Capítulo XX: Buenas noticias en un galeón
Había sentido su mano sujetarla con fuerza de la cintura, tanta había sido la fuerza con la que la había tomado, que cuando él se levantó, la había levantado a ella también.
Con un poco de pena reflejada en su cara se puso de pie lo más firme posible, el piso estaba resbaloso, y ella no había bajado con su varita, por lo cual no había podido limpiarlo, por eso la alivió demasiado cuando la Profesora McGonagall con un movimiento de su varita dejó a ambos limpios, el caldero de peltre también estaba como si nada hubiera pasado, y el líquido viscoso tampoco estaba esparcido en el piso.
-Veo que no se han aburrido en el tiempo que han estado aquí, y tampoco se han matado, eso ya es bastante más de lo que esperaba-.
Ella había visto un par de veces a la profesora con un semblante no tan severo, pero estaba segura que Malfoy no, porque al verlo su cara reflejaba duda, seguramente no sabía que significaba lo que la profesora acababa de decirles, a decir verdad ella tampoco lo sabía pero no la intrigaba tanto como a él, de eso estaba segura y eso a ella le encantaba.
Aun con sus mejillas rojas primero por haber tenido a Malfoy sobre ella y que aparte de esto la profesora McGonagall los hubiera visto, se sintió con la necesidad de justificar los hechos:
-Ha sido un accidente profesora, Malfoy ha preparado mal una poción y el caldero ha hecho explosión aquí mismo.
-No necesita justificarlo señorita Granger, es obvio que el señor Malfoy no calculó bien ni los tiempos, ni las cantidades específicas para preparar la poción multijugos…
-¡Pero qué demonios! ¿Por qué las dos se creen saber qué es lo que estaba haciendo? Y peor aún ¿Por qué dicen que lo he hecho mal? Muy probablemente los calderos son de muy mala calidad, o los ingredientes no son lo suficientemente buenos como para hacer la poción.
-Sí, sí señor Malfoy, como usted diga, ahora le convendría ir a tomar un largo baño, esas vendas se están desenvolviendo y supongo que a pesar del hechizo que hice para limpiarlo, no hay como lavarse de la forma correcta.
-No voy a hacer lo que me está pidiendo. Yo puedo ducharme cuando yo quiera, estoy en mi parte de la casa, así que no harán que me vaya, porque eso es lo que quiere, dejarme de lado de nuevo para hablar de quien sabe que con esta. Si quieren privacidad lárguense a su maldita parte de la casa.
-Bueno al menos en esto no está mal como con la poción señor Malfoy, y para su sorpresa y la mía propia, no tengo como refutar lo que acaba de decir. Señorita Granger quiere acompañarme a su habitación por favor.
No había esperado respuesta, al decir la última palabra ya se había encaminado hasta las escaleras, cuando había subido el tercer peldaño se dio la vuelta:
-Aunque en verdad debería tomar una ducha.
Como demonios se atrevía esa estúpida profesora a decirle que hacer.
Ahí estaba en su habitación otra vez, las vendas estaban flojas, podía sentirlo, había comenzado a doler de nuevo, aunque era poco, sabía que si no lo arreglaba el dolor solo iría creciendo más y más.
No pudiendo hacer otra cosa se dirigió al baño, no quería tomar un baño, así que solo abrió las llaves de la ducha y comenzó a desnudarse. Con el agua tibia cayendo en su cabello, y el jabón comenzando a hacer espuma solo pudo preguntarse de que demonios estarían hablando la sangre sucia y la profesora.
¿Por qué siempre lo dejaban fuera de todo?
¿Qué demonios hacía la profesora McGonagall a esa hora en la casa?
¿Le habría pasado algo a Snape?
Aunque le diera un gran coraje aceptarlo, sabía que era el que menos cosas sabía de todo lo que estaba pasando. A él no le contaban nada, y si hacia preguntas le contestaban a medias. Ya se estaba hartando de todo eso, y apenas llevaba unos días encerrado ahí. No era tonto, sabia que no podía hacer nada al respecto, no podía irse, tenia que conformarse con la poca información que quisieran darle los demás y eso lo hizo enfurecerse más.
Habiendo lavado su herida lo mejor que pudo, se envolvió una toalla en la cintura, y tomó una más para echarla sobre sus hombros, se recargó ligeramente en la pared, se quedó ahí un minuto, tal vez dos. Al despegarse y quitarse la toalla de la espalda se sorprendió al ver que estaba totalmente limpia, no había ni una gota de sangre, se vio en el espejo y vio que en efecto, la herida ya no sangraba, pero le quedaría una cicatriz espantosa y eso no le gustaba en lo más mínimo.
Salió del cuarto de baño y fue a su habitación a ponerse una pijama, había durado un poco más de lo que pretendía en la ducha, el agua realmente se sentía bien cayendo en la herida y calmaba el dolor que sentía. Justo cuando había acabado de vestirse escuchó que alguien tocaba la puerta.
Vaya al menos ahora tocan.
-Pase-.
Vio a la profesora McGonagall entrar y tres pasos tras ella estaba de nuevo la estúpida de la sangre sucia, y traía unas vendas en sus manos.
Por Merlín, ni siquiera se lo tuve que pedir.
Cuando entraron en el cuarto lo primero que hizo Hermione fue preguntar, eso se le daba tan bien, le salía de forma natural.
-¿Ha pasado algo? ¿El profesor Snape está bien? ¿Por qué ha venido a esta hora?
-Tranquila señorita Granger, no ha pasado nada, al menos no que yo sepa. El profesor Snape está bien, bueno en realidad eso espero.
Al pensarlo le había cambiado un poco el semblante, en verdad esperaba que estuviera bien, Hermione no se dio cuenta pero todo el tiempo había tenido su mano dentro de su túnica, apretando fuertemente el galeón que llevaba consigo.
-Entonces ¿por qué ha venido a esta hora?
-He venido a traerle esto-. Le tendió la mano y le entregó la bolsa de terciopelo verde botella.
Hermione la tomó y la abrió, cuando sacó lo que había adentro sus ojos se emocionaron y se llenaron de sorpresa.
-Pero… profesora… usted misma había dicho que no era seguro que lo tuviera ya. ¿Por qué me lo regresa ahora?
-El tiempo señorita Granger, es algo que nadie ha entendido por completo, usted sabe las reglas, en verdad espero que jamás deba ser utilizado, si en algún momento usted piensa que usarlo es la única opción que tiene, hágalo, no necesita preguntarme a mí, al profesor Snape ni a nadie más.
-Profesora, en verdad me está asustando, ¿por qué tendría que usarlo? Hay muchas cosas que no entiendo y que ni usted ni el profesor Snape me ha dicho, eso solo hace que yo me estrese demasiado.
-Ni yo se cuales situaciones podrían presentarse como para que deba usarlo, pero siempre es mejor ir un paso adelante y tener planes alternos para solucionar las cosas. Eso usted lo sabe tan bien como yo.
Cuando volvió a meter su mano a la túnica, su corazón dio un vuelco, no sabía si quería sacarla o no, pero sabía que debía hacerlo,
Ni siquiera se preocupó porque Hermione no la viera. Sacó del bolsillo el galeón y lo colocó frente a sus ojos. Solo había un número en la moneda, un 5, eso la tranquilizó de una manera impresionante.
A Hermione se le iluminaron los ojos cuando vio uno de los galeones que usaban para "el ejercito de Dumbledore".
-En realidad son muy útiles, son discretas también y con claves que solo el emisor y el receptor entiende, prácticamente no hay ningún riesgo de ser interceptada. Mis más sinceras felicitaciones por su creación señorita Granger.
Hermione ni siquiera pregunto quién o quienes tenían más galeones, sabía que recibiría la misma respuesta que llevaba escuchando desde que había decidido aceptar el plan "lo sabrá a su tiempo". Así que solo se limitó a sonreír por el cumplido que le había hecho la profesora.
-Ahora si mi oído no me engaña, creo que el señor Malfoy ha salido ya de ducharse. Deberíamos ir a ponerle las vendas, bueno, usted debería ir a ponérselas, yo solo actuare como pretexto, para que usted no tenga que ofrecerse a ponerlas y el señor Malfoy no tenga que pedírselo.
-Eso en verdad es algo demasiado bueno profesora, yo no me niego a ayudarlo, pero siempre rechaza mi ayuda cuando se la ofrezco, y sé que él no me la pediría nunca. Y yo ya no pienso volver a ofrecerle nada.
-Lo sé, aunque usted pueda dudarlo, la conozco muy bien, y al señor Malfoy también. Es demasiado orgulloso para aceptar que necesita su ayuda, pero para bien o mal, el necesita de su ayuda ahora y en algún momento usted necesitara la ayuda de él.
-Para ser honesta profesora, no creo ocupar su ayuda nunca, si así fuera tampoco se la pediría, porque sé la respuesta que recibiría.
-Nunca debe dar por hecho algo, creo que ya ha quedado demasiado claro que las cosas pueden no ser lo que esperamos, así que nunca diga que no pediría su ayuda, porque puede ser que llegue a necesitarla. Y el saber cómo respondería el señor Malfoy es un misterio que no se resolverá hasta que estén en una situación determinada.
Hermione ya no supo que decirle, así que se limitó a sacar de su bolsa de cuentas una venda demasiado grande, y después una más pequeña.
-Le parece si vamos a ayudar al señor Malfoy, luego de que esté vendado a usted le vendría bien una ducha también, ese intento de poción del señor Malfoy en realidad tenía un olor demasiado fuerte, mi hechizo no fue suficiente para quitarlo.
Hermione solo sonrió y bajó detrás de la profesora a la habitación de Malfoy.
-Venimos a vendar su herida, y no le estoy preguntando si quiere o no quiere que lo hagamos.
-¿Ahora ni siquiera puedo opinar si quiero o no quiero su ayuda?
-Claro que puede señor Malfoy, pero si esa herida vuelve a abrirse, la señorita Granger tiene prohibido por usted mismo ayudarlo de nuevo. Así que piénselo mejor.
-Pues no puedo negarme, son ustedes dos contra mí, si quieren pueden inmovilizarme, yo ni siquiera tengo una canija varita.
-Si con esos pretextos se siente mejor, está bien señor Malfoy, nos deja hacer lo que venimos a hacer por favor. Todavía es temprano y me gustaría regresar a dormir.
No supo como salieron las palabras de su boca, ni siquiera tenia pensado preguntarlas así, o en ese momento, pero cuando se percartó ya había terminado de preguntar, ahora solo esperaba que le respondiera.
-¿Por qué ha venido a esta hora? ¿El profesor Snape está bien?
Ella no iba a contestarle, pero vio en los ojos de él que en verdad estaba preocupado, ella sabía lo que estaba pasando en su vida, pero no tenía ni la más remota idea de lo que pudiera estar sintiendo, y si ella podía aminorar la carga, lo haría.
-No ha pasado nada, el profesor Snape está bien. Solo vine a traerle unas cosas a la señorita Granger así como el profesor Snape se las trajo a usted antes.
Ella todavía no sabía leer bien los gestos de él, pero por lo poco que lo conocía pudo ver que su respuesta no lo había dejado convencido 100%, pero ya no hizo más preguntas y eso fue suficiente en ese momento.
-¿Qué debo hacer? Cuando me las puso la última vez estaba inconsciente.
-Señorita Granger, podría decirnos por favor que hacer.
-Solo debes sentarte y quitarte tu pijama para poder colocar la venda. Usted profesora solo ayúdeme a sujetarla cuando comience a ponerla-
Cuando había comenzado a ponerla, no pudo no verla con orgullo, ella no tenía hijos, pero siempre había creado un vínculo especial con sus alumnos, en especial con ella, y se llenó de orgullo al verla colocando una simple venda. Porque lo hacía para ayudar a quien la había molestado durante toda su estancia en Hogwarts, porque a pesar de que ella la estaba ayudando y Malfoy estaba quieto, no pudo imaginar como lo había hecho ella sola, estando él inerte. Cuando terminó de ponerla dio por terminada su intervención ahí y se despidió de ambos.
-Traten de no pelear tanto. Señor Malfoy por favor si va a hacer una poción lea bien las instrucciones y señorita Granger, tome una ducha.
Diciendo esto salió de la habitación. Y Hermione salió tras ella.
-Guárdelo en un lugar seguro. Trate de entenderlo un poco, no lo justifico, pero él es todo lo que siempre le han inculcado desde que era un niño.
-Lo sé profesora, trataré de llevar la fiesta en paz con él, aunque sinceramente creo que será imposible hacerlo.
-Nada es imposible, solo basta con querer algo lo suficiente para que se haga posible.
Al terminar la frase de dirigió a la puerta principal y con mucha más calma que con la que había llegado giró el pomo y se dirigió de nuevo al castillo, con su corazón más calmado y sus esperanzas reforzadas.
Como la profesora había dicho podía percibir el olor desagradable en ella, principalmente en su espeso cabello. Así que tras cerrar la puerta principal se dispuso a subir al baño para ducharse otra vez y después intentar dormir unas horas.
Cuando se encaminaba hacia las escaleras vio como la puerta de la habitación de Malfoy se abría, en verdad no tenía ganas de discutir, así que intentó no desviar la mirada cuando se percató que Malfoy había salido al vestíbulo. Fue solo un golpe un poco encima de su codo que hizo que volteara:
-Toma, lo ganaste y yo siempre pago mis apuestas, aunque es muy raro que pierda. Disfrútalo-. Su gesto había sido frío como de costumbre y también tajante, pero lo que ella había notado era que ya no había tanto desprecio en su voz como de costumbre.
Realmente eso la tomó por sorpresa, no esperaba que Malfoy fuera a darle el libro, es más ni siquiera lo esperaba, darle el libro era aceptar de forma explícita que había perdido, pero ahí estaba, tendiéndole la mano para dárselo. Como no lo esperaba no supo cómo reaccionar, así que solo lo tomó y asintió con la cabeza. Él no había esperado una respuesta, pues tras sentir que ella había sujetado el libro se había dado media vuelta para regresar a su habitación.
Ella hizo lo mismo y subió las escaleras, se sentó un momento sobre su cama y puso el libro sobre su regazo. Con aire distraído paso la yema de sus dedos por las letras plateadas que formaban el título, ni ella misma sabía lo que pensaba, pero se sentía extraña y eso no le gustaba. Lo puso sobre el buró al lado de su cama y se encaminó a darse la ducha que necesitaba. Ya en la ventana se veía el horizonte pintado de naranja, el sol no tardaría en salir y ella todavía esperaba dormir un momento más.
Ya se sentía de nuevo bien, ya no dolía su herida y el espantoso olor que había quedado después de que el caldero explotara se había esfumado. El jabón, el shampoo y su colonia había hecho que ya no quedara ni rastro de ese horroroso olor.
Ya no se puso la parte superior de la pijama, solo fue y tomó el libro que había apostado con esa sangre sucia y se dispuso a llevárselo, esperaba que todavía siguiera en el vestíbulo, porque él no iría a buscarla a su habitación para dárselo, había perdido pero no iba a humillarse más yendo a buscarla.
Giró el pomo de la habitación y de inmediato la vio, solo le tendió el libro para conseguir su atención, porque tal parecía que ella no había notado que él estaba ahí, y si lo había hecho no quería dirigirle la mirada, y eso estaba bien para él, pero necesitaba terminar ese asunto de una vez por todas.
Al sentir que ya lo había agarrado lo soltó, no espero respuesta, solo se dio media vuelta y regresó a su habitación.
Esa noche era la primera vez que no sentía dolor físico, que no temía que su señor entrara por la puerta para matarlo y quería disfrutar eso, no quería dormir, solo entró de nuevo a la habitación de pociones y se propuso encontrar una poción para contrarrestar la horrible cicatriz que le estaba quedando en la espalda.
Porque él era Draco Malfoy, y esa cicatriz no iba a arruinar su piel, porque ya tenía suficiente con la cicatriz que el odioso de Potter le había hecho en sexto año.
Eran miles de títulos, y aunque encontrara la poción correcta sabía que no iba poder realizarla por no tener un puñetero reloj, pero ya se le ocurriría algo luego. Ahora solo quería disfrutar de la tranquilidad que no sentía desde que había empezado sexto año y que sabía que en cualquier momento podía perder.
