Capitulo XI: Varias sorpresas
Las lágrimas que brotaban continuamente no permitían que las lágrimas derramadas con anterioridad se secaran. No sabía cuánto tiempo llevaba parado en ese mismo sitio con su vista anclada al sepulcro en blanco. Con sus manos temblorosas se secó las lágrimas que parecían no terminar de salir. Esperó que las personas que seguramente ya estarían esperándolo en la Casa de los Gritos no notaran que había estado llorando. Con pesar se dio media vuelta y emprendió su regreso rumbo al sauce boxeador.
¿A dónde diablos había ido Snape?
¿Acaso se había largado de ahí y lo había dejado solo sin una maldita explicación?
Draco había ido al cuarto en donde se había instalado Snape y había encontrado la cama vacía, había indicios de que había pasado ahí la noche, pero ya no estaba. Fue al cuarto de baño y estaba también vacó. Es esa jodida casa no había mucho sitios donde pudiera estar sin ser encontrado de forma inmediata.
Estaba caminando de un lado a otro de la habitación cuando escuchó pasos provenientes de la entrada al túnel, esperando que fuera Snape se apresuró a cambiar su gesto de enojo a uno de confrontación, pero de nada le sirvió porque cambio de inmediato al ver asomarse del túnel una maraña de pelo castaño…
-¿Pero que carajos haces aquí Sangre s…
No alcanzó a terminar la frase porque detrás de ella se irguió la figura altiva de la Profesora McGonagall.
Aun más confundido Draco quiso poder articular palabra, pero parecía que éstas no querían salir de su boca.
-Antes de que comience a preguntar o a tratar de insultar con ese adjetivo tan patético señor Malfoy, le recuerdo que está usted en terrenos de Hogsmeade, sé su historia y sé que no le conviene que yo mande una lechuza advirtiendo al ministerio en donde es que usted se encuentra-. Al decir esto no quito los ojos de encima de Malfoy, era una mirada que siempre intimidaba a cualquiera.
Draco palideció aún un poco más.
-¿Cómo es que… Usted no sabe ni una canija cosa de mí.
-Se equivoca Señor Malfoy, el profesor Snape me lo ha contado todo, le pido por favor que se exprese de una manera educada y no con el léxico que tan bien le va.
Con que eso era lo que decía la carta que el profesor Snape le había pedido que hiciera llegar a la profesora McGonagall… pero en todo eso ¿en dónde encajaba ella?
Malfoy abrió sus ojos grises impactado con la noticia.
¿Cómo Snape se había atrevido a contarle todo a esa vieja estúpida?
¿Era verdad que siempre había sido fiel a Dumbledore y que jugaba a ser espía doble?
-Y bien, ¿en dónde está el profesor Snape?
-¿Y cómo quieres que yo lo sepa? No está aquí, y no sé a dónde demonios se fue… y quiero que me explique cómo es eso de que sabe mi historia…
La profesora no alcanzo a responder a eso porque se escucharon pasos que venían del túnel. Hermione y la profesora McGonagall apuntaron sus varitas al túnel. Pero al ver que el que salía de él era el profesor Snape ambas las bajaron.
-Me disculpo por la demora. Draco, sal de la habitación...
-No voy a salir de la habitación-.
-Eso dijiste la última vez y ¿recuerdas lo que paso?
Malfoy le dirigió una mirada fulminante y se encamino a la puerta azotándola detrás de él.
-Señorita Granger un muffliato a la puerta nos vendría muy bien a todos.
Hermione con su mano diestra en hechizos lanzó el muffliato a la puerta y dirigió su mirada interrogativa a la profesora McGonagall y luego al profesor Snape.
-La conversación que nos concierne a los 3 no va a durar mucho así que es mejor danos prisa Minerva, en el Castillo podrían notar tu ausencia al igual que la de la señorita Granger.
-La señorita Granger ha aceptado quedarse con el señor Malfoy, pero como creo ya le ha dicho, tiene un par de condiciones, yo las he escuchado ya y aunque creo que algunas son un tanto extrañas, son preferibles a que ella vaya con el señor Weasley y el señor Potter.
-Lo sé, ya me había puesto sobre aviso. Solo espero que todas se puedan cumplir, porque de lo contrario la señorita Granger ya se ha encargado de dejar claro que se irá.
Hermione con más determinación de la que en verdad sentía comenzó a hablar…
-He anotado en esta pedazo de pergamino las condiciones para que no me faltara ni una- lo dijo tendiendo su mano que sostenía un pedazo de pergamino pulcramente doblado.
La profesora McGonagall fue quien tomó el papel y lo desdoblo, el profesor Snape se acercó a ella para leer los dos a la vez:
capa de invisibilidad
forma segura para comunicarme con Harry y Ron
Draco Malfoy no conserve su varita
se me permita a mi conservar mi varita
albedrío para mis acciones
no se les diga a Harry ni a Ron en donde o con quien estoy
y desaparecerme en Hogsmeade cuando yo lo decida.
El primero que hablo fue el profesor Snape:
-Debo decir que esperaba que la lista fuera más larga y con peticiones más descabelladas, creo por lo contrario que son bastante comprensibles.
-A mí me llena de dudas un par de sus peticiones señorita Granger, ¿para qué quiere usted una capa de invisibilidad? Y ¿para qué quiere usted desaparecerse?
-Si gustan puedo explicarles punto por punto mis condiciones aunque no pueda explicarles las razones…
-Adelante señorita Granger, ilústrenos…
-Quiero una capa invisible para poder aparecerme y desaparecerme de forma segura en Hogsmeade. El punto número dos creo que está demasiado claro como para explicarlo. Que Draco Malfoy no conserve su varita, porque de no ser así no sobreviviríamos ni 2 días. Y un Malfoy sin varita no es peligro para mí. Yo quiero conservar mi varita porque la requiero para lo que quiero hacer, las razones no se las puedo decir. Al pedir libre albedrío me refiero a que no quiero que juzguen mis acciones si es que llegan a enterarse alguna vez de las cosas que realizo. No quiero que se les diga a Harry o a Ron en donde me encuentro porque de saberlo correrían más peligro. Y sobre aparecerme…. Soy menor de edad pero lo sé hacer, así que no quiero que haya problema para poder realizarlo.
Los dos profesores se miraron con mirada de complicidad, ahí estaba la alumna más brillante de la clase recitando párrafos aprendidos de memoria, se veía que había estado pensando mucho en esa lista.
-Yo puedo conseguir algo para que se comunique de forma segura con el señor Potter. Y puedo conseguir una buena capa de invisibilidad también. Las razones para aparecerse ciertamente a mí no me interesan en este momento siempre y cuando sea demasiado cuidadosa para no ser descubierta.
-Yo puedo inventar un buen cuento para justificar su ausencia al señor Potter y al señor Weasley. En cuanto a aparecerse sé que es lo suficientemente competente como para realizarlo.
-No han dicho nada sobre las varitas…
-A eso iba señorita Granger, la varita del señor Malfoy puede quedarse en donde está en este momento, yo me encargare de hablar con él, no tiene otro remedio que aceptar.
-Bien, ya que estamos todos de acuerdo… señorita Granger por favor salga de la habitación que ahora el profesor y yo debemos arreglar unas cuantas cosas…
-Pero profesora… yo creí que… ¿por qué no puedo escuchar yo esas cosas?
-Porque no le conciernen señorita Granger, así que haga el favor de salir y esperar con el señor Malfoy, en cuanto les digamos deberán entrar porque ambos deben escuchar en que consiste completamente el plan.
Hermione encogió los hombros y se encamino a la puerta, giro la perilla y al abrirla se encontró con unos ojos azul iceberg clavados en ella.
-Me vas a decir de una puñetera vez que es lo que han estado hablando ahí adentro.
Lo dijo arrastrando las palabras y sin despegar su mirada de ella.
-No tengo porque decirte ni una sola palabra de lo que hemos estado hablando, si ellos no han querido que tu escuches deben tener sus razones, así que estás preguntando a la persona equivocada.
No supo cómo paso pero al segundo siguiente sus brazos habían sido tomados por las garras del Slytherin, éste estaba lastimando en serio la piel delicada de la Gryffindor, se acercó lo suficiente a su rostro que casi rosaban sus narices.
-A ver sangre sucia no estoy preguntando si quieres decirme. Te estoy diciendo que me lo digas.
El Slytherin en verdad era fuerte, pero el orgullo de Hermione pudo más y logró zafarse de sus garras.
-Mira Malfoy, no voy a decirte nada, si no te lo han dicho debe ser por lo imbécil que eres, y eso es solo culpa tuya.
Draco estaba a punto de abalanzarse de nuevo sobre la Gryffindor pero en ese momento la puerta del dormitorio se abrió y el profesor Snape hizo un gesto para indicarles a los dos que podían pasar.
-Siéntense-. Les indico la profesora McGonagall. Hermione se sentó sobre la mullida cama y Draco se dirigió al sillón en la esquina del cuarto.
-Ambos saben por qué están aquí, ambos corren peligro si se exponen fuera de cualquier lugar que no sea éste.
Hermione pensó en preguntarles porque ella corría más peligro que Harry o Ron pero no quiso que Malfoy se enterara de que a ella también le habían ocultado cosas como a él.
-El plan es el siguiente, no quiero interrupciones Draco- lo dijo Snape dirigiéndole una mirada severa a Draco. –Minerva y yo haremos una réplica exacta de esta casa a unos 200 metros de esta en donde estamos ahora, ahí es donde vivirán ustedes dos, estando en Hogsmeade Minerva y yo podemos protegerlos. Por razones obvias no pueden quedarse en la Casa de los Gritos real, es fácil entrar desde Hogsmeade o desde el túnel del sauce boxeador y…
-Pero claro a nadie se le hará raro que de repente aparezca una replica exacta a 100 metros ¿verdad?
-Draco dije que no quería interrupciones, no me obligues a insonorizarte. Nadie verá esa casa ya que sobre la réplica lanzaremos un fidelio y Minerva y yo seremos los guardianes. De esta manera estarán seguros. Usted señorita Granger sabe a lo que me refiero.
Pero pues claro que sabía, Grinmund Place estaba protegido por ese hechizo y nunca habían dado con él. De reojo pudo ver la cara de incertidumbre de Malfoy, se notaba que no tenía ni idea de lo que estaban hablando. Esto hizo que Hermione se sintiera mejor por no saber ella misma algunas respuestas.
-Al decir réplica nos estamos refieriendo a la estructura y su apariencia, pues si hacen legeremancia con Severus o conmigo solo verán el interior o exterior de la Casa de los Gritos, pero estará mas… habitable-.
-Todo eso suena genial pero están olvidando un pequeño detalle, estando solos nos mataremos en menos de 5 minutos…
Ahí venia, Hermione sabía lo que venía y eso la llenaba de cierta malicia, quería ver la cara de Malfoy.
-Creo que eso no va a pasar Malfoy, vivirás en esta casa como muggle no se te devolverá tu varita, así que la señorita Granger podrá petrificarte en cualquier momento, así que si yo fuera tú me andaría con cuidado.
-¿Pero que demonios? ¿Por qué esta… esta… puede tener su varita y yo no?
-La respuesta es obvia señor Malfoy, la sensatez no es uno de sus fuertes, si ambos tuvieran sus varitas como usted lo ha dicho no durarían ni 2 días íntegros, pero si se le quita a uno la varita…
-¿Y por qué demonios debo ser yo el que deba perderla?
-Eso es fácil de contestar señor Malfoy- McGonagall tenía un tono de voz calmado. –La señorita Granger ha demostrado en todas sus clases saber usar la varita mejor que usted.
¡Vaya! Eso Hermione no lo esperaba, le produjo demasiado placer ver la cara que ponía Malfoy al escuchar estas palabras.
-No tienes opción Malfoy, así que no te queda nada más que aceptar y callarte.
-¡Tú no me vas a decir que es lo que tengo que hacer Snape, quiero mi varita, no quiero tener que vivir con esta sangre sucia y sin mi varita!
-Le pido señor Malfoy que no se dirija con ese adjetivo cuando yo me encuentre presente…
-No se preocupe profesora son simples palabras y las tomo de quien viene…
-Cada determinado momento mandare de Hogwarts comida suficiente para los dos. El profesor Snape se encargara de traerle ropa que si le vaya bien señor Malfoy y algunas de sus pertenencias personales. Mientras que usted señorita Granger debe ir a recoger sus cosas y regresar lo más pronto posible. Quizás cuando regrese ya esté terminado todo.
Bueno al menos no tendría que vivir vestido con esas estúpidas prendas.
-Mañana por la tarde le traeré las cosas que ha solicitado señorita Granger.
-¿Y cómo se yo que en verdad lo hará?
-Porque le estoy dando mi palabra…
-Terminado esto, señorita Granger es hora de que regrese a Hogwarts por sus pertenencias. Pero antes le cdiré lo que contara al señor Potter y al señor Weasley.
-Vámonos Draco. Señorita Granger tiene usted algo que me pertenece le agradecería que me lo devuelva. Ya he regresado el paquete a su bolsa de cuentas…
¿Pero cómo había hecho eso? Debió ser cuando salió de la habitación y dejo su bolso sobre la mesa…
Metió la mano a su bolsa y pudo sentir la textura de la capa, así que saco la varita del profesor y se la entregó. Malfoy y la profesora McGonagall tenían los ojos pegados a la varita que Snape ya había guardado en su túnica.
¿Por qué tenía ella su varita? Era una pregunta que ambos se hacían.
-Es una larga historia- lo dijo Snape como si con eso lo explicara todo. Y tomando a Draco del brazo lo dirigió a la puerta para salir.
Pasados 20 minutos la profesora McGonagall abrió la puerta. Entonces el profesor y ella salieron por el túnel para llevar a cabo el plan, dejando atrás a un Draco Malfoy solo y nuevamente sin respuestas.
