El peso de sus acciones no la golpeó hasta varias horas después, a final de cuentas, Maria era de ese tipo de personas llamada "de sangre caliente", que combinado un poco con la adrenalina del momento y la euforia que le recorrió entera... seh~ Maria no tenía razón para pensar de más las cosas. Principalmente porque se sentía –y es irónico considerando el inicio de esta historia– en un estado de éxtasis tal como si estuviera dopada.
— Kakogo khrena ya sdelal takuyu glupost'? (3)
—Uhh, maldijiste... y en ruso, esto es serio—Comentó Serena al ver a su hermana recargada contra la puerta de entrada, viendo hacia la nada con cara de terror, realmente sorprendida ya que por lo general Maria no era de las chicas que dijeran groserías, sin contar que su hermana muy pocas veces usaba el ruso desde que se mudaron a Japón, ya que al estar ella ya bastante más grande, se auto prohibía usar su lengua materna con tal de manejar mejor el idioma que se vería obligada a usar eternamente si apuntaba a crecer en el país nipón, contrario a Serena que era perfectamente bilingüe, oh bueno, trilingüe, ya que el inglés también se le daba bastante bien.
—Chto, chert voz'mi, on dumal?! I'm fucking unbeliavable eomcheongnan babo Das Beste ist, dass ich in ein anderes Land gehe und meinen Namen ändere. ¡Si, eso será lo mejor! (4)
—Hey, no me ignores y por favor habla solo en idiomas que pueda entender al cien por ciento—Renegó causando una mirada confusa en Maria, quién indudablemente no se había percatado de que había comenzado a oscilar entre los idiomas que sabía hablar.
Sí, su hermana era toda una políglota... y una dramática.
No negará que es poco divertido verla pasar de su faceta dulce y sonriente, despidiendo al doctor, a verla azotar la puerta y azotarla para no solo maldecir, sino entrar en su faceta de "me quiero morir". No pudo entender todo su desvarío porque nunca fue afín del coreano ni tenía un vocabulario completo en alemán, pero estaba segura que Maria se llamaba tonta o algo similar mientras hacia su rabieta de "me quiero ir del país". Sin embargo, Serena era una buena hermana, y la ayudaría a desahogarse, no solo porque el chismesito fuera su pasión.
—Aunque no me sorprendo de que algo pasara, me sorprende que esta vez estés convencida de que fue tu culpa.
—Yo, ella, anuncio, almuerzo, John, pintura, escalera, Chris, público ¡AHHHHH!
— ¿Qué?
Después de diez minutos en los que Maria siguió hilando frases sin sentido, que Serena aprovechó para hacer té, finalmente la mayor procedió a explicar lo sucedido durante ese día, principalmente su almuerzo con la pareja de oro, el quiebre que tuvo con John y como casi se violaba a Tsubasa en unas escaleras.
Vaya feria más interesante, Serena haría todo lo posible por ir el siguiente semestre.
—Bueno, ya no la podemos culpar solo a ella, ¿estamos de acuerdo?
—Eso no me hace sentir mejor.
—No sé qué quieres que te diga, la situación está jodida y hasta al fondo—Alegó Serena, masticando sus galletitas, interiormente analizando las reflexiones de Maria sobre Tsubasa y lo que su hermana dijo que la Kazanari respondió a sus preguntas.
No es que pudiera asegurarlo al cien, porque no es que conociera a Kazanari-san tan bien, pero casi que podría asegurar que no amaba a su novia, pero el "no puedo" tan constante en sus palabras le hacían creer que a lo mejor estaba envuelta en un compromiso serio, ¿obligado tal vez? Sabía que eso era muy común en familias muy tradicionalistas, Shirabe, por ejemplo, le mencionó que a pesar de apellidarse Tsukuyomi, pertenecía a otra familia, de mayor renombre y prestigio pero muy conservadora (aunque nunca le quiso decir cuál por lo poco que empatizaba con ellos); la razón de portar un apellido se debía a que su madre se enamoró de alguien de clase media, por lo que fue desterrada al negarse a seguir con el compromiso que su padre había pactado con uno de sus socios, y solo le acogieron porque su abuelo murió un año antes de que quedara huérfana. Nunca indagó mucho en el tema de su familia porque se notaba que le incomodaba, pero si hablaron alguna vez de los duros castigos que imponían, especialmente el que se llevó aquella que veía como hermana mayor por ser homosexual.
Ojalá pudiera recordar el nombre de su "onee-sama",
Debía suponer que con Tsubasa bien podría pasar algo similar, pero ¿cómo le harían entonces Kazanari-san y Yukine-san con la familia de la primera?
Algo faltaba en ese rompecabezas.
—Un poco de apoyo moral no vendría mal—Se quejó Maria.
—Que yo esté aquí ya es apoyo moral, pero no veo caso en aconsejarte si me ignoras.
—Prometo que ya no lo haré.
—Eso dices siempre y terminas igual.
Maria refunfuñó, sabiendo que lo que su hermana decía era cierto. Debería sentirse avergonzada, pero su preocupación era mayor.
—Primero que nada, ¡respeta tus tiempos, mujer! —Maria iba a decir algo, pero apenas Serena vio esto, le interceptó—No, no empieces, Kazanari-san ha estado respetando tu espacio y no dudes que el juego del tira y afloja vendrá de nuevo, tienes que ser más firme que antes, y mantenerte así. Me cuesta creer que dejaras que tus celos te controlaran. Nunca has sido de ese tipo de personas.
— ¡Yo no estoy celosa! —Exclamó de inmediato, recibiendo una mirada incrédula de Serena.
—No hablas en serio—Murmuró incrédula, suspirando al ver que su hermana SÍ hablaba en serio—Ustedes dos son tal para cual, Dios mío.
Maria frunció el ceño, indignada, no sabía si por la afirmación o por la frustración de la menor.
—Yo no soy quién para decidir si Kazanari-san lo merecía o no, pero le devolviste completamente lo de la cafetería, ella celosa de verte con el Doctor y tú celosa de verla con Yukine-san.
—Ninguna aquí esta celosa de nadie.
—Lo que digas—Le rodó los ojos, bebiendo nuevamente de su taza. Maria le vio de mala gana— ¿Cómo fue que todavía tuviste los ovarios de pararte junto a ella para el anuncio? Por lo regular no eres tan asertiva.
Maria se recostó sobre el sofá, interiormente preguntándose lo mismo. No es que quedara en ella la duda sobre los papeles que interpretarían, especialmente después de ver cómo cambiaron la versión del relato de Perséfone con tal de tenerla a ella actuando junto a Tsubasa, lo que si no se esperaba es que su tutor casi que les obligara a los dioses principales formar parte de la obra; fue así que, para el final de las puestas en escena, se encontró de pie, orgullosa, sobre la tarima, con Leiur y Phara a su izquierda, y Tsubasa, Chikaru, Setsuna y Asaka a su derecha. Cada quién presentó el personaje que interpretaría, Zeus, Deméter, Perséfone, Hades, Hestia, Atenea y Afrodita, en ese orden, junto con una pequeña invitación a apoyarlos el siguiente año, una vez acabaron todos, se tomaron de las manos y se reverenciaron. Tsubasa, en cuánto pudo, soltó su mano, Maria, por su lado, se la retuvo apenas un par de segundos más.
Claramente cierta espada torpe tenía la cabeza hecha un desastre, y aunque tenía curiosidad sobre porque se veía en un peor estado (físico) al que la dejó, se abstuvo, adjudicándolo a la creíble excusa que de seguro se inventó para justificar porque no se regresó tan pulcra a como salió, Maria sabía de primera mano que Tsubasa se ponía a sentir todo lo que su personaje debía con tal de interiorizarlo (y por ende, interpretarlo) mejor.
—No tenía otra alternativa, era una orden y acomodo oficial. —Respondió como quien no quiere la cosa, sabiendo que mentía descaradamente, ella en realidad quería ver si Tsubasa reaccionaba, y vaya que lo hizo—Sería raro dar la imagen de que nuestros personajes están separados cuando se la pasan juntos casi toda la obra.
— ¿Y ya pensaron que van a hacer con eso?
—Dejé la última palabra en Tsubasa—Serena se golpeó la frente ante las palabras de su hermana.
— ¿Por qué? —Alargó la última sílaba para denotar su frustración.
—Las últimas dos veces que yo di la pauta, terminó en desastre, y esta vez no podemos arriesgarnos a que pase lo mismo, o algo siquiera medianamente similar.
O dicho de otra manera, Maria no quería cargar la culpa de romper lazos, pero tampoco quería poner el punto final.
En cierta manera, era más fácil culpar a Tsubasa.
No habían pasado siquiera dos semanas y Maria ya tenía el síndrome de las vacaciones, el cual consiste en no desearlas una vez que las tiene a pesar de haber rogado por ellas antes. Su vida "sin responsabilidades" era muy aburrida, y no estaba para ser ama de casa todavía... sí, es su sueño dedicarse al hogar, con una pareja estable y quizá algún niño, pero eso sería después de haberse hecho algún nombre en el medio artístico, de haber triunfado en solitario en sus otras metas; de momento la vida hogareña no era del todo cómoda, tenía demasiada energía y gustaba de sentir la adrenalina en cierta manera.
Desde que sus vacaciones comenzaron, la rutina era la misma, despertarse tarde, almorzar lo que hubiera sobrado del desayuno hecho por Madam o Serena, lavar la loza y ver Netflix hasta que fuera hora de comer, comer, lavar la loza otra vez y volver a su interrumpida sesión con la plataforma de streaming. De vez en cuando intercambiaba mensajes, pero no tan seguido, ya que cada quien estaba en sus propios asuntos. El horario irregular de John como doctor hacía que este le contestara los mensajes principalmente cuando ella dormía, o en su larga travesía con las ollas y sartenes; así que prácticamente tardaban un día en siquiera saludarse y actualmente llevaban tres días en el mismo tema. Phara prácticamente brillaba por su ausencia, pero era más que comprensible, la familia de su novio la invitó a pasar sus vacaciones con ellos... en Alemania, lo que la dejaba también sin excusas para salir, porque incluso Tsubasa tenía eso cubierto (que no es que fueran a salir durante vacaciones de buenas a primeras tampoco), salía con Chris casi todos los días y se desocupaba en la noche, donde aprovechaba para mandarle algún mensaje preguntando como había ido su día. La respuesta siempre era la misma, pero Tsubasa no se veía apática por ello, y como no podía ser de otra manera, eran sus mensajes los que más esperaba durante el día, quería que llegase la noche para que pudieran hablar con la ligereza que siempre les caracterizó, de todo y nada a la vez, porque solo así podían tenerla sin sentir que traicionaban a alguien.
La primera vez que sucedió no supo cómo reaccionar, no esperaba que Tsubasa quisiera tener contacto con ella –aunque según Serena esto era normal y esperable–, o por lo menos tan pronto, y de alguna manera, que no estuvieran frente a frente, que no pudiera perderse en esos ojos azules que le gritaban bastantes cosas, le ayudaba a mantener el enfoque.
El día de hoy, sin embargo rompió su rutina, porque, de nuevo, estar todo el día en casa sin nada que hacer es aburrido y salió con Serena y sus amigas… no es que le quedara de otra. O al menos eso se decía para no sentirse patética por el hecho de que la mejor compañía que pudiera conseguir fuera con chicas cinco años menores que ella. En parte también, era plan con maña por parte de Serena, no solo por el tema del transporte, que ya era todo un asunto, sino que alguno que otro beneficio podían sacar cuando visitaban plazas comerciales, principalmente porque Maria siempre atraía la atención de la gente adecuada; una vez incluso les dejaron ver una película mal clasificada como R solamente porque ella les acompañaba, por ejemplo.
Después de comunicarle a Madam que pasaría el día con Serena, fuera de casa, esta decidió unirse –pues sabía que en algún punto Maria quedaría aburrida por su cuenta–, tomó las llaves del auto y partieron al punto de reunión que tenían Serena, Shirabe y Elfnein para encontrarse de camino a Lydian, y es que Maria debía reconocer que eran quienes más lejos vivían. Tras media hora de camino, Maria finalmente fue capaz de estacionarse cerca de la estación del tren, donde unas sonrientes Shirabe y Elfnein las esperaban. Una vez ambas adolescentes se unieron a Serena en el asiento trasero del auto, partieron en dirección a una plaza comercial –algo esperable– un tanto alejada que abrió hace poco, donde el mayor atractivo era que estaba anclado a una pequeña feria, por lo que el día se volvería eterno.
Tomaron la comida, la merienda y la cena ahí mismo. Entre juegos y atracciones, que las chicas disfrutaron a solas mientras Nastassja y Maria las observaban de lejos, terminaron yendo a turistear por las tiendas, cerrando con una ida al cine, donde Madam se durmió antes de que terminaran los comerciales; pero su abuela tenía un punto, no habría podido soportar todo el día sin ella a un lado, aparte de que era un poco más relajante estar a cargo de tres niñas con ella a un lado. Aún con todo esto, lo más impactante de esta salida vino, justo a la hora de culminarla. El padre de Elfnein, un hombre bastante amable, de nombre Izak, se ofreció a recogerla directo de la plaza ya que salía más práctico para el regreso que ir hasta el punto medio y volver. Sin embargo, Shirabe si pidió ir al punto medio y Jesucristo en calzones, el mundo es demasiado pequeño.
— ¡¿Maria-san?! —Exclamó sorprendido el de alborotados cabellos rubios y vibrantes ojos verdes al verla acompañando a Shirabe fuera del auto al cruce.
— ¿Pero qué haces tú aquí? —Cuestionó sin poder creérselo.
— ¿Se conocen? —Shirabe frunció el ceño, y oh, si las miradas mataran…
—Sí, Maria-san es una clienta habitual en la cafetería en la que trabajo—Contestó el chico sin leer el ambiente, relajado y sonriente como siempre.
Momento, ¿él era el misterioso novio de Shirabe?
—No es por sonar grosera, pero en serio, ¿qué haces aquí?
—Vengo a recoger a Shirabe, va a pasar la noche en mi casa, mañana toca salir con su familia a no recuerdo qué, y no la voy a poder ver en un mes, queremos compartir lo más posible juntos hasta entonces. —Respondió tranquilo. Maria sintió un tic en el ojo, aunque bueno, suponía que los padres del chico ayudarían a que nada indebido pasara esa noche. Ese pensamiento la tranquilizó.
…Si tan solo Maria supiera que el chico era huérfano.
— ¿Puedo realmente confiártela? Mira que Shirabe es como mi segunda hermanita menor.
Contario a lo que se esperaría, él no se vio asustado, sino más bien emocionado.
— ¿Estoy recibiendo finalmente una de esas charlas de advertencia? ¡Eso es tan genial, siempre quise tener una!
Shirabe rio por la actitud de su novio, pero Maria solo se giró a verle perpleja. Sin duda eran una pareja curiosa de ver.
—A veces eres tan raro—Dijo la Cadenzavna, sonriendo resignada. A pesar de todo sabía que era un buen chico, así no conociera su nombre, había convivido con él las veces suficientes como para comprobarlo— ¿Quieres que mejor los acerque a ambos a tu casa? Ya es tarde para que dos jovencitos estén solos por la calle.
—Ya tengo dieciocho, así que ya soy todo un adulto—Dijo orgulloso, recibiendo una mirada escéptica por parte de Maria. Shirabe por su lado, solo carraspeó la garganta—Pero tomaremos la oferta, Shirabe no es una partidaria de las caminatas saludables.
Y después comprendería porqué. El hombre vivía más cerca de su universidad que de Lydian.
Tsubasa no se resistió a enviarle un montón de stickers de distintos personajes riéndose una vez le comentó su anécdota del día.
«Con que Akatsuki terminó siendo novio de la pequeña conejilla de las hermanas Cadenzavna»
« ¿No dirás nada? Ya sabes, ¿soltar improperios sobre su amor prohibido o la enorme diferencia de clases sociales?»
Maria no necesitaba escuchar la voz de Tsubasa para sentir la burla en sus palabras. Shirabe no era del tipo de personas que se fijara en eso y se lo hizo saber, a su manera.
«Creí que ya deberías saber que cuando hablo con tanta ironía, no espero que tomes en serio mis palabras»
«Me dueles, yo creí que lo nuestro era especial»
Maria no pudo evitar reírse, era el efecto Tsubasa. Maria estaba convencida en un noventa y nueve por ciento de que la intención principal de la Kazanari era más fastidiarla que hacerla reír, porque "sus expresiones son graciosas" según ella.
Patrañas.
«No te hagas la drama queen, que no te queda ese es mi papel»
Tsubasa, muy maduramente, le mandó stickers de monitos sacándole la lengua.
Siguieron charlando de cosas random y de cosas no tan random. Tácitamente, y como todas las noches, evitaban charlar sobre lo que sucedió en el festival, sobre Chris y sobre John. Por más que Maria se negara a concederle la razón a Serena, sabía perfectamente que de alguna u otra manera, se había convertido en un tema sensible para Tsubasa, cosa curiosa porque teóricamente no era, ni fue nada de ninguno de los dos, pero se notaba, cada vez más en su opinión, que el tema le afectaba, ¿y para qué romper la paz? Maria extrañaba poder estar de esa manera, aunque fuera intercambiando mensajes de texto.
«En fin…» Habló Tsubasa, cambiando el tema sutilmente después de ambas reírse recordando tiempos pasados.
«Tu cumpleaños se va acercando de a poco, ¿ya tienes algo planeado para ese día?»
Realmente no.
Fuera de un pastel y cantar la canción del cumpleaños feliz, no planeaban nada, Maria ya estaba en esa etapa en la que no le gustaba hacer festejos ostentosos, asistir a otros, sí, pero hacer los propios, no. Prefería pasar el día con gente importante para ella haciendo alguna actividad interesante… o haciendo nada si era sincera.
Tsubasa era de las pocas personas que sabía esto, por eso preguntaba por sus planes. Tsubasa tampoco era de las personas que celebraba los cumpleaños, principalmente por influencia de su familia. El año pasado hizo una excepción por ella y pasaron todo el día juntas, acampando a las afueras de la ciudad… ¿haría este año otra excepción por ella? De solo pensarlo, se calentaba su corazón.
«Excelente»
«Quiero decir, tenía una propuesta para ti, pero ocuparía dos días en lugar de unas cuantas horas de uno»
Bueno, tampoco fueron unas cuantas pocas horas. Tsubasa le visitó a las once de la mañana con sus regalos (ya que fue algo múltiple) para llevarle de paseo y la regresó cerca de la media noche.
«Hay un pueblo, bastante bonito con varios museos de arte y bastantes pasajes históricos, creo que no hay mejor manera de empaparte del folclore japonés que esa, ya que mencionaste tu interés en ello, pero la poca oportunidad que tenías de inmiscuirte»
Pero eso fue hace casi que dos años, casi que cuando se conocieron, un comentario dicho bastante a la ligera ¿cómo se acordaba de ello?
« ¿Qué dices? ¿Me dejas secuestrarte dos días?»
Momento, ¿era siquiera buena idea pasarla en un lugar recóndito a solas con ella? Honestamente no es que tuvieran el mejor historial.
Aunque por otro lado… puede que necesitaran esto, aislarse.
« ¿Puedo pensarlo?» Preguntó Maria, dudosa.
Tsubasa escribió y borró su texto varias veces antes de mandar su mensaje.
«Claro, solo avísame antes del jueves, ya que ocupo coordinar ciertos detalles»
Sonaba lógico.
«Independientemente de si aceptas viajar conmigo o no, igualmente tengo un regalo para ti…»
«…y una respuesta»
Quien la viera a Tsubasa, tan determinada de la nada.
«Te contestaré mañana, son las dos de la mañana y me muero de sueño»
Dentro de su corazón Maria ya sabía su respuesta, solo quería asegurarse de que no se arrepentiría el día siguiente.
«Te dejaré dormir entonces»
No, todavía no…
« ¿Podrías seguirme hablando hasta que me quede dormida? ¿Por favor?»
Contrario a su primera petición, la respuesta vino de inmediato.
«Con todo gusto»
Descubrir que Tsubasa no celebraba los cumpleaños no fue tan impactante como esperaría, en cierta manera ya lo intuía, incluso hizo un comentario sobre ello de manera distraída; sin embargo, comprender todo el contexto fue una de las cosas que hizo sentir a Maria como la mujer más especial del planeta Tierra.
—La primera vez que celebré uno fue en la secundaria, mis kouhai me hicieron una fiesta sorpresa, y solo fue un rato, de lo contrario hubiera estado en problemas
— ¿Y qué hay de los regalos?
—No es común obsequiarnos cosas entre nosotros, y no podemos evitar que otros tengan detalles hacia nuestras personas; por lo que en general, tratamos de no recibir cosas muy ostentosas—Respondió Tsubasa distraídamente, mientras daba un mordisco al sándwich que anteriormente reposaba dentro del canasto.
Maria le miró sorprendida.
— ¿Y cuándo se trata de los cumpleaños ajenos? ¿No hay ninguna excepción? —Tsubasa negó con la cabeza.
—No había tenido amigos con los que relacionarme, pero de igual manera se entendía esto—Se encogió de hombros.
— ¿Y qué hay de hoy? —Preguntó con verdadera curiosidad, pues no entendía porque si tenía algo tan prohibido, Tsubasa estaba haciendo todo lo contrario ese día. La aludida, le devolvió una mirada intensa.
—Bueno, si no hay pastel y gente reunida, no es una celebración como tal. Solo decidí salir a disfrutar con una mujer maravillosa de uno de los días más perfectos del verano—Dijo con una sonrisa maliciosa, que denotaba claramente que se estaba aprovechando de un pequeño tecnicismo. Sin embargo, Maria no quería dejarle las cosas fáciles, porque fastidiar a Tsubasa era divertido.
—Ajá, ¿y qué hay de los regalos?
— ¿Se pueden considerar regalos cuando realmente buscaba apoyarte con material de protección que ocuparías tarde o tempano? —Tsubasa guiño de manera traviesa, arrebatándole a Maria una carcajada.
Tsubasa era bastante astuta, pero tenía un punto después de todo.
A pesar de que viajar en auto resultaba más cómodo en ocasiones, lo cierto es que ambas mujeres, preferían realizar sus salidas en la motocicleta de Tsubasa, había cierto sentimiento de adrenalina que ambas disfrutaban, sentir el viento golpearles mientras se desplazaban, sentir el calor que emitía cuerpo de Tsubasa tan cercano, envolviéndola de cierta manera, su fragancia desplazándose directo a sus fosas nasales, fundiéndose su aroma ligeramente con el suyo…
Los maravillosos obsequios que Tsubasa le brindó fueron un casco personalizado, una chaqueta de protección, igualmente personalizada, guantes, botas y un intercomunicador, porque, oficialmente era ahora su copiloto.
A partir de ese día, Maria recordaba, Tsubasa comenzó a recogerla en las mañanas, esperando siempre puntual en la puerta de su casa según la hora que la Cadenzavna le dijera, no había caído en cuenta en ese entonces de lo lejos que su apartamento quedaba de su hogar, pero lo disfrutaba, y en cierta manera se podría decir que era feliz.
Pero en el ahora, solo podía aferrarse y vivir de esos recuerdos.
Suspiró.
Tsubasa finalmente parecía haber puesto sus pensamientos en orden, y de alguna u otra manera, tenía el presentimiento de que, fuera cual fuera su respuesta, podría sentirse tranquila al fin.
Quizá solo era su esperanza hablando.
—Bueno, supongo que es hora—Dijo Maria finalmente bajando las escaleras, se había dado su tiempo de prepararse mentalmente y ya no podía posponerlo más. Estaba emocionada y ansiosa a partes iguales.
Una vez abajo, no le sorprendió ver a Nastassja charlando animada con la Kazanari. No sabía qué clase de poder tenía Tsubasa con las personas mayores, pero siempre los tenía comiendo en la palma de su mano; nunca en sus veintidós años de vida vio a Nastassja ser tan amigable con alguna de sus parejas o prospecto a pareja. Serena tenía su propia hipótesis, y es que los padres solían detectar a los hijos cuyos padres son estrictos, ya que por lo regular tienen la falsa idea de que por eso mismo son más razonables; además de que también suelen pasar más tiempo con gente mayor que de su edad, lo que los hace en cierta manera más maduros. Esto sin contar el carisma y labia propia de la persona. Y créanle, Tsubasa tiene montones de eso.
—Estoy lista—Anunció, con su mochila ya al hombro. No le pasó desapercibido como Tsubasa le recorrió de pies a cabeza antes de sonreírle y dirigirse a Nastassja. De reojo vio a Serena observarlas, divertida.
—Supongo entonces que esa es mi señal, como siempre, es bueno hablar con usted, doctora—Dijo Tsubasa con una pequeña sonrisa.
—Lo mismo digo, por favor cuídense—Correspondió Nastassja apoyando una mano sobre su hombro.
—Le avisaré personalmente que estamos con bien cada determinado tiempo. —Declaró Tsubasa.
—Bueno, la idea tampoco es que nos vigilen como un par de adolescentes en fuga—Maria rodó los ojos mientras decía eso, causando una pequeña carcajada en Tsubasa.
—Pero la doctora necesita saber que su adorada Maria se encuentra bien, es por salud.
—Y por eso es que me agradas, niña. Siempre se puede confiar en ti.
Maria hizo una mueca, tomando (quizá de manera inconsciente) a Tsubasa de la mano, arrastrándola a la salida.
—Sí, sí. Nos vamos, se va haciendo más tarde y el viaje es largo. —Dijo.
—Esa es mi línea—Se burló Tsubasa dejándose arrastrar.
—Como sea.
Una vez afuera, Tsubasa retuvo su mano un poco más de tiempo, haciendo a Maria consciente de cómo sus dedos estaban entrelazados.
—Primero que nada, feliz cumpleaños—Tantas veces escuchó esa frase en las últimas doce horas, y sin embargo, ninguna le provocó la misma emoción que Tsubasa sonriéndole mientras lo decía.
—Gracias.
—Ahora, por favor dame tu mochila. Como podrás ver, el triple escuadrón está de vuelta.
Maria rio por la manera en que Tsubasa se refirió al acondicionamiento de la motocicleta, que al igual que su última salida, portaba tres maleteros anclados al asiento que les permitía llevar algo de carga.
—Debo admitirlo, extrañaba esto—se sinceró mientras Tsubasa terminaba de asegurar todo.
—Lo mismo digo—Y de nuevo, su mirada le gritaba algo que Maria no terminaba de comprender.
Ninguna digo nada más y se pusieron los cascos, ajustaron los intercomunicadores, montaron la moto y finalmente partieron.
Y sí, no le cabía duda de que extrañaba estar con Tsubasa de esa manera. Otra vez, Maria confirmaba que entre ella y Tsubasa hacían un equipo perfecto, se entendían sin la necesidad de palabras... literalmente. Si bien era bastante común que entre piloto y copiloto desarrollaran cierto código para comunicarse ya que por medio de palabras era difícil por el viento y demás –aun con intercomunicadores–, Maria estaba segura de que con nadie pudiera implementarlo de manera tan pulcra, no es que Tsubasa llevara a muchas personas con ella o tuviera alguna otro copiloto oficial como lo era Maria. Ni siquiera Chris, y era esto una de esas cosas en las que Maria se permitía ser egoísta. Chris tenía un punto más que válido por sus nervios y ansiedad; pero Maria no podía ser evitar de nuevo, que su lado más perra, como lo definió en relatos pasados, la hiciera sentir poderosa, era de las pocas cosas que podía compartir con Tsubasa sin sentir nuevamente que llegó tarde, está mendigado por sobras de algo ya dado o compartía con alguien más. Y aunque le parecía tonto creer que Tsubasa podría preferirla por compartir esa pasión únicamente con ella, no le hacía mal tener esa fantasía.
— ¿Finalmente me dirás a donde me llevas exactamente? —Preguntó Maria una vez Tsubasa terminó de relatarle una de las leyendas que surgían de los lugares en que se encontraban.
Eran cuatro horas y medias de viaje, es decir que usarían la mitad del día para llegar, por lo que decidieron no tomarlo con prisas y tomarse un día más, así que hicieron unas cuantas paradas por el camino. Conforme más se acercaban a su lugar de destino, más podía verse del Japón antiguo, era como viajar en el tiempo en reversa y Tsubasa sin duda resultaba mejor que cualquier guía turístico, su amplio conocimiento por el folclore Japonés y la historia de sus ancestros dejando huella eran el combo perfecto para tenerla más que entretenida.
—Te voy a llevar a un lugar que es bastante especial para mí—Contestó con una sonrisa cínica a lo que Maria resopló, resignada a que no le diría nada más.
Sin darse cuenta, se cruzó de brazos e hizo un puchero, Tsubasa rio ante esto.
—Mi padre solía llevarme ahí cada que podía, cuando todavía no tenía que atender las responsabilidades de la familia—Agregó para su sorpresa—También era una clase de recompensa por soportar el régimen tan duro al que mi abuelo me sometía, así que solo está empapado de bellos recuerdos y espero que contigo pase lo mismo.
— ¿Has llevado a alguien más a ese lugar? —No pudo evitar preguntar. Tsubasa se vio confundida por su pregunta, pero de último momento pareció comprenderlo, pues su mirada se volvió seria.
—Nunca—Respondió con firmeza—No me importa que la gente lo visite porque, a fin de cuentas Takayama es un lugar turístico, pero yo realmente no lo visitaría con una persona si esta no fuera especial para mí en algún sentido.
Maria no supo que más decir ante aquella declaración. Ni siquiera prestó atención al hecho de que Tsubasa ya le había dicho el lugar al que se dirigían.
¡Tsubasa era tan confusa a veces!
—Yo…—Sintió su boca seca de repente, las ganas de besarla eran tan fuertes que Maria sentía que merecía una recompensa gigantesca por suprimir ese deseo.
Tsubasa tomó ahora ella su mano, por encima de la mesa en esta ocasión y le dio un ligero apretón.
—Debemos irnos, no quieres llegar al lugar de noche y directamente dormir, ¿cierto?
La ternura, la dulzura, su mirada, todo…
—Tienes razón, señorita Kazanari.
— ¿Yo? Siempre, señorita Cadenzavna.
Rieron antes de proceder a llamar a la camarera para que les brindara su cuenta, Maria aprovechó de ir al baño mientras tanto, sabiendo que Tsubasa se encargaría de cubrir el total de su comida. Por lo regular esto no era así y ambas pagaban lo que cada quien consumía, pero Tsubasa había sido adamante en consentirla durante todo ese día, las cosas podían cambiar el día de mañana, pero por hoy, Maria no tenía que preocuparse de nada.
Tsubasa entró al sanitario mientras Maria retocaba su apariencia con el propósito de lavarse las manos. Compartieron una sonrisa incómoda, seguramente pensando en lo mismo, en aquel día en la cafetería. Tácitamente, Tsubasa dejó un lavabo de distancia y se encogió de hombros, era claro para Maria que su acompañante no tenía la más mínima intención de arruinar el viaje de ninguna manera.
— ¿No vas a usar el servicio? —Cuestionó Maria, dándose una bofetada mental por el brillante tema de conversación, aunque en su defensa, estaban en el sanitario y eso fue lo primero que se le ocurrió para distraer su ente.
Tsubasa no hizo más que dirigirle una mirada burlona y negar con la cabeza.
—Estamos ya a cuarenta minutos del lugar, estaré bien—Tranquilizó, y bajo esa premisa, se prepararon para finalmente arribar a Takayama.
Maria no podía decir nada aparte de "estoy sorprendida", y como que era el estado de ánimo habitual desde que abandonaron el último restaurante de camino a su destino. Como Tsubasa bien le informó, tardaron menos de una hora en llegar al pueblo de Takayama. Aparcaron en un ryokan, donde un joven bastante amable llamado Ogawa les dio la bienvenida (aparentemente Tsubasa lo conocía) con demasiada familiaridad.
—No puedo evitar preguntar, ¿qué hace paseando por acá en estas fechas? Es por demás, inusual.
—Bueno, hoy es un día especial para mi acompañante aquí presente, no podía simplemente dejar pasar la fecha.
Ogawa sonrió de una manera que a Maria le provocó escalofríos, le daba la sensación de que el castaño sabía más de lo que dejaba notar mientras acomodaba sus gafas.
—Debe ser de un calibre bastante alto si escapaste del retiro anual de los Kazanari.
Tsubasa hizo una pequeña mueca, claramente no queriendo que Maria escuchara aquello, y no era para menos.
— ¿Retiro? —Cuestionó Maria, a lo que Ogawa contestó con la inocencia peor fingida de la historia.
—Todos los años, la familia de Tsubasa-san hace este tipo de "viajes" al recinto más antiguo en medio de la nada durante un mes, supuestamente para conectar con nuestro lado más espiritual, pero es más que nada una manera de hacer que los más jóvenes se empapen más de las tradiciones más ancestrales. Debe saber que este retiro es inevitable, la única manera de inasistencia permitida es un estado de salud severo, de lo contrario, se enfrentan consecuencias nada agradables.
— ¿Qué clase de consecuencias? —Maria dejó ver su preocupación, pues a final de cuentas no es que quisiera meter a la Kazanari en serios problemas. Ogawa, por su parte, se vio incómodo, se notaba que realmente no quería responder. Fue entonces que Tsubasa intervino.
—Ninguna que valga la pena mencionar—Dijo Tsubasa, zanjando el tema—De todas maneras, no pienso seguir los pasos de la familia, por lo que mi asistencia no es realmente necesaria.
Esa era una mentira con todas sus letras y Maria lo sabía. Pues Tsubasa, en ocasiones anteriores mencionó que el hecho de estudiar arte y renunciar a la profesión de familia conllevó que se aferrara más que antes a sus tradiciones y rituales, lo había visto de primera mano, no solo en las actitudes que Tsubasa reflejaba hacia su persona, sino también hacia Chris.
—Ya van diez años que dejé de pertenecer a la familia, así que no sé qué tanto se hayan modificado las tradiciones en el último tiempo.
— ¿Se puede uno deslindar de los Kazanari? —Preguntó Maria con verdadera curiosidad.
—Más que deslindarse, yo le llamo ser exiliado.
— ¿Y por qué terminarías exiliado? Si se puede saber claro—Interiormente se recriminó por ser tan entusiasta, puede que estuviera tocando temas demasiado sensibles, pero no había manera en que pudiera cortarse ahora—No pareces ser una mala persona, al contrario, me das la impresión de ser bastante correcto y apegado a las normas como Tsubasa.
Maria vio un pequeño destello de tristeza posarse en la mirada miel de Ogawa, sin embargo su sonrisa no flanqueó.
—Agradezco mucho sus palabras Maria-san. Lastimosamente, si hay algo que la familia Kazanari repudia con fervor, es la homosexualidad, especialmente la varonil.
—Oh no, lo siento mucho, fui demasiado imprudente. —Tsubasa le tomó de la mano a manera de reconfortarla, sabiendo lo fácil que sus pensamientos podían desviarse por un camino negativo.
—No es nada Maria-san. A decir verdad, aunque el rechazo pueda ser triste, no tener la carga que conlleva portar el apellido Kazanari es de lo más aliviador que me ha pasado en la vida. Además, no estoy solo, mis hermanos se autoexiliaron con tal no dejarme solo y vinimos acá y abrimos este ryokan con el fin de vivir una vida tranquila, cosa que hemos conseguido.
Ninguno de los dos familiares (que ahora comprendía que eran primos) dejó que Maria le diera más vueltas al asunto. Al final, tras intercambiar un cuanto de palabras más, Ogawa les brindó un par de yukatas con la instrucción de que a la mañana siguiente se pasaran a recepción con el propósito de usar un nuevo par, cosa que normalmente no se hacía, pero Tsubasa tenía claramente un trato preferencial. Posterior a esto, dejaron su equipaje en la habitación que compartirían, tomaron una ducha rápida y se alistaron para salir, Tsubasa le ayudó a hacerse el nudo del obi de manera correcta a la hora de colocarse la yukata. Maria intentó devolver el favor, pero Tsubasa educadamente la rechazó, pues después de todos eran sus territorios. Maria no pudo decir mucho, pero tenía el presentimiento de que el nudo pudo quedar ligeramente más pulcro de haberla ayudado.
Pasaron por el puente rojo de Nakabashi, viendo como el sol se ocultaba y le brindaba a Maria una de las vistas más hermosas que podía recordar. Seguido de esto, montaron una jinrikisha, recorriendo las calles principales de Takayama mientras el chofer les decía unas cuantas cosas sobre el pueblo, de las típicas que se le dicen a todo turista, cosa que Tsubasa complementaba con sus propias anécdotas en una edad más joven y (a petición de la misma) el recorrido terminó en un lugar diferente, en el restaurante en el que Tsubasa solía tomar la cena con su padre, que casi siempre terminaba con el hombre recordando a su difunta esposa y contándole a una pequeña Tsubasa historias maravillosas que ahora Tsubasa estaba compartiendo con ella mientras degustaban varios tipos de sake, la especialidad del lugar.
Todo era demasiado peligroso para el corazón de Maria, pero ignoró ese sentimiento de advertencia que su cabeza le mandaba, porque, ¿qué tan bajo podía caer ya?
El día terminó con ellas regresando al ryokan, disponiéndose a dormir y al igual que en las pijamadas que tuvieron anteriormente, tanto en la casa de Maria como en el departamento de Tsubasa; la Kazanari jamás se aprovechó de ella ni le tocó sin su consentimiento.
Durmió tranquila esa noche.
A la mañana siguiente cuando despertaron, sin embargo, el aire que se respiraba era otro, de manera tal que hacía que Maria se sintiera más ansiosa. Durante el día anterior Tsubasa no tocó ni por asomo el tema principal de ese viaje: su respuesta. Interiormente Maria ya sabía cuál sería el desenlace, Tsubasa escogiendo a Chris, pero como planeaba cerrar las cosas con Maria misma es lo que le dejaba con duda, porque, honestamente, estaba cansada de jugar al gato y al ratón; y si bien Maria sabía que fácilmente podía mandar a Tsubasa a freír espárragos, sabía que eso no le traería ni la paz ni la satisfacción que estaba buscando, quería, NECESITABA que fuera Tsubasa quien afrontara la situación, especialmente cuando Maria terminó de alguna manera declarando sus sentimientos en el festival.
Tras desayunar un buen festín de carne Hida, pasearon por los mercados matinales admirando principalmente las artesanías, pero no tanto como lo hicieron en el museo de arte Hirata Kinenkan o la galería de arte y artesanía Fujii Bijutsu Mingeikan, que según Tsubasa, le ayudaba a conectar con esa madre que nunca conoció ya que su embarazo se complicó lo suficiente como para que los médicos tuvieran que decidir entre salvar la vida de la mujer de Kazanari o en su pequeña criatura, la respuesta era obvia.
Pararon únicamente para comida a eso de las cuatro de la tarde, después de recorrer también varios templos y las ruinas de un viejo castillo, después de esto fueron directo a tomar el autobús con dirección a Shirakawago, otra pequeña aldea, más en el interior de los Alpes Japoneses. Donde cuando Maria menos se dio cuenta, terminó durmiéndose sobre la Kazanari, quien no atinó a más que dejarla reposar.
El objetivo de Tsubasa no fue demasiado claro hasta que terminaron en el camino que conducía al mirador.
Tal parecía que tanto Tsubasa como Maria tenían algo especial por ellos, pero no había manera alguna de reprochar. La vista de la aldea y las casas tradicionales mientras el sol se escondía era sin duda memorable, como los pequeños alumbrados iban siendo encendidos por los pueblerinos, le recordaban a Maria a su propio hogar, aquel que se vio forzada a abandonar años atrás. Tsubasa no lo sabía (o quizá sí) pero había tocado una fibra bastante sensible en Maria, casi sentía ganas de llorar. Se giró entonces a su izquierda, con la verdadera intención de agradecerle a Tsubasa, pero de repente no la vio. Ya no estaba ahí.
Se dio la media vuelta completa y bajo la mirada. Tsubasa estaba a unos cuantos pasos de ella, arrodillada, sosteniendo una caja de terciopelo, ya abierta que dejaba ver un hermoso brazalete de oro blanco con varios detalles de gemas hexagonales color acua en una tonalidad tan específica que en cierta manera asimilaba a sus propios ojos, estas gemas eran separadas únicamente por pequeños diamantes blancos. Se notaba que el valor de dicho brazalete era alto, sin embargo también era evidente lo mucho Tsubasa se la había pasado meditando mucho antes de adquirirlo, pues aunque era costoso, no se notaba ostentoso, por lo que podría combinarlo con su vestimenta diaria con facilidad; es decir que Tsubasa no solo analizó cuidadosamente su estilo de moda, sino que tomó en consideración sus preferencias en joyería y lo mezcló con algo que sin duda también era estilo de la Kazanari. Sin contar que realmente parecía que dicho brazalete fuese hecho específicamente para que ella lo portara, es decir que no era algo rápido, tomado únicamente por la necesidad de satisfacer un compromiso, Tsubasa había pensado en Maria al momento de buscarlo y obtenerlo, era fácil de notar.
—No estás por proponerte en matrimonio, ¿verdad? —Preguntó con algo de nervios.
Tsubasa rio.
—Eso sería muy descabellado, ¿estamos de acuerdo?
Maria se contagió con su risa.
— ¿Por qué el arrodillamiento?
—Te dije que tenía una respuesta, y no veo momento más ideal que este para otorgártela.
— ¿Y qué tiene que ver el brazalete?
—Considéralo una garantía—Respondió—Yo sé que preferirías que no mantuviera algo físico como constancia de algo que no lo es, pero me parece lo más adecuado para mantener nuestra comunicación abierta y saber cuándo estoy llegando al límite.
Maria frunció el ceño, sin comprender del todo lo que Tsubasa le quería decir.
—La verdad es que he estado pensando mucho en lo que me has dicho, y también he reflexionado sobre mi comportamiento. No es que lo hubiera dudado en algún momento, pero tienes entera razón, estoy siendo egoísta contigo y con Yukine, tampoco estoy siendo sincera ni contigo, ni con ella o conmigo. No puedo seguir negando que algo pasa entre tú y yo, y sí, es verdad mi corazón está confundido y comprender que es lo que busco me llevará tiempo, mis acciones me contradicen y te dejo en duda, solo hay una cosa qué sé con certeza y es que, de momento, no puedo escogerte a ti sobre ella.
¿De momento? ¿Quiere eso decir que tiene oportunidad de en un futuro cercano convertirse en la única para Tsubasa?
No, no. Maria, céntrate en el punto principal, ella no te está escogiendo de nuevo. Puedes confundir su corazón, pero realmente no puedes hacer más.
— ¿Cuál es tu conclusión?
—Un compromiso, de mí hacia ti, y una amplia comunicación—Respondió.
— ¿Qué clase de compromiso?
—Me comprometo a respetarte más que a nadie, y respetarnos, lo que somos, como me ido olvidando de hacerlo. Te pido que aceptes esto como prueba tangible de que pienso cumplir mi palabra y que lo uses como prueba de que estoy haciendo un buen trabajo. Cuando sientas que he incumplido, tíralo, destrózalo, deshazte de él que la manera que desees, porque de esa manera nos estaré destruyendo yo a nosotras. Tus decisiones, tus deseos, tus órdenes serán para mí un decreto absoluto. La última palabra siempre estará en ti.
Tsubasa no tenía ni la más mínima idea de lo que sus palabras conllevaban, ¿o sí?
— ¿Y si yo te pidiera que dejaras a Chris y te quedaras conmigo?
—No es algo que pueda hacer a la brevedad posible o en la proximidad.
— ¿Y en un futuro tal vez?
Tsubasa le sonrió con cierto deje de tristeza.
—En un futuro tal vez, pero Maria, yo no quiero atarte a una larga espera, quiero que vivas y disfrutes tu libertad, que crezcas y te desarrolles, que te superes una y otra vez, después de todo, eso...
...eso es lo que hace el amor.
Maria dejó caer su mandíbula acompañado de un pequeño jadeo.
Tsubasa no terminó su frase, se cortó, y bajó la mirada al suelo con pena, pero para Maria no hubo necesidad de más. Lo comprendía, Tsubasa la amaba, la amaba a ella, no a Chris.
Entonces, ¿por qué no podía escogerla? ¿Por qué la espera sería larga?
¡AHHH MALDITA ESPADA TORPE!
Maria esperaría gustosa sin importar todo el tiempo que eso tomara si Tsubasa se lo pidiera, ¿por qué le cuesta tanto entenderlo?
No, un momento, ya lo entendía.
Eran sus palabras, lo que le dijo aquel día, "ella no sería el sucio secreto de nadie". En resumidas cuentas, Tsubasa le estaba otorgando la oportunidad de hacer con ella lo que quisiera sin ningún derecho a réplica. Es decir, se ponía en sus manos de la misma manera que Maria hizo, solo que de una manera más explícita, le otorgaba el poder, le otorgaba todo, por estaba de rodillas.
—Siempre hallas la forma de dejarme sin palabras—Dijo sintiendo como su voz se quebraba.
— ¿Y eso es bueno o es malo?
— ¡Ni siquiera yo lo sé! —Exclamó mientras lágrimas caían de sus ojos, pero no se sentía triste, y la sonrisa que estaba segura que iba de oreja a oreja, lo demostraba.
Tsubasa no se movió de su posición, por más evidente que fuera que quería hacerlo.
—Eso es terrible—Comentó ella, igual con una sonrisa amplia, pareciendo comprender la razón tras su llanto.
Maldición, ¿desde cuándo era Maria tan sentimental?
—Todo es tu culpa.
—Sí.
—Total y enteramente tuya.
—Así es.
Rio, relajada y en paz por fin después de tantos días.
Maria extendió su mano izquierda, Tsubasa captó la indirecta y sacó el brazalete de su caja –volviendo a guardarla en su mochila– para abrocharlo en su muñeca. Una vez lo hizo, Maria la tomó de las manos.
—Si llevo puesto esto de la manera en que lo has hecho tú, significa que estoy bien teniéndote cerca, si lo llevo en el brazo contrario, te estoy diciendo que te ocupo lejos.
—Está bien. —Tsubasa se veía tan relajada como al inicio, y seguía manteniendo esa sonrisa que Maria encontraba tan encantadora, su mirada brillaba de manera tal que Maria podía verse reflejada en esos ojos de un profundo índigo.
No pudo resistirlo más.
La besó.
Lo necesitaba, era indebido y estaba mal, pero no podía detenerse.
Soltó las manos de Tsubasa y se aferró a su cabello, como ya había descubierto que amaba hacer.
Tsubasa, con delicadeza, recorrió sus brazos para terminar abrazándose a Maria por la espalda. No había hambre ni desenfreno en esta ocasión, solo los sentimientos desbordantes en ambas partes. Aunque intenso, su beso era lento y suave, la ternura destacaba más que cualquier otra, el cariño... si tan solo no fuera este un adiós... si tan solo...
Perdió la noción del tiempo, cuando sus ojos se abrieron, la puesta de sol pasó y solo estaba Tsubasa siendo iluminada por la luna y las estrellas.
— ¿Podemos tardar un día más en volver?
—Si así lo deseas, no hay problema.
La volvió a besar y se dejó perder otra vez.
HDSPM ¡¿7832 PALABRAS?! ¡¿QUÉÉÉÉÉÉÉ?
Me muero gente, me muero ¿en que momento? Antes batallaba para llegar a las 5K y en los últimos caps me estoy pasando delas 6K, ¿en dónde quedó el Ayrton que con suerte escribía 2.5K por caps? No les miento, es la cosa más larga que he escrito jamás.
Me morí, lo siento.
Dato globito: Este capítulo originalmente iba a ser subido hace una semana, en el verdadero cumpleaños de Maria, pero #LaVida se interpuso de nueva cuenta jsjs
Muchas gracias a AngelAkai por su bello comentario, déjame decirte que tienes toda la razón en lo último, pero quizá puede ser quien menos te lo esperas (?)
Listo, regreso al mundo de los muertos, bai.
Traducciones:
3. Kakogo khrena ya sdelal takuyu glupost'? (Какого хрена я сделал такую глупость?) – ¿Por qué mierda hiciste semejante estupidez?
4. Chto, chert voz'mi, on dumal?! I'm fucking unbeliavable eomcheongnan babo Das Beste ist, dass ich in ein anderes Land gehe und meinen Namen ändere. ¡Si, eso será lo mejor! – ¡¿En que demonios estaba pensando?! No lo puedo creer, soy tremenda estupida, lo mejor será que me mude a otro país y me cambie el nombre, ¡Sí, eso era lo mejor! (si no rrecuerdo mal, era ruso, inglés, coreano, alemán y lo que podíamos entender nosotros lectores, era japonés)
