CAPÍTULO 24

Luna y Hermione llevaban una hora hablando en la habitación del hospital. Desde que a Hermione le habían dado el alta iba todos los días a verla. Dentro de poco, Luna también saldría de allí. Ya se encontraba mucho mejor.

—Estarás deseando irte a casa —afirmó Hermione.

—Sí… bueno.

La respuesta no fue tan rotunda como esperaba. La miró extrañada y en ese momento entró Ron.

—Hola Luna, ¿cómo estás? Vengo a tomarte la temperatura —vio que estaba Hermione a su lado y se dirigió a ella—. ¿Cómo te encuentras?

—Bien, gracias Ron. Y nuestra enferma quejica, ¿está mejor?

—Está muy bien…

Él miró a Luna de una forma distinta, no parecía que fuera solo su paciente. Hermione se dio cuenta al ver que su amiga se ruborizaba. No se lo podía creer, ¿había algo entre ellos?

—Hoy me encuentro mejor, ya no he tenido mareos y las costillas apenas me duelen. No dejaban de sonreírse y mirarse el uno al otro.

—Voy a seguir con la ronda —Ron miró a Hermione y se despidió de ambas.

—¿Qué coño pasa? —preguntó con una sonrisa.

—¿A qué te refieres?

—Luna, no te hagas la tonta —le dio un golpe en la pierna—. Te gusta Ron. Su amiga se empezó a reír.

—Bueno, el chico no está mal. ¿Has visto que ojos más azules tiene? Y ese flequillo que le cae por los ojos… parece un chico malo.

Hermione soltó una carcajada.

—¿No has tenido ya suficiente de chicos malos?

—Este lo parece, pero creo que no lo es.

—Sí, creo que es un buen chico. Me alegra tanto que estés mejor…

—Lo estoy, de verdad. ¿No tenías que irte a cenar?

—¿Me estás echando? —le dijo riéndose.

—Para nada, lo que creo es que me estás utilizando como excusa.

—Estoy un poco nerviosa por cenar con la familia de Harry. Deséame suerte.

—No la necesitas. Les vas a caer genial, ya lo verás.

Se miraron y se quedaron calladas, Hermione se puso algo más seria.

—Luna, de verdad puedo creerte cuando me dices que Draco…

—Tranquila, no abuso de mí, no voy a negarte que me trató muy mal, me golpeó y cuando entré aquí estaba deshidratada, pero lo que tú piensas no ocurrió. Soy más fuerte de lo que crees, superaré esto. Seré igual de valiente que tú.

—No lo soy y odio que te haya pasado todo esto.

Luna puso la mano sobre la de Hermione y la miró con afecto.

—No me arrepiento de haberte conocido, todo lo contrario, siempre has sido un gran apoyo. Me alegro de saber por fin tu pasado y que ahora no tengas que callarte nada.

—Gracias por estar ahí.

Se dieron dos besos y se despidió de ella. Cuando iba hacia el ascensor, una idea se empezó a formar en su mente. Draco no estaba en aquel hospital, pero estaba en La Paz, ambos hospitales se encontraban muy próximos el uno del otro. Cogió el coche y quince minutos después, subía por el ascensor de camino a su habitación. Le habían indicado que no podía recibir visitas, pero se coló igualmente. Un policía hacía guardia en su habitación, al verla supo que era Hermione. La mayoría la conocían. Le pidió que por favor le dejase verlo. El policía la observó analizándola, pensando bien si aceptar su petición.

—Bien, puedes entrar, pero solo unos minutos. Entraré contigo, no puedo dejarte sola.

Ella asintió y ambos accedieron a la habitación. Estaba lleno de cables, por todos lados. En el monitor se veían sus pulsaciones, la presión… Estaba muy pálido y al verlo así le pareció que se encontraba muy débil. Por primera vez, su propio cuerpo no estaba tenso por estar cerca de él, sentía que le había ganado, realmente creía que lo había superado, que por fin dejaría de acosarla. Ya no era nadie.

Se acercó hasta la cama.

—¿Cree que puede escucharnos? —preguntó al policía.

—No lo sé, no estoy seguro.

Hermione se acercó a su oído y le susurró algo para que el agente no pudiera escucharle.

—Draco, soy yo, Jane. Ya no te tengo miedo, si sales vivo de aquí te pudrirás en la cárcel. Seré feliz y no podrás alcanzarme, no me harás daño nunca más —se quedó en silencio y enfatizando cada una de las palabras, le dijo—. Te he vencido, capullo.

El sonido del monitor comenzó a pitar cada vez más deprisa, Hermione lo miró y vio que las pulsaciones estaban subiendo. Juraría que lo había escuchado. Una medio sonrisa se dibujó en su rostro y, justo cuando se iba a ir, Draco la agarró de la muñeca. Se sobresaltó y observó su cara. Tenía los ojos abiertos y se clavaban en ella mirándola intensamente. Se soltó de su agarre mientras que el policía le preguntaba si se encontraba bien.

—Sí, estoy bien.

En ese momento Draco intentó moverse, pero no podía, la máquina sonaba cada vez más deprisa.

Algo iba mal, tres enfermeras entraron corriendo y los echaron de la habitación.

—Será mejor que te vayas —le aconsejó el policía.

—Gracias por dejarme pasar.

Se fue de allí, sin saber qué demonios estaba sucediendo. Ahora tenía cosas más importantes en que pensar, ya se enteraría de su estado más tarde.

Hermione no sabía qué ponerse, llevaba una hora delante del armario y ya se había probado cuatro modelos distintos. Quería darles buena impresión, no se lo podía creer pero estaba nerviosa por cenar con los padres y la hermana de Harry. Finalmente se decidió por unos vaqueros y una camisa morada y ajustada. Se dejó el pelo suelto y se lo rizó un poco en las puntas para darle forma. Se pintó ligeramente los labios y se aplicó un poco de rimmel en las pestañas, ya estaba lista.

Cogió el coche y fue a la dirección que Harry le había indicado. Prefería ir ella y le pidió que no fuera a buscarla. Cuando estaba delante de la puerta, respiró unas cuantas veces dándose ánimos y llamó. No tardaron ni dos segundos en abrir, se encontró con la madre y la hermana que la recibieron con una sonrisa de oreja a oreja.

—Hola, tú debes de ser Hermione, soy Lily, la madre de Harry —se acercó a ella y le dio dos besos.

—Encantada —contestó Hermione algo nerviosa. Saludó a Ginny, mientras que le agarraba por el brazo llevándola a la sala.

En el salón estaba el padre de Harry. Se dieron dos besos. Miró hacia los lados, no le veía por ningún sitio. En ese instante sintió unas manos rodeando su cintura.

—Hola, preciosa —murmuró cerca de su oreja haciendo que sintiera escalofríos.

Se dio la vuelta y le observó. Estaba muy atractivo, llevaba una camiseta azul marino y unos vaqueros ajustados. Sus intensos ojos oscuros le hablaron, le decían que se moría por besarla, igual que ella a él.

Lo hizo, pero el beso fue muy breve al estar toda la familia mirándolos, pero eso no impidió que la química naciera entre ellos de forma rápida e intensa como siempre pasaba cuando se tocaban. A duras penas logró separarse de su cuerpo.

—Déjala Harry, luego la tendrás para ti solito. Ven Hermione, voy a enseñarte la casa —le dijo la madre.

Ella le miró sonriendo a la vez que se iba con Lily y Ginny. Harry se apoyó en el marco de la puerta, no veía el momento de estar a solas con ella. Después de todo lo que había pasado, apenas se habían visto. El trabajo, la policía, el hospital, todo fue un caos absoluto. Ese era el primer día que por fin estaban algo tranquilos. Si su madre no se hubiera empeñado, no habría quedado para cenar, pero tenía que hacerlo y más al contarles toda la historia. Ya sabían todo lo que había ocurrido con Hermione en el pasado y si antes querían conocerla, ahora con más razón. Su madre sintió compasión por ella y por todo lo que había pasado en su vida.

Se sentaron todos en la mesa y Ginny y Lily no dejaban de hacerle preguntas sobre su trabajo como mecánico. Hermione respondía sin parecer molestarle el interrogatorio. Se lo estaba pasando bien.

—Y… ¿cómo os conocisteis? —preguntó Ginny. Ambos se miraron, esa era una pregunta comprometida.

—En el cine —dijo Hermione.

—¿En serio, ibais con más amigos?

—No, mi amiga Luna iba a venir, pero no pudo salir por el trabajo y entré yo sola. Harry fue a ver la misma película.

—Le pedí a la taquillera que me diera el mismo asiento —confesó a la vez que la miraba.

—Eso no lo sabía —respondió Hermione.

—Sí, te había visto antes de que entraras y te escuché que ibas a ver la misma película que yo.

No podía desaprovechar esa oportunidad y quise estar cerca.

—¡Qué romántico! —dijo Ginny haciendo que ambos volvieran a la realidad—. ¿Y qué pasó después?

Hermione se ruborizó al recordarlo. No podían decirles lo que realmente había ocurrido, que se dejaron llevar y terminaron teniendo sexo en la sala del cine.

—Cuando acabó la película la invité a cenar y ella aceptó —concluyó Harry. Hermione respiró aliviada. El sonido de su móvil había empezado a sonar.

—Perdonad, tengo que cogerlo —lo sacó del bolsillo y vio que era Minerva.

Harry miraba a Hermione que no dejaba de dar vueltas en el salón. No sabía con quién estaba hablando, pero parecía muy sería. Esperaba que no hubiera ocurrido nada grave. Ahora que Severus había muerto y que Draco se encontraba en el hospital, suponía que todo empezaría a ir mucho mejor. Por fin la había visto más relajada y no quería que nada lo enturbiase.

Hermione se acercó a la mesa, ya había dejado de hablar por teléfono.

—¿Ha ocurrido algo? —preguntó Lily preocupada.

—Era Minerva, una amiga policía.

—Sí, sé quién es, Harry nos ha contado la historia —confesó Lily. Hermione le miró y el asintió.

—Entonces sabréis quien es Draco.

—Ese malnacido —espetó el padre de Harry.

Por un momento Hermione se sentía incómoda, todas las miradas se dirigían a ella y al parecer todos sabían lo que le había ocurrido en el pasado. Le inquietaba lo que pudieran estar pensando, si estarían de acuerdo con que tuviera una relación con Harry al ver que solo le había traído problemas.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Harry algo intranquilo.

—Ha muerto.

Todos se quedaron callados, Hermione miraba hacia el plato sin saber qué decir. Lily la cogió de la mano.

—Hija, no le deseo el mal a nadie, pero reconozco que me es indiferente que ese hombre siga vivo o muerto. Ha hecho mucho daño y provocado mucho dolor, nadie le echará de menos.

—Hoy fui a verle al hospital.

—¿Por qué? ¿Para qué? —preguntó Harry algo molesto, no le gustaba que hubiera estado cerca de él.

Ella le miró.

—Tenía que enfrentarme a él, no quería seguir teniéndole miedo. El policía me permitió entrar y… —Lily apretó su mano animándola a seguir—. Le dije que iba a continuar con mi vida, que se pudriría en la cárcel y que le había vencido.

—Muy bien dicho —dijo Ginny.

—Sí, pero me escuchó, me agarró de la mano mientras que la máquina empezaba a pintar muy fuerte. Las enfermeras entraron y me fui de allí. Parece ser que tuvo una crisis y no lo ha superado.

—No te vayas a sentir ahora culpable por su muerte —le regañó Lily.

—Sinceramente, no siento nada. Me es indiferente.

—Y así tiene que ser hija. Mi hijo me ha contado lo sola que has estado durante este tiempo.

—No quiero que sienta lástima por mí.

—¿Lástima? —dijo Lily—. Admiro tu fortaleza, la valentía de querer hacerlo sola. No quisiste involucrar a mi hijo. No es lástima lo que siento, es respeto. Lo único que lamento es que hayas estado tanto tiempo sola, que te hayan arrebatado a un ser querido.

—Muchas gracias —se sinceró Hermione—. Hice lo que cualquiera hubiera hecho en mi situación.

—Creo que es hora del postre —dijo Harry intentando cambiar de tema.

—Sí, tienes que probar el mus de chocolate que hace mi madre, es tremendo, ¿verdad hermanito?

Él sonrió. Comenzaron a hablar del ex de Ginny, finalmente lo habían dejado, ahora estaba soltera y feliz. Hermione se sintió muy a gusto con ellas, parecía una más. Después de unas horas se despidieron, haciéndola prometer que volverían pronto.

Harry y Hermione llegaron hasta el coche.

—¿Qué tal? ¿Lo has pasado bien?

—Sí, mucho. No pensé que me iban a aceptar tan pronto. La aprisionó contra la puerta.

—¿Y por qué no? Eres asombrosa.

—Que idiota eres —contestó a la vez que sonreía. Harry la agarró de la cintura y ella jugaba con el cuello de su camiseta—. El día que salimos del hospital, me preguntaste que si me pasaba algo —él asintió—. Cuando salí de allí, al ver lo bien que me habían tratado y lo a gusto que estuve con ellos, sentí envidia. Quería tener una familia así.

—Bueno, ahora la tienes. Eres mía Hermione y todo lo mío es tuyo. Hermione se empezó a reír a carcajadas.

—¿Soy tuya? Como suena eso, pareces un neandertal y un…

No la dejó terminar y la besó. Hermione sintió su masculino cuerpo presionado contra el suyo, las manos en su cintura la quemaban. Se estaba derritiendo.

—Llevaba todo el día esperando para poder hacer esto. —dijo Harry.

—¿Vamos a tu casa? —preguntó Hermione de forma pícara.

—Quiero llevarte a un sitio antes.

Hermione frunció el ceño. Era tarde y lo que más deseaba era estar con él a solas, sin nadie que los molestase. Durante toda la noche la química había seguido presente entre ellos, cada vez que se rozaban y se miraban, sus cuerpos querían juntarse y no parar de tocarse.

—Es tarde…

—Lo sé, pero te gustará.

Aparcaron en un centro comercial, el mismo donde se conocieron por primera vez. La llevó casi arrastras y corriendo hasta la planta de arriba. Ella no dejaba de preguntarle donde iban, hasta que se pararon en la taquilla del cine. Harry compró las entradas y se la enseñó. Hermione abrió los ojos sorprendida, llevaba mucho tiempo queriendo ver esa película, por fin se había estrenado, pero con todo lo que había ocurrido, no había tenido mucho tiempo para pensar en divertirse. Entraron a la última sesión. La sesión "golfa", así es como la llamaban cuando era tan tarde.

Accedieron a la sala y se sentaron en la fila siete.

—La fila siete, ¿eh? —le dijo Hermione con voz pícara.

—Es la mejor.

Hermione puso los ojos en blanco y se sentaron, cuando iba a empezar la película, otra pareja se sentó en la misma fila que ellos.

—Creo que mi plan no ha funcionado como yo quería. Ella se empezó a reír.

—¿Pensabas volver a repetir nuestra primera cita?

—No, seré bueno y veremos la película.

Cuando llevaban veinte minutos, Hermione ya estaba sofocada. Harry no había dejado de acariciar su mano, él de vez en cuando le preguntaba algo y le rozaba con los labios la oreja, el cuello. Le miraba, pero se hacía el distraído, como si no la estuviera provocando intencionadamente.

—Harry —murmuró.

—¿Sí?

—¿A qué estás esperando para besarme?

Ambos se miraron y él entrecerró los ojos. Deslizó la mano por su cuello y la atrajo hacia sus labios. La besó despacio, mordió su piel, e introdujo la lengua en su boca. Hermione gimió y él profundizó más el beso, ahora lo hacía con ansiedad, la necesitaba, la deseaba de una forma desesperada. Se separaron, tenían la respiración agitada.

—Vámonos, Harry. Quiero estar toda la noche en tu cama. Él apoyó la frente contra la suya.

—Estaba deseando que me dijeras eso. No te imaginas lo mucho que te deseo.

Se fueron de allí a toda prisa, llegaron al apartamento de Harry y sin parar de besarse fueron al dormitorio. Se desnudaron, la tumbó en la cama y se puso encima de ella. Cuando iba a besarla, Hermione le puso la mano en la boca.

—¿Qué ocurre? —le dijo él algo sorprendido.

—Cuando te vi allí, con los hombres de Severus agarrándote. Fue horrible, sentí una gran angustia al pensar que podía pasarte algo.

—Todo está bien ahora, preciosa —le dio un beso en la mejilla.

—Gracias por estar ahí. Por haberme ido a buscar, aunque no tenías que haberme seguido.

—Ya hemos hablado sobre eso. Me da igual que te molestase. No podía dejarte, tu solita eres un peligro. Eres capaz de cualquier cosa, como quedar con dos peligrosos asesinos.

—Llamé a la policía —protestó.

—Sí, pero por poco te matan.

—Y a ti.

Harry la besó en el cuello.

—No quiero hablar más de eso. Tendré que hacer algo para que seas más obediente. Hermione le cogió del pelo y tiró de él. Harry protestó y ella le miró desafiante.

—Eso va a ser difícil.

—Bueno, no me importará domarte.

—Veremos quien doma a quien —le dijo provocándole.

Harry la cogió ambos brazos levantándoselos por encima de la cabeza. Se los sujetó con una mano mientras que con la otra le acariciaba la cintura bajando hasta su muslo.

—Sí, nena, lo veremos.

La volvió a besar intensamente y cuando se separó, se volvió a sorprender por lo que le dijo.

—Te quiero, Harry.

Los ojos de color miel le miraban con sinceridad, deseo y necesidad.

—Mierda.

—¿Cómo? —preguntó confusa.

—Bueno, es lo que me dijiste tú a mi —Harry se empezó a reír y Hermione le dio un golpe en el hombro—. No necesito que me lo digas —acariciaba su mejilla con ternura—, pero he de reconocer que me ha gustado escuchártelo decir.

—Te lo he dicho porque me ha salido de dentro, pero no te acostumbres —le dijo sonriendo.

—No, no lo haré, nunca me acostumbraré a que me lo digas, no me cansaré de escucharlo y no dejaré de decírtelo.

Hermione pensó que por fin podía vivir el presente sin miedo, sentía una sensación distinta. Estaba tranquila, por primera vez en su vida, se podía relajar tanto mental como físicamente. No quería borrar su pasado, en él estaba su tío al que siempre recordaría con mucho amor y cariño. A partir de ese momento, miraría atrás sin miedo, sin odio porque había dejado atrás a los demonios, ya no podrían alcanzarla, intentaría quedarse con lo que había aprendido, con las cosas buenas que tuvo una vez. Había tanto por lo que disfrutar en el presente, no le gustaba mucho pensar en el futuro, pero sin poder evitarlo le llegaron imágenes de ella y su propia familia formada con Harry. Una nueva esperanza nació en su pecho.

Hermione le agarró del cuello y mordió su boca. La pasión se despertaba como un huracán en aquella habitación. Las caricias ardían en la piel de uno y otro. Los gemidos se mezclaron con cada respiración y el éxtasis los envolvió a ambos. Las manos de Harry se deslizaban por su pecho haciéndola arder.

—Harry… —gimió excitada.

—Sí nena, voy a demostrarte todo lo que siento por ti —sus labios rozaban su boca—. No me canso de tocarte, de besarte. Eres tan suave.

Hicieron el amor durante horas, parecían querer recuperar el tiempo perdido, no podían separarse. Cuando el clímax los envolvió de nuevo, se abrazaron. Harry la miró a los ojos y acarició su pelo mientras Hermione perfilaba sus labios con el dedo.

—Hermione.

—¿Sí?

Él rozó la nariz con la suya y de forma ronca y sugerente le dijo algo que la hizo sonreír.

—Todavía no he acabado contigo.

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FIN