"Lo peligroso de tener tantos recuerdos con una persona, es que llega un punto, en el que no queda nada que no esté rodeado de los mismos".

Su padre le dijo aquello cuando cumplió los doce años y entró al secundario, él quería que fuera cautelosa con lo mucho que se aferrara en vivir la vida como se lo encomendó, y ciertamente pensó que lo entendió a los diecisiete, cinco años después, cuando comenzaría a ver a Yukine en cada lugar que habitaba, ya fuera en Lydian o en el recinto familiar. Ella se había hecho notar en más de una manera, le fue inevitable comprender que tenía a Yukine atascada en su cabeza, aunque tardó un poco en aceptarlo; si era sincera, tuvo miedo de arruinar las cosas con ella, Tsubasa carecía de experiencia con las relaciones románticas, o con las relaciones en general. Pero Yukine fue paciente, y comprendió cada una de las necesidades que le fueron surgiendo, como la preparación para el examen de ingreso a la universidad, por ejemplo.

No recibió reproches de la poca cantidad de tiempo que podían pasar juntas como pareja fuera de Lydian, al contrario, buscó sacarle el máximo provecho. Y a pesar de que no fueron a más de tres citas durante todo ese año, fue un año memorable. Tsubasa todavía sonreía al recordar la eterna batalla de Yukine contra las estanterías altas de la librería, o lo mucho que Yukine se esforzaba en comportarse como una dama de alta clase durante una comida con sus familiares. Incluso la posición en la que pasaron las últimas horas, mientras miraban una película de superhéroes, se volvió tan natural que ya ni siquiera la razonaba. Tampoco se imaginaba yendo con alguien más a los estrenos próximos en la saga Avengers, Maria se aburría a montones con esas películas y no entendía el porqué, eran geniales.

Bufó con molestia.

De nuevo estaba pensando en ella.

—Apesta, ¿cierto? —Escuchó la voz de Yukine, quien yacía recostada contra su pecho, viendo la pantalla.

—Completamente. —Le dio la razón sobre cual fuera su pensamiento.

—Eso dices, pero de todas maneras te fuiste al Team Ironman—Le reprochó en broma, fue allí que su cerebro le recordó que estaban viendo Civil War.

—Si bien no estoy a favor del control autoritario, se debe reconocer que los protocolos son necesarios, los acuerdos de Sokovia prometían minimizar los daños, que es lo que todo servidor público dedicado al apartado de seguridad, busca.

Yukine se giró a verla, con una sonrisa que delataba lo pobre que le sonaba esa excusa.

—Sabes perfectamente que buscaban controlarlos y usarlos de armas—Se defendió—Además, los protocolos fallan si tienen tantas restricciones, en especial si son tan absurdas como esas. Solo debilitan al equipo, y vas a ver como eso terminará sucediendo en Infinity War.

— ¿Vamos a entrar en un debate acalorado de hace dos años cuando nos acabamos de reconciliar de nuestra primera pelea? —Interrogó con clara apatía.

— ¿Es esa tu manera de decirme que aceptas la derrota?

Tras decir aquello Yukine acercó su rostro al de Tsubasa, mirándole con cierta picardía.

—Por hoy te dejaré salirte con la tuya, aprovecha mi buen humor—Cedió Tsubasa, sintiendo unos labios sobre los suyos al poco tiempo después, tímidos, moviéndose de manera lenta e inocente.

Tsubasa correspondió de manera temerosa y rompió el contacto antes de que escalara a algo más peligroso, no confiaba mucho en ella últimamente, ¿qué le aseguraba que no terminaría rememorando los besos de otra persona?

—Anda, centrémonos en la película, que después de esto, te estoy llevando a casa.

Yukine le hizo una mueca, pero al final acató lo dicho, volviendo a su postura anterior, tomando del brazo de la mayor de tal forma que la abrazaba. Tsubasa negó con la cabeza y trato de no pensar en nada fuera de la película… pero le resultó imposible. Por fin a sus casi veinte años estaba comprendiendo las palabras de su padre.

Mentalmente hizo una lista de recuerdos junto su kohai que no se vieran opacados por cierta peli-rosa, y ciertamente, no eran tantos como creyó. Tampoco tenía claro si debía preocuparse.

De cualquier manera, acompañó a Yukine a la parada del colectivo, esperando a que el mismo llegara, eran nueve y media de la noche, no tardaría mucho en que el flujo de las unidades bajara. Tsubasa creyó conveniente escoltar a su novia hasta la puerta de su casa, pero Yukine se negó en un afán de no querer causarle molestias, Tsubasa no insistió. No vivía tan lejos como para considerarse una, pero esto no necesariamente se traducía en cercanía. Yukine no usaría el bus de ser ese el caso.

— ¿Has hablado con Maria? —Preguntó Yukine repentinamente, mientras esperaban al autobús. Ambas mirando al frente.

— ¿A qué viene la pregunta? —Involuntariamente se tensó.

Tras borrar los rastros de labial en su rostro y recomponer su cabello, miró su reflejo en el espejo, sintiéndose asqueada por lo que estaba viendo. Suspiró profundo un par de veces, obligándose a calmarse y recordarse que fuera del sanitario, una maravillosa chica la estaba esperando, encapsulando las ganas que tenía de recriminarse por sus acciones para discutirlo en otro momento, uno en el que pudiera estar finalmente a solas.

Por poco y fallaba en esa tarea cuando vio a Maria abrazarse del Doctor mientras que éste pagaba en caja, pero no fue rabia lo que sintió, contrario a lo que desembocó en su primer arranque, tampoco fue vacío, como cuando Maria intentó huir de ella a toda costa. No. Fue culpa, culpa de ver a esos ojos mirarle con miedo.

Era un monstruo.

—La vi hoy en el café.

— ¿Temprano? —Se hizo la desentendida. Yukine se giró a verla, Tsubasa hizo lo mismo.

—No—Rio—Mientras regresabas del baño, estaba acompañada de un joven bien parecido.

— ¿Cómo era?

—Alto, de cabello claro

Tsubasa guardó silencio, simulando que recorría mentalmente a un sujeto con dichas características.

— ¿Usaba gafas?

—Sí.

—Si además de eso parecía extranjero, es más que seguro que se trate del Doctor Ver—Se encogió de hombros—Es el mejor amigo de Maria desde hace años.

Tsubasa no comprendió la repentina necesidad de aclarar que ambos eran solo amigos, no hizo más que seguir su instinto.

—Parecía estar angustiada, pensé que a lo mejor sabrías si le sucedió algo.

Y bastante bien que lo hacía.

—Maria empezó a actuar extraño repentinamente—Comentó pretendiendo no tener idea—Terminó cambiando lugares con Phara, y lleva varios días evitándome. No tengo idea de que estará pasando por su cabeza.

Yukine dejó salir algo parecido a un "entiendo".

—Deberías hablar con ella—Comentó—Si comenzó a evitarte tan repentinamente, puede que sea por algo relacionado a lo que pasó entre ustedes.

—Pero ella no puede recordar nada sobre eso—Insistió, y es que además lo había comprobado esa misma tarde—La hermana de Testarossa terminó ingiriendo la droga, en menor medida, y sigue sin recordar algo de lo sucedido en su estado dopado.

¿Tsubasa, desde cuando escudas una verdad sobre una mentira?

Alicia ni siquiera estaba en el país.

— ¿Y aparte de ti, no había otra persona que pudo haberle dicho lo que pasó?

Tsubasa negó con la cabeza.

—Leiur y Phara la dejaron conmigo un rato mientras fumaban un cigarrillo, regresaron justo a tiempo para llevarla con Nastassja.

Entonces el peso de su misma respuesta le golpeó con fuerza.

Phara.

—Igualmente pienso que deberías hablar con Maria—Mientras Yukine decía esto, Tsubasa fue capaz de ver el bus a la distancia, acercándose—Yo pienso hablar con ella mañana, de todas maneras.

Esto nuevamente atrajo la atención de Tsubasa.

— ¿Por qué el repentino interés?

—La charla que hubo entre nosotras antes quedó inconclusa, y no me gustaría que nuestra amistad quedara tensa por un malentendido.

Tsubasa asintió.

—Me sorprende a veces llegues a dar mejores consejos que Kanade—Chocaba mucho de la chica que conoció en la secundaria. ¿En qué momento maduró tanto?

—La inteligencia emocional nunca ha sido tu fuerte—Se burló Yukine—Y las mujeres somos todo un misterio.

Tsubasa frunció el ceño.

—Yo igualmente soy mujer.

Yukine rio.

—Pero tanto tú como Kanade fueron criadas entre hombres, y lo creas o no, esto afecta mucho su percepción de las cosas.

Tsubasa iba a rebatir eso cuando el bus hizo su parada.

—Te veré mañana—Yukine se alzó de puntillas, depositando un beso en su mejilla que le hizo sonreír mientras la albina pasaba su tarjeta por el cobrador.

Hizo un gesto con la mano que fue correspondido por su novia poco antes de que el colectivo comenzara a avanzar.

Tsubasa se quedó de pie, viendo al autobús alejarse. La sonrisa ya no estaba más en su rostro, había mucho en su cabeza dando vueltas y finalmente había quedado a solas como para poder centrarse en ello.

Sacó el teléfono de su bolsillo y se fijó en la hora, para después desbloquear la pantalla y abrir LINE. Luego la volvió a bloquear.

— ¿Que estás haciendo Tsubasa? —Suspiró guardando el teléfono y caminando nuevamente a su apartamento, con las palabras de su novia rondando en su cabeza.

Si lo pensaba con la cabeza fría, tenía mucho sentido que Phara le hubiese dicho a Maria la versión más tergiversada de los hechos, y que esto desencadenaba un efecto bola de nieve.

"Creo que te amo"

Aquellas palabras, de solo recordarlas, le provocaban algo de lo más parecido a un ataque de pánico, sentía que le faltaba el aire al mismo tiempo que quería huir al otro lado del planeta.

Negó con la cabeza, deteniendo el paso y sacando el teléfono una vez más.

Lo desbloqueó, observando el contacto de Maria. Su último mensaje fue un "buenos días" que Tsubasa mandaba ya de manera rutinaria. Permaneció viendo el chat unos cuantos minutos antes de mandar el primer mensaje, seguido por una pequeña súplica un par de minutos después al percatarse de que la Cadenzavna no estaba conectada.

Tenían muchas cosas que dejar en claro y es que, por el bien de Yukine y de su propia sanidad mental, lo sucedido esa tarde no podía volverse a repetir. Además de que, conociendo a Maria, aquello estaría carcomiéndole en estos momentos, y necesitaba relajarse; si Yukine hablaría con ella el día de mañana, o podría quedar en mala luz, o entraría en una constante crisis nerviosa, y Tsubasa no quería que su novia y lo más cercano que tenía a una mejor amiga llevasen una mala relación.

Por esa noche, lo mejor sería insistir.

Caminó a casa con esa resolución, centrándose en escribir versos libres sin una temática específica. Con el pasar de los años Tsubasa había descubierto que la mejor manera en la que canalizaba sus emociones era escribiendo canciones –aunque muchas veces fuesen demasiado abstractas hasta para ella–, de cualquier manera, esto no le distrajo de revisar cada diez minutos si Maria estaba conectada o si había leído sus mensajes.

Pasaron las horas y Tsubasa llegó a la conclusión de que la mayor estaba enojada con ella. No la culpaba, honestamente, estaba en todo su derecho; pero de verdad ocupaban hablar, o de nuevo podrían llegar a un extremo, y a Tsubasa le asustaba que tuviesen otro acercamiento similar, no estaba realmente segura de que vaya a querer parar, y eso es lo que estaba mal, terriblemente mal.

Lo peor del asunto es que su consciencia últimamente le recordaba que el límite que debía separar lo platónico de lo romántico con la Cadenzavna, ya había sido cruzado con anterioridad, mucho antes de que aquella fiesta tuviera lugar, solo que no había sido consciente de ello hasta ahora. Todo surgió con tanta naturalidad...

Gruñó mientras se reincorporaba de su cama y tomaba su teléfono celular de la cómoda, viendo nuevamente la hora y llevándose la decepción de ver que Maria todavía no le había contestado. Trató de tranquilizarse lo más posible, aunque parecía que sus manos inquietas no podían siquiera pensar en calmarse, se estaba desesperando. Se encontraba ya en un punto en que se debatía si ir a buscar a la mayor a su hogar, bueno, tanto como debatir no, ya había tomado las llaves de la motocicleta y se dirigía a la puerta de su apartamento, cuando el sonido de notificación le indicó que tanto pensar en ella la había convocado, quizá.

Sacó el teléfono con rapidez y abrió LINE para decepcionarse nuevamente, solo era Kanade que tenía ronda nocturna esa noche y ya estaba aburrida. Estaba por cerrar nuevamente la aplicación hasta que se percató que sus mensajes ya aparecían como leídos.

Ella estaba conectada.

«Hey, no quiero verme acosadora, pero te vi en línea y sé que quizá estas molesta conmigo, pero de verdad ocupamos hablar»

«Hablar, hablar, del tipo hablar y nada más. Es solo que exploté antes, lo lamento»

¿De qué quería hablar siquiera? No entendía su nivel de desesperación, pero no podía sentirse tranquila hasta hablar con ella como correspondía, hasta que escuchara su voz.

— ¿Estás loca? —Sonrió de manera instintiva, fue como retroceder en el tiempo y volver a aquellos días en los que solo existían Maria y Tsubasa... y nadie más.

—Un poco, quizá—Dijo sin molestarse ni un ápice—Pero no podía irme a dormir sin dejar este asunto en claro. Sé que tendrás preguntas por hacer.

—Algunas cuantas, pero eso podía esperar a mañana, o a cualquier otro día.

Si, era consciente de eso, sin embargo, había algo más que aclarar, Yukine, al igual que Maria, quería respuestas, y dichas respuestas podrían no ser de su agrado.

¿Siquiera tenía sentido?

—Pero el día de mañana, serás todavía menos honesta de lo que eres hoy. Mañana vas a crear otra coraza que iras haciendo más dura conforme el tiempo pase, y así no resolverás nada.

—Mira quien lo dice—dijo Maria con cierta ironía en su voz.

— ¿Podemos vernos?

—Tsubasa, es casi la una de la mañana.

—Lo sé—Respondió de inmediato—Es solo que… de verdad necesito hablar contigo, es importante.

Maria suspiró, dudosa, y Tsubasa comprendía la razón, o bueno, eso creía.

—Te prometo que no se repetirá lo de esta tarde. Por favor.

¿Desde cuándo rogaba?

—De acuerdo, pero no quiero que vengas hasta mi casa, está demasiado lejos para ti.

—No me importa.

—Tsubasa—No pudo evitar reír por el tono que la Cadenzavna usó sobre ella, aunque la intención era regañarla, tenía el efecto contrario sobre Tsubasa.

— ¿El parque junto al mirador te parece bien?

—Me parece perfecto.

—Te espero


Ella realmente no esperaba que sucediera algo fuera de lo ordinario, no tenía ninguna intención oculta ni deseos de crear una atmósfera romántica, o de volver de un viejo mirador su lugar especial. Como todo lo que involucraba a Maria, todo parecía surgir por cuenta propia. Y si era sincera, eso le asustaba.

Los últimos días antes de las vacaciones de invierno, por lo general son los de mayor ocio. Como lo dijo Phara alguna vez, uno prácticamente va a decir presente e irse, algunos profesores habrían acabado el temario y preferirían ayudar en los preparativos del festival. Por esto mismo, para grupos que no estuvieran involucrados, las jornadas terminaban más temprano.

Por ser su primer año, Tsubasa desconocía la modalidad de relajo que adquirían los estudiantes, pero allí estaba Maria con sus dos años y medio de experiencia para instruirle en el fino arte del libertinaje, algo completamente ajeno a su persona. Era todo lo contrario a Lydian, donde hasta el último segundo era fructífero; decir que estaba aturdida era quedarse corto. Durante esa semana, sus compañeros se organizaron para salir a comer en grupos e incluso fueron a Shibuya a matar el tiempo, y ahora que Maria era consciente de que Tsubasa no había gozado de muchas típicas experiencias de la infancia o de la adolescencia, la mayor se había determinado a otorgarle dichas experiencias, y si era honesta, Tsubasa estaba esperando ansiosa por todas ellas.

La noche anterior, por ejemplo, se encontraba conversando con Maria por LINE, como ya era costumbre. Tsubasa seguía sin ser la persona más conversadora del planeta, pero gustaba de escucharla hablar (o leerla en este caso), por eso, aunque no estuvieran compartiendo un mismo espacio físico, parecía como si no se hubiesen separado por el interminable chat que estaba en su teléfono; tanto era el nivel que Kanade sentía que ya conocía a la Cadenzavna de lo mucho que Tsubasa hablaba sobre ella cuando se encontraban juntas.

Total, que, a final de cuentas, Maria estaba contándole a Tsubasa una anécdota sobre Serena y ella cuando todavía vivían en Ucrania que involucraba un frente frío y a la familia completa armando un caos en el patio de su casa gracias a la enorme cantidad de nieve que había cubierto la ciudad. Le explicó entonces porque el chocolate caliente durante los días fríos era un ritual sagrado tanto para su hermana como para ella, ya que era de los últimos recuerdos que pudieron tener con sus padres antes de que estos perecieran. Entre medio de todo esto, Tsubasa confesó que nunca, en sus dieciocho años de vida, había tenido una guerra de nieve o había hecho algún muñeco gracioso como en las películas, gracias a Fudou y su bastante estricta crianza. Y para Maria, eso era un sacrilegio.

«Haré que disfrutes de una verdadera batalla por tu honor»

Fue el último mensaje que Tsubasa recibió antes de recibir una llamada por parte de Maria para arreglar una salida solamente entre ellas dos durante el fin de semana, pues Maria sabía lo mucho que Tsubasa apreciaba su privacidad y lo complicado que sería exponerle a los demás la situación sin quebrantarla.

Tsubasa no lo pensó mucho, después de aquella salida al arcade, Tsubasa realmente tenía altas expectativas de ese mundo desconocido que Maria quería enseñarle, y si coincidentemente habían comenzado las primeras nevadas de diciembre, ¿pues qué mejor?

— ¿Lista para rendirse, señorita Cadenzavna? —Cuestionó Tsubasa a la peli-rosa, quien ya no tenía municiones en sus manos. Contrario a lo que esperó, Maria sonrió con confianza.

—Primero deberás alcanzarme, Kazanari—Y dicho esto, Maria comenzó a huir de Tsubasa, quien apenas pudo reaccionar y lanzó una bola de nieve sobre su espalda, sin embargo, Maria continuó corriendo, no dejándole a Tsubasa más opción de perseguirla, o de lo contrario la perdería de vista.

Cuando menos lo esperó, Maria se lanzó sobre ella, tirándole al piso. La situación era tan absurda, que de un momento a otro ya estaba riéndose a carcajadas.

Tsubasa se sentía libre como nunca antes lo había hecho, era muy similar al tipo de libertad que experimentaba cuando estaba en un escenario.

—A este paso, la lista de reclamos hacia mi abuelo va a ser bastante larga. —Bromeó Tsubasa en el suelo, con Maria a horcajadas sobre su abdomen y sus manos sobre las suyas.

—Quizá deberías segmentarla, para que no se pierda la costumbre—Comentó Maria, provocando una pequeña risa en la peli-azul.

—No sería una mala idea.

— ¿Y sabes que más falta? —Tsubasa negó— ¡Ángeles de nieve, por supuesto!

— ¿Hablas en serio? —La manera en que los ojos de Maria brillaron por su entusiasmo hizo que Tsubasa, en lugar de reírse por lo infantil que Maria se estaba mostrando, solo sonriera.

—Nunca hablé más en serio, y ya estás en el suelo, es apenas el momento oportuno.

—Vamos a amanecer enfermas el día de mañana—Tsubasa no hizo el menor intento de reincorporarse a pesar de que Maria ya no estaba encima suyo, y la dejó sentarse sobre la nieve.

—Esa es la mejor parte.

— ¿Según quién? —Molestó, recibiendo nieve en la cara. Rio tanto por la acción, como del puchero que le dirigió Maria antes de rodar los ojos cómicamente—Está bien, lo que tu digas, señorita experta.

Maria sonrió y se recostó totalmente sobre el piso y comenzó a mover sus brazos y piernas de la misma manera en que cientos de películas lo han retratado. Tsubasa siguió su ejemplo y en tan solo un par de minutos, sus creaciones descansaban lado a lado. Mientras ellas yacían de pie, con Maria buscando una manera de brindarse calor.

—Si ya sabes que eres demasiado friolenta, ¿por qué te gusta hacerte sufrir? —Preguntó Tsubasa de esa manera que sabía que irritaba a Maria.

—No lo sé, cállate.

Tsubasa rio de buena gana y se acercó a Maria, rodeando su cintura con sus brazos desde atrás, apoyándose en ella y dejando reposar su barbilla en su hombro. Alcanzando a ver como Maria se avergonzaba, aunque en su defensa, lo disimuló bastante bien.

— ¿Qué estás haciendo?

—Hace frío.

Maria suspiró.

—Pareces una niña.

—Mira quien lo dice.

Nuevamente compartieron risas breves antes de permanecer en silencio, viendo hacia el frente. El momento era bastante calmo y la vista del mirador les brindaba una imagen digna de fotografía, el manto blanco que cubría las calles y los techos de la diversa infraestructura, brindaban un ambiente mágico que se volvía más mágico ahora que no lo observaba distante desde la ventana en su dormitorio, sola, mientras su abuelo (o algún lacayo suyo) vigilaba que cumpliera sus obligaciones.

Si el tiempo pudiera haberse detenido en aquel momento, Tsubasa estaría más que contenta, pues no existía nada, solo paz. Pero no, el tiempo nunca deja de avanzar, y ahora, medio año después, Tsubasa reposaba sobre una de las bancas del mirador, viendo las luces de la ciudad iluminar la noche, y si bien, igualmente servirían para hacerla de fotografía en un artículo, no sentía esa misma magia.

Solo estaba la ansiedad que le provocaba su situación con Maria, había muchas cosas que aclarar y no podían negar lo evidente: se atraían.

¿Qué tan profundo era dicho nivel de atracción? Bueno, eso es lo que a Tsubasa le costaba determinar pues Maria, con los sentidos arriba, había confesado sus sentimientos hacia ella. Maria sentía algo lo suficientemente fuerte como para considerar catalogarlo como amor. Y Tsubasa, ¿qué es lo que sentía?

Ya no podía sentarse y decir con toda seguridad que no había más que una amistad. Era patético siquiera intentarlo.

Pero… ¿amor?

Ella no amaba a Maria, ella no podía amar a Maria. Ella estaba con Yukine, no podía pensar en Maria de alguna otra manera, pero lo hacía. Maldita sea, lo hacía.

Tsubasa sabía que tenía un afecto especial por Yukine, uno que difería del que tenía por Tachibana o Kohinata, que era similar, pero a la vez, bastante diferente al que sentía por Kanade y notablemente más intenso que lo que Shirabe le despertaba. Aun así, dicho afecto, era diametralmente opuesto al que tenía por Maria, eran como la letra "y" que comenzaban en un mismo punto, pero que llegaban a una intersección que alejaba cada vez más un punto del otro.

Lo más lógico sería pensar que es amor, pero había algo dentro de ella que le impedía catalogar sus sentimientos de aquella manera, algo que le frenaba de dirigir dichas palabras hacia su novia y que tras la llegada de Yukine a su universidad volvió de esta tarea algo imposible.

¡Ni siquiera podía llamarle por su nombre, aunque fuera en sus pensamientos!

Suspiró pesadamente, apoyando sus codos sobre sus piernas y escondiendo su cara entre sus manos.

—Puede que esté mal, pero recuerdo que una vez alguien me comentó que se debe estar a alerta mientras se esté afuera a altas horas de la noche, y más si se trata de una linda chica.

No pudo evitarlo, pero sonrió, alzando la mirada a una Maria que le observaba a unos cuantos pasos de distancia, con una sonrisa nerviosa.

—Una persona muy sabia debió haberlo hecho.

—Yo más bien diría ortodoxa.

Tsubasa frunció el ceño.

—O a lo mejor, solo quería cuidarte.

—A mí más bien me pareció que quiso hacerme un cumplido—Maria dio un par de pasos hacia ella, Tsubasa se recorrió en la banca para dejarle espacio suficiente.

—Te ves bastante despierta, considerando la hora que es—Dijo, haciendo alusión a lo mucho que la Cadenzavna adoraba dormir. Maria se sentó, y tan rápido como la luz del farol dio de lleno con su rostro, Tsubasa detalló sus facciones, casi por reflejo, percatándose entonces del borde rojizo alrededor de sus ojos.

Sin darle un segundo pensamiento, tomó sus manos entre las suyas, y habló en un tono suave.

— ¿Estuviste llorando?

Maria bajó la mirada y apartó sus manos de las suyas.

Un golpe hubiera dolido menos.

— ¿Qué era eso tan urgente que no podía esperar a mañana?

—Maria…

—No. No vas a desviar nuevamente el tema.

Tsubasa suspiró otra vez.

—No quiero desviar el tema, es solo que me preocupo por ti.

Maria se cruzó de brazos, pero Tsubasa fue capaz de observar cómo su postura se relajó un poco.

—Estuve hablando con Serena de algunas cosas y nos pusimos a ver una película.

—Oh…

—Sí, "oh".

¿Cómo se iniciaba la conversación de manera correcta? Tsubasa sabía perfectamente de que estaría hablando Maria con su hermana, y dudaba que le quedaran ánimos deber una película triste.

En pocas palabras, era su culpa. Se sentía de la mierda, siendo sincera.

Una disculpa sería un buen inicio.

¿Qué diablos con la voz dentro de su cabeza? ¿de qué lado está?

—Yo… primero que nada, quisiera disculparme por cómo me comporté en la tarde—Dijo tras un momento de incómodo silencio—No debí asaltarte de la manera en que lo hice, lo lamento. Entiendo que estés molesta y si de alguna manera te forcé a algo que en verdad no querías, entiendo que me quieras bastante lejos.

Ahora fue Maria quien suspiró.

Tsubasa contuvo la respiración.

—Lo que sucedió esta tarde… las dos tenemos la misma culpa, ¿de acuerdo? —Declaró—Puede que tu comenzaras el beso, pero yo no te detuve y honestamente…

Maria no terminó su oración, pero Tsubasa sabía que era lo que diría. Maria no la hubiese detenido si la cosa escalaba a más. La pregunta es… ¿se hubiera ella detenido?

No, tampoco lo habría hecho.

—Pero no te mentiré, fue demasiado extraño y surreal, no entiendo porque tan de repente estabas tan… molesta.

Posesiva.

—Yo tampoco lo entiendo del todo

Eres una mentirosa

Fue un impulso, de verdad, yo no quería intervenir en tu salida. Yukine y yo acordamos en hablar y la cafetería nos pareció la mejor opción. No llegamos hace mucho desde nuestro… eh… encuentro.

Maria asintió, ante esto, Tsubasa supo que la mayor esperaba que dijera algo más.

—Te vi platicando con el doctor con bastante naturalidad, te veías muy diferente a estos últimos días y yo necesitaba saber…

Por qué el sí podía estar tan cerca tuyo.

—No es la primera vez que algo así pasa, ¿verdad?

Y finalmente estaban allí.

—No—murmuró.

— ¿Fue en la fiesta?

Tsubasa no contestó, pero sabía que con ello Maria sabría la respuesta.

— ¿Nosotras…?

—No—negó rápidamente lo que la Cadenzavna estaba pensando— ¿Cómo podría? No eras consciente de tus acciones, fue solo un desliz.

—Un desliz.

Muy tarde Tsubasa comprendió el mal manejo de las palabras que había usado. Impulso, desliz… Poco le faltó para agregar también la palabra "error".

—No hacías caso de nadie, solo mío, por eso me quedé cuidándote—Explicó—Tuve que desaparecer un poco, ya que entre Signum, Testarossa y yo teníamos que atrapar a los que pusieron droga en tu bebida. Phara y Leiur se quedaron contigo, cuando regresé estabas dormida.

—Y entonces llamaste a Madam—Comentó Maria, seguramente recordando la versión de los hechos que le platicaron.

—Y entonces llamé a Nastassja—Declaró—Me quedé contigo a esperar, y te despertaste. Phara me recomendó que te pusiera a caminar si eso pasaba, salimos y nos sentamos en una banca, comenzaste a divagar de varias cosas y después me besaste.

—No fue solo un beso, ¿cierto?

Definitivamente no.

—Lo importante es que la cosa no escaló a más—Desvió la respuesta—No pasó mucho para que volvieras a dormir, Phara vino a revisar como estabas y te imaginarás que las cosas no terminaron bien.

Por inercia su izquierda se posó sobre su mejilla, recordando el ardor de la bofetada que le dio la mujer. Instintivamente al parecer, la diestra de Maria se dirigió al mismo lugar.

—Madam dijo que la saludaste a la distancia.

—No podía mirarla a la cara después de…—Gruñó—Maria, si no hubiera reaccionado a tiempo, yo misma me hubiera entregado a la policía por abuso.

— ¿Por esto discutiste con Chris?

Negó con la cabeza.

—Ya habíamos discutido antes, por eso fui sola a la fiesta—Contestó—Pero no podía mentirle sobre lo que pasó durante el fin de semana. No le conté todo detalle por detalle y dentro de lo que concierne, la culpa fue más mía que tuya… Bueno, vale, la culpa fue enteramente mía.

Maria le vio sorprendida.

—No tenías por qué hacer eso, yo podría enfrentar las consecuencias de…

— ¡No! —Le interrumpió—Tú fuiste una víctima y quien se aprovechó de tu estado fui yo, ¿de acuerdo?

Maria no dijo nada, aunque era evidente que quería rebatir lo dicho, pero Tsubasa ya tenía su opinión formada sobre eso y Maria no le haría cambiarla.

—Como es evidente, Yukine necesitaba pensar las cosas y replantearse nuestra relación.

—Supongo que todo terminó bien si estaban hablando en el café—A Tsubasa no le pasó desapercibida la acidez en la voz de Maria.

—Ella quiere hablar contigo, mañana.

María retiró su mano y la encerró en un puño. Tsubasa sintió como una muralla crecía mientras veía la mandíbula de Maria tensionarse con molestia.

— ¿Entonces de eso se trataba todo? ¿De que no fuera a hablar de tu sucio secreto y mantener tu imagen limpia?

Tsubasa aceptaba que Maria tenía razones para llegar a esa conclusión.

—Por supuesto que no—Negó inmediatamente—La única imagen que he estado buscando proteger es la tuya.

—Lo siento si me cuesta verlo—Dijo de manera sarcástica.

—Maria, te conozco—Comenzó—Sé que, si en este momento Yukine decidiera hablar contigo, te echarías la culpa por cosas que no te corresponden e incluso buscarías mil maneras de justificarme de algo que muy evidentemente es MI culpa —Recalcó— Y a pesar de que ella no te creería, se rompería su amistad y sé, de verdad que sé, que no quieres eso.

— ¿Cómo sabes que no me creería que la culpa es mía? —Preguntó Maria tensa.

—Ella sabe que dirías lo que fuera con tal de cubrirme.

Maria le miró con miedo. El gato ya estaba fuera de la bolsa, Maria no podía seguir escondiéndose y era lo que acababa de percatarse, al parecer.

—Entonces sí lo sabes—Murmuró.

Tsubasa decidió entonces, que lo mejor es mentir.

—No sé qué crees que sé, yo estoy repitiendo lo que me ha dicho Yukine—Porque Maria entonces decidirá que tanto va a exponerse, sentirá un poco más de seguridad y Tsubasa no tenía problema en darle un falso control al que aferrarse—Pero ella me hizo darme cuenta de varias cosas sobre mí de las que también quiero disculparme, porque creo que te han lastimado.

Maria le observaba con incredulidad.

—Primero, perdona la confusión que te haya provocado por este año a solas. Como bien sabes no soy muy buena interactuando con otras personas y estoy consciente de que muchas veces mis acciones son ambiguas y fácilmente mal interpretables. Lamento si te he dado un mensaje equivocado.

— ¿Y qué mensaje querías enviar exactamente?

—Ciertamente uno que no te causara conflicto.

—Que bien lo has hecho—Nuevamente usó el sarcasmo.

—Lo sé.

Quedaron nuevamente en silencio. Cuando Tsubasa estaba por hablar, Maria retomó la palabra.

— ¿Qué sientes por mí, Tsubasa?

De nuevo la pregunta estaba allí, y nuevamente no sabía que responder.

—Lo que siento por ti, no es algo que pueda reducir en una sola palabra—Maria alzó la ceja, interrogándole de manera silenciosa—Lo siento todo y nada a la vez. Me abruma saber que lo único que tengo claro es que me da miedo que te alejes y te termines yendo para siempre.

— ¿Me quieres? —Tsubasa comenzaba a enfermarse de esa pregunta.

Asintió.

— ¿Cómo una amiga o como algo más?

—Como una amiga. —Es mejor así, se dijo.

Sabes perfectamente que eso no es cierto.

—Entonces por favor actúa como tal—Dijo seria—Prometo no alejarme como he estado haciendo si respetas esa línea. Creo que es evidente ya que siento cosas por ti y que cosas como las de hoy me lastiman, no solo por lo que haya o no haya entre nosotras, sino por la posición en la que pones a Chris.

—Entiendo.

—Ahora sé, que yo no tenía oportunidad, y está bien, ¿de acuerdo? Puedo vivir con eso y me deja tranquila por fin saberlo—Maria le sonrió de manera dulce, y extendió su mano frente a ella—Olvidemos esto y sigamos como si nada, ¿Está bien?

—Está bien—Apretó su mano en acuerdo.

El problema pudiera residir en que Tsubasa realmente no intentara, o siquiera deseara, olvidarlo.


Recortar el capitulo ha sido una de las cosas más difíciles de escribirlo. Me re tenté a poner otra cosa, pero decidí que quedaría mejor con la perspectiva de Maria que la de Tsubasa.

Nos vemos la siguiente semana con el capítulo seis de este... eh... escrito xD