Esto cambió de un momento a otro gracias a los personajes. Nuevamente, no me maten.
Capítulo 7: Respuesta.
El último invitado al fin se retiró. Helios y Usagi, los despedían parados en el umbral de la puerta del palacio. Los festejos de la boda de ensueño que les habían organizado, estaban oficialmente terminados y al fin el tiempo a solas, en pareja iba a comenzar para ellos dos. Ambos morían por eso. Una cosa era convivir como novios y prometidos, que pasaban tiempo juntos, pero vivían separados, y otra como esposos que comenzarían a conocerse más en el ámbito íntimo y la cotidianeidad.
Helios estaba ansioso por vivir todo tipo de cosas al lado de Usagi, y otras, de la clase de las que sucedieron durante la noche de bodas. Los rastros de la noche anterior le llegaban como flashes en momentos inesperados y él sólo podía sonrojarse, recomponerse y obligarse a regresar a la realidad.
Miró a Usa, que agitaba su mano a los carruajes que ya abandonaban el camino de la entrada del Palacio. Se enterneció con su sonrisa, sus ojos rojos intensos enormes y hermosos, y admiró embobado su perfil perfecto. Estaba sumamente enamorado de la Princesa, y se alegraba de que al fin estuvieran casados y lo mejor, que ambos estaban comprometidos en trabajar por su relación. Se enorgullecía mucho de eso, ya que, al estar rodeados de expectativas y legados, ellos habían logrado madurar hasta elegir como querían vivir lo suyo.
La sonrisa de su chica de cabellos rosados, cambió enseguida, volviéndose una mueca de alguien que se mantiene pensativo.
— ¿Qué te preocupa, mi hermosa dama? —se aventuró a preguntarle.
Usagi giró levemente el rostro para encontrarse con los ojos del hermoso color ámbar de su esposo. Ese par de relucientes pupilas que podían desnudarla en todos los sentidos, con solo posarse en ella y que le invitaban a la calma y a la ternura.
Había tanto que pasaba por su mente, que no sabía dónde iniciar.
A la hermosa heredera de Tokio de Cristal le había llamado la atención ver a lo lejos a la Princesa Kakyuu tomar rumbo en el carruaje de otro invitado, sin señales de Seiya. ¿Se habría ido ya ese hombre? Lamentó un poco el no haber tenido un momento para cruzar palabra con él durante toda la fiesta, pues si era conocido de su madre, significaba que era una buena persona, además, de que sospechaba que no era sólo eso para la Reina y tampoco se le olvidaba que tenía una plática pendiente con ella. Pero no era eso lo que en realidad ocupaba sus pensamientos. La Reina Serenity no se había aparecido al desayuno y lo único que sabía era que algo pasó entre sus padres y ella necesitaba espacio. Pensando en que quizás su mamá había comentado algo con sus amigas, fue a preguntarles a las Sailors interrumpiéndolas brevemente en una acalorada plática que tenían todas en donde la que hablaba con gran emoción era Makoto y las demás mostraban entre sorpresa, alegría y temor en sus rostros. Sin embargo, todas tenían la misma información que ella: ninguna. Todos parecían centrarse en sus propios problemas, sin percatarse de que la Reina necesitaba algo de ayuda.
— Amor, creo que necesito ir a ver a mi madre —dijo al fin, haciendo caso a la sensación que le recorría la piel al pensar en ella.
— Estoy de acuerdo, sentí bastante acongojado a tu padre, así que creo por consiguiente que ella está también pasándola mal. Su vínculo aún está conectado pero, se siente algo diferente —le anunció.
Usagi dio un pasito acortando la distancia entre los dos y depositó una mano en la mejilla de Helios.
— Esto no se parece en nada a lo que tenías en mente cuando supiste que querías casarte conmigo ¿cierto? Aunque debiste de darte una idea cuando me conociste de pequeña, siendo una niña caprichosa no podías esperar que mis padres no tuvieran algo que ver en eso por sus propios comportamientos.
— ¿Por qué dices eso? —rio por su comentario y se apresuró a rodearle la cintura, llevándola aún más cerca, dándole un beso breve pero profundo. Usagi se separó y jugueteó con las solapas de su traje blanco.
— Porque esta celebración ha estado plagada de drama familiar —soltó algo apenada—. Y eso que sólo somos tres, sino, imagínate.
— Bueno, en realidad tus padres no han hecho nada malo, aunque no me preocupa el escándalo o lo que los demás puedan decir, además de que no creo que nadie se haya dado cuenta más que nosotros. Lo de los Reyes era insostenible, la llegada de ese hombre sólo vino a hacer el punto de quiebre. Me preocupan ellos, pero me preocupas más tú, Usa.
— ¿Yo? ¿Por qué? —recorrió por un momento las facciones del muchacho y percibió inquietud—. Helios ¿sabes algo que yo no sepa?
— Es posible —concedió un poco preocupado.
— Es por tus poderes, ¿verdad?
— Nacer conectado con el Príncipe de la tierra y ser el guardián de los sueños tiene sus ventajas y desventajas —admitió—. Amor, la reina necesita tu ayuda, y me temo que la mía.
— De acuerdo —dijo ella asintiendo—. Vayamos a verla.
Sentada frente a su tocador, parecía analizar su reflejo, pero en realidad su mente estaba a años luz de distancia del plano terrenal. Serenity pensaba en tantas cosas a la vez que no podía poner un orden, y sentía cómo sus pensamientos se iban enredando unos con otros.
Primero estaba el asunto que Neflyte –sin querer- destapó. La Reina pensaba mucho en sus amigas y lamentaba que pese a su lazo tan unido, no hubieran tenido un espacio para hablar de ese tema. Se reprochaba no haberse dado cuenta de que la vida de sus amigas –que giraba en torno a ella y su familia-, no era lo que ella pensó. ¿Cuántos anhelos y sueños había detrás de las sonrisas de cada una? ¿Hacía cuanto no tenían una plática sincera entre todas como en los viejos tiempos? Se prometió llamarlas a todas. Necesitaba preguntarles cómo se sentían y qué podía hacer para remediar lo que sin querer había ocasionado. Le dolía pensar en que lo que Seiya había señalado al llegar al planeta tenía tintes de verdad. La vida inmortal no era normal, no los exentaba de problemas, ni les confería la felicidad absoluta. Sin embargo, eso no había sido elección ni de ella ni de su esposo. Cuando se casaron y ascendieron al trono, el cambio se presentó por sí solo en Tokio de Cristal. Quizás, de esa forma el deseo que ella y Endymion tenían de proteger a todos sus seres queridos y a los habitantes de la tierra se materializó, gracias a sus poderes.
Serenity se preguntó si ahora que se separarían, eso iría a cambiar. ¿Volverían a ser mortales todos? ¿Envejecerían al fin? Era cierto que siempre le gustó su apariencia joven, pero admitía que era pecar de vanidad, quizás extralimitándose a no vivir ciertas experiencias que la propia historia natural de la vida traía consigo. Una vez más parecía que Seiya tenía razón, acerca de lo que le había dicho.
— Seiya…
Después de tanto ajetreo que explosionó en un mismo lugar no había tenido tiempo de meditar cómo se sentía hacia él entrando por la puerta grande y con su característico humor, a su vida de nuevo. No lo tenía muy claro porque los sentimientos se le revolvían con lo que acababa de hablar con Endymion y lo que descubrió de él. Era una muy extraña sensación aquella de pensar al Rey cortejando a otra mujer, y más a una que conocía y que era su guardiana. Trataba -en vano porque él ya le había dejado en claro que era un hecho reciente-, de pensar en alguna situación en la que esos dos hubieran estado cerca mientras su matrimonio aún era estable y ciertamente no se le ocurría ninguno. Las veces que llegaron a visitar a Plut lo hicieron como familia, y la verdad era que no la veían muy seguido, y el Rey estaba pegado a su lado todos los días desempeñando sus actividades de la realeza, además de que no hubo pláticas inusuales entre el Rey y la Sailor del cambio en donde ella estuvo presente. Su instinto había sido certero al notar el leve cambio de actitud de Endymion durante la fiesta de compromiso, cuando se acercó a hablar con Plut y ella los vio a lo lejos y le saltaron los celos. Luego había estado su desplante en la boda cuando salió corriendo tras él hacia el jardín. Había sido tonta al pensar que la reacción se trataba por ella y su asunto del pasado, cuando en realidad ahora podía darse cuenta que el Rey había necesitado aire porque vio a Plut bailar con Seiya.
Dolía, porque sin querer se estaba preguntando qué le faltaba a ella que tuviera Plut y sabía que eso no estaba bien, así como sabía que no podía echarle la culpa ni a la Sailor, ni a Endymion. Le agradecía la sinceridad, y en parte él le había hecho recordar a cómo estaba ella misma cuando se enamoró de Seiya. La diferencia era que él no estuvo presente en ese entonces, porque supiera dios cómo hubiera podido sobrellevar las cosas estando ahí Endymion.
Serenity se dio cuenta entonces que aquel mito del que sólo se puede estar enamorado de una sola persona, era un poco falso. Sabía bien que había amado a dos hombres a la vez y de muy distintas formas, pero la cuestión era que ella había elegido. Todo era cosa de elección.
¿Qué otras tantas cosas no eran verdad? Se preguntaba. ¿Qué otras creencias en las que había edificado su vida en Tokio de Cristal en realidad eran inventos o verdades a medias?
Después de esas preguntas, se sintió irritada. Así como con el asunto de su matrimonio, esta vez ya estaba harta de llorar, de hacerse la víctima, de no ser feliz y de huir a derramar lágrimas a su habitación cuando se sentía amenazada justo como en ese momento lo estaba haciendo. Estaba cansada de callarse todo, de no hablar acerca de lo que sentía o lo que quería o de esperar a que alguien tuviera que llegar a decirle que todo estaba bien para poder tener calma.
La Usagi del pasado lloraba por todo, tenía miedo a todo y aun así, encontraba la fuerza para transformarse y ser Sailor Moon, luchar y derrotar al enemigo. ¿Por qué ahora no podía simplemente encontrar esa fortaleza?
Salió de sus pensamientos para esta vez sí observarse. Sus propios ojos se miraban hinchados y denotaban todo su cansancio pero aun sentía la necesidad de empujarse a seguir.
Pensó en Usagi que se acababa de casar y comenzaba a ser feliz de otra forma, ahora con Helios. También se le vino a la mente Mako y Neflyte, que aunque desconocía los detalles, parecía que iban a buscar lo que necesitaban y les era prioridad, como vivir juntos. Pensó en Endymion, enamorado ahora de alguien más, independientemente de que aún no se separaran. ¿Qué estaba haciendo ella a parte de auto compadecerse?
El sueño que tuvo durante esa noche le había hecho saber que necesitaba la ayuda de Helios para algo muy específico. Quedándose ahí a sentir lástima por ella misma no le haría conseguir nada.
Se limpió el rastro de lágrimas con los dedos y sintió que unas ganas incomprensibles se apropiaban de ella al ponerse de pie.
Tenía que empezar a resolver su vida y lo haría con eso que giraba frente a sus ojos y le llenaba de dudas.
Usagi sabía perfecto que la encontrarían en su habitación. Ese enorme sitio que ahora era la guarida de su madre desde que las cosas con su padre dejaron de funcionar y que antes fue testigo de momentos incomparables durante su niñez.
Llevaban tanta premura que ni siquiera se aventuró en tocar y ella misma giró el picaporte para entrar seguida de Helios.
Se topó en la primera pieza de la habitación con un amplio espacio en donde estaban colgados unos cuadros enormes de los planetas de origen de las Sailors Scouts. Al avanzar unos cuantos pasos más, aparecieron los pedestales en donde su mamá protegía las armas que en su era de Sailor Moon había utilizado.
Cuando Usagi era pequeña, estaba obsesionada con entrar ahí y jugar con cada artefacto, cada cetro y broche, imaginándose ser Sailor Moon. A veces iba con Diana y se acostaban en esa enorme cama que sus padres compartían, entonces soñaba con hacerse mayor, ser bonita, coqueta, conquistar a un príncipe que se pareciera a su padre y casarse. Ahora se avergonzaba del comportamiento tan poco normal que tuvo, por lo caprichosa que se tornó, por pelear con su madre (en ese entonces Usagi Tsukino) por el amor y atención de su padre (en ese entonces Mamoru Chiba), y por la forma en que idealizó a éste en sus años tiernos. Daba gracias por haber madurado, aunque a veces se preguntaba por qué ninguno de sus progenitores la detuvo en todas sus conductas.
— Mamá —llamó Usagi entrando a la parte de la recámara.
Casi chocan entre ellas, encontrándose cruzando la puerta de la habitación.
— Hija, Helios —dijo sorprendida de verlos ahí y enseguida le ganó un poco la pena—. Lamento no haber llegado al desayuno.
— No te preocupes, no te perdiste de nada, más que de tu postre favorito, pero me he encargado de que te guarden varias rebanadas de ese pastel de chocolate.
— Gracias, hija —sonrió Serenity, enternecida, luego, cambió su semblante y fijó la vista en el muchacho que ahora era de su familia—. Helios, necesito tu ayuda.
— Lo sé, su majestad. Por eso estoy aquí.
— ¿Lo sentiste anoche? —se aventuró a preguntarle. El etéreo joven asintió. Sabía a qué se refería. Él había percibido esa presencia luminosa que últimamente rondaba Elysion, pero ahora en el sueño de la Reina.
— Mamá, perdóname, pero no entiendo nada. Desde ayer estás muy extraña. Ese hombre, Seiya ¿tiene algo que ver? ¿O es que peleaste con mi padre? —preguntó la joven princesa. Serenity suspiró.
— Usagi, hay algo que debo contarte.
— Puedo retirarme para que hablen tranquilas.
— No, Helios, tú también tienes que escuchar.
Helios asintió y Usagi le tomó la mano a su mamá instintivamente. Quién fuera la Sailor más poderosa del universo, la que se enfrentó a miles de enemigos y salió airosa, ahora mostraba una faceta totalmente distinta. Usagi ya la había visto en incontables ocasiones acongojada, triste e incluso llorando, pero no con la transparencia de esos momentos. Parecía estar pensando qué decir o cómo empezar porque permanecía en silencio y se frotaba una palma con la otra.
— Tu padre y yo nos vamos a separar —pronunció alzando la vista, buscando los ojos de Usagi.
— ¿Enserio?
— Si. Esta mañana hemos hablado esta vez con la verdad por delante y nuestros sentimientos en la mano y, ambos estamos de acuerdo en la decisión. Si te soy sincera, no iba con la idea de que esto pasara así, pero estando ahí con él, pude verlo claramente. Tu papá me ayudó a entender y le agradezco por eso, pero no significa que no me sienta algo triste… además de que él está… —Serenity hizo una pausa y alternó la mirada de su hija a la de su yerno. Ambos estaban a la espera, pero ella no podía decirles algo que no le correspondía y menos, que involucraba a la mejor amiga de Usagi. Si alguien debía lidiar con eso, era el Rey—, está tan cansado como yo de jugar este juego de las apariencias y de tratar de enmendar algo que ya se rompió hace mucho y… todo esto me lleva a algo que deriva de esta decisión entre nosotros.
— El reino —pronunció Usagi, adivinando.
— Sé que esto no estaba dentro de sus planes tan a corto plazo, pero, Endymion y yo queremos que nos sucedan al trono, una vez que regresen de su viaje —los recién casados se miraron—. Es una gran responsabilidad que esperaba encargarles en el futuro, pero ahora… perdónennos por alterar sus planes. Sus vidas van a cambiar totalmente y ustedes apenas acaban de casarse. Lo lamento de verdad.
Serenity agachó su mirada, pero su hija le apretó la mano que le sostenía para llamar su atención. La reina vio que Helios colocaba su mano en el hombro de Usagi, como un gesto de apoyo.
— Madre, si te soy sincera, es algo que me esperaba que pasara más pronto de lo que tu creías por cómo han estado las cosas con ustedes desde tiempo atrás, y quiero que sepas que estoy lista. Ustedes me prepararon desde que tengo uso de razón, y sé que podré. Helios y yo podremos.
— Le doy mi palabra que velaremos por el planeta tierra y todos sus habitantes, y que seguiremos sus pasos para ser unos mandatarios justos —habló el sacerdote de Elysium.
— Pensé… pensé qué iban a enojarse… ahora la que está sorprendida soy yo —admitió Serenity sintiendo que un peso menos se iba.
— Es que Helios y yo lo platicamos un poco antes de comprometernos, de hecho fue un requisito para ello. Le dije a Helios que si quería tener una vida conmigo, debía estar consciente y preparado para convertirse en Rey, más rápido d elo que pudiera pensar y él no lo dudó —Usagi miró a su esposo con cariño y la Reina se enterneció por los dos—, pero por supuesto, no iba a mencionártelo en ese entonces, estabas muy sensible con el tema, además de que pensabas que lo iban a poder arreglar. Tampoco se lo dije a papá… y acerca de la resolución a la que llegaron, creo que está bien, mamá. Es normal que te sientas triste, son muchos años juntos, pero la verdad me da gusto que ambos vayan a recobrar la tranquilidad poco a poco. Creo que era más estresante continuar con apariencias o forzando las cosas. Los amo a ti y a papá y quiero que estén felices. Sabes que cuentas con nosotros para lo que sea.
— Gracias a ambos. La verdad es que cada día me sorprenden más y aprendo mucho de ustedes. No dudo que lo harán muy bien como reyes de este planeta. Les debo otra disculpa más por mi comportamiento durante su celebración. Estoy algo avergonzada de cómo manejé las cosas.
— No, su majestad, de verdad que no debe preocuparse por algo como eso —comentó Helios.
— No esperaba que Seiya apareciera así de la nada en su boda, de hecho, no pensé que lo volvería a ver, aunque quizás ese pensamiento haya sido tonto, porque vivimos en constante reencarnación, no sólo nosotros, sino, este universo. Como me dijeron las chicas, era cuestión de tiempo encontrármelo.
— Significó mucho para ti ¿verdad? —Usagi le sonrió al preguntar. Serenity casi se sentía apenada por tocar el tema con ella, pero ambas tenían mucha confianza y calló tanto tiempo eso que quería decirle justo como logró hacerlo con su esposo. Quizás ponerlo en palabras le ayudaba a asumirlo más y a disipar ese sentimiento de que fue incorrecto sentir algo por Seiya.
— No pensé que te diría esto a ti, pero sí. Él significó mucho. Seiya fue la persona que me hizo dudar acerca de querer seguir ese camino que se trazó para mi desde reencarnaciones pasadas. Llegué a sentir tantas cosas por él que me dio miedo perder a tu padre y por consiguiente, a ti.
La heredera al trono alzó sus cejas en sorpresa. No imaginaba que así de importante fuera ese hombre para su mamá, pero ya podía entender a la perfección tan extrañas reacciones durante la boda.
— ¿Él te reconoció ayer en la boda?
— En realidad, nos cruzamos antes de la ceremonia en los pasillos del Castillo. Se perdió explorando. Cuando lo vi, una parte de mi quería salir corriendo y otra quería darle un gran abrazo. Me di cuenta que no sabía quién era yo por cómo se dirigía hacia mi. Además creyó que trabajaba en el palacio y luego me hizo prometer que bailaríamos en la fiesta.
— Y se le cumplió. Te vi bastante feliz mientras estabas con él en la pista.
— ¡Eso fue horrible! —exclamó Serenity—, pasé del terror de hablar con él, de reaccionar como una loca cuando estaba acercándose con Kakyuu a saludar, a bailar a su lado sin más. Bastante incoherente de mi parte, pero no voy a negar que se sintió bien, hacía mucho que no bailaba con alguien que no fuera tu padre —y hacía mucho que nadie la miraba de esa forma en la que Seiya lo hizo, pensó pero por supuesto, eso no se los dijo—. Fue justo mientras bailábamos que me dijo que había soñado conmigo. De hecho, acudió a la boda con la esperanza de hablar contigo Helios y preguntarte acerca de sus sueños para encontrar dirección y saber quién era la mujer a la que veía y el porqué de eso, pero cuando se dio cuenta de que yo era la misma que parecía en ellos, desistió de esa primera idea y habló conmigo. No me recordaba, pero fue muy claro en hacerme saber que yo le inspiraba ciertas cosas y por eso quería saber las circunstancias en las cuales nos conocimos en el pasado.
— Entonces ¿si fueron algo en el pasado? —preguntó Usagi sin rodeos y con una sonrisa de lado. Empezaba a sospechar que los sentimientos de su madre hacia ese hombre no se esfumaron del todo, ni estando casada.
— No más que una amistad, pero, Seiya fue muy directo en sus sentimientos. Si llegó a decirme que se enamoró de mi, incluso en un principio le valió poco que yo le dijera que tenía novio —recordó Serenity sin ocultar su diversión. De verdad que Seiya era un descarado y no iba a negar que eso le gustaba de él.
— Bueno es que cómo no se iba a enamorar de ti, mamá. Sólo mírate. Estas hermosa, eres una mujer increíble, poderosa, bondadosa, divertida y tienes un cuerpazo, ¡y en tus años adolescentes estabas igual!
— ¡Usagi deja de decir cosas! —reprendió Serenity poniéndose totalmente roja.
— Pues es la verdad. Ya me cae bien ese Seiya.
— De verdad que eres incorregible, señorita.
Helios no se aguantó y soltó una carcajada ante la divertida discusión de madre e hija. Se alegraba que su esposa lograra aliviar un poco la tensión con sus ocurrentes comentarios, que, dicho sea de paso, era algo que le heredó a su progenitora.
— Entonces, imagino que quieres respuestas acerca de Seiya, por eso necesitas la ayuda de Helios.
— Es que no lo entiendo —dijo ella, de nuevo pensativa—. Yo misma tuve un sueño anoche en donde vi a Chibi chibi y a Sailor Cosmos.
— ¿Chibi chibi? Vaya… hace siglos que no la mencionas —reflexionó la princesa. Recordaba haber conocido a la pequeña muy brevemente, cuando viajó a ayudar a Sailor Moon contra Galaxia pero jamás supo más de ella.
— Si me permite hacer una observación —intervino Helios—, pienso que quizás Seiya no la recuerde, pero los rastros de los sentimientos de su alma pasada están en su cuerpo. Todo se activó al volver a verla porque, en sí, eso vive dentro de él. Cuando reencarnamos, llevamos con nosotros piezas importantes de lo que fuimos en el pasado. Usted representa eso para él. No tendrá memorias, pero los sueños se le han presentado. Cruzar palabra entre ustedes también lo detonó todo.
— Tampoco entiendo eso. ¿Por qué ha soñado conmigo? Si en su reencarnación actual no me conoció, ¿qué o quién está proyectando esos sueños y para qué?
Helios y la Reina se miraron fijo. El nuevo príncipe sabía que ahí era donde entraba él y sus poderes.
— ¿Está lista para la respuesta? —preguntó el guardián de los sueños y sacerdote de Elysion, estirándole la mano a Serenity.
— Si —contestó la Reina tomando la palma ofrecida por él.
— Es momento —advirtió él a su esposa, que le asintió.
— Todo va a salir bien, mamá —dijo Usagi, animándola. Estaba tratando de ponerse en su lugar y deseaba con mucha fuerza que obtuviera la información que necesitaba y que dejara tranquilo a su corazón. En parte también estaba emocionada por ver a su esposo en acción. Supo de sus poderes cuando se conocieron, hacía mucho y rara vez tenía oportunidad de verlo utilizarlos, además de que esta vez el asunto era distinto porque no había ningún enemigo qué derrotar.
Serenity y Helios caminaron hacia la primera parte de la recámara donde estaban los pedestales para tener más espacio. Se colocaron en el centro. El joven alargó su mano izquierda ofreciéndola también y la Reina la tomó de igual forma conectándose ambos.
A los segundos de hacer el contacto, un halo de luz se formó alrededor de las uniones de sus palmas y fue expandiéndose entre los dos hasta que los rodeó por completo. Los ojos ambarinos del guardián se cerraron al tiempo en que una inesperada corriente de aire se tornó en el lugar, jugueteando con los cabellos de los tres que ahí estaban presentes.
— Su majestad Reina Serenity. heredera del resplandor de la Luna ¿cuál es su pregunta?
Lo había pensado en esas horas que pasó en su habitación. Seiya había asistido a la boda para buscar respuestas del propio guardián de los sueños, pero al ser ella quien contestó sus preguntas, pasó de él. Sin querer el propio Three Light le había mostrado el camino para saber lo que ocurría. Él con sus sueños recurrentes, ella con el que acababa de tener. Se estaba negando a querer creer que solo eran coincidencias—. ¿Quién ha enviado los sueños acerca de mí a la reencarnación de Seiya Kou? —pronunció.
La piedra escarlata sobre la frente de Helios refulgió, llenando la habitación. El suelo desapareció para la Reina y tuvo que cerrar los ojos porque una resplandeciente luz blanca le cegó.
Ya no se encontraba en su alcoba. El antiguo palacio Lunar volvió a ser el escenario justo como su sueño pero esta vez no tuvo que buscar, porque ella estaba ahí, frente de sí. La pequeña Chibi Chibi le sonrió para transformarse enseguida en la hermosa y poderosa Sailor Cosmos.
— ¿Cosmos? —preguntó, acercándose con pasos lentos a su igual—. ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué tú de nuevo?
— Estás buscando una respuesta ¿no es cierto?
— ¿Tú…? ¿Tú has provocado los sueños? —preguntó atónita, en cambio Sailor Cosmos, aferrada a su cetro blanco y brillante, ladeó su rostro y le regaló una sonrisa tranquila.
— Si. He sido yo… o más bien, has sido tú.
— ¡¿Qué?!
— Chibi chibi, tú y yo somos la misma persona ¿recuerdas? Yo soy tu forma final de un futuro más lejano del que vives.
— Pero ¿por qué harías algo como eso? ¿qué pretendes?
— Es el deseo de tu corazón, una duda no resuelta y una posibilidad.
— No, eso no es cierto. Yo siempre quise estar con Endymion, con Usagi, con las chicas… que haya paz y…
— Y lo has hecho, nadie te va a quitar eso. Te lo dije esa vez cuando pasé un tiempo contigo en la tierra, en la forma de Chibi Chibi ¿No lo recuerdas?
Claro que lo recordaba. Durante toda la estancia de Chibi Chibi en la tierra, haciéndose pasar por su hermana menor, la pequeña jamás pronunció palabra alguna más que su propio nombre o alguno que otra palabra copiada de alguien más, pero cuando llegó el momento de combatir contra sailor galaxia, la niñita mostró su verdadera forma, volviéndose Sailor Cosmos. Esa vez fue que usó las palabras que recordaba y que en su momento no pudo darles una interpretación coherente:
— Llegué aquí por todas las veces que me arrepentí y para corregirlo esta vez. Sabía que mi yo de aquí siempre estuvo sola, sufriendo. Por eso me acerqué, para apoyarla. Planeaba que esta vez eligiera el camino correcto —recitó Cosmos de memoria.
— Pero, tú… tú le mostraste a Endymion el camino de regreso cuando derroté a Galaxia, tú me lo regresaste. Si no era mi destino estar con él ¿por qué me lo devolviste? Y ahora no entiendo por qué le muestras esos sueños a Seiya.
— Tu elegiste a Endymion en su momento y Seiya eligió respetar tu decisión y seguir su vida. En ese entonces, cuando me presenté y te dije todo eso, esperaba que sopesaras tu decisión, pero no ibas a poner en juego el nacimiento de nuestra amada Usagi, así que me di cuenta que no era tiempo y por eso es que guie a Endymion de regreso a ti cuando la batalla terminó. El tiempo pasó y los cambios se presentaron por sí solos. Aunque tú te resistes al cambio, éste reside en todos los rincones de nuestro ser y del universo y nos alcanza tarde o temprano, prueba de ello es todo lo que ha sucedido fuera de la tierra. Las que eran Sailors en otros planetas, ya no lo son, incluso Seiya ha reencarnado sólo en un caballero esta vez. No hay un destino Serenity, y yo siempre supe que albergabas la duda de cómo hubiera sido, incluso ahora te estás preguntando cómo sería.
— Creo que pensamos algo diferente. No sé por qué esperas que salga corriendo a él cuando estoy luchando por poner un orden a mi vida. Sigo sin entender nada —le dijo sin preocuparse de que sonara a un reclamo.
— Lo único que he hecho es enviarte una posibilidad, que ya ni siquiera tiene que ver con Endymion, sino contigo, con tus miedos, con tu propia concepción del amor o lo que debe y no debe ser. He proyectado los sueños en Seiya, pensando en que no ibas a tomar acción y esperando que él si lo hiciera, y no me he equivocado, ese hombre sigue siendo igual de atrevido y valiente que siempre. Sé que eso es lo que te gusta de él —Sailor Cosmos se acercó para depositar una mano en el hombro de Serenity. Era sumamente extraño verse a sí misma y a la vez sentirse tan diferente a la mujer segura y sonriente que le hablaba y que se supone iba a convertirse en milenios más—. Sólo represento la posibilidad, la aceptación y el dejar ir.
— Es que no puedo correr a él solo porque alguna vez tuvimos algo que no llegó a más. Todo lo que fuimos, o lo que no fuimos quedó en el pasado.
— Y sin embargo quisieras volver a vivir una tarde más a su lado ¿no es verdad? Quisieras regresar el tiempo y sentir lo que sentiste mientras ganaban ese partido de softbol.
A la reina se le llenaron los ojos de lágrimas. Era cierto, daría lo que fuera por volver a vivir ese momento en el que él sabía perfecto quién era ella y que no necesitaban nada más que la compañía de ambos, verse en la escuela, platicar y molestarse, pero siempre animándose el uno al otro a conseguir lo que se propusieran.
— Te recuerdo que aún te queda el presente, Serenity.
— ¿Esto debía pasar? ¿Es lo que tú elegiste? ¿Seiya está contigo en el futuro de donde tu vienes?
Cosmos dio un paso hacia atrás y se quedó ahí admirándola. La calidez que despedía le hacía sentir confianza, pero también le creaba muchas dudas.
— La elección es tuya. ¿Por qué no lo descubres?
Seiya miró el reloj en su habitación. La Princesa Kakyuu ya había tardado y él llevaba lo que le parecían horas esperando, tirado en esa inmensa cama, con su propia batalla: rememorando la serie de acontecimientos que se desencadenaron en apenas un día en su estadía en Tokio de Crystal.
Tantas revelaciones, tantas cosas en tan poco tiempo. Si él pensaba que tenía mucho que procesar, no podía evitar sentir que su linda Bombón estaría igual o peor. Ella le preocupaba mucho y le hacía sentir tanto, apenas con tan solo mirarla.
Hacía rato que la sensación de verla y hablar con ella estaba tratando de empujar a su cuerpo para que se levantara y saliera corriendo. La plática que tuvieron en la madrugada, aunque le mostró que ella estaba en una encrucijada por hablar acerca de sus sentimientos, también le hizo ver que lo que recordaba de ellos dos lo hacía con cariño.
— Tal vez esto sea un amor no correspondido por una gran diferencia de estatus en la galaxia —murmuró para sí—. Parece que te encantan los amores imposibles, Seiya… en estas y en tus vidas pasadas —soltó irónico. Aunque algo en su interior le decía que no le era tan indiferente a su linda bombón, ya que no le respondió ninguna de sus preguntas.
Suspiró, sintiendo crecer su necesidad de verla. Seiya tenía tantas ganas de decirle que entendía la situación, que le daría espacio, pero que le gustaría estar presente en su vida, tener la oportunidad de conocerla. Quería arroparse de su luz y calidez. De su resplandor de estrella único y hermoso.
— Me estoy volviendo loco —dijo llevándose una mano a la frente.
Necesitaba regresar a su planeta, ver a sus hermanos y hablar con ellos, preguntarles si recordaban algo, aunque fuera mínimo de ella y de cuando se conocieron.
Se levantó ya muy impaciente y comenzó a dar vueltas en círculos en una misma área de esa amplia alcoba.
Estaba en esas cuando inesperadamente tocaron su puerta y su cuerpo reaccionó, listo para recibir a su Princesa e irse de ese planeta, pero al abrir y toparse con un sirviente que le alargaba una nota, supo que eso no iba a suceder.
Agradeció al hombre, tomó el papel y volvió a cerrar la puerta. Con cuidado, desdobló el trozo de pergamino que le fue entregado y leyó la caligrafía de su protegida:
Seiya, te ofrezco una disculpa por hacerte esperar y por esto. Regresa a casa, yo llegaré en un par de días. Haré una breve visita al Reino de Kuiper. Ya he mandado por mi equipaje, no te preocupes. Te contaré a mi regreso.
Kakyuu.
No pudo evitar sonreír ampliamente.
— Bueno, al menos alguien es feliz —soltó, bastante contento porque Kakyuu estuviera por vivir una nueva aventura.
Miró su propia maleta, descansando en el rincón del cuarto. Tenía carta abierta para lo que quisiera hacer. Irse o quedarse un poco más.
Lo meditó unos minutos, parado ahí en su lugar. Estaba seguro de lo que necesitaba antes de regresar a su planeta y arriesgarse a no volver a ver a su bombón. Sin querer las propias Sailors guardianas le habían dado un rastro a seguir durante su brevísima interacción.
Parecía que iba a tener que perderse una vez más en la morada de su bombón. Con suerte se la encontraba de nuevo.
— Está despertando —anunció Usagi—. Mamá… mamá…
— Amor, dale espacio, estoy seguro que está bien.
Cuando Serenity recobró el conocimiento se dio cuenta que yacía en su cama, con Usagi y Helios al borde, algo preocupados por ella.
— El ritual hizo que se desmayara porque su conciencia fue hasta el lugar en donde encontraría respuestas —explicó Helios—. Fueron apenas unos minutos.
— ¿Estás bien?
— Estoy bien hija, tranquila —contestó tomándose unos momentos para procesar lo que acababa de descubrir.
— ¿Encontraste lo que necesitabas? —cuestionó Usagi acariciándole suavemente el brazo. Ante la pregunta asintió, haciéndole saber que sí— ¿Qué sigue? ¿Has tomado una decisión de lo que quieres hacer?
— Hay una cosa más que necesito ver —le dijo, incorporándose despacio de la cama—. Hija… ¿aún tienes tu llave del tiempo?
Usagi la miró confundida y Helios se mostró bastante impresionado por la pregunta.
— Madre ¿qué piensas hacer?
Según lo poco que Plut le dijo mientras bailaban en el festejo de la boda, el lugar que protegía se encontraba algún punto palacio. Desgraciadamente, era la única referencia que tenía porque la Sailor tampoco había revelado algo más, pero eso le bastaba para comenzar.
Internándose en el inmenso lugar volvió a sentirse bastante contrariado de que el Palacio estuviera tan vacío. Cuando lo pisó por primera vez, al menos había invitados, pero aun así le pareció solitario y hasta frío. Para esa hora, ya no estaba nadie y la algarabía de la unión de los príncipes se había trasladado de regreso a diversos planetas y al centro del pueblo de Tokio de Cristal. Atento a no ser visto, prosiguió por los pasillos, atreviéndose a revisar cada puerta con la que se topaba, aún sin éxito alguno.
Aun tenía unas horas antes de que anocheciera, aunque realmente su plan hubiera sido mejor entre la penumbra para pasar aún más desapercibido, sin embargo no quiso esperar más horas encerrado, además imaginaba que le tomaría tiempo charlar con la Sailor guardiana que tenía la misión de custodiar la puerta y las llaves del tiempo.
Unos metros más adelante, dobló por otro pasillo que se materializaba y que parecía conducirlo a las entrañas del sitio. Anduvo nada más con la compañía del sonido de sus botas sobre el piso de mármol, mientras agudizaba sus sentidos y dejaba entrar las reflexiones.
En el pasado había sido una mujer, y una sailor, que podía cambiar su apariencia a la del hombre que era en ese momento y que se había enamorado de la Princesa de la Luna que ya estaba "destinada" al Príncipe de la Tierra, además fue un cantante conocido según Bombón. Seiya no pudo evitar la sonrisa, todo sonaba raro y hasta divertido, pero no podía negar que era algo que sin duda sí le hubiera pasado a una persona como él. Además ¿cómo no iba a poner sus ojos en Bombón? Si era hermosa, despedía esa brillante luz y su voz le encantaba. Suponía que había muchas otras cosas más que le había visto y por las cuales se prendó de ella, y era justo lo que necesitaba saber. Aún no estaba seguro de qué haría cuando se enterara de todo eso, pero ya lo pensaría después, de mientras, había un solo objetivo en la mira.
Prosiguió un poco más. Abrió puertas de otras recámaras, de una biblioteca y una especie de bodega, pero nada que se asemejara a esa "puerta del tiempo".
Estaba pensando en que ya se encontraba perdido de nuevo, cuando sintió como un leve cambio en el ambiente le advertía algo: una espesa neblina apareció de la nada, comenzando a rodearlo mientras él no detenía los pasos, rodeándolo y borrando la senda que estaba siguiendo.
— Pero ¿qué…? —lanzó mientras se detenía tratando de dimensionar el espacio en donde estaba y no perder el sentido—. ¿Qué es todo esto? ¿Por qué cambió?
— No creerías que iba a ser tan fácil deambular por este sitio sin ser visto ¿o sí?
El caballero que protegía Tokio de Cristal, y la familia real, se materializó. Seiya reconoció enseguida su cabellera lacia y blanca. Ya lo había visto en la boda, pero no en calidad de guardián.
— Digamos que tienen un gran problema de seguridad, caballero. Llevo rato vagando por aquí.
— Lo tomaré en cuenta y le haré llegar tus quejas al Rey personalmente —dijo Kunzite serio—. Eres un huésped de mis señores, así que te invitaré a terminar tu paseo y retirarte voluntariamente de este planeta antes de usar la fuerza.
— Lo lamento, pero aún tengo varias cosas qué hacer aquí y me estás retrasando —anunció el ex Three Light. Kunzite alzó una ceja. Ese caballero le pareció demasiado burlón y confiado.
— Buscabas la puerta del tiempo, ¿cierto?
— Algo así. No suelo contar mis planes o se salan.
— No sé qué pretendes, pero no vas a poder entrar a ese lugar. Eres un simple mortal.
— De verdad es una lástima pero no puedo quedarme a platicar contigo — dijo Seiya desenvainando la espada que llevaba en el cinturón de su cadera, Kunzite en cambio, posó su palma abierta frente a su oponente, listo para el ataque.
Seiya se lanzó primero, y Kunzite comenzó a concentrar su poder en su mano para arrojar el ataque.
— ¡Espera, Kunzite! ¡No lo hagas!
La voz de su dirigente le hizo frenar en seco al Rey Celestial al igual que a Seiya.
El Rey Endymion llegó ante los dos con esa mirada seria e imperturbable que le caracterizaba.
— Majestad, pero este tipo pretende ir hasta la puerta del tiempo. No puedo permitirlo.
— Kunzite, te agradezco todo. Siempre has sido mi más leal caballero. Jamás has cuestionado ninguna de mis decisiones, y en vez de estar compartiendo tu tiempo con Venus, has preferido seguir con tu encomienda. Yo me encargaré, no te preocupes.
— Pero… no entiendo… —balbuceó el líder de los Reyes Celestiales.
— Te prometo que voy a contarte a detalle pronto. No te preocupes, no estamos en peligro —el Rey le palmeó la espalda de forma cariñosa y él, aunque no muy convencido de la instrucción, dio una reverencia y obedeció. Seiya los miraba a los dos, sin perderse detalle de lo opuestos que eran sus ánimos.
Kunzite giró en sus talones por donde había llegado, con más preguntas que respuestas.
— No vas a poder entrar ahí por tu propio pie si es lo que pretendes —le anunció Endymion—. Nadie que no sea un miembro de la familia real puede pasar la puerta del tiempo y mucho menos obtener la llave. Eso es lo que buscas, ¿no?
— Es correcto —admitió Seiya con tono de autosuficiencia.
— Tan osado como te recordaba —soltó el Rey admirando a aquel hombre más de cerca de lo que tuvo oportunidad durante la boda de su hija. Lucía exactamente igual al que no le importó que estuviera medio mundo para hablar abiertamente de sus sentimientos hacia la versión joven de Serenity.
— Es lo que me dijo bombón, que sigo siendo el mismo.
Endymion entornó los ojos al momento en que escuchó el apodo por el que se refería a Serenity. El mismo de esa vez en la despedida de la azotea.
— Dime ¿esperabas convencer a la Sailor guardiana más poderosa de este lugar? ¿O cómo piensas que obtendrías la llave saliendo ileso?
— Creo en el poder de la comunicación y la persuasión, su Alteza. Además, Plut me pareció a parte de una hermosa mujer una persona comprensiva.
— Lo es, eso y mucho más —lanzó Endymion, reprimiendo sin mucho éxito su molestia ante las palabras de Seiya acerca de Plut.
— Además es una gran bailarina, ¿alguna vez la has invitado a bailar?
— Te sorprendería saber que me ha concedido ese honor y he podido comprobar eso por mí mismo.
— Bueno Rey, creo que te estás exponiendo innecesariamente en este momento tanto con tu tono como con tu expresión. Veo que esa Sailor te importa mucho.
— Es claro que disfrutas provocarme un poco, pero no me importa lo que pienses de mí, no soy tu enemigo Seiya. Sin embargo, ha sido muy tonto de tu parte pensar que con contarle tu historia a Plut ella iba a acceder a darte una llave del tiempo. La Sailor del cambio es por más, la guardiana más determinada a cumplir con su deber. Sin ofender, pero, no eres rival para ella.
Seiya ya se lo temía, pero eso no era algo que lo hiciera reconsiderar sus pocas opciones.
— No me voy a ir de aquí hasta poder ver con mis propios ojos lo que sucedió en el pasado —dijo muy decidido. Endymion sonrió. Le parecía que ese caballero era igual de obstinado que la mujer que aún tenía por esposa.
— Eso ya lo sé. Sígueme.
Seiya parpadeó unos segundos, asombrado de que el mismísimo Rey de Tokio de Cristal fuera a ayudarlo, pero no dudó en seguirlo.
Seguía recibiendo muchas sorpresas por parte de todos en ese planeta.
Durante el trayecto, los rodeó el silencio. Seiya no supo qué decirle al Rey, porque sólo se le ocurrían comentarios irónicos, acerca de Plut o de sus pies izquierdos, pero reconocía que no era ya el momento ni el lugar. Caminaban casi hombro con hombro, aunque él se mantenía un paso atrás por respeto y porque no sabía la localización exacta a donde lo guiaba.
— ¿Por qué haces todo esto? —se le ocurrió preguntar a Seiya—. ¿Hay algo detrás?
— ¿Piensas que te voy a traicionar, llevar a algún lado y asesinarte? —respondió en pregunta el Rey, volteando a verlo pero sin detenerse.
Seiya juntó las cejas, consiguiendo que Endymion soltara una inusual risa.
— Esperaría que no fuera eso pero, quiero estar seguro.
— Ya te lo dije, no soy tu enemigo.
— Pero es otra cosa además de eso ¿o me equivoco? Sino ¿por qué me ayudarías? Esto tiene que ver con Bombón ¿ya no la quieres?
— Por supuesto que sí y justo por eso es que lo hago. Ya le hice demasiado daño y sólo estoy intentando hacer algo de utilidad para ella.
— Pero ni siquiera sabes qué es lo que haré yo…
— Eso ya lo decidirás.
Seiya quiso preguntar más para develar las intenciones del Rey, pero se quedó callando cuando breves momentos después una puerta enorme apareció metros adelante, frente a ellos. Endymion se volvió a él y con un ademán le indicó que esperara en su sitio.
El Rey caminó una distancia que consideró apropiada. Su cuerpo se tensó enseguida, previendo el ataque. Alcanzó a materializar su bastón, mismo que antepuso frente a él, recibiendo el golpe del cetro de Plut.
La cara de la guardiana cambió de un segundo a otro, pasando de la audacia al asombro.
— ¿Rey? —dijo al darse cuenta de que se trataba de él—. Discúlpeme, es que sentí una presencia extraña y pensé que se trataba de alguien más.
— Bueno, en realidad no estabas tan equivocada —Endymion, aun conteniendo el ataque de Plut, se volteó al caballero para que ella pudiera distinguirlo—. Él es Seiya, quizás lo recuerdes. Viene conmigo.
— ¿Qué? Pero… ¿qué está pasando?
— Seiya necesita un favor y yo he venido a ayudarlo.
— Pero…
Plut dio un paso hacia atrás algo insegura y Endymion lo notó enseguida. Ella estaba asustada.
— Te prometo que todo está bien Plut, ¿confías en mí?
Ella se tomó unos segundos para analizar los ojos del Rey. Profundos, pero en calma. Otras veces podía detectar sus preocupaciones o su tristeza. También los conocía alegres y llenos de vida. No estaban bajo amenaza, aunque en realidad no entendía nada. Confiaba en su juicio.
— Si… si Rey.
Endymion sonrió por la respuesta y ella se sintió cautivada por esa mueca que ya no le había visto en días anteriores.
— Sé que es un sacrilegio, pero te prometo que no habrá consecuencias para ti, ni hoy, ni de ahora en adelante.
— No lo entiendo… ¿De qué habla?
— Plut —la llamó y le extendió la mano—, necesito una de tus llaves del tiempo.
Usagi sintió segundos después de que su madre hubiera desaparecido cómo en otro punto del palacio otro viaje en el tiempo se llevaba a cabo. Quién se le vino a la mente enseguida, fue por supuesto su mejor amiga y salió corriendo hacia ella.
Helios la dejó. Sabía que era hora también de que las cosas comenzaran a caer por su propio peso.
Él sabía tantas cosas de las cuales nunca pidió enterarse, pero es que en los sueños, muchas verdades y deseos se revelaban, y él aún viajaba en ese plano.
Helios siguió el camino que su esposa tomó, pero a paso más lento. Estaría ahí esperando afuera, cuando ella lo necesitara. Sólo esperaba que se mantuviera en lo que les había dicho a sus padres, que los quería felices, aunque fuera separados.
— No entiendo ¿por qué lo ha dejado viajar en el tiempo? ¿por qué lo ayudó? —cuestionó Plut aun sin poder quitar la vista del sitio donde Seiya había desaparecido, segundos antes—. Ella… ella ha viajado también… no entiendo, si van al pasado, pueden alterar algo y el futuro se vería comprometido. ¿Eso es lo que quiere?
— Es verdad, también lo sentí, Serenity también ha viajado, pero era algo que me temía iba a pasar así Seiya lo hacía o no. No te preocupes, estoy seguro que no quieren cambiar nada, sólo, necesitan recordar. Verás, él es alguien importante para la Reina y yo estoy tratando de hacer algo bien por todo lo que he hecho mal. No te preocupes, Plut.
— Si le soy sincera, no me tranquiliza mucho, pero confío en el juicio de usted y de la Reina.
— Con eso me basta —comentó con una diminuta sonrisa.
Plut sintió como el sonrojo se instalaba sobre sus mejillas al mirarse con el Rey Endymion. Sabía que no estaba bien del todo, pero tenerlo junto a ella en ese momento le alegraba. Lo notaba diferente a la última vez en que se toparon, cuando su plática y el rechazo estaba fresco.
— Quiero decirte algo —pronunció él. Ella sólo asintió—. Serenity y yo vamos a separarnos, ya lo hemos acordado.
— ¡¿QUE?!
Endymion sabía que encontraría contrariedad en Plut ante la noticia, y por ningún motivo quería que eso se malinterpretara, así que necesitaba aclararle el panorama.
— No es por ti, si es lo que piensas. Lo nuestro ya estaba terminado desde antes, pero no habíamos decidido por nuestros propios miedos. Aún hay cosas que tengo que sanar y acomodar, y por ningún motivo quisiera que creyeras que estoy diciéndote esto para que estés conmigo, porque eres una mujer que merece más que un hombre recién separado que está tratando de organizar las piezas de su vida, pero si necesito que sepas que me interesas mucho, que siento muchas cosas por ti y que quiero estar bien para poder dedicar todo mi empeño en conocerte si me das la oportunidad, aunque esa es una plática que podemos tener después, si quieres, por supuesto.
— Ella va a odiarme, yo no podría mirarla…
— Estamos de acuerdo que Serenity nunca odiaría a nadie ¿verdad? Además, no hemos hecho nada malo. Esto simplemente sucedió.
— ¿Ya lo sabe?
— Si, ella sabe que me interesas.
Plut tuvo que taparse la cara porque comenzó a sentir mucha vergüenza. ¿Qué pensaría la Reina de ella ahora? ¿Pensaría mal de ella por poner los ojos en el Rey cuando aún estaban casados? ¿Podría alguna vez decirle que había intentado resistirse pero que todo nació de una fortuita admiración? ¿Qué iba a pasar con todo con esa separación? ¿Qué sería de ella? ¿Podría dejarse llevar, aceptar que también estaba enamorada del Rey desde hacía mucho y construir algo con él pese a todo lo que estaba detrás de eso?
Comenzó a llorar y segundos después sintió cómo el cálido abrazo de Endymion la envolvía. Algo que no había sentido nunca. Había sido abrazada por sus amigas pocas veces, otras tantas más por la pequeña Dama, pero nada como los brazos del hombre que le gustaba tanto y por el que sentía cosas que le eran correspondidas.
La sensación era increíble. No era que sintiera que él la protegía, más bien, se sentía comprendida y acompañada en sus emociones.
Comenzaba a sentir que no estaba sola y que le importaba a alguien, más allá de sólo ser una Sailor guardiana. Embargada por eso, aferró sus manos a la cintura del Rey y aspiró su aroma masculino. Disfrutó de la calidez que despedía su cuerpo y sonrió como hacía tanto no lo hacía.
Guardaría nuevamente ese momento antes de que se esfumara.
— Papá… Plut… ¿qué significa esto?
Sintió al Rey tensarse un poco, tomarla de los hombros y separarla de él lentamente. La miró y entendió los miedos que le recorrían en ese momento el alma, quizás los compartían, pero lo vio asentirle, antes de girarse totalmente a la Princesa Usagi.
Hemos llegado a un punto en el fic por el cual nació literalmente esta historia.
Leyendo hace varios ayeres por segunda vez el manga, me di cuenta de ese diálogo completo de Chibi Chibi a.k.a Cosmos (o viceversa) en el momento en que están peleando contra Galaxia y puedo decir que es uno de los sustentos científicos de este fic. Vamos, Sailor Moon, y más el manga tiene este tipo de diálogos sueltos con grandes vacíos legales y entonces yo dije what? Estamos de acuerdo que si Chibi chibi es Sailor Cosmos, y Sailor Cosmos es la forma ultra mega final de Serena/Usagi/Serenity entonces hay algo más en el futuro no? y por qué le dice todo lo que le dice de que estaba sufriendo y estaba sola? Sin embargo, en el anime de los 90's es la misma chibi chibi que le regresa al Darien a Serena cuando la pelea final acaba, metiéndonos en una contradicción un poco de lo que planteé, peeero al final traté de acomodar este enredo en esta historia.
Miren voy a reconocer que la parte del sueño/revelación con Cosmos y la respuesta que le dio a la Reina si está fumada (aunque les juro que no ingerí nada), pero punto numero uno, SM está fumada, pa empezar y segundo, Cosmos lo dice en el manga (y al menos eso entiendo yo también), ella representa la aceptación y el dejar ir, por lo tanto es como representar el anhelo mismo de la Reina, pero que viene de su futuro. No las quiero enredar más, pero debo decir que no es mi culpa sino la de Naoko por soltar cosas como estas y jugar con los tiempos en su manga y no poner claras las cosas. Una no más deja su imaginación volar y a estos personajes. Que esa es otra, este capítulo iba a ser muy distinto de lo que finalmente quedó, pero me gustó muchísimo más este resultado y en lo que va a derivar. Estos hacen lo que quieren y yo me peleé con ellos durante toda la semana pasada, hasta esta que fluyó como al parecer, todos querían.
El asunto con las Sailors aún no acaba, como podrán notar. Y tengo mucha muuuuucha curiosidad ¿ustedes como creen que tome la preciosa Usa el romance naciente de su padre y su mejor amiga Plut? Ya es momento de tocar eso, eso es una promesa. Y otra más importante... ¿Qué creen que les espere a Serenity y a Seiya en el pasado?
Agradezco sus reviews porque de verdad que me alientan y me emocionan y me ayudan mucho a saber cómo se sienten con la historia. No he tenido tiempo de contestar peeeeero ahora que he publicado es lo que iré a hacer.
Gracias, nuevamente. Y no se preocupen, estoy ya iniciando el 8.
