Los personajes de esta historia no me pertenecen, son propiedad de CLAMP, la historia si es mía.

Kaho

Sábado 16 de Mayo de 2013 7:44 am

Tomó una bocanada de aire para mitigar sus inseguridades…

Esta era su última esperanza…

Tenía que funcionar

Estiró el brazo y tocó dos veces a la puerta frente a ella, segundos después escuchó un ligero "adelante" del otro lado, volvió a tomar aire y se irguió lo más que pudo antes de entrar.

—¡Yue querido!… buenos días—saludó con voz melosa, mientras se acercaba al escritorio de su jefe. —¿Qué tal va tu mañana?... escuché que tuviste una cirugía de emergencia anoche y que fue bastante exitosa…

—¿Qué carajos quieres? —la interrumpió con su gélida voz.

—Oh… creo que alguien está de mal humor—respondió simulando comprensión. — es normal… dudo que hayas dormido algo anoche… tal vez deberías ir a casa y descansar para…

—Tal vez deberías cerrar la boca…—le dijo Yue fulminándola con su fría mirada. —No tengo tiempo ni ganas de escuchar tu molesta voz…

Imbécil…

¡Estúpido! ¡Él depende mí!

No… no… tranquila…

—Bien… entonces iré directo al grano. — contestó, se aclaró la garganta y continuo. —Necesito… necesito pedirte un pequeño favor… veras hubo un problema con mi otro negocio…

—Fuiste tú ¿verdad? —la interrumpió de nuevo, más que una pregunta sonaba a una acusación, la sorpresa debió reflejarse en su rostro porque él continuo. — Todos en este hospital piensan que no me entero de lo que ocurre por aquí, piensan que estoy perdiendo el control de mi personal… pero la verdad es que yo lo sé todo, cada rumor, cada éxito, cada falla… ¡Carajo sé quién coge con quien en cada habitación de este hospital! —gritó exasperado, ella decidió seguir aparentando comprensión y calma hasta averiguar de iba todo ese asunto. — ¡Y eso es precisamente lo que me hace ser el candidato perfecto para el puesto! los dejo creer que pueden moverse a sus anchas, que no habrá ninguna represalia, los dejo creer que se han salido con la suya cuando llegan a infringir una regla… hasta que… cuando menos se lo imaginan los tengo acorralados…—le explicó orgulloso, la pelirroja asintió torpemente. — y eso te incluye a ti…

—¿De qué hablas? —preguntó realmente desconcertada por su parloteo.

—¿En serio creíste que te dejaría hacer lo que quisieras en mi hospital?¿Que no te mantendría vigilada?—le soltó. — ¿Qué no noté tus patéticos intentos para traficar con los órganos de MIS pacientes? ¿Crees que desconozco la constante presencia de tu cómplice Luke Mackinon? ¿Y que casualmente desde su aparición los registros de un par de medicamentos inyectables han disminuido del lote de anestesiología? ¿O que tal tú aún más estúpido intento para robarte a esos niños de la guardería?

La pelirroja permaneció en silencio, pensando en que podría decirle a Yue para calmarlo, lo necesitaba tranquilo antes de pedirle su ayuda, pero no se le ocurría nada.

Lo observó respirar agitadamente por unos minutos.

—También sé…. De tu encuentro con el Doctor Li de esta madrugada…—siguió contándole un poco menos agitado. —Él te acusó de haber sido la causante del accidente de Sakura… de hecho estuvo a nada de darte tu merecido… así que repito… ¿fuiste tú?

Vaciló por un momento asombrada por la cantidad de información revelada, a decir verdad ella creía que Yue estaba demasiado ocupado preocupándose por el estado de salud de su hermano como para andar vigilando a cada miembro de su personal, ella incluida. Y también la desconcertaba la preocupación que demostraba por Kinomoto… es cierto que Yue respetaba a todos sus trabajadores y se preocupaba por su bienestar, ya que un personal enfermo provoca que el rendimiento y la eficacia del hospital caigan, pero no al punto de tomarse tan personal un atentado en contra de ellos.

A no ser que…

—Ay por favor… no me digas que tú también estás enamorado de la zorra de Kinomoto…—soltó exasperada, sin embargo no necesito una respuesta afirmativa, el hombre frente a ella se incomodó al instante por sus palabras, aunque eso no le impidió fulminarla con la mirada ante la palabra "zorra". — Y yo que te consideraba una persona brillante… ¡Guau! Debió ser una tortura saber que se revolcaba cada cinco minutos con Shaoran…

No pudo evitar el tono de burla en sus últimas palabras, levantó la mirada y se encontró con sus ojos azules mirándola con el más profundo odio…

Tenía que admitir que esa mirada era capaz de amedrentar al más valiente, sintió que un temblor recorría todo su cuerpo, casi obligándola a retroceder, pero no podía hacerlo, su vida dependía del hombre ante ella.

—Debes entender Yue querido… ella… ella iba a arruinar mis planes. —comenzó a explicarle, se alarmó al notar que su mirada se ensombrecía. —Mis negocios… no han ido muy bien últimamente… si no hacía algo Lord Reed…

—Lárgate… — dijo Yue con voz muy queda.

Él era su última esperanza…

—Está bien, está bien. —accedió ella, le daría algo de tiempo para que se apaciguara y luego regresaría a hablar con él. —Iré a pasar mi consulta y volveré más tarde ¿te parece?

—No… quiero que te largues de mi hospital y de mi vida…—le explicó. —En cuanto salgas por esa puerta pienso llamar a la policía y decirles todo lo que has hecho…

Sintió que su corazón comenzaba a latir más rápido…

No… No… él todavía la necesitaba.

Él no se desharía de ella.

—Vamos Yue querido… no lo dices en serio. —le dijo luego de una carcajada. —Tú y yo sabemos que aún me necesitas.

¡JA! Había tocado un nervio.

Lo miró directo a los ojos y comprobó que aunque aún había ira en su mirada, también podía apreciarse preocupación y temor.

—Si termino en prisión… o muero… ¿Quién piensas que te va a ayudar a conseguir un corazón para Yukito? ¿Eh? — le recordó triunfante, los ojos azules de Yue se dirigieron a sus manos cerradas firmemente en puños, claramente impotente. —El último incidente que tuvo terminó en el hospital ¿recuerdas?... su corazón seguirá fallando y probablemente encuentres a un buen cardiólogo que logré mantenerlo con vida… pero eventualmente necesitara un corazón nuevo… ¿De cuánto tiempo es la espera en la lista de trasplantes? ¿Cuatro años? ¿Siete? Te aseguro que morirá esperando…

Su jefe continuo con la mirada perdida, su pequeño momento de osadía ahora eclipsado por la preocupación hacia su hermano.

Sonrió ampliamente al tener a Yue a su merced, se aclaró la garganta y prosiguió.

—Bien, una vez aclarado ese punto, regresemos al motivo por el que vine a verte. —le dijo la pelirroja, tomando asiento en el escritorio. —Me temo que necesito una fuerte suma de dinero para saldar una deuda que tengo, una deuda que es de vital importancia… necesito un buen par de riñones o bien su valor monetario… y lamento pedírtelo con tan poco tiempo, pero debe ser antes de la medianoche.

Se hizo el silencio.

Sabía que para alguien tan recto como el ojiazul debía ser difícil procesar sus palabras, aun mas cuando el pedido que acababa de hacerle implicaba, romper con unas cuantas leyes y por supuesto con su buena moral.

Bueno de todas formas planeaba hacerlo por Yukito… así que… qué más da si lo hacía un poco antes de lo planeado.

El silencio se estaba prolongando demasiado, y no es como si ella tuviera mucho tiempo, tenía que arreglar todo ese asunto cuanto antes, no tenía tiempo para andar lidiando con las emociones de Yue…

—¿Por qué sigues aquí? —le preguntó su gélida voz, interrumpiendo sus pensamientos, ella lo miró con extrañeza, él por fin alzó la mirada y la fulminó con ella. —Creí haberte dicho que te largaras…

—Pero… que no entiendes que sin mi tu hermano…—intentó recordarle, pero nuevamente él la hizo callar.

—Encontraré otra forma de ayudar a mi hermano—declaró firme. — además ya tengo un buen cardiólogo en el hospital…

La doctora balbuceó un par de frases ininteligibles, rehusándose a marcharse, ahora fue el turno de Yue de sonreír.

—Vamos Kaho, si lo que dices es cierto y solo tienes hasta la media noche… deberías correr. — se burló. —Veremos quién te encuentra primero tu jefe… o la policía.

El giro tan inesperado de esa conversación la había dejado en shock, se suponía que ella tenía el control de la situación, Yue no podía decirle que no… ella era la única esperanza que Yukito tenía para sobrevivir más allá de cinco años… ella era esencial…

Su shock pronto se transformó en rabia que nublaron todos sus sentidos…

Dejo salir un pequeño gritó antes de abalanzarse sobre el ojiazul, intentó que sus puños hicieran contacto con alguna parte de su cuerpo, pero el cirujano anticipó sus movimientos.

Al final él era quien la sostenía firmemente de los brazos, ella se removía con ímpetu, pero de nada sirvió. Yue la arrastró hasta la puerta, la abrió y la empujó fuera de su oficina.

—Dra. Mizuki esta despedida…tiene tres… no dos horas para desocupar su consultorio y dejar en orden todo el papeleo pertinente… —le indicó hablando suficientemente alto para que las secretarias y los demás miembros del personal que pasaban por ahí en ese momento escucharan.

Enseguida se escucharon cuchicheos entre compañeros, algunos salieron volando en dirección a las escaleras o al elevador, definitivamente ansiosos por difundir la nueva noticia.

La pelirroja por su parte se sentía humillada, enojada y absolutamente aterrada. Dando pasos rápidos pero tambaleantes, se apuró a salir fuera de la vista de los demás, cerró la puerta que comunicaba el piso administrativo con las escaleras, se recargó en la pared y lentamente se dejó caer hasta el suelo, sujetando su cabeza con fuerza.

Este no podía ser el final de la gran Kaho Mizuki...

No podía ser.

Sakura

¿Dónde estaba?

¿Qué pasó?

¿Estaba dormida?

Se sentía adolorida.

Respirar dolía.

Intentar moverse dolía.

Pensar dolía.

¿Qué rayos le había pasado?

Concentró la poca energía que le quedaba en abrir sus ojos, pero sus parpados no respondieron.

Intentó hablar, pero su garganta estaba tan seca que el simple esfuerzo le provocó una enorme sensación de ardor… de haber podido habría tosido.

Sus esfuerzos acabaron con sus reservas energéticas, su mente empezó a nublarse poco a poco, la sensación de malestar se fue alejando, sus sentidos se fueron adormeciendo nuevamente, sin embargo antes de quedar inconsciente escucho una voz… una voz que ella conocía muy bien…

"Te amo Sakura."

Yo también te amo Shaoran.

Shaoran

Sábado 16 de Mayo de 2013 14:13 pm

Diez horas…

Diez horas desde que Sakura salió de cirugía…

Y aun no despertaba.

Llevaba sentado a su lado, jugando con su delicada mano, diez horas… esperando… pensando.

Lo curioso es que para Shaoran no parecían haber pasado diez horas, él sentía que habían pasado días… incluso semanas…

Ya ni siquiera sabía cómo se sentía en ese momento.

¿Feliz?

¿Tranquilo?

¿Desesperado?

¿Desdichado?

No lo sabía…

—¿Shaoran? —escuchó a Eriol llamándolo desde la puerta de la habitación.

—¿Cómo esta Abi? — preguntó, su mirada aun fija en la unión de su mano con la de Sakura.

—Ella está bien… despertó hace una hora, pero apenas tuvo tiempo para comer algo ligero… casi de inmediato volvió a caer rendida. —le relató, el silencio que siguió a sus palabras le hizo comprender que su amigo esperaba algún comentario de su parte, comentario que nunca llegó. —Abi… Abi me preguntó por Sakura… y por ti… Shaoran creo que deberías ir a hablar con ella.

—Iré a verla más tarde… cuando Sakura despierte. —le dijo aun con tono ausente.

Eriol no respondió, en su lugar cerró la puerta y se fue a sentar del otro lado de Sakura, el castaño alzó la mirada y lo vio observando el rostro de la esmeralda.

El rostro de la castaña estaba lleno de moretones, raspaduras y golpes, que ahora habían adquirido matices morados y rojizos, su cabello estaba esparcido sobre la almohada, algo desordenado, el brazo del lado de Eriol descansaba en un cabestrillo, mientras que su otro brazo parecía ileso… esa era la razón por la que Shaoran no apartaba la mirada de su mano… era la única parte del cuerpo de Sakura que no le recordaba lo poco que la había protegido.

—Sus signos siguen estables… eso es bueno. —comentó su amigo de anteojos. — Tal vez… tal vez deberías ir a descansar un poco… yo me quedaré con ella… si algo…

—No voy a dejarla. —declaró con firmeza alzando la mirada hasta encontrarse con los ojos del neurólogo.

—Shaoran… no has dormido nada… solo dios sabe cuánto tiempo ha pasado desde tu ultima comida…—le enlistó su amigo. —Que sufras un colapso no va a ayudar a Sakura…

—No voy a dejarla. —repitió obstinado. —No con Kaho rondando por el hospital…

—¿No te enteraste? Yue la despidió… —le contó su amigo. —Ella ya no tiene nada que hacer aquí.

¡NO!

El castaño se puso de pie tan rápido que hizo saltar a Eriol.

—¡Ella no se puede ir! —gritó angustiado. —Ella es la culpable de que Sakura y Abi estén heridas… es la culpable de la muerte del padre de Sakura…

—Shaoran… no tenemos pruebas… nadie nos creería. —respondió triste el de anteojos.

—¡Pero fue ella! ¡ Aghhh! ¡Tenemos que detenerla! —siguió gritando desesperado.

—¡Hey! Shaoran… la despidió hace horas…— dijo Eriol. —Seguramente ya está fuera de las instalaciones… además tu lugar no es afuera jugando al gato y al ratón… tu lugar está aquí… con ellas.

Se mesó fuertemente sus cabellos color chocolate, tratando de pensar con claridad.

Ella no podía escaparse.

Pero él no podía dejar sola a Sakura otra vez.

Permaneció en la misma posición por un par de segundos más antes de volver a sentarse en la silla.

Eriol tenía razón.

Tenía que evaluar sus prioridades…

Podría intentar seguir a la pelirroja… pero como Eriol ya le había dicho, su despido fue hace horas, Kaho seguramente ya estaría abordando un avión, un tren o un autobús que la llevara lejos de Londres, además seguirla implicaba dejar sola a Sakura… ella podría despertar completamente sola… o morir en su ausencia.

Maldita sea…

—No te preocupes… si fue ella la atraparemos… te lo aseguro. — lo tranquilizó su amigo. —De todas formas no creo que pueda ir muy lejos… en el noticiero informaron que una tormenta está a punto de azotar Londres… seguro muchos vuelos se cancelaran.

Aun no se sentía satisfecho, pero al menos eso era algo.

Volvió a sujetar la mano de su esmeralda, buscando sentir un poco de la paz que ella normalmente le proporcionaba.

—Le he hablado a la abuela…— le informó el ojiazul luego de un momento de silencio, el cardiólogo alzó su mirada y lo vio como si hubiera perdido la cabeza. —Oh… vamos, tu sabes que la abuela adora a Sakura… me dijo que vendría tan pronto como pudiera.

Lo cual significaba que su querida abuela estaría ahí en cuestión de horas…

Dejo salir un bufido, no es que no quisiera ver a su familia… pero no se sentía con ánimos de estar alrededor de alguna otra persona que no fuera su Sakura, tampoco quería relatar una y otra vez la terrible experiencia de hace un par de horas o ver más expresiones de tristeza y lastima hacia él.

Nuevamente la habitación se quedó en completo silencio.

—Me debes un auto…—le dijo Eriol como si eso fuera parte de la conversación que estaban teniendo hace unos minutos.

—¿Disculpa? —preguntó el castaño extrañado.

—¿Recuerdas tu primer día en el hospital? ¿Cuándo te estaba hablando de Tomoyo y tú te burlabas de mí por estar tan enamorado? — le recordó esbozando una pequeña sonrisa, su mirada fija a la mano de Sakura entre las de él. —Dijiste que el día que algo así te pasara me regalarías tu Mercedes y adoptarías al primer perro callejero que vieras… ya llevas bastante tiempo enamorado de Sakura y ese auto aún no está bajo mi posesión.

La pequeña sonrisa de Eriol se le fue contagiando poco a poco…

En efecto recordaba ese día, recordaba sentirse asqueado por el comportamiento de su amigo… y si, recordaba haber prometido eso…

Cuando él era una persona completamente diferente…

Ahora se reía de sí mismo, ya que todo lo que se había prometido en el pasado que no haría o que no dejaría que le pasara, era su razón de existir.

—Te lo daré cuando Sakura despierte. —le prometió el castaño.

—¿Y el perro? —insistió el de anteojos burlón.

—Dejaremos que Abi decida…—respondió.

—Inteligente… usar a tu hija como escudo, así Sakura no podrá rehusarse... —Siguió molestándolo.

—Cállate Eriol. — le dijo, ligeramente molesto por haber sido descubierto.

Su amigo le sonrió, sin embargo antes de que pudiera decirle otra cosa, la puerta de la habitación se abrió revelando a Tomoyo.

—Hola… ¿Cómo sigue? —preguntó al mismo tiempo que cerraba la puerta y se encaminaba hacia ellos.

—Igual… sin ningún cambio—contestó Eriol.

La amatista dejó salir un suspiro, antes de sentarse junto a su esposo.

—El hospital es un caos… y eso que la tormenta aún no ha azotado…—les contó tratando de sonar exasperada, pero ambos podían escuchar la tristeza en su voz. —Nos han pedido que demos de alta a todos los pacientes que podamos, que despejemos la sala de emergencias, además de equiparla para recibir a personas con hipotermia y traumatismos.

—Eso quiere decir que será un día largo para todos. —dedujo Eriol.

Todos se quedaron pensativos, era cierto que Londres era famoso por sus días nublados y húmedos, pero las tormentas rara vez ocurrían…

—A Abi no le gustan las tormentas… la espantan—dijo sin pensarlo.

La pareja regresó a verlo, aunque sin saber muy bien cómo reaccionar a esas palabras.

—Deberías ir con ella… ya te lo dije, yo puedo quedarme con Sakura… no me moveré de aquí, te lo prometo. —le aseguró su amigo. —Y si algo pasa, te llamare de inmediato.

—Preferiría que le hicieran compañía a Abi…—debatió él, Eriol dejó salir un resoplido pero al final se paró listo para subir a ver a su pequeña, Tomoyo se levantó poco después que su esposo, también preparada para irse, pero antes de salir por la puerta algo la detuvo.

—Shaoran… estuve en la morgue…—dijo la amatista. —Quieren saber qué hacer con el cuerpo del padre de Sakura… ¿Te… comentó algo al respecto?

El movió la cabeza negativamente.

Nunca habían tocado ese tema… ninguno de los dos esperaba que la vida de Fujitaka fuera a durar tan poco.

—Su madre fue cremada… sus cenizas están en la casa de la familia… en Manchester. —les contó Eriol ingresando nuevamente a la habitación, obviamente había escuchado todo desde el pasillo. —Me parece que era su deseo ser cremado… y después juntar las cenizas. —terminó de informarles con un nudo en la garganta.

—Entonces eso haremos…—respondió el ambarino luego de que el nudo en su propia garganta desapareciera.

—Yo me haré cargo…— se ofreció la amatista, con los ojos empañados.

Luego de eso la pareja de esposos salió velozmente por la puerta y él volvió a quedarse solo con Sakura.

.

.

.

Ya habían pasado dos horas desde que sus amigos se fueron, él ya había recorrido con la mirada la habitación cientos de veces… tal vez miles.

De cuando en cuando podía escuchar a lo lejos el sonido de las sirenas de las ambulancias yendo y viniendo de donde fuera que se les necesitara, también escuchaba fuera del cuarto los pasos apresurados del personal médico y él seguía ahí sin hacer nada.

No podía ayudar a Sakura.

No podía ayudar a Abi.

No podía ir e intentar ayudar a las víctimas de la tormenta porque su atormentada mente le impedía pensar con claridad.

Era un desastre.

El sonido de un relámpago lo tomó desprevenido.

Esa tormenta sí que iba enserio.

Entonces pensó en Abi, su pobre pequeña seguramente estaría asustada y en lugar de ser él quien estuviera a su lado sosteniéndola contra su pecho, seria Eriol o tal vez Ansel… o tal vez estaría sola, en una situación como esa no sería extraño que la mitad de los doctores estuviesen en la sala de urgencias, mientras que la otra mitad podría estar en los quirófanos.

Sacudió la cabeza con rudeza.

¡Vamos Shaoran!

¡No es momento para sentir pena por ti mismo!

Si Sakura estuviera despierta te diría que fueras a cuidar de Abi… que ella estaría bien.

¿Pero y si algo le pasa?

Otro rugido del cielo, lo sacó de sus pensamientos…

Muy en contra de sus deseos, él no podía hacer nada por Sakura, pero tal vez pudiera ayudar a su hija. Necesitaba darse prisa para ir con Abi pero también necesitaba que alguien se quedara al cuidado de Sakura… era cierto que Yue había despedido a la psicópata de Kaho, pero eso no significaba que ella no pudiera encontrar alguna forma de entrar y causarle más dolor… metió su mano en el los bolsillos de sus pantalones, buscando por su celular, pero no lo encontró.

Idiota… seguro aún estaba en la ambulancia.

Le dio un rápido beso en la frente a la esmeralda y fue en dirección a la puerta, para mirar si había alguien conocido y de confianza en el pasillo, sin embargo antes de que pudiera llegar a tocar el pomo de la puerta, esta se abrió de par en par.

—Oh… lo sentimos…—se disculpó el hermano de su jefe, detrás de su pareja.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó torpemente.

—Quítate de en medio mocoso. —le dijo Touya al tiempo que lo empujaba a un lado, ingresando en la habitación.

Como el moreno estaba dándole la espalda, no pudo ver su expresión al ver a Sakura, pero con solo ver su espalda supo que el aspecto de la castaña lo había impactado, los músculos de su espalda se tensaron dolorosamente y gracias al completo silencio del cuarto alcanzó a escuchar su profunda respiración, era como si intentara serenarse a sí mismo.

—Touya…—lo llamó su novio, preocupado.

—¿Por qué no nos llamaste? —preguntó molesto, girándose para encararlo. —¡Ella es como una hermana para mí!

—Touya… él también ha tenido que pasar por mucho…entiéndelo. —le dijo Yukito, ya que él no encontraba como explicarles que desde que Sakura está en ese estado, él no era capaz de hacerse cargo ni de sí mismo…

El abogado no dijo nada, pero si lo fulminó con la mirada por un largo rato.

—¿Cómo está? ¿Cómo es que pasó esto?—preguntó con los labios apretados. — ¡Quiero que me cuentes todo!

Shaoran comenzó a relatarles todo lo acontecido la noche anterior lo mejor que pudo, ninguno de los dos hombres lo interrumpió, simplemente escucharon, habían ocasiones en las que Touya cerraba los ojos o respiraba con más trabajo, en un intento por controlar sus emociones… sin embargo en cuanto termino con su relato, asegurándoles que por el momento la esmeralda estaba estable, el moreno se levantó de golpe y pateó con fuerza una de las sillas, mandándola hasta el otro extremo del cuarto.

Nadie dijo nada, a decir verdad su reacción era la adecuada.

No había forma en que uno pudiera mostrarse indiferente a la situación.

De todas las personas que conocían, la familia Kinomoto era la que menos se merecía haber pasado por semejante experiencia.

Yukito se levantó detrás de él y colocó una mano en su hombro, para mostrarle que él lo apoyaba, que estaba ahí.

—¿Y no tienen ninguna pista sobre quien pudo ser? —preguntó aun molesto.

El negó con la cabeza, indeciso sobre compartir con ellos sus sospechas, ya que el nombre de Kaho Mizuki también traía problemas a la pareja de hombres y viendo el semblante de Yukito, Shaoran podía apostar que él aún no estaba en su mejor estado de salud.

—Tendremos que esperar hasta que Sakura despierte… ojala que haya visto algo que nos ayude a apresar a los desgraciados que le hicieron esto. — les comentó Touya con un ligero toque de peligro en el tono que usó.

—¿Y ustedes como se enteraron? —les preguntó el castaño.

—Obviamente no por ti. —contestó amargamente el abogado.

—Mi hermano… él sabe que Touya y Sakura se conocen desde que eran niños. —respondió Yukito, tomando asiento en uno de los sillones del lugar, el moreno no lo notó, pero el muchacho parecía cansado. —Yue también nos comentó que… bueno que todo te afectó mucho… ¿Hay algo que podamos hacer para ayudarte?

—Si… ¿podrían quedarse con ella y…. cuidarla? —les preguntó, Yukito le dijo que no había ningún problema, Touya ya se había sentado en el lugar que él había ocupado todo el día. —Tengo que ir a ver a Abi… no la dejen sola.

Esa última oración captó la atención del moreno, volteó a verlo y en esos breves segundos en los que sus miradas se encontraron, Shaoran le transmitió su miedo sobre dejar sola a Sakura… tal vez el amigo de Sakura no lograra deducir exactamente de quien intentaba protegerla, pero al menos se mantendría alerta.

Touya asintió muy levemente y nuevamente regreso su atención al cuerpo de la castaña, él les agradeció y salió de la habitación.

Desde que Sakura saliera de la cirugía, el ambarino había permanecido a su lado, todos sus amigos habían ido y venido del lugar, pero él no. Estiró un poco su cuello y espalda, luego procedió a ir al elevador.

El camino hasta el cuarto de Abi estuvo lleno de miradas de simpatía, lastima y algo de pena, Sakura era muy querida en el hospital, así que la mayor parte del personal, tenía semblantes de tristeza, Shaoran agradecía la preocupación de todos, pero la verdad es que prefería no poner demasiada atención a las miradas que le daban algunos… como si él ya la hubiera perdido.

Sacudió esos pensamientos de su mente antes de ingresar en la habitación de Abigail, igual que en el cuarto de Sakura, las luces estaban encendidas para evitar que la oscuridad consumiera el lugar, se alegró al encontrarla dormida, ya que de esa forma estaba seguro que los rayos y relámpagos de la tormenta no la habían asustado.

A un lado de su cama estaba Sasaki, dormitando, el cardiólogo se acercó lentamente a ella y con suavidad sacudió su hombro, los ojos de la pediatra inmediatamente se abrieron, regresándole una mirada llena de sorpresa.

—Shaoran… lo lamento me he quedado dormida. —se disculpó.

—No te preocupes… ninguno de ustedes durmió nada anoche. —apuntó el ambarino.

—No… aunque no creo que hubiéramos podido aun si hubiéramos querido…—le explicó. —Sakura siempre ha estado ahí para nosotros… era lo menos que podíamos hacer.

—Gracias por cuidar de Abi. —le dijo Shaoran.

—Como dije… es lo menos que podía hacer. —respondió Rika. —¿Algún cambio con Sakura?

Él se limitó a mover la cabeza negativamente.

—¿Abi? —preguntó él.

—Naoko dice que ya lleva casi cuatro horas dormida…—le dijo la pediatra. —Yo llegué hace apenas media hora.

El localizador de la mujer comenzó a sonar insistente, ella se su puso de pie en un salto, vio el aparato, se despidió con un apresurado "nos vemos luego" y salió corriendo hacia las escaleras.

Se sentó a la orilla de la cama de su pequeña, a pesar de que sus amigos le habían asegurado un millón de veces que Abi estaba en perfectas condiciones, dejando de lado su brazo fracturado, no pudo evitar recorrer cada parte de su menudo cuerpo con la mirada… solo para comprobar.

Todo en orden.

Dado que está dormida se limitó a observarla respirar acompasadamente, por un momento sintió celos de ella y su capacidad para dormir tan profundamente, ajena a los problemas que la rodeaban.

La intensidad de su mirada o el movimiento sobre el colchón provocaron que la castaña se removiera y poco a poco fuera despertando, se estiró perezosamente y abrió sus grandes ojos color miel. Lo conmovió sobre manera la expresión de pura alegría que se formó en el rostro de su hija al verlo.

—¡Shaoran! — exclamó enderezándose, su rostro fue ensombreciéndose lentamente, al mismo tiempo que los recuerdos de la noche pasada volvían a ella.

—Papá… ¿Dónde esta mamá? —preguntó en un chillido. —¿Se murió?

Aunque sabía que no era su intención, la pregunta de Abi le encogió el corazón hasta el punto que tuvo que masajearse el pecho.

—Ella está bien… Está durmiendo. —respondió luego de un rato.

Sabía que hablar con su hija no sería nada fácil, no estaba seguro de poder explicarle tranquilamente todo o de poder consolarla, cuando el mismo se sentía tan roto.

Su mirada se posó en la carita de Abigail, silenciosas lágrimas se abrían camino, con su único brazo funcional las limpió tan rápido como pudo.

Dios.

¿Tan mal se veía que hasta la pequeña niña se veía en la necesidad de mostrarle fortaleza y serenidad?

Idiota… ¿Qué no tendría que ser al revés?

Esbozó la mejor sonrisa que sus cansados músculos le permitieron y acarició el cabello de Abi.

—Me alegro de que tú también estés bien. —le dijo sinceramente.

—¿Y el abuelo Fujitaka? —preguntó luego de unos segundos de silencio.

Las puntas de sus dedos se adormecieron y su boca se sintió aún más seca.

—Cariño… el abuelo Fujitaka… él ya no está con nosotros. —le dijo tan delicadamente como le fue posible.

Silencio.

De ese tipo de silencios que resultaban ser ensordecedores.

El llanto puso fin al silencio, era un llanto incontrolable, típico de una niña, cuando algo verdaderamente la ha lastimado, cuando siente tanto dolor y desesperación que la única forma de sacarlo de su cuerpo es mediante las lágrimas.

El brazo de su niña no se daba abasto para secar las nuevas lágrimas que caían con más fuerza y frecuencia, él solo atinó a aferrarla más contra su pecho.

—Fuu… fue mi culpa…—le dijo entre sollozos. —él estaba jugando conmigo… yo lo distraje…

La apretó un poco más fuerte, su playera parcialmente mojada con sus lágrimas.

—No, no lo fue— le aseguró. —La culpa del accidente fue de unos extraños.

—¿Pero y si mamá se molesta conmigo? —preguntó temerosa. —¿Y si ya no quiere ser mi mamá?

Sus sollozos llenaron la habitación.

—Abi… linda, Sakura jamás dejara de ser tu mamá… ella te ama… ambos te amamos mucho— le aseguró, alzando con una mano su rostro para que los ojos de ambos se conectaran. —Cuando mami despierte… se va a poner muy triste por el abuelo Fujitaka… pero también va a estar muy feliz de que no te haya pasado nada.

Abi le sonrió débilmente, nuevamente limpio sus lágrimas, sin embargo no se alejó ni un centímetro de él.

—Cuidado con tu brazo linda…¿Cómo te sientes? —la cuestionó tratando de regresarle la sonrisa.

—Ya casi no me duele mi brazo… pero me siento cansada. —contestó hipando. —Y también tengo hambre.

Eso logró arrancarle una sonrisa.

—Vayamos por algo a la cafetería. —le propuso, su hija se levantó lentamente, él la atrapó y la alzó en brazos. Juntos bajaron en el elevador hasta la cafetería, el humor de ambos había mejorada considerablemente, sin embargo no duro mucho…

A cada paso que daban se topaban con miembros del personal, ya fueran enfermeras, doctores, residentes, internos o de intendencia y ya que él no había abandonado a Sakura en todo el día, muchos aprovecharon para acercarse a él para preguntarle por la esmeralda, algunos le dieron palmadas en la espalda, le hablaron con delicadeza, casi en susurros, como si en lugar de querer brindarle su apoyo estuvieran dándole el pésame.

Él intentó lo mejor que pudo ser amable.

La situación no mejoró demasiado al llegar a la cafetería, así que tuvo que moverse con agilidad hasta una mesa cercana a un ventanal, esquivando a un par de rostros familiares en el camino, agradeció internamente su comprensión, pues ninguno intentó acercarse a ellos… bueno casi.

Eleonor la cocinera y encargada de la cafetería se aproximó lentamente a ellos.

—Hola querido… acabo de enterarme… ¿Cómo sigue? —preguntó preocupada.

—No ha tenido ningún cambió desde ayer. — contestó evitando mirarla a los ojos.

—Ohhh vaya… ¿Y ustedes cómo están? Ninguno de los dos tiene muy buena pinta. —señaló con cariño maternal en sus ojos.

—Yo me fraduré mi brazo. —dijo Abi inocentemente.

—Fracturé…—la corrigió.

—Eso… pero mi papá dice que me recuperar muy pronto si tengo cuidado. —explicó tiernamente, Eleonor le sonrió gentilmente y luego centró su atención en él.

—¿Y tu cariño? ¿Qué tal estas? — le preguntó.

No era la primera persona que le preguntaba eso en el día… y aún seguía incapaz de responder esa pregunta sin sentir que todas sus viseras se enrollaban en un fuerte nudo, así que en lugar de responder con palabras, se encogió de hombros.

—No te preocupes cariño… ella va a estar bien. —dijo Eleonor. — Ella tiene personas muy importantes por quienes pelear…

El estómago de la pequeña Abi dio fin a la conversación, los dos adultos de la mesa sonrieron, Eleonor se puso de pie rápidamente y en solo cinco minutos regreso con dos platos de comida para ellos. Aunque en un principio no le pareció buena idea ingerir ningún tipo de comida por temor a vomitar, al final resultó que esta le cayó de maravilla.

Por primera vez en todo el día se sintió bien.

Sábado 16 de Mayo de 2013 19:13 pm

Sakura

Ahí estaba de nuevo… dolor.

Más intenso.

Muy intenso.

Comenzó a removerse lentamente, tratando de mitigar el dolor, pero cada pequeño movimiento que hacia solo lograba aumentar la intensidad de su malestar. Sus parpados se fueron abriendo poco a poco, lo primero que pudo ver fue una intensa luz a la que sus ojos tardaron en adaptarse, tardó aún más tiempo en orientarse.

Ok…

Estaba en el hospital.

Llevaba años trabajando en el London Medical Center, así que podía reconocer las habitaciones sin problema…

Pero la pregunta era ¿Por qué estaba ahí?

—Bienvenida… —le dijo una voz a su lado, giró un poco su cabeza y vio la melena pelirroja de Kaho Mizuki cayendo en sus hombros, su rostro reflejaba cansancio, preocupación, odio, desesperación y un claro estado de embriaguez…—Así que sobreviste… No sé cómo lo haces… pero siempre arruinas mis planes… bueno pero tampoco creas que tú te llevas todo el crédito, digo el imbécil de Luke y la retardada de Meiling también merecen una maldita mención honorifica…

Enseguida Kaho comenzó a reírse a carcajadas, Sakura aprovechó la oportunidad para ubicar el botón al lado de su cama para llamar a las enfermeras, sin que la pelirroja se diera cuenta, sin embargo su adolorido cuerpo no trabajaba a la misma velocidad que antes, así que en lugar de apretar el botón terminó tirando el control fuera de su alcance.

—Ohhh no te molestes…—le dijo burlona. —Aunque pudieras llamar a alguien… dudo mucho que lleguen a tiempo…—le explicó. — mientras tu dormías Londres fue azotada por una gran tormenta, muchos árboles se cayeron, mucha gente murió, muchas están heridas… jodiéndonos a todos el día… a lo que voy es que casi todo el personal está en la sala de emergencias…

—Sha… Shaoran…—dijo con dificultad, su garganta estaba tan reseca que su voz sonó extraña.

—¿Shaoran? La última vez que lo vi estaba con la niña moribunda que ustedes pretenden adoptar. —le dijo mirándose las uñas.

—¿Qué… quieres? —preguntó ignorando el ardor de su garganta.

—¿Qué quiero? —repitió frunciendo el ceño en un intento por concentrarse. —Quisiera poder regresar el tiempo… regresar a mis treinta y tantos, estar en la cima de la cardiología, en la cima del mercado negro… tener sexo a diario… y derrochar todo el dinero que tuviera…—le dijo. —Eso me encantaría… tristemente no es posible, por otro lado podría decirte que quisiera tener tu vida, digo al final de cuentas aparentemente eres "perfecta", sin embargo eso tampoco me serviría… ninguna de las dos va a vivir pasado este día… tal vez ni siquiera pasada esta hora. —prosiguió soltando una carcajada cargada de amargura.

Mientras Kaho continuaba riendo, Sakura notó el bisturí en su mano derecha.

"Ninguna de las dos va a vivir pasado este día"

Su corazón comenzó a latir con más fuerza, sumando un nuevo dolor en su cuerpo.

—No tienes que hacer esto…— comenzó a decirle, tratando de sonar convincente. —Por favor…

—¡Ohhh! Por el contrario… pienso que debo hacerlo… y debo hacerlo ya…— le dijo moviendo su cuerpo un poco más cerca de la camilla y por tanto de la misma Sakura. —Sin embargo estoy disfrutando mucho de esto ¿sabes?... tú, tumbada en una cama de hospital herida e indefensa… lejos de tu amado Shaoran… embarazada…

¿Embarazada?

Su cerebro que apenas estaba acostumbrándose a su nuevo estado de debilidad, tuvo varios problemas en darle significado a esa última palabra… seguramente había escuchado mal, después de todo ella no podía estar embarazada… ella tenía un implante… no era posible que ella…

—Uhhhh ¿no lo sabias cariño? — Le dijo con fingida sorpresa. —Pues así es… en tu vientre llevas al bastardo de Shaoran… —le dijo pasando el bisturí por encima de su bata de hospital, la esmeralda trató de mover su cuerpo fuera de su alcance… pero lo único que consiguió fue una nueva oleada de dolor. —Tantas noches revolcándote con él por fin dieron frutos…

—Por favor… no lo hagas. —Suplicó olvidándose de su orgullo, su dignidad, de todo. No sabia si lo que Kaho le decía era cierto, bien podría estar diciéndolo para jugar con ella… pero si existía la más remota posibilidad de que en sus entrañas ella llevara un bebé, tenía que defenderlo.

Dios por favor… por favor.

Gruesas lagrimas comenzaron a bajar por su mejillas en el instante que la pelirroja ejerció más presión sobre su vientre… un poco más y el instrumento atravesaría su piel. Sakura era consciente de que lo que sea que la hubiera puesto en esa camilla de hospital, la había debilitado lo suficiente, como para no poder dar una buena batalla.

—Ya no eres tan valiente ¿verdad? — Se burló. —Pero ¿en serio piensas que voy a dejarte vivir luego de arruinar mi vida? ¡Tú me quitaste a Shaoran… a mi lado hubiéramos sido invencibles! ¡Tú arruinaste mi negocio! ¡Todos los años de mi vida que dedique a Lord Reed los arruinaste!... ¡Dentro de unas horas alguien tocará a mi puerta y sin importa cuánto ruegue y suplique, me asesinara! ¡Todo por tu puta culpa!

Pudo ver en sus ojos la locura, reunió todas sus fuerzas y logró enderezarse y sujetar la muñeca de Kaho antes de que hundiera en su vientre la cuchilla del bisturí… sin embargo tal y como había pensado, no podía soportar tanto ajetreo, de un tirón la pelirroja se liberó de su agarre, su rostro contorsionado en una horrible mueca de odio.

—¡AYUDA! ¡SHAORAN! — Por favor gritó desesperada, rogando porque alguien entrara, esa era la última esperanza que tenía, si nadie la escuchaba, Kaho sin duda la asesinaría a ella y a su hijo. —¡AUXILIO! ¡SHAORAN! ¡SHAORAN! ¡SHAORAN!

Sus alaridos fueron silenciados con una bofetada, Kaho ahora estaba de pie, bisturí en mano, acercándose poco a poco a ella hasta que sus labios quedaron cerca de su oído.

—Nos veremos. — Susurró antes de comenzar a hundir con todas sus fuerzas el bisturí en su vientre.

Sakura gritó pidiendo ayuda, pero fue inútil… trató de oponer resistencia a la mujer pero fue inútil… pronto dejó de sentir dolor… solo sentía el calor de su sangre derramándose fuera de su cuerpo.

Sus ojos se cerraron con la certeza de que nunca volvería a ver a Abi o a Shaoran, nunca volvería a probar el sabor de sus besos, nunca volvería a sentir sus caricias… y nunca conocería al bebé que ambos habían creado.

.

.

.

Lejos del mundo de los sueños, Sakura se removió en su cama, alterada por su pesadilla, pero pronto recobró la calma, justo a tiempo, ya que el movimiento hizo que el castaño recostado a la orilla de su cama, aun sujetando la mano de la esmeralda, también se moviera un poco, pero al igual que ella pronto volvió a quedar profundamente dormido.

Sábado 16 de Mayo de 2013 20:32 pm

Kaho

Se acabó…

Ya no había nada que pudiera hacer.

En cuanto el reloj marcara la media noche, su jefe mandaría a buscarla para deshacerse de ella.

Ella misma había presenciado las ejecuciones de compañeros suyos que no habían logrado entregar un pedido, en esos momentos ella se había burlado de ellos, nunca creyó posible que ella llegaría a estar en esa misma situación, ahora alguien más se burlaría de ella, la señalaría con el dedo y se reiría de su miseria.

Ni siquiera había considerado la posibilidad de huir, esconderse en algún otro sitio, desaparecer del mapa… sabía que de nada serviría, Lord Reed tenia ojos y oídos por todos lados… la encontraría y entonces su muerte sería más lenta y tortuosa.

Vació de un solo trago la copa frente a ella.

¿Era su sexta copa?

¿La décima?

Ya había perdido la cuenta.

El alcohol la ayudaba a disipar su miedo, a llenar su mente con pensamientos menos deprimentes, así que había decidido embriagarse tanto, que para cuando llegaran los hombres de su jefe para darle el tiro de gracia, ella apenas y estaría consciente.

¿Qué se hace en tus últimas horas de vida?

Recordar los buenos momentos.

Pensar en sus seres queridos.

Arrepentirse de sus pecados…

¿De qué se arrepentía?

Ella lo sabía bien… haber confiado en Luke, en la zorra de Meiling, pero sobre todo, de lo que más se arrepentía era no haber matado ella misma a la estúpida de Kinomoto.

¿En que estaba pensando cuando decidió dejarlo en manos de Luke?

¡ahhhh! Lo que daría por regresar el tiempo y aprovechar la más mínima oportunidad para colarse en la habitación de la puta de ojos verdes y estrangularla o apuñalarla o matarla con una sobredosis… cualquier cosa que terminara con su vida… y con la del bastardo que ahora sabía que llevaba dentro.

Dios como habría disfrutado ver el rostro de Shaoran al encontrarla sin vida…

El sonido de su celular interrumpió sus pensamientos, desvió su mirada que hasta ese momento había estado fija en las botellas de licor detrás del mostrador, miró su bolso preguntándose si debía responder o no…

Al final el alcohol decidió por ella, con torpeza rebuscó en su bolso, estaba segura que para cuando lograra encontrar el maldito aparato sería muy tarde…

—¿Diga? — Contestó de mala gana.

—¿Kaho? Suenas bastante ebria…— le saludó la voz de Luke del otro lado de la línea. —Bueno no importa… te tengo buenas noticias… me parece que he encontrado la solución a tu predicamento…

—¿A qué te refieres? —preguntó más interesada en sujetar la aceituna que adornaba su nueva bebida.

—A que… tal vez no tengas que morir hoy…—le respondió su ex pupilo.

Fue todo lo que necesitó para pedir la cuenta.

Sábado 16 de Mayo de 2013 20:32 pm

Shaoran

Escuchó un montón de pasos fuera de la habitación, por un segundo consideró volver a rendirse en los brazos de Morfeo, pero entonces recordó…

—¡Sakura! —exclamó enderezándose con violencia.

Se había quedado dormido… no tenía idea desde hace cuánto, inmediatamente volvió a ver en dirección a Sakura, esperando verla despierta, con una sonrisa en el rostro y lista para burlarse de él por quedarse dormido… pero nada, seguía igual que antes de que él quedara completamente perdido en el mundo de los sueños.

Su corazón latía rápidamente por su abrupto despertar, miró alrededor y se sorprendió por la oscuridad que los rodeaba a ambos…

Dios ¿Por cuánto tiempo estuvo dormido?

Recordaba haber llevado a Abi de vuelta a su habitación y regresar al lado de Sakura, Touya y Yukito seguían aquí, tal y como él les había pedido no la dejaron ni un segundo sola, el ambarino les sugirió a los dos hombres que fueran por algo de comer, al principio el abogado se resistió pero luego de ver el semblante de su novio, dejó de poner excusas y se fueron a la cafetería, prometiendo regresar más tarde, podía jurar que después de eso él estuvo despierto por un buen rato, recordaba haber admirado los colores que adquiría el cabello de Sakura con las luces del hospital … y ahora casi todo era oscuridad.

Se pasó una mano por la cara y el cabello, lo despeinó un poco, luego se encaminó a buscar el interruptor de la luz, tropezó un par de veces, pero al final lo encontró. Con el cuarto iluminado consultó el reloj que traía en su muñeca y notó que a lo mucho se había dormido por una hora y media… tenían que ser alrededor de las ocho de la noche…

El rugir del cielo le indicó que la tormenta no había mejorado en lo más mínimo, por el contrario, los truenos y los relámpagos parecían ser más intensos, además mezclados con las sirenas de las ambulancias era casi seguro, que como habían augurado sus amigos, el hospital sería un caos.

Cerró las cortinas y dirigió su atención a los monitores conectados a su Sakura…

Nada fuera de lo normal

Bueno… al menos sigues aquí…

Pero… ¿Por qué no despiertas?

Pasó su mano por su rostro amoratado, deleitándose con el tacto, lo animó sentir que el cuerpo de su amada no estaba tan frio como horas atrás, ahora estaba más bien tibio, eso quería decir que su cuerpo estaba regulando su temperatura correctamente de nuevo.

Ella estaba volviendo poco a poco.

Sus ojos se posaron en la mesa junto a él, no se había percatado de las flores que ahora la adornaban, a un lado estaba su celular y su localizador…

Alguien seguro había entrado al cuarto cuando el dormía.

Pero ¿quién?

¿Keffer?

¿Travis?

¿Yue?

Sonrió al pensar en esos sujetos y recordar todos los momentos en que por culpa de ellos, él había actuado como un imbécil a causa de los celos…

Le gustaría decir que luego de esta horrible experiencia, cambiaria eso, pero se conocía demasiado bien, sabía que cuando Sakura despertara y los dos siguieran adelante con sus vidas, él la cuidaría más que nunca.

—… abuela te he dicho que esta dormido. —escuchó la voz de Eriol del otro lado de la puerta.

—Me importa un carajo… ¡quiero verlo! —gritó su ancianita ingresando al cuarto.

—Abuela por favor no grites…—insistió Eriol entrando detrás de ella. —Ohhh… ya despertaste… lo lamento traté de detenerla pero ya la conoces.

—Mi Shaoran… ¿Cómo estas cielo? —dijo su abuela ignorando los comentarios del ojiazul.

Era extraño escuchar a su abuela referirse a él con tanto cariño cuando usualmente, lo llamaba Mr. Playboy, bueno para nada, inútil, pervertido y estaba casi seguro que en alguna ocasión lo llamó asaltacunas… pero ahora que sabía que este un asunto bastante difícil para él… bueno se comportaba casi como una abuela normal.

—Mira nada más esas ojeras… cariño estás hecho un verdadero desastre. —apuntó Arabella.

—Shaoran…—lo llamó alguien desde el marco de la puerta, era su madre… no pensó que su madre fuera a llegar con su abuela.

—Mamá… estas aquí. —dijo torpemente.

—Claro que estoy aquí… —le dijo acercándose a él y envolviéndolo en sus brazos, él permaneció estático en su lugar… no es que su madre nunca lo hubiera abrazado… sino que eso era exactamente lo que él había estado necesitando.

El amor que le transmitió su madre fue suficiente para dejarlo sacar todo el miedo que hasta ese momento lo había estado consumiendo, no supo por cuánto tiempo se aferró a su madre ni en qué momento enterró su rostro en el hombro de la mujer, pero ninguno de los dos se quejó.

Él por qué lo necesitaba… y ella por que ver a su hijo tan vulnerable, le partió el corazón y como buena madre, debía protegerlo.

—Todo va a estar bien Shaoran…—le reconfortaba su madre, mientras acariciaba su cabello.

—No… nada va a estar bien…—le debatió a Ieran.

—Sakura va a estar bien cariño… Eriol nos dijo que ella ha estado estable todo este tiempo…—dijo su madre.

Se aferró más a su madre, incapaz de encontrar la mejor forma de decirles…

Ahora todo era claro para él.

Si, estaba muy preocupado por Sakura, pero tal y como decía su madre, ella parecía que iba a estar bien…

Temía que su bebe fuera a morir.

Que nunca lo fuera a conocer.

Que ni él ni Sakura fueran a recuperarse de semejante pérdida.

Quería verlo nacer.

¿Sería un niño o una niña?

¿Tendría el cabello de Sakura o el de él?

¿Qué color de ojos tendría?

¿Se llevaría bien con Abi?

¿Sería travieso?

Esas preguntas y más se formaban en su cabeza. Le encantaban todos los momentos que vivía día a día con Abi, no podía esperar a tener más, porque él los quería todos… los buenos y los malos ratos, quería sostener por primera vez a su hijo en sus manos, quería aprender a cambiar un pañal, quería estar ahí para ver sus primeros pasos, escuchar sus primeras palabras, correr detrás de él o ella para evitar que se lastimara o que realizara alguna travesura, quería llevarlo a su primer día de escuela, ayudarlo con su tarea, verlo triunfar en la vida…

Y quería hacerlo al lado de Sakura y de Abi… pero ¿y si el destino se lo quitaba antes?

—Shaoran no está hablando de Sakura…—les informó pesaroso Eriol, quien al parecer había descifrado su silencio.

—¿Entonces… de Abi? —cuestionó dudosa su madre.

—Pero ella está bien… acabamos de verla. —apuntó su abuela.

—… Sakura está embarazada…—dijo el castaño en voz tan baja que fue un milagro que los demás lo escucharan.

Igual que él hace casi veinticuatro horas antes, su madre y su abuela se quedaron estupefactas, ambas giraron sus cuellos en dirección de Sakura, sus miradas llenas de tristeza y lastima, las dos la conocían, directa o indirectamente Sakura las había cambiado a ambas, las conocía lo suficiente para saber que esas dos mujeres enfrente de él estaban muy agradecidas con ella.

—Cielo… pero esas son buenas noticias. —señaló su abuela, detrás de la mirada de pena pudo ver la ilusión que comenzaba a brotar en su abuela. —Ese bebé sobrevivió a ese horrible accidente al igual que Sakura… Shaoran cariño… vas a ser padre de un hermoso bebé…

—Abuela… Sakura perdió demasiada sangre anoche de camino al hospital y otro poco durante la cirugía…—le explicó Eriol. —el bebé… el bebé podría…

—Solo tiene un mes…—terminó Shaoran.

No fue necesario que agregaran más, los miedos del castaño ahora eran claros para todos.

Su madre lo separó lentamente de ella y lo miró directamente a los ojos.

—¿Y eso que? hay una oportunidad… ese bebé sigue con nosotros…—le dijo su madre, optimista. — Eso quiere decir que quiere vivir… es decir… se supone que las primeras veinticuatro horas son criticas ¿no?... ya casi ha pasado ese tiempo y ambos siguen aquí.

Su madre estaba tratando de ayudarlo, pero él poseía amplios conocimientos en medicina… y sabía que las cosas no eran así de fáciles, hay cientos de factores a considerar, además las estadísticas… todo jugaba en su contra y por más que odiara admitirlo, la fe y la esperanza no siempre eran suficientes.

¿A cuantos pacientes había visto morir?

Algunos con familiares llenos de esperanza, rezando y creyendo con todo su ser que su familiar se salvaría y aun así, no era suficiente.

—¡Basta Shaoran! —le dijo su madre adivinando sus pensamientos. — Hasta en la medicina hay excepciones… no hay ninguna razón por la que esta no pueda ser una…

Volteo a ver a su abuela y a Eriol, ambos le sonrieron en señal de apoyo.

—Cariño… todos los embarazos tienen riesgos… unos más que otros, pero siempre los hay. —le dijo su abuela.

—No sé qué es lo que tengamos que hacer para ayudar a que ese bebé nazca. —le dijo Ieran Li. —pero sea lo que sea… lo haremos… no puedes quebrarte Shaoran, Sakura va a necesitar de alguien, ahora más que nunca… hazlo por ella.

¿Por Sakura?

Por ella, él haría cualquier cosa.

Sábado 16 de Mayo de 2013 22:26 pm

Sakura

A sus oídos llegaban toda clase de sonidos... Voces, sollozos, el sonido de un localizador, máquinas...

¿Dónde estaba?

¿Dónde estaba Shaoran?

Aghhhhh

Ahí estaba de nuevo el dolor...

Comenzó a mover su cuerpo lentamente, buscando una posición que disminuyera el dolor...

—¿Sakura? —escuchó la voz de Shaoran.

—¿Sakurita? ¿Puedes oírnos? — escuchó la voz de otra persona.

—Amor... Abre tus ojos. — Escuchó nuevamente la voz de Shaoran, sin embargo le sonó diferente, sonaba ansioso, preocupado y cansado.

Quería verlo.

Así que poco a poco fue abriendo sus ojos, no era una tarea fácil, ese mínimo esfuerzo aumentaba el dolor, pero no importaba...

Quería ver a Shaoran.

Tuvo que pestañar varias veces para lograr que sus ojos se acostumbraran a la brillante luz de la habitación.

Bueno, sin lugar a dudas estaba en el hospital, desde su posición lo único que podía ver era el techo, a su lado las maquinas conectadas a ella sonaban, registrando sus signos vitales, giró su cuello un poco y vislumbró una cabellera castaña, hasta ese momento fue consciente del calor en su mano izquierda.

Sintió los labios del ambarino recorrer el dorso de su mano, cuando Shaoran por fin alzó su rostro para verla, la desconcertó ver sus mejillas completamente empapadas mientras gruesas lágrimas se abrían camino.

No recordaba haberlo visto llorar...

Intentó decirle que todo estaba bien, pero de su garganta salió un sonido extraño y tosco, así que en su lugar estiró su mano hasta hacer contacto con la mejilla de Shaoran, él descansó en su mano por un rato hasta que las lágrimas cedieron.

—Qu... ¿Qué pasó? —Preguntó, pero en lugar de escuchar su voz, escuchó un sonido ronco y gastado.

—Tuviste un accidente automovilístico. — Respondió Eriol del otro lado de la habitación, observó el resto de la habitación y vio a Tomoyo en el sofá al lado de su cama. Sonrió al verla ahí, aunque se preguntó en donde estarían los demás, la analizó con más detenimiento… su expresión era igual a la de Shaoran y Eriol.

¿Un accidente?

Dios... No recordaba nada.

Trató de enderezarse, pero pronto sintió los brazos de Shaoran deteniéndola.

—No amor... Aun estas muy herida. — Le dijo el castaño.

Con la poca visibilidad que tenía, examinó su cuerpo para comprobar los daños...

Su brazo derecho estaba en un cabestrillo, prácticamente todo su dorso y abdomen estaban vendados, a un lado de su cabeza sintió un montón de gasas sostenidas por más vendas y por ultimo estaba el oxímetro de pulso y la intravenosa en la mano que Shaoran seguía sujetando entre sus manos.

La esmeralda seguía tratando de recordar lo que había pasado, cuando Eriol comenzó a examinarla.

—Sigue mi dedo... ¿Qué es lo último que recuerdas? — La interrogó mientras revisaba sus reflejos pupilares con una lámpara de exploración.

¿Lo último que recordaba?

Recordaba... Recordaba despedirse de Shaoran...

—Recuerdo salir de mi guardia... — Empezó a contarles. —Vi a Shaoran y me dio la maleta que le encargué…—Tuvo que hacer una pausa pues la cabeza estaba empezando a punzarle, estaba a punto de continuar, pero recordó algo importante. —¿En dónde está Abi? ¿Y mi padre?

Pudo ser producto de su confusión, pero podía jurar que las miradas de sus amigos cambiaron de forma negativa.

Eriol por su lado seguía examinándola minuciosamente, ahora revisando sus reflejos, lo que ella consideró una táctica para no verla a los ojos.

—¿Ellos están bien? — Preguntó cada vez más alarmada por el pesado silencio. —Ellos están bien ¿verdad?

Hasta ese momento Shaoran volvió a dar señales de vida, le dio un apretón a su mano para atraer su atención.

—Sakura... Los tres llegaron muy heridos al hospital. — le relató quedamente. —Abi llegó con múltiples golpes y su brazo fracturado, Eriol y Ansel la revisaron minuciosamente, parece estar bien, la vi hace unas horas, está muy cansada y asustada pero por lo demás está bien, Naoko y Ansel están arriba con ella.

Sintió que un poco de la opresión que sentía en su pecho se esfumaba.

Su niña estaba bien.

Aun así, no se sentía del todo aliviada, conocía a todas y cada una de las personas en el cuarto, sabía que había algo que no le estaban diciendo...

Entonces su adolorida cabeza comenzó a comprender lo que estaba pasando.

Por años ella había tenido que informarle a sin fin de familias sobre el deceso de algún ser querido, era parte de su trabajo, así que conocía todo al respecto. Primero se suaviza la mirada, miras directamente a los ojos de la persona, hablas con voz pausada, de ser posible comienzas relatando aspectos buenos, sobre el estado de su pariente, lo bien que había comenzado la cirugía o la ardua lucha que daba ante cada complicación y luego... Luego sueltas la bomba...

Hicimos todo lo que pudimos...

Lamento mucho su perdida...

De repente se sintió mareada, como si todo a su alrededor girara incontrolablemente...

Shaoran no le estaba dando respuestas directas, la estaba preparando...

Algo malo había pasado.

Súbitamente se enderezó, sorprendiendo a todos por su repentino subidón de energía, el dolor no se hizo esperar... Sintió una punzada de dolor en ambos costados, su mareo empeoró al igual que la molestia en su hombro, pero aun así no volvió a recostarse.

—Quiero ver a mi padre... — Les informó a los tres, tratando de ignorar todo el dolor que sentía, sumado a su creciente preocupación.

—Sakura… recuéstate. — le dijo su novio preocupado. —Te harás daño.

—¿Dónde está mi padre? Quiero verlo… ¡Quiero verlo ahora! —gritó desesperada, comenzaba a sentir escozor en sus ojos.

Todos seguían asombrados por su reacción, como si estuvieran debatiéndose sobre quien debería darle la noticia.

Pero no podía ser… su padre estaba bien…

Fujitaka Kinomoto estaba vivo.

Recorrió con la mirada toda la habitación, con cada persona que se topaba su pecho dolía más y más, Tomoyo trataba de contener las lágrimas lo mejor que podía, Eriol por fin había desistido en sus esfuerzos por seguir examinándola, aun así miraba al suelo, no fue hasta que su mirada se topó con la ambarina de Shaoran… entonces algo en su corazón se quebró.

—Shaoran… llévame con mi padre…—le suplicó.

—Sakura… lo siento tanto. —le dijo mirándola directamente a los ojos. —Tu padre… sus heridas eran demasiado extensas… no pudimos hacer nada.

—¡Mientes! ¡Él está bien! —gritó devastada. — ¡él no me dejaría! ¿Por qué estas mintiéndome?

Ya podía sentir sus lágrimas bajando por sus mejillas, rompió la unión entre la mano de Shaoran y la suya, con algo de dificultad hizo a un lado sus sabanas descubriendo sus piernas, al igual que todo su cuerpo, estaban amoratadas y llenas de heridas, pero nada sugería que no pudieran soportar su peso, la adrenalina del momento le permitió bajar de un salto… pero eso fue lo más lejos que pudo llegar.

Sus piernas cedieron, el dolor en todos los rincones de su cuerpo se multiplicó por mil obligándola a soltar un gran grito de dolor… lo único que impidió que azotara contra el suelo fueron los fuertes brazos de Shaoran.

—¡Sakura por favor! ¡Tus heridas! —gritó también, tratando de encontrar la mejor manera de sostenerla sin causarle más dolor, la esmeralda terminó recargando su peso en sus brazos, aunque una parte de ella seguía luchando por salir de la habitación para encontrarse con su padre y demostrarles lo equivocados que estaban. —¡No puedes levantarte!

Era una imagen difícil de ver, todos en el cuarto sin excepción, sintieron lastima por ella, todos querían ayudar de alguna forma, pero nadie sabía cómo.

La esmeralda seguía llamando a gritos por su padre, lágrimas bajando por sus mejillas, resistiéndose al contacto con Shaoran, sangre bajando por su brazo, la aguja que antes había estado ahí ahora colgaba de la camilla aun goteando, en algún momento los dos terminaron sentados en el suelo, ella encima de él, quien seguía aferrándola con delicadeza.

No recordaba haber llorado tanto en toda su vida

Ni siquiera por la muerte de su madre…

Bueno pero entonces había estado su padre para darle la fortaleza que necesitaba para seguir adelante.

Pero ahora él también se había marchado.

No tenía idea de cuánto tiempo llevaba llorando y gritando…

Pero no le importaba.

Aunque cada alarido y cada lágrima supusieran demasiado esfuerzo para ella, tenía que seguir llorando… no podía parar… no quería parar.

—¡Shaoran! —gritó la amatista, pero no lo señalaba a él, la señalaba a ella.

La bata que llevaba puesta había comenzado a mojarse con su sangre alrededor del abdomen y de su pecho, seguramente en los lugares donde estaban sus suturas, tanto movimiento, desde levantarse de la cama de la forma en la que lo hizo, hasta luchar con los brazos del castaño, llorando y gritando, habían sido demasiado para ella.

Y aun así… no podía dejar de hacerlo.

Cualquier señal de control sobre su propio cuerpo había desaparecido…

La tristeza, la angustia y la ira la gobernaban de pies a cabeza.

—¡Sakura! ¡Sakura! —gritaban todos sus amigos, pero para ella sus voces se escuchaban tan lejos, que era difícil comprender que es lo que trataban de decirle.

—Shaoran tenemos que sedarla… ¡Shaoran! —decía alguien. —¡Llama a las enfermeras!

Aunque no podía ver claramente, escuchó el ruido de personas entrando y saliendo del cuarto, dándose indicaciones entre ellos…

No es justo.

No es justo.

¿Por qué él?

Su padre siempre había sido una buena persona, incluso con las personas que no lo merecían, había sido respetuoso, cortes… ¿y así se lo pagaba la vida?

¿Dejándolo morir?

De la nada una onda de odio hacia todos la azotó fuertemente, no necesitaba sus rostros llenos de lastima, quería estar sola… sola con su dolor… sola… tal y como su padre la había dejado.

—¡Lárguense todos! ¡No quiero verlos!—gritó en medio del caos que se había desatado a su alrededor. —¡Déjenme sola! ¡Largo! ¡Largo! ¡DEJENME!

Pero los tres permanecieron quietos en su lugar.

Eso solo logró descontrolarla más, no fue hasta que escuchó la voz del ambarino deteniendo a todos y ordenándoles que salieran, que sus amigos dejaron de hacer todo lo que estaban haciendo y uno a uno fueron desfilando hacia la puerta…

—Shaoran… sus puntos… —dijo Eriol desde el marco de la puerta, claramente preocupado y sorprendido por el comportamiento de ambos castaños.

—Solo necesitamos un momento ¿sí? —dijo Shaoran.

Su amigo de anteojos asintió y salió cerrando la puerta tras él.

La castaña dejó de gritar al instante, pero la ira y la tristeza seguían dentro de ella.

—Amor…—le dijo quedamente, acariciando su cabello, ella alejó su mano.

—Dije que se fueran todos. —le dijo más ronca que al principio, tratando de separarse de él. —Quiero estar sola.

No pudo ver su rostro, sin embargo su lenguaje corporal le dijo que lo había tomado desprevenido, sus brazos cedieron por una fracción de segundo, lo escuchó pasar saliva… y aun así.

—No. —respondió firme.

Su respuesta la sorprendió… pensó que Shaoran se levantaría y saldría de la habitación herido por sus palabras.

—No te quiero aquí—insistió ella. —No quiero verte… ¡quiero estar sola!

—No me voy a ningún lado. —contestó serio.

—¡Vete! ¡Vete! ¡Fuera de aquí! —gritó molesta, con su mínima fuerza lo golpeó varias veces en el pecho, al ver que el ambarino no cambiaba de parecer, estampó la palma de su mano en la mejilla de Shaoran, él sin embargo seguía viéndola con determinación.

¿Qué no entendía que quería estar sola?

—¡Te odio! ¡Te odio! —le gritó segura de que esas palabras harían que él se fuera.

Por el contrario, Shaoran la atrajo a su cuerpo y la envolvió nuevamente en sus brazos.

—Tú no me odias Sakura… —le dijo despacio.

Era cierto.

Por supuesto que era cierto, podría estar furiosa, dolida y destrozada, pero no podría odiar a Shaoran.

—Tuve mucho miedo ¿sabes? —dijo el ambarino. —Pensé que ya no podría verte nunca más… no tengo idea como es que no me desmoroné…

Su voz denotaba su miedo, no era su voz llena de seguridad a la que estaba acostumbrada, esta voz era la de alguien vulnerable, era la voz de alguien que acababa de vivir su más grande pesadilla.

Quería decirle que ella nunca lo dejaría solo, pero la amargura y la tristeza que sentía en esos momentos no la dejaban.

Su castaño dejó escapar un suspiro.

—Dices que no me odias… pero deberías…—apuntó Shaoran, antes de que pudiera preguntarle de que estaba hablando, él continúo. —Yo atendí a tu padre Sakura, era mi trabajo mantenerlo con vida… mantenerlo a tu lado, pero fallé. —le confesó, con cada palabra la garganta de Shaoran se cerraba más y más.

Nuevas lágrimas brotaron de sus ojos.

¿Era culpa de Shaoran?

—¿Qué pasó? — exigió usando sus últimas reservas de voz.

Su novio empezó a relatarle todo, desde la llamada que ella le había hecho, la cual no recordaba, le contó el recorrido que tanto él como Eriol habían hecho en la ambulancia, el estado en que encontró a Abi, a ella y por ultimo a su padre. Ella escuchó atentamente, silenciosas lagrimas bajando por su rostro hasta perderse, cada palabra despertaba un montón de mariposas en su estómago, aceleraba su pulso y hacia que respirar se volviera extremadamente difícil.

Al tiempo que Shaoran terminaba de contarle todos los acontecimientos en la sala de urgencias, su vista comenzó a nublarse e inexplicablemente el cuarto a su alrededor empezó a girar… pero no dijo nada.

—Hemo…Hemoneumotorax… ¿pusiste el… tubo para drenarlo? —lo interrogó cerrando los ojos para disminuir su mareo.

—Si… comprobé varias veces que estuviera bien puesto. —le dijo rápidamente, por su tono Shaoran quería asegurarse de que ella le creyera.

—¿Cuánta… sangre? —continuo trabajosamente.

—Mil ochocientos mililitros… en menos de diez minutos. —le informó. —Era obvio que el pulmón estaba perforado… empezamos a trasladarlo a los quirófanos… pero no llegamos ni a los elevadores…

—¿Le pusieron sangre? —le preguntó desesperada.

—Si… pero la velocidad con la que la perdía era increíble. —respondió con voz ausente. —No nos dábamos abasto.

—¿Qué más tenia? —le urgió, sus fuerzas se estaban yendo, pero ella aun necesitaba saber todo lo que había pasado, aun necesitaba saber que no era la culpa de Shaoran…

—La cadera y el tórax estaban muy inestables, múltiples fracturas, el esternón estaba partido en dos…—le relató quedamente. —Sakura… amor…

No había nada que hacer.

Terminó en su mente por él, lo viera por donde lo viera, no había nada que Shaoran o que algún otro doctor pudiera hacer para impedir su muerte, de hecho ella habría tomado las mismas decisiones…

EL cardiólogo quedó en silencio, esperando a que ella le dijera algo, mientras que ella se debatía internamente. El dolor en su pecho se había intensificado, pero no por sus heridas, este era un dolor sentimental, su mente seguía en una especie de shock ya que no lograba concebir la idea de que su padre ya no estuviera más con ella.

—¿Ahora me odias? —se aventuró a preguntarle temeroso.

Escucharlo tan triste y preocupado por su respuesta no le ayudo en lo más mínimo a sentirse mejor.

Él no mató a mi padre.

Solo tuvo la mala fortuna de verlo en sus últimos momentos.

Shaoran trató de salvarlo para ella.

Él intentó evitarle el dolor que ahora sentía.

—No… no te odio. —le respondió finalmente, el dejó salir una bocanada de aire en señal de alivio para después aferrarla más contra su pecho, ahí entre sus brazos se sintió mejor, ahí entre sus brazos quedó inconsciente.

Sábado 16 de Mayo de 2013 23:45 pm

Eriol

¡Ya basta dios!

Se estaba cayendo de sueño…

¡Casi cuarenta y ocho horas despierto!

Su pobrecito cuerpo ya no iba a aguantar mucho más.

Su cuerpo y su mente estaban completamente exhaustos, sus mejores amigos estaban viviendo los peores momentos de sus vidas… Londres estaba siendo víctima de una gran tormenta… había personas entrando y saliendo del hospital como si fuera una sucursal de comida rápida…

¡Ya basta!

Aunque tenía que admitir que se sentía mejor que hace un par de horas, después de todo su amiga ya estaba despierta, y bueno… era un desastre, pero era comprensible.

Nadie querría despertar y enterarse que su padre estaba muerto.

¡Dios!

Y aún faltaba que Shaoran le dijera lo de su embarazo…

Se recargó en la pared más cercana y se masajeó las sienes en forma circular…

Lo que menos necesitaba ahora era una jaqueca.

Aunque si lo que quería era evitar un terrible dolor de cabeza, estaba en el peor lugar…

La mayoría del personal en el London Medical Center corría y gritaba, dándose indicaciones unos a otros, todos con el cansancio reflejado en el rostro.

Aunque habían muchos pacientes en la sala de emergencias, no eran más de los que ellos podían manejar, el problema era que la tormenta recién estaba comenzando, si no se daban prisa en dar de alta a los pacientes que solo necesitaran cuidados mínimos, se verían dentro de un verdadero pandemónium…

La mitad de las enfermeras corrían con papeles de alta, instrumental quirúrgico, gasas, vendas y guantes de un lado para el otro, mientras que las demás corrían de un piso al otro asegurándose de que cada cubículo en la sala de emergencias estuviera suficientemente abastecido…

—Doctor lo solicitan en la cama ocho…— le gritó una enfermera en cuanto puso un pie en la sala de emergencias.

Pero querías ser doctor…

Se dirigió al lugar indicado, ahí estaba una muchacha de unos veintitrés años, sujetando un trapo ensangrentado contra un costado de su cabeza… a pesar de que ella estaba consciente y platicaba animadamente con un muchacho, no tenía buena pinta…

—Buenas noches… soy el Dr. Hiragizawa… ¿Qué es lo que tenemos aquí? —se presentó con el par de muchachos.

—Courtney Lenox, veintidós años con una contusión en la cabeza, traída por su novio hace unos quince minutos, al parecer el sangrado ha cedido… no hay muestras de daño neurológico—le informó Keffer. —Me parece que un par de suturas y estará lista para marcharse.

—No se preocupen por mi… parece que hay más personas que necesitan de su ayuda. — les dijo Courtney con una sonrisa.

—Te agradezco linda… pero debo asegurarme de que esta herida no nos vaya a dar problemas. —le respondió el neurólogo, retirando el pedazo de tela de la herida… a los ojos de un interno inexperto como Keffer no parecía ser nada complejo… pero examinando más de cerca, podía ver una pequeña línea… fina, apenas visible… pero definitivamente estaba ahí. —Solo para verificar… llévala por una radiografía.

El interno lo cuestionó con la mirada, pero puso manos a la obra, en cuanto pasó a un lado de él, el ojiazul lo tomó del brazo…

—Vigílala y llámame si algo sucede. —le susurró, para que nadie más pudiera escucharlo. En los ojos de Keffer había algo de escepticismo. —Solo hazlo.

Los vio perderse detrás de las puertas del elevador.

Esperaba que solo fuera una fisura en el cráneo y que no hubiera mayor daño… de otra forma pasaría el resto de la noche en el quirófano…

Tal vez debería ir a recostarse por un par de minutos…

—¡Paciente femenina de treinta y un años de edad, hipotensa, hipotérmica, frecuencia cardiaca de setenta, frecuencia respiratoria de diez! — entró gritando un paramédico, empujando con ayuda de otro compañero una camilla. — Presenta dos heridas de aproximadamente cinco centímetros a la altura de las lumbares… —Miró alrededor de la habitación, suspiró al darse cuenta que él era el único doctor que no estaba atendiendo a alguien, resignado corrió hasta los paramédicos…

Se detuvo de golpe al reconocer a la muchacha en la camilla.

Meiling…

—¿Qué le pasó? —preguntó alarmado, la enfermera estaba más blanca que la cera, solo con ver su aspecto bastaba para saber que no se encontraba nada bien…

Antes de responder los paramédicos intercambiaron una mirada de preocupación y lastima, obviamente ellos también la reconocían…

—No estamos seguros…—comenzó a explicarle el de la derecha. —Nos llamaron de un motel… el encargado nos dijo que la vieron entrar con un joven alto de cabello oscuro, después comenzó la tormenta, vieron una camioneta negra estacionarse frente de la habitación, pero poco tiempo después de eso la lluvia les hizo perder visibilidad desde donde estaban hacia el exterior…— le contó el hombre— No les pareció sospechoso… hasta que los llamaron desde la habitación… era Meiling pidiendo ayuda… cuando llegaron al cuarto ella estaba en el suelo… la policía viene detrás de nosotros.

—Ok… ok llevémosla a la cama número tres…—los dirigió.

Juntos la colocaron en la cama del hospital, Eriol se enfundó un par de guantes y les pidió a ambos ayuda para girarla y examinar sus heridas.

¿La habían apuñalado?

No… esas no eran las heridas de alguien a quien hubieran apuñalado.

Las líneas a ambos lados de su columna eran precisas y finas…

Como si hubieran sido hechas por un bisturí.

Carajo…

—¡Necesito un ultrasonido ahora! —le gritó a una de las enfermeras, quien salió disparada por el aparato. —¿Meiling? ¿Puedes escucharme?

Sin respuesta.

Procedió a hacerle un examen neurológico rápido… la respuesta que tuvo del cuerpo de la enfermera fue muy pobre, las heridas en su espalda baja le preocupaban…

Una idea comenzó a formarse en su mente, pero inmediatamente quiso desecharla…

Era demasiado horrible.

¿En realidad alguien sería capaz de hacer algo tan horrible como eso?

—Doctor aquí está el ultrasonido. —le dijo la enfermera de antes, él lo recibió, lo encendió, indicó que movilizaran un poco el cuerpo de Meiling, le aplicó un poco de gel conductor y comenzó a mover el transductor del aparato por el costado de la mujer.

—¿Alguna señal de sangrado? —le preguntó la enfermera junto a él, lista para actuar en caso de que fuera necesario.

—No… no hay nada. —respondió con sus ojos fijos en la pantalla del ultrasonido, el aparato resbalaba gracias al gel, mientras él buscaba… no algo que estuviera fuera de lo normal, sino algo que definitivamente debería estar ahí.

—Eso es bueno… tal vez solo fue un desmayo. —sugirió uno de los paramédicos.

—No… me refiero a que aquí no hay nada…—aclaró el ojiazul dejando salir un suspiro, retiró el aparato y lo colocó en su lugar. —Sus riñones no están…

Sus palabras dejaron a todos los presentes helados por la impresión, sus rostros dejaban entrever que estaban teniendo problemas para procesar esa oración.

—Llamen al equipo de hemodiálisis… y a nefrología…—le ordenó al equipo de enfermería.

¿Quién le habría hecho esto?

Sabía que Meiling no era una persona agradable… pero nadie se merecía eso.

Con esto habían arruinado su vida para siempre.

—¿Disculpe doctor? —lo llamó un policía alto, musculoso, ingresando a la sala. —¿Podría indicarme hacia a donde se llevaron a la víctima del motel?

—Ella está justo aquí… ¿sabe que fue lo que pasó? —respondió aun asombrado por lo que acababa de ver. —¿Alguna idea de quien pudo hacerle esto?

—¿La conoce? —lo interrogó el policía.

—Trabaja aquí, es enfermera…—respondió el neurólogo.

—Aun no estamos seguros… en la escena no hay señales de que ella opusiera resistencia… lo que sea que le hayan hecho… debieron drogarla—le explicó pacientemente. —Y bien Doc. ¿Cuál es el diagnostico?

—Meiling presenta dos heridas en la región de la columna lumbar. —fue su turno de explicar. —le hice un ultrasonido… sus riñones no están…

El policía se quedó quieto, procesando sus palabras.

—Me está queriendo decir que… ¿alguien le robó sus riñones? —preguntó con cuidado, el joven de anteojos asintió en medio de un suspiro. —Bueno… este caso es más que un simple abuso… esto es tráfico de órganos… ¿pero como rayos le quitas a alguien sus riñones?

—Eso debe apuntar a que esto no lo hizo cualquier vago tratando de ganar una buena suma de dinero—le dijo Eriol. —Esto obviamente fue obra de alguien con conocimientos en medicina… ¿encontraron algo más?

—Creemos que la mujer fue dejada en una bañera con agua helada… ella debió recobrar el conocimiento y arrastrarse hasta el teléfono para pedir ayuda…—le comentó el oficial. —No hay señales del hombre con quien la vieron entrar.

—¿Tienen la descripción del hombre? —cuestionó Eriol.

—Los dueños del lugar nos dicen que no pudieron verlo claramente por la tormenta… algo no me agrada de ellos… podrían estar implicados. —terminó el policía. —Bueno… si me disculpa tengo que informar esto a mis superiores… ¿podría informarme cuando la muchacha despierte? — le dijo extendiéndole una tarjeta, el nombre del policía era Joseph Buren.

—Por supuesto…—contestó recibiendo la tarjeta.

Vio salir al oficial hacia la tormenta, subirse a su patrulla y perderse entre la lluvia. Posó su mirada en el rostro de Meiling.

¿Qué rayos estabas haciendo?

Domingo 17 de Mayo de 2013 00:31 pm

Shaoran

—¡¿Sakura despertó y otra vez no nos llamaste mocoso?! —gritaba indignado Touya, la mirada asesina nuevamente en su rostro.

Sin embargo Shaoran estaba volviendo a la normalidad… volvía a ser Shaoran otra vez, ver a Sakura despierta lo había aliviado bastante, además de haberse sacado del pecho sus preocupaciones…

—Aunque te hubiera llamado, no habrías llegado a tiempo. —le respondió molesto. —Solo estuvo despierta por un par de minutos.

—Bueno lo importante es que despertó ¿no es cierto? —dijo Yukito tratando de animar el ambiente.

—El joven Yukito tiene razón… ustedes dos ¡compórtense! —los regañó su abuela.

Los dos sostuvieron una lucha de miradas asesinas, para después recargarse en la pared y mirar en direcciones opuestas.

La pareja de hombres, su madre, su abuela y él esperaban fuera de la habitación de Sakura, Eriol, Ansel y Yue estaban dentro con su esmeralda, revisando sus puntadas y asegurándose de que todo estuviera en orden.

Él había insistido en quedarse con ella, pero al final sus amigos lo convencieron, de que fuera a informar a los demás, así que con su cerebro nuevamente funcionando, avisó a todos sus amigos, incluidos Touya y Yukito, acerca del despertar de Sakura, las chicas, Yamazaki y Terada, querían pasar a verla, pero con la tormenta en su auge, no podían desatender a sus pacientes.

Ya llevaban casi media hora ahí dentro y aunque la felicidad seguía recorriendo cada parte de su cuerpo, ya estaba empezando a perder la paciencia.

¿Por qué no salían a decirle algo?

¿Había pasado algo malo?

Finalmente la puerta se abrió, pero solo salieron Terada y Eriol.

—¿Qué pasó? ¿En dónde está Yue?— preguntó comenzando a sentirse ansioso.

—Ella está bien Shaoran… pero debemos evitar que vuelva a ponerse histérica. —le dijo Keane. — La mayoría de sus suturas cedieron… Yue tuve que rehacerlas, revisamos que no tuviera sangrado interno, pero al parecer está bien.

—¿Y… el bebé? —preguntó temeroso.

—Bueno, no es mi rama… le pedido a Chiharu que venga más tarde a verla. —le explicó su amigo. —Aunque puedo decirte que yo esperaba que lo abortara en estas veinticuatro horas… y eso no ha sucedido…—continuo poniéndole una mano en el hombro para tranquilizarlo. —Sin embargo te repito… tenemos que evitar que ella se altere de la forma en que lo hizo ¿de acuerdo?

El asintió lentamente.

Bueno… todo estaba bien por el momento.

—Espera, espera…¿de qué bebé estamos hablando? —preguntó Touya desde su lugar.

Cierto… ellos no lo sabían.

—Pues obviamente del pequeño querubín de mi Shaoran y Sakura. —respondió la abuela entusiasmada.

—¡¿EMBARAZASTE A SAKURA?! —gritó el moreno al mismo tiempo que se dirigía amenazadoramente hacia él. — ¡MOCOSO DE PORQUERIA! ¡CUANDO TE PONGA LAS MANOS ENCIMA! —siguió gritando, mientras Yukito, Eriol y Ansel trataban de detenerlo.

—¡Touya cálmate por favor…!—le decía su pareja.

—¡Si le pone una mano encima a mi nieto me temo que voy a tener que darle su merecido! ¡No me importa que tenga un rostro atractivo y cuerpo de stripper!—exclamó la ancianita levantándose de su lugar, sosteniendo su bolso en señal de advertencia.

—¡Abuela! —la regañó su madre, aunque ella también veía con mala cara al moreno.

—Shaoran… Yue quiere hablar con ustedes. —le dijo Eriol una vez que su hubo asegurado que estuviera fuera del alcance de Touya. —Procura no tardar mucho… yo también necesito hablar con Yue...

—¿Acerca de qué? —le preguntó curioso, aun mirando fijamente al abogado.

—Meiling está en la sala de emergencias…—empezó a decirle. —Ella… ahhh luego te cuento, solo date prisa ¿sí?

El ambarino entró triunfante al cuarto, no sin antes dedicarle una mirada llena de burla al amigo de la infancia de Sakura, cerró la puerta justo en el momento en que Touya volvía a levantarse.

—¿Qué estaba pasando ahí afuera? —preguntó su esmeralda, con su voz ronca.

—Touya está molesto. —le dijo con simpleza. —¿Cómo te sientes?

—Adolorida… —respondió, pero en esta ocasión le dedicó una pequeña sonrisa, la sombra que había opacado sus relucientes esmeraldas ya no estaba ahí…

Ahí estaba su amada Sakura.

Nuevamente sintió que la presión en su corazón se esfumaba… hasta que vio a su jefe sentado en el lugar que él había ocupado durante horas al lado de Sakura, pero lo peor no fue eso, sino que Yue descaradamente sostenía entre sus manos la delicada y fina mano de SU novia.

Lo miró fijamente en todo su recorrido hasta el otro lado de la cama, deseando que pudiera lanzar rayos con sus ojos, en cuanto estuvo del lado derecho de la castaña se subió a la cama y envolvió en sus brazos a Sakura. Su mirada ambarina se encontró con la azul de él.

—¿De qué quieres hablarnos? —le preguntó aun molesto por que su jefe no liberaba la mano de Sakura.

—Quería aclararles mi relación con Kaho Mizuki. —les soltó, a ambos los tomó por sorpresa, él había creído que les revelaría algo sobre el estado de salud de Sakura. —Sé que ustedes saben todo acerca de quién es verdaderamente Kaho Mizuki… cuando viniste a mi oficina acusándola por haber intentado intervenir a uno de los pacientes del doctor Li me dijiste que sospechabas que ella quisiera traficar con ellos… tenías razón, yo ya lo sabía, pero no podía hacer nada Sakura.

—¿Por qué no Yue? —le preguntó ansiosa la esmeralda.

—Porque la necesitaba…necesitaba que ella me hiciera un favor y sabía que si la reportaba a las autoridades o te daba la razón frente a ella… ella no cumpliría su parte del trato. —le explicó.

—Pero no entiendo Yue… ¿que podría ser tan importante como para poner en riesgo tu reputación juntándote con esa arpía? —lo cuestionó tratando de elevar su tono de voz, pero su irritada garganta no se lo permitió.

Shaoran solo escuchaba, armando ese rompecabezas en su mente… ahora todo empezaba a tener sentido.

—Yukito está enfermo. —dijo él, atrayendo la atención de Sakura y de Yue, este último mirándolo con mala cara.

—Así es… mi hermano está enfermo… su corazón no es capaz de bombear suficiente sangre. —les contó. —Sus síntomas empezaron hace dos años, el cardiólogo que lo revisó nos explicó que Yukito era un caso raro, este tipo de enfermedades cardiacas suelen ser fulminantes o desarrollarse rápidamente, sin embargo en él la enfermedad iba lentamente… pero tarde o temprano su corazón dejaría de funcionar…

La boca de Sakura estaba abierta por la impresión.

—Busqué muchas opciones, consulte a varios especialistas en el país, fuera del país, pero todos nos decían lo mismo… al final la única opción que tendría mi hermano sería un trasplante…—les dijo con amargura. —Eso para mí fue lo mismo que decirnos que él ya estaba muerto, saben de cuanto es el tiempo de espera en la lista de trasplantes y Yukito no estaría dentro de los primeros lugares para conseguir un nuevo corazón… como dije su enfermedad es prácticamente silenciosa… aun con los síntomas que tiene, nadie pensaría que es algo grave, bien podrían pensar que eran causados por una anemia, angina de pecho o asma. —siguió contándoles. —Ya había agotado todas mis opciones, cuando escuché sobre Kaho… no me siento orgulloso de algunas de mis decisiones… pero Yukito es la única familia que me queda… no iba a dejarlo morir…

—Yue…—dijo la esmeralda, sintiendo pena por él.

Shaoran también comenzaba a sentir cierta empatía por él, Yue no era una mala persona, era un hermano, desesperado por ayudar a su hermano menor, puede que todos lo vieran como una persona fría y estricta, pero por primera vez veía otra faceta de su jefe.

—¿Yukito lo sabe? —preguntó Sakura.

—Si… no estuvo de acuerdo al principio, pero después conoció a Touya. —respondió con una media sonrisa. —Creo que en él encontró una razón para luchar… la idea seguía sin gustarle pero… accedió.

—Por eso no querías que Shaoran lo revisara…—dijo en voz baja la castaña.

—Ya era suficientemente malo lo que estaba a punto de hacer… no necesitaba que más gente se enterara. —aceptó su jefe. —Ahora me doy cuenta que Kaho no habría cumplido su palabra… seguramente me hubiera seguido usando hasta que ya no necesitara nada de mí.

Los tres quedaron en silencio por unos segundos, después fue el castaño el primero en romperlo.

—¿Y qué te hizo cambiar de opinión y despedirla? —preguntó curioso. —Me refiero a que la condición de Yukito sigue empeorando…

—Tu… Sakura. —respondió mirando a SU esmeralda, como si ella se lo hubiera preguntado. —Escuché acerca del encuentro que tuvieron tú y Kaho mientras concluíamos la cirugía de Sakura, así que hoy en la mañana la encaré y le pregunté si ella había tenido algo que ver… no lo admitió como tal pero bueno… era obvio.

Eso despertó el enojo en ambos castaños, Sakura cerró sus ojos firmemente, tratando de contener las lágrimas de impotencia, mientras que él tensó todo su cuerpo.

—¡¿Por qué dejaste que se fuera?! —exclamó el castaño. —¡Podríamos haberla atrapado y hacer que pagara!

—Lo pensé… pero esta mañana Kaho me dijo que estaba teniendo problemas con su jefe… al parecer no logró entregar un encargo—les contó. —Dijo que tenía hasta la media noche, me imagino que si no cumplía tendría que enfrentarse a algo peor que la prisión… creo que eso es lo que se merece.

El ambarino respiraba agitadamente, indeciso entre si concordaba con Yue o si prefería seguir peleando con él, después de todo Kaho aun podría encontrar la forma de escapar de la policía y del fulano para el que trabajaba.

—Lamento mucho haber tomado una decisión que no me correspondía…—se disculpó su jefe. —parece ser que mi propio enojo me cegó.

Les tomó unos minuto asimilar la situación y serenarse.

—Gracias por contarnos esto Yue…—le dijo Sakura dejando escapar un par de lágrimas, que el castaño se apresuró a secar.

Yue le dio un último apretón a su mano y se puso de pie, dispuesto a dejarlos solos, sin embargo a mitad del camino regresó su mirada hacia él por primera vez desde que el mismo Shaoran ingresara a la habitación.

—Sé que no te agrado… y para que quedé claro… no estoy seguro de que tú me agrades, al menos no después de que tú me quitaras mi oportunidad. —le dijo directamente. —Pero si no es mucha molestia… quisiera pedirte que tomaras el caso de mi hermano… por favor.

"Después de que tú me quitaras mi oportunidad"

Sabía que se refería a Sakura, su mirada había sido bastante significativa, aunque su novia no pareció notarlo.

Lo consideró por un momento… él tampoco estaba seguro de que le agradara Yue en un cien por ciento… pero esos eran sus celos hablando, además no creía que fuera justo que Yukito pagara por los celos que sentía hacia su hermano.

—Veré que puedo hacer. —le respondió.

Con un movimiento de cabeza hacia él, salió de la habitación.

Shaoran entonces centró toda su atención en la mujer a su lado… aun había algo que tenía que hacer.

Jugó por varios minutos con el cabello de Sakura, ella regresó a verlo, en sus ojos todavía podía ver tristeza, pero también apreciar con claridad el amor que sentía por él y lo feliz que se sentía por tenerlo a su lado.

—Ahora me siento un poco culpable por haber juzgado a Yue…—le confesó.

—Ya sé…—le respondió, dejó salir un suspiro, había llegado el momento. —Amor… tenemos que hablar…

Instantáneamente su semblante cambió y su mirada se llenó de preocupación.

—Por favor… no más malas noticias. —le dijo en medio de un sollozo.

—No, no, no lo son. —se apresuró a decirle, recorrió con sus dedos cada detalle de su rostro. —Te amo tanto… Cada día que pasa me haces feliz, solo con sonreírme o decir mi nombre…— le dijo suavemente posando su mano en su vientre. — Al adoptar a Abi me convertiste en padre, sin que me diera cuenta y en estos momentos… estas a punto de convertirme en padre por segunda vez…

Pudo ver la noticia asentándose en su cabeza, por sus esmeraldas pasaron tantas emociones que casi no pudo descifrarlas.

—¿De qué… quieres decir que… estoy… estoy embarazada? —tartamudeó combatiendo una sonrisa. —Pero… mi implante. —le recordó tocándose su brazo izquierdo, en donde antes había estado su implante subdérmico, ahora había una venda.

—Olvidaste cambiarlo… dejó de funcionar… Chiharu lo quitó hoy en la mañana. —le dijo. —Y contigo aprovechándote de mí a cada rato… era solo cuestión de tiempo.

Eso la hizo sonreír.

—¿Yo me aprovechaba de ti? —le preguntó burlona. —Tú eres el que no puede quitarme las manos de encima…

Fue su turno de sonreír, se inclinó hasta sellar sus labios con los de ella. A pesar de las condiciones en las que estaba, ese besó tuvo el efecto de siempre, despertó sus sentidos e inundó su corazón de una calidez que no había sentido en casi veinticuatro horas.

—Pero… ¿Está bien? ¿Cuántas semanas tiene? Yue dijo que perdí mucha sangre… ¿crees que…?—lo abalanzó con preguntas luego de terminar con su beso.

Esto era tan raro…

Normalmente la madre es la que le da la noticia al padre… no al revés.

—Es cierto que perdiste mucha sangre… pero nada malo ha pasado… ni pasara ¿sí? —le aseguró tomándola por la barbilla. —Apenas tiene un mes… debe ser así de pequeñito. —le dijo mostrándole con sus dedos el tamaño de un frijol.

Ella volvió a sonreír, pero siendo una doctora, podía ver a su cerebro trabajar a mil por hora, analizando todos los posibles escenarios.

—Sakura… vamos a estar bien. —le repitió. —Y dentro de otros ocho meses conoceremos a nuestro nuevo bebé.

—¿Lo prometes? —le preguntó ansiosa.

—Lo prometo. —respondió.

La castaña acomodó su cabeza en su pecho, cuidando su brazo lastimado, colocó su mano sobre la de Shaoran en su vientre.

—Todo va a salir bien bebé.—susurró a su pequeño.

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.

.

Aquí lo tienen, ¡capitulo catorce!

Lamento muchísimo la demora, pero entre exámenes finales, trabajos y que no tenía internet, pues bueno me fue imposible subirlo antes.

Mi plan era publicarlo en el cumpleaños no de nuestro sexy y bellísimo castaño, pero justo ese día mi internet decidió no funcionar.

Bueno, bueno, basta de excusas…

¿Qué les pareció?

Pobre Shaoran… sí que estaba destrozado.

¿Quién más se asustó con el sueño de Sakura?

¿Piensan que este es el final de Kaho?

¿Creen que Meiling recibió su merecido? ¿O piensan que no merecía tanto castigo?

¿Pueden adivinar quién o quiénes fueron los responsables?

¿Qué les pareció la actitud de Yue? ¿Y su confesión? Parece que por fin se respondieron varias preguntas.

¿Creen que su bebé ya este a salvo? ¿Creen que lo vaya a perder?

¡Déjenme sus reviews para que me deleite con ellos!

Les prometo que me apuraré estas semanas para que tengan el próximo capítulo lo más rápido posible.

Nos leemos luego.