Maria definitivamente no había tenido el mejor fin de semana. Principalmente porque había una terrible laguna en su cabeza que le causaba ansiedad. Las cosas eran demasiado confusas y nadie podía darle una explicación concreta, principalmente porque su, entre comillas gigantescas, mejor amiga, no quería si quiera escuchar el nombre Tsubasa Kazanari, y no era tan cercana con su novio Leiur como para ponerlo en interrogatorio.

La mañana del domingo, Maria despertó en su recámara sin tener ni puñetera idea de cómo había llegado, ni que hacía allí en primer lugar, se supone que iría a casa de Phara al terminar la fiesta, Leiur las llevaría a ambas sanas y salvas. El asunto se volvió todavía más surrealista cuando entró su abuela con un semblante preocupado, preguntando si se encontraba bien.

— ¿Hay algo malo? —Preguntó tras ver que tanto Nastassja, como Serena, su hermana menor, no le despegaban la mirada mientras almorzaba, ya pasaban de las doce cuando se despertó.

—Eso es lo que yo debería preguntarte—Comentó Nastassja—No todos los días me llaman para decirme que mi nieta fue drogada.

Maria se atragantó con lo que estaba comiendo.

— ¿Disculpa?

Eso fue apenas el preludio de lo que sería su propio tormento, pues mientras Nastassja le narraba como fueron los hechos que llevaron a que una simple reunión terminara en desastre –según a lo que Phara le había explicado–, soltó un comentario que le heló la sangre:

—Es una fortuna que Tsubasa se encontrara en el lugar y me informara de la situación. No me quiero imaginar que sería de ti de no ser así.

— ¿Tsubasa estuvo conmigo? —Preguntó entre sorprendida y asustada.

—Tsubasa te estuvo cuidando mientras llegaba por ti—Respondió Nastassja sin un segundo pensamiento—Fueron Leiur y Phara quienes te trajeron, según parece, le pidieron ayuda a Tsubasa para contener una situación por lo que me saludó a la distancia. Ya Phara me terminó de aclarar todo mientras el Joven Ver te acomodaba en el auto para regresarnos a casa.

Maria se hundió en su asiento, queriendo que la tierra se la tragara.

—No tenías porqué molestar a John también, estará muy angustiado en estos momentos.

—Entonces te recomiendo que lo llames—Sugirió Nastassja antes de beber de su café—Además, no sé de qué otra manera esperabas que llegara al lugar.

Silenciosamente, Maria tuvo que darle la razón. La vista de Nastassja no era lo que era antes, por cuestiones de edad –y herencia genética– terminó desarrollando una enfermedad que paulatinamente le iría quitando la vista, y aunque se le sometió a varias cirugías, no había mucho que hacer por su ojo derecho, estaba prácticamente ciego. Gracias a eso, Nastassja decidió jubilarse del hospital para el que laburaba, recibiendo una generosa pensión por parte de sus jefes, y comenzó a dar clases a nivel universitario gracias a su poca voluntad de quedarse en casa y reposar. Es más que evidente que dicho problema visual la hacía no apta para conducir, eso y que cada vez se fatigaba más rápido. Y ya que Serena apenas tenía dieciséis años, era lógico que llamara a alguien que pudiera llevarla en auto a un lugar al que solo podías llegar en auto.

¿Pero tenía que ser él de todas las personas? No tenía nada en contra suyo, al contrario, eran buenos amigos; pero el chico era bastante sensible y esto se potencializaba cuando había algo que la involucrara. Él nunca se lo había dicho de manera directa, pero Maria era consciente de que el doctor sentía cosas por su persona.

—Quiero desaparecer—Murmuró antes de masticar un trozo de pan, recibiendo una pequeña risa por parte de Nastassja, al mismo tiempo que Serena quería consolarla.

Pasado el almuerzo, llamó al doctor para informarle que se encontraba bien, pero por más que insistió, el joven se hizo presencia en su casa para la hora de la cena. Y a pesar de lo que muchos pudieran pensar, lo cierto es que ambos contaban solo con un año de diferencia, el joven americano era todo un prodigio, se saltó varios cursos y se graduó a los diecinueve. En su haber contaba incluso con un doctorado, lo cual le tenía su título más que respaldado. El Doctor John Wayne Vercingetorix, o Ver, para abreviar; estaba muy interesado en los avances que Nastassja tuvo en su "época dorada", aplicando para un intercambio en la universidad que la tenía a ella de planta de manera exitosa, cosa que lo llevó a Japón en primer lugar. Que conociera a Maria fue solo cuestión de tiempo, y el que se quedara en el país nipón era mayormente por su causa, aunque no lo admitiera.

Por lo menos su visita le trajo algo bueno, y es que pudo olvidarse por un momento de la cortante actitud de Phara y el constante zumbido en su cabeza de que le advertía que algo había pasado.

Trató de actuar el día lunes con normalidad, y lo hubiera pasado como cualquier otro día de no ser por la extraña actitud de Tsubasa, quien no prestaba absolutamente nada de atención a lo dicho por su docente favorito en su asignatura preferida. Por más que le hizo señas de que prestara atención, la Kazanari se la pasó en las nubes.

—A ver espada torpe, ¿qué tienes ahora? —Cuestionó haciendo su tan característico movimiento de darle un pequeño golpecito en la frente usando su dedo medio, para regresarla a la tierra una vez que comenzó el receso y la vio plantada en su asiento.

— ¿Era necesario el maltrato? —Tsubasa amaba y detestaba que hiciera aquello, le hacía sentir cuidada, pero una niña pequeña a la vez, o eso le había dicho.

—Tu novia podría enojarse si la haces esperar—No era fácil actuar como si aquello no le importara, pero al menos se había acostumbrado. Por lo menos el decir la palabra "novia" le recordaba el lugar que Yukine Chris tenía en la vida de Tsubasa, y por más que lo quisiera, eso no es algo que cambiaría por su cuenta—Ve, anda.

—Sobre eso…—Tsubasa sacó el bentō de su bolso, posándolo en el pupitre—…Digamos que estamos peleadas.

Su cara lo dijo todo, esa sonrisa triste mostraba lo mal que la tenía aquello, por más que aparentara estar bien.

— ¿Qué? —No pudo disimular su sorpresa— ¿Por qué? Si se puede saber, claro.

Esas dos nunca peleaban, aun si le costaba admitirlo, Maria pudo ver porque habían durado tanto tiempo, y porqué Maria significó nada para Tsubasa. Tsubasa cuidaba demasiado de Chris y ésta a su vez, le enfocaba toda su atención.

—El estrés causa cosas extrañas y Yukine comenzó a pensar tontería y media, nos causó un roce y discutimos sobre ello esta mañana. Creo que le causé una decepción, me sabe mal.

Aquello… aquello no tenía sentido.

—Bueno, nadie es perfecto, no tendría por qué saberte mal en lo absoluto. A final de cuentas, ella lo entenderá, y todo volverá a ser como antes. —Quiso aconsejar.

Tsubasa rio sin gracia—Realmente lo dudo.

—Puedo hablar con ella si gustas. —Se ofreció al verla tan conflictuada, pero siendo sincera, ni siquiera tenía idea de que podría hablar con Chris para mejorar su situación.

— ¡No! —Casi gritó, tomándole del brazo, como si fuera a ir en ese justo momento, la desesperación en sus ojos y en su voz... Un escalofrío recorrió su espalda—No, me pidió tiempo, tengo que respetar eso, y por consecuente, eso te incluye, ya que eres más amiga mía que suya.

—Dios mío, ¿qué le hiciste? Ya estoy considerando seriamente el golpearte.

"Actúa normal" se dijo, buscando controlar esos incontrolables nervios.

—No pude decirle que la amaba—Maria alzó la ceja, interrogante—En estos casi tres años juntas, no he podido decirle que la amo ni una sola vez.

Aquello le dejó sin palabras, por lo romántica empedernida que Maria sabía que Tsubasa era de puertas para adentro, y lo asquerosamente obvio que Chris estaba hasta los huesos por ella, se esperaba que en su intimidad derrocharan miel y hojuelas.

No dudaba que lo dicho por Tsubasa fuera cierto, ella no era capaz de mentir cuando se trataba de sus sentimientos; pero, porque había un "pero", su intuición le dijo que había algo más, y el cómo la peli-azul le evitaba la mirada o entablar una conversación fuera de monosílabos le dejó dos posibles situaciones.

Uno, algo en ella incomodaba a Tsubasa. O dos, algo en ella incomodaba a Tsubasa y provocó la situación actual.

Repentinamente algo hizo clic en su cerebro, la actitud de Phara y la ambigua explicación de Tsubasa.

Oh. Dios. Santo.

O tres, algo pasó entre Tsubasa y ella que Maria no podía recordar durante el tiempo en que cuidó de ella.

¡Qué situación por contener ni que nada! ¡Tsubasa no quería estar cerca suyo!

Quiso llorar, pero solo se centró en su comida, y una vez el receso terminó y se reanudaron las clases, pidió permiso de ausentarse en la enfermería, ocupaba escapar y poner sus pensamientos en orden. Necesitaba saber qué había pasado, y el forzarse tanto le dio dolor de cabeza sin contar que, repentinamente, tener a Tsubasa tan cerca le sofocaba.

Llegó a la enfermería, recibiendo la indicación de Shamal de recostarse en una de las camillas hasta que lo creyera necesario. Concluyendo que el universo la odiaba cuando vio unos ojos amatistas que conocía muy bien, observándole con cautela desde la segunda camilla. No podía "mágicamente" recuperarse, por lo que supo que no tenía más remedio que quedarse en el lugar, recostándose de lado, estando así frente a frente con Yukine.

Ninguna dijo nada por un largo tiempo, sin embargo, se sentía la tensión.

—Lo siento—Murmuró, arropándose con la cobija.

— ¿Por qué te disculpas? —Cuestionó Chris.

¿Qué podía decir? Sólo dijo lo que le pareció más correcto.

—No lo sé.

— ¿Por qué te disculpas si no sabes qué hiciste mal?

—Me siento culpable.

— ¿De qué exactamente?

—Tampoco lo sé. Siento que hice algo, pero no sé qué con exactitud.

—Ya veo.

El silencio vino nuevamente.

— ¿Por qué estás aquí? —Preguntó Maria.

—El verano en Japón es un martirio—Respondió Chris, Maria le dio la razón—Cuando la temperatura es muy alta, como hoy, me da un golpe de calor y comienzo a sangrar por la nariz, a veces incluso caigo inconsciente.

—Suena horrible.

—Lo es.

Hola silencio, ¿cómo estás? Ya es la tercera vez que nos encontramos.

— ¿Qué tal tu fin de semana? —María gruñó ante la pregunta—No muy bien, supongo.

—Terrible, desperté en mi casa sin saber cómo llegué con Madam preocupada y John todo paranoico.

— ¿John? ¿Es tu novio acaso? —Maria quiso reír, pero no lo vio como lo más ideal.

—No, no—Negó viendo el techo—No de momento al menos.

— ¿Te gusta?

—Tampoco, pero en el futuro quien sabe—Contestó—Es amigo de la familia desde hace mucho, es un chico bastante tierno y dulce, aunque algo sensible.

Y el silencio vino por cuarta vez, aunque esta vez, ninguna de las dos fue quien lo rompió, sino la enfermera, que decidió saludar al nuevo visitante.

—Ara, no me digas que te sientes mal tú también. Si es así mejor hablo con mis superiores para que suspendan las clases.

—No para nada—Ambas se quedaron tiesas al escuchar la voz de la Kazanari. La reacción de Chris fue inmediata, y se escondió totalmente bajo las frazadas, Maria cerró los ojos fingiéndose dormida—Vengo a dejar las cosas de Maria, iremos al auditorio, hablé con el profesor y decidió justificarle la asistencia para que pueda ir directo a descansar a su casa. Sé que no ha estado en sus mejores días.

—Vaya novia más atenta— ¿Es en serio mundo?

Escuchó un suspiro.

—Solo somos amigas, y no va a salir de allí—Ya lo sabía, pero escucharlo de sus labios dolía de manera inimaginable.

— ¿De verdad?

—De verdad—Aseguró— ¿Dejo esto contigo?

—Puedes dejarlo junto a su camilla, no hay ningún problema.

—Gracias Shamal—Agradeció la Kazanari, y momentos después, Maria pudo sentir su presencia a un lado suyo, misma que permaneció quieta tan solo por unos cuantos segundos.

Posteriormente, escuchó el ruido sordo de su bolso contra el suelo y se concentró en el calor que irradió la mano de Tsubasa sobre su rostro, acariciándole con ternura. Seguramente su rostro estaba más cerca de lo que debería, pues algunos mechones le hacían cosquillas sobre sus mejillas.

—A mí también me gustaría olvidarme de todo… sería tan fácil…—Maria se cuestionó si podría escucharla de no haber estado tan atenta a ella. Posiblemente no, las palabras de Tsubasa habían salido prácticamente como un susurro.

Le costó todo su autocontrol no reaccionar cuando los labios de Tsubasa se posaron sobre su frente antes de pasar a retirarse, despidiéndose de la enfermera, y agradeciéndole una vez más.

Abrió los ojos lentamente una vez sus pasos se escucharon fuera de la enfermería, y se quedó contemplando el techo por unos momentos sin saber que pensar de aquel pequeño acto, estaba aturdida, no le quedaba duda.

¡Estúpida Kazanari!

Se giró a su derecha, recordando entonces la presencia de Chris, quien le miraba con una sonrisa que no le inspiraba tranquilidad. Sintió miedo, pero no por ella, sino de sus acciones.

Tsubasa quería olvidar, y gracias a eso, no le quedaba la menor duda de que había contribuido a la situación actual de la pareja de ensueño.

—Lo siento—Dijo, de nuevo sintiéndose culpable.

—No te disculpes si no sabes qué hiciste mal, no está bien—Chris era del tipo de personas que no podía ocultar sus emociones por más que lo intentara, por eso supo que la chica no estaba molesta con ella, contrario a lo que su paranoia le hiciera pensar.

Sin embargo, tenía que hacer algo que remediara lo que su imprudente actuar había hecho.

Hablar con sinceridad sonaba como la mejor opción.

Puede que Tsubasa fuera lo suficientemente despistada para no notarlo, pero sabía que con Chris no era igual, especialmente si todo el mundo parecía tener la osadía de señalarlo.

—Yo respeto su relación—Comentó—Nunca buscaría causarles daño, si hice algo, de verdad lo lamento, no fue mi intención.

—Eres una buena chica, Maria —La escuchó decir, mientras abandonaba la camilla—A veces demasiado para tu propio bien.

— ¿Qué significa eso?

—Significa que confío en ti.

Tras pronunciar aquello, Chris fue con Shamal y le agradeció sus cuidados para después abandonar el lugar; dejando a Maria finalmente sola con sus pensamientos.

Cuando menos se dio cuenta, cedió ante Morfeo.


Despertó agitada, casi incorporándose en la camilla, sorprendiéndose de ver a Phara a tan solo unos pasos. Le costó un poco asimilar que estaba en la enfermería y lo que le había llevado a estar allí. Tal pareciera que esa información no pudo integrarse con la anterior, pues no recordaba prácticamente nada de lo que había soñado, porque era solo un sueño, ¿verdad?

"¿Que sientes por mí?"

La pregunta que Maria jamás pudo vocear.

"No lo sé"

La proyección de lo que sus propias impresiones. En cuanto sus sentimientos se tratara, era difícil descifrar a Tsubasa.

"¿Me quieres?"

Era esa la manera en que muchas veces Maria soñó con asegurar que sus sentimientos eran correspondidos.

"Sí"

La fantasía más cruel que su propio cerebro le montaba.

— ¿Te sientes mejor? ¿Quieres que te ayude a ir a casa? —Cuestionó Phara acercándose a ella.

— ¿Ya terminó el día? —Preguntó.

—Así es.

Tenía que intentarlo una vez más.

—Phara, ¿qué pasó esa noche? —Ojos jade se encontraron con turquesa. Nunca había visto tanta dureza por parte suya, Maria no era consciente de eso, pero en esos momentos reflejaba un aura de vulnerabilidad tremenda. Phara debía mantenerse firme, porque Maria no estaba lista para escuchar algo que la terminaría de destrozar.

Maria lo comprendería más tarde.

—No pasó nada, Maria—Repitió.

Maria decidió no creerle y buscar la respuesta por sí misma, sin saber lo difícil que sería.

Maldijo una y mil veces su descuido, agradeciendo también una y mil veces que hubiera habido gente que se preocupara por ella. Estaba segura al cien por ciento de que de no ser porque Phara notó algo extraño en su desinhibición hacia un completo desconocido, nadie hubiera intervenido como Leiur lo hizo y seguramente el día de hoy, en lugar de preocuparse por algo que hizo, se preocuparía por algo que le hicieron.

No estaba muy segura de porque no sospechó del trago en primer lugar. Madam le había reiterado varias veces que nunca aceptara bebidas de desconocidos, y que aun con los mismos conocidos, desconfiara un poco. Y por lo general así era, no comprendía porque en su estúpida cabeza rosada concluyó que no pasaría nada. Que él también bebiera un vaso que preparó junto al suyo no garantizaba nada.

Phara le había llamado dramática más de alguna vez, y por más que odiara reconocerlo, tenía toda la razón en hacerlo. El mundo no dejaría de girar por un romance fallido, era ridículo, pasaría de ello cuando menos se diera cuenta. Pero no, a Maria le gustaba ahogarse en un vaso de agua ella sola.

No era como si la Cadenzavna se la pasara hundiendo sus penas en alcohol ni mucho menos, simplemente gustaba ponerse "un poco alegre" cuando salía con su grupo de amigos, así al menos podía actuar con naturalidad, olvidándose de un rato de esa frustración que la perseguía a todas partes por culpa de las confusas acciones que Kazanari Tsubasa realizaba cinco veces por minuto cuando se encontraba con ella. Especialmente si dicha espada torpe se encontraba en el lugar, pero tampoco demasiado como para ser presa de sus emociones reprimidas, y por un maldito carajo, justo tenía que pasar cuando bajaba la guardia por primera vez.

El universo la odiaba, sin duda alguna.

Llegó a casa de mal humor, agradecía al infinito que ese día Madam tenía que dar clases por la tarde y que Serena hubiera decidido salir con Shirabe, Micha y Elfnein, a hacer cosas de adolescentes de dieciséis años en preparatoria. Hablar de chicos o cualquier otra cosa estúpida, como acomplejarse por meras idioteces.

Sí, Maria sabe que las chicas (por lo menos la mayoría) no hace estas pavadas, pero le importaba una mierda ser precisa gracias al terrible humor que se cargaba.

Todas las reflexiones que había ido haciendo de camino a casa solo lograron que su ira internalizada, se combinara con la frustración que llevaba casi un año arrastrando y se sumara con la nueva frustración de no poder recordar que pasó en aquella fatídica noche de sábado.

Comió de mala gana lo que Madam le dejó en el microondas y se encerró en su habitación una vez lavó la loza. Al demonio con las tareas, es Japón, solo importa pasar el examen ya que las agencias solo se van a fijar que salió de la Universidad de Bellas Artes y Música de Tokio, importándoles poco o nada que fuera los matados o no.

Se dejó caer sobre la cama, observando el techo con enfado, como si él fuera responsable de su olvido. Seguía sin tener idea de qué hacer y en su mente solo se repetían en bucle su voz con la de Tsubasa teniendo el mismo diálogo.

"¿Me quieres?"

"Sí"

Después había un silencio, y en momentos aleatorios escuchaba un "no quiero perderte, Maria" seguido del deseo de olvidar por parte de la menor que terminaba con un cosquilleo en su frente.

¡Maldita sea Tsubasa! ¿Por qué demonios debes ser tan amable? Si fuera de otra manera, nada de esto estaría pasando.

Giró a lo largo de la cama y finalmente quedó de lado, viendo el peluche de felpa que reposaba a un lado de su almohada. Sí, era infantil, muy, muy, muy infantil, ni siquiera Serena llegaba al punto de idolatrar un peluche, aunque, por otro lado, su hermana parecía ser asexual siempre parecía tener nulo interés de sostener alguna relación… y mejor que así se mantuviera, nadie era digno de su hermanita. Jaló al pequeño pokemón (que ni el nombre se sabía porque jamás fue fan de la serie) hasta dejar los ojos del peluche a la altura de los suyos, casi deseando que fueran remplazados por la mirada de otra persona.

Ese animaloide llegó a su casa once meses después de conocer a Tsubasa, no era el único regalo que la chica le había hecho, pero sin duda era el que apreciaba más. Maria, por mes y medio más, se refirió a la salida que tuvieron ese día como su verdadera primera cita, principalmente porque Maria estuvo a nada de comprobar si aquellos labios eran tan dulces como imaginaba.

Por el festival cultural que se hacía semestralmente, para que los alumnos pudieran presentar sus avances, los de tercer y quinto semestre fueron escogidos por sorteo, pero debido a que el grupo de tercero era muy pequeño, se anexó al grupo de segundo a cambio de créditos extra como apoyo por acuerdo de ambos tutores. Noveno y décimo siempre participaban por default, así que la mayoría de las veces los distintos grupos trabajaban en conjunto. Maria recordó como en su primer semestre le tocó presenciar una puesta en escena completa gracias a la unión general de todos los décimos con todos los novenos, fue maravilloso, Tsubasa y ella lo presenciaron todo desde la primera fila. Aquel día, ya habían dejado todo preparado, quedando libres demasiado temprano. Maria habló entonces de un encargo por parte de Madam y Tsubasa se ofreció a acompañarla, sin encontrar ninguna negativa. Solo era recoger unos libros que Nastassja ocuparía para complementar sus clases, por lo que dejaron la motocicleta de Tsubasa aparcada en casa de la Cadenzavna y emprendieron marcha. No fue la gran cosa, cantaron canciones sosas de la radio en el camino –de forma exagerada–, charlaron de todo y nada, como siempre les sucedía, y disfrutaron su mutua compañía, viendo alrededor en busca de una excusa que les sirviera para evitar separarse.

Alabado fue el señor cuando se encontraron con un arcade.

Tsubasa hizo el comentario de que, por la crianza de su abuelo, realmente nunca le habían permitido ir a uno, solía decirle que eran distracciones mundanas para gente inútil; por lo que, ni corta ni perezosa, Maria retornó el auto para tomar camino de vuelta al mismo. Y magnífico señor del espagueti volador, fue toda una experiencia.

Por obvias razones Tsubasa le dio una paliza en las carreras de moto, aunque eso no excluyó que Maria le diera buena competencia, a pesar de que los modelos que hacían de control/simulación les quedó chico a ambas debido a sus notables estaturas, dándoles alguna que otra complicación, especialmente en la parte de las piernas. Maria demostró ganarle por fuerza a Tsubasa golpeando una máquina con la magnífica diferencia de un punto; cosa que se replicó, pero a la inversa, en el juego de básquet, donde un tiro de último momento superó el puntaje anterior de la Cadenzavna, justamente, por un punto. Donde Maria si pudo demostrar una notable superioridad fue en juegos más azarosos, es decir, contaba con buena suerte, en juegos más de condición física terminaron en empate rotundo, como aquel que simulaba saltar una cuerda, para que a la final Tsubasa "recuperara su honor" en juegos de puntería, donde muy ambiguamente mencionó que su kohai practicaba arquería y algo de eso se le había pegado.

Siendo lo mala perdedora que era, Maria le retó que no podría sacar un peluche de la grúa al primer intento a lo que Tsubasa le rebatió que eso era simple cálculo… ¡y demostró estar en lo cierto! O por lo menos la máquina con su moneda llegó al número de intento que te permitía ganar, porque cuando Maria lo intentó, no obtuvo nada.

—Esto tiene que estar arreglado, si lo intentas nuevamente seguro no obtienes nada—Se cruzó de brazos, indignada.

Tsubasa rio—Lastimosamente, ya estamos a nuestro límite, nos queda únicamente lo del combustible, por lo que no podremos comprobar tu teoría.

Maria siguió refunfuñando y Tsubasa se acercó a ella, poniendo el peluche entre ellas.

— ¿Qué te parece si tú te quedas con Nana y dejamos las cosas en un empate?

— ¿Le pusiste nombre a esa cosa? —Maria no pudo evitar reírse.

— ¿No se supone que los peluches llevan nombre? —Arqueó la ceja— De no ser así, entonces he sido engañada.

— ¿Y por qué Nana?

—El siete es mi número favorito—Contestó encogiéndose de hombros.

—Con que sí—Tomó el peluche de sus manos y lo acercó más a ella—Pero dado a que ahora es mía, creo que la llamaré Kanden.

—Que tenga dos nombres entonces.

—Es la peor combinación de la historia, además de que tener un nombre conformado por más de dos elementos es raro, también va a tener mis apellidos.

—Habló la voz de la experiencia—Recibió un golpe en el hombro por su broma— ¡Hey! ¿Era necesaria la violencia?

—No tientes tu suerte, Kazanari.

Ambas rieron de lo ridículo de la situación y abandonaron el lugar con una sonrisa notable. El camino de regreso fue silencioso, y la mano de Tsubasa buscó la suya mientras Maria las conducía de vuelta a su casa, y no la soltó incluso cuando debía hacer los cambios en la palanca. Cuando arribaron, recién había caído el sol y las luces estaban encendidas, por lo que claramente Nastassja o Serena (o ambas) ya estaban en casa.

—Supongo que hasta aquí termina la aventura del día de hoy—Dijo Tsubasa viendo hacia la casa.

—A menos que Madam quiera invitarte a cenar… otra vez—Contestó Maria, acercando su cuerpo un poco hacia el asiento del copiloto de manera inconsciente.

—Tendré que pasar en esta ocasión, tengo un compromiso con mi padre en un par de horas—Se giró hacia ella con una sonrisa cómplice—Pero la siguiente vez no habrá problema, tengo que ver también en qué condiciones tendrás viviendo a nuestra hija.

—Eres una idiota —Se rio al comprender que hablaba del peluche.

Sin darse cuenta, Tsubasa igualmente inclinó su cuerpo, buscando mayor proximidad.

—Gracias por el día de hoy, ya tengo otra cosa que reclamarle a mi abuelo en el siguiente aniversario de su muerte. Siento que he vivido bajo una roca todos estos años.

—Gracias a ti por dejarme vivir esta experiencia contigo—Los dedos en la mano de Tsubasa le dieron un suave apretón a los suyos que se entrelazaban con los propios—Me pregunto qué tantas cosas más podría enseñarte.

Su rostro se acercó al de la peli-azul.

—Sería muy interesante descubrirlo—Tsubasa le sonrió, acercando su rostro igual.

—Deberíamos repetir esto alguna vez.

Estaban ahora más cerca.

—No suena nada mal.

Más cerca.

—Definitivamente no.

Su mirada iba de aquellos ojos índigo a sus labios, acción que era correspondida, pero ninguna tomaba la iniciativa.

Se quedaron en esa posición varios momentos hasta que el universo hizo de las suyas. La mano libre de Tsubasa fue directo al rostro de Maria y lo acarició con la misma ternura que utilizó en el presente en la enfermería, dejándoles tan cerca que podían respirar el aliento de la otra, y esa pequeña hesitación permitió que el teléfono de Tsubasa rompiera la burbuja en la que se habían sumergido.

Era su padre, quien le notificaba que ahora cenarían fuera, lo que le dejaba a Tsubasa menos tiempo para alistarse.

Salieron del auto en un incómodo silencio, asimilando cada una a su manera lo que por poco pasa. Llegando a la misma conclusión: no era momento de dar el siguiente paso todavía.

Maria no podía comprender como cosas como aquella sucedieron si Yukine Chris era una parte tan fundamental de Tsubasa, como la misma Tsubasa se encargó de reiterar.

Rememoró el cosquilleó que sintió cuando Maria se armó de un poco de coraje, y besó a Tsubasa en la mejilla, cerca de la comisura, para despedirla aquella noche, antes de que se pusiera el casco. Fue muy similar al que sintió con ese beso en la frente, ¿se sentiría igual de haber sido en los labios?

— ¿Tú qué opinas Kanden-chan? —Miró al peluche, se acercó y besó tiernamente su nariz.

Durmió nuevamente, y quizá fue el exceso de dulzura que aquel recuerdo le provocó lo que le hizo tener la visión más surrealista dentro de sus sueños.

Estaban Maria y Tsubasa, recostadas en el suelo de alguna terraza que Maria no reconocía, viendo hacia el cielo, con las manos entrelazadas, de la misma manera qué lo hacían en el coche aquella vez.

—Perdona la manera en la que te traté, sé que es muy confuso para ti. —Murmuró Tsubasa.

—Me hiciste sentir usada—Se escuchó decir, contrario a sus otros sueños, ese no podía controlarlo, más bien era como si el sueño la controlara a ella.

—Lo siento.

—No es solo tu culpa, también es mía—Se giró a verla—Creo que me gusta provocarte.

Tsubasa se giró con ella y le sonrió. Sus labios estaban hinchados y parte de su pelo se veía desaliñado.

—Mi auto control está de la patada desde que te conozco—Alzó sus manos juntas—Míranos.

—No te ayudo mucho tampoco.

Tsubasa se acercó a ella, y con toda naturalidad, la besó, y ella correspondió. Era un beso dulce, pero que aun así le mandó una corriente eléctrica por todo el cuerpo.

—No hay mucho que puedas hacer—Dijo cuándo se separó—La culpa siempre ha sido mía, no he tomado las mejores decisiones y te estoy arrastrando en mi propio desastre.

Maria fue ahora quien la besó, sintiendo un entero regocijo dentro cuando fue correspondida.

—Tengo sueño, mucho sueño, pero no quiero dormir.

Tsubasa le dio un pequeño toque en sus labios.

—Debes descansar, has pasado por mucho.

—Pero una vez que vuelva a despertar ya no podré tenerte y estoy cansada de esto. Quiero que todo termine quiero olvidarme de ti y lo que me haces sentir—Comenzó a llorar.

—No, por favor no—Tsubasa giró todo su cuerpo y se pegó al suyo, acariciando su rostro de esa manera que ya parece hábito suyo. Su voz se quebró—Sé que es egoísta, pero por favor, no me olvides todavía.

— ¿Quieres que te espere?

—No—Contesto—Pero no quiero que me olvides, Yukine y yo… tengo mucho en que pensar, ¿de acuerdo? No quiero perderte, eso es lo único que sé.

—Eres muy injusta.

—Lo sé.

—Y una idiota.

—También lo sé.

—Creo que te amo—El sueño la terminó venciendo, y si Tsubasa dijo algo, no lo escuchó.

Maria despertó en medio de la noche, llorando, sin saber porque sus lágrimas no podían detenerse. No tiene sentido, era solo un sueño, algo así nunca podría pasar, ¿verdad?

Posiblemente Phara estaba en lo correcto en insistir que nada ocurrió y su subconsciente había creado aquella escena para darle entender que era el momento de que por fin lo soltara.

Y eso haría, era momento de que al fin lo dejara ir.


Sé lo que están pensando, ¿Ayrton está siendo constante? Por lo menos durante dos semanas más lo seré, porque esos capítulos ya los tengo escritos y corregidos, me da el tiempo justo para cuando termine el cuatrimestre y no dejarlos tanto esperando jsjs

Muchas gracias Uzuki por tu review, yo siempre te extraño (?) Sí, me gusta meter cameos de otros ships que me gustan y el NanoFate es el primero que meto por defecto xD Ya veras otros cameos por allí ewe