Capítulo XV: De un espejo roto y el inicio de otra pelea.
Al estar más cerca pudo distinguir el gesto que veía a menudo en ella en su clase de pociones, pero nunca había sabido lo que significaba y eso lo intrigaba un poco.
-¿Escuchó la pequeña rabieta que acaba de tener el Señor Malfoy?-.
Sus ojos eran penetrantes, siempre la ponían nerviosa, pero ya no estaban en Hogwarts, ya no era más su profesor, así que intentó controlarse un poco.
-Si profesor…
Acaba de decirse a sí misma que ya no era más su profesor, pero no se sentía cómoda llamarlo por su nombre, ella era una persona de rutinas y métodos, ya tenía llamando así al profesor por mas de 5 años, no podía cambiarlo de un día otro.
-Estaba gritando, no era mi intención escuchar…- lo dijo un poco apenada, era verdad, se sentía apenada, ella no debía haber escuchado lo que Malfoy le decía a Snape ni lo que éste le respondió. Pero no era sorda, ella estaba en el aula de pociones absorta en la lectura cuando había escuchado entrar a alguien por la puerta principal, ya tenía bien sujeta su varita apuntando hacia la puerta cuando se percató que era solo Snape llamando a Malfoy. Pero se quedó ahí escuchando, y a decir verdad, era asombroso lo que le decía Snape…
"Un juramento inquebrantable" había pensado, eso explicaba por qué Snape quería proteger a Malfoy a como diera lugar, su propia vida estaba en riesgo. Pero eso no explicaba por qué ella se tenía que quedar ahí… con él.
-No se preocupe señorita Granger, ahora vamos a lo que nos ocupa, pasemos al aula para darle lo que me ha pedido-.
Lo había conseguido, tenía las cosas.
No pensaba que podía conseguir una capa de invisibilidad, aunque fuera la mitad de buena de lo que era la de Harry, pero tal parecía que sí, el profesor la había conseguido y eso la ponía un poco nerviosa.
Ambos pasaron al aula y se dirigieron a la mesa que Hermione había visto antes. El profesor dejó caer sobre la mesa una pequeña bolsa de color negro.
-Bien, si mal no recuerdo me había pedido solo una capa de invisibilidad, así que supongo que le regresó al señor Potter la suya…
-Si profesor, así es…
-No era una pregunta señorita Granger, bien, aquí está ésta otra capa- introdujo la mano en la bolsa y sacó una capa grande, solo un poco más pequeña que la de Harry, al tenderle la mano para recibirla notó que el tacto no era el mismo, ésta no se sentía tan ligera como la de Harry, pero supuso que serviría, ni siquiera tuvo que preguntar, porque parecía que el profesor Snape usaba Legeremancia con ella aunque él lo negara.
–Sé que es no es igual de buena que la del señor Potter, pero servirá para que pueda escabullirse libremente, no tiene de que preocuparse, solo recuerde borrar sus huellas y no hacer ruido al usarla-.
-He leído sobre las capas de invisibilidad profesor, y dice que se desgastan frecuentemente con el uso, solo quiero saber ¿cuánto tiempo durará esta para usarla de forma segura?- Hermione lo dijo con un dejo de temor y pena, pero ella era una persona metódica y tenía que hacer esa pregunta.
-Esa capa es prácticamente nueva, así que tiene un largo tiempo de vida funcional, no creo que la use demasiado, recuerde que aparecerse requiere de descanso, así que esté tranquila, esta capa durará mientras le ayuda a sus amigos a buscar los otros Horrocruxes…
¿Qué? ¿El profesor Snape sabía sobre los horrocruxes?
Aunque tenía sentido, ya que recordó la escena que había visto en el Pensadero, el profesor Snape había ayudado al profesor Dumbledore a destruir el anillo de los Gaunt, pero a decir verdad la tomó por sorpresa que el profesor Snape hiciera ese comentario tan a la ligera.
-Sí, señorita Granger, Albus me ha contado todo sobre los horrocruxes, sé que ya se han destruido 2 y él venía de conseguir el tercero cuando murió…
-Era falso profesor…- Hermione se llevó las manos a la boca, no sabía cómo había salido eso de su boca, pero ahí estaba, ya se lo había dicho.
La cara del profesor Snape había cambiado de expresión, Hermione supuso que era sorpresa.
-¡Vaya, eso no lo sabía! ¿Y saben en dónde está el real?- su voz carecía de emoción. Hermione no podía descifrar lo que estaba pensando y sintiendo detrás de esa cara inexpresiva.
Hermione se debatía entre decirle o no, ella confiaba en el profesor pero no al 100%, aunque la profesora McGonagall parecía que sí lo hacía, ya había hablado sobre el tercer Horrocrux, decirle lo que había en la nota dentro del guardapelo no afectaría.
-No profesor, solo tenemos una nota que había dentro del…
No sabía si decirle que era el guardapelo de Salazar Slytherin, pero no fue necesario porque el profesor Snape la interrumpió.
-Del guardapelo de Salazar Slytherin, señorita Granger, así es, también lo sé, Albus me lo contó, me dijo que iría con el señor Potter a la cueva en donde el señor tenebroso lo había guardado. Albus sabía que ese día estaría débil por regresar de esa cueva, y era el momento oportuno para que Draco pudiera matarlo. Todo lo planeó él en realidad y no el señor tenebroso.
Hermione se encontró sorprendida al escuchar eso, cada vez parecía más real lo que el profesor Snape decía, y eso la tranquilizaba y disgustaba a partes iguales.
-Bueno, pues dentro del guardapelo había una nota, aún no la hemos descifrado, no hemos tenido tiempo suficiente para hacerlo dado los acontecimientos recientes…
-¿Tiene la nota? Me gustaría verla-.
-No profesor, pero la he aprendido de memoria para investigar por mi cuenta, Harry se ha llevado la nota para tratar de hacer lo mismo con ayuda de Ron-.
Pero claro que se la sabía de memoria, había olvidado que Hermione Granger aprendía todas las lecciones para los exámenes, obviamente podía aprenderse unas cuantas líneas de una nota.
-Y bien, ¿me lo dirá?-.
-Sí- con voz temblorosa y un poco nerviosa se dispuso a recitar lo que la nota escondida en el guardapelo de Salazar Slytherin decía:
Para el señor tenebroso
Ya sé que moriré mucho antes de que lea esto, pero quiero que sepa que fui yo quien descubrió su secreto.
He robado el horrocrux auténtico y lo destruiré en cuanto pueda.
Afrontaré la muerte con la esperanza de que, cuando encuentre la horma de su zapato, volverá ser mortal.
R.A.B.
Lo había dicho todo de corrido y con los ojos viendo hacia arriba, como hacía siempre que respondía las preguntas que le hacían en las clases.
-Vaya, eso es en realidad una nota interesante-.
Solo eso dijo, no hubo gestos, no hubo más palabras que esas, y eso a Hermione la desconcertó.
-Bien esta es la otra cosa que solicitó- metió la mano en la bolsa negra y con sumo cuidado sacó lo que parecía un espejo, pero estaba roto y ella había visto uno similar antes, extendió la mano y ella lo recibió.
-Pero… ¿cómo funciona?-.
-Usted sabe que el señor Potter tiene otro igual a este…
¿Cómo sabía el eso? ¿Por qué parecía que él sabía absolutamente todo lo que pasaba con ellos?
Snape no esperó respuesta, él estaba seguro que ella había visto el espejo que tenía Potter, y no solo eso sino que también estaba intrigada, al igual que Potter y Weasley por saber cómo funcionaba.
-En realidad no sé a quién pertenecía pero Black y Potter lo usaban cuando estudiaban en Hogwarts para comunicarse cuando los castigaban, que era muy a menudo. Solo debe hablar directo al espejo y el Señor Potter la escuchará y la verá y usted a él-.
-¿Así de simple?- a Hermione le intrigaba que funcionara así de esa manera tan sencilla, ella y sus amigos siempre habían intentado saber para que servía. Ni siquiera sabía porque Harry lo seguía guardando si solo era un pedazo de vidrio roto. Aunque a veces, cuando estaban en silencio parecía que emitía sonidos, murmullos, y se veían imágenes diferentes reflejados en él, cosas que no había en la habitación en donde ellos se encontraban.
-Hágalo en un lugar que esté en silencio y no se deje ver hasta que sepa que es el señor Potter o el señor Weasley quién tiene el otro pedazo en la mano. ¿Tiene otra duda?-.
-A decir verdad, sí. Sobre lo de aparecerme en Hogsmeade, ¿se pudo arreglar?-.
-En Hogsmeade podrá aparecerse cuando usted decida, solo debe esperar a cumplir la mayoría de edad, ya faltan menos de 2 meses, supongo que mientras podrá ayudar a sus amigos de otras maneras. Sabe que tiene aún el rastreador y eso no lo podemos cambiar. Le será retirado a las 12:00 am en punto del día de su décimo sexto cumpleaños-.
-Cierto, no hay nada que hacer sobre eso- Hermione dejó salir un suspiro de resignación.
-Bueno si eso es todo, me retiro, aún hay cosas que debo hacer, le pido que a partir de pasado mañana no se deje ver por absolutamente nadie o nada de lo que hemos planeado servirá-.
-¿Es sobre el plan? ¿Puede decirme de que trata?-.
-No, usted lo sabrá cuando sea oportuno, usted y el señor Malfoy. Guarde bien su varita y la de él. Ahora si me disculpa me tengo que retirar-.
Ya se había dado media vuelta cuando Hermione recordó que debía revisar la herida que había suturado.
-Profesor, antes de que se vaya, debo revisar la herida que suturé…
-Está bien, no se preocupe por eso, sé que debo retirarlas a la semana, no olvide que mi madre era Muggle como sus padres, sé muchas cosas que usted sabe, y no vendré a que me las quite, yo puedo hacerlo, solo le deseo suerte retirando las del señor Malfoy…
-Pero… si usted puede retirarlas no será necesario que lo haga yo…
-Podría hacerlo pero estaré ocupado, así que suerte con eso, asústelo, dígale que si no se las retira de forma correcta se pueden quedar ahí y provocar dolores, fiebre y cicatrices atroces, eso lo convencerá.
Hermione notó que su voz sonaba un poco divertida, bueno "divertida" no era la palabra adecuada, pero sin duda él sabía lo complicado que sería convencer a Malfoy de dejarse revisar la herida y de retirarse las suturas, pero debía hacerlo, no tenía de otra.
-Hay otra pregunta, ¿por qué el Pensadero del profesor Dumbledore está en mi habitación?
-Porque lo necesitará a lo largo de esta travesía, ya lo sabrá en su momento.
¿Por qué todo siempre tenía que ser sabido "en su momento"? Eso la ponía en verdad furiosa.
Esta vez el profesor Snape no espero respuesta, se dio media vuelta y salió por la puerta, la cerró de nuevo y bajó las escaleras, dirigió su varita a la puerta de la habitación de Malfoy y quitó el hechizo que había puesto. No entró a verlo, solo abrió la puerta principal y salió, ahora era tiempo de llevar a cabo la otra parte del plan y no sabía su podía hacerlo.
Ya había colgado y descolgado la misma camisa de seda negra un millón de veces por lo menos y la desgraciada no podía quedarse en el gancho, ya tenía arrugas por todos lados.
¡Maldita sea, si tuviera mi varita… Maldito Snape!
Intentó una última vez y lo logró, se había quedado quieta en el gancho. Dio unos pasos hacia atrás y observó el armario con las puertas abiertas… estaba satisfecho, había quedado bastante decente, no era mucha ropa a decir verdad; ese pensamiento lo llevó a otro:
¿Qué haría cuando su ropa estuviera sucia?
Él nunca había tenido que lavar una prenda, eso lo hacían los elfos domésticos, hasta cuando iba a Hogwarts el elfo que él tenía en la Mansión Malfoy, ni siquiera recordaba su nombre, después de que Dobby se liberó, su madre había puesto otro elfo a su disposición, pero no se había detenido a aprender su nombre, no valía la pena, lo importante es que se aparecía cada 3 días en Hogwarts para llevarse su ropa sucia y se la entregaba limpia unas horas más tarde. Pero ahora…
¿Qué diablos haría?
Obviamente la Sangre Sucia no iba a querer lavarle su ropa, McGonagall estaba descartada y Snape, maldito Snape, era lo mínimo que podía hacer por él por haberlo dejado encerrado en ese asqueroso lugar y con tan repugnante compañía.
Decidió que de eso se preocuparía llegado el momento, tenía ropa suficiente para un par de semanas como mínimo. Regresó su atención al armario, estaba satisfecho, aunque tuvo que hacerlo como un simple Muggle no había sido difícil, pero eso era obvio, nada de lo que ellos hacían era complicado, se sorprendía de que aún siguieran vivos.
Estaba cerrando las puertas cuando escuchó que la puerta principal se cerraba con un ligero Clic, debía ser Snape, se había atrevido a largarse dejándolo ahí encerrado… él no iba a pedir ayuda de la Sangre Sucia para poder salir de su habitación, primero se quedaría ahí hasta que Snape regresara. Pero su estomagó protestó, lo último que había comido, si eso podría llamarse "comida" era el bocado de manzana de hacía unas horas…
¿Cuánto tiempo habrá pasado desde que Snape lo encerró en su habitación?
Ni siquiera tenía un puñetero reloj para ver la hora. Eso le recordaba lo que había dicho a la Sangre Sucia, le había puesto horario para bajar a la cocina, pero ultimadamente le importaba poco lo que pensara, él iba a salir de su cuarto y a estar en la cocina cuando se le diera la gana, al final de cuentas estaba en su piso ¿no?
Así que decidió probar suerte y salir a la cocina para poder comer algo, esperaba que ya hubieran mandado comida de Hogwarts, quería comida real y no solo una simple manzana.
Con paso firme tomó el pomo de la puerta y lo giró, no obtuvo resistencia, la puerta se abrió de inmediato, eso lo enojó bastante, Snape se había ido y no había pasado a darle la cara, él tenía ganas de gritarle cosas que se le habían quedado atoradas en su garganta cuando estaban en el recibidor, pero el muy maldito se había ido y no había avisado cuando regresaría.
Eso abrió más su apetito, las personas decían que cuando estabas enojado el hambre se iba, hasta Crabbe y Goyle que eran los mayores glotones que Draco conocía se quedaban sin hambre ante el enojo o el nerviosismo, él en cambio comía, comía demasiado. Su madre varias veces le había dicho que si seguía haciendo eso iba a estar tan gordo como su tío Marcus. Pero a Draco no le pasaría nunca eso, él se ejercitaba, aparte de estar en el equipo de Quidditch de Slytherin pasaba tardes enteras en su habitación o en cualquier rincón de Hogwarts que estuviera solitario haciendo ejercicios para perder todas las calorías que comía.
Así que sin más tardanza se dirigió a la cocina, abrió la puerta, y como temía no había nada sobre la mesa ni sobre la estufa. Eso lo enfureció aún más, se dirigió a la alacena y tomó una caja de cereal, vertió suficiente cantidad en un plato hondo y luego agregó leche. Se sentó en la misma silla en la que se había sentado horas atrás, antes de ser sorprendido por Snape. Pudo ver la manzana oxidándose cerca de la puerta. No se molestó en ir a recogerla, el nunca recogía su basura, había personas que lo hacían por él.
Devoró las primeras cucharadas de cereal, pero eso no lo satisfacía, ocupaba comida real, un pastel de riñones, sopa de champiñones o lo que fuera, ahorita comería hasta ese estúpido pastel que los Muggles llamaban "Pie de Queso" que Hogwarts insistía tener en el Gran Comedor por consideración a los sangres sucias que había ahí.
Él no lo sabía, pero su madre le había contado al entrar a Hogwarts que los Muggles tenían otra alimentación, que no era igual a la de los magos. Draco le había hecho esa pregunta a su madre, porque notó que durante la cena de inauguración del nuevo ciclo escolar, cuando él acababa de entrar a Hogwarts, los Sangre Sucia de las otras casas se habían quedado asombrados al ver los platillos, y él no entendía por qué, hasta que su madre le explicó, que para ellos era la primera vez que veían esos platillos probablemente y que por ende no conocían tampoco su sabor. Eso a Draco le parecía tan extraño en ese entonces, porque para él esa comida era hasta ordinaria en comparación de los platillos que se servían en la Mansión Malfoy.
¡Espero que a McGonagall no se le ocurra mandar estúpida comida Muggle solo para que a esa Sangre Sucia le guste!
Estaba por terminar su cereal cuando la puerta de la cocina se abrió, se maldijo a sí mismo porque dio un pequeño brinco, lo había tomado por sorpresa. Al ver hacia la puerta se dio cuenta que era la Sangre Sucia como era de esperarse. Y para su desgracia había notado su sobresalto, porque de su asquerosa boca había salido un:
"Tranquilo soy solo yo".
Ahí estaba, se avecinaba otra pelea.
Ya hacia 5 minutos que el profesor Snape la había dejado en el aula de pociones con la incógnita en su cabeza sobre decirle a Malfoy que debía revisar su herida. No sabía cómo iba a hacerlo.
Si no quiere que lo revises es muy su problema, a ti no te afecta en nada, deja que le hagan daño.
Eso se lo había repetido a si mima por lo menos 15 veces desde que el profesor Snape le había dicho eso. Y esperaba hacerlo, solo le diría una vez, si él no quería, entonces ya no iba a insistir, que se fuera al demonio.
Tomó la capa de invisibilidad que le había dado el profesor Snape y se la colocó sobre los hombros, vio desaparecer todo su cuerpo del cuello hacia abajo, se miró en el espejo y solo pudo ver su cabeza flotando en el aire. No se sentía igual que cuando traía la capa de Harry, pero cumpliría con su cometido, al menos eso esperaba.
Tenía hambre, desde que se había despedido de sus amigos había sentido que su estómago se hacía pequeño y había sentido náuseas también, pero ahora tenía hambre. Vio su reloj…
¡Al Diablo con Malfoy!
Por Merlin ella no tenía que obedecerlo en nada, al final de cuentas ella tenía varita y el no, bajaría a la cocina cuando ella lo decidiera, sin importarle si él estaba ahí o no.
Decidido esto, tomó su varita del buró y con ella firmemente sujeta bajó las escaleras, pidiendo en secreto que Malfoy aún estuviera en su cuarto. Bajó las escaleras con tal sigilo que ni ella misma había escuchado sus pasos, tantas noches a hurtadillas por los pasillos de Hogwarts habían rendido frutos. Al llegar al suelo del recibidor volteó hacía la puerta de la habitación de Malfoy pero nada en ella le revelaba si estaba dentro o no. Así que guardo su varita en el bolsillo de su pantalón y tomó el pomo de la puerta de la cocina, lo giró y abrió un poco brusco la puerta, lo primero que vieron sus ojos fue un sobresaltado Malfoy, ella vio en su cara el temor cuando ella irrumpió tan abruptamente en la cocina, pero no podía dejar esa oportunidad, así que con voz risueña le dijo:
-Tranquilo soy solo yo-. Y vio como los gestos de Malfoy cambiaban de temor a enojo, ahí estaba, lo podía sentir, se avecinaba otra pelea. Que Merlin le diera fuerzas para no tomar su varita y petrificarlo. La idea le hizo poner una mueca de risa en sus labios, pero la quitó de inmediato cuando vio que Malfoy se acercaba a ella.
¿En qué me he metido?
¿Por qué acepté esta cosa tan más absurda?
Solo tuvo tiempo para pensar en eso cuando Malfoy ya la tenía sujeta de su brazo izquierdo.
¡Por Godric, olía tan bien!
