Ichigo trabajaba desde casa por lo que la pandemia no afectó demasiado su rutina. Pero ese no fue el caso de Kazui. Su hijo tenía más tiempo libre de lo usual y el pequeño solía aburrirse con facilidad.
Ichigo y Orihime pasaron horas navegando en internet. No solo querían que su hijo tuviera algo que hacer, también querían que no descuidara su aprendizaje y que pudiera aprender algo nuevo.
—¿Qué te parece este juego?
—Los materiales son fáciles de conseguir y no parece difícil de hacer. Además creo que a Kazui le gustará.
—Podríamos ponerle unos dinosaurios, son sus favoritos.
Elaborar el juego no fue tan fácil como Ichigo y Orihime habían imaginado en un principio. Les tomó más tiempo del que calcularon y el resultado no se parecía mucho al resultado. Orihime tenía varios listones en el cabello e Ichigo sus dedos y mejillas cubiertas de escarcha.
—Tal vez deberíamos usar algo más —comentó Ichigo. No estaba seguro de que a Kazui le gustara el juego didáctico, especialmente los dinosaurios.
En su opinión, esos parecían lagartijas atropelladas y no quería traumar a su hijo.
—A mí me parece hermoso —comentó Orihime un tanto confundida —. Apuesto a que Kazui lo amara.
Kazui llegó antes de que pudieran llegar a una decisión y su reacción fue la que Orihime había imaginado.
—¡Es hermoso! —comentó Kazui y su alegría era sincera —. ¿Qué es?
—Un juego para que aprendas a escribir.
Ichigo sonrió al ver a Orihime explicarle las reglas del juego. Ambos se veían tan felices y eso hacía que él compartiera esa misma alegría.
