Tsubasa no se sentía del mejor humor últimamente, y era evidente, incluso Chris se había dado cuenta, afortunadamente pudo hacerlo pasar por estrés, no es que estuviera del todo mal, pero puede que quizá haya disfrazado un poco la razón de tal estrés: El festival, el tan mítico y desgraciado festival.
Si era sincera consigo misma, no estaba preparada para dicha fecha, tenía muchos sentimientos encontrados desde aquella plática con Maria a medianoche. Su voz interior le gritaba que había cometido un error, pero como últimamente estaba haciendo (después de comprobar que no era de fiar aquel día en la cafetería), la ignoró.
No quería que el día del festival llegara.
El último par de días había visto como Maria intercambiaba mensajes con el doctor, más de lo usual. No era su intención entrometerse en la vida de Maria, pero tampoco pudo evitar mirar de reojo mientras ambos charlaban y leer el mensaje por parte de él, notificando cómo cambió su descanso (dramáticamente, cabe recalcar), sacrificando su preciado fin de semana.
Preguntó bajo la premisa de saciar su curiosidad, si pensaba pasar el día entero con el doctor. Observó como la mirada de Maria se oscurecía levemente mientras le confirmaba lo que ya sabía. Tsubasa tuvo que tragar su coraje al tiempo que ignoraba con más fuerza a su voz interior, misma que demandaba que hiciera algo para evitarlo.
Le había hecho una promesa a Maria, tenía que comportarse como una amiga nada más, por más que eso doliera, y una verdadera amiga solo tiraría abajo una relación si supiera que su otra amiga se está tirando de cabeza con alguien que no lo merece. Y como odiaba decirlo –así fuera solo en sus pensamientos–, pero el doctor podría pasar como el novio perfecto y constataba que verdaderamente quería a Maria. ¿Qué más podía pedir? Él la procuraría como el ángel que es.
Gruñó.
—Vamos, no es tan malo—Escuchó decir a Maria, haciendo que volviera del tren de sus pensamientos.
—A veces me preguntó si realmente se planteó que la actuación no es lo suyo—Dijo refiriéndose al compañero nuevo del curso que, según comentaba, era la tercera vez que repetía ese semestre.
Estaban en el auditorio nuevamente, esta vez con menos estudiantes. Su grupo estaba completo, como era obvio, ya que estaban tomando audiciones para los personajes.
De la clase de literatura hubo cinco selectos para la fabricación del guion, mismos que estaban en las butacas del frente, intercambiando puntos de vista con los asesores y el coordinador. Atrás de ellos, estaban dos representantes de diseño y modas, quienes tomaban ideas e igualmente daban su opinión tanto con quienes estaban al frente, como con los dos representantes de caracterización escénica.
Su asesor había dado unas cuantas sugerencias para ciertos roles menores, no hubo discordancias, algunos incluso hasta parecían aliviados. Ahora estaban escogiendo entre los roles secundarios y principales... en cuánto determinaran que papel darle a este hombre. No es que Tsubasa quisiera ser egocéntrica ni nada, pero tampoco aparentaría hipocresía, sabía reconocer su talento y lo mucho que destacaba en su grupo, lo mismo aplicaba con sus otros compañeros, Sunohara era el eslabón más débil, había que ser ciego para no verlo, y tampoco estaba tan segura de ello.
Habiendo escapado tantas veces del festival, se consideraba que su grupo tuvo una cantidad de tiempo considerablemente grande para pulir sus habilidades, además de estar a cargo de uno de los docentes estrella. Tenían altas expectativas sobre su participación, y si bien en cierta parte era estresante, también despertaba en los involucrados el deseo de hacerlo lo mejor posible, por lo cual, objetivamente hablando, los roles principales ya estaban elegidos, no asignados, pero elegidos. Tsubasa ya sabía quiénes serían los dioses, sin embargo, así como el profesorado discutía con cautela antes de asignar cualquier papel, Tsubasa hacía una lista mental sobre las cualidades de cada quién que los hacían más adeptos a un determinado personaje, o no.
Los representantes de literatura, obviamente no pudieron siquiera hacer un bosquejo de lo que harían. Los relatos que prontamente se utilizarán fueron escogidos con anterioridad, más no la versión en que se basarían. Ya mencionaron, de todas maneras, que no tendrían problema en mezclar a autores dependiendo de cómo queden seleccionados, es decir, se basaban en las cualidades más sobresalientes de cada deidad.
En base a esto, no cabía duda alguna en su cabeza de que Perséfone sería Maria.
Yendo por lo básico, Maria era absolutamente hermosa. Puede que su juicio estuviese nublado por ciertos sentimientos confusos, pero a ver, la belleza de la Cadenzavna debería ser ilegal, no debería permitírsele a nadie poseer tanta belleza. Tsubasa, hasta la fecha, no conocía a nadie que la pudiera igualar. Por lo tanto, dicho punto estaba más que cubierto. Segundamente, Perséfone, dependiendo del mito, debe aparentar curiosidad, dulzura e ingenuidad; firmeza y tenacidad; o todas ellas a la vez. Nuevamente, Maria podía afrontarlo mejor, así como las historias con Perséfone son versátiles, Maria era quien, dentro de su clase, tenía la mayor cantidad de facetas a diferencia de, por ejemplo Leiur y Tsubasa misma, que por lo regular, interpretaban mejor roles estoicos que demuestran más en detalles sutiles o similares. Escoger a Maria como Perséfone sería la mejor opción considerando que ella no es la protagonista de la historia, sino más bien su hija, y que por ende, su desarrollo depende primero de lo que se establezca para Deméter, quien tiene un carácter mayormente definido y una historia más sólida.
¿Pero quién sería Deméter?
Su mirada se paseó por sus compañeras de manera disimulada, analizando el estilo actoral de cada una de ellas según lo visto.
—Suyuf-san, Asaka-san, Osaka-san y Maria-san, ¿podrían subir a la tarima, por favor? —Llamó el asesor, recibiendo una afirmativa de las mencionadas, quienes rápidamente hicieron lo acatado.
—Suerte—Murmuró cerca del oído de la peli-rosa a su lado antes de que se pusiera de pie.
Maria le sonrió de esa manera dulce que hace cosas en ella.
Tras un par de minutos las cuatro mujeres se encontraban ya encima de la tarima, encarando a todo mundo.
—La mayoría de los relatos son cortos y tenemos un aproximado de hora y media estimado para relatar. —Dijo el coordinador general— Con la ayuda de los literarios aquí presentes podemos hacer que todo siga una misma cronología, pero para ello, tenemos que ver a varios personajes interactuando para decidir el rumbo que se tomará.
Las chicas asintieron, comprendiendo el peso en las palabras del docente.
—Según las observaciones hechas por su asesor, tanto Suyuf-san como Asaka-san son buenas opciones para el papel de Deméter, así como Osaka-san y Maria-san son una posible buena combinación para ser hija de alguna de ellas dos. Sin contar sus apariencia, obviamente.
Tsubasa entendió a qué se refería, pues a final de cuentas, Maria era la mayor de su grupo, pero no lo aparentaba en lo más mínimo, incluso pasaba por la edad de Tsubasa a primera vista, cosa contraria a Osaka Shizuku-san, que era la más joven del grupo y realmente aparentaba serlo. Tampoco era que Asaka Karin-san y Phara se vieran viejas ni nada por el estilo, pero tenían este aire de madurez que le suma dos o tres años más. Maria también lo tenía una vez que hablabas con ella, pero la ucraniana cuidaba tanto de su piel que, en serio, muy difícilmente pensarías que pasa de los veinte.
—Tienen la ventaja de que los personajes aun no terminan de ser definidos, por lo que escogeremos la interpretación que se nos haga más acorde. Son libres de improvisar.
Tsubasa no describiría el proceso como tortuoso, pero si fue tardado.
Por petición de los literarios y de caracterización, intercalaron entre una combinación u otra. Pareciera que no podían decidirse acerca del enfoque, que era lo principal, y es que no querían dar un definitivo hasta escoger por lo menos a la mitad del elenco principal.
Dos horas permanecieron de esa manera, subiendo y bajando integrantes. A Tsubasa también la llamaron un par de veces, haciéndola pasar entre Atenea y Artemisa junto a Setsuna-san y Chikaru-san, por lo que mejor se sentó de piernas cruzadas en un rincón del escenario, donde no estorbara a la vista. Junto a ella estaban los dos estudiantes de intercambio, platicando un poco igual sobre su fastidio. Desde antes se sabía que el número de hombres no alcanzaría para cubrir los roles masculinos, pero se estaban debatiendo demasiado para no dejar a una mujer como uno de los tres dioses principales, Zeus, Hades o Poseidón, gracias a esto, los pocos varones que quedaron libres estaban siendo rolados cada cinco minutos, cosa contraria por ejemplo a Tsubasa, que le llamaban cada quince o veinte.
—Darahim-san, Maria-san podrían pasar al frente, ¿por favor?—Llamó su asesor con una pequeña sonrisa condescendiente, el hombre tenía un plan, pero si con eso finalmente podían designar los roles principales, a Tsubasa no podría importarle menos.
A darle.
—Darahim-san, serás Hades, Maria-san, serás Perséfone. Quiero que Hades corteje a Perséfone, pero ésta se mantenga firme en volver con su madre.
Ambos asintieron e hicieron lo pedido, disimulando bastante el cansancio que tanta repetición les causaba ya a estas alturas.
—Alto. Muy bien. —Detuvo, charlando con los miembros de otras carreras y el coordinador, recibiendo afirmativas todavía dudosas, sin embargo el docente no flaqueó su buen ánimo—Kazanari-san, pase al frente, por favor.
Tsubasa se puso de pie, e igualmente acató lo pedido.
—Serás Atenea, Maria-san seguirá como Perséfone. Quiero que Perséfone demuestre la admiración a la senda seguida por Atenea y la ilusión de imitar sus pasos.
Ambas asintieron, con Tsubasa alegrándose de que hayan podido regresar a lo de antes, pues así no se sentía demasiada incomodidad en actuar con cercanía, aunque quizá, y solo quizá, hubiera sido mejor que no fuese de esa manera. Tras unos minutos, en los que Atenea se mostró maravillada de Perséfone y su determinación, fue ahora uno de los literarios quien habló, interrumpiendo uno de los diálogos de Tsubasa a la mitad. Se veía emocionado, los demás alumnos a su alrededor igual parecían haber revivido una llama que se fue apagando con el transcurso de las horas, mientras que el coordinador y los otros dos asesores se veían sorprendidos, y a su derecha, su asesor sonreía con orgullo.
Oh no.
Intercambió miradas con Maria, quien igual pareció darse cuenta de lo que estaba a punto de suceder, y tampoco se veía del todo cómoda con ello.
— ¿Kazanari-san, podría interpretar ahora a Hades en lugar de Atenea y cortejar a Perséfone? —Pidió el chico apenas conteniendo su emoción.
Carajo.
— ¿Debo continuar con la misma postura que tenía con Leiur? —Preguntó Maria de manera cortés, aunque Tsubasa la conocía lo suficiente como para saber que estaba rogando porque así fuera.
— ¡No, por favor no! —Dijo ahora una chica de cabellos cenizos y ojos ámbar, si Tsubasa recordaba bien, era de la carrera de diseño y moda. Sus ojos brillaban, increíble.
El chico a su izquierda, de cabellos azulados y ojos miel, carraspeó la garganta, siendo su calma un total contraste a la actitud enérgica de la chica y su presunto compañero. Si no recordaba mal, él también era un literario.
—Lo que la señorita Minami quiere decir es que queremos probar un enfoque distinto. Sería bueno si se intentaran los primeros relatos, donde Perséfone es referida en un inicio como Koré Persephatta y Perséfone no es secuestrada como tal.
Mierda.
—Concuerdo con Sonoda-san—Habló el asesor de los literarios—Ikeda-san igualmente me sugirió dicho planteamiento con anterioridad, pero preferimos dejarlo un poco de lado para tomar relatos populares, pero como dijo un gran artista alguna vez: "el éxito nunca se consigue sin algo de innovación".
Y Tsubasa no estaba en contra de esa filosofía, pero joder, ¿tenía que ser en ese preciso momento y justo con ella?
Estaban pisando terreno muy peligroso.
—Entonces, ¿debemos actuar como dos enamorados? —Preguntó Tsubasa con voz temblorosa.
—Si fueran tan amables, por favor.
Dirigió a Maria una sonrisa de disculpa, quien correspondió el gesto con resignación.
—Lo siento—Susurró.
—No es tu culpa—Dijo.
Tras unos cuantos momentos que usaron para centrarse, dejaron a Maria y a Tsubasa en el olvido, metiéndose por completo en las pieles de un par de enamorados con un amor, aparentemente, imposible.
Hades y Perséfone se sostenían de las manos, Hades hacia promesas a Perséfone sobre como la volvería la reina del Inframundo, halagando su belleza, como ésta lo cautivó y su dulce voz fue el hecho final para amarla con locura. Perséfone se veía maravillada, humilde como ella sola, decía no merecerse dicho nivel de adoración, manifestando lo insegura que le hacía sentir un privilegio tan alto. Hades acarició su rostro y murmuró palabras de aliento, cargadas de un amor inmensurable; entonces, conmovida, Perséfone lo abrazó, a lo que el Dios del inframundo se dedicó a acariciar sus delicados y finos cabellos.
Los aplausos inundaron el lugar, rompiendo el engañoso embrujo de Maria y Tsubasa.
Ya estaba decidido, ¿no es cierto?
— ¿Sabes que no debes preocuparte tanto, verdad? Mi padre te adora—Dijo Tsubasa a Yukine con un tono burlón, quien se encontraba incómodamente tensa al otro lado de la cama, mirando hacia la puerta.
Las mejillas de la albina adquirieron un fuerte color rojo.
Su padre recién les había dado las buenas noches, haciendo uno de sus típicos comentarios mordaces a modo de despedida antes de dejarlas a solas.
—Sé también que según tu familia, una pareja no debe compartir lecho antes del matrimonio.
Tsubasa rio y se dejó caer en la cama, sus ojos azules miraban traviesos cada reacción de su novia.
—Pero no estamos compartiendo lecho, solo habitaremos un mismo espacio durante la noche—Comentó con diversión, mientras que Yukine se veía más avergonzada a lo que Tsubasa no pudo evitar soltar la carcajada.
—A veces eres insoportable—Tsubasa se apoyó sobre su brazo, observando a la albina hacer corto circuito.
—Ya hablando en serio, sabes que mi padre no te pondría en una situación tan complicada si no confiara en ti—Mencionó, Yukine se giró a verla, con un pequeño puchero—Él sabe perfectamente que respetas los votos y tradiciones de la familia.
Yukine suspiró. Tsubasa dio un par de palmadas sobre la cama y su novia pareció ceder de una vez, recostándose frente a ella. Tsubasa tomó su mano y besó el dorso con delicadeza.
—Deja de pensar de más, no pasa nada, en serio.
— ¿Cómo puedes estar tú tan tranquila? —Cuestionó Yukine con el ceño fruncido, a lo que ella se vio confundida—Estar tan cerca de una persona que amas, compartiendo un nivel de intimidad tan alto.
Oh.
—Toma práctica—Contestó de manera distraída, con sus pensamientos desviándose a cierta extranjera por un breve instante. Una mano se posó sobre su mejilla y los ojos de Yukine le miraban con demasiada intensidad mientras su rostro se acercaba a ella. Tsubasa permaneció en silencio, devolviéndole una mirada firme, esperando por su siguiente acción, la cual fue envolver sus labios con los suyos en un beso que se sentía diferente a los que solían intercambiar.
Normalmente dichos intercambios, si bien, se realizaban siempre en la completa privacidad, siempre eran contactos breves, castos e incluso inocentes. No había sido sino hasta unos meses después de que Maria y Yukine se conocieron, que sus besos se hicieron más pesados y prolongados. Tsubasa batalló para acostumbrarse, pues (afortunadamente) no era algo que sucediera muy seguido. Sin embargo, detrás de los besos de Yukine siempre había más, algún sentimiento escondido que se reprimía para no ser liberado; y, con el tiempo, Tsubasa podía intuir por donde iban los tiros. Puede que en esta ocasión se tratase de algún sentimiento que Yukine no hubiese manifestado hacia Tsubasa aún, pero esto no impidió que nuestra Kazanari tuviera ya un punto de referencia.
Lo que hacía este beso diferente a todos los que estuvieron compartiendo por los últimos dos años y once meses era esa pequeña desesperación por dejar una huella que no pudiera ser borrada fácilmente. Tsubasa reconocía ese inquietante sentimiento, y lo fácil que este gobernaba sobre sus acciones. Entonces se sintió culpable de haber orillado a una chica tan bondadosa como Yukine a esa oscuridad.
La dejó ser, correspondiendo su pasión de la mejor manera que pudo.
De un momento a otro, Yukine ya estaba sobre ella, con sus manos aferrándose a su rostro mientras reposaba a horcajadas sobre sus piernas. No tardó mucho en que Tsubasa se sentara, sujetando a la albina firmemente por las caderas y que las manos de ésta se pasaran a jugar con su cabello azulado.
El calor fue aumentando gradualmente, haciendo que Tsubasa se sintiera sofocada al sentir el cuerpo de Yukine pegado al suyo. Puso una pequeña distancia entre ambas y les giró para dejar a la menor con su espalda recostada en el colchón, posicionándose Tsubasa entre sus piernas, detallando con atención como aquella mirada amatista se iba dilatando producto de la excitación que recorría a su portadora.
Tsubasa fue ahora quien besó a Yukine, con su mente disociando entre los recuerdos y el presente. Era la primera vez en mucho tiempo que las sensaciones que acompañaban a su novia no eran opacadas por otras ajenas, sintió que podía volver a lo de antes, aunque fuera un momento. No tardaría mucho en demostrarse lo errada que estaba, que mala fortuna que el universo decidiera que no podía tardarse tanto en mostrarle lo equivocada que estaba. Cuando su boca se sintió pesada y comenzó a trazar un sendero, cuando un pequeño jadeo acompañado con su nombre escapó de los labios de Chris, fue que Tsubasa se dio cuenta de que no podía seguir forzándose, o algo malo surgiría de ahí.
Sus labios cortaron todo contacto con la piel de la albina de manera suave, dirigiéndose al oído de la menor.
—No puedo continuar con esto—Declaró con un susurro delicado.
Yukine pareció no captarlo en primera instancia, mayormente concentrada en recuperar la respiración. No fue sino hasta unos instantes después, que su cerebro recibió y procesó el mensaje, que sus mejillas adquirieron un rojo más profundo.
—Oh por Dios, ¡lo siento muchísimo!
Tsubasa sintió una especie de Deja Vù.
—Hey, no pasa nada. De verdad—Depositó un beso fugaz en su mejilla—Ambas somos responsables de esto, ¿de acuerdo? No está bien que cargues con toda la culpa.
Vaya cosas, finalmente comprendía a Maria.
Qué ironía.
—Dormir juntas es una mala idea—Sostuvo Yukine.
—Dormir juntas será una prueba más para nuestra relación, que demostrará que lo más importante para nosotras no es eso y que podemos resistir los deseos carnales.
Yukine soltó una pequeña risa, lo que hizo sonreír a Tsubasa.
— ¿Cómo diablos siendo tan mala con las palabras, siempre sabes que decir en el momento indicado?
—Misterios de la vida sin resolver—Bromeó, causando que Yukine riera nuevamente, rompiendo el hielo, otra vez—Anda a dormir, mañana nos espera un día agitado en la universidad. Prometo abrazarte toda la noche si eso te hace sentir mejor.
—Es nuestro primer festival juntas—Yukine enlazó su mano con la suya tras decir aquello.
—Tienes razón.
— ¿Alguna expectativas en especial?
No arruinar tu día.
—No en realidad—Dijo—Sabes que no me gustan, luego vienen las decepciones.
Yukine asintió.
—Que eso no te impida tener las tuyas, sabes que soy como tu genio personal, buscaré alguna manera de cumplir tus deseos.
Yukine negó con la cabeza.
—Solo espero que sea tan maravilloso como lo describiste.
—Y más—Aseguró.
Charlaron de varias cosas sin sentido antes de que Tsubasa apagase la luz y Yukine se acomodara para que la más alta le abrazara desde atrás. Yukine era siempre la cuchara pequeña.
No pasó mucho para que la menor se durmiera, pero tardaron otro par de horas para que Tsubasa pudiese conciliar el sueño, y no necesariamente fue uno reparador. Su mente estaba en mil y un cosas distintas, se preguntaba cuanto tardaría en colapsar. Esa molesta voz en su cabeza había estado inusualmente callada, y aunque le fastidiara escucharla recriminarle todo el tiempo, le asustaba que se desapareciera por tanto tiempo, porque cuando re aparecía no le hablaba, le gritaba, demandaba, y era imposible callarla, solo lograbas apaciguarla un rato haciendo lo que deseaba, pues dejarla satisfecha era una misión casi imposible, una que hasta la fecha no había logrado. Pronto cumpliría dos años con esa irritante presencia dentro suyo, sabía con lo que lidiaba, y comprobaba que no había peor enemigo que uno mismo, porque a final de cuentas, eso es lo que era, una parte de sí misma con la que siempre se llevó particularmente bien, por lo menos así era hasta que comenzó a disociar, no tenía claro cuál era su objetivo, o su propósito en general.
Todavía recordaba la primera vez que fue consciente de su existencia, de hecho, era un poco difícil de olvidar, y es que fue en ese preciso momento en que comprendió la razón detrás de ciertas acciones principalmente relacionadas con cierta Cadenzavna. Esa voz era la responsable de que su vida fuera dividida en dos, y a su vez, era esa misma voz la que gustaba olvidarse de que Yukine existía en primer lugar.
¿Finalmente la habría derrotado? ¿Había sido esa plática a la media noche tan útil? A final de cuentas, tras despertarse aquella mañana, desapareció.
No, no podría ser tan sencillo. Además, la había sentido momentos atrás, tensando su cuerpo y paralizándola cuando hacerle sentir sofoco no fue suficiente para detenerla.
Suspiró y cerró los ojos, aspirando la fragancia del cabello de Yukine y contando hasta quedarse dormida.
El último número que contó era el setecientos cincuenta y cuatro millones, novecientos veintidós mil, trescientos cincuenta y uno.
Un cuerpo pequeño se enganchó al suyo en un abrazo que, de tener más fuerza, seguro la partiría en dos. Afortunadamente, Yukine no era una chica que gustara mucho de hacer ejercicio, y aunque en cualquier otra situación, apartaría a Yukine de su costado de inmediato, le dejó ser por dos razones. Primero, se notaba que la albina no pudo contener su emoción tras ganar en aquel juego, y segundo, ambas se encontraban en un ambiente seguro. Siendo sinceros, por más que te encuentres en un país conservador, la mayor libertad siempre la hallabas en un lugar que tuviera relación con el arte. Tsubasa comprendió esto desde pequeña, y en parte incentivó que su amor a dicho arte, iniciara; aunque desde la perspectiva de su padre, era culpa de su madre. No fue sencillo desligarse del oficio familiar, pero su padre siempre actuó como su escudo ante la dura crianza de su abuelo, y una vez un paro cardíaco acabó con la vida del hombre, a Tsubasa –y a generaciones más jóvenes a ella– se le otorgó la libertad de escoger que hacer con sus vidas; toda una revolución, como lo llamó Yukine.
La relación entre ambas, también fue algo por lo que debieron luchar. Claramente si la familia Kazanari era –muy posiblemente– la familia más conservadora de todo Japón, no recibirían bien que la hija del cabezal en el consejo familiar, no solo fue quien rechazó unirse al cuerpo policial, sino que también sería otra más que rechazaba su deber como mujer hacia el Clan de continuar la línea de sucesión "pura sangre", de la que tanto se enorgullecían. Tsubasa hasta se sentía agradecida de no ser la primera y haber nacido mujer, el castigo que se llevó Kanade si bien fue bastante severo, no se comparaba en nada a los que se llevaron los varones de quienes su homosexualidad quedó expuesta tras una caza de brujas que se dio tras Kanade ser descubierta besándose con una chica. Tsubasa nunca se le había pasado por la cabeza la posibilidad de ser lesbiana durante esas fechas, tenía diez años apenas, no podría importarle menos saber a qué se sentía atraída; inclusive hoy en día seguía sin considerarse como tal a pesar de contar ya varios años con novia, y otro tiempo más sintiendo una atracción bastante fuerte por su "mejor amiga". Por algún motivo, siempre sintió que no le describía del todo, nunca había sentido atracción por otro ser vivo y siendo sinceros, Yukine tuvo que esforzarse como nadie para ser vista como algo más que una kohai, pero si recordaba momentos como los de anoche y se ponía analizarlos llegaba a una muy tortuosa confesión: no sentía nada.
Bueno, no, no era la gran cosa como tanto le prometieron, sí, eso sonaba mejor.
No sentía esa electricidad de la que Kanade habló cuando besaba a una chica, tampoco sentía la tentación de contacto de la que su padre hablaba cuando rememoraba a su difunta esposa. Los besos con Yukine se sentían como un placebo al que se fue acostumbrado para desconectarse del mundo por unos instantes, y el contacto humano era casi como una obligación para la correcta socialización que quería terminar tan pronto como sucediera, cosa que parecía compartir con su padre. Ambos odiaban el contacto físico a mares.
Con Maria tampoco era muy diferente, sí, la atracción era tanta que a veces hasta resultaba dolorosa; pero sabía que no era por la belleza sin igual de la Cadenzavna ni por el hecho de que también fuera una mujer. Como con Yukine, primero debió acostumbrarse a su cercanía y llegar a cierto nivel de cotidianidad para que ciertos contactos pasaran desapercibidos en su mente. Aquella tarde en el baño no la besó por sentir este anhelo o deseo, fue por la desesperación de probar algo, de marcarse en Maria de una forma que no pudiera ser borrada, a pesar de que supiera lo malo que era eso.
Tenía que proteger su relación actual a toda costa, y es algo que aquella voz en su cabeza no parecía entender (o prefería ignorar, cualquiera de las dos aplicaba), su relación con Yukine no debía terminar, no podía terminar, sino, otros sufrirían las consecuencias de ser así.
—El que diseñó esa cosa no tenía pensado que las personas ganaran—Dijo Yukine abrazando el pequeño conejo que ganó para sí misma, de manera enfurruñada.
—O tal vez eres pésima para los juegos de feria—Molestó.
El dichoso festival, más que festival, parecía una feria a la que solo faltaban los juegos mecánicos... ese semestre.
Yukine le golpeó en el brazo, indignada.
— ¿Pero qué te pasa? ¡Yo soy la reina del lugar!
Cosita adorable.
—Sí, sí, como digas.
— ¡No me des largas, Kazanari Tsubasa! —Demandó queriendo verse ruda, pero definitivamente eso no iba con ella.
Tsubasa solo pudo reír más.
—Yo no le doy largas mi bella doncella de las nieves—El rostro de Yukine se tornó rojo rápidamente, a lo que la menor se sintió incapaz de seguirle mirando a los ojos, evitando entonces que le viera, cubriéndose con ambas manos.
—Tú eres tan... ¡arghh!
Tsubasa rodeó a la albina con sus brazos en un intento de tranquilizarla, funcionaba la mayoría de las veces.
—Ha sido difícil, pero has conquistado el campo de batalla con honor y gloria.
Yukine gruñó en medio del abrazo, con su rostro todavía escondido en su pecho.
—Y ahí vas de nuevo con tus frases arcaicas.
—Lo siento, ¿me he excedido? —Miró hacia abajo, encontrándose con la mirada amatista de Yukine, quien le sonreía todavía con un tenue rubor en sus mejillas.
—No, es bueno saber que pudimos regresar a lo de antes.
—En eso te concedo la razón.
Lo de antes... que lejano sonaba eso, muy atrás había quedado esa Tsubasa de la que Yukine se había enamorado mientras que Yukine continuaba siendo la misma, pero más madura al parecer mientras que Tsubasa sentía que iba en retroceso. Había de dos, o Yukine se había enamorado también de sus defectos, o estaba pretendiendo que estos no existían.
No sabía que le hacía sentir peor.
— ¿A dónde deberíamos ir ahora? —Cuestionó Yukine, no rompiendo el abrazo del todo, esperando a que Tsubasa retirara el brazo que envolvía su cintura.
Tsubasa revisó su reloj, ya habían pasado del mediodía, el sol estaba a todo lo que da en esos momentos, por lo que, considerando la condición de Yukine ante el calor, salir a las atracciones fuera del aire acondicionado sería una mala idea. Los recitales y las puestas en escena comenzarían apenas en un par horas y Yukine no estaba particularmente interesada en danza ni en artes visuales, le aburrían, cosa que a Tsubasa le parecía una verdadera lástima, no como…
¡No!
Tenía prohibido pensar en ella.
—Esa es una muy buena pregunta.
No era mala hora para comer algo y a lo mejor, si le llevara a la otra área de juegos, podría disuadirla de que observaran la galería de arte.
— ¿No tienes hambre, de casualidad? —Cuestionó causando la risa de la albina.
—Puedo ver como piensas, senpai. No es necesario el soborno—Sonrió ante la respuesta.
—Solo estaba asegurándome.
—Pero sí, no estaría mal comer.
—Claramente acá no dan la carrera de gastronomía, pero a veces me pregunto si es un requisito que los de artes visuales cocinen como los dioses—Bromeó, dejando de abrazar a la menor, extendiendo su brazo para indicar el camino a la cafetería.
—Ulalá señor francés, "como los dioses".
— ¿Acabas de citar a "The Simpsons"?
—Posiblemente.
Ambas rieron mientras y continuaron su camino. Tsubasa de corazón creía que cuando Yukine dejaba de actuar como una señorita y sacaba su lado infantil, era que se veía más encantadora, pero bueno, los Kazanari tampoco estaban de acuerdo con eso y sin querer, le había pasado factura a la pobre chica. Yukine no era tan tsundere cuando se conocieron, solamente era tímida; pero tras su magnífica idea de notificarle a su padre que se veía a alguien de manera romántica, una mujer, este insistió en conocerla, advirtiendo a la chica sobre que esperar si se unía con alguien perteneciente a su familia y como se encontraba la situación actualmente. Si uno pensaba que los Kazanari solo eran homofóbicos, es porque era inocente. Los Kazanari eran xenofóbicos también y no les caería en gracia que una "mestiza" se mezclara con ellos, por lo que, para contrarrestar esto, Yukine debía aparentar, por lo menos en el recinto, ser una dama de etiqueta japonesa y ceñirse al código de valores y tradiciones familiares, cosa complicada si se consideraba que la albina se la vivió entre Japón y Estados Unidos hasta la secundaria.
Y no es por nada, pero Tsubasa a veces se aprovechaba de esto último.
No es que Tsubasa realmente quisiera honrar a su familia, es que tras esas rigurosas tradiciones podía frenar un poco las súplicas sutiles de Yukine sobre incrementar el nivel de intimidad (y que no necesariamente se traducía a sexo) en su relación, parte de ello era lo que ayudaba a que fuera difícil deducir que Tsubasa tuviera pareja, y de hecho, las pocas veces que su relación quedó expuesta a terceros, no fue cosa suya, sino de Yukine.
No es que buscara negarla, pero tampoco se sentía cómoda diciéndoselo al mundo y ésta fuel razón que ayudó a que Maria poco o nada supiese de su existencia.
Ahora que lo razonaba de esta manera, había actuado de muy mala manera con ambas. Tenía que recompensarlo de alguna manera, pero ya buscaría el modo otro día, hoy era el día para que Yukine se la pasara bien y disfrutara su primer principal. Esa era su meta, y como buena sakimori lo haría.
— ¡Tsubasa-san, que gusto verte por acá!
Resistió el impulso de gruñir y se giró junto con Yukine, viendo como a sus espaldas el Dr. Ver le saludaba con una sonrisa. A su lado, Maria no encontraba donde esconderse, tenía cara de querer que la tierra se la tragara.
—Igualmente Doctor, me alegra que pudiera darse el tiempo de asistir en esta ocasión—Aunque no fue su intención, un pequeño reproche se escapó en el tono de su voz, aunque tampoco es que le molestara del todo, gracias a la ausencia del doctor durante el año pasado, fue que pudo pasar el día entero con Maria, hoy en cambio, tendría que verla partir con él.
—Bueno, finalmente he logrado terminar mi servicio, mi tesis y estoy acomodado en un buen lugar—Dijo con falsa humildad, de esa manera que a Tsubasa tanto le castraba. Había algo en él que nunca le terminaba de caer desde que lo conoció, pero todavía no identificaba la razón.
—Me alegro por usted.
—Tsubasa, Chris, no imaginé que nos toparíamos por acá—Y mentalmente pedía disculpas por ello, sabía lo mucho que a Maria le incomodaba estar cerca de Yukine, por algo buscaba mantener distancias. Ahora incluso podía intuir que el hecho de tenerla junto a ella, compartiendo como pareja, podría tenerla pasando mal.
—Era inevitable, estamos en el mismo plantel después de todo—Dijo Yukine con ligereza, a manera de broma, incluso. Solamente el doctor rio por el chiste, Maria y Tsubasa intercambiaban miradas aterradas, con la Cadenzavna suplicándole que se alejara. En otras circunstancias se sentiría herida, pero no pudo evitar ponerse de su lado.
—Eres una chica bastante simpática y creo que no nos han presentado antes—Dijo él—Mi nombre es John, John Wayne Vercingetorix.
Chris puso una cara de conflicto mientas observaba la mano extendida del hombre, apretándola unos segundos después.
— ¿Qué diablos con los extranjeros y sus nombres raros? Ni siquiera mi madre, que es americana tiene un nombre tan raro. —Dijo, silenciosamente pidiendo una forma de llamarlo.
—Puedes llamarlo simplemente Ver—Comentó Tsubasa.
—Doctor Ver—Recalcó su título—Trabajé arduamente para poder ser llamado Doctor, no está de más presumirlo un poco.
Esta vez Tsubasa si rodó los ojos.
—Doctor Ver—Dijo con un tono pesado que el doctor pareció ignorar.
—Bueno Doctor, es un placer, mi nombre es Yukine Chris.
—Antes mencionaste que tu madre es americana, ¿alguna posibilidad de que también lo seas?
Yukine negó.
—Nací en Japón y tengo la nacionalidad japonesa, pero mi madre es una artista reconocida por allá, viajaba mucho con ella cuando era más pequeña.
—Oh, so you can speak English, am I right?
—You totally are, sir.
—Yukine, no empieces por favor—Pidió, causando que riera junto a Maria, No era precisamente un secreto que el nivel de Tsubasa en otro idioma que no fuera japonés era de menos uno y Yukine también hablaba un poco de español. Maria… ya le perdió la cuenta a cuantos idiomas manejaba. Pero contrario a Yukine, quien tenía el japonés como su idioma primario Maria tenía el ucraniano, ¿o era ruso? Tsubasa no podía distinguir uno de otro, pero sabía que Maria hablaba ambos, aparte del inglés, tenía un acento fuerte contrario a Serena (que era casi imperceptible), o Nastassja (la cual no tenía acento alguno) y de vez en cuando decía cosas en dicho idioma, como cuando vieron una película de terror y Maria casi le arrancó el brazo de lo fuerte que se abrazó a él.
—Estábamos por almorzar cuando las vimos—Dijo el doctor—No sé si quieran unírsenos.
Maria tocó el brazo del albino.
Él no se merece que lo toques.
Oh no.
Ya había vuelto.
—John no, Tsubasa y Chris seguramente ya tienen planes, ¿no es verdad? —Abrió una puerta, rogándole a Tsubasa con la mirada que la tomara.
Su voz en cambio, tenía otros planes.
No la dejes ir.
No, ella hizo una promesa sobre Yukine.
Yukine va primero.
—Tienes razón—Concordó con Maria, y se giró con Yukine.
—Es una lástima, casi no tengo la oportunidad de hablar contigo—Se lamentó el doctor, también mirando a Yukine. El hombre era vivo, supo rápidamente que la última palabra caía en la otra albina.
—Nunca está de más conocer a los amigos de nuestros amigos, ¿verdad? —Sonrió Yukine con inocencia. Tsubasa correspondió con una sonrisa de resignación.
Repentinamente comenzaba a dolerle la cabeza.
Wooooo son 6K exactas, ni una más ni una menos, creo también que es lo más largo que he escrito. Me siento pro (?)
Tsubasa realmente lo está intentando (?) En el capítulo anterior nos tocó ver a Maria con ver, hoy nos toca ver a Tsubasa con Chris que ya hacía falta xD
El desmadre, como siempre, se viene en el siguiente, pero tranquilos que Tsubasa va a ser una buena niña, lo prometo (?)
En otras noticias... ¡Por fin comencé a hacer comisiones! *hace fiesta* Lo que hace la pobreza xD No me pondré a hacer mucho spam, solo diré que para más información pueden ir a mi perfil de instagram (as . dworks) ewe
Ahora, para finallizar, un saludo especial a Kaede Kitajima y a AngelAkai por sus hermosos reviews. A Kaede ya le respondí por el privado, pero para AngelAkai...
Lo mejor para Maria es mandar a Tsubasa alv (?)
Estoy feliz de volver y verte por acá, saludiños n.n
