Disclaimer: HP pertenece a J.K Rowling


ENTRE COINCIDENCIAS Y DESTINOS

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Capítulo 2

Entre peleas y comprensiones

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El Cuartel de Aurores nunca era un remanso de paz, pero Harry siempre había podido olvidar su situación familiar y sentimental cuando estaba en él. Hoy, sin embargo, rogarle a Merlín que le diera paciencia era una pérdida de tiempo; más cuando cada paso que daba era seguido por una delgada pelirroja que gritaba detrás de él sin darle descanso, y era vigilado por todos los aurores de dicho lugar.

-¿Y qué quieres que haga el respecto?- preguntó Harry a unos metros de entrar a su despacho, enojado de que Ginny lo siguiera hasta ahí, con todos los aurores presentes escuchando atentamente como le exigía que Albus se alejara de Malfoy. No solo eso, exigía que emitiera una orden de restricción hacia Draco Malfoy por acercarse a Albus. UNA ORDEN DE RESTRICCIÓN, como si Malfoy fuera un jodido psicópata o asesino. Si Malfoy fuera el problema de todo esto, no dudaría ni un segundo en hacerlo, pero a su parecer Malfoy era incluso, la mejor opción del mundo para convivir con Albus. Habían pasado meses desde que había visto alguna expresión de felicidad en Albus, pero Malfoy solo había extendido su mano, y su hijo había sonreído como si el cielo fuera iluminarse.

Eso decía mucho de ellos como padres, pero ¿Ginny podía ver eso? No. Ella solo quería darle el últimatum a Malfoy para acabar con él finalmente.

Suspiró. Que Albus le diera la mano a Draco Malfoy, en una repetición de la escena en la que él fue protagonista algún día, y fuera visto por un reportero del profeta que cruzaba por ahí casualmente, fue solo el inicio de la catástrofe en la casa de los Weasleys. Ese día no se habían enterado, pero al día siguiente El Profeta había sacado un tomo especial de Harry, la guerra, los Malfoy, los Weasley, etc, imposible de no ver; y las visitas llegaron una a una con Harry para mostrarle una investigación acerca de cómo Albus y Scorpius habían pasado de ser enemigos a amigos sin su conocimiento; y Merlín solo sabía cómo lo habían hecho, alguien había logrado captar una imagen de Albus y Scorpius riendo en su habitación, junto con otro dos chicos. Harry aun sonreía al recordarla, pero al parecer era el único.

El mundo parecía haber enloquecido en un debate de porqué no debería dejar a Albus congeniar con ellos, o como ellos lo habían hechizado para que se amistaran. Pero eso no era lo peor, lo peor era la Madriguera. Nadie se callaba. Molly insistía que los Malfoys eran una mala influencia en la vida del menor, pegándole palabras impropias a Albus y agriándole su carácter. Arthur, que lo mejor por el bien de todos sería alejarlo de ellos para que no lo relacionen con cosas que no tenían nada que ver con él, como los mortífagos. No sea en una de esas que le ataquen a él, decía. George decía que Albus se había vuelto la vergüenza de su familia y debió seguir jodiéndole la vida al menor de los rubios, que era lo único que podía hacer para redimirse. Ron, después de lo que le había dicho a su hija, que Albus se había vuelto igual a ellos, todo un bastardo.

Y si, la actitud de Albus había dejado mucho por desear respecto a sus primos y su hermano, pero hasta entonces todo era soportable. Siempre y cuando se tragara los insultos a punto de salir de su boca acerca de lo que deberían mejorar ellos también. Por ejemplo Hermione, que bien pudo enseñarle a su hija a no ser tan cizañosa. O Molly que había tenido un hijo que también les había dado la espalda durante un tiempo, y los había insultado diciéndoles pobres e idiotas, solo por un gran puesto.

Pero la cereza del pastel fue cuando Ginny descubrió la foto donde Draco Malfoy le ataba, con esa mirada que dan los padres a los niños pequeños, la corbata a Albus. Y luego estaba la foto donde Harry sonreía mirando la escena.

Tirando su cabello hacia atrás con la mano, siguió su camino, consciente de que Ginny seguía caminando tras él. Joder, si Harry podía jurar que había orgullo en su mirada, dirigida a ambos, y hasta anhelo. Tenía una maldita suerte de no haber sido captado justo cuando le ataban la corbata a Albus, porque Harry podía jurar que había tenido la cara de enamorado más babosa que un mago podría poner jamás.

Sí, si hubiera podido tener una familia con Draco, Harry estaba seguro de que hubiera sido así.

-Quiero que le llames y le digas que se aleje de él. – exigió nuevamente Ginny, pero la ignoró, maldiciendo al estúpido sombrero que le había hecho caso y lo había enviado a Gryffindor.-¿Me escuchas Harry? ¡Quiero que se lo digas pero YA!

Una terrible decisión, porque ahora estaba aquí, casado, con tres hijos, de los cuales dos no le hablaban y una no dejaba de llorar.

-Deja de ignorarme y escúchame. Por ningún motivo pienso dejar que esa escoria de Malfoy se acerque a Albus para malifluenciarlo y volverlo como él, ¿me oíste? No me importa que tengas que hacer, vas a emitir esa orden.

¡Ya!

Merlín, ESTO iba a enloquecer.

Harry paró en seco, completamente harto de los gritos en casa y ahora en el trabajo, y la miró.

-No.

-¿Qué?

-Dije que no. Estoy orgulloso de que Albus no sea tan estúpido de dejar que los demás influenciaran sus decisiones. -Cómo él.- Estoy orgulloso de que defienda a su amigo. Incluso estoy orgulloso de la manera en que Malfoy había tratado a Albus, dado la historia de ambos.

Ginny abrió la boca ligeramente, pero Harry no se inmutó. Cuando algo estaba mal lo estaba, punto final. Y cuando algo estaba bien, de igual manera. Esos dos estarían acabando la rivalidad entre las familias, si los Weasleys no fueran tan tozudos. Harry podría ahora mismo agarrarlos con sus manos y agitarlos hasta que comprendieran, de lo furioso que estaba.

Pero no, porque una vez más Harry se recordó que esta era la madre de sus hijos. Los otros sus suegros y el pelirrojo agresivo y malhablado su mejor amigo.

¿Por qué carajos no fue un maldito slytherin?

Ah si, porque Malfoy era el malo-agregue aquí el sarcasmo.

-Así que no. No voy a hacer nada. Si quieres hacer algo hazlo tú-continuó.-Pero no porque tú y yo no tengamos una relación amable con los Malfoy vamos a impedírselo a Albus. Él es un slytherin, ¿oíste bien? Por mucho que dejes de hablarle en casa, por mucho que James no lo trate en la escuela o que los Weasley le separen disimuladamente de ellos, no va a dejar de serlo; y si quiere hacer amistad con los jodidos slytherins te jodes y te lo tragas, porque al menos ellos si lo tratan como una jodida persona y no como un jodido enemigo. Durante todas las vacaciones Ginny, cada día, no faltó el Weasley que lo mirara con desprecio o pena. Especialmente tú, que eres su madre y ves en tu propio hijo a una especie de prospecto a mortífago - gritó sin importarle que todos los aurores estuvieran viendo. – La guerra ya terminó; supéralo y deja de joderle la vida a los que sobrevivieron. Son humanos también y la mayoría de ellos tenía nuestra edad. ¿Te recuerdo que tú quisiste matarme con el diario? Fue Lucius Malfoy quien te manipuló, pero no deja de ser que fuiste tú la que pintó con sangre en las paredes, tú fuiste quien abrió la Cámara. ¡Tú dejaste salir esa maldita cosa!

-¡Esto no se trata de mí!-exclamó sabiendo que ahora todos sabían un lado de la historia que antes desconocían.

-¿Entonces de quien? ¿De Percy, que traicionó a tu familia por un maldito puesto en el ministerio? ¿De Marrieta delató a todo el ED para que no despidieran a su madre? ¿O esto es solo acerca de Draco Malfoy, cuyos padres estaban amenazados por Voldemort? -Ginny gruñó- Claro, todo esto es por él. Nunca de ti, nunca de nadie que no sea slytherin. Pero piénsalo por un momento, imagina lo que otros podrían hacer por la vida de sus padres y amigos. Si tus padres hubieran sido los mortífagos tú estarías de su lado porque es tu maldita familia. Que tuvieras la suerte que otros deseaban no te da derecho a regodearte en su cara. Durante todo este tiempo, Ginny, he tratado de no enfrentar directamente tu actitud y hacer pequeños comentarios con la esperanza que pararas, pero creo que es suficiente. Debes dejar de ser la estudiante gryffindor y transformarte en lo que eres, una madre. Tú hijo es un Slytherin, supéralo. No eres tú la que está estudiando, es él. Y a él le agrada ser un Slytherin, deberías estar feliz por él y no él ser infeliz por ti.

Ginny retrocedió ofendida y enrojeció.

-Por supuesto que no ibas a hacer nada. Después de todo te importó un carajo que Fred muriera en batalla o que Bill fuera marcado por un lobo, pero si te detuviste a salvar a Malfoy ¿no? Por supuesto, ¿cómo no me lo imaginé? Siempre persiguiéndolo, poniendo de excusas que estaba tramando algo. Incluso declaraste a su favor. Estoy segura que lo único que querías era llevártelo a la cama.

Harry la miró fríamente. No había sido su culpa lo que le había pasado ni a Fred ni a Billy.

Extrañaba a Fred. Cada navidad, al mirar a George recordaba las navidades pasadas donde este reía y paseaba con su reflejo platicando y haciendo bromas. Que Ginny lo acusara de no haber podido salvarlo era algo que nunca se hubiera esperado, y dolió. Echárselo a Harry en la cara era no solo una injusticia, sino también era ofensivo.

Estaba seguro por la cara de Hermione que se notó. Incluso Ron se mantuvo serio. Pero no podía negarle a Ginny que había preferido sacar a Draco del fuego. La sola idea de dejarlo morir le había provocado a Harry un dolor insoportable, imposible de superar. Malfoy solo había sido como él. Solo había seguido las órdenes de los más poderosos. También había tenido miedo de morir.

No podía salvar a todos, maldita sea. Era humano. Tan humano como todos y eso era algo que los demás no comprendían. No querían comprender. Ellos solo lo habían visto a un maldito héroe que tiene que resolverle a todo el mundo sus problemas. Y ahora tristemente se daba cuenta que a pesar de lo mucho que lo negara, Ginny también lo hacía.

-No voy a decirte nada más, así que escúchame con atención –dijo con voz neutra, escuchando los susurros a su alrededor, entre ellas las de su amigo pelirrojo y su esposa.-Haz lo que te dé la regalada gana, pero Albus VA a quedarse en Hogwarts, VA a seguir siendo un slytherin y VA a seguir siendo amigo de los Malfoy, porque así lo decido yo. Ahora, o te retiras del Cuartel de Aurores, o te mando a sacar. Y se los advierto de una jodida vez a todos-dijo mirando alrededor- si alguno le procesa una sola orden de restricción, demanda o queja a Ginevra (dijo omitiendo el Potter) o me menciona algo acerca de lo equivocado que estoy, de lo mucho que mi esposa tiene razón, o de lo incorrecto que es entablar amistad con los Malfoy… no solo lo voy a Cruciar, sino que también va a ser despedido sin paga alguna y si quiere conseguir trabajo tendrá que salir de Inglaterra porque voy a hacer tan imposible que consigan algún trabajo que se arrepentirán de haber nacido. ¿Entendieron?

Todos reaccionaron sorprendidos ante la idea del Jefe de Aurores sacando a su propia esposa del lugar. Y tras la amenaza de lo que les pasaría a ellos si se inmiscuían, volvieron a sus labores. Ginny, humillada y derrotada, alzó la cara en un gesto altanero y se marchó tirándole el periódico que tenía en la mano hacia su cabeza, y gritándole que lo odiaba. Pues bien, eso era perfecto, él también la odiaba. A ella y a su familia.

Ron y Hermione se quedaron mirándolo. Ellos también se podían ir a la mierda.

-¿No hablé claro, aurores? ¿O necesitan que les de vacaciones sin paga?-Exclamó tan fuerte que ellos no lo dudaron y volvieron también a lo suyo.

Solo entonces, Harry entró a su Oficina de Jefe de Aurores y, sentándose en el sofá, cerró los ojos.

Ahora Albus tenía compañía en el odiado sillón de los Weasleys.

Bien, que bueno. Así podría decirle lo horribles que eran los Weasley, y su acompañante no se quejaría de ello.

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-Así que-empezó Jennifer abrazando a Scorpius por detrás.

-Asi qué-repitió Scorpius, mientras se dejaba abrazar. La chica rió y se separó.

– ¿Somos amigos de Potter? ¿Oficialmente? – preguntó sentándose frente a él. Estaban en la biblioteca y Albus no estaba cerca de ahí, cosa rara últimamente porque ellos habían pasado de molestarse mutuamente, a bromear juntos. Aunque bueno, después de lo que pasó en la mesa del Gran Comedor, a ningún slytherin le extrañaba.

- Creí que les agradaba también-comentó Scorpius mirando con cautela a su amiga y ella se alzó de hombros.

-Me es…agradable ahora que no está molestando-respondió- Y si, creo que es como nuestro amigo, pasa mucho tiempo contigo ahora, después de todo. Mi duda es, qué tipo de amigo es, ¿Cómo de la familia?-preguntó-¿O del tipo amigo slytherin?

Scorpius se alzó de hombros, viendo como se arreglaba su peinado.

-No lo sé. ¿Por qué la pregunta?

-Hemos estado hablando-exclamó Jennifer arrebatándole el libro y hojeándolo- y no me mires así, Scorp, no hemos discutido la gran cosa. Solo nos preguntábamos que tanto nivel de confianza debemos tenerle. Qué temas debemos hablar y cuales no.

-¿Por qué no lo dices?

-Bien ¿Qué tal el infierno de los Gryffindors?

El rubio tragó saliva.

-Sigue siendo tan terrible como siempre.

Ella asintió.

-Pero no diremos nada frente a Albus de él.

Parandose Jenni le sonrió.

-Deberías decírselo Scorp, si va a pasar tanto tiempo con nosotros, tarde o temprano nos escuchará. Además, cuidar lo que digo está matando mis nervios.

Y se marchó. Scorpius alzó la ceja, ¿pasar tanto tiempo con nosotros?

No pasó mucho después para que otros pasos se escucharan.

-Sigo pensando lo mismo-exclamó a la nada, seguro que la chica había vuelto para recalcar algo. El siguiente gruñido lo desconcertó.

-Odio a Albus.

Alzando la mirada, el Príncipe de Slytherin miró a su amigo.

-¿De verdad, por qué?-preguntó con una sonrisa- Ayer parecías amarlo cuando pusieron ese camino de arañas para Weasley.

-Oh, esa fue buena, ¿Cierto? Pero mira esto-se quejó sacando el periódico.

-Es el Profeta.

-¡Exacto! Pero eso no importa, mira el contenido de la página 20.

El rubio suspiró y siguió el consejo. Para su sorpresa, su padre estaba atándole la corbata a Albus.

-¡Si! ¿Lo ves?—lloriqueó Zabini. –Ya no soy especial, ya no me ata la corbata solo a mí.

-En realidad me la ataba solo a mi primero, porque soy su hijo. Tú te anexaste-declaró.

-Detalles, detalles. Yo soy como el hijo del que está enamorado.

-Mi padre no está enamorado de ti.

-Claro que si.

-Claro que no, solo quería que dejaras de confesarle tu amor y logró callarte sin gritar o ser grosero.

-Claro que si, lo hizo porque me ama, pero ahora me está cambiando por Al.

Quizá solo es otro hijo, quiso bromear Scorpius, pero no se sintió bien. Tampoco quería creer que a él le gustaba Al, eso era absurdo. Se mordió el labio sabiendo que en realidad no quería compartir a su padre con nadie. Examinó la foto con cautela y observó el gran puchero de Damian.

-De acuerdo, iré a preguntar.

Fue recompensado con una gran sonrisa.

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-¿Entonces?- murmuró Scorpius entrando a la habitación de Albus, quien estaba escuchando música en su reproductor mágico mientras estaba tirado en la cama. Se sentó a la orilla y le quitó a Albus los audífonos haciendo que abriera los ojos y le escuchara.

Albus examinó la mirada de Scorpius, sabiendo que no estaba enojado. Más bien parecía curioso

-¿Entonces?

- ¿Qué significa esto? – expresó el ojigris con un tono cauteloso y mostrándole la foto en el periódico.

-Tu padre estaba agradeciéndome lo del gran comedor- dijo tranquilamente Albus- cuando mencioné a mi padre cambió sigilosamente de tema poniendo atención a mi corbata.

-Ya…- respondió Scorpius sonriendo ligeramente. No quería admitirlo pero estaba aliviado.-Siempre hace eso cuando alguien quiere hablar de un tema que no le parece apropiado. Por un momento temí que te gustase mi padre o viceversa. Créeme, no es que me caigas mal, pero no pretendo que mi padrastro tenga mi edad, si me comprendes.

-¿Qué?- respondió sentándose en la cama- Scorpius, ¡Tiene la edad de mi propio padre!

-Por eso mismo, tu padre y mi padre se aman en secreto-dijo con una mirada tan seria que si Albus dudaba de si estaba jugando- y quizás quieran usarnos a nosotros, sus clones jóvenes, para cumplir sus fantasías. –Abrió los ojos con espanto-A ti específicamente que dejas que te acomoden el nudo de la corbata personas que acabas de conocer –dijo exagerando su gesto de miedo.

Albus rió.

-Pendejo. Es tu padre ¿Cómo puedes decir eso?

Scorpius hizo una sonrisa traviesa.

-Te la creíste por un momento ¿no? – Rió Scorpius saltando de la cama.- Apuesto que cuando papá venga no podrás evitar ver su hermoso cabello rubio o sus ojos grises que pueden ser tan NO expresivos, y su delgado cuerpo que…

Albus se sujetó la cabeza.

-Basta, Basta. No quiero escuchar esto. Soy heterosexual, muy heterosexual- dijo.

-muchos envidian, y su sedosa voz que…

-¡Ya! Scorpius si sigues así que enamoraré de ti, que serás así en el futuro y por ahora eres igual de joven que yo- Scorpius borró su sonrisa y empezó a retroceder, Albus vió su oportunidad y empezó a caminar hacia él mientras sonreía malévolamente- Que tendrás su sedosa voz, y un cabello rubio que podré apretar cuando te bese mientras me miras con esos ojos grises que …

-Ahhh, aléjate de mí Albus- gritó Scorpius y Albus rió a carcajadas.

-Ahora quién pierde-rió- ¿En serio, utilizarnos a nosotros?

-Tu padre no es precisamente feo- dijo Scorpius alzándose de hombros- es el héroe del mundo mágico. Y tiene un buen cuerpo, se nota. Incluso debajo de todo ese uniforme los musculos de sus brazos son notorios. - Scorpius hizo una sonrisa malvada cuando vio la cara de su amigo- Me pregunto si...

-No, no. Para el carro ahí. No me hablarás de lo atractivo que te resulta mi padre, Malfoy desvergonzado. ¿Por qué no puedes ser como tu padre? Apuesto que él no era así.

La sonrisa de Scorpius se volvió sincera.

-No, no lo era. Era mucho más amistoso y solidario en las mazmorras, pero supermalísimo y molestoso afuera. Mamá siempre decía que saqué solo lo malo de él. Papá solo se reía y decía que divertiría muchísimo y mira, lo he hecho- expresó alegremente.

Albus sonrió.

-Con todo eso de que se portan igual de fríos en público, uno jamás podría pensar lo muy ocurrente que eres.

-Oh eso es protocolo Malfoy, pasa de generación en generación y ahora que sabes el secreto tendré que matarte.

Albus le sacó la lengua.

-Tú por tu parte no te pareces mucho a tu padre, Albus. Solo eres físicamente igual a él.

-¿En serio? – Dijo moviendo su flequillo- Papá siempre dijo que yo era lo que él siempre quiso ser.

-¿Él pudo ser un slytherin, cierto?

Albus asintió

-¿Y por qué no lo fue?

-Porque sus padres fueron asesinados por Voldemort y se enteró que era un slytherin.

-Lo cual era cierto- susurró Scorpius. Albus asintió.

-También porque el tío Ron le dijo que los slytherins eran malos y puros hijos de mortífagos. También, bueno, por lo de tu padre…

Scorpius miró a otro lado incómodamente.

-¿Que hay con mi padre?

-Solo sé que dijo algo acerca de estar del lado de las personas correctas.

-Oh, eso. – dijo Scorpius riendo ligeramente.

-¿Qué?- dijo Albus acomodándose mejor.

-Papá me habló de eso una vez mientras trabajaba. La famosa gente correcta era la tía Pansy, y los tíos Blaise, Theo, Greg y en paz descanse Vincent. Tú sabes, dinero, travesuras, amistad, chocolates gratis, regalos carísimos…

-¿Qué? ¿No se refería a lo del nivel de pureza en la sangre?

-Bueno, puede que también haya un poco de eso por ahí. Pero en realidad era más por los Weasley. Nuestras familias no se llevan muy bien, ¿sabes? Papá dicen que cuando era pequeño siempre entraban a la mansión para revisiones sorpresas, pero que eran tan desagradables con mis abuelos. Era natural que papá les tome adversión.

Albus lo miró como si pensase profundamente en el tema, tratando de comprender.

-¿Y por llevarse con los Weasley molestó a mi padre por 6 años?

-5- dijo seriamente Scorpius mientras se levantaba-Y tú me empezaste a molestar a mí. Scorpius Malfoy de a gratis, menso- dijo tirándole la almohada.- Además él empezó. Se burló de su nombre y esa, mi querido amigo Albus, es una ofensa grandísima.

-Porque significa dragón- dijo suavemente y luego rio- es un poco chistoso si ves su traducción literal.

-El mío significa escorpión. – Dijo el rubio y le señaló con la varita- Y dejame decirte que todo Black que se respete posee el nombre de una constelación. ¿Te burlas de nuestros nombres? ¿Te crucio ya?

Albus arrugó la nariz.

-No gracias. Estoy seguro que tú sí sabes cruciar gente.

-Lo normal- dijo Scorpius acostándose en la cama- ya sabes uno tiene que saber defenderse cuando estás en el…-Infierno de los gryffindors, casi se le escapó y, dandose cuenta de lo que estuvo a punto de decir, Scorpius calló.

Entre amigos, desde pequeños esa frase era común y se refería a las burlas, ataques y ofensas que eran destinadas a sus padres y conocidos, desde antes de nacer, como resultado de que la mayoría de los que pelearon para vencer a Voldemort fueron gryffindors siguiendo a Potter. Por ende, losa puestos políticos importantes fueron ocupados por estos y ocasionaron reglas indiscriminadas en busca de "justicia". Hermione Weasley, por ejemplo, en su gran y absoluta sabiduría había declarado que debían crearse orfanatos particulares para los huérfanos, hijos de mortífagos; ¿Quién los iba a adoptar ahí? Si era obvio quienes eran. También estaba la eliminación de puestos importantes y poderosos para los marcados en el Ministerio y sus familias. Las revisiones sin posibilidad de negación para los que estuvieron en el lado oscuro, la confiscación de bienes heredados por sangre y los niños de 15 años en Azkaban, si se les encontraba participando en actividades oscuras.

Cambiamos una tiranía por otra, solía decir su madre.

Puede que, para Albus, las razones de sus padres para con los Weasley fueren un tanto simples, pero Scorpius recordaba perfectamente que en una ocasión, solo por joder, los aurores había despertado a todos en la Mansión para hacer una "revisión" profunda por el secuestro de una niña que resultó haberse fugado con su novio.

No recordaba haber visto al padre de Albus, pero eso no quería decir nada. Recordaba haberse levantado con miedo por los sonidos de un hombre caminando por su habitación tirando sus cosas, los gritos de sus padres exigiéndoles que no tenía derecho de entrar al cuarto de Scorpius así como así y despertarlo asustado.

Recordaba al hombre el pelirrojo, que luego sabría que era un Weasley, diciéndoles que más daba si se asustaba. Era hijo de mortífagos y slytherins, por descendencia, un llorón y cobarde.

La mirada entre odio y vergüenza de su padre.

Las lágrimas de su madre.

Scorpius debía admitir que durante un largo tiempo él odió a Potter y toda su seguidilla por hacerle pasar a su familia por todo ese dolor y humillación, hasta que un día tuvo una larga plática con su padre. Eso más que mitigar el odio, lo hizo entristecerse. Su padre le debía la vida a Potter y su libertad, si Scorpius hacia algo contra él, dañaría el honor de su padre. Sin embargo no evitaba que Potter y compañía no le agradaran. Él mismo detestaba a Albus al principio. Por ser el hijo del héroe mientras a ellos los veían como molestias. Por vivir una vida sin las preocupaciones diarias que ellos tenían. Y cuando empezó a vencerlo en todo, Scorpius le odió tanto que escribió de él a su padre. Cuando llegó la respuesta, Scorpius no supo que pensar. Decidió simplemente ignorarle, hasta que lo defendió frente a todos y comprendió lo que su padre había dicho acerca de que Potter solo había luchado por la justicia del mundo mágico, y que, cómo él mismo, solo había tratado de sobrevivir. Al igual que Albus, al igual que Scorpius. Aferrándose a lo que sea que los mantuviera cuerdos.

-Potter no es el culpable, solía decir su padre. Solo nos liberó. El resto fueron daños colaterales. En la guerra siempre hay perdedores Scorpius, en este caso fuimos nosotros.

Alejando sus recuerdos de esa mañana. Scorpius miró a Albus y recordó la razón de sus divagaciones. El infierno de los gryffindors, ¿Quién había inventado esa frase?

Él solo sabía que había vivido con ella siempre. En una reunión familiar y entre amigos era tan normal escucharla como platicar de quidditch. En un segundo podías hablar de pociones o hechizos y al siguiente quejarte del trato que los aurores o vendedores te ofrecían. La frase vivía con ellos.

Era su vida.

Para ellos era tan común usarla que ahora solían estar alertas todas las veces que Albus estaba para no ofenderlo. Los slytherins que al principio se habían llevado con Albus no eran parte de los hijos de los mortífagos y por eso no la usaban, pero el resto que habían estado evitando a Albus como la peste, por ser hijo del héroe, y decidieron darle una oportunidad luego, se la estaban tragando con mucho esfuerzo.

Jennifer, Damián y Alexander que eran los que más las decían estaban encontrando difícil no decirla en una plática común y Scorpius a veces se escapaba a platicar con ellos cuando Albus estaba platicando con alguien más, para que no la escuche. Pero Scorpius sabía que no podrían hacerlo siempre, un día sin pensarlo se les escaparía. Y no sabían cómo reaccionaría Albus, pues era una ofensa directa a su familia.

Y aquí estaba él, haciendo amistad con el hijo del hombre que, sin quererlo, los condenó a todos ellos.

Todos sus tíos habían reaccionado negativamente ante la amistad de ellos con Albus. El tío Blaise llegó a Inglaterra solo para hablar con Damián del tema. Alexander tuvo una extensa carta que estaba seguro duró horas en ser escritas y horas en leerse; pero la que se la pasó peor fue Jennifer, quién despertó con un vociferador en la ventana de su cuarto y que gracias a un hechizo silenciador, los demás no lograron escuchar. Sin embargo, Scorpius, Alexander y Damián pasaron 3 horas consolándola.

Una carta a su padre, resolvió el problema. No supo nunca que había hecho pero a la mañana siguiente Pansy Parkinson había llegado a Hogwarts solo para pedir disculpas.

Solo entonces, se preguntó porque su padre aún no le había exigido que se separase de él, tal como su abuela materna había hecho la semana pasada y los padres de sus amigos habían hecho.

Aunque consideraba a Albus su amigo, Scorpius sabía que pertenecía a un mundo distinto al de ellos fuera de las mazmorras; porque él era el hijo del héroe y el resto los hijos de los mortífagos. Que él cayera en Slytherin había sido solo un desafortunado accidente. Esas cosas pasaban, él seguía siendo un Potter. Si Scorpius hubiera decido ser un gryffindor solo sería objeto de discriminaciones, burlas y desprecios.

En momentos así, se preguntaba porque aceptó ser su amigo y si debía volver a darle la espalda. Pero no podía hacerlo, porque sabía que Albus estaba en problemas en casa por ser amigo suyo, y no se sentía lo suficientemente cruel para hacerle un lado. Él le había apoyado, y su honor le instaba a devolverle el favor.

Un Malfoy siempre pagaba sus deudas.

Además ¿No estaba Albus también sufriendo las consecuencias de la guerra? ¿Por qué siendo hijo del héroe, Scorpius creía que estaba en el lado perdedor?

- Mei te mando esta carta -dijo levantándose y dándosela.- Debo irme- señaló. No es que no estuviera sintiéndose bien de estar con él pero en este momento, Scorpius quería un poco de soledad.

-¿Scorpius?- preguntó Albus- ¿Estás bien?- su mirada se dirigió hacia la parte de la túnica que Scorpius estaba apretando. Llevaba minutos mirándolo y por sus ojos podía ver que estaba pensando cosas no muy agradables.

Seguramente relacionadas con sus respectivos padres.

-Si- dijo sonriendo pero la sonrisa no llegaba a sus ojos.

-¿Porque no solo me lo dices?- preguntó Albus serio- sé que hay algo que no quieren decirme. La pregunta es ¿Por qué?

Scorpius solo apretó los labios y se retiró. En ese momento, Albus pensó que el rubio quizá sí era igual a su padre.

En estos momentos, Albus sabía que lo era.

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Harry se frotó los ojos sintiendo el cansancio en ellos. Las semanas anteriores habían sido una completa locura entre las peleas con Ginny y los ataques a sangre muggles; que, si les preguntabas a todos, era una venganza de los marcados que se estaban revelando por el trato recibido. El principal sospechoso, por supuesto, era Draco Malfoy, hijo de Lucius Malfoy.

Gracias a Merlín, Malfoy había salido del país debido a negocios el mismo día de la foto del periodista, por lo que ni debía saber todo el alboroto que tanto Albus como él protagonizaron, ni podía ser partícipe del ataque en Hogsmade.

Tratando de separar a Malfoy de sus pensamientos, miró la carta que una lechuza había dejado frente a él.

Un acta de divorcio.

Ginny le estaba pidiendo la separación, por tercera vez; justo una semana antes de que los niños salieran de Hogwarts.

¿Había pasado un año más? Qué rápido, pensó revisando rápidamente los papeles frente a él. La primera vez que consideraron el divorcio, eran muy jóvenes y se habían peleado debido a las ganas de Harry de ser padre y a las de Ginny de viajar por el mundo. Al final, Harry había pedido perdón por algo que ni siquiera entendía del todo. La segunda vez incluso se hicieron los papeles y Harry los había firmado, pero al final Ginny había insistido en que lo mejor era continuar. Esta vez, Harry no estaba seguro de quién cedería o si alguien cedería.

Leyendo los términos de estos pergaminos, específicamente en la parte de repartición de bienes y tutorías, observó como, a diferencia de la segunda vez, él tenía la custodia completa de Albus y ella la de James; y Lily tendría custodia compartida hasta que un juez declarase lo contrario. Las propiedades también serían repartidas frente a éste. No se preocupó. Consciente de que había hecho a Ginny firmar una carta donde decía que todo lo que le pertenecía antes del matrimonio era de él, no se preocupó por la repartición de los bienes. Porque ahora gracias a ella misma, estaba totalmente en la calle. Vivían en Grimmauld Place, que era de Harry. Habían manejado una sola fortuna, la de Harry también, para vivir; debido a que ella no trabajaba. Y ella pedía el divorcio, por lo que no le correspondía más pensión de la que tenían derecho sus hijos. Hijo, porque solo tenía a James. Había preparado muchas cosas para este momento, no que deseara que llegara; porque a pesar que Harry podía ser un gryffindor, también podía ser un slytherin.

Y un Slytherin no se fía de nada ni de nadie que no sean ellos mismos y los otros slytherins.

Pensando que, después de tantas peleas quizá era lo ideal terminar esta farsa, sacó su pluma. Los niños ya estaban grandes. Además, Albus estaría en Slytherin otros 5 años y él no creía poder aguantar tanto discutiendo con todos los Weasley por ello. Si, no quería perder la tutela de James, pero James estaba obviamente del lado de todos Weasley y Albus del lado contrario, completamente solo. Podía acercarse a James aun sin la custodia cuando se le pasara el enojo, pero no podría dejar a su suerte o amistarse jamás con Albus si no tomaba un partido, el de él.

Tomó unos momentos para meditar. Si permanecía con Ginny, ¿Sería feliz? No. ¿Sus hijos serían felices?

Esto le llevó más tiempo, pero supo que tampoco. Lily se iba a su habitación a llorar luego de todos los gritos, James lo odiaba y no le dirigía la palabra, y Albus había dejado de comunicarse con todos ellos y sería totalmente infeliz en casa ahora que llegaban las vacaciones. Nuevamente. Harry no quería que se pasara las vacaciones nuevamente sólo, sintiendo el desprecio de lo que él llamaba familia. Como si desperdiciara aire cuando respiraba. Como él en su infancia.

Como siempre que se trataba de algo que Harry consideraba importante, se tomó el tiempo para pensar bien las cosas. No siempre sus decisiones le salían bien. Había terminado siendo un gryffindor, casado con Ginny y lamentándose de no haber hecho lo que Astoria Greengrass hizo, pedirle su amor a Malfoy; pero también tenía sus aciertos. Había vencido a Voldemort, tenía hijos y era Jefe de su Departamento.

Hoy, sería uno de esos días.

Cuando peleaban, Ginny esperaba que fuera él quien tomara la iniciativa y luego se movía conforme a ello, consciente de lo mucho que Harry deseaba conservar unida a su familia. La primera vez fue un chantaje, la segunda una mmanipulación y la tercera, un últimatum. Por ello, creía que podía por tercera vez influenciarlo con un divorcio. A él. Al jodido Héroe del Mundo Mágico. Sonrió con sarcasmo. Estaba harto de su vida y era hora de volverla a tener a su mando. Sacudió la cabeza y vio el reloj. Llevaba tres malditas horas viendo el papel. Bien, como sea.

Tomo la pluma y marcó con ella su firma en el papel, que ya contenía la firma de Ginny. Se sintió liberado de la unión de la magia.

Era raro.

Era raro, pero a la vez liberador.

El movimiento en sus llamas le hizo notar que Ginny se había dado cuenta que él había firmado los papeles, y por la furia en que las llamas se movían no había formado parte de sus planes. No respondió la llamada flú. La última vez, gracias a Hermione, se había dado cuenta que los papeles de divorcio eran falsos y le había reclamado al darse cuenta, así que seguramente la pelirroja quiso dramatizar y enviarle los verdaderos. Rió. Ahora mismo debería haberle llegado la orden de desalojar la casa sin poder llevarse nada más que su propia ropa y joyería. Nada más. Y Harry estaba siendo amable al dejarle llevárselas.

Dado que había perdido la custodia de James y éste estaba en la escuela junto con Albus, no se preocupó. Pero sí que se preocupó por Lily que estaba en la guardería del ministerio, dado que la pelirroja "no estaba de humor" para cuidar a su hija. Si iban a esperar un juez, Harry esperaría. Pero se aseguraría de esperar mientras él la tenía.

-Pinky- llamó y el elfo apareció frente a él.

-El amo Harry ha llamado a Pinky, señor- expresó.

-Ve con Lily y dile a los profesores que estará conmigo. Tráela aquí y no dejes que nadie se la lleve hasta que regrese. Ni siquiera Ginny.

-Como el amo Potter ordene- dijo retirándose.

Sonrió, hasta los elfos eran suyos.

Dirigiendo su mirada al periódico que desde hace días adornaba su escritorio, miró nuevamente la foto de Draco acomodando la corbata de Albus.

Si él pudiera tener una familia con Draco podría ser así, recordó haber pensado y corrigió ese pensamiento. Cuando él tuviera una familia con Draco Malfoy, sería así. Harry iba a lograr tenerle a su lado; era, después de todo, muy paciente cuando lo deseaba; pero, por el momento, tenía que resolver otras cosas. Se puso su capa de Jefe de Aurores y se dirigió hacia la oficina del Ministro. Era hora de empezar a cobrar deudas de vida, y qué bueno que él tenía bastantes a la mano.