Hola, después de una pausa por meses...

Sí, desaparecí porque me sentía sin ganas de escribir, pero ahora que recibí un review, las cosas cambian.

Gracias por comentar, ChrisWolvShy. Y sí, veo que muchos escritores se alejaron.

En fin, gracias por leer.


Capítulo 12

En la segunda función

—Chicos, estamos en problemas —empezó a decir Coco en la reunión al día siguiente de la carrera en la Arena de Tiny—. Si alguno de nosotros no alcanza ganar para la próxima pista…

Ella hizo una pausa para no mencionar lo que pasaría si no había alguno de su equipo para el enfrentamiento final, y fue hacia su pizarra donde tenía anotados los puntajes de esta ronda. Como ya era sabido, los pilotos que llegaban el primer puesto tenían prioridad para competir contra el jefe y, por ahora, estos eran dos miembros del N Team: N. Gin y Tiny Tiger. Ella hizo hincapié en este detalle: no debían permitir que ellos ni Cortex sumaran más puntos, y tachó sus nombres con furia durante la explicación para remarcar. Para cambiar el tema, y además distraer a la chica de pensamientos negativos, Aku Aku le preguntó si sabía algo sobre dónde se realizaría el nuevo encuentro, y la respuesta sorprendió a todos. Ella comentó que había otro lugar parecido a ese gran edificio en el cual estuvieron anoche; uno más pequeño, pero con casi los mismos elementos que el anterior. Sí, era probable que volverían a correr con un público observando, más bien, con aquel extraterrestre ocasionando problemas con insultos y crueles obstáculos. No sólo había que soportar los constantes agravios por parte del grupo de villanos, sino que a esto se le agregaba lidiar con ese sujeto de raro aspecto y sus manías.

—Siempre hay alguien que quiera molestar… —habló la máscara—. No dejen que les afecte.

Sus seguidores asintieron, como diciendo que tomaron en cuenta su consejo, y se pusieron a elaborar un plan aprovechando los puntos débiles del circuito. Desde luego, no faltó en esta estrategia, un tiempo para practicar en las pistas cercanas, especialmente en Parque Coco, al tener en común con la siguiente ruta la misma superficie: asfalto. Allí ellos, incluidos sus dos suplentes, Pura y Penta, se enfocaron en tratar de dominar los giros bruscos, ya que con eso se encontrarían. Por más que la zona de práctica no tenía muchas curvas, ellos tuvieron que imaginarlas y, después de tropiezos y mareos, ellos habían mejorado bastante. Luego de ese agotador entrenamiento, ellos optaron por irse a dormir antes de lo acostumbrado, y menos mal que lo hicieron, ya que una fuerte alarma sonó al amanecer. Con movimientos torpes y medios dormidos, los chicos fueron como pudieron hasta la fuente del sonido, la cual emitía cada uno de los karts; indicaba que era hora de la carrera. Mientras todos se arreglaban para salir, les parecía extraño que tan pronto se reencontrarían en otro combate y, pensando con detenimiento, la rubia fue la primera en darse cuenta que los juegos se hacían más seguido.

—Sospecho que Oxide quiere matarnos lentamente —pensó ella en voz alta, tras el volante.

—Sólo debemos soportar esto un poco más —trató de animar el brujo que flotaba a su lado.

Cuando por fin llegaron a la isla desértica y desconocida, se encontraron con las muchachas entregadoras de trofeos y, también como ellos, viéndose con no muchas ganas de estar allí tan temprano. Algunas bostezaban, otras parecían dormirse ante los cálidos rayos del sol, y se sobresaltaron al oír que los héroes se acercaban. Ellas los saludaron con una sonrisa como siempre, ocultando bien su cansancio, y se quedaron charlando un momento. La charla tuvo fin cuando se oyeron los ruidos de los vehículos del otro conjunto, y a pesar de que algunos se veían molestos al notarlos, las cuatro bandicuts tenían que saludarlos con cortesía. Si bien aquel doctor en medicina malvada estaba irritado por esta cita al amanecer, ellas sonrieron al ver que Dingodile se acercó a ofrecerles unas galletas caseras. Él las tenía porque tuvieron que desayunar en el camino, por culpa de cierto barbudo, y por eso los científicos tenían un vaso con café en una mano cada uno. Ante aquel gesto, a la mayoría de los chicos buenos les alarmó eso, ya sea porque esa comida podía contener algo extra, o también ser una clase de regalo a las jueces. Fue la hacker quien puso el grito en el cielo, pero ellas la interrumpieron.

—Recuerda: —le habló Isabella en voz baja y cerca de su oído— el verdadero enemigo aquí es Nitros Oxide. Y no llegarán a vencerlo si pelean entre ustedes... Eso es algo que él quiere.

—Además, unas galletas no nos van a hacer ganar una competencia de karts —interrumpió el mutante híbrido pensativo—. Tal vez si fuera un concurso de cocina, pero de coches, no.

¿Lo que las organizadoras estaban pidiendo era una especie de tregua? Eso era muy difícil de cumplir, por parte de algunos miembros, aunque sí acordaron en no golpearse tan duro. Era obvio que no se darían las manos para sellar el acuerdo, ni tampoco no sonaban decisivos, y con esas dudosas palabras, todos se marcharon hacia el pequeño estadio. A pesar de ser no tan monumental como la Arena de Tiny, el Coliseo Derrape era un sitio parecido a cualquier pista convencional. En esta ocasión, no había una música a todo volumen, al estar frente a la construcción, sino una más tranquila, sin embargo, sí los ensordeció la voz del extraterrestre por los parlantes. Él les daba la bienvenida, de una forma sarcástica y más bien él se dirigía al poco público presente, debido a la helada mañana de aquel día. Después del discurso que no más fue sólo para molestar a los participantes, los suplentes se fueron a sus asientos, a la vez que los seis pilotos se ubicaron en sus lugares. Además de la señal que hacían las chicas con sus banderas a cuadros, había en lo alto un indicador de salida, bajo la gran bandera que se extendía a lo ancho de la vía. Cuando podían avanzar, todos fueron deprisa sin tener cautela.

—Y arrancaron con la carrera, estos terrícolas —decía el ser alienígena con el fin de ofender a sus rivales, e incluso no le afectaba que también enojaba a su público—. Ya pronto caerán.

Pese a la velocidad y a la curva peligrosa que estaba cerca, si bien el riesgo sólo se trataba de salirse hacia el césped, ninguno de los corredores tuvo problemas. Para sorpresa del oriundo de Gasmoxia, aquellos conductores derrapaban de una forma casi sincronizada, fijándose en no chocar con nada ni nadie. Por supuesto que esto irritaba a esa criatura de rara apariencia y fue por eso que protestó hasta quedarse sin amenazas, ya que ellos no le obedecían. Esto parecía divertir a los espectadores y las risas siguieron en aumento, situación que desesperó al furioso anfitrión que dio un ultimátum: la Tierra estaría condenada ahora mismo, si no le respetaban sus exigencias. Ante esa cruel advertencia, ambos equipos frenaron de golpe sus vehículos para pedirle que no lo hiciera, y cuando aquella cosa verde les preguntó si ahora sí aceptarían sus reglas, ellos no pudieron oponerse. La primera orden fue reanudar la carrera, en lugar de empezar desde el principio, y lo siguiente fue que demostraran querer ganar sin importar nada. Algunos más animados a acatar que otros, los dos grupos elevaron el nivel de violencia en su modo de manejar y, desde luego, no faltaron los empujones y otros ataques.

—Nunca podremos lograr una tregua si nos obligan a pelear —concluyó Coco muy enfadada.

—Siempre hay opción —le respondió Aku Aku—. Hay que hallar la forma de solucionar esto.

Con cada distancia recorrida, las curvas se hacían cada vez más terribles, tanto que causaban una congestión, o sino también una notable demora por atravesarlo. Una medida arriesgada que encontró el bandicut sonriente fue en saltar sobre los neumáticos que estaban allí como una pared de contención, y así se libró de pasar por esa zona problemática. Antes de que se oyeran protestas por parte de Cortex, se escuchó por los altavoces que esa maniobra estaba permitida y, además, el de la hazaña recibió felicitaciones por eso. Fue ahí cuando la furia se elevó en Neo e hizo todo lo posible para superar a ese marsupial sin cerebro, llevándolo a la utilización de su arma cuando consiguió tener el camino despejado. Su feroz y leal secuaz le ayudó con la tarea de apartar a choques a los amigos de aquel animal entrometido, y luego de mucho insistir, dio en el blanco. Usar la esfera de energía le dio al médico alcanzar al gran arruinador de planes, mas no rebasarlo por mucho, de modo que se dio una pelea para sacar al otro de al lado. No obstante, no había tiempo para eso, ya que había que prestar atención a la carretera sinuosa, y sólo existían apenas unos espacios en línea recta para una lucha así.

—¡Cortex! —gritó Uka Uka de repente, y esa voz bestial sobresaltó al científico nombrado— ¡Deja ya de perder el tiempo con ese bobo, que los demás están a punto de dejarte atrás!

Y sí, la máscara oscura tenía razón: durante el momento en que ellos se golpeaban, la chica y el tigre de Tasmania se adelantaron, con lo que ya era hora de reaccionar antes de que Crash los siguiera. A partir de ahí, se completó la primera vuelta, y antes de exigirle al mutante del N Team que retrocediera, el doctor con una letra N en la frente le pidió que se deshiciera de la única fémina. Haciendo un gesto militar de estar a sus órdenes, el gladiador buscaba estar cerca de ella para que recibiera el impacto de cuando alguien toca su escudo, y si ella optaba por avanzar, aquella arma podía lanzarse y darle de todas formas. Ella estaba al tanto de ese detalle, así que optó por mantener distancia y, si no había otra opción, debía retroceder. Sin embargo, no podía permitir quedarse atrás sólo por temor a represalias, ya sea por parte del animal musculoso o de cualquier enemigo; entonces decidió atacar ella primero. Estando ya en las partes rectas del circuito, y con Tiger a la cabeza, esa artista marcial presionó el botón liberando la esfera de energía. Su víctima se desesperó al ver las chispas azules que venían a él y, con ese nerviosismo, buscó el mando mientras que trataba de huir como le era posible.

—Ahí tienes —dijo Coco al pasar por al lado del afectado, el cual perdió el control de su kart.

—No permitan que gane —vociferó el hombre casi calvo y, a partir de ahí, inició una batalla.

Ya estando en la última vuelta, ahora fue su turno para usar su arma: con una sonrisa cruel, él veía como esa bola se acercaba a la rubia, pero su expresión cambió al ver que Polar fue a interponerse con su escudo. Los otros miembros del equipo de villanos contraatacaron en un instante, con el supuesto animal extinto amenazando con la fuerza explosiva y con la pronta llegada de un misil. Desde luego, que el oso no pudo escapar ante esos ataques, si bien él lo tenía previsto: ser la pieza sacrificable para acabar con el armamento de los rivales. Ver este esfuerzo impactó no sólo a sus compañeros, sino también a gran parte del público; no por el acto, más bien por la violencia y las explosiones. Habiéndose quedado hasta el fondo, por el castigo dado, la Bandicoot apreció eso e hizo lo posible para que esos seres malvados no se adelantaran. Entre choques y raspones, ella los mantenía a raya y, por más que se sentía ya cansada de tanto maltrato físico y verbal, ella continuó hasta que pudo vislumbrar la línea de meta. No fue eso lo único que la animó: fue todavía mejor cuando vio que su hermano iba a la cabeza, quien aprovechó la distracción del altercado, y estaba muy cerca de poder ganar.

—No dejaré que nada se interponga en el camino del mal —exclamó el brujo negro enojado y le ayudó a su segundo al mando con sus poderes, para lograr alcanzarlo a toda velocidad.

—Sujétate, que ahí vamos —le pidió el guardián a la adolescente y asimismo le dio su magia.

En la recta final, se desató una feroz competencia entre los hermanos gemelos con, otra vez, el chico silencioso en el medio de la lucha, quedándose atrapado entre los escudos mágicos. La presión hizo que saliera despedido hacia arriba, justo a pocos pasos de cruzar la línea, así que aquellos dos fueron los primeros en terminar el Coliseo Derrape. Todos los presentes ya querían saber con impaciencia quien fue el ganador, incluso aquel extraterrestre que exigía a gritos que transmitieran por la pantalla gigante la repetición en cámara lenta. Aquella tarea caía en manos de las cuatro entregadoras de premios que, con nerviosismo y fastidio, al final sí pudieron cumplir. A pesar de que las barreras sobrenaturales causaban más confusión a la hora de ver los detalles, visto desde arriba sí se lograba notar que uno de los participantes se quedó con la victoria por sólo cinco centímetros de diferencia. Con el rostro del triunfante ya en el visor, esas cuatro anunciadoras pidieron un aplauso para la que conducía un auto color rosa, aunque más se oyó fue una música diferente. A la vez que la marsupial genio se distraía con la lluvia de confeti, sus amigos fueron a felicitarla, no obstante, quien quedó en segundo lugar, no estaba conforme con el resultado e iba en camino a protestar ante esas guiadoras.

—Apártate, idiota —gruñó Neo cuando N. Gin se interpuso de repente y seguía estorbando.

—Doctor Cortex, no podemos hacer nada —explicaba el ciborg causando todavía más furia—. Pero en la final, seremos dos contra uno y le prometo que vamos a conseguir la otra llave.

El médico no quería creer en sólo palabras, mas no tenía las fuerzas para correr de nuevo, si es que le dieran esa oportunidad, aunque era seguro que no lo permitirían. Cuando parecía que él cambió de opinión, él fue de todas formas a preguntarles con más calma a las jueces. Luego de consultarlo con su jefe, las jóvenes le explicaron que la carrera no podía repetirse, y menos si planeaba usar suplentes, con lo que sí o sí había que aceptar la derrota esta vez. Con pasos lentos, ya sea por el dolor y por el desánimo, el hombre volvió a su coche rojo y se iba directo a la plataforma transportadora, con el fin de faltar a la entrega de medallas. Pero sus planes de nuevo no salieron como esperaba: Megumi, la encargada de dar premios a los científicos, apareció justo en frente de él, y trató de frenarlo con sus propias manos. Ella con una dulce sonrisa le avisaba que tenía que aceptar el trofeo, el cual lo sostenía balanceando en una mano. Como a él no le importaba eso, solamente respondió expresando enfado, ella tuvo que insistir, explicando que las cosas pudieron salir peor y este desafío pronto acabaría.

—No necesito que me den palabras de aliento —contestó él, sin dejar de mirarla con odio.

—Admiro sus ganas de pelear, de no conformarse con poco, si bien ahora debe descansar —le comentó la bandicut de cabello azul mientras le colocaba la medalla plateada en su cuello.

Por alguna extraña razón, él permaneció quieto en lugar de alejarse de ella, quizá porque no quería alargar más esta situación, o tal vez debido a ese intento de cumplido que rara vez él recibe. Ni bien la chica se fue, Tiny fue rápido a ver que sucedió, por si tenía que defender la vida de su amo, sin embargo, nada malo pasaba, solamente que aquel humano le ordenaba regresar al castillo con su típico mal humor. Ambos se fueron, dejando atrás al mecánico y a la máscara negra, quienes se quedaron a oír las noticias que decían las cuatro asistentes de Nitros Oxide. Para eso, ellas señalaban la pantalla gigante, donde aparecían los resultados de esta tercera ronda y, como era costumbre, los tres que consiguieron el primer puesto serían los que se enfrentaran al siguiente jefe. Aquellos tres finalistas eran el constructor de robots, el tigre marsupial y la reciente ganadora, la hermana de Crash, y ellos deberán de luchar con Komodo Joe. Al oír aquel nombre por los altavoces, su hermano, Komodo Moe, quería saber con ansiedad donde estaba y, por lo tanto, se levantó de su asiento entre el público para ir a averiguarlo ante ese alíen. Él no se detuvo por nada y continuó así hasta trepar por el placo.

—¿Qué es lo que intenta hacer ese miserable dragón? —se preguntó Uka Uka en voz alta, y su pregunta llamó la atención de todos, de modo que los presentes notaron aquella proeza.

—Esa lagartija hará que todos estemos kaput —se oyó una aterrorizada voz en las graderías.

Los extraterrestres miraban con indiferencia a los lentos y torpes intentos de ese saurio por llegar a la cima que, cuando aquel logró su meta, de poder estar cara a cara con el corredor espacial, llegó hasta allí tan agitado que no podía hablar. En ese momento, uno de los que le acompañaba, un ser que se asemejaba a un horrible duende, preguntó a su líder si había que eliminar al intruso. El reptil aun permanecía en silencio, no sólo por su falta de agilidad o por oír aquella amenaza, sino por el hecho de estar frente al secuestrador, el cual era más alto y más espantoso de lo que imaginaba. Antes de oír una respuesta, Moe se armó de valor y les desafió con una de sus espadas árabe, para después investigar sobre el paradero de su único pariente. Esa criatura, que caminaba con cuatro patas flacas, se cruzó de brazos en señal de que no se dejaba intimidar por aquella arma filosa y se mantuvo pensativo. Finalmente, él se decidió a darle lo que pedía; hecho que sorprendió y también a los seguidores, y les exigió a estos últimos escoltar al terrícola hasta el escondite. Los demás se sintieron aliviados al ver que no sucedía nada malo, no obstante, no habría paz hasta acabar con el problema de raíz.