Advertencia: Sano y su boca sucia.
Ruta Musical
Por Kary
Capitulo X
Comienza el calor
- ¡Wow Kaoru¿De verdad eres tú? – preguntó Misao asombrada mientras pasaba y veía las diferentes fotos.
- Hai- respondió Kaoru cuando tragó la galleta que había estado masticando y luego saludó a una de sus compañeras de trabajo del Akabeko que estaba entrando por la puerta del restauran para empezar el día.
Hoy era el estreno del concurso y el estómago de Kaoru estaba tan revuelto que incluso se arrepintió de haberse comido esa gallera. No era ni mitad de mañana y en media hora tenían que estar en el canal televisivo aunque salían al aire a las siete de la noche.
- No lo pareces…- contestó por lo bajo Misao. Kaoru la miró frunciendo el ceño.
- ¡Oi busu¡No me jodas¡Esa no eres tú!-
- ¡Oi!- exclamó Kaoru indignada.
- Yahiko-kun no seas tan grosero por favor – dijo tímidamente Tsubame, la cual se encontraba sentada a un lado de Kaoru. Yahiko, sentado al lado de Misao, se encogió de hombros indiferentemente.
Yahiko Miojin era un compañero de clases de Tsubame y se la pasaba con ella siempre de un lado a otro. Tenía el cabello oscuro y corto pero alborotado hacia el cielo, sus ojos grandes y brillantes tenían un color almendrado y vestía la típica ropa de un muchacho adepto a los deportes; sudadera gris oscura, pantalón de tela negro y zapatos deportivos. Era un muchacho grosero y malhablado que disfrutaba molestar a Kaoru poniéndole apodos o simplemente fastidiándola. Sanosuke era otro de sus blancos favoritos desde que lo había conocido.
- Es una pena que no vayan a publicarlas ¿ne? Serías famosa antes de comenzar el concurso- dijo Misao sonriendo con sorna. Kaoru hizo una mueca.
- ¿Y por qué no las van a publicar?- preguntó Tsubame cuando Misao le pasó las fotografías – Con muy artísticas-
Yahiko soltó una carcajada irónica y aunque Kaoru lo ignoró una vena se infló un su frente.
- Porque, recuerda, en el contrato que firmamos del concurso nos prohíben aparecer deliberadamente en fotografías o entrevistas sin la previa autorización de Japan Mitsurugi Corporation NHK, y aunque era una campaña que hacía la empresa ésta era para una revista independiente del canal- explicó la pelinegra. Ya habían tenido varios percances evitando a los periodistas que las buscaban para entrevistarlas.
- No es como si pudieran asociar a la fea real con la que aparece en las fotos- dijo Yahiko mientras se rascaba una oreja con fastidio.
- ¡Que niño tan simpático!- exclamó Misao con gran ironía.
- Pero es una verdadera lástima- comentó Tsubame viendo las fotos nuevamente.
- Hai, Kamatari-san me llamó y estuvo no menos de cuarenta y cinco minutos llorando y maldiciendo a todos, de hecho, me dijo que no permitiría que nadie más que yo utilizara el kimono y me lo envió junto a las fotos hoy muy temprano, él es tan extraño…- suspiró Kaoru recordando al extravagante diseñador de modas.
- ¡Eso es genial!- exclamó Misao- ¡Me lo tienes que prestar cuando regresemos al apartamento!-
Kaoru asintió ausentemente mientras revisaba su celular, no tenía llamadas recientes perdidas. Si tenía muchas llamadas registradas, menos la que ella quería recibir con más ansias.
Ella no era tonta. Su padre la estaba omitiendo de una forma completamente deliberada porque a estas alturas era imposible que él no supiese que ella estaba en Tokio. Por Kami-sama estaban hablando del Lobo de Mibu, de la viva leyenda policial. Simplemente su orgullo no le permitía llamarla y preguntarle como estaba; bueno el propio orgullo de Kaoru tampoco le permitía llamarlo. Pero ella sabía que su padre estaba bien porque su abuela le había dicho que no se preocupara 'Bendita Oobaa-san' pensó con una sonrisa, sino fuera por su abuela ella se habría muerto al finalizar la primera semana estando en Tokio… bueno tal vez exageraba con lo de morir, pero su abuela había sido la que le había depositado dinero para comprar ropa, zapatos y artículos de primera necesidad. Más ahora que tanto Kaoru como Misao habían abandonado la casa de Tae para mudarse al apartamento que el canal les había proporcionado.
La madre de Misao también le había enviado un buen cheque a su hija después de felicitarla. Tan extraña como siempre ella…
- Oi busu ¿Qué carajo estabas viendo que tenías esa cara?- preguntó la voz de Yahiko y Kaoru lo miró aturdida por un momento.
Tanto él como Misao y Tsubame la miraban atentamente y ella sintió como comenzaba a sudar.
- ¿Qué… qué estaba viendo? - Preguntó sonriendo nerviosamente.
No podía decirles que había estado completamente concentrada mirando a Kenshin Himura en el momento en que fue fotografiada.
Misao no la dejaría vivir en paz si se enteraba y le pediría explicaciones de cosas que ni ella misma podía explicarse.
- je je... bueno… estaba viendo, viendo…- sonrió nerviosamente mientras agitaba las manos rápidamente - ¡Nada¡No estaba pensando nada en realidad! Sólo tonterías je je -
Misao frunció el ceño y Kaoru evitó su mirada mientras sentía enrojecer sus mejillas.
- ¿Y qué otra cosa puedes lograr pensar que no sean tonterías, busu?- preguntó el niño con malicia.
Kaoru le tiró el plato de galletas en toda la cara y Yahiko comenzó a gritarle obscenidades mientras la jalaba por la cola de caballo y ella le clavaba la antena del celular en la boca.
Tsubame los veía alarmada y Misao sonreía.
- Creo que es hora de irnos- dijo la ojiverde viendo el reloj que estaba en una de las paredes del restaurante. ¡Hoy sería un día importante!-
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Enishi caminó por lo pasillos del canal televisivo con su paso altivo y seguro mientras arrancaba miradas deseosas de cada fémina que se cruzaba por su camino.
Y eso le daba más seguridad si podía ser posible.
Llevaba un blue jeans ajustado, una camisa negra que decía en letras blancas "¿Desearías estar en mis zapatos? Lástima que son muy pequeños para ti" y unos zapatos deportivos negros.
Nadie podía decir que Enishi Yukishiro sufría de problemas de autoestima.
Entró a la habitación donde se habían reunido siempre todos los concursantes y encontró sentados a tres de sus compañeros-rivales. Era una habitación grande en donde había una mesa larga de vidrio con muchas sillas, las paredes eran blancas y tenía varios cuadros colgados.
- ¡Hey!- exclamó como saludo cuando entró por la puerta.
- ¡Ohayo Yukishiro-san!- dijo Soujiro agitando la mano desde su asiento con su extraña alegría.
- Ohayo- saludó también un muchacho sentado a un lado de Soujiro.
Okita Nobuyoshi era un muchacho agradable.
O como solía pensar con sorna Enishi; era el tipo de muchacho que unos padres felizmente querrían para su hija, con excepción de su pelo largo y negro que llevaba siempre en una coleta baja. Era educado, simpático, colaborador y solía estar siempre de un buen humor que podía sacar a cualquiera de sus casillas. Tenía unos ojos claros y unos rasgos finos que llamaban la atención de las mujeres cuando lo veían. No como él, pensó arrogantemente Enishi, pero lo suficiente para esperar romper varios corazones.
El tercer muchacho levantó una mano como saludo y sonrió suavemente.
Osamu Nakamura era un muchacho extraño, tenía veinte años pero sus rasgos eran bastante infantiles y no parecía mayor de diecisiete. Su cabello era negro y alborotado y sus ojos de un color azul muy claro. Todas las veces que Enishi lo había visto iba vestido de negro y con ropas muy holgadas, su estilo era indudablemente roquero pero él no podía negar que tenía una voz extrañamente atrayente y muy particular.
- ¿No ha llegado nadie más?- preguntó sentándose frente a Okita. Enishi odiaba ser puntual.
- Iie- respondió Soujiro – Pero hace un rato vi a Sacamoto-san en la cafetería y me pareció ver llegar a Makimachi-san cuando volvía del baño-
Enishi sonrió felizmente, si la hiperactiva Mikimachi-san ya había llegado eso significaba que Kaoru Hayase estaba a punto de entrar también por la puerta.
Kaoru era todo lo que Enishi siempre había imaginado en alguien que fuese su pareja. Era carismática, alegre, sencilla y con un gran cuerpo que ¡Wow! Podía llegar a impactar. Todas sus curvas estaban donde tenían que estar y tenían el tamaño perfecto para hacerla a ella una mujer completamente perfecta.
Sólo que parecía estar en otro planeta…
Pero a Enishi eso no le preocupaba, después de todo él no tenía ese ego por gracia de Kami.
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- ¡Tengo hambre!- gritó molesta Misao mientras golpeaba su cabeza contra la mesa de vidrio. En realidad no era tanta el hambre que tenía sino más bien los enormes nervios que le comían el estómago mientras estaba sentada en esa silla oyendo cosas como No deben interrumpir a Yumi Komagata cuando habla No pueden dejar de ver a la cámara tres Tienen que controlar los nervios y hablar lo más pausado posible No hablen mucho de su localización y cosas así que Misao consideraba tontas.
- Tengo unas galletas en mi bolso ¿Quiere Makimachi-san?- preguntó una muchacha que tenía sentada en frente. Misao asintió por educación.
- No se de que son, me las regalo mi madre ayer… creo que tienen menta y wakame- dijo la muchacha mientras buscaba en su bolso rojo tamaño familiar.
Misao le dirigió una mirada de asco a Kaoru, ésta se encogió de hombros con una sonrisa.
- Aquí tiene Makimachi-san- dijo la muchacha alegremente mientras se las pasaba y se acomodaba una boina anaranjada que tenía puesta.
Hikaru Murasaki era una de las personas mas extrañas que Misao hubiera conocido en su vida. Su cabello muy corto era varonil y de un rubio muy brillante y liso. Sus ojos eran grises y a leguas de distancia se notaba que tenía ascendencia occidental. Tenía la forma más loca de vestirse, combinaba todos los colores conocidos en un solo conjunto: hoy llevaba una camisa amarilla muy chillona y sobre ésta una chaqueta de jeans anaranjada, un short de cuero negro con muchas cadenas doradas y unas sandalias amarillas del mismo color que la camisa. Sus muñecas estaban repletas de pulseras de colores casi hasta los codos.
Y a Misao le caía increíblemente bien.
Era verdad que estaba loca, y que solía hacer los comentarios más raros en los momentos más inoportunos pero era amable y graciosa. Aunque la idea de comer galletas de menta y wakame no le agradaba mucho a Misao.
- ¿Sabe Makimachi-san? Conozco a alguien con su mismo apellido- comentó Hikaru viéndola con sus grandes ojos grises.
- Bueno… hay muchas personas con mi apellido, en realidad es un apellido- probó la galleta- apellido… bastante co… común- murmuró sintiendo el sabor de la galleta en su boca. Miró a Kaoru con horror, ésta la miró divertida. Corriendo la silla con un golpe, Misao corrió hasta la puerta y salió disparada por ella hacia el pasillo.
- ¿Qué le pasó?- preguntó Tsubame preocupada. Ella se encontraba sentada a un lado de Enishi Yukishiro.
- Nervios- dijo Kaoru tratando de contener la risa – Creo que está bastante nerviosa-
- Bueno… todos lo estamos ¿ne?- comentó Hikaru alegremente – He ido como nueve veces al baño en lo que va de día y se que Nishio-san también ha ido varias veces, por cierto ¿daijoubu ka? Te ves un poco verde-
- Etto… doijoubu… daijoubu, no es nada- respondió una muchacha que había estado muy callada todo el día.
Kaoru nunca la había oído cantar, pero estaba segura que tenía una hermosa voz que armonizaba con su aspecto y con su personalidad. Ella era una muchacha muy callada y muy tímida, pero no como Tsubame.
Sakura Nishio emanaba una timidez llena de nostalgia y tristeza. Sin embargo era bella, increíblemente se asemejaba a una muñeca de porcelana, delicada y frágil. Su piel era muy blanca y su cabello extremadamente negro y largo, liso pero rizado en las puntas con un flequillo que le ocultaba los ojos si bajaba la cabeza demasiado.
Sus ojos eran pequeños y de un verde oliva, su nariz era fina y tenía unos labios gruesos pero armoniosos con su rostro.
Con sólo verla se notaba que era de una familia adinerada, era educada y recatada, no subía el tono de voz cuando hablaba y por sobre todo mantenía siempre la cabeza baja.
Kaoru siempre había sentido algo de pena por esa muchacha. Era completamente diferente a ella, en todos los aspectos.
- Hayase-san – Enishi la miró desde su puesto y Kaoru volteó la mirada hacía él. Definitivamente ese hombre podía robar almas con esa sonrisa – Me preguntaba- dijo sonriendo- Me preguntaba ¿si hay algún problema en que simplemente te llame Kaoru?-
La habitación se quedó en silencio y todos voltearon a verla, seis de sus compañeros la observaron fijamente con ojos grandes mientras Enishi esperaba expectante su respuesta.
Kaoru sintió calor y picazón en el cuello.
- Yo… yo… yo preferiría qu… -
- ¡Genial! Es que ¿Sabes? Tú nombre es mucho más bonito que tú apellido-
'Yo preferiría que no' terminó de pensar Kaoru en su mente, aunque un segundo después se sintió enrojecer con el comentario de Enishi. ¿Acaso él estaba coqueteando con ella?
Nah. Eso era imposible.
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Los tacones de sus zapatos Prada resonaron con fuerza por un pasillo casi desolado del canal, todos estaban ocupados con el estreno del concurso de cantantes y ella supuestamente ya debería estar en maquillaje. Aún faltaba una hora para el estreno y según sus cálculos tardaría unos quince minutos más en llegar a maquillaje y luego diez para llegar al set de grabación. Ese lugar era tan grande…
Definitivamente Megumi tenía que apurarse si no quería llegar tarde.
Apretó el botón de llamada y esperó a que el ascensor abriera sus puertas taconeando levemente, llegó y adentro sólo había tres personas y una de ella era Sanosuke Sagara.
Recuperándose rápidamente del desagrado inicial (y obviando el salto que dio su estómago) entró sin saludar.
- Piso veinticinco por favor-le dijo a una muchacha menuda que estaba cerca del tablero de botones.
El elevador subía suavemente y en el únicamente se oía el taconeo nervioso de Megumi y el silbido exasperante de alguna canción por parte de Sanosuke.
- Piso dieciséis- anunció una voz electrónica y un muchacho cargado de cajas salió por la puerta. Las puertas volvieron a cerrarse. ¿Qué demonios hacía allí ese hombre¿Por qué entre los mil ascensores que había en ese lugar tenía que montarse en el mismo que ella? Megumi bufó agradecida a su poca suerte.
- Piso dieciocho- Las puertas volvieron a abrirse y Megumi esperó a que fuese Sanosuke el que saliera. No fue así; la muchacha menuda salió y la pelinegra quedó allí sola con el hombre.
Taconeó un poco más, llegaría tarde y ella salía al aire después de los primeros diez minutos del comienzo del programa.
Un aire tenso se formó a su alrededor.
Sanosuke Sagara vio de reojo a la mujer que tenía a un lado. Llevaba puesto un vestido corto blanco con varias flores anaranjadas y la tela vaporosa se amoldaba a su figura dejando ver (para gusto de Sano) sus largas y torneadas piernas. Los tirantes caían con gracia sobre la parte alta de sus brazos bajo sus hombros, mostrando sobre un escote decente una gargantilla de oro muy fina. Su cabello suelto y perfecto parecía hipnotizar al muchacho.
Le habían pedido buscar unos equipos en el piso veintiocho antes de irse. Es que hoy había sido su primer día de trabajo en la empresa televisiva, no sabía como pero lo habían contratado para formar parte del equipo técnico de satélite y cámaras.
Volvió a mirarla de reojo. Sus labios estaban pintados levemente pero se veían más apetitosos que nunca.
'¿Qué piensas Sagara!' se reprendió mentalmente. Ella era una arpía venenosa… una bruja fea… bueno no fea… para nada fea… muy hermosa y sexy de hecho, pero era una bruja engreída y solterona.
- ¿Dijo algo?- preguntó Megumi desdeñosamente mientras lo veía sobre su hombro.
- ¿Hum?- preguntó Sano estúpidamente. Él estaba seguro que no había dicho nada en voz alta – Iie. ¿Acaso quieres que te hable?- preguntó el tuteándole a pesar que ella no lo había hecho.
Megumi frunció el ceño ¿Cuál era el problema con éste tipo?
- No, gracias- dijo volteando la mirada arrogantemente – Ver una mosca volar es, seguramente, más interesante que cualquier conversación que puedas iniciar-
Sano se sintió indignado. Y molesto.
- Ja- rió burlonamente metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón – Ya veo porque dicen que eres "la mujer más sexy que nunca se casará". Con ese carácter no hay quien te soporte kitsune ¿no deberías usar tu educación como doctora para arreglar los problemas mentales que tienes?-
Golpe bajo. Megumi se irguió en toda su altura con la mayor dignidad posible y dijo en un tono tan calculador y venenoso que a Sanosuke se le erizaron los vellos de la nuca.
- En realidad debería utilizar mi educación para realizarte un transplante de cerebro, que por lo que veo bastante falta te hace – sonrió irónicamente mientras se examinaba sus uñas perfectamente pintadas – Y porque soy tan bondadosa sólo te pediré que me pagues trabajando para mi como uno de esos gorilones que espantan a los babosos con gritos y golpes, según sé es lo único que sabes hacer más o menos bien – arrugó la nariz como si le picara – Pero no de por vida, Kami sabe que sólo unos minutos contigo me provocan dolor de estómago-
Sanosuke abrió la boca y la cerró como un pez fuera del agua – Pues a ti… a ti…- la vio alzar las cejas pensando claramente que era un idiota - ¡Pues a ti te haría falta un transplante de carácter¡Eres asquerosamente detestable¿Tú madre no te dijo que para conseguir marido tienes que ser dulce y tierna¡Pero eres una arpía! Por eso estás sola… ¿desde hace cuanto? Oh si ¡dos años!-
Megumi abrió la boca y lo miró fijamente entre indignada y sorprendida ¿Cuánto de su vida sabía ese hombre? Por lo visto lo que Misao le había dicho cuando fue a buscarla para que liberara a su hermano era cierto. Él en realidad había siempre seguido su vida y su carrera. Sanosuke pareció darse cuenta de que Megumi había captado algo porque sus ojos se prendieron como fuego y sus mejillas se pusieron fuertemente coloradas como retándola. '¡Asqueroso puerco baboso!' pensó completamente enfurecida.
Ambos abrieron la boca para seguirse gritando cuando el celular de Megumi comenzó a sonar estruendosamente callándolos a ambos.
- Okaa-san – contestó ella aún exaltada – Hai, en una hora salgo al aire, iie, no me he casado ¡no estoy embarazada!- murmuró molestamente. Sanosuke le sonrió burlonamente y Megumi se sonrojó ¿Qué les pasaba¿Acaso eran dos quinceañeros que aún podían sonrojarse por estupideces? - ¿Qué dices¡¿Cómo que mi esposo te visitó¡No tengo ningún esposo madre!- Sanosuke soltó una carcajada - ¡Que papá compró ¿qué¡No tengo ningún hijo perdido¡Por Kami-sama madre¡¡Un año¡¿Se volvieron locos¡¡Hace más de un año que yo no salgo con na…!-
El ascensor se detuvo con un fuerte golpe que la tambaleó, su celular cayó de sus manos y todas las luces se apagaron.
Megumi comprobó al instante que el universo conspiraba en su contra.
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- ¿Kaoru-chan¿Kaoru-chan?-
- ¡Kaoru!-
Un peine la golpeó en la cabeza y ella regresó a la tierra, o mejor dicho a la silla en donde estaba actualmente sentada.
Tokio Takagi la miraba divertida mientras agitaba algo en la mano ausentemente.
- ¿Ya estás cansada querida?- le preguntó amablemente.
- ¿En qué estabas pensando Kaoru?- preguntó Misao mientras veía unos peines en una cesta. Seguro había sido ella la que le lanzó el peine.
- En nada, sólo estoy algo cansada- respondió la pelinegra. Tokio le sonrió cálidamente y le levantó el rostro por la barbilla para aplicarle el rubor.
Estaba cansada, pero no era del todo cierto que esa era la causa de su distracción. En media hora saldrían al aire y estaba nerviosa. Sentada allí en el camerino de maquillaje trataba de separar sus ideas que volaban en distintas direcciones.
Había sido molesto y estresante pasar tantas horas hablando con Magdalia y otros productores del programa de cosas que consideraba estúpidas. Primero presentarían al jurado, la conductora hablaría con ellos un poco y luego presentaría a cada uno de los concursantes para finalizar con una explicación de las reglas del concurso.
Lo que en realidad había mantenido en la expectativa a Kaoru (y muy confundida) era ver a Kenshin, no lo había visto en todo el día aunque sabía que lo vería en el programa y eso, sinceramente, le daba más nervios que otra cosa.
Después de aquel momento en la sesión fotográfica, en donde Kaoru estaba segura que se habían mirado con la misma intensidad, él había desaparecido como si se lo tragara de golpe la tierra.
Era muy frustrante para ella todo eso. Después de todo él era uno de los miembros del jurado, aparte de dueño del canal y ella no podía darse el lujo de tener aquellos tipos de pensamientos como los que rondaban su cabeza últimamente.
'¿Por qué no?' se preguntó frunciendo el ceño 'Después de todo lo que piense no tiene nada de malo… no mientras nadie se entere'
- ¿En que piensas?- volvió a preguntarle Misao saliendo de las garras de una de las estilistas que insistía en que se soltara el cabello de la trenza, cosa a lo cual ella se negaba completamente.
- En que preferiría estar subiendo el monte Fuji a estar aquí…- dijo suspirando la muchacha.
Misao soltó una risa – No es tan malo, probablemente nos acostumbraremos en un par de semanas a las cámaras y eso. Porque esto es lo que queremos ¿no?- le preguntó Misao viéndola de una forma extrañan.
- Claro que si- respondió Kaoru con una sonrisa simpática.
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- ¡Ahh MALDITA PUERTA! golpe ¡ÁBRETE PEDAZO DE MIERDA! golpe ¡ARGG ÁBRETEEEE! golpe golpe -
- Ya deja de gritar como estúpido- dijo secamente Megumi. Aún en la oscuridad completa en la que se encontraban supo que Sanosuke estaba dirigiéndole una mirada sucia. No que le importara mucho claro… - No vas a poder abrirla así-
Él dejó de golpear la puerta de metal e hizo una mueca burlona hacia donde sabía que se encontraba la mujer – Intenta entonces sacarnos de aquí si eres tan inteligente zorra-
Una de las cejas de Megumi comenzó a tener un tic nervioso.
Tanteando contra el metal frío de las paredes del ascensor ella se acercó hasta el panel de botones sin aún entender porque el aparato se había detenido de golpe. Las luces se habían apagado, las puertas no se abrían y la señal del celular de ella había desaparecido.
Entornando los ojos Megumi apretó el botón de emergencia que era el más grande y rojo.
- ¿Si¿Hay alguien ahí? – dijo al intercomunicador- ¡Estoy encerrada con un idiota¡Onegai el ascensor se quedó parado! – Nadie respondió- ¿Me oyen¡¡¡SOY Megumi Takani y necesito salir de aquí en este mismo instante¡¡Abran la puerta!- gritó exaltadamente.
- Ya deja de gritar como estúpida- repitió Sano sus palabras con gran burla – No hay nadie o tal vez esa mierda no funciona tampoco, o en todo caso tal vez prefieran que te quedes encerrada aquí- Ella le dirigió una mirada de profundo rencor.
- ¡Esto es toda tu culpa!- gritó de repente con un dejo de histeria en la voz.
- ¿Qué?- preguntó Sano anonadado, únicamente podía distinguir su figura en la oscuridad aunque no estaban separados ni por medio metro.
- Que-todo-esto-es-tú-maldita-culpa- dijo Megumi apretando los dientes con tanta fuerza que le dolieron. Odiaba los lugares cerrados… de verdad los odiaba.
- ¡Te volviste loca ¿verdad!- preguntó Sano sin creérselo por completo ¿Ahora por qué esa estúpida le echaba la culpa? El ascensor se había quedado apagado sin que él ni siquiera moviera un pie de donde había estado plantado.
- ¡No estoy loca¡Tú me vuelves loca! – Bien eso había sonado extraño - ¡Siempre que apareces algo malo me pasa¡¿Qué tienes¡Un imán arruina la vida de Megumi! -
- Perdiste la razón- dijo Sano viendo la silueta de la mujer moviéndose compulsivamente dentro del oscuro ascensor – Tanto maquillaje fue absorbido por tu piel y pudrió tu cerebro por completo ¿Estas oyendo lo que dices¡Como si a mi me importara lo que te pase!-
- ¡No! Eres como una especia de gato negro, como un espejo roto, como cruzar por debajo de cientos de escaleras – ella tomó una respiración agitada - ¡Eres como un martes trece, como el número cuatro o peor ¡el nueve, como subir a un avión y que éste caiga en mitad del océano bajo una tormenta eléctrica¡Com..!-
- ¡Oye, oye, oye¡¡Cálmate!- gritó Sano sin saber si reírse o molestarse - ¡Estas histérica mujer! -
- Necesito salir de aquí- dijo Megumi con los dientes apretados, podía sentir como el sudor bajaba por su nuca ¿Era su imaginación? Tenía mucho calor, no podía respirar bien.
Sanosuke la vio respirar como si le faltara el aire, de acuerdo, sin el aire acondicionado hacia calor, pero no tenían más de cinco minutos encerrados así que aún les quedaba suficiente oxigeno para poder respirar. No entendía lo que le pasaba ¿Tal vez era claustrofóbica¿Tal vez le tenía miedo a la oscuridad?
- Oi zorra…- dijo suavemente, ella lo vio con sus ojos brillantes del desespero, pobrecita… se dijo Sano… nah… - Tranquilízate, entiendo lo que te pasa-
- Que entiendes lo que me pasa… - murmuró desprevenida – A mi no me pasa nada-
- Claro que si- dijo Sano acercándose hasta ella lentamente.
Megumi lo miró paralizada. Entre el poco aire que sentía que tenía para respirar, el calo que estaba teniendo, y la poca agradable compañía en la que se encontraba… de repente se sintió como un pobre venado. Uno de esos pobres bichitos que ven con ojos grandes y asustados al enorme tigre que se acerca para rasgarlo con sus garras… y que no puede hacer nada más que quedarse estático, paralizado y rogar que no lo viera a él sino a la mosca que zumbaba cerca de su oreja.
Algo zumbaba cerca de las ambas orejas de Megumi y estaba segura que no era una mosca. Los ojos del muchacho la miraban y ella de repente sintió que él sabía cada uno de los pensamientos que pasaban por su mente. Sus ojos brillantes y muy pero muy sexuales la miraban de una forma en la que Megumi se sintió… desnuda. Y a pesar de todo no era desagradable.
- No tengo nada- murmuró mirándolo – Sólo tengo que salir de aquí ya- lo tenía tan cerca que Megumi se sintió en pánico nuevamente ¡Él le estaba robando su precioso y mínimo aire! Quería gritarle ¡aléjate de mi aire! Pero únicamente pudo sentir su garganta increíblemente seca, como si hubiese comido tiza y ninguna palabra coherente pudiera salir. ¿Había descubierto su secreto¿Ahora se lo diría a cada uno de los tabloides del país?
- Si tienes algo y no es nada malo- dijo él en una voz que sonó más grave, más madura y sensual de lo que ella podía recordar que era su tono. También tenía un dejo de burla que movió algo dentro de la espina dorsal de Megumi, pero ella no reconoció que era al momento – No tiene nada de malo que te sientas excitada al estar encerrada en este lugar conmigo-
¡Ploff!
Megumi sintió como si algo explotará en su acalorado cerebro volviéndolo cenizas. Tropezó de la impresión (¿o sería incredulidad?) contra el pie de Sanosuke y ambos chocaron sus cabezas uno contra otro para caer con un golpe sordo al suelo, sus miembros enredados y adoloridos.
- Eres el ser más estúpido que he conocido en mi vida- murmuró Megumi viendo aún las estrellas brillantes detrás de sus párpados. Su cabeza latía por ambos golpes y el peso de Sanosuke sobre su cuerpo no la dejaba respirar, trato de desenredarse sin mucho éxito. Vaya hombre más pesado. Él no parecía tener intención de moverse y Megumi comenzó a sudar el pánico que había olvidado.
- Y tú eres…- murmuró Sanosuke contra su cuello. Se sintió raro… no era la primera vez que le hacían eso a Megumi pero la respuesta de su cuerpo fue completamente inesperada. Todos y cada unos de los vellos en su piel se erizaron con una rapidez alarmante. - … eres increíblemente caliente -
Megumi volteó su cabeza con tanta rapidez que supo que en unas horas sufriría una terrible tortícolis que no la dejaría salir de una cama. Pero toda posible imagen de su cuello dislocado desapareció de su mente cuando unos labios suaves, calientes y muy sensuales rozaron contra los suyos.
En esa posición los encontraron un segundo después los técnicos electricistas del canal.
- En Japón se evitan los números cuatro y nueve. El número cuatro se lee YON o SHI, y SHI significa muerte; el nueve se lee KYU o KU, KU significa sufrimiento por esta razón en los hospitales, hoteles o edificios no existen salas o pisos número 4 o 9. Al enviar regalos también se evita esta cantidad, si se quiere mandar regalos a 4 personas no se envían cuatro regalos, mas bien se envían 5 o mas. Aunque ya la nueva generación no le hace tanto caso, en la vida social para enviar regalos al jefe o los padrinos, etc. se tiene que tener mucho cuidado sino se quiere pecar de maleducado.
Nota de la autora:
Ya, lo sé… tengo una buena excusa esta vez. Este capitulo estaba listo hace dos semanas en un manojo de servilletas que logre robarme mientras esperaba la cita con mi médico cirujano. Y adivinen… las deje todas ahí y probablemente la secretaria las hizo tiritas o simplemente las botó. Puedo decirles que no fue divertido.
En si, mañana empiezo de nuevo la universidad y mi horario apesta. Creí no tener tiempo para una vida social y ¿ahora? Pues estudio de siete de la mañana a doce del mediodía, de ahí corro al trabajo hasta las seis de la tarde y de ahí vuelvo a volar a la universidad para salir a las nueve y media de la noche… uff si, hasta yo me tengo piedad. ¿Qué más? El martes me opero porque mi médico descubrió que tengo un quiste, gracias a los que decidieron no hacer más terrible mi vida que el quiste es benigno, pero igual tengo que pasar por una divertida operación y una divertida recuperación, ven como salto de alegría ¬¬
Y ahora saliendo de mi patética vida… espero que les haya gustado el capitulo. Mmmm un poco de Sano/Megumi para alegrar nuestros corazones y un Enishi que logra que se desmayen con sólo pasar. Tranquilos esto se podría decir que acaba de comenzar.
Kary
Ja ne
