Shaoran

Eran las 3 am de un miércoles, ya casi era su hora de salida para disfrutar de su día libre, acababa de revisar a sus pacientes en la sala de cuidados intensivos y hasta el momento todos estaban estables, tal vez podría cerrar sus ojos por unos minutos y descansar…

—¿Sabes? Tenemos cuartos para eso en el piso 11. — escuchó la voz que podría animarlo aun después de todo un día de trabajo y una larga noche de guardia.

— ¿Qué haces aquí? —le preguntó alzando la mirada… y entonces sus ojos y su boca se abrieron tanto como pudieron.

Sakura traía una gabardina abierta que revelaba un vestido rojo muy corto y unas zapatillas negras.

Todo el sueño y cansancio que había sentido hace unos minutos se habían disipado, ahora estaba despierto… MUY despierto.

—Estaba aburrida en casa y decidí venir a verte. —le dijo acercándose a él, su abrigo había desaparecido, se movía lentamente y su mirada no se apartaba de la de él.

Shaoran estaba sentado en el sillón de su oficina y desde que Sakura apareció luciendo así, quedó petrificado en su lugar, ya hasta se le estaba olvidando como respirar.

Sakura quedó de frente al castaño, lo miraba mordiéndose su labio inferior, le sonrió deseosa y acto seguido se sentó a horcadas sobre sus piernas.

Inhala… exhala … inhala…

La esmeralda rozó sus labios con los de él.

Su cerebro todavía se negaba a trabajar, Sakura debió darse cuenta de ello por que tomó su mano y la acercó a uno de sus pechos mientras se movía un poco sobre él.

—Te necesito ahora Shaoran. — gimió en su oído, amaba tanto como se escuchaba su nombre en los labios de Sakura, que eso logró sacarlo de su estupefacción.

Jaló el rostro de Sakura hacia el suyo y comenzó a besarla salvajemente, tenía tanta hambre de ella que no quería separarse de su boca, ni siquiera por un poco de aire… pero al final se recordó que como humanos, necesitaban respirar.

Cuando se separaron, observó la cara de Sakura, sus mejillas estaban muy sonrosadas, sus labios estaban hinchados y entreabiertos, en sus ojos podía ver el deseo y la lujuria creciendo.

Ella quería sexo… y él se lo daría.

Con sus manos recorrió la longitud de sus piernas hasta toparse con el dobladillo de su vestido, se aferró a este y acto seguido se lo quitó en un movimiento rápido.

Mirarla en su lencería lo hizo gruñir de excitación.

Llevaba puestos un sujetador rojo de encaje con bragas a juego, el castaño siguió admirándola, mientras Sakura metía sus manos bajo la filipina de Shaoran tocando sus músculos y sus labios besaban el cuello y la mandíbula de Shaoran.

La ojiverde le quitó la molesta filipina y se dispuso a besarlo desde el cuello hasta el abdomen, en su camino iba dejando mordiscos, él disfrutaba de sus caricias, besos y mordidas, no era delicada, la pasión la había cegado.

Una vez que sus labios alcanzaron el borde del pantalón de Shaoran, subió la mirada y le sonrió con malicia, nuevamente centró su atención en descubrir la parte del ambarino que más ansiosa estaba por tocar, tiró de sus pantalones y boxers hacia abajo, los ojos de Sakura se maravillaron ante la escena que tenía enfrente, el miembro de Shaoran completamente erecto y listo para introducirse en ella.

Shaoran intentó jalarla para terminar de desnudarla, pero Sakura tenía otros planes en mente, nuevamente besó y lamió su abdomen, solo que esta vez no se detuvo, siguió bajando y comenzó a llenar de besos su pene de arriba abajo.

Él apretaba los dientes tan fuerte que pensó que podría hacerse daño, pero no le importaba, el placer que estaba sintiendo en ese momento con las caricias de Sakura, no se comparaba a ninguna otra de sus sesiones de sexo con otra mujer. Se sentía feliz, completo y extasiado mirando a Sakura besándolo con tanto cariño y pasión.

La lengua de Sakura lo trajo de vuelta a la realidad, lo recorría de la base a la punta, y justo ahí cuando pensó que todo había terminado y que por fin seria su turno de hacerla gritar de placer, ella introdujo su miembro a su boca succionándolo y dejando ligeras mordidas aquí y allá.

El placer era tal que solo atinó a acariciar el cabello de Sakura.

Cuando sintió que no aguantaría más logró atraerla hasta su boca, de nuevo la besó con desesperación, necesitaba hacerla suya ya.

Otra vez estaba sentada sobre él, con cada movimiento que hacían, sus sexos se rozaban y ellos gemían, sin dejar de besarla Shaoran metió una de sus manos en las bragas de la castaña, sonrió al sentir lo húmeda que estaba, con movimientos circulares tocó la parte más delicada de Sakura mientras ella gemía en su hombro, con su otra mano recorrió su espalda hasta llegar al broche, pero algo andaba mal ahí, por más que movía su mano no parecía encontrarlo.

Shaoran comenzaba a desesperarse, había hecho esa tarea cientos de veces y sabía que el bendito broche debía estar ahí.

La castaña tenía los ojos cerrados disfrutando del toque del ambarino, sonrió al ver la frustración en su rostro, unió sus labios una vez más a los de él y se apartó, lo miró con una sonrisa y le mostró el pequeño broche entre las copas de su sujetador.

—Se desabrocha por delante. — una vez dicho esto, lo desabrochó y cayó al suelo.

El castaño no tuvo tiempo para reclamarse por su falta de habilidad, ante él estaban los senos de Sakura, eran redondeados y de generosas proporciones, su piel era más clara en esa zona y en la punta eran adornadas por un par de areolas rosadas y erguidas.

Como si lo estuvieran llamando Shaoran posicionó sus manos sobre ellos y los masajeó, Sakura se mordía su labio inferior, gozando de sus caricias.

Shaoran se levantó del sillón cargando a Sakura, la sentó en su escritorio, se deshizo de su última prenda y lentamente le abrió las piernas con la mirada fija en la verde de ella, quien lo miraba llena de deseo y con una sonrisa maliciosa pintada en su rostro, antes de cortar el contacto visual se lamió los labios, dándole a entender sus planes.

Recorrió con su lengua los labios de la castaña, su mentón, su cuello, el camino entre sus pechos, su abdomen hasta llegar a su intimidad, en el momento que su lengua probó la delicada piel de Sakura, ella gimió con fuerza y se movió con desesperación, él movió su lengua dentro y fuera de ella sujetándola con fuerza de las caderas, podía sentir la mano de Sakura enredándose entre sus cabellos, toda ella era deliciosa, la lamió más duro y sintió el cuerpo de su hermosa esmeralda convulsionarse en sus manos llegando al éxtasis.

Ya era suficiente de juegos, se levantó, ella estaba acostada en su escritorio, su cabello desparramado por todos lados, sus pechos subiendo y bajando rápidamente, todavía recuperándose de su orgasmo cuando se inclinó para besar su vientre, la caricia le provocó cosquillas a Sakura por que empezó a reír, a él se le pintó una sonrisa en su rostro, era maravilloso escuchar su risa.

—Ahora Shaoran. — le dijo enderezándose y rodeando con sus brazos el cuello del castaño.

Volvió a separar sus piernas y se colocó en medio, en su entrada, de una estocada se introdujo en ella, ninguno de los dos rompió el contacto visual, mientras los dos movían sus caderas sus miradas estaban fijas en la del otro.

Estaban perdidos en la mirada del otro, pero el placer del momento hizo que Sakura se abrazara a él en un intento de profundizar más su unión.

Sakura comenzó a gemir deleitando los oídos de Shaoran quien intentaba reprimir algunos gruñidos provenientes de su garganta, sus embestidas se habían tornado más violentas y rápidas, pero lejos de sentirse incomoda a la castaña le parecía perfecto, no le gustaba que la trataran como si se fuera a romper al más mínimo roce y Shaoran parecía dispuesto a complacerlos a ambos.

Podía sentir como se aproximaba su orgasmo, la intensidad era tanta que tuvo que acostarse sobre el escritorio, él podía ver como se movían sus senos al ritmo de las embestidas.

—Mierda. —susurró con voz muy ronca, ahora él se había recostado sobre Sakura.

Segundos después Sakura estalló de placer y envolvió sus brazos alrededor de la cabeza de Shaoran mientras él se derramaba dentro de ella.

Esta había sido por mucho su mejor experiencia sexual, no recordaba haberse sentido tan desesperado por poseer a alguien, o haberse deleitado tanto con el cuerpo de otra mujer.

Ella acercó su frente con la de Shaoran y cerró los ojos, atrajo su boca a la de ella y nuevamente lo besó pero este beso era lento y suave, no podía recordar la última vez que alguien lo había besado de esa forma y más importante aún, que él no hubiera sentido la necesidad de profundizarlo para no aburrirse. Sentía como Sakura hundía sus dedos entre los cabellos chocolate de él y en algún momento del beso él había tomado el rostro de ella.

Shaoran la odió cuando separó sus labios de los de él.

La esmeralda besó su cuello hasta alcanzar el lóbulo de su oreja, le brindó un leve mordisco y susurró en su oído.

—Vas a llegar tarde. —

.

.

El sonido insistente de su despertador lo trajo de vuelta a la realidad, abrió los ojos para comprobar que estaba en su cama mirando al techo y que no había señales de Sakura en ningún lugar.

Se movió para apagar el insufrible aparato, en ese momento sintió algo húmedo sobre sus sábanas, al levantarse comprobó que no solo eran sus sábanas, sus boxers también estaban húmedos…

¿Sueños húmedos? ¡¿A sus 31 años?!

Pasó sus manos por su cabello chocolate y se apresuró a cambiar las sábanas.

Una vez que su cama estuvo lista, comenzó a desvestirse… necesitaba una ducha de agua fría.

Normalmente cuando despertaba nunca podía recordar sus sueños, si acaso solo recordaba fragmentos, pero esta vez… recordaba todo… TODO y es que para él todo se sintió tan real, tanto que si cerraba sus ojos y se concentraba lo suficiente, podía sentir las caricias de Sakura.

Pegó su frente a los azulejos de su baño.

¿Qué diablos le estaba pasando?

No había nada de malo en tener un sueño erótico que terminara en semejante culminación, pero estaba muy sorprendido por la intensidad, aunque no podía decir que estaba impresionado por haber soñado con Sakura.

Habían pasado 3 semanas desde que empezó a trabajar en el London Clinical Center, 3 semanas de haber dejado su pasado atrás… 3 semanas de conocer a Sakura.

Estas últimas semanas habían sido una montaña rusa para Shaoran, no solo hablando de trabajo, sino de la castaña. Se había convertido en una pequeña obsesión para él tener su completa atención, odiaba que sonriera a cualquier persona fuera por la razón que fuera, pero amaba cuando las sonrisas iban dirigidas hacia él.

Además había aprendido muchas cosas de ella, ahora sabía que adoraba comer, sobretodo cosas dulces y cualquier alimento o bebida proveniente de Starbucks, le encantaba vestir bien y darse ciertos lujos, ella era muy colorida y escandalosa, muchas veces la había encontrado cantando y moviéndose como loca en su oficina, siempre intentaba verle el lado positivo a las cosas, amaba a los animales menos a los gusanos que le causaban terror, en sus tiempos libres leía, veía películas o cocinaba.

Lo que más le gustaba es que ella lo hacía sentir más vivo y feliz que nunca, él cantaba cuando ella lo hacía, corría detrás de ella para atraparla, probaba la comida que ella ordenaba y escuchaba atentamente todo lo que ella decía.

Y el hecho de saber tanto sobre ella en tan poco tiempo… lo espantaba.

Pero de algo estaba seguro, él no estaba enamorado de Sakura, simplemente estaba obsesionado con ella porque aún no había tenido oportunidad de invitarla a salir, pero eso era todo, solo tenía que calmar sus deseos.

Una noche… con eso bastaría.

.

.

.

A pesar de su "retraso" había llegado a tiempo al hospital, se dirigió a su oficina y en seguida comprendió que había cometido un gran error.

Toda la habitación le traía recuerdos, Sakura sentada a horcadas sobre él, ella en su escritorio desnuda con sus piernas enroscadas en sus caderas, los gemidos de ambos…

Ya basta Shaoran, fue solo un sueño— se dijo a sí mismo.

Se quitó la ropa que traía y rápidamente se enfundó en su uniforme, una vez listo salió a buscar alguna distracción, sabía que la sala de urgencias era el lugar indicado para eso.

Tomó el ascensor y pulsó el botón de "planta baja", todo iba bien hasta que se detuvo en cuarto piso, Meiling abordó saltando hacia el cuello de Shaoran, esto ya se le había hecho una costumbre, a pesar de que le había explicado de diferentes formas que no quería nada con ella, la caprichosa enfermera no se rendía.

—Buenos días Shaoran— saludó apretándose más contra él.

—Ya te he dicho que no me gusta que me abraces. — le dijo alejándola de él.

—Pero a mí me gusta abrazarte. — como siempre, hablaba como una niña de 3 años. — Pero si insistes ya no lo haré más, a cambio me llevaras a cenar esta noche.

¡¿Por qué a mí?!

—¡No lo haré y ya déjame en paz! — gritó.

Demonios…

No había sido su intención gritarle, pero es que ya estaba harto, todos los días Meiling buscaba alguna forma de estar junto a él y siempre terminaba insinuándosele y pidiéndole que la llevara a cenar, a bailar o a tomar un trago. Todos en el hospital ya sabían que ella estaba tras él, es por eso que cuando lo veían con ella le dirigían una mirada de compasión, al parecer todos conocían la reputación de Meiling.

Ella lo miraba con los ojos muy abiertos, la había tomado por sorpresa su reacción, tardó unos segundos más en salir de su estupefacción y observó cómo sus grandes ojos rojos iban llenándose de lágrimas.

Ay no por favor, que no llore.

Odiaba cuando las mujeres se ponían a llorar, lo hacían sentir incomodo e impotente, en este caso le exasperaba que se pusiera a llorar solo porque no estaba dispuesto a cumplirle su capricho. Tenía que recordarse que aunque fuera insufrible y odiosa, seguía siendo una dama, y de acuerdo a su educación no debía herir en ningún modo a una mujer.

—Lo lamento, no quise gritarte. — se apresuró a disculparse.

— ¿Por qué me rechazas? Yo he sido buena contigo. — las lágrimas de Meiling caían por sus mejillas. — ¡No es justo! —.

—Es solo que no busco una relación con nadie. — intentó explicar Shaoran. — He intentado expli…—

No pudo concluir esa oración por que algo presionaba sus labios impidiéndole formular alguna palabra.

Los labios de la enfermera estaban moviéndose agresivamente contra los suyos, sus brazos intentaban estrangularlo, era como ser besado por un pulpo. No era dulce ni apasionado, simplemente era molesto.

Luchó contra el agarre de sus brazos, buscando su libertad, pero no había forma de quitársela de encima, al menos no sin ser muy brusco.

Ya habían llegado a la planta baja, lo sabía por qué había oído el sonido de las puertas abriéndose.

—Ok… iremos por las escaleras. — escuchó la voz de Eriol.

Fue en ese momento que Meiling por fin se despegó unos centímetros de su cara, ella sonreía con orgullo y suficiencia, cuando regresó la mirada hacia su amigo supo por qué.

Sakura los veía sorprendida, en el momento que sus ojos se cruzaron ella comenzó a negar con la cabeza y siguió a Eriol hacia las escaleras.

Sintió tantas ganas de asesinar a la estúpida enfermera que seguía abrazándolo como si fuera de su propiedad, la empujó lejos de su alcance y la fulminó con la mirada, en segundos ella comprendió que él estaba peor que molesto.

—Te lo voy a explicar una vez más, no quiero tener nada que ver contigo ¿ok? — le dijo en un tono de voz increíblemente frio. — Tu sola presencia me molesta, tu voz me molesta y tus caprichos de niña estúpida me molestan así que ¡déjame en paz! —

No se quedó para ver la reacción de Meiling ante lo que acababa de decirle, no le importo si lloraba o si comenzaba a gritarle insultos, salió volando del elevador hacia las escaleras, por alguna razón se sentía con la necesidad de explicar lo que había pasado, sobre todo a Sakura, no podía sacar de su cabeza la mirada que le mandó, estaba llena de tantos sentimientos que le costaba identificarlos.

Subió los escalones de dos en dos hasta que las voces de Eriol y Sakura se volvieron más claras.

—…. No te voy a cargar Sakurita, apenas vamos en el tercer piso— alegó Eriol.

—Claro como tú no llevas plataformas de 10cm…— le respondió la esmeralda. — Además fue tu estúpida idea venir por las escaleras. —

—Intentaba evitarnos… una escena… incomoda…— le dijo jadeando. — ¡Ay estoy viendo lucecitas!—

—¿Ves? Por eso también debes correr y usar más las piernas, tienes la condición de un señor de 85 años… en silla de ruedas. — se burló Sakura.

—Puede ser, pero ¡mi abdomen, espalda y brazos parecen los de un fisicoculturista! — replicó el inglés, mientras flexionaba sus músculos.

Sakura se reía de él mientras hacia un par de poses, fue en ese momento que Shaoran los alcanzó, Eriol dejó de posar y tanto él como Sakura lo miraron interrogantes.

—Así que los rumores eran ciertos después de todo. — le dijo Sakura

—No, no lo son. — aseguró el castaño.

—Quiero decir no tiene nada de malo, nosotros cumplimos con advertirte, es tu decisión… — concluyó ella con indiferencia.

—Particularmente consideraba que tenías mejores gustos Shaoran pero allá tú. — comentó su amigo.

—¡Ya se los dije! No estoy saliendo con ella— gritó, le molestaba que no le creyeran.

—Bueno ya, está bien está bien— lo calmó Eriol.

Sin embargo Sakura se limitó a hacer un sonido de escepticismo y continúo subiendo.

Llegaron al séptimo piso y los 3 se sorprendieron ante el caos que reinaba en esa parte del hospital, había enfermeras, doctoras y alguna que otra paciente de diferentes pisos y especialidades, todas gritaban, algunas lloraban rodeando a un joven alto, musculoso, de tez blanca y ojos azul cielo, él hombre parecía fascinado y acostumbrado a esas situaciones. Sus ojos se desviaron hacia ellos y su sonrisa se ensanchó.

—¡Ahí está! Mi Doctora favorita. — gritó abriéndose paso hasta ellos.

No le tomó mucho tiempo, se paró enfrente de Sakura, la sujetó por la cintura y la levantó mientras la giraba, la castaña reía ante el gesto y el resto de las mujeres presentes comenzaban a dispersarse decepcionadas.

—¿Cómo va todo Ryu? — lo saludó Sakura.

—Eso depende, ¿por fin me dirás que si? — le insinuó, ni siquiera se había percatado de los 2 doctores a ambos lados de ella.

—Políticas del hospital Ryu, ya te lo dije. — explicó Sakura con una gran sonrisa.

—Podría conseguirme otro doctor—sugirió Ryu.

Shaoran no pudo evitar notar que él no había soltado la cintura de la doctora.

—jajajajajaja parece una buena opción… pero por el momento sigo siendo tu doctora, así que pasemos al consultorio. — le indicó la ojiverde y ambos marcharon hacia la oficina de Sakura.

Ella ni siquiera volteo para despedirse o para recordarles que los vería en desayuno o para presentarlos.

Shaoran estaba experimentando por primera vez en su vida un sentimiento que siempre le había parecido innecesario y ridículo en una relación… los celos.

No le gustaba ese sentimiento y el hecho de que los sintiera por Sakura lo desconcertaba, solo eran amigos y aunque él esperaba que pronto salieran y tuvieran su aventura de una sola noche, no era justificable.

—¿Quién es ese tipo? — pregunto a su amigo.

—¿No lo conoces? Necesitas ver más tu canal de deportes Shaoran. — le dijo Eriol en tono de burla. — Es Ryu Darnell uno de los mejores jugadores de Rugby del momento, el año pasado tuvo fractura por aplastamiento en L1 y L2, además de fractura de una apófisis espinosa, había fragmentos de hueso en el conducto raquídeo y compresión de nervios…. Nadie quería atenderlo por temor a paralizarlo. — respondió su amigo el neurólogo. — y adivina ¿quién salvó su carrera? —

El ambarino no respondió, solo emitió una especie de gruñido, la respuesta era obvia.

—Así es… nuestra pequeña Sakurita se aventuró a operarlo aun cuando nadie más se atrevió. — Eriol habló lleno de orgullo. — Bueno, yo también tengo trabajo que hacer, nos vemos luego. —

Y se marchó, él se quedó ahí parado pensando.

¿Cuántos hombres habrían caído ya bajo el hechizo de Sakura?

Sakura

Había olvidado por completo que día era, había programado la cita de Ryu para una revisión general para esa mañana, la temporada ya estaba por comenzar y tenía que asegurarse que el jugador estuviera en óptimas condiciones para jugar.

Casi era medio día y estaban en radiología tomando unas radiografías de columna y rodillas, tenía a Devon, su interno de la semana revisando a sus pacientes en piso ya que Ryu ocuparía casi todo su día, siendo una estrella del rugby todos sus estudios debían ser más meticulosos.

—Aquí tiene Doctora — le dijo el radiólogo, entregándole un sobre manila con las radiografías de Ryu.

—Gracias. — indicó al jugador y a su representante que la siguieran nuevamente al consultorio, aun esperaban su química sanguínea, examen general de orina, pruebas de funcionamiento hepático y perfil lipídico.

Ya en su consultorio Sakura prendió el negatoscopio para ver las radiografías, las miró con detenimiento y una vez que estuvo satisfecha se volteo para encarar a los 2 hombres en la habitación.

—Bien, tus radiografías se ven muy bien, tus vertebras se ven integras, me parece que podrás jugar esta temporada Ryu, pero procura ser tu quien los lastime y no al revés. — le pidió sonriendo.

Vio cómo su paciente suspiraba ruidosamente en señal de alivio, al parecer estaba más nervioso de lo que aparentaba.

—Ahora la lesión de tus ligamentos tiene más tiempo, por lo cual han tenido suficiente tiempo para sanar—continuo explicándoles. — sin embargo tengo que advertirte la lesión en los ligamentos cruzados de la rodilla es muy común en los deportistas y también es recurrente, así que por el momento puedo garantizarte que tus rodillas están en perfectas condiciones, pero no puedo prometerte que no vuelva a suceder. —

—¿Osea que te preocupas por mi eh? — bromeó Ryu. — No te preocupes querida, tendré cuidado.

—Bueno ahora vamos a hacer una prueba de esfuerzo y un electrocardiograma para ver que tal esta tu corazón. — dijo Sakura sonriendo.

Se dirigieron hacia el piso de cardiología, la esmeralda no sabía por qué pero se sentía incomoda desde que había visto la escena del elevador y para ser muy sincera no estaba de humor para encontrarse con el castaño, pero los cuartos equipados para los procedimientos de Ryu solo estaban en cardiología, el departamento de Shaoran Li.

Eriol le había contado que a Shaoran le gustaban las aventuras de una sola noche y no es que ella tuviera nada en contra de eso, ella también disfrutaba de esas experiencias, pero era selectiva, no se acostaba con el primer fulano que se lo propusiera, siempre hacia una rápida inspección, el hombre tenía que ser atractivo, tener una buena personalidad y general ser una buena persona. Las personas interesadas, con malas intenciones o simplemente locas eran fáciles de detectar.

Al parecer Shaoran no era selectivo en cuanto a quien se llevaba a la cama, solo necesitaba tener un buen par de senos y la habilidad de abrir bastante las piernas.

Pues allá él, ya lo vería cuando estuviera harto de Meiling y no pudiera quitársela de encima.

Una vez que estuvieron en los cuartos de cardiología, Sakura se apresuró a dar indicaciones a los encargados de las máquinas y al mismo Ryu, colocó los electrodos en el pecho del jugador de rugby y comenzaron a sacar su electrocardiograma.

Ya que tenía la hoja en sus manos lo analizó y quedó satisfecha al ver que no había nada malo con él.

—Felicidades Ryu parece que tienes un corazón bastante sano. — lo felicitó Sakura. — Ahora vamos a ver cómo se comporta mientras haces actividad física. —

—¿Qué tipo de actividad Sakura? — le preguntó acercándose mucho a ella de manera sugerente.

—Ciertamente no la que estas pensando. — le dijo siguiéndole el juego. — pero necesito que te quedes sin playera. —

Ryu Darnell a diferencia de la mayoría de la gente, disfrutaba de las visitas al doctor, al menos desde que Sakura Kinomoto salvó su carrera.

—Disfrutas verme sin playera entonces. — apunto él.

—Claro, son los pequeños placeres de ser tu doctora. — sonrió ella.

Antes de que pudieran seguir con conversación escucharon a alguien carraspear, volvieron su atención al castaño de ojos ambarinos y cara de asesino en serie en el marco de la puerta.

—Necesito la habitación ¿Qué tanto más van a tardar? — preguntó huraño.

—Mínimo otros 45 minutos, después es toda tuya. — Respondió la esmeralda colocándole los electrodos en el pecho nuevamente —Sube a la caminadora, empieza trotando. —

Shaoran solo gruñó y se alejó, Ryu ya estaba trotando y su ritmo cardiaco podía escucharse a través del aparato, aún tenía una sonrisa en su rostro, todo su cuerpo se movía armoniosamente, sus músculos estaban tensos, era extraño, a pesar de que él era un deportista no parecía tener una espalda tan ancha como la de Shaoran…

Tantas semanas de celibato ya me están afectando…

Volvió su atención a su paciente y le indicó que aumentara la velocidad, Ryu si ninguna dificultad cumplió con lo mandado, no parecía agotado.

Pasados los 45 minutos en los que Ryu trotó y corrió Sakura estaba convencida de que su condición física era muy buena y que por lo tanto podía autorizarle volver al campo de juego.

—Bueno solo debo ir a recoger tus laboratorios y después podrás marcharte. — le comentó.

Se dirigió hacia los laboratorios y al llegar se percató de que era la hora de la comida, los químicos no estaban alrededor y ella no podía solo llegar y tomarlos.

Suspiró frustrada, se disponía a subir hasta su consultorio para reencontrarse con su paciente y explicarle que tendría que esperar unos minutos más, cuando sintió que algo se cerraba alrededor de su muñeca y jalaba de ella hacia una esquina, su cabeza golpeó la pared e instintivamente cerró los ojos, segundos después los abrió y vio a Shaoran mirándola fijamente.

— ¿Qué diablos de te pasa? — reclamó sobándose la nuca.

— ¿Qué diablos de pasa a ti? — hablaba con voz acusadora. — ¿Planeabas besarlo a la vista de todos? ¿Eres tan estúpida? ¿O simplemente no recuerdas que no es ético meterse con los pacientes? —

— ¡Mira quién habla! ¡El doctor que se está tirando a la más puta del hospital! — le gritó liberándose de su agarre. — y además ¿a ti que carajos te importa?

Sakura ya había empezado a caminar hacia el elevador, pero Shaoran estaba en pleno ataque de celos, se abalanzó sobre ella y volvió a arrinconarla contra la pared.

— ¿En qué idioma te lo tengo que decir? ¡NO ESTOY SALIENDO CON ELLA! — todo el control que tenía sobre su voz parecía haberse desvanecido. — ¡CARAJO Sakura! … ¡y sí que me importa con quien salgas! ¡Llevó semanas intentando invitarte a salir y tú por ahí coqueteándole a todos!

— ¡Oye! no le coqueteo a todos Y ¿Cómo diablos se supone que sepa que quieres salir conmigo si no me lo dices? — se defendió la castaña.

Ambos seguían exaltados, sus pechos subían y bajaban, pero no salió palabra alguna de sus bocas, parecían estar reflexionando lo que acababan de oír y decir.

Después de unos minutos Sakura fue la primera en romper el silencio.

—Para alguien que conquista mujeres a diario … podría asegurar que esta ha sido tu peor invitación. — se burló la esmeralda.

Un comentario como ese hubiera desencadenado la ira de Shaoran, pero se encontró devolviéndole la sonrisa.

— Admito que no fue mi mejor invitación, puede que haya perdido un poco el control. — admitió Shaoran, pasándose las manos por el cabello.

— ¿Un poco? Fuiste un bruto. — le dijo ella.

— Lo lamento… entonces ¿saldrás conmigo? —preguntó.

—¿Nuestra cita va a terminar en sexo? — cuestionó Sakura

El ambarino pareció sorprenderse por la pregunta, luego de un rato contestó.

—Olvidé que compartimos amigo… si digo que si ¿te molestaría? — preguntó muy cerca de la boca de Sakura.

—Si dijeras que no … me espantaría… — acortó la distancia entre sus labios y los besó lentamente, ambos sintieron una descarga por sus cuerpos, las manos de Shaoran cobraron vida atrayendo el cuerpo de ella más cerca, mientras ella sujetaba con ambas manos el rostro del castaño.

Sakura siempre se había quejado de los besos lentos que parecían más roces que otra cosa, pero en este momento no sentía aquella necesidad de profundizar el beso y dejar que su lengua tomara el control. En este momento eso no importaba, aunque solo fuera un roce, lo estaba disfrutando mucho, pero se recordó esto era algo puramente casual.

Abruptamente se separó de él y le dijo divertida. —No hoy, tengo guardia. —

Se metió en el elevador en medio de una carcajada cuando este se abrió.

Unas vez que las puertas del elevador se cerraron, sus piernas comenzaron a temblar descontroladamente, se dejó caer y colocó sus dedos sobre sus labios.

¿Qué diablos te pasa Sakura? ¿Un insignificante beso y te vuelves de gelatina?

.

.

.

Los jueves eran sus días de guardia, así que desde las 7:00 am del jueves hasta las 7:00 am del viernes ella estaría atendiendo fracturas, luxaciones, esguinces y demás heridas en la sala de urgencias, a diferencia de la mayoría de los doctores, ella disfrutaba de sus días de guardia, eran los días en que se sentía más conectada con su especialidad, sin embargo hoy, sus pensamientos estaban hechos un lio, estaba distraída y ansiosa.

Sabía quién era el causante de esta condición…

Y es que no se lo ponía nada fácil, en todo el día a donde quiera que ella fuese, ahí estaba él, mirándola intensamente y con su sonrisa ladina. Sakura trataba de actuar con naturalidad pero la verdad era que su mirada, su sonrisa y su cuerpo la distraían demasiado.

Esto lo comprobaba, ella no estaba hecha para ser monja…

Eran las 8 de la noche y desde que lo besó hasta ahorita, ella ya se había imaginado toda clase escenarios con él, sin ropa, sudando, gruñendo, aferrándose a ella ….

¡Sakura basta!

Sacudió su cabeza y salió de su oficina, faltaban 2 horas antes de su cirugía, tendría que encontrar algo en que ocuparse para ganar tiempo.

Se dirigió a la cafetería por algo que desviara su atención del castaño, a esta hora el lugar estaba más despejado que por las mañanas, solo los doctores y familiares de los pacientes que planeaban pasar ahí toda la noche estaban sentados, tomando café y mirando las pantallas de televisión.

Se acercó al mostrador donde Eleonor limpiaba un vaso, al verla le sonrió y la saludó efusivamente.

— ¡Hola querida! ¿Qué vas a querer? — preguntó.

—Hola Eleonor, ¿puedes darme un chocolate caliente y un sándwich de atún? — le pidió a Eleonor.

—Claro linda— inmediatamente comenzó a preparar la orden de Sakura mientras ella se sentaba en uno de los bancos de la barra.

— ¿Y dónde está tu cardiólogo? — la cuestionó la pelirroja, calentando el pan para su sándwich.

—Probablemente en su casa y no es mío Eleonor— respondió Sakura riéndose.

—Pues por la forma en que te mira, todo el mundo pensaría que es TU prometido, linda. —Explicó la cocinera.

—jajajajaja aunque siempre he apreciado tu sabiduría, temo decirte que esta vez te equivocas. — le dijo la esmeralda. — Lo que hay en su mirada es lujuria Eleonor. —

—¿Lujuria?... jajajajaja ay querida — Eleonor se rio con ganas. — Bueno tarde o temprano te darás cuenta o él te lo dirá… aquí tienes. —

¿Darme cuenta de qué?

Decidió no indagar más en el asunto, obviamente Eleonor había percibido la tensión sexual entre ambos, ella era muy observadora y no era un secreto que desde que conoció a Shaoran le pareció perfecto para ella, así que ahora andaba creándose ideas erróneas.

Si tan solo Eleonor supiera que Shaoran Li era el peor candidato para comprometerse…

¿Qué la idea no era dejar de pensar en él?

¿Y por qué seguimos hablando de compromiso?

Nuevamente sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos y concentrarse en cualquier otra cosa, esta vez decidió que iría por las escaleras, llegó a su piso y pasó por un pasillo lleno de utensilios, camillas entre otras cosas, pero antes de que siguiera avanzando notó un pie descalzo y pequeño asomándose fuera de una camilla.

Dejó sus cosas en la parte superior de la camilla y se agachó para mover la sábana y revelar a una niña de grandes ojos color miel al igual que su cabello, su piel era muy blanca y tenía grandes ojeras bajo sus ojos, llevaba puesta una bata de hospital, lo que indicaba que era una paciente y que aparentemente se escondía de sus doctores.

—Hola pequeña …¿Qué haces ahí abajo? — preguntó Sakura en el tono más dulce que pudo, los niños no eran su especialidad.

—… me escondo… — respondió con un susurró apenas perceptible. — ¡No les digas que estoy aquí! —.

—No te preocupes, no lo haré— la tranquilizó y después de sentó en el suelo, recargando su espalda en la camilla de enfrente. — ¿Cómo te llamas linda? —.

—… Abigail— el miedo en su mirada parecía haber disminuido un poco. —

—Qué lindo nombre … yo me llamo Sakura. — continuo platicando con la niña. — Abigail ¿no tienes frio ahí abajo? —

No hacía falta que la pequeña respondiera, Sakura podía escuchar sus dientes castañear, a pesar de eso la niña asintió con la cabeza, la castaña se levantó y tomó el chocolate caliente que había comprado en la cafetería unos minutos atrás, se lo ofreció a Abigail y ella lo aceptó sonriendo por primera vez desde que la vio.

Le dio unos minutos para entrar en calor con ayuda del chocolate, seguramente se había escapado de pediatría, ahí es donde estaban todos los niños a no ser que hubiera sido referida a alguna especialidad o que estuviera en la sala de emergencias.

—¿Cuántos años tienes Abigail? — indagó Sakura.

—Tengo cinco años y medio. — contestó de inmediato. — ¿Eres doctora? —

—Sip, aquí trabajo… tal vez deberíamos buscar a tu mamá ¿no crees? — sugirió.

Ante la mención de su madre Abigail bajo su mirada al suelo y dejo que su cabello le cubriera la cara, Sakura supo que había cometido un error al preguntar por su madre…

—Lo lamento, no quise hacerte sentir mal. — se disculpó. — Si quieres podríamos ir a tu habitación así ya no tendrás frio. —

—No quiero… me van a encontrar y me van a picar con una aguja… no me gusta. — dijo la niña con voz temblorosa.

—Pero si yo voy contigo no te harán nada. — le sonrió Sakura.

La pequeña Abigail la miro con desconfianza, pero luego de un rato aceptó en ir con ella, Sakura solo planeaba caminar al lado de ella y se sorprendió mucho cuando la niña la tomó de la mano, prefirió no hacer ningún comentario.

—¿Por qué te trajeron al hospital? — preguntó para saber que tenía Abigail.

—Estoy enferma… por eso me dejo mi mamá aquí. — respondió la niña con mucha tristeza.

Esta era una de las situaciones que Sakura intentaba evitar, por esta razón no se había especializado en pediatría, para empezar la mayoría de los niños la desesperaban, pero a pesar de esto, no soportaba ver niños pequeños e indefensos enfermos.

El quinto piso era el de pediatría, entraron al elevador y apretó el botón con el 5 en medio, mientras bajaban observó cómo Abigail seguía aferrada a su mano, no podía entenderlo, se supone que la primera vez que sostienes a tu hijo o hija en tus brazos se despierta tu instinto maternal y a partir de entonces te prometes amarlo y cuidarlo con tu vida, o al menos eso es lo que su madre le había contado.

Dentro de los planes a futuro de la castaña no estaba convertirse en madre, pero si en algún momento de su vida quedaba embarazada, ella se haría responsable, siempre había estado en contra del aborto, pensaba que las mujeres que lo realizaban eran unas cobardes, aunque claro está, que dependía mucho de la causa del embarazo, si este era fruto de una violación o si el producto venia mal y una vez nacido su calidad de vida fuera a ser mala, lo consideraba válido pero cuando es por incapacidad de mantener las piernas cerradas o por falta de protección lo veía como la salida fácil.

Viendo a Abigail se daba cuenta que había algo peor que el aborto, abandonar a tu hijo a su suerte por el hecho de estar enfermo.

Tuvo que apretar la mandíbula firmemente y tragar la bilis que estaba colándose por su esófago, la pequeña ya estaba bastante asustada sin que ella tuviera que espantarla aún más.

En cuanto pusieron un pie en pediatría se dio cuenta que había hecho lo correcto, las enfermeras estaban por todos lados llamando a la niña, incluso algunos padres de los demás pacientes se solidarizaron y buscaban en los alrededores.

—Gracias a dios que la encontraste Sakura. — escuchó la voz suave y aliviada de su amiga Rika Sasaki, una excelente pediatra, era más o menos de la estatura de Sakura, su cabello era castaño oscuro y corto, sus ojos eran marrón oscuro, figura esbelta y de una personalidad de los mas dulce.

—Estaba en mi piso, está bastante asustada. — le comentó, al mismo tiempo que sentía como se intensificaba el agarre de la pequeña.

Rika se puso en cuclillas para quedar a la altura de la niña.

—Lamento mucho haberte asustado pero no te preocupes Abi, ya no utilizaremos más agujas. — le habló con una voz llena de dulzura.

A pesar de la sonrisa y el tono de voz de Rika, Abi no se movió ni aflojó su agarre con Sakura, volteo a ver a la esmeralda.

—La Dra. Sasaki es amiga mía, si ella dice que ya no habrán más inyecciones entonces así será. — le aseguró Sakura.

Abigail la soltó y caminó a su habitación, antes de entrar se giró para mirar a Sakura.

—¿Vendrás a verme mañana? — su voz era suplicante.

—Claro. — respondió Sakura.

Feliz, Abi regresó a su habitación y la castaña observó cómo se metía en la cama, alistándose para dormir.

—Pensé que no te gustaban los niños Sakura. — le dijo su amiga.

—Y no me gustan… pero hay algo en ella… su mirada es tan triste. — le confesó Sakura recordando su expresión cuando mencionó a su madre. — ¿Dónde están sus familiares? —

—Su madre la trajo aquí hace 2 días … Abi se desmayó en la escuela. — Comentó Rika— Sus laboratorios muestran que tiene anemia moderada, hoy le sacamos más sangre para mandarla a Hematología y ver que no sea algo más. —

—¿Y su madre? —cuestionó la esmeralda.

—Estuvo con ella medio día, después dijo que iría al baño y no ha regresado desde entonces. — al igual que Sakura, Rika volteo a ver a Abi que ahora dormía plácidamente. — Ningún otro familiar ha venido y no tenemos como contactar a su madre, los datos que dio son falsos. —

Sakura no pudo evitar sentir pena por la pequeña Abi, estar en un hospital era horripilante para cualquier persona, para una niña de 5 años enferma y sola, tendría que ser 10 veces peor.

—Gracias por traerla Sakura. — agradeció su amiga. — Iré a revisar a mis demás pacientes.

La ojiverde se quedó unos minutos más viendo a Abi, pensando en lo valiente que era.

Definitivamente regresaría mañana antes de irse a su casa para platicar con ella.