Capítulo 4. Engaño accidental.

Alisse estaba más que segura. Taro le gustaba, y mucho. Se la habían pasado más de dos horas charlando y tomando café con pasteles, galletas, donas y cualquier clase de repostería que le hicieron recordar a Alisse su loco sueño.

De verdad, no puedo creer que de verdad hayamos vivido por tantos años en la misma ciudad y no nos hubiésemos conocido antes.- comentó Taro.

Eso que ni qué.- sonrió Alisse.- ¿En dónde te habías metido?

Pues con mi ex novia.- respondió Taro.- Creo que no hacíamos más que comer en el departamento del otro y salir al cine.

Interesante.- suspiró Alisse.

¿Y tú? ¿Algún novio a la vista?

No, el último se fue persiguiendo su sueño.- gruñó la chilena.- Le importó más su carrera que yo...

Pues qué idiota.- replicó Taro.- No sabe lo que se perdió.

Alisse se ruborizó un poco. Taro se sintió un tanto idiota por el comentario trillado.

Y a todo esto, ¿a qué se dedicaba tu novio?.- quiso saber Misaki.

Era futbolista.- respondió Alisse.- Así pues, se fue al Colo Colo a convertirse en el mejor.

Taro casi escupe el café. Sintió que una enorme pedrada le daba en la cabeza.

¿Tienes algo en contra de los futbolistas?.- Taro trató de no mostrarse nervioso.

No realmente.- Alisse se encogió de hombros, sin darse cuenta de nada.- Es solo que se me hace idiota el obsesionarse tanto con un balón.

A Misaki le entraron muchas ganas de hacer un agujero en la tierra y esconder la cabeza ahí.

Sí, claro.- musitó Taro.- Estoy de acuerdo contigo.

"Ay, que Tsubasa no me oiga", pensó Misaki.

Bueno, pues ahora Taro estaba en un doble embrollo, ya que no solo Alisse creía que él era diferente a su ex novio futbolista, sino que también pensaba que era soltero y sin compromiso...

"Tienes que decirle la verdad, Taro", se dijo el muchacho. "Tarde que temprano lo va a descubrir...".

"¿Estás loco? Cuando ella se entere, va a hacerte trizas", replicó una voz.

"¿Y qué esperas hacer, entonces?".

"Bien podría desaparecer e irme a Marsella sin que ella se de cuenta...".

"Cobarde".

¿Qué te pasa?.- quiso saber Alisse.- Te pusiste serio de repente.

¿Ah? No me pasa nada.- mintió Taro.

¿Estás seguro?

Claro que sí.

Bueno.- suspiró Alisse.- Vuelvo en un momento.

Alisse se levantó para ir al baño. Taro se dio cuenta de que ése sería un buen momento para huir, pero él no era así, esa era la clase de cosas que podría hacer Ishizaki, pero no él. Así pues, se puso a juguetear con una servilleta, mirando distraídamente hacia el horizonte, cuando vio algo que le heló la sangre...

Azumi.

¿Qué rayos estaba haciendo ella ahí? Se suponía que tenía que estar en Marsella... Taro se preguntó si debía correr o esperar a que ella lo descubriera o rogar para que esto último no sucediera...

Sin embargo, Azumi si lo vio. Si Misaki no hubiera estado tan nervioso, se habría dado cuenta de que a ella tampoco le dio gusto el verlo...

Hola.- Taro decidió hablar primero.- Creí que estarías ya en Marsella...

Tenía algunos asuntos que aclarar.- respondió Azumi.- Relacionados con la boda...

Claro...

Ambos se miraron con incomodidad. Azumi quería marcharse, y Taro rogaba para que Alisse no volviera del baño.

Bueno, será mejor que me vaya.- dijo Azumi.- No deberíamos vernos antes de la boda.

Según.- gruñó Taro.- Que te vaya bien...

Azumi salió rápidamente del café. Taro respiró entonces, aliviado, y se sintió miserable. Se supone que no debería de comportarse así con Azumi... Estaba mal lo que estaba haciendo, pero no podía evitarlo... El mesero se acercó al joven y le preguntó si deseaba algo más.

La cuenta, por favor.- pidió Taro, levantándose.

¿No va a esperar a la dama que viene con usted?.- preguntó el mesero.

No, ella se irá aparte.- negó Taro.- Tengo prisa, ¿podría darme la cuenta lo más rápido que pueda?

Taro se sentía un desgraciado por hacerle eso a Alisse, pero era peor lo que le estaba haciendo a Azumi... Así pues, mientras él pagaba la cuenta en la caja, Alisse regresó a la mesa y se sorprendió de no ver a Misaki ahí. La chilena pensó que el japonés había ido al baño también, así que se decidió a esperarlo. Sin embargo, ella no sabía que el que había sido su acompañante hasta apenas algunos momentos estaba marchándose rápidamente del café...

Mientras tanto, Azumi caminó un par de cuadras y sonrió al ver un hombre de largo cabello rubio y ojos azules parado en una esquina. Él volteó a verla y sonrió también.

Tardaste un poco.- comentó Pierre Le Blanc.

Es que me encontré con Taro en el café.- explicó Azumi.

Ah.- al escuchar este nombre, una sombra cubrió el rostro del francés.- Entonces mejor me voy. Supongo que desearás buscar el ramo que falta con él.

Está bien, no va a acompañarnos.- intervino Azumi, rápidamente.- Se supone que no deberíamos vernos hasta antes del sábado.

Vamos, no me vas a decir que crees en eso de la mala suerte.- rió Pierre.

Por si son peras o son manzanas.- suspiró Azumi.- Mejor no nos arriesgamos. Si de por sí...

Azumi se interrumpió a media palabra. Pierre quiso preguntar, pero algo le dijo que eso no sería conveniente.

¿Nos vamos?.- preguntó él.- Van a cerrar pronto las florerías.

Sí, sería lo mejor.- Azumi sonrió.

Ambos se alejaron caminando, sin darse cuenta de que Taro estaba a pocos metros de ellos. Sin embargo, éste tampoco los vio irse, ya que estaba vigilando la salida del café con la esperanza de que Alisse saliera a buscarlo...

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Lily estaba de lo más furiosa. Su queridita amiguita la había dejado sola en manos del pervertido que la vio sin ropa un día antes. Bueno, era culpa de Lily el que Genzo la viera sin ropa, pero aun así era culpa de Alisse el que ella estuviera con él.

Mi amigo se fue con tu amiga, me parece.- sonrió Genzo, a manera de disculpa.- Y me dijeron los dos que te diera las compras.

Sí, claro.- gruñó Lily.- ¿Podrías ponerlas en la cajuela?

Creo que hay gente esperando a que avances.- señaló Genzo.

Efectivamente, detrás de Lily había otros tres o cuatro conductores que se veían molestos por la demora. A la mexicana le valió un cacahuate.

Que se esperen.- gruñó Lily.- Pon las bolsas en la cajuela, por favor.

Ya, qué mal genio tienes.- rió Genzo.

El portero, divertido ante la despreocupación de la mexicana por los conductores que esperaban, subió las bolsas a la cajuela del coche y después aprovechó un descuido de Lily para subir al asiento del pasajero.

¿Qué haces?.- preguntó Lily, enojada.

Necesito quién me lleve al departamento en donde vivo.- respondió Genzo, con una sonrisa cálida.

Pues pide un taxi.- replicó Lily.

Llévame a una parada de taxis.- pidió Genzo.

Detrás de él, los automovilistas ya pitaban desesperados. Lily se asomó por la ventana y les gritó, en español, que se fueran mucho al infierno o que la saltaran si tenían mucha prisa.

Lo dicho, eres todo un caso.- rió Genzo.

Si no te gusta, bájate.- gruñó Lily.

Ya, me voy a donde me lleves.- se defendió Genzo.- No quiero hacerte molestar, solo no quiero estar solo.

Lily no tuvo más remedio que aceptar, así que al fin arrancó el auto. Ella procuraba no mirarlo ni de reojo.

Cuidadito con acercarte a mi escote.- gruñó ella.

No lo haré, aunque mentiría si te dijera que esa idea no se me pasa por la mente.- respondió Genzo.- ¡Oye, es broma!

Lily le había propinado un buen codazo en las costillas.

Bueno, me lo tengo merecido.- reconoció Genzo.- Pero tú fuiste quien decidió salir así.

Eso fue porque quería darle su merecido a Paola.- replicó Lily.- ¿Sabes lo que es que tengas que levantarte cada mañana y ver al novio en turno completamente desnudo?

Supongo que no es agradable.- reconoció Genzo.- ¿Y pensabas darle a Paola una cucharada de su propio chocolate?

Más o menos.- gruñó Lily.- Lástima que me salió el tiro por la culata...

¿Sabes? Aunque no lo creas, Paola me ha hablado sobre ti.- comentó Genzo.

¿En serio? ¿Y qué te dijo ese angelito?.- se burló Lily.

Que tenía una amiga que era muy decidida y segura y que solía volver locos a los hombres.- explicó Genzo, con actitud seductora.

Hablará de Alisse.- dijo Lily.

No, ahora sé que me hablaba de ti.- replicó Genzo.

Lily, muy a su pesar, se puso colorada. Ella trató de alejar su bochorno.

Voy para mi casa.- replicó Lily.- Si te quieres bajar en el camino, me avisas.

En realidad, creo que iré a ver a Paola.- musitó Genzo.- No tengo dinero ni para el metro...

Ya qué.- gruñó Lily.

Durante el camino, Genzo fue haciéndole preguntas a Lily, pero ella respondía con monosílabos. Sin embargo, a la mexicana le divertía mucho el constante acoso de ese apuesto joven. Cuando llegaron al departamento, los dos reían como buenos amigos que no eran. Sin embargo, cuando Lily abrió la puerta, un hombre desnudo de cabello largo saltó del sillón y se metió corriendo al baño. Paola se cubrió inmediatamente con las cobijas.

¡Guácala!.- gritó Lily.- ¡No otra vez!

¡Lily!.- exclamó Paola.- ¿Qué no estabas con Alisse?

La desgraciada me cambió por su chico del bar y me dejó con este baboso.- replicó Lily.

¿Cuál baboso?.- preguntó Paola.

Habla de mí.- gruñó Genzo.- Y no creas que no me di cuenta quién era el que corrió al baño...

¡Genzo!.- volvió a gritar Paola.- ¿Qué haces tú aquí? Ah, ya sé, no te aguantaste las ganas de acercarte a Lily, ¿verdad?

Y tú no resististe las ganas de acercarte a Ken... .- gruñó Genzo.

Qué malos gustos tienes, Paolita.- bufó Lily.- Tremendo tipo con tremenda facha de lavacoches...

En lo único en lo que atinaste, fue en lo de "tremendo".- replicó Paola, sonriendo con picardía.

¡Paola!.- exclamaron Genzo y Lily al mismo tiempo.

¿Qué? Solo digo la verdad.- rió la chica.

Cínica.- gruñó Lily.- Ahora me pregunto como no me di cuenta antes de que eras prima de este tipo, son igual de descarados.

¡Oye, no me compares con éste!.- protestó Paola, indignada.- ¡Ni te atrevas a decir qu es mi primo! Y en todo caso, ¿podrían retirarse un rato para que pueda vestirme?

Lily elevó sus ojos al cielo, y murmurando un "te pasas" se dio la vuelta y salió del departamento. Genzo por un momento quiso quedarse a reclamarle a Ken por Paola, pero el ir tras de Lily le pareció mucho más interesante...

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Alisse estaba enojada, y algo triste. Taro se había marchado, dejándola plantada. Cuando ella le preguntó al mesero por Misaki, el hombre le dijo que él se había ido desde hacía un buen rato. Maldito desgraciado, la dejó sola, aunque al menos tuvo la decencia de pagar la cuenta...

Bueno, ya sabías que todos los hombres son iguales.- se dijo Alisse, en voz alta.- ¿Qué esperabas? Primero te emocionan y después te engañan...

Sin embargo, Alisse pensó que Taro en verdad era diferente. Era tierno, era simpático y bastante agradable, ¿por qué entonces terminó de comportarse como un idiota? En fin, sea como fuere, lo mejor sería que Alisse dejara de pensar en él. Lo más seguro es que nunca más lo volviera a ver.