DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen. Todos los derechos están reservados por Naoko Takeuchi y TOEI.
Situado en el futuro Tokio de Cristal. Para efectos prácticos se han acortado en momentos los nombres de los personajes:
Rey Endymion = Endymion
Neo Reina Serenity = Serenity
Usagi = Chibiusa o Rini o Prqueña Dama.
El Destino de la Reina
Capítulo 1: Soledad.
Otra vez ese lugar. Otra vez su sonrisa.
Sabía que estaba soñando, podía tener algo de conciencia en medio de aquel estupor. Había perdido la cuenta ya de cuántas veces había aparecido ante él, el hermoso rostro de esa mujer. Sus suaves y sueltos cabellos blancos llegaban hasta el suelo y se confundían con la tela de su elegante vestido. Una luna dorada le marcaba la frente y le daba un aire majestuoso.
Estaba seguro de que nunca la había visto en persona, pero le era extrañamente familiar.
— ¡Espera! —le gritó él y escuchó como su voz se disolvía en un eco y ella, sonriente se alejaba como si jugara a las escondidas con él… como si quiera que la persiguiera. Él lo hizo. Tenía que descubrir su identidad. Algo lo empujaba hacía ella y no iba a reprimir aquella sensación. Se echó a correr en ese espacio blanco de mármol. Parecía un palacio. Las pisadas de los tacones de esa princesa resonaban metros adelante.
¿Por qué parecía que lo llamaba y luego huía de él?
Siguió corriendo por minutos, persiguiendo su rastro, pero no lograba alcanzarla. Iba dando zancadas cuando a lo lejos distinguió algo en el suelo. Dudó en detenerse, pero cuando vio que ella y el palacio habían desaparecido frenó el paso. Bajó la vista a sus pies y descubrió un antifaz blanco tirado. Se agachó para agarrarlo, pero antes de que sus dedos lo alcanzaran una luz cegadora lo envolvió.
Abrió los ojos de golpe, encontrándose en su habitación. Se llevó una mano a la frente, recordando aquel sueño que comenzaba a repetirse con más frecuencia desde hacía unos cuantos meses a la fecha. Parpadeó varias veces y se estiró cuan largo era. Comenzaba a pensar que debía hacer algo al respecto como investigar en algún lado. Pero ¿por dónde debía comenzar?
Aquel extraño sentimiento de soledad volvió a invadirle como cada vez que soñaba con ella. Le intrigaba de sobre manera. Él era un hombre solitario que se dedicaba a cumplir su deber de caballero. ¿Serían sus sueños una señal? ¿Sería ella su destino?
Abandonó su cama convencido de que no encontraría la respuesta quedándose ahí y se metió a asear para poder empezar sus actividades.
Media hora después, entraba por las puertas del castillo portando su vestimenta de caballero con su espada colgando en el cinturón. Caminó hasta que llegó al salón principal. La princesa lo recibió con una sonrisa en el rostro y él se hincó ante su presencia en el trono.
— Buenos días, alteza… princesa Kakyuu —pronunció, alzando la vista para encontrarse con los ojos escarlatas de ella.
— Buen día, Seiya —le contestó con una cálida sonrisa.
Un día más había comenzado en aquella infinita paz que podía respirarse desde el balcón. Serenity suspiró mientras observaba a lo lejos su hermoso reino, Tokio de Cristal. Una brisa agradable se estampaba en su rostro. En otra ocasión eso la hubiera reconfortado, pero no en esos momentos. La hermosa reina aferró sus manos al balcón de mármol y pensó en que la realidad de su pueblo contrastaba mucho con lo que se había vuelto su vida y su propio hogar. Desde hacía un tiempo sentía que el Castillo Lunar se había tornado frío, solitario y monótono. Le eran lejanos los días gloriosos en que creyó que la felicidad que experimentaba nunca acabaría. Pese a que le costó mucho tiempo entenderlo, esos días se habían esfumado para nunca volver, por más que se esforzara y los añorara.
— ¿Madre? —la suave voz de su hija la alcanzó, interrumpiendo sus pensamientos.
— Hola, pequeña Dama —la saludó volteándose a ella y extendiéndole la mano para invitarla a su lado. Sabía que a su preciosa Usagi o "Chibiusa" –como la habían llamado en el pasado- ya no tenía nada de pequeña e incluso ya le había dicho que dejara de llamarla de esa forma, pero ella no podía abandonar esa costumbre.
— ¿Estás bien? —Usagi se acercó a ella, reconociendo el semblante triste de la reina.
— Si, no te preocupes —le asintió con la cabeza haciendo que ese movimiento también despejara sus sentimientos abrumadores por un momento—. ¿Estás lista? —le preguntó. La sonrisa de su hija iluminó su rostro.
— Si… lo estoy —admitió entusiasmada.
— ¿Estás nerviosa? ¿Tienes dudas? Porque si las tienes, podemos cancelar esto y esperar.
— Mamá… —la llamó como en reproche—. Estoy bien. No estoy nerviosa, ni tengo dudas acerca de esto. En realidad, estoy muy feliz. Amo muchísimo a Helios —Serenity asintió, feliz por ver perdidamente enamorada a la princesa—. ¿En dónde está papá? ¿Crees que venga…?
— Creo que está en la biblioteca… ¿Por qué piensas que no estará presente? Él aprueba a Helios.
— Bueno, lo sé, pero… últimamente están más distantes que de costumbre y tu él y no sé, a veces tiene sus arranques y se encierra en su estudio.
— Si, pero eso no tiene nada que ver contigo. Él nunca te fallaría. Te ama muchísimo, tanto como tú a él —le dijo acunando el rostro de su hija.
— ¿Y tú mamá?
— ¿Qué si yo te amo? ¿Qué pregunta es esa? —Usagi sabía que ella le había entendido, pero su mamá estaba como una fase de negación aún acerca de su matrimonio, y decidió no presionarla—. Te adoro hija mía y estoy muy contenta de que te comprometas con Helios, es un muchacho noble, sé que reinarán algún día de forma justa y pacífica.
— Así como ustedes lo han hecho. Aprendí de los mejores —le concedió ella abrazando a su mamá. Tenía ganas de ayudarla. En realidad, a los dos, pero ya no era esa niña pequeña que deseaba a como diera lugar tener a sus padres juntos y verlos felices. No desde que estaba con Helios y él le había ayudado a abrir su panorama. Por más que amara a sus padres, sabía que debía seguir su camino y preocuparse por lo que ella estaba a punto de construir—. Iré a arreglarme. Deberías hacer lo mismo —le aconsejó.
— Si. Creo que primero iré a ver a tu padre, para avisarle —Usagi le sonrió con tristeza y deseó que aquel breve encuentro no desatara una pelea entre ellos.
— Está bien. Los veré más tarde —le dijo dándole un beso en la mejilla. Serenity sonrió y observó a su hija adentrarse en el palacio. Ella se quedó un minuto ahí pensando si era buena idea el ir a ver a su esposo. Se engañó a sí misma diciéndose que lo era, que quizás él había olvidado aquel evento y ella podría provocar un encuentro y tal vez hablar por un momento.
Entró unos minutos después de que su hija a aquel laberinto de pasillos y se dirigió a la biblioteca, pensando en posibles escenarios de una plática con el Rey.
Pronto llegó ante esa gran puerta rojiza. Titubeó sobre la manija dorada por un momento, así que tomó aire tratando de calmarse y después la jaló.
La oficina de Endymion le dio la bienvenida. Él estaba sentado en su sofá favorito con la cara agachada hacia un libro. No alzó la vista sino hasta que ella avanzó y quedó frente a él.
— ¿Pasa algo? —le preguntó con aquella voz grave y distante. Una estocada apareció atravesarla cuando él le habló en ese tono.
— No, sólo vine a recordarte la fiesta en honor al compromiso de la pequeña dama —Endymion miró su reloj de plata sobre su muñeca, algo extrañado. Aún faltaban tres horas para que la celebración comenzara, pero no quiso pensar mal de Serenity. Quizás era que ella no recordaba el hecho de que él no se tardaba tanto tiempo para arreglarse como ella y su hija.
— No lo olvidé. No te preocupes, estaré listo a tiempo —dijo un poco seco.
— ¿Cómo estás? —le preguntó ella opuestamente en un tono suave—, Usagi y yo te extrañamos en el desayuno.
— He estado haciendo unas investigaciones y me levanté un poco más temprano que ustedes, por eso fui antes —declaró él cerrando el libro que tenía en la mano y poniéndolo en la mesita que estaba a su lado. Serenity pudo ver el título en el lomo: "Padre Chronos" —. Prometo desayunar con ustedes mañana.
— Endymion… yo… —comenzó ella, mirándolo a los ojos que le devolvían un semblante extraño—. ¿Crees que podíamos hablar…? ¿De nosotros?
— ¿Hay algo más que no nos hayamos dicho ya? No quiero ser grosero, pero creo que lo hemos hablado hasta el cansancio. Hoy es una celebración especial en nombre de nuestra hija y su prometido y me parece que, si tocamos el tema sólo nos vamos a alterar y terminaremos arruinando todo. No creo que sea necesario hablar de nuevo, pero si así lo deseas podríamos esperar unos días —Serenity observó el rostro de su esposo y supo que su postura era inamovible, además de que creía que tenía cierta razón. La plática se tornaría en una pelea, como las veces anteriores.
— Si, perdón. Tienes razón —dijo ella, disimulando una sonrisa—. Bueno… no te interrumpo más, nos vemos más tarde.
Derrotada ante su intento, Serenity salió de la habitación con el corazón rebosante de tristeza. Sabía que habían intentado de todo, pero cada vez, Endymion era más cerrado en torno a encontrar una solución. Ella estaba dolida y negada a que las cosas terminaran, lo admitía. Que su matrimonio estuviera tocado el fin no estaba ni remotamente entre sus planes. Ellos habían nacido para estar juntos. Ese había sido su destino: amarse hasta la eternidad. Y ella creyó fervientemente en eso. En realidad, en la historia de su unión, aquella no había sido la primera vez que enfrentaban obstáculos, pero si había sido la más duradera. La vez en la que la pequeña dama había vuelto al tiempo de Usagi y Mamoru como aprendiz de sailor guardiana, había sido un periodo en el que ella y el Rey aprovecharon para pasarla a solas e intentar cosas nuevas. Para cuando la pequeña dama había regresado, ellos tenían el control nuevamente de su relación y de ahí no habían presentado nada parecido, hasta ese momento.
En sus peleas Endymion siempre le recalcaba que nunca había querido dejar de amarla, pero la monotonía de sus vidas y de su propia relación los había llevado al quiebre. También estaba el asunto del destino. Su esposo siempre le decía que él también había vivido convencido de que nacieron para amarse, pero que conforme los años pasaron se dio cuenta de que el amor no era suficiente para sostener su relación y que al final ellos no se habían elegido, sino que su atracción siempre había residido en lo que les dictaban "sus vidas pasadas". Aquellos argumentos lastimaban de sobremanera a Serenity. A ella le habían enseñado que el amor lo podía todo. Incluso en sus tiempos como Sailor moon, el amor que sentía por Mamoru había sido el pilar y la fuerza que detonaba su poder. ¿Por qué todo había cambiado? ¿En qué momento?
Ya no era feliz viendo a su esposo a la distancia. Cada vez escuchándole hablar menos con ella. Las sonrisas enamoradas se habían acabado y hacía meses que ya no dormían juntos. Lo extrañaba en su cama, extrañaba sus brazos al amanecer, envolviéndola con su amor. Extrañaba esa vida que habían tenido. A veces se preguntaba si aún lo amaba. El dolor en su pecho y sus esfuerzos por volverlo a enamorar le indicaban que sí, pero a veces ya no sabía si eso era lo que realmente quería. Cuando la crisis comenzó pensó que era una nueva etapa y que, si bien no sabían en esos momentos cómo abordarla, aprenderían poco a poco. Y lo intentaron, no podía decir que no. Él también, lo hizo por un tiempo.
Las lágrimas se vertieron sobre su rostro, silenciosas. Apresuró el paso para llegar a sus aposentos y cuando alcanzó la puerta, minutos después, se lanzó hacia la orilla de la cama a dar rienda suelta a su llanto.
No supo cuánto tiempo estuvo llorando, pero cuando logró recomponerse se limpió las lágrimas. Sabía que tenía que arreglarse o si no se le haría tarde. Mecánicamente se deshizo de su impoluto vestido, se deshizo su acostumbrado peinado y se metió a la ducha. El baño la calmaría y le ayudaría a deshinchar su rostro y a pensar con claridad.
Cuando las gotas de agua tocaron su piel la reconfortaron. Una sensación agradable fue bajando desde su cabeza hasta los pies y se tomó el tiempo para disfrutarlo.
Era un día especial, se esmeraría en su arreglo y apoyaría a su hija. Ella y Endymion disimularían ante todos, así que podría tener, aunque fuera por breves momentos su atención y quizás alguna palabra agradable. Se odió por su terquedad, pero no podía evitarlo. Aún no estaba lista para dejarlo ir.
El Castillo Lunar estalló entre aplausos cuando Helios entró y caminó sobre la larga alfombra roja hasta llegar ante la presencia de la Neo Reina Serenity, el Rey Endymion y su futura esposa.
— Sus majestades —el joven de cabellera blanca, al igual que el traje que portaba se inclinó ante los reyes He venido ante ustedes para pedir formalmente la mano de su hija, la princesa Usagi.
— Ponte de pie —le indicó el Rey desde su trono. La delgada y etérea figura obedeció ante las palabras del soberano—. ¿Qué tienes para concederle a nuestra hija? —le cuestionó, como parte del ritual.
— Mi amor y mi vida —habló él decidido. La princesa esbozó una sonrisa en su asiento al lado de su madre. El Rey posó la mirada en su esposa y ésta le sonrió, asintiendo.
— Princesa, ¿es tu voluntad unir tu vida a este hombre? —la cuestionó su madre y ella se puso de pie.
— Lo es, sus majestades —contestó y avanzó hacia donde estaba su prometido. Ambos se tomaron de las manos. La princesa usaba ya el anillo que Helios le había dado días antes cuando le pidió matrimonio en los jardines del palacio. La Neo Reina y el Rey se pusieron de pie en sus lugares.
— Querido y soberano pueblo. Es un honor para mi presentarles a sus príncipes y futuros gobernantes —declaró la Neo Reina Serenity. Los aplausos volvieron a parecer mientras los jóvenes comprometidos se besaban frente a la multitud.
Una vez que acabó el protocolo, se dio lugar a la celebración. Serenity y Endymion abrieron con un baile, como era costumbre. La reina se había dedicado a ver a su esposo de reojo y todo el tiempo desde que había llegado al salón y justo como en esos momentos, él sostenía una sonrisa demasiado apretada y tenía la mirada perdida en algún punto del salón. Sus pasos, eran mecánicos y el roce con las manos de su esposo, no irradiaban la calidez que una vez tuvieron. Agradeció que el baile durara apenas unos minutos porque en realidad los protagonistas eran los recién comprometidos. Usagi y Helios tomaron la pista y ellos regresaron a sus lugares en sus tronos. Aprovechando que ya no eran el centro de atención, Endymion relajó el semblante hasta ponerse serio. La reina suspiró. Iba a ser una velada algo larga considerando que su esposo se estaba esforzando de más por no demostrar su incomodidad junto a ella. Se preguntaba cuánto tiempo seguirían así… ¿cuánto más debían guardar las apariencias?
El baile terminó y por fin sus amigas, las sailor guardianas se acercaron a ellos para felicitar a la pequeña dama y saludar a sus reyes, incluso contaban con la presencia de Uranus y Neptune. La Neo Reina Serenity estaba rodeada de ellas y disfrutando de su compañía que la reconfortaba en cierto grado, cuando distinguió a cierta invitada especial abrazar a Usagi efusivamente.
Plut había asistido al compromiso de la princesa por órdenes de ella que la había ido a visitar personalmente. Sabía de la bella amistad entre su hija y la sailor guardiana del tiempo, por lo tanto y aunque estaba prohibido, hizo la excepción de permitirle abandonar su lugar. En un principio la sailor se había negado, pero logró persuadirla al cabo de unos minutos. La verdad era que, la labor que se le había concedido a la guardiana comenzaba a hacérsele demasiado triste. Plut, era fiel, valiente y nunca renegaba. Podía sentir su orgullo irradiar de ella debido a la consigna, pero ella, como Reina empezaba a sentir que había reglas que tenían que cambiar. Plut había pasado años en aquel lugar, sin compañía, sin alegrías o una vida normal. Era un destino cruel y por ello quiso darle felicidad.
— Su majestad —se inclinó la chica de cabellos verdes, ante ella—. Le agradezco infinitamente el haberme invitado y hacer una excepción por mí. Me siento contrariada, pero no puedo negar que, estoy muy feliz de poder compartir este momento con la pequeña dama.
— Son tiempos de paz Plut y creo que, por esta vez ameritaba. Además, Usagi te ama mucho y la has cuidado y acompañado desde que era una niña, era justo que estuvieras entre nosotros. Espero que también nos honres con tu presencia dentro de una semana, para la boda.
— Si usted me concede el permiso, estaré encantada de asistir —le dijo ella con lágrimas en los ojos. La reina sintió ternura por su guardiana.
— Por supuesto que si Plut, y ahora, si me disculpas, quisiera conversar un momento con mi hija. Disfruta de la celebración por favor.
— Muchas gracias, majestad. Volveré a mi lugar tan pronto como el banquete termine —le hizo una reverencia y se despidieron con una sonrisa.
Serenity avanzó un poco hacia su hija y su prometido y los abrazó con efusivo amor.
— Estoy muy contenta por ustedes. Helios, sabes que te aprecio. Por favor, tienes que cuidar de Usagi, ella es mi tesoro —le dijo. El muchacho de ojos azules posó su mano en su pecho.
— Neo Reina Serenity, le juro por mi vida que protegeré y la amaré a su hija hasta que muera —ella sonrió, contenta con aquella respuesta. Deseó que así fuera, aunque sintió un poco de miedo de que las cosas entre esos jóvenes pudieran cambiar.
— La fiesta es preciosa, madre —le dijo su hija, tomándola de la mano—. Gracias.
— Y la boda será aún mejor. Las chicas podrán dejar sus uniformes de guardianas por un momento y usar lindos vestidos. Estoy pensando en cambiar mi estilo, pero aún tenemos tiempo para pensar en eso.
— Te ayudaré a elegir uno —le dijo Usagi, feliz.
— Supongo que tu padre podría ayudarle a Helios a escoger algo, tiene buen gusto —instintivamente y después de comentar aquello, Serenity volteó buscando a Endymion que en algún momento se había separado de ella. Lo encontró sentado en su trono, a unos metros tras de ellos. En su rostro se enmarcaba una sonrisa que no le había visto hacía tiempo. Ese gesto era totalmente diferente al que estuvo fingiendo para ella durante su baile. Los ojos de la reina siguieron la dirección de la mirada del Rey y descubrió que observaba a su grupo de guardianas que estaban en una esquina del salón conversando juntas.
De pronto vio que Endymion se ponía de pie y avanzaba hacia sus amigas. La sonrisa no desaparecía de su rostro. Ella lo siguió con la mirada, hasta que vio que se posó al lado de Plut. Ella le sonrió y le hizo una reverencia. Después comenzaron a conversar.
La Neo Reina Serenity se obligó a relajarse. Su mente volaba a pensamientos insospechables e incoherentes. Endymion siempre había sido amable con sus sailors. Y aquello no era diferente ¿O sí?
No. Definitivamente estaba pensando tonterías. Su situación matrimonial le estaba disparando los celos y se avergonzó por ello. El Rey seguramente se le había acercado para agradecerle sus atenciones con su hija. Si, debía ser ello.
Serenity tomó aire. Estaba siendo estúpida. Endymion podía hablar con quién él quisiera y eso no significaba nada extraño. El dolor que sentía y la inseguridad de no tenerlo en sus brazos era la que hablaba.
— Mamá, vamos al jardín, es hora del banquete —le anunció su hija sacándola de sus cavilaciones—. ¡Padre! —lo llamó ella a lo lejos y haciéndole señas para que se les uniera. Endymion se despidió del grupo de chicas y avanzó hasta alcanzar a su familia.
— Con que aquí estás —le dijo a su hija, abrazándola—. Helios, quiero que te sientes a mi lado, tenemos mucho de qué hablar —le dijo guiñándole el ojo. El muchacho asintió encantado por la idea de pasar más tiempo con su suegro a quién encontraba bastante agradable.
— Papá, no vayas a abrumar a Helios, por favor —le pidió Usagi, apuntándolo amenazante. El sonido de la risa de Endymion llegó a los oídos de la Reina. Y supo que había sido genuino su gesto. A partir de ese momento y hasta que terminó la velada lo notaría un poco más animado, aunque no la excluyó en su totalidad de la plática, sabía perfectamente que su cambio de humor no tenía nada que ver con ella, y deseó con todo su ser que se debiera a que estaba muy feliz por Helios y la pequeña dama.
Hacía un tiempo que venía pensando en estos dos o más bien cuatro. Mi idea no lograba concretarse porque ciertamente hay cosas del canon que me estorban mucho. Así que esto pretende ser una mezcolanza de la serie de anime de los 90's y el manga/crystal.
Estoy adentrándome en este fandom. En la vida pensé que lo haría la verdad. Pero uno nunca debe decir nunca o en mi caso ya es mejor no decir nada jajaja. Cuando era chica tenía una visión bastante reducida de Sailor Moon. Ahora cerca de mis treinta y dado a que estuve analizando algunas cosas, me di cuenta que mi visión con los años se había modificado drásticamente, incluso ahora que volví a ver Crystal volvió a cambiar.
Bueno, no soy partidaria de la relación de SERENA/USAGI y DARIEN/MAMORU y por consiguiente sus versiones pasadas y futuras y como sea (es una cosa bien extraña todo eso). Y dado a que no me quise meter en tantísimos problemas, no lo situé sino en el futuro en donde nuestra querida Chibiusa es toda una dama y ya se va a casar (además de que eso me daba la oportunidad de hacerla algo más madura porque sinceramente me cae bastante mal). Espero no enredar a nadie y espero que este experimento extraño les resulte interesante. Gracias por leer mis loqueras. Un abrazo.
