No siempre daba esa impresión, pero Tsubasa era de ese tipo de personas que se preocupa demasiado por la gente a su alrededor. Y entre más estrecho era el vínculo, mayor era su disturbio y ansia por hacer algo, lo que fuera, por aliviar el pesar de sus camaradas. Prueba de esto último, fue como terminó haciéndola de casamentera con Tachibana y Kohinata, cuando la primera le dejó saber que sus sentimientos sobrepasaban la amistad –con un poco de ayuda de Yukine– o, cómo se ganó la reprimenda de su vida por parte de su abuelo al defender a Kanade. Todavía le quedaban ciertas secuelas de aquello, como su intolerancia a los gritos, por ejemplo.

Sin embargo, tampoco era impulsiva, o por lo menos, eso creía, últimamente iba descubriendo –dejado de ignorar, mejor dicho– cosas sobre sí misma; y era hasta en cierta parte preocupante, lo mala que era lidiando con la imagen de una Maria triste y/o herida, especialmente, si ella era causante directa o indirecta de su pesar, necesitaba con urgencia, verla sonreír de nuevo.

Esa era la razón de los origamis a decir verdad, por más que la Cadenzavna intentara ocultarlo, terminaba sonriendo cuando Tsubasa tenía esos pequeños gestos con ella, lo que hacía a la Kazanari sentirse tranquila, aliviada incluso.

Por eso, en cuanto se percató del rostro afligido de Maria, su instinto pudo más que su razón y dejó a Yukine por su cuenta una vez más. Si fue el doctor responsable de ello, tendría una charla para nada amistosa; pero si nuevamente Tsubasa había sido la causante, buscaría alguna otra forma de remediarlo, mientras trataba con su culpa por separado.

Miró de nueva cuenta la hora en su celular. Habían pasado ya cinco minutos desde que dejó el auditorio y Maria no aparecía por ningún lado. Sabía que la peli-rosa entendió la invitación, pero lo que temía es que hubiera decidido rechazarla.

¿Qué haría Tsubasa si Maria de nuevo se cerraba a ella?

Suspiró.

—Te ves preocupada.

Casi saltó en su lugar al escuchar la voz de Maria detrás suyo.

¿Cómo diablos?

Ah, la segunda salida.

—Me has robado las palabras de la boca.

Maria se cruzó de brazos y frunció el ceño.

— ¿Qué quieres, Tsubasa?

—Estoy preocupada por ti. No te ves bien.

Maria rodó los ojos.

—Eres bastante buena halagando a una chica. —Dijo sarcástica.

Tsubasa sabía que estaba mal, pero se rio de todas formas.

—No es que realmente necesites un halago, aún recién despertada, con ojos lagañosos y baba escurriendo por tu mejilla, eres capaz de conquistar el mundo.

La postura de la mayor se relajó considerablemente tras decir aquello, y una ligera sonrisa se dibujó en sus labios, pero no era suficiente, no alcanzaba a llegar a sus ojos... que ahora que observaba, estaban rojos y ligeramente hinchados.

Había estado llorando.

—Ahora hablando en serio, ¿te encuentras bien? ¿Hay algo que pueda hacer para que te sientas mejor?

— ¿Por qué es tan necesario saber que pasa conmigo?

¿Qué pregunta tan estúpida es esa?

—Porque me importas, demasiado, creí que ya estaba claro—Respondió de inmediato.

Maria, por su lado, no dijo nada por unos instantes, mismos en los que se quedó mirándole, perpleja.

—A veces eres tan... —Frunció el ceño—...amable.

— ¿Y eso es algo malo?

Porque la manera en que lo dijo sonó como si lo fuera.

Quizá no lo recuerdes, pero ella está enamorada de ti, imbécil.

Oh. Es verdad.

¿Por qué de nuevo el cosquilleo?

—En estas circunstancias, sí.

—Lo lamento.

Maria suspiró, apretándose el tabique de la nariz.

—No tienes que disculparte por todo—Tsubasa alcanzó a notar cierta frustración—Es cosa mía si algo me afecta o no.

—Pero no puedo simplemente evadir la responsabilidad y tampoco puedo soportar la idea de que estés mal, Maria—Tsubasa se cruzó de brazos ahora, e irguió su postura, tratando de mostrar su punto—No me gusta que te cierres de esa manera, en la que te tragas tu dolor y dejas que este poco a poco te vaya destruyendo.

Ya lo había visto antes, casi se hacía un año de esto, cuando una excursión escolar salió mal y cinco estudiantes se encontraron desaparecidos, estando Serena entre ellos. Nastassja estaba bastante mal y Maria se obligó a permanecer fuerte entre las dos. Día con día, Tsubasa observó como la Cadenzavna se iba desmoronando, siendo un apoyo silencioso hasta que la mayor ya no pudo más, en ese entonces Tsubasa la abrazó y susurró palabras de aliento, prometiéndose que no permitiría a Maria encerrarse nuevamente en una coraza. Sin embargo, realizar lo que realizó en ese entonces, no le parecía apropiado.

— ¿No podemos simplemente ignorar el tema? —Tsubasa observó las manos de Maria.

Estaban temblando.

—Solamente con una condición—Dijo tras pensarlo un momento. Maria le vio interrogante—Que me dejes hacerte compañía en lo que te sientes mejor.

Señalo las bancas que estaban a unos cuantos metros de ambas. La postura cerrada de Maria fue destrozada con ese gesto, pudo verlo, como su cuerpo se relajaba, como el ceño fruncido desaparecía y sus ojos pasaban de ser fríos a cálidos. Solo faltaba una de las características sonrisas dulces de la Cadenzavna para darse por bien servida.

—Nos están esperando adentro, ¿estás consciente de eso? —Cuestionó Maria mientras ambas tomaban asiento.

—No tengo prisa por volver, ¿la tienes tú?

— ¿Qué dirá Chris por tu ausencia?

—Yukine estará bien por su cuenta un rato—Respondió sacando su celular del bolsillo en su blusa, mostrando la pantalla de bloqueo, donde se leía el último mensaje que Yukine le había mandado, apenas unos instantes antes de que Maria se mostrara.

«Tómate tu tiempo, no te preocupes. Tráeme una de mis papas favoritas cuando vuelvas ㅇㅅㅇ»

Maria parpadeó, todavía sin creerse lo que acababa de ver.

—No debería pasar nada si volvemos para el anuncio. —Que sería en dos horas y media.

— ¿Qué le dijiste para que te soltara?

—Que Kanade estaba teniendo una crisis que ocupaba mi atención, y que parece que tardaría un poco más de lo planeado.

— ¿Qué clase de crisis puede tener Kanade?

—De las más raras y complejas que te puedas imaginar, una vez me llamó a las tres de la mañana en medio del servicio porque creía que éramos en realidad personajes de anime y nuestra vida actual era en realidad un fanfic, y los sueños de "vidas pasadas" eran en realidad otros fics—Se rio, contagiando a Maria.

—Suena muy Kanade, sí—Se notaba su esfuerzo por no estallar en carcajadas. Iba por buen camino.

—En todo caso, no debes sentirte presionada por parte de nadie, ¿entendiste? —Dijo en un tono firme—Mucho menos por parte mía, de Yukine o del Doctor. Debes actuar conforme te plazca.

Maria le vio con cierto escepticismo.

—Mira quien lo dice. Parece que es ley de vida del ser humano no hacer lo que aconseja.

—No te entiendo.

Maria suspiró.

— ¿De verdad ignoraste las artes visuales porque no son del agrado de Chris? —Cuestionó alzando una ceja. Tsubasa se sintió extrañamente atacada.

—Subirán las fotografías a la página de la universidad como hacen cada año, realmente no las ignoraría.

— ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo que querías?

Esa era una muy buena pregunta, una con truco.

No es que le hubiesen apuntado con un arma en la cabeza a que reprimiera sus deseos e hiciera lo que otros le pedían, pero tampoco es que lo hubiese hecho con todo gusto. Ahora que lo pensaba detenidamente, su familia estaba más jodida de lo que pensaba, empleando tremendo arte de manipulación sobre las generaciones más jóvenes, que cuándo estos fueran los ancianos, harían lo mismo.

Abrió la boca para contestar, pero la cerró al no saber qué decir; y así un par de veces.

Maria le miraba expectante.

Ciertamente, rechazar las tradiciones familiares y dedicarse al arte es algo que hizo porque le nació, mantener contacto con Kanade y Ogawa-san cuando se lo prohibieron estrictamente –aunque hablase más con ella que con él–, también fue algo que hizo sin influencia de nadie; pero sabía que Maria no buscaba una respuesta de ese tipo.

— ¿En qué sentido estamos hablando?

—Sabes perfectamente a que me refiero.

Pero ocupaba un poco más de tiempo para responder.

Su relación con Yukine era más complicada de lo que uno pensaría en primera instancia. Varias veces durante este relato, Tsubasa se repitió que esa relación no podía terminar, aunque más que una forma de auto-aliento, era un recordatorio. Sí, Tsubasa comenzó a salir con Yukine porque así le nació, porque le pareció lo correcto y lo lógico a seguir. Sabía que lo que sentía por ella distaba de lo que sentía por otros, y a su vez, retribuía los esfuerzos de Yukine por ser vista de otra forma. Sí, ella fomentó que salieran y formalizó su relación, de ella fue la iniciativa de que Yukine conociera a su padre y fue Tsubasa misma quien decidió plantar cara al consejo de su clan y poner un alto a sus cuestionables prácticas, porque si no, nadie lo haría.

Todavía recordaba a su padre, cuestionándole sobre su decisión, a ella misma afirmando su deseo de realizar un cambio. Todavía recordaba a su viejo yo, preguntando a Yukine si quería acompañarla durante ese duro viaje, a Yukine dispuesta a compartir ese pesar, a su padre advirtiéndole a Yukine el peso de ese compromiso y a Yukine no solo aceptando llevarlo, sino también a adaptarse a lo que los Kazanari buscarían en ella.

Y a pesar de ser algo que ella misma busco, había momentos en los que no podía evitar arrepentirse. Yukine había entregado su alma y corazón al cien por ciento, mientras que Tsubasa, poco a poco, iba llenándose de dudas e incertidumbre.

Yukine se había enamorado de la imagen perfecta de su senpai, ¿qué sucedería entonces si Tsubasa fallaba en mantenerla? ¿Quién protegería a las generaciones más jóvenes si Yukine cargaba una decepción lo suficientemente grande como para no poder soportarlo más?

Si Yukine podía comportarse de esa manera que los Kazanari querían, Tsubasa debía corresponder esa dedicación, comportándose de la manera que Yukine esperaba que lo hiciera.

Habían hecho una promesa, y Tsubasa siempre cumplía con ellas, porque lo más valioso que tiene un Kazanari es su palabra.

"Si puedes demostrar que este tipo de aberraciones puede prosperar, apegándote a los valores y tradiciones de nuestra familia, los renegados serán absueltos y los próximos desviados no serán castigados"

Cinco años era la duración de su prueba, porque según ellos, una relación que puede durar tanto tiempo, no puede ser fragmentada.

—No es que Yukine realmente me obliga a hacer o no hacer ciertas cosas, ella es bastante comprensiva.

Había encontrado una mina de oro en Yukine y Tsubasa debería sentirse como el ser más afortunado del planeta por ser amada como lo era por ella.

— ¿Entonces por qué sigues desviando la respuesta?

Porque aquello que podía presumir que fue su idea, ya no le enorgullecía como antes, y tampoco es algo de lo que pudiera hablar así nomás.

Al fin concordamos en algo.

—Es complicado, ¿de acuerdo? —Dijo, Maria le miró de esa manera en que le desafiaba a que siguiera hablando.

Pero no lo haría, no podía.

¿Cómo explicar que portaba la máscara de senpai perfecta por voluntad propia y sus acciones eran guiadas por ello?

—Yo... me cuesta recordar... no es que lleve una cuenta ni nada parecido—Desvió la mirada, incapaz de ver a los ojos de Maria mientras le mentía de esa forma—Tampoco es que me moleste seguir la voluntad de Yukine de vez en cuando.

La mano de Maria se enlazó con la suya, obligándola a encontrarse con ella al instante.

Su mirada estaba oscurecida, solo la había visto así cuando...

—Ven conmigo.

— ¿A dónde me llevas?

No opuso la mínima resistencia y se dejó guiar.

—Ya lo verás.


— ¡Kazanari-san, me preguntaba cuándo vendría! No imaginé que sería tan tarde—Dijo un chico de baja estatura y quizá un poco (bastante) delgado, al verlas a ambas estudiando su escultura.

—No me lo perdería por nada del mundo, solo que debía ocuparme de algo antes—La mano de Maria, que no se había soltado de la suya, la apretó con fuerza, reprochándole su descaro, pero ¿qué más podía hacer?

— ¿Problemas en el paraíso?

El chico les dirigió a ambas una mirada pícara.

Oh, vaya.

—No lo llamaría de esa manera—Dijo nerviosa. Él rio.

—Oh tranquila, entiendo, entiendo.

¿Entiendes qué?

—De cualquier manera, hiciste un trabajo sorprendente, superaste las expectativas.

—Oh basta, por favor.

—Hey, lo digo en serio. Has hecho un excelente trabajo.

—Estoy de acuerdo con Tsubasa, te has superado.

El chico se vio avergonzado, como que alguien todavía no superaba su pequeño crush, con la mayor.

Tsubasa se sintió, repentinamente, posesiva de Maria otra vez. Apretando ahora ella la mano de la Cadenzavna.

Maria le miró, su mirada continuaba oscurecida, provocando un pequeño escalofrío en su espalda. No es que le disgustara esa mirada, pero un sexto sentido le advertía que caminara con cuidado, sentía que, de alguna extraña manera, estaba siendo estudiada.

La voz en su cabeza estaba sospechosamente callada también y eso nunca era bueno.

Debido a que tenían que comprar ciertas botanas para justificar su salida, hicieron el recorrido de manera inversa, por lo que lo primero que vieron fue la galería de pinturas a solo cinco minutos del auditorio y cabe decir que lo disfrutó como nunca.

Maria ya había pasado por la galería antes, así que a falta de guía (pues con la hora que era, el flujo de gente era menor, la mayoría estaba en el auditorio), le fue explicando el recorrido, haciendo comentarios sobre cosas variadas mientras Tsubasa dejaba ver su opinión. Después de las esculturas seguiría el área de fotografía, en donde Tsubasa tenía una secreta afición, incentivada quizá por Tsukuyomi, quien desde siempre tuvo un amor especial por la pintura, pero al ser Tsubasa una manos de estiércol –según la experta Tsukuyomi–, la fotografía fue otra manera que encontró de hacer arte y convivir con ella, algo que nadie más en el recinto intentó una vez le acogieron tras perder a ambos padres. Solamente Kanade, Tsukuyomi, y más recientemente, Maria, sabían sobre esto.

—Es bueno saber que tanto trabajo rindió fruto—Dijo el chico, humilde. Pero Tsubasa ya no podía verlo de la misma manera amistosa de unos momentos atrás. Repentinamente, la distancia entre Maria y Tsubasa era menor. Ya no estaban separadas de una manera que podría pasar como platónica. Sus brazos y hombros se tocaban de esa manera que solo las parejas tenían permitido y oh… Maria soltó su mano, anclando ahora su brazo con el suyo.

El movimiento, el gesto, la acción, no se sentía para nada ajena, se sentía incluso más natural que el respirar, y por dentro, le otorgaba cierta paz.

—Vas a llegar lejos, ya lo vas a ver—Habló nuevamente animándolo. Maria se apretó más a ella, sintiendo la tensión que se empezaba a formar en su cuerpo. Se giró a verla, y ella estaba sonriendo. ¿Lo estaba haciendo a posta?

¿Qué estaba pasando por la mente de la Cadenzavna? No quería ser confundida, quería mantener la distancia, y a su vez, ¿hacía cosas como estas?

No lograba comprenderla.

No gusta, ¿cierto?

Estuvieron platicando unos minutos más con el joven antes de avanzar, ahora sí, al área de fotografía. No intentó ni por asomo separarse de Maria, y al contrario, se relajó y disfrutó su cercanía, grabándola en su memoria como si ahora fuse realmente la última vez, sabiendo que ella no solo no podía permitirse iniciar ese tipo de contactos, sino que estaba a merced del límite que Maria marcara.

—El enfoque de esto es bastante bueno—Dijo Tsubasa contemplando la toma sobre la ciudad de noche. La luz estaba bastante bien cuidada, y reflejaba perfectamente la vida nocturna en Tokio.

Escuchó a Maria emitir un pequeño sonido de aprobación, y repentinamente, su brazo estaba demasiado cercano a su pecho.

Nuevamente se giró con Maria, pero solo recibió esa sonrisa extraña junto con esa mirada tan familiar.

— ¿Sucede algo?

Ahora con sus cuerpos tan cercanos bastaba con girar la cabeza para encontrar sus rostros tan cerca, y no era su intención, juraba que no, pero su mirada se desvió a esos labios tan tersos que ya había probado más de una vez. Sintió su boca seca y se relamió los labios. Observando los ojos de Maria oscurecidos, viéndole con deseo.

—No, todo está bien.

Bésala.

— ¿Segura? —Maria le vio con falsa inocencia, esa misma falsa inocencia con la que le vio antes de besarla por primera vez.

¡Bésala!

—Por supuesto, solo pensaba…—Mordió ligeramente su labio inferior y se giró al frente, obligándose a centrarse en las fotografías. No podía perderse nuevamente en Maria, apagaría la voz de su dudosa consciencia y sería una buena amiga, eso es lo que Maria buscaba, nada más, tenía que recordarse.

— ¿En qué?

¡BÉSALA YA!

—Cosas mías.

—Ya veo. —Maria se recargó en ella.

Dios bendito.

— ¿Te has dado cuenta de lo diferente que eres cuando estás con Chris y cuando estás conmigo? —Preguntó Maria de la nada, y de nuevo, Tsubasa sintió que vivía algo ya vivido, esa mítica noche que cambió las cosas, con la diferencia de que esta vez no había substancias involucradas.

—Estoy muy consciente de eso, sí—Respondió distraída, mientras comenzaba a caminar, con Maria siguiéndole obviamente.

—No puedo evitar pensar, ¿cuál de las dos Tsubasa es la real?

La que está contigo.

—Ambas lo son.

¿Por qué repentinamente la conversación iba en esa dirección? Está bien que no tuviese la mejor inteligencia emocional del mundo, pero tampoco estaba tan mal, aun desde antes de que Tsubasa se enterara de los sentimientos de Maria, sabía lo mucho que Maria odiaba hablar sobre su relación con Chris.

—Eso mismo me dije, todos tenemos más de una faceta, ¿correcto? —Cuestionó.

—Correcto—Miro a los alrededores. Nadie parecía prestarles atención, sin embargo, no podía confiarse de que nuevamente los rumores perturbaran a Yukine, pues contrario a antes, ésta vez llevarían más verdad que suposición.

—Sin embargo, tu no usas facetas, usas máscaras—Dijo ella, Tsubasa se tensó—No es que muestres distintas partes de ti, es que actúas como personas diferentes que tienen cosas en común. La actuación, Tsubasa, debe limitarse únicamente al escenario.

— ¿A dónde quieres llegar? —Se giró a encararla, con un intento mediocre de romper el contacto físico que terminó en la nada. Y aunque no lo quisiera reconocer, eso nublaba su juicio.

— Eres más fácil de leer de lo que piensas, para mí al menos—Su mirada oscilaba entre esos orbes cían y aquellos labios decorados con un labial de un tenue rosado. No pudo evitar preguntarse como se vería Maria con aquel labial corrido, si al besarla, sería difícil esconder la huella de a donde sus propios labios fueron a parar, si aquel sabor a fresa todavía le recibiría, gustoso.

Sus palabras, poco a poco, se volvían un peligroso y dulce elixir. ¿Es así como se sentía ser seducida? ¿Cómo la gente se resistía a esto? Ojalá alguien pudiese contestar sus preguntas en ese instante, pero no, estaba sola, abrumada como nunca antes.

— ¿Y sabes una cosa? —Un nudo se formó en su garganta, haciéndole incapaz de responder, por lo que solo negó—Resulta patética la forma en la que buscas pretender que lo tienes todo bajo control.

Alivio. Eso fue lo que sintió cuando Maria misma unió su boca con la suya. Sintió como la tensión que fue creciendo, se iba apaciguando; y como ya era costumbre, sus sentidos fueron embriagados mientras su cerebro se apagaba.

Maria era una excelente besadora, y cada cosa suya resultaba ser de lo más atrayente. Muy apenas fue consciente de como los brazos de Maria se envolvían en su cuello, como sus manos se agarraban, y jugueteaban con su cabello. Perdida en su esencia, una refrescante fragancia a rosas, causa del perfume que usaba, su deseo de impregnarse en ella, en fundirse con ella, el tiempo y el espacio desaparecieron. El tiempo dejó de correr y el mundo simplemente se esfumó.

Este beso, de nuevo era diferente, traía una sensación distinta a los que ya habían compartido. Y resulta curioso que Tsubasa no solo no pudiera llevar la cuenta de las veces que aquello se repetía, sino que también podía, mentalmente, clasificar los distintos tipos de besos que Maria podía otorgarle.

Primero estaban los besos traviesos, como el primero que intercambiaron, que no solo eran repentinos, como este, si no que buscaban llevarla al límite, la estimulaban de tal manera que era evidente que su principal objetivo, era hacerla enloquecer. Después, estaban aquellos besos desesperados, en donde Maria buscaba dejarle una huella que no fuera tan fácil de borrar, y que en lo particular, le robaban el aliento, eran los besos los besos más intensos que la Cadenzavna pudiera brindarle; pero poco le podía envidiar este tipo de beso, uno demandante, que claramente buscaba probar un punto, con cierto enfado detrás.

Tsubasa no supo en que preciso momento fue que comenzó a corresponder el contacto, así como tampoco supo el momento exacto en el que dicho contacto terminó. Cuando menos lo supo, el cuerpo del Maria dejó de invadir el suyo, pero quería mas, necesitaba más. Quiso volver a ello, pero el permiso le fue negado y Tsubasa, créanlo, estuvo a nada de suplicar. En cuanto abrió los ojos, de manera lenta, sus sentidos fueron regresando. Parpadeó un par de veces, mientras volvía a ser consciente de su entorno. ¿En que momento sus manos envolvieron la cintura de Maria? ¿De verdad acababa de besarse en público de la manera mas inapropiada posible con alguien que no era su pareja?

Quisiera decir que la culpa le invadió de inmediato, pero no fue así, como siempre, el remordimiento llegaba tarde. Especialmente cuando Maria le sonreía de esa forma tan... tan... ¿coqueta? ¿Descarada? ¿Desafiante? ¿Una mezcla de todo? Le temblaron las rodillas, y por un instante, verdaderamente pensó que se derretiría.

Maria entrelazó sus dedos, y lentamente guio. ¿A dónde? Sabrá Dios, tampoco podría importarle menos. Necesitaba, ansiaba, sentirla de nuevo. Maria no la estaba besando... aún, pero sus sentidos estaban volviendo a ser atarantados, y estaba dudando que su cerebro haya despertado en primer lugar.

Se sintió como una eternidad hasta que Maria la volvió a besar, pero agradecía infinitamente a toda deidad existente no solo que sus labios se volvieran a encontrar, agradecía también sentir el cuerpo de Maria aprisionando el suyo contra la pared.

Casi soltó un pequeño gemido cuando Maria mordió su labio con la fuerza suficiente como para hacerla sangrar, sabiendo que apenas lo hiciera, todo habría terminado, y no quería parar, todavía no; en su lugar, solo soltó un jadeo.

Maria volvió a mirarle y sonreírle de esa manera que hacia cosas en ellas, cosas severas.

Esa mujer iba a ser su perdición.

Sus manos fueron dirigidas al cuello de la mayor, Tsubasa rápidamente comprendió en mensaje, aferrándose a Maria como si su vida dependiera de ello. Quien ahora recorría en cuerpo de la otra, dejando besos húmedos, no era Tsubasa, Maria fue clara: "yo estoy a cargo". Y aunque estuviera tentada a desafiar su autoridad, su subconsciente le dijo que sería mejor ser sumisa en esta ocasión, no es que realmente le disgustara la posición en la que se encontraba, pero no poder controlar lo que sucedía le dejaba ese sentimiento de incertidumbre que desde temprana edad le enseñaron a despreciar. Un Kazanari no puede jamas estar a merced de nadie, siempre debe dominar y moldear las cosas a su favor.

— ¿Qué crees que diría Chris si nos viera ahora?

¿Yukine, qué?

— ¿Cómo crees que se sentiría al presenciar que tu fidelidad no está con ella?

Maria mordió su cuello.

"Contesta"

—Estaría destrozada.

Apretó los dientes, reprimiendo los sonidos indecentes que pujaban por salir.

—Exacto. ¿Pero si la situación fuera inversa, crees que te afectaría?

No, posiblemente no. Le dolería quizá la ruptura de confianza, pero Tsubasa sería una alta hipócrita si se indignara o hiciera escándalo por ello, considerando que, así como en la cafetería, como en ese momento, nadie le estaba obligando realmente a nada y no había substancias que comprometieran sus acciones.

—Maria...

Jadeó al sentir sus manos colarse entre su ropa y hacer contacto directo contra su abdomen. Maria, otra vez, le besó de esa manera tan intensa, lamiendo el pequeño hilo de sangre en su labio inferior, recorriéndolo a su totalidad antes de ingresar a su boca.

Cuando se separó, su aliento estaba entre cortado y su mirada era cada vez mas nublosa.

— ¿La amas?

No por favor, esa pregunta no, por favor.

Intentó acercar su rostro y hacer así que la besara, pero no funcionó. La Cadenzavna se dirigió nuevamente a cuello, solo que esta vez comenzó a succionar mientras sus manos peligrosamente subían a terrenos peligrosos.

— ¿La amas?

Jadeó, apenas reprimiendo el gemido, o algo de este se escapó y mezcló, creando otro tipo de sonido. Saber que Maria la estaba marcando, literalmente, era excitante. Sentía su cuerpo arder y sabía que pronto podía.

—Maria...

Una de las piernas de la mayor se posicionó entre las suyas y presionó contra su centro.

— ¿La amas, Tsubasa?

Negó con la cabeza, rehusándose a que otro sonido abandonase sus labios, rogando que dejara de hacerle la misma pregunta y ordenándole a la voz de su cabeza que ni se le ocurriera controlar su lengua y le hiciese solar un "no" a esa pregunta.

Su respiración se aceleró ante una segunda marca en su cuello.

¿Cómo ocultaría eso? ¿Cómo lo explicaría si Yukine cuestionara sobre su existencia?

Trazando un camino inverso, Maria recorrió su cuello hasta llegar a su lóbulo, el cual chupó e igualmente mordió.

—Responde la pregunta, Tsubasa—Su voz sonó fría, taladrando su oído— ¿Amas a Chris?

Su pierna ejerció más presión.

No pudo soportarlo más. Gimió.

Como lo supuso, ese fue el fin, Maria dejó de presionarse contra ella. Su mirada estaba todavía mas oscurecida, y esa sonrisa, oh dios, no es la sonrisa dulce o feliz que esperaba ver, pero verla dirigiéndose a ella con esa soberbia y arrogancia... ¿cómo podia algo tan simple ser tan caliente? No es justo que esta mujer la tenga tan en la palma de su mano.

Hasta que lo admites.

—No puedes controlarlo todo—Sí, eso ya quedó claro—Y no creas que no me di cuenta lo mucho que te negaste a responder. Dime, ¿es algo que tanpoco te respondes a ti misma?

Trató de aparentar que estaba demasiado ocupada recuperando la respiración, pero como Maria dijo, para ella era fácil de leer.

—Con que es eso...—Le miró con sorpresa. Puede que Maria no conociese a su familia como Yukine, pero sabía mas sobre su crianza, sus practicas y tradiciones mejor que ella—...Dime, ¿de tanto que te callas a ti misma, recuerdas lo que es ser egoísta, cómo se siente?

Egoísmo.

Ser egoísta está mal.

—Porque lo eres, demasiado. Y con tu egoísmo no solo me dañas a mí, también dañas a Chris, aunque no te lo diga. Porque ella no quiere imponer su egoísmo en ti, pero tú... tú...

Quiso tocarla, pero Maria solo dio un paso hacia atrás.

—Debes aclarar seriamente contigo misma que es lo que quieres y que es lo que pretendes buscar, porque si sigues lanzando señales confusas, dudo que cosas así se puedan evitar, y yo no estoy para ser el sucio secreto de nadie.

Decíle algo, mierda.

—Tienes razón. Y lo tengo justificación alguna, así que no buscaré excusarme. Sin embargo, quiero que sepas que me importas, mucho, ¿de acuerdo? Eso no es una mentira y nunca dudes de ello. Yo jamás te pediría que fueras "la otra mujer", Maria, mereces mas que eso, y sí, lo que nos pasa es demasiado fuerte, pero todavía podemos mantener los límites y actuar como si nada, como querías.

Sería más fácil si le dijeras que la quieres y estás confundida.

— ¿Y que harás con la obra? ¿Crees que nuestra futura cercanía será cosa de nada? ¡Míranos! Con la más mínima cosa volvemos a lo mismo.

Tsubasa agachó la cabeza, concediéndole la razón.

—Toma este tiempo de vacaciones para pensar, y ya cuando comiencen las practicas llegaremos a un acuerdo sobre como proceder.

— ¿Qué es lo que deseas que haga? —Preguntó perdida.

—Esto no se trata de lo que yo quiero—Dijo seria—Esto se trata de lo que tú quieres. Trata de no olvidarlo, conmigo no necesitas adaptarte para encajar en mis estándares. Te quiero tal cual eres.

¿Maria acababa de...?

—Entiendo.

No, imposible.


Muy buenas gentes... ¡No me maten por favor! Quiero decir, todavía no es tan malo (?)

Ah... mejor me iré silenciosamente en estos cinco segundos de piedad xP

Un saludo especial para AngelAkai y Kaede Kitajima y hasta la próxima

*hushe gheimente*


Edit 3 días después. Me di cuenta de que había una parte que se repetía, una disculpa, no vuelvo a actualizar desde el celular xD