diversos momentos. Largos ratos de la noche sin dormir, obviamente, no desvelándose, usaba para poner en orden lo que apreciaba y pensaba. Cómo todo cambió por un bandido.
¿Sería correcto decir que el causante de todo era su hermano? Elaine no lo sabía con exactitud.
—¿Elaine…?
La princesa hada sobresaltó. Su hermano estaba delante con una sonrisa taciturna. No lo culpaba. El Boar Hat había realizado una parada sobre una colina cuando todavía el rocío estaba sobre el césped. Meliodas tenía ganas de vender alcohol en un pequeño pueblo pesquero y abastecer la taberna.
—Buenos días, hermano —dijo ella sonriendo y disimulando un bostezo—. ¿Qué tal dormiste?
—Muy bien hasta que Mamá Hawk freno. Terminé con la cara en el suelo —declaró con cierta pesadez. Elaine carcajeó ante su mirada furibunda—. ¿Cómo te sientes? Escuché que Merlín te controló ayer.
—Estoy bien. No tienes que preocuparte por mí —exclamó la princesa hada tocando su vientre levemente abultado—. El bebé está bien. No está drenando mi magia como sospecho. Promete ser un híbrido saludable.
—Esas son buenas noticias —señaló King, aliviado. Una parte de él estaba en paz de que no hubiera problemas con su futuro sobrino—. Sin embargo, intenta no usar tanta magia, ¿sí? Ni siquiera pienses.
—En flotar, ¿no es así? —preguntó Elaine, sonriendo. Su hermano devolvió el gesto—. Es curioso. Cuando todavía estaba cuidando la Fuente de la Juventud no dudaba en flotar o utilizar mis habilidades como hada. Pero, ahora...
—Ahora lo reflexionas —concluyó el rey por su hermana—. Los pies no son tan malos. Puedes sentir el suelo entre tus dedos y disfrutas cuando vas de la mano con quien amas.
Elaine carcajeó.
—Eso suena muy humano viniendo de ti, hermano.
—No tengo remedio —suspiró él—. Hemos convivido mucho con los humanos y otros seres al salir del bosque. Es normal que adoptemos costumbres y nos adaptemos. Es parte de vivir.
—Es gracias a eso que somos felices —dijo Elaine sonriendo y elevando la vista. Ban movía las brasas de donde un jugoso pavo se cocinaba. Diane estaba en su forma reducida conversando con Elizabeth—. Si no hubiera sido por tu salida al mundo humano, jamás hubieras conocido a Diane. Ni yo a Ban.
King se removió ante el recuerdo. Podrían pasar miles de años, pero el dolor de no haber protegido a quienes amaba en su momento seguía siendo un peso. Incluso con ese presente, el pasado continuaba doliendo. Sin embargo, comprendía que ese periodo de dolor tenía como desenlace su actualidad.
El trayecto fue largo y difícil. La recompensa fue enorme y gratificante.
—Todo gracias a salir del bosque —concluyó mirando a su familia. Toda su familia—. El bosque del Rey Hada podía ser una fortaleza impenetrable y un hogar permanente, pero no era una vida permanecer allí para siempre —y la culpa lo golpeó—. Discúlpame por haberte abandonado, Elaine.
La rubia observó a su hermano con la cabeza gacha. A pesar de estar en su forma adulta, en el fondo seguía siendo ese sensible y aterrorizado King que conocía de toda la vida. Entendía sus malestares, pero parte de ese resentimiento que estaba en ella se había esfumado con el tiempo.
Sin su ausencia, ella no se hubiera quedado sola.
Sin su deber como santa guardiana, no hubiera habido un bandido llamado Ban en busca de la Fuente de la Juventud.
Sin Ban, ella no se aseguraba de estar con vida en ese momento.
King había cometido errores en el pasado, pero no merecía que Elaine todavía estuviera enojada porque a base de eso es que eran lo que eran en ese momento. Dos hadas adultas con un buen futuro por delante.
—Hace tiempo dejé de sentirme mal por eso —Elaine y su tono animado sorprendieron a King—. Sí reconozco que me sentí sola y abandonada, pero cuando llegó Ban y luego supe de tu historia con Diane me puse feliz.
—¿Y eso por qué?
—Porque comprendí que, así como las emociones afectan para mal a las personas con el odio o el enojo, también hacen cosas asombrosas con el amor y la alegría —Elaine acarició su vientre—. Hay que reconocerlo, hemos cambiado mucho. En especial, gracias a Diane y Ban.
—Elaine —jadeó King al borde del llanto. Se acercó a ella para abrazarla con fuerza—. Siempre me pones sentimental.
—No es cierto. Siempre fuiste y serás mi hermano llorón —Elaine lo atrajo e imitó el gesto.
Un abrazo que transmitía todo lo que se había dicho y se quería decir. Perdón, dolor, agradecimiento y felicidad. King y Elaine habían pasado por todo y no cambiarían nada.
—King, ¿está todo bien?
—¿Elaine?
Se voltearon cuando las voces de Diane y Ban se oyeron cercanas. La gigante lucía un semblante preocupado y el antiguo inmortal tenía una expresión seria en el rostro.
—Diane, no te preocupes. Solo estábamos hablando de la vida y cosas así —comentó King rápidamente con una sonrisa amable. Tomó las manos de su pareja con ternura—. Descuida, estamos bien. ¿Tú estás bien?
—Sí, solamente preocupada por ti —contestó Diane cerrando los ojos y sonriendo—. Pero ahora ya no. Está todo bien.
King carcajeó.
—Pues sí.
En contraparte, el único gesto que hizo Ban fue agacharse y reposar la cabeza contra donde se gestaba su primogénito. Elaine nada más había suspirado y comenzó a acariciar los cabellos plateados del hombre, serena.
«Espero que tu hermano no te sugiera que huyas de mi lado, ¿no?».
«Para nada, chico tonto. Únicamente estábamos hablando de cuánto cambiaron nuestras vidas al salir del bosque del Rey Hada».
«Pues entrar ahí me permitió conocerte, Elaine. Y creo que es lo único que le debo, ¡ah, y las moras con las que sacan ese delicioso licor!».
«Eres un tonto. Te amo».
«También te amo, Elaine. Todo de ti y de este futuro pequeño. Aunque podría ser pequeña».
Ban se incorporó un poco, sin dejar que sus manos abandonaran el vientre, y besó a Elaine con fervor. Ella correspondió el gesto pasando sus manos por el cuello del bandido para profundizar el beso.
—¡Oigan, compórtense! Estamos en público —regaño King cuando el intercambio de su hermana y Ban comenzó a oírse con fuerza—. ¡Son ruidosos!
Ban río contra la boca de Elaine y se separó levemente. Comenzaron a exagerar los ruidos de sus bocas para desagrado de King que chilló rojo de la ira.
—El rojo no te sienta bien en la cara, hermano*—farfulló Ban viendo al soberano de las hadas avergonzado—. Oye, tranquilo. Solo les recuerdo cuánto los quiero antes de un arduo día de trabajo.
—¿Arduo?
—Sí, por eso venimos por ustedes —declaró Diane—. Elaine y yo prepararemos las mesas mientras Ban y tú se encargan de la comida. El capitán dice que viene mucha gente desde la aldea.
—Bueno. Habrá que hacerlo —Elaine se incorporó y tocó el suelo con los pies—. Vamos, hermano. Tenemos trabajo.
King también se incorporó, tocando el suelo.
—Claro.
Curiosidades: *Es tradición en Japón llamar a los hermanos de tu pareja hermanos en vez de cuñado. Ban bromea de eso incluso en una OVA, pero creo que únicamente se dirige así a King en ocasiones para fastidiarlo.
Editado – enero 2022: Esta curiosidad es canon ya. Increíble.
