Disclaimer: Harry Potter y sus personajes no me pertenecen.


Entre coincidencias y destinos

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Capítulo 15

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Entre preguntas y respuestas

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Michael Edwards había nacido en Estados Unidos y estudiado en Ilvermorny, siendo perteneciente a la Casa de la Serpiente Cornuda, la casa de los eruditos. Sus padres, contrario a él, eran ingleses y habían dejado su país natal hacía tiempo, debido a los rumores del surgimiento de un Lord Oscuro, el cual había eliminado a muchas personas que no quisieron unirse a él y sobre todo, pretendía aniquilar a la mitad de la población mágica. Ellos no eran ricos, podía decirse que pertenecían a la clase media. No obstante tenían una ventaja a su favor, su sangre era tan pura como lo había sido durante generaciones. Sus costumbres, más parecidas a la de los aristócratas que a los denominados Traidores a la sangre, les abrió rápidamente las puertas a la alta clase en su nueva residencia; y esa había sido quizá la razón por la que había sido aceptado como miembro de la alta sociedad sangre pura cuando había vuelto al país de origen de su linaje.

Con la idea de que ese hombre hubiera sido vencido por un bebé, sus padres se habían negado a regresar, seguros de que él volvería. Y habían tenido razón.

Él había vuelto.

Cuando por fin todo terminó, y Harry Potter había vencido una vez más a ese alma oscura, Michael, curioso de lo que vendría hacia Gran Bretaña luego de una guerra que duró años, decidió volver a Europa y mirar todo con sus propios ojos.

Su carrera en periodismo lo guió a querer conocer a los protagonistas de la historia. Lo cual sin duda, lo llevó a el trío dorado. Harry Potter, Hermione Granger y finalmente, Ron Weasley. Amplió uno a uno sus conocimientos, los escuchó de lejos, los miró con detenimiento, siguió cada uno de sus pasos, pero decepcionado había llegado a una triste conclusión.

Habían sido utilizados.

Alguien con una gran inteligencia, que ahora sabía era Dumbledore, había jugado con ellos con tal destreza que había precisado y manipulado sus sentimientos durante tanto tiempo, que había sabido cómo reaccionaría cada persona, qué tanto sacrificaría, cuales eran sus puntos fuertes, cuales los débiles. Él había planeado todo desde el comienzo, y tal como una vez había usado el amor de Newt Scamander por las bestias, para derrotar o al menos disminuir la fuerza de Grindelwald, había usado a Severus Snape, a todos esos inocentes gryffindors, y había aplastado a los slytherins para hacer ver a Harry Potter como todo un héroe.

No negaba que Potter había tenido sus puntos fuertes y destrezas, y que había hecho cosas admirables, por supuesto que no. Una manipulación como tal no hubiera funcionado si tu pieza podía destruirse tan rápido, pero mientras todo mundo alagaba a Potter y compañía, mientras todos le agradecían sus proezas y veían como el Ministerio se volvía menos elitista, Michael fijó sus ojos en los mortífagos. Él no necesitaba saber la historia de Harry Potter, todos lo sabían. Uno solo tenía que decir algo y algún Weasley, o gryffindor confesaría el resto. Potter era otra historia, él no tenía mucho que quisiera compartir y al parecer ni siquiera sabía qué iba a hacer.

No. Michael no estaba interesado en un chico que estaba perdido.

Aún así estaba convencido que alguien ahí llamaría su atención.

Asistió a los juicios, estudió al Ministerio, se escabulló y robó testimonios, se escabulló en Azkabán, solicitó una entrevista a los que fueron liberados. Nadie respondía.

Y entonces Pansy respondió.

Para ser sinceros, no había escuchado de ella algo más allá de cómo había dicho que debían entregar a Potter, pero aún así asistió a su entrevista porque había sido la única que había respondido y porque tenía una buena corazonada sobre ello. Pansy, con sus ojos verdes distantes, le dejó saber cómo había vivido la historia. Cómo había sido tratada por sus compañeros de bando. Cómo era tratada por los aurores que ahora la vigilaban. Como la gente en los lugares públicos la trataban a ella y sus amigos. Cómo el ministerio estaba cobrando el unirse a Quien no debía nombrarse.

Era obvio que era maltratada, pero a nadie le importaba.

Se preguntó por qué, si se suponía que todas esas amables personas habían ganado la batalla.

¿Por qué una chica como ella se involucraría de más en una guerra así?

¿Por qué tantos alumnos se habían involucrado?

Las preguntas, después de todo, eran el punto fuerte de Michael.

Estudió a los familiares involucrados.

Estudió a cada estudiante, su personalidad, su círculo social.

Y entonces encontró a Draco, juzgado después de una breve estadía en Azkabán.

El antagonista escolar de Harry Potter, el hombre que había infiltrado a los mortífagos en un castillo hasta ese momento impenetrable. El hijo de la mano derecha del Lord.

Según palabras de varios otros alumnos, entre ellos Ron Weasley, era un niño mimado, cizañoso, odioso, manipulador e insoportable, así que esa idea en mente, Michael había intentado encontrarlo. Cuando lo hizo, la guerra había dejado visiblemente a un niño quebrado, perdido y solo... sin dinero, sin posición, sin altivez. También manipulado pero, a diferencia de Potter, Malfoy tenía una mirada que gritaba que sabía qué debía hacer a continuación. Su mirada gritaba miedo, indecisión, culpa, pero también tenía determinación.

Michael se sintió embelesado por él de inmediato.

Draco Malfoy, el opuesto de Harry Potter, había sabido que lo usaban, pero había actuado bajo órdenes para salvar a su familia. Había sido utilizado para resaltar a Potter por Dumbledore, para atacar a Potter por el Lord. Era un personaje engañoso, del que todos tenían su propia opinión. Según los mortífagos era un cobarde que no había podido asesinar a nadie, según Parkinson era valiente y amable, según Severus Snape era más listo de lo que podías imaginar, según Astoria Greengrass era fuerte. Ahora que su amo se había ido, que los padres de la mayoría habían sido encarcelados, y él había salido libre, todos los slytherin giraban alrededor de él como obreras siguiendo a su reina. Incluso los que no lo hacían, se veían atraídos a sus movimientos.

En una guerra donde solo habían quedado despojos, Malfoy estaba volviendo éstos útiles. Estaba creando alianzas. Estaba construyendo puentes. Emergía un reino. Un reino que tarde o temprano golpearía al bando que los había ganado, e incluso al Ministerio.

Cada paso, cada persona, todos tenían un lugar y un tiempo.

Y entonces se dio cuenta un día, Malfoy estaba jugando.

Qué divertido.

-¿Draco Malfoy?-preguntó un día que lo vio salir a Callejón Diagon. Eso casi nunca pasaba y el otro se negaba a darle una entrevista, a pesar de que él ya había hablado con Parkinson. Y como él se había negado, sus otros amigos también lo habían hecho y las puertas se le habían cerrado a Michael en la cara. Tan triste, sonrió Michael sin resignarse. Él lograría hablar con él.

-¡Malfoy! ¡Un minuto!

Los ojos plateados lo miraron con indiferencia antes de detenerse.

-Si vienes a ver que puedes utilizar contra Potter, puedes irte.

-De hecho-exclamó él- me gustaría entrevistarte. Me gustaría conocer tu lado de la historia.

-Mi historia no tiene nada interesante-respondió Draco fríamente-si me disculpas.

-Oh, por el contrario, yo creo que...

Draco rodó los ojos y se desapareció.

Se había ido.

Nadie les prestaba atención. Pudo haberse quejado de los aurores, pudo haber dicho cosas en contra de Potter, intercambiar algo por información.

Pero no había hecho nada.

¿Por qué, si antes corría a contarle todo a Rita?

¿Era porque Potter atestiguó a su favor?

¿Era porque no le convenía?

Michael se moría por saber. Se moría tanto por saber que un día tomó sus cosas y acampó en las afueras de Malfoy Manor.

-¡No voy a rendirme Malfoy!-le gritó a la nada-¡Hablarás conmigo y me quedaré aquí el tiempo necesario!

Había parecido una buena idea, hasta que empezó a nevar.

-Me quedaré-insistió tartamudeando y tapándose lo más posible con su chaqueta- Sé que puedes oírme.

En algún momento se durmió.

Cuando despertó estaba en un sofá, junto a la chimenea. Malfoy y su madre se encontraban sentados frente a él.

-Eres tan malditamente insistente-exclamó el menor- ¿Sabes que pasaría si un reportero muere frente a mi Mansión? Dirán que te maté.

Michael asintió.

-Si, era mi último recurso.

El rubio suspiró.

-Bien, ¿qué quieres y por qué?

La cara de Michael se iluminó.

-Quiero tu historia, por supuesto. He escuchado una parte de Parkinson, pero deseo saber qué pasó en la mansión, qué paso con cada uno de los que estuvieron aquí y que no aparecieron más.

Draco entrecerró los ojos.

-¿Por qué?

-Oh, porque quiero saber la verdad.

-Por favor, a nadie le interesa la verdad. Tienen un héroe y él está muerto. Quieren dinero y compensaciones. Quieren culpables.

Michael asintió.

-Lo sé.

El rubio se mantuvo en silencio.

-¿Y qué obtendré a cambio de decírtelo?

-¿Mmm que publique la verdad y te ayude a ti y a tus amigos a recuperar un poco su imagen?

Draco rió amargamente.

-Eso no pasará. Michael Edwards. Nacido en América. Cuyos padres son Jennifer McKnee y Phillipe Edwards-exclamó convocando una hoja que al parecer estaba llena de información sobre él-jamás había escuchado hablar de ti. Tu opinión no tiene peso aquí en Gran Bretaña.

Michael hizo una mueca.

-Bien. Eso es verdad. Pero puedo hacerte bien en Estados Unidos. Puedo abrirte un mundo nuevo.

Los ojos de Draco brillaron interesados.

-¿Y por qué harías eso?-preguntó- ¿Qué ganarías tú?

Michael sonrió.

-Tú, Draco Malfoy, me dejarás entrar en el grupo más selecto del mundo mágico. El de los sangre puras.

-¿Por qué?

-Oh, más que nada quiero aprender más cosas de ellos.

Con una mirada de desconfianza, Draco negó.

-No confío en ti.

-Entonces, sé mi amigo-exclamó entendiendo la mano hacia él.

-Draco-exclamó su madre.

-Oh, vamos, no he tocado ni una vez a Potter ni hablado con él.

-¿Qué tiene eso que ver?

-No puedes decir que estoy de su lado.

-¿Crees que esto se trata de lados?

-Creo que estás haciendo algo. Que tú definitivamente tienes un lado y aliados, y estás peleando una batalla en secreto. Y quiero saber.

Draco sonrió irónicamente.

-¿Quieres ser una de mis piezas?

-Quizá. Si me ayudas también cuando lo necesite. Sé que hay información a la que normalmente uno no puede acceder.

-Uno normalmente no hace cosas de esta manera por simple información que ni siquiera está seguro que va a necesitar.

Michael sonrió.

-Oh, vamos. Me caes bien. Te caigo bien. Sólo acéptalo.

Draco alzó la ceja.

-¿Qué te hace pensar que me agradas?

-Bueno, pudiste haberme dejado morir congelado, nadie sabía que estaba aquí. Pudiste haberme enterrado en cualquier parte de tu amplio terreno pero no lo hiciste. Ergo, te agrado, o ya has pensado algo que puedo hacer por ti.

El rubio asintió pensativo.

-Bien, ¿tienes pluma y tinta?

Michael asintió animado y se preparó para escribir.

-Lo conocí cuando tenía once años…

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Al igual que esa vez, Michael tomó su pluma y empezó a escribir

¿SERÁ GINEVRA WEASLEY LIBERADA POR EL MINISTERIO?

Hace unas horas, Ginevra Weasley fue capturada por el Ministerio, luego de haber atacado públicamente a Draco Malfoy en el Callejón Diagon mientras éste regresaba a San Mungo donde fue hospitalizada Hermione Granger, tras un inoportuno suceso. Testigos dijeron que vieron a Ginevra Weasley llamar al Señor Draco Malfoy, quién salía de una chimenea para atacarlo ante una población indefensa de magos, que hacían sus compras diarias. Sin embargo, en medio de los interrogatorios que los aurores hicieron a testigos del ataque, el ministerio pareció tener una obvia preferencia sobre el atacante a la víctima. ¿Es porque se trata de Draco Malfoy, un habitante no muy apreciado en la sociedad mágica, o porque nunca podría juzgarse y condenarse a alguien como Ginevra Weasley? ¿Es ella más importante que un ciudadano común y corriente? ¿No ella pudo errar y herir a otros en sus alrededores? Durante años los miembros de la comunidad mágica…

Si , Michael era conocido por muchas cosas, entre ellas ser el esposo de la mejor amiga de Draco Malfoy, y crear un libro acerca de la guerra en Gran Bretaña que solo había sido vendido en el lugar donde creció; pero sus notas eran confiables, sus fuentes verídicas y tenía una gran reputación en ambos países.

El Ministerio jamás habría podido acusar a Michael de decir mentiras. No cuando Ginevra había perdido el control frente a todos. Y se lo repitió mientras escribía a través del pergamino.

Tal vez podría entrevistar a Hermione Weasley, para tener más ideas.

Debería ir por la elfo niñera.

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La casa Weasley siempre había sido un remanso de paz, alegre y hogareña. Incluso en sus momentos más difíciles, algo que definía a la familia Weasley era la manera en que se apoyaban unos a otros, incluso en sus momentos difíciles. No obstante, cuando Bill cruzó la chimenea, seguido de todos sus hermanos, pudo notar el ambiente pesado entre su hogar, donde sus padres intentaban que Ginny hablara tranquilamente con ellos, mientras ella los ignoraba y daba vueltas alrededor de la cocina, como una leona fuera de control que intentaba escapar de una jaula tras otra a toda costa.

Apenas cruzaron la puerta de la cocina, la pelirroja se puso de pie y cruzó junto a ellos en dirección de la chimenea. Bill no tuvo que pensarlo mucho para saber a dónde se dirigía, probablemente iba a tomar venganza o a huir; así que la tomó del brazo y la detuvo, ante la sorpresa de sus hermanos, quienes ya estaban de un humor confuso y apagado.

-¿Bill?-preguntó dudoso Ron cuando él se detuvo, pero cuando vio lo que tenía en sus manos, lo comprendió. El mayor lo ignoró y fijó sus ojos en su hermana.

-Siéntate-ordenó.

-No, no voy a quedarme aquí. Debo salir, es la mejor opción.

-Ginny, siéntate.

-Dije que no, suéltame. Él mandará a los aurores... Harry sabe que me traerán aquí, y él está de su lado, y ...

-Ginny.

-¡Déjame ir, Bill!

-Siéntate-ordenó con mucha fuerza éste, y probablemente sus ojos demostraron algo lobuno porque Ginny retrocedió asustada y se quedó quieta. Al ver la reacción de su hermana, el mayor suspiró intentando calmarse y la miró, como si esperara verla tomar asiento y obedecer sus palabras; pero cuando ella no lo hizo, indecisa y temerosa, él la llevó a una silla y la forzó a hacerlo. Cansado, Bill se frotó los ojos y suspiró. Ninguno de sus hermanos dijo nada ante sus acciones, y tampoco sus padres. Se preguntó por qué era así. Todos eran mayores que ella, todos habían forjado su propio camino y eran respetables a su manera, era el deber de todos corregirla si sabían que hacía mal, pero parecía que nadie, ni sus padres, podían o querían controlarla. Ginny había sido determinada en su infancia, centrada, ambiciosa, y ciertamente había tenido una obsesión por Harry... la guerra parecía haberla vuelto fuerte y valiente, pero con el paso de los años y su fama como jugadora de quiditch y heroína de guerra, se había vuelto mimada, voluntariosa, y demasiado astuta para su bien. Bill había esperado mucho de ella, pero con el matrimonio, los hijos y el dinero había cambiado tanto, que llegó al punto de ignorar a uno de sus hijos, cruciar a un hijo ajeno, e incluso intentar matar a Malfoy.

Merlín, ella tenía un problema.

Charlie ya había intentado hablar con ella una vez, Ron también, y ella los había ignorado y había alardeado que ellos envidiaban su posición. George era casi su secuaz, y Percy, Merlín, pensó frotando sus sienes, Percy había utilizado la posición de su hermana para sus propios logros. Realmente no culpaba a Harry por intentar alejarse de ellos.

Bien, se dijo era su turno.

Si él no lo lograba, ya nadie lo haría.

-Bien, vamos a hablar-exclamó con voz seria-y vamos a solucionar esto de una vez por todas.

-Bill-exclamó con una sonrisa nerviosa George- No hace falta que pongas esa mirada.

Él lo miró con ojos enfadados.

-¿No hace falta qué?-preguntó.

-No fue tan grave...

-¿No fue tan grave?-gruñó y sus hermanos temblaron ante el sonido de su voz- ¿No fue tan grave lo que hizo que la magia le permitió a la magia cobrar? ¡La magia lo permitió! Cómo puedes decir... ¡Ella tiene suerte de estar viva, George! Tenemos suerte de siquiera saber dónde estaba.

Charlie se acercó a él y con cuidado separó la mano de su hermano mayor de su única hermana, y solo entonces Bill notó las marcas que estaba dejando en su brazo.

-Vamos a tomar asiento, ¿si?-exclamó el domador como si hablara con un dragón. Era muy raro que Bill dejara salir a su bestia interior, tenía que estar realmente muy enojado, pero cuando lo hacía, Charlie y Fleur eran los únicos que podían calmarlo. -Todos nos sentaremos y escucharemos lo que pasó, y hablaremos de lo que haremos a continuación ¿de acuerdo?-Exclamó, y el mayor asintió y respiró profundo intentando calmarse, antes de buscar una silla y tirarse en ella.

-Yo tengo que volver a...-empezó Percy, pero Charlie lo miró y recalcó.

-Todos.

Los demás asintieron y buscaron su propio lugar donde sentarse.

-Mamá, por favor, deja de llorar-pidió Ron.

-¿Tú sabías que tu hermana estaba atrapada en la mansión de los Malfoy?

Ron negó.

-No.

-Harry estaba ahí.

-Él dijo que no sabía que lo estaba.

-Entonces te mintió-exclamó Ginny- porque él estaba ahí en el momento en que ellos me llevaron ante ese niño ¡Estaba ahí y dejó que me encerraran! ¡Le pedí que me ayudara, le pedí que...!

-Tal vez fue lo mejor-suspiró cansado Ron, interrumpiéndola.- Ellos te llevaron frente a ese niño porque acababas de arrebatarle a su padre. Deberías agradecer que te dejara viva. Tú lo hubieras matado. Quizá las otras opciones eran peores. Quizá deberíamos estar agradecidos.

-¿Cuales otras opciones?

-No lo sé. ¿Cómo podría saberlo? ¿Morir? ¿Qué te torturaran hasta el último día de tu vida? Yo no estaba ahí. Fui directo a ver a Mione.

-Eso no es cierto, fuiste a sacar a Lucius Malfoy de la cárcel-se quejó Percy-los rumores corrieron rápido por el Ministerio.

-¿Hiciste eso?-se quejó George.-¿Por qué?

-Porque Malfoy estaba muriendo. Si él moría-empezó pensando en Harry, pero la mirada traicionada de Ginny, George, Percy y su madre lo hizo callarse, inseguro de cómo reaccionarían al hecho que Malfoy fuera la pareja de Harry- si él moría Ginny sería juzgada por asesinato y no por ataque.

Arthur asintió.

-Ron conoce de leyes, si era lo mejor...

-¿Cómo puede ser lo mejor? Mientras Ron le hacía un favor a esa familia, ellos le hacían sabe qué a nuestra hija.

-Ginny-habló George- ¿ellos te lastimaron?

Ginny, quien sabía de su restricción con las palabras, intentó asentir con la cabeza, pero para su sorpresa, ella negó.

Maldita sea, también habían pensado en ello. Probablemente si escribía en un pergamino también se modificaran sus palabras.

-¿No?

-¿Te dejaron morir de hambre? ¿Te humillaron?

-Ellos pusieron un baño y me alimentaron-exclamó casi obligada Gin.

Ron la miró incrédulo.

-¿Hicieron eso?

George frunció el ceño.

-Eso no quiere decir nada, la llevaron prisionera frente a sus hijos.

-Oh, vamos. A Albus le importó poco o nada-gruñó Ginny- Lily, Lily se aferró a la madre de Malfoy... James por otro lado, intentó sacarme, pero él no se lo permitió.

-¿Él?

-Albus. Albus se volvió el heredero Potter. Cuando James llamó al elfo ellos se negaron a obedecerlo sin la aprobación de Albus, y él se negó a la petición de James.

-Ese niño...

-Basta, George-exclamó Charlie- es un niño.

-Un niño que se ha encariñado con el hijo de Malfoy.

-¡Que también es un niño! Morgana, solo escuchense. Esto está mal. Ustedes están mal.

-Es su madre, cómo es que no la dejó salir-exclamó Molly.

-Mamá, basta. No me sorprende que él no la haya liberado, no iba a ponerse en contra de la familia que lo cuida. Menos por Ginny, quien lo ha ignorado por meses.

-¡Nosotros pudimos cuidarlo!

-¿Para que le digas palabras como las que le dijiste a Harry?

Bill miró a su hermano menor.

-¿Palabras, qué palabras?-preguntó.

-Mamá le dijo a Harry que había destruido a su familia. Que lastimó a todos y cada uno de nosotros.

Ron miró a su madre, traicionado.

-¿Le dijiste eso? ¿A Harry? Mamá, Harry te considera una madre, ¿Por qué? Merlín, eso debió haberlo destrozado.

-Pero lo hizo, y no me equivoque ¿no ves que dejó que encerraran a Ginny?

Arthur miró a su esposa.

-Molly.

-Él me lastimó-murmuró Ginny-esta es mi familia, no la de él. ¡Él estaba ahí y no hizo nada!

-Tal vez no entendía la situación. Por Morgana, Ginny ¡Nosotros estabamos en otro país!

-¡Y eso que importa! A él no le importa que pase conmigo, nunca le importé. Solo quería correr a los brazos de Malfoy.

-Mierda, ¿cómo pudo seguir casado contigo si le decías cosas así? Mamá, Ginny también lo hirió mucho. Debiste oírla en el ministerio. Le dijo que había dejado morir a Fred y que hirieran a Bill, solo para salvar a Malfoy porque lo quería en su cama.

-Ginny-murmuró Percy-eso fue mi culpa, no pude... no pude cuidar de Fred.

George miró a su hermano de mala gana, y Percy retrocedió sabiendo que el otro aún no lo perdonaba.

-¡Él se lo merecía!-exclamó ella ignorándolo.

-Ginny, por favor. basta.

-¡Es lo que él quería!

-¿Cómo puedes decir eso? ¿Qué hay de Hermione, o mi hijo, ellos también se merecían que casi los mataras?

-¿Qué?-preguntó Molly.

-¿De qué hablas?-preguntó George.

Un nuevo intercambio de gritos inició y el lobo se desconectó de su realidad. Pasó la mano por su cabello y miró a Charlie, quien miraba la escena de la misma manera y a su padre, que parecía haber envejecido de pronto.

¿Cómo todo estaba tan mal?, se preguntó. ¿Cómo es que no había venido antes?

Cuando la carta de Percy había llegado, Bill la había ignorado y, sinceramente, tirado a la basura. Percy era el típico hermano que le mandaba lechuzas cuando no estaba contento con algo, como si solo por ser mayor él tuviera que arreglar el mundo para él. Su primer pensamiento había sido que si hubiera sido importante, Charlie le habría mandado una lechuza, pues no dudaba que Percy les hubiera enviado una a ambos. Pero cuando no lo hizo, Bill supuso que era una tontería y lo dejó ser.

Cuando llegó la de Fred, y luego la de Ginny, solo había suspirado, y pensado que quizá debería hablar con ellos, para intentar meterles en la cabeza que no era tan malo como pensaban que ese niño fuera a slytherin y se llevara con los de su casa; y por favor, dejaran de molestarlo. Pero cuando la carta de Ron llegó, con las palabras de su hermana, gritadas en pleno ministerio, y luego la de Charlie, mencionando que iría a casa para calmar el fuego, Bill supo que el problema ya era grande y decidió que era momento para intervenir también.

Se suponía que hablaría con Harry y le diría que no lo culpaba. Que ignorara las palabras de su hermana, que no pasaba nada porque Albus fuera diferente, y si se sentía solo podría mandar a Victoria, para que lo visitara un rato.

Se suponía que hablaría con Ginny y le diría que dejara al hombre en paz si ya no quería ni verlo. Que no necesitaba tanto para vivir, que le dijera que era lo que en verdad la molestaba.

Se suponía que hablaría con sus padres, intentando que entraran en razón.

Eran charlas.

No se suponía que Ginny estaría atrapada con los Malfoy por intentar matar a su líder, y los aurores la estuvieran buscando. No se suponía que Harry estuviera enamorado de Malfoy, y les hubiera casi entregado a sus hijos, con tal de salvarlos de su familia. No se suponía que su cuñada y su sobrino estuvieran en el hospital.

No se suponía que todo fuera tal desastre.

Y todo había sido su culpa, por interferir demasiado tarde.

Pensando en si era porque él no había ido a Hogwarts en el mismo tiempo que Harry y el pequeño Malfoy lo que lo hacía ser tan imparcial al respecto, miró a sus padres y sus hermanos mayores con decepción. Y fuera de lo que pensaba Ginny o incluso su madre, él no culpaba al pequeño Malfoy. Nunca lo había hecho, porque era una guerra y él sabía en lo que se estaba metiendo.

Sabía que tenía suerte de salir vivo y debería estar agradecido. Lo sabía. Lo supo en el momento en que vi a Remus muerto, a su hermano sin vida. Por supuesto, cuando supo que Malfoy había abierto Hogwarts para ayudar a ya sabían quién, no pudo evitar sentirse molesto, furioso, pero él o cualquier otro lo habría hecho en sus circunstancias. No, él no culpaba a nadie más que a Fenrir por herirlo y a él mismo por no poder evitar ser marcado. Él había ido porque sus padres estarían ahí, porque sus hermanos estarían ahí; y ellos estarían ahí porque ahí estaba Harry. No podía enojarse, porque entonces se enojaría con su familia, y Merlín sabía que tampoco podía enojarse con Harry, por lo que sería muy descarado de su parte enojarse con el pequeño Malfoy por salvar a sus padres, cuando él había estado en Hogwarts ese día por la misma razón.

Además, no podía haberse enojado con el rubio. No después de que este hubiera aparecido frente a él en la enfermería de Hogwarts, temblando al ver su cicatriz, solo para disculparse. Recordaba sus palabras asustadas, sus manos temblorosas, las lágrimas desesperadas por el perdón, de un niño al que la guerra había destrozado. No se lo había contado a nadie; nadie más que él, Malfoy y Fleur, que se había mantenido cerca de él ese día, lo sabían; porque sabía que si lo hubiera mencionado su familia menospreciaría sus disculpas. Pero Fleur era una veela, y él un hombre lobo. Ellos olían el miedo en ese niño, el estrés en su cuerpo, olían el cansancio en su piel, el amor derrotado, el orgullo deshecho... el miedo a los lobos, que solo podía ser una consecuencia de su convivencia con Fenrir. Los instintos de Bill habían gritado que no le hiciera daño a ese niño, que era un cachorro perdido, que protegiera, que cuidara de alguien que había sido torturado por otro de su especie, pero aunque Bill había escuchado a su lobo, se negaba a mantenerse cerca de alguien que le recordaría su nueva enfermedad todos los días, y lo había dejado ir intacto.

Se preguntaba si había sido lo correcto.

Si no debió resguardarlo.

Si no debió hablar con sus padres de esa disculpa.

Porque ese cachorro, al que ellos tanto menospreciaban, no se había metido con ellos por años hasta que ellos decidieron molestarlo. Y ahora había crecido tanto, tanto, que ahora olía a peligro; y a pesar de lo peligroso que olía, había dejado ir a su hermana cuando lo esperado había sido que la matara.

Intacta.

Aunque... detuvo sus pensamientos... ahora que ponía atención había algo en Ginny, que olía diferente.

¿Embarazo? pensó...

No.

Ella olía ligeramente a muerte.

Poniéndose de pie, una vez más se acercó a su hermana y olfateó.

Definitivamente, había algo frío y oscuro en ella. Algo frío y oscuro, que había olido en algún lado desde la última vez que la vio.

¿Qué era?

¿Tenía relación con Malfoy?

No podía ligar el olor a él.

Y no debería.

No había manera de que Malfoy le hubiera hecho algo estando en el hospital pero, ¿y su familia?

-Si dices que se lo merecía, una vez más, voy a sellarte la boca-prometió Ron y él despertó de su ensueño y volvió a prestar atención a sus hermanos. - Hermione no tiene porque justificar su amistad con Harry, y estoy seguro de que no hay nada, ni hubo, nada entre ellos. Tú por otro lado, fuiste una zorra al acostarte con tu abogado.

-¡Ron!-exclamó su madre.

-Lo es. Por eso no me sorprende que Harry no haya perdonado esta vez.

-Él no me perdonó porque no le convenía.

-Claro, igual y te quedabas embarazada del otro y tú si se lo cargabas a Harry.

-¡Ron!

-¿Qué? ¿Ella puede hablar mal de mi esposa y yo no puedo decirle nada a ella? ¿Cómo es posible que engañaras a tu esposo y aún así intentaras quitarle todo? ¿Cómo fue que se te ocurrió lanzarle un hechizo a Draco Malfoy, si ya sabías que tenía el favor de Harry y Hermione?

-Yo...-exclamó ella con una mueca.

-Los aurores vendrán en cualquier momento para llevarte. Por Merlín, Gin, intentaste matar a un hombre. Nadie va a detenerlos, nadie. Ellos vendrán, te llevarán y nosotros solo podremos verlo.

Nadie dijo nada.

-¿Qué se supone que vamos a hacer por ti? ¿Decir que no lo hiciste? Cientos de testigos te vieron. ¿Ayudarte a huir? Yo no te voy a llevar con mi familia para que ocasiones un desastre ahí. No te voy a ayudar a fugarte y defender algo que no creo, no cuando casi matas a mi familia. Bill tampoco lo haría, y él es el más compasivo de nosotros. ¿Percy? Él ni va a hablarte. Te negará, para que no dañes su imagen. ¿George? ¿Para que se maten entre ustedes?

-No fue a propósito. Estaba enojada. Y ella fue directo a la mansión Malfoy, para llevar a James sin mi permiso.

-Al menos él fue más inteligente que tú.

-¿Cómo te atreves? Tú estabas en la misma posición que yo hasta que le tocó a tu mujercita.

Ron se sonrojó.

-Lo sé y me he disculpado por mi inmadurez. Y pagué por ello. Hermione pagó por ello.

Por un minuto, hubo silencio.

-Percy, tú...-empezó Charlie, con la intención de preguntarle lo que el Ministerio decía de su hermana.

-Yo no me he metido con Albus-se defendió el otro.- Solo ayude a Ginny con los trámites legales de su divorcio. George fue quien difundió los rumores de Malfoy y Harry, para que la gente empezara a dudar de él.

-¿Qué? Yo no...

Bill suspiró.

-Miranos, a esto hemos llegado. Atacandonos unos a otros. Sé que no fuimos los más cercanos, que sufrimos por el dinero en nuestra infancia, y que todos hemos sido gryffindors ¿pero hemos llegado al punto de ser tan codiciosos y discriminadores?-les preguntó a Ginny, George y Percy. -Harry les dió el dinero para iniciar su negocio, a tí y a Fred, George. Y cumplió todos tus caprichos, Ginny. Oh, cierra la boca Percy. No estás de secretario por ser carismático, estás porque eres un Weasley, y los Weasley lucharon en la guerra junto a Harry Potter, y ahora eres su cuñado.

-Bill,-habló por primera vez su padre- estoy de acuerdo en que no han sido el mejor ejemplo, pero...

-Y tu, padre ¿Cómo pudiste dejar que le hicieran eso a ese niño? Y a Harry. Eres el líder familiar, tu deber es guiarnos y corregirnos.

-Nosotros no seguimos esas costumbres sangre puras, quise darles la mejor educación que...

-Tal vez deberíamos seguirlas, si es necesario que nuestro amigo corra a los brazos de la familia 'enemiga' para proteger a sus hijos.

-Bill...-exclamó Molly-nosotros solo queríamos que Al se alejara de esas malas costumbres. Pero Harry, Oh, Harry...

-No te atrevas a echarle la culpa-exclamó el mayor.-Si vas a decir que sacrificaste todo, incluso un hijo por él... Mamá. Fred murió por una causa que le enseñaste que era justa. Murió protegiendo a un amigo al cual adoptaste como un hijo, cuidándolo como a otro hermano. No puedes cargar esa culpa en Harry, y esperar que todo sea igual. No pueden. Todos sabíamos lo que hacíamos. Fred sabía lo que hacía.

-¿Pero por qué tenía que ir con los Malfoy?

-¿Ese es el problema? ¿El maldito problema?

Las apariciones sonaron alrededor y las barreras antidesaparición atravesaron el lugar.

-Están aquí-murmuró Ron, sombríamente, y se puso de pie, mirando a la puerta. Percy sujetó con fuerza los papeles en su mano y Ginny, por primera vez se congeló y pareció notar lo que seguiría ahora.

La puerta sonó.

Con indecisión, Charlie caminó hacia ella y abrió, y tras ella, la imagen de Angelina apareció.

-Hemos venido por Ginevra Weasley,-exclamó sin duda-chicos-le ordenó a sus dos acompañantes- arrestenla.

Los aurores empezaron a caminar hacia ella y al ver a su hija retroceder asustada, Molly se paró frente a ella.

-No, no pueden llevársela. Impedimenta-gritó.

El hechizo fue desviado fácilmente.

-¡Mamá!-gritaron sus tres hijos.

-Tomen también a la señora Weasley por obstrucción a la ley-exclamó Angelina, antes de mirar de nuevo a Ginny.

Ellos obedecieron.

-Ginevra Weasley-exclamó Angelina sacando un pedazo de pergamino que procedió a leer- El ministerio ha levantado un acta contra usted por un ataque público hacia un civil y por su huída de la escena. Tiene derecho a un abogado. Todo lo que diga puede usarse en su contra-Cuando tuvieron a Ginny bajo arresto, la auror miró a la familia- Lo siento mucho-exclamó y se desapareció llevándose a los aurores y a las dos mujeres con él.

En cuanto se fueron, las barreras bajaron de nuevo y la cocina quedó en silencio.

-Dilo otra vez-pidió Bill- di que no fue tan grave.

Arthur se frotó el rostro.

-¿Qué debemos hacer, Ron?-preguntó y él suspiró.

-No lo sé. Mamá saldrá libre en unas horas, pero Ginny empezará el proceso legal.

-Debo, debo volver al Ministerio-exclamó Percy.

-Serás la comidilla de esos idiotas-murmuró George, pero el otro negó.

-Necesito saber el procedimiento. Solo así podré hacer un seguimiento de qué pasa con ella-exclamó caminando a la chimenea.

Ron parpadeó también.

-Volveré con Mione.

-¿Qué? ¿No irás al Ministerio?-preguntó su padre.

-Yo... no. Volveré con Mione. No puedo participar porque soy un familiar, es inútil para mí estar ahí. Además, ¿qué puedo decir a su favor? No estaba cuando todo pasó y yo... Aún estoy molesto con ella, si me interrogan... si les digo lo de Sam, podría empeorar.

-¿Charlie?¿Bill?¿George?-preguntó su padre a sus tres hijos restantes y George tomó un jarrón y lo lanzó lejos.

-¡Maldita sea!-exclamó asustando a los otros, y deteniendo la salida de Ron.

-George...

-No.. ¡no! Él la dejó vivir-exclamó-la dejó vivir luego de que por su culpa Fred muriera. Por su culpa...-empezó a llorar- y ahora deja ir a Ginny-empezó a reír. -¿Qué se supone que está haciendo? ¿A qué está jugando con nosotros?

-No fue culpa de Malfoy, George.-Susurró Charlie- Fue del Lord, y él está muerto. Harry lo mató. Tienes que dejarlo ir.

-¿Dejarlo ir?-susurró Arthur. -¿Cómo podemos dejarlo ir? Cada Navidad, cada cumpleaños, él no está. Mi hijo. Mi amado Fred. Aún recuerdo su pequeño cuerpo cuando nació, sus dulce sonrisa a los cinco, sus carcajadas, sus abrazos cuando tenía miedo... No puedo dejarlo ir.

-Papá-exclamó Bill

Arthur continuó.

-Quizá deberíamos irnos. Dejar este lugar. No es Harry, somos nosotros. Aferrándonos a lo que creemos es bueno. Se lo sugerí una vez a su madre, pero ella me preguntó ¿Dejarlo? Los recuerdos de Fred están aquí. Y lo están, pero los recuerdos de Fred la hacen tan feliz como infeliz...

George miró a su hermano.

-¿Por qué lo defienden tanto? Ustedes se fueron, decidieron irse. No veían a George casi nunca, pero él era mi gemelo. Necesito a alguien a quien culpar. Necesito ...

-Tienes que dejarlo ir- susurró Charlie abrazando a su hermano menor- Por tu bien, George.

El pelirrojo negó, pero lloró amargamente.

Dejarlo ir, pensó el mayor. Todos deberían haberlo dejado ir, pero al parecer, se habían aferrado al pasado en pequeños gestos, pequeñas ideas...

Se preguntó que podría haber opinado Fred.

Probablemente ese era el problema. Había sido Fred. Fred había sido el equilibrio de George, y seguramente éste pensaba en que los otros recordaban a su hermano al verlo, quizá pensaba en ello cada vez que se veía al espejo... Había sido una pesada carga para él, supuso. Los gemelos, a pesar de los regaños, siempre habían sido los favoritos de su madre. El alma de la fiesta. Quienes capturaban la atención. Quienes ponían a Percy a correr tras ellos. Quienes recibían muchos regalos de Charlie. Quienes venían a Bill para salir de algún problema. Quienes le enseñaron a Ron a mantenerse cauteloso. Quienes le enseñaron a Ginny que todo era posible. Quienes apoyaban la curiosidad de su padre. Los gemelos no temían a la soledad, porque se tenían.

Pero ahora George estaba solo.

Y no sabía lidear con eso.

-Todo estará bien, George-susurró Charlie y Bill miró a su padre.

-Deberías darme el título familiar.

-¿Qué?-susurraron sus hermanos.

-Deberías darme el título de Líder. No tendrás que tratar con esto. Yo lo haré por ti. Así podrás enfocarte a mamá y a George. Los sangre puras hablaran de esto. Los juicios empezaran. La gente intentará preguntar en todos lados. Creo que deberíamos prepararnos para ello. Si no confías en mí por mi condición, deberías dárselo a Charlie, o a Ron.

George rió

-¿Qué pasa conmigo?

Bill le sonrió.

-Nunca esperaste serlo. Siempre fuiste demasiado desobligado.

El otro no lo negó.

Cansado, Arthur tomó la mano de Bill, y asintió.

Y la magia los recorrió.

-Por favor, lidera a la familia como yo no supe hacerlo.

Bill asintió suavemente y luego miró a Ron.

-Ven, vayamos al Ministerio.

Ron dudó.

-Pero yo...

-Vamos.

Indeciso, Ron lo siguió. Estaban a punto de encender la chimenea cuando ésta se encendió.

-Auror Weasley-se escuchó la llamada de la secretaria del Ministro-¿se encuentra ahí?

-¿Matilda?

-Disculpe que lo molestemos en este momento, pero no contesta su localizador.

Ron examinó su muñeca.

-Oh, cierto. Lo lamento.

-¿Auror Weasley? ¿Podría venir un momento?

-Si, me dirigía hacia el ministerio.

-Bien, se nos ha dado la orden de interrogar a su esposa, Hermione Granger; y ella ha pedido que usted esté a su lado, no como auror sino como civil, por si llegara a alterarse y ...

-¿Por qué van a interrogarla?

-Queremos comparar el testimonio de Malfoy contra el de ella. Protocolo estándar.

-De acuerdo.

-Bien, lo esperamos.

-Lo siento, Bill. Puedes esperar a que regrese si quieres, o llevar a Charlie o a George contigo.

-No de preocupes, dale mis saludos a Hermione-pidió.

-Se los daré- exclamó antes de desaparecer.

.

El día en que Draco le había propuesto matrimonio a Astoria Greengrass había sido una mañana de invierno en que ella había visitado la mansión para tomar el té con su madre. La nieve caía suavemente sobre ellos a medida que caminaban por los pequeños senderos de los jardínes. Dentro, Narcissa tomaba el té con Daphne y su madre, quienes planeaban un pequeño encuentro entre amigos para las Navidades de ese año.

En medio de debates sobre qué color principal deberían usar para adornar y los postres que deberían servirse, Draco le había pedido a Astoria que le acompañara a caminar para despejarse de ese tema, y ella había asentido, ante la mirada burlona de su hermana y la enternecida de sus respectivas madres. A medida que se acercaban a un pequeño zócalo. Draco empezó a ponerse nervioso, e ingresó su mano en un bolsillo, donde empezó a jugar algo dentro de él.

-¿Draco?-preguntó ella deteniéndose.-Pareces distraído, ¿todo está bien?

Draco la había mirado nerviosamente antes de asentir y tomar su mano, para seguir caminando a dónde Draco deseaba sentarse. Un lugar en medio de rosas azules que su madre adoraba y su novia también.

-Si, vamos, te congelarás si nos detenemos aquí.

Ella había sonreído dulcemente ante tal acción y lo siguió. Realmente se habían vuelto demasiado cercanos y empezaban a tocarse con más frecuencia, pensó cuando ella continuó caminando normalmente y empezaba a mirar la nieve caer. Él realmente no creía que eso pasaría algún día, pero ahora estaban aquí, y Draco estaba listo para hacer la gran pregunta, luego de un mes entero de armarse de valor.

Su relación había sido realmente extraña al inicio. Ellos habían estado tan incómodos en las primeras citas que de todo el tiempo que destinaban a esa cita la mayoría se trataban de Astri mirándolo con las mejillas sonrojadas y Draco sonriendo suavemente, incómodo de ser mirado de esa forma. No solían hablar de casi nada, usualmente dirían algo del clima o hablarían de cuan delicioso sabía el té, pero no dirían nada más hasta que ambos se despidieran y se pusieran de acuerdo para verse otro día. Cuando Draco por fin llegaba a su habitación, solía acostarse en la cama y mirar al techo, diciéndose lo extraño que era sentir tal adoración a través de una mirada, y lo muy culpable que se sentía, sabiendo que no podía devolverla.

No parecían tener nada en común. Él amaba el quidditch y ella la jardínería, él las pociones y ella los encantamientos, él la astronomía y ella la historia...pero ambos parecían tener la voluntad de hacerlo funcionar, y aprendieron el uno del otro hasta poder tener algo en común.

Pero, en ese momento, en el jardín, con la nieve alrededor de ellos cayendo suavemente, y con los ojos verdes reluciendo felices al mirarlo. Draco sabía que la amaba, y que sus ojos grises le decían aquello a Astoria. Era un amor diferente al que creía haber tenido por Potter. No había adrenalina en él, la calidez no era esa que un sol te proveía en un día de verano mientras volabas por la escoba, o la emoción de atrapar una snitch en un juego de quidditch. No. Ese amor era el que el fuego de una chimenea te brindaba en un día de invierno, con un libro, un chocolate y amigos alrededor. Era un amor similar al que obtenías después de haber cuidado un rosal y finalmente tener una de sus rosas en la mano. Te hacía sentir querido, cuidado, protector. Era el amor que tenías por una gran amiga, que había evolucionado hasta ser amor romántico. No había surgido repentinamente; tenía fundamentos, tenía una historia...Si tuviera que escoger el momento en que ella había dejado de ser solo atractiva o simpática, o de despertar en él únicamente el sentimiento de gratitud o protección, a gustarle y atraerle románticamente, Draco podía decir que había sido ese día en que ella había olvidado lo nerviosa que estaba junto a él y había reído divertida por primera vez, al ver a Draco huyendo de los avances de Blaise.

Blaise, por supuesto, solo jugaba. Había llegado repentinamente de visita y estaba, más que nada molestando a Astoria, pero en ese intento de escape, evitando ser abrazado, Draco no se había apoyado bien en la mesa del jardín y había resbalado, llevándose el mantel y el té con él. En un intento de no caer al suelo, Draco había tomado rápidamente la mano de Astoria, quien fue tomada, tan de sorpresa, que cayó junto con él al suelo, chillando agudamente cuando quedó sentada en medio de aquel charco.

Zabini había entrado al pánico al ver el estado de la pareja en plena cita, con la jarra a un lado, el té en el suelo y el rubio empapado de pies a cabeza. Con sus ojos grises prometiendo dolor al italiano en cuanto lo atrapara. Con su prometida, a su lado, parpadeando, intentando comprender que había pasado.

Y entonces una risa divertida había aliviado la tensión del ambiente y con la mirada de ambos caballeros sobre él, Astoria enrojeció y se disculpó.

-Es solo-rió- yo solo... eso me tomó por sorpresa. Es bueno saber que también puedes ser torpe.

Draco abrió los ojos sorprendido al escuchar esa confesión.

-¿Disculpa?

-He estado tropezando por días a tu alrededor, tartamudeando y rompiendo algunas cosas, y tu solo me miras como si no entendieras como puede pasarme porque nunca te pasa. Ustedes suelen verse tan inalcanzables todo el tiempo... Lo lamento, Draco. Ha sido divertido-exclamó poniéndose de pie por ella misma.-Lamento no haber podido sostenerte. Si me disculpan, iré a casa a revisar mi apariencia. Regresaré en un momento.

Su sonrisa y la manera en que había reaccionado, tan diferente a lo que esperaba, había hecho sonreír a Draco también sin que lo notara.

-Así que...¿en realidad te gusta?-preguntó Blaise, mirando a su amigo, y Draco se puso de pie.

-Supongo-respondió.

-Creía que te gustaba...

El rubio lo interrumpió y lanzó un hechizo sobre él, para arreglarse nuevamente.

-Creo que yo... podría estar interesado en una nueva sonrisa.

Blaise no dijo nada más. Asintió y miró a la chica alejarse.

-Bien, si eso te distrae.

Porque eso era lo que Blaise pensaba de Astri, que era una distracción. En su opinión, el slytherin tenía un tipo diferente de gustos, y era cierto, pero tal vez el menor de los Malfoy simplemente debía ampliar sus horizontes. Nunca había podido hacer que Potter le riera, había pensado al recordar a su prometida reír. Por el contrario, Potter solía enrojecer de ira, gruñir, o insultarlo; pero el hecho de haber podido hacer reír a Astoria, había hecho algo en su corazón que no entendía en ese momento. Lo había hecho sentir orgulloso, divertido, aliviado. A veces temía que Astoria pensara que Draco no era tan interesante como parecía, pero después de esa ocasión el rubio incluso se permitió bromear con ella. Poco a poco, empezaron a sentirse más cómodos entre ellos, y con el paso de los días, Draco empezó a olvidar todo aquello que no había podido lograr con su primer enamoramiento, y empezó a pensar en aquello que podía hacer por el segundo. La llevó a volar por los terrenos de la mansión, miraron las estrellas desde el jardín de los Greengrass, tomaron juntos el té mientras Draco le explicaba de las reglas del quidditch, practicó pequeños encantamientos para sorprenderla, le enseñó sobre pociones, y bailaron suavemente al ritmo de la música del baile de Navidad. Pronto, Draco pudo integrarla a sus reuniones con sus amigos, y a los desayunos y tardes con su madre. Pudo disfrutar de sus visitas, emocionarse por encontrarla, planear citas acorde los gustos de ambos.

Pudo disfrutar su compromiso, y desear el matrimonio.

-Astri-susurró poniéndose de rodillas y pudo ver como ella abrió sus ojos sorprendida y jadeó al verlo así. - Cuando llegaste a mi vida no tenía mucha esperanza de salir de la guerra vivo, y si lo hacía, no esperaba que alguien me quisiera lo suficiente para establecer una relación conmigo después de haber manchado de tal forma mi apellido y reputación. Pero tú lo hiciste. Te paraste frente a mí, y me pediste una oportunidad, sabiendo que muy probablemente estaba tan roto que jamás podría dártela. Y desde entonces, iluminaste cada uno de mis días con tu presencia, de manera que jamás volví a sentirme solo, porque sabía que estarías ahí para mí sin importar lo que pasara. En aquella ocasión te armaste de valor y te paraste frente a mí, determinada, sabiendo que era posible que te rechazara; por eso ahora es mi turno. Quiero darte todo lo que sea posible, quiero amarte día con día y despertar a tu lado. Quiero tener hijos contigo y envejecer juntos, por eso, Astoria Greengrass, te pregunto ¿Te casarías conmigo?-preguntó, mirándola con sus ojos grises, temerosos de ser rechazados.

Pero Astoria no lo haría, ella nunca lo hacía.

Ella dijo sí.

-Si, por supuesto que sí.-Exclamó tapando su boca con las manos y luego extendiendo una con una gran sonrisa, que aumentó a medida que Draco colocó el anillo en su mano y se puso de pie. Sin saber que hacer a continuación, peinó su cabello hacia atrás y la miró apenado; y Astoria, notando su duda, se acercó y lo besó.

-Te amo-susurró- No tienes idea de lo mucho que espere este momento.

-Yo también-respondió Draco abrazándola y haciéndola girar en el aire. Ella sonrió enormemente a medida que giraba, y dejó escapar una carcajada cuando ambos cayeron al suelo. En ese momento, Draco pensó que jamás habría otro momento más perfecto que ese.

Porque él, tenía por fin a alguien a quien amar.

Y que lo amaba.

.

Ese pensamiento ahora era completamente debatible.

Apenas había respondido la pregunta de Lily, Harry sonrió enormemente y corrió hacia él, atrapándolo y haciéndolo chillar. Lo atrapó en un abrazo, feliz, conmovido y aliviado que lo pegó tanto al sofá, que solo pudo corresponder apretando a Harry contra él también.

-No tienes idea-susurró Harry y Draco intentó mirarlo, pero el moreno se negó a retroceder ni un solo milímetro.-No tienes idea lo mucho que te amo.

Fue como un pequeño sollozo que hizo que los ojos de Draco se cristalizaran.

-Lo tengo-exclamó-eres, después de todo mi pareja destinada.

Harry rió quedito.

-Lo soy-susurró separándose y Draco sonrió de vuelta, y miró la mirada enternecida de su madre, y la divertida de su padre, antes de sonrojarse.

Los niños fueron los primeros en atacar.

-¿Han decidido casarse? ¿Cuándo?

-¿Será en la Mansión?

-¿Solo los amigos cercanos?

-¿Vestirán túnicas matrimoniales?

-¿Puedo usar un vestido blanco y tirar las flores?

-¿Berenice llevará los anillos?

James era el único callado. Su expresión era devastadora, pero aún así se esforzó en sonreír.

-Creo-exclamó Narcissa al mirar a los dos hombres mirarse entre ellos- que sus padres aún tienen mucho de qué hablar ¿Por qué no los dejamos solos un poco? Draco, le diré a Ronnie que les lleve un poco de té en los jardines.

-Pero...

-Adelante-exclamó su madre- tienen mucho de qué hablar, y Harry aún no se pone su propio anillo de compromiso. Mira eso cariño-exclamó Narcissa tomando la mano de Draco-es exquisito. No había visto un anillo así en mucho tiempo. El que en ese tiempo le diste a Astoria era el anillo de compromiso de los Malfoy, pero este, este es tan diferente. Es único, y solo para ti cariño. ¿Dónde lo conseguiste, Harry?

-En una joyería de Hogsmeade. Tenía un poco de prisa, pero hice que lo grabaran. Esperaba darle el de mi familia cuando nos casemos-exclamó avergonzado. -Yo... supongo que no pensé que ustedes tendrían el de su propia familia y querrían usarlo.

Narcissa sonrió.

-Tonterías. No es la primera vez que un Malfoy se une a alguien que es el Líder de su propia casa. Además tiene un grabado...-exclamó enternecida.

-¿Lo tiene?-preguntó Draco retirándolo para ver el contenido. Los niños se inclinaron lo más que pudieron para ver, así que él giró el anillo lo más cauteloso posible para que ellos no lo vieran.

Siempre tuyo

Draco contuvo el aire antes de sonreír. Caminó hacia el moreno y tomó su mano.

-Por aquí-exclamó colocándose el anillo de nuevo y lo guió a los senderos que conducían al jardín. Para ser sincero, no lo llevó a ningún zócalo. Ni siquiera pasó por su cabeza. Sólo quería huir de la familia de ambos y estar solos. Cuando estuvieron ahí, se paró frente a él y contuvo la respiración un momento, antes de hacerse de valor y mirarlo a los ojos.

-Harry-exclamó-¿podrías darme el anillo que te corresponde?

Dudando, Harry lo sacó y se lo extendió.

-Ese no está grabado-comentó el héroe sin saber qué más decir, pero Draco pareció no escucharlo y se arrodilló, tal como Harry lo hizo en el hospital; y al verlo sorprenderse y jadear, no pudo evitar reír divertido al verlo reaccionar como si esto fuera una total sorpresa. Quizá lo era. Quizá había esperado ponerse a sí mismo el anillo, o que Draco se conformara con ponerlo rápidamente.

Pero Draco no podía hacerle tal cosa a Harry.

No podía haberse arrodillado ante su esposa, un día nevado y no hacerlo ante su pareja destinada en este día soleado y brillante. No, porque no lo amaba menos. Astoria había sido el amor de la vida de Draco hasta entonces, pero Harry era, él era el amor de su alma. Estaba destinado a unirse a él desde el momento en que nació. No podría vivir sin él ahora que éste lo había aceptado. Alzó la mirada y miró al auror en silencio, grabando en sus retinas este momento, sus ojos verdes esmeraldas resplandeciendo ante el cálido sol y el viento meciendo su cabello con suavidad.

Estaba seguro que, en sus últimos momentos, ésta sería la imagen que vería.

-Harry-exclamó con suavidad- yo...-suspiró armándose de valor- aún recuerdo el día que nos conocimos. Aún recuerdo cómo te veías en aquel taburete, pequeño, delgado, mirando por primera vez cómo te lucían las túnicas escolares. Aún recuerdo el momento en que me gustaste por primera vez, en aquella ocasión en que alzaste la mano con la snitch atrapada y sonreíste sobre tu escoba, totalmente libre y triunfante durante tu primer partido de tercer año. Aún recuerdo cómo ese sentimiento se volvió amor, y cómo ese amor se volvió tan hermoso y doloroso que sentía que mi pecho dolía siempre al verte. No sé si tú recuerdas cómo yo lucía el día que nos conocimos, tampoco si recuerdas como te enamoraste. No sé si para ti fue tan espantoso como fue para mí saber que la persona que quería pertenecía al bando contrario de la guerra. Pero lo que sí sé es que a pesar de que vivimos épocas difíciles y nos odiamos por momentos, de algún modo u otro encontramos la manera de estar aquí, juntos. Fuimos hechos para estar juntos. Así que, si te casas conmigo, prometo amarte cada día del resto de mi vida. Abrazarte, protegerte, apoyarte como el amor exige. No prometo que todos los días serán buenos, porque no lo serán. Habrá días en que uno o ambos queramos huir; pero te prometo, que si me lo permites, me quedaré contigo para siempre. Si me lo permites, amaré a quien ames, cuidaré a quien desees proteger, y viviré en el calor de tu corazón, el cual siempre será mi hogar.

Harry lo miró con los ojos húmedos.

-Yo, quiero-exclamó conmovido y Draco sonrió.

-Bien-susurró colocando el anillo y luego jadeó cuando apenas se puso de pie, Harry lo abrazó nuevamente, y esta vez cayeron sentados sobre el pasto de los jardines. Draco supuso que después de su casi muerte, Harry se veía en la necesidad de tocarlo todo el tiempo y asegurarse que estuviera ahí.

-Gracias por quedarte, Draco-susurró el moreno, y Draco negó y besó el área de cabello al que podía acceder en esa posición.

-Te lo he dicho, fue gracias a ti.

Harry no lo debatió, en cambio apretó a Draco aún más contra él, y Draco sonrió a pesar que sus túnicas se llenaban de lodo y su cabello de hojas, porque bajo el sol de verano, con el viento moviendo el cabello de ambos, este era un momento perfecto, y él no lo arruinaría con nimiedades.

-A veces desearía que nunca hubiera llegado ya-sabes-quién-susurró Harry.-Si él nunca hubiera estado probablemente te hubiera encontrado antes y hubiera pasado contigo todo este tiempo.

-Probablemente-exclamó Draco- o probablemente tus padres no te hubieran siquiera dejado acercarte a mi. Soy un mago oscuro y tu uno de la luz. Nuestros círculos jamás se hubieran tocado. Además-añadió revolviendo su cabello- los magos vivimos más de cien años, aún nos quedan más de medio siglo para disfrutar uno del otro.

Harry sonrió.

-Me hubiera encantado pasar más tiempo contigo en Hogwarts.

-¿No te encantaba nuestro tiempo juntos en detenciones?-rió Draco y Harry le dió un leve codazo.

-Así,-respondió-abrazados. Bajo un árbol, junto a una chimenea, en Hogsmeade…-respondió el otro.

Draco acarició sus cabellos.

-Aún puedes hacerlo-exclamó-todavía puedes recostarte bajo un árbol y dejar que ponga mi cabeza en tu regazo, todavía puedes bailar conmigo en las fiestas de Navidad, o distraerme mientras hago pociones, Harry. No perdimos ningún tiempo. Ganamos una familia y ahora podemos unirla.

El héroe no respondió, en cambio suspiró suavemente y asintió con la cabeza.

-No pienses en lo que no hicimos, Harry. Piensa en lo que haremos. Nos casaremos y estaremos juntos. Siempre que tu trabajo no lo arruine-se burló.

Harry bufó.

-O tus andanzas lo hagan.

Draco dejó salir un sonido pensativo.

-Quizá es hora de reducir todo a la mitad-exclamó y un pellizcón lo hizo quejarse.-Bien, un poco más de la mitad.

Harry hizo un sonido insatisfecho.

-Quizá pueda ser soltero de nuevo. Había olvidado lo muy limitado que es estar casado.

Cuando vio al otro hacer una mueca insatisfecha rió, pero por un momento pensó en una poción rejuvenecedora y una visita a Hogwarts. Él podría sin duda cumplir uno de los caprichos del héroe-que-vivió.

Era, después de todo, un Maestro en Pociones.

.

Cuando era Ginny Potter, la esposa del Jefe de Aurores, la gente solía enviar sonrisas y saludos a medida que ella avanzaba, especialmente los aurores; quienes deseaban estar en buenos términos con la esposa del Jefe de Aurores. Ahora, todo el mundo murmuraba a medida que la veían avanzar por los pasillos, y cuando ella los veía directo a los ojos desviaban la mirada como si exclamaran no conocerla. En silencio, Ginny bajó la cabeza y caminó por los pasillos del Ministerio siguiendo a Angelina y a los aurores que la tenían sujeta. Al principio, cuando sus padres la habían regresado a casa, el ser arrestada era un terror horrible, pero ahora que caminaba cada vez más cerca del lugar donde la interrogarían era como si estuviera en el cuerpo de alguien más. Avanzó sin ningún pensamiento por el pasillo, y cuando de los aurores le abrió la puerta, no dijo nada y se sentó en aquel pequeño asiento designado a quién sería interrogado.

Por un momento, se preguntó si Ron o Harry aparecerían en escena, o si la veían desde otro lado.

-Buenas Tardes, Señora Ginevra Weasley. Mi nombre es Angelina Johnson y dirigiré de hoy en adelante el caso Ministerio contra Ginevra Weasley por el ataque a Draco Malfoy.

Ante su introducción, Ginny alzó la mirada.

¿Ministerio?

¿Acaso Malfoy no había puesto una demanda aún?

¿Por qué el ministerio defendería a una víbora como esa?

Y entonces rió sin diversión.

El ministro estaba de parte de Harry, por supuesto. Si Harry movía los hilos directamente para condenarla, por Draco Malfoy, a quien denominaba ahora la prensa su amante, todo mundo dudaría de la justicia en el caso contra ella. Tal cual ella había predicho una vez. Si no lo hacía, y la dejaban ir, hablarían de ella y dirían que salió solo por su posición anterior como la esposa del Jefe de Aurores. Pero el Ministro, él era otra cosa. Si alejaba a Harry y a Ron de la escena, todo se vería como si el Ministerio hubiera actuado justamente, sin importar status.

Y si la condenaba, ella perdería automáticamente la custodia de los tres niños.

Había creado su propia trampa.

Cuando pusieron el té frente a ella, se preguntó si este era el mismo trato que Malfoy recibía cada vez que se sentaba, y a medida que se le hicieron las preguntas, su mente comenzó a entrar en pánico.

-No-respondió- no tenía pensado atacarlo ese día. Estaba celosa y sí, siempre lo he odiado, -exclamó sin poder evitarlo-él lo tenía todo. Una esposa que lo amaba, dos hijos que quiso tener con ella, ¿y qué tenía yo? un esposo que lo amaba a él, dos hijos que lo preferían-empezó a llorar sin poder evitarlo. -Yo solo quería que Harry me amara, pero en algún momento empecé a odiarlo y solo quería que se quedara sin nada-rió.-Sin hijos, sin mi familia, sin amigos, sin mí. Quería que viera que yo le había traído todo eso, que yo podía tenerlo todo fácilmente. Me acosté con nuestro abogado, me ayudó a que todo quedara a mi favor. Lo estaba logrando-rió- pero entonces Malfoy le dió la mano a Albus y se la dio a él, entonces le trajo nuevos amigos, hizo que se quedara con Lily, le brindó la ayuda de Parkinson… Estaba enojada, y entonces me enteré que James estaba con él, en su mansión. Solo iba a buscar a James, y arrastrarlo de vuelta a casa, pero cuando lo vi-su ira se encendió y apretó los puños-solo deseé que estuviera muerto. Y lo hechicé.

Los aurores la miraron con diferentes expresiones.

Uno con lástima.

Uno con incredulidad.

Angelina con firmeza.

-¿Y qué hechizo usó a continuación?-preguntó.

-Sectusempra.

-Jamás he oído de él. ¿Qué hace?

-Corta y desangra a un enemigo.

-¿Dónde lo aprendió?

-De mi esposo Harry Potter. En una ocasión lo uso en Malfoy, también.

Angelina oyó el sonido de los aurores al jadear. Lo ignoró.

-¿El señor Malfoy levantó una denuncia?

-No.

-Entiendo-exclamó ella tomando notas.- ¿Le enseño el proceso deliberadamente?

-Lo vi en sus sueños. Invadí su mente.

-Entiendo-exclamó nuevamente ella.

-¿El señor Malfoy alzó la varita en su contra cuando vio que lo atacaría?

-No, él no vio llegar el hechizo.

-Así que admite que atacó a un civil desarmado.

-Sí.

-¿Qué sucedió a continuación?

-Fui capturada por Theodore Nott, quien juntó a sus amigos y me llevaron a Malfoy Manor, donde se pidió cobrar a la magia.

-¿Cobrar a la magia?-preguntó un auror.

Angelina hizo una mueca.

-Es una tradición sangre pura-respondió- que solo las viejas familias mágicas con un terreno familiar como el de los Malfoy puede aplicar ¿Cómo cobró, Señora Weasley?

-No lo hizo. El hijo de Malfoy me envió a las mazmorras. Quién cobró fue Malfoy.

-¿Sufrió algún daño físico o psicológico ahí?

Si

-No-respondió.

-¿El niño la lastimó de alguna manera?

-No.

-¿La señora Malfoy?

-No.

-¿Cómo diría que fue su trato?-preguntó Angelina.

-Cortés-respondió bajo la presión del hechizo.

-¿Cómo cobró el señor Draco Malfoy?

-No cobró. Aplicó vida por vida. Dijo que en una ocasión él permitió a los mortífagos entrar a la escuela y mi hermano Fred murió, así que no cobraría. Después me dejó ir.

-¿Eso fue todo?-exclamó con sospecha Angelina- ¿Así sin más? ¿No hubo amenazas?

Ginny no pudo evitarlo. La verdad salió sola de su boca.

-Dijo que no quería verme más o cobraría por la vez que crucié a su hijo.

Angelina la miró con incredulidad.

-¿Cruciaste a ese niño? ¿Cuándo?¿Por qué?

-Cuando era pequeño, ¿unos cinco , siete años? No lo sé. Y lo hice porque podía. Porque ese niño era lo que Malfoy amaba. Una copia idéntica de él. Él sabía de mí. Me llamó por mi nombre, me dijo tonta. Le hice que pagara.

Su respuesta fue tan fría que los aurores se miraron y miraron a Angelina, quién apretó los dientes y tomó nota.

-¿Espera Angelina, vamos a tomar cargos por esto?

Ella no respondió. En cambio, continuó preguntando.

-¿Por qué Malfoy no nos dijo esto?

-Intentó hacerlo, pero estaba tan enojado que me lanzó en expelliarmus. Cuando los aurores llegaron asumieron que él me atacó y yo no los corregí. Yo no lo acusé. El ministerio lo hizo. Creyeron que él inventó una excusa tonta para atacarme-rió-Ni siquiera revisaron al niño. Sabía que no lo harían. No lo harían porque nunca le creen y en cambio a mi sí.

La pluma de Angelina se rompió.

-¿Quién más estaba contigo cuando fuiste liberada?-preguntó.

-Mis hermanos, los Malfoy, Harry, mis hijos, Parkinson, Nott, Zabini y su familia de cada uno.

-Entiendo. Llévenla a una celda-ordenó a sus hombres-Y localicen a todos los que mencionó.

Ellos asintieron y se retiraron. Molesta, fue a recepción.

-Quiero el reporte de todos los ataques por los que se le culpo a Draco Malfoy desde que terminó la guerra. Y la lista de aurores que estuvieron implicados-ordenó.

La chica asintió y corrió a pedir los archivos.

.

Theodore atravesó la chimenea de Malfoy Manor y miró a su alrededor, cuando llegó a casa. Estaba realmente exhausto, pero tenía que cerciorarse que no hubieran pruebas de que antes de llevar a Malfoy Manor a Ginevra, la había llevado a su propia mansión. Por tanto, se quitó la túnica encima y se acomodó la camisa blanca bajo ella, envolviendola en sus brazos.

-Tammy-llamó y un elfo apareció frente a él.

-¿Si, amo?

-¿Has hecho lo que te ordené?-preguntó y tanto su hijo como su esposa lo miraron con curiosidad.

-Amo no debe preocuparse-exclamó el elfo emocionado.- Tammy ha limpiado todo, ni siquiera otro elfo podría notar lo que pasó antes de que Tammy limpiara.

Theo suspiró agradecido.

-Gracias, Tammy.

Daphne miró a su esposo.

-¿Theo, no deberías descansar?-preguntó-No te has tomado ni un momento después de los interrogatorios, y estoy segura que te han dado tan veriseratum o más del que es debido. No debes descuidar tu salud. Ahora que Draco y Scorpius están bien, deberíamos tomarnos un descanso.

-No. Tengo que resolver algunas cosas antes de que me llamen a declarar de nuevo. Lo harán. Lo sabes. Harán lo mismo con Draco. Lo intentarán marear de tantas preguntas y tomando en cuenta su estado, solo podemos esperar lo mejor.

Daphne no preguntó o expresó nada ante el último comentario.

-De acuerdo, si es necesario... Tú por otro lado, Alexander, deberías ir a descansar un rato.

-Mmm, de acuerdo-exclamó el otro retirándose, pero cuando iba a cerrar la puerta tras él, sonrió al ver a su madre tomar la mejilla de su padre y a éste sonreírle.

Suspiró.

-Si, ellos son hermosos juntos-declaró una voz, y Alexander se sobresaltó y gritó del susto.

-¡Alexander!-gritaron sus padres, yendo a su encuentro, y cuando vieron a las personas frente a ellos no pudieron evitar sorprenderse.

-¿Millicent?-tartamudeó Theodore y ella sonrió con maldad.

-Hola, Theo. Me enteré del incidente de Draco, así que vine a visitarlos. Veo que son un desastre como de costumbre.

-¿Cómo entraste aquí?-preguntó Theo, dejando ver ese lado que solo mostraba frente a ella, quien, por supuesto, era más alta. Ese titubeo cauteloso, porque sin duda si la hacías enojar, podías llevarte una buena llave.

-Oh, eso es fácil. Pans me dejó entrar.

-¿Pansy?-exclamó Daphne-pero ella estaba...¿No acaba de ir a su casa?

Pansy apareció tras ella con una cara exhausta.

-Ella estaba en la puerta de mi casa. Perdón.

-¿Y bien? ¿Dónde está mi amado Blaise?-preguntó Milli emocionada- Tengo información que estoy segura que querrán saber, sobretodo porque sé quien está tras los ataques a sangre muggles.

Theo y Pansy jadearon.

-¿Lo sabes? ¿Quién?-preguntaron a la vez y Milli sonrió nuevamente, esta vez con suavidad.

-Ustedes dos siempre parecieron hermanos gemelos. Con esos ojos verdes, ese cabello negro e idénticas expresiones en ocasiones.

Pansy y Theo se miraron entre ellos.

-Para nada.

-No estoy seguro de nada en este momento.

Daphne suspiró.

-Iré por el té-exclamó- supongo que deberíamos llamar a Blaise y a Marioh también.

-Gracias Daph-exclamó ella. - Ahora, ¿alguien puede decirme porque nuestro Líder Supremo, Princípe de Slytherin y mejor representante de nuestra casa está siendo denominado amante de Harry Potter, y niñera de sus hijos? ¿Y sobre todo, pueden decirme cómo es que Ginevra sigue viva y no está pagando por casi matar a Draco?

Ambos amigos se miraron entre ellos.

Pansy se frotó los ojos.

-Es una larga historia.

-Bueno, tomando en cuenta que mi Jefe acaba de salir del San Mungo y no ha invocado mis servicios supongo que tengo tiempo.

-Bien-expresó Theo- pasemos a el recibidor.

-¿Padre?-preguntó Alexander mirando a la mujer frente a él.

-Oh, es cierto, has crecido mucho Alexander-exclamó la recién llegada, acariciando el cabello del muchacho, quien no se quejó pero miró a la mujer con curiosidad-no he visto a ninguno de sus hijos por años. Yo soy Millicent Bulstrode, el Joker vagabundo.

Alexander la miró sorprendido. Luego sonrió enormemente y miró a su padre.

Él sonrió también.

.

Su momento perfecto no duró mucho. Tanto Harry como Draco supieron el momento exacto en que los aurores se aparecieron en las afueras de la Manor. El líder familiar se tensó ante la brusca invasión de sus barreras y Harry no tuvo más remedio que suspirar, y alejarse.

A veces olvidaba lo mucho que Draco y el Ministerio no se llevaban.

-¿Draco?-preguntó y el otro pareció reaccionar.- Iré a ver qué quieren.

-No-respondió el rubio-ahora que Ginevra está nuevamente en el radar probablemente ellos están aquí para tomar nuevamente la declaración. En todo caso, yo hablaré con ellos. Es mi casa, es lo que corresponde. Probablemente ellos no saben que estás aquí.

-Madre, quédate dentro con los niños y padre-exclamó apenas entró, y Narcissa asintió.

-Suerte, Draco.

Lucius puso una mano en el hombro de su hijo.

-Sé cuidadoso.

El otro asintió con una leve sonrisa y respiró profundo antes de salir de la Mansión. Harry fue tras él.

-Aurores. Buen día-exclamó el rubio cuando las puertas se abrieron, y no le pasó desapercibido la manera en que ellos se miraron y luego miraron tras él.

-Señor Malfoy-exclamó uno de ellos-¿Jefe Potter?

-Aurores.

-Nosotros estamos aquí para llevar al señor Malfoy a tomar su declaración contra la detenida Ginevra Weasley.

-¿Han capturado a Ginny?

-Lo lamentamos Jefe Potter, pero se nos fue ordenado por el Ministro.

-¿El Ministro?

-Así es. No estamos autorizados a decir más, por favor consulte al Ministro por cualquier duda.

-Entiendo.

-Señor Malfoy, venga con nosotros.

El rubio asintió.

-Draco-exclamó Harry tomándolo de la muñeca. Su preocupación fue notable.

-Estaré bien-exclamó él, neutralmente. No quería preocupar al otro, pero tampoco quería mostrar debilidad ante los aurores -Conozco el proceso, he pasado por interrogatorios cientos de veces. Tus interrogatorios y los de Weasley me han preparado por años para momentos como este.

Harry hizo una mueca.

-Lo sé, pero...

-Jefe Potter, por favor, mantenga su distancia con el testigo.

-Lo lamento. Continúen.

-Estaré bien-murmuró Draco.-Te veré en unas horas.

-De acuerdo-intentó sonreír.

Se desaparecieron, así que Harry suspiró y entró a la Mansión. Narcissa estaba hablando con Scorpius.

-Ellos vendrán por ti en cuanto capturen a Ginevra o uno de sus hermanos confiese que la teníamos aquí- decía. -Mantén la calma, ¿de acuerdo? Lo has hecho antes. Respira y contesta. No pueden darte veriseratum. Es ilegal. Pero si lo hacen, no dudes. Tú puedes hacer esto. No te resistas al veriseratum, te dolerá la cabeza. ¿Recuerdas la última vez?

Scorpius asintió nerviosamente.

Harry hizo una mueca.

¿La última vez?, se preguntó.

Sus aurores no le darían veriseratum a un menor, ¿cierto?

Merlín, a quien engañaba, Harry había dejado de presenciar testimonios hacía tiempo. No podía vigilar a sus aurores todo el tiempo tampoco. Interferir en el proceso de este, cuando no lo había hecho antes, podía ser contraproducente. Joder, probablemente debería... Si. Debería llamar a Pansy.

.

Draco había suspirado cuando ellos pusieron la taza de té frente a él y se vio obligado a beber, pero suspiró aún más cuando ellos aprovecharon para preguntar otros temas. Como los ataques a muggles.

Su ausencia o presencia en ellos era irrelevante para el equipo de justicia mágico. Una vez que habían pensado que Draco podía ser el titiritero tras los hilos, no soltarían la idea. Después de todo, solían perder fácilmente el punto de los interrogatorios. Y aunque esta vez era inocente y la víctima en otros casos, ellos no dejarían pasar la oportunidad de imponerle otros crímenes. Es más, Draco sabía que pensaban que podrían decir en algún momento que no fue víctima de Weasley, sino un objetivo erróneo de otro ataque a Hogsmade.

Con un suspiro tomó un poco más de té y los miró.

¿Se suponía que debía ser dócil, o intentara demostrar su inocencia? No lo sabía. El movimiento equivocado, con la persona equivocada, podía ser un gran factor al hecho de si podía o no salir rápido de ahí. Por ejemplo, con Harry, debía demostrar hechos y de preferencia no ironizar y ser un buen ciudadano. Con Weasley, que solía ser más impulsivo que Potter, y eso era decir mucho, solía ser sarcástico y debatir cada una de sus ideas. Con Greetchel sería mejor dejarlo hablar, porque intentaría que sus palabras se hicieran pasar como las de Draco...

Él jamás había sido interrogado por Angelina Johnson, aunque no sabía si podía decirse que ella era quien lo interrogaba, porque solo veía su interacción con los otros aurores a la distancia, como si intentara descubrir qué hacía Draco.

Y Draco no estaba haciendo nada. No con los ataques muggles.

Él no era el titiritero que ellos buscaban; por más inteligente que fuera con sus limitaciones y su situación actual, con un Ministerio conformado de gryffindors, mestizos y sangre muggles, pero sobre todo rodeado de Potter y con los Weasley mirando sus movimientos, no se podía dar los lujos que su padre había tenido antes. Y ese tipo de avances le pertenecían más a Theo, un estratega incluso más minucioso que Draco, quien prefería ataques directos a hacer que todos los movimientos encajaran. No, Draco no era quien ellos buscaban. Alguien más estaba jugando algo. No sabía quién, ni qué juego. Parecía un juego con pocas piezas o jugadores, porque no podía encontrar quien era hasta el momento. Por tanto, no tenía más opción que evadir su jugada hasta descubrirlo.

Sea quien fuera, jugaba un juego que pensaba que Draco no podría ganar, y si pensaba que así tal vez era porque sabía algo de Draco. Por tanto era alguien dentro de Hogwarts. Él único juego que Draco no había podido ganar había sido el Quidditch. ¿Pero estaba en lo correcto? Él conocía las reglas... y no es que no lo supiera jugar, era que había estado en ...

-Un terreno desventajoso.

-¿Qué?-preguntó Angelina.

Draco la miró. Sí, el Ministerio era un terreno con desventaja para Draco, y había sido traído aquí cientos de veces ¿Por qué?

-Digo que estoy en un terreno desventajoso, cuando los aurores en lugar de preguntarme sobre un hechizo que casi me mata, me acusan de matar personas.

Angelina entrecerró ligeramente los ojos.

-Nadie te está culpando de nada-exclamó mirando a los aurores, quienes tragaron saliva y guardaron silencio.

Oh, sonrió Draco interiormente. Tenía un auror justo. Que sorpresa.

Probablemente era obra de Harry... o del Ministro, con una deuda de vida sobre su cabeza que dependía de Draco por una parte.

¿Podría usar esto en su favor? ¿Manipular al Ministro?

No, con el Jefe de Aurores cerca, jugar algo así era peligroso.

Qué lástima. Hubiera sido genial poder usarlo. En fin, volviendo al punto, se preguntó cómo esa persona lo había escogido. A qué debía el honor de ser su enemigo.

-Sin ofender, Auror Johnson, pero el señor Malfoy está aquí. Deberíamos aprovechar para preguntar sobre el último ataque.

-El Señor Malfoy no se encontraba en el país ¿no es así?

Insignificante, pensó el rubio; ellos tenían razón en una parte, Draco no necesitaba estar para que sus planes se realizaran. Aunque ninguno de sus conocidos se beneficiaba con un movimiento así.

-No, me temo que en ese momento atendía otros negocios.

Qué negocios, ellos no necesitaban saber.

-¿Pero sabe quién lo hizo?-insistió el otro.

-Como mencioné en mi anterior interrogatorio, no lo sé. Sigo sin saberlo.

Los aurores no le dieron tiempo a su superior de replicar o detenerlos.

-¿Conoce a alguien que pudiera saber quién lo hizo?¿Qué hay de sus amigos?

-Me temo que no. Mi corazón no tiene ni una pista. Y no tengo ni un as bajo la manga para descubrir de qué se trata- exclamó rodeando al veriseratum.

-¿No cree que pudo ser víctima de un ataque como los anteriores?

Draco lo miró de reojo.

Lo sabía.

-Me temo que soy un sangre pura y no concuerdo con los requisitos para ser atacado. De ser así, de saber que podría estar en peligro, hubiera llevado conmigo a alguien que me defendiera del ataque. Después de todo, parece que soy un poco distraído. Al igual que los aurores, que olvidan que estoy aquí para hablar de cómo Ginevra Weasley me hechizó-recalcó-cuando iba camino a San Mungo, para cuidar de Hermione Granger. ¿Debería considerar que ustedes están defendiendo a Ginevra, tanto como para no valorar ni un poco mi testimonio? ¿Es que le está pagando como le pagó a su abogado?-preguntó directamente a un auror.

El auror enrojeció.

¿Por qué enrojecía? ¿Era un hecho público que habían engañado a Potter con Boot?

-No juegues conmigo, Malfoy.

-Oh, pero estoy hablando en serio. No quiero meterme en asuntos suyos, por supuesto, pero con los hijos de Potter bajo mi cuidado, ¿realmente cree que voy a estar planeando un ataque en el que yo mismo resulté herido? Por favor, decida si yo planeo el ataque o fui víctima de un ataque. Está mareandome y además no es el punto de discusión. Como mencioné no tengo ni una pista.

-Dijo que su corazón no tenía ni una pista-recalcó Angelina- ¿es su corazón una persona?

Draco rió.

Tan lista.

Pero había hecho una pregunta abierta.

-Como usted sabe es un órgano dentro de mi cuerpo. Solo intentaba ser un poco más, ¿misterioso?¿poético?

Ella hizo una mueca, no convencida.

Y no estaba convencida porque sabía que se perdía algo, que había algo que Draco no estaba diciendo. Para quien no entendiera, no tenía sentido sus palabras, pero para él si. Cuando Draco había tomado el título de Príncipe con el fin de guiar a los slytherin después de la guerra, había comenzado con pocos recursos. No dinero, no posición, no buena reputación. Si Draco hubiera escogido un juego para planear sus próximos movimientos, hubiera escogido el ajedrez, pero tenía demasiadas piezas que constaban de estudiantes de Hogwarts que no podían hacer gran cosa, ya que estaban tan limitados al castillo y su posición tras la guerra. Números, era lo que eran, así que había escogido la baraja. Simple. Cuatro palos, cada uno con un rey, una reina, un jack y un as. Las demás, cartas numerales. 2 colores, 4 símbolos: una espada, una pica, un corazón, un diamante... 2 comodínes

No había sido difícil escoger sus cartas principales.

Él, el rey. Pansy, la reina. Blaise, el caballero. Theo, el As.

Cada uno llevando varias cartas a la vez. Variando su color, su símbolo. El juego de la baraja era muy común en Inglaterra, después de todo incluso los niños tenían una. No fue raro entonces que todos pudieran ponerse de acuerdo en cómo empezarían a recuperarse. Los slytherins tomaron una vez más el control de su vida y dejaron de enfocarse en cosas como el quidditch para concentrarse en jugar barajas. Todos creyeron que era una moda. Ellos sabían la verdad. No fue raro entonces que Draco comentara en voz alta que no podía decidir qué hacer con la Reina de Corazones, o que su As lo hubiera salvado en su último juego. Que debió poner a su jack en otro lugar o no encontraba ningún comodín.

Y hablando de ellos... Se preguntó dónde estaban. Si sabían lo que pasó. Qué hacían.

Sus comodínes eran tan libres. Más de lo que le gustaba a Draco, pero con Harry alrededor, quizá sería lo mejor.

-Señor Malfoy.

Draco despertó de su ensoñación.

-Lo lamento me distraje un poco. Me temo que aún tengo efectos secundarios y el veriseratum está haciendo que me maree.

Lo cual no era falso.

-Lo entendemos, le agradecemos su colaboración.

Mentira.

-Un placer colaborar con la sociedad.

Mentira, también.

-Nos gustaría interrogar a su hijo, y a su madre, si no le importa. Y a su sobrino.

-No puedo hablar de mi sobrino. Pero mi madre y mi hijo pueden ser interrogados, mientras su abogada esté presente.

-Me temo que la Señorita Parkinson debe ser interrogada también nuevamente, ya que el testimonio de la Señora Weasley dijo que usted y sus amigos estaban todos reunidos cuando la encerraron en las mazmorras.

Draco luchó con todas sus fuerzas para no sonreír. Así que efectivamente Weasley había sido capturada y había atestiguado. Si tan solo pudiera saber qué dijo con exactitud.

-Entiendo, entonces me gustaría un nuevo abogado. Lo llamaré.

-Por supuesto. Lo llamaremos por usted, para que se recupere.

-Bien. Deseo llamar a Adrián Pucey.

-¿Adrián Pucey?-preguntó un auror.-Jamás había oído de él como abogado.

-¿Pucey? No, no lo recuerdo.

-Me temo que vive en Rusia. Si me disculpan iré a llamarlo. No creo que puedan hacerlo ustedes mismos.

-De acuerdo-exclamó Angelina-Una vez más, gracias por su ayuda.

Draco salió de la oficina en que estaba y sonrió. Hubiera sido una victoria completa, si uno de esos aurores, el auror que había defendido a Ginevra, no lo hubiera arruinado.

-¿Cuál es tu secreto más profundo, Malfoy?- preguntó saliendo también al corredor y Draco oyó a Angelina jadear y correr hacia ellos.

-Señor Malfoy, no tiene que responder-gritó, pero Draco detuvo sus pasos y volteó hacia él. Sus pensamientos giraron uno tras otro de cientos de cosas que sabía que podrían condenarlo. Suspiros de muerte. Negocios ilegales. Propiedades ilícitas. Personas desaparecidas. Draco se mordió el labio lo más fuerte que pudo.

Y entonces, Harry se apareció en el pasillo.

Su primer pensamiento fue que no deseaba lastimar a Harry, así que mordió con más fuerza, negándose a confesar algo que pudiera afectar su reputación más de lo que lo haría involucrarse con Draco. Algo que podría separarlo de su pareja destinada, porque ni él estaba seguro de cuál era ese secreto más profundo que iba a confesar.

-¿Draco?-preguntó Harry al verlo en ese estado- ¿qué pasa?

Pero el veriseratum se negaba a que Draco se mantuviera en silencio, y ahora, tenía otra pregunta que responder.

-Los aurores me dieron demasiado veriseratum y ahora me han preguntado mi secreto más profundo-le respondió a Harry y luego miró al auror. Tembló y empezó a abrir la boca.

-No escucho-se burló el otro.

-¡Nicolás!-gritó Harry , abrazando al rubio y pegando su rostro hacia él.- Detente o te despediré justo ahora. No hables, Draco-le dijo jalándolo lo más lejos posible de ellos, y guiándolo a su oficina. La boca de Draco empezó a sangrar. -Merlín-exclamó Harry viendo al slytherin sufrir a medida que aguantaba sus palabras y todos los miraban en su paso-Aguanta un poco más. Voy a aniquilarlos, voy...

Draco lo siguió con la mirada hacia abajo, enrojecido por su esfuerzo en callarse y con la mano entrelazada a la del otro.

No pudo más.

-Estaba tan enamorado de ti en el colegio que inventé una poción para que pudiéramos tener hijos.

Harry se congeló. De hecho, todos lo hicieron.

-¿Qué?-preguntó antes de darse cuenta de su error, y tomó a Draco y lo metió en su oficina. Los murmullos explotaron fuera de ésta. Sin importarle mucho, miró a Draco, quien parecía impactado de sus propias palabras.

-Yo, siempre quise que estuviéramos juntos, así que yo inventé una poción para que pudiéramos tener hijos-repitió.

Harry miró en silencio como enrojecía y se tapaba la boca.

-¿Ese era tu más profundo secreto?-preguntó- Merlín, por la forma en que te mordías pensé que confesarías un asesinato y tendría que arrestarte y ...- pareció caer en la cuenta de las palabras de Draco. -¿Podemos tener hijos?-preguntó.

Draco se vio obligado a responder.

-Si, ahora basta. Deja, deja de hablar por favor.

Harry notó su bochornosa situación y sonrió.

-Oh, Draco. Nada me haría más feliz que tener un hijo tuyo-exclamó acercándose a él. El rubio no lo miró, y Harry sacó su varita y empezó a curar sus heridas. Cuando terminó abrazó al rubio con fuerza y lo meció entre sus brazos.

-No necesito que me mimes.

Harry rió.

-Lo sé, pero nos quedaremos aquí hasta que el efecto pase, y mientras tanto aprovecharé el tiempo para besarte-exclamó llevándolo al sofá. Aliviado, Draco pensó que eso pudo haber sido peor. Ahora todos sabían que era una hufflepuff de tercer año, pero seguía libre.

Quién diría que ese era su secreto más profundo, pensó cerrando los ojos.

En algún momento se durmió.

.

Blaise estaba también dormido cuando la chimenea sonó, y ante el ruido parpadeó, notando que había estado dormido en el sillón.

Merlín, estaba exhausto.

-¿Blaise?

-¿Pansy?-preguntó él.-¿Pasa algo?

Ella asintió.

-Milli está aquí. Dice que tiene algo que decirnos.

-Ahora ¿justo ahora?-preguntó.

-Si. Sé que estás cansado, pero Theo quiere que te apresures porque cree que vendrán por nosotros los aurores para reconfirmar coartadas.

-De acuerdo-suspiró- Deja que llame a Marioh.

-Te esperamos-exclamó ella, atravesando la chimenea. Suspirando, Blaise buscó a su esposa. Ella estaba en el baño, dándose una ducha.

-Mari-llamó.-Mill tiene noticias.

-¿Mill? O Merlín, siento que no la he visto en años.

-Porque no lo has hecho.

-¿Noticias sobre qué?

-No tengo idea, pero será mejor que nos apresuremos.

Su mujer suspiró.

-Esperaba holgazanear un rato, ¿sabes?

Blaise rió.

-Y lo harás, en cuanto hablemos con Mill.

Ella hizo un puchero.

-Oh, vamos. Te encanta Mill, su sarcasmo te fascina.

Ella sonrió culpable.

-Bien, vamos.

.

-El grupo está conformado por anti-mortígafos.

-¿Qué?

-Sí, puede parecer lo contrario, pero al parecer incluso los reclusos en Azkabán supervivientes a la guerra han empezado a morir. Los aurores no lo han dicho pero tres de sus reclusos murieron.

-¿Qué quieres decir? ¿Cómo lo sabes?

Ella dudó un momento como expresarse, colocó un dedo sobre sus labios pensando.

-Lo sé porque en todos los ataques ha estado al menos un slytherin que haya participado en la guerra. Por supuesto, no somos fáciles de aplastar. Así que podría decirse que los sangre muggles y mestizos han sido efectos colaterales. Tomando en cuenta que habemos cada vez menos sangre puras, y nuestro estatus nos vuelve un poco arrogantes, era poco probable que estuviéramos en esos lugares. Pero lo estuvimos.

Blaise entrecerró los ojos.

-Aquí- exclamó Milli, pasando una foto hacia ellos.- Graham Montague, primer ataque. Solo fue herido con un hechizo en el brazo, porque logró aparecerse a tiempo. Segundo ataque, Terence Higgs. Buscando ingredientes de pociones a bajo precio. Su familia arruinada después de la guerra, lo que hacía que él si fuera por esos lugares. Después de todo, se negó a seguir a Draco y lo culpó de su situación al no poder matar a Potter. No es de extrañar que no se recuperara financieramente como sangre pura de sociedad, quedó al status de ciudadano común. Tercer ataque, Daphne, en la cafetería con Diane.

Daphne jadeó.

-¿Ese ataque era contra mí?

Theo tomó su mano.

-Luego se pausó-exclamó Millie- ¿por qué? Fue la pregunta. Te diré porqué, porque Draco se fue de viaje.

-Pero en el último ataque Draco no estuvo.

-Porque surgió una emergencia y tuvo que adelantar su partida, de lo contrario hubiera estado aquí, en Hogsmeade, con Madam Malkin. Siempre va el mismo día de cada mes.

-Para ser nuestro líder y decirnos que nos cuidemos, tiene un calendario predecible. -Exclamó Blaise con la ceja alzada.

-Si. Quiero que miren bien las fotos. Draco estaba ahí. Lejos, lo suficiente para que lo culpen de planear todo.

-Draco no haría tal cosa.

-No, claro que no. Pero quieren que parezca que es él. Lo curioso es que estos ataques comenzaron exactamente casi al mismo tiempo iniciaron clases en Hogwarts, para ser más precisos el día en que Albus Potter defendió a Scorpius de Rose Weasley.

Todos voltearon hacia ella.

-¿Qué?

-¿Cómo te enteraste?

La mujer los miró, como preguntándoles si su pregunta era en serio.

-Puede que me equivoque, pero creo que todos estos ataques están relacionados a ello.

-¿Por qué?-preguntó Theo-¿Dónde está Michael?- le preguntó a Pansy,- él debería escuchar esto.

-Cuidando a los niños.

-Deberíamos llamarlo y pedirle que venga.

Pansy asintió.

-Si, si él empieza a indagar sobre esto, la mayoría de los reporteros lo harán.

Las llamas se prendieron.

-Hablando del rey de Roma...

-¿Hola?-se escuchó una voz.

-Potter-susurró Pansy. -¿Por qué está...?

-¿Hola? -repitió Harry- ¿Nott estás ahí? ¿Parkinson está por ahí?

Ellos miraron a Millie.

-No dejen que sepan que estoy aquí.

Pansy asintió y se asomó a la chimenea.

Contestó.

-Hola Potter.

-Pansy, que alivio. Pensé que te había pasado algo.

-¿Me necesitabas?

-Se llevaron a Draco a declarar y ha estado ahí por casi dos horas, así que estoy un poco preocupado y pensé...

Ella asintió.

-Iré en un momento.

-Estamos en ... oh. Creo que salió-miró hacia otro lado.-Iré tras él, perdón por molestarte.

Ella negó.

-Está bien, Potter. Estoy atendiendo algo así que...

-Oh, claro. Gracias. Hasta luego.

-¿Por qué no le dijimos a Potter?-preguntó Daphne- esto también le compete, tanto como Jefe de Aurores como el prometido de Draco.

La recién llegada se atragantó.

-¿Qué? No puedes hablar en serio.

-Bueno, sí. Nosotros ya sabíamos que Draco siempre le prestó más atención de la necesaria.

-Si, yo sé eso. Es solo... no puedo justificar la manera en que obtuve la información. Además esto no le va a gustar a Potter, no sé como vaya a reaccionar.

-¿Por qué? Seguramente estará feliz de resolver un caso donde unos locos...

-Eso era lo que quería decirles,-interrumpió la recién llegada- creo que una cabecilla, o al menos una de las participantes, es Ginevra Weasley. Tengo a otros miembros reconocidos, Dennis Creevey y Mike Yang. No he obtenido nada que la involucre directamente, pero he escuchado su nombre. No hay exactamente muchas Ginevras aquí en Inglaterra.

Un elfo apareció.

-Amo manda a llamar a la señora. Aurores buscan a ama, dicen que la necesitan en el Ministerio-expresó mirando a Pansy, quien todavía estaba en shock. Al mismo tiempo las barreras de Theo vibraron.

.

Efectivamente, Scorpius había sido citado para declarar. Al igual que Narcissa y cada uno de los involucrados. Fue un día largo, lleno de veriseratum; pero Adrian Pucey había vigilado todos y cada uno de los interrogatorios, y los slytherins parecían confiados por ello.

Harry lo supo cuando alguien tocó la puerta de su despacho y anunció que era Adrian Pucey y necesitaba hablar con Draco.

-Draco-susurró Harry sacudiendo al rubio para que despertara pues no creía que quisiera que lo vieran acurrucado a Harry.-¡Draco!

El rubio abrió los ojos.

-¿Harry?

-Hay un hombre tras la puerta que dice ser Adrian Pucey, y quiere hablar contigo.

Draco se puso de pie, asustado.

-¿Cuánto dormí?

-No lo sé. Una o dos horas.

Draco se apresuró a abrir, cuando vio al hombre tras la puerta sonrió y lo abrazó.

-Adrian, llegaste a tiempo.

-Si, algo así-exclamó el slytherin mirando con sospecha a Harry y Draco siguió la mirada y asintió.

-Oh, él…

-Me han puesto al corriente de tu situación con Potter-exclamó Pucey.-No que me interese mucho.- Draco rodó los ojos.

-Tan amistoso como siempre.

-Pansy me llamó tan pronto como la citaron a hablar. Me sorprende que tu estuvieras aquí, mientras tu hijo declaraba-comentó y Draco se sonrojó.

-Le dieron una cantidad de veriseratum insana. Se quedó dormido-lo justificó Harry.

-Entiendo, hablame más tarde de eso-respondió el otro hombre.-Necesito hablar contigo. A solas.-Puntuó.-Corrijo, con Mil.

-¿Millicent está aquí?

-Si, parece que se enteró de tu ataque y vino a visitarte. Lo encontró.

-¿Que encontró?-preguntó sin querer Harry y Draco lo miró unos segundos sin responder.

-A alguien a quién he estado buscando por un largo tiempo-respondió finalmente y le sonrió a Harry con cariño, como un 'No te preocupes, yo me encargo' camuflado-te veré después.

-Pero…

Draco sonrió de lado.

-¿Es qué quieres un beso de despedida?-se burló y Harry rodó los ojos y sonrió.

-Adiós Malfoy.

-Hasta luego, Potter-exclamó saliendo.

-¿Entonces-inició Adrián-están seguros de que salen?

Draco rió

-¿Lo dudas?

-No parecen muy amorosos.

-Hemos tenido mucho de eso hoy. Tenemos que equilibrar la situación.

-Entiendo.

Draco rió ante su expresión. O lo habría hecho si los aurores no lo miraran con curiosidad.

-¿Pasó algo?-preguntó Adrián al ver a su alrededor.

Draco enrojeció.

-Nada en lo absoluto. Vayamos a casa.

.

-¿Puedo pasar?-preguntó Pansy y Blaise asintió. Estaban en la oficina de Blaise, quién había dicho que debía revisar cómo iba todo en su restaurante, pero parecía que solo fue a usar el sillón para estar un momento a solas.

-Draco ha dando su declaración-exclamó ella como un saludo y se tiró a un sofá, bostezando. -Como los Weasley declararon antes, no le quedó otra más que admitir que Scorpius encerró a Ginevra en los sótanos. Ellos no parecieron muy felices, pero al parecer las comodidades que Albus pidió a Scorp fueron bien jugadas a su favor. Lo vieron como el niño destrozado por la muerte de su padre. Scorp fue sincero y eso ayudó bastante.

Blaise asintió.

-En este momento, Adrián y Millie están hablando con Draco acerca de las declaraciones.

-¿Y porqué no estás ahí?

-No es necesario. Todos fuimos muy cuidadosos. Millie le está hablando de todo lo que nos dijo hace unas horas a él y a Michael.

Zabini frotó sus ojos.

-¿Cómo está Theo?

-Bien, pero estará encerrado algunas horas por obstrucción a la ley.

-Supongo que no está muy contento.

-Al contrario, parece satisfecho. No me preguntes porqué. Probablemente tiene algo ideado ahí.

-No lo dudo.

-Alexander también fue llamado. Él lloró y les mostró sus recuerdos. Parecía traumatizado.

-¿Tu crees que...?

-Él usó algo para aumentar sus emociones. Probablemente. Estoy tan cansada...-murmuró. Blaise asintió. -¿Y Marioh y Damian?

-Terminando la decoración de la fiesta de Alexander.

-¿Aún lo celebraremos?

-Será bueno para nosotros festejar algo, ¿no es así?

-Si.

-Merlín, tendré que comprar algo de emergencia.

Zabini rió.

-Ya sé.

-¿Qué sucede?-preguntó al ver su expresión.

-Es, aún no puedo procesarlo. Supongo. Él y Draco, tantos años después. Como pareja destinada. Con Weasley ayudándolos a sacar al señor Lucius, y con el Profesor Snape salvándolo de nuevo. Él aún luce como antaño. Me di cuenta de lo mucho que lo extraño.

-Parecías no estar de su lado hace unas semanas.

Ella lo miró sentarse a su lado. Apoyó la cabeza en su hombro.

-Es.. no sé, no sé qué pensar o sentir.

-Creo que es el cansancio.

Ella rió levemente.

-Blaise, Potter es muy peligroso. Tiene un puesto peligroso, tiene conocidos peligrosos, una fama contraproducente. Qué si Draco vuelve a pasar por algo así, que si vuelven los aulladores, las cartas de amenazas, que si...

-Pansy, - la detuvo Blaise, cuando la vio empezar a entrar en pánico, tomando su mano.-Estará bien. Tiene a Potter.

-¿Qué tal si él se vuelve el problema? Nosotros no podremos vencerlo. Es más fuerte que nosotros.

-No tendremos que hacerlo. Él quiere, no lastimará a Draco. Ambos sabemos que probablemente sea al revés.

Ella apretó la unión de sus manos.

-¿Realmente lo crees?

-De verdad lo creo. Deberías dormir-exclamó cubriéndola con una manta invocada.

-Las pesadillas han vuelto-susurró ella. -Cuando veo demasiada gente con ese traje rodeándome no puedo evitar que vuelvan. Los aurores que nos dañaban...

-Jamás volverán Pans. Jamás. Descansa-exclamó-estaré aquí.

-Gracias-susurró ella cerrando los ojos.

Blaise la miró por minutos.

-Jamás volverán-repitió para sí mismo-porque jamás se van de nuestras pesadillas. Es una lástima que ellos no puedan soñar nunca más.

Las llamas se encendieron y Michael se abrió paso por ellas.

-Hey-saludó Zabini- no te he visto por horas.

El rubio asintió.

-Estuve escribiendo-susurró cuando vio a Pansy dormir. -Sabía que estaría aquí, con Theo encerrado y Draco con Millie. Escuché que trajeron a Adrian Pucey. No había escuchado de él. ¿Ocupa un lugar en el juego de Draco?

-Oh, si. Es uno de sus jokers, pero si quieres la verdad hace años que no forma parte de la baraja. Se enamoró y se fue a Rusia, pero aún así él y Draco son muy amigos, así que no le retiró el título.

-Oh-exclamó tomando a Pansy.-Escribí un artículo acerca de la preferencia del Ministerio hacia Ginevra Weasley, y fui a entrevistar un poco a Hermione Weasley para usar sus palabras para crear simpatía hacia Draco, pero no sabes que me encontré-sonrió divertido.

-¿Pasó algo interesante?-preguntó Blaise confundido.

-Supongo que sí. Encontré decenas de panfletos con esto-exclamó alzando un papel.

Blaise lo tomó.

Y leyó.

¿SERÁN HARRY POTTER Y DRACO MALFOY PADRES?

Por Luna Lovegood

Su servidora se honra en decirles que el Maestro en Pociones, Draco Malfoy creo una fórmula para tener bebés con Harry Potter, el cual al parecer de esta firme seguidora de esta pareja, es súper tierno y romántico. Para quienes no lo notaron, pero yo sí, en su visita al Ministerio este hombre rubio llevaba un anillo igual al de Harry Potter. Estaba en el Ministerio buscando a mi querido esposo, que como saben necesita permisos cada cierto tiempo para ir a buscar nuevas criaturas mágicas, cuando decidí saludar a Harry. Iba con Draco, que por cierto, es mi amigo, cuando este de repente confesó frente a todos haber creado la poción. Y debieron ver la cara de Harry. Él se veía entre feliz y con ganas de vomitar. Draco parecía no saber por qué lo confesó. Seguro es porque quiere otro bebé para unir oficialmente su familia con la de Harry. Oh, si tan solo Malfoy hubiera aceptado mi propuesta de matrimonio. Podríamos tener un hijo de Rolf y Draco, de Draco y mío, de mío y Rolf. Pero ahora puedo confirmar que él tenía una buena razón, que si por cierto me hubiera explicado hubiera entendido. Como no pude soportar la emoción a la publicación de nuestra siguiente edición me vi en la obligación de crear estos panfletos y distribuírlos por todos lados. Mañana añadiré más detalles en la edición, tengo que escribir. ¿Se imaginan que bonitos bebés van a tener? Yo siempre le compro pociones a Draco, y les he dicho a muchos que Draco podría realizar las cosas que ellos quieren, ¿pero me creen? No. También le dije a Harry que Draco era un buen chico y sólo tenía que hablar con él. En fin.

Blaise se mantuvo en silencio unos segundos, y luego rió.

-¿Draco ya leyó esto?

-No lo sé. No lo creo. Pero lo que si sé es que esto hace ver a Draco más humano, ¿no es cierto?

-Lo hace ver como un hufflepuff. Cuando lo lea morirá de vergüenza.

Michael rió.

-Si, también. Pero creo que ella está haciendo lo mismo que yo, crear simpatía hacia Draco.

-¿Lovegood? ¿Por qué lo haría?

-Mmm.

Michael no respondió, solo se alzó de hombros y se despidió para ir a casa. A lo lejos, Luna sonrió y miró al cielo con una sonrisa.

Que envidia le tenía a Harry.