Disclaimer: H.P. no me pertenece. Le pertenece a J.K Rowling


Capítulo 12:

Entre varitas y reencuentros

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Charlie tenía una gran ventaja en comparación a sus hermanos al vivir lejos de la casa familiar y no tener hijos. Como estaba demasiado ocupado con su trabajo, solía pasar por alto las reuniones semanales; y aunque eso le hacía perder algunas noticias, había días donde agradecía no haber estado presente en las tragedias familiares. Uno de esos días era hoy.

Cuando la primera lechuza de Percy llegó, él no la tomó tan en serio, porque, de verdad, era Percy. Siempre pensaba en dinero, el qué dirán y el comportamiento 'adecuado'. Cuando la de Fred llegó quejándose acerca de cómo Harry estaba permitiendo que Albus se llevara con los Malfoy, Charlie se tomó un momento para pensar en ella porque hasta ahora había creído que Harry detestaba a esa familia, que literalmente le hizo la vida imposible en Hogwarts. Aun así no le sorprendió que el moreno no le hubiera pedido a Albus alejarse de Scorpius Malfoy para evitar conflictos con su familia, porque después de todo pedirle a Albus no llevarse con los slytherins, siendo un slytherin, era estúpido, y aunque hubo un tiempo en el que Harry había apreciado a la familia con fiereza y se había limitado en muchas cosas para no perder su cariño... la muerte de Fred y la herida de Bill habían hecho mella en una parte de la conexión del moreno con ellos, especialmente con Molly.

Además, habiendo Harry creciendo solo y maltratado por sus tíos y sin amigos, era obvio pondría la felicidad de su hijo sobre la felicidad de los demás miembros de una familia en la que había pertenecido por asociación matrimonial. Aún si eso significaba aceptar todo lo que antes le había disgustado.

No se entrometió en sus decisiones, porque no era su asunto lo que Harry creía bueno o malo para su hijo. En todo caso, ese era el deber de Ginny, no de la familia entera, así que continuó sus actividades desligándose del asunto.

Cuando la carta de Ginny llegó, diciendo que ya no soportaba ni a Harry ni a Albus, las alarmas se dispararon en su cabeza, porque las palabras de su hermana eran demasiado duras para estar hablando de su propio hijo y de su esposo. Al parecer, su hermana era infeliz no porque su familia se derrumbaba, sino porque Harry y Albus la ofendían con cada decisión que tomaban. Si bien era obvio que Harry había empezado a sentirse más y más incómodo con ellos desde que su hijo cayó en slytherin, y lo estuvo aún más, cuando éste fue separado no tan disimuladamente de la familia y se amistó con el chico Malfoy, no parecía haber tenido problemas con ella hasta ahora hasta la escena del Ministerio. Probablemente si tenía palabras qué decir al respecto, y se las había tragado hasta ahora.

Indeciso, había conseguido una copia del diario que había ocasionado tal conflicto, y a su pesar, tuvo que darle la razón a Harry. Malfoy parecía congeniar bien con el niño. Incluso le había sacado una enorme sonrisa, de esas que ni siquiera él o George, los más joviales y carismáticos de la familia habían logrado. Albus siempre había sido... diferente. Él era más tranquilo y solitario que sus primos, así que no era raro que anduviera solo por ahí; pero estar solo por elección propia no era lo mismo que ser despreciado e incluso Charlie, que estaba lejos de casa se había dado cuenta rápidamente en su última Navidad, de la incomodidad de Albus y su padre con el resto de la familia en la Madriguera. Fleur, quien al igual que Charlie no visitaba mucho el lugar ya que Bill viajaba demasiado por su trabajo y no congeniaba con las ideas hogareñas de su madre, no había notado el cambio de comportamiento en lo más jóvenes al principio, pero cuando notó que los adultos parecían decepcionados de Albus, y los más jóvenes lo evitaban, había comentado que lo que hacían era de mal gusto e inapropiado. En Beuxbatons, había dicho, todos eran veelas, y en Hogwarts todos eran magos, por lo que no había necesidad de catalogar a nadie, y mucho menos fuera de la escuela. Victorie y Teddy asintieron de acuerdo con la mujer y Charlie solo había sonreído, incómodo, y había cambiado el tema de conversación; intentando mantener su relación con Harry y su cuñada de una forma cálida y amigable.

Sin embargo, cuando la carta de Molly llegó con las noticias del divorcio de Ginny, mencionando la escena del Ministerio, y el extravío de Lily, bueno, él se sintió un poco ofendido de que su hermana hubiera sido botada a la calle sin un knut. No es que quisiera el dinero de Harry, pero de alguna forma era como si Harry la hubiera catalogado de cazafortuna. Ese enojo no duró mucho, pues la carta de Ron llegó casi al mismo tiempo comentando lo mal que se sentía por Harry, pues Ginny se había apoderado de la custodia de James, había cedido voluntariamente la de Albus, y estaba exigiendo un juicio por Lily y por los bienes matrimoniales. No solo eso, al parecer había tenido una aventura con el abogado de ambos, y aun así tenía la poca vergüenza de contratarlo como su abogado para defenderla en su caso contra Harry.

Harry debe estar furioso, pensó terminando de leer la carta... y comprendiendo que Ginny, que todos, habían llegado demasiado lejos, suspiró y miró el calendario. Tenía mucho que hacer, pero, probablemente, debería ir a casa y apagar un poco las llamas.

De paso, le enviaría una lechuza a Bill. Merlín sabía lo mucho que el hermano mayor odiaba involucrarse en los problemas familiares, pero tal vez él podría hacer lo que su padre no estaba haciendo.

Enfrentar a su madre.

Si no, al menos sería agradable no ser el único que pensaba que esto era una tontería.

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Cuando Lucius escuchó pasos fuera de su celda, se repitió a sí mismo que pronto saldría de ahí y lo mejor sería soportar con dignidad el resto de su condena. Sin embargo, no era tan fácil cuando a los Aurores de ahí sabían que les quedaban pocos meses de diversión y deseaban aprovecharlos al máximo, golpeándolo, burlándose e insultándolo todos los días. Aun así quejarse sería estúpido; responder, una razón para más tiempo en cárcel. Miró por la pequeña ventana de su celda y respiró profundamente, esperando quién sería el que vendría a molestarlo el día de hoy, y preguntándose si sus costillas resistirían más golpes. Como si adivinasen sus pensamientos, escuchó pasos acercarse pero, para su sorpresa, el auror que entró a la celda era un Weasley, y tenía una gran sonrisa en la cara.

En ocasiones normales, él sisearía algo sobre cómo había pasado demasiado tiempo sin verlo por ahí; pero Weasley nunca había aparecido en su celda y no parecía querer burlarse o golpearlo, si su mirada seria decía algo. Por supuesto, las apariencias podían engañar, así que solo entrecerró levemente los ojos al verlo y asintió en reconocimiento.

-Muy bien-expresó el amigo de Potter dirigiéndose al otro auror, que lo había escoltado a la celda- Retírate, a partir de este momento Lucius Malfoy es asunto mío.

-Lo lamento mucho Auror Weasley, pero tengo órdenes de no dejarlo solo con el prisionero-respondió el otro hombre, quien sí había visitado a Lucius más de una vez-. Es un prisionero de primera clase, podría aprovechar un momento de debilidad suyo y lastimarlo.

Lucius rodó interiormente los ojos pensando en el estado de su cuerpo y las cuerdas que sujetaban sus manos, aun así, se mantuvo en silencio, y siguió observando el intercambio verbal.

-He dicho que te vayas-respondió Weasley con firmeza- ¿No fui lo suficientemente claro? Tengo unas palabras que decir y no debes escucharlas, a menos que quieras que el Ministro te corte la cabeza.

El otro auror se tomó unos momentos para mirar a Ron y asintió de mal humor antes de retirarse. Apenas lo vio lejos, el pelirrojo lanzó un hechizo de silencio sobre ellos dos y lo miró fijamente. Lucius estaba demacrado, y sucio, por supuesto. Tenía la mano en su costado derecho, pues debajo de toda la tela se encontraba un corte apenas atendido e hinchado. Algo en el interior del gryffindor lo hizo sentirse satisfecho de eso, pero otro algo lo contradijo con el pensamiento de que éste hombre era el padre del futuro esposo de Harry, su mejor amigo, y sentirse bien estaba mal.

Muy mal.

No importaba que el hombre hubiera tratado de asesinar a su hermanita cuando estaba en Hogwarts, o a Harry cientos de veces. Estaba mal.

Muy mal, se repitió una y otra vez.

Luchando con la necesidad de dejar salir viejos hábitos, suspiró y tragó saliva.

-Lucius Malfoy-dijo automáticamente en su voz de auror y espero una respuesta, pero el rubio no dijo nada. La mirada de Malfoy no expresaba nada, pero aun así se notaba la superioridad que poseía. Eso lo incómodo un poco y carraspeó, parándose recto. -Lucius Malfoy, - repitió, dejando de observar sus ojos. Cómo diablos Harry podía haberse enamorado de Draco Malfoy, si era una copia de Lucius Malfoy, no lo entendía- por órdenes del Ministro tu condena en Azkaban termina hoy. Sin embargo, contradiciendo la orden anterior de llevarte inmediatamente a tu arresto domiciliario en Malfoy Manor, éste será en San Mungo durante un lapso de tiempo, antes de ser trasladado a tu hogar.

Lucius frunció el ceño al escucharlo, ¿San Mungo? se preguntó. Como si lo comprendiera, de pronto sus ojos se abrieron alarmado. La única razón por la que estaría en San Mungo sería porque Draco, Narcissa, inclusive Scorpius, estaban heridos o muriendo; y necesitaban de magia familiar para sostenerse con vida. Tragó saliva e intentó pedir una explicación, pero tan rápido como le llegó el miedo a que le pasara algo a alguno de ellos, también lo invadió la sospecha. El Ministro no era exactamente su amigo como para hacerle el favor de dejarlo estar con su familia. No. El Ministro era un gran hijo de su madre que se regodeaba de que él estaba encerrado, porque estaba cumpliendo su condena, y cuando saliera se encontraría con la pena de no haber podido estar con su familia 14 años, ni tener ni un poder monetario o político.

Miró a Ron silenciosamente y esperó a que prosiguiera, sin entender por qué exactamente él había acudido a sacarlo; cuando él lo hizo, respiró varias veces sabiendo que pronto dirían el nombre de quien estaba en cama.

-El tiempo definido de su estancia en San Mungo dependerá del estado de Draco Lucius Malfoy Black, -continuó el auror y Lucius no pudo evitar hacer una mueca de preocupación ante el nombre de su hijo, empezando a pensar en todas las razones por las que podría estar en cama. Quizá un ataque en la mansión, un ataque en el Ministerio, una aparición mal calculada… habían tantas razones posibles-cuyo estado hasta hace unas horas fue declarado grave. - Lucius tragó saliva, pero asintió y se puso de pie, luchando contra la desesperanza de llegar demasiado tarde y que los otros solo lo estuvieran llevando para ver a su hijo morir. El cuerpo le dolía, y sus huesos no estaban en las mejores condiciones; pero el mayor de los Malfoy se esforzó en mantenerse de pie, diciendo a sí mismo que Draco lo necesitaba; por lo que así él diera hasta sus últimas fuerzas para mantenerlo vivo, llegaría a él y lo salvaría.

Él mantendría a Draco vivo porque su hijo era la razón de vivir de Narcissa y era el único padre que le quedaba a su nieto.

- Ven conmigo Malfoy, te llevaré a ponerte algo más...-Ron hizo una mueca al mirar las ropas del otro y pensó en las palabras apropiadas.- Decente.

No hubo respuesta. Preocupado por estarle llevando a Harry a un enloquecido Malfoy, Ron volteó a verlo y descubrió que el hombre miraba al suelo, sin emociones. Arqueó una ceja y fijó su mirada un instante en las manos del hombre, el cual estaba jugando con ellas. Una parte de él se conmovió del hecho de que el poderoso Lucius Malfoy parecía nervioso, pero otra se admiró de lo decidido que parecía. Recordando sus últimas palabras con Harry, rio interiormente al pensar que probablemente ya había arreglado la situación de Malfoy, y él solo había sacado al padre del rubio antes del término de su condena.

Bueno, ahora Harry y el hurón le debían una.

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La siguiente vez que Draco abrió los ojos, tuvo esa molesta sensación de que algo lo incomodaba. Sentándose en la cama, observó a su alrededor y pensó que quizá se debía a que hace mucho que no dormía acompañado, ya que Harry seguía durmiendo a su lado. Se alejó momentáneamente, teniendo más espacio, pero no era él. Era algo en su magia se dijo y tras unos minutos en que su mente empezó a despejarse del sueño notó que no. Era algo en la magia de la Mansión.

La Mansión estaba exigiendo algo y él no tenía idea de qué era, pero sabía que se vería obligado a atenderla para que dejara de molestar o empezaría a hacer berrinches y presionar de otras maneras distintas al dolor de cabeza. La última vez que Draco la había ignorado, recién habiendo heredado la propiedad, había cerrado todos los baños de la mansión para él hasta que limpió, una por una, y a mano, la sangre en las losas de los sótanos.

Se tomó segundos para pensar qué podría ser e hizo un recuento del estado de las habitaciones y las actividades que había hecho antes de salir de casa pero no pudo encontrar nada que hiciera enojar a su honorable hogar. Si hubiera estado en la Mansión podría examinarla para saber qué pasaba, pero por ahora tendría que esperar hasta que lo dejaran salir de San Mungo. El pensamiento fugaz de qué había pasado mientras dormía cruzó en su mente, y suspiró y miró al hombre junto a él. Su cabello estaba hecho un desastre, y seguramente el de Draco también lo estaría así que miró a sus alrededores buscando su varita para arreglarse, pero no la encontró. La que sí encontró fue la de Harry.

Draco la observó ligeramente. Acebo, 28 cm con Pluma de fénix, repitió en su mente. Gran parte de la comunidad mágica sabía esos datos. Al tomarla y sentir la magia recorrerlo desde ella, Draco sintió nostalgia por su propia varita. Harry había conservado la suya desde los once años; pero la vieja varita de Draco, la de espino, 25 cm con núcleo de Pelo de Unicornio, le había sido arrebatada durante la guerra por el propio Harry.

A medida que su mano sostenía la madera, Draco recordó el sentimiento de traición que lo recorrió cuando su varita había respondido al héroe como si fuera su legítimo dueño, funcionando a la perfección. Era suya, se suponía que debía al menos tener defectos al cambiar de dueño, había sido su pensamiento. Saber que su propia varita había aceptado a la persona que menos debía de entre todas lo había herido, pero tan bien le había aliviado.

Por supuesto, ahora que sabía la razón por la que le había servido era porque la magia de Harry y de Draco era la misma se preguntó si aún le funcionaría. Después de todo, tras perderla la había reemplazado con una nueva. Había cruzado las puertas de Madam Brigitte, la mejor fabricante de varitas en Francia, con el único pensamiento de lo mucho que detestaba a Harry y a su varita, y deseaba olvidar a ambos.

¿Acaso no había bastado con robarle su primer amor? ¿Con aplastar las ilusiones de Draco y hacerlo sentir fatal por meses? ¿Tenía que quitarle su puta varita?

Él sabía que habían sido reproches muy infantiles, especialmente cuando había sido obligado a madurar demasiado pronto, pero no había podido evitar enfadarse. Ahora, sin embargo, se preguntaba dónde estaba ese pedazo de madera. Si Potter la había metido en un cajón y se había olvidado de ella, o simplemente la había tirado, quemado o regalado. Era, después de todo la varita que derrotó a Voldemort. Había sido una buena varita para él, y probablemente lo habría sido también para Harry si se hubiera dado el tiempo de utilizarla. Pero ya no importaba, ¿cierto?, se dijo antes de que su mente regresara a dónde podría estar su varita actual en estos momentos.

Esperaba que nadie hubiera querido usarla porque al ser de Pelo de Veela era demasiado temperamental y engañosa. Casi como Draco, había declarado divertida la mujer que se la vendió. Demasiada astucia tras un bonito cabello. Era realmente problemática en ocasiones, como cuando se negaba a hacer hechizos, y divertida en otras, como cuando hacía creer a los demás que eran aceptados, desarmándolo o no. Los recorría con una suave y atrayente magia, pero, tan sólo intentaban lanzar un hechizo o a veces solo tocarla, al siguiente segundo eran torturados con crueles choques eléctricos.

Draco lo atribuía a que su primer pensamiento al tomar la varita fuera el deseo de que ésta nunca lo reemplazara con nadie más, como lo hizo la anterior. Tal vez la varita le tuvo compasión, y luego se encariñó con él a medida que Draco la cuidó, pulió y mejoró cada vez más, insertando mejoras. Venía de un veela, después de todo, y ellas eran vanidosas, amaban ser amadas y ser únicas para el dueño. De ahí que ni siquiera dejara a Astoria tocarla. Y, pese a que a su esposa no le agradaba que Draco usara esta condición a su favor, eso la hacía estar realmente orgulloso de ella y de la manera en que borraba la sonrisa superior de sus oponentes, y la transformaba en una mueca de dolor.

El rubio sonrió con deleite. Oh, sí. Su nueva varita había eliminado de la mente de Draco a la anterior. Draco había deseado poder, y la varita se había asegurado de ello. Había deseado lealtad y la otra se la había dado. Había deseado aceptación y ésta le había sido otorgada sin importar para que la usara. Con ella, Draco jamás tenía duda de los resultados de sus hechizos, pues aún si su corazón dudaba, la varita no lo hacía.

Mirando de nuevo la madera en sus manos, se preguntó qué tan bien le funcionaría. Incluso si podría igualar el caudal mágico que Harry podía trasladar a su varita. En teoría, la magia de Draco y Harry eran compatibles y Harry ya había usado alguna vez la varita de Draco.

¿Sería capaz de usar Harry su nueva varita? ¿Sería capaz él de usar la varita del Héroe del Mundo Mágico con éxito? La curiosidad, torpe defecto, lo invadió y se mordió el labio; tentado a comprobarlo.

-Tan solo úsala y lo sabrás- escuchó una voz que lo sobresaltó y, despacio, volteó para ver a Harry.

-Bueno días, Potter-saludó y se sintió tonto. ¿Buenos días, Potter?, ¿eso era lo mejor que podía decir?,¿Dónde quedó lo de decirle sus sentimientos? ¿Dónde quedó al menos su comportamiento diplomático y decente?

Ah, quizá se había esfumado al recordar que el bastardo le había quitado su varita, tirado u olvidado por ahí. Tal vez se debía a la irritación que lo recorría el haber perdido tiempo pensando y seguir luciendo fatal, algo completamente inaceptable; o simplemente era la jaqueca que Malfoy Manor estaba empezando a poner en su cabeza, exigiendo ser atendida.

Mirándolo fijamente se preguntó si Harry recordaba lo que le había dicho, o lo que Draco respondió. Si lo hacía, ¿Qué exactamente debía decir Draco? y Si no, ¿debería seguir jugando a la ignorancia? Evaluando al moreno decidió que parecía que no lo recordaba, o si lo hacía no lo mostraría, porque Harry sonrió y lo miró orgulloso de verlo bien.

-Buenos días, Malfoy. ¿Puedo preguntar para qué querías mi varita? - preguntó y el rubio se sintió tonto de decirle que no quería que lo viera despeinado, porque era obvio que ya lo había visto así. No respondió, pero sus mejillas se sonrojaron levemente delatando su vergüenza, acabando con su imagen de una serpiente fría y venenosa y haciéndolo ver más como el pequeño dragón menor de once años, que tanto adoraba su madre.

-Tengo una molestia que proviene de Malfoy Manor-mencionó y Harry borró la gran sonrisa de su cara, seguramente producto de su rubor. Eso lo hizo alarmarse y frunció el ceño- ¿Qué pasa con la Mansión?-preguntó y con ansiedad observó cómo Harry jugueteó con su cabello, antes de mirarlo nuevamente.

Al momento en que su rostro volvió hacia él, Draco pudo ver todo el cansancio en él y lo muy grave que algo parecía estar. Se sintió culpable de su estado, y lo miró preocupado de que se desmayara en cualquier momento. - ¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? -preguntó con la intención de descubrir desde cuando Harry estaba en ese estado, y el moreno lo miró, y se sentó a su lado sin responder aún. Draco no se molestó por su cercanía o por la familiaridad que demostraba el otro con él. Su mente estaba viajando a lo largo de las posibles razones por las que la Mansión exigía su presencia de ese modo, y cómo lograría calmarla.

-Tres.

- ¿Tres? ¿Semanas? ¿Días? ¿Meses?

-Días, bueno, casi tres. Cuando te atacaron… cuando ella...

- Ginevra –llegó al punto Draco, esperando ver la reacción del otro ante sus palabras y cuando lo vio tragar saliva dejó salir una mueca disgustada. Quisiera o no, el moreno había amado a Ginny y le había dado tres hijos y él no podía hacer nada al respecto. Dolía un poco, pero Draco no diría nada, porque él mismo tenía dos hijos y había amado a Astoria con toda su alma.

Pero, ¿cuantas veces, cuando veía a Scorpius y Albus juntos jugando por Malfoy Manor, no podía evitar recordar sus deseos de juventud sobre la familia que quería tener, llena de ojos verdes y cabellos rubios?

¿Cuántas veces, mientras Albus le sonreía con sus ojos verde esmeralda, fijos en él, y tomaba la mano de Scorpius para escapar corriendo, no deseaba que Albus realmente tuviera su sangre? Y luego estaba Lily, tan pegada a su madre, como algún día lo estaría Berenice...O James. Irrelevantes rasgos Weasley a través de ellos, todo Potter...Así como Scorpius y Berenice eran todo Malfoy.

-Cuando Ginny te atacó, -prosiguió Harry notando como el rubio se perdía en sus pensamientos-utilizaste lo último de tu fuerza para pasarle las barreras a Scorpius y eso te dejó más débil. Estabas perdiendo sangre realmente rápido, y no sé exactamente cómo fue, pero sé que Rose y el profesor Snape te salvaron.

La mente de Draco viajó con velocidad a través de manchas borrosas, sus recuerdos del ataque. Recordaba haber sonreído, sentirse bien de estar acompañado al morir. Tener un dejavú de ese momento en el que, recibiendo un sectusempra, y faltando su padre a su lado, Severus había estado ahí; desesperado por salvarlo.

-Si, Severus, recuerdo algo de él. -susurró en voz baja, con las emociones duramente contenidas-No recuerdo nada acerca de la hija de Granger.

Harry lo miró fijamente, como analizándolo. Sabía que algo andaba mal con él, pero no sabía qué, así que fingió no verlo; porque probablemente Draco no quería hablarlo.

-No te culpo de que no lo hagas, después de todo estuviste inconsciente durante mucho tiempo y debió haber sido un gran shock para tu cuerpo y mente.-suspiró Harry-En fin, Theodore estaba ahí cuando te hechizó, y él… -guardó silencio cuando Draco interrumpió.

-La capturó-declaró Draco y entonces respiró profundo, entendiendo porque la tensión de Harry y la molestia de la Mansión. Probablemente estaba ansiosa, estresada. Se sintió confundido cuando Harry lo miró indeciso acerca de su reacción a lo que fuera que habían hecho, pero pronto lo pasó a segundo plano porque no tenía caso saber que esperaba el auror, Draco probablemente no reaccionaría como él esperaba - No tienes que decirme más- respondió ante el silencio. - La capturó, llamó a Pansy y a Blaise y ellos jugaron con ella como quien juega con una muñeca de porcelana. Después la llevaron a la Mansión y reclamaron justicia ante Scorpius y lo que sea que él hizo involucra a la Mansión y no ha terminado.

Harry lo miró con la ceja levantada.

-Eso fue...espantosamente exacto.

Draco suspiró y masajeó sus sienes, mirando a Harry con sospecha. Él era el Jefe de Aurores, ¿iba a delatarlos o se tragaría lo que sabía? Inmediatamente su mente se encargó de evaluar posibles lagunas a lo que Potter podría decir, o ya había dicho. Necesitaba hablar con Pansy, Theo y Blaise y saber qué habían hecho con exactitud. No, eso le tenía el más mínimo cuidado. Necesitaba saber que vieron los Potter, y cómo podían evitar la ola de aurores que habrían sobre su cabeza si alguno de ellos hablaba.

-Tengo que irme,-expresó con ademán de levantarse-las barreras no se calmarán hasta que resuelva esto. Y debo hablar con ese trío de mala influencias- gruñó bajito.

-¿Qué?¡No!-exclamó Harry sujetándolo de la muñeca y tirándolo sobre la cama de nuevo- No, te acabas de levantar. Tienen que ver que estés bien, perdiste mucha sangre y tu corazón prácticamente se detuvo más de una vez. Deben verificar que todo esté en orden.

Draco lo miró fijamente, en silencio. Sabía que estaba preocupado, pero por Merlín, él ya había pasado por esto del Sectusempra una vez y había vivido.

-Estoy bien, Potter. Me siento bien, tengo cosas que arreglar-exclamó rodando los ojos- No tengo tiempo para esto.

-Estás bien sólo porque te he pasado magia.

Draco se soltó de él. Harry lo jaló más fuerte, haciendo obvia la diferencia entre sus profesiones.

- Cuando un medimago te dejé el alta, podrás salir de aquí. -Mencionó el auror con un tono más duro del que quiso y se arrepintió de inmediato cuando el rubio oscureció su mirada. -Draco…

Draco no respondió, totalmente indignado de que le estuvieran dando órdenes. Frunció el ceño, porque era la reacción natural a cuando Potter fruncía el ceño y ponía ese tono contra él. Iba a abrir la boca cuando las siguientes palabras de Harry lo dejaron congelado.

-Estaba preocupado, Draco. –Al verlo suspirar continuó- Creí que jamás volvería a verte… así que por favor, espera a los doctores.

Draco bajó sus hombros y se sentó nuevamente.

-De acuerdo.

-Y mientras esperamos que eso pase me gustaría que habláramos del hecho de que soy tu pareja destinada y tú consideraste que no era importante decírmelo.

El slytherin lo miró sorprendido. Merlín, hacía meses que no sentía esa sensación de vergüenza cuando era atrapado con las manos en la masa. Se avergonzó aún más cuando notó que ese reclamo era exactamente igual a los que Astoria usaba para expresar su disgusto hacia ciertas actividades ilícitas de Draco.

Mordiéndose los labios, supo que Potter podía haber olvidado su tierna y empalagosa confesión, pero, ahora que él dijo que estaba bien y se había puesto a la defensiva, no dejaría pasar por alto que Draco le omitiera información que le involucraba. Su primera excusa fue que él no estaba listo para enamorarse y lidiar con una pareja destinada, cuando la muerte de Astoria había sido hacía cuánto... ¿Menos de dos años? Pero esa no era una excusa sincera, porque aquí estaba, atontado por ese mestizo y molestoso Cara Rajada que usualmente lo hacía enojar, pero cuya compañía calmaba la soledad en la que su alma se había consumido.

Su corazón estaba listo para enamorarse, pero no para perder a alguien más.

Apretando sus puños, Draco se mordió el labio, con las emociones debatiendo claramente a través de sus plateados ojos. Harry se sorprendió de verlas ahí y suspiró, sintiéndose egoísta.

-¿Lo supiste desde el principio?-preguntó suavemente y Draco asintió con la cabeza.-¿Te molesta?

No, pensó de inmediato y quiso decírselo, pero cuando Potter estaba despierto, y con los ojos esmeraldas fijos en él, hablar era más difícil de lo que creía.

-¿Por qué no me lo dijiste, Draco?

-¿Cómo te enteraste?-le preguntó en cambio, sin romper el contacto visual. El tono de Potter era bajo, como decepcionado de él y Draco sintió ese peso en su corazón, sin saber quién manipulaba a quien en esta... especie de relación.

-Ron me lo dijo. Fue una suerte que él supiera que podía salvarte la vida, porque sacar a tu padre de Azkabán hubiera tardado lo suficiente para que fuera demasiado tarde.

-Ya veo.

-¿Entonces?

Draco evadió su mirada, obligándose a hablar, pero no pudo hacerlo.

-No éramos amigos-exclamó finalmente y tan bajo que Harry casi no pudo oírlo- y después, apenas lo éramos… No quería que te sintieras presionado a hacer algo que no quieres. Que salieras corriendo hacia el otro lado.

El corazón de Harry latió emocionado ante su respuesta y sonrió. Se sintió como cuando ves a un cachorro y quieres adoptarlo por su ternura, aún sabiendo que es probable que con el paso del tiempo sea tedioso cuidarlo, o te vaya a morder cientos de veces a ti y a tus pertenencias. Sin embargo, esto era mejor que un cachorro. Era Draco, a quien había amado por años. Una persona que no parecía saber en dónde estaba parada, pero no podía evitar mostrar, con pequeños gestos, los pasos que estaba dando y a dónde se dirigía. Se acercó a él y sorprendió al otro al rodearlo con sus brazos. Probablemente nadie fuera de su círculo de amigos, que era bastante pequeño en realidad, lo había abrazado de esta manera porque el rubio se tensó rápidamente. Harry lo ignoró, con un feliz pero doloroso sentimiento brotando en él. Había pensado que Draco no lo consideraba digno de ser su pareja, o le tenía rencor de cierta forma por los años pasados; pero no, él temía perder lo poco que se había acercado a Harry.

Y eso era...lindo.

-Entonces, cuando dijiste que me amabas, ¿eras totalmente sincero?

Draco se puso rojo, pero Harry solo lo notó porque sus orejas se colorearon.

-Estabas...

-¿Fingiendo dormir?-rió el otro.-No. Estaba dormido, pensé que era un sueño, pero ahora no parece tan irreal.

El rubio no dijo nada, pero quiso azotarse la cabeza como elfo doméstico, ¿Exactamente qué pasaba con sus neuronas cuando se enamoraba de alguien?

-Y a pesar de lo malo que parece para ti, -rio Harry- yo creo que eso es maravilloso.- Declaró contento, extremadamente feliz, y Draco se sorprendió ligeramente cuando la boca del moreno invadió la suya de inmediato. Le tomó segundos relajarse, pero cerró los ojos y sintió como Harry rodeó con sus brazos su cintura para acercarlo más.

Bien, menos palabras y más actos, pensó. Eso significaba entonces que le tocaba pasar los brazos por el cuello del otro, y podía lidiar con eso. Apenas realizó ese movimiento, Harry lo pegó al respaldo de la cama y se acercó aún más, invadiendo con más fuerza la boca de Draco y expresando lo mucho que había necesitado ese beso. Una mano lo apretaba con fuerza en la cintura y la otra invadió sus rubios cabellos con brusquedad. Era como si Potter estuviera indicándole mediante lo desesperado de sus movimientos lo mucho que lo deseaba, lo mucho que lo necesitaba. Draco se perdió en las emociones que lo invadieron; en el perfume de madera que atravesaban sus fosas nasales, en la magia que el otro liberaba e incitaba a jugar a la suya, en el calor que irradiaba el cuerpo pegado al suyo, y en la pasión que los ojos verdes demostraban cuando sus ojos se topaban. Se dejó llevar y cuando no pudo más, se separó y absorbió aire.

-Potter estás yendo muy rápido-reclamó antes de volver a ser besado.

-No,- respondió Harry-difícilmente esto es rápido. He esperado esto por años.

El Slytherin rio entre el beso, para su propia sorpresa y la de Harry, y lo dejó seguir, inseguro de cuánto había necesitado también este momento y lo rápido que el dolor de los celos desaparecía cuando el otro se encontraba entre sus brazos. En eso estaban cuando la puerta se abrió y una tos, muy conocida para Draco, sonó.

-Por Merlín, ¿Acabas de despertar y ya te estás besuqueando con el señor Potter? Eres demasiado atrevido, Padre.

Draco se separó con fuerza, notando como una línea de saliva unía finalmente su boca con la del moreno. Se limpió con el dorso de la mano y miró al moreno, que estaba lamiendo sus labios. Sus hormonas se alborotaron con este hecho y se obligó a absorber aire antes de mirar a la persona que acababa de entrar.

-Scorpius.- Saludó tratando de sonar formal, pero su voz estaba ronca y sus cara totalmente roja. El rubio menor rió travieso pero se quedó donde estaba, esperando a que Harry le hiciera un lugar en la cama para que pudiera sentarse.

-Ese soy yo.-Respondió y luego, para mortificación de Draco, lo miró burlón- ¿No que no te gustaba?

-No tientes a tu suerte, Scorp.-Le reclamó firmemente- ¿Puedes decirme por qué las barreras me están enloqueciendo y quebrando la cabeza? Ya que estamos hablando de lo que me gusta, las migrañas definitivamente no lo hacen. Te juro que si hay sangre en las paredes o las losas o la Mansión se está quejando por algún tesoro familiar que tocaste sin permiso…

El rubio menor se sonrojó y Harry lo miró divertido.

-Bien, los dejaré solos. -Comentó parándose y saliendo de la habitación, pero en medio del camino a la puerta, le revolvió el cabello a Scorpius, quien gruñó bajito, pero siguió caminando hacia su padre.

-Lo veré en casa, Señor Potter.

-Hasta luego, Scorpius-le dijo antes de salir.

Draco alzó la ceja

-¿Lo veré en casa?

-Supongo que irá por Lily y Albus.-Respondió el slytherin y su padre hizo un gesto de creencia a su falsa mirada inocente.-Y James...-prosiguió Scorpius con más cautela.

Draco suspiró, aguantando la pregunta de ¿Todavía no se ha ido? que intentaba salir de sus labios. Si James aún estaba en la Mansión, Draco tendría que encargarse de que no hablara. Por Morgana, esperaba que no fuera él quien estaba estresando a la mansión.

-Todo va bien con James, padre-aclaró Scorpius cuando reconoció su mirada preocupada.- Él... bueno, no creo que diga nada acerca de lo que pasó, solo me pidió comodidades para su madre.

-¿Comodidades?

Scorpius sonrió culpable.

-La envié a las mazmorras.

-¿La enviaste ahí, frente a todos?

-Mmm si.

-¿Qué le has hecho exactamente?

-Intenté matarla con las barreras. El señor Potter me detuvo.

Casi oyó el gemido de dolor de su padre.

-Eres demasiado joven para controlar con éxito las barreras, Scorpius-regañó levemente.- Dijimos que te las pasaría poco a poco, para que aprendieras a controlarlas.

-Bueno, pude parar a tiempo antes de matar a James. Y en ese entonces no creí que pudieras cumplir esa promesa.

Draco resopló.

-¿Y eso te guió a matar al hijo del Jefe de Aurores? Merlín, Scorpius ¿Cómo se supone que ibas a arreglar esto si no lograbas parar a tiempo?

El rubio bajó la mirada apenado.

-Lo siento Padre. Es solo… estaba enojado y tenía todo ese poder en mis manos…solo pensaba en tener justicia por mi propia mano ¿Nunca te pasó?

-Por supuesto que sí, Scorp. Pero todo tiene un momento. Ese no era el tuyo.

-Lo sé.

-Bien-expresó revolviendo su cabello, con una gran sonrisa- Es bueno que aún me tengas por aquí.

Scorpius sonrió.

-Si. Estoy feliz por ti, padre. Me alegra que tú y el Señor Potter arreglaran las cosas.

La sincera declaración, especialmente mientras hablaban de otras cosas, tomó por sorpresa al líder de los Malfoy pero, tomando en cuenta lo mucho que Scorpius lo había molestado la semana pasada con el Jefe de Aurores, era demasiado notable que el menor lo decía desde el corazón. Tenía la mirada apenada y asustada, temeroso, igual que Draco de lo que significaba. Extendió los brazos hacia él y Scorpius se acurrucó suavemente. No podía imaginar lo que hubiera hecho de nunca más poder abrazar a su padre. Sus brazos eran el único lugar completamente seguro para él en el mundo.

-Gracias-declaró el mayor- Lamento haberte dado este susto.

Scorpius sonrió felizmente y asintió moviendo la cabeza, intentando darle cosquillas a su padre como cuando tenía cinco años. No lo había hecho en mucho tiempo, pero ahora parecía que nunca había dejado de hacerlo, porque a pesar de la edad de Scorpius, el mayor sonrió y sus mejillas se sonrojaron ligeramente, dejando salir pequeñas lágrimas. Si Astri estuviera viva, Draco sabía que ella estaría parada en la puerta; cerca de ellos pero respetando su espacio. Sus ojos se humedecieron levemente cuando miró a la puerta y nadie estaba ahí. Respiró profundo y acarició los cabellos de su hijo, sabiendo que en el fondo, el rubio desearía, por muy bien que Harry llegara a caerle, que su madre estuviera con ellos.

-Gracias por quedarte. Estaba asustado, terriblemente asustado-corrigió Scorpius y el rubio le besó los cabellos.

-Estoy feliz de estar vivo...Por un momento, pensé que no saldría de ésta... Que nunca los vería crecer, que no podría tenerlos de nuevo en mis brazos, no quería morir pero mi vida se iba…

El menor sonrió ligeramente y lo miró a los ojos, con una mirada alegre, pero ligeramente decepcionada.

-Hasta que él te arrastró de vuelta.

El mayor asintió.

-Hasta que él me arrastró de vuelta. -Susurró acariciando sus cabellos-Estoy realmente agradecido con él por permitirme estar unos cuantos años más con ustedes. Nunca había estado más feliz por estar vivo.

-Y enamorado-susurró Scorpius en voz baja y Draco lo separó de él, y lo miró a los ojos.

-Scorpius, ¿Estás molesto?

El menor pareció pensárselo un poco, pero negó.

-Me hubiera gustado que mamá esté aquí- confesó y Draco se mantuvo en silencio. Luego despejó su frente y le dio un ligero beso.

-Lo sé, Scorp.

-¿Lo amas más que a mamá?

-No lo sé. Creo que es distinto. Es como si me preguntaras a quien amo más, si a ti o a Berenice. No podría escoger, porque ame a cada uno desde el momento que nacieron.

El pequeño asintió y cuando miró de nuevo al mayor, él tenía esa mirada llena de vida y esa sonrisa cálida, que tenía cuando su madre vivía. La tristeza que emanaba de ella cada segundo había sido cubierta por paz. Era probable que no estuviera del todo recuperado de la muerte de su madre, pero seguía avanzando... Ambos estaban avanzando, por fin, y entonces comprendió que algún día sus abuelos morirían, y Berenice y él se irían, se enamorarían y tendrían hijos... No quería que su padre se quedara solo nunca más, así que se separó y le dio una gran sonrisa.

-Él me cae bien. -Respondió- Sus hijos me caen bien. Le cae bien a la abuela y a los tíos. Incluso a todos mis amigos. Será genial tener a Harry Potter entre nosotros. Eso hará que vean que no somos tan malos, ¿verdad? - preguntó tratando de pensar en los beneficios que tener a Harry entre ellos podrían tener, - Quizá ahora podamos salir tranquilamente a comer un helado- tanteó tímidamente y Draco asintió con una suave sonrisa.

-Eso espero- respondió feliz ante la esperanza de su hijo y lo abrazó nuevamente, pero apenas su rostro quedo fuera de la visión de Scorpius, su mirada se volvió preocupada. Podía venirles bien, cierto, o podía hacer todo lo contrario. Harry Potter era un asunto público, e involucrarse con él podía ser un tremendo acierto o un absoluto desastre.

Draco era el experto en saberlo.

.

Harry tenía una sonrisa boba cuando salió a la sala de espera pero en segundos se desvaneció cuando todos los presentes en la recepción lo miraron y empezaron a susurrar. Caminó hacia los amigos de Draco y les dio una pequeña sonrisa, que ellos respondieron cada uno a su manera y se puso junto a ellos, dispuesto a convivir unos segundos mientras esperaba a Ron.

-Entonces, Potter- comenzó Blaise apenas dejó de amenazar a la gente alrededor con la mirada, cosa que el moreno agradecía infinitamente- ¿Por qué no nos dijiste que estábamos destinados a ser familia?

Harry tragó saliva ante la frase, y entendió porque Draco se había tensado al escucharla, pero se relajó cuando la esposa del italiano rodeó su brazo y lo alejó de él. Poder, escuchó la voz de su consciencia, que curiosamente se parecía a la de Draco, en su cabeza. Tienes que demostrar que puedes estar a su nivel y no sentirte intimidado, había sido una de las razones que el rubio le había dado cuando le preguntó porque jamás había salido del país y él creía interiormente que no se trataba solo del Ministerio, sino que era una ley de vida para ellos.

-Apenas me enteré fui lo más pronto que pude junto a Draco-respondió. – No pensaba más que en llegar a su lado.

Zabini pareció que iba a responder algo cuando Marioh lo empujó hacia ella y rodó los ojos, dándole una sonrisa irónica a su esposo.

-Vamos, Blaise. Es inútil. Draco le pertenece. Perdiste. Supéralo.

El otro gruñó y rodó los ojos.

-Eso no significa que te la dejaré fácil, ¿oíste Potter? Voy a...

Sus palabras se ahogaron contra el abrazo que Parkinson le dio apenas lo vio.

-Gracias, Harry. Muchas gracias.

-De nada-respondió cuando ella le besó la mejilla.

-Sí, Potter, gracias-Añadió Theo extendiendo su mano hacia él, y Harry apenas la tomó antes de que Daphne también le abrazara con agradecimiento. Miró a sus alrededores, buscando a sus hijos, cuando notó que fuera de Scorpius no había nadie menor de edad en el área.

-Narcissa ha ido a casa y se los ha llevado con ella-comentó Michael cuando lo vio mirar a los lados y hacer una expresión confundida. Harry asintió, aliviado de que ella estuviera con ellos, pues confiaba en que la mujer los cuidaría, del mismo modo en que confiaba antes en Molly, y evitaría que James se metiese en problemas.

-Me alegra. Draco está despierto, por cierto- comentó, y ellos sonrieron y empezaron a caminar hacia la habitación; pero Harry los alcanzó rápidamente- pero tengo que decirles una cosa antes que lo vean. Dijo que tenía dolor de cabeza, y luego preguntó qué había pasado. Cuando le conté que Nott había visto como lo atacaron, él, bueno, imaginó el resto.

Pansy rodó los ojos.

-Y puso esa cara molesta, ¿no? Dime, apuesto que retrocediste instantáneamente y guardaste silencio-rio.

-Si.

-No te preocupes, Potter. Él puede ser peor que nosotros. Sabe que era necesario. Lo que me hace pensar en qué te metiste.

Harry sonrió.

-En algo mortalmente emocionante.

-Oh, Harry. -Se burló Michael-No dudes de lo de mortalmente, te aseguro que a partir de hoy no lo olvidarás.

Marioh asintió acercándose a los dos hombres. Puso una mano en su mejilla, y añadió con un suspiro sufrido

-Olvídate de tu sentido moral, Harry, no vale la pena con ellos. Simplemente no escuchan a nadie cuando ya decidieron hacer algo.

Daphne rió entre dientes, totalmente divertida. Probablemente porque de los tres cónyuges de los slytherin, era quien los conocía de más tiempo y había crecido a su alrededor, pero no parecía molesta por lo anterior.

-Por supuesto que sí. No creías que eran el cuarteto plateado por ser los más guapos, ¿no? Su elegancia, astucia e inteligencia superaba al resto con creces-exclamó como si fuera de lo más natural y estuviera orgullosa de ello. Como si la cara del auror le recordara algo titubeó- Pero no dirás nada ¿Cierto, Harry?

El auror miró a los otros, sintiéndose amenazado ligeramente, pero captando el temor en las palabras de la mujer. Después de todo él era el Jefe de Aurores, y ellos sabían que no les solaparía todo. Al final se alzó de hombros y asintió; después de todo, no creía que el mismo Draco pudiera haber cambiado por completo a pesar de los años. Era un Malfoy, era un slytherin, y había sido un mortífago... La palabra peligroso y engañoso venían con él y sus amigos por inercia y el Salvador del Mundo Mágico lo supo desde el principio.

-No diré nada al respecto lo que pasó hace rato en la Mansión, si es lo que me preguntas-respondió y Daphne sonrió aliviada.

-Gracias, Harry-expresó antes de empezar su camino a la habitación de Draco.

-Esa fue una buena decisión, amigo-le dijo Michael más tarde en voz baja cuando los Slytherin habían desaparecido por el pasillo-Ellos son como niños, protegidos por una burbuja que creó Draco desde su infancia. Un mundo feliz para ellos donde nadie podía dañarlos, donde siempre podían regresar; primero en las Mazmorras y luego en Malfoy Manor. Solo tienen una regla, estar para el otro siempre; en las buenas y en las malas. Si hubieras reaccionado diferente ellos inmediatamente llevarían sus sospechas a Draco.

-¿Y qué haría él?- preguntó ligeramente irritado- ¿dejarme?

-No lo sé, pero te aseguro Harry, que no permitiría que lastimaras a ninguno de nosotros.

Harry frunció el ceño.

-No lo tomes personal. Nunca hubiera permitido que te acercaras al grupo si existía la posibilidad de que arruinaras todo. Creo que demostró esa confianza hacia ti desde el momento que te llevó a la reunión anual de quidditch. Es solo que con el paso del tiempo se han vuelto más y más cuidadosos con la gente a la que le dan su confianza. Fue un maldito infierno llegar al punto donde estamos, pregúntale a Marioh. Daph la tiene más fácil, porque creció con ellos y entiende esa interacción extraña que mantienen pero incluso ella pasó por los celos iniciales y las peleas matrimoniales acerca de lo correcto, lo malvado, lo necesario, lo justo y lo peligroso. Es difícil acostumbrarse y sobre todo aceptarlo. Queremos ser los primeros con quien compartan los logros, con que expresen sus tristezas, saber al menos que planean… y es un proceso duro para ellos cuando tratamos de independizarlos y hacerles ver que una vez emparejados, lo primordial son sus esposos, hijos, etc. Logran hacerlo, pero finalmente te das cuenta que no pueden evitar correr hacia los otros miembros del cuarteto con facilidad; porque cuando una persona sobrevive a un mundo que no lo comprende, que insiste en acabar con él, suele apegarse con fuerza a quien le da la mano y ese lazo se vuelve eterno y necesario para ella. Yo no viví la guerra, pero sé que fue difícil para ellos y necesitan asegurarse que el tener una pareja no los alejará de los otros. Se necesitan. Cada uno tiene un papel en la vida de los tres restantes, cada uno comprende los miedos y pesadillas a un nivel que jamás entenderemos porque no estuvimos ahí.

Harry se quedó un momento pensando.

-Aun así, -continuó el otro-saben que no pueden curarse entre ellos mismos y que necesitan de alguien que no haya pasado por eso...

-Yo viví la guerra.

-Lo sé, pero fuiste todo lo opuesto a Draco. Tú fuiste el héroe y viviste terribles cosas, pero nunca mataste a más de una persona para sobrevivir. Nunca les pusiste trampas, ni los maltrataste para el placer de alguien. Ellos lo hicieron, cada uno de ellos, y se avergüenzan de eso y no pueden hablar de eso fluidamente. Sentirás que Pansy, Blaise y Theo se meten en tu vida más de lo necesario, pero al final todo tomará su cauce. Aunque dado que tú estás con Draco, y eres un hombre con el cual apenas conviven, es probable que Blaise no te deje vivir en paz por mucho tiempo.

-Ellos fueron...

-¿Pareja?

Harry asintió y Michael suspiró.

-No estoy seguro que ellos hayan tenido una relación. Es difícil saber qué pasó con ellos en Hogwarts, pero desde que los conozco parecen ser más como hermanos.

-Ya veo.

-Sé que Draco estuvo enamorado de un chico antes de la guerra-mencionó Michael estirándose- pero ellos guardan su nombre como secreto militar. En realidad no importa mucho, porque Draco, bueno, ya sabes, amó a Astoria; y no estoy muy seguro de lo que ustedes tienen, pero probablemente sea también amor. Algo diferente, pero amor al fin y al cabo.

Harry sonrió sintiéndose mejor. Cada vez que alguien mencionaba a Astoria lo envolvía un pesado sentimiento. Una mezcla de envidia y tristeza que golpeaba fieramente su estómago. Escuchar que alguien cercano a Draco creía que podían tener algo, a pesar de su pasado, era confortador.

-Hubieras sido un estupendo Ravenclaw, -mencionó mirándolo a los ojos-¿Te lo han dicho?

Michael bufó.

-Pansy se queja constantemente de ello. Draco y Theodore se casaron con chicas Slytherin, después de todo, y Marioh es realmente parecida a ellas, así que quieren pensar que es otra slytherin. Que yo claramente sea diferente, es algo que aún no logran superar; pero gracias a ti estaré libre de las bromas, porque al fin y al cabo, tú eres un gryffindor. Tienen un botón en su cabeza o algo así que se accionan cuando están cerca de uno. Imagínate hubiera sido un hufflepuff, aún con tu llegada estaría acabado.

El moreno sonrió y lo miró divertido. Admitiendo que probablemente fuera cierto, comenzó a reír.

.

Cuando una pequeña cama apareció en la celda, junto a una lámpara de noche, un pequeño toilette y un lavabo apenas ocultos por una cortina, Ginny sintió que sus ataduras desaparecieron, y caminó hacia el pequeño baño, indecisa de que significaba ello. Usó el toilette, se dirigió al lavabo y al verse en el espejo se sintió humillada. Su cabello estaba enmarañado, sus ojos hundidos y su piel sucia. Había caído bajo, se dijo. Ni siquiera tenía el ánimo de seguir peleando.

-Espero que te guste- escuchó una voz cerca de ahí, y salió detrás de las cortinas solo para encontrar a la mujer que le salvó la vida a Harry una vez, Narcissa Malfoy- He estado esperando con ansias el momento de verte nuevamente a solas, Ginevra-expresó ella con una sonrisa cortés que no lograba ocultar lo frío de sus ojos.

-¿Por qué tanta amabilidad?-preguntó Ginny sin emociones y la mujer apareció una fina silla y se sentó frente a ella, dispuesta a conversar.

-¿Realmente no puedes pensar la razón por la cual estoy brindándole mi compañía a una prisionera? ¿A la prisionera que casi mató a mi hijo con un sectusempra? ¿Que crució a mi nieto cuando era casi un bebé? ¿No se te ocurre nada?, preguntó y la pelirroja la miró sin más. La mujer suspiró y negó con la cabeza, antes de responder.

-Es gracias a tu hijo, Albus. Por supuesto. Lo pidió por su hermano James, pero bueno, era obvio que sabía que si Scorpius nos lo pedía no nos negaríamos. Deberías estar orgulloso de él, es un gran chico.

Ella ni se molestó en contestar.

-Supongo que no estás contenta aquí; bien, yo no estuve contenta cuando mandaste a Draco en San Mungo.- Reprochó duramente- Sin embargo, debes saber que está vivo y sano-sonrió- y que gracias a ti, pronto Harry pertenecerá a la familia.- Sin pasarle por alto las emociones que traslucieron momentáneamente en Ginevra, prosiguió- Harry, tan buen hombre, aun no entiendo como Draco podía mantenerse alejado de él siendo que no sólo es el Héroe del Mundo Mágico, sino también su pareja destinada.

El pequeño sonido ahogado de Ginny le dio una gran satisfacción a Narcissa y se acercó a ella, sonriendo de una forma dulce mientras sus ojos brillaban peligrosamente.

-Mientes-gruñó ella bajito y la miró con ojos furiosos- ¡Mientes!

-No, no miento. Gracias a ti, Potter lo ha descubierto y Draco no puede ocultarlo más. Gracias a ti, la custodia de Lily será definitivamente de Harry. Gracias a ti, estás en mis territorios, jugando bajo mis reglas.

La pelirroja respiró profundo.

-Cuando salga de aquí me lo pagarán, todo. ¡Todo! - gritó Ginny- Cada cosa que me han hecho.

Narcissa negó suavemente con la cabeza.

-Oh, Ginevra. ¿A qué te refieres?

-¡¿A qué me refiero?!-ironizó-Me refiero a lo que Zabini...-la voz se le trabó en la garganta de Ginny y no pudo continuar, porque incluso pensar en ello le ocasionaba un fuerte dolor de cabeza, que crecía con fuerza cada segundo. La terrible sensación la hizo caer de rodillas y sujetarse la cabeza, dando un grito de dolor.

-Será mejor que pienses en algo más... complaciente.

Ella miró a la rubia con rabia.

-¿Qué me hicieron?

-¿Quienes?

-Ellos, Zabini y Parkinson. Nott.

-No lo sé. No creo que te hayan hecho nada. ¿Por qué habríamos de arruinar más aún nuestras circunstancias, dañando a Ginevra Weasley, dueña de una Orden de Merlín de Primera Clase?

Ella enrojeció.

-Por supuesto que iban a buscar la manera de...-cuando su voz se interrumpió de nuevo, empezó a asustarse.

-¡¿Qué diablos me hicieron?!

-No te han hecho nada, querida Ginevra. Tú estás muy agradecida de que te encontráramos malherida y te diéramos asilo en nuestro hogar, donde te brindamos mejores facilidades que las que merecías. Por supuesto, nosotros no sabíamos que fuiste tú quien hechizó a nuestro querido Draco. Sin duda, cuando nos enteramos, solo pudimos llamar a los Aurores.

-¡Eres una mentirosa!¡Una víbora! Les diré a todos que me han puesto en una habitación.

Sus ojos se abrieron con sorpresa cuando notó que no podía decir 'celda' y había cambiado la palabra sin pensarlo. Lo intentó de nuevo.

-Que me han sanado.

No podía, no podía decir crucio.

-Que me han cuidado.

Sus ojos miraron fijamente los azules frente a ella quién, complacida, la observó antes de darse la vuelta y marcharse. Cuando sus pasos se detuvieron, justo antes de desaparecer de la vista de Ginny, giró y sus miradas se encontraron una vez más. Hablando como si sus palabras como si fueran una condena.

-Si vuelves a tocar a mi hijo, me encargaré de eliminar lo que más amas fuera de los Potter. Lo exterminaré hasta que no quede rastro alguno.

Salió y la gryffindor solo pudo apretar los dientes y los puños, a medida que incluso el sonido se iba y quedaba todo nuevamente en silencio.

.

James era el nieto de un merodeador y como tal, la curiosidad estaba en sus venas. Sabía bien que por el bien de la relación con Albus y los Malfoy no debía husmear en las mazmorras, pero el gran castillo era un enorme y complaciente desafío así que se permitió hacer un mapa del lugar y empezar a recorrer lugares. Lo primero que vio con interés fue el campo de quidditch, lo segundo el salón de baile, lo tercero, las habitaciones de sus hermanos.

Estaba a punto de abrir la puerta de una habitación más, cuando la voz de Scorpius, enfadada, lo detuvo.

-¿Qué diablos crees que estás haciendo?

El sobresalto que tuvo lo hizo abrir la puerta de golpe y caer dentro. Elevándose nuevamente, se frotó la cabeza con una pequeña queja; pero lo que vio dentro lo dejó congelado.

Eso era…

-El espejo de Oesed-exclamó maravillado pero Scorpius suspiró y negó con la cabeza, antes de correr hacia una mesa y tapar el reflejo.

-Ese no es el espejo de Oesed-exclamó con firmeza.

-¿Entonces qué es?

El rubio se mordió ligeramente el labio y miró a James, como si dudando si decirle la verdad. Finalmente se detuvo frente al espejo y destapó un pedazo del vidrio, admirando algo que James no podía mirar.

-Es su hermano.

-¿El espejo de Oesed tiene un hermano?

Scorpius acarició el espejo y asintió.

-¿Cuál es su nombre?

-No lo sé, nunca tuvo, creo. Solo fue un encanto fallido, como muchas otras cosas de los Malfoy.

-¿Por qué está aquí?

-Un Malfoy creó el espejo de Oesed hace mucho tiempo, con la intención de mirar nuevamente a su esposa y a su familia, quienes murieron en un accidente. Reflejaba el deseo de su corazón, que estuvieran vivos, con él, pero enloqueció, porque no fue suficiente. No comía, no bebía, no se movía de su lado. Quería hacer que lo miraran, que le respondieran, que volvieran a vivir. Sus familiares, angustiados, intentaron separarlo por la fuerza; pero como él lo creó siempre lo encontraba. Finalmente lo llevaron a Hogwarts y fue escondido ahí, el único lugar donde él no podía encontrarlo por alguna razón. Enfadado por la traición de sus propios familiares, él se negó a ver a nadie más, diciendo que era suficiente con la compañía de su esposa e hijos. Su hermana, angustiada por el hecho de que ahora él parecía verlos, intentó ayudarlo creando este espejo, el espejo de realidad. Nada puede engañar este espejo. Te mostrará la verdad por más cruel que sea o te niegues a aceptar.

James abrió la boca ligeramente.

-¿Y lo logró?¿Lo salvó?-preguntó totalmente interesado en su historia, pero el menor negó con la cabeza.

-No. Se suicidó. Dicen que cuando su hermana logró hacer que se mirara en el espejo se vio todo demacrado y solo. En ruinas. No lo soportó.

-Eso es horrible.

-Fue creado con las mejores intenciones, pero al parecer los Malfoy tenemos ese problema. A veces solo empeoramos las cosas.

-Luego, ¿qué pasó?

-Ella, totalmente angustiada y enloquecida por los resultados de su obra, cuya intención era ayudarlo a seguir adelante, miró en el espejo y gritó. Su familia preguntó la causa y ella respondió que ella y su hermano habían creado algo imperdonable. Decidida, lanzó hechizo tras hechizo al espejo, pero este nunca se quebró. Se mudó lejos y no volvió a ser vista, pero dejó el espejo.

-Si yo me reflejara en él.

-Probablemente no verías algo tan grave. La mayoría de las personas solo se verían a sí mismos. La abuela dice que la hace ver mejor que lo que es, que es bueno para subir la autoestima. Mi padre dijo que durante mucho tiempo solo se vio a él.

Tragando saliva el castaño se acercó al espejo, e iba reflejarse, cuando Scorpius lo tomó del brazo y lo empujó hacia afuera. Cuando la puerta fue cerrada, y el rubio usó magia para asegurarse que se quedara así, él lo miró sin comprender.

-Padre me dijo una vez que en ocasiones es mejor desear y seguir esforzándose, y en otras aceptar ciertas cosas lentamente y resignarse. Buscar algo con fuerza es una motivación a vivir; y aferrarse al pasado y quedarse en él, es una forma de morir. Puede que solo te veas a ti mismo, pero puede que veas otra cosa. No necesitas que un espejo te diga la verdad sobre ti.

-Pero... ¿Qué ves tú?

-Vi la tumba de mi madre. -Respondió-Vamos, te estaba buscando. Es hora de comer algo.

El nudo en su estómago al recordar la forma en que Rose se burló del rubio cuando su madre murió y lo satisfecho que estuvo de eso, se instaló en él con pesadez; y siguió al rubio en silencio.

.

Cuando Fleur llegó a la madriguera a buscar a su hijo menor, se sorprendió de lo muy angustiada que parecía Molly y lo exageradamente molestos que parecían Percy y George.

-Es imposible- gruñó el mayor de ellos hacia alguien más.-Ginny nunca lo haría.

Sabiendo que la curiosidad era un mal defecto, Fleur se escondió detrás de un muro y escuchó la plática privada. ¿Ginny no haría qué?, se preguntó, pero se mantuvo en silencio queriendo escuchar porque Billy usualmente no platicaba de los problemas con su familia y a ella los otros miembros casi no le decían nada.

-Pues lo hizo-se quejó George y miró a su madre, quien ahora lloraba y ocultaba la cara entre sus manos. - Le lanzó un hechizo a Malfoy que lo casi lo mata, -Fleur tapó su boca para no jadear-solo vivió porque Snape llegó corriendo. Y Rose.

-¿Rose?

-Si, Rose. La queridísima genio, hija de Hermione. No debe sorprendernos que lo salvara, el punto no es ese. El punto es que se fue corriendo y nadie la ha vuelto a ver.

-Merlín.

Percy se mordió el labio.

-¿Qué tan probable es que nos pida ayuda?-lloró Molly.

-Los aurores están buscándola mamá. Por eso vine.

-Y si la encuentran.

-La van a juzgar por intento de asesinato.

-¿Así que Malfoy sigue vivo?-preguntó la mujer-¿Eso no soluciona las cosas?

-Por supuesto que no, mamá-rodó los ojos el mayor de sus hijos presentes- Malfoy solo tiene que reconocerla como su atacante y ellos van a juzgarla.

El gemelo enseguida salió en su defensa.

-Pero es Malfoy, no puede ser tan grave.

-Bueno, por lo que escuché estaba realmente grave y a punto de morir. Si muere, sin duda irá a Azkabán.

-Nadie aprecia tanto a los Malfoy.

-Bueno, tal vez a él no, pero si a Harry. Harry se ha vuelto muy amigo suyo.

Fleur frunció el ceño y pensó en el moreno un momento. Ella nunca había sido amiga de Malfoy, pero tampoco una enemiga. Harry por el contrario siempre fue antagónico al rubio. Aunque últimamente, se veía feliz de estar con él. Bien, feliz era poco, había visto la mirada que Harry le había dado al Malfoy el día que recogieron a sus hijos en la estación. Era una mirada ansiosa, deseosa... Tomó con más fuerza la pared, ¿Qué tan probable era que estuviera enamorado del rubio?

En eso estaba cuando alguien la tomó de los hombros y cubrió su boca para evitar que gritara. Con ojos asustados, observó a Charlie hacerle señal de silencio y asomarse también para ver que platicaban.

Los otros ni lo notaron.

-¿Amigo? Albus y Lily prácticamente se la viven con los Malfoy. –Continuaron los otros, ignorantes de sus visitantes-No me sorprendería que Malfoy sea la persona designada para cuidar a los chicos en caso de que le pase algo a Harry.

-Pero esas somos Ginny y yo- tartamudeó la mujer.

-Mamá, sé realista ¿Realmente crees que Harry las designaría como tutores? No, seguramente va a dejarlos con Malfoy.

-En este momento no importa la custodia, ¿Qué vamos a hacer para encontrar a Ginny?

-Tenemos que esperar a los aurores,- Insistió Percy-y ver qué va a hacer Malfoy. Si va a demandar.

-Merlín, Percy. Claro que va a demandar. Tenemos que esconderla.

-¿De la ley? -Ironizó-Estás idiota. Ella enloqueció. Nos van a tachar de cómplices. Van a comernos por la sociedad.

-Por favor. No me digas que esto se trata de tu puesto de nuevo-ironizó George.

Con el rostro rojo, Percy reclamó.

-¡Claro que no!

-¡Pues no es lo que parece!

-Basta-gritó Molly- Basta. Oh Merlín, no puedo creer que haya hecho esto.

-¡Es culpa de Malfoy! Él vino a jodernos la vida y manipuló a Harry para conseguirlo.

Charlie oyó el gemido de desesperación de Percy.

-No se ve así. Te voy a repetir la escena que los testigos le dieron a los aurores para que te quede claro. Draco Malfoy salió de la chimenea con una bolsa de ropa de bebé, para ir al hospital donde Hermione fue ingresada por él minutos antes cuando Ginny le lanzó un hechizo desconocido que lo dejó casi muerto.

Molly se sobresaltó.

-¿Hermione está en San Mungo?

-Aww-gritó Percy-¡Ustedes nunca me escuchan!

-Porque usualmente dices estupideces.

-Te la estás ganando.

-¿Cómo está Hermione?-preguntó su madre.

-Estuvo a punto de abortar, por lo que escuché.

-Merlín, ¿Ron lo sabe?

-No hasta cuando vine, porque no lo vi por ahí. No pude enterarme de mucho, vine de inmediato cuando escuché que los aurores estaban buscando a Ginny.

-¿Había alguien ahí?

-Estaban los amigos de Malfoy, y Rose.

-Morgana...

-Mamá-exclamó George,- volveré al negocio por sí Ginny se aparece por ahí. Si vuelve a casa, avísame. La ayudaremos.

Ella asintió y Percy resopló cuando se fue.

-No la escondas, mamá. Te meterás en problemas.

-Es tu hermana.

-Lo sé, pero lo mejor es hablar con Malfoy y pedirle que no demande. Ofrecer algo a cambio. Volveré al trabajo, no avisé que saldría.

Cuando notaron que Percy saldría por la chimenea, donde los dos habían llegado, en lugar de la puerta principal como George, ambos se miraron con pánico y corrieron a la cocina.

-Mierda, ¿Qué fue eso? -preguntó Charlie.

-Las cosas han estado tensas entre Ginny y Harry, ella culpa a Malfoy y lo hechizó.

-Joder.

Apenas oyeron que se fueron, ambos regresaron al lugar donde estaba la mujer y la escucharon murmurar sobre visitar a Hermione.

-Mamá, ¿Pasa algo?-preguntó Charlie entrando, como si acabase de llegar. Cuando ella lo vio con Fleur, suspiró y les empezó a contar.

.

-¿Fleur? ¿Señora Weasley?-preguntó Harry sorprendido de ver a las dos mujeres frente a él, dejando al hombre rubio solo en el sofá. La rubia le sonrió levemente y lo saludó con un beso, pero la pelirroja lo observó seriamente, sin decir nada. Harry suspiró y lo dejó pasar.

-Hola, Harry- exclamó una tercera persona, sonriendo al mirarlo, y Harry no pudo evitar sonreír de vuelta y saludar.

-¡Charlie!

La llegada del joven cazador sorprendió a Harry, especialmente cuando le dio un apretón en el hombro en señal de alegría.

-¿Cómo estás?

El moreno se alzó de hombros, extrañado de que no estuviera distante con él.

-Podría estar mejor. Supongo que vienen a ver a Hermione.

-Sí, nos acabamos de enterar de lo del bebé ¿Qué pasó? ¿Cómo está?

-Debo admitir que no sé mucho. Las veces que la he visitado ha estado dormida. Quizá Ron podría darte más detalles, sólo sé que se peleó con Ginny y tuvo una especie de aborto. Por suerte estaba con Draco cuando empezó a sentirse mal y él la trajo. Rose está dormida en el sillón al lado de su cama justo ahora si quieren visitarla.

- ¿Estás esperándola? - preguntó fríamente la mujer pelirroja, y el moreno tuvo la decencia de sentirse avergonzado antes de contestar.

-No, yo estoy aquí por otra persona. Hermione fue estabilizada rápidamente, pero yo vine porque...

-Malfoy-gruñó Molly- tú estabas ocupado preocupándote por Draco Malfoy. No estás aquí por Hermione, ni siquiera te importa cómo está o dónde está Ginevra.

Harry suspiró.

-Por supuesto que me importa el estado de Hermione, Señora Weasley. Yo...

-Tú-gruñó la mujer tirándose sobre él- ¡Todo es tu culpa! ¡Nunca debiste aparecer frente a nosotros! ¡Solo has destruido a mi familia! ¡Mis hijos! ¡No dejaste a ni uno sin lastimar!

Charlie notó el impacto que esas palabras le hicieron a Harry, mientras alejaba a su mamá de él.

-Mamá, por favor.

-Señora, cálmese. -Opinó el hombre rubio con el que Harry estaba hablando antes, esto es un hospital.

-Es tu culpa que Ginevra sea tan desdichada. ¡Todo es tu culpa!

Harry tragó saliva cuando todos se empezaron a reunir a su alrededor.

-Mamá-suplicó Charlie.-Basta.

-No ¡Esto es su culpa!

-No es culpa de nadie que Ginny atacara a Malfoy. Malfoy incluso estaba ayudando a

Hermione.

-Y la estaba ayudando porque él la separó de nosotros y ella se vio en la necesidad de contar solo con él.

-Eso es tonto- se quejó Michael- Draco no la obligó a nada.

-Por supuesto, tenía que ser alguno de sus amigos.-Se quejó la mayor-¿Por qué, Harry? Yo te di lo mejor, te ofrecí una familia, amor de una madre. ¿Por qué me hiciste esto?

Harry hizo una mueca.

-¿Por qué estás aquí con él, en lugar de estar con Ginevra?

Fleur observó cómo llegaban más y más personas.

-Por favor, retírese. -Se acercó una enfermera a Molly-Está alterando la calma del hospital.

-Molly, todos te están viendo. – Susurró la rubia, intentando tomarla del brazo y alejarla del resto, pero ella golpeó su mano, sin mirarla.

-No me importa-lloró la mujer, ignorando los cuchicheos.

- ¿Mamá? -se escuchó la voz de Ron, mientras atravesaba a la gente. Harry lo miró agradecido de su oportuna llegada- ¿Qué haces aquí? -preguntó y luego miró a Harry.-¿Qué pasa, Harry? ¿Mione está bien?

-Si, le estaba explicando a Molly que...-inició el Jefe de Aurores y luego miró a Lucius, a quien varios miraban- Malfoy.

-Potter...

Buscando una manera de irse de ahí, tomó la mano de Lucius y lo guió a la habitación de Draco, tratando de ignorar ese nudo en su corazón a punto de deshacerse en lágrimas.

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Pansy resopló con fastidio a medida que el ruido incrementaba afuera. No era por Potter, porque llevaba rato dando sus vueltas alrededor y ya había puesto orden desde hace mucho, así que se preguntó que era tan importante como para interrumpir su plática con sus amigos y la bienvenida a Draco.

-¿Qué es ese estúpido escándalo?-se quejó en voz alta- se supone que esto es un hospital. Si me permiten voy a callar algunas bocas-expresó rodando los ojos y saliendo de la habitación, ante la divertida mirada de sus amigos. Caminó a través de los pasillos y encontró que la fuente del ruido era la gente alrededor de un círculo. Estaba a punto de escabullirse entre las personas para averiguar que estaba pasando cuando por el rabillo del ojo miró a Potter cruzar, y lo siguió.

-Hey, Potter-llamó cuando no pudo seguir su paso- ¿Sabes que está pasando a…? -su voz se interrumpió cuando miró al hombre frente a ella. -Señor Lucius...- exclamó con voz quebrada y el hombre le sonrió ligeramente, antes de abrir sus brazos en señal de esperar un abrazo. Ella sonrió y lo abrazó.

-Hola Pansy-murmuró- Cuanto tiempo, te has convertido en una hermosa mujer. Escuché que te casaste, felicidades.

Ella lo abrazó aún más y luego se separó de él.

-Oh, Merlín. Está aquí. Draco va a enloquecer, -expresó dando saltitos como una niña pequeña- Scorpius está ahí ¡y podrá conocerlo! y Morgana, tengo que llamar a Lady Narcissa.-Susurró emocionada antes de correr a la chimenea, sin despedirse de ninguno.

Harry sonrió divertido y miró al hombre, quien lo miraba curioso por su reacción.

-Parece que estás en buenos términos con ella-inquirió él.

-Ni se imagina. Por aquí – exclamó, guiándolo con cuidado hasta la puerta de Draco. No se sorprendió cuando al abrir la puerta todos voltearon a verlo porque probablemente esperaban el regreso de Pansy, lo que si le sorprendió fue que, apenas ambos rubios se miraron, los ojos de Draco brillaron con lágrimas y se humedecieron. Como sabiendo su fragilidad emocional en este momento Lucius Malfoy, despacio, caminó hacia su hijo, y después de unos momentos lo abrazó con fuerza. Tal como había hecho con Pansy.

-Padre-Draco sollozó y un jadeo sorprendido se oyó de Scorpius.

-¿Abuelo?-preguntó y ambos hombres rubios se separaron. Como ambos, abuelo y nieto, se quedaron congelados, Draco alzó su mano e hizo un gesto hacia su hijo para que se acercara. Él lo hizo, y a medio camino corrió con una sonrisa al encuentro del mayor, casi tirándolo de un abrazo. Lucius pareció demasiado sorprendido, pero luego sonrió y abrazó al pequeño, acariciando su cabeza. Ante tal escena, Harry se acercó a la cama y tomó la mano de Draco, quien sonreía con fuerza ante lo que veía. Probablemente había esperado años para poder ver a su padre acariciar la cara de Scorpius, su cabello, abrazarlo.

-Nunca pudo sostenerlo de bebé- comentó Draco hacia Harry, sabiendo que él había hecho posible que su padre saliera antes de tiempo y lo jaló hacia él, abrazándolo agradecido. – Nunca pudo… -continuó – si no hubiera sido por ti yo nunca…

Harry suspiró y besó a Draco en el cabello, ocultando su mueca llorosa de los demás y abrazando su cabeza. No era el único que lloraba, las chicas, Blaise y Lucius también lo hacían. Éste último se había agachado para estar a la altura de Scorpius.

-Me alegra que este día llegara- susurró antes de besarlo levemente en los labios. Cuando se separaron, Draco le sonrió y él le devolvió la sonrisa.

-Tengo que resolver algo afuera-comentó alejándose unos cuantos pasos. -Espero que te haya gustado tu sorpresa.

Antes de que Draco respondiera, una voz dijo el nombre de su padre y todos voltearon para encontrar a una sonrojada Narcissa, seguida de Pansy, llegando a la habitación.

-¡Lucius!-repitió ella con una gran sonrisa, antes de correr y abrazarlo.

-¡Narcissa!-contestó él, para nada molesto con la excesiva cantidad de abrazos ese día- Oh, Narcissa –susurró y con las pocas fuerzas que le quedaban, tomó a su esposa entre sus brazos y la giró, contento de poder estar en casa. A medida que reía y giraban, observó a las personas a su alrededor y su corazón se hinchó de orgullo y felicidad. Después de catorce años, por fin había vuelto a casa.