Disclaimer: H.P. no me pertenece. Le pertenece a J.K Rowling
Entre coincidencias y destinos
Capítulo 11. Entre amores y familias
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Cuando Ginny abrió los ojos, notó que las cuerdas ya no estaban. Estaba sentada en el suelo, porque no había nada más entre esas paredes excepto las rejas, así que asustada trató de buscar algo donde sostenerse, pero no encontró nada. Ciertamente las historias de Dean eran precisas. Las mazmorras Malfoy no eran más que eso, concreto y acero, y lo demás, completa oscuridad. Respiró profundo tratando de calmarse, su corazón latía con fuerza y tenía tal nerviosismo que todos los ruidos la hacían sobresaltar; así que se obligó a sujetarse de su túnica y abrazarse a sí misma, sólo para sentir un poco más de seguridad.
¿Qué hora era?,se preguntó ¿Qué había pasado mientras ella dormía?
¿Dónde estaba Harry? ¿Dónde estaba James? ¿Dónde incluso estaba Lily?
Se puso de pie, tambaleante, y miró a su alrededor. La única luz provenía dos velas en la puerta de la misma habitación, que emitían una suave y cálida aura anaranjada que apenas y la alcanzaba. Pensó en hacer ruido, pero recordó que Dean había dicho que sin importar lo mucho que gritaban, nadie parecía oírlos; y si lo hacían, sin duda serían los miembros de aquella familia y lo ignoraban. En su interior, rogó que alguien supiera que no estaba huyendo, sino que estaba encerrada; y se preguntó la posibilidad que tenían de sospechar que estaba en la Mansión de los Malfoy. Atrapada.
Merlín, estaba tan asustada. Solo deseaba que Harry la sacara de ahí. Había sacado a Luna, y a Dean después de todo. Cubrió su rostro y se esforzó en no llorar, pero no podía más. Estaba cansada y tenía miedo.
-Harry-susurró.
No, no podía llorar por él. Su terquedad le dio nuevas energías y se motivó a sí misma, buscando salir. Encontró los barrotes y al ver que sus manos podían pasar a través de ellos, intentó ver si su cuerpo pasaría. Tan pronto como la idea pasó por su cabeza una barrera la tiró hacia atrás y la golpeó contra la pared, dejándola adolorida. Buscó su varita, inútilmente, y trató de invocar alguna de fuera. Nada llegó.
-Maldita sea-se quejó y se puso de pie. No tenía idea de cómo hacer magia sin varita, pero recordaba que Dobby había entrado a Malfoy Manor sin problemas, así que sin duda si hubiera tenido un elfo a su nombre hubiera podido liberarse. Era una buena idea, de hecho, pero ella no tenía ningún elfo a la mano porque Harry le había retirado el derecho de llamarlos. Y ella no había leído ese tonto prenupcial.
-Estúpida, estúpida, estúpida…-murmuró golpeando su cabeza contra la pared más cercana. Recordando el prenupcial, Ginny se dió cuenta que la siguiente audiencia con la jueza era en dos días y ella había arruinado todo al atacar a Malfoy.
Se preguntó que diría Terry cuando supiera lo que hizo, si había una manera de solucionar esto.
Si al menos él la estaba buscando.
Acomodó su cabello y lo trenzó, tratando de mantenerlo fuera de su camino, mientras intentaba pensar en algo más, ella siempre había intentado enfrentar las cosas, así que decidió qué, sin importar qué iba, a salir de ahí.
Llevaba cerca de 20 minutos intentando escapar, y recibiendo azotes contra la pared, cuando unos pasos acercándose sonaron. Al principio la emoción de ser liberada invadió a la pelirroja pero pronto la recorrió el escalofrío propio de quien recuerda que será juzgada. Retrocedió hasta la pared más lejana a la luz, con la intención de ocultarse, cuando notó la figura que apareció frente a ella era James.
-James...-susurró aliviada. No sabía si estaba feliz de verlo, o sorprendida por el descaro de su hijo al presentarse frente a ella. Le sonrió, pero su sonrisa se esfumó cuando recordó que la razón por la que estaba ahí era porque había tenido que buscarlo y llevarlo de vuelta a casa.
-Mamá-exclamó el moreno desapareciendo también su sonrisa. -Mamá, ¿Cómo estás?
Las palabras del castaño hicieron volver a la pelirroja a la realidad y miró con furia las paredes alrededor de ella.
-¿Cómo crees que estoy?-preguntó-Estoy en una habitación oscura, encerrada, sin nada más que la oscuridad. ¿Cómo pudiste hacerme esto, James? Creí que tú también lo odiabas, creía que me apoyarías a mí y no a Harry ¿Y qué hiciste? Viniste aquí, a su casa. Lo recibiste al igual que tus hermanos en tu vida. Dejaste que me encerraran aquí, en esta basura de habitación, como un vil animal.
James miró al suelo e hizo una mueca.
-Lo siento, mamá. Solo quería ver a Lily, y a Al.
-Oh, no. Sentirlo no es suficiente, James. Sácame de aquí-le ordenó.-Hablaremos en casa.
El moreno miró a su madre e hizo ademán de mover sacar su varita cuando otra mano lo detuvo. Desconcertado miró a Albus, que no sabía de dónde había salido,o como no había notado que lo seguía, y observó la mirada fija del dueño de los ojos verdes al mirar a su madre. Ambas miradas se enfrentaron duramente, cosa que nunca había visto, porque cuando peleaban, Al solía evitar la mirada de Ginny, avergonzado o triste. Quizá era porque su madre hacía sentir a Albus mal por ser un slytherin, o por llevarse con los Malfoy, porque no podía ser igual a James… pero esta vez la miraba fijamente, la enfrentaba. Su mirada era tranquila, como la que había visto en el hombre rubio que había recibido a Hermione, con seguridad. Probablemente Albus lo estaba copiando, porque se veía tranquilo. Como aquel hombre rubio, que con sus palabras y movimientos parecía pedir que dejaras todo a su cargo, que no te preocuparas por nada. Probablemente durante su estancia en esa familia Albus había aprendido que no tenía que sentirse menos por su carácter, su personalidad, su casa o sus amistades.
Y, al mantener la mirada hacia su madre, parecía decirle a Ginny que ya no podía influenciarlo más. Que su opinión ya no era tan importante.
Miró a Al y bajó la mirada hacia la unión de la mano de éste en su brazo, preguntándose, no por primera vez, quién estaba equivocado en esa historia. Albus siguió su mirada y retiró su mano cuando hizo que el brazo del mayor bajara completamente.
-¿Qué haces? -le preguntó- Tenemos que sacarla de aquí.
-No, no tenemos-expresó Albus firmemente.- No tenemos que hacer nada. No. No podemos hacer nada-recalcó.
-¿De qué estás hablando? ¿Vamos a dejar que se quede aquí? Son las mazmorras de la mansión Malfoy, joder. Has escuchado las historias de Dean. Ni siquiera papá dejó que tía Luna se quedara aquí.
-Es cierto, pero ciertamente tía Luna no se lo merecía. Y había una guerra. Se tomó gente que no era culpable de su situación
-¿Estás diciendo que mamá se merece estar aquí?-cuestionó sorprendido.
-Claro que se lo merece- exclamó Albus, mirándolo como si James estuviera enloqueciendo- ¿No te parece suficiente que casi mate a tía Hermione y a su bebé? ¿Que haya dejado en tal del estado al Señor Malfoy, James?
Ginny frunció los labios.
-Pero…
-Esto es magia ancestral, James. Aunque lo intentaras, solo te lastimarías. Muchas personas intentaron y no salieron de aquí.
-Pero papá lo hizo, ¡solo necesitamos un elfo! -exclamó maravillado, pues incluso él recordaba las historias de su padre acerca de Dobby- ¡Ezio!
Un elfo apareció frente a ellos.
Ginny sintió la esperanza vibrar por todo su cuerpo.
-¡Si!-gracias a Merlín.
Albus negó con la cabeza.
-No hagas esto James.
-Lo siento, Al, pero es mamá; incluso si se lo mereciera no puedo dejarla aquí. Ezio libera a mi madre.
El elfo dudó un segundo, como mirando a Albus en espera de su respuesta.
-¿Qué pasa?-se desesperó James.
El elfo siguió mirando.
-¿Qué pasa?-preguntó también él. Su primera reacción había sido gritar que no, pero ante la mirada del elfo, su cerebro olvido su anterior pensamiento. Porque el elfo parecía temerle a Albus. Movió sus orejas nervioso y miró entre ambos, antes de mirar a él.
Tres elfos aparecieron. El más viejo habló.
-¿Que elfo se atreve a pasar por las barreras de la Mansión sin permiso?-reclamó. - ¿A qué vienes a este humilde hogar? ¿Por qué entras sin permiso? Mansión está furiosa, ha visto esta escena antes. Elfos no permitir que Mansión vuelva a ser invadida por un elfo ajeno intentando sacar a un prisionero. Menos un prisionero con la marca de reclamación en él. Atticus está preparado para echarte. Atticus y todos los demás.
El otro elfo volvió a mirar a los adolescentes.
-Elzio está aquí porque un Potter lo ha llamado- declaró. -Pero Elzio sabe que ella tiene una cadena en su cuello, puede verla. Elzio no sabe si debe obedecer al hijo del amo y crear un conflicto entre casas. Elzio espera la confirmación del heredero porque está aquí, pero si éste no responde, Elzio tendrá que ir con el Jefe de la Casa.
-Lo confirmo, -dijo James-solo hazlo-.
El elfo no se movió.
-¡Elzio!
-Tú no eres el heredero. Heredero no parece feliz de tu petición.
-¿Qué?-preguntó James.
-Elzio dijo que estar esperando confirmación del heredero-mencionó, con sus grandes ojos mirando a Albus. El otro elfo gruñó.
-Tu heredero es invitado de honor en Mansión. Heredero es amigo de la familia. ¿Es usted heredero confirmando esa orden? ¿Se pondrá en contra de la amabilidad de nuestro Señor?-le preguntó al menor- Heredero debe saber que elfos lo sacarán de la Mansión si lo hace. Heredero atenerse a consecuencias.
Albus abrió los ojos.
-¿Heredero? ¿Me hablas a mí?-le preguntó a su propio elfo.
El elfo asintió.
-Elzio saber como se ve un heredero. El heredero tener la magia de la casa unida a él.
-Pero, ¡yo soy el hermano mayor!- se quejó James
-Lo es-confirmó Albus.
El elfo los miró confundido.
-El hermano mayor tal vez fue repudiado- comentó un elfo.- Tal vez por eso casa preferir al menor. Familia Black hacer lo mismo una vez.
-Tal vez el mayor es una deshonra y líder Potter repudiarlo- comentó otro.
-¡No fui repudiado!
-Es el contrato-susurró Ginny, apoyando su cuerpo en la pared más cercana.-Es mi contrato. Me quede tu custodia, y yo no soy un Potter. Harry se quedó a Albus, el contrato de él decía que se quedaría con el heredero. La magia fue a Albus.
-¿Qué?-exclamaron ambos hermanos a la vez.
-¿Perdí mi posición como primogénito?
-Sigues siendo hijo de papá, ¿sabes?
-No para la magia, aparentemente.
-Es temporal,-exclamó Ginny- o no, depende de quién se quede tu custodia al final.
James estaba pálido y callado.
-¿Heredero?-preguntó Elzio. El slytherin lo miró en shock.
-Atticus está perdiendo la paciencia-exclamó el elfo. - ¿Elfo se irá o no?
-¿Heredero?-repitió el elfo.
-No. No liberará a nadie. Se irá. Vete.
Elzio se marchó.
Los otros elfos miraron al de ojos verdes aliviados, se inclinaron ante Albus y se fueron también.
-¡Albus! ¿Por qué lo dejaste ir?
-Lo oíste. Esto crearía un conflicto entre las casas.
-¿A quién le importa un conflicto entre las casas?
-¡A mí me importa! Me importa Scorpius, ¡me importa el señor Malfoy!
-¿Todo esto es por Malfoy?-preguntó Ginny decepcionada por cómo se dieron las cosas -¿Qué te dio, Albus? ¿Te recibió en su familia feliz? ¿Te dijo que ser un Slytherin está bien, que es lo máximo?- ironizó -¿Estás enamorado de él, o de su hijo, y por eso lo defiendes tanto? ¿Por eso prefieres mantener a tu madre aquí? ¿O te estás vengando de mí ahora que puedes? Siempre envidiaste a James, el hijo mayor, el gryffindor, el heredero….
James miró a su madre indignado de lo que ella dijo y luego a su hermano, quien, para su sorpresa, tenía una sonrisa de lado.
-Oh, eso es lo que te dolió ¿no? Lo del heredero… debe ser un hastío no tener al heredero a tu favor ¿Eso que veo ahí es miedo o envidia? ¿Te han ganado por partida doble?¿Triple, tal vez?-se mofó.
Ginny se puso roja
-Qué si te digo que sí es mi familia feliz,-le dijo con un ligero orgullo recorriendo el aire- al menos yo tengo una, ¿Tú que tienes, ma-dre?-se burló-¿La habitación de tus sueños?
-Albus-gritó James, notando el trago amargo en la cara de Ginny.
-Eres un...-gruñó ella.
-¿Qué?-lo incitó él, y James no pudo evitar notar que Albus parecía estar enojándola a propósito.- ¿Un hijo de perra?
-Maldito bastardo-Completó la mayor.- Eres igual a él, igual a su hijo, igual a todos sus amigos y su familia.
-Tú no eres, sinceramente, mejor que yo.- Exclamó convencido el otro-Al menos yo no he intentado matar a nadie. Puede que creas lo peor de mí, o de mi casa de Hogwarts, pero tú no eres mejor que yo.
-Por supuesto que soy mejor que tú. -Se convenció Ginny-Yo soy una heroína, soy la…
Sus palabras desaparecieron cuando se dio cuenta que había perdido aquello que la había diferenciado de todos durante todo este tiempo. Ella ya no era la elegida del Salvador del Mundo Mágico, nunca lo fue, su corazón nunca le perteneció. Ya no poseía el título de la esposa del salvador mágico, ni tenía su dinero. Ya ni siquiera era una heroína, se había convertido en el temor de varios. Y si bien, durante todo este tiempo, Harry había ayudado a los Weasley y su posición se había elevado gracias a Sortilegios Weasley, nunca podría decirse a sí misma exageradamente adinerada, como antaño.
Las lágrimas brotaron amargas y apretó los puños furiosa, humillada al mirar a su hijo, quien la veía firmemente, como con lástima.
-Esto era lo que querías, ¿no? Vengarte de mí, despreciarme porque yo no te quise. Pero soy tu madre. Siempre, en el fondo, necesitarás mi aprobación. Y yo jamás te la daré de nuevo, para mí no eres más que una serpiente.
Albus tuvo que admitir que eso dolió.
No obstante, a pesar de que sus ojos se opacaron ligeramente, sonrió.
-Si, bueno. Tú nunca tendrás la mía, tampoco. Ni siquiera tienes la de Lily, porque dañaste a una persona que ella quiere y admira. La madre cariñosa que ella recordaba fue reemplazada por la neurótica, celosa que ha visto últimamente. Te queda sólo James, que se aferra a la persona que fuiste, o eres con él. Pero aquí estabas, haciéndolo sentir culpable por tus decisiones. Solo tenías que venir por él, pero en su lugar, hiciste todo esto. ¿Realmente crees que él podía evitar que te encerraran? Dices que lo amas, y quizá en el fondo sea cierto, pero si realmente lo amaras tanto no lo hubieras convertido en una herramienta contra papá. Lo habrías dejado escoger. Estás molesta porque no actuó como tu querías que lo hiciera ¿Qué pasará cuando deje de serte útil? ¿Ese amor continuará? ¿Qué es lo que pasará con él? ¿Le harás lo mismo que a mí?
James hizo una mueca
-No, déjame adivinar ¿Ya lo hiciste, cierto? Dime, ¿Cuántos días dejaron de hablarle? ¿Cuánto tiempo pretendieron que James era invisible? ¿Esa va a ser su vida? ¿Compensarte por lo que padre no te pudo dar? ¿Ocupar mi lugar como receptor de tu ira? Incluso si soy todo lo que dices, yo no soy quien está aquí, encerrado; ¿y te digo por qué?, porque alguien como yo enamoró a padre, porque alguien como yo salvó a la persona que detestas. Porque alguien como yo, demostró ser más fuerte que tú y te encerró aquí, donde alguien como yo, decidirá qué pasa contigo. Incluso si no me interesa tu futuro, no considero justo que involucres a James. No voy a dejar que libere a un prisionero de Malfoy Manor, porque como bien explicó el elfo eso significa un conflicto con los Malfoy, dueños de la Mansión. ¿Contra qué familia crees que irán ellos? ¿Potter? No, madre. Tu ya no eres una, y aunque sea James quien te libere, no creo que los Malfoy nos dañen. Y te diré por qué. Por mí. Porque yo hice alianzas con ellos. Lo más que pueden hacer es echarnos. Retirarnos la palabra. Pero tú sólo echarás más leña al fuego en la situación de los Malfoy y los Weasley. Y cuando todo el mundo hable de esto hablarán de ti y no de James. Como debe ser, porque tú hiciste esto sola.
James no dijo nada cuando Albus lo tomó del brazo y lo alejó de ella. Lo último que vio Ginny fueron sus ojos castaños mirarlo en una mezcla entre preocupación y resignación. Sin duda las palabras de Albus, y su nueva posición, lo habían afectado, porque le había seguido en silencio y con la cabeza baja.
Ginny lo miró frustrada.
-No soy tan egoísta como crees-susurró, pero probablemente su historial con Albus no convencería a nadie de lo contrario.
Si realmente lo amaras tanto no lo hubieras convertido en una herramienta...
Mentira, se dijo. Esto no era acerca de cuánto había amado a James; pues incluso después de enterarse del amor de Harry hacia Draco Malfoy, y saber lo que Harry había deseado de él, no pudo dejar de quererlo, o quererlo menos. James era diferente de Albus o Lily, era su favorito, la quería más a ella. Lily y Albus, desde su nacimiento, habían preferido a Harry. Pero no James. James le sonreía más, le abrazaba más. Era su mejor amigo, se sentaba cerca de donde estaba, siempre.
Era la prueba de amor entre Harry y ella, ¿no?
Ginny se sentó en el suelo y dejó que sus lágrimas salieran, sin poder evitarlo. Dejó salir dolorosos sollozos que había retenido por tanto tiempo, volviéndolo ira, y se abrazó a sí misma dolorosamente.
Merlín, ella amaba a James. Lo juraba. James era el único de ellos a quien Ginny podía decir que a pesar de estar enojada con Harry, podía amar sin condiciones. Porque en el fondo, James se parecía a ella. No importaba que fuera el heredero o no. Y ahora se había ido, dejándola ahí, porque desconfiaba de ella. Porque le había quitado algo. Por un momento, mientras Albus hablaba, la había mirado como si fuera un monstruo, como si hubiera visto por primera vez lo egoísta que era.
Y lo era.
Había perdido a Harry, a sus hijos, y a sí misma en el proceso de retenerlo. Y luego en el proceso de castigarlo, se terminó castigando a sí misma. Malfoy había ganado. Estaba vivo y tenía todo lo que alguna vez ella tuvo.
Lloró, porque nadie ahí la vería ni la juzgaría. Porque no lo había hecho por años y no podía hacer más en este momento. Esto era un pesadilla, un infierno.
El infierno de los gryffindors, pensó sin saber de dónde vino el pensamiento. En sus inocentes escolares años, ella lo había llamado la gloria de los gryffindors. Pero el rubio lo había nombrado infierno, y quizá tenía razón. Para ellos había sido un infierno quedar en manos de ellos. Ahora era su turno.
Casi podía oír en su mente las palabras del slytherin, verlo frente a ella con sus cortos 17, murmurando a Parkinson antes de que ella se acercara. Cerró los ojos y recreó la escena, la mano de Harry alejándola de los slytherins y los murmullos de Nott cuando lo hacían.
-Saldremos de esta.
Nadie estaba con ella, murmurando aliento.
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Draco, aún si hubiera sabido lo que ocurría en casa, no hubiera considerado esto como una victoria. Es decir, estaba en cama después de de casi morir, era viudo, y se había enamorado de alguien que literalmente podría meterlo a Azkabán si indagaba un poco en su vida. Pero dado que su familia estaba bien y por primera vez en mucho tiempo no se sentía solo, tal vez lo llamaría un poco de suerte.
Por el momento estaba vivo, y se alegraba de ello.
La segunda vez que abrió los ojos, Potter seguía ahí y al parecer sólo habían pasado unas horas porque el cielo aún no era oscuro. O era el día siguiente. No lo sabía ni podía unir sus pensamientos para averiguarlo. Y él no lo sabía, pero momentos antes una enfermera le había aplicado una dosis de poción contra el dolor y para dormir sin sueños, esperando que se recuperara. Así que Harry sabía que estaría consciente pocos minutos, antes de volver a dormir.
Era normal, según la mujer, mantener a pacientes con grandes traumas durmiendo; con el fin de que su núcleo mágico se estabilizara. Y en la situación de Draco, debería requerir al menos cinco días, pero gracias a Harry al parecer serían tres.
-Buenos días- susurró Harry al verlo abrir los ojos.-¿Cómo te sientes?
-Bien-respondió el rubio, inesperadamente alegre. Tenía una mirada soñadora, lo que hizo a Harry darse cuenta que no estaba exactamente en su mejor momento-¿Y tú?
-Bien-respondió él. Las suaves palabras de Draco y su estado casi infantil lo relajaron y aliviaron.
-¡Mentira! ¿Cómo puedes estar bien con esas ojeras?¿Te di un gran bajón, no?-preguntó divertido el líder familiar tratando de incorporarse, pero era bastante obvio que seguía demasiado exhausto porque enseguida empezó a cerrar los ojos; así que Harry lo hizo acostarse nuevamente y le acomodó la almohada, escuchando el pequeño ruidito de satisfacción que provino de Draco.
-¿Mejor?-preguntó con una suave carcajada, que a la vez hizo reír levemente a Draco. Parecía que algo hubiera cambiado entre ambos, pero Harry no podía definir qué. Quizá solo era que Draco tenía las energías demasiado bajas como para quejarse de la presencia de Harry o ocultar las apariencias; o podía ser que él también sintiera su magia sentirse feliz, por notar la otra. No lo sabía, y realmente no le importaba. Todo lo que podía pensar era que los ojos de Draco, grises y suaves, se habían abierto y lo miraban de nuevo.
Tomó la mano de Draco y la puso en su mejilla, mirándolo con adoración. Ante este gesto, Draco sonrió suavemente y apretó levemente en respuesta, calmando el corazón de Harry. Cuando había recibido la carta de James, el moreno podía jurar que se había detenido. No quería pensar, ni sentir. Se preguntaba por qué su magia se asfixiaba y sentía su vida había perdido el sentido. No pensó en sus hijos, no pensó en sus amigos, o el culpable del estado del rubio. Sólo podía pensar que con la muerte de Draco, todo se acababa. Todo lo que había perdido y ya nunca más tendría. Solo podía pensar en lo mucho que le quemaba el aire al entrar a sus pulmones, y lo muy doloroso que se sentía cuando los abandonaba.
Y ahora no podía dejar de sonreír, porque no solo podía respirar nuevamente sin dolor; sino porque podía tocarlo sin ningún miedo a ser rechazado. Especialmente porque el rubio estaba casi semi drogado. Su estado actual, contrario al inexpresivo y cuidadoso sangre pura lo hizo sonreír.
-No sonrías así, es contagioso.-Le reclamó el otro, mirándolo lo más atento que pudo.-Tengo sed. Hidratame.
Harry alzó la ceja y le pasó un vaso de agua.
-Bien.
-Ahora acomoda de nuevo mi almohada
Harry lo hizo, a pesar de la poca amabilidad del otro, quien, al parecer, estaba dejando salir su lado snob y mandón.
El otro gimió aliviado y lo miró. Luego sonrió travieso y lo miró con divertidos ojos grises mientras se ponía de costado.
-Genial, ¿Sabes cuanto desee darte ordenes y que me obedecieras? Mi yo de once años está muy feliz.
-¿Tu yo de once años?
-¿Si, no piensas a veces en ti, a esa edad?
-No lo sé. Supongo ¿Qué dice tu yo de último año?
-Oh, mi yo de último año casi no pensaba en ti. Tu sabes, los juicios, la ruina económica, mis padres… Oh y también estaba el hecho de que tenía una …-Frunció el ceño, como perdiendo el hilo. Harry se dio cuenta de que alzaba la ceja y lo recorría de pies a cabeza. Se sonrojó pensando en que Draco lo estaba evaluando físicamente. Es decir, ya no tenía 17 años. Y aunque estaba seguro que no era espantoso, no estaba seguro de sí podría seguir saliendo como uno de los magos más apuestos de Gran Bretaña.
Finalmente Draco habló.
-Te ves... te ves como si te hubieran matado y revivido, mira tu cabello. Oh no , siempre es así-bromeó sonriendo suavemente, pero al ver como Harry se inclinaba demasiado a la derecha, frunció el ceño y lo miró bien.
-Eso no es gracioso- reclamó Harry, pero el rubio lo miró fijamente en respuesta.
-Merlín, que humor. Te haré saber que si uno no se ríe de sí mismo, se vuelve amargado-bufó.
-No es eso, no tienes ni idea del susto que pasé.
-¿Tú te asustaste? Vi, literalmente, mi vida pasar frente a mí, y sabía que no importaba que tan fuerte fuera, no podía curarme a mí mismo esta vez ¡Y sabes que? Pensé en ti en mis últimos momentos ¿Cómo era ese dicho? Apareciste cuando pensé en ti. Ah si, no te vas a morir.
-Draco...
-En serio-siguió el otro- Te ves terrible. ¿Acaso te encontraste un dementor?
-No, te cedí magia.
-Oh, entonces deberías tomar algo con azúcar. -le aconsejó- No importa que yo haya sido herido, consumí tu magia para vivir; la magia es parte esencial de ti, y debe regenerarse. Solo lo harás con descanso ¿Por qué no dormiste cuando yo lo hacía?
-No sabía si despertarías.
-Lo hice, exagerado. Ahora, acuéstate y duerme. Es más, déjame dormir.
-En realidad creo que debemos hablar sobre…
-Harry, hablaremos después de como mi yo de once años siguió enojado contigo por rechazar mi amistad y cómo lo superó cuando se hizo amigo de Pansy, lo prometo. Duerme. Cuando Astoria absorbía mi magia, eso ayudaba a no sentir que el suelo se movía bajo mis pies-susurró.
La voz suave y tranquila del rubio, le hizo darse cuenta a Harry que el rubio Malfoy se estaba quedando nuevamente dormido. ¿Pansy?, se preguntó. Sonrió y asintió, abrazandolo por la cintura, temiendo que el rubio se alejara, pero para su sorpresa, Draco se acurrucó contra él de nuevo. Harry dejó salir un suspiro aliviado mientras le besaba la frente, y revisó que las sábanas lo cubrieran totalmente. Sólo entonces acarició su cabello y se relajó por completo, disfrutando del leve cosquilleo que lo recorría ahora. No sabía cómo describir lo que sentía, pero por una vez se dejó engañar a sí mismo y disfrutar este momento, como si éste sólo fuera uno de esos días que había soñado en la infancia.
Disfrutando del suave respirar del rubio, pensó en todas las veces que habían sentido ese ligero cosquilleo entre ambos, y se preguntó qué pasaba por la cabeza del líder de los Malfoy cada vez que le quitaba importancia a ese hecho. Quizá no sabía cómo mencionarlo, prácticamente escuchó a su lado Gryffindor decir. Los slytherins no son exactamente las personas más valientes… y honestas. O quizá no quería mencionarlo, respondió su slytherin, su mente empezando a buscar qué beneficios podría tener el silencio del rubio.
Un poco preocupado acerca de la posición de Draco ante ese vínculo, miró a su compañero, pero el rubio no parecía ni siquiera tener la fuerza para estar planeando algo en este momento; así que a Harry, tan inquieto como era, tenía que esperar a que hablaran más tarde (porque definitivamente iban a hablar, aunque tuviera que obligarlo) y dejar al otro descansar; y por qué no, hacer lo mismo. No obstante, antes de dormir, sacó de su bolsillo el chocolate que tenía por si llegara a aparecer un dementor y le dio un gran mordisco.
Pronto, el chocolate se derritió en su boca y lo hizo sentir más cálido y despierto. Era cierto, ayudaba. Masticó lentamente, disfrutando de la tranquilidad que ahora tenía su alma y tomó un poco del agua que estaba en la jarra junto a la cama. No le importó si alguien ya había usado el vaso, solo quería sentir su boca menos dulce.
Cuando acabó, acomodó los cabellos de Draco y tomó nuevamente su mano, sabiendo que la magia volvería a correr a través de ellos; así fue pero, a diferencia de lo que esperaba, esta vez solo sintió un pequeño movimiento entre ellas. Era como un suave vaivén que lo arrullaba, y se preguntó si así se había sentido alguna vez de bebé en los brazos de su madre.
Protegido, y amado.
Podía sentir la magia de Draco, cálida, tranquila y leve, pero ahí. Era diferente a la suya, energética e irradiante, pero no le molestaba; lo hacía sentir...completo. Equilibrado. Si, esa era la palabra. Como si Harry hubiera recuperado algo de él que nunca había sentido que hacía falta, pero que ahora que había recuperado, lo hacía sentirse de maravilla y se negaba a perderlo. Sonrió y cerró los ojos, acomodándose para descansar.
Tal como lo había imaginado hacía tiempo, la respiración de Draco era rítmica y silenciosa, y su cuerpo cálido. Su olor era ligero y su piel suave al tacto. Dejó salir una sonrisa y se acurrucó un poco más a él, seguro de que Draco no recordaría ni se enteraría de lo que pasaba, y se resistió a dormir los primeros minutos, como creyendo que en cualquier momento el slytherin podría recaer. Despues de minutos, se tranquilizó y grabó en sus retinas la imagen de un Draco tranquilo y durmiente, queriendo soñar con eso. Había otras cosas importantes fuera de esa habitación blanca; estaba Lucius, Hermione, Scorpius y sus hijos...pero estar junto a Draco, podía reemplazar todo eso y dejar todo atrás. Sus ojos se cerraron, durmiendo, por fin, profundamente.
Unos minutos después, el sonido de los golpes en la puerta se escucharon, pero pasaron desapercibidos para ambos; y una más relajada pero exhausta Narcissa entró al no recibir respuesta. Su sorpresa la dejó parada por segundos hasta que una sonrisa invadió su cara, al encontrar a su hijo durmiendo con una expresión tranquila y a su, al parecer, futuro yerno, tomando su mano con fuerza. La expresión de felicidad con la que se aferraba fuertemente a su heredero le dio tanta ternura como alivio; y una mueca llorosa se instaló en sus labios, mientras poco a poco sonreía más fuerte.
Draco estaba bien.
-Gracias, Harry.-Dijo en una voz tan baja, pretendiendo no molestar, que estaba casi segura que nadie podía haber escuchado. Y así estaba bien. Esa escena era demasiado perfecta para interrumpirla con trivialidades. Los agradecimientos podían ser expresados más tarde, cuando ambos estuvieran sanos y salvos en casa, pero esa escena no podría reponerse jamás. Ojalá tuviera una cámara, pensó. Al menos podría sacar esta memoria y guardarla en un pensadero, volviéndola inmortal.
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Hermione, quien había despertado hace unos minutos, y no había encontrado a Ron, se sentó en la cama, justo a tiempo para ver a Lavander entrar a la habitación.
-Hermione, estás despierta. Que alegría- exclamó la mujer y ella miró confundida a la rubia, como si no supiera por qué estaba aquí, o le hablaba normalmente, cuando era obvio que no se caían para nada bien.
-¿Lavander?
-Si, hace tiempo que no nos veíamos. Debo decir que estoy muy aliviada, después de todo tenerte aquí ha atraído la atención de la prensa y temíamos que enloquecieran si no teníamos buenas noticias pronto.
-¿Prensa? Olvídalo, ¿dónde está Ron?
-¿Ron? Estaba por aquí hace unas horas, habló con Harry y se marchó, creo que le pidió algo.
-¿Harry está aquí?
-Si, está con Malfoy-respondió la rubia, revisando a la morena con hechizos.. El bebé está bien, tus signos vitales están bien, tus niveles de sangre también….
-¿Entonces, crees que puedas llamar a Harry, o a Draco?
-¿Draco, lo llamas por su nombre?
Ella lo miró con antipatía.
-¿ Viniste a tratar de sacarme información?
-No, por supuesto que no.
-Eres demasiado chismosa, Lavander. ¿Que quieres saber?
-¿Me lo dirás?
-Haré lo que pueda.
-De acuerdo ¿Cuando se casaron Malfoy y Harry?
-¿Que? Ellos no están casados.
-Claro que lo están. Harry le pasó magia, le salvó la vida a Malfoy.
-Espera, repite lo último.
-Le salvó la vida a Malfoy.
-¿Le salvó la vida? ¿Qué pasó?
La medimaga abrevió los hechos.
-Si te digo cuando se casaron ... ¿me llevarás a la habitación de Draco? -preguntó.
-Claro, tendremos que tener cuidado, podemos ir ahora, es horario de visita aun.
-Bien, se casaron el mes pasado- mintió.
-Justo cuando iniciaron los juicios. Por eso Albus y Lili viven prácticamente en la Mansión. ¡Si! ¡Lo sabía! Sabía que algo pasaba ahí.
-Pero es un secreto, tienes que guardarlo por el bien de los niños.
-No te preocupes Hermione, no le diré a nadie. Vamos, ponte de pie-alentó.
Cuando entraron a la habitación, Narcissa estaba leyendo un libro.
-Weasley-se paró la rubia mayor, -¿Qué estás haciendo aquí?
Mirando con desaprobación a la medimaga, Narcissa corrió a auxiliar a Hermione y la hizo ocupar su lugar en la silla.
-Agradecería que se retirara, señorita Brown.
La ex gryffindor, quien tenía la mirada en los dos hombres acostados en la cama, se sonrojo ante la mirada de desagrado de Narcissa, y se marchó.
-Yo solo quería ver a Draco respondió Hermione. Escuché lo que paso y … Lo siento, no creí ver esto nunca.- Comentó Hermione, acariciando su estómago. La señora Malfoy asintió y lanzó un silenciador alrededor de los dos hombres antes de asentir y tomar asiento frente a ella. Sabía por su hijo de su amistad, pero no había estado muy segura de que tan cercanos eran.
-Han pasado muchas cosas, pero al final pudieron encontrarse. No, encontrarse no es la palabra. Ellos ya se habían encontrado desde muy jóvenes. Se conocieron a los once, pelearon siete largos años, se salvaron uno a otro y aún así no reconocieron lo que eran.
-Almas gemelas.
-Sí ¿Cómo lo supiste?
-Bueno, mi medimaga me preguntó cuando se casaron. Harry no se hubiera casado sin avisarme y siempre estuvo demasiado pendiente de él. He leído suficientes libros como para llegar a esa conclusión.
-Ya veo. Creí que debido a sus orígenes…
-Entiendo. Lo que no entiendo es cómo no notaron lo que eran.
- Probablemente fue porque aunque estuvieron cerca todo este tiempo, las opiniones sociales, las decisiones de sus superiores y la guerra entre magos, los dividió emocionalmente. Lo suficientemente cerca para que sus magias no se extrañaran, pero lo suficientemente lejos para que después de la guerra, consiguieran otra pareja y formaran una vida lejos del otro. ¿Té?
-No, gracias.
-¿Entonces, ellos realmente amaron a sus parejas? Creí que las parejas destinadas solo podían amarse entre ellos.
-Creo que amaron a sus parejas, si. No dudo ni por un momento que Draco hubiera amado a Astoria o haya sido feliz a su lado. Lo fue. Los mejores años de su vida, considerando, ya sabes.
-Entiendo.
Narcissa no lo dudó.
-En fin, le entregó su corazón y su alma a Astoria, hubiera muerto por ella…
-¿Usted sabía lo que eran?
-Solo recientemente ¿Usted sabía lo que sentía el señor Potter?
-Recientemente ¿Draco lo sabía?
-No lo creo. Tengo que admitir que incluso a mí me sorprendió cuando lo descubrí- exclamó recordando el momento en que descubrió el anhelo que cubría los ojos grises de su hijo en la adolescencia, en Harry. Había sido un día frente a Madam Malkins, cuando Scorpius aún tenía ocho años. Sonrió levemente al recordar como Draco miraba a su hijo como si fuera la única persona que importara en el mundo, sin saber que estaba siendo visto de la misma manera.
Había sido una casualidad que Narcissa llegara tarde. Casi nunca pasaba, pero llegó justo a tiempo para ver a Harry Potter, cruzando con su hijo James y voltear al local. Durante un corto momento, sus ojos habían mirado a Draco como si quisiera que lo vieran, y luego había hecho esa mirada. Esa mirada que decía que estaba observando, cuidando algo importante; pero a la vez estaba resignado a un destino lejos de él.
Narcissa, quien había visto esa mirada en su hijo lo suficiente, supo de inmediato que al Jefe de Aurores le gustaba Draco. Draco, quien durante años solo pudo negar lo que sentía e intentar ignorar esa ferviente necesidad de atraer la atención de Potter. Quien se empeñaba en cubrir su corazón de frialdad, para que no sintiera. Quién, incluso estando casado, no podía ocultar la ansiedad que le producía estar cerca de Harry y tendía a huir.
De pronto, que Harry Potter hubiera salvado a su hijo de las llamas del fuego infernal y hubiera hablado por él en sus juicios ya no parecía la obra de una persona heroica hasta el extremo. Sólo parecía la obra de alguien enamorado.
-¿Señora Malfoy?
-Lo siento. Solo recordaba ¿Cree que si lo hubieran sabido antes hubiera funcionado?
-No lo sé. Eran tiempos muy difíciles. Si alguien lo hubiera sabido, si Voldemort lo hubiera sabido, probablemente hubiera matado a Draco enseguida o lo hubiera usado de carnada. Quizá Harry se hubiera sacrificado por él. Quizá ninguno de los dos estaría vivo.
-Entiendo. Quizá la magia tenía calculado cuando debían unirse.
-¿A qué se refiere?
-Probablemente, que hayan logrado saber lo que son después de tantos años, solo era su destino. O una coincidencia.
Que ambos hubieran tenido un hijo de la misma edad, que Draco hubiera perdido a Astoria, que Harry se divorciara, que su hijo le abriera las puertas a lo que el otro se había negado fervientemente desde el principio, cuando por años Draco se sintió completamente rechazado...parecía un plan tan bizarro que ni siquiera ella podía imaginar la posibilidad de que fuera planeado. No sabía cómo, pero la vida de pronto había quitado lo predecible de la vida de ambos y había dado una vuelta completa, dejándolos frente a frente, para verse a la cara sin que pudieran evitarlo esta vez.
La puerta sonó.
-Lo siento, Hermione, Señora Malfoy. Se acabó la hora de visita.
-Entiendo-exclamó la mayor y se puso de pie; ofreciéndole a Hermione una mano para que hiciera lo mismo.
-¿Qué hay de Harry?
-Él está autorizado a permanecer en la habitación-exclamó la rubia medimaga- El jefe lo nombró parte de la cura.
-Venga, señora Weasley, usted también debe descansar. Acaba de tener un desagradable susto- comentó Narcissa.
-Yo la acompañaré-interrumpió Lavander.
-Gracias por la conversación, Señora Malfoy. Por favor, mantengame al pendiente.
-Lo haré, señora Weasley.
-Hermione, insisto.
-Entonces llamame Narcissa.
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La decisión de un líder familiar podía tomar mucho tiempo y todos lo sabían; así que el hecho que Scorpius tomara a la otra como prisionera era normal y hasta cliché. Por supuesto, los Malfoy siempre solían tardar en este tipo de cosas. Por naturaleza, ellos solían dar el golpe más doloroso que pudiera darse, así que todo lo relacionado al prisionero era estudiado cuidadosamente.
Y éste era el momento de hundir a los Weasley.
Blaise, Theodore y Pansy no podrían estar más satisfechos de esperar. Aunque sin Lucius, sin Draco y sin Narcissa, quien tomara la decisión fuera Scorpius. El más compasivo de los Malfoy.
-Debe estar hablando con Astoria-mencionó Pansy, dándose cuenta de la ausencia de su sobrino en su habitación.-Narcisa y Draco no están, así que él sólo confiará en ella. Probablemente ella le dirá que lo mejor es entregarla a los aurores.
Nott asintió y observó a Blaise que jugaba pensativamente con su varita. En realidad, no les importaba mucho la decisión de Scorpius. Ellos ya habían jugado demasiado con Weasley, y lo que Scorpius decidiera, mientras lo hiciera sentir satisfecho, estaba bien para ellos. Scorpius tenía todo el derecho de afrontar a su manera el ataque a su padre; y bueno, Draco se pondría algo furioso, cuando se enterara de lo que ellos propiciaron a su hijo a hacer, así que quizá si fuera leve lo que Scorpius hiciera, Draco sería un poquito más benevolente.
-Deberíamos...-inició el italiano y los otros dos asintieron.
-¿Qué pasa mamá?-preguntó Jennifer mirando de reojo a Albus, que parecía estar discutiendo algo con su hermano, alejado- ¿Vas a poner una denuncia? -le susurró en voz baja y de manera discreta; y su madre negó con la cabeza.
-No. Voy a llamar a tu padre y le preguntaré sobre tu tío-le dijo acomodando sus cabellos con suavidad.
La menor dio un suspiro aliviado y le sonrió a su madre.
-Genial, tú sabes, quiero que Albus no se vea tan afectado por lo que hizo su madre. Es algo muy incómodo y cuando todos hablan de ti...
La sonrisa de su madre desapareció y puso esa mueca que ella conocía muy bien indicaba que eso no era posible. No porque ellos no quisieran, de hecho era mucho mejor para ellos si los aurores no se involucraran, sino porque ya había pasado.
-Eso no vas a poderlo evitar, Jenni.-le respondió la mayor- Cuando un herido llega en nivel crítico a San Mungo automáticamente se crea una denuncia. En el caso de Draco solo falta el culpable, pero deben estar investigando y deben ya saber que Ginevra hizo esto. Lo hizo en un lugar público, fue como colgarse una soga al cuello y esperar que alguien se atreva a jalarla con fuerza. Además el hecho de ser la esposa del Héroe del Mundo Mágico le ganó muchas enemistades. Ella se volvió realmente insoportable con muchas personas.
-¿Y qué hay de ella? - preguntó ansiosa- ¿Ella no dirá todo lo que le hicieron? ¿No pueden también meterse en problemas?
Pansy negó.
-No. Nos aseguramos de eso. Incluso con veriseratum, ella no dirá nada.
-¿Y ustedes?¿Y nosotros?
-Jennifer, no es posible interrogar a los menores con veriseratum y todos estamos preparados para lo que vendrá. Solo confía en mí.
La slytherin asintió no muy segura.
-De verdad lo siento, mamá. Pero esta situación realmente me da mucho miedo. Oír que ustedes han estado a punto de morir varias veces es una cosa, pero esto está pasando de verdad y yo no sé qué hacer, cómo puedo ayudarlos.
Pansy miró a sus amigos y luego caminó hasta Jennifer. Se agachó hasta llegar a su altura y la abrazó, notando de repente que los dos hijos varones de Potter no estaban ahí. Pansy podía deducir que, a estas alturas ellos ya nunca se marcharían de sus vidas, así que hizo nota mental de averiguar dónde estaban.
-Estás haciendo lo que se supone debes hacer-dijo con toda la confianza del mundo.-Ya verás que todo estará bien.
Las palabras de Pansy aliviaron a la chica pero sus amigos, quienes estaban en completo silencio, captaron el mensaje implícito en la frase.
Si no lo está, nosotros haremos que lo esté.
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Scorpius tenía que admitir que cuando su elfo principal apareció frente a él, y le contó lo ocurrido en las mazmorras no supo qué pensar.
Que estaba feliz con Albus por su título de heredero era un hecho. Que agradecía su intervención también. Que no sabía que debía hacer con James… eso era otra cosa.
En realidad, no sabía si tenerle lástima o enojarse. No había logrado su cometido, y él podía comprender su posición. Se tomó un tiempo para pensarlo y caminó lentamente, cuando antes corría, al recibidor. Decidió pasarlo por alto, y finalmente hizo su entrada triunfal al aparecer en el cuarto. Todos voltearon a verlo, entre ellos los hermanos Potter, y él no pudo evitar sonreír enormemente y ponerse en el centro, orgulloso de su padre y feliz de saber que volvería a casa.
-Tienes una gran sonrisa, Scorp-dijo suavemente Jenni-¿Has tomado una decisión?
El rubio negó quitándole importancia al asunto.
-Que va. Es otra cosa- les reveló caminando hacia su primo, que permanecía lejos de él, instándolo a acercarse más al grupo para que su quinteto estuviera entero.-Padre se está recuperando-dijo con más emoción de la que podía, ignorando deliberadamente la incomodidad que parecían tener Albus y Alexander entre sí, y viendo con alegría como todos los presentes también parecían compartir su felicidad. Los Potter sonrieron al igual que todos en el grupo pero, interiormente, James se preguntó qué pasaría respecto a su madre con esa noticia, y si eso permitiría que la liberaran. Guardó silencio y miró la sonrisa, gran sonrisa de Lily dirigirse ilusionada a él, mientras corría a contarle la noticia a la pequeña Berenice.-Las barreras me han sido retiradas, -prosiguió Scorpius-lo que significa que está lo suficientemente fuerte y bien para sostenerlas. Nuevamente él es el líder familiar.
Y quien decidirá como cumplir la petición de Alexander, concluyeron los mayores.
-¿Pueden llevarme?-preguntó el rubio sacando a sus tíos de sus pensamientos; y ellos asintieron.-Por favor-completó y, cuando Lily hubo regresado, los siguió a la chimenea, donde, poco a poco, todos fueron desapareciendo hacia el hospital mágico.
Cuando fue el turno de los hermanos Potter, James miró inseguro a Albus; después de todo, todos a su alrededor eran Slytherins; pero éste lo miró con confianza y lo animó a continuar, con un pequeño empujoncito. Observó inseguro como Blaise Zabini le ofreció los polvos flú y los tiró con fuerza en la chimenea, diciendo el lugar al que quería llegar. Cuando todos estuvieron juntos, entraron a la sala de espera de San Mungo, que ya estaba lo suficientemente llena con las parejas de los Slytherin y buscaron un lugar donde ubicarse. Daphne y compañía estaban escuchando a Narcissa y todos tenían una expresión de alivio en ellos. Scorpius avanzó hacia ella y los adultos notaron a los recién llegados, mirándolos ligeramente preocupados, y porqué no, un poco divertidos. Eso le hizo saber a Scorpius que ellos sabían como se había recuperado su padre y se estaban guardando el secreto. No sabía si eso era bueno o malo, pero lo dejó pasar.
-¿Está bien, no es así?-preguntó él sintiendo un gran alivio cuando ellos asintieron-¿Puedo verlo?
-Ahora no, Scorpius.-Dijo suavemente su abuela-Está descansando.
El rubio frunció el ceño confundido por la negación a su petición pero asintió, mirando a su abuela fijamente. Cuando ella le hizo una señal, se acercó para ser abrazado suavemente.
-Ha sido un largo día-comentó ella haciendo alusión de todo el tiempo que lo dejó solo; y él sólo asintió y se acurrucó por segundos entre sus brazos.
-Si, lo ha sido-respondió.-Pero estoy bien, el señor Potter estuvo conmigo.
Narcissa pareció aliviada.
-Él está ahora con tu padre.
Scorpius asintió tratando de darle espacio al padre de Albus, pero por dentro se moría por ver a su padre. Se preguntó cuánto tiempo debía darle de cortesía ¿Diez, Quince minutos?
Morgana, no creía poder esperar tanto. Necesitaba verlo y abrazarlo.
-¿Pero no entiendo?-comentó Pansy-¿Cómo ha pasado?¿El señor Lucius está aquí?
Narcissa sonrió levemente, como pensando si debería decirles o no, pero finalmente miró a los recién llegados y les hizo una seña para que la acompañaran. Eran bastantes, así que Narcissa dejó que los niños la siguieran en silencio primero y luego regresó por los otros, indicandoles que no hicieran mucho ruido, para que nadie descubriera que entraban a la habitación sin permiso.
Cuando por fin todos estuvieron juntos, abrió la puerta despacio y completamente, para dejarles mirar, tanto a los miembros del cuarteto y quinteto plateado, como Harry Potter y Draco Malfoy dormían relajadamente, en la misma cama, mientras mantenían todo el contacto posible.
-¿Ha sido él?-preguntó Theodore Nott en un susurro y Narcissa asintió con una pequeña sonrisa.- Pero yo pensé que quizá Lucius...-se interrumpió y suspiró ligeramente. Bueno, esto era nuevo, pero en el fondo, no le sorprendía tanto.
Lily enseguida hizo una expresión alegre y James una ligera mueca, Albus observó curioso todo. Fue Scorpius quien avanzó cerca de la cama y observó las manos unidas por segundos. No podía verlo, pero sentía ligeramente como la magia de su padre iba incrementando y se movía en los alrededores. Se sentía distinta, distinta a cuando su madre había acabado de morir, distinta a su magia original.
-¿Le está pasando magia?-titubeó el heredero de los Malfoy, ligeramente confundido. Había visto a su padre hacerlo varias veces para que su madre aguantara el nacimiento de Berenice, así que la escena no le parecía extraña. Lo que le parecía extraño era que, sin ser casados, ellos pudieran efectuar el traspaso; especialmente porque recordaba que entre las condiciones que su padre le había declarado, hace tiempo, era un requisito indispensable estar unido a la otra persona.
Sin embargo, un traslado no siempre es efectivo; le había dicho el mayor. 'Se necesita ser capaz de poder reponer la magia del otro y a la vez conservar lo suficiente para sí. Es necesario que el otro cuerpo también acepte el traslado, de otra manera solo es magia liberada y no llega a aprovecharse'.
Y eso era precisamente lo que había sucedido con su madre. Su padre había intentado todo para que ella sobreviviera al parto pero, cuando la magia de su madre se había esfumado por completo, ni siquiera Draco había podido recuperarla. El menor de los Malfoy había escuchado que su padre se había aferrado a su madre y prácticamente había dejado salir toda su magia, tratando de revivirla; pero dado que ella dejó de recibirla, eso era prácticamente suicidio.
Narcissa había dicho que Theo lo había prácticamente arrancado del lado de Astoria, mientras éste gritaba y lloraba; y finalmente Blaise le había lanzado un desmaius. La historia, por sí misma, había sido dolorosa; y verla en los recuerdos de su padre lo fue aún más.
El rubio no quiso considerar la posibilidad de que en algún momento, su padre se hubiera escapado con el señor Potter y hubieran tenido una boda secreta en algún lugar de Cambridgeshire o algo por el estilo, especialmente porque ni siquiera podía imaginar que su padre hiciera ese tipo de cosas; pero de ser posible, que ahora su padre estuviera recibiendo magia del Señor Potter solo podía significar una cosa: que Harry eran tan poderoso que podía sustentar la magia de su padre, incluyendo la magia ancestral de los Malfoy, cosa increíble pero casi imposible, o que bien, ellos no se habían casado y él era su pareja destinada. Eso era más probable, pues indicaba que no necesitaba tener una cantidad extrema de magia que le permitiera a Draco recargarse y a él mismo soportar la transferencia. El solo hecho de que estuviera ahí prácticamente estabilizaba a su padre. Él no necesitaba magia...él era la magia.
-¿Papá puede hacer eso?-preguntó Albus mirando sorprendido a Scorpius, quien no podía separar la vista de las manos unidas de los legendarios líderes en Hogwarts.-¿Qué pasa?-preguntó al aire, mirando la confusión de James y los otros. Pero cuando observó a Jennifer empezar a lagrimear, miró alarmado a Alexander y a Damian, quienes veían también confundidos la escena.
-¿Ellos no están casados, cierto?-preguntó Alexander a su padre.
-No lo creo.
-Maldita sea-se escuchó la voz de Pansy. Estaba quebrada y casi no se oía; Albus podría jurar que pronto se pondría a llorar-Eso es lo que él no nos decía. Potter es su pareja destinada.
-Su pareja destinada...-repitió James, incrédulo, sin entenderlo del todo pero intuyendo de qué iba todo ello gracias a algún parloteo de Rose sobre el tema. Ella había dicho algo de que ellos siempre se buscaban para unirse, amor y no sabía qué otras cosas por la eternidad. De pronto, que su padre amara al líder de los Malfoy por años no era una idea tan bizarra, no si estar con el otro era su destino.
Albus miró a los dos hombres mayores que no habían dicho nada y vio que el padre de Alexander fruncía el ceño pensativamente, mientras que el de Damian, parecía irónicamente aliviado y divertido.
-¿Quién lo diría, no es así?-preguntó Theo al aire y les hizo una seña a los demás para que dejaran el área antes de que una enfermera los viera a todos ahí. Siguiéndolo, Albus observó como Scorpius se quedaba ahí, parado viendo la escena sin fin. Se puso a su lado mirando también la escena, buscando encontrar lo que Scorpius veía fijamente, pero solo podía ver a su padre siendo más feliz de lo que nunca había parecido.
-¿Este asunto de la pareja destinada es un problema?-preguntó cauteloso, sin saber porque Scorp no parecía reaccionar, y sin saber del todo qué era eso.
-No-dijo suavemente el otro.- No, es solo que…
Era un poco doloroso, llegó a la conclusión Albus mirando la mirada gris tornarse clara.
-¿Qué?-preguntó Al en un susurro notando que todos ya se habían ido.
-¿Sabías que mi padre y mi madre solían dormir de forma similar?-preguntó Scorpius con una triste sonrisa.-Yo solía verlos en ocasiones, cuando subía a su cuarto para despertarlos. -No es que sea malo, es solo...diferente. De algún modo…
Albus asintió en comprensión y golpeó el hombro de su amigo con el otro.
-Es raro pensar que si ellos se casan seremos familiares.-comentó en voz alta el otro y Scorpius rió ligeramente, viéndolo con una mueca divertida.
-Oh, vamos. Creí que era lo que queríamos desde el principio.
-Si. Pero nunca consideré que fuese tan rápido, o en lo que pasaría contigo...En cómo te sentirías. Pensé que serías feliz pero pareces triste., y yo no quiero que estés triste.
Scorpius negó con la cabeza.
-Estoy feliz. Estoy feliz por papá, por ti, por Lily...estoy realmente agradecido con él por estar aquí cuando mi padre y yo más lo necesitamos.
Scorpius se limpió las lágrimas que luchaban por salir y Albus lo abrazó suavemente.
-Ya, Scorp... Todo estará bien…
-Que te trasladen magia-mencionó el otro entre sollozos, mientras se acurrucaba contra él-significa que tu magia se esfuma. Significa que estás muriendo. El que otra persona te dé magia puede no funcionar, pero él, él se la dio, y ambos están bien y yo...-exclamó parando por segundos tratando de recomponerse-no sé porqué estoy llorando. Debería estar saltando de alegría, armando una fiesta de recuperacion o algo.
Albus dejó salir una suave risa.
-A veces llorar le hace bien al alma-comentó y le palmeó suavemente la espalda al rubio. -Solo estás dejando salir todo el estrés que tenías adentro. Además ya saltaste de energía, y la fiesta podemos hacerla cuando despierte.
El rubio asintió, pero no dijo nada. Albus miró a la cama, donde los otros no despertaban a pesar del ruido. Por un momento se sintió asustado, pero entonces Draco se movió ligeramente hacia Harry, y el susto se convirtió en alivio, y el alivio en felicidad.
Al fin todo había pasado.
-Lamento lo de tu madre-dijo entonces Scorpius- Siento haberla casi matado.
Quizá eso era solo en una pequeña parte cierto, pero ¡Hey!, no todos los días se disculpaba el Príncipe de Slytherin, así que Albus asintió y lo dejó pasar. No iba a decirle que se había preocupado por James y él más que por su madre.
-Especialmente porque casi me llevo a James. No puedo decir que hará padre con ella, o pedirle que haga algo, pero le diré todo lo que ha pasado- prometió.
Albus sonrió de lado
-Disculpas aceptadas-dijo orgulloso y le hizo a Scorpius una señal para que saliesen de una vez por todas.
-Aún así quiero mi helado. Y tú le preguntarás a papá.-dijo el rubio inhalando aire y Albus asintió y cerró la puerta tras ellos, para volver con los demás. Cuando llegaron con ellos, escuchó como Narcissa decía que volvería a la Mansión a descansar unas horas y, cruzando su mirada con la mirada ansiosa de James, miró a Scorpius, quien hablaba con Jennifer sobre algo que no podía escuchar. Se acercó a ellos y tragó saliva, inseguro de lo que iba a hacer.
-Oye Scorpius-dijo mirándolo a los ojos.-Necesito pedirte un favor.
El rubio se volteó y asintió separándose de Jenni.
-¿Pasa algo?-le preguntó a Albus y notando como el otro veía de reojo a su hermano, suspiró.
-¿Quieres que mejore las condiciones de Weasley?-preguntó, conociéndolo, y Albus se sintió culpable pero asintió.
Scorpius hizo una mueca.
-Sin embargo, nada puede evitar que sea juzgada.-Le advirtió- Si el pacto no se cumple, la mansión no la dejará salir, ya sea viva o muerta. Hablaré de ello con padre lo más pronto posible, y mejoraré las condiciones de tu madre mientras él sale de aquí, pero las cosas son así.
Albus asintió y lo miró dirigirse a Narcissa, quien, después de una breve plática con Scorpius, lo miró a los ojos y asintió.
-Cortesía por cortesía- le pareció que dijo la mayor.
-¿Qué fue eso?-le preguntó a su amigo cuando lo vio acercarse de nuevo y a la Señora Malfoy marcharse.
-Bueno, tú me apoyaste con lo de mamá y lo de Rose Weasley- explicó el rubio- Por lo tanto te debemos deferencia. Pero solo esta vez- advirtió juguetonamente y Albus sonrió y se dirigió hacia James, quien, tras escuchar la petición, asintió ligeramente menos preocupado.
.
Ron ni siquiera había pensado en dónde estaba Ginny, si estaba bien, o lo odiaría por lo que estaba haciendo, durante todo su tiempo en el Ministerio. No podía hacerlo cuando llevaba más de una hora, discutiendo con el ministro, sobre liberar a Lucius Malfoy.
-No puedo hacer eso-volvió a repetir el hombre.
-Pero si solo le faltan unos meses a Malfoy-repitió él.
-Lo sé, pero se vería mal.
-Pero nadie tiene que enterarse.
-Dije que no. Dile a Harry que no voy a moverme a sus hilos cada vez que quiera. Puede venir a cobrarme la deuda de vida personalmente, pero hasta entonces no lo haré. Aún tengo una deuda de vida en funcionamiento.
Ron frunció el ceño y se puso rojo.
-Pero no es para...-Harry quiso decir, es para Malfoy; pero entonces recordó que probablemente el rubio estaría mejor dado que su amigo había ido a donarle magia, y Harry tenía mucha, demasiada. Lo suficiente para que Malfoy saliera de gravedad y al menos quedara estable. Miró a Shacklebolt y entonces pensó si sería oportuno decirle que Malfoy era la pareja destinada de Harry. Eso automáticamente hacía que Harry sintiera la pérdida de Draco, ¿No?
Lo pensó por segundos, pero era información que no le correspondía decir. Además, no era como si Draco Malfoy estuviera casado con Harry como para que…
Hizo un gran esfuerzo para no dejar salir una sonrisa.
-Bien, te diré lo que pasa. Harry se divorció de mi hermana y hace unas cuantas semanas se casó con Malfoy, en Malfoy Manor, a espaldas de todos excepto los amigos de Malfoy, Hermione y yo. Por supuesto, yo me enojé y todo, pero ahora que Draco está tan grave que Harry se siente realmente mal. Las barreras de Malfoy Manor están consumiendo la magia que ambos tienen y Narcissa no puede darle tanta a ambos, considerando que Harry es un mago que necesita una gran cantidad de reserva mágica y Malfoy representa, bueno, al linaje Malfoy. Prácticamente arrastré a Harry a la Mansión Malfoy, porque no podía hacerlo por sí mismo y lo atiborré de hechizos y pociones. Tú estás casado, sabes cómo es eso. No sabíamos que pasaba hasta qué las lechuzas de sus hijos llegaron y nos explicaron que tanto Hermione como Malfoy estaban en San Mungo; el último por un hechizo que alguien le tiró en el Callejón Diagon.- El Ministro lo miró con cuidado, como si tratara de adivinar si Ron no sabía quién había hechizado al rubio, o si lo omitía a propósito. - Así que mientras tú estás aquí, sentado, el Jefe de Aurores no puede hacer nada más que ver como la persona que ama se muere y sentir cómo lo hace. Gracias Ministro- ironizó-No sabes cuánto se va a alegrar la prensa cuando lo sepa, pero por supuesto, no importa, simplemente iré con él y le diré que usted prefiere que su esposo muera, con tal de evitar lo que la gente dirá. Por supuesto, también le diré a Harry que si él considera la deuda de vida no satisfactoria, dado que ya la empezó a cobrar, tú morirás. Y eso no será su culpa, ni siquiera ante el Wizengamont, será tuya.
El Ministro se enojó inmediatamente y entonces, el enojo se esfumó y las palabras del auror hicieron mella en él.
-Espera, ¿dijiste que Harry estaba casado?
Ron sonrió como un gato que se había robado el cartón de leche del refrigerador.
-Lo está.
La vida del Ministro pareció solucionarse.
-Pero qué alegría-comentó- Si Harry está casado y Lily quiere estar con él, automáticamente la custodia es de él y de Malfoy.
-Y no sólo eso- añadió Ron viendo como todo salía como quería- Lily Potter adora a Malfoy. Él los ha estado cuidando a ella y a Albus estos últimos meses. Se llevan tan bien con sus hijos... Él también los quiere.
Kingsley sonrió.
-Maravilloso. Solo tengo que demostrar que están casados y estaré libre de la deuda de Harry. Por supuesto, eso indicaría que Malfoy debe estar vivo-pensó en voz alta y luego miró al Auror Weasley.
-Ve a Azkabán y diles que Lucius Malfoy ha sido liberado, y mientras el señor Draco Malfoy esté en San Mungo, su arresto domiciliario se limita a ese hospital. Tú y el auror de tu preferencia, vigilenlo. Y en cuanto su hijo esté bien, llévenlo a su Mansión y pongan el hechizo localizador sobre él.
Ron asintió serio y salió de la habitación. Camino a la salida del Ministerio hizo un saltito de emoción.
¡Lo había logrado!
Ahora solo tenía que decirle a Harry que tenía que casarse lo más pronto posible.
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Cuando Draco empezó a sentir el sueño despejarse, y empezó a sentirse lúcido, se encontró sintiendo un cuerpo cálido pegado a él y una respiración cosquilleando su cuello.
El inconfundible olor a madera lo golpeó y no necesitó abrir los ojos para saber que quien estaba a su lado era Potter.
Potter y él, en una cama. Abrazados.
Su rostro se volvió rojo escarlata, y su respiración casi se detuvo. Abrió los ojos, esperando ver que estaba soñando, pero no fue así. Efectivamente, Harry Potter estaba durmiendo, boca abajo y con la cabeza volteada hacia él, emitiendo suaves suspiros.
Merlín, suspiró Draco empezando a entrar en pánico. Por favor, que no se despierte, suplicó.
Cuando había visto a Potter junto a él, creía que había estado soñando. Por eso no le importó reír y bromear. Porque era absurdo que estuviera vivo, y aún más, Potter estuviera ahí mirándolo. Draco lo catalogó como una visión de lo que hubiera deseado que sucediera, antes de morir. Pero no había sido un sueño, ahora estaba ahí, abrazándolo firmemente, como si no quisiera que el Salvador del Mundo Mágico se le escapara. Y sus mejillas, Morgana, las sentía tan calientes que no dudaba que estuvieran hirviendo. Su corazón latía tan rápido que podía prácticamente escucharlo, y probablemente, Harry lo sentía latir con fuerza. Así como él sentía las leves palpitaciones del corazón del otro.
Intentando separarse ligeramente para no despertarlo, Draco miró a los alrededores y notó que estaba en el hospital. Harry tenía su eterno traje de Auror, y se aferraba a él con fuerza también, como si en cualquier momento Draco pudiera tomar sus zapatos e irse, sin él. Su corazón latió más rápido y casi sin darse cuenta, despejó la frente del héroe, mirándolo dormir.
Probablemente tenía una cara idiota, que idolatraba al moreno, pero no le importó. Había deseado estar cerca de él tanto tiempo, desde joven, que ahora no estaba realmente pensando. Le acarició el cabello, notando que era más suave de lo que pensaba y en seguida retiró la mano, evitando despertarlo. Se sentía como un adolescente tonto, frente al chico popular. Entrecerró los ojos y admiró cada detalle de su rostro, las ojeras, las mejillas, su cicatriz, su color...sus pestañas, su nariz. Sus labios…
El impulso de besarlo aceleró aún más su cuerpo, y sin poderlo evitar, se inclinó para besar a Harry Potter. Se sorprendió cuando los brazos del otro lo rodearon con fuerza y se apegaron a él, invadiendo su boca. Su mente olvidó el pánico que había sentido, de que se despertara, y se aferró al otro , tratando de llenarse de su sabor y su aroma; de compensar lo que había anhelado con tanta fuerza años atrás y había olvidado hasta ahora que deseaba.
La magia entre ambos se volvió ligera y se arremolinó, contenta. Draco podía sentir como fluía entre ambos, como una sola. Cuando se separaron, por un segundo quiso correr, porque los ojos del otro lo observaban fijamente pese a que aún parecían demasiado soñolientos.
-Draco...-suspiró el otro y sonrió ligeramente; haciendo que el otro tragara saliva- No sabes cuanto te quiero…
Esa confesión detuvo por segundos el corazón de Draco y sus mejillas nuevamente quedaron rosas. Sin poder evitarlo, sonrió apenado y volteó sus ojos a un lado, para no enfrentar directamente su mirada con la otra.
-Es una lástima que solo pueda decírtelo entre sueños...-continuó el otro, poniendo su mano alrededor de la mejilla de Draco y obligando al otro a mirarle; y los ojos de Draco cambiaron de sorprendidos a comprensivos.
-¿Sueñas conmigo?-le preguntó suavemente acariciando sus cabellos, haciendo que el otro cerrara los ojos y suspirara, contento.
-Siempre sueño contigo, Draco.-Confesó el otro y Draco se mordió el labio, en una mueca entre dolorosa y alegre.
-¿Desde cuando?-preguntó y se acomodó más contra él. Harry lo abrazó nuevamente y se pegó a él todavía más, ocasionando que su aroma invadiera las fosas nasales de Draco y él se sintiera ligeramente embriagado de él, aliviando esa adicción que últimamente tenía.
-Desde siempre, desde que te conocí... Todas las noches... Tú eres mi sueño, Draco.
Tragando el nudo en su garganta, Draco siguió acariciando el cabello de Harry y contra todo pronóstico, se agachó ligeramente y le besó suave. Fue un beso tierno e inocente, que le hizo sentir cosquillas ligeras en todo el cuerpo. Cuando pudo considerarse satisfecho, se separó ligeramente y notó como el otro se tensaba como reflejo.
-No me abandones, Draco. No me dejes solo de nuevo-le suplicó Harry entre sueños y él, por alguna razón, pudo sentir el pánico que el otro emanaba.
-Nunca lo haré-le murmuró suave, acariciando su mejilla.-Te amo…
-Yo también te amo…
Cuando con esas simples palabras el moreno continuó durmiendo, Draco tomó su mano y la besó suavemente. No sabía que pasaría de ahora en adelante, pero ahora que lo había admitido, Draco sabía que no había manera de que su corazón estuviera a salvo, pasase lo que pasase. Pegó su frente a la del moreno y suspiró suavemente, sintiendo el temor invadirlo. El amor nunca se había apiadado de él. Siempre había algo que lo separaba de la persona que amaba, tarde o temprano, y por eso se había aferrado a la idea de que ser amigo de Potter era más que suficiente; pero ahora, ahí, Draco no quería lo suficiente. Quería más. Quería ser egoísta y poseer todo de Harry, sus sonrisas, sus palabras, sus miradas, sus abrazos, incluso sus hijos... Quería tenerlo para él solo y nunca más dejarlo ir.
Amaba a Potter y ese pensamiento le aterrorizaba, porque significaba que toda su voluntad había caído por completo en las manos de Harry. Y quizá había sido eso lo que, precisamente, había evitado que él se le confesara aquel día que Harry había sido escogido como el cuarto mago en el Torneo de los Tres Magos. Porque confesar su amor podría haberlo alejado aún más, o peor, que le correspondiera. Draco no hubiera podido escoger entre su familia o Harry, nunca pudo hacerlo y eso hubiera ocasionado toda una tragedia. Sin embargo, ahora que nada especialmente mortal los amenazaba, era absurdo seguir ofreciendo resistencia. Ahora que su magia se había unido a la de él, Draco solo podía pensar en lo mucho que necesitaba estar a su lado y que su compañía era como respirar.
Nunca había sabido como se habían enamorado, ni siquiera había sabido cómo resultaron ser una pareja destinada o la manera en que se habían hecho amigos...pero lo habían hecho, y ahora estaban ahí, acostados en el mismo lugar, sintiendo lo mismo el uno por el otro. De alguna forma el destino le había guiado nuevamente a él y Draco no iba ser quien, esta vez, se negara a su final feliz.
Cerrando sus ojos, esperó que la siguiente vez que despertara, el dueño de los ojos verdes pudiera decirle, de nuevo, que lo quería.
Para que él pudiera corresponder igual.
