Los personajes de esta historia no me pertenecen, son propiedad de CLAMP, la historia si es mía.
Domingo 17 de Mayo de 2013 2:31 am
Kaho
Miraba fijamente a la hielera a su lado, casi con cariño... Después de todo el par de riñones dentro de ella le salvarían la vida.
¿Quién diría que luego de ser un maldito estorbo en su vida, Meiling sería la solución a sus problemas?
Volteo a ver a su acompañante, Luke parecía tenso, sus manos apretaban el volante con fuerza, como si quisiera estar listo para acelerar o dar un giro repentino en cuanto viera una patrulla detrás de ellos.
—¿Podrías relajarte? — le dijo burlona. —Ya te lo he dicho un millón de veces... No dejamos ninguna pista... La gente de ese motel trabaja para Lord Reed, no dirán nada.
—Nuestras huellas... La policía podría reconocer nuestras huellas. —le dijo ansioso.
Ella rodó los ojos exasperada.
—Luke, desde que entramos al lugar llevábamos guantes... — le recordó pacientemente.
—Pero mucha gente sabe que yo salía con ella... Seguro me visitaran tarde o temprano. — continuó lloriqueando.
—¿Te controlas? Ya tengo la coartada perfecta... Le pagaremos a alguien para que diga que estuvo contigo a la hora del ataque... Conozco muchos contactos. —le dijo tranquilamente.
Eso pareció calmarlo un poco, Luke asintió torpemente.
—Además podemos pedirle ayuda a Lord Reed... Él es prácticamente intocable, estará tan impresionado por la entrega que seguro nos ayudará. — Le aseguró, ella sabía muy bien que cada vez que alguno de los trabajos de su jefe salían bien, Lord Reed podía llegar a ser muy generoso con sus trabajadores, sin ningún problema podría sacarlos del país e instalarlos en otro lugar, ella ya había tenido suficiente de Londres, no le vendría mal un cambio.
Tal vez Paris…
Italia…
O Japón.
Claro que antes terminaría algunos asuntos inconclusos… especialmente con la puta de ojos verdes.
Nuevamente regresó su mirada a la tensa espalda de su pupilo, estaba comenzando a estresarse con su actitud, era típico de él… acobardarse en el último momento.
¡AHHH!
Paciencia Kaho, paciencia.
Odiaba quedar en deuda con alguien, no estaba acostumbrada a correr rogando por ayuda, y en este particular caso, se vio obligada a doblegarse más de lo que nunca antes se había permitido, aunque bueno, al menos había servido. Tenía que admitir que Luke se había lucido con su idea… tenía que recompensarlo de alguna forma.
¿Y qué mejor forma que ayudándolo a calmarse?
Con extremo cuidado colocó la hielera en el asiento trasero del auto, una vez segura de que los preciados órganos se encontraban a salvo, regresó su mirada al anestesiólogo, lo observó por unos segundos antes de estirar su brazo hacia él, deslizó suavemente su mano alrededor de su pierna hasta encontrarse con la entrepierna del hombre… el contactó lo tomó por sorpresa, ya que al instante Luke dio un pequeño salto en su lugar, ocasionando que el auto se desviara levemente de la dirección que llevaban.
—¿Qué estás haciendo? — Le preguntó manipulando el volante para que el coche volviera a la dirección indicada.
—¿Qué te parece que estoy haciendo? — Le respondió apretando más su agarre, el miembro de Luke se sentía flácido debajo de la tela de sus pantalones, pero luego de unos minutos más de caricias fue adquiriendo firmeza. —No todos los días tienes una idea tan brillante como la de hoy… te estoy agradeciendo.
Siguió moviendo su mano sobre la tela, una vez que consideró que su miembro estaba lo suficientemente duro, bajó el cierre de sus pantalones, hurgó por un rato hasta que por fin localizó su miembro ya erecto, no se lo pensó dos veces y lo metió casi por completo a su boca, nuevamente sintió un ligero cambio en la dirección del auto, alzó la mirada para encontrarse con el rostro de su compañero contorsionado por las caricias que le daba, incitándola a continuar con su tarea.
Pronto ella misma empezó a sentir el ardor y las palpitaciones clásicas de la excitación, luego de todo el estrés de los días pasados, le parecía justo rendirse al placer que Luke pudiera ofrecerle, aunque no fuera mucho.
Dando rienda suelta a su excitación, aumentó la velocidad con que introducía el pene de su compañero en su boca, sin embargo tuvo que tomarse una ligera pausa, ya que conociéndolo tal como lo conocía, seguramente no aguantaría mucho…
—Vas a tener que estacionarte… ahora. —le dijo con voz entrecortada, pasando su lengua por sus labios.
Obediente, Luke detuvo el auto en la orilla de la carretera, no importándole que eso estuviera prohibido y que además fuera peligroso. En cuanto el sonido del motor dejó de llenar el ambiente la pelirroja se arrojó encima de él, ni siquiera se molestó en quitarse su ropa interior, simplemente movió la tela a un lado para que la penetración pudiera llevarse a cabo.
Kaho estaba absolutamente extasiada, se movía con rudeza sobre el regazo de Luke, quien según le parecía hacia su mejor esfuerzo por no venirse antes de tiempo, ella gritaba de placer con cada estocada y sentir el rebote de las llantas contra el pavimento, solo ayudaba a incrementar la fuerza de la embestida.
—Kaho… más… más despacio…—escuchó que le decía la voz de Luke a lo lejos, pero su plan de darle placer a él en agradecimiento, había quedado en el pasado, ahora lo único que quería era tener su propio éxtasis, aumentó la rapidez y la intensidad de sus movimientos, su mente su fue llenando de explosiones de colores, todo su cuerpo comenzaba a gritarle que terminara, entreabrió sus ojos y sonrió a su fantasía, su pupilo ya no estaba ahí, ahora ella se movía sobre el regazo de su jefe…
Lord Reed.
Podía ver con claridad sus facciones, él era de esos hombres que solo mejoraban con la edad, su tez pálida e inmaculada brillaba a la luz de la luna, su cabello ligeramente despeinado, algunos mechones saliéndose de su típica coleta, podía ver su reflejo en los cristales de sus anteojos, sus ojos ocultos detrás de sus párpados, fuertemente cerrados…
—Vamos Kaho… muévete más… más…— escuchó su profunda voz, ordenándole, el sonido de su voz casi la hace culminar en ese momento, pero en su lugar gimió fuertemente.
No podía permitirse terminar con la experiencia más erótica de su vida tan rápido, desde que se había metido de lleno en el mercado negro, había deseado acercarse tanto como pudiera a su jefe, quería que la notara, que la admirara, no por que estuviera enamorada de él, sino porque mientras más cerca de él estuviera, más poder tendría…
Y bueno Lord Reed tendría que morir en algún momento ¿no?
Las manos del hombre cerrándose fuertemente sobre sus nalgas, lo devolvió a la realidad, cuando volvió a abrir sus ojos se encontró con el feo rostro de Luke, sudoroso y enrojecido, aguantando el aire para dejarla terminar primero… lo cual no funcionó, sintió a Luke liberándose dentro de ella.
Gruñó molesta sintiendo la completa relajación de su pupilo debajo de ella.
Si quería su orgasmo, tendría que buscarlo ella misma…
Coló una de sus manos hasta su punto de unión con el hombre, empapó sus dedos con la mezcla de ambos y los movió desesperada contra su clítoris… la rudeza de sus caricias la hizo ver estrellas, provocó que su respiración se tornara trabajosa, gritaba y gemía trabajosamente, hasta que por fin sintió un último espasmo seguido de una ola de puro placer.
Mantuvo los ojos cerrados por un tiempo, su cuerpo recargado contra el volante, Luke parecía casi desmayado contra el asiento, su miembro nuevamente flácido dentro de ella.
Típico.
Ya más espabilada recordó que llevaban prisa, consultó su reloj para comprobar sus sospechas.
—Muévete, vamos tarde. —le ordenó a Luke, bajándose de su regazo con la misma rapidez con la que había subido.
El muchacho se arregló torpemente y puso el auto en marcha nuevamente.
La Kaho de antes estaba de vuelta.
Martes 2 de Junio de 2013 14:10 pm
Shaoran
—… bien, aquí está el saco vitelino… —les informaba la ginecóloga al mismo tiempo que movía el transductor del ultrasonido sobre el vientre de Sakura.
Ya habían pasado dos semanas desde el accidente…
Y para alivio de todos, su hijo/a había decidido aferrarse fuertemente a su hogar.
En definitiva ese par de semanas no habían sido fáciles, el hospital todavía tenía pacientes ingresados el día de la tormenta, ahora estaban en recuperación, sin embargo eso, sumado a los pacientes que venían a consultas programadas o a urgencias… daba como resultado un personal médico exhausto, entre ellos… él, pues luego de tres días de descanso, había decidido, bueno, más bien podido regresar a sus labores…
A eso tenía que agregarle su constante preocupación por Sakura y el bebé, prácticamente habían vivido esas dos semanas en el hospital, sus días habían consistido en llevar a Abi a la escuela, ir a ver a Sakura, pasar consulta, ir a ver a Sakura, ir a la sala de emergencias o a quirófano, ir a ver a Sakura, recoger a Abi, ir a ver a Sakura, comer con sus dos castañas, llevar a Abi con su abuela, regresar a la sala de emergencias e ir a dormir con Sakura.
Pero es que ¿Quién podía culparlo?
A pesar de que la esmeralda le había asegurado múltiples veces que se encontraba bien, él podía asegurar que ella solo pretendía ser fuerte en su presencia para que él no volviera a desmoronarse en preocupación, pero la verdad era que en varias ocasiones la había encontrado con la mirada perdida en la ventana, los ojos rojos y una sombra de profunda tristeza en sus esmeraldas.
Perder a un padre… era un dolor indescriptible.
Él lo sabía.
Él ya había pasado por eso.
Sabía que en esos últimos días la mente de Sakura estaba reviviendo los buenos y malos momentos al lado de Fujitaka, todas las veces en que habían reído juntos, los problemas que habían tenido que afrontar, etc.
Era normal que luego de perder a un ser querido la mente se llenara de preocupaciones e inseguridades…
Su pobre Sakura seguramente se estaría preguntando…
¿Cómo haría para vivir sin él?
¿Cómo sería extrañarlo todos los días por el resto de su vida?
¿Lograría seguir adelante sin él?
Sus pensamientos lo hicieron desviar su mirada ambarina del monitor del ultrasonido para posarla en la mujer recostada a su lado, Sakura observaba fijamente la pantalla, una sonrisa plasmada en su rostro, pero para él que había aprendido de memoria cada una de las diferentes expresiones en ella, pudo ver que intentaba ocultar esa tristeza que aun la carcomía por dentro.
Pasó su mano por el cabello castaño de Sakura para recordarle que no estaba sola.
Que no había necesidad de ocultarle sus verdaderos sentimientos.
—… aquí está la frecuencia cardiaca… bien, pues todo parece estar en orden. — terminó de informarles Chiharu luego de una ardua exploración, empezó a limpiar el gel del vientre de Sakura, ambos dejaron salir un suspiro de alivio. —Alguien en serio quiere nacer y conocerlos… yo creo que fue una ventaja que fuera tan pequeño Sakura… tu grasa corporal, músculos y el útero debieron amortiguar el impacto… y bueno en cuanto a la pérdida de sangre… realmente no tengo una buena explicación… la mayoría de los casos que he tratado similares al tuyo… han terminado mal.
La castaña colocó su mano sobre su vientre nuevamente, sonriendo ante la fortaleza de su hijo/a, él también sonrió. A pesar de que las probabilidades que habían tenido desde el principio eran escasas y de que no había nada que pudieran hacer para evitar que el cuerpo de Sakura rechazara al bebé, de alguna manera se las estaban arreglando para sobreponerse a las adversidades.
Pasados los primeros días luego del accidente y la cirugía, las probabilidades iban en aumento, claro que aún tenían que moverse con cuidado, después de todo, el verdadero riesgo habría pasado luego del primer trimestre, después las cosas serían más fáciles.
Por el momento, tomaría todas las medidas necesarias para garantizar el bienestar de Sakura y de su pequeño.
—¿Alguna recomendación? ¿Qué medidas debemos tomar?—preguntó el castaño al instante. — Ya sabes… para evitar accidentes... —sin embargo, no espero respuesta. — Creo que lo mejor sería reposo absoluto ¿no? Podríamos acondicionar el departamento para que estés más cómoda… y contratar una enfermera en caso de que necesites algo cuando no estemos en casa… yo podría llevar y recoger a Abi de la escuela… y me parece que no estaría de más consultar a una nutrióloga… tal vez a un infectólogo solo para asegurarnos que no haya algún rastro de infección del accidente o alguna que pudieras haber obtenido luego de tantos días hospitalizada… ¡AH! Y tengo un amigo que es endocrinólogo, podría contactarlo para…
—Shaoran… Shaoran…—escuchaba la voz de la esmeralda divertida por su estado de ansiedad, pero él no lograba detener a su cerebro de imaginarse cada posible escenario.
—… una de nuestras vecinas tiene un gato…tendremos que mantener las ventanas cerradas… o podríamos buscar otro departamento, uno más cercano al hospital… bueno no… no tan cercano. —siguió hablando con rapidez, totalmente ajeno a las miradas de diversión de las doctoras.
—¡Shaoran! —gritó por fin Sakura soltando una carcajada, solo entonces pudo detenerse, sintió que sus mejillas comenzaban a tornarse rojas, y ver a la ginecóloga doblada de risa, no ayudó en nada.
—Yo iba a recomendar dos semanas más de reposo y mantenerla vigilada… pero también podemos hacer todo lo que tú dices. —se burló Chiharu.
El ambarino hizo un mohín antes de responder, pero en ese momento la puerta se abrió.
—Lo lamento… mi cirugía tomó más tiempo del previsto… ¿De qué me perdí? —preguntó el ojiazul ingresando a la habitación. — ¿Cómo viene el pequeño Eriol?
— ¿El pequeño Eriol? — repitió Shaoran, tratando de ignorar las persistentes risas de las doctoras a su lado.
—Claro… no encontraras un mejor nombre para mi sobrino. —respondió el de anteojos como si fuera obvio. —Bueno, bueno ¿De qué chiste me perdí?
El resopló con fuerza cruzándose de brazos, mientras las mujeres trataban de recobrar el aliento, luego de unas buenas carcajadas.
—No le veo lo gracioso…—se defendió Shaoran. —Todas las medidas que propuse están perfectamente justificadas.
—¡Oh no! ¿Me perdí su ataque de pánico? —se lamentó, su comentario solo logró hacerlo fruncir el ceño aún más. — ¡Estúpido aneurisma! ¿Qué fue lo que dijo? ¿Qué pasó? ¡Cuéntenme!—exigió ansioso por burlarse de su amigo.
Pasaron varios minutos luego de que Chiharu pusiera al tanto al ojiazul y de que Sakura tratara de hacerlo sentir mejor a base de ligeras caricias en su brazo antes de que la habitación volviera a recobrar su aura de importancia.
—Bien, Sakura… nada de esfuerzos, tengo entendido que piensan darte de alta hoy por la noche… otras dos semanas de descanso en tu casa y volveré a evaluarte…—le dijo su amiga. —Nada de tacones, procura usar ropa holgada, no quiero que te andes saltando comidas, evita las cosas que contengan canela, te voy a hacer una receta para ácido fólico, calcio y suplemento de hierro… —continuó, mientras imprimía las primeras fotos de su hijo, cuando volvió a hablar, se dirigió a él. —Lo siento Shaoran, pero nada de sexo hasta la próxima revisión…
—Así es Sr. Salvajismo en la cama… Sakurita necesita RE-PO-SO. —enfatizó su molesto amigo. —Tal vez tengas que dormir en otra habitación…
—¿Qué se piensan ustedes? ¿Que soy un animal o qué? —preguntó molesto.
—Yo mejor me guardo mis comentarios. —declaró Eriol, aunque su mirada gritaba un estruendoso ¡si, eres un animal!
—Imbécil. —refunfuñó. —Además era Sakura quien no me quitaba las manos de encima.
La castaña se ruborizó al instante, brindándole un codazo en las costillas.
—No recuerdo que te quejaras. —le dijo aun con el rostro sonrojado, procurando no despegar la mirada de la foto de su ultrasonido.
Él se rio por su expresión, bajó hasta quedar a la altura de su mejilla, unió sus labios con su suave piel y trazó un camino hasta su oído.
—Claro que no. —le susurró.
—Ay dios… ni porque hay gente frente a ustedes. —dijo Eriol. —Creo que van a romper la regla de no sexo por dos semanas olímpicamente.
Sakura y él compartieron una sonrisa.
—Lo lamento Sakura, pero solo será por dos semanas. —repitió Chiharu. —Si no hay cambios negativos en ese tiempo, podrás volver a realizar la mayoría de tus labores… sexo incluido… la verdad es que dejando de lado el accidente no hay ningún dato de alarma... tu embarazo hasta el momento está evolucionando favorablemente.
—Bueno, bueno resistiré —accedió su Sakura aun sonriendo. —Espero que cuando sea tu turno, tus hormonas no te jueguen chueco.
Pudiera haber sido su imaginación, pero podría jurar que por una milésima de segundo la expresión de la amiga de su novia cambió radicalmente, miró a los demás, Eriol estaba muy entretenido jugando con unos modelos de plástico representando al bebé dentro del útero de la madre, seguramente Chiharu los usaba con sus pacientes para explicarles lo que pasaba dentro de su cuerpo en esos meses, reprimió el impulso de estampar la palma de su mano contra su frente. Sakura por otro lado, parecía haberse percatado del efecto de sus palabras sobre su amiga.
—¡Hey! Eso me recuerda…—exclamó el ojiazul, dejando los modelos en su lugar. —¿Qué esperan tú y Yamazaki para poner manos a la obra?... digo ya llevan tres años de matrimonio… ya va siendo hora de tener herederos ¿no?
Tanto él como Sakura aprovecharon que la aludida estaba de espaldas para hacerle señas indicándole que cerrara la boca, pero Eriol no regresó ni a verlos.
—Es decir mira nada más a estos dos… ni un año de conocerse y ya tienen dos. —siguió el neurólogo. —Aunque claro, si los ponemos a ellos de ejemplo… hasta Tomoyo y yo nos estamos atrasando y eso que solo llevamos un mes de matrimonio… ¿Qué?
Por fin Eriol había posado sus miopes ojos en ellos, aunque claro con el grave retraso mental que padecía de vez en cuando, tardó en darse cuenta de que iban todas las señas que le hacían… para cuando todos regresaron a ver a la doctora, Chiharu fingía estar ocupada buscando algo en la mesa frente a ella, de manera que no tuviera que voltear a verlos.
Hasta entonces Shaoran consideró las palabras de Eriol, él tenía razón, no es que fuera una regla, pero luego de tres años de casados, eran escasas las parejas que seguían sin hijos… nunca se había puesto a considerar la situación… por lo que les presumía Yamazaki en sus típicas charlas de machos, su relación con Chiharu era buena, sobre todo la parte sexual… y bueno siendo la especialidad de ella ginecología, dudaba mucho que siguieran sin bebes por falta de información al respecto…
¿Tendrían algún problema?
—Yo… creo que olvide tu expediente en la estación de enfermería…iré a traerlo. —les comentó aun de espaldas hacia ellos y en un par de fugaces movimientos desapareció tras la puerta en "búsqueda" del expediente de la esmeralda, que curiosamente estaba en la mesa a los pies de la cama.
—Ok… puede que haya metido la pata… y mucho. —reconoció Eriol, luciendo bastante incómodo.
Ninguno dijo nada luego de eso, todos permanecieron en silencio, dándole de vueltas al asunto.
Yamazaki y Chiharu pasaban la mayor parte de su tiempo peleando, pero nunca era en serio, Shaoran lo había interpretado como su forma de demostrarse su afección, ni siquiera podía recordar alguna ocasión en la que su amigo no estuviera bromeando o sonriendo, o tal vez no había prestado suficiente atención.
Tendría que estar más atento.
—Bueno… ¿lista para dejar el hospital? —preguntó Eriol tratando de cambiar el rumbo de los pensamientos de todos en el cuarto.
—No tienes idea… no es nada divertido ser la paciente…—bufó Sakura. —Ya estoy lista para volver a trabajar.
A ese comentario él respondió con un gruñido.
—Sakura… Chiharu dijo dos semanas más de reposo. —le recordó mirándola seriamente.
—Pero necesito hacer algo… creo que me voy a volver loca si no hago algo ya. —protestó la castaña.
—Los doctores son los peores pacientes. —canturreó el neurólogo.
Esperaron otros diez minutos en caso de que la amiga de Sakura decidiera regresar pero al ver que tardaba demasiado, los tres decidieron que era mejor regresar a la habitación de la esmeralda.
Iban abriéndose camino por los atiborrados pasillos de ginecología y obstetricia, buscando llegar a los elevadores, pero siendo este uno de los departamentos con más pacientes, no era nada fácil, podían ver a los internos, residentes y médicos de planta corriendo de un lado para otro, empujando camillas con mujeres en labor de parto, gritándose instrucciones…
Dios… y pensar que tan solo en aproximadamente ocho meses Sakura tendría que pasar por eso…
Bajó su mirada para ver la reacción de la esmeralda, se le pintó una sonrisa al verla cruzada de brazos, como niña chiquita a la que no le cumplieron un capricho y es que como cláusula del hospital todos los pacientes, sin excepción, debían ser trasladados de un cuarto a otro en silla de ruedas, cosa que a su novia no le hacía ni pizca de gracia.
Bueno al menos no estaba abrumada por los pacientes.
—¡Doctora Kinomoto! —escuchó gritar a alguien.
El ambarino no hizo más que rodar los ojos al reconocer al dueño de esa voz, no era difícil, ya que desde que Sakura había ingresado al hospital, Keffer era una constante y muy molesta presencia.
—Hola Keffer. —saludó su novia.
—¿Cómo se encuentra hoy? — preguntó el interno.
—En perfecto estado. —contestó divertida la castaña. No entendía que había de divertido en responder a la misma pregunta todos los días. —¿Les toca rotar por gineco?
—Si…—respondió pesaroso el muchacho, que intentaba mantener su paso, dado que Shaoran no había parado de empujar la silla de ruedas. —El doctor Tsukishiro revisó nuestros horarios y se dio cuenta de que hemos excedido nuestras horas en otros departamentos menos en este, así que nos mandó a todos aquí por el resto del mes.
Fue entonces que Shaoran notó a Neil más adelante enguantándose con cara de hastió, ya que su paciente no paraba de gritar de dolor, aún más al fondo pudo ver a Devon entre las piernas de una señora listo para introducir un espejo vaginal…
Podía recordar sus días como interno… rotar por ginecología había sido lo peor, no darse abasto con tanto trabajo, escuchar a las señoras quejándose del insoportable dolor que suponía tener un bebé, tener que estar metiendo sus dedos en las vaginas de quien sabe cuántas mujeres para verificar el descenso del producto, determinar si venia en la posición correcta, la sangre, los olores… y lo peor… correr desesperado buscando ayuda y una sala de expulsión vacía cuando la mujer comenzaba a parir en la camilla…
Honestamente no entendía cómo es que Chiharu había encontrado su vocación en un departamento tan caótico como ese…
Regresó a ver a Eriol, que sin importar hacia donde se moviera, le estorbaba a alguien, compartieron la misma mirada de horror.
—Bueno creo que es mejor que me vaya… tengo que hacer tacto a dos señoras… y terminar mis notas como en cinco expedientes. —les dijo resignado.
—Ya he terminado las notas por ti. —dijo Lilith acercándose a ellos tímidamente.
Los cuatro la observaron sonrojarse y juguetear con sus manos.
—Es que… vi que estabas muy ocupado… y yo solo…—tartamudeó la muchacha.
—Gracias. —respondió Keffer como si nada, obviamente no dándose cuenta de la verdadera razón por la que Lilith lo había ayudado.
A diferencia de él, los tres doctores vieron con complicidad a Lilith, quien en respuesta solo se sonrojo más, le pareció curioso que Sakura pudiera notar las intenciones de la interna hacia Keffer, pero que ella misma no pudiera darse cuenta de lo mucho que el molesto interno trataba de atraer su atención…
Esa era su Sakura… increíblemente astuta para muchas cosas, pero terriblemente distraída para otras.
—No es que no disfrute del amor joven… y gente distraída… pero ¿podemos irnos ya? —los urgió el ojiazul, apunto de ser aplastado por una camilla.
Los castaños asintieron, se despidieron rápidamente de los internos y finalmente llegaron a los ascensores. Suspiraron al ingresar dejando tras ellos tanto ajetreo.
—Amor de internos… que lindos—comentó Sakura luego de que las puertas se cerraran.
—Amor no correspondido. —corrigió él.
—Es solo cuestión de tiempo antes de que Keffer se dé cuenta. —debatió ella.
—No creo que se dé cuenta. —lo apoyó Eriol.
—¿Por qué no? Lilith es muy bella y su trabajo como interna ha mejorado mucho. —continuó Sakura.
—Si… pero Keffer tiene una distracción muy grande. —apuntó el ambarino enojado. —¿Sakura enserio no te has dado cuenta?
—¿De qué? —preguntó extrañada, girándose de manera que sus ojos se conectaran, él no le respondió con palabras, simplemente la miró fijamente hasta que una luz de compresión se apoderó de sus esmeraldas. —¿Piensas que le gusto a Keffer?
—No… estoy seguro que a todos le dedica esas miradas de puberto enamorado— respondió irónicamente. — y seguramente que busque por todos los medios estar en tu servicio prácticamente TODOS los días es una coincidencia… a donde quiera que vamos siempre escuchó un "Buenos días Dra. Kinomoto" "¿Cómo se encuentra el día de hoy Dra. Kinomoto?" "¿Necesita algo Dra. Kinomoto" —le dijo imitando la voz del interno.
—Shaoran hizo boom…—dijo Eriol como niño chiquito, él se limitó a fulminarlo con la mirada como siempre.
—Eso no quiere decir que este enamorado de mi —se defendió su novia, sin embargo al ver que su expresión no cambiaba, agregó. —simplemente cree que lo está… pero en realidad esta deslumbrado porque le llama la atención mi especialidad y como me desenvuelvo en ella…—les explicó. — De hecho recuerdo que en mi año de interna yo también creí estar enamorada de uno de los residentes de último año… Erick Arson…
—¿Arson? ¡Cierto! —exclamó sonriente el ojiazul. —¡AY! Me odiaba a muerte, estar en su servicio era una tortura... en mi caso fue la Dra. Silverman ¿La recuerdas?… su cabello rubio… la forma en que movía las pinzas, con tanta precisión… tanta delicadeza… ¡UF! ¡Qué tiempos aquellos! —suspiró.
—Oh vamos Shaoran… no me digas que nunca te paso algo similar…—le preguntó Sakura luego de que no dijera nada.
—No… muchos doctores me impresionaron… pero ninguno me hizo actuar como Boxwell. —refunfuñó.
—No te preocupes Shaoran… pronto se le pasara. —le aseguró Sakura luego de burlarse por su expresión.
—Pues que sea rápido…—se quejó.
Dieron por terminada la conversación y continuaron avanzando por los pasillos, mucho más despejados que en el piso de ginecología, ingresaron en la ya conocida habitación. El castaño a pesar de las constantes quejas de Sakura la cargó en brazos para depositarla suavemente en la cama.
—Bien… pues ahora solo tenemos que esperar por los papeles del alta…—le informó el ambarino.
—¡Aleluya! —exclamó Sakura aliviada. —¿Trajiste todo?
—Si… aquí está la maleta… Abi y la abuela estaban más que fascinadas cuando les dije que por fin irías a casa. — le contó.
—Espero que Abi no le esté dando demasiado trabajo a tu abuela…—dijo algo preocupada.
—Para nada… a decir verdad me asusta que quiera quedarse permanentemente con nosotros. —le confesó luego de un suspiro.
Agradecía infinitamente a su ancianita por la ayuda que les estaba dando a ambos, ya que luego de los terribles momentos que tuvieron que pasar, no quería dejar a ninguna desatendida, el problema era que Abi, aun en tratamiento y con las defensas bajas no podía residir permanentemente en el hospital o su cuadro empeoraría… así que Arabella encantada se ofreció a cuidarla, su madre también se había planteado quedarse en Londres, pero el trabajo no se lo permitió.
El cardiólogo sospechaba que además de Abigail, el estado de salud de Sakura y el bebé, se quedaba por él… casi estaba seguro que a diario llamaba a su madre para darle un reporte completo y que Ieran a su vez pasaba el mensaje a sus molestas hermanas, porque en esas dos semanas, luego de que terminara su turno, su teléfono celular no paraba de sonar, hasta que todas hubieran llamado y hablado con Sakura.
—¿Alguna novedad con Meiling? —preguntó la castaña pasados varios minutos.
Él resopló fuertemente ganándose una mirada de reproche por parte de su novia y su amigo.
Al día siguiente de que Sakura hubiera despertado Eriol, les contó todo sobre la llegada de la enfermera al hospital, lo que la policía le había dicho y los propios hallazgos del ojiazul…
Sinceramente le era difícil sentir algo de compasión por ella, después de todo ella se lo había buscado trabajando para la perra de Kaho y abriéndole las piernas al idiota de Luke.
¡Él se lo había advertido!
Pero ella no quiso escucharlo, ahora pagaba las consecuencias.
—Le pregunté a uno de los doctores que está llevando su caso… ingresó a la lista de espera para un trasplante…—les informó. —Que en realidad no es la mejor de las noticias… obviamente depende de la hemodiálisis… y a eso hay que sumarle una infección que debió adquirir cuando realizaron la extracción…
—¿Ya ha hablado la policía con ella? —continuo cuestionando Sakura, mientras él se sentaba a su lado.
—Rindió su declaración hace una semana… ya están buscando a Luke por cielo mar y tierra. —dijo Eriol. —Aunque parece que no será nada fácil… el oficial Buren sospecha que los dueños del motel donde la encontraron podrían estar implicados.
—¿Y su familia ya está aquí? ¿No les han hecho pruebas de compatibilidad? —le urgió Sakura.
—Ella se niega a proporcionar el número de algún familiar…—respondió.
—¿Por qué? —preguntó extrañada la castaña, el de anteojos solo movió la cabeza de un lado al otro.
—Es obvio que no es muy buena tomando decisiones…—comentó él, sin hacer el menor esfuerzo por disimular el tono de enojo en su voz.
—Shaoran… —comenzó a reprenderlo su novia.
—No me importa lo que piensen… ella fue estúpida y ahora está pagando. —se defendió molesto. —No sé cómo es que los dos pueden sentir tanta compasión por ella… sobre todo tu Sakura.
—Shaoran… no estamos seguros de que ella tuviera algo que ver con mi accidente. —le recordó, él sin embargo prefirió ignorar el comentario, no había nada que nadie pudiera decirle que lo hiciera cambiar de opinión. —Quisiera verla antes de ir a casa…
—No. —respondió al instante, supo por la mirada de Sakura que sus palabras salieron con mucha más rudeza de la que había querido. —No quiero que estés cerca de ella… o mejor dicho no la quiero a ella cerca de ti.
Sakura debió pensar que era mejor no pelear, ya que guardó silencio y buscó su mano para unirla con la suya, él en respuesta le dio un ligero apretón, dándole a entender que no era ella con quien se sentía irritado.
—¿Y tú Sakurita? —preguntó Eriol observándola fijamente. —¿Ya has podido recordar algo?
El semblante de la esmeralda de oscureció un poco, suspiró y negó.
La policía también había hablado con ella acerca del accidente, para ver si podía recordar algo, pero hasta el momento, su Sakura no había podido recordar algo que pudiera ayudarlos a identificar al sospechoso, o mejor dicho a comprobar que todo había sido obra de Kaho.
Nuevamente le dio un apretón a su delicada mano, atrayendo su atención, cuando ella fijó su mirada en la él, le sonrió como solo a ella le sonreía.
Tranquila amor… tarde o temprano la verdad saldrá a la luz.
Sábado 13 de Junio de 2013 19:43
Sakura
¡AGH!
Ya estaba harta de rodar en la cama, no era capaz de encontrar una posición cómoda que la ayudara a olvidarse de su actual estado de aislamiento. Su espalda le dolía luego de horas y horas de estar acostada, por enésima vez consideró levantarse… pero ¿para hacer qué?
Arabella había llevado a Abi a sus lecciones de ballet, ella ya había recorrido el departamento incontables veces en el día, había limpiado y ordenado cada cosa fuera de lugar, avanzó bastante con el libro que estaba leyendo, cambió los canales en su pantalla plana tratando de encontrar algún programa que consiguiera mantener su mente ocupada… pero nada, nada conseguía quitar de su mente el hecho de que por el momento ella era completamente inútil.
Estaba a tres días de terminar con su reposo obligatorio y acudir nuevamente al consultorio para que todos los doctores que llevaban su caso (a petición de Shaoran) volvieran a hacerle estudios para dictaminar cual sería el siguiente paso a dar. Ella rogaba por que pudiera volver a trabajar, con ciertas limitantes claro, era perfectamente consciente de su estado y de lo que pasaría si no tenía cuidado, dudaba que alguien más tuviera tanto miedo de que su bebé decidiera salirse de su cuerpo antes de tiempo, pero de verdad necesitaba salir de ese departamento, distraerse, sentirse útil.
Necesitaba algo que la ayudara a olvidarse de la muerte de su padre.
De su ausencia.
No… no otra vez.
Colocó sus manos sobre sus ojos y los talló con fuerza.
¡Basta Sakura!
¡No puedes llorar ahora!
Shaoran llegaría en cualquier momento… la vida del castaño ya había cambiado demasiado gracias a ella, lo que menos necesitaba era aumentar su preocupación, todavía podía recordar la desgarradora imagen del ambarino llorando, sosteniendo su mano, completamente aliviado de que ella estuviera bien. En los días que estuvo internada había platicado con sus amigos, principalmente Eriol y todos habían coincidido en que Shaoran había estado destrozado.
Así que no podía permitir que su castaño volviera a pasar por eso.
No era justo para él.
Se levantó de la cama y se encaminó al baño para lavarse la cara, a estas alturas su cuerpo ya comenzaba a recobrar su fuerza y energía de antes, el dolor físico había desaparecido por completo. Llegó al baño, abrió el grifo y llenó sus manos con el agua fría, el contacto se sintió increíblemente relajante, decidió extender esa sensación a todo su cuerpo, así que se sacó la fina bata que traía puesta y se metió en la ducha.
Eso está mejor…
El agua caliente la relajó aún más, cada gota que caía sobre ella y se deslizaba por todo su cuerpo hasta perderse por la coladera se llevaba consigo sus preocupaciones.
Si… esto es lo que necesitaba.
Tomó un poco de champú y lo distribuyó por todo su largo cabello, masajeando su piel cabelluda, pronto el perfume del jabón, la sensación de la espuma bajando por su cuerpo y el vapor de la ducha se habían apropiado de sus sentidos. Nada podría haber arruinado ese ambiente tan armónico a su alrededor.
Hasta que sus manos se encontraron con las cicatrices de la cirugía…
Fue un sentimiento difícil de explicar.
Como el inicio de un ataque de pánico.
Su cuerpo empezó a temblar, sus rodillas cedieron llevándola hasta el piso, pronto sus lágrimas se mezclaron con las gotas de agua tibia que seguían cayendo sobre ella, su cerebro volvió a sumergirse en la tristeza. Pronto las imágenes de su madre días antes de que muriera aparecieron en su mente, el funeral, su padre llorando mientras le daba su último adiós al amor de su vida…
Entonces vio a su padre jugando con Abi en el auto… riendo… lo vio desabrochándose su cinturón de seguridad para poder alcanzar el monito de su pequeña que se encontraba debajo de su asiento… lo siguiente fue una camioneta negra acelerando… embistiéndolos… gritos… cristal rompiéndose… y luego nada…
Se sostuvo con fuerza la cabeza, segura de que en cualquier momento le explotaría.
¿Qué había sido eso?
Aumentó la presión de sus manos en su cabeza… pero era inútil, no podía recordar nada más, así como tampoco podía sacar de su mente esos recuerdos.
Los últimos momentos de su padre.
Recorrió sus cicatrices con lentitud, completamente ajena a todo lo demás.
Esas cicatrices… las llevaría por el resto de su vida.
La muerte de su padre quedaría marcada en su cuerpo por siempre.
La intensidad de su llanto aumentó, se abrazó a sí misma, impotente por no ser capaz de recordar otra cosa… un rostro… una voz… algún distintivo que fuera útil en la captura de sus agresores.
Pero no… ninguna otra imagen llegó a su cabeza.
Tal vez era su mente jugando con ella, pero podía jurar que la temperatura del agua había disminuido dramáticamente, su cuerpo temblaba descontroladamente, aun así Sakura no lograba reunir la voluntad suficiente para incorporarse o tan si quiera para cerrar el paso del agua.
Así que permaneció ahí… por varios minutos… tal vez horas…
Tiempo suficiente para dar rienda suelta a su imaginación, de la forma más depresiva posible.
Seguía pensando en sus horribles cicatrices, en su reflejo en el espejo esa misma mañana… ya no se parecía en nada a la Sakura de unos meses atrás… gracias al descanso y la modificación en su dieta, había perdido algunos kilos, su brazo derecho, ya sin el cabestrillo se veía ligeramente más flacucho que el izquierdo debido a los días de inmovilidad, sus ojos enmarcados por un terrible par de ojeras, su tez pálida…
—¡Sakura! — escuchó que gritaban a lo lejos.
Shaoran dejaría de encontrarla atractiva…
Al final él también la dejaría sola.
—¡Sakura! ¿Qué pasó? — unas manos la sacudían, luego de haber permanecido por tanto tiempo perdida en su mente, tardó en identificar al dueño de esa voz y de las manos que la sujetaban.
—Sha…Shaoran. — le dijo con voz quebradiza.
—Amor… ¿Qué pasó? ¿Te caíste? — le preguntó preocupado, lo vio cerrar la llave del agua, buscar por una toalla en el gabinete junto a la puerta. —Sujétate de mí cuello.
Pasó uno de sus fuertes brazos debajo de sus piernas, mientras que el otro le sirvió de apoyo a su espalda casi sin ningún esfuerzo la levantó y la sacó del cuarto de baño, avanzó a grandes zancadas a través del cuarto hasta llegar a la cama en donde la depositó con gran delicadeza.
Enseguida comenzó a secarla con la toalla y en el camino la revisaba minuciosamente, para asegurarse que no tuviera ninguna herida, la esmeralda permaneció estática, analizando cada movimiento del castaño, tratando de divisar alguna señal de desagrado o molestia hacia su cuerpo sobre todo cuando sus manos llegaron al límite entre su vientre y su pecho, la zona ahora marcada de su anatomía…
—No tienes que hacerlo… —le dijo cubriéndose con la toalla segundos antes de que su mano rozara las líneas rojizas. —Son horrendas.
—¿De qué hablas? —le preguntó desconcertado, Sakura en respuesta cerró sus puños alrededor de la toalla, Shaoran siguió sus acciones con la mirada antes de comprender. —Oh… Amor… mírame… Sakura mírame. —insistió, al final el ambarino le alzó el mentón, obligándola a verlo. —¿Piensas que voy a dejar de amarte por un par de cicatrices? —le cuestionó en voz baja, manteniendo el contacto visual entre ambos.
La esmeralda se resistía a hablar, sin embargo las silenciosas lágrimas que bajaron por sus mejillas respondieron su pregunta.
—Tu cuerpo me vuelve loco… amo cada centímetro tuyo… —le confesó. — pero lo que más amo de ti es tu forma de ser… me fascina tu espíritu alegre, tu corazón tan generoso, tu mente brillante, me encanta que seas capaz de leer mi mente en la forma que lo haces todos los días… amo tu valor y tu fortaleza… Toda tú me encantas, con o sin cicatrices. — le dijo al mismo tiempo que acercaba su rostro al de ella, esbozando una sonrisa. —Sakura… podría salirte otra cabeza y un montón de tentáculos y mi amor por ti no disminuiría ni un poco…
Ese último comentario se le hiso tan ridículo que logró arrancarle una sonrisa, pero apenas y tuvo tiempo de plasmarla en su rostro cuando Shaoran unió sus labios en un roce delicado y gentil, sintió que su cuerpo volvía a ganar calor, que las nubes de su mente se esfumaban tan súbitamente como habían llegado, la opresión que había sentido en su pecho se transformó en emoción.
¿Cómo había podido pensar que Shaoran la dejaría sola?
Tan maravillada estaba con la forma en que ese tímido beso la había sacado de su lapso de depresión, que no se percató en que momento, la toalla que hasta hace unos segundos le había dado cobijo, había ido a parar al suelo, dejándola desnuda.
El castaño poco a poco fue recostándose encima de ella, sus manos se pusieron en marcha delineando y rozando cada curva en su camino.
Dios… ¿Cuánto tiempo tenían desde que habían hecho el amor?
Semanas…
En un instante el peso de esos días de preocupación y cuidados se esfumó de sus mentes, esta era la oportunidad perfecta para sustituir los malos recuerdos, los miedos y las angustias, por la prueba más contundente que tenían para decirse el uno al otro lo mucho que se habían extrañado, para asegurarle a la persona frente a ellos que todo iba a estar bien, que sin importar los obstáculos ellos seguirían ahí.
Shaoran liberó sus labios para delinear su contorno con la lengua, provocándole un estremecimiento al imaginarse ese mismo roce en otras partes de su cuerpo, ansiosa por más condujo sus manos al borde de sus pantalones, sintió al castaño sonreír contra su cuello, lamiendo y mordiendo todo a su paso, sin embargo en cuanto ella logró bajarle los pantalones fue su turno de sonreír.
Cerró su mano alrededor del miembro de su Shaoran con delicadeza, su premio fue un gruñido contra su pecho…
—Sakura… todavía no es seguro…—le susurró Shaoran en el oído, con gran dificultad, al igual que ella, no tenia deseos de detenerse.
El castaño seguía entre sus piernas, aun dejando besos en su cuello, aspirando su aroma, provocando que la piel se le pusiera de gallina…
Shaoran tenía razón…
Aun no sabían si era seguro, para el bebé.
Dios… estos últimos tres días iban a ser una tortura.
—A no ser que vayas a terminar lo que empezaste… será mejor que te detengas. —le dijo liberándolo de su agarre pesarosa, el ambarino gruñó frustrado, pero al final le dio un último beso, lo vio ir hasta el closet y desaparecer detrás de las puertas por unos minutos, cuando regresó solo traía los pantalones de pijama, su rostro y su pecho chorreaban agua… fría suponía ella, traía consigo uno de sus camisones, ella lo tomó, se cubrió con la prenda y volvió a recostarse, apoyando su cabeza en el pecho desnudo de su castaño.
En esa posición podía escuchar a la perfección los latidos de su corazón, era un sonido relajante, que en otro momento la habría ayudado a dormir, sin embargo los músculos de Shaoran le daban a entender que él quería preguntarle por el incidente de la ducha, pero no sabía cómo hacerlo sin que ella volviera a deprimirse.
No le entusiasmaba para nada hablar de sus pesares, ya que significaba revivir esos oscuros momentos que ella tanto trataba de dejar atrás, pero estaba segura que cuando Shaoran encontrara la forma de preguntarle y ella le contestara que no le pasaba nada, que ella iba a estar bien… no le creería.
Y la verdad es que no lo culparía… ¿Cómo podría creerle a alguien que se pasa la mitad del tiempo fingiendo sonrisas y la otra mitad llorando cuando él no está?
Shaoran no era estúpido… él sabía que ella no estaba bien, que la muerte de su padre, su incapacidad y el constante temor de perder el bebé la abrumaban demasiado… aun así se guardaba sus comentarios y le daba su espacio… aunque luego de verla así, tendrían que hablar de la situación.
—Creo… creo que recordé algo…—le dijo insegura.
—¿Del accidente? ¿Estas segura? —preguntó al instante, enderezándose un poco para verla. —¿Viste quien lo hizo?
Ella negó.
—Solo… vi… Abi y mi padre… iban jugando con el peluche que él le dio. —le contó en voz queda, apoyándose más en su pecho, obligándolo a recostarse de nuevo. —Yo estaba viendo al lado contrario… cuando regresé mi mirada hacia ellos… pude ver un auto… una camioneta negra… y después nada.
—¿No viste quien conducía la camioneta? —preguntó alarmado.
Ella volvió a negar.
—Traté de recordar algo más… pero no pude. —le informó triste.
—… por es no llevaba puesto el cinturón de seguridad…—dedujo el castaño. —Estaba… ayudando a Abi…
Ella permaneció en silencio, incapaz de seguir hablando de esa última imagen…
Hubiera preferido dar por terminada la conversación, pero Shaoran merecía saber todo lo que le pasaba…
—Lo extraño…—dijo quedamente. —No sé cómo explicarlo… sé que te tengo a ti, a Abi, Eriol, Tomoyo y los demás, pero…
—Te sientes vacía. —terminó por ella. —Si… entiendo el sentimiento.
—¿Cómo hiciste para que dejara de doler? ¿Cómo hiciste para ignorar el vacío? —le preguntó desesperada.
Silencio.
Shaoran se aferró a su cintura, dejó salir un suspiro, dándole a entender, que no quería responder a esa pregunta…
—… el vacío… el dolor… jamás se irán. —le confesó abatido. — sin embargo se aprende a vivir con él…
—Pero yo no quiero vivir con esos sentimientos…—le dijo abrumada por la opresión en su pecho, silenciosas lágrimas bajaban por sus mejillas.
Se aferró más al pecho de Shaoran, sollozando, sintió que sus musculosos brazos se cerraban alrededor de ella protectoramente, intentando protegerla del dolor.
—Sé que va a sonar terrible… pero creo que es mejor así amor. —le dijo luego de bastante tiempo.
Inmediatamente ella sintió un ataque de rabia.
¿Cómo era posible que Shaoran pensara eso?
¿Qué su padre estaba mejor muerto que a su lado?
—¿Qué diablos estas diciendo? —exigió ofendida.
Intentó alejarse de su cuerpo, pero él la sujetó firmemente contra él.
—Escúchame…—le pidió mirándola directamente a los ojos. —La noche que lo conocí, habló de cómo conoció a tu madre, de lo mucho que la amó… cuando relató la muerte de tu madre su semblante cambió por completo, lo vi más cansado, triste e incluso desdichado… creo… creo que él se sentía desdichado sin ella, sin embargo se obligó a seguir viviendo por ti.
La esmeralda escuchó cada palabra con atención, sintiendo como el nudo en su garganta se apretaba dolorosamente.
—A lo que me refiero es que… con la muerte de su amada una parte de él también murió. —le explicó. —Su amor por ti lo ayudó a seguir viviendo lo suficiente para asegurarse de que a su partida tu estarías bien…
El tono aterciopelado que usaba el castaño la ayudaba a comprender lo que decía, pronto su mente se remontó al último año… la constante insistencia de su padre para que ella buscara a alguien que la hiciera feliz, que sentara cabeza…
Fue entonces que recordó la mirada de su padre el día que la visitó, el mismo día que ella y Shaoran habían discutido, justo antes de rechazar la oferta que le habían hecho para que pasara la noche en el departamento, su mirada color miel la había visto con orgullo y amor, ella había estado tan distraída esa noche que lo pasó por alto…
Esa noche su padre se había marchado del departamento de ambos con la certeza de que pasara lo que pasara con él a partir de ese momento… ella estaría bien… estaría en buenas manos.
—Casi haberte perdido esa noche me hizo comprenderlo…—le dijo Shaoran limpiando sus lágrimas con sus pulgares. —Porque eso es exactamente lo que me habría pasado a mi si esa noche tu hubieras… si esa noche yo te hubiera perdido… yo habría muerto contigo… aunque mi cuerpo se quedara en este lugar, mi razón de ser se habría marchado contigo… y supongo que lo poco que quedara de mí se aseguraría que Abi tuviera todo lo necesario para tener un futuro feliz… y luego sin pensármelo dos veces… me reuniría contigo…
Aun con lágrimas en sus gemas verdes esbozó una sonrisa, tomó con sus manos el apuesto rostro del ambarino y lo acercó al suyo hasta que sus labios se encontraron. Seguramente fue uno de los besos menos apasionados que jamás se hubieran dado, aun así significó mucho para ambos.
—Te amo. —le dijo una vez que el contacto entre ambos finalizara. —Te prometo que no me iré a ningún lado sin ti.
Shaoran le besó la mejilla, minutos después ella se acomodó entre sus brazos, rindiéndose a los brazos de Morfeo.
.
.
.
Estaba enfrente de su jardín de niños, ella tenía cuatro años, su cabello estaba recogido en dos pequeñas coletas ocultas por el gorro de su uniforme.
El miedo y el nerviosismo hacían que sus estomago se llenara de mariposas revoltosas, sus manitas estaban aferradas fuertemente a las correas de la mochila que llevaba en la espalda, mientras que su mirada seguía fija en sus zapatos escolares.
—¿Asustada? —le preguntó una dulce voz, la pequeña alzó su mirada para encontrarse con una hermosa mujer de tez blanca, melena azabache y ojos del color de las esmeraldas, como siempre su madre le sonreía cariñosamente.
Sakura asintió levemente, sintiendo que sus ojos se comenzaban a llenar de lágrimas.
—Es normal que lo estés… a decir verdad yo también estoy un poco asustada. —le confesó aun sonriente, la niña la observó asombrada pues no pensó que detrás de la expresión tan serena de su madre, hubiera siquiera una pizca de miedo. — Tampoco es fácil para mi… pero sé que estarás bien… y esperaré impaciente a que regreses para que me cuentes todas tus aventuras.
—¿De verdad? —preguntó limpiando sus ojos antes de que sus lágrimas se escaparan.
—Claro… los dos lo haremos. —respondió su padre colocándose al lado de su madre. —Y si en algún momento te sientes sola o triste, recuerda… mamá y yo estamos aquí. —le dijo apuntando a su corazón. —Te amamos hija.
—Yo también los amo. —contestó.
La pequeña Sakura sonrió ampliamente, sus padres se agacharon para darle un abrazo y un beso a su hija, la castaña corrió hacia la entrada de su escuela, sin embargo antes de desaparecer completamente de vista, se giró para despedirse con la mano de sus padres, quienes permanecían detrás de las rejas, pero que también alzaban sus manos para decirle adiós.
—¡Adiós! —gritó la niña una última vez antes de seguir adelante.
Lunes 22 de Junio de 2013 2:43 am
Shaoran
—Súbanlo a cuidados intensivos y estén pendientes, a cualquier cambio quiero que me llamen de inmediato. —le indicaba a los internos.
Estaba terminando de revisar a los pacientes de piso que quedaban a su cuidado, la mayoría parecía estar en buenas condiciones, o como mínimo se mantenían estables. No tenía deseos de bajar a la sala de urgencias, además el hecho de que nadie lo hubiera llamado de ahí, le decía que o no había ningún paciente que necesitara una consulta de cardiología o que todo ahí estaba bajo control, la que fuera, le permitía quedarse en su piso, tranquilo.
Movió su cuello de un lado a otro para aliviar un poco del cansancio acumulado.
Ya que no había mucha actividad en el hospital, tal vez debería tratar de dormir un poco, así que en lugar de dirigirse a su oficina como originalmente había planeado se fue derechito al ascensor, al ingresar vio que dentro estaba Lilith recargada contra una de las paredes, cargando en brazos un montón de papeles… y completamente dormida.
¿Debía dejarla dormir?
¿Debería despertarla?
Optó por la segunda opción, de manera que tan gentil como le fue posible, sacudió su hombro, los ojos de la interna se abrieron de par en par llenos de susto, los papeles que antes habían estado en sus manos se precipitaron al suelo del elevador, en cuanto la muchacha fue consciente de donde estaba se apresuró a recogerlos.
—Doctor Li… lo lamento. —se disculpaba al mismo tiempo que trataba de ponerlos en orden.
—No te preocupes… debes estar exhausta, ginecología no es un departamento fácil. —le tranquilizó.
La sorpresa se adueñó de sus ojos azules, y bueno, la verdad era que casi siempre que estaba en el servicio de Shaoran o más bien en su presencia, él la reprendía por algo, debía de parecerle extraño que no estuviera regañándola por andar holgazaneando en el ascensor. Luego de eso, ambos quedaron sumidos en un silencio incómodo, el castaño no sabía de qué podía hablar con ella, Sakura era la persona indicada para este tipo de situaciones… no él.
—Y… ¿Cómo se encuentra la Doctora Kinomoto? —preguntó incomoda la chica.
—Bien… ella está mucho mejor… gracias. —respondió cruzándose de brazos.
—¿Se reintegrará pronto? —lo cuestionó, el ambarino pudo detectar algo de miedo mezclado con curiosidad en su voz.
—Ammmm… si, esta semana. —contestó, su respuesta pareció decepcionar a Lilith. — ¿Algún problema? —le preguntó con más rudeza de la que había planeado ya que la interna se sobresaltó.
—No… no… es genial… que bien. —tartamudeó rápidamente, sin embargo Shaoran seguía percibiendo la decepción en su rostro.
¿Qué era todo eso?
Creía que todos los internos amaban e idolatraban a su novia.
¿Entonces porque se comportaba de ese modo?
Como anunciando la respuesta, el castaño escuchó el sonido del ascensor indicando que habían llegado al departamento de Ginecología, la interna se aseguró de que llevara todos los papeles antes de comenzar su huida.
—Hey… los hombres… somos algo lentos para darnos cuenta… de bueno… ya sabes…—le dijo con torpeza, se sentía ridículo al dar este tipo de consejos, pero pensó que si de esa forma podía hacer que el molesto interno dejara en paz a su novia… entonces valía la pena. —Keffer… bueno puede que necesite que tú tomes las riendas del asunto…
Lilith no dijo nada, ni siquiera agradeció el consejo tan burdo que acababa de darle, de todas formas Shaoran estaba seguro de que la chica había entendido, ya que mientras se alejaba podía ver el color escarlata resaltando en la punta de sus orejas.
Las puertas volvieron a cerrarse, él permaneció recargado en la pared, tratando de olvidar la incomodidad de la situación, en algún momento cerró sus ojos y a pesar de que escuchó el abrir y cerrar de las puertas, no los abrió.
—Buenos días solecito…—escuchó la molesta voz de Eriol. —Veo que estas teniendo una guardia muy productiva ¿verdad?
—¿Qué rayos haces aquí? —le preguntó molesto. —Que yo sepa hoy no te toca guardia.
—Pues no, pero siendo una persona tan amable y gentil…. Acepté cubrir a uno de mis colegas esta noche. —le explicó, sonriendo burlón por su expresión. —Así que heme aquí… compañero de guardia.
El rodó los ojos, resignado.
—¿Y a dónde vas? —preguntó el ojiazul.
—A dormir… no hay mucho movimiento esta noche. —respondió.
—Perfecto, yo también voy para allá…—le dijo fingiendo demasiada emoción, buscando como siempre, hacerlo enojar. —Todo parece indicar que los pacientes han decidido darnos la noche libre.
Cuando por fin llegaron al piso administrativo, ambos doctores bajaron y caminaron por el pasillo, Shaoran estaba a punto de abrir la habitación más alejada de todas, cuando Eriol se adelantó y abrió una de las habitaciones de la cual provenía demasiado ruido para contener doctores durmiendo en ella.
—¡Uy! Parece que aquí está la fiesta. —exclamó su amigo de anteojos ingresando en el cuarto. —¡Vamos Shaoran!
Sabiendo que seguramente se arrepentiría, siguió los pasos del neurólogo, al entrar se encontró con sus demás amigos, acostados perezosamente en las literas del hospital. Cerró la puerta detrás de él y, resignado se fue derechito a una de las camas vacías.
Difícilmente lograría conciliar el sueño con sus escandalosos amigos ahí.
—Y díganme mis distinguidos amigos ¿Qué hacen todos ustedes aquí? —habló Eriol quien había escalado a la cama arriba de la suya.
—Pues yo tengo que mantener vigilado a un paciente post cirugía… Romeo aquí parece haber cambiado sus guardias para que coincidan con las de Rika… —comenzó a contarles Ansel, no perdiendo la oportunidad de burlarse de su amigo. —Lástima que está en cirugía, así que no le quedó de otra que venir con nosotros… y pues Yamazaki no sé... aquí estaba cuando llegamos.
Siendo honestos Shaoran ni siquiera se había percatado de la presencia del cirujano plástico, lo cual era extremo extraño porque Yamazaki era el tipo de persona que sin importar que tanto te esfuerces… no puedes ignorarlo, ya sea haciendo bromas o riendo estruendosamente, uno siempre reparaba en su presencia.
Sin embargo en esos momentos… Shaoran parecía el alma de la fiesta en comparación a él.
El aludido permaneció en silencio por unos segundos, mirando distraídamente el techo, soltó un suspiró y explicó burdamente.
—Necesitábamos leche… así que salí por leche… y terminé aquí. —dijo tratando de sonar convincente, aunque claro, los demás doctores alcanzaron a comprender que había algo turbio detrás de esa respuesta tan extraña.
Tal vez si ellos tuvieran más estrógeno en ellos… lo habrían cuestionado por el secreto que ocultaban sus palabras… pero ellos eran hombres… ellos no hacían eso.
De manera que todos quedaron sumidos en un silencio sepulcral, indecisos sobre si debían adoptar una actitud seria o tratar de animarlo mediante bromas.
—Eleonor… ella… ella da buena leche. —comentó Terada, tratando de apoyar a su amigo... de la manera más ridícula posible.
El efecto fue inmediato… todos estallaron en carcajadas, sin siquiera saber qué era tan gracioso, incluso Yamazaki rio.
Mientras más trataba el castaño de pensar que es lo que le daba tanta risa, menos podía controlarse y por la pinta de sus amigos, ellos estaban igual.
Las carcajadas duraron varios minutos antes de que el ambiente volviera a quedar en silencio, sin embargo este silencio no fue tan incómodo como el anterior.
—¿Y qué tal se encuentra Sakura? —preguntó Terada.
—Mejor… aunque creo que volver a trabajar le dará el último empujón que necesita para volver a ser ella misma. —declaró el castaño. —Mientras que a mí, por otro lado, me va a poner los nervios de punta todos los días…
—Va a estar bien… manteniendo su mente ocupada. —lo tranquilizó Keane.
—¿Y qué ha pasado con el caso de Abi? —preguntó el ojiazul asomando su cabeza.
—Sigue igual… tiene que ser oficial para que podamos iniciar con el papeleo. —respondió tranquilo.
—Ok… ¿Y cuándo piensas proponérselo a Sakura? —preguntó Yamazaki menos tenso, pero claramente aun no listo para contarles sus problemas.
Así que les seguía la corriente a los otros centrando la atención en él.
Buena jugada.
Tragó con bastante dificultad…
Aunque sabía que nadie podía verlo con claridad, se sonrojó furiosamente.
Había olvidado por completo su propuesta de matrimonio.
—Pues pronto… supongo—respondió quedito.
—¿Pronto? ¿Supones? ¡En serio que eres lento! —exclamo Eriol. —Shaoran… Sakura casi se muere… literalmente… ¡Esta embarazada! ¡De tu hijo!... ¡¿Dios que más tiene que hacer para que le pongas un puto anillo en el dedo?!
Su primer impulso fue decirle que era un imbécil, es decir…
¿En qué jodido momento se lo habría tenido que pedir?
¿Cuándo estaba inconsciente?
¿Luego de darle la noticia sobre la muerte de su padre?
¿Cuándo le dijo que estaba embarazada?
…
Bueno puede que ese último momento… solo que con la emoción del momento… lo había olvidado.
—No es que no quiera… es solo que… bueno pues han pasado muchas cosas. —se defendió.
—Si pero ya pasaron… ¿Tan siquiera ya sabes cómo lo vas a hacer? —insistió el neurólogo fastidiado.
—Pues…—balbuceó.
—No tiene idea. —se burló Yamazaki.
—Estas perdido hombre. — le dijo Ansel.
—Bueno haber expertos ¿Y ustedes como lo harían? —preguntó indignado. —Ilumínenme.
Y así, se hiso el silencio.
Casi podía ver sus rostros de perplejidad.
El silencio se estaba prolongando demasiado, él ya estaba a punto de burlarse de sus amigos y echarles en cara que efectivamente, proponerle matrimonio a alguien, no era un trabajo fácil, hasta que, por obvias razones, Eriol y Yamazaki fueron los primeros en dar su opinión.
—Pues veras… yo llevé a uno de los mejores restaurantes en todo Londres… justo después de que termináramos nuestra deliciosa y costosa cena le pedí que cerrara los ojos, llamé silenciosamente al mesero que me proporcionó un ramo de rosas y una bolsa…—relató animado el ojiazul. —Con cada rosa que le daba le iba dando un obsequio… ya saben… un perfume… un collar, un labial… todas cosas que ella quería… Sakura fue mi fuente de información y mi primer ayudante… bueno al final con la última rosa iba el anillo. —concluyó orgulloso.
—¿Esa fue idea tuya? —lo cuestionó Terada, sonando ligeramente impresionado.
—…Si…—respondió inseguro.
—Fue idea de Sakura ¿verdad? —se burló el castaño.
—¡No importa de quien fue la idea! ¡Tomoyo dijo que si y punto! —gritó exasperado. —Además yo pagué todo…
—Ajá que bueno… ¿Tu como lo hiciste Yamazaki? —preguntó Shaoran, ignorando a Eriol.
—Bueno… no es secreto que disfruto de distorsionar un poco la realidad. —comenzó a contarles. —y también encuentro cierto placer en realizar bromas inocentes…
—¿Hablas de que eres un mitómano? —se mofó Keane. —¿O un payaso burlón?
—Silencio, si no vas a proporcionar comentarios relevantes cállate. —dijo al instante. —Como les decía, ese día era nuestro aniversario, así que para aumentar la emoción fingí olvidar que día era, llegamos al hospital y ese día me encargué de que tanto ella como yo tuviéramos el día repleto de cirugías…—empezó su relato. —Aun así ella encontraba tiempo para pasar a verme, podía ver en su rostro que ella deseaba que yo fuera el primero en hablar del tema, pero no lo hice, seguí actuando como si nada, para el final del día Chiharu estaba bastante decaída, no sabía si se pondría a llorar o si comenzaría a golpearme. —seguía contándoles Yamazaki, aunque el castaño no podía verlo sabía que su amigo sonreía ante los recuerdos. —Aun así continúe con mi plan, la llevé hasta su departamento, una vez ahí le pregunté si tenía algo para cenar, ella se sonrojó y me dijo que no… concluí que obviamente había estado esperando que la llevara a algún restaurante para festejar…
—Eres despreciable ¿lo sabes? —apuntó Terada desde algún punto de la habitación.
—¡ENTONCES!... le dije que esperara un poco, esa mañana había pasado a una pastelería por un par de cupcakes, fui al auto, saqué la caja con cuidado para no aplastarlos y volví con ella… solo que antes de que siquiera pudiera hacer contacto visual con ella un plato de porcelana pasó rozándome… — recordaba divertido. — como era de esperarse estaba hecha una fiera… más platos le siguieron a ese, mientras los lanzaba me gritaba lo estúpido que era, insensible, mal novio y terrible persona… no tengo idea de cómo lo logré pero al final llegué hasta ella, ileso… gracias a dios se le habían acabado los proyectiles, y yo en lugar de preguntarle qué diablos le había picado, abrí la caja y le di uno de los cupcakes… ella gritó que no quería nada que viniera de mi… yo le aseguré que si… y luego de más gritos y golpes por su parte, logré persuadirla para que le diera una mordida—terminó. —y eso fue lo único que necesitó para encontrar el anillo…
Shaoran pensó que ese tipo de propuesta estaba absolutamente descartada… primero su aniversario con Sakura no estaba próximo, a eso había que agregarle que no quería ni imaginarse el rostro de la castaña lleno de tristeza, decepción o furia hacia él… sin mencionar que él podría terminar con un montón de cicatrices en caso de que su esmeralda reaccionara como su amiga.
—Así que… sigo como al principio, sin saber que carajos hacer. —les dijo el ambarino molesto. —La propuesta de Eriol fue planeada por Sakura y la de Yamazaki… suena bastante peligrosa.
—¿Por qué no simplemente se lo pones en el postre al final de la cena? —sugirió Keane en medio de un bostezo. —¿O en la copa de vino?
—Ahora sabemos por qué sigue soltero…—dijo Eriol.
—¿Qué? ¿Qué tiene de malo mi idea? —exclamó el oncólogo ofendido.
—Nada… solo que la mitad del planeta ya puso en práctica esa idea. —respondió Terada.
—Tú no puedes hablar… aun con mis ideas poco originales según ustedes, es casi seguro que me casaré antes que tú. —se defendió.
—Eso no es cierto… cualquiera de estos días… podría ser. —dijo titubeante Terada.
—Claro… después de todo solo se tardó ¿Qué? ¿Un año? ¿Dos años? Para pedirle a Rika que saliera contigo. —le recordó burlón Ansel. —Tienes razón… podemos esperar el anuncio de tu boda cualquier milenio de estos…
—Con un poco de ayuda de nuestro buen amigo el tequila—apuntó Shaoran. —Y consiguió más que una cita en la boda de Eriol…—al instante escucharon carraspear al aludido, evidentemente incómodo. —¡Oh vamos Terada!
—Te la tiraste. Punto. Relájate… estas entre amigos. —volvió a decir Keane entre bostezos.
—Que vulgar eres…—dijo quedito el internista.
—Ay disculpa… "le hiciste el amor"—exclamó enfadado. — ¿Feliz?
—¡Hey! Disculpen, pero el tema de conversación era ¡¿Cómo carajos le pido a Sakura que se case conmigo?! —les recordó Shaoran.
—Tal vez podrías pedirle ayuda a Tomoyo—le sugirió el ojiazul.
—Seguro… para que vaya y grabe cada momento… no gracias. —rechazó el castaño.
—Bueno pues… a Sakura le gustan las cosas fuera de lo ordinario…—le dijo el neurólogo.
—Es colorida. —agregó Terada.
—Alegre y enérgica. —continuo Ansel.
—Contigo es bastante romanticona…—apuntó Yamazaki. —Podrías…
—No no no… ¡ya sé! —gritó Eriol desde la cama encima de la suya. —Podemos salir todos bailando y luego sales tú y le das el anillo…
—¿Y por diablos vamos a bailar? —preguntó Yamazaki ya adormilado.
—Es por eso que Sakura planeó tu propuesta… apestas dando ideas—dijo riendo Terada.
Shaoran rodó los ojos y dejó salir un suspiro de frustración.
—Son una bola de inútiles…—exclamó.
—¡Pues jódete entonces! —le dijo Ansel. —Yo ya me voy a dormir…
—Si… ya a dormir todos… —dijo Yamazaki más dormido que despierto.
Todos coincidieron en que era hora de dormir, era muy tarde, estaban de guardia, luego de un largo día de trabajo, necesitaban recobrar energías… pronto escuchó los colchones de todos amoldándose al peso de sus amigos, el cardiólogo también buscó una posición más cómoda para rendirse al sueño, sin embargo antes de que sus sentidos se perdieran, su mente aún se preguntaba…
¿Cómo debería decírselo a Sakura?
Su abuela le había dicho que era algo bastante simple… pero él no podía ver donde estaba lo fácil de esa situación.
Lo que si era cierto es que Eriol tenía razón en algo… Sakura no era como las demás mujeres que hubiera conocido, por lo tanto tenía que pensar en algo original, como había dicho su amigo de anteojos, algo fuera de lo normal.
Algo fuera de lo normal…
Algo especial.
No tenía nada.
Su mente estaba en blanco…
Tal vez era cuestión de consultarlo con la almohada.
Cerró sus ojos y rápidamente se unió al grupo de doctores durmientes.
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Lunes 22 de Junio de 2013 7:02 am
—Gracias por todo Abuela. —dijo Sakura abrazando a su ancianita en la puerta del departamento. —Te vamos a extrañar mucho.
—No hay nada que agradecer cariño… Me encantó pasar tanto tiempo con Abi. —respondió. —Solo hazme un favor… cuídate mucho. —le pidió al mismo tiempo que acariciaba su vientre.
—Lo haré. —le dijo sonriente la esmeralda.
Arabella le dedicó una mirada llena de puro y sincero cariño antes de centrar su atención en él.
—Cualquier cosa que necesiten… estoy a un vuelo de distancia. —dijo su abuela con expresión seria, en segundos volvió a su faceta de siempre. —Y no crean que tardaré mucho en regresar, pienso volver para ver cómo va creciendo mi bisnieto…
Su voz siguió resonando a lo largo del pasillo conforme caminaba en dirección al elevador, seguida de su nieto.
—Te he dicho Shaoran que yo puedo irme sola hasta el aeropuerto… no sería la primera vez… además si yo fuera ustedes regresaría a la cama… aprovechen que no hay nadie…—seguía diciendo su abuela, arrancando una carcajada de Sakura y un suspiro de resignación de su parte.
Su linda ancianita continuó parloteando, aunque ninguno de los castaños le pusiera atención, él se volteo para encarar a Sakura, ella se abrazaba así misma a causa del frio que se sentía en el pasillo.
—Será mejor que entres… hace frio y podrías enfermarte. —le dijo con ternura. —Regresaré pronto, ten cuidado cuando lleves a Abi a la escuela.
—Lo tendré, no te preocupes. —le respondió sonriente antes de darle un rápido beso.
—¡Shaoran muévete o perderé mi vuelo! —gritó Arabella desde el ascensor, él se alejó de Sakura y avanzó rápidamente hasta el ascensor.
Lunes 22 de Junio de 2013 10:33 am
Sakura
Se removió perezosamente en la cama, las sábanas estaban calientitas y suaves contra su cuerpo.
Ese era su último día libre…
Mañana regresaría al trabajo.
Uno de los placeres que más extrañaba como doctora era precisamente eso… poder dormir hasta tarde, no tenía idea de que hora era y tampoco era como si importara… no tenía nada que hacer, además Londres estaba particularmente nublado y frío, así que todo a su alrededor la invitaba a permanecer en la cama, esperando a Shaoran.
Solo entonces consideró que ya había pasado bastante tiempo desde que Shaoran había ido a dejar a su abuela al aeropuerto, ya tendría que haber regresado…
Se espabiló un poco antes de sacar su brazo de entre las cobijas para alcanzar su celular, sin embargo en ese preciso momento escuchó la puerta del departamento cerrarse y minutos después pudo ver al castaño sonriéndole desde la puerta de la habitación.
Le pareció la imagen perfecta de él, aun llevaba puesto su abrigo y una bufanda alrededor de su cuello, que solo lograban darle un aspecto más sofisticado y masculino, sus mejillas y su nariz estaban sonrosadas por el frío aire que seguro hacia fuera del departamento… eso la llevó a recordar su primera noche juntos…
Lo recordó bajando de su auto forrado de pies a cabeza por el intenso frío, incluso recordaba haberse burlado de él por su poca resistencia al clima de Londres.
¿Quién hubiera dicho que a partir de esa noche se volverían inseparables?
¿Quién hubiera dicho que esa noche los dos quedarían prendados el uno del otro por siempre?
—¿Todavía en la cama? —le dijo burlonamente.
—Estaba esperándote—le dijo devolviéndole la sonrisa. —¿Por qué tardaste tanto?
—Es que tenía que hacer unos encargos…—contestó sentándose en el borde de la cama. —Lo siento, me tomó más tiempo del que pensé.
—¿Qué clase de encargos? —preguntó curiosa enderezándose para quedar frente a frente con él.
—Luego te digo…—respondió acercándola lo suficiente para besar su cuello. —¿Qué te parece… si salimos a dar un paseo?
Los labios del castaño estaban fríos, al igual que sus manos, aun así sus hormonas comenzaron a alborotarse, imaginándose lo que pasaría después.
La castaña le quitó la bufanda para sustituirla por sus brazos, a pesar de que no le apetecía dejar la calidez de su cama, aventó las cobijas para poder posicionarse encima del castaño.
—¿No te parece una mejor idea… quedarnos aquí… hacer el amor… toda la tarde? —le ronroneó entre beso y beso.
Sintió la tensión del ambarino ante sus palabras, cosa que la sorprendió, era una invitación bastante clara… y casi parecía como si Shaoran intentara resistirse…
Casi gimió de frustración cuando la alejó delicadamente de él.
—Sakura… espera yo…—le dijo con voz enronquecida, aun poniendo cierta resistencia para que la castaña no pudiera continuar con su dulce tortura.
—Shaoran, Chiharu dijo la semana pasada que estaba bien… no hay nada malo con el bebé. —le recordó con la misma voz seductora que usaba antes de hacerle el amor. —Vamos Shaoran… tenemos varias horas antes de que Abi salga de la escuela.
—Amor… escúchame…Sakura. —por fin la esmeralda detuvo sus intentos de seducción, lo miró aun deseosa de él y confundida por su actitud. El castaño decidió aprovechar esa pequeña oportunidad para hablar. —Quiero tener una cita contigo…
—¿Una cita? —preguntó sorprendida. —¿No te parece mejor pasar a la parte después de la cita?
—No… bueno… más tarde. —respondió con dificultad. —En nuestros meses de relación no creo que hayamos tenido más de una cita… y fue en tu cumpleaños, así que en realidad no cuenta.
—Pues yo no quiero… quiero quedarme en nuestra habitación haciendo el amor hasta que tengamos que ir a recoger a Abi a la escuela. —contestó testaruda, comenzando a sentir una oleada de enojo.
—Por favor… —le suplicó apartando un mechón de cabello de su rostro. —Tengo el día planeado para los dos…
¡Ella también tenía planeado el día para ellos!
A pesar de que Shaoran usaba un tono de voz aterciopelado, ella se molestó por su resistencia.
—¡Shaoran! ¡Estoy embarazada! ¡¿Sabes lo que eso significa?! —gritó, harta de esa discusión. —¡Significa que mis hormonas me están volviendo loca!… ¡Significa que quiero que me toques, que quiero que me hagas el amor hasta que ambos caigamos desmayados! ¡¿Cuál es el maldito problema con eso?! —explotó.
Pudo ver la sorpresa en el apuesto rostro de su novio, pero aun así su enojo no disminuyó ni un poco… y ver la sonrisa de burla que se estaba apoderando del castaño solo logró provocar que la sangre le hirviera de puro coraje.
—¡¿Te parece gracioso?!—le reclamó. —¡Bien si lo que quieres es que tengamos una cita, pues vamos a tu estúpida cita! —gritó al mismo tiempo que bajaba de un salto de su regazo dirigiéndose al closet, aumentando el volumen de sus gritos conforme avanzaba. —¡Y más te vale que sea jodidamente buena!
Shaoran ni siquiera tuvo tiempo de decirle algo, cuando Sakura ya había cerrado de un portazo la puerta, aun exclamando toda clase de improperios en su contra.
Aunque sabía que su reacción era exagerada no hizo nada para serenarse, así que se duchó y vistió en tiempo record, cuando salió del closet, Shaoran seguía ahí con la misma expresión de alguien que está a punto de entrar a la jaula de un tigre.
Ella decidió ignorarlo y desviar su mirada hacia otro lado, de otra forma volvería a gritarle y con más fuerza que antes.
Cuando fue momento de elegir que zapatos debía llevarse que combinaran con el vestido color crema que llevaba puesto, volvió a sentir una oleada de enojo ya que no podía usar tacones, así que tendría que usar zapatos bajos, provocando que su figura no se viera tan estilizada como ella hubiera querido.
Cual tornado se maquilló y se arregló su cabello, descargándose con cada objeto que sostenía en su mano, una vez que hubo terminado se encaminó a la puerta sin decirle nada al castaño detrás de ella, no lo esperó para bajar en el ascensor, por lo que el cardiólogo prácticamente tuvo que lanzarse dentro del elevador para no quedarse detrás.
—Sakura…—intentó de nuevo, pero en ese momento las puertas se abrieron de par en par rebelando el estacionamiento de su edificio, ella nuevamente se adelantó hasta llegar al auto, pero antes de que pudiera abrir la puerta para entrar en el vehículo, el ambarino la alcanzó. —Hey… no te molestes… solo quiero que tengas un buen día antes de que vuelvas al trabajo… ¿sí?
—Pero yo quería estar contigo en el departamento… y tengo frío. —le dijo sintiendo como su voz se iba tornando más y más llorosa. —… y ni siquiera puedo usar mis zapatillas… y seguro piensas que estoy loca porque acabo de gritarte y ahora estoy llorando…
¡Pareces una niña berrinchuda Sakura!
—Lo lamento… ¿sí? —le dijo sosteniendo su rostro con delicadeza, limpiando sus lágrimas con sus pulgares. —No estás loca… y te ves hermosa aun sin tus zapatillas… Si quieres podemos quedarnos… no tenemos que ir si no quieres…
Lo lograste… ya arruinaste todo.
¡Ya estarás contenta!
La conmovió profundamente que en lugar de juzgarla por sus estúpidos cambios de humor, intentara comprenderla y hacerla sentir mejor… aun cuando significaba arruinar los planes que él ya había organizado para ambos…
¿Por qué tenía que ser tan perfecto?
—No… yo lo siento… estoy arruinando todo. —le dijo recobrando su temple. —Vamos, quiero ver lo que planeaste para nosotros.
La sonrisa que se dibujó en la cara de su novio fue todo lo que necesitó para subir al auto y mantener a sus desquiciadas hormonas controladas.
¡Dios nunca creyó que las embarazadas tuvieran cambios repentinos de humor!
Ahora podía asegurar que era cierto.
El camino fue largo, pero definitivamente más ameno, entre risas y miradas furtivas, pasaron por diferentes carreteras hasta que finalmente la metrópoli londinense desapareció de vista, a donde quiera que mirara solo podía ver la espesura del bosque.
—¿Vas a decirme a dónde vamos? —le preguntó sonriendo al paisaje.
—Nop. —le dijo casi de inmediato, con la mirada fija en la carretera. —Se llama sorpresa.
Ella dejó salir una suave risa y volvió a enfocar su atención en lo que los rodeaba.
—¿Sabes? Aun me preguntó cómo fue que no lo noté…—le comentó sonriente.
—¿A qué te refieres? —lo cuestionó ella sin comprender.
—El embarazo… no sé cómo es que no noté los cambios de humor…—le explicó sonriente. —Tu repentina hambre de mí… y bueno otros cambios más… ammmm… obvios…
—¿Obvios? —preguntó en medio de una carcajada, no necesitó esperar por su respuesta, lo único que tuvo que hacer fue seguir su mirada, directamente hacia sus pechos, entonces volvió a soltar una estruendosa carcajada. —¿En serio? ¿Se ven tan grandes?... Yo no siento nada diferente…
Su novio no respondió, simplemente carraspeó y volvió a enfocar su mirada en el camino. Aproximadamente unos diez minutos después Shaoran detuvo el auto, en lo que Sakura atinó a adivinar que era una mansión, en la cual debió de vivir alguien verdaderamente rico hace años, ahora alguien la había adaptado como restaurante. La arquitectura del edificio le pareció hermosa, llena de finos detalles, dejando entrever la riqueza de sus antiguos dueños, a pesar del tiempo seguía poseyendo una imagen imponente.
La esmeralda comenzó a caminar en dirección a las puertas del lugar como hipnotizada con la belleza del edificio, sin embargo Shaoran llamó su atención, él en lugar de dirigirse al restaurante estaba siguiendo una bifurcación en el camino, que iba directamente hacia la espesura del bosque. Aunque ella se moría de ganas por entrar en ese lugar tan fino y bello, la curiosidad pudo más, así que siguió los pasos del castaño.
El clima era frío, podía ver su respiración y la de su novio conforme avanzaban por el bosque, pero habiendo vivido toda su vida en Londres, ya estaba acostumbrada.
Shaoran la tomó de la mano para acercarla a él.
—¿Ya habías venido antes? —le preguntó.
Ella negó con la cabeza.
—Ni siquiera sé bien en donde estamos. —le dijo tranquilamente, viéndolo como con la mano que tenía libre se cerraba los últimos botones de su gabardina negra, tratando de guardar su calor.
—Es la mansión St. Brookfield… la encontré cuando recién vine de Liverpool a Londres. —le contó. —Me pareció un lugar bastante elegante y ammmmm… romántico, solo que en ese entonces, pues yo no estaba interesado en encontrar lugares románticos.
—Es hermoso. —coincidió ella, la parte del bosque comenzaba a acabarse, ahora el camino llevaba a un sendero perfectamente delimitado por un montón de arcos llenos de enredaderas y flores colgando sobre sus cabezas, de manera que se formaba un túnel, y según pudo ver antes adentrarse en la hermosura de ese lugar, el camino se llamaba "The First Kiss"…
—¿The First Kiss? —preguntó ella intrigada, para su asombro Shaoran se apresuró a esclarecer sus dudas, como si hubiera esperado que lo preguntara.
—Esta mansión perteneció a los Brookfield, una familia de mucho renombre, dinero y poder. —comenzó relatarle. — Mr. Brookfield era un banquero, dueño de la mayoría de las sucursales en todo Londres, así que te puedes imaginar hasta donde llegaba su riqueza. Él y su esposa concibieron a su hija Daphne, quien, de acuerdo con la historia que me contaron, era increíblemente hermosa…—continuó, había algo especial en su mirada, pero la castaña no pudo detectar lo que era. —Muchos hombres, bien parecidos y con buenos contactos la cortejaron, pero todos terminaron siendo despreciados por ella… Daphne amaba la naturaleza, pasaba la mayor parte de su tiempo en estos jardines, admirando sus flores, deseando encontrar a alguien que compartiera su misma pasión….
Shaoran esbozó una sonrisa ante su expresión de curiosidad, colocó su mano en su mejilla y prosiguió.
—Daphne al haber sido criada en ese círculo social sabía que podía casarse con quien quisiera, pero que no obtendría otra cosa que no fuera una mera imagen… para guardar las apariencias. —dijo el castaño. —No era ningún secreto para ella que la mayoría de los Lores y Ladys tenían amoríos con sirvientes, con oficiales o prostitutas locales… así que decidió que de no encontrar a alguien a quien amar y que la amara con la misma intensidad… preferiría quedarse sola.
—Que valiente de su parte… me imagino que en esa época ese tipo de decisiones no eran válidas…— exclamó Sakura.
—Tienes razón… no lo eran. —concordó su novio. — Los Brookfield estaban desesperados por encontrar alguien que su hija quisiera desposar, de manera que decidieron hacer una gran fiesta para celebrar su cumpleaños número dieciocho… toda la crema y nata de Londres estaría invitada, los Brookfield no escatimarían en gastos… todo sería perfecto.
—Me imagino que Daphne no estaba muy feliz con la fiesta. —agregó la esmeralda, tratando de meterse en los zapatos de la chica.
—Pues no, pero no había nada que ella pudiera hacer para evitarlo… así que simplemente observó cómo su madre se encargaba de arreglar cada centímetro de la casa… incluyendo este mismo jardín, de esa forma su madre creó este camino de flores…
—¿Ella le puso el nombre? —preguntó Sakura.
—No… Daphne fue quien lo hiso. —respondió su novio.
—¿No me querrás decir que la idea de la fiesta ostentosa funcionó? —le dijo escéptica.
—mmmmmm de alguna forma…—contestó con simpleza, Sakura frunció el ceño al ver que no continuaba, pero luego de un golpe en el hombro Shaoran soltó una carcajada y siguió. — Bueno bueno… Tal y como había esperado Mrs. Brookfield toda la gente influyente de Londres acudió al cumpleaños de su hija, las familias con varones de la misma edad que Daphne fueron los que llevaron los regalos más caros y finos, buscando ganarse el aprecio de la hermosa mujer… pero…
—Ella siguió firme en su decisión. —terminó la castaña por él.
—Ella se mostró cortes y educada toda la velada, deseando internamente que la fiesta terminara para que ella pudiera irse a descansar…—siguió el ambarino. — Ya entrada la noche, Daphne no pudo más y tuvo que excusarse para dar un paseo ella sola por el jardín. Como siempre el aroma de las flores, la fresca brisa contra su piel y el silencio del lugar lograron relajarla, pero su momento de paz duró poco, a lo lejos podía escuchar a su madre llamándola… dado que ella no deseaba volver, decidió esconderse en el laberinto de arbustos que colindaba con el bosque…
—¿Hay un laberinto? —preguntó Sakura asombrada, parándose de puntillas para ver detrás del castaño, en efecto pudo ver arbustos de poco más de dos metros de altura, extendiéndose por el terreno hasta fundirse con el bosque. —¿Se metió en un laberinto en mitad de la noche?
—Imagina cuanto deseaba estar sola si tomó semejante decisión. —dijo Shaoran sonriéndole. —Pues bueno como te decía, se internó en el laberinto y solamente se detuvo cuando dejó de escuchar la voz de su madre, claro que llegados a este punto Daphne no tenía idea de donde se encontraba y tampoco podía recordar las vueltas que había dado… la desesperación comenzó a asentarse en ella y justo cuando estaba a punto de gritar con la esperanza de que alguien pudiera encontrarla siguiendo el sonido de su voz, alguien salió de uno de los pasillos al lado de ella… era un muchacho alto pelirrojo, ojos azules y tez blanca, quien, contrario a ella vestía humildemente. —le describió. —Ambos estaban sorprendidos de encontrarse con alguien más en aquel lugar, sobre todo a alguien tan ajeno a sus respectivos círculos sociales…
—Déjame adivinar… ¿se enamoraron? —lo interrumpió la esmeralda, adelantándose a la narración del cardiólogo.
—Estas arruinando mi historia. —le reclamó el castaño antes de continuar. —Como te decía, los dos estaban sorprendidos, más bien petrificados, Daphne porque no sabía que esperar del extraño, así como podía ser uno de sus trabajadores, el muchacho bien podría ser un vagabundo, un ladrón o un asesino… mientras que el misterioso chico seguía conmocionado por la belleza de la mujer frente a él… probablemente pasaron varios segundos o minutos antes de que alguno de los dos pudiera decir algo… el muchacho se presentó como el hijo del jardinero, logrando que Daphne soltara un suspiro de alivio. — prosiguió. —Así que sin más preámbulos, el muchacho se ofreció para acompañarla hasta la salida del laberinto, tuvieron tiempo suficiente para hablar y conocerse…—el cardiólogo captó la mirada esmeralda que le decía "Se enamoraron ¿verdad?", el rodó los ojos antes de suspirar y decirle. —Si Sakura… se enamoraron, a partir de esa noche, quedaron de verse todas las noches en el laberinto, ahí hablaban y hablaban por horas, hasta que era hora de regresar, entonces él la acompañaba hasta este mismo punto, donde se hacían la promesa de volver a la siguiente noche…
Sakura notó que la mirada ambarina de él se conectaba con la suya, como si no quisiera perderse ninguna de sus reacciones, como si quisiera descifrar las emociones que estaba sintiendo… a pesar de que la luz no era intensa, casi se derritió al observar los matices dorados de la mirada de su novio, ese día sus ojos tenían un brillo nuevo y radiante, que ella solo recordaba haber visto en él en contadas ocasiones…
Cuando le dijo por primera vez que lo amaba.
Y cuando el castaño le dijo que estaba embarazada.
Tan pérdida en su mirada estaba que por poco se pierde el resto de la historia.
—Sus encuentros duraron meses, meses que los dos disfrutaron al máximo… pero no todo fue miel sobre hojuelas… su madre comenzó a sentir la presión social de sus amistadas más cercanas, al ver que sus hijas comenzaban a desposarse y Daphne no…—dijo Shaoran, acercándose más y más a ella. —Por un tiempo Mrs. Brookfield pensó que su hija por fin había elegido a alguien, pues no le pasó desapercibido el cambio en ella, pero al no obtener ningún nombre ni ver que alguien se presentara ante ella y su esposo para pedir la mano de su pequeña, desechó la idea… al final cuando su paciencia se quebró… arregló el matrimonio de Daphne. —informó el ambarino. —Está de más decir lo mucho que le afectó esta noticia a Daphne… se sentía tan miserable que dejo de asistir a sus reuniones nocturnas, solo permanecía en su habitación… llorando por el futuro que le esperaba…
Una ligera ventisca se desató a su alrededor, pero ninguno de los dos le prestó demasiada atención, sus miradas seguían fijas la una en la otra, la esmeralda esperando que Shaoran continuara, mientras que la ambarina de él se deleitaba con la profundidad de las gemas frente a él.
—… semanas después de la triste noticia, cuando su nana la ayudaba a vestirse, Daphne encontró una nota dentro de su vestido, era de él, ella no lograba entender como había hecho para dejarla en ese lugar… fue en ese momento que su mirada se posó por una milésima de segundo en el rostro de su nana, quien simplemente le guiñó un ojo y salió del cuarto. —no sabía en qué momento se habían acercado tanto, pero ahora podía sentir la respiración de Shaoran en su rostro y estaba segura que él podía sentir su respiración entrecortada a la perfección.
¿A dónde quería llegar Shaoran con esto?
Estaba disfrutando de la historia… pero no alcanzaba a entender porque Shaoran se la contaba con tanta pasión… parecía bastante cautivado.
—En la nota él le rogaba que lo encontrara en el mismo lugar de siempre esa noche… ella pensó en no ir, pero necesitaba verlo, aunque fuera una última vez antes de perderlo para siempre, así que esa noche, cuando todos dormían, Daphne se las arregló para escabullirse hasta el centro del laberinto… como todas las noches ahí estaba él, sentado en la fuente que había justo en el corazón del laberinto, esperándola… —prosiguió. —ella se arrojó a sus brazos y lloró hasta que no pudo más, él se limitó a sostenerla firmemente y cuando por fin Daphne fue capaz de controlarse el muchacho sostuvo su rostro con delicadeza y le ofreció la vida que ambos tanto anhelaban… le propuso que esa misma noche se fugaran, que huyeran lejos de todas aquellas personas que nunca dejarían que ellos estuvieran juntos.
El tiempo que su novio tardó para recobrar el aliento, lo utilizó para devolver un mechón de su cabello a su lugar, detrás de su oreja.
—Daphne creyó que había perdido la razón, su familia era suficientemente poderosa para poder encontrarlos en cualquier parte de Londres, la duda en sus ojos era tan grande que no le pasó desapercibida, él reconoció que sería difícil, que a donde fuera que huyeran él no podría brindarle las mismas comodidades con las que ella contaba, que probablemente pasarían días, semanas o meses de hambre. —relató él. — ella tendría que decirle adiós a los finos vestidos y a la costosa joyería que estaba acostumbrada a portar… y por supuesto tendría que despedirse para siempre de su familia… pero le aseguró que si ella aceptaba, si ella decidía huir con él, él la amaría para toda la vida…
"Tan sinceras fueron sus palabras, que ella no necesitó más… asintió, él la tomó de la mano y comenzaron a correr dentro del laberinto, pues si querían evitar que alguien los detuviera tenían que darse prisa, corrieron por varios minutos, hasta que por fin salieron hacia este mismo camino, este túnel lleno de flores que su madre había mandado a construir con la esperanza de que ahí su hija pudiera encontrar al amor de su vida… Al recordar esto Daphne aminoró el paso e hizo que su acompañante hiciera lo mismo… A pesar de sus múltiples encuentros, ellos nunca se habían besado, sus encuentros consistían en tomarse de las manos, en fugaces besos en la mano o mejilla…
Viendo el lugar a su alrededor la hija de los Brookfield, pensó en lo mucho que iba a extrañar a su familia, aunque ellos no pudieran entenderla sabía que sus padres la amaban, sabía que su ausencia les dolería profundamente, pero por otro lado ella no podía quedarse en ese lugar… no si quería ser feliz.
Así que aunque su madre nunca se enterara, cumpliría con el propósito de ese lugar, se acercó tímidamente hasta el muchacho y se fundió con él en un beso que representaba más que amor, ese beso significaba dejar atrás todo lo que tenía, para iniciar una nueva vida." —terminó.
—pero… si Daphne huyó con el hijo del jardinero… ¿Cómo es posible que sepa su historia? —preguntó ella tratando de aparentar calma, aun cuando su corazón latía con fuerza ante la proximidad de Shaoran.
—Pues veras… ella desapareció para su familia… pero mantuvo el contacto con su nana, solo para asegurarle que estaba bien…—respondió. —Nunca rebeló su paradero, pero con cada carta le contaba a su nana todo lo que acontecía en su vida… y en una de esas cartas le relató la historia de este camino de coloridas flores…
Sakura consideró un milagro haber sido capaz de prestar atención a toda la historia, sobre todo cuando tener a Shaoran tan cerca representaba una distracción inmensa. Ninguno de los dos se movió de su lugar, parecía que ni siquiera se atrevían a respirar… Shaoran la había embelesado… la había relatado con tanta intensidad en su mirada, con un suave y profundo susurrar…
¿Había algún mensaje oculto para ella en aquella historia?
Ellos no necesitaban huir de nadie…
No había oposición por parte de sus familias.
No había nada que se interpusiera entre ellos…
—… ¿vas a besarme? —preguntó nerviosa y algo abrumada por la cercanía del hombre.
—…no…—le respondió con simple susurro. —Hubiera sido un lugar perfecto para nuestro primer beso como pareja… sin embargo en nuestro caso el escenario fue el pasillo que lleva a los laboratorios del hospital…
—Bastante romántico…—ironizó ella, aun consternada con la poca disponibilidad que él mostraba a callarla con un beso.
Tal como él acababa de decir, ese lugar era perfecto para un beso…
Entonces… ¿por qué diablos no la besaba?
—Nuestro primer beso fue por un impulso, en mi caso como resultado de bueno… mis celos. —reconoció el cardiólogo. —En tu caso fue resultado del enojo que te hacía sentir con mi actitud.
—¿Y eso es malo? —cuestionó ella.
—No… en ese entonces ninguno de los dos se imaginaba que terminaríamos aquí. —apuntó Shaoran delineando el rostro de su novia con uno de sus dedos, enviándole ligeras descargas en todo el cuerpo. —Pero me hubiera gustado besarte por primera vez bajo otras circunstancias… sobretodo porque desde que te conocí… en lo único en lo que podía pensar era en ¿cómo sería el sabor de tus besos?, ¿cómo sería sentir tu aliento mezclado con el mío?…
¡Al diablo! ¿Y que si él no la besaba a ella?
¡Siempre podía besarlo a él!
Sus brazos se estiraron para atraparlo en ellos, pero sus brazos se encontraron con nada más que aire…
Shaoran había descendido, ahora una de sus rodillas tocaba el suelo y una de sus manos rebuscaba algo en el bolsillo de su abrigo…
¿Qué…?
En cámara lenta su mano fue saliendo del interior de su abrigo, pero sostenía algo… algo que ella no podía reconocer desde su posición… parecía ser demasiado pequeño para ser su teléfono y más grande que las llaves del auto… ni siquiera podía preguntarle con la mirada, ya que la mirada ambarina estaba fija en lo que fuera que tenía en su mano.
Fue hasta ese momento que todo en su mente hizo click…
Sintió un deseo tan grande de estampar la palma de su mano en su propia frente…
Pero no tuvo tiempo.
Ahora podía ver con toda claridad el pequeño objeto en la mano del castaño, era una cajita forrada de terciopelo negro. Con un ligero temblor en las manos su novio se las arregló para abrirla y revelarle su contenido… dentro había un precioso anillo de oro blanco, coronado con una inmensa esmeralda rodeada por una hilera de pequeños diamantes que solo lograban aumentar el brillo que llegaba a gema verde…
La castaña sintió un zoológico entero en su estómago, las piernas comenzaron a temblar incontrolablemente y sus ojos se llenaron de lágrimas…
¿Shaoran estaba a punto de…?
—Sakura… sé que cuando nos conocimos… ambos le aseguramos al otro que no queríamos saber nada sobre el matrimonio…—comenzó a decirle. — pero cada día que paso contigo, cada vez que te miro o te toco… me doy cuenta que no hay forma en que pueda seguir existiendo sin ti a mi lado… te has vuelto vital para mi… y necesito… quiero… que seas mi esposa… tal como en la historia, te ofrezco un nuevo comienzo… otro capítulo… ¿Te casarías conmigo?
Este era por más el momento más feliz de su vida…
Claro que hubiera sido perfecto si su cerebro no se hubiera desconectado, provocando que permaneciera ahí de pie como una idiota, con Shaoran hincado frente a ella, sosteniendo ese hermoso anillo… esperando una respuesta.
¡Vamos Sakura!
¡Reacciona!
¡Habla!
¡Haz algo!
—…Si…—logró formular, gracias al cielo poco a poco sus neuronas fueron reaccionando. —¡Por dios Shaoran! ¡Claro que sí!
Y lo siguiente que supo es que estaba sobre Shaoran llenándolo de besos completamente cegada por la felicidad. Los fuertes brazos del castaño la recibieron gustosos, la caja con el anillo aterrizó a unos metros de donde estaban ellos, pero a ninguno le importó, lo importante era que ella había dicho que si…
Lo importante era que a partir de ese día era un nuevo inicio para ellos.
Un nuevo capítulo en su vida.
…
—Puede que no pueda darte todas las riquezas del mundo… pero yo también puedo garantizarte que te amaré por el resto de mis días. —le prometió Shaoran recargando su frente con la suya.
—Eso es todo lo que necesito. —le dijo eliminando la distancia entre ellos.
El beso se sintió más intenso, aunque no era ni la mitad de apasionado en comparación a los que estaban acostumbrados… aun así fue perfecto… fue una tierna caricia, en la que ambos dejaron una marca en el otro.
Dejar ir los labios del otro fue una lenta tortura, pero al final se separaron, solo para examinar con cuidado la mirada del otro…
The First Kiss…
—¿Nuestro primer beso como prometidos? —preguntó ella luego de un largo rato lleno de besos, risas y tiernas caricias.
—Si… —respondió él debajo de ella. —Planeaba pedírtelo desde hace mucho… pero bueno… no fue posible.
—Así que… ¿vamos a casarnos?…—preguntó ella irradiando felicidad.
—Vamos a casarnos. —respondió, ambos se enderezaron sacudiéndose la tierra y ramas de sus abrigos, vio al castaño localizar el anillo aun dentro de la caja, la recogió y caminó nuevamente hasta ella. —Solo para hacerlo oficial. —le sonrió tomando su mano con delicadeza, deslizó el anillo en su dedo con gran facilidad. Sakura no tuvo tiempo de admirarlo, lo siguiente que supo es que sus labios estaban contra los de Shaoran, sentía con cada una de sus caricias el amor tan grande que sentía hacia ella, la esmeralda tomó el rostro de su amado entre sus manos, buscando atraerlo más hacia ella, mientras que él ya había enrollado sus brazos posesivamente alrededor de su cintura, para ellos el tiempo se había detenido pero una nueva ventisca los devolvió a la realidad.
Seguramente por la emoción del momento ninguno había notado el frío que ahora podía sentirse, las copas de los árboles se movían en la dirección en la que soplaba el viento, el cielo se encontraba lleno de nubes que amenazaban con dejar caer una fuerte lluvia sobre ellos…
—Será mejor que entremos…—le dijo el castaño dirigiendo su mirada al restaurante que antes habían pasado.
Ella deseaba quedarse con él ahí más tiempo, pero no podría correr el riesgo de enfermarse, de forma que accedió.
Caminaron tomados de la mano, cerca el uno del otro para mantener al frío aplacado, dejando detrás de ellos el pasado… listos para empezar una nueva etapa de su vida.
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—Mira ahí esta…—le dijo Shaoran señalando a Abi dentro de su salón de clases, su pequeña en esos momentos usaba un leotardo color rosa con un tutú y zapatillas de ballet a juego. —Iré por sus cosas. —le dijo abriéndose paso hasta los pequeños casilleros que usaban los niños.
Luego de la propuesta de Shaoran, ambos habían disfrutado de una deliciosa comida, y un último paseo por los jardines una vez que los ventarrones hubieran pasado, después ambos emprendieron el viaje de vuelta a Londres, a donde arribaron justo a tiempo para recoger a Abi de sus lecciones de ballet.
Sakura no había tenido la oportunidad de verla en sus clases debido a su delicada condición, Arabella había quedado como la encargada de llevar a su pequeña a sus clases, las cuales a su parecer seguían siendo una tortura innecesaria para los pies de Abi… pero luego de la insistencia de Shaoran y la misma niña, muy a su pesar… había tenido que acceder…
Y justo en estos momentos se alegraba de haberlo hecho…
Abi corría y saltaba tratando de aterrizar con gracia en el suelo de madera, al igual que las demás niñas, la conmovió la forma en que lo intentaba con todas sus ganas, pero más que nada le encantó ver que con cada movimiento que hacía, Abi sonreía ampliamente.
—… mira ese es el padre de Abigail…—llegó hasta sus oídos el cuchicheo de las madres de las demás niñas.
—…te dije que era guapísimo… me parece que es padre soltero… y es doctor… nunca he visto que venga acompañado de alguien…—decía otra. —a excepción de la abuela de la niña.
Le fue inevitable rodar los ojos con enojo y la molestó aún más tener que desviar su mirada de su pequeña para buscar a su prometido…
Ahí estaba, guapo como siempre, enfundado en su fino abrigo, que le quedaba a la perfección, su cabello desordenado le daba un aire rebelde y casual que lo hacía ver aún más apuesto, el único pero que le encontraba en esos momentos… era el sequito de mujeres que lo rodeaban, algunas, seguramente las más descaradas, incluso tenían sus manos alrededor de sus brazos…
Ella se cruzó de brazos molesta con el montón de mujeres y con su prometido por ser tan educado e incapaz de hacerlas retroceder, sin embargo cuando su mirada se encontró con la del cardiólogo, tuvo que reprimir una carcajada, pues con la mirada le pedía a gritos que lo rescatara.
Desabrochó su abrigo para dejar a la vista el pequeño abultamiento de su vientre, aun no era muy notorio, pero si eso no dejaba en claro el mensaje, la sortija que Shaoran acababa de darle, bastaría.
Se irguió cuan alta era y caminó con toda la seguridad que poseía hacia ellas, el impacto hubiera sido mayor de haber tenido sus zapatillas pero aun así siguió adelante.
—¿Por qué tardas tanto amor? —preguntó fingiendo no ver a la multitud de mujeres, aunque tuvo que empujar a algunas fuera de su camino, una vez que estuvo frente a frente con SU Shaoran, colocó sus manos a ambos lados del rostro del castaño y lo besó fugazmente en los labios, tomó su mano y la llevó hasta su vientre. —Nos estábamos preocupando.
Casi pudo jurar que algunas lloriquearon, mientras que otras le dedicaron miradas muy poco amables, que ella recibió gustosa. Pronto cada una fue regresando a ocuparse de sus propios asuntos… lejos de su hombre.
¡Qué bien se sintió eso!
—Te dije que el ballet es algo entre madre e hija… cualquier padre en esta área… bueno… corre el riesgo de ser víctima de violación…—declaró Sakura aun divertida por la manera en que la miraban las demás mujeres, Shaoran por otro lado no podía esconder su alivio. — Muchas son madres solteras…
—¡Mamá!¡Papá! ¡Vinieron! —gritó la pequeña a lo lejos aun intentando descender cuanto pudiera sobre sus puntas.
Los castaños le devolvieron el saludo con la mano, sonrientes, mientras que las madres seguían mirándolos con cara de pocos amigos.
La clase no tardó en concluir, pronto las niñas corrieron para encontrarse con sus madres, Abi llegó girando y saltando hasta ellos, Shaoran casi sin ningún esfuerzo la recogió del suelo y sostuvo firmemente entre sus brazos, mientras se colgaba en el hombro la mochila con las cosas de su pequeña…
Podía entender con toda claridad el interés de esas madres…
La imagen frente a ella… era simplemente perfecta.
—¡La maestra dice que soy muy buena! —les informó emocionada la niña. —Dice que pronto habrá un recital…
—¡Lo haces muy bien! —exclamó ella, dándole un beso en la mejilla.
—Entonces… ¿puedo seguir viniendo? —preguntó esperanzada Abigail.
La esmeralda soltó un bufido.
¿Cómo diablos iba a decirle que no cuando tenía a su preciosa niña y a su Shaoran viéndola con esas miradas tan llenas de emoción?
—… ¡Agh! Está bien… —accedió finalmente.
No pudo evitar reír luego de ver a Shaoran y Abi gritar triunfantes, chocando sus manos.
—Bueno bueno, ¿listos para ir a casa? —preguntó la esmeralda luego de verlos festejar por un rato.
Los dos asintieron, se despidieron de la maestra de Abi al cruzar la puerta, en el pasillo ya se podía sentir el cambio de clima, así que el ambarino sacó de la mochila de la niña un pequeño abrigo, bufanda y guantes para ponérselos.
No es que ella no hubiera hecho lo mismo, pero la divirtió sobremanera ver la preocupación de Shaoran con la pequeña… sobre todo si se trataba de frío, el único problema era que Abigail se parecía un poco más a ella en ese aspecto… no era friolenta.
Aun así el cardiólogo logró convencerla para enfundarse en esas prendas, pero…
—…Quiero helado... —dijo Abi desde los brazos de Shaoran a medida que se aproximaban al auto.
—Está haciendo mucho frío… mejor otro día. —apuntó Sakura sonriendo por la expresión del castaño.
—… ¿uno chiquito?... —insistió la pequeña.
—Creo que mamá tiene razón… no queremos que te enfermes…—la apoyó Shaoran, cerrando con la mano que tenía libre el abrigo de su hija.
Abi se cruzó de brazos, ligeramente indignada.
—Podemos hornear galletas llegando a casa…—sugirió Sakura.
—Con chispas de chocolate por favor…—pidió el castaño abriendo las puertas del auto para que subiera ella, mientras él colocaba a Abi en el asiento de atrás y le ponía el cinturón.
—No quiero galletas. —dijo firme la pequeña castaña. —Quiero un helado.
—¡Ya sé! —exclamó Sakura. —¿Te parece que lleguemos a hornear un pastel?
—… ¿Pastel?…—repitió su hija olvidando su postura de testarudez.
—Quizá… tú podrías decorarlo—le sugirió.
—¡Quiero hacer un pastel! —gritó Abi emocionada.
—¿Puede ser de chocolate? —preguntó Shaoran poniendo el auto en marcha.
—Yo quiero de fresas…—replicó Abi. —O de caramelo… ¿se puede hacer pastel de helado?
Ambos rieron ante su imaginación.
—Bien… si vamos a hacer un pastel… tendremos que pasar a la tienda. —apuntó Sakura.
Shaoran asintió desviándose de su ruta, hacia un supermercado, mientras desde el asiento de atrás Abi seguía sugiriendo nuevos ingredientes para su pastel.
—Podríamos ponerle gomitas… bombones… lunetas…—seguía enlistando. —¡Y chispas de chocolate para papá!
Y creía que a mí me gustaban los dulces…
Varios minutos después salían del supermercado, Abi de su mano, mientras que Shaoran guardaba las bolsas con víveres en la cajuela del auto, al mismo tiempo que hablaba con su insistente abuela, quien al parecer había llegado sana y salva a Liverpool.
—… no abuela… lo lamento… —respondía sujetando el aparato entre su hombro y su oído terminando de guardar sus compras. —… dijo que si… ¡abuela no era tan simple!… si abuela… lo tendré en cuenta… lo prometo… hablo en serio… está bien… adiós…—dijo tocando la pantalla del aparato y dejando salir un suspiro.
—¿Estaba molesta por algo? —preguntó Sakura, aunque ya sabía la respuesta.
—Creo que fue un error contarle sobre mi propuesta…—le dijo resignado. —Casi al instante comenzó a gritar que por qué no lo hice antes… cuando ella estaba aquí… y bueno… te puedes imaginar el resto.
Su respuesta fue sonreírle en señal de apoyo, aunque por dentro moría de risa al imaginarse a la ancianita en su casa en Liverpool gritando a todo pulmón por su mala suerte, de haber permanecido un día más en Londres, se habría divertido de lo lindo festejando su compromiso…
Seguramente Shaoran pensó que sería mejor hacerlo sin ella cerca para torturarlo.
—¡Un gatito! —gritó su hija apuntando a unos botes de basura cerca de donde se encontraban.
Su mirada esmeralda se ubicó en el punto señalado y en efecto vio a un gatito tan pequeño que bien podrían caber en la palma de su mano, era color arena, nariz color de rosa y ojos color ámbar… estaba sucio y por la forma en que se le marcaban las costillas, parecía que estaba desnutrido.
Sintió una opresión en el pecho, que se intensificó al escuchar los ligeros maullidos del animal, estaba segura que si se quedaba ahí, moriría.
—…hora de irnos. —les informó Shaoran.
—…tiene hambre…—dijo Abi en voz queda. —¿Podemos darle algo de comer?
—No, si lo alimentamos entonces querrá seguirnos. —le contestó su padre. —Y no hay espacio en el departamento para él.
—Pero es chiquito…—insistió la castañita. —puede dormir conmigo…
—Por supuesto que no. —dijo Shaoran.
—…¿Mamá?... — se dirigió a ella luego de ver que no conseguiría convencer al castaño.
Ella lo consideró un rato…
Por un lado Shaoran tenía razón, el departamento no era el lugar más indicado para el gato, era obvio que no estaba entrenado, estaba sucio, tendrían que vacunarlo y desparasitarlo, para asegurarse que no fuera un riesgo ni para Abi ni para ella en su actual estado…
Pero por otro lado… ¡Era tan lindo!
Y necesitaba ayuda.
Así que llevando a Abigail de la mano, se fueron acercando, hasta los contenedores de basura… como era tan pequeño su instinto aun no le decía que huyera y que no se dejara atrapar, de manera que la esmeralda lo tomó con su mano libre y lo llevó a su pecho.
—Sakura suelta eso… —gritó Shaoran a un lado del auto.
—¿Nos lo podemos quedar? —pidió Abi esbozando su mejor sonrisa.
—No. —repitió el ambarino necio. —Es un animal sucio… además causan alergias e infecciones… y arañan.
—Lo llevaremos al veterinario… y nosotros lo entrenaremos. —le dijo ella jugando con el animal. —Así no nos dará ningún problema.
—Sakura…—empezó el cardiólogo. —… estas embarazada, sería un riesgo innecesario…
—No será un riesgo si lo llevamos al veterinario como te digo…—debatió ella.
—¡Por favor! ¡Yo lo quiero! ¡Prometo que lo cuidaré mucho! —exclamaba la niña en su atuendo de ballet. —¡Papá por favor! ¿Si? ¿Si? ¿Si?
—No, no y…—respondió, sin embargo antes de que pudiera continuar, el castaño pareció recordar algo de golpe, pues se quedó pensativo un rato, luego su mirada se llenó de molestia, hasta que al final suspiro y movió la cabeza afirmativamente.
Los gritos de Abi llenaron el estacionamiento, aun con el gato en brazos, caminaron hasta el auto.
—Tendremos que hacer otra parada entonces. —apuntó ella, obteniendo como respuesta de su novio un gruñido de molestia.
—Lo llamaré minino… ¡No! Se llamará chispita… —decía Abi conforme Shaoran avanzaba por las calles. —corazoncito… pizza… kero… kero… me gusta kero.
—Me parece un buen nombre. —concordó ella.
—¿Te gusta tu nombre kero? —le preguntó Abi al gatito, que ahora caminaba en el asiento de atrás junto a ella, como si le respondiera, soltó un maullido más fuerte que los demás y comenzó a frotar su cabeza sobre sus piernitas. —¡Creo que si le gusta!
—Supongo que también cuenta…—dijo para sí mismo Shaoran al volante, aun mirando con algo de disgusto al animalito.
—¿A qué te refieres? —le preguntó curiosa.
—A nada… por cierto… tendremos que comprar otro auto. —le informó, ella lo miró extrañada, pues no entendía de que iba eso.
¿Todo por el gato?
22 de junio de 2013 22:12 pm
Shaoran
A pesar de la emoción de Abi en el auto por hornear su pastel y por la llegada de Kero, el tráfico, el clima y la espera en el veterinario jugaron en su contra, provocando que se quedara dormida de camino a casa, al final él tuvo que llevarla en brazos hasta su habitación, en donde durmió por dos horas… en compañía del animalejo ese… (Ahora limpio, vacunado y alimentado), claro que cuando despertó y recordó la propuesta de Sakura… no hubo poder humano que pudiera sacárselo de la cabeza.
Esa era la explicación del estado actual de la cocina, había dulces por todos lados, un montón de trastes sucios, cascaras de huevo, harina regada, así como pequeñas huellitas en el suelo que guiaban hasta su dueño, en esos momentos el gato jugaba con una bola de estambre que Sakura le había dado horas antes, a pesar de que Abi nuevamente había caído rendida, el bicho ese parecía aun con energía para atormentarlos…
—Sakura… creo que soy alérgico a ese animal.
—No eres alérgico a Kero… solo dale unos días y terminaras amándolo— le aseguró su mujer.
Lo dudo.
—Bueno… mis vacaciones oficialmente han terminado. —dijo alegre Sakura desde la cocina. —No puedo esperar a volver al hospital… y no como paciente.
—Debes de ser la única persona en todo el mundo que quiera que sus vacaciones terminen. —apuntó el divertido, olvidándose del animal, que entre giros y saltos entró al cuarto de Abigail arrastrando su bola de estambre.
—No fueron vacaciones de placer Shaoran. —le recordó su esmeralda, comenzando a colocar algunos de los trastes sucios en el fregadero, como ya era su costumbre, observó cada uno de sus movimientos detenidamente.
Era increíble como en menos de una semana su semblante hubiera cambiado tanto, definitivamente escuchar que tanto ella como él bebé estaban bien en la última consulta, había mejorado las cosas.
Las heridas de Sakura, ahora no eran más que simples recuerdos, todos sus estudios habían salido bien, sin datos de alarma, sin secuelas… todo está perfectamente, y su bebé seguía el ejemplo de su madre, según lo que les explicaba Chiharu, estaba creciendo adecuadamente, sus latidos eran normales, no pudo encontrar algo anormal en el ultrasonido (mismo que Shaoran pidió realizar tres veces… solo para estar seguros) y como cereza en el pastel, Sakura no había tenido sangrados de ningún tipo en esos días, lo cual significaba que su embarazo se estaba desarrollando con normalidad…
Y bueno, tal vez fuera porque amaba con locura a esa castaña, pero él podía jurar que con cada día que pasaba su esmeralda iba adquiriendo una especie de brillo en su mirada, su rostro, su cabello que solo lograban aumentar su belleza, y bueno en su caso… alborotar sus hormonas.
¡JA!
¡Y ella creía que él no sabía lo que se siente ser presa de las hormonas!
Continuo con su escrutinio, recorrió con su mirada ambarina sus largas piernas, ella aún estaba usando el vestido color crema que se había puesto para su cita, así que podía ver el borde de la suave tela moviéndose al mismo tiempo que ella lo hacía, acariciando sus muslos, se detuvo un poco al llegar a sus caderas y su trasero, decidió que por su bien, era mejor mirar hacia otra parte de su anatomía… llegó a su vientre, fue entonces que sonrió con una mezcla de orgullo y amor, era mínimo, pero Shaoran podía notar un pequeño abultamiento, a diferencia de antes que estaba completamente plano… su inspección siguió con el pecho de Sakura, lo cual volvió a despertar pensamientos lujuriosos en el hombre…
¡Dios!
Aún seguía recriminándose su falta de atención.
¡¿Cómo pudo no haber notado el cambio de tamaño?!
Más aun cuando sus manos difícilmente se abstenían de tocarlos.
—Deberías ir a dormir… debes estar muerto. —le dijo sacándolo de sus pensamientos.
En parte tenía razón, la noche pasada había estado de guardia, pero dentro de lo que cabe había sido tranquila, y sumándole los eventos del día, se sentía bastante lleno de energía y felicidad.
—A decir verdad no me siento para nada cansado. —respondió acercándose a ella. —De hecho… creo que podríamos regresar a tu plan original de esta mañana…
Sus brazos se enroscaron posesivamente alrededor de su cintura, arrancándole una risa suave y armoniosa, como siempre que sus cuerpos entraban en contacto, se amoldaron a la perfección el uno con el otro, Sakura se dejó abrazar por él, descansó su cabeza en su hombro, disfrutando del contacto.
—Ahora si quieres hacerme caso—le dijo burlona. —¿Qué te hace pensar que aun quiero que me hagas el amor?
Fue su turno de soltar una carcajada.
—Déjame ver… primero está el hecho de nunca te has resistido a mis encantos…—empezó a enumerarle al mismo tiempo que besaba el lóbulo de su oreja. —segundo… tus locas hormonas… hacen que me desees aún más… tercero… te pedí matrimonio esta tarde… cuarto… vas a ser mi esposa… y quinto… me amas.
Sakura se giró para quedar frente a frente con él, con solo una rápida mirada pudo ver que sus palabras habían tenido el efecto deseado sobre su mujer…
—Cierto…—y sin más aviso la esmeralda atrapó sus labios en un beso hambriento, lleno de toda la pasión y deseo que habían tenido que dejar de lado por semanas…
¡Dios!
Sus caricias, luego de tantos días de constante preocupación se sentían como un delicioso elixir, tan incitantes, tan dulces pero al mismo tiempo osadas…
Se sentía como un trago de agua luego de no beber nada por días…
Se sentía como una brisa de aire fresco luego de un día muy caluroso…
Y él quería más.
Necesitaba más.
La elevó hasta sentarla en el desayunador, en el acto varias cosas que antes sirvieron en la elaboración del pastel cayeron al suelo, pero a ninguno le importó.
El ambarino sintió como poco a poco todo su autocontrol se iba muy lejos…
Separó las piernas de la castaña y la aproximó tanto como pudo a él, el contacto entre ellos hizo que Sakura gimiera de placer contra su boca, no tenía la paciencia suficiente para deshacerse del vestido, así que solo lo subió por encima de la cadera de ella, con su otra mano tiró hacia abajo del borde superior de la tela que cubría sus pechos, estos aparecieron completamente desnudos a su vista…
Sus perfectos senos los hipnotizaron… ver su piel ligeramente más clara, coronada por un par de botones rosados, ya erguidos ante él… le hizo agua la boca.
No se lo pensó dos veces y se abalanzó sobre ellos…
Inmediatamente escuchó un grito proveniente de la garganta de la esmeralda, el cuerpo debajo del suyo comenzó a temblar incontrolablemente, parecía que con cada caricia que le brindaba a Sakura la excitaba más allá de su propio límite.
Benditas hormonas.
La mano extendida de la esmeralda le recordó que ella no era la única excitada en esa cocina… ahora podía sentir con claridad la mano de su amada recorriendo su abdomen, primero con las yemas de sus dedos, después con las uñas, haciendo que a él también se le escaparan gemidos de placer… sobre todo cuando el borde de sus pantalones dejó de ser un obstáculo para ella, su delicada mano se adueñó de su ya erecto miembro, lo sorprendió que a pesar de su grado de excitación, Sakura fuera capaz de ocuparse de él…
Poco a poco sintió que el ardor en su interior crecía más y más, pronto besar los senos de la castaña ya no fue suficiente, necesitaba más de ella… liberó su miembro del firme agarre de la mujer para poder descender al tesoro que más ansiaba probar.
Las pequeñas bragas de Sakura estaban completamente húmedas… el castaño se preguntó ¿Por cuánto tiempo habrán permanecido así… ¿desde la mañana?
El instinto animal que tenía a flor de piel lo guio a arrancarle la ropa interior de un solo jalón…
—…Shaoran…—gimió Sakura separando más sus piernas, en una clara invitación a continuar con lo que había iniciado.
Se relamió los labios antes de iniciar un camino de mordidas en la parte interna de su muslo, sintió un vacío en la boca del estómago de solo imaginarse el sabor que tendría su Sakura… lentamente se fue acercando al interior de los húmedos pétalos ante él y cuando por fin su lengua llegó a su destino y probó el delicioso néctar de la esmeralda… entonces estuvo seguro que estaba en el paraíso.
Sakura dejó salir un grito entrecortado, que de no haber estado tan excitados los habría alarmado, pues era casi seguro que si Abi despertaba, los oiría… pero en esos momentos, su mente estaba ocupada con otros asuntos… de manera que se aferró al trasero de Sakura y comenzó a probar sus jugos con desesperación…
La castaña gemía y de repente gritaba cosas ininteligibles para él, pero no es como si necesitara que le dijera que hacer… la insistente mano de Sakura fuertemente aferrada a sus cabellos, presionando hacia abajo, le dejaba más que claro que quería más, que no se detuviera…
Sus manos abandonaron sus caderas y treparon todo el camino hasta encontrarse con los sensibles montículos de ella, los masajeó lentamente para después pellizcar sus pezones…
El orgasmo de Sakura llenó el apartamento, sorprendiéndolos a ambos por la intensidad con la que llegó, pero no tuvo demasiado tiempo para pensar en ello, la explosión de su mujer en su boca, era más de lo que él hubiera podido desear… su sabor era exquisito y él no podía creer que no hubiera experimentado eso antes…
Con un último roce de su lengua se irguió para admirar la imagen frente a él.
Sakura ahora estaba acostada en el desayunador, su rostro mostraba que ella aun trataba de reponerse de su clímax tan abrupto, sus ojos firmemente cerrados, sus mejillas estaban completamente encendidas, sus labios entreabiertos para permitir el paso del aire, su cuerpo cubierto por una fina capa de sudor y sus pechos enrojecidos por sus caricias subían y bajaban rápidamente….
Cuando finalmente sus parpados rebelaron sus esmeraldas, lo fascinó encontrar una tonalidad más oscura cubriéndolos…
Su excitación no había disminuido ni un poco… ni siquiera luego de semejante final.
Lentamente volvió a sentarse frente a él, sus miradas parecían clavadas la una en la otra, la castaña rozó con sus dedos, los fuertes brazos del ambarino, causando que su piel se erizara… lo hizo con una calma tan desquiciante que nuevamente sintió ganas de abalanzarse sobre ella, pero antes de que pudiera hacerlo, Sakura alcanzó su cuello, ahí se acabaron las caricias suaves y lentas, tiró de él con fuerza hasta estampar sus labios con los suyos.
Sakura probó su propio sabor pues su boca aún seguía llena de la tibia humedad de su éxtasis, sus lenguas se unieron a las caricias, ambos recorrían la boca del otro ansiosos por llenarse de lo que por varios días habían tenido que restringirse…
Las manos de la castaña abandonaron su cuello y recorrieron su pecho hasta llegar a su abdomen, donde su novia se tomó su tiempo para delinear cada uno de sus músculos…
¿En qué momento le había quitado su playera?
Las caricias llegaron hasta su entrepierna y posteriormente hasta su miembro, completamente erguido y henchido, preparado para adentrarse en ella, debió pensar que lo más justo era darle a él un trato semejante al que él acababa de darle, pues los movimientos de sus manos, no hacían otra cosa que excitarlo más…
Y bueno… él se dejó acariciar, de la forma que Sakura creyera mejor para él…
Aun besándolo, Sakura lo guio hasta su entrada, introduciéndolo lentamente…
Al principio la respiración de los dos se entrecortó…
No gimieron…
No emitieron ruido alguno…
Volver a sentirse de esa forma el uno al otro, los tomó por sorpresa…
Al final, cuando fueron capaces de hacer algún sonido, este fue más como un suspiro de alivio.
Era como si volvieran a reencontrarse.
Él dejó caer un poco de su peso sobre ella, obligándola a recargarse más en el desayunador, sostuvo una de sus piernas hasta llevarla a la altura de uno de sus costados, recorriéndola en el proceso.
—Shaoran… —lo llamaba entre gemidos.
Suavemente comenzó a moverse dentro de ella, sintiendo su calidez envolverlo con cada embestida. Hacerle el amor lentamente era en parte una dulce tortura y por otro lado era una mezcla nueva de maravillosas sensaciones… normalmente estaba tan desesperado por poseerla que siempre terminada adentrándose en ella sin ningún control sobre sí mismo… esta vez, debía recordar que tenía que ser más cuidadoso, lo que menos quería era lastimarla…
Y sorpresivamente, la sensación no le era para nada desagradable.
Fijó su atención en el delicado rostro de Sakura debajo de él, ella parecía encontrarse en la misma situación que él, lo veía con los ojos entreabiertos, esbozando una tenue sonrisa cada tanto, a momentos su expresión se volvía de puro placer y la veía entreabrir sus labios para dejar salir los gemidos que tanto lo deleitaban.
Entonces encontró su mano izquierda, la que ahora portaba el anillo que había elegido para ella, el anillo que la marcaba como suya, el anillo que servía de prueba para todos que ella sería su esposa…
Entrelazó sus dedos con los de ella, admiró la unión de sus manos… le pareció perfecto… ella estaba destinada a estar con él, y él con ella.
Su fuerza empezó a flaquear luego de unos minutos, su instinto salvaje poco a poco iba regresando a él, exigiéndole terminar de una vez por todas con esto… apretó la mano de su amada para tener más apoyo…
Pero era inútil, podía ver en su rostro que el hambre de ella también iba en aumento…
Debía tener cuidado…
Aumentó el ritmo de sus embestidas sintiendo el sudor recorriendo su espalda, la tensión del cuerpo de Sakura fue evidente, las sonrisas se acabaron, lo movimientos de sus caderas se volvieron más insistentes y hambrientos…
—…amor…—le dijo jadeante, reuniendo todas sus fuerzas para controlarse, la vio abrir sus esmeraldas y sonreírle con la mirada.
Las manos de su novia dejaron de aferrarse a sus brazos, se colocaron a ambos lados de su rostro para atraerlo más a ella, el contacto entre sus labios fue apenas un roce.
—…no nos harás daño…—le dijo contra sus labios.
Le dio la confianza que necesitaba para sujetarla fuertemente de la cintura y terminar de una vez por todas con las suaves caricias, se movió más rápido y con mayor intensidad dentro de ella, por un momento ambos se quedaron en silencio escuchando el sonido que producía la unión de sus cuerpos…
Hundió sus dedos profundamente en la suave piel de la castaña al verse a punto de derramarse dentro de ella, mientras que la esmeralda hizo su mejor esfuerzo por no gritar, regalándole una buena mordida en su labio inferior, él solo atinó soltar un gemido ronco y tosco…
Su rostro y todo su cuerpo se sentía caliente, como a punto de explotar, por la expresión de su mujer adivinaba que estaban en igualdad de condiciones, ella se movía espásticamente debajo de él, gritando por que le regalara el cielo…
Arremetió contra ella tres veces más, al final enterró su rostro entre el cuello y el hombro de la castaña, respirando trabajosamente, el sudor caía por su cabello hasta hacer contacto con la piel de su mujer, la fuerza de su culminación lo había obligado a cerrar los ojos fuertemente para dejarse llenar por la sensación de placer, cuando fue capaz de abrirlos todo a su alrededor daba vueltas, tuvo que esperar varios segundos antes de que todo volviera a la normalidad…
Sakura quien al igual que él luchaba por llenar sus pulmones con aire permaneció recostada sobre el mueble, él por otro lado quedó recostado sobre ella, con sus largas piernas aun enroscadas en su cintura…
Ya más tranquilo se fue alzando poco a poco, no sin antes besar una última vez los dulces senos de su mujer, casi con timidez, siguió el camino hasta su vientre, en donde reposo por un breve momento su mejilla, disfrutando del contacto con su piel y la de Sakura, pero sobre todo disfrutando de la cercanía con el ser dentro de ella.
Espero hasta que la respiración de ambos se volviera más acompasada.
—¿Crees que vaya a ser niño o niña? —le preguntó besando el pequeño abultamiento, casi imperceptible por la posición de la mujer.
—… me gustaría que fuera niño…—le dijo Sakura jugando con sus cabellos color chocolate. —Quiero que se parezca a ti.
—¿En serio?... pues a mí me gustaría que fuera otra niña. —declaró divertido. —Igual de hermosa que tu… como Abi.
—Te gusta estar rodeado de mujeres. —apuntó ella riendo.
—Claro… sé como manejarlas. —respondió volviendo a regresar por el camino de besos que antes había trazado hasta toparse con su boca.
—…Vamos a la cama…—le susurró contra su boca, dándole a entender que si se movían de lugar no sería precisamente para dormir.
Él se enderezó y la ayudó a hacer lo mismo, la vio sacarse el vestido que él no había sido capaz de quitarle por las prisas y caminar en dirección a su habitación…
Estaba a punto de hacer comentario sobre su desnudez… pero justo en ese momento sintió un dolor agudo en su pantorrilla, inmediatamente bajó la mirada y vio al animalejo que acababan de adoptar encajando su garritas en su pierna…
—¡Animal de mierda! —gritó sacudiendo su pierna para librarse de las garras del animal, pero el gato no parecía dispuesto a soltarlo, de hecho parecía disfrutar de su dolor. —¡Suéltame animal de porquería! ¿Qué diablos te vieron de lindo? ¡Animalejo asqueroso!
Tardó varios minutos luchando contra el gato, finalmente tuvo que sujetarlo con las manos de su pelaje, se le hizo ridículo que esa bola de pelos quisiera darle pelea, pues aun en su mano, seguía lanzándole zarpazos, esperando que sus garras hicieran contacto con alguna parte de su cuerpo.
—Sakura voy a matar a este animal...—exclamó dedicándole una mirada de odio. —Hablo enserio… si no hace…
—Shaoran…—lo interrumpió su voz desde el pasillo, mientras él libraba la batalla con el esperpento en su mano, su novia había tenido tiempo suficiente para colocarse lo que él solo podía denominar como un atuendo destinado a provocar la muerte de todas sus neuronas…—Abi sigue dormida…
Ahí frente a él esta Sakura vistiendo un conjunto de lencería azul marino, cuya tela apenas y existía, era tan transparente que podía ver cada lunar de su cuerpo, la parte de arriba se ataba con unas cintas por delante… cintas que Sakura ya estaba desatando…
Sintió a Kero removerse en su mano, buscando recobrar su libertad, pero Shaoran ya ni siquiera pensaba en el gato, su mente estaba demasiado ocupado pensando en que era una lástima que Sakura tuviera que pasar por la molestia de buscar el conjunto y ponérselo… ya que no permanecería demasiado tiempo sobre su cuerpo…
Sin mirar hacia donde, lanzó al animal endemoniado a alguna parte del departamento y comenzó a caminar hipnotizado hacia su mujer…
Sip…
Mañana los dos tendrían mucho sueño…
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23 de junio de 2013 4:37 am
La noche era fría, tan fría que después de hacer el amor múltiples veces, los dos se vieron en la necesidad de ponerse sus pijamas, taparse con todas las cobijas y dormir abrazados buscando mantener su temperatura.
Envidiaba a su novia porque ella dormía plácidamente, su cuerpo tibio no sufría lo que él, que ya llevaba bastante tiempo tratando de entrar en calor, si éxito.
Sus pies bien podrían ser témpanos de hielo…
Y eso que hasta estaba usando playera…
Normalmente le gustaba dormir solo con su pantalón… o desnudo junto a Sakura.
Se aferró aún más al cuerpo de la mujer a su lado, ella se removió ligeramente al sentir el frío proveniente de su cuerpo. Inconscientemente la mujer metió sus piernas entre las de él, posición que le sirvió para comenzar a entibiarse… Shaoran le agradeció internamente… aun dormida cuidaba de él.
Dispuesto a sumergirse en sus últimos minutos de sueño antes de que tuvieran que levantarse para ir al hospital se acomodó contra el cuerpo de la esmeralda, colocó un brazo alrededor de su aun pequeña cintura y el otro lo dejó debajo de la melena castaña de ella.
El sueño comenzaba a invadirlo, su mente se alejaba de su departamento, sus músculos se estaban relajando…
—¡PAPÁ! ¡PAPÁ! —se sobresaltó al escuchar los gritos provenientes de la habitación de Abi. —¡MAMÁ!
Los gritos también despertaron a Sakura, los dos se levantaron tan rápido como pudieron y corrieron al cuarto de la pequeña, Shaoran llegó primero a la puerta, la abrió de par en par, encendió la luz y buscó a su alrededor a algo o alguien que estuviera tratando de herir a su hija… pero no vio nada.
Ahí estaba Abigail abrazando fuertemente el monito que le había dado su abuelo, el padre de Sakura, Kero también despierto se paseaba alrededor de la niña maullando quedamente y ronroneando, intentando calmarla.
—¿Abi estas bien? ¿Qué pasa? ¿Te duele algo? —preguntó preocupada Sakura adelantándose luego de verificar que no había nada en la habitación que supusiera peligro para alguno de ellos. —¿Qué pasa cariño?¿Sangraste otra vez?
Los rizos de Abi se movieron de un lado a otro al mismo tiempo que la niña negaba, ahora contra el pecho de Sakura.
—Era él…—sollozaba la niña. —Venia por mi… me… me quería… llevar… como al… al abuelo…
Él y Sakura intercambiaron una mirada de duda y preocupación, era obvio que ninguno de los dos sabía a lo que se refería la niña…
Una pesadilla.
Fue lo primero que le pasó por la mente.
—Tranquila linda… fue un mal sueño…—le dijo él acariciando su rizada melena.
—No… quiero que… vuelva…vuelva a pegarnos… con su coche…—hipaba.
¿Qué acababa de decir?
—Abi… linda… ¿de quien hablas? —le preguntó Sakura preocupada.
—Del señor del coche… el coche negro…el señor calavera…—siguió llorando.
¿El hombre del coche negro?
¿El señor calavera?
No entendía nada.
El silencio llenó la habitación solo interrumpido ocasionalmente por los sollozos de Abi, en los brazos de Sakura, se detuvo un momento en el semblante de su novio… no sabía si era por la poca luz o si eran las pocas horas de sueño… pero la vio más pálida.
¿Qué estaba pasando aquí?
—Abi… el señor calavera…. Él… ¿Él estuvo en el accidente? —preguntó dudosa la esmeralda.
A la mención del personaje Abigail se aferró con más fuerza a la bata de su madre… los que ambos castaños tomaron como un si…
Abi…
¿Abi recordaba quien era el culpable del accidente?
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Hola Hola
¿Quién ya estaba desesperada/o por un nuevo capítulo? (¿Tengo lectores hombres? Primera vez que me lo pregunto xD)
¿Quién de ustedes pensó que ya me había olvidado de la historia?
¡Por favor no me odien!
Aquí está el capítulo 15, muy tarde lo sé, pero aquí esta…
Y no me maten o no sabrán el final de la historia… además hoy estoy muriendo… pero ni las flemas, mocos y fiebre pudo detenerme de publicarles su capítulo… así que tengan compasión de mí.
Créanme que yo también ya me estaba desesperando… pero como ustedes comprenderán este capítulo no podía publicarlo a no ser que estuviera perfecto… ¡después de todo el castaño por fin hizo su propuesta!
En mi mente me imaginé un montón de escenarios para que Shaoran hiciera su propuesta y bueno a mi parecer esta quedó bien, no quería la típica propuesta con el anillo escondido en el postre o dentro de la copa de vino… nop quería algo más especial, y créanme que espero no haberlas aburrido con la historia del lugar…
¡Pero al grano!
¿Les gustó?
¿Creen que tarden mucho para casarse?
Bueno dejando un poquito de lado la propuesta, analicemos lo demás…
¿Qué tal Kaho y sus fantasías? ¿Perversiones? ¿Sesiones de sexo post-robo de órganos?
Todo parece indicar que Kaho logró salvarse de la ira de Lord Reed, después de todo ya tiene lo que necesitaba… ¿alguna teoría sobre lo que crean que vaya a pasar con ella y Luke?
¿Qué les pareció Shaoran en su nueva faceta de padre paranoico?
¿Creen que él bebe siga manteniéndose fuerte durante todo el embarazo?
Ya sé ya sé, una recuperación tan espectacular como la de Sakura solo pasa en casos muuuuuy esporádicos, soy estudiante de medicina y sé que ese bebito tiene muchos factores en su contra, para ser honesta aún sigo indecisa sobre su futuro, así que solo el tiempo lo dirá.
A pesar de ser personajes secundarios pudimos ver otra faceta de Chiharu y Yamazaki… ¿será que no pueden tener hijos? ¿Creen que esto les vaya a ocasionar problemas fuertes en su relación? ¿Será que el embarazo de Sakura afecte su amistad con Chiharu de alguna forma? ¿Quién más sintió ganas de darle un fuerte golpe al miope de Eriol?
Pues bien… Sakura no estaba tan bien como aparentaba… solo trataba de no preocupar a los demás…
¿Cuál fue su reacción al leer la escena del baño? ¿Creen que Sakura pueda desarrollar una depresión más profunda o piensan que su sueño le dio el último adiós que necesitaba?
Pasando a temas menos tristes… ¿Qué tal con las hormonas ehhhh?
Pobre Shaoran… o bueno tal vez no tan pobre… parece que va a disfrutar bastante, aunque puede que termine muy cansado jajajajaja.
Sakura está a punto de volver al trabajo, aunque no al cien por ciento, esperemos que esto no afecte en nada a su embarazo… ¿Qué piensan? ¿Debería seguir el consejo de Shaoran y tener reposo absoluto? ¿O creen que sea mejor que se distraiga en una atmosfera más familiar?
Casi lo olvido… la pequeña Lilith… todo parece indicar que hay cierta atracción hacia Keffer… pero él ni en cuenta, todavía sigue embelesado con Sakura… ¿Sera que le haga caso a Lilith o la pequeña interna terminara con el corazón roto?
¿Qué tal la sesión de machos de la semana en los cuartos de descanso?
¡Nuevo personaje!
Un gatito muy hermoso y pequeñito llamado Kero ¿Qué tal? ¿Creen que vaya a afectar negativamente el embarazo de nuestra castaña? ¿O solo le hará la vida de cuadritos a Shaoran?
Abi, parece estar mucho mejor y también se le ve muy entusiasmada con el ballet… pero ¡problema!… todo apunta a que Abi recuerda algo del accidente… ¿Será que pueda recordar lo suficiente para atrapar a los culpables?
Mejor ya ni les hago promesas de que me voy a apurar ni nada de eso, porque resulta que siempre termino quedando como la peor mentirosa jajajaja… pero les puedo decir esto, aunque vuelva a tardarme tendrán su capítulo… así que tranquilas, no me he olvidado de la historia… ni lo haré.
Por cierto ¡Ya cumplimos un año con la historia!
Guau… se me fue súper rápido el tiempo, les agradezco a todas por su apoyo incondicional, leer sus reviews me inspira a seguir escribiendo, así que espero leer muchos muchos reviews ehh!
¡Oh! estén muy pendientes, porque cualquier día de estos… podría sorprenderlas con una nueva historia…
Bueno pues espero que hayan disfrutado el capítulo, recomienden la historia, déjenme reviews (créanme que no me importa si son reviews de cinco páginas, ¡esos son mis favoritos!), dejen sus mensajes ¡lo que quieran!
Nos leemos luego!
