Tras aquella plática nocturna, Maria había encontrado una paz momentánea que esperaba que durara mucho tiempo. La parte más angustiosa para ella, había sido usar sus dotes actorales con una chica tan buena como lo era Chris. Nunca en su vida imaginó que mentiría a una amiga con algo de tal magnitud, y quizá haya sido más el buen corazón de la albina lo que le permitió cegarse tras su mentira. Había un dicho por allí que Madam le dijo tiempo atrás, y ahora comprobaba que pudiese ser cierto. Y es que, muchas veces una mentira no funciona porque es demasiado creíble, sino más bien porque una persona te otorga una confianza que no mereces.

Ya había pasado por una situación medianamente similar, con Phara y su ex-novio, al cual le terminó encontrando un amorío con quien se suponía era su mejor amiga. Maria fue rápida en juzgar y los condenó a ambos, contándole la verdad a Phara al ver como el chico poco a poco dejaba a su amiga de lado, presenciando cómo ésta se culpaba de su distanciamiento. Pero ahora no se trataba de que descubriera accidentalmente el sucio secreto de la pareja de una amiga, sino más bien era que Maria era el sucio secreto entre una amiga y su pareja.

De no ser porque la palabra de Tsubasa todavía era algo a lo que podía aferrarse, muy posiblemente hubiera confesado todo a Chris en una diarrea verbal. Al menos la Kazanari tenía razón en su insistencia de hablar con ella. ¿Qué bien le haría a Chris saber la verdad? Su relación estaba bien, Chris había perdonado a Tsubasa (y a Maria igual) y lo que sucedió no volvería a repetirse bajo ninguna instancia. Viéndolo por otro lado, el objetivo de aquella omisión (porque era una omisión más bien) no era dañar, sino más bien proteger, proteger tanto a Chris como su relación con Tsubasa, porque ese era ahora su propósito.

Tsubasa escogió estar con Chris, y como en un inicio, Maria respetaría eso... y dejaría de salir por un largo tiempo, no vaya a ser que la drogaran de nuevo.

Por una vida universitaria saludable. Oh sí.

—Es la primera vez que no nos toca ayudar en el festival—Comentó Tsubasa a su lado una vez su profesor, de manera muy cortés, canceló su clase por ayudar con otro grupo.

—Tienes razón—Respondió con una sonrisa.

Durante su primer semestre, se les pidió por parte de su asesor, acompañar a su profesorado durante la preparación con el fin de acoplarse mejor, para el segundo semestre, como bien se dijo antes, un profesor los acomodó junto con otro grupo recompensándoles con créditos extra. Ahora ninguno de sus profesores pedía su ayuda, directamente terminaban sus clases antes, o avisaban con antelación que no habría. En días como aquel, su día terminaba a media jornada y Tsubasa siendo la buena novia que era, vagaba durante esa media jornada para esperar por Chris y acompañarla a tomar el tren. Maria por su lado, siendo una buena amiga, acompañaba a Tsubasa para que no esperase más de cuatro horas ella sola, además de que no podía interrumpir el turno de John –cuyo turno terminaba en cuatro horas también–, para que le llevase a su casa.

Sí, su auto seguía en el mecánico. Siendo sinceras, ni Nastassja ni Maria creían que ese viejo malibú viviría lo suficiente como para que Serena se enseñara a conducir.

Fuera de eso, Maria había quedado de comer esa tarde con John. Como le dijo a Serena unos cuantos días atrás, ella realmente no estaba utilizando al doctor para escapar de, o reemplazar a, Tsubasa. Maria genuinamente deseaba recuperar esa amistad tan estrecha que tenía con él. Puede que el momento fuera el más inadecuado, pero así era.

—Faltaría que para el siguiente semestre nos tocara participar y que esto fuera un presagio.

Tsubasa rio por su comentario.

—Algún día tenía que pasar.

—Estoy comenzando a sospechar que gustas de que te diga que tienes razón—Bromeó.

—Rayos, me has atrapado—Por la mala actuación de Tsubasa ambas rieron. Casi se sentía como si hubiesen vuelto a la normalidad.

Casi.

Las cosas habían vuelto a cambiar y Maria no sabía exactamente por el bien de quién o qué era.

El apretón sobre su corazón era más sofocante que en antaño, no sabía si esto era por saber ahora lo que se sentía poder tener a Tsubasa, o por el hecho de que ésta siguiera inconsciente de sus sentimientos hacia ella.

Una analogía que podría servir para esto, era el desierto, era como si de repente hubiera estado en una tormenta de arena, en donde nada podía verse y lo único por lo que podía pelear era por seguir el rumbo correcto, pero ahora que estaba fuera, los caminos ya no eran tan visibles, obligándole a ir en la deriva, desorientada; y entonces aparecía alguien que le ofrecía una botella de agua, para después arrebatársela con brusquedad mientras daba el primer trago y tirarla al suelo.

La atracción entre ambas era dolorosamente evidente, como dijo Phara alguna vez (antes de que todo este desastre iniciara), pero los sentimientos... los sentimientos no. Y ahora, que el gato estaba fuera de la bolsa, ya no tiene caso negarlo. Maria ya no sentía la necesidad de ocultar el porqué de ciertas acciones, sin embargo, esto no era porque pretendiera conquistar con ello a Tsubasa. No, para nada. De nuevo, ella no pensaba intervenir en su relación.

Lo decía más que nada por el hecho de crear barreras. Con lo sucedido en el sanitario de aquella cafetería, no se sentía capaz de mirar a Chris en la cara y seguir ocultando lo que por poco no fue, así como tampoco tenía la fortaleza suficiente como para verlas siendo una pareja desde un primer plano, no era masoquista y sabía que no estaba lista para ello todavía, los sentimientos no se van de la noche a la mañana, menos si estos estuvieron cultivándose por un año entero.

No, nunca podría ser tan fácil. Por esto mismo, Maria estaba tratando de ser algo así como un fantasma para Chris, que no se sintiera presente a pesar de estar allí, y una vez que su conversación con ella terminó, hacía todo lo posible para evitar compartir espacios como antes. Tsubasa muchas veces le ayudaba con ello.

Tsubasa había sido bastante diligente y estaba respetando sus deseos al pie de la letra, lo cual era como un pequeño suspiro en el drama que se había armado en su cabeza. Tenerla cerca ya no se sentía como un peligro o una tentación, o por lo menos no del todo, lo cual era parte de la razón por la que algunas cosas continuaban siendo incómodas.

Tsubasa había vuelto a ser su compañera de asiento, aunque de un tiempo para acá pareciera que, repentinamente, la Kazanari estaba consciente de cada cosa que hacía. Maria se ponía de los nervios teniendo tanta atención de su parte, eso siempre había sido así, y ahora, cuando había un pequeño roce entre sus manos, le recorría esta adrenalina acompañada de una sensación de peligro que venía con lo prohibido. La mayoría de las veces podía controlarlo, pero había contadas ocasiones en las que ese reprimido anhelo la controlaba a ella y prolongaba esos contactos más de lo debido, siendo la respuesta de Tsubasa volverlos un tanto más íntimos.

Se sentía de nuevo como si estuviera en Ucrania, experimentando esa magia del primer amor en la preparatoria, donde cosas insignificantes te hacían sonreír, porque sonreía por esos mínimos detalles, y Tsubasa igual lo hacía cuando sucedían. Sin embargo, en esta ocasión, no se trataba de un chico tímido que le apenaba ser abierto, sino que lidiaba con la clandestinidad de lo que no debía ser.

Que complicado.

Lo peor del asunto es que, a veces, de manera inconsciente, terminaba comparándose con Chris y lo que veía de su relación con Tsubasa con lo que alguna vez "tuvieron". Las palabras de Serena seguían rondando su cabeza, ¡pero no! Ellas solo eran amigas, y no saldrían de allí, tarde o temprano su corazón tendría que aceptarlo.

—Toma—Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios mientras recibía el improvisado regalo de Tsubasa: un gato hecho de origami.

Era algo nuevo que había surgido por los recientes cambios, quizá como una disculpa silenciosa, eso es algo que todavía no podía descifrar. El primer día en que volvió a su asiento, se encontró con un pingüino de origami en la mesa junto a una sonrisa temerosa por parte de Tsubasa. En aquel momento pareció una ofrenda de paz, sin embargo, comenzó a presenciar más de esas figuras cuando sus ánimos estaban bajos o cuando había algo relacionado con Chris, como por ejemplo, en ese momento, que esperaban por la salida de la albina. Detalles como esos derretían su corazón, y a veces le gustaría que no los tuviera, para así al menos tener una excusa para odiarla, pero no, Tsubasa era una chica bastante dulce... a su manera.

—Gracias.

Su tímida sonrisa fue correspondida por otra igual de tímida.

De nuevo el cosquilleo estaba allí.

— ¿Ya decidiste que harás el día del festival? —Preguntó con cautela. Maria sabía a qué se refería realmente, ellas ya no podrían asistir juntas como antes. Tsubasa ya tenía compañía, y volvemos a lo de antes, Maria no estaba lista.

—Algo así—Contestó.

— ¿Asistirás? —Si alguien le dijera que el tono de Tsubasa era suplicante, Maria lo descartaría al instante.

—Obviamente—Dijo—Cagliostro y Angelise participarán y me echarán la bronca si no asisto.

Tsubasa rio por la mímica exagerada de Maria, que simulaba una muerte cercana.

—A Serena realmente no le importaría venir, pero no sé... si programa una salida con sus amigas estoy frita.

Tsubasa alzó la ceja. — ¿Tu hermana te dejaría botada por sus amigas?

Maria rio.

—Para nada, es al contrario y sería injusto, la tengo conmigo todo el tiempo.

—Entiendo esa parte, Kanade me aplica la misma.

Maria asintió de manera lenta, con un pequeño "Hmm" mientras lo hacía.

—He estado pensando en invitar a John—Dijo con cautela, observando como la sonrisa de Tsubasa desaparecía.

¿Por qué eres así?

—Últimamente se han hecho muy cercanos, ustedes dos—Soltó de manera mordaz. Y sin saber por qué, Maria sintió la repentina necesidad de justificarse.

—Bueno, él recientemente terminó su doctorado y ya puede ejercer de planta, entonces está ligeramente menos ocupado que antes—Dijo—Siempre le llamó la atención el festival pero no tenía tiempo... tendría que revisar que no tenga ronda ese día.

Aquello último lo murmuró para sí, pero por cómo se relajó la expresión de Tsubasa, diría que también lo escuchó.

La miró abrir los labios, dispuesta a decirle algo, pero tras fruncir el ceño, pareció retractarse y comenzó a hacer dobleces en el ticket que recibieron por la compra de su almuerzo.

Maria no dijo nada y permanecieron un rato de esa forma. Ahora Tsubasa le dio una grulla.

—Espero que te diviertas mucho ese día, en serio. Lo mereces—A pesar de sonar sincera, sus ojos se miraban apagados.

—Gracias.

—Cualquier cosa... no olvides que puedes hablar conmigo, ¿de acuerdo?

—Para eso están las amigas, ¿no?

Tsubasa la miró directo a los ojos, parecía buscar algo, pero parece ser que no lo encontró.

—Seguro.

Su teléfono sonó, para su sorpresa se trataba del doctor. Contestó sin un segundo pensamiento, teniendo la fija mirada de la peli-azul.

— ¿John? —Recibió un efusivo saludo del otro lado junto a una breve explicación detrás de su llamada, llegaron residentes de apoyo y el jefe del hospital cambió su asignamiento, por lo que ya estaba libre—Se me hacía raro que llamases a medio turno.

Miró hacía Tsubasa, quien fingía no ponerle atención a su conversación. Se puso de pie y se alejó unos cuantos pasos de la Kazanari.

—Recordé que siempre la pasas mal por estas fechas, ¿por qué no adelantar la comida que teníamos planeada? Si no te molesta claro.

Maria sonrió ante el pequeño nerviosismo del Doctor. En cierta manera era dulce.

—Realmente no hace mucho tomé el almuerzo, pero no me molestaría si fuésemos a algún lugar hasta que llegase la hora de la comida. Podrías comer algo antes de venir.

—Realmente estoy bien así, que no te engañe Nastassja, los médicos no somos tan saludables como deberíamos, puedo esperar un poco más antes de comer.

—Sabes que no soy fan de que la gente se malpase.

—Sí mamá—Maria rio tanto por el apodo como por la sorna en la voz de su amigo—Son solo un par de horas y entonces comeré por dos.

—Está bien, te creeré—Le siguió el juego— ¿Dónde te veo?

— ¿Qué te parece en la puerta, justo ahora?

Un escalofrío recorrió su espalda.

— ¡¿Ya estás aquí?!

—Estaba casi seguro de que estabas libre, pero quería corroborar.

Maria soltó una pequeña risilla, sabiendo que la confianza del doctor era más falsa que un gobierno sin corrupción. Si Maria no le hubiese dado luz verde, John se hubiera esperado su media jornada en silencio.

A veces sentía que John era demasiado bueno para su propio bien.

—Dame cinco minutos en lo que guardo mis cosas y me despido de Tsubasa.

—Oh, salúdamela, espero que hayan podido solucionar lo que sea que pasó entre ustedes.

Si tan solo supieras...

—Sí, todo está en paz, otra vez. Te veo en cinco, ¿dale?

Recibió un asentimiento antes de colgar y se giró entonces con Tsubasa, cuya mirada ya era un glaciar.

—Me tengo que ir—Dijo un tanto temerosa, no lo comprendía.

Tsubasa asintió.

—Cuídate.

—Tú también. Nos vemos mañana.

—Claro.

Fue el intercambio más incómodo de la historia, y se sintió el doble de incómodo mientras recogía su bolso y se alejaba.

Tsubasa no le quitó nunca la mirada de encima.


Caminó con una sonrisa, escuchando lo que el doctor le platicaba sobre los internos. Madam siempre decía que cada que ingresaban era la época más divertida del año, John tenía un factor adicional y es el tener la misma edad de los mismos, lo que le brindaba a las anécdotas algo especial.

— ¿Y a tus pacientes no les da desconfianza cuando te toca atenderlos?

John se encogió de hombros.

—Depende mucho del paciente, si fuera mujer quizá sería distinto, pero el machismo de este país hace que la mayoría de los pacientes se sientan seguros de ser atendidos por un supuesto "prodigio".

—Eres un prodigio, de verdad—Le aseguró por la moqueta que soltó ante la palabra, él rio avergonzado y ajustó sus gafas.

—Lo sé, pero no es tan especial como lo hacen parecer, y no le recomendaría a nadie adelantarse tanto. A veces lo bello no está en el resultado, sino en el proceso.

Maria rio.

— ¿Lo dices por mí?

John casi tropezó por su comentario y Maria comenzó a soltar una risilla culpable, pobre hombre, de verdad era pésimo para ocultar cosas.

— ¿Qué? ¡No! Pff

—Me refería al hecho de que pasé dos años deambulando entre las carreras de la universidad.

John se vio más avergonzado, si eso era posible.

—Claro, claro. ¿Qué más podía ser?

La sonrisa no se borró de Maria. Ya habían dejado el restaurante hacía una hora, pero cuando el doctor le pidió recorrer la plaza, Maria no se opuso. El objetivo principal era ir a la óptica que estaba hasta el fondo del tercer piso, pues ya ocupaba un cambio de armazón, por eso la invitación, y de nuevo, Maria no tenía problema. Una cualidad que, como mujer, Maria adoraba de John, era el hecho de que éste no fuese el hombre genérico que se aburría en las compras y daba opiniones vagas para terminar con todo. Al hombre le gustaba mucho cuidar de su imagen al igual que ella, por eso las salidas con él eran una buena retroalimentación para cuando quería un cambio en el guardarropa.

Lastimosamente, al tratarse de una sorpresa, no llevaba plata suficiente como para gastar. De todos modos, el doctor tuvo un lindo gesto con ella y le compró un juego sencillo de dije, aretes y pulsera cuando menos se dio cuenta, al mismo tiempo en que pagaba un anillo y un bolígrafo MontBlack para sí mismo. De esta manera prosiguieron por varias tiendas, con la condición de que no volviese hacer algo como eso, no quería sentir que abusaba del chico. Él, como a casi todo lo que decía Maria, estuvo de acuerdo, tampoco parecía muy arrepentido, después de todo, el arreglo era lindo y sabía que se vería bien en ella, las piedras en los distintos accesorios eran de un brillante turquesa, cosa que combinaba muy bien con sus ojos y marcaría un buen contraste cuando vistiera de su típico blanco/rosa.

—No lo sé, dígamelo usted, doctor—John quedó sonrojado por el tono que utilizó para molestarlo. Maria estaba muy consciente de que a veces ese tono podía sonar coqueto (Tsubasa misma se encargó de que le quedara bastante claro), pero no pudo evitar emplearlo de tal manera, e interiormente se recriminaba por actuar de dicha manera con su amigo, sabiendo que podía confundirlo. Sin embargo, hechos recientes la hacían sentir que no era suficiente, lo típico de un corazón roto ante el evidente rechazo, pero esos pequeños lapsos con él desaparecían esa sensación, el saberse querida alivianaba el dolor, acariciaba suavemente su confianza como mujer.

Con el pasar de los días, y en momentos como aquel, fue que entendió la advertencia de Serena, finalmente veía el peligro del que tanto le había hablado.

Pero si el límite jamás era pasado no debería haber problema, ¿verdad?

—V-Vamos con el oftalmólogo de una vez, mejor, y ya después te llevo a casa, ¿estás bien con eso?

No había ser humano que se resistiera a molestarlo si se veía tan tierno. Alguien debería darle a Maria una medalla por ser una buena amiga y resistirse a ello.

—Vamos, no queremos que te quedes más cegatón.

O quizá no tanto.

— ¡Oye!

—Solo bromeo.

A decir verdad, La graduación del doctor era un chiste, especialmente si se comparaba con la suya. En años más tempranos, a Maria se le diagnosticaron problemas visuales, pero por la típica vanidad y rebeldía que viene con la adolescencia, se rehusó a portar gafas de manera decente, lo que la empeoró en un par de años. Fue mera suerte que todavía entrara en el límite de graduación para el uso de lentillas, seguía sin gustarle el uso delas gafas; igualmente su vista no era tan mala. John por otro lado, comenzó a usar gafas poco después de que comenzó la carrera, vista forzada o algo así, el uso de gafas para él era preventivo más que nada, evitar un deterioro mayor según entendió. Aún sin las gafas su vista era bastante buena, pero bueno, doctor al fin y al cabo.

El examen fue rápido y la entrega también lo sería, solo debían esperar tres horas –ventajas de la poca graduación– y aún quedaba bastante de la plaza por recorrer todavía. Era una fortuna que no tuviera una familia que la quisiera en casa las veinticuatro siete, ni siquiera a Serena la querían en casa todo el tiempo.

—Este será mi nuevo estilo—Dijo John con un armazón redondo de goma, Maria rio.

—Definitivamente no. —Comentó mientras se los quitaba.

—Es bueno saber que vine con la experta en moda, no corro peligro de arruinar mi imagen.

Maria le extendió un armazón de varilla, cuadrado, que, en su opinión, se veían bastante elegantes.

—Por favor, sabes que no me necesitas. A veces cuidas de tu imagen más que yo.

John se giró con las gafas puestas, lo hacían ver bien, atractivo incluso diría.

—Pero nunca está de más una segunda opinión—Hizo el ademán de acomodárselos por el puente de la nariz, es un tic que ya tenía— ¿Qué te parece?

—Me parece que ya no ocupas mirar más armazones.

—Lo mismo pensé.

Por un momento Maria se perdió en la mirada azulada del doctor, no pudo evitar compararla con la de Tsubasa, no solo eran de una tonalidad más clara, sino que también eran un libro abierto. Puede que no tuviera con John un nivel de sincronía como el que tenía con la Kazanari, pero no ocupaba tenerlo para poder ver a través de él con solo una mirada, John tenía una inocencia que claramente Tsubasa perdió junto con ella.

De alguna manera eso le hacía sentir protegida, segura,

—Hey, estuve pensando, y puedes decir que no si gustas—Habló John de la nada, rompiendo el contacto visual—Pero bueno, tenemos tres horas en lo que me dan mis nuevas gafas y sinceramente sería un gasto innecesario de gasolina ir y volver.

Maria inclinó la cabeza, curiosa de que diría.

—Salió una nueva película este fin de semana, no sé si quizá te gustaría verla mientras tanto.

María quedó perpleja viendo al albino. ¿Estaba John pidiéndole una cita?

No, no. Solo estaba buscando pasar más tiempo con su mejor amiga, eso debería ser.

Sí, eso.

— ¿Qué clase de película?

—Ciertamente no una de romance—Respondió todavía nervioso.

—Mientras no sea una de acción no veo por qué no.

John sonrió de manera amplia—Bien.

—Pero yo pago las entradas.

—Ningún problema, señorita.


María llegó a su casa cuando el sol se estaba comenzando a poner. Había pasado mucho tiempo desde que se divirtió tanto, no fue consciente apenas a hasta ese día de lo mucho que extrañaba a John. Aun así, no podía hacerse la ciega, no de nuevo, algo había estado cambiando en los últimos días, desde que John se auto proclamó como su chofer personal cuando le mencionó lo de su auto. Ese algo, sin duda, cambio el aire que les rodeaba. Lo comprendió mientras estaban comprando las golosinas en el cine, cuando la cajera les dijo que eran una pareja adorable mientras peleaban entre llevar palomitas acarameladas o saladas. John se avergonzó, pero contrario a veces anteriores, no desmintió la afirmación, lo que dejó a Maria tan confundida que, sin percatarse de ello, tampoco lo desmintió.

¿Estaban comenzando a salir?

Había pasado tanto desde la última vez que salió con un hombre, que en cierta parte ya había olvidado el protocolo, sería bueno que le recordaran el memo, entre mujeres la cosa suele ser bastante diferente, quizá porque no siempre es tan obvio que una mujer (en especial en Japón) quiere salir con otra.

John nunca declaró su salida como una cita, y claramente a Maria ni siquiera se le había pasado por la cabeza esa posibilidad. Pero, viéndolo desde otra perspectiva, Maria tampoco dio a entender que le disgustara la idea, puede que incluso fuera una mala idea hablarle a John sobre el festival en ese preciso momento.

Maria no le mintió a Tsubasa sobre John y el festival, pero tampoco le había dicho toda la verdad, y es que la Cadenzavna sabía que no importaba si John tenía ronda el día del mismo, él tenía la posibilidad de cambiar su día libre con una semana de anticipación, semana que ya se cumpliría al día siguiente y negarle a su mejor amigo algo que, literalmente, llevaba años esperando por asistir por algo tan soso, le hacía sentir mal.

— ¿Paso por ti mañana? —Cuestionó John de manera cautelosa, como la primera vez que se ofreció a llevarla.

Las cosas estaban cambiando, y no se sentía lista para ello.

—Si no te supone una molestia.

—Tú nunca me supondrías una molestia.

Pero la aliviaba tanto a la vez…

—El festival de cada semestre—Dijo, llamando la atención del hombre, deteniéndose de abrir la puerta.

— ¿Ya va a ser?

—El siguiente viernes—Respondió—Angelise y Cagliostro participarán, son quienes estaban con nosotros en el café—John asintió—Me gustaría que me acompañaras ese día, si pudieras.

Maria vio por segunda vez en ese día, a John sonreír de manera amplia.

—Cuenta conmigo.

—Te estaré mandando mensaje en estos días para ponernos de acuerdo.

—Está bien.

—Y mándame mensaje cuando llegues a casa, no me quiero quedar con el pendiente.

John lucía como alguien que recién acababa de ganar la lotería.

—No te preocupes. Nos vemos mañana.

Maria asintió. El doctor acarició suavemente el dorso de su mano por un tiempo algo largo como para considerarse platónico. Ella terminó de abrir la puerta y salió con su bolso en mano. Cuando entró a su casa se sorprendió de no ver a nadie en la sala, escuchó a Nastassja trabajando en su estudio, por lo que pasó de largo con un saludo rápido que fue correspondido por un asentimiento, y cuando pasó por la habitación de Serena recordó que aquel día se supone que pasaría la noche en casa de Elfnein junto a Shirabe y Micha.

Tenía tiempo de perderse en sus pensamientos, aparentemente.

Suspiró, soltando el aire que no sabía que estaba reteniendo, sintiéndose repentinamente exhausta. Se dejó caer sobre la cama y quedó mirando el techo.

Cientos de pensamientos recorrían su cabeza y no podía comenzar a hilarlos entre sí, era como si de la nada hubiese caído en una maleza. Todo se sentía como un desastre.

No tenía idea de nada y se sentía cada vez más perdida.

¿Qué se supone que debía hacer?

Insistía, ¿por qué no existía un manual infalible para lidiar con sentimientos? La vida sería mucho más fácil de ser así.

No sintió el pasar del tiempo, hasta que veinte minutos después –según su teléfono–, llegó un mensaje de John, que se vio en la pantalla bloqueada de su celular.

«Ya estoy en casa y tomaré la cena dentro de poco, ¿cómo estás tú?»

Carecía de ganas de contestar, apagó la pantalla y se giró sobre su cama, abrazando a Kanden-chan, su mirada estaba fija sobre su escritorio, donde una pequeña caja, negra, yacía abierta. El obsequio que John le había dado aquel día contrastaba mucho del que Tsubasa le dio año medio atrás, o quizá un par de meses más.

Mientras que el doctor le regaló un hermoso y frágil detalle que podía usar en cualquier momento, joyería, Tsubasa, al volverse Maria un copiloto recurrente, le regaló un casco personalizado con bastantes simbolismos dentro de su diseño. Y sabía que en su armario, acumulando polvo, estaba la chaqueta con protecciones especiales con los guantes en sus bolsillos.

Ambos apelaban a facetas diferentes de su persona, y hasta se sentía mal por compararlos, pero últimamente había algo que le estaba empujando a ir hacia John, algo que quería recompensar en alguna manera su paciencia.

Si tan solo fuera tan fácil como desear quererlo de esa manera…


—Primera vez en dos semanas que no nos cancelan una clase—Comentó Phara, dejando caer su bolso a un lado de ella antes de sentarse. Tsubasa a su derecha, asintió en silencio. Ambas dejaron de hablarse en su totalidad después de todo el santo incidente.

—Santo milagro—Mario dijo en voz alta lo que pensaba Tsubasa.

—Pero que nos citaran en el auditorio... —Comenzó Leiur, a la izquierda de Phara— ...Temo el motivo de ello.

—No quieres participar en el siguiente festival—Preguntó Maria.

—Estarás de acuerdo que tras año y medio de no hacerlo de manera oficial, da pereza—Dijo Phara, nuevamente, Tsubasa asintió en silencio.

—Es más que obvio que fuimos el grupo seleccionado—Murmuró Tsubasa con la intención de que solo ella oyera. Internamente, le cedió la razón. Justo apenas el día anterior a Chris le anunciaron que fue escogida como representante de su clase para el recital del siguiente semestre, estaba tan contenta que no le importó compartirlo con el mundo, mucho menos con ella, que todavía se supone que es su amiga; y Maria ya se la conocía, siempre dos o tres días antes del festival se terminaba anunciando a los grupos seleccionados que fueron, justamente, seleccionados, y se explicaba vagamente la dinámica que se tenía planeada, esperando que se organizara de manera muy general lo que se haría.

Por el nivel en el que estaban, lo más seguro es que hicieran una puesta en escena, no necesariamente breve, pero tampoco una obra completa.

De solo pensar en eso, Maria le dio la razón a la pareja estrella de su grupo, daba pereza.

Afortunadamente, no tuvo la necesidad de expresar sus pensamientos en voz alta, pues a fin de cuentas, su asesor se apareció acompañado de uno de los coordinadores y otros cuatro asesores. Momentos después, otros grupos fueron entrando, tomando los asientos vacíos que quedaban en el lugar.

La plática fue tan larga como esperó. Escuchó a uno de los grupos quejarse, diciendo que deberían hacer una regla que impidiera que un grupo participara tres veces seguidas. El coordinador hizo oídos sordos a tan maravillosa idea, convenciéndoles (o intentando hacerlo) de que el factor sorpresa era fundamental para esas dinámicas.

La clase 6-Dde artes visuales trabajaría otra vez en escenografía mientras que la clase 5-A de diseño y moda, entraría por primera vez en una pequeña producción, en conjunto con la clase 3-B de caracterización escénica, mientras que ellos, la clase 4-E de artes escénicas, actuarían el guión desarrollado por un grupo selecto de alumnos en la clase 7-C de literatura, y aunque no lo dijeron explícitamente, esperaban integrar al equipo de fotografía y llegar a un acuerdo con el coordinador de música.

Su asesor siempre apuntaba a lo alto, y los otros parecían seguirle el juego.

El tema, también fue decidido de antemano, y así como ahora se tomó un período histórico que abarcaba la primera guerra mundial, esta vez se trataba de la mitología griega.

—No les pediremos que trabajen durante sus vacaciones sobre esto, pero tampoco les detendremos si gustan hacerlo. Como es evidente, debemos elegir uno de los relatos emblemáticos de la mitología, y eso lo debemos hacer antes de abandonar el aula. —Dijo el coordinador.

Los asesores asintieron, pero el suyo, decidió agregar algo más.

—En lo personal, pensando que disponemos de más actrices que actores, estuvimos pensando ya sea en remplazar a figuras masculinas por femeninas o hacer un conglomerado de relatos cortos que involucren más a las mujeres, quisiera, antes de cualquier cosa, preguntarles cuál de ambas opciones les parece más factible.

Tras media hora de discusiones se decidió por la primera opción, porque, arriba las mujeres (?)

Maria no había dormido muy bien la noche anterior, que se note, por favor.

Tardaron casi dos horas más para finalmente escoger combinar la historia de Deméter con el relato de Hades y Perséfone.

—De acuerdo a las observaciones que he ido haciendo sobre mis alumnos, tengo una idea vaga de cómo podría funcionar, sin embargo, los procedimientos deben seguirse y en la siguiente semana estaremos tomando audiciones para asignar los respectivos roles no solo para preparar a nuestros actores, sino también para que aquellos encargados del guion puedan trabajar.

Un mal presentimiento la invadió desde que dijeron aquello, en especial por como la mirada del profesor se dirigió en su dirección.

Por favor universo, no seas cliché.

—Sin más que decir, son libres de retirarse. Nos reuniremos aquí mismo a inicio de semana para comenzar las asignaciones.

—Te verás espectacular como Perséfone—Maria casi saltó de su asiento al escuchar a Tsubasa.

—Por favor, todavía no está decidido nada.

—No viste la manera en que te miraban los de caracterización, vestuario y literatura. Serás Perséfone. —Dijo la Kazanari muy segura de sí.

— ¿Y tú sí?

—Claro, me gusta observar mis alrededores—Se escudó.

—Ah sí, ¿y quién será mi secuestrador?

—Diría que Phara, pero ya que tenemos la cantidad justa de hombres para Hades, Zeus, Hermes Ares y otros, le apostaría a Leiur.

Maria se rio, por algún motivo no llegaba a imaginarse algo así.

—Lo dudo mucho, no seré Perséfone, si acaso, diría que Hestia va más conmigo.

—No lo niego—Tsubasa simplemente se encogió de hombros—Pero no puedes cambiar tu destino, serás Perséfone, casi podría apostarlo.

—No entiendo porque estás tan segura.

—Tienes la belleza de Perséfone, me atrevería a decir que la superas.

Su rostro se sonrojó. Y sin razonarlo primero, golpeó su hombro.

Tsubasa rio, contenta de haberla a avergonzado.

Maria no estaba nada feliz.


¡ESTOY VIVO! ...again xD

Esto quedó un poco diferente a como lo esperaba, para empezar porque usé más separadores de los que normalmente me permito (1) Estuve mucho tiempo sin escribir y creo que me oxidé tantito, espero que para el siguiente capítulo ya me pueda recuperar mi estilo.

Historia corta: Me quedé sin computador con medio capítulo en él.

Compromiso: Estaré actualizando varias cosillas estos días, fueron varios caps de otras cosas que quedaron a medias ewe

Extra: Muchas gracias a Kaede Kitajima y a AngelAkai por sus divertidos comentarios, juro que me hicieron el día.

Dato innecesario que nadie pidió: Sí, el universo va a ser así de cliché xP