Queridx lectxr, no se desespere, yo sé que hago las cosas muy largas, esto está por resolverse... xD
No me maten.
Capítulo 6. Verdad.
Estaba en el Castillo Lunar y no en el de Cristal. Desde su última reencarnación no pisaba ese lugar, aunque recordaba perfecto la hermosura y majestuosidad del edificio que alguna vez llamó hogar.
No sabía qué estaba haciendo ahí, además de que el lugar parecía vacío.
— ¿Hola? ¿Hay alguien? —preguntó dudosa, internándose en el palacio—. ¿Hija? ¿Endymion? ¿Chicas?
— Chibi
La respuesta ante su llamado, de esa dulce e infantil vocecilla la sobresaltó, pero fue más su sorpresa al girar y encontrarse con la pequeña niña que alguna vez le brindó su ayuda en el pasado, a la cual albergó en su casa siendo Serena Tsukino, y a la que llegó a querer muchísimo pese a no saber con exactitud, su procedencia.
— ¡Chibi chibi! —exclamó rompiendo en alegría por verla, después de tanto—. ¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó paseando la mirada por los muros—. ¿Qué estamos haciendo aquí?
La pequeña a unos metros frente a ella, se le quedó viendo.
— Ven… quiero abrazarte. Te he echado de menos. Me acuerdo mucho de ti —externó abriendo los brazos, pero la pequeña no se movió de su sitio, lo que logró hacerla sentir rara, pues esa actitud no era típica de la pequeña. La miraba, como si analizara su alma y supiera todos sus secretos. La miraba con sus ojos azules que eran tan parecidos a los de ella—. ¿Chibi chibi? ¿Qué pasa? —volvió a cuestionar—. ¿Estamos en peligro?
No fue su voz característica, chilloncita, la que le contestó. La imagen de la tierna pequeña se desvaneció, dando paso a una versión muy parecida a la de la Neo Reina. Un traje blanco de sailor, un cetro, una capa que ondeaba… un broche de estrella y los chonguitos característicos que ella misma usaba, pero esta vez en forma de corazón, como los de chibi chibi, e hilos de cabello blanco que acariciaban el suelo, eran la descripción de lo que veía frente a ella.
— Llegué aquí por todas esas veces que me arrepentí y para corregirlo esta vez —murmuró esa voz tan parecida a la suya.
La reconoció segundos después, pues ya la había visto en el pasado… y le había dicho exactamente las mismas palabras.
— ¿Sailor Cosmos? ¿Qué haces aquí? —Serenity dio un paso al frente, queriendo alcanzar a esa mujer que era su vivo reflejo.
— Sé que estás sufriendo… y esta vez, elegirás el camino correcto, Reina Serenity.
— ¿De qué hablas? —preguntó a la figura que ya se desvanecía.
Aún estaba oscuro cuando abrió los ojos. Estiró la mano, por mero reflejo al lado suyo, porque sabía que no iba a encontrarla ahí.
Había sentido a su amada levantarse mucho antes, y aunque luchó por despertarse también, el cansancio se había apoderado de él, impidiéndole acompañar a la mujer y sacerdotisa más hermosa que había conocido y con quien compartía sus días.
Incapaz de volver al sueño, Jedite se tomó unos minutos en la cama, rememorando la fiesta. Rei lo había logrado convencer para que bailaran y la verdad la había pasado bien. En realidad, no le disgustaba bailar, pues todo lo que hiciera con ella era perfecto y divertido, sin embargo estaba acostumbrado a mostrarse algo serio ante los demás, aunque su adorada princesa de fuego, le empujaba a tomarse ciertas libertades que, debía admitir, le sentaban muy bien.
El rubio se incorporó un poco y alcanzó el cajón del buró que tenía del lado de su cama. El objeto que guardaba con ilusión y recelo, le saludó nuevamente. Hacía meses que descansaba en ese lugar. El muchacho tomó la cajita negra entre sus dedos y una vez más, la abrió para admirar el anillo de compromiso que albergaba.
Hacía tiempo que quería pedírselo a su hermosa Marte, pero no se atrevía por que aunque en alguna ocasión habían tocado el tema, Rei no se mostró particularmente emocionada –aunque eso había sido hacía mucho tiempo atrás. Por su parte, él si quería llegar a ese compromiso con ella y por eso había comprado la sortija, esperando sacar el tema y pedírselo si es que ella estaba de acuerdo, pues le parecía fundamental platicarlo, antes de tomarse el atrevimiento loco de pedirle matrimonio sin haberlo consultado, pues ese no era su estilo. Aunque a veces se sentía tonto de ya tener la alianza y ni siquiera haber preguntando.
— Qué coherente de tu parte, eh Jedite —se reprochó a sí mismo por adelantarse y por querer encontrar el momento perfecto sin éxito y haber dejado que misiones y deberes de ambos se atravesaran en medio de ese acontecimiento importante—. El momento perfecto es ahora —susurró—, ahora que estoy con ella de nuevo.
Sabía que era cuestión de días en que todo volviera a la normalidad, después de la boda soñada de la que fueron testigos todos. La monotonía de la vida regresaría y él no estaba muy seguro de querer volver a alejarse de Rei, ahora que habían pasado más días juntos de lo que se podían permitir.
Jedite pensó también que el hecho de que ellos dos se comprometieran también implicaba otra cosa en cuanto a los reyes. Estaba casi seguro de que no se opondrían, pero tendría que haber cambios en sus rutinas y no estaba tan seguro que pudieran sostener un matrimonio a la distancia, aunque ciertamente lo intentarían como ya lo hacían con su noviazgo.
Dejó la cajita en su lugar y se prometió que sacaría el tema con Rei, pero antes, le prepararía el desayuno, para que cuando terminara de meditar y de procesar lo que sea que estuviera llegando a ella, tuvieran un lindo momento juntos. Quizás resultaba que una gran amenaza llegaba y a él se le acababan los minutos para proponerse, por indeciso.
En la habitación contigua escuchó a Jedite levantarse. No reprimió una diminuta sonrisa por la felicidad que le provocaba aquel apuesto caballero, pero enseguida volvió a adentrarse en su meditación.
Durante la madrugada, una extraña sensación la había alertado al punto en despertarla y hacerla ir a meditar.
Hacía mucho que no recibía mensajes premonitorios, pues la paz era parte de la vida cotidiana en la tierra, y eso, aunque no lo expresaba, le entristecía un poco. Sabía que casi siempre que percibía algo, se trataba de una amenaza, así que, en parte debía sentirse feliz por no tener que ocupar su don, pero ese era también parte del problema; sus reencarnaciones siempre habían estado ligadas al plano místico, a recibir cierta información o imágenes anticipadas, eran parte de su esencia y ella extrañaba hacer uso de todo su conocimiento y extrañaba su templo, tanto que había adaptado su residencia en el palacio, con un cuarto que usaba para meditar.
Rei abrió sus ojos negros, encontrándose con las llamas del fuego, bailando frente a su rostro en tonos naranjas y rojizos.
Imágenes distantes y borrosas se presentaban frente a sus ojos, y aunque no estaban claras, sus sentidos no la engañaban. Podía sentir algo en su piel. Quizás para Serenity, que Seiya hubiera aparecido después de tanto tiempo, justamente en su planeta, era un hecho aislado, pero Rei sabía perfectamente que no era una simple coincidencia que su don hubiera sido activado nuevamente.
— Un cambio grande se avecina —murmuró, aún con la vista clavada en su elemento—, para todos…
El Rey suspiró y miró su reloj de bolsillo. Era temprano para sus actividades, pero no para la plática que le había pedido a su esposa. Serenity no había llegado, y él ya tenía una hora esperándola. Se preguntaba si ahora ella era la que no estaba interesada en hablar con él y se las estaba cobrando, o si se debía a Seiya o si simplemente se había retrasado con otra cosa o con un inquilino, aunque dudaba eso último. Los invitados a la boda apenas estaban despertando y cualquier necesidad que tuvieran, sería atendida por todos sus sirvientes.
Se sintió un poco frustrado, ya que había pasado parte de la noche pensando en lo que le diría a Serenity y por supuesto recordando ciertos fragmentos de la conversación que escuchó entre ella y Seiya.
Había olvidado por completo que se enteró de ciertos acontecimientos entre ellos, por las cartas de –en ese entonces- Usagi Tsukino. Alguna vez pensó que Serenity también lo había olvidado, pero escucharla hablar de esa forma con aquel hombre, le hizo ver que en realidad la reina guardaba en su corazón esos momentos. Estaba claro que había sucedido algo entre ellos en esa época en la que se suponía, ellos dos como novios destinados estaban locos de enamorados.
Enamorados…
Cuán lejos de eso estaban. Todo había cambiado en varios milenios.
Se preguntó en silencio, qué era lo que había visto Serenity en Seiya en ese entonces, y si realmente ese muchacho le hizo feliz en su ausencia.
Jamás tendría forma de saberlo.
Giró levemente el rostro a la mesita al lado de su sillón y acarició la tapa del libro que ocupaba sus investigaciones desde hacía tiempo gracias a la Sailor del cambio.
— Plut… —susurró mientras una idea llegaba a él, más fue interrumpido por el toquecito en la puerta de su despacho. Endymion se sobresaltó, pero esperaba que fuera la Reina con su indiscutible retraso y una buena explicación de aquello—. Adelante.
Sin embargo, cuando dio la indicación y Neflyte entró, se extrañó totalmente de verlo ahí.
— ¿Neflyte?
— Su majestad, buenos días. Disculpe la intromisión ¿podría concederme un momento? —el caballero no había querido esperar un momento más para esa plática que necesitaba tener con el Rey.
— Por supuesto, pasa y siéntate, por favor —le señaló el otro asiento frente a él y lo siguió con la mirada. Lo notaba algo nervioso, pero una vez que el castaño se sentó, vio en sus ojos la determinación—. Imagino que sucede algo como para que estés aquí tan temprano y no con Jupiter, disfrutando sus días.
Neflyte sonrió ante la mención de su chica.
— Es precisamente por ella que estoy aquí —contestó, logrando que el Rey se asombrara.
— Te escucho —le dijo, cruzando las piernas y recargándose en su asiento.
— Rey, primero que nada quisiera que todo esto que voy a decirle, no le ofenda. No lo hago con una mala intención y tampoco es nada personal, usted sabe que lo respeto, lo aprecio y que desde el pasado, lo he protegido con mi propia vida y nunca he dudado en hacerlo.
— Descuida, no me tomaría nada personal, viniendo de ninguno de mis caballeros. Puedes hablar con toda confianza y sinceridad.
— Me alegra escuchar eso —Neflyte tomó aire y se tardó unos segundos, conteniendo la expectación del Rey—. Quiero notificarle que Mako y yo hemos decidido emprender una vida juntos y eso, como podrá imaginar, implica un enorme cambio en nuestras actividades aquí en el palacio. Por supuesto, ella hablará personalmente con la reina, pero yo quise hacerlo primero. Usted y la reina, la princesa y ahora el príncipe, son muy importantes para Makoto y para mi, pero, nuestros deseos de ser una familia y cumplir nuestros sueños son prioridad ahora para nosotros.
— ¿Quieres dejar tu cargo? —le preguntó Endymion sin rodeos pues le dio la impresión por lo que Neflyte decía, que por ahí iba la cosa.
— No, Rey. No podría renunciar a lo que soy, y no quiero, pero dado a que en este planeta la paz ha existido desde milenios, creo innecesario seguir fuera por tan largas temporadas, patrullando la galaxia y otros planetas que, aunque no gozan con la vida inmortal, parecen estar en total tranquilidad. Además, me gustaría señalar que somos varios los que protegemos este lugar. Ningún enemigo podría prácticamente contra nosotros, los reyes celestiales, las sailors, ni contra ustedes, unos reyes como los que son, infinitamente poderosos y que lo demostraron una y otra vez, en el pasado. Jupiter y yo no planeamos irnos lejos de aquí. En teoría podríamos ocupar el palacio de su planeta regente, pero hemos decidido quedarnos en Tokio de Cristal. Si se llegara a dar el caso en que nos necesiten, estaríamos muy cerca y podríamos cubrir perfectamente nuestros cargos. Y sé que quizás esto va a sonar algo… no sé cómo decirle, quizás suene rudo o atrevido, pero, no he venido por su consentimiento, sólo a comunicárselo, apostando por su comprensión —el caballero hizo una pausa y luego sonrió con cierta melancolía—. ¿Sabe? Siempre lo he visto al lado de la Reina Serenity desde que se casó, llevando esa vida tan feliz y tranquila, y luego a la llegada de su hija que los hizo dichosos, ahora la boda de ella… siempre pensé que quería algo así para mí. Makoto y yo lo dejamos de lado por mucho tiempo, pero ahora, en verdad lo deseamos. Espero pueda comprender todo esto que le digo.
Endymion le dedicó una mirada seria a su rey celestial y se puso de pie. Neflyte que tenía las manos descansando sobre sus rodillas, atinó a apretar en puños esperando la reacción del Rey, una que imaginaba no sería muy grata, pero estaba dispuesto a ser paciente, y explicarle punto por punto la situación. Imitó a su gobernante también irguiéndose y esperó.
— Les hemos hecho mucho daño ¿verdad? —susurró entonces Endymion, ahora mostrando un ceño bastante triste.
— Majestad, no comprendo qué…
— A ustedes, a ellas —dijo, refiriéndose a sus caballeros y a las guardianas de su esposa.
— Rey…
— Neflyte, para lo que has venido… ni siquiera tendrías que comunicármelo, ni siquiera tendrías que pedir mi consideración. Los planes y los sueños que hayas construido con Jupiter, sólo son de ustedes y nosotros… se los hemos quitado por tanto tiempo.
— No, no es así —exclamó Neflyte algo consternado. El Rey negó con la cabeza.
— Es la verdad. Ya llevo tanto tiempo pensando en ciertas cosas que no están bien aquí y estaba dejando pasarlos a ustedes, que sólo han estado aquí para mi y mi familia, que nos han protegido… —Ahora fue el turno de él para apretar los puños y enojarse—. ¡Qué egoísta he sido y qué ciego! Podría apostar a que Zoycite, Kunzite y Jedite han de pasar alguna situación similar a la tuya y se han callado pensando que no tienen opción —negó con la cabeza, decepcionado de su actuar—. Discúlpame, Neflyte por todo el tiempo que les robé a ti y a Makoto. Asumo mi responsabilidad y, más que tu Rey, como amigo, deseo que la vida que empezarán juntos sea dichosa. Has los arreglos que tengas que hacer para estar con ella y buscar su felicidad —el castaño no pudo ocultar su alegría y ensanchó una enorme sonrisa. Moría por correr con su novia y contarle, incluso ir también con sus otros tres amigos—. Esto va a cambiar, lo prometo, enserio. Pronto tendremos una reunión los cinco así que, por favor, esperen mis instrucciones, pronto los convocaré por medio de Kunzite, de mientras, ve.
— Rey muchas… —Endymion lo detuvo con un dedo acusador
— No te atrevas a agradecerme.
— De acuerdo. No tengo palabras —lo reverenció.
— Y yo sólo tengo disculpas que no van a compensar nada, pero quizás tengo una forma de enmendar esto —comentó Endymion hablando más para sí que con su amigo y caballero.
— Si me disculpa, estoy deseando ir con Makoto a contarle todo, así que me retiro.
— Adelante, Neflyte. Yo estoy…
— ¡Buenos días! —exclamó Serenity asomando su cabeza con bollos por la puerta, logrando un suspiro en el Rey, pero antes de que pudiera disculparse con él, reparó en el novio de su amiga—. Oh… ¡Hola Neflyte! Siento interrumpirlos…
— Reina Serenity —se inclinó enseguida el caballero al verla entrar a la estancia—. Buenos días. No se preocupe, de hecho estaba por retirarme, tengo que hablar con Mako… así que, los dejo. Los veré en el desayuno, majestades.
— Si, claro —contestó la Reina.
El castaño se fue y los dos gobernantes se quedaron en sus lugares hasta que el caballero atravesó el estudio y cerró la puerta tras de sí.
— Serenity…
— Enserio lo lamento, de verdad, me quedé dormida —se excusó ella con algo de pena. El que no compartieran más la alcoba tenía sus repercusiones, pues él había sido el encargado de despertarla casi en todos los amaneceres, aunque por supuesto, ella no iba a mencionarle eso, él no lo aceptaría como excusa. Además de que otra cosa que la había retrasado fue despertar de ese raro sueño que tuvo, y que le hizo reflexionar. Esperaba comentarlo con Helios cuando tuviera oportunidad y resolver unas cuantas dudas que tenía—. Me he apurado lo más que pude… ¿Qué sucede? Esa cara que traes no es porque estés molesto conmigo por mi retraso, lo sé… —Endymion se pasó la mano por el cabello y vaciló antes de invitarla a sentarse junto a él, con un ademán—. ¿Pasó algo con Neflyte?
— Si.
— Bien, pues, ¿quieres hablar de eso o nos pasamos directo a nuestro asunto?
— Lo de Neflyte tiene que ver en esto —ella parpadeó, sin entender qué conexión podría tener algo del caballero de su esposo, en su crisis matrimonial. Le pareció que veía en el rostro de Endymion, consternación—. Les hemos hecho mucho daño a todos. Todos estos años, no, milenios… nadie aquí ha sido libre de decidir nada.
— No estoy entendiendo.
— Neflyte vino a decirme que hará una vida con Makoto, aparte.
— ¿Renunciaron? —expresó la reina aferrándose a la tela de su vestido y totalmente sorprendida de que ella no supiera absolutamente nada de una decisión de ese tipo. Apenas había visto a su amiga en la fiesta y días antes le ayudó con los preparativos y jamás mencionó nada.
— No, no renunciaron. Más bien, ambos quieren mudarse juntos, llevar a cabo sus sueños personales, construir una familia, dejar de pasar periodos lejos… y él vino a pedirme "comprensión". Eso no es normal por donde le miremos Serenity, los hemos tenido a ellos para protegernos, y a ellas también, sin que pudieran hacer nada más de sus vidas y todos ellos son parejas, de las cuales no nos hemos preocupado por indagar si se encontraban bien.
Las cejas rubias de la Reina se juntaron, analizando, luego se arquearon por eso último que él dijo.
— Pero, jamás me han dicho nada —reflexionó. A pesar de los milenios que llevaban siendo amigas, nunca se le había pasado por la cabeza que ellas quisieran cambiar la forma en la que habían llevado sus vidas o que había la posibilidad de que no estuvieran conformes. Las amaba, las adoraba y quería lo mejor para ellas, pero ciertamente jamás se molestó en preguntar. Parecía que no sólo ella se había clavado totalmente en el asunto del deber y el destino, sino que las había arrastrado consigo para que todas se creyeran ese papel y lo ejecutaran al pie de la letra sin cuestionar, y estaba casi segura de que Endymion pensaba lo mismo hacia sus cinco reyes celestiales en ese mismo instante.
— ¿Sabes que son antes de tus guardianas y mis caballeros? —le preguntó el Rey aun con un tono entre molesto y exasperado—. Son nuestras amigas y nuestros amigos, son humanos. Ellos podrían hacer lo que quisieran sin necesidad de pensar en pedir permiso o venir a avisar. Me siento sumamente culpable por esta situación y pienso que debemos enmendar todo. No sé, si es preciso convocar a una reunión con todos, preguntarles, escucharlos, tu podrías hacerlo con ellas y yo con ellos, después quizás todos juntos, no sé… se debe hacer algo.
Serenity se sintió irritada de pronto. No era que ella no quisiera saber lo que pensaban Venus, Marte, Jupiter y Mercurio acerca de lo que Neflyte había llegado a plantear, pero le molestaba demasiado que Endymion estuviera dando a entenderle que iba a compensarles eso cuando tenían otro asunto prioritario que resolver. Y se dejó llevar un poco por esa sensación.
— ¿Y cómo se supone que vas a enmendarlo cuando no podemos ni con nuestro matrimonio? Me has estado dando largas todo el tiempo —externó con molestia ahora ella.
— Lo sé, tienes toda la razón, pero para eso estamos aquí. Quiero escuchar lo que tienes que decir Serenity, porque lo que yo opino ya lo sabes.
— Ya sé que lo tienes más claro que yo, pero ¿dónde queda eso que dijimos cuando éramos simples humanos? ¿Era mentira?
— Me atrevo a decir que nada de lo que nos prometimos fue en tono de mentirnos, simplemente las cosas cambiaron —contestó, tratando de estar lo más apacible que podía. Sabía que era el dolor de su esposa hablando y que él con su actitud tampoco se la había puesto fácil.
— Dijimos que estaríamos juntos hasta cumplir nuestro propósito —soltó ella sin ocultar su sufrimiento y frustración.
— Lo sé pero ¿hasta dónde llega eso? —preguntó el Rey con voz suave—. ¿Y si ya lo cumplimos? ¿Y si nuestro destino era estar juntos el tiempo que ya pasamos, tener a nuestra hija, crecerla y llegar a este punto? ¿Quiénes más que nosotros determinan nuestro destino y propósito?
Ella ya lo había escuchado decidido en ocasiones anteriores cuando llegaron a discutir –sin éxito y sin llegar a una decisión final-, pero esa vez en verdad era diferente el discurso.
— ¿Enserio crees eso?
— Lo creo, y quisiera con todas mis fuerzas que entiendas, que todo lo que vivimos y lo que estamos pasando no es un fracaso. Dijimos que estaríamos juntos hasta cumplir nuestro propósito, el cual recuerdo, era proteger a esta tierra y a nuestros seres queridos. Serenity, nosotros ya logramos eso en cada batalla que tuvimos en el pasado con distintos enemigos, e incluso ahora hemos alcanzado eso que queríamos de una forma en la que sin querer ha dañado a los demás. La vida inmortal, aunque quisimos creerlo, no es la respuesta, la paz tampoco. No se puede vivir siempre así y esperar sólo ser felices sin que haya conflicto.
— Eres la segunda persona que me dice algo parecido sobre la vida inmortal en este lugar.
— Bueno, es más fácil que alguien que no es de este planeta lo vea y lo entienda, nosotros que estamos inmersos, tardamos milenios —comentó Endymion. Estuvo a punto de preguntarle a quién se refería, pero era obvio que a Seiya—. Serenity, mírame —pidió él, acercándose a ella para tomar una de sus delicadas manos entre las de él. Ella obedeció la petición, logrando ver que los ojos de quien fuera el Príncipe de la tierra, reflejaban también dolor—. Te estoy haciendo daño y las cosas no pueden seguir así. Es momento de que tomemos una decisión, y digo tomemos porque a pesar de que lo tengo bastante claro, tampoco me he atrevido a tomar mi responsabilidad.
No podía decir que él no tenía razón, ya venía siendo hora, y para hacer tal cosa, necesitaba saber otra:
— Contéstame algo —dijo. Quizás a esas alturas iba a ser tonto preguntarlo, por cómo estaba todo, pero necesitaba escucharlo de la propia voz del Rey—. ¿Ya no me amas?
Toda su atención iba para él, así que no se perdió ningún gesto. lo vio apretar los labios y le distinguió el cariño inundándole la mirada.
Otras veces, ante la pregunta él dudó en contestar, pensando en el dolor que le infringiría al amor y compañera que tuvo por tantas lunas y vidas, sin embargo, esta vez las palabras no iban a costar trabajo, no porque no le importara lo que iban a provocar, sino porque era necesario. Dolería… a él también le dolía, pero era eso a vivir infelices esa vida eterna a la que estaban condenados.
— Serenity, perdóname pero, ya no te amo de esa forma en la que se necesita para seguir en un matrimonio o en pareja y voy a atreverme a decir que tú tampoco me amas ya, al menos no como piensas. Creo que el amor que nos hemos tenido, se ha transformado.
— No puedo creer que me estés diciendo algo como esto. ¿Cómo vas a saber tú qué siento y qué no? —exclamó, soltándose del agarre de él con brusquedad.
— Es que creo que eres la única que no se ha dado cuenta y te siegues aferrando, quizás sí por lo que sientes, pero es más por lo que piensas. Nos hemos quedado en este punto por todo lo que implica separarnos, por eso no hemos dado el paso. Hace mucho que ya no somos una pareja. Sé que me quieres, lo sé porque yo también a ti, pero es distinto… sabes que tengo razón, sé que lo sabes.
— Eso no es verdad —rebatió la heredera lunar. Él sonrió con tristeza por la respuesta de su esposa.
Se quedaron callados por unos minutos, ella con la mirada desviada y los brazos cruzados. Endymion sabía que, si dejaba que corriera el tiempo, eso terminaría como las veces anteriores, pero ya no estaba dispuesto a ello. Así que decidió arriesgarse con lo que iba a comentarle:
— Hay otra cosa que debo decirte, en realidad otras dos.
— Vaya, pensé que ya me habías dicho todo —recalcó con ironía, volteándose nuevamente a darle su atención.
— Vas a enojarte por esto, pero, parece que anoche todo mundo tuvo insomnio y tuvimos la misma idea de un paseo nocturno —la Reina abrió la boca del asombro al conectar un poco lo que Endymion trataba de implicar.
— ¿Me espiaste?
— No fue mi intención, de verdad, iba pasando por ahí y sin querer ustedes estaban hablando.
— ¡Endymion! ¡no puedo creerlo! ¡¿Qué fue lo que escuchaste?!
— Sólo escuché cuando él te cuestionó acerca de si lo habías correspondido en el pasado y si aún me amabas y sólo sé que no le contestaste ninguna de las dos preguntas —Serenity se mordía los labios, incapaz de saber qué decir. El Rey había presenciado su duda y le molestaba que hubiera estado en el momento tan personal que tuvo con Seiya, Pero lo que más ruido le causaba era que efectivamente, no pudo dar una respuesta a esas dos preguntas que Seiya le hizo—. Me retiré porque no como ya dije, mi intención no era espiarlos o entrometerme, además de que recordé que tenía algo en mi poder de esa época que concierne a ti y a él.
El Rey se puso de pie y fue hasta el cajón en donde guardaba las cartas que ya había leído con antelación. Regresó con su esposa y le ofreció los sobres que estaban amarrados con un listón rojo.
La expresión de ella fue un nuevo espectáculo. Sus enormes ojos azules resplandecieron como cuando un eclipse lunar se termina y la tierra libera al satélite.
— Son las cartas que te escribí cuando te fuiste a Estados Unidos.
— Si, son esas. La breve pregunta de Seiya hizo que tuviera curiosidad por saber qué había pasado en ese entonces y sabía dónde encontraría las respuestas. Las releí una a una. Me di cuenta que cada vez lo fuiste mencionando más, y que estabas muy feliz. La pasaron bastante bien. De verdad me alegra que lo hubieras tenido en mi ausencia.
Ella miró las cartas sobre sus manos, maravillada. No sabía que Endymion las había recuperado, y aun sin leerlas sabía perfecto lo que encontraría como contenido.
— ¿Por qué nunca me dijiste que las tenías? ¿Por qué nunca hablamos de estas cosas?
— Porque di por sentado que fue una época que habíamos cerrado. Un mal momento en donde desaparecí y te dejé sola. Pensé que no querrías recordarlo más que con cariño de haber conocido a nuevas sailors, a chibi chibi… incluso a galaxia… a Seiya… ahora sé que él fue muy importante para ti como me atrevería a asegurar, tú lo fuiste para él. Yo ni siquiera lo conocí como tú y recordarás lo que te dijo y me dijo en la despedida… ahí me di cuenta, estaba claro que se enamoró de ti… todos lo supimos, sé que hasta tú ¿no es verdad?
Ya no había porqué ocultárselo. Su propio esposo se había dado cuenta de las cosas sin siquiera tener la información completa más que las cartas y lo que vio cuando Seiya se despidió frente a todos y de ella en el atardecer sobre la azotea de su preparatoria.
— Si lo sabía. Él siempre fue muy directo pero siempre hice como que no entendía las cosas, tuve miedo de poner en peligro todo. A ti, la existencia de Usagi… el futuro… —admitió bajando la vista y permitiéndose sentirse vulnerable acerca de ese tema que había reprimido, negando todo hasta que ella misma se creyó que Seiya no significó algo más que una amistad.
— La pregunta que él te hizo, Serenity sé que tienes la respuesta. Pero no es a mí a quien debes dársela.
Las lágrimas aparecieron, nublando un poco su vista mientras clavaba los ojos en la correspondencia que Endymion le entregó. ¿Por qué durante su matrimonio habían tenido tan pocos momentos como el que ahora les abrazaba? ¿Por qué Endymion había sido tan serio siempre? Serenity sabía bien que no podía echarle la culpa a eso. Ella lo había conocido de esa forma. Él era demostrativo, pero a solas, difícilmente se permitía gestos públicos o frente a sus amigos. Sin embargo ella había pensado, con inocencia, que cuando estuvieran casados y tuvieran una familia eso cambiaría, pero no fue así. En realidad pensó muchas cosas en base a cómo la habían crecido, educado y lo que había visto. Y nada fue tal cual, aunque a veces se acercó. Tampoco iba a negar que fue muy feliz y que sí sintió el amor de Endymion a la forma en que él le pudo expresar. Decir que no se amaron sería mentira. Decir que él era una mala persona solo por querer terminar algo que ya no funcionaba, sería tacharlo erróneamente. A ese punto, pudo sentir su cuerpo, cansado de todo: Estaba cansada de hacer estrategias, de planear movimientos, de reconquistas y nuevas actividades. Estaba consumiéndose y nada era suficiente para enmendar lo que estaba roto.
En ese momento, la preciosa reina, cayó en cuenta de que eso que Endymion afirmaba era real; lo quería y había tratado de retenerlo, pero ciertamente ya no funcionaba y ya no sentía eso que antes. Tenía toda la razón, el cariño era diferente.
— Se ha acabado ¿cierto? —preguntó, tomando una bocanada de aire que hizo que le doliera el centro del pecho pero encontrando la verdad.
— ¿Lo puedes ver claramente? —preguntó Endymion acariciando su mano con un pulgar.
— Si… estoy agotada de esto… no puedo seguir así. Tu no quieres y me doy cuenta que yo tampoco. No sé qué va a pasar, sólo sé que no puedo seguir así —la voz se le quebró y volvió a tomarse unos momentos para llorar por el dolor que le brotaba y subía por todos los rincones de su cuerpo. Endymion atinó a abrazarla.
Él era más duro a la hora de permitirse sentir, rasgo de su personalidad que atribuía a que desde el pasado fue enseñado a ser valiente, a sobreponerse, a no mostrar esa parte porque estaba destinado a ser primero un Príncipe y luego un Rey y a tener personas a su cargo, que si él se derrumbaba no podría sostener. Así que, le costaba derramar lágrimas, pero también acompañaba en su tristeza a Serenity. Quizás lo entendiera más, quizás fuera el más decidido a que dejaran de seguir aparentando, pero eso no significaba que el dolor de ella le fuera ajeno o que él no tuviera un duelo.
Serenity recargó su mejilla en el hombro de su esposo y lloró ahí por varios minutos. Flashes de los instantes más felices de su vida juntos llegaban uno tras otro, como torturándola y a la vez enseñándole que todo fue real y que estaba bien. Inesperadamente ahí también apareció Seiya con esa sonrisa que lograba contagiarla, tan diferente a la de Endymion que alguna vez logró calmarla.
Se negaba a compararlos, pero tenía bien identificado lo que sintió con cada uno: con su esposo siempre fue un sentimiento de ser protegida, siempre sintió que alguien más velaba por ella, y que no debía preocuparse porque alguien ya tomaba esa responsabilidad, y con Seiya siempre sintió que había alguien acompañándola y empujándola a atreverse a hacer cosas que jamás pensó, a darse la oportunidad de divertirse. La diferencia entre ambos, residía en eso.
Seiya representaba un tema que jamás se atrevió a hablar más, por eso, y la confianza que se estaba generando sintió la imperiosa necesidad de sincerarse ya, porque tenía todo en la punta de la lengua. Se incorporó para mirar a su esposo y al fin confesó:
— Yo te elegí a ti Endymion y a nuestra hija, porque para entonces ya sabíamos que ella existiría y ustedes son las personas más importantes en mi vida, pero… la verdad es que cuando apareció Seiya en mi vida y comenzamos a conocernos… alguna vez llegué a dudar mi elección. Tú no estabas, no sabía de ti, no sabía que habías muerto y yo sólo estaba muy contenta porque te realizaras profesionalmente, así que seguí haciendo mi vida. Comenzamos a pasar tiempo juntos, a conocernos y… sentí cosas bastante fuertes que me asustaron y que a la vez me emocionaban y llegué a preguntarme cómo sería… cómo sería…—se detuvo porque el llanto se reanudó. Se sintió sumamente culpable y no pudo terminar de decirlo aunque se lo propuso.
— ¿Cómo sería la vida con él? —completó el Rey. Ella asintió—. Debí imaginar que dejó una gran huella, y no solo como amigo. Por eso te gustaba tanto ver las estrellas fugaces ¿verdad? Cada que había una lluvia de ellas, eras la primera en estar lista afuera del balcón. Cuando veías el cielo nocturno tu mirada y tus pensamientos parecían estar en otro lugar. Lo recordabas ¿cierto? —Serenity volvió a asentir, incapaz de mirarlo—. No te sientas mal, si sentías algo por Seiya, es lo más normal del mundo que te hayas preguntado algo así y que pensaras en él en algunos días —él volvió a tomarle las manos que cubrían su rostro y le limpió las lágrimas con sus guantes. De verdad que no podía culparla o reprocharle nada. Extrañamente sintió que esa confesión los acercaba a ambos, de una forma en la que no habían estado en ningún punto de su relación—. Sé que me amabas y todo lo que implicaba que me eligieras. Gracias por eso. Gracias por todo este tiempo Serenity. Gracias por la vida tan maravillosa que hemos tenido desde que éramos tan jóvenes, por elegirme y hacerme por milenios el hombre más feliz sobre la tierra. Gracias por tener a Usagi conmigo. Jamás podré pagar todo eso.
— Yo… también me siento agradecida contigo, es sólo que me cuesta caer en cuenta de todo… pero, no estuvo mal ¿verdad? Tuvimos muchos momentos felices.
— Muchos —asintió él estando de acuerdo, viendo como ya ella comenzaba a calmarse.
— ¿Qué va a pasar? ¿Qué haremos con el reino ahora que vamos a separarnos? —Serenity pensó en toda la cadena de cambios que se venían. Comunicárselo a su hija y a Helios, a sus guardianas, a los caballeros… el cambio de residencia de alguno de ellos, el cambio en sus rutinas… quizás eso era lo que realmente le había dado miedo: Al cambio. Eso y a que, durante su época siendo Sailor Moon, siempre tuvo miedo a estar sola.
— ¿Qué quieres hacer? —le preguntó Endymion.
— Lo mejor sería que Usagi y Helios fueran coronados pronto. Así nosotros podríamos tomar distancia sin preocuparnos por nuestro pueblo de momento. Tampoco creo que les debamos explicaciones a la gente, esto es algo que podemos manejar entre nosotros y los involucrados.
— Estoy de acuerdo en ello, quizás tendríamos que esperar a que los chicos regresen de su luna de miel o jamás nos van a perdonar dejarlos sin ese momento juntos.
— ¿Quieres que yo me vaya? —preguntó ahora ella algo temerosa de la respuesta—. Podría regresar a la Luna y estar ahí…
— Ese es un lugar solitario ahora y sólo quedan ruinas. Jamás te pediría que te fueras de aquí, este es tu hogar también. No te preocupes por eso, creo que yo podría ir un tiempo a Elysium, ahora que Helios va a estar ocupado aquí, después no sé, quizás ocupar la casa de verano. No hay prisa. Dejemos que se vayan los invitados hoy, hablemos con Usagi y después decidamos lo demás, ¿te parece?
— Está bien —dijo ella tomando aire, tratando de tranquilizarse. Se limpió también los rastros húmedos del rostro. Estaba todo dicho y la decisión tomada, y en parte no podía decir que no sentía algo de alivio, la presión abandonaba su cuerpo poco a poco—. Creo que, voy a tomarme un momento antes de si quiera pensar en ir al desayuno, o todos se van a dar cuenta de que algo sucede.
— Usagi y Helios pueden encargarse, no te preocupes por eso. Esperaremos lo que necesites.
— Si… gracias.
El Rey sonrió de lado y dejó caer la espalda sobre el sillón, también él dejando pasar la tensión del momento. Ella aún estaba procesando todo lo que le había contado.
— Todo este tiempo tuve miedo de decirte que alguna vez sentí algo por Seiya. Creí que me odiarías por no tener sólo ojos para ti —externó Serenity, sincera y calmada. Se sentía raro hablar con él de cosas que guardó pero también lo necesitaba. Y pensó que también tocaría el tema con su hija y sus amigas.
— Bueno, nunca te odiaría y menos por algo así, aunque si debo admitir que en cierto punto me puse celoso de él.
— ¿Qué?
— No creía que lo nuestro peligrara, pero jamás había aparecido nadie que robara tu atención como con él. Y bueno, ciertamente Seiya fue más directo contigo de lo que yo fui alguna vez, eso me impresionó. Llegué a preguntarme en por qué no podía ser así porque quizás era eso lo que te agradaba de él, aunque la sensación desapareció conforme pasaron los días. Además de que regresó a su planeta, eso ayudó a devolverme la calma.
— ¿Enserio? ¿Tú? ¿Te comparaste con él?
— Si. Me sentí un poco inseguro —admitió.
— Eso sí que no me lo esperaba —confesó Serenity parpadeando.
— Estoy seguro de que no —rio bajito y luego volvió a ponerse serio y agregó—, es triste pensar que todo lo que se ha esperado de ambos tiene que ser perfecto, y en realidad esa perfección se siente tan rígida y pesada… somos humanos, con dones que otros no tienen —dijo, mirando sus propias manos—, pero humanos al fin. Sentimos… queremos sentir.
Escuchar decirle que sintió celos de Seiya era una gran revelación, que ciertamente en ningún momento se le pasó por la cabeza que el Rey, tan gallardo, seguro y serio pudiera permitirse. Aunado a eso, había otra cosa en la que no pensó, que le llegó como iluminación en el momento exacto en que ella estaba admitiendo lo que sintió por el ex Three Light.
Una corazonada.
— Endymion, dime una última cosa —el Rey asintió—. No lo pensé hasta ahora que hemos tocado el tema… y en verdad me gustaría saber si te pasó algo como a mí —la Reina clavó sus ojos en los de Endymion, y ladeó el rostro como estudiando las facies antes de cuestionar. Él entornó los ojos esperando la pregunta porque no prevía qué pudiera ser lo que ella quería cuestionar—. ¿Hubo alguien más en tu vida que te interesara? ¿Alguien, así como Seiya conmigo?
No se lo esperó pero la oportunidad se abrió.
El Rey sintió al fin nervios. Estaba decidido a ser sincero con Serenity. Tampoco se sentía mal porque estaba perfectamente consciente que su asunto con Plut surgió cuando las cosas entre él y la Reina ya estaban más que mal, pero aun así, no sabía cómo iba a reaccionar.
Con la misma sinceridad que ella se abrió, Endymion decidió que era justo hacer lo propio.
— No hubo nadie… —murmuró despacio— hasta hace poco —vio la sorpresa en la cara de la Reina y se apresuró a agregar—: te juro que ya estábamos separados cuando eso sucedió y en realidad no ha pasado nada. Es sólo que empecé a sentir cosas por ella. Eso era lo otro que quería contarte hoy.
— ¿La conozco?
— Si.
La vista de la bella reina se encontró con el objeto que le daría la respuesta a la pregunta que se estaba formulando en su mente.
¿Quién?
¿Quién es ella?
¿En realidad quería saber?
Bastó con leer el lomo del libro que estaba dispuesto en la mesita al lado del sillón donde estaban sentados. Esa obra que ya le había visto leyendo: Padre Chronos.
Y encajó.
— Plut —pronunció Serenity, poniéndose de pie sin quitarle la vista al tomo. Endymion volteó para seguir el trayecto de la mirada de su esposa, descubriendo también el libro ahí—. ¿Me engañaste?
— No, ya te dije que esto pasó cuando estábamos ya separados y sabes que no te mentiría.
— En el pasado ya me has ocultado cosas, para protegerme —lanzó en reproche.
— Lo sé y no me enorgullezco de eso, pero lo que te digo ahora, es enserio.
— ¿Cuándo pasó exactamente?
— Después de que me mudé de alcoba. Sin querer llegué a la puerta del tiempo un día vagando tratando de aclararme. Comenzó por casualidad, por una breve plática y después por curiosidad mía. Yo la visité, ella jamás dejó su puesto como es de esperarse de Plut. Ahí fue que pasamos tiempo de vez en cuando hablando de lo que fuera y sólo pasó, enserio, no pude evitarlo…
— ¿Ella sabía lo que estaba sucediendo entre nosotros?
— Al principio no, pero cuando mis visitas empezaron a ser más frecuentes me lo preguntó directo. Cuando le conté que estábamos separados me pidió que me fuera y que no volviera ahí… la verdad es que está muy afectada, porque te admira mucho y no quiere hacer daño. Serenity, Plut no tiene culpa de nada. No te enojes con ella.
— Necesito… necesito estar a solas —balbuceó—. Voy a… yo…
— Serenity… —le llamó parándose para detenerla, pero ella se giró y la súplica en su mirada lo detuvo, así como su petición de viva voz.
— Por favor, sólo… necesito un momento —anunció ya avanzando a la puerta.
Supo que tenía que dejarla marchar y sólo distinguió su lindo vestido blanco que acariciaba el suelo y que luego se perdió al cerrar la puerta tras de sí.
Helios vio a lo lejos que su suegro llegaba al jardín y caminaba hasta ellos. Sacó el reloj de bolsillo que éste le había regalado cuando se comprometió con Usagi y cuando consultó la hora, era bastante tarde. El desayuno casi había pasado. El retraso era algo muy raro en el Rey, y aunque estaba al tanto de la situación que pasaba el matrimonio, verlo llegar solo, sin la Reina, era toda una sorpresa.
Se miró con Usagi que lucía nerviosa y le dio un beso en la mejilla que provocó enseguida que sonriera. Quería que se preocupara menos por una situación en la que nadie tenía control y que no le correspondía. Ciertamente lo estaba logrando, aunque había otro detalle que le preocupaba con ella.
Sintió la angustia del Rey Endymion emanar mientras se acercaba. Había nacido cualidad de estar conectado con él haciendo una triada con la tierra y aunque eso no le daba el poder de saber con exactitud el motivo por el cual el gobernante se sentía así, si le daba una idea de lo que sucedía en el interior de ese hombre aparentemente serio y medido.
Siempre lo había admirado. En el pasado porque era su Príncipe y dirigente, ahora porque era su Rey, su suegro, pero sobre todo, porque de un tiempo a la fecha dejaba entrever más que antes que las cosas no eran perfectas. Helios sentía el cambio de actitud en él, así como percibía que anhelaba algo más que aún no conseguía.
El Rey se sentó al lado de su hija y los saludó a ambos con una sonrisa.
— Veo que he llegado muy tarde. Todos han terminado y comienzan a retirarse. Lo lamento.
— No se preocupe, Rey, Usagi y yo nos hemos encargamos. Además, quedan pocos invitados que se han decidido a pasar la noche y los que están, pronto regresarán a sus planetas —dijo Helios, con el propósito hacerlo sentir tranquilo.
— ¿Y mamá? ¿Sabes algo de ella? Desde ayer ambos están muy extraños y hoy no ha llegado.
— Estaba conmigo, pero ahora necesita espacio. Espero contarles cuanto antes.
— ¿Crees que sea buena idea ir a verla? —preguntó la princesa, preocupada por su madre. Si los dos habían hablado y su papá tenía esa cara significaba que algo serio pasó y le preocupaba que ella estuviera mal, sin embargo recibió una negativa de su padre con el movimiento de su cabeza.
— Deja pasar un rato, quizás más tarde, antes o después de que yo hable contigo.
— Bueno, tendrás que decidir si quieres contarme antes de que nos vayamos o cuando regresemos. Partimos esta noche, ¿recuerdas?
— Claro que lo recuerdo, hija. Creo que no se puede postergar a su regreso. Más tarde platicaremos.
— ¿Estás bien?
— Un poco triste, pero voy a estar bien.
Usagi se sorprendió de que su padre soltara así como así su estado de ánimo en medio de la mesa, pero en cierta forma se alegró que dejara de ser tan rígido con sus propios sentimientos. Atinó a darle un abrazo fuerte y Helios también quiso unirse, dándole una palmadita al Rey en su hombro.
Endymion les dio una diminuta sonrisa para luego mirar hacia las pocas mesas que estaban, en búsqueda de cierta guardiana, pero no la halló. En cambio, su mirada se topó con otra. Le sostuvo por segundos el contacto, y después él mismo desvió la vista de los ojos de Seiya Kou.
— Estarás bien, Seiya, aquí estoy para ti y lo que necesites hablar.
Kakyuu depositó una mano sobre la de él con gesto de ternura. Le había contado todo, esa misma mañana como desahogo y como confidencia. La Princesa del Planeta de fuego entonces pudo entender el inusual interés de su caballero hacia la Reina Serenity y a la familia real.
— Es sólo que, tengo la sensación de que algo falta. Algo me falta. Quisiera saber lo que sucedió en el pasado, quisiera poder verlo con mis propios ojos, tener ese recuerdo y llevármelo, pero sé que no es posible. Ella no pudo contestar mis preguntas y eso es por algo.
— No se puede volver el tiempo Seiya. Además, digamos que también está en una posición delicada ¿no crees? —le dijo la Princesa mirando alrededor a las mesas de todos.
— Lo sé, no es el momento, pero mi estilo no es rendirme y hoy estaremos de regreso a casa en unas horas, es probable que no nos veamos nuevamente.
— Sé que no es tu estilo no intentar, pero creo que si es tu estilo aceptar las cosas como son.
Él suspiró. Su amiga tenía toda la razón.
— Gracias por recordármelo, Princesa.
— Bien, ahora que te veo un poco más calmado y sé que no harás locuras antes de irnos, iré a despedirme de sus majestades y de unos cuantos amigos. No es necesario que me acompañes, aquí todo está muy tranquilo —dijo ella guiñándole el ojo y poniéndose de pie.
Seiya rio.
— Ya mejor dígame que quiere estar un poco más con el Príncipe Ixión —comentó divertido—. Ayer no dejaron de bailar durante toda la noche. La vi muy divertida y feliz.
Kakyuu se sonrojó de inmediato pero su rostro se iluminó ante la mención del hombre al que había conocido durante la fiesta.
— Pues sí, quisiera verlo un poco más, eso es todo.
— Ha llevado su luto durante tanto tiempo que me alegra que haya conocido a alguien.
— Tú también conocerás a alguien, estoy segura.
— Vaya con él. Yo iré de regreso a la habitación.
— Te alcanzaré más tarde.
Seiya se quedó un momento vigilándola hasta que estuvo en la mesa del Principe del Reino de Kuiper y cuando estuvo ella ahí y le vio la cara iluminada se puso de pie. Si alguien merecía ser feliz era su Princesa. En el pasado, Galaxia había asesinado a quien fuera su prometido y pasó mucho tiempo para que pensara en enamorarse o en siquiera abrirse a conocer a alguien.
Seiya se preguntaba si sucedería lo mismo con él. Interés de parte de otras chicas no le faltaba a él y a sus hermanos. A veces en su propio reino era asediado por jovencitas como si fueran un grupo de cantantes famosos.
— Bueno, técnicamente lo fuimos —recordó para sí.
Sin embargo, jamás había sentido curiosidad por nadie, como por su hermoso bombón. El resplandor que irradiaba, lejos de cegarlo, le abría los ojos.
La plática con Serenity le había revelado más de lo que pensó, pero también le quedó claro que no podía empujarla más a moverse de ese lugar en el que estaba estancada, por más deseos que él tuviera. No era que quisiera que resolviera su asunto con el Rey para que estuviera con él. Más bien, quería que ella fuera feliz y saliera de donde ya no lo era.
El caballero estaba caminando ya subiendo las escaleras para entrar al palacio de Cristal, cuando fue alcanzado por un grupo de Sailors que había visto durante la boda. Lucían diferentes, puesto que ahora llevaban sus uniformes y no vestidos de gala.
— Hola, Seiya —le saludó una chica de cabello negro largo y suelto—. Soy Rei, ella es Ami y Mina.
— Hola… —saludó él observándolas de arriba abajo a las tres—. Disculpen, pero… bueno…
— Lo sé, lo sé —dijo Mina abanicando con la mano como restándole importancia al asunto—. No nos reconoces ¿verdad?
— Pues no, pero parece que ustedes sí a mí como todos en este lugar —comentó irónico—. Imagino que nos conocimos en el pasado.
— Fuimos muy buenos amigos —le comunicó Rei.
— También conocimos a Taiki y Yaten —dijo Ami.
— Algo de eso me contó su Reina anoche —externó Seiya, mientras el grupo de amigas se miraban entre sí, enterándose de que había existido una plática entre ellos.
— Hablaron entonces —dijo Rei, llevándose la mano al mentón.
— Noche de insomnio, ya saben —se encogió él de hombros.
— ¿Se molestaron? —aventuró Ami.
— Si tratas de preguntarme si por eso es que bombón no está aquí, déjame decirte que no tengo la menor idea.
Las tres pegaron un respingo al escuchar de nuevo el apodo por el cual Seiya llamaba a su amiga. El mismo del pasado.
— La verdad, lamento no recordarlas, porque me encantaría saber más cosas de ese entonces, pero está bien, tenemos el presente, nos hemos encontrado.
— No te preocupes, nosotros lamentamos más no haberte saludado ayer, pero te vimos muy bailarín con Plut. ¿A ella si la recuerdas? —le preguntó Mina.
— No, en realidad. No recuerdo a ninguna, pero Plut fue muy amable conmigo después del extraño episodio con sus amiguitas Urano y Neptuno. Y por cierto, no la vi el día de hoy ¿saben si le sucedió algo?
— Lo que pasa es que Plut es una sailor muy especial, con una misión muy importante —expresó Ami.
— ¿Tan importante que no puede estar aquí con sus amigas? —soltó Seiya como molesto.
— Bueno es que ella custodia la puerta y las llaves del tiempo y por ese motivo no puede abandonar el lugar.
— Pero lo hizo, ella estuvo aquí, ayer —Seiya arrugó el ceño, confundido.
— La Reina le dio permiso porque es la mejor amiga de la Princesa Usagi, digamos que fue una ocasión sumamente especial —explicó Rei.
— O sea que ¿las reglas aplican unas veces y otras no? ¿o cómo?
Mina abrió la boca para argumentar, pero no pudo decir mucho, no se lo había cuestionado antes.
— Bueno, no lo había pensado así —admitió la líder de las scouts.
— Definitivamente, cada forma de gobierno es muy distinta. Debo retirarme chicas, ha sido un gusto conocerlas, de nuevo.
— Cuídate mucho Seiya —añadió Rei—. Espero que nos veamos pronto.
— Yo también lo espero —aseguró él.
— Saluda a Taiki y a Yaten —pidió Mina, mientras Ami asentía.
— De su parte. Cuídense, señoritas.
Lo vieron internarse en el palacio y se miraron unas a otras ahora sí, sin disimular.
— Seguro Serenity no está aquí por lo que pasó con él —planteó la rubia.
— No lo sé, creo que en parte podría ser eso u otra cosa, en muchas en realidad —dijo Marte, recordando su meditación.
— ¿Tú sabes algo Rei? —Ami le preguntó al verla tan pensante.
— Pues en realidad esperaba decirles, pero Mako no está aquí… regresaron las visiones, hoy en la madrugada.
— ¡¿Qué?! —exclamaron al unísono Mercurio y Venus. Rei iba a hondar en detalles, pero la voz de la cuarta sailor que hacía falta las interrumpió en tono extasiado.
— ¡Chicas! ¡Chicas!
— ¿Dónde te habías metido? Te estábamos esperando —reclamó Mina.
— Necesito hablar urgentemente con ustedes, antes de hablar con Serenity.
— ¿Qué está pasando? Estás muy hiperactiva —comentó Ami.
Makoto ensanchó una enorme sonrisa y miró a sus tres amigas con emoción.
— Neflyte y yo vamos a mudarnos juntos.
Ninguna reaccionó con alegría, no porque no fuera una noticia que mereciera tal. Todas sabían lo que eso implicaba. Segundos bastaron para que internamente, Ami, Mina y Rei se preguntaran qué y cómo iban a hacer tal cosa su amiga y su novio.
Por su parte, Marte sabía que las visiones jamás se equivocaban. Su don seguía intacto.
Los cambios venían. Para todos.
Me ha costado llegar este capítulo, sobretodo porque yo pensaba una cosa y los personajes deciden otras. Bueno, acá ya se dio LA PLATICA, porque ya no? ya era necesario. No se ustedes, pero yo disfruté mucho escribiendo esa escena, tratando de ponerme en el lugar de Serenity y de Endymion, ciertamente son cosas delicadas las que hablaron. Serenity dándose cuenta de lo que REALMENTE pasa dentro de ella y Endymion queriendo ser sincero, bueno en realidad los dos.
Ya sé que se siente como que les estoy dando gotitas de todo, pero les prometo que esto se amarra el otro capítulo así como adelanto que ya no han de quedar muchos, estamos entrando a la recta final de esto, aunque porrrrrrrsupuestooooo sé que debo resolver muchas cosas. Las pistitas ahí están.
Y les juro que así como estoy publicando este capítulo, ya estoy iniciando el 7. Nuevamente, estoy comprometida totalmente con esta historia y no tengo planes de hacer otra cosa más que darle tiempo y amor a esto.
Gracias por sus reviews que me han mega motivado cañón. Y como en todos mis caps, agradecimientos mega ultra especiales a mis amigas, Fuego Valcarengi, Sakura-Ofiuco que me están leyendo, me motivan con sus pláticas y fangirlean cañón conmigo. Agradecimientos también mega especiales a mi amiga Lubamoon, que sin su ayuda este fic tampoco se destrabaría cada que decide enmarañarse, porque sus puntos de vista han ayudado en muchas muuuuchas ocasiones a que esto tome rumbo. Gracias a las 3, las adoro.
Y gracias a todxs lxs que se pasan por aquí.
Se vienen los cierres.
