Releyendo la historia me pude dar cuenta de errores de redacción, y me di cuenta que es por el traductor de Google, no se como pasa eso, no sé mucho de computadoras, soy un dinosaurio, si alguien puede decirme como solucionarlo lo agradecería bastante.

Una disculpa por tardar tanto en subir un nuevo capitulo, pero ha habido cambios en mi rutina, mi vida, salud, y no había podido escribir.

Gracias por su apoyo.


Capitulo XVII: De una toalla escarlata y una canción desconocida

Era nefasto y él lo sabía y también lo disfrutaba el muy imbécil y eso la ponía furiosa. Salió de la habitación de Malfoy y se quedó parada durante tres minutos delante de la puerta, alcanzó a escuchar una maldición desde el interior de la habitación y se vio tentada a entrar pero lo pensó mejor y al momento siguiente ya estaba a la mitad de las escaleras rumbo a su cuarto.

Si el muy imbécil era tan terco para no dejar que ella lo ayudara, que se fuera al demonio, ese ya no era su problema, aunque pensándolo con la cabeza fría, nunca había sido su problema. Estaba tratando de creer que eso era realmente cierto, pero de inmediato se vinieron imágenes a su cabeza, recordó una tarde de otoño en casa de su abuela haciendo un pastel de queso, por la ventana de la cocina había escuchado un piar dolorido, salió de inmediato y en el césped estaba un pequeño pájaro, ella tenía solo 6 años, no sabía distinguir las especies, solo vio que era hermoso y tenía un ala rota, recordó como lo tomó en sus manos y lo metió a la sala de la casa, su abuela la ayudó a curarlo, le pusieron unos palitos arriba y debajo del ala, y la envolvieron con un pequeño listón colon magenta, y recordó las palabras que le dijo su abuela, las escuchó de hecho más claras que en esa sala hacía ya tantos años, su abuela con ojos dulces y voz un tanto seria le había dicho:

-"Eres responsable de esta vida porque tú la salvaste, así que es tu deber cuidarlo, alimentarlo, hasta que esté fuerte para volar de nuevo"-.

Esas palabras hacían eco en su cabeza, en efecto, ella lo había cuidado, le daba migas de pan mojadas directo en su pico, hasta que tras 2 semanas ya estaba suficientemente fuerte para poder volar solo, lo tomó en sus manos de nuevo y lo llevó al patio, el pequeño pájaro la vio, ella podría jurar que le había agradecido por los cuidados, y luego extendió ambas alas y agitándolas lentamente se fue alejando más y más hasta que ella ya no pudo verlo.

Pero Malfoy no era un pájaro y ella jamás lo había visto agradecer sobre algo, o a alguien. Y siendo honesta con ella misma, ni siquiera esperaba que lo hiciera. Cuando revisaba las tareas de sus amigos o les hacía algún favor, jamás esperaba un agradecimiento, pero también era cierto que cuando le agradecían se sentía bien, reconfortada, pero sabía que él jamás lo haría y eso le iba bien a ambos.

Abrió la puerta de su habitación y los colores familiares la hicieron sentir de nuevo en su habitación en Hogwarts y eso la reconfortó. No sabía cómo había llegado su bolsita de cuentas a la cama pero la tomó, se cuestionó si acomodar o no su ropa en el armario, ella bien podría sacar su ropa día a día de su bolsa, y también sus libros y todo lo demás, pero no sabía cuánto tiempo iba a estar ahí; ahora que lo pensaba eso era realmente estresante, es decir, ella estaba acostumbrada a saber todo, lo planeaba, sabía cuánto tiempo le iba a llevar hacer el ensaño del profesor Snape, cuanto tiempo tardaría en ducharse y bajar al Gran Comedor, y realmente le molestaba no saber cuánto tiempo le iba a tomar a ella y a sus amigos encontrar los demás Horrocruxes y sobre todo cuanto tiempo viviría en esa casa con el odioso de Malfoy.

Así que como solución relativa, o para sentir un poco de control sobre las cosas que al parecer no podía controlar, empezó a sacar la ropa de su bolsita de cuentas, en su mayoría había llevado jeans de diferentes tonalidades de azul, dos negros, llevaba unos 3 color café, uno morado (que jamás sabía con que combinar) y también había empacado unos cuantos vestidos, ni siquiera sabía por qué, ella no los usaba muy a menudo, pero aún así llevó unos cuantos.

Todos los vestidos los colgó en ganchos, ocuparon una parte mínima del espacio del armario, el cual como le pareció al inicio, era enorme, luego tomo sus jeans, esos los dobló todos por colores y quedaron bien prolijos en uno de los cajones. Siguieron luego las blusas, camisas y suéteres ligeros. Ella había llevado realmente demasiadas blusas de todos los colores, aunque parecía que del color que más había era gris. Levaba también demasiadas camisas de franela, bueno al inicio no le parecían tantas pero ya estando colgándolas se percató que esas abarcaban un gran espacio del armario, había de todos los colores, pero también predominaba un color, pero esta vez era el azul.

Tenía varios suéteres ligeros para cuando tenía solo un poco de frío, ella nunca tenía frío y no sabía a qué se debía, sus padres siempre andaban con un abrigo o a veces hasta dos, pero para ella era suficiente un suéter, y a veces ni eso. Llegó el turno de las chamarras y los abrigos más gruesos, esos en realidad fue rápido acomodarlos, eran 5 nada más.

Llevaba varios pares de botas que acomodó en la parte inferior del armario, y varios pares de tenis, tenía también 2 pares de flats y para su sorpresa había unos zapatos de tacón alto, eran color coral y para ser honestos ni siquiera recordaba porqué los tenía, pero ahí estaban, desentonando.

Los pares de calcetines eran relativamente pocos, todos color blanco, siempre había sido así, no tenia de otros colores, así era más fácil usarlos.

Su ropa interior fue lo último que guardó, eran conjuntos grises, no tenían encajes, era sosa, solo había un par de conjuntos más atrevidos, esos si eran de encaje, uno era negro y el otro café, todo cupo perfecto en dos de los cajones.

Ya estaba todo acomodado, bueno al menos su ropa, lo había hecho de forma automática, lo había hecho a la manera Muggle, obviamente eso no le avergonzaba, pero hubiera sido mucho más fácil con ayuda de su varita. El resto de cosas si los acomodó con su ayuda, los libros levitaron por el aire y se acomodaron en un pequeño estante al lado de la mesita de noche, eran demasiados, aún para ella era sorprendente ver como tantas cosas salían de una bolsa tan pequeña.

Sacó luego sus artículos personales, cepillo de cabello, de dientes, perfumes, cremas, y todas esas cosas que a veces le parecían innecesarias y las acomodó en el pequeño tocador. Sacó también un frasco de mediano tamaño, un poco más pequeño que su puño cerrado, tenía dentro pequeñas pastillas de color blanco, esas las puso sobre el buró del lado izquierdo de su cama. Sacó uno un poco más grande, este tenía muchas pastillas, capsulas, de diferentes tamaños y colores, ese lo coloco en el estante al lado de los libros. Una caja mediana fue lo que salió luego de la pequeña bolsa de cuentas, era cuadrada y color morado, la abrió y echó un vistazo y posterior a eso la colocó dentro de su armario. Lo último fue una caja de mediano tamaño, era alargada y de color negro, no tenía adornos ni nada que pudiera revelar lo que tenía dentro, esa no la acomodó con la varita, sino que la tomó con sus manos y la llevo a esconder en su sitio detrás de los libros más pesados y forrados que había visto cuando entró por primera vez a su habitación.

Ahí estaría a salvo.

O al menos eso pensó en ese momento. Iba caminando hacía atrás y tropezó con sus mismos pies, era tan típico en ella, cayó con un estruendo y golpeó fuertemente su codo derecho y la parte inferior de su espalda.

¡Maldita sea!

Se levantó rápidamente y sobando un poco su codo se dispuso a tomar algunas cosas para poder tomar una ducha. Sacó su pijama, su pijama era extraña pero a ella le acomodaba bastante bien, era solo una playera demasiado grande para ella y un short corto, sacó ropa interior del cajón que ni siquiera eran conjunto, la parte de arriba era color fucsia y la parte de abajo era color verde agua, y no era porque no tuviera los pares reales, sino que en realidad jamás le importó si eran conjunto o no. Dejó todo sobre la cama, tomó sus sandalias y se dirigió al baño.

En el camino de su habitación al baño, escucho ruidos en la habitación de Malfoy, pero no le importaba realmente, así que solo lo ignoró y entró al baño. Vio la tina y realmente le apetecía tomar un largo y confortable baño, pero nunca había sido una persona que desperdiciara las cosas, y entre esas cosas estaba el agua casi ocupando el primer lugar, así que alejó esa idea de su cabeza y abrió la llave del agua de la ducha, mientras el agua adquiría la temperatura correcta comenzó a desnudarse, prenda a prenda fue cayendo al piso, cuando quedó desnuda por completo la temperatura del agua estaba perfecta, se introdujo bajo el flujo del agua, la relajó de inmediato, su cabello hizo espuma, sus dedos se enredaban en sus salvajes rizos, se dio cuenta que estaba cantando hasta que ya iba a la mitad de la canción...

All been washed in black
Tattooed everything
I take a walk outside
I'm surrounded by
Some kids at play
I can feel their laughter
So why do I sear

El agua lavaba su cuerpo y parecía llevarse por lo menos un instante la desgracia que vivía en esos momentos. Cuando ya había terminado de lavarse por completo, cerró la llave del agua y se colocó una toalla escarlata en su cabello y una dorada en torno a sus pechos. Salió del baño y lo primero que enfocaron sus ojos fueron otros que la miraban a ella, unos ojos grises, casi como el hielo, ahí estaba de nuevo, sus mejillas se volvían a poner rojas.


Lo primero que vio al entrar a su habitación fue la toalla manchada con sangre, la cual ya no era roja, había tomado un color marrón, se veía sucia, eso le ocasionó un sentimiento raro, pero no quiso tomarle importancia, se agachó para tomarla y se arrepintió 2 segundos después, el maldito dolor había regresado, pero esta vez era peor y parecía que había vuelto a sangrar, tomó la estúpida toalla y la dobló para ocultar la mancha marrón que minutos antes había sido roja, rutilante.

Se quitó la parte de arriba de su pijama que ya estaba llena de sangre también, y se acercó hasta la pared que daba a la puerta de entrada de su habitación, puso la toalla entre su espalda y la pared y presionó, hacía tanta fuerza que sus oídos zumbaban. Cuando se estaba empujando era una sensación rara, porque parecía que no podía escuchar nada más que la sangre fluir, pero se dio cuenta que eso no era así porque un sonido fuerte hizo eco en sus oídos, lo escuchaba lejos, pero él estaba seguro que había sido en la habitación de la sangre sucia. Un impulso, bueno así quiso llamarlo el unas horas después, lo llevó a dar un par de pasos hacia en frente y con eso la toalla cayó al piso y ahora volvía a sangrar.

¡Maldita sea, maldita sangre sucia!

Maldito Snape que lo había dejado ahí, pero sobre todo maldito él mismo por no haber hecho lo que debía hacer y había ocasionado todo lo anterior.

Tomó la toalla con su mano y con fuerza la arrojó contra el armario, y enseguida escucho todas las botellas que había acomodado antes, tirarse. Maldijo por vigésima tercera vez y a los 3 segundos el dolor se apodero de él de nuevo. Ya no tenía otra toalla, y no quería ir al baño por una limpia, porque no quería toparse de nuevo con esa y que ella viera lo mal que se veía esa estúpida herida.

Al no tener alternativa agarró una de sus playeras blancas que usaba debajo de algunas de sus prendas, y repitió lo mismo que había hecho antes, se colocó de espalda a la pared y presionó, esta vez más fuerte. Solamente cerró sus ojos y se quedó en esa absurda posición por Merlín sabe cuánto tiempo. Ya no sentía retumbar sus oídos y no sentía mojada su espalda, supuso que la sangre había parado de salir pero no quiso despegarse de esa pared, el dolor que sentía cuando sangraba era realmente fuerte, y no solo eso, sino que luego de perder la sangre se mareaba bastante y eso le daban ganas de vomitar.

Todavía tenía sus ojos cerrados cuando de la nada comenzó a escuchar una voz suave que al parecer estaba cantando, no conocía esa voz, y tampoco la canción que se distinguía muy a penas, pudo más su curiosidad que el dolor y se despegó de la pared esperando que no volviera a sangrar y por suerte así fue, no sintió dolor y tampoco sintió la sangre recorriendo su espalda y supuso que eso era buena señal.

Así sin camisa, con el torso totalmente desnudo salió al recibidor y siguió la voz que seguía sonando...

All the love gone bad turned my world to black
Tattooed all I see, all that I am, all I'll be yeah

Él sabía quién era, evidentemente solo podía tratarse de la sangre sucia, pero no era su voz, el escuchaba esa voz todos los malditos días desde hacía años ya, la podía reconocer perfectamente, y esa voz no era la de ella, pero la lógica marcaba que sí, que debía ser ella, no había nadie más que ellos dos en esa maldita casa, llegó a la planta de la casa que era de ella, y se quedó de pie afuera del baño; en efecto era ella, la canción no la conocía, debía ser Muggle, sonaba triste, la letra en si era triste, pero el tono en que ella la estaba cantando la hacía parecer aún más desoladora.

No supo cuánto tiempo estuvo ahí, y después se daría cuanta que durante esos minutos o segundos que estuvo escuchándola había olvidado donde estaba, solo hasta que su voz dejo se sonar y se abrió la puerta del baño, dejando escapar una bruma de vapor y de entre ella se podían ver unos ojos color castaño que miraban directamente a los suyos, se percató de dónde estaba.

El nunca había visto a la sangre sucia de esa manera, tenía algo singular esa vista, quizá era por el agua caliente con la que había estado bañándose, o porque la toalla que encarcelaba sus rizos rebeldes era de un color escarlata, pero sus mejillas tenían un rubor diferente al que había visto antes.

La toalla escarlata no hacia un buen trabajo, porque unos rizos pudieron escaparse de ella y caían uno sobre su mejilla y el otro al lado de su oreja izquierda. La verdad es que estaba totalmente ajeno al entorno, sus ojos se mantuvieron la mirada por lo que para él fueron minutos, pero en realidad habían sido solo segundos, no se dio cuenta que ella estaba hablando hasta que vio cómo su boca se movía, sus oídos no lo ayudaban, parecían estar desconectados de su cuerpo, toda su atención se había concentrado en su ojos, en observarla.

Su piel no era blanca, tenía un color que él no había visto antes, ahí con la luz tenue y ella recién salida del vapor le hacía notar unas cuantas pecas que salpicaban sus mejillas y también su nariz.

¡Maldita sea!
¿Por qué estaba notando esas cosas tan absurdamente ordinarias en una persona aún más ordinaria?

-Malfoy, te estoy hablando, no te quedes ahí parado ignorándome. ¡Lárgate! nadie te ha llamado, es mi parte de la casa y no tienes nada que hacer aquí.

Ella pensaba que la estaba ignorando y eso era perfecto, no quería que ella se diera cuenta de lo que estaba pasando por su mente en esos instantes, y la forma en que la estaba viendo. Cuando iba a contestarle se dio cuenta que sus mejillas tenían dos tonos más altos que cuando recién había salido del baño, quizá por pena o quizá por enojo, y eso a él lo divertía bastante.

-Estaba cómodamente en mi habitación, cuando escuche unos ruidos que realmente tenía que callar.

-Se le llama "cantar" Malfoy, deberías intentarlo alguna vez, te sirve para sacar enojo, dolor y todo lo que traigas guardado, a ver si así dejas de ser tan estúpidamente insoportable. Es mi baño, es mi parte de la casa y puedo hacer lo que se me venga en gana así que repito ¡lárgate de aquí Malfoy!

-Hay formas más convincentes de sacar lo que sea que traigas dentro, tristemente aquí no hay oportunidad de hacerlo, así que tendré que probar con eso de cantar.

Todo eso lo dijo con un tono burlón y algo más que no pensaba que ella pudiera descifrar. Parecía que ella había entendido lo que el había querido decir, y eso lo sorprendió y lo divirtió a partes iguales, bueno eso al menos antes que ella respondiera.

-¿Por qué crees que canto Malfoy?

Le había devuelto el albur con demasiada facilidad la muy canija. Y diciendo esto se dirigió a su cuarto y dio un soberano portazo, fue ese portazo el que hizo que desviara la vista de donde la tenía hace 3 segundos, la parte posterior de esa sangre sucia, sin su ropa floja y la túnica de la escala mostraba una figura de mujer, el a veces olvidaba que lo era, pero con solo esa toalla dorada cubriéndola lo pudo notar.

Esa idea lo asqueo, los mismos 3 segundos que le tomó a ella meterse a su habitación y dar ese portazo a él le costó llegar de nuevo a su habitación. También él dio un portazo, fácilmente el doble de fuerte que el que había dado ella, pero muy seguramente a ella no le había ocasionado ese puto dolor que lo estaba aquejando en ese momento, y estaba sangrando de nuevo.

¡Maldita sea!


Ni bien había entrado en su habitación, escuchó un fuerte y desastroso ruido, ese había sido Malfoy azotando la puerta de su cuarto, de haber estado en la auténtica casa de los gritos esta se hubiera derrumbado seguramente.

Se quedó quieta por un instante, mientras el agua se escurría en sus piernas y en su cara, ya no escuchó más nada, así que dispuso a ponerse su pijama, su playera enorme era realmente cómoda, y sus shorts también, por un momento olvido donde estaba y se imaginó en su casa, con su madre preparando té en la cocina en el piso inferior.

No le gustaba cepillar su cabello, se hacía demasiados nudos, pero cuando no lo cepillaba se arrepentía casi inmediatamente después, tomó su cepillo y se dispuso a cepillar esa enmarañada cabellera, no le tomó tanto trabajo como imaginó en el inicio, quizá era por el tipo de shampoo con el que se había lavado el cabello, o al secarse con esas toallas que eran tan suaves, pero no le importaba mucho, terminó de cepillarlo por completo y con su varita hizo que el exceso de humedad se fuera.

Se dirigió al tocador en donde había colocado sus cremas y demás cosas y se puso un poco en sus piernas, brazos y por último en su cara. Ya era tarde, vio el reloj que se había quitado antes de meterse a bañar y se dio cuenta que ya eran las 11:43 pm, sus ojos se sentían cansados, había sido un día largo y pesado, se acercó a su cama y retiró el edredón color menta y se dio cuenta que las sábanas que había abajo contrastaban perfectamente con ella, eran de un color verde más fuerte. Se quitó sus sandalias y se metió a la cama por el lado izquierdo, ella siempre dormía de ese lado de la cama, aunque nunca había dormido acompañada no se sentía cómoda durmiendo del lado derecho.

Su cuerpo en verdad estaba tan cansado que prácticamente cuando su cabeza tocó la almohada sus ojos se cerraron de forma inmediata. No habían pasado ni dos minutos cuando sus ojos se abrieron de par en par de nuevo:

¡Era martes!

Se incorporó sobre el cabecero de su cama y tomo el frasco de cristal que tenía las pastillas blancas y pequeñas, vertió un poco de agua en su copa, puso la pastilla en su boca y bebió un poco de agua para pasarla. Solamente hizo esto y de nuevo se recostó en su almohada, quedándose profundamente dormida, para su fortuna no sabía que solo unas horas después sería despertada de una manera que nunca había pensado.