Introducción: Génesis
Había una vez, en una lejana región, un niño con una madre siempre presente y un padre ausente.
El muchacho quería irse de casa para hacer su propia vida, tanto por su bien como para que su madre tuviese menos problemas.
Habiendo cumplido los diez años, y convencido por el profesor amigo de su madre, el muchacho se convirtió en entrenador pokémon. Y escogió a un Charmander como su compañero de viaje.
El muchacho logró capturar varios pokémon, y para poder ganar las ocho medallas de gimnasio creó un equipo poderoso: su Charmander, convertido en un leal y bravo Charizard; un Pikachu que ansiaba abandonar su bosque y explorar el mundo; un Venusaur que como Bulbasaur había sufrido abuso por parte de su anterior dueño; un Blastoise que buscaba corregir sus errores pasados como un Squirtle ladrón; un Snorlax muy goloso y perezoso; y un Lapras huérfano que había pasado gran parte de su vida en un laboratorio.
A mitad del camino, el muchacho conoció a una mujer con poderes psíquicos que podía leer la mente y los pensamientos de los pokémon. Y ambos terminaron perdidamente enamorados el uno del otro.
Reuniendo las medallas, y en el proceso desbaratando los planes de una organización criminal, el muchacho subió hasta la Meseta Añil para luchar contra el Alto Mando, los cuatro entrenadores más poderosos que todo entrenador debía enfrentar. Y tras un fiero duelo contra su mayor rival, él y su equipo se coronaron campeones de la liga.
Pero el muchacho se sentía vacío. Quería más, aunque sabía que eso no era correcto.
Siguió combatiendo y combatiendo. Hasta que se dio cuenta de que no podía parar.
Atemorizado de lo que se estaba convirtiendo, el muchacho se exilió con sus pokémon en una montaña fría e inhóspita, alejándose de sus seres queridos. Y tras ser vencido dos veces por el nuevo campeón, se dio cuenta de que había más en la vida que sólo combatir.
El muchacho regresó a casa, justo a tiempo para reconectar con su familia y salvar junto a su amada una ciudad-y el mundo entero-de la apocalíptica tormenta provocada por un ave capaz de almacenar y de descargar grandes cantidades de energía.
Con el mundo volviendo a la normalidad, el muchacho decidió tomarse un descanso para hallarse a sí mismo, con la esperanza de hallar finalmente la manera de ordenar su vida.
3 de julio.
El día de la fecha, mis colegas y yo hemos arribado a la enigmática Isla Suprema. Habiendo sido alguna vez la selva de un desaparecido país llamado Guyana, es una de las pocas maravillas sobrevivientes de la tierra antes del tiempo.
Giovanni, líder del Equipo Rocket, financia nuestra expedición. Cuando se enteró de mis conocimientos y de mi experiencia en el campo de la clonación, decidió suministrarme el dinero y todos los recursos que necesitase para continuar con mi investigación.
A cambio de su donación, que fue considerablemente generosa, Giovanni me impuso una sola condición: que crease para él una réplica y mejorada del Hijo. Aquel pokémon el cual, según los mitos más antiguos, es el ancestro de todo ser vivo en este planeta.
Creemos que los misterios que la jungla de esta isla encierra podrán arrojar luz acerca del paradero de este "Hijo", o por lo menos de su existencia.
5 de julio.
Un nuevo tipo de pokémon fue descubierto en el interior de la selva. Su aspecto y su poder no se comparan con nada que se haya visto antes.
Capturarlo no ha sido tarea fácil. Sus poderes psíquicos, combinados con sus impresionantes reflejos, le han ayudado a responder y a esquivar gran parte de los ataques de nuestros pokémon. De no haber sido por el polvo paralizante del Butterfree de uno de mis afiliados, probablemente hubiese huido.
Tendremos que levar anclas y llevárnoslo para hacerle unas cuantas pruebas. Es demasiado valioso como para dejarlo ir.
10 de julio.
Hemos llamado a este nuevo pokémon Mew por el sonido que emite, que es muy similar al maullido de un Meowth. Blaine, líder de gimnasio de Isla Canela y socio de Giovanni, ha ofrecido su laboratorio para ayudarnos con la investigación.
Conozco a Blaine desde hace años. Su pasión por los acertijos y los misterios que encierra este mundo es tan ardiente como las técnicas de los pokémon de fuego que entrena. Pero nunca imaginé que se rebajaría a mi nivel trabajando para alguien tan sospechoso y poco confiable como Giovanni.
No es que pueda culparlo. A veces, por más que el camino de la rectitud sea fácil de seguir, la curiosidad es demasiado tentadora.
10 de diciembre.
Llevamos cinco meses de arduo trabajo estudiando a nuestro pequeño amigo. Y mentiría si dijera que no hemos descubierto unas cuantas cosas.
Mew es una criatura fascinante. Su código genético alberga el ADN de todos los pokémon de la región de Kanto, junto con el de otras que o se consideran extintas o que ni siquiera sabíamos que existían. Es evidente que estamos ante el Hijo del que tanto hablaban las leyendas.
Giovanni se está impacientando. Exige saber cuándo estará listo el clon que llevo prometiéndole desde que se puso en contacto conmigo. Su deseo es tener y controlar el pokémon más poderoso que el mundo haya visto.
Yo, por supuesto, busco algo más valioso. Mucho más valioso.
1 de enero.
Siempre revivo en mis sueños aquella noche. El frío invernal que sirve como preludio a la navidad, antes de que el reloj dé las doce. La fuerte fricción de las ruedas sobre el pavimento al girar con mis manos el volante para tomar un atajo a casa. Y el seco y escalofriante chirrido de hierros crujiendo al ser llevados por delante por un camionero alcoholizado. Aquel que puso fin a nuestra felicidad. A tu vida.
Te arrebataron de mí, Amber. Este mundo frío y cruel te arrebató de mí sin ningún sentido. Me negué en su momento a que tu existencia terminase de esta manera. A que no fueses más que una página en blanco.
Por eso reviví y preservé tu consciencia, manteniéndola viable hasta que fuese posible finalizar el proceso.
Y por fin, después de tantos años de sufrimiento, lo he conseguido. Te he resucitado, Amber; has vuelto a nacer mediante el milagro de la clonación.
La sangre de Mew, combinada con sus ondas cerebrales, me ha permitido darte un nuevo cuerpo. No será sencillo hacerte recordar tu vida pasada, pero me tomaré el tiempo que sea necesario con tal de ayudarte a lograrlo. Mi único pesar es que tu madre no se haya quedado para verte otra vez.
Pero por ahora, y hasta que no estés lista, debo continuar con las pruebas en Mew. Porque si para principios del próximo mes no hemos hecho algún progreso, Giovanni no estará de buen humor.
20 de enero.
Un fracaso. Es un completo fracaso.
Todos nuestros intentos por clonar a Mew han sido infructuosos. Las copias no duran más de unos segundos al aire libre antes de degenerarse, convirtiéndose en una masa informe pero todavía consciente capaz de adoptar la forma de todo ser u objeto que le llame la atención, habilidad que sin duda han heredado de su padre biológico. Y ahora temo que Amber pueda sufrir el mismo destino cuando salga de su tubo.
Estos seres son demasiado débiles. Imperfectos. Inestables. Giovanni pensará que le estamos tomando el pelo. Hasta que sepamos qué hacer con ellos, lo mejor será encerrarlos en un lugar seguro.
Se nos acaban los fondos, y el tiempo también. Pero Blaine no planea rendirse hasta que hallamos hecho realidad nuestra visión. Y yo tampoco.
6 de febrero.
Hemos obtenido un pokémon perfecto gracias a Mew. Lo hemos llamado Mewtwo.
Blaine y yo hemos decidido añadir nuestras células a la mezcla para estabilizar el proceso de clonación. Suponemos que el infante será de esta forma sumiso a lo que le ordenemos una vez haya terminado de desarrollarse, viéndonos como sus padres.
Mewtwo posee un poder increíble. El electroencefalograma ha revelado unas ondas cerebrales que superan con creces a las de Mew. Y parece que Amber y él han empezado a...hablar.
Mew no parece querer hablar con ellos. Es como si odiara a Mewtwo tanto como odia el no ser libre. Me apena verlo así, pero no hay nada que pueda hacer. Hay ciertos sacrificios que la ciencia debe hacer por el bien de la humanidad.
Giovanni ha quedado complacido. Y eso es lo único que importa por ahora.
21 de agosto.
Mewtwo y Amber parecen haberse vuelto muy cercanos, especialmente desde que les sacamos de sus tubos de ensayo. A donde va uno, va siempre el otro.
Observan todo. Preguntan por todo. Y todo les parece maravilloso.
Pero Mewtwo también está sufriendo. Giovanni ha exigido que aumentemos las inyecciones de epinefrina y de adrenalina para incrementar sus poderes. Y Blaine está de acuerdo con ello.
He intentado convencerlos de que si seguimos con las inyecciones podría morir. Nuestras pruebas con los prototipos fallidos lo han confirmado.
Pero se han negado a escucharme. Y lo que es peor, me han alejado de él y de mi pequeña. Se han adueñado del trabajo de mi vida.
Nunca debí aceptar la ayuda de ninguno de ellos. Ahora mi pequeña Amber ha pasado a ser una propiedad, un producto. Y toda la culpa recae en mí.
1 de septiembre.
Mewtwo es demasiado poderoso. Su fuerza y sus malos instintos se han escapado de nuestras manos.
Ha destruido todo el laboratorio. Ha matado a casi todos mis compañeros, y ha huido junto con Amber. Algo me dice que nunca los volveré a ver.
Sólo Blaine y Mew siguen con vida. El primero parece haberse dado cuenta del gran error que cometió al separarme de ellos. Es una pena que ya sea demasiado tarde como para enmendar el daño provocado.
Pero todavía hay una oportunidad para solucionar esto. Tan sólo debemos huir antes de que el helicóptero de Giovanni llegue para ver lo que ha ocurrido.
6 de septiembre.
Hemos devuelto a Mew a la Isla Suprema, donde podrá sanar y mantenerse oculto para no volver a caer en manos del hombre. El pequeño parece haber sentido nuestro arrepentimiento, y nos ha despedido agradeciéndonos telepáticamente, antes de perderse en lo más profundo de la selva.
Con gran dolor y pena por todo lo acontecido, dejamos esta tierra sagrada en paz. Si un humano vuelve aquí alguna vez, estoy seguro de que tendrá un gran corazón. O al menos más grande que el nuestro.
Y con esa esperanza, nos marchamos.
"Maldición, ¡¿por qué, por qué, por qué?!."
Proton miró impaciente el pequeño reloj digital que llevaba puesto en su muñeca. Las manecillas del mismo indicaban que en menos de cuatro minutos se harían las doce de la noche. Las fuertes corrientes marítimas habían provocado que el tiempo del cual disponían originalmente se redujese notablemente.
A pesar de que las luces subacuáticas delanteras del minisubmarino dentro del que se encontraban se hallaban encendidas y funcionando a máxima potencia, la oscuridad del océano nocturno les seguía rodeando. En más de una ocasión se habían chocado involuntariamente con bancos de Tentacool, que les habían expulsado muy enojados con potentes Hidropulsos. El hecho de que su transporte hubiese soportado tanto maltrato era sin lugar a dudas sorprendente.
Una parte de él odiaba tener que realizar aquella operación a esas horas de la noche. La otra comprendía perfectamente que, si querían hacer lo que debían hacer sin llamar la atención de las autoridades locales de Pueblo Oromar, no había una mejor alternativa. La noche sería su aliada a la hora de cubrirles.
"Firework 04 en posición" anunció por fin el joven soldado Rocket a cargo de los controles del monitor.
"Apaga los propulsores y enciende las vejigas de flotación" ordenó Proton cruzado de brazos "Y hazlo despacio. No vaya a ser que terminemos dándole a algún Tentacruel."
"Crucero Rocketto, aquí Firework 04" dijo por radio el soldado de antes mientras hacía lo que se le había ordenado "Ya estamos en posición. Estamos comenzando el ascenso."
Una indómita y torrencial lluvia les recibió al alcanzar la superficie, tal y como se esperaban que ocurriera. Segundos más tarde, un enorme rayo cayó en la distancia para iluminar momentáneamente la totalidad de la solitaria ruta 131, revelándoles la ubicación de sus objetivos.
"Santo cielo" alcanzó a musitar la recluta Rocket que se hallaba con ellos "¡Groudon y Kyogre!"
En efecto así lo eran. Habiendo sido alguna vez las deidades representantes de la tierra y del mar, los cadáveres de los dos titánicos pokémon legendarios Groudon y Kyogre permanecían todavía petrificados, con una eterna expresión de horror mezclada con rabia en sus congelados rostros.
"Muy bien, Tara y Kenzo conmigo" imperó Proton dirigiéndose a la recluta y al tercer y musculoso hombre que les acompañaban. Luego se giró nuevamente hacia el soldado sentado frente a los controles "Luke, tú te quedas aquí quieto y calladito hasta que yo lo diga. Si algo nos pasa, te largas pitando de aquí, ¿comprendes?"
"Sí" contestó Luke asintiendo con la cabeza, al mismo tiempo que alejaba sus manos del tablero.
Montados en sus respectivos Golbat y resistiendo la potente caída de la lluvia, el ejecutivo y los dos soldados volaron hasta alcanzar la gran cresta de Groudon. Tenían que actuar pronto si querían evitar pillarse una neumonía o algo peor.
"Terminemos con esto ya mismo" pidió Tara sacando de su ball a su Beedrill, quien voló zumbando inmediatamente hacia Kenzo "Dicen que los Sharpedos de por aquí se vuelven más activos a estas horas."
"No es de los Sharpedos de quienes debemos preocuparnos, sino de los terrores alados" objetó Kenzo muy asustado mientras ataba al cuello del Beedrill un collar que sostenía un diminuto y destapado frasco "Si son tan feroces como dicen los rumores, nos despedazarán antes de que nos demos cuenta."
"¡Ya dejen de hablar sobre cuentos para espantar niños de dos años y cerciórense de que ese condenado insecto tome rápido las muestras!" espetó furioso Proton, avergonzado de que un hombre tan corpulento como Kenzo tuviese una actitud tan infantil "¡Sus estupideces me fastidian mucho más que esta lluvia!"
"Los terrores alados no son un cuento, Proton" negó Kenzo a la vez que vigilaba a Beedrill. El intrépido pokémon abeja había realizado una leve perforación con sus aguijones sobre la rocosa piel de Kyogre, para luego acercarse de modo tal que el pequeño hilo de sangre aún fresca cayese dentro del frasco "Los medios dijeron que los últimos cazadores de tesoros que pasaron por aquí con sus pokémon desaparecieron. Una semana después hallaron sus restos en la orilla de la playa de Ciudad Algaria. Si no queremos correr el mismo destino, tendremos que largarnos apenas tengamos las muestras. ¡Estamos en aguas sagradas!"
"¡Idiota!" vociferó su jefe colérico "¡Ese tipo de accidentes con pokémon salvajes en el mar ocurren todo el tiempo! Actúas como si no nos hubiésemos metido en sitios sagrados antes. ¡Tontas supersticiones no son obstáculo para el Equipo Rocket!"
Cubriéndose la cabeza y la gorra reglamentaria con ambas manos para aguantar los fuertes golpes que recibía por parte de las gotas de agua, y sin prestar mucha atención a la discusión que había dado lugar entre su superior y su compañero, Tara se atrevió a desviar su atención hacia donde menos quería mirar: a unos cuantos kilómetros de distancia y en dirección norte, el ancestral Pilar Celeste se alzaba imponente desde la isla sobre la que había sido edificado. Los constantes relámpagos, el retumbo de los truenos a la distancia, la insistente caída de la lluvia y la ausencia de la luz de la luna brindaban a la antigua y venerada torre un aspecto lúgubre y siniestro.
Una sonrisa de alivio se dibujó en sus labios cuando su Beedrill, habiendo terminado de tomar la sangre de Groudon, volvió hacia ella para que pudiese tomar el frasco y taparlo. Finalmente podían irse de allí.
"Con que al fin el inútil de tu pokémon sirve para algo, Tara" refunfuñó Proton medianamente complacido, recordando las constantes veces que el Beedrill de su recluta les había hecho fracasar un robo. Luego miró hacia abajo y vociferó "¡Luke, ya hemos terminado aquí! Prepárate para…"
Se oyó un estridente y escalofriante gruñido, seguido del rompimiento del viento y un grito desgarrador que les forzó a darse la vuelta: Kenzo había sido raptado por dos gigantescas y espeluznantes siluetas aladas las cuales, a juzgar por sus dimensiones, parecían un quiróptero y un ave de gran tamaño.
Temeroso y tembloroso, Proton se vio forzado a tomar la linterna en su cinturón para alumbrar y ver qué estaba ocurriendo. Y lo que la luz le reveló le dejó sin palabras: se trataba de una Noivern y una Altaria que coordinaron sus fuerzas para tironear de los brazos y de las piernas del indefenso Kenzo hasta partirlo en dos, produciendo un sonido espantoso. Las entrañas de su víctima, al igual que las poké balls que contenían a sus pokémon, se desparramaron y hundieron en las oscuras aguas, donde pasarían a ser el festín de los Carvanha y Sharpedo que acechaban en los alrededores.
"¡CARAJO!" exclamó con el rostro empalidecido para luego girarse hacia Tara "¡Toma el frasco y váyanse!"
Tras ver a Tara guardando a su Beedrill para planear hasta el submarino con su Golbat, el ejecutivo Rocket agarró una de sus poké balls y se preparó para plantarle cara a la Noivern y a la Altaria: las dos pokémon dragón, que ya habían soltado el inmóvil aunque todavía caliente cuerpo de Kenzo, le miraban con un genuino y palpable odio.
"¡Veamos si también se atreven a hacerme lo mismo a mí, reptiles sobrealimentados!" les desafió con soberbia, listo para lanzar su cápsula contenedora al aire a pesar del agua que seguía empapándole "¡VAMOS, WEE…!"
Pero Weezing nunca fue enviado a combatir. Sintió una súbita cuchillada sobre su mano izquierda, seguido de algo que se desprendía de ella. Le tomó unos segundos procesar y reconocer con su cerebro que una resplandeciente ráfaga hecha a partir de energía eólica había rebanado con un corte impecable sus dedos, desde las falanges hasta los huesos metacarpianos. Cinco chorros de sangre emergieron de las zonas amputadas, sin intención alguna de detenerse.
Instintivamente tapó la zona amputada con su mano derecha, hallándose a sí mismo incapaz de gritar a pesar de sentirse dominado por una agonía indescriptible. Y mientras densas y amargas lágrimas se escurrían por sus mejillas, oyó un fuerte y seco resoplido detrás suyo. Algo le estaba respirando en la nuca.
Reconociendo que no tenía otra opción y con el corazón dándole un vuelco, se volteó para mirar hacia atrás, encontrándose con una descomunal cabeza de escamas azul oscuro y crestas anaranjadas que, dedicándole una mirada fría y asesina, abrió frente a él sus grandes mandíbulas, emitiendo un terrorífico y ensordecedor rugido.
Soltando por fin el grito que llevaba unos cuantos segundos reteniendo en su garganta, se agachó y rodó velozmente por el suelo justo cuando el Salamence expulsaba un deslumbrante y enceguecedor Hiperrayo, y sin esperar a que recargase bajó deslizándose por la barriga de la colosal tumba de Groudon, esquivando por escasos centímetros un mortal Pulso Dragón combinado por parte de la Altaria y de la Noivern, que se habían lanzado tras él.
Con los tímpanos todavía zumbándole, llegó hasta las rodillas de las patas traseras de la gran estatua, donde para su incredulidad, y pese a que apenas podía ver algo, notó que tanto Luke como Tara parecían estar esperándole sentados dentro el minisubmarino, paralizados por el terror.
"¡NO SE QUEDEN AHÍ!" espetó tanto enfurecido como muerto de miedo "¡SAQUEN ESO DE AQUÍ Y LLÉVENSELO A GIOVA…!"
Un pavoroso rayo cayó a lo lejos alumbrando la zona, y fue en ese preciso instante en el que Proton presenció cómo un gigantesco pokémon terópodo de escamas color rojo pardo, plumas blancas y púas anaranjadas emergía velozmente de entre las aguas, soltando un reverberante rugido que sonaba tan fuerte como el trueno que acompañó su terrorífico acto de aparición.
Un angustiante alarido escapó de sus cuerdas vocales mientras las enormes mandíbulas del tiranosaurio se abrían y cerraban sobre su cabeza y cuello, y cuando sus duros y afilados dientes aplastaron sus vértebras cervicales como si fuesen papel desechable, en su último segundo de estadía en el mundo terrenal vio pasar toda su vida frente a sus ojos. Una vida vacía y sin sentido, con nada más que vicios banales y fracasos que nunca condujeron a un triunfo significativo.
"¡SUMÉRGENOS LUKE, SUMÉRGENOS!" imploró entre sollozos Tara, apartando la vista en el preciso instante en el cual el Tyrantrum masticaba la cabeza de Proton para después escupirla con asco y repulsión, como si hubiese probado algo en mal estado.
Luke obedeció ipso facto replegando las vejigas de flotación y logrando que el Firework 04 se zambullese nuevamente, salvándoles a duras penas de la ira de los cuatro temibles reptiles. Lo último que alcanzó a ver mientras dejaban atrás la superficie para retornar escondidos al punto de origen fue la repentina aparición de un quinto ser en medio de la tormenta: un alado y largo pokémon serpentiforme de ojos dorados, escamas verdes y dibujos de anillos con un fulgor amarillento que, en lugar de perseguirles, se aprestó a rescatar a los pokémon atrapados en las balls de Proton y de Kenzo de una muerte segura.
Apartando de sus ojos los prismáticos con los que llevaba un largo rato presenciando la mórbida escena, y con Goodra a su lado, Zinnia reflexionó acerca de lo que acababa de acontecer mientras el resto de su equipo regresaba con ella a la cima del Pilar Celeste: ¿Quiénes eran esas personas? ¿Qué querían con Groudon y con Kyogre y qué habían extraído de ellos? De una u otra forma, ya no podría perseguirles ni con Rayquaza ni con ninguno de sus compañeros a través de semejante clima, y mucho menos bajo el agua.
A dondequiera que se dirigiesen debía de ser afuera de su territorio, lejos del archipiélago de Hoenn. Y como cronista del Clan Meteoro y guardiana del Pilar Celeste, no podía abandonar su tierra natal. Por ahora había cumplido con su deber comandando desde lejos el ataque, y con eso, le habría dicho Rayquaza, era con lo que debía de conformarse.
En cierta forma no podía sentirse un poco culpable por las muertes de aquellos hombres. Pero nadie podía internarse en aquella ruta o tocar aquellas estatuas durante la noche. No en su guardia.
La última vez que unos desconocidos se habían atrevido a merodear o a profanar la torre y sus alrededores, el precio terminó siendo la vida de la persona a la que más amaba en el mundo. Y nunca permitiría que algo similar volviese a suceder.
Nunca jamás.
