Capítulo XXIII: Rechazando sentimientos

Había pasado todo ese día dando vueltas por su parte de la casa, yendo y viniendo entrando primero a la biblioteca y luego a la cocina y de ahí a su habitación. Había puesto la poción que había hecho en su espalda, tal y como decía en el libro al tercer día ya no quedaba prácticamente nada, solo se veía una pequeña línea tan delgada que debías estar demasiado cerca para poder notarla.

¡Maldito Potter!

Pensó para sus adentros que de haber conocido esa poción no tendría ahora en su pecho la cicatriz del Sectumsempra lanzado por el estúpido de Potter.

Entró a la cocina a comer algo, en verdad tenía hambre, le llevó dos semanas descubrir que el encierro no era bueno, como era de suponerse se aburría a montones y comer era uno de sus pasatiempos. Entró a la cocina y no había nadie, solo sobre la mesa estaba el banquete esperándolo para ser devorado.

No la había visto ese día y eso era raro, en la última semana se habían cruzado prácticamente en cada una de las comidas y sorprendentemente en toda esa semana solo habían discutido en 3 ocasiones, una de ellas apenas esa mañana, ya ni siquiera recordaba que era lo que la había provocado, no sabía si era un comentario sobre sus estúpidos amigos o había recordado uno de sus últimos encuentros sexuales con una chica de Hufflepuff, solo sabía que había terminado abalanzándose sobre ella como de costumbre pero esta vez ella no había olvidado su varita y lo había lanzado por los aires como la primera vez pegándose de nuevo contra la pared, solo que esta vez se había lesionado el codo. Recordó que le había dolido como el mismo demonio.

Como reflejo involuntario se llevó su mano derecha al codo izquierdo y lo notó totalmente inflamado y aun dolía como el mismo demonio.

Como era de esperarse la estúpida se había arrepentido 1 minuto después de haberlo hecho, pero él no se había dejado ayudar por ella, simplemente la había mandado al diablo en mínimo 5 formas diferentes, terminando esa pelea azotando fuertemente la puerta de la cocina y metiéndose en su cuarto. Rogando a Salazar que no fuera a entrar, en verdad el dolor era tanto que si la veía entrar por esa puerta se lo haría pagar.

Habían pasado 5 minutos, ahora si tenía reloj para darse cuenta del tiempo y ella no estaba irrumpiendo en su cuarto y eso no supo si lo tranquilizó o lo enfureció. Pero ahí estaba con un dolor insoportable en su codo, pero era obvio que no iba a pedir que lo ayudara. Cuando escuchó sus pisadas en la planta superior salió a la cocina y puso su codo bajo el agua fría del grifo. Eso tranquilizó de forma inmediata su dolor, pero ahí seguía. Notaba que no podía doblar el brazo y que cualquier movimiento hacía que el dolor aumentara. Regresó a su habitación y tomó una de las fundas de su almohada e improvisó un soporte para acomodarlo.

Poniendo su brazo en esa posición sintió como el dolor disminuyó. Se puso a leer un libro que ya tenía empezado desde hacía mucho. Después se recostó un momento, pero cualquier movimiento hacia que le doliera su brazo aún más.

Se llegó la hora de la cena y había entrado a la cocina encontrándola ahí cenando, al entrar ella se había levantado de inmediato:

-Déjame ayudarte Malfoy, se ve que se está inflamando horrible.

- ¡Que te valga Granger! Me tienes harto, haces cosas y te disculpas 1 minuto después, las cosas no son así Sangre Sucia, cuando haces algo es porque estás seguro de que lo estás haciendo, las disculpa son para estúpidos que no piensan bien las cosas que hacen.

- ¡Vete al diablo Malfoy, has lo que quieras!

-Siempre lo he hecho, no necesito de tu…

Ni siquiera había terminado de decirlo porque ella ya había salido de la cocina dejando su cena a medio comer. No le importaba en lo más mínimo, pero su maldito codo dolía horrible. Se sentó y comenzó a comer una fruta verde bastante extraña. Sacó el reloj de la bolsa de su pantalón, las manecillas naranjas marcaban las 11:00 pm, era tarde, aunque en esa maldita casa el tiempo transcurría de forma diferente. Luego de morder por tercera vez la fruta se dio cuenta que el dolor no le permitía seguir comiendo, arrojo la mitad al piso y se fue a dar un baño.

Llenó la tina con agua tibia y al meterse dentro dejó su codo justo debajo del chorro de agua caliente y eso mejoró el dolor, de inmediato cerró la caliente y abrió el agua fría y descanso aún más, se quedó con el brazo por lo que parecieron horas debajo del grifo. Salió de bañarse y como pudo se puso el pantalón de su pijama, desistió totalmente de ponerse la parte superior, sabía que no podría pasar su brazo por una de las mangas.

Se recostó en su cama y se quedó dormido sin darse cuenta. Cuando se despertó pudo ver en el reloj que eran las 02:00 am, cuando quiso mover sus dedos se dio cuenta que no podía moverlos tan fácil y eso lo asustó realmente. Encendió la lámpara y pudo ver que sus dedos se estaban tornando azules y ya no podía sentirlos y apenas podía moverlos.

Se puso de pie en seguida y fue a poner su brazo de nuevo bajo el grifo. Lo dejó ahí 10 minutos, pero eso no cambió en nada su sensación. Sus dedos se ponían aún más azules. No quedaba de otra, él era practico, sabía que lo único que quedaba era pedirle ayuda a la estúpida Sangre Sucia. Así que dejando el orgullo a un lado grito su nombre:

- ¡GRANGER!

No recibió respuesta.

Entró a la cocina y la volvió a llamar, pero obtuvo el mismo resultado. Verificando que no estaba en la cocina subió las escaleras y gritó su nombre de nuevo. Nada. No había respuesta. Entró a la biblioteca y estaba vacía. Era evidente que en el baño no estaba, solo quedaba su habitación y no podía entrar ahí. Se acercó un poco pero no podía distinguir sonido alguno. Gritó por última vez, si estaba dormida eso definitivamente tenía que despertarla:

-¡GRANGER!

Nada, solo silencio.

Estaba a punto de golpear la puerta cuando ésta se abrió y ahí estaba, aun con la misma ropa que llevaba por la mañana. Y daba una agradable vista, aunque no quisiera aceptarlo.


Apenas abrió la puerta vio a Malfoy sin playera, descalzo, con su cabello alborotado y sus ojos inyectados en sangre. Se tomaba su codo izquierdo con su mano derecha.

- ¡Por Merlín! Tu codo Malfoy esta súper inflamado.

- ¡No me digas!

Sintió como sus ojos se abrieron como platos, sus dedos eran azules, eso no podía estar bien.

- ¡Necesitamos hacer algo rápido! ¿Desde hace cuánto que me estás hablando?

- ¡Eso carajos no importa! Has algo, si pierdo el brazo te quitaré el tuyo, lo juro.

-Bien espérame en tu cuarto, bajo en seguida.

Vio como a regañadientes bajó las escaleras rumbo a su cuarto. Pero eso no fue lo que le sorprendió. Su espalda lucía espléndida, no alcanzaba a ver la horrenda cicatriz. Eso la desconcertó demasiado, pero sabía que no era momento para pensar en esas cosas. Volvió a entrar a su habitación, durante su estancia en Hogwarts Madame Pomfrey la había enseñado a realizar algunos procedimientos simples. En el Quidditch las lesiones en los codos y las rodillas eran bastante comunes. Y arreglarlas no era complicado. Pero por lo regular eso se hacía minutos después de la lesión, y con Malfoy ya habían pasado demasiadas horas.

Madame Pomfrey le había dicho en una ocasión que era preferible hacerlo enseguida para disminuir el dolor. A Malfoy iba a dolerle demasiado y ella no quería eso.

De un pequeño estante tomo una poción de color naranja muy opaco y del frasco de pastillas de diferentes formas tomó una muy pequeña de color blanco. Con solo eso y su varita bajó al cuarto de Malfoy. Cuando entró lo vio recostado en su cama con gesto de dolor, eso le causo un vacío en el estómago.

-Bien, esto será como cuando te lastimas en el Quidditch, solo que esta vez dolerá un poco más.

-Has lo que tengas que hacer, pero hazlo ya, esto en verdad duele.

-Lo sé. Te traje esta poción para el dolor, tómala y hará efecto en segundos, así no dolerá tanto al momento de sanarla.

Prácticamente se la arrebató de la mano y se la llevó a la boca, tomando todo el contenido de la botella. Cuando vio que su semblante se relajaba supo que era el momento.

-Recuéstate por favor.

Él lo hizo sin quejarse. Ella se acercó una silla para quedar junto a su cama. Tomó su codo. Ella sintió como él se resistía a que ella lo tocara, pero sintió también como se relajó bajo su tacto al no quedarle de otra.

-Esto dolerá Malfoy, si duele demasiado dime y lo haré más lento.

- ¡Ya hazlo maldita sea!

Los siguientes 5 minutos fueron realmente eternos, ella conjuraba cada hechizo sanador uno tras otro, siempre le habían parecido una canción de cuna. Poco a poco veía como el codo se desinflamaba y perdió el color rojo. Estaba tan cerca de él, y por Merlín, olía tan bien. Se quedó divagando en sus pensamientos sobre el hecho de que él estaba lesionado una vez más por su culpa, y eso la hizo sentir pésimo. Cuando retomó sus pensamientos de nuevo pudo dejar su varita a un lado:

-Listo, ya está ¿Puedes mover tus dedos ahora?

Él lo hizo, los movió una vez y luego otra y ya no dolían, y ya no estaban azules, su codo ya no estaba rojo y tampoco hinchado.

-Bien ya te puedes largar. Has reparado lo que hiciste, una vez más.

- ¿Te duele?

-Con esa maldita poción que me diste no he sentido nada, y menos mal porque de lo contrario no hubiera tolerado tus manos sobre mi tanto tiempo.

Eso en verdad la había lastimado, más de lo que quería admitir y no le gustaba. Hizo todo lo posible porque no se derramarán las lágrimas que estaban amenazando por salir.

-Bien, te dejare esto aquí.

Tendió su mano y sobre el buró dejo la pequeña pastilla blanca.

-Es un calmante, por si en la noche te vuelve a doler, así no tendrás que ir a buscarme de nuevo.

No esperó respuesta, solo se dio media vuelta y salió de la habitación. Quizás si hubiera visto por encima de su hombro se habría dado cuenta como él acariciaba su brazo, justo en esa parte donde ella lo había tocado.


Había entrado en su habitación con solo la varita y un frasco con una poción naranja. Él ya la conocía, la había tomado en varias ocasiones tras ser lesionado en el Quidditch, la estúpida de Pomfrey siempre decía que no hacía falta, pero Snape siempre terminaba dándosela. Si tomando esa poción aun dolía cuando la reparaba, no quería imaginar cómo les dolía a los demás que no la tomaban.

Aunque en esos momentos tenía una idea muy cercana, o quizás hasta mayor del dolor que sentían.

-Bien, esto será como cuando te lastimas en el Quidditch, solo que esta vez dolerá un poco más.

Era lo que había dicho al entrar, pero eso él ya lo suponía. Diciendo esto le tendió el frasco con la poción. Se la arrebató. Lo único que quería era que ese maldito dolor cesara. Sintió el familiar escozor en su garganta al pasar la espesa poción. Actuó de forma inmediata, su brazo comenzó a doler menos, aunque ahí seguía la maldita sensación de molestia.

-Recuéstate por favor.

Odiaba que esa le diera ordenes, pero de nuevo en su cabeza se repetía que él debía ser practico, y eso era lo que debía hacer en ese momento. Así que le hizo caso. Pero lo que siguió no lo esperaba. Ella puso sus manos sobre su brazo y él se estremeció, y no por desagrado, sino todo lo contrario, su tacto había calmado el dolor más que la estúpida poción, pero no iba a dejar que ella lo supiera.

-Esto dolerá Malfoy, si duele demasiado dime y lo haré más lento.

- ¡Ya hazlo maldita sea!

No podía decirle que tardara lo más que pudiera hacerlo porque el en verdad la estaba pasando bien. Se asqueo demasiado al notar esos pensamientos dentro de su cabeza. Los próximos 5 minutos los pasó observando como movía su varita y susurraba hechizos sanadores, sonaban a una canción de cuna. Notaba como con cada hechizo su codo mejoraba, sus dedos se ponían menos azules y dolía cada vez menos.

-Listo, ya está ¿Puedes mover tus dedos ahora?

Eso casi no lo había escuchado. Estaba embelesado con ella viendo como sus labios se movían, por suerte ella no se había dado cuenta. O al menos eso esperaba.

Movió los dedos y se sintió todo un estúpido. Porque en su interior había un alivio total al saber que su brazo estaría bien.

-Bien ya te puedes largar. Has reparado lo que hiciste, una vez más.

Tenía que desquitar los pensamientos insanos que estaba teniendo, necesitaba insultarla para que ella no notara lo que en verdad sentía.

- ¿Te duele?

¿Pero qué demonios tenia ella en su cabeza?

La había insultado demasiado, le había hablado de forma cruel y ahí seguía, con su estúpida cara de… aaaah en verdad odiaba que lo mirara como miraba a Neville cuando se lastimaba. Y odiaba más que se sintiera bien porque lo hacía.

-Con esa maldita poción que me diste no he sentido nada, y menos mal porque de lo contrario no hubiera tolerado tus manos sobre mi tanto tiempo.

Obviamente eso no era cierto. Había sentido cada maldito dedo tocándolo. Y cada susurro rozar los vellos de su brazo. Pero ella no iba a saberlo.

-Bien, te dejare esto aquí.

Se había acercado a su cama de nuevo y el contuvo la respiración. Pero ella solo dejo una pastilla diminuta en su buró.

-Es un calmante, por si en la noche te vuelve a doler, así no tendrás que ir a buscarme de nuevo.

Solamente que sirva para dejarme inmóvil. De otra forma no creo que eso funcione.

No dijo nada solo la vio marcharse, fue inevitable no llevar sus dedos a la piel que ella había tocado, estuvo a punto de pedirle que regresara, pero eso jamás lo haría. Cuando apenas escuchó que se cerraba la puerta de su baño se levantó inmediatamente.

Por Salazar ¿qué demonios estaba haciendo?

Sabía que no estaba bien pero no le importaba, tenía días haciendo lo mismo y ese día no sería la excepción. Escuchó como abrió la llave de la ducha y como las prendas caían con un ruido sordo en el piso. Tuvo que esperar solo unos segundos cuando empezó a escucharla:

When you were here before
Couldn´t look ypu in the eye
You´re just like an angel
Your skin makes cry
You float like a feather…

Y así siguió la canción por algunos minutos. Cuando supo que ella estaba a punto de salir se apresuró a regresar a su cuarto. Llevaba haciendo eso unas semanas, fue inevitable, de todas maneras, la alcanzaba a escuchar desde su habitación, pero no alcanzaba a distinguir la letra de las canciones. No conocía ninguna, pero la mayoría eran tristes y le parecían buenas. A parte escuchar su voz cantando era totalmente diferente, y le gustaba pensar que quizás era de las pocas personas que habían podido escucharla.

¡Maldita sea!

Estaba siendo un estúpido cursi, no podía seguir así, necesitaba ponerle un alto de forma inmediata o solo Merlín sabía lo que sería capaz de hacer.

Volteo a su buró y rogando porque esa cosa que evidentemente era Muggle lo durmiera una semana completa la tomó con un vaso de agua y se recostó a dormir. En el piso de arriba se escuchaban sus pisadas aún y el deseó unos segundos antes de cerrar los ojos poder ver lo que ella hacia justo en ese momento.