Disclaimer: H.P. no me pertenece. Le pertenece a J.K Rowling

N.A Muchísimas gracias por los reviews enviados! De verdad que los aprecio


Entre coincidencias y destinos

Capítulo 10. Entre amigos y enemigos

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Aunque Ginny Weasley había peleado en la guerra, y había sido premiada con la Orden de Merlín debido a su heroica, valiente y audaz participación, en realidad ella sabía que había tenido suerte. Después de todo, había tenido felix felicis en la Batalla de la Torre de Astronomía, y a su madre y hermanos durante la Batalla de Hogwarts. Era cierto que tenía carácter y era hábil, pero la muerte de Fred, de Tonks y Remus, le habían demostrado que eso era, apenas, una pequeña parte para sobrevivir.

Como bien había dicho Malfoy una vez, lo que la había hecho sobrevivir y llegar a donde estaba había sido el apoyo de su familia, las alabanzas de la gente y su propio ego. Codiciar la grandeza, verla a través de Harry y el quidditch, y sobre todo perseverar hasta conseguirla, había elevado la posición social del nido donde nació y la había vuelto la mujer más envidiada del Mundo Mágico por años. Desde entonces, su vida se sentía completa y maravillosa. Disfrutando los lujos que de pequeña no se permitió, pasando de ser la burla de los sangre puras a su envidia.

Por ello no era de extrañar que su mundo tambaleara cuando, de un día para otro, todo empezó a cambiar. No pudo evitar temer cuando surgió un mejor cazador en su equipo, y ella ocupaba aún el puesto; o sentirse traicionada cuando descubrió que Harry se había enamorado de Malfoy, en el tiempo en que creía que estaba enamorado de ella.

Cuando se enteró que la razón por la que Harry miraba con tanto amor al hijo que habían tenido juntos, esa pequeña copia de Harry, era el hijo que Harry soñó alguna vez tener con Malfoy, su corazón no pudo evitar rechazarlo. Y con el paso del tiempo, el miedo, el dolor y los celos se habían convertido en una ira incontrolable que había logrado que llegara a este punto. Donde las personas se alejaban de ella, alejaban a sus hijos, la miraban con terror, y con compasión al hombre rubio, que cerraba lentamente los ojos y había dicho, en voz alta y sin darse cuenta, el nombre de su propio hijo.

-Scorpius.

Como si eso despertara a las personas empezaron a gritar por el miedo, alertando a los aurores vigilantes, y pidiendo ayuda. Dándose la vuelta, Ginny echó a correr. Tropezó con varias personas, quienes al verla correr abrieron paso. Especialmente cuando apuntó la varita al frente. Quizá fue precisamente eso lo que ocasionó que nadie notara cuando, apenas entrar en un callejón oculto, unas cuerdas se amarraron a su alrededor y se tensaron de una manera casi sofocante, haciéndola caer al suelo de cara.

Alzando la mirada se topó con unos ojos verdes, y jadeó cuando por un momento vio la cara de Harry. Pero no era él; era uno de los amigos de Malfoy, y Ginny lo sabía porque era el mismo que había llegado con el rubio el día en que había perdido los estribos y atacado al hijo de Malfoy.

-Theodore Nott-exclamó en tono neutro, y el aludido la miró fijamente en respuesta. -¿No deberías estar despidiéndote de tu amigo?-se burló, tratando de esconder su temor, mientras inútilmente trataba de sacar su varita.

-¿Por qué habría de hacerlo?,- preguntó desinteresadamente el hombre, observando sus manos. Se dirigió hacia ella y buscó hasta dar con lo que ella quería- él va a vivir.

-No sé si lo viste, pero justo ahora estaba desangrándose.-Le insistió, pero cuando vio que ni siquiera el muchacho a su lado, que seguramente era su hijo, se inmutó, respiró pesadamente. El menor solo miró hacia la calle disimuladamente, observando el desastre que Ginny había construido .

-Lo que vi fue a Severus Snape correr hacia él. Tú y yo sabemos lo que seguirá,-le dijo- va a salvarlo y mientras tanto, tú pagarás por tu crimen.

Ginny ni siquiera había visto al más joven moverse, pero cuando se dio cuenta éste había desaparecido tras ella para aparecer segundos después.

-Padre-le dijo y Nott hizo una mueca.

-¿Ahora me crees?-rió Ginny-Está muriendo. Has llegado tarde.

-En realidad, iba a decir que Rose Weasley está ayudando a salvarlo.

Mordiéndose el labio, Ginny no pudo evitar odiar a su sobrina y a la vez sentirse aliviada de su apoyo. Se preguntó qué debía hacer a continuación, pero al recordar las cuerdas a su alrededor, se dijo que lo importante era liberarse de Nott antes de empezar otra cosa. Porque probablemente, esto tomaría tiempo.

¿Cuántas personas pudieron haber visto a Nott perseguirla?, se preguntó. Seguramente alguien que no la había observado atacar a Malfoy podría ayudarla a escapar o podría declarar a su favor contra la agresión de Nott.

Suspiró.

-¿Por qué ese alivio, Weasley?-preguntó Nott-Creí que lo querías muerto.

Ginny le sonrió de lado.

-Como bien dijiste en no va a morir. Adelante, entrégame a los aurores. Soy una heroína de guerra, y Malfoy un ex-mortífago. Mi condena no será tan pesada, especialmente porque está vivo. Además, - se mofó -mi ex-marido es el Jefe de Aurores y justo ahora no está. Nadie se atreverá a juzgarme mientras tanto, y cuando vuelva, Malfoy estará bien de nuevo.

Theodore la miró por mucho tiempo, pero finalmente guardó la varita de la pelirroja en su bolsillo y sonrió.

-¿Hablas de tu ex-marido, Harry Potter?-preguntó casual el otro-¿Aquel que derrotó a Lord Voldemort?

-Sí, así que ahora que lo recuerdas tal vez quieras no meterte conmigo. Suéltame o…

-¿Aquél que es padre del mejor amigo del hijo del hombre que acabas de intentar matar?-interrumpió y caminó hacia ella, quien por instinto intentó retroceder.- ¿El padre de Albus, el mejor amigo de Scorpius Malfoy?¿Aquel que ha jugado quidditch con nosotros en varias ocasiones?

Ginny tragó el nudo que empezaba a formarse en su garganta sintiendo hacia dónde se dirigían las palabras de Nott. Cuando él se agachó y la obligó a sentarse, apretó fuertemente los labios mientras él se acercaba a su oído- ¿Aquél que está enamorado de Draco?-susurró como si nadie fuera de ellos debería saberlo. Ella se quedó callada, sin saber qué responder, quería amenazar, agredir, pero solo se pudo quedarse callada, y completamente destruida.

-Debí imaginarlo-exclamó derrotada después de segundos-¿Por fin se lo dijo a Malfoy? Apuesto a que se regocijo tanto ¿Ya se le lanzó a los brazos?, ¿Es el amante del Jefe de Aurores? ¿Y qué? ¿Se lo dirás a los aurores cuando me entregues? Solo lograrás que desconfíen de Harry y sus decisiones.

Theodore rió.

-Oh Weasley, eres tan ilusa ¿Quién dijo que te entregaré a los aurores?-le preguntó y la tomó bruscamente de la mano.-Eso sería tan tonto de mi parte. Realmente,-ironizó- no se atrevieron a tocarte un pelo cuando le lanzaste un hechizo a un niño, aunque lo vieron sollozando, ¿crees que voy a llevarte con ellos? ¿Crees que tengo la moral de Draco? -se burló.

-¡Él no tiene moral!

-Déjame decirte una cosa Weasley,- le miró fríamente Nott. -Draco es una de las mejores personas que conozco. Sacrificó todas sus ideas, y a sí mismo por su familia. Lo haría una y otra vez sin dudarlo. Es uno de mis mejores amigos, y tú, intentaste matarlo hoy mientras él intentaba salvar a una amiga tuya. Quién no tiene moral eres tú. Solo eres una perra.

-¿Qué haces?-gritó Ginny cuando él arrancó cabellos de su cabeza, y luego sacó su varita. Miró con desesperación a todos lados, esperando ser ayudada, pero con terror descubrió que no se oía nada del exterior, y era probable que también funcionara a la inversa. Las lágrimas luchaban por mantenerse sin salir, y la pelirroja respiró profundo tratando de calmarse. Nadie intentaría rescatarla aunque gritara, porque todos pensarían que había huido como toda culpable.

-Te llevaré a un buen lugar-le dijo mientras la alzaba.- Con personas realmente amables, que en su peor humor te hacen ver como una niña de seis. Aunque bueno, no es difícil que parezcas de esa edad, con tus berrinches y todo eso.

-No sé de qué diablos hablas! ¡Suéltame!-ordenó moviéndose con brusquedad-¡He dicho que me sueltes!

De la nada, el menor sacó un colgante escondido bajo su camisa y lo apretó con fuerza. Sintiendo un escalofrío, Ginny se removió aún más.

-¿Dónde me llevas?-gritó empezando a sentir pánico-¡Déjame, por favor! Yo solo quería...

-No me importa lo que querías, Weasley. -La interrumpió Theo mientras le lanzaba un silencio - Bienvenida al infierno de los Gryffindors.

Ella detuvo sus movimientos y miró al moreno frente a ella,que parecía leer su mente y esperaba pacientemente que terminara su reflexión. La última frase del hombre que la tenía prisionera la hizo tragar saliva y recordar sus propias palabras; cuando se había cruzado con Malfoy justo después de la guerra.

-Largo, Weasley-había expresado Malfoy.

-Oh, Malfoy, ¿De verdad no sabes lo que vendrá ahora? -se había burlado frente a todos los Slytherins, quienes sentados en su mesa, la miraron con disgusto. La guerra había terminado hacía una horas y todos los alumnos esperaban a sus padres o indicaciones de la Directora. La casa verde plata, había regresado al Gran Comedor, y Pansy Parkinson, estaba en el centro de los alumnos, con la cabeza baja; mientras Malfoy murmuraba algo hacia ella. Hasta que Ginny llegó-Tú, tus amigos, sus familias,-añadió con un ademán señalando a todos los slytherin- todos serán castigados o encerrados. Todo de lo que en una ocasión te burlaste o te sentiste superior, te aplastará. Los Gryffindors a los que tanto odias, ahora somos los amos. Este es nuestro reinado, y tú y tus malditos peones estarán condenados el resto de su vida a ser incluso peores que la escoria.

Ante la falta de respuesta, y los ojos furiosos de Malfoy, había sonreído aún más. De reojo, había observado como Harry caminaba hacia ellos, sin humor para peleas; pero aún así, Ginny no se detuvo y continuó molestando a Draco, sabiendo que no podría lastimarla frente al héroe.

-¿Te comió la lengua el gato, Malfoy? ¿No soportas vivir en la gloria de los Gryffindors?-preguntó, victoriosa.

Malfoy la miró por segundos, antes de mirar también a Harry. Suspiró un momento, y con paciencia, absorbió aire en sus pulmones mientras la miraba de nuevo.

-El infierno de los Gryffindors, ¿dices?-habló con calma- ¿Ese que tu hermano nunca verá?

Un nudo le atravesó la garganta, casi tan doloroso como el apretón en su corazón.

-¡Eres un maldito!-dijo tirándose sobre él pero alguien la tomó bruscamente lejos de Malfoy y no le tomó más de 3 segundos saber que Harry había llegado hasta ellos.

-No sé de qué estás orgullosa, Ginevra-dijo fríamente el rubio sin importarle la mirada verde sobre él- Yo solo veo sangre por doquier. Muertos siendo llorados por vivos. Ira, miedo y preocupación ante el futuro. No lo llamaría exactamente gloria y mucho menos diría que tú eres la ama de ésto, dado que no eres más que una niñata malcriada y apenas tuviste parte en esta guerra. Casi matas a Potter, te mantuviste en una casa segura durante mucho tiempo, tu madre te salvó de Bellatrix y todos los Weasley te mantuvieron viva. Pero tomando en cuenta todas tus palabras y que seguramente serás la mujercita del Héroe del Mundo Mágico, supongo que sí. Esta es tu gloria. Debes estar orgullosa de que todo esté rojo-expresó Malfoy con seriedad, como quién sabe algo que tu no, pero tampoco desea que sepas-Rojo, como el color de la sangre, como el color de tu casa , como el color de tu estúpido cabello. - Se silenció por segundos, y pareció que había terminado, pero puso sus ojos en Harry, quién observaba en silencio, y luego de segundos, terminó su pequeño discurso-pero recuerda Ginevra, -le expresó poniendo nuevamente su atención en ella-al final, todos los reinos caen. Y él tuyo caerá no sólo porque es algo que Potter ganó, sino que ahora todo está en manos de idealistas que creen conocer la magia, pero desprecian a aquellos que realmente la conocen.

-Malfoy-intervino Harry, pero el rubio se alzó de hombros.

-Deberías irte, Potter-expresó.-Y llevarte a Weasley contigo, a menos que tengas algo que decirnos.

-No, por supuesto que no.

-Entonces, por favor, vete.

Dejando sus recuerdos atrás, Ginny sintió cómo aparecieron en una habitación oscura, con solo con una caja en una esquina.

-Cuando mi familia se entere que me tienes aquí encerrada…-empezó, pero Nott solo le dió un ligero empujón al frente.

-Oh Ginevra, nadie se enterara.-Respondió Theodore, su voz suave como la seda y sus movimientos caballerosos, pero con su mirada filosa- Excepto unos viejos amigos, que apuesto que te encantará ver.

-Como si eso pasara alguna vez…-gruñó.

-En todo caso-, exclamó el antiguo slytherin, -deberías tomar asiento. Él tardará un poco- exclamó saliendo por la puerta. Puerta que, cuando ella quiso alcanzar, no fue más que un trozo de pared.

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Si hubiera que decir algo relevante sobre Blaise Zabini, aparte de la historia de su madre, uno podría decir que el italiano tenía solo una pasión en la vida, aparte de su familia y sus amigos.

La cocina.

Si bien era el dueño de un restaurante, y no necesitaba ayudar, a Blaise le encantaba preparar diferentes platillos a lo largo de la jornada e inventar nuevos. De toda variedad, de todos los sabores y en todo momento. Así que, siguiendo las costumbres, ese día se dedicó completamente a crear algo nuevo para festejar el cumpleaños de su sobrino. Mezcló, batió, horneó miles de veces y probó sus creaciones hasta llegar a la mezcla que ahora tenía y aún no había escrito.

Ellos amarían este postre, pensó con una sonrisa.

Siguiendo con sus labores, se preguntó si la mezcla sabría mejor con fresas o chocolate. Quizá podría hacer dos versiones y preguntarle a sus amigos.

-Jefe-escuchó la voz de uno de sus meseros-Un amigo lo está esperando afuera.

-¿Quién?-preguntó, felicitándose a sí mismo por su buena suerte, y poniendo la justa atención para no fracasar en su invento. Pansy entraba como la dueña del lugar, así que sin duda no era ella. Theo esperaría lo suficiente para que lo atendiera, y Draco, bueno, él esperaría, o intentaría hacerlo, y finalmente, si se aburría luego de un tiempo, entraría y permanecería en silencio, observando, hasta que él terminara.

O quizá era el tonto de Potter, intentando acercarse a él tanto como se acercaba a Pansy.

Tonto Potter, pensó batiendo con más fuerza de la necesaria su mezcla. Se estaba metiendo en el corazón de Draco con rapidez, y no había manera de que esta vez no se quedara ahí. No era tonto, ellos se veían con ojos de cachorro enamorado cuando creían que el otro no, o nadie más, lo veía. Y era exasperante, y frustraba, pero Blaise sabía que tarde o temprano ocurriría.

Es decir, ellos se atraían desde la escuela.

En todo caso, la vida era un asco y Blaise tendría que aceptarlo.

-El joven Nott-respondió una voz devolviendolo al presente.

-¿Theo?-preguntó mientras revolvía el contenido de su recipiente. Genial, era Theo. Él era el más sincero de los tres. Incluso le diría si su postre apestaba sin cortarse. Si se apuraba, lograría que el postre estuviera listo antes de que se fuera.

El muchacho negó, y cuando se dio cuenta que el otro ni lo miraba, resopló resignado y le contestó verbalmente.

-No, su hijo. El joven Alexander.

Alzando una ceja, Blaise detuvo lo que hacía y se lavó las manos, intentando no mojar su blanco delantal ni mancharlo con esa pasta, en la que hacía segundo ponía todo su esfuerzo.

-¿Te ha dicho que quiere?-preguntó preocupado. En primer lugar porque Theodore no era de los que dejaba a su hijo trasladarse solo fuera del país; y en segundo, porque Alexander no era de los que decían cosas personalmente si se podía evitar la molestia. Él era más de notas y cartas mediante lechuzas. En tercera, porque de haber sido alguna travesura, Damian estaría con él.

Se dirigió a la salida de la cocina y lo vio ahí, esperando en una mesa. Cuando el chico lo miró a los ojos, supo que algo andaba mal. Aun así, caminó hacia él y le revolvió el cabello con una sonrisa.

-Hola Alex, ¿Has venido por una porción de ese postre que tanto te gusta?

-No.-Respondió desanimado el otro.-El tío Draco está grave, tienes que venir conmigo.

El corazón de Blaise casi se detuvo.

-¿Cómo?

-Papá quiere que vengas a casa. Tenemos algo que mostrarte. Atrapamos al culpable,- le susurró.

Correcto, pensó Blaise. Tenía que moverse. Avisarle a Marioh, ir a por Damián, dejar a alguien que se encargara del restaurante, cancelar sus citas...

Entonces, ¿Por qué no se movía?

-Tío Blaise...

Zabini suspiró tragando el nudo en su garganta.

-Tengo que...-inició tratando de poner su cerebro en marcha, pero por alguna razón, no lo lograba. Quizá era porque, debido a que había pasado tanto tiempo desde que atacaron a uno de ellos, habían sido tan tontos como para bajar la guardia; no podía evitar preguntarse si podrían haber evitado lo que sea que haya dejado a Draco tan mal para que Theodore necesite su ayuda en su venganza.

-Ya le he llamado a tía Marioh mientras esperaba, ha dicho que ella lo arreglará todo y nos verá en mi casa,-le exclamó el menor tomando su mano.-No te preocupes por el restaurante. Vamos.

Dejando su delantal en la mesa más cercana, Blaise ni siquiera se preocupó por su nuevo invento o de no haber apuntado los ingredientes. Se apresuró a tomar la mano de Alexander, quien activaba el traslador y, contrario a lo que esperó, ellos aparecieron en la entrada de la Violet Chateau, donde una estresada Pansy estaba revisando papeles.

-¿Qué pasa?-exclamó ella sin alzar la mirada, consciente de la pequeña cantidad de personas que podrían aparecerse en su oficina.- Creí que nos veríamos hasta la siguiente semana.

-Tía Pansy,-llamó Alexander.

-¿Alexander?-preguntó ella alzando la mirada, por fin. -¿Qué haces aquí? ¿ Tú padre sabe...-comenzó, pero apenas cruzó su mirada con Blaise, Pansy supo de inmediato que estaban en problemas. Los ojos azules de Blaise llevaban la mirada que había tenido durante la guerra, y Pansy tembló sin poder evitarlo, porque el hecho que su amigo llevara esa mirada, indicaba que algo había ido terriblemente mal.

Blaise era el más fuerte de ellos. No solo físicamente, sino mentalmente. Había mantenido vigilado a Draco y mentido sin titubear a Voldemort sobre sus pasos sin ser descubierto. No había demostrado ningún sentimiento cuando Voldemort le hecho un Avada Kedavra a su madre, como resultado de intentar seducirlo. Ni siquiera cuando el monstruoso mago la dejó tirada ahí y la serpiente de ese bastardo se la tragó. Tampoco había mostrado tener, a diferencia de ellos, el estómago revuelto cuando los restos de Charity Burbage no fueron más que huesos y carne despedazada.

Blaise no se quebraba, a menos que...

-¿Dónde está Theo?-preguntó, haciendo énfasis en que notaba que Alexander estaba solo -¿Está bien? ¿es Daphne?-adivinó mirando al niño frente a ella.

-Es Draco, Pansy.- La interrumpió el italiano.

¿Draco?

-¿Pero cómo...qué pasó?

-Aún no lo sé-exclamó y ambos miraron a Alexander, quién les contó a ambos lo que habían visto él y su padre. Cuando terminó de hablar no le sorprendió que Pansy saliera durante minutos y cuando volviera, sus primos y su tío estuvieran tras ella. Ellos eran así, siempre había alguien que tomaba las cosas con más calma que los otros y empezaba el movimiento. Esta vez, era ella.

Por supuesto, más tarde se quebraría.

-Ve con ellos- le ordenó Pansy a Alexander y, cuando ellos desaparecieron por la chimenea, se encaminó a una pequeña caja, guardada entre un millar de papeles. Blaise la siguió con la mirada y la vio tomarla. Cuando una varita fue lanzada a su dirección, el italiano la atrapó sin siquiera titubear.

-Rómpete luego-ordenó la abogada- Primero debemos romper algunos huesos.

Eso pareció recomponer a Blaise.

-Dijimos que todo había quedado atrás. Hicimos lo necesario para vivir. No quiero hacer esto de nuevo-dijo tomando con fuerza la varita.

-No vamos a matarla. Vamos a descubrir qué pasó exactamente.

-¿Entonces por qué me das una varita no registrada?-exclamó con más amargura de la que quiso.

-Porque lo que haremos para salvar a Draco, si Potter no lo logra por las buenas, será completamente ilegal.

-Piensas...-empezó sorprendido.

-Pienso cruciar a Weasley un rato, y solo entonces, quizá necesite un abogado.

Blaise soltó una irónica sonrisa.

-Esto es una completa mierda-exclamó poniéndose de pie. Pansy asintió con pesar, mientras se ponía unos zapatos más cómodos.-¿Qué pasa por tu cabeza?-le preguntó a su amiga luego de silenciosos segundos.

-Me preguntaba si algún día dejaríamos de pelear. Creí que ahora que Potter estaba cerca las cosas mejorarían. Él se supone que trae suerte ¿no? Olvide que la pelea venía antes.

El italiano no respondió,en su lugar tomó unos polvos flú y se introdujo en la chimenea.

-Un galleon por tus pensamientos.-Replicó Pansy, antes de que lanzara los polvos.

Tras un momento de silencio, Blaise respondió.

-Solo me preguntaba…

-¿Qué?

El mago rió.

-Es estúpido. En serio.

-Quiero saber.

-Estaba haciendo un postre para el cumpleaños de Alexander hace un rato y solo me preguntaba si esta vez Draco preferiría el chocolate o las fresas. Y pensaba si podrá responderme pronto ¿Ves? Es estúpido-añadió con amargura. Luego echó los polvos al piso-. ¡Nott Manor!-gritó, desapareciendo a través de llamas verdes.

Pansy sintió sus lágrimas caer y las secó con furia.

-Eso no es estúpido-susurró tocando su vientre. -No es estúpido-repitió secando tercamente sus lágrimas. Lo estúpido era llorar, cuando tenía cosas qué hacer. Se lanzó un hechizo de apariencia y tomó sus propios polvos

-¡Nott Manor!

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Estaban en una habitación pequeña, con mala ventilación y ubicación; pero por lo menos estaban atendiendo a Draco. Ese fue el pensamiento de Narcissa, quién suspiró viendo a su hijo, sudoroso y adolorido, temblar en su cama. Su otro pensamiento fue que debió haber estado realmente muriendo si decidió trasladar las barreras a Scorpius, utilizando gran parte de su magia, que moría con él.

Por supuesto, admitió renuente, era su hijo. El hijo de Lucius Malfoy y Narcissa Black, líderes de grupos de mortífagos; e iba distraído y sin sus amigos, los únicos que hubieran reaccionado velozmente para salvarlo.

Había estado solo, porque ella no soportaba salir y él lo sabía, así que la había dejado en casa.

Las lágrimas corrieron por su rostro y se forzó a no sollozar para no perder la concentración necesaria para trasladar su magia a Draco. A medida que sentía su energía fluir por los pequeños hilos que la unían a Draco, en su mente, se preguntaba lo mismo una y otra vez.

¿Por qué esto le estaba pasando a su hijo? ¿Cómo las decisiones que habían tomado le habían hecho tanto daño, cuando intentaban todo lo contrario? ¿Por qué ella y Lucius lo habían condenado a una vida de sufrimientos? ¿Hubiera sido mejor unirse a la Orden? ¿Manifestarse en contra de Voldemort, a pesar de que probablemente los hubiera matado? ¿Qué habría pasado con Draco entonces? ¿Bella lo hubiera criado? ¿O Andrómeda hubiera tenido piedad de él? ¿Estaría en esta situación? ¿Hubiera estado con Harry desde hacía tiempo?¿Sería feliz?

Quizá si ellos hubieran sido más valientes, esto no estaría pasando; o al menos Lucius estaría aquí para ayudar a Draco. Pero el quizá no existía, y aún faltaban meses para que fuera liberado de Azkabán.

Sabiendo lo inútil que sería alejarse de Draco, para rogar que le permitan sacar a Lucius el tiempo necesario para estabilizar a su hijo, acarició la cabeza del rubio y dejó un pequeño beso en su frente, sintiéndose cada vez más cansada.

Ojala al menos apareciera Harry, deseó; de alguna manera él siempre lograba que las cosas salieran bien.

¡Harry! pensó inmediatamente, él era su alma mágica. ¡Ellos tenían la misma magia! Tenía que traerlo de inmediato.

-¡Kayla!-llamó.

-Ama llama a Kayla- chilló el elfo.

-Encuentra a Harry Potter-ordenó-Dile que lo necesito de inmediato.

El elfo desapareció y ella miró a su hijo.

-Sé fuerte, Draco-pidió, limpiando el sudor de su frente-Él vendrá por ti. Lo hará. Lo sé-le insistió.-Lo hará Draco, esta vez estará para ti. Tiene que-susurró- tiene.

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Cuando Pansy y Blaise llegaron a la habitación que el elfo les indicaba, no les sorprendió que Ginevra estuviera totalmente inconsciente en el suelo y Theodore tomara el té, mientras movía despacio las hojas de su libro.

-Tengo que saber-inició Pansy y se acercó a Weasley, notando que las cuerdas que la sujetaban se encontraban bañadas en un líquido. No olía a nada en realidad, pero aquello era engañoso, porque conociendo a Theodore lo que menos parecía hacer daño, era lo que más lo hacía-tienes que mostrarme-exclamó alzando la varita.

Theodore asintió y le mostró un pensadero a su lado, invitando a visitarlo.

-¿Blaise?-preguntó a su amigo, cuando no lo vio caminar al pensadero. Él se agachó y tocó las cuerdas, luego rozó sus dedos y, sintiendo la humedad en ellos, lo miró de vuelta.

-¿Sabías que jugar con el veriseratum es peligroso incluso si no lo tomas?-preguntó el slytherin tal como dijera en sus años pasados que su amigo aún no había estudiado lo suficiente para un examen.- El veriseratum parece agua pero no lo es. Los efectos del veriseratum son más cercanos a los del alcohol.

-¿Te refieres a decir la verdad por horas y tener una enorme resaca?-preguntó el italiano.

-Eso también. El alcohol accede directo a tu sangre si lo tomas y puede entrar a tu sistema a través de tu piel, así que te embriagas por horas. Horas en los que eres moderadamente inflamable si te cortas gravemente o tu piel aún la retiene. Horas en las que no puedes controlar muy bien tus movimientos. El veriseratum hace lo mismo.

-Excepto que el veriseratum no huele-mencionó él, olisqueando-Y no suele usarse más que unas gotas, así que nadie sospecharía de él ¿No siente nada?

-Si que lo siente, pero con tanta cantidad de veriseratum en ella, no lo recordará después de su resaca.

-Muchas gotas de veriseratum matan ¿Cuál es el truco?

Theodore asentó una botella.

-Administrarle un trago de esto cada hora.

-Ni siquiera preguntaré qué es-exclamó Zabini, tirándose en el sillón frente a Nott.

Una expresión de terror se oyó a un lado, y ambos miraron a su amiga quien parecía en shock. Luego, tragó e intentó recuperarse.

-¿Le dijiste a Narcissa que la tienes?-preguntó Pansy, intentando recobrarse. Blaise miró al pensadero y caminó hacia él.

-He escuchado que ella está en San Mungo-respondió Theo, viendo a Blaise sumergirse en el recuerdo. Ambos esperaron pacientemente a que él saliera-No creo que quiera separarse de él ni un momento. Debe estar pasandole magia.

Cuando terminó de ver la escena,el italiano retomó su asiento.

-Algunos de nosotros deberíamos ir a San Mungo-exclamó en voz baja.-No podemos hacer nada, pero somos sus amigos. Sería sospechoso no ir. Si tardamos más del tiempo necesario para enterarnos, sospecharan de nosotros. Cuando Ginevra no aparezca empezaran a interrogarnos para saber si hacemos algo.

-¿Pero no deberíamos llevar a Weasley con Scorpius? Está en su derecho de vengarse, es su padre.

-Y ella es la loca que lo atacó de pequeño, y el mejor amigo de su hijo Albus-debatió el de ojos verdes.

Apuntando su varita a Ginny, Blaise soltó el primer hechizo que se le vino a la mente.

-Crucio.

-Creí que no querías hacer nada-susurró la mujer.

-Creo que luego de lo que vi tengo derecho de cambiar de opinión-dijo alzándose de hombros, como si el hecho de que Ginny despertara y gritara no fuera la gran cosa. La pelirroja tardó un momento, pero finalmente alzó la mirada y se encontró con los tres.

-Sabía que vendrían-les dijo entre gemidos de dolor.

-No había duda que lo haríamos-respondió Blaise deteniendo su hechizo. Ella lo miró con odio.

-Son unos asesinos, intentan ocultarlo, pero en el fondo no son más que eso-gritó.

Pansy bufó.

-¿Y lo dices tú? Tú eres igual o peor que nosotros.

-¡Yo no soy como ustedes ! ¡Yo no luché del lado de ya saben quien! ¡Yo nunca fui parecida a ustedes!

-Oh Ginevra, si todas las serpientes del mundo se dedicaran a su instinto de matar, y ninguna fuera distraída con vanas esperanzas que impiden que su maldad sea ejercitada, no quedaría un solo ser humano vivo. -se burló Zabini.- Ahora, hablemos de algo que realmente me interesa. No, mejor veámoslo.-Terminó mientras apuntaba su varita a ella.

-Legeremens.

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Sabiendo que Malfoy estaba en un ala diferente de San Mungo, y confundido por el hecho de que Harry no estuviera haciéndole compañía, Ron entró al cuarto de su esposa. No pudo evitar una mueca cuando notó los hechizos alrededor de ella y de su vientre, ni al notar su palidez. Se acercó a ella y tomó su mano, besandola con suavidad, y luego dejó la magia fluir hacia ella, intentando fortalecerla.

Era bien sabido, por los sangre puras al menos, que un mago en estado débil podía ser fortalecido mediante la magia familiar o conyugal, a menos que hubiera un problema grave con el núcleo mágico; por lo que no lo pensó tanto antes de pasarle su magia. No obstante, era un proceso lento, debido a que la magia de Hermione y Ron eran completamente distintas y él estaba exhausto.

Una enfermera entró y la controló, pero no dijo nada. Cuando Ron le pidió que le explicara lo que había pasado, se lo había explicado suavemente. Mencionó a Malfoy, trayendo al hospital a Hermione, y pidiéndole que restrinja las visitas femeninas, debido a que había peleado con alguien. Le habló del estado del bebé y cómo habían estado atendiendo a Hermione. También mencionó que cuando vió de nuevo al rubio, era para ser atendido también. Ron la escuchó, agradeció y volvió al cuarto de Hermione; no sin antes preguntarle por la habitación de Malfoy. No supo cuando pasó, pero se quedó dormido , y solo despertó cuando la sintió moverse.

-Hey, tranquila-dijo suavemente al sentirla alterarse-soy yo.

Hermione intentó levantarse, pero estaba sedada y no podía moverse muy bien.

-¿Draco?-preguntó ella, y Ron hizo una mueca ligeramente culpable al escucharla preguntar primero por él. Se preguntó hasta qué punto Hermione creía que la había alejado de él, si preguntaba por alguien más al despertar, pero luego se dijo a sí mismo que preguntaba por él porque él la había traído y lo más obvio era que estuviera junto a ella y fuera el primero en verla.

Asentó la ropa que Malfoy había traído para ella en el suelo y luego, recordando la fineza de esa familia y todo lo que había pasado para que aquellas pequeñas ropas llegaran a su destino, las levantó y las puso en sus piernas. No quería decirle a Hermione el estado de Malfoy porque temía que empeorara y empezara a perder de nuevo al bebé.

-Lo siento, Mione. Solo soy Ron.

-¿Ron?

-Hey-saludó.

-¿Qué haces aquí?

-Malfoy me pidió que viniera.

Ella dejó salir una suave sonrisa.

-¿Lo hizo?

-Si.

-Debí haberle dado un susto de muerte.

Ante la palabra muerte Ron palideció, pero sonrió levemente. De pronto quería decir que ella no lo hizo, que fue su hermana, pero se calló y le despejó la frente.

-Si, si que lo hiciste.

-¿Entonces ya se fue?

-Está afuera, cerca de ti-respondió.

-Por Merlín-dijo ella mostrando signos de volver a dormir- arruiné con sangre sábanas realmente carísimas. Nunca terminaremos de pagarlas, Ron.

Él rió.

-No creo que le importe.-Mencionó tranquilamente-Tienen cosas de mayor importancia de las cuales ocuparse. -Las sábanas eran, después de todo, el menor problema de los Malfoy.

-¿Entonces, no estás enojado conmigo?

-¿Por qué estaría enojado?

-Por lo de Harry, y Malfoy. Es un buen chico, Ron. Él te caería realmente bien, ha madurado mucho. Es diferente, y nosotros también.

-Le daré una oportunidad- aseguró.

-¿Seguro?

-Seguro. La próxima vez le regalaré flores-dijo lo más divertido que pudo, pero Hermione era Hermione, y sabía que algo iba mal incluso cuando estaba prácticamente dormida.

-¿Qué pasa?-preguntó.

-Nada-dijo recostando su cabeza en su hombro-Solo, estaba muy asustado. Estoy en shock o algo.

Ella acarició lentamente sus cabellos.

-Sam está bien y yo también. Y volviste, eso es lo realmente importante. Solo hazme un favor, ¿si? Dile a Malfoy que le agradezco mucho.

Tomando sus manos entre las de ella, Ron asintió. Cuando Hermione se quedó dormida, Ron se levantó con la intención de visitar a Malfoy. Metió sus manos en sus bolsillos, sacó su varita, convocó unas flores y salió de la habitación, dejando a una tranquila Hermione durmiendo.

Estaba apenas cerrando la puerta cuando alguien chocó contra él.

-Lo siento-exclamó con cansancio.

-¿Ron?

-Lavander.

-Oh, Ron. Lo siento, lo siento mucho-ella titubeó.

-¿Que sientes?

-Yo fui quién le dijo a Ginny que Malfoy estaba aquí.

-Explicame-él exigió,- dime todo lo que pasó.

Cuando Scorpius se apareció frente a la entrada de Malfoy Manor, no lo hizo solo; sino que también movió a los Potter consigo. Su magia estaba tranquila y transcurría leve en los alrededores, como solía moverse en las películas muggles que a veces veían en casa antes de que hubiera una batalla. Al menos, esa era la sensación que Albus tenía.

Entonces Scorpius posó su mirada en Ginny.

La aterradora quietud se convirtió en una suave y fría manta de magia que envolvía a todo aquel que llegaba a tener contacto con ella, y a la misma la mansión; la cual parecía comprender todos los movimientos del rubio heredero, y estaba de acuerdo con él en hacer pagar a alguien.

Era un poco escalofriante.

Scorpius se veía como un ángel vengador. Pálido, con sus ojos fríos y furiosos, con su cabello movido ligeramente por el poco viento alrededor. Todo lo contrario al bromista y alegre chico de esa misma mañana. Albus no tenía que utilizar Legeremens para saber que tras toda esa ira, estaba asustado y derrumbándose por dentro.

Miró las barreras que brillaban fuertemente sin necesidad de que Scorpius las manejara, ofreciendo su poder al menor. Prácticamente gritando que si quería sangre, sangre tendría.

Concentrándose en sus alrededores, Albus miró a su madre y a los padres de sus amigos analíticamente. Nadie se movió, excepto James; quién corrió hacia su madre. Albus iba a seguirlo cuando su padre puso una mano en su hombro.

-¿Papá?-preguntó, pero Harry no respondió porque estaba mirando fijamente a Ginny, y la cuerda que la sujetaba.

-James, regresa-exclamó el Jefe de Aurores.

-¿De qué hablas?-gritó él- Tenemos que soltarla ¿Es que están locos?¿Qué diablos le están haciendo?-le gritó James a Blaise, quien miraba a Harry fijamente esperando su reacción.

-¡Papá!

Harry mantuvo su mirada sobre Pansy.

-Pansy…

-No-exclamó ella- No vamos a soltarla ¿Cómo puedes tener la cara para intentar rescatarla después de lo que le hizo a Draco?

-La llevaré a los aurores.

-No-exclamó Scorpius y Harry lo miró fijamente, preguntándose cómo habían llegado a este punto.

-Scorpius-llamó Harry- No tienes que hacer esto. No tienes que cobrar por tu propia mano.

-Quiero hacerlo.

-Pero…

-¿No vas a enseñarle moralidad a Scorpius en cinco minutos, verdad Potter?-preguntó Blaise. - ¿Esto va a ser un problema para ti?

Harry tragó saliva, sabiendo que si protegía a Ginevra, ellos lo separarían por completo de Draco. Toda esas sonrisas, las palabras amables, desaparecerían al momento en que él moviera un dedo. Eso si Scorpius no lo sacaba de la mansión. Pero si dejaba que las cosas siguieran su curso, el resultado final podría ser peor de lo que esperaba. Él no podía dejar morir, o ser torturada, a la madre de sus hijos de poder evitarlo, y tampoco deseaba llevar a Scorpius a los aurores por asesinato. Había prometido protegerlo, cuidar lo que Draco más amaba para cuando éste despertara.

Porque lo haría, se convenció apretando los puños. Confiaba en que Draco Malfoy, que tenía más vidas que un puto gato, sobreviviría una vez más.

Sin embargo, viendo los ojos totalmente acerados de Scorpius mirarlo, Harry supo que sería difícil detenerlo. Miró el rostro de desesperación de James, el de duda de Albus y luego miró a Ginny. Temerosa, esperanzada en su ayuda.

Y también estaba Pansy, que parecía tristemente enojada. Nott, que lo miraba probablemente planeando qué hacer si Harry intentaba detenerlos.

Y Zabini, que lo retaba a escoger a Ginny sobre Draco, o su honor, al menos.

No dijo nada, solo tragó saliva.

-Yo- alzó la voz Alexander, interrumpiendo el intercambio de miradas-Sebastian Alexander Nott, clamo ante ti, Heredero de los Malfoy, mi primo, mi sangre, justicia para mi familiar el cual fue atacado sin motivo real y el cual pertenece a tu Noble y Ancestral Casa.

Sea lo que fuera que eso significara, puso en marcha a Scorpius. Con un movimiento de mano alejó a James de Ginny, y si podías confiar en los sonidos cortos que ella emitía, usó las barreras para sofocarla. Cuando los segundos pasaron, la desesperación empezó a abarcar a la mujer y enfocó su mirada en Harry, suplicante.

-Ayúdame-le pidió- Harry, ayúdame por favor.

Él quería moverse, realmente quiso moverse. Su mente le instigaba a hacerlo, pero estaba congelado viendo como la mujer que una vez había amado daba sus últimos respiros.

-Por favor, basta-lloró James, corriendo de vuelta a ella. - ¡Basta! Haré lo que quieras, pero dejala vivir.

-Aléjate, Potter-gruñó Scorpius. -Esto es entre ella y yo.

-¡No!-gritó James, observando la palidez de su madre.

-¡Dije que te alejes!-exclamó convirtiendo su ira en cortes en la piel de James.

-¡Papá!-gritó Albus.

-Scorpius-llamó Harry- ¡Para! Matarás a James. ¡James aléjate, por favor!

-¡No!

-¡Scorpius!

-Si quiere pagar con ella, que lo haga.

-¡Scorpius! - gritó Harry corriendo delante de James y Ginny y sacando su varita.-¡Basta!

-¿Vas a hechizarme?-preguntó Scorpius, con cautela. Podía sentir como la Mansión se debatía entre atacar a Harry o no, pero cuando la varita fue alzada, empezaba a gritar con protegerlo. Si Harry lanzaba un hechizo contra él, en este momento, estaba muerto.

No importaba que tanta magia tuviera, era un hombre y esta mansión contenía magia de cientos de descendientes.

Harry dudó, pero bajó la varita, seguro que nada, excepto Scorpius podría detener a la Mansión. Tomó a James por la fuerza y lo separó de Ginny. Aun así se quedó frente a ella.

-Hazte a un lado.

-Por favor, Scorpius.

Scorpius lloró en silencio.

- ¿Debo tenerle piedad?-exclamó-Ella no le tuvo piedad a Albus cuando lo hizo a un lado, ni me tuvo piedad al tratar de asesinar al único padre vivo que me quedaba. No le tuvo piedad a nadie luego de la guerra. No voy a dejarla ir. Ella va a morir aquí y eso no va a mejorar nada, pero tampoco va a empeorarlo.

-Detente-le gritó James lanzándose sobre él, pero Scorpius ni lo miró, apareciéndose en otro lado. Miró a James con arrogancia, como diciéndole que no tenía oportunidad de vencerlo en su territorio.

-La ley de los sangrepura lo marca,-le dijo Scorpius a James, con una sonrisa amarga- sangre por sangre. Vida por vida. Magia por magia. Ahora que alguien relacionado en sangre o apellido a mi padre ha pedido justicia dentro de mis territorios, ella debe ser juzgada ¿No es así, Weasley?- le preguntó a Ginny, quien retrocedió asustada, casi sin notar que las barreras se aligeraron -Pese que eres una traidora a la sangre lo sabes. Tú y los tuyos usaron nuestra ley en nuestra contra, pero es momento de regresar a los héroes todo. De regresarte lo que tú me hiciste a mí-Mencionó amarrando con largas líneas de césped a un asustado James.

-Te lo suplico- interrumpió Ginny observando la magia de las protecciones brillar y sintiendo su corazón empezar a latir dolorosamente. Se hizo dificultosamente hacia atrás debido a que las cuerdas impedían sus movimientos.-Nosotros no cobramos cuando Fred murió.

Scorpius rió divertido.

-No cobraste porque tu familia abandonó varios conceptos sangrepura y no tiene algo llamado territorio propio que esté protegido por magia familiar, a diferencia de los Black y los Malfoy. Pero realmente intentaste vengarte por tu cuenta ¿A que si? Especialmente en mí, la pequeña cría de mortífago. ¿Te digo un secreto? Ahora, gracias a ti, la pequeña cría de mortífago posee el control de casi toda la magia ancestral de la familia Malfoy. Cientos de generaciones de Malfoy reunieron su magia en esta casa. Una casa a mi entera disposición. Si le digo que se destruya, lo hará. Si le digo que no te deje salir, te encerrará aquí para siempre.

Ella tembló.

-Ahora lo entiendes, ¿lo generosos que fueron? Pudieron no haber pruebas, pudieron ser intocables

-Entonces, ¿porque no mataron a Voldemort?, ¿Por qué lo dejaron vivir aquí?

-Porque el bastardo logró manipular a mi abuelo con un imperio y volverse inmune a las barreras. Pero tú no tendrás tanta suerte.

Ginny retrocedió.

-¿Por qué estás tan temerosa Ginevra Weasley?-le preguntó con un tono burlón y una sonrisa cruel en el rostro, que de inmediato Harry relacionó con Draco en sus mejores tiempos de Hogwarts-Esto es solo justicia. Comprendo que tenías que hacerlo, como una vez nosotros nos vimos obligados a hacer cosas. No te dolerá, no dolerá como el crucio que me enviaste o el sectusempra que tiene a mi padre en cama. Te lo prometo. Tu vida se esfumara tan pronto que ni siquiera escucharás los llantos de tu familia cuando te regrese a casa. Si te regreso. Aprenderán que nadie debe meterse con un Malfoy enojado. Con un Malfoy herido.

-Harry-tembló la mujer y miró a todos a su alrededor, quienes la miraban sin intervenir. James seguía amarrado, pero la veía con desesperación. Los demás veían indiferentes o con inquietud de lo que pasaría. Harry seguía dándole la espalda, pero Albus, él la veía con una especie de lástima y compasión.

Y se sintió humillada.

-El fuego se expande, y el infierno de los gryffindors, tarde o temprano los alcanzaría, Weasley. Les quitaría lo que más amaron como nos lo quitaron a nosotros, les haría caer por sus propias palabras y acciones.-Continuó Scorpius- Me pregunto qué debo hacer.

La decisión sobre el futuro de Ginny no pareció ser muy meditada. Scorpius movió su mano y alcanzó su varita. Harry fue más rápido que James y logró atrapar su mano.

-No lo hagas. No voy a permitir que ensucies tus manos de sangre. No permitiré que cometas asesinato frente a mí. No me importa que leyes te protejan legalmente o la Casa me mate.

Scorpius lo miró retador, tal como lo mirara Draco en su infancia, Harry tuvo el impulso de soltarlo como si quemara. Aún así se aferró a él, cuando Scorpius apareció tres veces en distintos lugares, luchando por soltarse. Se negaba a dejar que Scorpius, el niño que se había aferrado a su mano con desesperación, había hecho bromas de él y jugaba con su hijo, se convirtiera en un asesino y cargara con eso en su consciencia el resto de su vida.

-Entonces vete.-Le gritó el hijo del rubio cuando sus intentos de separarse de su agarre fracasaron-No veas esto. Vuelve a tu gran puesto de líder del Mundo Mágico. Regresa a ser el mago perfecto que salva y protege a todos, excepto a nosotros. Ve y acusame con tu ocupadísimo consejo de magos para que me encierren.

No lo sabes, le decía su mirada. No tienes ni idea.

Harry frunció el ceño.

-¿Así que me probarás? ¿Decidirás que soy bueno para tu padre si dejo que te conviertas en un asesino? ¿Y después que tendré que hacer? ¿Esconder todas y cada una de tus faltas? ¿Crearás más odio entre ustedes y la comunidad mágica? ¿Provocarás más peleas? ¡Draco está vivo!¡No reclames un precio como si estuviera muerto!

-¡Por poco!-le reclamó el otro-Tú no sabes nada. No sabes lo muy débil que está. ¡Puedo sentirlo! ¡Cada vez que las barreras absorben más de mi magia es porque la suya puede soportar cada vez menos! -gritó con lágrimas en los ojos- Dime que no lo deseas...Dime que tu ser no exclama venganza. Porque si no es así entonces no lo quieres. Estoy en mi derecho. Él es mi padre ¡Ya que dicen que soy un maldito sangrepura, pues jodido sea todo el Mundo Mágico, lo seré!

Harry apretó los labios.

-Está mal-se repitió-Tu padre no estaría de acuerdo, no querría esto para ti. Draco nunca mató a nadie por voluntad propia, fue incapaz de hacerlo. Él sabía que matar a alguien es fragmentar tu alma. ¡Él nunca hizo esto a pesar de ser más fuerte que tú!

-No sabes lo muy poco que me importa en estos momentos.

-¡Scorpius!-le gritó sosteniendo sus hombros-Tú sabes que está mal, ¡Que tu padre nunca lo aprobaría!

El rubio se zafó bruscamente.

-¡Cállate, tú no eres mi padre! ¡No sabes lo que él piensa! Tan solo llevas meses conviviendo con nosotros. No eres igual a nosotros. Has vivido cómodamente hasta ahora, siendo apreciado por todo el mundo. Nosotros solo nos hemos tenido a nosotros mismos y cada vez somos menos, ¡Tú no sabes nada! ¡No eres nadie!

La mirada del dueño de los ojos verdes sobre él lo hizo quedarse en seco y no pudo evitarlo, evadió su mirada avergonzado. Ese movimiento fue lo peor que pudo hacer si realmente quería matar a Ginevra, porque su mirada se topó con la mirada de Albus quien le suplicaba en silencio que por favor, no hiciera esto. Que se detuviera.

El peso de la culpa se expandió en el rubio y se quiso convencer para lanzar los hechizos que acabarían con Weasley y que evitarían que alguien hablara de esto con terceras personas. Todo esto acabaría cuando él eliminara a Ginevra, se convenció. Empezó a respirar pesadamente. Sus tíos y primos no lo culparían. Su padre lo entendería, aunque tardara en hacerlo, si vivía.

Los Potter quizá se alejarían, pero no era como si Scorpius los hubiera tenido siempre a su lado, no era como si alguno de ellos nunca hubieran hecho algo malo. No era como si necesitara tomar la mano del Jefe de Aurores para sentirse tranquilo cuando su padre no estuviera, o Albus siempre hubiera estado ahí para sonreír y brindarle la compañía de alguien que no estuviera roto.

Sintió cómo sus energías disminuyeron y bajó la varita. Una parte de él se enfureció por hacerle caso a Harry, así que le mandó una mirada reprochadora y se mordió el labio. Al final, bajó la cabeza dolido, porque había visto en los ojos del hombre que amaba a su padre que, aunque le dolía ferozmente y en cierto instante lo deseó también, matar a Ginevra Weasley estaba mal.

Luchó contra las lágrimas una vez más.

-¿Por qué no puedes comprenderlo?- le susurró a Harry.

-Lo comprendo, sé que estás enojado, pero ésta no es la forma.

-¿Entonces cual?

- No lo sé, aún. Confío en que pensaras en algo, con lo que puedas vivir.

Scorpius rió amargamente.

-Siempre me pregunté por qué, pero ahora comprendo porque mi padre no te soportaba. Te quedarás en el calabozo, mientras lo decido-le dijo a Ginny. Las cuerdas de césped soltaron a James, y dos elfos aparecieron y se llevaron a la pelirroja. El rubio miró a sus tíos y asintió.

-Pueden pasar-les dijo dándose la vuelta. Tenía que hablar con la única persona a la cual escucharía sin arrepentimientos.

Su madre.

Se desapareció.

.

Si debía admitirlo, Scorpius nunca había visitado la recámara principal, ni la sala de los cuadros desde que su madre murió. Su padre probablemente tampoco lo había hecho. Era una regla de la mansión, poner a cada líder familiar y su pareja e hijos si se deseaba en aquel salón, y cuando fallecía, su recuadro tomaba vida. Scorpius no había ido nunca a ver si el recuadro de su madre lo había hecho, y estaba seguro que su padre tampoco, y probablemente se debía a que el día que lo hicieran ambos aceptarían que ella jamás volvería.

Era doloroso, pero inevitable; porque en algún momento, ambos se verían en la penosa necesidad de reconocerlo.

Para Scorpius, ese día había llegado hace tiempo; pero ni eso le dio el valor de platicar con el retrato de su madre.

Recorrió el pasillo, asintiendo a los saludos de los cuadros de la Mansión y parando levemente para ofrecer sus respetos, no obstante, sus pies se congelaron cuando la melodiosa voz de su madre mencionó su nombre.

-¿Scorpius?

El corazón del rubio dolió con fuerza, pero se obligó a llegar hasta ella-¿Eres tú?-preguntó ella- Oh, Merlín. Haz crecido tanto-le alabó la rubia mujer con una dulce sonrisa, apenas estuvo visible a su mirada.

Scorpius sonrió levemente, y asintió mirando el rostro de su madre, a los treinta años. Sus eternos treinta años. Era tan joven, tan hermosa, tan perfecta…

Era tan injusto que ella no hubiera podido envejecer. Que no pudiera estar con él el día de su cumpleaños, de su graduación o de su boda. Que no pudiera verla quejarse de las arrugas que le formarían las sonrisas, o las canas en su suave cabello, tal como la abuela Narcissa lo hacía.

-Madre...-la saludó lo mejor que pudo, pero las lágrimas se derramaron traicioneramente en su rostro y bajó la mirada.

-Oh, cariño. No llores. Estoy bien, nada me duele…

Las lágrimas brotaron de sus ojos sin poder evitarlo, y sollozó.

-Oh, cariño. Lo siento tanto.

Él negó con una mueca mientras las lágrimas seguían cayendo.

-Mamá-susurró- Mamá..

-Scorp.

-Mamá, te extraño tanto-le confesó pegándose a su pintura, deseando por un instante poder sentir sus brazos rodearlo cálidamente, apretarlo con amor, y balancearlo al ritmo de suaves murmullos…

Por supuesto, eso no pasó.

-Lamento no haber llegado a tiempo para despedirme, lamento no haber estado contigo.

-Está bien, Scorp. Está bien.

-No, no lo está. Nada está bien.

-Yo también te extraño, cielo...-escuchó su triste voz y se negó a alzar la mirada. Se estaba engañando a sí mismo por un instante, parando el tiempo momentáneamente al cerrar los ojos y solo escuchar su voz.-Narcissa me contó cómo pasó, lamento tanto no haberme podido despedir.

Scorpius negó y continuó llorando.

No supo en realidad, cuánto tiempo lo hizo.

.

La sala era un lugar tenso. Harry apretó contra él a Lily, a quien le hubiera gustado evitar despertar y que viera todo. La meció suavemente contra él, consolandola, y observó a los slytherin quienes discutían en voz baja, separado de ellos. Incluso Albus, pensó, había sido ligeramente apartado de sus amigos y se encontraba junto a él y sus hermanos.

-¿Por qué?-fue la pregunta que mató el incómodo silencio. Venía de Albus, pero no parecía dirigido a nadie en especial. Al menos hasta que la continuo. Su voz no era acusadora, rencorosa o débil. Él solo quería comprender-¿Por qué le pediste la castigara?

Alexander no titubeó cuando miró a Albus. Sus ojos verdes chocaron con los esmeraldas de sin remordimiento.

-¿Por qué le pediste silenciosamente que perdonara a tu madre aún cuando sabes todo lo que ha hecho?-le respondió de vuelta.

-Porque Scorpius se arrepentiría después.

-Pero también se arrepentiría de no haber podido haber hecho algo cuando pudo - contraatacó el otro.

Damián se acercó a Alexander para llevarlo a otro lado.

-¿Le harán algo a mamá?-le preguntó Lily a Jennifer, y ella miró a los mayores por minutos y después devolvió la vista a los miembros de la familia Potter. No debían estar ahí, dado que eran familia política de los Weasley, pero también eran amigos del tío Draco, y estaba segura que estaban preocupados también.

-Respetarán la decisión de Scorpius-respondió, sentándose en el suelo cerca de los Potter.

-Ellos simplemente empujaron a Scorpius a esto.

-Tal vez no lo entiendas, Al-respondió ella.-Estás enojado porque no odias tanto a su madre como insistes en pensar; pero ellos tenían que darle la oportunidad a Scorpius de decidir. Es su padre quien está en cama. Es él quien vivirá con este momento toda su vida, si su padre no sobrevive.

-Pero matar a alguien no se lo devolvería.

-Pero disminuiría su dolor.

Ante el silencio de Albus ella continuó.

-Sabemos que existe una gran posibilidad de que Scorpius deje la decisión en otras manos para no herirlos a ustedes. Después de todo él es muy parecido a su padre. No hay nada más importante para él que las personas que ama, y sé que los valora mucho. Pero también sé que Scorpius tiene derecho a tomar sus decisiones, a saber qué está pasando. Él tenía derecho de cobrar. Estas son nuestras tradiciones, es la manera en que vivimos. Solo puedes aceptarlo o rechazarlo, es quienes somos. Es lo que hemos pasado y lo que hemos visto. No lo cambiaremos por ti, no seremos como tu quieres, solo porque te parece mal.

-No estoy diciendo eso. Es solo que Alexander…

-Alexander estaba con su padre cuando vieron al tío Draco ser atacado. Dijo que todo fue muy rápido. Que el tío Theo y él fueron de compras y cuando salieron, vieron al tío Draco salir de una chimenea e iban a saludar y entonces lo vieron ser hechizado. Dijo que la sangre era tanta que toda la ropa de él estaba teñida de rojo y manchaba el piso rápidamente, que cuando se acercó corriendo podía escuchar los suspiros dolorosos de nuestro tío y pudo ver como apretaba su anillo con fuerza. Seguramente fue cuando la Magia Ancestral fue sucedida a Scorpius. Alexander no podrá olvidar eso jamás. Tú tampoco podrías hacerlo.

Albus se mordió el labio.

-Quizá …-empezó, pero su padre se puso de pie y volteó a verlo.

-Iré a visitar a Draco, -les dijo a los adultos-dejó todo en sus manos.

Parkinson asintió.

-Papá- se quejó James- No puedes irte.

-Puedes venir conmigo, si quieres.

James miró a su padre indignado.

-¡Le estás dando una salida a Scorpius! Le estás dejando la oportunidad de que tú no sepas lo que pasa aquí. Lo estás defendiendo.

Harry suspiró cansado.

-Quiero ver a Draco.

James hizo una mueca.

-Pero...

-Necesito verle.

-Pero-protestó James mirando a los adultos y Harry suspiró entendiendo que no quería quedarse con ellos.

-Puedo llevarte a Grimmauld Place.

James enrojeció y negó.

-Me quedaré con mis hermanos.

-¿Y ustedes?-les preguntó a sus otros dos hijos.

-Quiero quedarme-dijo convencido Albus y Lily también asintió, tomando la mano de su

hermano mayor.

-El señor Draco dijo que me quedara junto a Berenice y no saliera de la Mansión.

Harry sonrió levemente.

-Estaré en San Mungo-le dijo a los mayores- Cuando Scorpius tome una decisión, por favor,

llámenme.

Zabini asintió.

-Lo haremos, Harry.

Un elfo apareció.

.

-¿Ha venido Berenice contigo? -preguntó Astoria.

-Berenice está con los elfos.- Exclamó, sonriendo levemente al ver la mueca en la cara de su madre.

-Por favor, dime que tu padre no está dejando que los elfos la críen. Sabía que Narcissa me mentía al decir que incluso le cambiaba los pañales. Aún recuerdo cuando usaba el Accio contigo. Tú reías pero…

Scorpius dejó salir una suave risa que interrumpió la eterna queja de su madre…

-Era divertido-dijo lo más alegre que pudo y ella negó con la cabeza.

-No fue tan divertido cuando te invocó y resultó que te habías transportado escaleras abajo, ¡Ese accio casi te choca contra tres paredes!

-Estoy bien.

La mujer suspiró.

-Hubo ocasiones en la que dude de ello, te lo juro. Además, sólo dices eso porque te gusta cubrir a tu padre.

Scorpius se rascó la cabeza culpable.

-Quizá…

-¿Qué pasa Scorpius? ¿Por qué has bajado?

Scorpius se sentó frente a ella y le empezó a contar. De Albus, de Harry, de Lily, de su padre y de la sonrisa que últimamente él tenía. Y a pesar que por momentos los ojos de su madre se entristecieron o brillaron extrañamente, no se detuvo, porque él necesitaba saber qué debía hacer, cómo debía actuar de ahora en adelante.

Ella no pensaba como su padre, pero conocía como pensaba.

Porque su padre le había abierto su corazón.

.

Cuando Teddy vió a su padrino, ya en su túnica de aurores y totalmente limpio, se puso de pie de inmediato.

-¡Jefe!-dijo en posición de saludo pero el mayor sonrió solamente, y puso una mano en su hombro.

-Descansa, cadete-bromeó, asintiendo con la cabeza en forma de saludo hacia las parejas de los Slytherins, que estaban un poco más distanciados.-¿Llevas mucho aquí?

Teddy asintió.

-Tío Draco me llamó para cuidar a Hermione y desde entonces no me he marchado.

-¿Por qué no vas a descansar un poco? Yo me quedaré un rato.

Teddy dudó.

-Pero estás cansado. Yo puedo quedarme.

Mirando a las enfermeras, Harry se acercó a una y preguntó si podía visitar a Hermione o a

Draco, a cualquiera de los dos.

-Ahora mismo el esposo de la Señora Weasley está en el cuarto-respondió ella.- Y respecto al Señor Malfoy, sinceramente Jefe Potter, no creo que haya hecho nada malo. Él estaba muy preocupado por la Señora Weasley.-añadió un poco intimidada pero Harry sonrió y negó con la cabeza.

-No pretendo arrestarlo. Me gustaría solo estar con él.

-Su madre está ahí en ese momento, ¿Desea entrar a la habitación de todas formas?

-Por favor-pidió.

-Bien, habitación 16B en la cuarta planta.

-Gracias-respondió el Jefe de Aurores y dejó escapar un suspiro de alivio al ver que Draco al menos estaba siendo tratado de forma apropiada. Probablemente que hubiera traído a Hermione tenía mucho que ver. Caminó al elevador y se apoyó en la pared del pasillo, mientras esperaba que llegara. Estaba tan cansado que cerró los ojos y los abrió cuando el sonido de las puertas abriéndose se escucharon.

-Harry.

-Ron-respondió ligeramente sorprendido de encontrarlo justo ahí.-¿Cómo está Hermione?

-¿Vas a ver a Malfoy?-preguntó Ron a la vez, y ambos se sonrieron.

-Acabo de verla, está durmiendo.

-Voy en camino. Fui a ver a los niños.

-Correcto. Hey, escucha colega, voy a buscar a Ginny. Tiene que haber una explicación

Harry asintió nuevamente y se mordió el labio, para no decir que él sabía dónde y cómo estaba exactamente Ginny. Buscando retrasar la búsqueda de Ron, a Harry se le ocurrió una idea.

-Si, sobre eso-dijo-¿Antes podrías ir y preguntarle al Ministro qué tengo que hacer para sacar momentáneamente a Lucius Malfoy de Azkabán?

Ron lo miró como si fuera idiota.

-¿Quieres sacar a Malfoy?-exclamó incrédulo.

-Me gustaría que pudiera ver a Draco.

-Oh, si, para Malfoy, supongo que puedo-respondió el pelirrojo incómodo.

El Jefe de Aurores, le puso la mano en el hombro y sonrió.

-Gracias, Ron.

-No hay problema, ¿pero qué debo decir si se niega?

-Dile que aún me quedan muchas deudas de vida-respondió.

Ron alzó la ceja y cerró la boca cuando iba a decir que estaba conviviendo mucho con las serpientes, lo que seguramente ofendería a Harry e iniciaría una nueva pelea. Ni él, ni su amigo estaban en condiciones de pelear de nuevo, así que se resignó a ese triste destino donde Malfoy le quitaba la atención de dos de sus personas favoritas.

Casi, casi, podía ver una sonrisa arrogante que se lo tirara en la cara.

-De acuerdo-concordó- Iré a ver que puedo lograr.

-Gracias de nuevo-dijo con una gran sonrisa y apretó el botón para ir al piso donde Draco descansaba.

-¿Es por lo de la compatibilidad de la magia?-preguntó curioso.

-¿Compatibilidad de la magia?

-Sí- respondió Ron, subiendo junto a él- la transferencia de magia.

-Ah, recuerdo a Hermione mencionarlo una vez. Eso debe estar haciendo Narcissa en este momento, ella me mandó a llamar, pero no me dijo qué pasaba.

Weasley asintió

-Bueno compañero, creo que Malfoy padre sería de gran ayuda pero, ¿porque no lo haces tú mismo?

Harry lo miró confundido.

-¿Yo?, Pero no soy ningún familiar…

Rascándose el cabello, Ron se recordó a sí mismo que Harry no había tenido la educación básica mágica, y ahora era obvio que Malfoy no había mencionado nada. Respiró profundo, podía explicarlo ¿Cierto?

-Si, tú.-inició.-¿Recuerdas cuando me dijiste que cada vez que se tocaban Malfoy y tú se producían unas especies de descargas eléctricas?-Harry asintió-Esa es una señal de que estás frente a tu pareja destinada. Dos magos destinados a unirse tienen magias complementarias. No son exactamente iguales pero se complementan una a la otra, forman parte de un todo. -Al ver la cara de confusión de Harry, hizo una mueca.-A ver, cuando dos personas se enlazan las magias se atan entre ellas, ¿Cierto?, Se sienten una a la otra.-Dijo el pelirrojo y el otro asintió.-Bueno, la magia de los magos destinados ya están unidas desde el principio y por eso se atraen continuamente porque desean unirse. Cuando nos enlazamos, hacemos que nuestra magia se vuelva compatible con otra, cambiándola ligeramente para que acepte la otra. Los magos destinados son compatibles con su pareja incluso sin un enlace, es decir, son perfectas para la otra magia así como son y se sienten una a la otra.

-Está bien-exclamó suavemente Harry, sin comprenderlo del todo. Ron se dió cuenta, porque lo explicó de lo que creía otra forma

-Mira, es como si fueran una misma magia que se dividió para dos personas. Ciertos rasgos se van con uno, y otros rasgos con otro, pero cuando se juntan son perfectos entre sí.

Harry incrédulo.

-¿Estás diciendo que originalmente mi magia y la de Draco eran una sola?

Ron rodó los ojos.

-Eso es todo a lo que resumes todo lo que he dicho, si.

-Así que si yo le traslado magia…

-Él la aceptará-confirmó.

Harry sonrió cálidamente.

-¿Cómo sabes todo eso?-le preguntó- ¿Realmente escuchaste a Hermione esa vez?

-Oh, ya sabes, educación sangrepura habitual. Seguramente tú la hubieras tenido si tus padres hubieran podido estar contigo- Oyendo su propio comentario, llegó a la conclusión de que sonaba cruel-Oh, lo siento colega.-se disculpó-No quería ofender. ¡Diablos!-se reclamó.

-Está bien. Sé que no lo querías decir de mala forma. -Dijo dándole una sonrisa tranquilizadora-Entonces, ¿Qué pasa cuando dos magos destinados se enlazan?-preguntó.

-Oh-sonrió él-se dice que pueden usar su magia a su máxima potencia y pueden sentir al otro en todo momento. Sienten las emociones del otro y si son realmente fuertes, pueden comunicarse mentalmente.

Harry sonrió.

-Aunque no estoy muy seguro de lo bueno que sea eso.-Comentó Ron atrayendo la mirada de Harry-Imagínate si yo pudiera sentir todas las indignaciones de Hermione ante todas las injusticias del mundo. Nunca acabaría de estar indignado.

Harry rió y se sorprendió de la palmada en la espalda.

-Eres realmente afortunado,colega-le dijo Ron y él estuvo de acuerdo.-Rara vez alguien encuentra a su pareja destinada, y usualmente no termina con ella.

-¿Por qué no?

-Bueno, para empezar hay cientos de magos en el mundo, con distintas edades, y a veces se dice que pueden no estar vivas al mismo tiempo.

Cuando el elevador cuando se detuvo, y Harry salió de él, Ron se despidió con la mano y apretó el botón para bajar.

-Iré a ver eso. Cuando puedas échale un ojo a Mione.-Le pidió antes de que las puertas se cerraran.

.

-¿Así que ellos están saliendo?-preguntó Astoria a su hijo con una triste voz.

-No. Papá está evadiendo el tema, tú sabes.

Astoria sonrió tristemente.

-¿Lo está evadiendo? o ¿no lo ha notado?

Scorpius rió.

-Lo evade. Estoy seguro que entre mis indirectas, la de la abuela y la del Señor Potter se ha tenido que dar cuenta.-Rió recordando las veces que Draco se había atragantado tomando el té con ellos. Entonces mirando a su madre, Scorpius se dio cuenta que nunca pensó en los sentimientos que su madre pudo haber tenido al ser sustituida. Es un retrato, se dijo, ella se ha ido. Aún así, se sintió avergonzado de su comportamiento y sintió el impulso de disculparse, así que lo hizo.- Lo lamento, Mamá. No quería decir que …

-No estoy sorprendida de que estén aceptando a Harry Potter, Scorpius. No tienes que sentirte culpable. Estoy segura que Draco lo necesitaba. ¿Cómo ha estado él?

-Él está avanzando.

-Supuse que sí, es un superviviente.

-Pero debes saber que estaba realmente destrozado, si lo hubieras visto verías lo muy diferente que fue después de ti. Apenas está volviendo a ser lo que era. Es difícil estar sin ti.

-Ella lo miró con una sonrisa triste-Mamá, ¿qué debo hacer? ¿Qué crees que padre me diría?

-Bueno, Draco sería capaz de torturarla o matarla si fuese necesario, o ella hubiera matado a alguno de nuestros amigos-dijo convencida-pero quizá le tomaría tiempo tomar una decisión. Es decir, Potter tiene razón Scorpius, tu papá no está muerto.

-Pero casi lo está.

-Casi-afirmó ella.

-¿Qué opinas tú?

-Nunca me ha gustado eso de las venganzas, Scorpius. Lo sabes. Yo la entregaría a los aurores.

El rubio suspiró.

-¿Y si no hacen nada?

-Bueno, nunca podrás saberlo hasta que lo hagas. Además, tú y yo sabemos que ellos ya le han hecho algo.-Dijo con una mueca que hizo sonreír a Scorpius.

-Siempre hacías esa mueca, por eso tía Pansy te molestaba mucho.

-Siempre he pensado que la guerra afectó sus cerebros,-dijo arrugando la nariz mientras sonreía-mira que poder divertirse con cosas que a otros les da escalofríos.

-Ellos han vivido a muchas cosas.

-Si.- Aceptó Astoria-Y por eso no querían que ustedes pasaran por ello y aceptaron como parejas a personas que no tuvieron parte activa en la guerra. Estoy segura que se arrepienten de muchas cosas, hijo, cosas que quizá nunca podrán olvidar. Lo único que puedo decirte es que tu padre quiere para ti una vida feliz, libre de arrepentimientos y pesadillas. Eres un slytherin, y un Malfoy, -dijo sonriendo-y la arrogancia y venganza está en tu sangre,- pero el cómo lo manejes, es tu decisión.

Scorpius suspiró.

-Sigo sin saber qué hacer.

-Solo tenemos que pensarlo. Podemos llegar a una solución.

Scorpius le sonrió tiernamente.

-Eres tan positiva-susurró y de pronto se sobresaltó al sentirse menos poderoso.

-¿Qué pasa?-preguntó ella.

El rubio miró sus manos y movió sus dedos tentativamente. Había perdido las corrientes de magia alrededor de la Mansión.

-¿Scorp?

-Me siento más ligero-dijo sorprendido.

-¿De qué forma?

-Ya no siento las barreras, aún siento la Mansión, pero las barreras han dejado de informarme.

-Dejaron de informarte...¡Scorpius!-gritó emocionada.

Él sonrió.

-¡Papá ha absorbido gran cantidad de magia de las barreras!

-Eso significa que está mejor, ¿no?

-Sí, pero ¿cómo?

-¿Qué tal si lo averiguas?-le respondió, moviendo las manos como si le dijera que corriera lejos. Él lo hizo. -¡No olvides contarme luego!-gritó al pasillo vacío y luego bajó la mirada mientras se mordía el labio.

-No puedo creer esto-se quejó uno de los cuadros de al lado-¿Acabas de decirle a nuestro nieto que no mate a un traidor a la sangre que intentó matar a nuestro actual líder familiar?

-Cierra la boca-se quejó ella y lo miró fríamente-Yo le digo a mi hijo lo que me se me antoje.

-Te arrepentirás de haberlo hecho-se burló otro.- Al menos Draco ha elegido una gran pareja- sonrió orgulloso-Los Potter siempre han sido una de las familias sangre puras más importantes y millonarias.

-Cierra la boca Abraxas-le dijo ignorando su mirada indignada-Él es un mestizo y un amigo de los sangre sucias, como le decías. -Rió cruelmente cuando el otro pareció asqueado.-Además esto es tu culpa. Debiste haberte alejado de Lord Voldemort, pero no, por idiota le hablaste de tu hijo y de tu nieto. Así que te jodes.

Escuchó al otro murmurar sobre el respeto hacia un Malfoy real, pero rodó los ojos y lo ignoró. Dándose la vuelta, ella se dirigió al cuadro que estaba en la casa de sus padres, cerca del jardín de rosas.

Platicar con su madre era mucho mejor que quedarse ahí, escuchando al otro.

.

El Jefe de Aurores, se tomó unos segundos antes de tomar el pomo y tocar la puerta.

-Adelante-respondió la voz de Narcissa.

Con pasos silenciosos se adentró a la habitación y miró a Draco. Cuando él había lanzado ese hechizo al rubio, nunca había visto el proceso de sanación, pero recordaba que Malfoy había pasado una semana entera en el Ala de Hospital, en Hogwarts. Ahora, estaba ahí de nuevo, en una cama de hospital por el mismo hechizo, y Harry no estaba muy seguro de sí Draco podría soportar una segunda vez.

- Las barreras influyeron mucho,- interrumpió Narcissa a la diatriba mental de Harry.

-¿Qué?

La mujer no pudo endurecer la mirada al verlo.

-Aquella vez no tenía las barreras exigiendo magia. Esta vez las tenía. Por eso le está costando más recuperarse.

-Lo siento.

Ella suspiró.

-Sé que no es tu culpa. Yo lo siento. No te llamé para regañarte.

-¿Cómo está?

-Le trasladé un poco de magia y quedó estable, estará bien.

Las palabras eran tranquilizadoras, pero su cara no.

-Sin embargo...-empezó dándole la oportunidad de explicarse por completo.

-Sin embargo, dado que las barreras de la Mansión no terminaron de pasarse a Scorpius antes de que Draco perdiera el conocimiento, las barreras están entre ellos, y exigen magia que el cuerpo de Draco utilizaría normalmente para recuperarse.

-¿Las barreras están haciendo esto?

-El rito que hizo fue interrumpido cuando intentaron salvarlo, así que ya que Draco no termina de morir, ni pasó por completo las barreras, está atrapado en las exigencias de las barreras y los efectos del hechizo.

Harry miró a Draco y asintió, luchando contra la necesidad de poner su mano en los rubios cabellos.

-Por eso está donando magia.

-Sí- respondió ella, el cansancio notable en su rostro- Lucius no está, y Scorpius es demasiado joven para hacerlo. Donarle magia le permite retener las barreras y sanar, aunque sea poco a poco. Harry, -inició-hay algo que debo decirte, y comprendo que quizá te sorprenda o te lo tomes a mal pero…-su voz se interrumpió cuando alzó la mirada y lo vió directo al rostro-Lo sabes.

Harry asintió.

-¿Cómo te enteraste?

-Tuve una plática interesante en el elevador con Ron acerca de porqué Draco y yo teníamos unas ligeras descargas eléctricas al tocarnos.

Ella sonrió levemente.

-Debo admitir que a estas alturas, creía que ya habías investigado por tu cuenta.

-Iba a hacerlo, pero no tuve tiempo. Supongo que creí que sí era importante, Malfoy me diría algo ¿Él lo sabe?

-No estaba muy seguro hasta hace unos días, hasta que se lo confirmé. Que son almas gemelas, Harry. Nunca me permitiría hablar de tus sentimientos-exclamó ella tomando su mano.- Estoy segura de que son palabras que merece escuchar de ti primero.

Harry sonrió.

-Gracias. ¿Cree que él...?

Ella sacudió sus cabellos con suavidad.

-Oh, cariño. Estoy segura que será muy feliz de escucharte decirlo. Nunca aceptaría que fuera real hasta escucharlo con sus propios oídos. Mi hijo puede ser muy terco en algunas cosas.

-En realidad.

-Por supuesto, Harry, tú también puedes serlo.

Él rió.

-¿Podría decirme cómo trasladarle magia?

-Debes tomar su mano, apretarla con suavidad- exclamó ella poniendo la mano de Harry sobre la suya - y dejar tu magia salir.

-¿Cómo la dejo salir?

-Piensa en ella como energía, dirigida hacia él. Como cuando envías los mejores deseos en voz baja.

Harry asintió.

-Lamento haberte llamado con un elfo, Harry ¿Estabas en el Ministerio? Sé que estabas de viaje.

Harry se tensó.

-De hecho, estaba en la mansión.

-¿En la mansión? ¿Los niños están bien?

-Bueno, quizá Scorpius necesite de su ayuda ahora. Los chicos llevaron, em... una entrega especial a Malfoy Manor.-Respondió sacudiendo el cabello hacia atrás.

Narcissa frunció una ceja, algo raro en ella, e ignoró el gesto del moreno que había visto en alguna ocasión hacer, de la misma forma, a Draco.

-¿Una entrega especial?-preguntó con sospecha, sin saber exactamente qué era dicha entrega.

-Si. Usted sabe -agregó Harry, tratando de explicarse con las manos-Una entrega que puede que él haya intentado eliminar con las barreras.

Narcissa seguía confundida.

-Una entrega directa de Callejón Diagon.

Ante sus ojos interrogantes, él añadió.

-Una entrega que Draco no esperaba tener frente a él.

Ella jadeó suavemente.

-¿Una entrega que Draco perdió?-preguntó mirando a su hijo.

-Si.

-Él...-empezó Narcissa, sin estar segura de sí Scorpius tenía la sangre fría para aniquilarla. Aún así entrecerró los ojos con diplomacia-¿Lo logró?

-No estoy seguro.

-¿Qué pasó?

-Le pedí que no lo hiciera.

-Oh, Harry, tú no deberías saber nada de esto ¿Te gustaría que te lo borrara?- ofreció.

-No.

-Pero...

-Está bien, Señora Malfoy. No diré nada.

Narcissa suspiró.

-No es por eso Harry. Estoy segura que has visto de lo que ellos son capaces. Alguien como tú no suele ver con buenos ojos todo eso. Ni siquiera nosotros lo hacemos. Nunca olvidarás esto, y Draco se avergonzará de ello, porque él hubiera hecho lo mismo en su lugar. Harry, nosotros somos peligrosos.

-No para ustedes.

Ella suspiró.

-¿De verdad puedo confiar en ti?-le preguntó- Ellos son como mis hijos y no desearía que fueran nuevamente lastimados.

Él asintió.

-Puede hacerlo, y no se preocupe, me encargaré de lo de Lucius.

Ella miró a Harry por segundos y después sonrió levemente.

-Gracias- dijo, y Harry supo que su agradecimiento abarcaba muchas cosas de las cuales, quizá no se había enterado.

-No hay de qué, ¿Le molestaría...?-empezó, mirado entre ella y Draco, haciéndola reír levemente.

-Adelante, Harry. Necesito comer algo- exclamó dándole un beso en la frente y parándose. - Iré a la cafetería.

-Gracias-añadió él, y la escuchó salir. Tomó que el asiento de Narcissa había dejado libre y se retiró la capa de Aurores.

-Draco- susurró al mirarlo de cerca. Su respiración era pesada, y parecía estar en una lucha constante de dolor. Tomó su mano con suavidad y empujó la magia hacia él. Quería más que nada besar su mano, pero no pudo evitar gruñir cuando sintió como ese pequeño empuje de magia que pretendía dar se transformaba en una descarga mágica potente.

-Joder-se quejó ante el dolor, y se recargó mareado en la silla de al lado. No obstante, a pesar del mareo no pudo evitar notar como su propia respiración se relajó, y su corazón fue liberado de una pesada carga. Pareciera que llevaba así desde hacía mucho tiempo, y él no lo había notado. Pero ahora, Harry se sentía cálido, relajado y ligeramente contento. Probablemente se debía a que el dolor de la descarga eléctrica ahora no era más que un leve cosquilleo travieso que se expandía por todo su cuerpo. Le recordaba a la sensación del viento contra su piel cuando volaba para atrapar la snitch.

- Se suponía que te iba a dar magia-murmuró Harry- pero de alguna manera tu eres quién me está dando algo de nuevo.

Hizo una mueca cuando no hubo respuesta, pero cuando varios hechizos se desactivaron dejó salir un sonido sorprendido.

-¿Draco?-preguntó, y no hubo respuesta. La expresión del rubio se había relajado. - Merlín, Draco-suspiró-no me des estos sustos.

Aparentemente no era el único al pendiente de los cambios del Líder Familiar Malfoy, porque prontamente una enfermera entró corriendo con la varita en alto, y Harry instintivamente tomó la suya, hasta que vio el uniforme de la mujer.

-Los hechizos-exclamó ella alarmada, y cuando vió a Harry se detuvo sorprendida y miró la mano que lo unía al rubio.-¿Señor Potter? ¿Qué está haciendo aquí? -preguntó hasta que notó la forma en que sujetaba al rubio- Oh. Lo lamento, señor Potter- se sonrojó.- No tenía idea de que usted y el señor Malfoy estuvieran casados. Nadie me dijo que podría venir a pasarle magia. Mis disculpas, Señor Potter-exclamó empezando a retroceder-no quise interrumpir.

El Jefe de Aurores, la miró incrédulo.

-Espera

-¿Si?

-Los hechizos se desactivaron.

Ella sonrió levemente.

-Eso es bueno, Señor Potter. Significa que esté mejorando.

Él sonrió de vuelta ante las buenas noticias

-Gracias.

-Muchas felicidades por su nuevo matrimonio, por favor, no olvide comer algo dulce para soportar la carga de la transferencia-respondió ella con una leve inclinación antes de salir. Harry solo asintió sonrojado, regresando a su asiento.

-¿Escuchaste eso señor Potter?-bromeó y luego se inclinó y besó la frente del rubio. Se mantuvo unos segundos ahí, y luego se separó milímetros, mirando el rostro de Draco. Era apuesto, algo que Harry siempre había sabido. No obstante, su rostro era diferente al del adolescente que había atraído a Harry. Malfoy tenía fortaleza, arrogancia, y astucia. Draco tenía todo ello, pero también tenía ojos sabios, y suavidad en la cara. Había una pequeña marca que hacía alarde de sus sonrisas. Harry daba gracias a Merlín, que la versión mayor de Draco no fuera una copia idéntica de Lucius.

Su mirada fue atraída a los labios, y se humedeció los propios instintivamente. Miró los ojos cerrados del rubio y se inclinó levemente, estaba a milímetros de los contrarios cuando la puerta se abrió con fuerza.

-Joder-exclamó alguien y Harry se sobresaltó y se separó con rapidez del hombre dormido al reconocer la voz.

-¿Teddy?

-¿Padrino? Acabo de escuchar de una enfermera que te casaste con Draco Malfoy. Creí…¿Me perdí de algo?

Harry se atragantó.

-Demonios, es cierto ¿Cuando empezó todo esto? ¿Cuándo se casaron? ¿Dónde?

-¿Está diciéndoselo a todos?.

-No, solo a su Jefa, pero soy mitad licántropo, tengo buen oído. No evadas la pregunta ¿Salías con él desde antes de divorciarte?

-No.

-Llevas poco tiempo separado, ¿cómo es que estás casado con él? Espera, ¿es por eso que se lleva tan bien con Hermione, y Al y Lily viven en la Mansión? ¿Ellos saben que es legalmente su otro padre?

-Ellos no viven en la Mansión-replicó Harry, pero luego miró la cara de incredulidad de Teddy. Se corrigió- bien, pasan mucho tiempo ahí, pero no viven en la Mansión Malfoy.

-Sigues dando vueltas.

-Me gusta, y me acabo de enterar que es mi pareja destinada. No estamos casados aún.

Teddy miró a Draco y luego a Harry. Luego a la unión de sus manos.

-¿Aún? ¿Estaban planeando hacerlo?

-Teddy, ¿porque no estás sorprendido?

-La abuela Andrómeda insistió en que leyera cientos de libros. Claro, que tuve que leer de las almas gemelas. Siempre imaginé que papá y mamá lo eran. Comprendería que hayas dejado a tu esposa por tu alma gemela. Es un milagro que la hayas encontrado. Mejor aún, que hayas estado alrededor de ella por gran parte de toda tu vida y no te hubieras dado cuenta ¿Él lo sabe?

-Su madre dijo que lo había sospechado, pero ella se lo confirmó hasta hace poco.

-¿Y por cuánto tiempo lo ha sabido?

-No lo sé. Días, creo

-¿Y cómo ella pudo confirmar que eran almas gemelas?

-Esa es una pregunta aún mejor.-Ante la mueca de su ahijado, no pudo evitar preguntar-Teddy, ¿qué pasa?

-Solo estoy sorprendido, supongo. Mi padrino, divorciado, se lleva de maravilla con personas que en la infancia no soportaba, ¿y luego resulta que ha encontrado al amor de su vida en un antiguo compañero de escuela, a quien ha evitado por años? Tenía que venir y confirmar que no hubieran jugado con tu cabeza, ¿crees que bebiste una poción de amor?

Harry bufó.

-Por favor, Teddy.

-Bueno, tenía que preguntar. Era obvio que en todo caso lo negarías.

Harry rodó los ojos.

-¿Entonces, qué ves en él?

El Jefe de Aurores alzó la ceja, y volvió a sentarse, sin soltar la mano del rubio.

-No vamos a tener esta plática frente a él.

-¿Si notas que está dormido, no? ¿No ibas a aprovecharte, verdad?

-¡Merlín, no!

Teddy carcajeó, de una manera similar a la que Remus solía hacerlo.

-Estaré alrededor, por si acaso esto se sale de control y el Profeta vuelve a intentar pasar de nuevo. Seguro ahora van a querer saber que pasa con el esposo del Jefe de Aurores, Hermione fue una gran noticia, y luego lo fue el Tío Draco. Ahora estás aquí, y están enloqueciendo afuera.

-Él no es mi esposo.

Teddy sonrió astutamente.

-Realmente quieres decir aún al final de la frase ¿no? Hiciste esa cara impaciente las dos veces que insinue que estaban casados.

Harry se alzó de hombros.

-Será mejor que no entren. No estoy de humor para soportar cotillones.

-Mírate, ya eres todo un Malfoy.

-Teddy...

-Bien, los dejo, invitalo a comer con nosotros un día.

-Claro, cuídate -respondió Harry y miró a su ahijado salir. Acarició los rubios cabellos, y puso su cabeza al lado de la de Draco.

Estaba cansado, pero no podría dormir hasta que estuviera seguro que Draco estaría bien.

No supo cuánto esperó, pero el rubio por fin empezó a parpadear; parecía confundido acerca de donde se encontraba. Harry se preparó para levantarse y llamar a una enfermera cuando lo vio intentar levantarse, pero entonces Draco se quedó quieto y volteó hacia él.

-Draco-murmuró, y el slytherin le respondió con una leve sonrisa.

.

Confundido, Draco abrió los ojos y los cerró nuevamente al sentir la luz golpear con fuerza sus retinas. Lo primero que vio fue el techo blanco, y luego, poco a poco, fue consciente de su cuerpo. Tenía una mano en su estómago y la otra a un lado de él, fue lo primero que notó. Lo segundo que notó fue que estaba cerca de alguien, porque sentía un calor a su lado, y una suave ráfaga de viento chocar contra su oreja. Volteó despacio y para su sorpresa, vio el rostro del Héroe del Mundo Mágico a su lado. No pudo evitar sobresaltarse.

Hasta ese momento, su mente había estado perdida en los recuerdos de su vida, en sus acciones pasadas; entre voces de dolor y enojo, y risas conocidas. Lo último que recordaba era estar en Hogwarts, sentado frente al Gran Lago y riendo de algo que otra persona le decía. Sus ojos se habían enfocado en sus cuatro amigos de la infancia y entonces, se habían fijado en Astoria, con el cabello suelto y jugando por momentos con el viento. Draco había estirado la mano y había tomado la mano de ella, mientras se perdía en sus hermosos ojos verdes que también estaban fijos en él.

Y entonces, ella había dicho algo.

Despierta.

Y la mano que había tomado la pequeña y delicada mano de Astoria, ahora era sostenida por alguien más. Y los preciosos ojos jade, se habían convertido en dos brillantes esmeraldas que lo miraban con un sentimiento tan cálido que, sin poder evitarlo, Draco sonrió. Y luego, sintió las lágrimas cubrir sus ojos y luchar por salir.

-Harry-respondió con voz rasposa. Su mirada viajó hacia el toque de Harry.

Estaba vivo.

Su magia y la de Harry bailaban una junto a la otra, en una alegre danza, unidas a través de las manos; y, a pesar de que probablemente Draco ya podía prescindir de ella, Harry seguía empujando magia hacia él.

Aún así su cuerpo, la recibía con gusto, y la devolvía hacía Harry, haciendo un pequeño ciclo de magia entre ambos. Por su mente pasó la diferencia entre la cálida sensación en su cuerpo mientras el ciclo continuaba , y el día en que intentó darle a Astoria su magia, y ésta solo se dispersó en el aire.

Astoria…

Draco no creía que se hubiera aferrado a la vida en lugar de intentar reunirse con ella. Se sentía culpable, pero al ver los ojos acuosos de Harry, también, no pudo evitar sentirse agradecido de seguir vivo. El moreno puso su mano en la pálida mejilla, y Draco se acurrucó contra la cálida palma, luego, sollozo quedito.

-Oh, Draco- susurró Harry acostándose a su lado y envolviéndolo con los brazos lo más que la posición de Draco le permitió.-Todo está bien, Draco. Todo está bien, lo prometo. Estás bien-susurró el moreno y el slytherin asintió con suavidad, con la cara escondida en su cuello.

-Potter-susurró. La nostalgia, la sorpresa y el miedo que había sentido hasta ese momento se liberó en ese instante, y se aferró al Jefe de Aurores; como si fuera lo único que lo mantenía que podía protegerlo de sus temores. Harry pareció entender, porque acomodó lo mejor que pudo a Draco, y aseguró aún más el abrazo.

-Todo está bien, Draco. Estoy aquí. Estás aquí. Gracias por quedarte.

Las palabras fueron susurradas en un tono tan dulce, que el corazón del rubio casi se detuvo.

-Gracias por devolverme a casa-susurró en respuesta.

Tal vez era egoísta, pero acurrucado junto a Harry, sabiendo que podría ver de nuevo a sus hijos y a sus padres, Draco deseó que ese momento durara para siempre.

-Gracias, Harry.

.

(1) Idries Shah