Capítulo III: Insomnio
Hermione no sabía qué hora era, había pasado ya mucho tiempo y Malfoy aún no despertaba, se había movido entre las cobijas unas cuantas veces, y entre sueños sollozaba y decía palabras que ella no podía entender, pero si percibía que estaban llenas de miedo. Entonces vio el reloj que llevaba en su muñeca y se dio cuenta que era más tarde de lo que ella pensaba, ya debía de estar oscureciendo afuera. Se acercó a Malfoy, lo escuchó respirar, y eso la tranquilizó, con su varita lanzó un hechizo para que la comida se mantuviera caliente, y luego se marchó.
Salió por el diminuto túnel y en efecto, ya estaba oscureciendo, se apresuró a entrar al castillo. Tenía hambre así que se dirigió al Gran Comedor, ahí se encontraban sus amigos, justo en el centro de la mesa de Gryffindor estaban Ron, Harry, Neville, Ginny y Luna.
-Hola Hermione ¿pudiste alejar a los torposoplos?- preguntó Luna apenas cuando Hermione se sentaba en un lugar libre entre Ginny y Ron. Lo preguntó con su típica voz dulce y con aire soñador.
-Si Luna, creo que lo hice- le contestó Hermione con una voz con timbre similar.
-Y bien… ¿en dónde estuviste toda la tarde?- preguntó Ron mientras embullia una salchicha.
Hermione se puso nerviosa, no sabía que contestar, así que agradeció la intervención de Ginny, así le daba más tiempo para pensar en algo convincente que pudiera decir.
-Tienes la sutileza de una piedra golpeándote en la cabeza Ronald, quizás Hermione andaba por ahí con algún chico malo y no quiere decirnos-. Terminó la frase con una mirada picara dirigida a Hermione.
Hermione que comía su primer bocado de chuleta se atragantó.
-¡NO! Coff coff ¿cómo le dices eso Ginny? Ahora Ron no dejara de molestarme-.
-Pues entonces dinos que hacías Hermione- inervino Harry.
-Estaba caminando por los jardines, luego me quedé sentada en un sitio alejado y me puse a leer, me quedé dormida y cuando desperté vi que ya estaba oscureciendo, entonces me dirigí hacia aquí- lo dijo rápido con solo una bocanada de aire, si bien no era la verdad, estaba bastante cerca, solo había omitido que había sanado a Malfoy, que lo había cuidado y que estaba terriblemente preocupada por él.
Todos parecieron creerle menos Ginny, en todo ese relato no explicaba todas las cosas que ella había metido en esa extraña bolsa y lo nerviosa que estaba cuando había estado en su habitación.
Luna contemplaba a Neville y este se ponía cada vez de un color más rojo. Nadie dijo nada sobre su extraño relato.
-Y bien… saben... ¿saben quiénes vendrán al funeral de Dumbledore? Dijo Hermione sollozando mientras una solitaria lágrima rodaba por su mejilla.
-Yo escuché que vendrían muchas personas del ministerio, mi abuela también vendrá- dijo Neville con voz queda.
-Mi padre me dijo que todos los miembros de la Orden del Fénix vendrán a despedirlo-.
-Casi todos- intervino Harry con voz llena de ira – Snape no vendrá, no tendrá el descaro de venir, aunque creo que ni siquiera merece que lo recordemos como un miembro de la Orden, ese imbécil siempre nos engañó-.
-Creo que todos los integrantes del Ejército de Dumbledore se quedarán, mi padre también vendrá-. Dijo Luna como si no hubiera escuchado lo que Harry había dicho segundos antes.
-Muchos padres se están llevando a sus hijos, temen que sin Dumbledore, y dado que por culpa del idiota de Malfoy los mortífagos ya entraron al colegio puedan volver y empezar una guerra con todos los estudiantes aún aquí. Pero por lo que he escuchado los que son mayores de edad podrán decidir si se quedan o se van, todos los de Gryffindor se quedarán, parte de los de Ravenclaw y Huffepluff. Los de Slytherin se comenzaron a marchar desde ayer, lo más seguro que con sus padres mortífagos a celebrar- terminó Ginny con voz de asco.
Todos pasaron un rato platicando de las cosas que habían pasado en los últimos días y especulaban lo que serían las cosas a partir de ese momento.
-Estoy muy cansada, iré a dormir ahora- dijo sin ganas Hermione y se marchó.
Abrió sus ojos, los había tenido fuertemente cerrados desde hacía varios minutos, ya estaba despierto, pero no quería abrirlos, no quería verse mal herido, además había estando soñando que comía un rico pastel de carne y papas rellenas, su sueño era tan real que podía percibir los olores mezclándose. A parte ya no le dolía todo el cuerpo, y temía que si abría los ojos el dolor volviera. Se preguntaba el tiempo que había pasado desde que Snape lo había dejado en ese cuarto tirado, seguramente unas cuantas horas, aunque a él le parecían días enteros, tenía un hambre atroz y una sed enorme.
Tomó un poco de valor y por fin decidió abrir los ojos, ahí estaba todo oscuro, en esa oscuridad espesa solo había un haz de luz que se filtraba por en medio de dos tablas que tapaban la ventana que había delante de él. Se levantó y le sorprendió que se pudiera poner de pie sin demasiado esfuerzo, y sobre todo sin dolor, caminó hacía la ventana y tomo la tabla con sus manos, jaló un poco de ella y la tabla cedió, esto permitió que un haz de luz más grande penetrara en el inmundo cuarto.
Dio una mirada a todo el cuarto, que en realidad no era tan grande, había un espejo de cuerpo completo, roto y polvoriento al lado de la ventana que acababa de descubrir, dio su reflejo y le sorprendió ver el reflejo que le devolvía la mirada. Estaba limpio, y su ropa ya no estaba hecha jirones, vio la capa de Ravenclaw e hizo una cara de desagrado.
"Al menos no es de Gryffindor". Pensó.
Vio el uniforme que llevaba puesto, le quedaba un poco pequeño, pero no importaba mucho, estaba limpio y eso lo hacía sentir menos miserable. Se dirigió hacia la cama y vio que al igual que él, la cama estaba limpia y cubierta por sabanas color escarlata y una cobija que les hacía juego, con adornos en dorado, hizo una mueca de asco.
Al lado de la cama vio el buró sobre el que descansaba la comida que él había estado soñando. Sin pensarlo y al escuchar como su estómago comenzaba a crujir se sentó y comió todo cuanto pudo, aún estaba caliente, Snape debía haber usado un hechizo para mantenerla así…
"Un hechizo, su varita".
Busco entre su túnica y su uniforme, no estaba. Buscó en la cama, luego en el piso, no la encontró. No le preocupó mucho, Snape la había tomado, supuso, se la devolvería en cuanto volviera a verlo… si era que volvía.
Entonces se percató de algo más, ya no sangraba, sus ropas estaban secas, limpias. Se paró justo frente al espejo y se fue quitando su ropa, la capa, luego la camisa y finalmente el pantalón, quedándose solo en ropa interior, observó su pecho, donde antes había heridas de diferentes tamaños y profundidades ya no había nada, nada en absoluto, solo la cicatriz del Sectumsempra del estúpido de Harry Potter.
Su espalda…
Se llevó las manos a su espalda e intentó mirarse en el espejo, ya no estaba, la horrible y profunda herida que había estado antes ya no estaba, ahora solo había una delgada herida ligeramente torcida con lo que parecían hilos puestos cuan costura de punto en su piel, tocó los hilos, eran duros y blandos, como plástico, ya no sangraba y ya dolía muy poco, ¿qué era eso tan raro que Snape había puesto en su espalda? Y ¿por qué solo en la espalda y no en el resto de las heridas? Volvió a tomar la ropa del piso y comenzó a vestirse.
¿En dónde estaba? Se acercó más a la ventana y distinguió luces a lo lejos, estaba en lo que parecía una colina, los muebles destartalados del cuarto parecían de magos. De pronto lo supo, La Casa de los Gritos, estaba en La Casa de los Gritos.
De repente todo se tornó negro, como un flashazo llegaron los recuerdos a su cabeza. Voldemort castigándolo por no haber podido asesinar a Dumbledore, el crucio que le había dolido como el mismo infierno. Recordó como Voldemort reía. Y como siseando le había dicho que podía retirarse. Como él había logrado ponerse de pie y como le había dado la espalda, entonces había sentido el dolor más grande que jamás había sentido, un hechizo lo había alcanzado en la espalda, justo debajo de la nuca, lo último que vio antes de desvanecerse fue la fría alfombra de la sala de su casa y unos ojos negros escondidos tras unas cortinas de pelo grasiento mirándolo con dolor y compasión.
Volvió de pronto a ver su reflejo en el espejo ¿qué le habría pasado a Snape por haberlo ayudado? ¿Estaría aún vivo? El estómago se le encogió. Debía estar vivo, de lo contrario como había podido haberlo sanado y vestido… él le debía la vida a su profesor, no solo por sacarlo de la Mansión Malfoy casi muerto, sino también por haber curado sus heridas.
Estaba recostada, mirando los doseles de su cama, no le era posible cerrar los ojos y dormir, había muchas razones, se acercaba el funeral de Dumbledore, aun no creía que fuera verdad que estuviera muerto. También estaba la incertidumbre de lo que sucedería tras su muerte. Faltaba encontrar muchos Horrocruxes, no tenían ni idea de donde estaban o de como destruirlos. Y finalmente estaba él, ¿ya se despertaría? ¿Estaría bien?
Revisó su reloj, eran las 02:13 hrs, era inútil, no podía dormir. Con cuidado se sentó al borde se su cama, procuro no hacer ruido para no despertar a sus compañeras que dormían. Se calzó sus zapatos y tomó su bolsa de cuentas, de ella sacó la capa de invisibilidad de Harry, ella había ido a buscarla a la torre de Astronomía cuando Harry les había dicho que ahí la había dejado abandonada tras la muerte de Dumbledore. Desde entonces estaba guardada en su bolsa de cuentas, la tomó y se la echó encima, la capa sin Ron ni Harry debajo de ella la cubría perfectamente, bajó con cuidado las escaleras hasta la sala, estaba vacía. Salió por el retrato de la señora Gorda, y se alejó rumbo al vestíbulo dejando a una señora Gorda bastante adormilada y confundida detrás de ella.
Al llegar a la puerta principal se percató de que estaba cerrada, por suerte ella era perfecta y sabia el hechizo que debía usar para abrirla, con un conjuro de su varita la puerta se abrió y ella salió y sintió de inmediato el aire cálido golpear su cara, se apresuró a llegar a los jardines, aunque sabía que el poder de la capa era muy grande, le preocupaba hacer demasiado ruido y que alguien la descubriera, era Hermione Granger, ella no rompía las reglas.
Llegó al Sauce Boxeador y lo paralizó, entró en el túnel, se cuestionó sobre quitarse la capa o no, optó por quitarla, así podía caminar más fácilmente, al llegar casi al final del túnel saco la capa nuevamente y se la echo encima. Cuando se acercó más a la entrada pudo ver una figura de pie al lado de la ventana, los rayos plateados de la luna iluminaban los finos rasgos del Slytherin, vio como él se veía con gesto de sorpresa en el espejo. Entonces vio como comenzó a quitarse la ropa. Hermione sintió como se sonrojaba, vio como él seguía observando su cuerpo, luego como sentía con curiosidad las suturas de la espalda con sus dedos. Desvió la mirada al buró y vio que ya solo quedaba un poco de jugo de calabaza, Malfoy se había comido todo.
Regresó entonces su mirada al rubio, y como éste comenzaba a vestirse nuevamente. Y entonces de pronto los rasgos del Slytherin comenzaban a endurecerse, apretaba fuertemente sus ojos. Hermione pensó que en cualquier momento iba a desmayarse de nuevo, pero solo pasaron unos segundos cuando ya había recobrado su misma expresión de siempre. Se había dado vuelta y había comenzado a dar vueltas como león enjaulado en el diminuto cuarto.
Hermione se dio media vuelta y emprendió el camino de regreso al castillo. Ella no pudo ver que cuando se dio la vuelta, él había dirigido su mirada gris a donde ella se encontraba, y no había visto nada.
Cuando salió al jardín nuevamente, se dirigió a su dormitorio, no tuvo contratiempos, se quitó sus zapatos y volvió a guardar la capa, se recostó en su cama y sus parpados comenzaron a sentirse pesados, ahora podría dormir, él estaba bien y por el momento eso la tranquilizaba, aunque no sabía porque.
