Capítulo XXXVIII: Confesión
Había despertado porque su estómago le pedía comida. Vio el reloj en su muñeca y un escalofrío recorrió su cuerpo, acompañado de repulsión. El reloj marcaba las 03:15 de la tarde, pero eso no había sido lo que lo había inquietado, siempre llevaba camisas de mangas largas para ocultar la estúpida marca tenebrosa que tenía en su antebrazo izquierdo, nunca le había gustado, ni siquiera estaba seguro que quería hacérsela pero no pudo oponerse tampoco.
No sabía si Hermione la había visto, eso lo avergonzaba demasiado, aunque recordando el evento en su mente no recordaba ningún indicio de que lo hubiera hecho. Y ahora que él la había visto solo quería taparla.
Llevaba despierto poco más de 20 minutos pero no había querido moverse, la tenía en sus brazos y no quería despegarse de ella, aun le parecía increíble que estuvieran ambos en su cama, desnudos. Su pelo no olía a nada que hubiera olido antes, y eso le gustaba, podía reconocer ese olor en cualquier parte desde ahora.
Pasaron solo un par de segundos más cuando comenzó a moverse entre sus brazos. Se giró hacia él y lo miró a los ojos.
-Buenos días Hermione.
-Buenos días Draco.
Ambos sonrieron como dos tontos y ninguno de los dos lo ocultó.
-Tengo hambre.
-Tú siempre tienes hambre.
-¿Cómo sabes tú eso?
-He visto como desaparecen las cosas de la despensa y si yo no me las como entonces solo quedas tú. He notado que te gustan mucho las galletas con chispas de chocolate.
-No pasas nada por alto ¿cierto?
Al decir esas palabras de forma instintiva había cubierto su brazo con las sabanas. En verdad no quería que ella la viera. Pero para su desgracia ella había notado que había tratado de taparla.
-No debes ocultarla. Las marcas que tenemos hablan de las cosas que hemos pasado, al igual que las cicatrices que tienes o cualquier otra cosa que haya quedado en tu piel es muestra de que algo ocurrió y las cosas no siempre pueden ser buena y nos hacen ser lo que somos justo ahora.
Había descubierto su brazo y había empezado a contornear la marca con su dedo, se sentía suave pero por algún motivo parecía que eso estaba mal, ella ni siquiera tenía que estarla mirando.
-No está en ninguno de nuestros libros ¿sabías?
¿Era en serio? Estaban ahí desnudos, ella veía la marca tenebrosa que indicaba todo en lo que debía creer pero que ahora no hacía.
Estaba ahí con tanta vergüenza como nunca antes había sentido y ella solo le decía que no estaba en ningún maldito libro.
-¿En serio solo eso dirás?
-No sé qué decirte, supongo que tuviste razones para hacerla y no sé si quieras contármelas, al menos no ahora mismo.
Definitivamente no quería contarle nada acerca de ese patético acontecimiento.
-No va a estar en los libros que lees, Él la creó y al menos que sea uno de sus mortífagos el que escriba sobre ella, no sabrán cómo se hace o como funciona.
-Cuando la vi por primera vez en el Torneo Mundial de Quidditch, lo primero que hice cuando todos estuvimos a salvo fue buscar en todo libro que pude, nunca encontré nada.
-Ya te dije, no lo harás, y en verdad no creo que quieras saberlo.
-¡No! En verdad si quiero, me llama demasiado la atención, aunque tiene fines malvados es impresionante.
-No quiero hablar de eso ahora ni de la extraña fascinación que tienes por cosas que deberían parecerte repugnantes.
-No me parece repugnante, en realidad no creo que alguna vez haya sentido eso por algo o alguien. Además si me pareciera repugnante entonces debería sentir lo mismo por ti y por ti siento muchas cosas menos repugnancia.
Un calor extraño inundó su pecho y se sintió extrañamente bien.
¿Cuáles eran las cosas que sentía por él?
No la cuestiono porque muy probablemente vendría la misma pregunta para él y no sabría que responder.
-Bueno si ya terminaste de maravillarte con esta cosa ¿podemos ir a comer?
-Cierto, tienes hambre, yo también ¿Qué quieres comer?
-Es tu cumpleaños, tú deberías decidirlo.
-Lo que quería para mi cumpleaños ya lo tuve, así que puedes decidirlo tú.
-¿Qué querías para tu cumpleaños?
-Un par de cosas que por suerte pasaron.
¿Par de cosas?
Estar con él ¿sería una de ellas?
No preguntó de nuevo porque era obvio que no iba a responder.
-Creo que deberíamos vestirnos para ir a comer.
Parecía que ella no se había percatado de que estaba desnuda, porque al decir esto, inmediatamente se sonrojó y se cubrió con las sabanas.
-¡Por Salazar Granger! Ya te he visto desnuda, no vas a apenarte ahora ¿o sí?
-No… solo que no es lo mismo, no estamos en las mismas circunstancias, ¿podrías pasarme mi ropa? Por favor.
-Si no te has dado cuenta yo también estoy desnudo.
Desvió su mirada hacia su parte baja y por inercia ella también dirigió su mirada a donde mismo. Eso a él le pareció demasiado divertido.
-Si me levanto por tu ropa, me verás desnudo y como no estamos en las mismas circunstancias, me apena demasiado.
Ella había sonreído porque era obvio que era ironía, se veía tan linda desnuda, en su cama, cubierta solo por sus sabanas de ceda y sonriendo.
-Entonces nos quedaremos aquí sin poder comer.
-Tienes una varita Hermione, puedes traernos nuestra ropa sin necesidad de levantarnos.
-Ohh… cierto.
¿Por qué no lo había pensado ella antes?
Podían ser muchas las respuestas pero él pensaba que aun después de 6 años con una varita aun no asimilaba que era una bruja y hacia demasiadas cosas al modo Muggle, como había estado acostumbrada hasta los 11 años.
Extrañamente no le disgusto este pensamiento, era obvio que ya no pensaba de igual de las personas como ella y eso le asustaba, pero ya se preocuparía por eso luego.
Ella con un movimiento rápido, aunque no tan ágil, eso era raro en ella, atrajo cada una de sus prendas a la cama y ambos comenzaron a vestirse. Cada cierto segundo él desviaba su mirada para poder verla y ella lo reñía por hacerlo, pero ambos se divirtieron en el transcurso.
-Vamos que si seguimos así será cena y no comida.
Hermione retiro el hechizo de la puerta y ambos salieron al vestíbulo, y se dirigieron a la cocina.
En verdad había disfrutado cada momento con él. Lo había sentido cuando despertó pero no quiso que él supiera que también estaba despierta, quería quedarse ahí, acurrucada con él. Su olor podía distinguirlo desde su habitación hasta la suya, y estar ahí pegada a él solo se lo confirmaba.
Lo que había pasado había sido realmente hermoso, él había sido extremadamente tierno y cuidadoso. Por alguna razón cuando le preguntaban sus amigas que con que persona le gustaría tener su primera vez, Draco siempre venía a su mente, pero jamás se había atrevido a mencionarlo.
Ahora que había pasado se dio cuenta que lo había deseado desde mucho antes de lo que ella había estado consciente.
Estaba feliz por haberlo hecho, pero estaba demasiado inquieta, no sabía que pasaría a partir de mañana, y aunque se había propuesto no preocuparse por eso y pasar el día completo solo con él, le era imposible poder hacerlo. Para bien o para mal era Hermione Granger y no podía hacer como que no pasaba nada.
Aun no tenía ni idea de que pasaría, lo que era seguro es que sería difícil afrontarlo, no podría elegir entre sus amigos y Draco, aunque podía ser que se estuviera adelantando demasiado a los hechos, quizás para él solo había sido una más que había estado en su cama y ella ya se estaba preocupando por que hacer al día siguiente que llegaran sus amigos.
Cuando decidió una vez más que se preocuparía por eso mañana, fue que decidió "despertarse".
Le había sorprendido ver como Malfoy hizo lo posible para tapar su marca tenebrosa, ella no recordaba haberla visto por la mañana cuando habían hecho el amor, pero siempre había tenido curiosidad por saber más sobre ella, pero cuando se lo dijo él no lo había tomado bien.
Ahora estaba ahí vistiéndose y tratando de evitar que él la viera desnuda, porque si bien era verdad lo que él le decía que ya la había visto desnuda, las circunstancias no eran las mismas y en serio se moría de pena cuando lograba ver que la espiaba mientras se vestía.
Cuando los dos estuvieron vestidos, retiró por fin el hechizo de la puerta y ambos salieron al vestíbulo. No tenía ni idea de que iban a comer pero iban uno detras del otro directo a la cocina. Cuando abrieron la puerta no hubo necesidad de pensar en la comida, habían mandado todo un manjar de Hogwarts, había un poco de todo: papas rellenas, pastel de carne, sopa de verduras, carne asada, pollo preparado de una extraña forma y había otro pequeño paste de zanahoria.
-¡Vaya! No debemos preocuparnos por la comida.
-Por suerte, no tenía ni idea de que preparar.
Al lado de toda la comida había dos pequeños paquetes, uno envuelto en un moño color escarlata y dorado y otro más pequeño en una caja color negro, sin moño ni ninguna otra cosa.
Abrió primero el del moño escarlata y dorado, dentro había una hoja de un libro arrugada y una nota escrita con la letra prolija de la profesora McGonagall. Tomó la hoja y la desenvolvió y no solo sus ojos se abrieron como platos, sino también los de Draco y ella se dio cuenta:
-¿Cómo pudo conseguirla?
-¿Qué es?
No lo conocía lo suficiente como para apostarlo, pero estaba casi segura que estaba fingiendo demencia, no estaba segura por qué, solo lo sentía.
-Es la hoja de un libro, la encontré en segundo año cuando abrieron la cámara de los secretos, estaba buscando en la biblioteca y de la nada apareció justo en mi mesa cuando me había levantado a buscar otros libros. La tome y después de eso solo recuerdo haber visto los grandes ojos del basilisco.
Ahora que lo pensaba eso nunca se lo había contado a nadie, ni siquiera a sus amigos, no sabía quién le había dejado esa hoja, pero siempre lo había agradecido. Ahora que la tenía frente a ella de nuevo, había surgido la duda de saber quién había a sido.
Estaba distraída pensando en quien podía haber sido cuando la voz fría de Malfoy la interrumpió.
-Fui yo.
Le costó trabajo asimilar lo que había escuchado.
-¿Qué dices?
-En segundo año, yo puse esa hoja en tu mesa.
-¿Qué estás diciendo? ¿Por qué harías eso?
No podía creer lo que estaba escuchando, no podía ser cierto, en su cabeza daban vuelta miles de opciones pero no podía enfocarse en ninguna.
-Yo sabía lo que había en las tuberías, escuche a mi padre hablar con alguien y decir lo que era, yo tenía un libro sobre ellos y… quise decirle alguien desde que petrificaron a Colin Creevey, pero no sabía a quién o cómo hacerlo. Cada vez que había una víctima me sentía culpable y era una sensación que no había sentido nunca. Te vi investigando, a veces te vigilaba sin que te dieras cuenta, y aunque no podía admitirlo en ese momento, en cierta forma quería… protegerte, no quería que te petrificaran a ti también, fallé monumentalmente en eso. Esa noche vi que traías un espejo en la mano y supuse que era para cuidar tu espalda. Te seguí a la biblioteca y puse esa hoja en tu mesa cuando te levantaste, no quería que hubiera más víctimas y terminaste siendo tú la próxima, no sabes cómo me sentí cuando se corrió el rumor que te habían petrificado… ¡Por Merlín di algo!
En verdad estaba anonadada, no podía asimilar esa información, jamás se le había ocurrido que pudiera haber sido él. Y ahora no sabía cómo demonios reaccionar.
-No entiendo. Se supone que creías en la supremacía de la sangre pura en ese momento. ¿Por qué querrías ayudarnos?
-Se suponía que así debía ser, disfrutaba molestando a los… nacidos de Muggles, pero cuando comenzaron las petrificaciones me sentía mal y no quería que la próxima fueras tú.
-Pero me odiabas, me lo decías a diario 5 veces al día y a veces hasta más.
El tono de su voz era molesto, incrédulo y no sabía que más emociones mezclaba.
-Eres la más inteligente de nuestra generación y me atrevo a decir que de toda la maldita historia de Hogwarts y no lo supones?
-¿Suponer qué Malfoy?
-Que desde maldito primer año fui la deshonra de los Malfoy, desde que te vi en la fila cuando bajamos de los barcos para la ceremonia de selección llamaste mi atención de inmediato, si, éramos unos niños pero así fue, pedí que quedaras en Slytherin pero no fue así, te mandaron a Gryffindor y ni siquiera ese me pareció problema hasta que… supe que no eras sangre pura.
-¿Por eso me tratabas tan mal?
En la escuela Muggle a la que había ido era común que los niños molestaban a las niñas que les gustaban, pero eran cosas sencillas e inocentes como sacarles la lengua o hacerles gestos desagradables, nunca insultarlas como él lo había hecho desde que se conocieron. No le dijo todo eso porque quería que él le respondiera sin influencia de nada.
-Sí, no sabes lo que es sentir cosas por la última persona por la que deberías sentirlas, te odiaba porque no podía acercarme a ti, te odiaba porque eras superior a mí en todo y eso solo me demostraba que era un error la forma en que habías nacido, te odiaba porque mi padre siempre me comparó contigo para animarme a ser mejor pero jamás pude conseguirlo y te odiaba sobre todo porque no podía quererte. Y si soy un maldito cursi, pero desde hace meses que ya no me importa que sepan lo que eres para mí.
Eso había definitivamente derretido su corazón, no podía creer lo que escuchaba, ella misma se había sentido atraída por el desde que lo vio sentado en el banco debajo del sombrero seleccionador, pero jamás pudo permitir que nadie lo supiera, era el enemigo de Harry y siempre la insultaba, y cada vez que lo hacia ella misma se regañaba por sentirse mal, cada insulto le dolía y eso había sido desde primer año hasta hacía unos meses.
-¿A quiénes te refieres con que "sepan"?
-Realmente no quisiera hablar de eso ahora. ¿Podemos comer?
-Adelante, yo no creo que pueda hacerlo.
-Supongo que si lo sabe Él, qué más da que lo sepas también tú.
Ella sabía que con "Él" se refería a Voldemort y no sabía que quería decir con eso.
Vio como tomó un plato y se sirvió una papa rellena, acompañada de pastel de carne y un gran pedazo de bistec asado.
-¿Recuerdas cómo me encontraste hace unos meses?
Era obvio que lo recordaba, nunca había sentido tanto terror en su vida. Parecía que se iba a morir desangrado y una parte de ella se mantuvo casi muerta hasta que él había despertado, pero no le dijo todo eso.
-Si, lo recuerdo.
-¿Te imaginas que fue lo que paso?
-Supongo que no hiciste algo que él te ordeno o te equivocaste demasiado al hacerlo, luego de no matar al profesor Dumbledore, supongo que no perdono otro error tuyo.
-Debí matarlo, de haber sabido quien era mi próximo blanco, lo habría matado.
-¿Qué estás diciendo Draco?
-Cuando Él se dio cuenta que no había podido matar al Profesor Dumbledore, me perdono con la condición de que haría mi próxima misión sin titubear, yo la acepte obviamente, no puedes negarle nada. Una noche en una de las reuniones con sus mortífagos más cercanos, entre ellos Snape, mi padre y Bellatrix me asignó matar a alguien más. Cuando escuche el nombre mi estómago no lo resistió y vomite ahí mismo en la alfombra de la sala de mi casa.
-¿Quién era? ¿Harry?
-No, a él lo quiere matar el mismo. No permite que nadie más lo mate.
-¿Entonces?
-Tu nombre, Él dijo tu nombre.
Sintió como un peso gigante cayó en su estómago y ella misma sentía nauseas ahora, mientras él daba un bocado de papa rellena. No vomito solo abrió sus ojos y se llevó las manos a la boca totalmente asombrada.
-Le dije que no podía hacerlo, ahí frente a mi padre y los demás, lo que sentí después fue el dolor más fuerte que había sentido en mi vida, cuando terminó de maldecirme con el Crucio pensé que había terminado y ese era mi castigo por negarme a hacerlo, pero no, cuando dijo que podía irme y le di la espalda sentí como mi piel se desgarraba y después caí al suelo, lo último que vi fueron los ojos de Snape viéndome, supongo que él siempre lo supo.
-¿Saber qué?
-Que te quiero Hermione. ¡Maldita sea! Ocupas enserio que te digan todo.
La quería, jamás pensó que eso podía pasar.
-¿Recibiste esa herida por mí?
-Y sin duda volvería a hacerlo solo por poder vivir lo que acabo de vivir contigo. ¿Qué demonios me has hecho? Ahora soy un maldito cursi.
No pudo más, sus ojos comenzaron a llorar y ella solo corrió a abrazarlo, él la había ayudado a acabar con el basilisco aunque lo había hecho tarde, pero eran solo unos niños y entendía que él había crecido rodeado de una ideología equivocada. Había dado prácticamente su vida por la de ella, porque de no ser por ella ahora estaría muerto que era lo que Voldemort quería.
Había pasado el peor dolor de su vida por protegerla y ahora le había dicho que la quería, y eso lo sabían todos allá fuera ahora mismo. Lo abrazó tan fuerte que sus manos dolieron, no podía decir mucho, su voz se negaba a salir, solo recargó la cabeza en su pecho y con un hilo de voz pudo decirle:
-Yo también te quiero Draco Malfoy, lo supe desde que éramos unos niños y lo supe siempre porque mi estómago se asqueaba al verte con tus conquistas. Gracias por salvar mi vida.
Se quedó ahí abrazándolo, se había olvidado de leer la nota y abrir el otro regalo, pero ahora solo importaba tenerlo cerca y abrazarlo lo suficiente para compensar el terrible dolor que había sufrido por negarse a matarla.
En la mesa los alimentos se enfriaban, pero entre ambos se había encendido algo que ambos sabían iba a ser difícil de apagar.
