N/A ANTES DE EMPEZAR ME GUSTARÍA AÑADIR QUE ESTE FANFIC POSEÉ ILUSTRACIONES REALIZADAS POR MÍ EN DEVIANTART. EL ENLACE A MI PERFIL PODÉIS ENCONTRARLO EN MI BIOGRAFÍA DE AGRADECN COMENTARIOS. ;)

En un pequeño pueblo italiano empezaba un nuevo día, el cielo estaba claro y limpio, apenas un par de nubes blancas daban algo de sombra en la plaza de la aldea. Un viejo juguetero especializado en madera abría su tienda con ánimo, en el letrero tallado en madera por el propietario se podía leer "Carpintería Gepetto".

Unas casa más adelante, en una pequeña vivienda de paredes blancas y tejado de madera oscura una chica de quince años salía de la casa acompañada de un niño de seis años. La chica tenía la piel blanca como la leche; pelo de un marrón muy oscuro; ojos azules y tenía un vestido azul cielo con falda hasta los tobillos y zapatos blancos. El niño por otro lado tenía una camisa blanca de manga corta, unos pantalones marrones con tirantes y zapatos negros, su pelo rubio aunque algo oscuro brillaba con la luz del sol al igual que sus ojos azules, iguales a los de su hermana, además, el chico llevaba una pequeña bolsa de tela marrón con la inicial F bordada en blanco sobre la tela azul.

-Vamos Francesco, ¿no querrás llegar tarde el primer día de clase?- dijo ella mirando la puerta.

-¿tengo que ir?- se quejó el niño con desgana.

-Tienes suerte, a los chicos os permiten estudiar en la escuela, yo tengo que aguantar las lecciones de mamá.- dijo ella con molestia.

En aquella época, a diferencia de los chicos, las niñas eran educadas en casa por sus madres en labores del hogar, cocina, lavandería, costura, sabía leer y escribir, además de algo de matemáticas aprendidas de su padre, pero nada más, todos esos conocimientos estaban reservados a los varones, ya que en aquella época la educación entre hombres y mujeres aún era muy diferente.

Ambos hermanos caminaron por las calles, el chico llevaba su libro en la mano caminando sin ánimos, agarrado de su otra mano por su hermana, quien lo guiaba por las calles con tranquilidad. Bajaron por la calle de baldosas marrones, se podía ver a los artesanos abrir sus talleres, carpinteros, tiendas de cerámica, de vidrio, panaderos y otros comerciantes preparaban sus mercancías para intentar ganarse un dinero honradamente a lo largo del día. Al poco tiempo llegaron a un edificio grande, de paredes blancas y tejado rojo oscuro, un pequeño torreón con una campana estaba frente a ellos, construido en el lado derecho de la fachada. La muchacha vio la cara de decepción de su hermano y se agachó para estar a su nivel.

-Oye, no es malo, te vendrá bien, si no vienes a la escuela ahora no tendrás un trabajo como papá cuando seas mayor.-

-Pero no quiero estar sin ti, además, ¿no puede enseñarme papá? Él es médico, seguro que sabe muchas cosas.- se quejó de nuevo el joven.

-Sí, papá es muy listo y trabajador, pero no sabe las mismas cosas que un profesor, y tú aún eres muy pequeño para ser médico, además, si quieres ser uno el día de mañana tienes que empezar por aquí.- explicó señalando la escuela.- No vas a estar solo, tienes muchos compañeros de clase y...¿ves ese patio trasero vallado?- el niño asintió.- Os dejarán salir allí para descansar un rato a mediodía y comer algo, sabes que tienes pan en la bolsa que te di esta mañana.-

En respuesta el chico asintió antes de abrazar a su hermana mayor.

-Ahora vete, la campana está a punto de sonar.- dijo mirando el reloj exterior de la escuela.- ¿no querrás llegar tarde tu primer día?-

Francesco se despidió de su hermana y entró en el patio colegio.

Charlotte giró en la esquina de la calle para volver a casa, algunos niños rezagados corrían hacia la escuela con la esperanza de no llevarse una regañina del profesor al interrumpir la clase que debía empezar en algo menos de cinco minutos, pues el reloj de la escuela marcaba que solo quedaban tres minutos para las nueve, hora en la que las clases comenzarían. Decidió ver si su hermano estaba en el patio, ya que algunos de los niños que llegaban temprano estaban allí a menudo para jugar un poco antes de comenzar las clases, pensó que si tal vez su hermano estaba por allí podría hablar con él y tranquilizarlo para que entrase animado a su aula y así presentarse al profesor, caminó alrededor de las vallas de madera cuando un par de voces la detuvieron.

-Ya ves Gideon, todos los niños del pueblo han acudido a la escuela, seguramente saldrán cansados y regresarán a casa, pero como hemos podido observar, entre las seis de la tarde y al atardecer cuando el sol se pone y la ciudad queda a oscuras los infantes salen a jugar podremos empezar la labor que se nos ha pedido.- mientras caminaba hacia el origen de aquellas palabras la voz era más conocida para Charlotte, la había escuchado antes... era la voz de ese zorro engañoso y manipulador, lo había visto estafar a algunos niños y turistas que venían a la comarca.- Y cuando terminemos él nos pagará considerablemente.-

-¿Qué estáis haciendo aquí?- dijo ella agarrando del pescuezo a aquel zorro de pelaje anaranjado oscuro y el gato marrón que la miraron con sorpresa y dieron un brinco al darse cuenta de que les habían descubierto.

-¡Ah, señorita!- intentó improvisar el zorro.- Que bien cruzarnos con usted, nos hemos perdido y estábamos buscando la biblioteca.-

-¿la biblioteca? Lo único para lo que usas tú los libros es para nivelar las patas rotas de las mesas.- la respuesta de la joven le tomó por sorpresa al zorro, quien creía que su engaño estaba teniendo éxito.- Sé quien eres y a lo que te dedicas, así que agradecería que te alejaras de aquí, no sé qué extraño plan tienes al acercarte a un colegio lleno de niños, pero no vas a conseguir nada mientras esté yo aquí. Pero seguramente solo quieras robarles el dinero del almuerzo.-

Juan notó algo más que un enfado en la voz de la muchacha, notaba preocupación, así que dedujo que tal vez tuviera algún familiar en el edificio y concluyó que debía ser cuidadoso al hablar a la muchacha, ella tenía razón, ellos tenían un encargo y no estaba dispuesto a que lo descubrieran.

-No se preocupe por nosotros señorita, nos iremos ahora, después de todo los niños no tienen ningún valor... para nosotros.- dicho esto el zorro golpeó con su bastón al gato que siempre lo acompañaba y se marcharon de allí bajo la atenta mirada de Charlotte, algo en ellos era extraño, sí los había visto actuar antes, pero siempre engañaban a adultos, turistas o ancianos... nunca habían ido a por los niños, ¿tan bajo habían caído esos dos animales que no tenían otra forma de ganarse la vida?

Negó con la cabeza y echó un último vistazo a la escuela antes de encaminarse de regreso a casa, decidió que ese día aparecería un poco antes en la entrada del colegio para recoger a su hermano, algo de la extraña situación que acababa de vivir la resultaba sospechoso y la decía que Juan y Gideon escondían un plan más complejo que unos simples hurtos y estafas en la ciudad como era ya costumbre y no estaba dispuesta a que ni ella ni su hermano tuvieran nada que ver con ello.