Disclaimer: Harry Potter y sus personajes le pertenece a J.K. Rowling.
Entre coincidencias y destinos
Capítulo 9. Entre deseos e intenciones
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Tiempo después de que Hermione se marchara, Ginny abrió los ojos en el sofá y se dio cuenta que se había quedado dormida. Subió las escaleras para mirar que tanto se había llevado y, nuevamente furiosa por toda la discusión y todos los sentimientos que las palabras de la mayor habían provocado en ella, abrió la puerta sin importarle si había alguien ahí.
Su mirada recorrió el lugar y no observó que faltara algo importante, entonces volvió a bajar para hablar con su madre y quejarse de las palabras de Hermione. Cruzó la cocina, el comedor, incluso la sala, y entonces lo notó.
-Mamá ¿Dónde está James?-le preguntó a Molly, que arreglaba unas flores en el jardín.-No está en su habitación y tampoco en la sala o la cocina.
La mujer alzó la vista y detuvo sus movimientos. Pareció pensárselo un poco y negó con la cabeza
-La última vez que lo vi estaba en la cocina-le respondió volviendo a lo suyo.
-No lo veo-exclamó ella con una mueca insatisfecha, que hizo a su madre suspirar y prestarle toda su atención.
-Quizá salió con sus amigos. Después de todo ni Teddy, ni Victoria están aquí. Debe estar aburrido.
Ginny asintió. Realmente no le interesaba mucho en este momento lo que su hijo estuviera haciendo, así que se alzó de hombros y dio la vuelta para ingresar de nuevo a su hogar.
-Ginny, ¿Pasa algo?-preguntó Molly, pero Ginevra negó, fastidiada por el hecho de que James se hubiera marchado sin más. Además, si le contaba a su madre su pelea con Hermione, ésta seguramente la regañaría por decirle a su cuñada que Ron no querría a su hijo; cuando lo cierto era que de los seis hermanos, Ron era el único de ellos que, aunque no estaba notablemente feliz con la situación, seguía hablando lo mejor que podía con ella. Ginny sabía que Ron tarde o temprano se pondría, sino de lado, en tregua con Harry y Hermione, cosa que ellos habían apresurado al reclamarle a Hermione su ayuda a Harry, y empezando a mostrar su desagrado hacia ella, por lo cual Ron parecía haber decidido ya no visitar la Madriguera con ella.
Ni él solo, suspiró.
-No, estoy bien-respondió a regañadientes. Furiosa de su situación, con su hermano, con Hermione, con Harry...
-No pareces estar bien.
Ella rodó los ojos.
-Estoy bien, Mamá-insistió como cuando era pequeña y volvió a entrar a su casa. Fue entonces cuando la chimenea dejó salir unas llamas que se acercó curiosa y vio que la cara de Lavander aparecía.
-¿Ginny? ¿Estás ahí?
Asomándose ante su nombre, se agachó frente a ella y le sonrió sin ganas.
-Hey, Lavander.
-¿A que no te crees lo que acaba de pasar?-le preguntó con ese tonito que presumía saber algo que tú no y morirías por saber.
-No lo sé, ¿Qué?
-Draco Malfoy ha traído a Hermione cargada hasta aquí. Estaba llena de sangre. Le pregunté a una amiga y ella dijo que estuvo a punto morir, pero no me podía decir más. ¿No le han enviado ni una lechuza a tu hermano explicando la situación?
Ginny negó con la cabeza, empezando a sentir culpa en su interior mientras se preguntaba si ella había sido la causante de ello. Como madre de tres hijos, sabía que una no debía tener cambios bruscos de humor durante el embarazo, porque podrían adelantar el parto o provocar un aborto espontáneo; pero tan pronto el pensamiento la recorrió, su fuerza de negación se apoderó de ella. Hermione tenía más aguante que para morir por unas palabritas. Seguramente se había golpeado con alguna de las cajas o algo, o tal vez Malfoy la había lastimado. Después de todo, ella se había dirigido a Malfoy Manor completamente bien.
Y hablando de eso, nunca habría imaginado que Hermione visitara Malfoy Manor. Probablemente su hermano ni se lo imaginaba, o de lo contrario, su madre y ella lo sabrían, Ron no podía callarse las cosas que lo enfadaban. Oh...cuando él se enterara, se armaría todo un show, se imaginó, ocultando la sonrisa que luchaba por salir. Volvió la mirada a su amiga y le sonrió amablemente, de mejor humor que hacía momentos.
-Si lo hicieron, tardará en decirnos algo. Está en una misión.- Siendo el guardaespaldas personal de Harry, quiso bufar; pero se negaba a darle a Lavander algo que chismear este día y a su costa..
-Oh, entonces era cierto que no estaba.-Comentó la otra con indiferencia, como si hablara del clima- Pues que mala suerte. Bueno, quizá quieran pasarse por aquí y visitarla, después de todo es tu sobrino.
-Entonces, ¿No perdió al bebé?
-No, ambos están a salvo. Malfoy la trajo a tiempo, pero está muy débil. Quieren observarla unos días así que ahora mismo está durmiendo.
-OK-comentó un poco aburrida, sin saber qué hacer con la información.
-Lo que sí me sorprende es que dejes que James le hable después de todo lo que ha pasado.
Alzando su mirada, que hasta ese momento parecía perdida, Ginny tragó saliva y miró a Lavander, quien, la miraba con ojos astutos.
-¿A Hermione?, -preguntó-es su madrina.
-No. A Malfoy. Aunque claro, considerando que Albus y Lily son sus hermanos, y Albus parece pegadísimo a Scorpius Malfoy, era de esperarse que James se topara con él algún día de estos.
Ginny frunció el ceño.
-¿De qué hablas? James no le dirige la palabra. Ni para bien o para mal.-Aclaró, sintiendo su corazón latir lentamente.
-Pues eso no fue lo que oí. Parece ser que ahora mismo estaba en su mansión. En Malfoy Manor, ¿te imaginas? El mismo Malfoy dijo que iría a preguntarle a James algo. Teddy Lupin está aquí mientras él regresa, me pregunto si podrá darme algo de información al respecto.
Teddy, pensó ella con amargura. Por supuesto que él apoyaría a Harry en su estupidez y estaría bailando a las órdenes de Draco Malfoy.
-Imposible-dijo apretando el puño-James no iría con ellos.-Él no la traicionaría de esa forma.
-¿De verdad? Porque Marie dijo algo de que escuchó a Wendy platicando con Malfoy, y cuando ella le dijo que la información solo se le daba a familiares, el mismísimo Malfoy le gruñó que Harry y Ron no estaban aquí, los Weasley estaban enojados con ella y él tenía a tres sobrinos preocupados por ella en su casa. No quiero alarmarte, pero teníamos a una periodista del Wizard Times por aquí, que pareció realmente interesada al respecto cuando escuchó aquello, especialmente porque tú tienes tres hijos que casualmente son sobrinos de Hermione.
-Mientes-dijo apretando los dientes.
-Oh, no Ginny. Mentirte sería lo último que haría, después de todo no es un secreto lo rápido que tu matrimonio con Harry se desmoronó y lo muy pronto que Hermione y él hicieron migas con los Malfoy. A mí me parece coherente y espero con ansias el artículo que sacarán ¿Te imaginas? Van a destruirte-siseó con aparente preocupación, pero en el fondo parecía alegre con la situación.
La pelirroja apretó los labios y de inmediato cerró la chimenea, preguntando a sí misma por qué diablos seguía hablando con Lavander, cuando era malditamente obvio que a ella solo le interesaba si misma. Subió a su habitación y tomó su varita, dispuesta a ir y a amenazar a Malfoy por convertirla en la siguiente nota, y a la periodista esa, que quería convertirla en una burla.
-Saldré- le gritó a su madre, tomando consigo un poco de dinero.-No me esperes.
-¿A dónde vas?-preguntó ella, preparándose para entrar a casa y empezar a cocinar.
-Por James.
-¿James? ¿Por qué necesitarías ir por él?¿Se ha herido?¿Qué sucede Ginny?-le preguntó viendo su cara roja y sus ojos brillosos de furia, pero ella salió rumbo a San Mungo sin escuchar los gritos de su madre llamándola. Su pensamiento estaba perdido maldiciendo a Draco Malfoy; a quien al parecer no le bastaba robarle a Harry, sino que también necesitaba quitarle a sus tres hijos ¡A los tres!
¿Acaso estaba dispuesto a dejarla completamente sola?
Respiró profundo, intentando que sus lágrimas de ira se quedaran en sus ojos. ¿Por qué?, se preguntó, ¿Qué tenía él que hacía que los Potter lo amaran? ¿Era porque era rico? ¿Por su apariencia? Se apareció en el Callejón Diagon toda furiosa y justo entonces, lo vio salir de una chimenea cercana. Justo a tiempo, pensó. Ahora si te mato.
Por supuesto, ella no iba a matarlo literalmente. Solo lo iba a abofetear y a arrancarle esos estúpidos cabellos rubios que su ex-esposo adoraba. Iba a reclamarle el tener a su hijo sin su consentimiento, iba a humillarlo una vez más y hacer que se arrepintiera de meterse con ella y su familia; pero en su lugar, su mente se nubló y perdió el juicio.
-Draco Malfoy-le gritó y cuando los ojos plateados se enfocaron en los de ella, la ira surgió como resultado de la envidia y el dolor acumulados por años. El deseo de que hubiera muerto en una de las tantas veces que la muerte lo quiso arrebatar del Mundo Mágico y Harry lo impidió, se hizo real. Si Harry nunca se hubiera enamorado de él, nunca habría vivido su matrimonio anhelando a alguien más; y ambos hubieran podido ser realmente felices.
No lo suficiente. No lo necesario.
Realmente felices.
Ella había peleado la guerra a su lado, había pertenecido al bando correcto y tenía ideas parecidas a él. Era una bruja poderosa, respetada, simpática. Fue jugadora de quidditch, le dio tres hijos, lo incluyó en su familia. Le dio todo de ella y aún así, no había sido suficiente para el Héroe del Mundo Mágico.
Porque él buscaba algo que solo Malfoy le podía dar.
Las preguntas de siempre volvieron a ella, ¿Por qué Harry nunca la amó como a él? ¿Por qué nunca superó ese enamoramiento?´¿Era por ella?, ¿había hecho algo antes de descubrir que él no la amaba como al rubio?
Y la respuesta llegó a su cabeza. No.
Era porque Malfoy aún existía.
Porque de algún modo su mundo y el de Harry siempre se rozaban. No lo suficiente para ser cercanos pero sí para recordarse mutuamente al otro. Ellos se miraban sutilmente, se cruzaban una y otra vez. Sabían los pasos del otro con exactitud. Quizá por ello cuando se había casado, el día de su boda Luna se lo había advertido. Le había dicho que lo pensase. Porque ella lo sabía.
Sabía que el corazón de Harry, pertenecía a alguien más.
Entonces, pensó dolorosamente, ¿por qué se casó conmigo? ¿Por qué me hizo creer que era feliz a mi lado?
Pensando en la felicidad, en el amor real que Malfoy había recibido y brindado a Astoria Malfoy, Ginny lo odió y odió a Harry por no amarla de esa forma; y fue en ese pequeño instante, que la mente se le nubló, alzó la varita y pronunció el hechizo del que había escuchado a su esposo arrepentirse por mucho, mucho tiempo.
-¡Sectusempra!-gritó, imitando los movimientos que había visto a Harry hacer en su pensadero uno y otra vez, hasta el grado de memorizarlos. Cuando el rubio recibió el impacto en su cuerpo y fue impulsado hacia atrás, Ginny se dio cuenta de la magnitud de su ataque de ira y tuvo miedo de sí misma. Especialmente cuando la sangre empezó a salir en grandes cantidades y la gente comenzó a gritar alejándose de ella. Impactada, empezó a correr hacia el otro lado. Directo a casa.
Evadió a las personas con determinación y se mezcló entre la gente. No obstante, pese al miedo que tenía de ser encarcelada, la adrenalina corriendo dentro de ella realmente deseaba que el otro desapareciera.
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Theodore Nott no era la persona más expresiva que pudiera existir. No era frío, ni mandón, ni excesivamente alegre. Era tranquilo, sonreía suavemente, reía en voz baja, era paciente y amable; pero aquello quedaba muy oculto bajo su habitual rostro serio. Tampoco tendía a preocuparse mucho, ya que era el tipo de persona que, a menos que la situación lo requiriera, vivía al día. Por eso, realmente no se preocupó cuando el cumpleaños de Alexander cayó en manos de su esposa y de Draco, quien había afirmado que, aún si Astoria no estaba, él podía ayudar a Daphne a terminar la fiesta que había ideado hace mucho tiempo con su esposa. Tampoco se preocupó para nada cuando se le pidió que distrajera a su hijo lo suficiente para que no notara que Draco y Daphne, preparaban el Salón de Baile para su cumpleaños al día siguiente. Alexander era una mente curiosa, que necesitaría pensar cuidadosamente qué deseaba para sí. Lo siguió tranquilamente por las tiendas, dejandolo escoger un regalo de cumpleaños digno de sí mismo, sabiendo que en cuestión de horas, sus amigos le invitarían a comprar algo con ellos, y el mismo día de su cumpleaños, tendría muchos más regalos en una mesa. Lo que si le preocupó fue el hecho de que un patronus, un Ave de Paraiso de Wilsom, le informara, a través de la voz de Daphne, que Scorpius les comunicaba que su padre no podría ir; debido a que estaba en San Mungo acompañando a Hermione Weasley.
-Por favor, ve a acompañarlo-pidió su esposa- lleva a Alexander, iré por él de inmediato.
-Alexander- llamó a su hijo, obedeciendo a su esposa- vamos a San Mungo, vendremos por tu regalo después.
-¿San Mungo?-preguntó el menor confundido, pero se alejó de las vitrinas de la tienda, haciendo ademán de obedecer.
-Si, iremos a acompañar a tu tío Draco.
-Oh, ok. Mira, está ahí-rió divertido su hijo, señalando con su dedo a su tío, quien salía de la chimenea. -Voy a alcanzarlo para que vayamos juntos-exclamó el menor, alejándose de su padre. Theodore sonrió relajado al ver bien al rubio y siguió a su hijo, pensando en su mente qué podría hacer para que los planes de Daphne no se atrasaran.
-¡Hey, Draco!-llamó, notando como el otro volteaba en su dirección, pero al no ser el receptor de la mirada, siguió la mirada de su amigo, antes de que, frente a sus ojos, un hechizo lo impactara en el pecho.
-¡Tío Draco!- escuchó el grito de su hijo, y como si eso lo despertara del shock, corrió hacia su amigo.
-¡Draco!-gritó el mismo, ordenándose a sí mismo a mirar a los alrededores para entender lo que pasaba. Entonces la vio, cuando ella cruzó a su lado. Los ojos de ambos se cruzaron por un segundo, lo suficiente para que él supiera que ella era la culpable.
Ginevra Weasley.
Tenía que escoger. Acompañar a Draco, o vengarse.
Si acompañaba a Draco, no podría hacer mucho por él. El área de sanación nunca había sido su fuerte, pero definitivamente podía atrapar a Weasley. Como si la fortuna lo escuchara, Severus Snape apareció en la escena y se agachó junto al rubio, empezando a recitar un hechizo.
Era ese hechizo. Era ese maldito hechizo de nuevo, gruñó interiormente, apretando los puños.
-¡Alexander!-llamó, y su hijo paró mirando angustiado.-¡Sígueme!
-Pero tío Draco…
-¡Alexander! Snape está con él, sígueme.
Con una mueca de dolor, de temor, que Theodore sabía él mismo luchaba por contener, lo siguió.
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-Scorpius-gritó Narcissa con dificultad mientras seguía a su nieto, y se obligaba a sí misma a no llorar.- ¡Para! No puedes aparecerte fuera de la Mansión, eres menor de edad-le gritó, casi en una súplica.- La chimenea. Usemos la chimenea-le pidió, agitada por la carrera y suplicó al cielo que su nieto se detuviera, al menos fuera más lento, y considerara que las túnicas de dama eran realmente incómodas para correr. Scorpius lo hizo. Detuvo sus pasos, la miró, permaneció quieto por menos de tres segundos y corrió hacia la chimenea más cercana. No escuchó a su abuela decirle a Lily que se quedara, o los llamados de Albus pidiendo que esperara. Piensa rápido, se dijo ignorando la magia asfixiante que lo envolvía y terminaba la renovación del Lord Malfoy ¿Dónde puede estar? ¿En San Mungo donde se dirigía? ¿hizo escala en el Callejón Diagón? ¿Se apareció en algún otro lado? ¿Se lo habían llevado? ¿Si era así, a dónde? No había tiempo para magia de sangre… y un hechizo dirígeme no iba a funcionar tan efectivamente si su padre estaba lejos. Simplemente no había tiempo y él no podía pensar bien. Llegando a la chimenea, tomó unos polvos flú y los arrojó inmediatamente, después de haber entrado a ella.
-¡Callejón Diagón!-gritó y las nubes verdes lo envolvieron mientras las miradas preocupadas de su mejor amigo y de su abuela lo observaban desaparecer. Cuando aterrizó, de inmediato chocó con una persona parada frente a él. Scorpius lo empujó, pero esa persona no pudo apartarse mucho del camino, y pronto el rubio notó que se debía a toda la gente aglomerada en esa parte. Habían varios aurores pidiendo espacio. Pensando en cómo salir de ahí, se quedó parado y fue el empujón que la aparición de alguien más en la chimenea, lo que lo volvió a la realidad. Empezó a empujar a la gente, rogando que no se debiera a su padre, pero la gente no abría paso alguno.
Olvídate de esto, se regañó en su mente. Vamos a San Mungo. Papá no está aquí.
Se dio la vuelta para adentrarse nuevamente a la chimenea y dirigirse al hospital cuando chocó con Albus, quien lo abrazó para acorralarlo. Narcissa se abrió paso entre la gente y tomó su mano bruscamente.
-Scorpius-le regañó-Basta. Deja de correr de un lado a otro. Vamos a encontrarlo juntos-le dijo.-No quiero perderte a ti también.
Scorpius se mordió el labio y asintió; fue entonces cuando la rubia miró a su alrededor y notó las miradas que las personas, que habían notado quienes eran, le daban. De pronto, Narcissa sabía dónde había estado Draco y lo que había pasado. Especialmente porque las personas a su alrededor abrían paso hasta el centro de la multitud y tenían esa cara.
-Oh, Por Merlín...
Esa cara que dice que alguien murió.
Un corazón podría latir muy lento o muy rápido dependiendo de la situación, pensó Draco sintiendo el suyo detenerse poco a poco. Podía desear u odiar, amar con intensidad o desinterés. Un corazón podía ser fuerte o ser débil.
Un corazón podía anhelar un futuro y luchar, o rendirse y morir.
La mirada castaña de Ginny Weasley, la rabia reflejada en sus ojos. Los gritos, las miradas asustadas, todo empezó a desaparecer mientras se aferraba a la vida. Las siluetas perdieron forma, los sonidos desaparecieron poco a poco, los olores perdieron su diferencia, y dejaron una única voz, una voz conocida atravesar lo poco de su consciencia…
-!Draco! ¡Por favor, resiste!
Intentando poner atención a la persona a su lado, Draco abrió sus ojos plateados con lentitud y con dificultad, logró enfocar la mirada hasta poder reconocer el rostro de su padrino. El deseo de llorar y sonreír lo invadió con fuerza dejando salir una muy leve risa. Quizá su vida estaba marcada para terminar con un sectusempra, bromeó internamente, y Draco había sobrevivido por suerte la última vez. No obstante, terminaba así; con una de las personas que más amó en el pasado a su lado, llorando por él pese a los años de separación. Era una buena forma de morir, se dijo. Junto a la persona que lo había visto crecer, lo había querido y salvado más de una vez.
Que intentaba salvarlo nuevamente.
-Hola, padrino-susurró alzando la mano con dificultad y tomando la mano del otro, que se aferró a la suya. En momentos así, darse cuenta de lo mucho que había extrañado al hombre, era irónico, dado que fue él quien se alejó. No obstante, al igual que todo, ese enojo había desaparecido y dejaba, al igual que el resto, solo dejo la melancolía y la tristeza de no haber hecho ciertas acciones cuando podía.
-¡Draco, resiste!-le pidió el pocionista, diciendo el contrahechizo una y otra vez, pero el rubio sabía que había perdido mucha sangre, y si no sanaba la herida pronto y recuperaba su sangre, su corazón dejaría de latir.-¡Vamos Draco! No me hagas esto.
-Severus es tarde. La herida es más grande que la vez pasada y he perdido mucha sangre, no lo lograrás a tiempo.-Le explicó difícilmente a su padrino, diciéndole lo que el otro ya sabía pero se negaba a aceptar.
-Solo un poco más Draco, un poco más. Resiste.
-Tengo sueño, Sev-susurró levemente y Severus hizo una mueca dolorosa mientras continuaba diciendo el hechizo. Sus manos temblaron y Draco vio la varita a punto de ser soltada pero a la vez sostenida tercamente. Los ojos negros se volvieron brillantes sabiendo que Draco tenía razón y estaba luchando con algo casi imposible. Pero aún así se aferró a la muy pequeña posibilidad de triunfar.
Draco le sonrió y cerró los ojos. Entonces empezó a luchar para respirar, y ante los ojos de Snape, empezó a moverse sin control.
Su corazón ya no tenía suficiente sangre para latir.
-Dele esto-dijo alguien y le ofreció al pocionista un frasco. Severus volteó, sin mirar realmente a la otra persona y examinó el frasco, que de inmediato reconoció como regeneradora de sangre. Miró a su ahijado que estaba inconsciente y le metió la poción por la boca, obligando al rubio a tragar. Cuando lo logró y esta comenzó a funcionar, solo pidió que no fuera demasiado tarde.
Para su sorpresa, la chica acomodó sus manos junto al corazón de Draco y empezó a comprimir su pecho con determinación.
-Continúe-le gritó- Mantendré su corazón funcionando.
Él desvió la mirada y continuó con el hechizo, observando con alivio que el rostro de Draco ganó algo de color. Pronto varios de los que quedaron parecieron reaccionar y empezaron a mirar a sus alrededores. ¿Cómo había pasado?¿Quién lo hizo?¿Por qué?
-¡Llamen a un medimago!-gritó alguien y en medio del mar de preguntas, la gente comenzó a moverse, e incluso algunos preguntaron en qué podían ayudar.
Severus siguió con el hechizo, ignorandolos, y cuando la herida cerró por completo, y el pocionista por fin pudo respirar nuevamente, miró con atención a la chica frente a él. Su cabello sudaba, y pegaba su cabello pelirrojo a su frente mientras seguía ejerciendo presión sobre el cuerpo de Draco, una y otra vez. Sus ojos azules parecían pedir desesperadamente que funcionara y cuando al parecer logró lo que quería, sonrió triunfante, se separó, se secó la frente y por fin lo miró a los ojos.
Fue entonces cuando Severus la reconoció.
-Una Weasley-expresó con enojo y cautela, sosteniendo a Draco con fuerza como si su solo apellido pudiera dañarlo. Como si con solo acercarse a él fuera un peligro para el hombre rubio, cuyo rostro estaba tan pálido y sin moverse. Por la mente de Severus pasaba lo importante que era trasladar al rubio con un Sanador, pero reconoció para si mismo que estaba en shock.
Como si la chica notara su reacción, lo miró indecisa.
-Yo…-inició su disculpa, pero el sonido de los aurores apareciendo la interrumpió, y vio con impotencia como observaban los alrededores, la veían a él y al hombre frente a ella y tomaban al Señor Malfoy, para llevárselo.
-¿Qué le hacen?-preguntó a los mayores.
-Quédense aquí-respondió uno de los aurores, dejando a ambos mirándose. La gryffindor tembló sin saber qué decir o hacer, y observó indecisa al hombre frente a él, que la miraba con desprecio.
-Lo siento- titubeó cuando retrocedió por instinto y golpeó a un auror que intentaba hablar con un testigo. Su vista volvió al hombre frente a ella, y estudió sus ojos y su cabello negro, el cual llevaba a la altura de los hombros. Su rostro le era conocido, así que hizo memoria de dónde lo había visto, logrando reconocerlo del libro de Historia Mágica, como el Director Severus Snape.
-Director Snape- saludó indecisa.
-¿Por qué estás aquí?-le preguntó el hombre bruscamente, sin corregir el cargo que no poseía hace años-Fue uno de los tuyos quien hizo esto.
La gente empezó a susurrar entre ellos y Rose se sonrojó hasta las orejas cuando hubo un flash dirigido a ella. Inmediatamente, los aurores los alejaron del centro de la multitud y les pidieron que esperaran. Ella asintió y se sentó en una pequeña jardinera, de un puesto de libros. El antiguo Profesor se puso a su lado sin mirarla, persuadido por un auror. Decaída, ella bajó la mirada y permaneció así, hasta que una mano tomó su brazo y casi gritó.
-¿Rose? ¿qué te ha pasado? Estás llena de sangre, ¿Estás bien?
Su nombre la hizo reaccionar y miró sus temblorosas manos llenas de sangre, impactada de no haberlo notado hasta entonces. Entonces notó a Albus, al cual no había visto llegar. Detrás de él inmediatamente llegaron Scorpius Malfoy y una señora rubia de ojos azules, que, tomando en cuenta que estaba con ellos, y se parecía a Andrómeda Tonks, debía ser Narcissa Malfoy.
-Yo...-inició de nuevo, pero las palabras escaparon una vez más de su boca cuando la dama con ellos, miró al hombre frente a ella y habló.
-¿Severus?-preguntó ella.-¿Por qué estás aquí? ¿Has visto a Draco? Estamos buscándolo. Se supone que se dirigía a San Mungo, pero de pronto la Mansión empezó a cambiar de Lord. Scorpius aún es muy joven, lo que indica que Draco está en problemas. Y toda esta gente, ¿qué está pasando? Dime, por favor-le imploró.-Sé que te hemos alejado, pero tienes que comprender; Draco era muy joven, al igual que todos necesitaba a alguien que culpar, él confiaba en ti.
Severus no respondió, pues su mirada estaba perdida en el rubio frente a él, que hablaba casi al mismo tiempo.
-¿Has visto a padre?¿Dónde está?¿Está vivo?
El hombre, quién no había visto a su mejor amiga desde la guerra, y nunca había podido ver a Scorpius, se mantuvo en silencio y observó al pequeño, notando el gran parecido que tenía con Draco.
-Ginevra Weasley le lanzó un Sectusempra-respondió finalmente a Lady Malfoy, ante la sorpresa de todos, incluso de Rose, que pareció comprender la desconfianza del hombre hacia ella.- No llegué a tiempo para capturarla pero logramos cerrar la herida. Justo ahora está en San Mungo. Creo firmemente que se recuperara.
La mujer de ojos azules lo miró, y dejó caer las lágrimas de sus ojos, sin importarle que el mundo la viera. Severus le tomó la mano y la guió al lugar más cercano para sentarse. Varias personas la miraron sin vergüenza, pues su aparición en el Mundo Mágico, era tan rara como la del viejo profesor de pociones.
-Severus, oh, Severus-sollozó ella, y él la abrazó con el fin de ocultarla de la vista pública.
-Estará bien, Cissy-prometió, pero ella negó con la cabeza. -Ya ha sido trasladado a San Mungo, Cissy. Estará bien. Weasley le dio una poción regeneradora y mantuvo su corazón funcionando, los aurores se lo han llevado a San Mungo.
-San Mungo-susurró la mujer, casi en la deriva- Él estaba dirigiéndose a San Mungo. A ver a Granger para llevarle ropa-añadió viendo el pequeña bolso olvidado en el suelo y entonces, cuando el mundo tuvo sentido de nuevo, lo abrazó; sintiendo la alegría de saberlo vivo.-Gracias, Severus, muchas, muchas gracias.
El ex-profesor asintió sin saber que hacer y se apartó ligeramente observando con atención al hijo de Harry Potter caminar al bolso y recogerlo para luego regresar con Scorpius, quien parecía haber perdido toda la adrenalina que lo poseía y se había quedado parado en su lugar. Lo llamó por su nombre y el rubio dejó salir una sonrisa que el otro correspondió.
Sabía que el hijo de Potter se llevaba con los Malfoy porque los diarios no dejaban de publicarlos,pero verlos ahí, frente a todos, juntos, era raro, era como...
Como si fueran Potter y Draco de pequeños.
Pero a la vez era diferente. Ellos estaban acompañándose en lugar de pelearse.
Consolándose en lugar de atacar a la herida. La confianza entre ellos, el cariño, todo estaba ahí si querías darte cuenta.
Sonrió levemente.
-Señor- escuchó la llamada de un auror-Por favor, acompáñenos al Ministerio para hacerle unas preguntas-escuchó y asintió, sabiendo que era probable que los Malfoy no lo quisieran ahí después de todo. Volteó y siguió al auror, ya habría un más tarde para platicar con Draco. No era el momento. Era el momento de que Weasley pagara con sangre el haber intentado matar a su ahijado.
Observando a su antiguo amigo alejarse, Narcissa se limpió el rostro. y se puso de pie. Se acercó a Rose y estaba a punto de agradecerle a ella también, cuando un abrazo alegre la alejó de la otra chica.
-¿Scorpius?-preguntó.
-Las barreras-le explicó el rubio a su abuela con los ojos brillantes y una mueca entre aliviada y llorosa-me han liberado. Han vuelto con papá- Mencionó limpiándose la cara con la túnica y mirando a la chica que los veía sin decir palabra. Caminó hacia ella y para sorpresa de todos la abrazó.
-Gracias, Weasley. Muchas gracias-susurró con energía.-No tengo como pagarte. No hubiera soportado perderle a él también. Muchas, muchas gracias-repitió sin liberarla.- Estoy en deuda contigo, así que se libre de pedirme lo que necesites. De verdad, muchas gracias.
Rose sintió unas lágrimas amenazando con salir con esas palabras, y negó con la cabeza. Cuando recibió la lechuza con las noticias sobre su madre, sintió el pánico recorrerla y salió corriendo a buscarla, convencida de que estaría bien. Que en San Mungo lograrían curarla. No quiso escuchar esa voz que le decía que podría perderle. Ella había dicho que volvería, que solo iba a casa de sus primos a buscar algunas cosas y regresaría. Que cuidara a Hugo hasta que lo hiciera y llamara a tía Fleur de ser necesario porque la abuela estaba enojada con ella y quizá no querría venir.
Había sido su culpa, había pensado mientras se encaminaba a San Mungo, después de dejar a Hugo con su tía Fleur y sin explicarle nada. Todo había sido su culpa. Por burlarse del chico frente a ella sin saber, sin comprender, el temor de saber que tu madre podía morir en cualquier momento. Que el dolor de perder a alguien amado te hacía llorar tanto que en ocasiones ya ni siquiera había lágrimas que derramar.
Y cuando había visto de pronto al hombre rubio que se suponía cuidaba a su madre, corrió hacia él a pedirle que la llevara con ella. En ese momento no le importó quién era, su pasado, su profesión ni su apellido. Solo quería llegar, desesperadamente a él.
Y entonces él había recibido el hechizo.
Y había empezado a morir.
Sin madre pensó en Scorpius, congelándose. Ni padre. Quizá fue eso, la culpa de sus palabras y la sensación de perder a su madre, que la hizo reaccionar y correr a ayudar. Nunca pensó enfrentar a los Malfoy ni justificar sus acciones así que no sabía que decir ahora que, los grises que poseía el slytherin la miraban fijamente esperando unas palabras.
-No es nada-respondió levemente sin saber como reaccionar-Las pociones eran por si mamá las necesitaba. Hice lo que todos habrían hecho. Lo que tu padre hizo por mi madre.
Scorpius dejó salir una triste sonrisa y sus usualmente inexpresivos ojos se volvieron ligeramente más cálidos. Eso no era cierto. No todos lo habrían hecho.
-Gracias-dijo nuevamente pero no hizo ademán de volver a acercarse. En cambio, se dirigió a Albus quien le sonrió de nuevo.
-Scorp- escuchó su primo-vayamos a verlo.
Scorpius asintió y avanzó hacia su abuela con la intención de marcharse lo más rápido posible y escapar de esa multitud. Como la chica se había quedado quieta sin saber que hacer, Albus extendió la mano.
-Vamos Rose-le dijo- Llevemos esto a tu madre.
Antes de que un auror la interrogara, escapó con ellos.
Cuando llegaron a la sala de espera de San Mungo, Teddy enseguida se puso de pie y caminó hacia ellos, que miraban a Narcissa preguntar acerca del estado de Draco a la primera que vió.
-La última vez que vi al señor Malfoy aquí estaba en espera del estado de Hermione Granger-le respondió la muchacha pero aún así se volvió para preguntarle a alguien más.
Scorpius se mordió el labio y esperó impaciente.
-Albus-llamó el mayor haciendo que tanto él como Rose voltearan- ¿Qué ha pasado? De pronto el tío Draco fue ingresado y cuando pregunté, me dijeron que alguien le lanzó un hechizo, que perdió mucha sangre y estaba tan débil que su corazón difícilmente estaba resistiendo. Él dijo que sólo hablaría con James ¿ Acaso fue él?
El de ojos verdes negó dócilmente y apretó los labios.
-No lo vi-dijo.- Cuando llegué ya se lo habían llevado.
El auror frunció el ceño.
-¿Cuándo llegaste a dónde? y ¿Por qué estás ensangrentada Rose?
-Le apliqué un RCP al señor Malfoy. Su corazón se paró y no sabía que más que hacer, así que me agaché y se la apliqué. Supongo que cuando la sangre volvió a su cuerpo con el hechizo que el señor Snape hizo, la sangre extra que generó la poción no permitió que entrara la que quedó en mis manos y en el suelo.-Explicó en una frase que en otros momentos hubiera hecho que Teddy como Albus la miraran ligeramente fastidiados por su sobre explicación. Luego de que terminara, Teddy la miró con una ligera desconfianza.
-¿Le aplicaste un RCP? ¿A Draco Malfoy? Creí que lo odiabas ¿Por qué entonces te acercaste a él?
Ella se sonrojó ligeramente.
-Malfoy me envió una lechuza diciendo que su padre, había llevado a mamá a San Mungo. Yo estaba corriendo a alcanzarlo -murmuró avergonzada.
Albus alzó una ceja.
-¿Scorpius te mandó una lechuza?¿Cuándo?
-¿No estabas enterado?-preguntó sorprendida.
-No. Nunca lo vi enviarla. De hecho su padre solo pidió que le mandaramos una lechuza al tío Ron, diciéndole que él se encargaría de cuidarla-mencionó recordando que ellos solo le habían avisado al pelirrojo y a su padre. Su mirada se ensombreció-Debió creer que querrías si quería estar a su lado.- Pensó, por si necesitaba despedirse de su madre.
Después de todo, si alguien sabía lo que era no despedirse de su madre, ese era Scorpius.
Rose lo miró sin entender y Albus negó con la cabeza. Él no era tan cercano a su prima, y no estaría contento con ella hasta que se disculpara con el rubio por sus palabras, y todo lo que habían ocasionado, como para explicarle algo acerca de su mejor amigo. Volteó y observó a Narcissa acercarse a los tres y a Scorpius siguiéndola mientras se mordía el labio. La mayor de los Malfoy miró a Teddy y lo saludó con un leve asentamiento de cabeza.
-Edward-le dijo.
-Señora Malfoy.
-Me quedaré aquí con tu padre-le explicó a su nieto-Será mejor que los lleve de vuelta a la mansión.
-Quiero quedarme-dijo firmemente Scorpius, pero la mayor negó.
-Debes estar en casa, junto a Berenice. No quiero preocuparme por ti y tu hermana. Tampoco por tus amigos. No pueden estar tanto tiempo aquí, son menores de edad y ahora que Draco no está para cuidarlos, Albus y Lily no tienen ningún tutor cerca. Vuelve a Malfoy Manor y asegúrate de que estén protegidos dentro de las barreras.
Scorpius asintió.
-Si, abuela.
-Quizá James Potter quiera volver a casa-le dijo seriamente- No unas Malfoy Manor con la Madriguera. Intenta que se mantenga adentro o déjalo ir usando el Callejón Diagon como intermediario. No quiero que esa gente tenga contacto con nuestro hogar.
-De acuerdo.
-¿Volver?-preguntó Albus sorprendido-James no puede volver a la Madriguera, ella...ha enloquecido-se quejó.
La mayor no dijo nada y miró a Scorpius fijamente. Se miraron durante largos minutos que parecieron eternos y mediante el cual parecían comunicarse algo. Lo que quedó confirmado cuando Scorpius asintió y giró el anillo familiar en sus dedos.
-Me aseguraré-prometió firmemente-Por mi honor.
-¿Te asegurarás de qué?-le preguntó Albus.
-No puedo dejar que ella se acerque a mí, ni a mi hermana, Al.-Le explicó sabiendo que el hijo del Héroe del Mundo Mágico no aprobaría la decisión que había tomado- Si tu hermano quiere marcharse es libre de hacerlo pero no lo hará abriendo posibilidades de que ella se acerque a la Mansión. Antes, me encargaré de que las protecciones la maten -dijo fríamente sin importarle la mirada alarmada de los otros tres-Le lanzó un hechizo a mi padre, y antes de eso agredió verbalmente a tu tía. Ambos están aquí porque su causa y no permitiré que toque a nadie más. Ella ha ofendido a los Malfoy y no permitiré que salga impune.
Rose los miró impactada.
-¿Cómo dices?
-¿Pero matarla?-dijo al mismo tiempo Albus
-Viste a mi padre Albus, ahora mira a Weasley. La misma escena. Una persona bañada en sangre de otra... ¿Por qué? ¿Por qué nos está haciendo esto? ¿Qué le hicimos mi padre y yo a ella para que nos hiciera esto? ¿Qué es tan imperdonable?- le preguntó con sus ojos brillosos y llenos de resentimiento.
Albus buscó la respuesta en su cabeza, pero en el fondo sabía la verdad.
Y la verdad era que su madre jamás perdonaría que su padre se enamora del hombre que permitió que los mortífagos entraran al castillo y mataran a Fred.
-Esto ha llegado a los límites-exclamó Narcissa con una mirada peligrosa.- Si Ginevra quiere guerra, guerra tendrá. Hemos soportado mucho, pero es suficiente.
-Abuela.
-Vuelve a casa, Scorpius. Yo me encargare de esto
-¡Espera!-gritó Rose-¿Qué hay de mi madre?¿Qué de lo que dijiste antes?
Teddy colocó su mano en el hombro de ella.
-Vamos a preguntar el estado de Hermione y luego te llevaré a casa. Tú me explicarás lo que pasó con el tío Draco y después podrás preguntarle a James lo de tu madre ya que, según el señor Malfoy, él debe saber.
La pelirroja observó lugar donde los otros estuvieron antes, ahora vacío. Asintió y cuando miró sobre la silla más pegada al pasillo, un pequeño bolso llamó su atención. Caminó a él y lo abrió.
Era ropa de bebé, blanca y en tonos cremas. Suave y cara. Con un dulce olor.
Era ropa para su hermano.
.
El día en qué Astoria Malfoy había pasado a mejor vida, había iniciado como cualquier otro día. Draco y Astoria se habían despertado, tomado una ducha, desayunado y leído el profeta. Pasaron un rato en los jardínes, leyeron informes de sus negocios, y Draco se reunió con un cliente mientras su madre y su esposa tomaban el té. Finalmente, después de mandarle una carta a Scorpius, y que Draco masajeara los pies de su esposa, Astri se quedó dormida, cansada con el constante esfuerzo de llevar a su pequeña hija de 8 meses en su vientre. Draco la había subido a su dormitorio, le había puesto ropa más cómoda y le había dado un beso en la frente, listo para volver a su laboratorio y trabajar un poco mientras ella despertaba para la cena.
Había sido un día normal, si. Hasta que las alarmas de Malfoy Manor le indicaron al Jefe Familiar que se estaba derramando sangre en ella, se escucharon gritos de dolor de su esposa por las paredes de la Mansión, y varios elfos aparecieron en su presencia, asustados.
Cuando despertó le había parecido un día como cualquier otro, pensó Draco, casi perdido en la inconsciencia. Nada parecía indicar que su vida tomaría un giro radical aquella mañana y, curiosamente, este también había sido un día normal para él. Había despertado, se había duchado, platicado con su madre, jugado con sus hijos, educando a Albus y Scorpius en la educación sangre pura, practicado su danza de Lily, trabajado en sus negocios, y se suponía planearía la fiesta de su sobrino; hasta que Granger había llegado y había traído consigo recuerdos muy importantes en la vida de Draco. La muerte de Astoria , la vez que casi había muerto a manos de Potter y el día en que se había vuelto el Amo de la Mansión.
Quien no conoce su historia está condenado a repetir sus errores, había escrito alguien alguna vez. No obstante, Draco era un buen aprendiz, por lo cual había salvado la vida de Granger y preparado todo para declarar a Scorpius su sucesor, en caso de tener que heredarlo repentinamente. Había recuperado la mayoría de la fortuna de su familia, hecho un gran nombre en Paris para mudarse en cuanto su padre fuese liberado, adecuado la Mansión Malfoy en Francia, construido un negocio de pociones en ese país, y se había asegurado que sus amigos y su familia estuvieran a salvo aún si él muriera.
Había realizado la mayoría de sus planes, había donado parte de su fortuna, pagaba los gastos de algunos alumnos de Hogwarts, había participado en la reconstrucción del Mundo Mágico...
Si, él había cometido muchos errores, y consideraba que había pagado por mucho de ellos, pero había cosas que no podía reparar, personas que no podía revivir. Quizá lo mejor era descansar; después de todo, Draco estaba listo para partir, y, para su felicidad, él tenía a Scorpius como su heredero. Scorpius, que, a pesar del pasado de sus padres, era mucho mejor de lo que pensó que la línea Malfoy podría lograr. Amable, educado, inteligente...
Sintió su magia empezar desestabilizarse, y dirigirse de nuevo a su anillo. Sintió sus músculos tensarse, lo muy dificil que le era respirar. Sintió su corazón latir cada vez más lento y, cansado, dejó de luchar por vivir.
Oyó gritos, voces, sintió su cuerpo ser rodeado de hechizos, sintió como las personas lo rodeaban, como lo obligaban a tomar pociones; lo intentó pero no pudo abrir los ojos.
Sintió miedo, esperanza, desesperación, cansancio, alivio...
Se preguntó si Astoria había sentido lo mismo mientras moría.
.
Harry dejó salir un bostezo y se sacudió el cabello, pensando lo irónico que era que Ron y él no tuvieran nada que hacer, y ni siquiera platicaran. Habían terminado todas las juntas del día, así que se había tomado un merecido descanso paseando por las calles, para ver qué más le compraría a sus hijos y a Draco, con Ron como su única escolta.
Mirando el nuevo broche en su mano, se preguntó qué pensaría su amigo, de todas las compras que llevaba. Si, varias cosas habían sido obvias que eran para niños, incluso algunas para Hermione, Luna y Narcissa, pero con Draco, Harry se había estado esforzando al máximo. Tenía chocolates, un broche masculino, una pulsera, dos túnicas, y justo ahora estaba mirando un anillo.
Quiso preguntarle pero se detuvo, sabiendo que seguramente el pelirrojo no respondería. Ya ni siquiera tenía una mirada furiosa, estaba perdida, indefinida. Llevando una lucha mental dentro de él en la que, Harry sabía, estaba involucrado y había sido el causante.
-Volverá a hablarte- había dicho Hermione antes de que se marchara y le hablara de su preocupación al estar solo con él-necesita tiempo, Harry. Ron es terco, pero ahora mismo sabe que si tú y yo estamos del mismo lado, entonces él es quien está equivocado. Lo comprenderá.
-¿Y qué debo hacer si no lo hace? Si me enfrenta por su disgusto frente a todos.
-No creo que lo haga, pero hablaré con él sobre eso. Merlín sabe que Ron solo quiere protegerte. Aún lo hace.
Deseando que el debate del pelirrojo aumentara su velocidad, suspiró y siguió caminando hasta el área de apariciones; pero se detuvo cuando vio un grupo de lechuzas volar cerca.
-¿Qué pasa?-preguntó el pelirrojo poniéndose en guardia y parándose a su lado. Él señaló a las lechuzas en el cielo para que su guardia la viera y cuando vio que el otro lo había hecho, bajo la mano.
-Esas lechuzas vienen hacia aquí-le dijo, y Ron frunció el ceño.
-No las conozco y no deberían poder encontrarnos. Ni siquiera deberían enviarnoslas.
-Quizá es un asunto urgente-dijo preocupado.
-Parece ser que fueron enviadas con minutos de diferencias. ¿Por qué alguien enviaría sus mensajes por partes?-se quejó. -Además tienen aspecto de ser carísimas.
Carísimas, pensó.
Quizá venían de Malfoy Manor, aunque Harry no estaba seguro de cuántas tendrían.
Cuando las aves dejaron dos cartas frente a Ron y dos frente a Harry, éste último observó el sello de los Malfoy en el collar que tenía y en una pequeña tela en su pata.
-¿Lechuzas de la familia Malfoy?-se sorprendió el pelirrojo-¿Por qué el hurón me enviaría algo?-preguntó desconfiado mientras abría el sobre, sin mirarlo, y Harry rodó los ojos, con la intención de decirle que no lo llamara así.- Y son dos, definitivamente es extraño.
Harry también miró sus cartas totalmente confundido.
-No...-Oyó mencionar a Ron, mientras seguía observando su sobre- Oh, no.
-¿Qué pasa?-dijo abriendo la suya ahora más preocupado. Venía de Albus. Decía así.
Querido padre:
En estos momentos, en los que te envío la lechuza, el señor Malfoy está regresando de llevar a Tía Hermione a San Mungo. Está perdiendo a su bebé. No sé la razón por la cual llegó aquí, pero trajo a James y, mientras platicabamos, Scorpius llegó junto a su padre. La túnica del Señor Malfoy estaba manchada de sangre; era bastante, exagerada. Pidió que te avisemos a tí y al tío Ron, a quién James le ha enviado una carta, por si no está contigo.
Te enviaré una lechuza con más noticias. Mientras tanto nos mantendremos en la mansión, bajo la protección de las barreras. Cuídate mucho y vuelve pronto.
Albus.
-Hermione...-murmuró. Eso pareció despertar a Ron quien veía desconsolado su carta.
-La dejé, sola, en las últimas semanas.-Dijo desesperado y pasó sus manos por su cabello- Estaba enojado, no quería lastimar al bebé y ahora está a punto de perderlo. Y yo no estoy ahí, necesito volver, necesito…- empezó, corriendo hacía el Ministerio. Harry lo siguió, tomándolo del brazo para detenerlo.
-Ron cálmate, enviaré un patronus para pedir un traslador de regreso. Dijiste que las cartas fueron enviadas con minutos de diferencia ¿Qué dice la otra?-preguntó preocupado.
Ron la leyó rapidamente.
-Dice que está delicada y el bebé está a salvo-exclamó levemente aliviado y los ojos cristalinos. Harry le sonrió solidariamente.
-Apresurémonos entonces-respondió caminando hacia el Ministerio.
-¿Las tuyas que dicen?-le preguntó a Harry.
Harry le pasó la primera mientras abría la segunda, que seguramente decía algo parecido a la de Ron. Efectivamente también era de Albus y decía prácticamente lo mismo que la carta que James había enviado a su amigo. Con determinación, llegó al Ministerio y dejó a un impaciente pelirrojo en una silla, mientras él preparaba su regreso a casa.
-El traslador está siendo preparado-le informó a su amigo, media hora más tarde. He preparado todo lo necesario para que el resto de las negociaciones se hagan en un mes.
Ron asintió.
-Gracias.
-Ven, les he dicho que esperaremos en el atrío. Necesitas aire.
El guardaespaldas del Jefe de Aurores asintió y siguió a su Jefe por el Ministerio. Cuando llegaron, se sentaron en unas pequeñas bancas y guardaron silencio, permanecieron así durante minutos, hasta que una pequeña lechuza aterrizó en el regazo de Harry y ululó, extendiendo la pata.
Ambos aurores tragaron saliva. Intrigado por la tercera carta, Harry la abrió y la leyó.
-¿Harry?¿Harry qué pasa?-preguntó su amigo cuando lo vio palidecer.
La boca de Harry tembló al igual que sus manos. Miró a Ron por segundos, abrió la boca para explicarle, pero sólo dejó salir un leve sonido incomprensible.
-¿Qué pasa? ¿Son los niños, es Hermione?
Ron le arrebató la carta y la leyó en voz alta.
Papá:
No entiendo muy bien lo que está pasando. Estoy sólo en Malfoy Manor con la hija menor de los Malfoy en mis brazos, y con Lily. Todo iba bien, iba a quedarme a dormir para estar al pendiente de Tía Hermione cuando tanto Scorpius Malfoy como su abuela corrieron al árbol familiar de su familia y Malfoy se dejó caer de rodillas. El nombre de su padre se estaba volviendo negro, mientras el de Scorpius brillaba en dorado. Dijo que el señor Malfoy estaba muriendo y corrió fuera de la mansión seguido de Albus, Lily y la Señora Malfoy. No sabía que hacer y solo pude quedarme viendo el árbol familiar. No supe cuanto tiempo lo vi hasta que las letras se volvieron negras y Lily regresó.
Ella no deja de llorar, la bebé tampoco y yo no sé qué hacer. Lo siento tanto papá. De verdad que lo siento. Por favor, regresa.
James
-Joder-exclamó.
Sabiendo lo que significaba la muerte de Malfoy para su amigo, volteó hacia su amigo,quien se había alejado de él en algún momento de su lectura, y caminó lenta y silenciosamente hacia él, como si estuviera frente a un animal herido que al mínimo provocamiento huiría o lastimaría a alguien.
-Harry-le dijo y los ojos verdes incrédulos, como si se negara a creer lo que pasaba.- Harry- llamó de nuevo, y sólo entonces Harry dejó que las lágrimas salieran. Ron lo abrazó.
-Está muerto- exclamó como si no pudiese creerlo.-Está muerto- repitió y se dejó caer al suelo, dejando que las lágrimas mojaran su rostro, su cuello y su uniforme.
Ron no supo qué decir, ni qué hacer. El rubio no era de su preferencia pero se estaba haciendo la idea de que ya que a Harry le gustaba (porque él no era idiota y podía verlo últimamente) y era amigo de su esposa, tendría que aceptarlo tarde o temprano. Pero ahora, de algún modo todo había cambiado completamente.
¿Cómo era posible? Ron no lo entendía, no tenía sentido. Había salvado a Hermione, había prometido quedarse a su lado mientras él llegaba y ¿ahora el slytherin era quien había muerto? ¿Por qué? ¿Qué demonios estaba pasando en Inglaterra?
-Harry-dijo sacudiéndolo- Harry, párate. Debemos volver.
El moreno no se movió.
-No, no. Por favor...
-Harry...
-Ron no sé como podré volver y ver su cuerpo inmóvil. Yo no le dije, nunca le dije que le amaba, que le quería desde hace más de 10 años. Iba a ..-sollozó-a pedirle que por favor cuidará de mis hijos ahora que no tengo esposa y no tengo más familia. Le iba a decir cuando volviera, cuando todo el juicio de la custodia de Lily acabara, que lo quería y que por favor saliera conmigo. -Su voz se quebró- Tenía planes, iba a pedirle que comiéramos, que fueramos a pasear. Iba a convencerlo de que me aceptara a su lado, iba a decirle que lo protegería y lo haría feliz. Albus lo admira, Lily lo adora, creí que podría convencer a James tarde o temprano, que vería la gran persona que es, yo iba a ...-su voz se quebró y se vio incapaz de continuar.
-Harry...-dijo acercándose a él y rodeándolo con los brazos, con la intención de consolarlo.
El moreno se dejó abrazar y lloró, dejando que las lágrimas empaparan aún más su rostro.
Ron lo dejó ahí, desahogándose lo suficiente, pero conforme el tiempo pasaba, las ansias de seguir avanzando y volver a casa lo invadieron.
-Ven, Harry-le dijo y lo levantó mirando sus ojos vacíos-Vamos. Tenemos que saber que pasó. El traslador debe estar listo. Quizá podamos hacer algo. Tenemos que ir por Lily, Albus y James. Tenemos que buscar a Hugo y a Rose.
-No puedo hacer nada-dijo en voz baja.-No puedo hacer nada. Está muerto. No soy capaz de hacerle volver, no lo veré nunca más, no habrá otro juego de escobas o cenas con sus amigos...Nunca más veré sus mejillas sonrojadas o nuestras magias chispearan al encontrarse.
Ron abrió los ojos.
-¿Chispas?
¿Acaso era posible?
El moreno asintió pero eso solo lo hizo sufrir más. Fue sólo entonces que una lechuza más se detuvo frente a Harry y el héroe se negó a estirar las manos, que Ron tomó la carta por él y se la ofreció.
-Déjalo-dijo Harry alejándola de él-sigamos. Tengo, tengo que despedirme.
Ron apretó los labios y lo paró.
-Tenemos que leerla.
-No, no tenemos.
-Harry...
-Por favor, Ron.
-Quizá son buenas noticias.
-No hay buenas noticias-gritó enojado el moreno-Está muerto, ¿No lo entiendes? ¡Muerto!
-Léela, Harry-insistió
-Déjalo, en serio.-Dijo aún más enojado- Hace segundos pensaste que tu hijo y tu esposa morirían y sentiste un dolor atroz. Sabes lo que se siente, déjalo.
-Harry, hay que leerla. Debemos saber que estamos enfrentando.
-¿Enfrentando? ¿Ambos? Él no tiene- su voz se quebró-tenía, nada que ver contigo. Yo no tengo nada que ver contigo, con ustedes.
-Harry, nosotros solo...
El moreno le lanzó un puñetazo que lo lanzó al suelo, interrumpiendo la frase. Ron se sobó la mejilla y se limpió la sangre que cubrió la boca, mirando a su amigo quien lo miró resentido y con lágrimas.
-No quiero escucharte, no quiero escuchar ninguna justificación, ni mentira. Ni tuya ni de ninguno de ustedes. Supongo que estás feliz. Tú y toda tu familia. ¡Esto es lo que querían! ¡Que muriera! ¡Pues ya lo hizo! ¡Déjame en paz!
-¡Yo no quería esto!
-Pues bien que lo demostraste.
Ron esquivó el otro puñetazo y eso hizo enojar aún más al Jefe de Aurores, quien de inmediato se lanzó sobre él para pegarle una y otra vez
-Tú no lo entenderías, has estado siempre junto a Mione. ¡Yo apenas pasé tiempo con él! -Gritó su amigo, con las lágrimas empañandole los ojos.-Yo apenas recibí sus sonrisas, apenas lo escuché bromear, apenas tomé su mano, apenas lo vi mirarme, ¡tú tuviste todo y yo no tuve nada!
Ron se puso encima de él.
-Leéla-insistió.
Harry negó y se cubrió la cara con el brazo, llorando nuevamente. La gente alrededor lo miraba, pero a Harry no le importaba. Por primera vez en su vida no le importó que la gente lo viera llorar o pensara que era débil. Harry solo quería aislarse del mundo, como cuando era pequeño, en su viejo armario.
-Él es... yo nunca podré seguir. Ha estado lejos de mí, me ha odiado, pero siempre ha estado vivo. Y ahora no está, y ¡no sé como seguir sin él! Draco es - continuó con voz entrecortada - la persona que más he amado en mi vida. ¡No es justo! ¡Esto no es justo!-gritó Harry empujando a Ron y sentándose sin despegar su mano de su cara. Pasó las manos por su cabello y sollozó una vez más, apoyando su cabeza entre sus rodillas. Cuando el cuerpo de Ron lo apretó junto al suyo, se aferró a él, deseando que el dolor desapareciera.
-Harry-masculló Ron con voz queda.
-¿Por qué todas las personas que más amo mueren, Ron? ¿Por qué se alejan de mí? ¿Por qué? ¿Qué fue lo que hice que tengo que pagarlo una y otra vez?
El dolor en que las palabras fueron dichas, ocasionó que Ron apretara los labios y su mirada se cristalizara. Había escuchado esa frase más de una vez, durante la guerra. Con Sirius, con Remus, con los padres de Harry... Lo había escuchado llorar en las noches, había visto su mirada apagada, incluso había visto a Harry llorar en el regazo de Hermione una vez, cuando el chico que amaba no lo correspondía. Él había pensado que todo había acabado cuando se casó con Ginny, cuando tuvo a sus hijos, cuando se volvió Jefe de Aurores. Había dado por hecho que Harry no sufriría más, pero se equivocó.
Harry llevaba sufriendo por años y ahora, que empezaba a ser feliz de nuevo con la persona que quería, se la arrebataban.
-No, no es justo- susurró concordando con Harry y apretándolo más fuerte.
Harry no dijo nada. Necesitaba consuelo, apoyo. Necesitaba aliviar el dolor que lastimaba su garganta y su pecho, su corazón. Dejó salir dolorosos y tristes sonidos de su garganta una y otra vez hasta que no pareció poder continuar y solo entonces, se quedó viendo el suelo. Incapaz de poder seguir llorando.
Ron abrió la carta y la extendió. Respiró hondo esperando que en verdad fueran buenas noticias, sintiendo el dolor de Harry a través de los temblores de su cuerpo. Una parte de él se acobardó pero otra se dijo que debía mantener la fe. Así que, terco como era, abrió la carta rogando que fueran buenas noticias.
Papá:
¡Rose lo salvó! Albus me dijo que le aplicó un RPC mientras un viejo profesor de Hogwarts, Severus Snape, lo sanaba. Está vivo, papá. Vivo. Sin embargo, no todo es buenas noticias. Está delicado y su estado es demasiado voluble. Recibió un sectusempra y perdió tanta sangre que aunque su corazón sigue latiendo, se detuvo una vez y aún no parece recuperarse. Su magia también está débil por el cambio de líder que obligó a la magia familiar a tener. Ahora mismo la señora Malfoy está con él para traspasarle magia y los Aurores están buscando a mamá. Scorpius dijo que ella fue quien lanzó el hechizo y Teddy dijo que ya que la persona a nuestro cargo estaba grave, y no teníamos supervisión adulta, probablemente nos enviarán con los abuelos.
Por mí no hay problema pero Albus y Lily se ven angustiados.
Ahora que lo pienso, quizá mamá esté escondida en casa.
Vuelve lo más pronto que puedas.
James
Cuando terminó de leer, alzó la mirada y enfrentó la esmeralda que lo veía, suplicando que sus palabras anteriores fueran ciertas.
-No te voy a mentir-le dijo- está vivo de milagro y muy débil. Aún existe probabillidad de que muera debido al sectusempra que le mandaron, -continuó ignorando la sorpresa de Harry por el hechizo, y ocultando que fue Ginny quien lo envió para que Harry no se sintiera más culpable-pero tu y yo sabemos que sobrevivió al que le lanzaste alguna vez y ha sobrevivido a cosas peores. Tiene razones para vivir Harry, tiene a sus hijos, a sus padres, a sus amigos, y ahora te tiene a ti y a tus hijos. Debes estar ahí para él. Debes cuidarlo y si no sobrevive, si tienes razón y la vida es tan injusta y se lo lleva, debes proteger a los que él ama. Dijiste que querías hacerlo feliz, cuidarlo. Si no puedes hacerlo con él, hazlo con ellos. Vuelve a casa, con tus hijos. Tú también tienes razones para vivir, tus hijos te necesitan ahora que están solos.
Harry asintió y se puso de pie. Tardó un poco en estabilizarse y parecía estar bien luego de unos minutos, pero cuando Ron lo soltó, se tapó la boca.
-Oh, Por Merlín...-susurró dolorosamente.
Ron sonrió.
-Están bien. Ambos están bien.
Pero Harry no respondió, se destapó la boca y se volteó.
Vomitó.
-Ughh-se quejó el pelirrojo pero comprendió que habían sido emociones demasiados fuertes para el estómago de Harry. Lo sostuvo y esperó.
-Está vivo, colega. Todavía lo está.
.
-¿Dijiste que fue mamá?-le preguntó James a Albus mientras éste asentía y observaba a Lily dormir. Berenice estaba sobre su pecho y se removía ligeramente.
-Si.
-¿Pero cómo?¿Por qué?- Albus explotó. Toda la situación era asfixiante.
-No lo sé, ¡¿Cómo diablos voy a saberlo?! Es nuestra madre, tengo tantas respuestas como tu.
Probablemente dijo algo equivocado, porque el Slytherin paró sus movimientos y enfocó su mirada en él.
-¿Crees que tengo siquiera una pista? ¡No la conozco!, Ya no sé quién es ni lo que piensa. Por mí pudo haberlo hecho tanto porque el señor Malfoy fuera un slytherin como porque le guste a papá. ¡Quizá es porque salvó a tía Hermione, o porque tú estás aquí! Ya no lo sé, lo único que sé es que Scorpius va a matarla con la magia de la Mansión si se aparece por aquí, porque su padre está muriendo en San Mungo. ¡No lo sé!-gritó-Quizá es mi culpa por insistir en acercarme a los Malfoy, quizá debí seguir completamente solo. Es sólo que quería lo que Scorpius tenía, quería una familia que no me rechazara por mi casa, que comprendiera lo que era ser como yo. Que me amara sin excepciones. Alguien que estuviera orgulloso de mí...Quería estar lejos de la desconfianza y los insultos. Y ahora, todo está mal.
James negó con la cabeza
-No es tu culpa, Al.
-Claro que lo es.
James negó.
-No es tu culpa-repitió firmemente. -Mamá perdió los nervios. Está resentida con papá por estar enamorado del señor Malfoy. No es tu culpa, ni la de papá. Menos la del padre de Scorpius, él hizo un gran trabajo cuidándolos, si puede hacer que ustedes dos lloren por él.
Albus lo abrazó.
-Acercarlos fue mi idea. Scorpius me va a odiar. Su padre es a quien más ama y lo está perdiendo. Jamás podrá mirarme sin recordar que mi madre hechizó a su padre. Narcissa Malfoy no podrá mirar a Lily y consentirla, cuando vea a mamá cada vez que sonría.
James suspiró y miró las paredes resplandeciendo una y otra vez. Si estaba en lo correcto, Scorpius estaba revisando el área una y otra vez, tal como lo había hecho su padre. Miró a sus dos hermanos y suspiró preguntándose exactamente a quién estaba esperando.
-Todo estará bien, Al-repitió por tercera vez en el día. Tenía que estarlo.
.
Scorpius respiró profundo notando con temor como cada vez podía examinar cada vez más terreno de Malfoy Manor, cada vez que dejaba salir una gran onda de magia. En su interior sabía lo que significaba, y se sentía impotente, furioso, deprimido y enojado. No obstantes, siguió repitiendo la acción, con la esperanza de que la Mansión dejara de ser suya nuevamente y con el fin de que las barreras sintieran la amenaza que él mismo sentía.
Pero no pasaba nada, solo se sentía más amo de la Mansión.
Por favor, padre. Rogó.
Estaba sentado justo en el centro de Malfoy Manor, con los ojos cerrados y las manos juntas, pero ya no podía mantener su postura. Tenía que verlo. Tenía que despedirse.
Se puso de pie, y estaba a punto de ir por los elfos para ordenarles que protegieran la Mansión cuando alguien apareció, sobresaltandolo. Examinó el origen de la magia, pero como nunca había sentido la magia a través de las barreras no estaba seguro de quién era.
Se apareció.
.
Los ojos de Harry estaban hinchados cuando llegó a Malfoy Manor, pero no tenía ni el ánimo, ni las ganas de mirarse en un espejo o echarse a sí mismo un glamour. Hubiera ido directo a San Mungo, pero se sentía sucio y aún no estaba preparado para volver a llorar; así que había aparecido justo frente a Malfoy Manor, convencido de que Scorpius le diría cómo estaba su padre.
Atravesó las barreras y no le sorprendió que Scorpius apareciera frente a él.
A su mente, acudió la voz de Draco, platicando acerca de cómo los Malfoys estaban unidos a las protecciones; permitiéndoles aparecerse en cualquier lado de la Mansión, o en el caso del Jefe Familiar, permitiéndole saber cuándo alguien intentaba atravesar las protecciones, o donde estaba alguno de ellos dentro de la Mansión. El líder es el corazón del hogar, es la Mansión, había concluido Draco.
Y ahora el líder era Scorpius.
-Hola, Scorpius-saludó lo más alegre que pudo y cuando los ojos grises lo miraron, con ojos igual de cansados que los suyos, puso la mano sobre sus rubios cabellos.
-Hola- murmuró Scorpius en respuesta y bajó la mirada. En esos momentos Harry, no pudo evitar notar lo muy parecido que Scorpius era al Draco que conoció en su infancia. No había sonrisas alegres, bromas inocentes ni ojos burlones. Su mirada era fría y tranquila.
Era un acero triste y opaco.
-Están adentro-le dijo, refiriéndose a sus hijos, y Harry lo siguió por los pasillos, notando que se veían más solitarios que nunca. Algo era distinto, pudo notar, y buscó con la mirada la fuente de aquella extrañeza.-Las barreras y la magia de la Mansión están siendo sostenidas por gran parte de mi magia y ella,-titubeó el menor cuando lo vio mirar las paredes- es menos cálida que la de mi padre. Yo, no me siento muy bien en este momento.
Harry asintió y continuó su camino, sin embargo no pudo evitar notar que la mano de Scorpius se cerraba una y otra vez en un puño.
No ha llorado, notó el Jefe de Aurores. No se ha dado tiempo de sentir. Estaba esperando a su padre o su abuela, y ninguno de ellos estaba ahí. Nadie había tenido tiempo de consolarlo, así que él estaba haciendo lo que su padre siempre había hecho y siempre hacía.
Estaba siendo fuerte.
Harry se detuvo y el rubio volteó para ver la razón por la que lo hizo. Entonces, le sostuvo fuertemente contra él y no lo soltó.
-¿Señor Potter?
-Lloré tanto que Ron Weasley prácticamente me atiborró de pociones para poder regresar aquí-le confesó y Scorpius sintió sus ojos nublarse y sus labios temblar.- Él es tu padre, tú tienes mucho más derecho que llorar que yo.
Scorpius se mordió el labio.
-Los Malfoy no lloran-dijo tercamente y Harry dejó salir una suave carcajada.
-Tampoco son buenos para decir mentiras.
Scorpius quiso rebatirlo pero al final dejó salir un sollozo y empezó a llorar.
-Estará bien-prometió Harry mientras le mecía suavemente, notando cómo el otro se agarraba con mayor fuerza a él-Es fuerte. Me ha dado un sin fin de sustos pero al final siempre logra vivir. Buscaré al que lo hizo y lo haré pagar.
-¿Aunque esa persona sea su ex-esposa?-sollozó Scorpius.
-¿Cómo?-le dijo separándose de él y agachándose para mirarlo a los ojos.
-Ella le lanzó un sectusempra-le dijo entre lágrimas- Lo quiso matar. Su corazón se detuvo, y está mal, lo sé, si estuviera mejor las barreras regresarían a él, pero continúan entrando en mi y yo.. no puedo evitarlo.
Harry jadeó.
-¿Ginny hizo esto?
Scorpius asintió mientras trataba de limpiarse con sus mangas, luego observó los ojos verdes impactados e inseguros, para después apretar los labios con fuerza y hacer brillar sus ojos furiosos.
-¡La voy a matar!
Scorpius tembló ligeramente cuando la magia del hombre frente a él se puso pesada y asfixiante, lo vio dar la vuelta y empezar a alejarse. El miedo lo recorrió, lo alcanzó y tomó su mano.
-Espere, Albus y Lily lo están esperando. No puede … no se vaya.
Harry frenó sus pasos y lo miró. Asintió y volvió a adentrarse a la mansión. No se le pasó por alto que el pequeño rubio había tomado su mano y se aferraba fuertemente a él. Tomó su mano y la sostuvo un gran rato.
.
Cuando entraron a la habitación Scorpius soltó su mano sin dejar de mirar al suelo, y Harry sonrió ligeramente y le acarició los cabellos. Entonces miró a Lily en el sofá, se acercó y le dio un beso. Albus alzó la mirada y le sonrió lo mejor que pudo, Harry le sacudió el cabello. Solo entonces miró al mayor que, apoyado en un sofá lo veía sin saber que hacer.
-James...
El castaño sonrió de lado.
-Hola papá.
-James-repitió y caminó hacia él y lo abrazó fuertemente. -¿Estás bien?-le preguntó separándose-¿Has comido bien?¿Te han tratado bien?
El menor asintió.
-Estoy bien.
Harry sonrió.
-No sabes lo mucho que me alegro que estés aquí.-Exclamó, viendo a su hijo acomodar el cabello incómodo.
-Gracias-respondió James, no obstante ambos dejaron su plática cuando Scorpius se sobresaltó, llamando la atención de ambos, y cerró los ojos. Las paredes brillaron de nuevo. A James simplemente no dejaba de sorprenderle lo fácil que los rubios escaneaban la gran zona.
-¿Qué pasa?-le preguntó Harry.
-Han llegado… creo que son los tíos, o las barreras no los dejarían pasar.
-Entonces, ¿por qué esa cara preocupada?
-Tienen a alguien con ellos, alguien en calidad de prisionero.
Albus lo miró preocupado.
-¿Prisionero? ¿Como en la guerra?
-Si, eso creo. No, no lo sé. No entiendo del todo las barreras, y aun no son mías por completo.
-¿A quién pudieron traer?-preguntó James.
-A Ginevra Weasley-respondió Scorpius.
