Ni Sailor Moon, Mai-HiME o sus personajes me pertenecen, todo es obra de Naoko Takeuchi y Noboru Kimura. Esta es una historia basada en hechos históricos, algunas situaciones, personajes y organizaciones son ficticias; por tanto, con motivo de dar dramatismo a la lectura habrá exageración de algunos eventos. El escrito está hecho con el fin de entretener al lector.
Las partes en cursiva son recuerdos.
Años después…
El aire corría con delicadeza por las ventanas del apartamento, la luz se colaba tímidamente entre las cortinas y dentro de él dos hermosas jóvenes recogían sus pertenencias. Cerca de una de ellas se encontraba una chica que disfrutaba del suave beso del viento, en él reconocía un aroma familiar que le traía paz y seguridad.
Los párpados escondían sus hermosos ojos marrones, se limitaba a inhalar la frescura veraniega. Después de todo estaba completamente emocionada por todo lo que sucedía en su vida y, sin embargo, algo le faltaba. ¿Cómo demonio podía sentirse tan incompleta si realmente lo tenía todo? Orgullo, su familia estaba completamente orgullosa, eminencia le decían y la chica se ruborizaba siempre que escuchaba…
—Sé que debes de estar fastidiada de escuchar a la gente decir esto —comentó su compañera —. Pero no me cansaré de felicitarte por terminar antes de tiempo la universidad.
—¿Qué? —abrió los ojos de golpe—. Lo lamento, estaba perdida en mis pensamientos.
—Felicidades por terminar antes la carrera.
—Oh, es solamente eso —de nuevo se ruborizó—. Ni yo misma entiendo ¿cómo pasó?
—Shizuru te encanta que alabemos tus grandes facultades como cantante.
—Obvio que no —rio, luego miró de nuevo a su compañera que doblaba con delicadeza su ropa—. Es lo que pasa cuando tienes de compañera de habitación a la joven violinista prodigio.
—Claro, usa los halagos para que centremos la plática en mi persona —reía la violinista.
—¿No te llamaron la heredera de Paganini? —se llevó la mano al mentón.
—Tú terminaste un año antes la carrera, eso es mejor que las cosas que dicen de mí. Lo tuyo es cierto, lo mío es… una broma de mal gusto.
Este par de chicas eran las mujeres más codiciadas del conservatorio en el que estudiaban. La cantante era conocida por su hermoso cabello castaño claro, ojos puros color marrón, una piel bronceada que resaltaba cada una de sus facciones, su boca delicada y fina era cautivadora, su sonrisa te dejaba sin aliento. Siempre pulcra en su forma de vestir y actuar, para muchos era demasiado reservada o quizá no gustaba de socializar con frecuencia. Cosa que no la hacía una persona fría o antipática, por el contrario, siempre fue una compañera dulce y amable. ¿Tenías problemas? Sabías que podías contar con Shizuru Fujino.
La violinista prodigio era una belleza sin igual, cabellos turquesas y ondulados que te hacían traer a la mente el hermoso mar del pacífico. La hermosa cabellera le llegaba por debajo de los hombros, sus ojos azules podían ser tan tiernos como agresivos al momento de tocar el violín. Decían que Michiru Kaioh era una bruja que hacía que la música cobrara vida en su bello instrumento de cuerdas. La piel pálida la hacía parecer una muñeca de porcelana, pero al contrario de su compañera, la violinista era introvertida. Pocas veces gustaba de hablar con los demás y eso la hacía más deseable entre los hombres del lugar. La "esposa perfecta" le llamaban, porque no hablaba y siempre obedecía sin chistar. Si tenías la suerte de escucharla hablar te enamorabas de su voz, esa vibra marina y exótica era un deleite. Era una persona diplomática y cordial, pero no podías esperar más de ella… la mujer era un misterio total.
—Mi-Suk Kang, no te hagas menos. Eres una excelente violinista y por los dioses que nadie bromea con ese tipo de comentarios.
—Shizuru —reaccionó exaltada—. Te pido que no vuelvas a mencionar ese nombre en este lugar.
—Pero ese es tu nombre real, no el que el imperio mandó a ponerles.
—Por eso mismo… en Tokio todos piensan que soy nativa y no alguien de Joseon — bajó la mirada para ocultar lo humillada que se sentía al decir eso—. Tú… tú misma sabes la forma en la que te tratan cuando saben que eres coreano, no quiero tener problemas con los militares o la policía imperial.
—Eso es lo que está mal, escucha esto Mi-Suk. Ustedes no valen menos que un japonés, después de todo son parte del imperio.
—Hablas como mi hermana.
—Pues tu hermana debe de ser una persona muy valiente, ella ha abierto los ojos. No deberían dejarse amedrentar por algunos abusivos — respondió con firmeza—. Alcen la voz, o nadie los escuchará.
La violinista al fin levantó su mirada, pudo notar en los ojos marrones de Shizuru honestidad e inocencia. ¿Es que acaso ella no sabía sobre los atropellos de los soldados imperiales?, ¿no se daba cuenta de que a la policía poco le importaba la vida de un ciudadano de Joseon? O peor ¿no sabía lo que les ocurría a los japoneses con ideas igualitarias? Mi-Suk Kang, mejor conocida como Michiru Kaioh no estaba dispuesta a repetir esa experiencia…
—Eun-Yeong —gritó al ver a su hermana con la ropa sucia—. ¿Qué te ocurrió?
—Hermana… —per no artículo más palabras, y ella la abrazó con toda su fuerza.
—Ya estás en casa —acariciaba sus hermosos cabellos azules—. Todo estará bien.
—No… no lo estará… nunca lo estará.
—¿Qué sucede? Puedes decírmelo.
—Los soldados imperiales ellos…
En ese momento el corazón de Mi-Suk se quedó helado, su hermana tenía sus prendas rotas de algunas partes, sus zapatos estaban llenos de lodo. ¿Sería posible que esos animales la hubieran ultrajado?
—¿Qué te hicieron esos monstruos? —dijo desesperada al ver que su hermana se ahogaba con su llanto.
—Mataron a los Watanabe y a sus trabajadores, no les importó si eran niños, mujeres o ancianos. Todos murieron, todos… los hombres quisieron pelear, pero…
—¿Qué te hicieron? —repitió más alterada.
—Nada, yo vi la matanza desde lejos… Kaori me salvó, ella dio su vida por mí… sabía que me encontrarían y… me ayudó a escapar… fui una cobarde Mi-Suk, una cobarde.
—¿De verdad mataron a sus connacionales?
—Él los mató —respondió con odio.
—¿Él?
—Un demonio, eso es lo que es… no tuvo clemencia. Él mismo les cortó las cabezas y a Kaori le disparó.
—¿Segura que no te hicieron algo?
—Nada físico —dijo secando su rostro—. Pero por dentro, me han matado… ese demonio, me ha matado.
Michiru levantó la mirada y pudo notar que el cielo se comenzaba a pintar de gris, pudo reconocer que ese humo venía de la finca de los Watanabe.
—¡Por buda! —gritaban sus padres que al ver el humo y a su hija menor llorando, se temieron lo peor.
Shizuru miraba los ojos azulados de su compañera, no decía nada y podía ver el terror escapar de ellos.
—Mi-Suk —quería traerla de vuelta de sus recuerdos —. Mi-Suk… regresa… ¡ey!
—No… no deberías hablar así —su voz estaba llena de terror—. Si alguien te llegara a escuchar, si por error me llamas con mi nombre real fuera de estas cuatro paredes… te meterás en un gran lío.
—¿Te da pena ser de Joseon?
—Jamás, yo estoy orgullosa de ser coreana —se golpeó el pecho —. Sé que no todos los japoneses o militares son ultranacionalistas, pero son menos de los que crees Shizuru. Lo que me llena de terror es que te escuche uno de esos extremistas y te metas en problemas. Yo misma me metería en problemas por no usar mi nombre japonés, que supuestamente deberíamos llevar con orgullo… no es así, no me siento orgullosa de que intenten borrar mi identidad, pero quiero vivir… no quiero que me maten, o a mi familia o… a ti que eres mi querida amiga.
—¿Matarte?
—Ellos te encarcelan en el mejor de los casos, otras veces te torturan… Adoptamos estos nombres por miedo a más represalias… cosa que salió peor, muchos piensan que usurpamos identidades que no merecemos. Podrían acusarme de eso ¿sabes?
—Michiru, sé que anexar Joseon fue… algo raro y muy oportuno para nuestro emperador, pero creo que exageras. Una de mis grandes amigas siempre me dijo que cada ser humano es igual, nadie es mejor que otro por su raza o aspecto físico. Todos somos iguales y merecemos el mismo respeto. El problema es que muchos japoneses se creen mejor que los coreanos, pero no deberíamos ser así, al final del día somos parte del mismo imperio ¿no?
—Ya te dije, hablas como mi hermana menor y eso es muy peligroso. Cuando un japonés tiene esa clase de ideas son catalogados como traidores a la patria. ¿Sabes lo que sucede después? Los militares los matan.
—Eso no es posible —se rio incrédula—. La milicia está para proteger a los ciudadanos del imperio, no para matarlos. Deja de pensar de esa forma, sé que las cosas no están bien, sin em…
—¿Has escuchado hablar del dragón esmeralda?
—¿Quién?
—Es un oficial de un rango algo elevado en el ejército imperial, en Joseon cuando alguien se atreve siquiera a decir cosas como las que hablas… no, si alguien se atreve a pensarlas, ese demonio va a la caza. Quienes lo han visto pasear por Joseon, dicen que cabalga un corcel negro, tan oscuro como la noche. Sus ojos están llenos de fuego por el odio que siente en contra de los traidores al imperio, no puedes ver su rostro, porque usa una máscara de samurái. Solamente puedes ver sus ojos… el trueno sale de su boca cada que da una orden. Le importa muy poco si eres mujer, un anciano o un niño, los mata… gusta de colgar los cuerpos de los traidores, sean coreanos o japoneses, corta cabezas con su sable, pareciera ser su garra, porque ese no es humano, es un monstruo. Goza torturando, dicen que pareciera que escucha una pieza de algún autor clásico, cierra los ojos y se queda extasiado por los gritos de terror. Comentan que se lleva partes de las personas que ha matado, no saben qué hace con ellas, solamente estamos seguros de que es un premio para él y su mente tan desquiciada… él es, un ser que persigue a toda persona que piense en la independencia de Joseon, o tenga ideas como las que compartes.
—Eso… eso… no puede ser —decía negándose a creer lo que escuchaba.
—Pues es lo que pasa en mi país.
—¿No son historias para asustarles? Es decir, como cuando éramos niños y nos decían que tal o cual espíritu no llevaría si hacíamos algo mal.
—Yo jamás lo he visto, mi hermana tuvo un encuentro con él… cuando masacró a una familia japonesa.
—¡Qué! —en ese instante su cuerpo se heló ¿sería posible? No, jamás, estaba segura de que eso no sucedía con los verdaderos militares imperiales. Eran quizá se robaron el uniforme y se hacían pasar por gente del ejército.
—Así como lo oyes —comentó al ver la cara de incredulidad.
—No, no, no… algo no está bien en eso… no es posible. ¿A qué familia mataron?
—Si te dijera el nombre de esa familia, ellos te cazarían. Redujeron a cenizas cada recuerdo de esa gran familia, esposa, hijos… todos murieron… si dijeras el apellido, reconocerían que son los traidores de Joseon. Ni en mi pueblo nos es permitido hablar de ellos, referirnos a ellos es una sentencia de muerte. Es triste, porque eran personas a las que les debíamos mucho. Fueron ángeles que vinieron a tratarnos como humanos, cuando ya no recordábamos quienes éramos.
—¿Cómo es que consiguieron los nombres japoneses? Es decir, ustedes.
—El jefe de familia, en parte nos ayudó que no éramos de clase baja en Joseon, pero tampoco éramos ricos. Mi familia es comerciante, mis padres venden verduras, así que aquel distinguido hombre japonés nos ayudó. Es como empezar de cero, porque solamente los nipones que viven en Joseon saben que no somos japoneses, no nos tratan tan mal. Pero lejos de mi país, ve, me tratan bien y de hecho esa familia fue quien escogió nuestros nombres.
—Los mataron ¿de verdad?
—Mi hermana vio a lo lejos como les cortaban la cabeza a los padres a la chica, le metieron una bala entre las cejas.
—¡Dios mío! ¿pero qué clase de animal hace eso? ¿seguros que son del ejército imperial?
—No hay duda —sentenció con pavor —. Mi hermana escapó por ayuda de la señorita, se escondió de los militares para sobrevivir. Por la noche, escuchamos como marchaban, pasaban de casa en casa, los gritos… supongo que ese demonio vio a mi hermana y la buscaba. Se detuvo, nunca escuché su voz, solamente podía oír al caballo.
—¿Qué pasó?
—Tocaron la puerta de mi casa, preguntaron por alguien de cabellos azules. Mis padres respondieron que sus hijas tenían colores de cabello peculiar, pero… cuando le avisaron, a los segundos regresaron, se disculparon por despertarnos y continuaron.
—¿Creerán que tu hermana era hombre?
—Seguramente… Las veces que he ido a Joseon, mi hermana me dice que estuvo en el país, al norte, al sur… en el centro. Mata sin piedad, dicen que no sólo ahí, sino que también está por los demás territorios que ahora son parte del imperio japonés.
—¿No te lo has encontrado?
—Ni quiero hacerlo, seguramente él notaría que no soy japonesa, que tengo el nombre por lo que ordenaron. Igual me maté, odia a los coreanos.
—Increíble, es inaudito que ocurran este tipo de cosas.
—Pero suceden, por eso te suplico Shizuru, no me llames con mi nombre real fuera de estas cuatro paredes. Tampoco lo hagas tan seguido, si lo haces, que sea en voz baja, corres riesgo de que ese lunático te crea una traidora y pongas en peligro a todos los que te rodean.
—Además de meterte en problemas, así como a tu familia… yo… lo lamento tanto Mi… —dudó del nombre que debía usar.
—Todos queremos que las cosas cambien en Joseon, pero, debemos protegerlos, no dar pistas de ellos ¿entiendes?
—Sí —respondió desanimada.
—Además —se le acercó—. Eres mi mejor amiga, me dolería mucho saber que por mi culpa tienes problemas o que ese enfermo te dañe.
—¡Ay, amiga! —la abrazó—. Lamento tanto lo que viven en Joseon, estoy tan apenada de saber este tipo de cosas y que sean los mismos japoneses quienes cometen este tipo de barbaridades.
Silencio, uno sepulcral pues la violinista no sabía cómo responder a las disculpas de su amiga. Realmente le daba vergüenza tener ese tipo de conocimiento, era casi como si Shizuru misma fuese la persona que cometía esos asesinatos. Pues por más que quisieran llamarle "proteger a Joseon" eran eso, asesinatos. ¿Qué responder? No encontraba las palabras, simplemente la abrazó con más fuerza, como si de Eun-Yeong se tratase. Ese cariño que Michiru impregnó en el abrazo fue la respuesta que Shizuru necesitaba, era ese perdón que tanto pedía para su nación.
—Y —comentó cortando ese momento —. ¿Regresarás a Joseon?
—Ahora que he terminado mis estudios en Tokio, es hora de regresar a mi país, debo de conseguir trabajo allá y ayudar a mis padres, de la misma forma en que ellos me ayudaron con mi sueño. Gyeongju me espera, además, extraño mucho usar la ropa de mi país —sonrió.
—¿Dijiste Gyeongju? —dijo llena de ilusión.
—Sí, es el nombre de mi pueblo.
—¡Genial! —saltó de alegría.
—¿Por qué?
—Mi padre acaba de comprar un terreno ahí, es para cultivar. Estoy muy feliz porque no dejaré de estar en contacto contigo Mi-Suk.
—Más bajo —le recordó con ternura—. Pero hay algo más en esa notoria alegría.
—Mi madre vivirá ahí también.
—¿Es sólo eso? —cuestionó levantando una ceja.
—Mi hermano, casi siempre está de viaje por su trabajo, pero con esto del terreno en Gyeongju; estará más a mi lado.
—¿Trabaja mucho?
—Como loco.
—Es un hombre responsable.
—Así es, papá quiere que sea un hombre en toda la extensión de la palabra— dijo imitando a su viejo—. De honor, respeto y virtuoso.
—Que mala eres… —reía—. Si gustas, podemos comprar los boletos a Fukuoka y Busan.
Shizuru, afirmó contenta al saber que viajaría junto a su mejor amiga. Así que tomar el tren a Fukuoka y luego el barco a Busan sería más divertido de lo que pensó.
—Estoy segura de que conocer Joseon será muy divertido.
—Eso… eso espero — Mi-Suk, no quería decirle que en esos tiempos su tierra estaba lejos de ser divertido para los coreanos.
Un par de días después las chicas veían por última vez la casa en la que habían vivido por varios años, ya no eran estudiantes, ahora eran un par de mujeres que tenían ganas de comerse al mundo con su increíble talento. Una mujer con algunas arrugas en el rostro las miraba con los ojos llenos de lágrimas, eran sus inquilinas favoritas y ahora las veía irse convertidas en unas damas.
—Muy bien damitas, les deseo un buen viaje y… —dijo llevando su mano aun bolsillo —. Quisiera que lleven esto con ustedes.
—Amuletos —se emocionó Shizuru.
—Para que encuentren un trabajo llegando a Joseon— le sonrió.
—Gracias señora Kimura — respondió Michiru.
Las tres se dieron un abrazo, las despedidas nunca fueron los suyo porque ese trío lloraba demasiado. Luego de tan fuerte despedida, las chicas se pusieron las zapatillas, tomaron las valijas, listas para marchar camino a Corea.
—¡Shizuru! —ambas giraron el rostro para observar a la persona que gritaba a todo pulmón. Ahí estaba un muchacho que agitaba la mano como loco.
—¿Qué diablos? —dijo la castaña—. ¡No puede ser!
—Shizuru, espera— movía su mano.
—¡Pumpkin! — gritó la chica, la sonrisa que se le dibujaba era tan hermosa.
Michiru se quedó mirando al muchacho que corría detrás de ellas, cada vez se acercaba más y más. Ojos verdes que parecían una piedra preciosa, cabellos cenizos, también estaba algo bronceado como su amiga de la escuela. Pero su cuerpo parecía bien trabajado, demasiado atlético… a decir verdad, los chicos de su conservatorio no se dedicaban a ejercitarse porque se les hacía algo para gente bruta y sin cultura. La distancia se acortaba, de acuerdo… el joven era muy guapo, muy guapo.
—Pues sí, tengo un prometido. Es el hombre que mi padre escogió para mí —dijo resignada.
«Parece que ya se hizo a la idea de que se tiene que casar y bueno, el hombre no es feo» se dijo Michiru, pero esa punzada en su pecho la hizo sentirse mal. Parecía que traicionaba a su amiga sintiendo esto por su prometido… ¿atracción? Un abrazo entre ambos la puso pensativa no podía tener atracción por ese joven y él, vaya, ese chico le dedicaba una sonrisa llena de amor a su gran amiga. Shizuru lo tomó del brazo para acercarse a ella. Michiru necesitaba disimular lo que sentía, necesitaba hacerlo antes de que su amiga descubriera que su novio le parecía bastante guapo.
—Michiru, lamento que escucharas los gritos de este loco sin educación. Pero no me esperaba que apareciera de la nada —reía—. Te presento a mi tonto hermano.
—Hola, me llamo Haruka Fujino —hizo una reverencia—. Es un placer conocerte.
—El placer es mío, yo soy Michiru Kaioh —respondió la reverencia.
—Es un gusto —sonrió—. Bueno señoritas, es hora de que partamos a Fukuoka.
—¡Qué! —Shizuru estaba disgustada—. Nosotras podemos viajar solas, no somos unas niñas ¿no es verdad Michiru?
—Bueno…
—Lo sé, lo sé… no quiero que piensen que no las considero adultas responsables.
—¿No? —su hermana dudaba de él —¿Entonces a qué vienes?
—La realidad es que las cosas en el tren a Fukuoka son un poco, problemáticas parece que hay oportunistas que suben a robar en él. Y si hablamos de la llegada a Busan, pues, lamento decirte que tanto el ejército imperial como el kenpeitai son quisquillosos al llegar a Joseon.
—¿Por qué? —se sorprendió Michiru.
—Ya saben, la dichosa armada de honor, el movimiento independentista de Corea. Eso hace que todos se vuelvan locos y estén con un genio de los mil demonios.
—Oh, así que… hay un movimiento insurgente —dijo Michiru.
—Eso parece —sonrió el chico—. Por eso mi padre me pidió acompañarte Shizuru, más cuando supo que viajarías con una amiga.
—De acuerdo, solo porque padre es bastante paranoico —Haruka hizo una mueca.
—Es hora de que me des la valija, yo la puedo llevar.
—Toma, al menos sirve de botones.
—¿Esa es forma de tratar a tu hermano mayor?
—Sí, cuando me trata como una cría.
Haruka sonrió de nueva cuenta, luego mira a Michiru que ya comienza a caminar detrás de su amiga.
—Alto ahí señorita Kaioh — y la violinista se para llena de terror.
—¿Sí?
—Tu valija— extiende la mano.
—No, yo puedo, de verdad. No se preocupe joven Fujino — se avergonzó.
—¿Dónde estarían mis modales y caballerosidad si solamente llevo las cosas de mi hermana? No, eso no es correcto, yo las llevo — la violinista no quiere desairar al chico y con toda la vergüenza que puede tener una persona le da su maleta.
Haruka la mira para que camine junto a su hermana y él cual gendarme se queda atrás viendo a las chicas caminar delante de él. Michiru Kaioh, el chico la observa con detenimiento…
—Tu reacción —se dice y sonríe—. Siempre causo esa primera impresión en las mujeres — se atrasa un poco en la caminata porque sus pensamientos detuvieron su andar.
—Mi pumpkin te impactó ¿no?
—¿Qué?
—Es el apodo de mi hermano porque tiene cabeza de calabaza, yo encuentro ese sobrenombre tierno y acertado. Mi hermano mayor es buen chico, que no te sorprenda cuando deje de ser así de cariñoso y se quede perdido en su mente.
—Ah… —respondió aliviada al notar que Shizuru no se percataba de que su hermano le había atraído —. ¿Perderse en su mente?
—Por momentos deja de sonreír, está ausente y mira a la nada… es como si hubiera perdido parte de su ser. De hecho, son pocas las veces en las que vuelve a ser el de antes.
—¿Por qué?
—No lo sé, fue hace unos años, en uno de sus viajes por el trabajo. Nunca le he preguntado por lo que paso, no sé…
—Ahora… —Michiru lo mira de forma discreta —su mirada es… diferente y se alejó de nosotras ¿a eso te refieres?
—En parte, pero me temo que esto que hace es para que hablemos, es mera cortesía.
—Ya veo —le responde, pero, en esa mirada verde se puede ver el sufrimiento, tiene un porte de seguridad que no puede ocultar, pero el sufrimiento que carga…
—No sé por qué se molesta cada que quiero saber lo que ocurrió, en alguna ocasión sus ojos me vieron con odio. Me rompió el corazón, cada que sale a esos viajes de trabajo, regresa con más dolor y quiero ayudarlo, pero simplemente me aleja.
—Si no dice nada puede ser que no te quiera preocupar —comenta—. Y, es el momento en el que más cerca debes de estar de él, te necesita mucho más de lo que crees, dale tiempo y seguro que te cuenta lo que le come el corazón.
—¿Crees?
—Claro, no olvides que también soy hermana. En mi caso la mayor soy yo, pero Natsuki es similar a tu hermano en ese sentido.
—Ya veo — Shizuru nota la mirada amable de su amiga.
—Joven Fujino — le dice —no se quede atrás, las charlas son mejores entre tres amigos y no dos.
—Ah… lo siento no quería interrumpirlas, es que fui grosero al hacerlo la primera vez.
—No lo fue… — le da un golpe discreto a su amiga.
—Sí, lo mejor es tenerte a mi lado pumpkin — y lo vuelve a tomar del brazo.
—Dios… deja de perturbarme con ese apodo—las chicas se ríen ante la queja.
Apretaba sus cubiertos con mucho sentimiento, honestamente, no reconocía la emoción que en ese momento lo embargaba. Simplemente se limitó a dejar que sus manos los sacaran de esa forma, luego tomó un poco de aire para tranquilizarse y levantó el brazo tranquilo.
—¿En qué le puedo ayudar? —se acercó la mesera que lo miraba embobada.
—Quisiera la cuenta — se limitó a sonreír.
—En seguida —correspondió.
Así la empleada se dio la vuelta para llevar a cabo la encomienda del joven. Qué guapo era, esos hermosos ojos azules, su cabello negro sedoso y casi nadie notaba que lo llevaba largo porque lo amarraba en una fina coleta. Vestido como todo un hombre de negocios, con su traje impecable color rojizo y una sonrisa por demás seductora. Ella podía decir que era todo un galán, no… era todo un casanova.
—Aquí tiene joven.
—Muchas gracias —tomó la hoja de papel rozando la mano de la chica—. Espero verte pronto, solamente que la próxima vez no me rechaces el café.
—¿Por qué deberías de rogarle a una zorra de Joseon? — escuchaba una voz detrás de él.
—Si no coopera, deberías de tomar lo que quieres por la fuerza —respondió otro riendo.
—Podría hacerlo —se giró a verlos y la chica abrí los ojos enormemente —. Por otro lado, creo que acaban de mencionar que su nuevo jefe en turno odia los malos modales ¿no es así?
—Podría no enterarse si te cerramos la boca —se levantó uno de esos hombres.
—Nada los detiene, pero… —observó a su alrededor —. ¿Cómo saben que sus subordinados no llegaron antes que él?
—En eso tiene razón… —el hombre del kenpeitai jaló a su compañero— el sargento Kou se podría molestar más, sabes que cualquier otro error le dará más poder al capitán y ya no queremos más problemas.
—¡Marica! —le gritó su compañero zafándose de su agarre— te dejaré ir con una advertencia niño mimado.
—Muchas gracias mi honorable policía imperial —dijo burlonamente.
—Hijo de perra.
—Déjalo, ya te dije que no debemos de darle más poder a Tenoh, el chico tiene razón a los únicos que no aniquila es a su compañía. Tú sabes a cuantos de los nuestros no ha matado en sus campañas, para él nosotros somos desechables.
—Ya sé, no quiero que ese enfermo me mate.
—Entonces limita tus palabras.
—No se te olvide que tu llamaste a esa mujer zorra y yo continué la broma.
—¡Dios! ¿y si ese sujeto también es parte de la compañía de Tenoh?
—Estaremos muertos —se lamentó.
—Recemos porque no sea de esa manera.
El chico pelinegro se llevó el dedo índice y medio a la frente para despedirse de la mesera, esa sonrisa llena de diversión hizo que ella hiciera una reverencia. De esa forma escondía la risita que comenzaba a salir de sus labios… no, Seiya Kou no era gente de…
—¡Capitán Tenoh! —y el terror volvió a invadirla.
Ya fuera del restaurante, Seiya caminó tranquilo para disimular la ira y frustración que llevaba por dentro. ¿Cómo era que las personas podían hablar así de las mujeres? Dejando de lado la nacionalidad, eran personas y merecían todo el respeto del mundo… todo.
—Así como tú me enseñaste… padre— dijo el chico con un nudo en la garganta.
Al notar que estaba lejos de la mira de ese par de policías imperiales, Seiya tensó sus puños y comenzó a correr por las calles de Gyeongju. Sus zapatos comenzaban a llenarse de tierra pues eran pocos los barrios que contaban con pavimento, claro que la "prosperidad" había llegado de la mano de los japoneses, pero no les importaban los ciudadanos, sino que era un punto estratégico para los ferrocarriles. Aquella hermosa ciudad costera servía para saciar las necesidades del ejército, claro que era importante, para ser explotado y comenzar a atacar a los vecinos del norte ¿no era una locura?
—¿No te gusta mi habitación? —le preguntaba a su hermana.
—Es lindo… tiene un estilo universitario.
—Vamos, tú podrías estar estudiando acá y te limitas. Eres igual de lista que yo hermana.
—Yo… tengo otras ocupaciones y más importantes que un título universitario.
—¿Ser la esposa de Fujino?
—También —le sonrío—, eso también hermanito.
—¿De verdad?
—Sí —le respondió feliz.
—Kaori, con razón mueres de amor por él.
—Ya Seiya — lo abrazó.
«Tenoh… jamás te perdonaré» corría con más ímpetu, al mismo tiempo de que miraba para ver que nadie más lo siguiera. Es que como no correr al encuentro de su líder, si las noticias que llevaba eran demasiado importantes, en esta oportunidad debía de eliminarlo. Las otras veces ese demonio se les había escapado, una y otra vez ese sujeto con máscara se samurái pasaba por Joseon matando a los miembros de la armada de honor.
Dos años habían pasado desde que ese desgraciado había asesinado a su familia, lo único que sabía de él era el apellido. Jamás lo escuchó, ni con las pláticas con su excuñado… sí, excuñado, porque Fujino seguramente pensaba lo mismo que los demás…
—Encuentren a Watanabe, el subteniente Tenoh quiere su cabeza —gritaba un hombre.
Seiya Watanabe como solía llamarse estaba estudiando en el escritorio de su habitación y entonces escuchó que lo nombraban. Se llevó la goma de su lápiz al borde de sus labios, ¿había escuchado bien? ¿lo buscaban?
—Esta es una residencia estudiantil, hagan el favor de… —un disparo.
—¿Quién más quiere morir por defender al hijo de un traidor al imperio?
—Cuarto piso, habitación cuatro —delataba un compañero.
Seiya estaba seguro de que ese acto no había sido avisado a Haruka, porque su cuñado habría hecho todo lo posible por ayudarlos. Fujino hubiera dado la vida por ellos, por su hermana… por su nueva familia, eso era lo que él siempre decía y reconocía que el chico de ojos verdes lo decía con toda la honestidad que podía. Ese hombre con el que emparentaría pronto era alguien de honor.
Como pudo el pelinegro abrió la ventana de su habitación, cerca quedaba el tejado de una pequeña fábrica y sin pensarlo mucho saltó.
—Ahí está —otro disparo—. No dejen que escape.
El pelinegro giró a ver a la persona que le disparaba, solamente pudo ver esos ojos violetas y el cabello castaño.
—Detente traidor —gritó—. No tienes a donde correr, tu familia ya está muerta, mi subteniente Tenoh ya los mató. Incluso a tu dulce hermanita ¿te digo todo lo que les hicieron?
—Mientes —respondió Seiya—. Se están metiendo en problemas con los Fujino.
—No creo que a Tenoh le importe Haruhiko Fujino —el hombre saltó y comenzó la persecución.
—Hablo de su hijo, no del padre.
—Haruka Fujino tiene otros problemas, tampoco deberías confiar en él.
Saltó, pero al caer se torció el tobillo y con la adrenalina bombeando en su cuerpo pudo correr. Necesitaba llegar a Joseon, ese loco le mentía, seguramente lo iban a torturar para declarar en contra de su padre haciendo que pensaran que ya estaba muerto.
Vuelta a la derecha, correr derecho, girar a la izquierda, casi ser atropellado y el hombre de cabellos castaños lo seguía persiguiendo.
—Demonios — dijo Seiya al verse acorralado cerca de los muelles.
—¡Traidor! —le gritó— ya no tienes a dónde ir.
Seiya se giró, lo tenía de frente, más militares llegaban y ese hombre de ojos violetas los tenía en la espalda. Levantó su arma, le apuntó…
—Adiós Seiya Watanabe —disparó.
Su cuerpo cayó de espaldas en el mar, entre más se hundía podía ver el agua pintarse de color carmín. El dolor era insoportable…
—Traigan a la gente para sacar el cuerpo —indicaba ese militar de ojos violetas.
—Sí señor —respondieron y Seiya cerraba sus ojos, estaba entrando en shock.
Cansado y con poco aliento notó el bosque… era tiempo de meter más aire a los pulmones y seguir corriendo. Nadie lo seguía, necesitaba llegar al escondite de la armada de honor. Esta vez claro que vengaría a su familia, así como él se bañó en la sangre de sus padres y hermana, él lo haría con la de Tenoh.
—Bien, gracias a nuestros informantes dentro de las oficinas del ejército imperial sabemos que viene un cargamento de armas.
—¿A qué muelle llega? — preguntó un chico de cabellos rubios y ojos color marrón.
—Camarada Tate, es el de la zona norte. Allí no hay tanta vigilancia, se me hace algo sospechoso, terminarán de cargar sus camiones y partirán a nuestra ciudad.
—Opino lo mismo que usted líder Kuga, es algo extraño que eligieran el muelle norte de Gyeongju para tan importante lote.
—Lo sé, pero me han confirmado que es información verídica y es parque, lo necesitamos.
—Oh, podría ser una trampa —decía otro de los miembros de la armada de honor—. Reunirnos allí haciéndonos pensar que es parque y sería una redada.
—La información que viene de nuestra líder siempre ha sido verídica, pasa que tú nunca quieres pelear camarada Han —respondió Tate.
—Niño idiota, pasa que yo sí tengo los pies en la tierra, no desconfío de que sea información verídica. Simplemente puede que nos quieran exponer ¿no entiendes? Nosotros damos batalla por un bien mayor, no porque a papi lo mató la compañía 501.
—¡Qué dices! —golpeó la mesa.
—Tranquilos —tranquilizaba Kuga serena—. Es obvio que todos queremos liberar a Corea de las manos de esos bárbaros, pero no debemos negar que también queremos venganza por nuestros compañeros caídos o la gente inocente.
—¿Entonces? —responde Han
—Seguiremos con el plan, escabullirnos al muelle sin ser detectados. Ya sabemos por nuestra vigilancia cuantos custodios hay en el lugar. Si nos topamos con alguno, intenten que sea a espaldas de ellos…— un fuerte ruido en la guarida hizo que todos sacaran sus armas apuntando a la entrada.
—Tranquilos, tranquilos. Soy yo…
—Kou ¿qué maneras son estás de entrar —dijo Tate.
—Lo siento, debo de hablar de cosas importantes con ustedes.
—Pues llegas tarde, no participarás del plan para saquear las armas que llegan al muelle. Como les decía dejaremos que carguen el camión, lo importante de quedar a sus espaldas es que los matemos cortando su cuello. Así no alertaran a los demás…
—No me importa no participar Kuga, no me interesa ese golpe en lo absoluto.
—¡Ah sí! — dijo la chica con ojos verdes y sacó su pistola. Nadie se iba de la armada de honor con vida, no podía confiar en los desertores.
—No me refiero a eso… Acabo de escuchar en el restaurante que frecuento una noticia que te interesará.
—¿Por qué?
—El dragón esmeralda regresa a Gyeongju.
—¡Qué! — se levantó de forma violenta.
—Llega en un día y medio, parece que está llegando a Fukuoka.
—Ese maldito…
—Es hora de dar el golpe líder Kuga —dijo Kou.
—No… de hecho no…
—¿Ese cargamento es para Tenoh? —descifraba Han—. Kou no está tan equivocado, podríamos matarlo al llegar a Busan.
—No —repitió Kuga—. El cargamento es más importante, si es para Tenoh, viene lo más avanzado. No podemos desviarnos de lo importante.
—¿Matar a ese asesino no es importante? —dijo Seiya.
—Lo es, pero a su tiempo… Si algo me enseñó un gran amigo es a ser listos. No es una trampa, saben que pensaríamos eso porque es una zona sin tanta vigilancia y no nos atreveríamos a atacar.
—Desarmar a Tenoh es mejor, tardarán más tiempo en fabricar ese cargamento.
—Así es camarada Tate.
—Lo que nos da más tiempo para hacer un plan y matarlo.
—Sí camarada Kou.
—Demos el golpe —sonreía Han.
—No eres tan listo dragón esmeralda, no eres tan listo como lo presumes… este es tu tercer error, me dejaste vivir aquel día y con ello el sueño de la independencia coreana.
—¡Por un Joseon libre! —gritaron todos, entre ellos Seiya Kou.
Mientras tanto Shizuru, Michiru y Haruka se encontraban en el crucero que los llevaría de Fukuoka a Busan. El trio cenaba sin muchas palabras a la mesa, todos eran discretos y si alguien había hablado un poco, esa era Shizuru. Su amiga de cabellos aguamarina le respondía, pero al intentar hacer que el muchacho se integrara a la plática él respondía en monosílabos sin ser descortés.
—Bien señoritas, es hora de que me retire a descansar —ellas lo miraban extrañadas—. Descuiden yo reservé otro camarote para que ustedes puedan conversar tranquilamente y no deban de cortar detalles en su charla de chicas.
—¿Plática de chicas?
—Sí para que se relajen y hablen sin tapujos —le dijo tranquilamente a su hermana.
Michiru miraba detenidamente al joven Fujino que siempre parecía reservado, tranquilo y amable. Sin embargo, ella notaba que en sus ojos una gran carga de dolor se asomaba ¿sería que su hermana no lo notaba del todo? Era obvio que a Shizuru le angustiaba el cambio de su hermano, pero ¿realmente no notaba todo el sufrimiento que esos ojos cargaban?
Haruka le hizo una reverencia a manera de despedida y Michiru correspondió, ese era un hombre educado y correcto… ¿qué le podía provocar todo ese dolor?
—Vamos Haruka, quédate un rato más y hablemos los tres —suplicó la menor de los Fujino—. Es que quiero hablar contigo de un tema muy importante.
—Yo podría retirarme si es algo personal —se apresuró Kaioh.
—No, lo mejor es descansar. A pesar de que llegaremos en seis horas a Busan, es importante estar descansados y frescos para el viaje, todavía nos falta mucho para llegar a nuestro destino final. La verdad es que yo deseo hacerlo, porque al llegar a Gyeongju debo integrarme al trabajo y no creo volver a tener jornadas de descanso… no muy seguido al menos.
—Una hora, solamente te pido una hora para que hablemos y luego te vas a descansar —puso sus manos a modo de rezar—. Por favor pumpkin.
—Te he pedido de una y mil formas que dejes de llamarme con ese sobrenombre. Hace años que dejé de usarlo, hace años que está enterrado — dijo molesto.
—Hermano, no deseaba que te molestaras, es solo que me sigue pareciendo lindo y…
—Deja de usarlo Shizuru —sentenció—. Lamento mi sobresalto señorita Kaioh, espero no haber arruinado sus alimentos y velada. Me retiro.
—No tiene que disculparse, he pasado una noche amena.
Él de nuevo hizo una reverencia y caminó serio a la puerta del salón que servía como restaurante. El chico trató de disimular el enfado que llevaba, entonces no bromeaba cuando le pidió a su hermana que no lo llamara de esa forma… ¿por qué? No era una grosería y Michiru también encontraba el sobrenombre adorable y él…
—Debí darle más importancia a su queja de la mañana —comentó Shizuru un poco decepcionada.
—Estos son los momentos en los que dices que se comporta diferente.
—Son los momentos en los que deja de ser él, sí — se tomó las manos para serenarse—. Hace dos años amaba su sobrenombre, ahora que lo llamo de esa forma pareciera que le doy una bofetada con él o que lo maldigo ¿sabes?
—Es extraño… —dijo curiosa—. ¿Cómo se les ocurrió ese alias?
—En realidad yo no se lo puse —cosa que atrajo más la atención de Mi-Suk—. Su prometida se lo puso… su difunta prometida, ella decía que tenía cabeza de calabaza y eso nos divertía, incluso a él que se sonrojaba y se llenaba de dicha cuando lo llamábamos así.
—¿Difunta?
—Sí, ella murió hace un par de años en un incendio y Haruka, supongo que no se perdona lo ocurrido.
—¿Por qué? No es como si él hubiera iniciado en incendio o podido hacer algo si llegó a destiempo ¿no?
—Lo sé, pero él no estaba en el país cuando la desgracia ocurrió, me parece que estaba de viaje por cosas del trabajo. Al enterarse… el cambio que tuvo a raíz de ese evento fue abismal, amiga.
—Seguramente es eso, le duele todavía y se siente responsable por no estar ahí para ayudarla en es instante. Muchas veces nos colgamos culpas que no nos corresponden y le pesa el apodo porque le recuerda a quien tanto amó y no pudo salvar ¿me explico?
—Debe ser, creo que no estoy poniéndome en los zapatos de mi hermano, para mí es como mantenerla viva en nuestra memoria.
—No creo que tu hermano la olvide, que no hable de ella, no quiere decir que no la recuerde a cada momento de su vida. Después de todo era su prometida ¿no?
—El amor de su vida, él siempre lo dijo.
—Y así será. Por el momento debe de llevar su duelo al tiempo que le parezca razonable, si esa tristeza interfiere en otros aspectos de su vida, podrá necesitar ayuda. Por el momento lo que deberías darle es comprensión.
—Tienes razón, trabaja mucho a raíz de ese fatídico momento… debo dejar que sane a su tiempo.
Michiru afirmó, deseaba conocer el nombre de la prometida de Haruka Fujino, pero eso sería grosero, impropio y demasiado intrusivo. Al menos en la vida privada de un joven al que acababa de conocer, era más que obvio que él seguía sufriendo por la muerte de su amada. En realidad, era triste, no se podía imaginar el dolor que debía ser perder a alguien a quien tanto amaste y todo por culpa de un accidente.
—Creo que mejor nos vamos a descansar, así como tu hermano nos sugirió.
—Sí, este tema es muy triste, incluso para mí y no soy la chica que perdió al amor de su vida.
—Pero te das una idea porque estás comprometida.
—Ese compromiso le interesa a mi padre, no a mí… yo no he conocido al amor de mi vida.
—Ah… —¿qué más podía decir? —. Vamos a descansar.
—Sí, llegaremos a Busan a las 6:30 y dijiste que debemos tomar el tren a Gyeongju.
—Es un viaje largo y cansado, llegaríamos a las 11 de la mañana.
Él estaba recargado en el escritorio de su camarote, observando las manecillas de su reloj de bolsillo. Ahora que avanzara o no, era algo que no le preocupaba porque para Haruka el tiempo se había detenido un par de años atrás…
—Nos alegra que estés de nuevo en Japón muchacho — su suegro le palmeaba la espalda.
—Los ingleses le dieron notas honoríficas en su entrenamiento —presumía Haruhiko.
—¿Así que ahora serás más estratégico cuñado?
—Vamos, Seiya, no es algo para presumir… no es tan complicado como piensas.
—Ser militar es un honor hijo —comentó su padre.
—Uno de los mejores — el muchacho desvió sus ojos y la vio —… si me disculpan, debo de…
—Ve — le comentó su suegro
Haruka corrió al encuentro con Kaori que lo esperaba detrás de un pilar, el chico de cabellos cenizos vestía con su traje de gala militar.
—Te ves tan guapo — puso sus manos en las mejillas de Haruka—. Temí que no te vería este año nuevo.
—Jamás dejaría de pasar esta noche a tu lado —se inclinó para poder besarla.
—Haruka, aquí no, nuestros padres se van a molestar.
—Estoy cansado de guardar las apariencias, que más les da. Tú y yo ya nos hemos besado hasta nuestra sombra.
—No hables así, me puedes meter en problemas —Haruka se alejó, ella se veía preocupada—. Pumpkin, ha pasado algo maravilloso… estoy embarazada.
Haruka dio un paso atrás, esa noticia era algo que no se esperaba… su última visita a Joseon había sido exactamente tres meses atrás y…
—Eso… — aclaró su garganta —eso… eso es fantástico— la abrazó.
—Estaremos en problemas cuando nuestros padres se enteren, en poco tiempo deberé de fajarme, porque el vientre se notará… no estamos casados y…
—Yo lo arreglo — tomó su rostro delicadamente —. Le diré a mi padre que busquemos un templo para arreglar nuestra boda, buscaré una casa, les diré que nos casamos en un mes ¿podrías esperar? Un mes, es lo que pido.
—Sé que es un niño.
—¿Eso significa?
—Que sí tonto, te espero ese mes… pero sigo preocupada por…
—Por favor, no debemos de preocuparnos por nada, es un momento feliz Kaori, nuestro bebé es una bendición. Seiya empezará la universidad, se que su visita es corta, pero espera un mes y no nos separaremos más — tomó su mano con la que le quedaba libre.
—Te amo Haruka.
—Yo más, me haces el hombre más feliz del mundo.
—Demonios… — dijo apretando el reloj de bolsillo y luego suspiró—. No es momento, de dejarme llevar por nimiedades.
Al terminar esa frase, Haruka llevó su mano derecha al bolsillo y la izquierda a la nuca. Claro, no debía dejarse llevar por recuerdos y sentimentalismos, necesitaba cumplir con su misión pues nada lo podría detener. Sus cavilaciones fueron detenidas cuando alguien tocó la puerta de su camerino.
—¿Qué ocurre? — abrió la puerta.
—Señor, traigo noticias —respondió el hombre que estaba frente a él.
—Pasa amigo —cerro la puerta —. Dime las noticias.
—Mi capitán, la rata de Gyeongju acaba de notificarnos sobre el nombre de uno de los insurgentes más cercanos a Kuga.
—¿De verdad? —sonrió de forma macabra.
—Sí capitán Tenoh, incluso nos dijo que la armada de honor ya sabe del cargamento a Busan.
—Muy bien, Yiu-Jin.
—El problema es que no puedo contactar al teniente Kou, sabe estamos en un barco comercial y no militar. Si me intento comunicar con él, incluso pidiéndole al capitán del barco el favor…
—Levantaremos sospechas.
—O, los de la armada de honor, si es que hay partidarios se podrían dar cuenta. En estos momentos no podemos confiar en nadie capitán Tenoh.
—Sí, tienes razón. Aunque no hace falta que hablemos con Taiki, él ya sabe de ese cargamento. En realidad, son dos, uno que va a Busan y otro a Jemulpo, ambos llevan armas, pero…
—Señor, no cabe duda de que le complica las cosas a Kuga. ¿No es un poco descortés jugarle una broma así?
—Son armas —dice con una sonrisa.
—Son las inservibles y las de nuestra armada ¿no?
—Sí, la cosa es que dejemos que les atinen a las armas reales o las que se descomponen. Si los vigilamos se darán cuenta de que hay una rata entre ellos y nosotros debemos de saber quien es la nuestra en las oficinas.
—Su plan es… —se ríe Yiu-Jin
—Exacto mi amigo. Solamente te pido que los tuyos tengan vigilada a la rata que nos canta todo lo que hacen los de la armada de honor.
—Con su permiso capitán —hizo una reverencia.
Yiu-Jin sale del camarote de Tenoh que lo mira feliz al saber que, entre ellos, ya no se necesitan más palabras. Es casi como la relación que tiene con su teniente Kou, luego se gira a la silla del escritorio y mira a la nada…
—Y lo peor de todo… atentaron contra mí.
—¿Contra ti?
Esos ojos heridos, traicionados, confundidos… los hermosos ojos color azabache de Kaori regresaban a su mente. Esas palabras dolidas, incrédulas al ver la forma en la que actuaba, habían pasado dos semanas de que le había prometido adelantar la boda y después de eso él le había metido una bala en la frente.
—Ah… odio, realmente odio tu debilidad Haruka Fujino — se dijo mientras se quitaba su saco y doblaba las mangas de su camisa—. Te corté de raíz, no importa cuanto más quieras atormentarme, ya no siento nada… espero que puedas entenderme Fujino, yo debo seguir y cumplir mi deber.
Salió de su camarote, debía aniquilar ese rastro de humanidad, de sentimentalismo porque el viaje a Gyeongju le estaba calando hasta el alma. Después de todo ningún humano podría haber tenido el descaro de matar a su propio hijo, a la madre de este y a su familia. Ese día, en aquella finca Haruka Fujino había muerto y había nacido Haruka Tenoh, el dragón esmeralda que cazaba a los traidores del imperio.
Caminó por los pasillos, si su memoria no fallaba en el salón donde había cenado con las chicas había un piano. Necesitaba tocarlo, porque de esa forma todo se le olvidaba, dejaba de ser el débil Haruka Fujino y regresaba el condecorado capitán Tenoh.
—Regrese a su camarote, no tiene permitido pasearse a estas horas —reclamaba un marinero.
El semblante de Haruka cambió a uno iracundo, caminó directamente al hombre y con toda la fuerza llena de rencor que cargaba lo azotó contra una pared.
—Quizá quieras pensarlo dos veces, no soy cualquiera en este pequeño barquito. Soy el capitán Haruka Tenoh de la compañía 501. Si se me hinchan los cojones puedo arrojarte a las aguas. Yo soy compasivo y no te mataré, pero no sé qué decida el mar.
—Lo… lo si…siento capitán Tenoh. Usted puede caminar por el barco al horario que desee.
—Largo —respondió.
—Realmente tiene ojos de demonio —murmuró al retirase.
Haruka siguió su camino al lugar que deseaba, ingresó al salón y caminó directamente al piano. Cerró los ojos como siempre lo hacía luego de tomar asiento y abrir la tapa, unos segundos era lo único que necesitaba para después comenzar a tocar sin revelar el color de sus ojos.
Mi-Suk tampoco podía dormir y salió a despejarse un rato, envidiaba la calma de su amiga, pues Shizuru dormía como una piedra. Pronto, muy pronto estaría en casa, con su gente y si lo deseaba podría usar su hanbok. Miraba a la mar emocionada, aunque el miedo le invadiera por todo lo que ocurría en su bello país.
—¿Chopin? — se giró al escuchar el estudio—. Opus 10: número seis…
Hipnotizada, así se sentía ante la destreza de quien interpretaba aquella melodía tan melancólica. Sí, quien tocaba lo hacía desde el fondo de su corazón, estaba conectado con la historia de la pieza y del compositor. Caminaba para intentar llegar a la fuente de origen y se dio cuenta de que venía del salón.
Entrar no fue difícil pues la puerta estaba abierta, en ese instante sus hermosos ojos azules se posaron en Haruka que en ese momento es la viva imagen de un amante en sufrimiento. Su corazón se detiene por el llanto contenido en esas notas y lo sabe, el hombre frente a ella sigue sufriendo. No puede evitar sentirse desolada como lo está Haruka…
—¿Qué tan malo soy del uno al 10? — resuena la voz del joven.
—¿Cómo dice?
—Tú estudiaste música, eres violinista o al menos eso recuerdo ¿no?
—Está en lo correcto joven Fujino.
—¿Mi interpretación fue buena o al menos correcta?
—No había escuchado mejor interpretación de los estudios de Chopin.
—Ya veo… ¿Puedo hacerle una pregunta señorita Kaio?
—Por supuesto.
—¿Por qué viaja a Joseon?
—Bueno… es el lugar en que vivo desde que mis padres llegaron en 1910 —respondió con seguridad e intentando no asquearse de ella al negar sus raíces —. Yo era un bebé cuando llegamos a Joseon.
La violinista nota como Fujino la observa detenidamente, casi como si la estuviera estudiando.
—Muchos de nuestros compatriotas se aventuraron a Joseon en ese año, es normal porque ese país dio mucho crecimiento económico a los nuestros.
—Sí, a mis padres no les va mal en esa aventura.
—Estos años en Japón, ¿son los únicos en los que ha estado en nuestro gran imperio?
—Temo decir que sí.
—No temas, al final del día eres una buena hija y no tiene nada de malo estar al lado de tus padres. Después de todo, acabas de realizar tu sueño que es ser violinista ¿no?
—Sí, así es.
—¿Quieres tomarte un tiempo en Joseon antes de iniciar tu carrera en Japón?
—Sí, sí… eso haré.
Que asco, que asco negar su ascendencia coreana, que asco hacerse pasar por una japonesa… que asco era ser Michiru Kaioh y no Mi-Suk Kang. Pero si Haruka se enteraba y era de esa clase de ultranacionalistas la trataría mal, la humillaría. Por dios, los mismos coreanos projaponeses los trataban como ciudadanos de segunda. El trato que recibían era inhumano y ella se había vuelto una traidora de su país, se sentía el ser más inmundo, el más sucio.
—Fue una suerte llegar a tiempo para acompañarlas en este viaje. Joseon se ha vuelto un lugar muy violento, es un caos.
—Joseon no es un caos, mucho menos peligroso — dijo enfadada—. Yo he pasado toda mi vida en ese lugar, quizás si al gobierno le interesara un poco la seguridad de Joseon no estarías hablando de esas ridiculeces. El imperio debería dejar de actuar tiránicamente a la hora de resolver los conflictos en Corea.
—Vaya, vaya — Fujino se levantó amenazante del banco y caminó con calma a Michiru.
—Yo… — no puede creer lo que ha dicho, se siente nerviosa porque Haruka está cerca de ella.
—Si me permites darte un consejo —dice sereno—. No deberías de hablar como una separatista, las cosas están muy complicadas y si un militar o gente del kenpeitai te escuchara, podría malinterpretarte. Eso no es bueno señorita Kaioh, no te metas en problemas.
—Tiene razón, uno no sabe cómo se podrían tomar mis palabras —contesta, no es una advertencia, de verdad parece preocupado y luego él le sonríe. No es burlona, no es irónica, es sincera—. Gracias por el consejo.
—Ya es tarde y no es correcto que pasees sola por el barco. Te acompaño a tu camarote y luego me iré al mío.
—Se lo agradezco mucho — ambos caminaron silenciosamente. Al llegar a su camarote, los chicos se despiden y Haruka se retira con las manos en los bolsillos despreocupado.
Continuará...
Chicos tuve un poco de tiempo para estudiar, pero creo que me atrasaré con la otra historia, les prometo que la otra semana tendrán actualización de "Alguien tiene que ceder". Muchas gracias por darle una oportunidad a esta historia y por los comentarios, me temo que Tori Tori no estará con nosotros en los comentarios por el tema, es uno que le cuesta y me dijo que será una mera lectora, pero que se pasará a saludarlos de vez en cuando.
RoshellBrief: Sí, es uno que he estado preparando desde hace muchos años y que comencé a escribir (en borrador) hace un año, justamente. Hoy no hubo sangre y tampoco quiero ser tan gráfico ¿no? Pero por momentos deberá serlo, ya sabes depende de los personajes. El tema es uno complicado y juro que lo trato con el respeto que se merece.
Gracias por darle una oportunidad a la historia y como siempre te envío un abrazo desde una galaxia muy, muy lejana.
E.I nygma: Vendrán más cosas "sad" en esta nueva aventura que tendremos, sobre todo porque es la primera ves que escribo un crossover. Debo darle más interacción a todos, pero pronto podremos desarrollar la participación de Shizuru y Natsuki, así que no se desesperen ja ja ja.
Lo del cambio de nombres, pues fue una orden del imperio japonés en su ocupación a Corea, tenían nombres japoneses y no estaban de acuerdo. Pero como en todo, no hay un solo villano en la historia, lamentablemente los que ganan las guerras son quienes la escriben. Claro, tampoco debemos de olvidar que en todos los bandos se actúa de forma inhumana y son las cosas que debemos recordar para no repetir jamás (en un mundo perfecto y utópico). Sí, únete a mí y juntos dominaremos la galaxia... ah no, eso es Star Wars ja ja ja.
Queridos lectores que comentan y anónimos, se les quiere. Nos leemos pronto... ahora sí dentro de un mes ja ja ja.
