Disclaimer: Harry Potter no me pertenece.


Entre coincidencias y destinos

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Capítulo 17

Entre jueces e inefables

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Cho Chang era Jefe de Inefables, por una sencilla razón.

Draco Malfoy.

Si bien no había influido económicamente, sobornando a los altos mandos o algo parecido para darle el puesto, le había salvado la vida y esa era la única razón por la que ella seguía existiendo y había alcanzado ese trabajo. Cho sabía esto y lo recordaba todos los días, cada vez que veía esa cicatriz en su pecho frente al espejo, donde la magia oscura había abierto paso por su cuerpo, intentando contaminarlo. Por lo tanto, cada vez que asistía a su medimago y éste le decía que se encontraba perfectamente de salud, y sonreía exclamando que no había nada de lo cual preocuparse, ella agradecía mientras se recordaba a sí misma que aquello no era cierto. Que había algo ahí que nadie podría ver o descubrir jamás, a menos que ella o Draco Malfoy hablaran. Y cuando visitaba a Draco y él exclamaba que todo continuaba sin cambios después de algunos hechizos de inspección, mientras él suspiraba en una mezcla de alivio y descontento, Cho agradecía y se ponía de pie sonriendo hacia él con amabilidad, porque sabía que Draco desearía que fuera diferente, que hubiera algún cambio positivo para ella.

Por esa razón, por esa mirada preocupada que él enviaba cada vez que la examinaba, o esa sonrisa amable que le daba cuando la veía, Cho no fingía no verlo cada vez que se cruzaban. Le sonreía abiertamente delante de los empleados del Ministerio si lo encontraba sufriendo en algún pasillo en un intento de hacerlo sentir mejor, o lo invitaba a algún café en el mundo muggle cuando el Mágico era demasiado para él. Su amistad era fluida, ligera y a la vez importante. Cho no formaba parte de ese círculo de amigos a los que Draco recurría cuando tenía algún peligro significante, no, él recurría a ella para pequeñas cosas de la vida como una vieja amiga. Cuando necesitaba algún consejo, cuando algo bueno le pasaba a Cho. A veces, Cho pensaba que lo que Draco buscaba en ella era esa normalidad, que pudo haber tenido si la guerra jamás hubiera llegado. Era ese amigo que no le molestaba que tocaras la puerta a las tres de la mañana porque acababan de terminar contigo, o aparecía en casa con una botella de vino, por una promoción laboral. Parecía no querer involucrarla en habladurías o perjudicar su vida de alguna manera, sin embargo, a pesar de que Draco no estaba muy seguro de demostrar al Mundo Mágico que se llevaban bien, Cho sabía, tal como sabía que sus amigos serpientes sabían, que él necesitaba esas sonrisas y abrazos en público más de lo que jamás admitiría. Necesitaba alguien, fuera de ese círculo que tenía, en quién confiar. Necesitaba apoyo sin condiciones, amistades que estuvieran ahí cuando las otras no podían. Amistades que se quedaran, sin importar lo que la gente dijera de él.

Y ella no le importaba ser esa amistad.

Si bien, Draco no era el tipo de persona de la cual uno usualmente presumía su amistad (realmente era muy desagradable cuando alguien no le agradaba, sentía que era un peligro o estorbo, lo cual era probablemente el 90% de la población del mundo mágico), Cho había aprendido rápidamente lo valioso que era que el Líder de los Malfoy fuera tu amigo.

Por experiencia propia, había visto lo muy problemática que se había vuelto la vida de Harry, al rechazar la mano de Draco Malfoy. Sin embargo, su aprendizaje no terminaba ahí. También había admirado en primera fila lo que Draco Malfoy le hacía a las personas que se ganaban su odio, y como éste era capaz de esperar años enteros para obtener venganza. Durante su estancia en Hogwarts, Cho había dejado pasar su presencia debido a la existencia de Cedric Diggory y Harry Potter, y la actitud del slytherin, no estaba de más añadir, lo que había complicado bastante sus años estudiantiles; pero cuando la guerra terminó, y el chico no solo obtuvo Malfoy Manor, sino a Astoria Greengrass como prometida, cuando se le ordenó hacer un seguimiento de sus movimientos y descubrió a una persona totalmente diferente a la que se presentaba en público y recordaba peleando con Harry, Cho pensó que quizá, todo hubiera sido mejor si sus sentimientos se hubieran enfocado hacia otro lado.

Sin embargo, era tarde para tales pensamientos. Con una carrera en ascenso, unos padres estableciendo compromisos para ella en su contra, y un puesto que le permitía discreción sobre sus actividades, Cho Chang solo deseaba un poco de tranquilidad, por lo que tomar lados, a pesar que a veces el mundo mágico le parecía muy cruel con el chico, era tonto e innecesario.

O eso se dijo.

Lo cierto es que a Cho le gustaba ayudar a la gente y socializar con ella; por lo cual, cuando vio todo lo que Draco sufría, no pudo evitar intentar suavizar las cosas para él. Se encargó personalmente de las vigilancias cuando pudo, y realizó muchos trámites en el Ministerio de su parte. No sabía por qué lo hacía realmente, no parecía muy inteligente de su parte, pero continuó haciéndolo. Y eso, por supuesto, lo terminó notando Malfoy. Un Malfoy muy, muy ofendido, que un día la arrinconó y exclamó muy fuertemente que sabía que lo seguía.

-¿Pero cómo...?

Malfoy se había burlado de ella, de esa manera que hacía que sus ojos grises brillaran cruelmente y torcían sus labios en un gesto desagradable, antes de responder a su pregunta no completada.

-Es muy fácil reconocer a la ex-novia de Potter cuando está detrás mío.

-¿Harry?

-Harry-se rió él- cierto, ustedes se hablan en primer nombre. Escucha, no sé qué quieres, o si el Ministerio te está enviando-cuando los ojos de Cho parpadearon ante esa frase el rubio endureció aún más la mirada y la arrinconó aún más, poniendo la varita en su cuello.-Así que el Ministerio sigue tras mío. ¿Cuál es tu misión, Chang?-preguntó y antes de que lo supiera, sus barreras mentales habían sido atravesadas.

Su primer pensamiento había sido que no podía creer que la hubiera vencido fácilmente.

Su segundo pensamiento, que estaba segura que eso no era legal, y si lo reportaba habría cumplido la meta que sus superiores deseaban. Algo para hundirlo aún más.

Su tercer, y último pensamiento, es que él iba a lanzarle un obliviate ahora que había escuchado lo segundo.

Pero luego, ese obliviate no llegó.

Malfoy se alejó con una mirada seria aún, pero ya no fría. Como reflexionando algo, a lo que Cho no tenía alcance.

-Fuiste tú. Tú has estado librándome de esos molestos empleados del Ministerio, y sólo porque me tienes lástima.-Rió amargamente y luego se desapareció. No lo vio fuera de su mansión en mucho tiempo, pero la siguiente vez que lo siguió, Malfoy se detuvo de repente y exclamó mirando a la nada, como si no estuviera seguro de que ella, o alguien, estuviera ahí.

-¿Chang?

Cho dudó un momento, pero finalmente se dijo que era tonto fingir que no lo seguía. Así que apareció tras él y él la miró antes de volver a hablar.

-¿Si?-lo instó a continuar.

-Me siento tonto sabiendo que estás ahí, sin poder verte. No hay nadie cerca, ¿así qué, por qué no caminas a mi lado?

Cho asintió y caminaron tranquilamente hacia el destino de Malfoy.

-¿Qué es este lugar?-preguntó ella cuando llegaron. Diariamente, Malfoy venía a este viejo edificio y entraba. Cho no sabía qué era lo que estaba adentro y se había propuesto averiguarlo entrando sin permiso del dueño, de alguna manera, pero ya que estaba aquí con Malfoy parecía no tan tonto preguntar.

-Esta es el viejo invernadero de los Parkinson. Las boticarias se han negado a atendernos en situaciones críticas, y en muchas ocasiones envían las pociones incorrectas a propósito, así que conservamos algunas plantas y hierbas, para cuando lo necesitemos. Podemos preparar muchas pociones por nuestra cuenta, así que con muchos libros y con los recuerdos de las clases de Sprout nos las apañamos para tener los ingredientes más comunes.

Cho lo miró en silencio, aceptando la respuesta. Ella sabía que eran bastante agredidos, por lo que debían tener una buena dotación de hechizos y pociones curativas, sin embargo no tocó el tema porque Malfoy parecía bastante cooperativo y si ella husmeaba en sus asuntos personales era probable que él retrocediera emocionalmente y se retirara como la última vez.

-Sé que visitas Hogwarts. Aunque no sé la razón-exclamó, cambiando de tema. Chang como toda inefable, se moría por saber por qué el hombre volvería al lugar que se vió obligado a abrir para el Lord Oscuro, y donde no fue bien recibido por mucha gente después de la guerra. Curiosidad, era una de las cualidades de todo inefable y ella quería saber. Le gustaba clasificar a cada uno de sus conocidos, de acuerdo a la información que los inefables tenían en las distintas salas. Tal vez Draco Malfoy podría encajar con algún tipo de mente descubierta, o podría agregar nueva información a la sala del pensamiento. Solía comportarse de manera diferente a lo que ella pensaba que haría, después de todo.

Hasta ahora, Malfoy había encajado en lo que en la Sala del Amor, ellos llamaban un amor leal hacia alguien. Ese amor que incluso sabiendo que te heriría a ti mismo, te llevaba a cometer sacrificios por amor. Simplemente no encajaba con la principal cualidad de un slytherin, la supervivencia. Además, los inefables no habían podido evitar notar que, cuando Malfoy aparecía en el Ministerio, si se encontraba cerca del área de Misterios, el espejo de Oesed (enviado cuando Hogwarts fue reconstruida hacia ellos), empezaba a resplandecer.

¿Lo llamaba?

¿Lo evadía?

¿Quería que se reflejara?

Habían aprovechado cada oportunidad que se había dado cuando los aurores lo retenían para estudiarlo, pero no tenían respuestas lógicas. Es decir, ¿Había brillado todo el tiempo cuando Malfoy estuvo en Hogwarts o solo había empezado después de la guerra? ¿Era porque tenía la marca oscura? ¿Era algo que quería obtener de él?

Cho de verdad quería saber. Tal vez, si ellos se amistaran, Malfoy podría ayudar a averiguar esa respuesta y podría subir de nivel en el Departamento. Realmente, realmente hubiera sido genial que Malfoy hubiera sido un inefable, pensó Cho. Así estaría todo el día cerca del espejo y ella podría trabajar en ello todo el día. Después de todo, nadie sabía cómo ese espejo había sido hecho, o por quien. ¿Cómo había llegado a Hogwarts?¿Cómo sabía cuál era el deseo más profundo?

Oh, los inefables amarían a Malfoy si él les permitiera responder aquello. Después de todo sus intentos de acercar a diferentes magos al espejo, no habían dado resultados en hacer que el espejo brillara. Tristemente sus solicitudes de cooperación fueron respondidas con negativas. Y ellos no eran como el departamento de Aurores, que podían obligarlo a asistir por la fuerza. Es más, Malfoy parecía categorizar a cualquier departamento del Ministerio como enemigo, gracias a la continua agresión por parte de ellos.

-¿Qué? ¿Qué pasa?-preguntó Malfoy cuando ella lo miró en silencio por mucho tiempo.

-Me estoy preguntando si vendrías conmigo al Departamento de Misterios.

El rubio la miró con el ceño fruncido de inmediato.

-¿Por qué?-preguntó más cortante de lo que quiso. Cho podría responderle, pero ellos no podían hablar de su propio trabajo. Si soltaba lo que se hacía dentro, sin la seguridad que Malfoy se quedaría callado, sería su fin.

No obstante Cho sabía, que Malfoy sabía, la razón por la que el espejo brillaba.

-Olvídalo-suspiró ella.-Solo es algo en lo que estoy trabajando.

Malfoy la miró como si estuviera pensando qué tan conveniente era el decirle la razón de algo.

Oh, Hogwarts, correcto.

Luego negó y se introdujo al lugar, por lo que la asiática llegó a la conclusión de que no cooperaría con ella si ni siquiera podía responder una simple pregunta. Estaba teniendo una rabieta interior cuando vio el interior del edificio y olvidó por completo su pregunta y admiró el lugar.

-¿Algunas plantas y hierbas?-preguntó sarcásticamente-Tienes cientos de ellas.

Malfoy asintió.

-Algunas, de las miles que tendré algún día.

-¿Piensas expandir el invernadero? Quién cuida de esto.

-Obviamente alguien de quién no daré nombres.

Si, hubiera sido un buen inefable.

Al menos sabía guardar secretos y hablar misteriosamente.

Ella hizo una mueca nuevamente, haciendo al rubio reír y no insistió, pero cuando lo vio despejarse los brazos, doblando sus mangas, jadeó.

-¿Tú? ¿Tú lo haces? ¿No es muy poco elegante para tí?

-Bueno, sí, ¿quién esperabas que lo hiciera? No tenemos dinero para empleados. Todo está invertido aquí.

-Así que los Parkinson también…

-Solo Pansy, su madre huyó sin ella y su padre fue condenado al beso del dementor.

-Oh…

-Si.

-Entiendo.

-Entonces, ya que estás aquí ¿Qué tan buena eres con las plantas?

-¿Pretendes que yo, la inefable encargada de vigilarte, te ayude con tus plantas? -se indignó.

-Siempre puedes esperar afuera como siempre y aburrirte.

Ella gimió adolorida y se resignó.

-Bien, ¿qué tienes en mente?

Lo cierto era que, debía admitirlo, el hombre le caía bien. Era sarcásticamente divertido, e inteligente. También tenía unas rabietas graciosas, o la continua necesidad de debatir las cosas y mirar a largo plazo. Si hubiera podido continuar sus estudios, y no tuviera tan mala fama, Cho estaba segura que habría sido muy cotizado por los diferentes departamentos del Ministerio, tal como Hermione Granger lo fue.

Ah y Granger.

Esa era otra cosa que ellos tenían en común.

Ambos no eran exactamente amigos de la chica.

Con el paso de los días, él le contó acerca de sus amigos y su novia, y ella se quejó de sus padres y el trabajo. Se hicieron amigos. No lo mostraron a la sociedad, no lo expresaron en voz alta, pero era obvio que empezaban a llevarse bien y que los amigos de Malfoy ya sabían de ella.

Y entonces, un día, pasó. Durante una de sus misiones.

Ella fue hechizada con magia negra. Se le había enviado a descubrir a qué se debía la gran acumulación de magia oscura del lugar, y ella había asistido con otro grupo de compañeros. En medio del lugar había un gran aparato que habían intentado neutralizar pero en medio del proceso, la magia reaccionó al hechizo de un inefable y una explosión los mandó hacia atrás.

Con dolor y a punto de morir, se preguntó qué debía hacer. Si ir a San Mungo la salvaría. No pensó en sus compañeros, no pensaba en nada más que el dolor o su necesidad de gritar. Alzó la varita y decidió aparecerse. Creyó que aparecería en el hospital, o el Ministerio, pero por alguna razón apareció en Malfoy Manor.

Apenas cayó en las afueras, con pocos segundos de diferencia, un asustado Draco Malfoy la recibió y con ayuda de su madre, la introdujeron al lugar. No sabía qué había pasado con exactitud después, pero cuando abrió los ojos, Draco Malfoy se encontraba a su lado, dormido en un sofá, mientras su madre entraba con un poco de agua y unas toallas.

Para ser sincera, se asustó cuando, al intentar levantarse, se vio rodeada de sangre.

Gritó, despertando a Draco.

-Tranquila, Chang-repitió Draco una y otra vez, sosteniendo sus hombros. Con lágrimas en los ojos, ella pidió una explicación, pero vomitó antes de que pudiera recibirla.

Sangre, una y otra vez.

Y entonces llegó un hechizo que la durmió.

La siguiente vez que despertó, la cama estaba limpia y un elfo chilló antes de llamar a su amo. Cuando Malfoy apareció, seguido de sus amigos, Cho lo miró sin entender y él le explicó pacientemente su condición.

Se había llenado de magia oscura.

Su núcleo mágico había recibido aquella magia como si su cuerpo hubiera sentido la radiactividad, empezando a matarla con toda velocidad. Malfoy había quitado la mayor parte y bloqueado una gran cantidad, liberándola poco a poco, pero ella seguía intoxicada. Ella quería preguntar sobre sus compañeros, pero el dolor la consumía y no la dejaba hablar.

Cuando volvió a despertar había pasado casi 6 meses.

Draco dijo que había despertado en muy breves momentos y él había continuado desintoxicando su cuerpo mediante pociones y hechizos. A duras penas la puso de pie y le encargó caminar pues su cuerpo había estado demasiado tiempo en reposo.

-¿Qué han dicho para calmar mi ausencia?

Draco la miró y negó.

-No lo sé. El ministerio no ha dicho nada, pero parece que no fuiste la única que no volvió a casa. Las familias de algunos inefables estuvieron preguntando por ellos, pero el ministerio los despachó rápidamente. Existen rumores de que uno de ellos cayó en San Mungo, un inefable, pero los medimagos no pudieron hacer nada por él. Dicen que murió antes de que pudieran hacer algo. De todas maneras, no tengo a nadie en San Mungo que pueda decirme algo. Mi círculo de conocidos es muy limitado aún.

Cho jadeó dolorosamente al escuchar aquello.

Ellos estaban muertos.

Y ella estaba viva.

-¿Cómo? ¿Por que yo no estoy muerta? -tembló. -Esa cosa explotó. Era pura magia oscura.

Draco apretó los labios antes de responder.

-Porque usé la misma magia oscura en tu cuerpo para salvarte.

Magia oscura...

-¿Que diste a cambio?-preguntó con voz quebrada. Ella era sangre pura, ella sabía que su vida no sería gratis, y tenía un precio-¿Qué exigió la magia?

Pero él no respondió.

La ayudó a recuperarse, poco a poco.

Llamó a Astoria, y a su madre, para que le hicieran compañía.

El día que por fin salió de Malfoy Manor, casi un año de su llegada… cuando estuvo lista para enfrentar al Ministerio y preparada decir que no recordaba qué había pasado, Draco la miró con tristeza y respondió esa pregunta.

-No podrás tener hijos mágicos. Usé magia oscura para bloquear el avance de la maldición y toda la magia propia de tu línea para purificarla. La he obligado a permanecer para siempre contigo para mantenerte viva, no puedes traspasarla a nadie. Aún puedes tener hijos, pero ellos serán squib… No heredarán la magia a sus descendientes.

Cho jadeó dolorosamente ante esa respuesta.

Y lloró.

Los brazos de Draco la rodearon por horas mientras lo hacía y pensó en sus padres, en los compromisos que rechazó, en los herederos sangre pura y mágicos que ellos querían.

Se había acabado.

La línea mágica de los Chang, mediante ella, se había extinguido.

¿Cómo se lo diría a mamá y a papá?

¿Ellos agradecerían que su hija regrese a casa con tal condición?, se preguntó. ¿O la echarían y se encargarían de adoptar o procrear a algún heredero?

-Lo lamento, debí preguntarte, debí buscar otra manera-lloró el mismo Draco- pero morías frente a mis ojos, y entonces en medio de tus delirios susurraste que querías vivir… que querías ver a tus padres… Me pediste no dejarte morir mientras me mirabas. Y yo no podía hacerlo, no podía dejarte morir así. No sufriendo de aquella manera. No con lágrimas cada vez que habrías los ojos. Si podía hacer algo para que vivieras, para que continuaras con vida con la mejor calidad de vida, iba a hacerlo… Y lamento tanto no haber pensado si podías vivir de esa manera...

Cho podría odiarlo, enojarse por haber decidido que estaba bien para ella pagar el precio.

Pero no lo hizo.

En cambio lloró su pérdida, porque él la lloraba, lo entendía. Él como amigo la quiso viva, trabajó por seis meses sin parar para lograrlo…

Ella apreció aquello, lo apreció mucho.

Más tarde, recapacitaría sobre ese momento y agradecería que, aún sin magia, Draco hubiera salvado su posibilidad de tener hijos.

Quizá podría encontrar a un muggle, pensó.

Alguien a quién no le importara si su hijo tenía magia o no.

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Esa idea se convirtió en realidad cuando infiltrada en el mundo muggle, años después del incidente, ella había conocido a su esposo; Conrad, un simple maestro de secundaria. Se habían casado con la oposición de su padre, pero a Cho, quien ahora tenía un primo lejano como hermano mágico, no le importó y se marchó de casa, para vivir en el mundo muggle. A la ceremonia habían asistido algunos amigos, entre ellos, un Draco camuflado que fingió ser amigo de Conrad. Y cuando la ceremonia finalizó, Draco le entregó un gran ramo de rosas blancas, y le besó la mejilla.

-Felicidades, Cho-exclamó suavemente. Sus ojos parecían enternecidos por el hecho que se estuviera casando, felices y orgullosos, pero también culpables. Cho se imaginó que estaba pensando en ese momento en que decidió si debía dejarla morir u obligarla a vivir con hijos sin magia. En que le había arrebatado la oportunidad de que algún sangre pura o mago se interesara en ella, a pesar de que ella lo había pedido.

Con un beso en la mejilla, Cho le susurró las gracias por haberla dejado vivir, y haberle permitido conocer a Conrad. De inmediato, sus ojos se humedecieron y asintió, con un nudo en la garganta. Tal como lo hacían los sanadores cuando alguien a quién se esforzaban mucho en salvar, sobrevivía.

Sanador, pensó al mirarlo.

Malfoy hubiera sido un gran sanador.

Ella realmente amaba a este hombre.

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El misterio de Oesed había sido resuelto hace mucho tiempo, (lástima que no pudieran compartirlo al Mundo Mágico entero); y Cho y Draco se habían ayudado en más de una ocasión, por lo que no le molestaba para nada que éste pidiera su ayuda si la necesitaba, es más, Cho consideraba un gran logro cuando eso pasaba; sin embargo esta vez se vió un poco contrariada ante el hecho que el rubio decidiera usar de aquella manera su deuda de vida.

-¿Estás seguro de lo que me estás pidiendo?-preguntó confundida, y Draco asintió antes de ponerse de pie para salir. -Es solo… podría hacer muchas más cosas con esta deuda de vida, podría simplemente hacer confesar a Ginevra lo que tu quieras y nadie podría culparte porque ella estaría en el Ministerio lejos de ti. No es necesario que desperdicies una deuda de vida, tratando de influir en Celestine Smith. Es conocida como una jueza imparcial y todo está a favor de Harry, y bueno, ellos no son tus hijos exactamente, Draco.

Draco pareció pensarlo por un momento antes de asentir.

-Lo sé, pero quiero usarla de esta manera. Quiero asegurarme que Ginevra no obtenga a ninguno de ellos. Podrías decir que es por Harry,-admitió-y lo es, pero una parte de mí quiere dejarla sin nada. Que pierda no solo a su esposo y sus posesiones, también a sus hijos.

-Entiendo lo de Lily, y Albus, ¿pero quieres quedarte con James también? No digo que sea mal chico, ¿pero ciertamente no sería mejor si él y su madre se alejaran de ti? Te ahorraría muchos dilemas.

-No negaré eso.

-Entonces, ¿por qué usas tu deuda de vida así? -preguntó, mirando a su amigo fijamente por un gran momento.-¿Por qué no en tu beneficio? Ginevra está aquí en el Ministerio y yo podría…

-No,-exclamó sorprendido Draco, antes que ella pudiera expresar sus ideas- no quiero involucrarte en el asunto con Ginevra. Ellos notaran extraño que ella confiese algo a mi favor, precisamente cuando estás tú, Cho Chang la amable inefable que saluda al Mortífago. Una inefable en un caso de aurores es raro y la gente ha visto que estoy visitando hoy. Creerán que te pedí intervenir.

-No necesitas pedirlo. El hechizo que usó en ti casi te mata y yo no pude hacer nada para ayudarte. Estoy muy, muy enojada con ella, Draco, y quiero que pague por ello. Si realmente está involucrada en otros asuntos, me encantará hundirla más. Ella intentó matarte. Si cree que puede andar por la vida, agrediendo personas y saliéndose con la suya, alguien debe enseñarle que está equivocada. Si cree que puede tocar a mi chico favorito y salirse con la suya en mi turno, se equivoca. Theodore fue tan rápido en encontrarla que no me dio opción de cazarla, pero no pasará por segunda vez. Ella se ha metido con quien no debe.

Draco sonrió ante el mote.

-Sé que en realidad Conrad es tu favorito, pero tu mentira hace que mi ego esté agradecido.- Respondió risueño y ella rió al escucharlo.-Pero tienes razón en algo, Ginevra pudo pasarse la vida así, siendo intocable sólo por ser Ginevra Potter; si Potter no hubiera de mi lado, no hubiera podido culparla de nada, incluso si estuviéramos en las mismas circunstancias. Es más, si me hubiera matado probablemente no tendría grandes repercusiones para ella. Tenía un poder considerable que salió de la nada, con un simple noviazgo y luego un matrimonio. Ella no tenía dinero, ni posición social y Potter se lo dio, no solo a ella, sino a su familia. La convirtió no solo en la esposa del Héroe del Mundo Mágico, sino también en la esposa del Jefe de Aurores. Solo la esposa del Ministro era superior a ella. No sé como se le ocurrió divorciarse. Pudo haber hecho tantas cosas…

Cho bufó.

-Si, pudo, pero no las hizo. Porque es una tonta.

-¿Crees que ahora yo puedo aprovechar su ociosa vida?-sonrió Draco en broma, y ella negó.

-Me temo que no va con tu personalidad.

El slytherin suspiró.

-Es cierto. No me imagino echado en un sofá, con una copa de vino y ordenando a los elfos todo el día. Todos los días. Mis negocios no sobrevivirían.

Cho rió.

-No olvides la parte de las compras.

-Oh, cierto-exclamó recordando una ocasión donde Astoria y él se cruzaron con Weasley y ella exclamó que Draco no podría pagar un brazalete que la pelirroja lucía en la muñeca. Había dolido en ese entonces, porque era cierto. Ahora, sin embargo, pensaba en que él podría pagar veinte de ellas sin problemas.-Las compras. Esa parte realmente me gusta y sí podría hacerla. Justo ahora me gustaría ir por aquí y por allá gastando el dinero de Potter y desfilando mis nuevas adquisiciones frente a ella. Apuesto a que se pondría roja de la ira.

Cho negó divertida.

-Estoy segura que lo harás pronto. De hecho estoy sorprendida de que aún no hayas salido a presumir ese anillo de compromiso en tu mano.

-Es cierto, ¿no?-respondió Draco mirando la joya en su dedo.-No he tenido la oportunidad.

-De hecho, la has tenido. Solo que no ha sido muy favorable.

-Si, solo a mi me toca no poder alardear de ello, en cambio, estar humillantemente retenido por los aurores que trabajan para mi prometido.

-Lamento eso, no está dentro de mi jurisdicción. Intenté involucrarme en tu caso bajo la excusa de hechizo desconocido que Ginevra usó en ti. Pero parece que no fue necesario, ya que ella les dio a los aurores la explicación que según le dio Potter. En cuanto escuché los rumores de los ataques a muggles, empecé a convencer al Ministro de que la colaboración de mis Inefables sería beneficioso. Logré que no se te inculpara, pero no hice mucho más, hasta el momento no teníamos culpables. Desgraciadamente soy la Jefa, así que solo puedo enviar subordinados a investigar. He enviado inefables a investigar los rumores que han circulado últimamente, están intentando obtener algo.

-Y te lo agradezco.

-Puedes agradecerlo aún más, haciendo que mi deuda de vida haga algo más para tí, que para Harry Potter.

Draco sonrió.

-Sé que crees que es una deuda de vida muy pequeña en comparación de lo que podrías lograr, pero originalmente no pretendía usar esa deuda de vida. Es solo que últimamente Harry me cobró una, y ha estado cobrando otras. Y pensé por primera vez en cómo la deuda mágica estaría afectando tu cuerpo. Si no la ejecuto, se la deberás a mis hijos. Y aunque estaría aliviado de saber que podrías cuidarlos, no quiero pensar en esa magia oscura dentro de ti y qué pasará si no estoy ahí para hacer un seguimiento. También me da miedo pensar cómo afectará que esa deuda ya no esté entre nosotros. No sé si es parte de la razón por la cual estás bien. Has pasado años con ella encima. No tengo idea de si ha hecho algo más en ti. Así que pensé en pedirte algo no muy peligroso.

Cho hizo una mueca.

-No.

-¿Qué?

-No. Te conozco, estás haciendo un plan de respaldo, en caso de que te salga el tiro por la culata en lo que sea que estés haciendo. Si bien es cierto que quieres que Ginevra Weasley se quede sola, te estás asegurando que Harry obtenga lo que quiere-respondió firmemente. -Creo que realmente te preocupas por la deuda, pero no tiene razón. Ha pasado años desde que encerraste la magia oscura en mi núcleo, y mi propia magia es la que retiene la magia oscura, no la tuya.

-No lo sabemos.

-Tal vez, pero-se interrumpió cuando sintió como la magia empezaba a funcionar ligeramente en su contra, apretando su propia magia en negativa.

Jadeó.

-Tonta, si te niegas tan decididamente la deuda intentará matarte-exclamó Draco, corriendo hacia ella.

-Escucha, sé que eres participe de los rumores de los ataques que involucran a Ginevra Weasley.

-¿Cómo es que siquiera sabes de ello? Apenas iba a contarte.

-¡Millicent me lo dijo!

-Oh, genial. Mis amigos quejándose de mi hobbie de recolectar ravenclaws y hablan con ellos más que yo. ¿Por qué te lo dijo?

-Porque quería ayuda para conseguir pruebas, por supuesto. Y las he estado consiguiendo…

Draco se quedó en silencio, parpadeando.

-¿Sabes quién organiza los ataques muggles?

Cho negó.

-No, pero puedo descubrirlo. No sabía en quién usar el hechizo en el que trabajo, pero ahora sí. He estado haciendo este hechizo… nadie sabe que lo estoy desarrollando más que yo, y ahora tú lo sabrás.

-¿Qué hechizo?

-Puedo volver a alguien un veriseratum momentáneo.

-Un veriseratum.

-Si, algo así, no necesitas hechizar a alguien para que diga la verdad con nada. Solo pones a esta persona, frente a ella, y las otras hablaran. Lo he probado en mí. Lo usaré en un auror para que Ginevra confiese sus crímenes. Si eso no funciona, yo misma entraré a la Sala de Interrogatorios. Para cuando yo anuncie que he logrado este hechizo al Departamento de Misterios, nadie sospechará siquiera que lo use antes, no en un juicio. No contra Ginevra Weasley. Cobra eso como deuda de vida.

-Pero…

-Eso satisface tu visión de que yo no tengo la culpa, ¿cierto? Y me permite hacer algo que yo sí quiero hacer. Apúrate, cambiala. Antes de que realmente empiece a matarme, porque no voy a hacer lo que querías a cambio.

-Cho…

-Por favor, Draco. No estás solo. Déjame ayudarte. Sé que no soy Parkinson, o Nott , o Zabini o alguno de tus tantos amigos escolares… pero quiero hacerlo. Puedo ayudar.

Ojos grises la miraron por segundos antes de asentir.

-Bien, cambiaré mi petición.

Ella sonrió, respirando aliviada cuando el aire circuló nuevamente sin problemas a través de sus pulmones.

-Haré lo que me pediste también. Dejámelo a mí.

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Ron y Harry se habían ido, así que Hermione miraba su aburrido techo blanco, totalmente abatida, cuando Luna entró en la habitación.

-Hola, Hermione.- La cantarina voz de Luna se hizo notar, matando el silencio en su habitación en San Mungo, y Hermione agradeció su visita, porque, de verdad, de verdad, iba a matar a alguien si el silencio continuaba.

Gracias a Merlín no siguió su idea de ser sanadora. No dudaba que pudiera triunfar allí, pero San Mungo era demasiado tranquilo en ocasiones...

-Hola Luna-respondió ella amablemente, y Luna la miró antes de sacar una pequeña pata de conejo de peluche.

-Ten, lo he traído para ti-exclamó ella-los conejos traen suerte, y son tan lindos. Escuché que te darían de alta esta tarde.

-Si, mis exámenes están resultando favorables-respondió ella tomando el regalo, y Luna sonrió nuevamente antes de mirar el pequeño bulto en su vientre.

-¿Puedo?-preguntó la profesora y Hermione asintió. -Vaya, Draco ha hecho un gran escudo a su alrededor-exclamó en cuanto la tocó.

-¿Draco hizo un escudo?

-Si, puedo reconocer su magia. Hizo un escudo también para mi cuando estaba embarazada de los gemelos.

-No sabía que se usaban escudos mágicos en los bebés. ¿Evitan que se hieran si me golpeo con algo?

-Bueno, no, no realmente. Se le llaman escudos pero no protegen exactamente de golpes, sino de hechizos y magia. Las familias sangre puras suelen usarlos. Alguien que te aprecie, toma su magia y la amolda como protección extra a tu alrededor. Necesita tocarte para ello, así que probablemente lo hizo mientras te traía. No es muy complicado de hacer pero se necesita mucha habilidad. Los padres suelen darle magia al instante a las madres y al bebé; dejan su magia salir y de esa manera si el bebé consume mucha magia, una se recupera. La barrera es magia extra. Magia de esa persona. Si llegaras a tener falta de magia, ya sea porque el bebé la está consumiendo, o porque en tu estado no debes lanzar muchos hechizos, si el padre no está cerca para brindártela, el escudo empieza a consumirse. Si alguien lanza un hechizo crea un campo de fuerza para repelerlo, si es magia oscura. No obstante, como no son familia, la magia no es totalmente compatible, por lo que hay una pérdida de magia en el proceso de adaptación. Podría decirse que hay un recurso extra. Fuiste herida y escuché que empezaste a perderlo. Probablemente la magia de Draco ayudó a que vivieran. De esa manera tu magia también pudo ayudarte a ti misma y no solo al bebé.

-¿Él hizo eso?

-Si. Deja que ponga un poco de magia también-sonrió ella y dejó una parte de su magia fluir.

-¿Qué estás...? Oh.

Hermione no había notado que había algo ahí, pero en cuanto la magia de Luna se unió pudo sentir un cosquilleo y una extraña sensación, la cual probablemente se debía a la esencia de la magia de cada uno, totalmente diferente una de la otra.

-Listo, tardarás un poco en acostumbrarte.

-¿Así que ahora puede cualquiera poner su magia?

-No, solo personas en las que tú y el creador del manto confían. Y se necesita saber el proceso. Yo lo sé porque puse mi magia en Astoria-sonrió tristemente- sin embargo, no fue lo suficientemente fuerte para ella. Se agotó con rapidez. -Al escucharla, Hermione quiso saber cómo lo sabía, pero luego se dijo que la razón era obvia, por lo que decidió guardar silencio.

Después de todo, ella había muerto.

-¿La conocías?-preguntó Hermione en un suave susurro al ver la mirada triste de Luna.

-Si, era muy dulce. Trataba a todos con cariño y tenía mucha esperanza. Era una gran amiga. A veces pienso en ella. Pienso en cómo crecen mis hijos y cómo uno de ellos no recordará a su madrina. Ella solía bromear acerca de cómo los gemelos eran rubios y podrían pasarse como sus hijos. Solía dotar a ambos gemelos de dulces, ropas y peluches. Aún llegan, todos los años, Draco es el encargado de eso pero…-la voz de Luna se quebró levemente- no es lo mismo. Sé que no es lo mismo para él, ni para mí. Cuando Draco abraza a ambos a la vez, simplemente sé que él piensa que debería abrazar a uno mientras Astri abraza al otro.

Sus ojos se humedecieron, pero luego aspiró con fuerza e intentó sonreír.

-Nunca nos dijiste que frecuentabas a los Malfoy-comentó Hermione y ella negó.

-No lo hice. Ellos pensaron que lo mejor era que no lo supieran. Dijeron que todo sería más tranquilo para todos si manteníamos mis amistades separadas. En particular, creo que si hubieran visto a los slytherins que vi, al Draco que yo conocí mientras vivía Astoria, todo sería mejor. Hubieran visto al chico enamorado, al padre cariñoso, al amigo comprensivo. Hubieran visto lo genial que puede ser Pansy, lo simpático que puede ser Blaise, o lo dulce que puede ser Theo. Hubieran visto que ellos eran muy parecidos a mi padre, cuando los traicionó. Que solo estaban asustados. Esos tiempos nunca volverán. Jamás volveré a verlos riéndose mientras la molestan por ser diferente a ellos-pensó recordando en aquella vez que todos se reunieron en el cumpleaños de los gemelos y bromeaban en la mesa, con Draco sonriendo enormemente y un brazo suyo rodeando el hombro de una Astoria en medio de un puchero.- Todo ha cambiado desde que ella murió.

Hermione bajó la mirada.

-Malfoy es diferente a lo que pensé.

-Sí. Es diferente a lo que era en Hogwarts y lo que era cuando estaba casado con Astoria. Probablemente seguirá cambiando.

-¿Por qué?

-Porque últimamente ha recuperado una parte de él que probablemente ni siquiera notó que perdió. La presencia de Harry le devolvió… cómo podría decirlo… un poco de esa personalidad que tenía antes de la guerra.

-¿La del niño snob y cruel?-preguntó confundida.

-La del chico que tenía confianza-corrigió amablemente Luna.- Draco siempre había sido astuto, y peligroso. Inteligente. Y en Hogwarts, confiaba en que podía lograr cosas, que merecía otras. Era expresivo, no temía a lo que otros decían y a veces eso hacía muchos de sus actos imprudentes; pero luego de la guerra no se permitió exigir nada, no se permitió demostrar sus emociones abiertamente como cuando era pequeño, ni confiar en nadie que no fuese amigo suyo antes de la guerra. Se volvió más frío y calculador. Aprendió cómo y cuándo actuar. Pero ahora, está haciendo algunas cosas diferentes, eso es bueno, al menos estará menos estresado.

-¿La presencia de Harry ha cambiado eso?

-Si. Harry también ha cambiado.

-¿Cómo? ¿Por qué?

-Bueno, están volviendo a ser iguales. Eso fue lo que volvió a Draco único a los ojos de Harry desde el principio, después de todo. -Al ver el interés en su mirada, continuó - Nadie se atrevía a ser igual a Harry, ¿cierto? Para todos era un héroe, o un niño buscando atención, incluso tú y Ron pensaban que era diferente a ustedes, después de todo él estaba destinado a salvar al Mundo. Y ahora es Jefe de Aurores, el Jefe de Ron, ¿Ya hay una diferencia, ves? Automáticamente las personas lo respetan, pueden ser sus amigos, pero saben que es diferente. Tiene más poder, más status social. Pero antes, aunque Draco sabía que Harry era más fuerte que él, no le tomaba una importancia real, por lo que no dudaba en enfrentarlo una y otra vez, burlarse o rodar los ojos cuando creía que exageraba. Y Harry hacía lo mismo con él, sin importarle lo que otros temían, como el estatus de sangre de Draco o su dinero.

- Dijiste que está volviendo a ser igual a él, ¿no son ahora iguales?

-No, no para ellos. Después de la guerra, sin importar cuán agradecido estuviera Draco con Harry, sin importar que hubiera hablado a su favor o lo hubiera salvado, el corazón de Draco ya no era el mismo. De pronto, sintió una gran diferencia entre Harry y él. Estoy segura que Harry sintió lo mismo. Ellos perdieron una parte de sí mismos cuando el otro se alejó, y ahora lo están recuperando. Me alegro por ellos, en especial por Draco. Había estado realmente apagado desde la muerte de Astoria, y creí que se estaba dejando morir poco a poco, pero desde que encontró a Lily han pasado muchas cosas. Se ha visto obligado a avanzar.

-Y ahora está nuevamente comprometido. Tan comprometido que no ha venido a visitarme.

Luna soltó una risita.

-Estoy segura que Draco está realmente ocupado y por eso no ha venido a verte. Incluso escuché que visitó Hogwarts. Me dirijo a verlo, le diré que lo estás esperando.

Ella suspiró.

-Está bien si no puede venir mientras estoy aquí. Escuché que tuvo una noche terrible. Mándale mis saludos.

-Lo haré, aunque estoy un poco preocupada. Han surgido rumores sobre Ginny, y Draco quiere que lo visite. Espero que todo esté bien.

Hermione frunció el ceño.

-Yo también. ¿Crees que es verdad que ella es quién lastimó a todas esas personas?-preguntó a la rubia.-No puedo pensar en ningún motivo por el cual ella participaría en esos ataques. Es todo lo contrario a lo que defendimos cuando éramos estudiantes.

-Ginny ha cambiado. Quizá sus ideales son diferentes a los de antes. -Respondió ella con tranquilidad. Después de todo aunque se hablaban, ella y Ginny nunca habían sido exactamente cercanas. Pasaron mucho tiempo juntas en Hogwarts, porque iban en el mismo año, pero luego de ello Luna había viajado por el mundo y al volver no formaba parte del nuevo mundo de Ginny. La chica alegre y valiente que una vez había conocido había desaparecido, dejando una copia barata y soberbia, de lo que una vez fue la actitud de los sangre puras alguna vez. Quizá Hermione no podía verlo, porque había estado durante todo ese proceso de cambio, acostumbrándose poco a poco. -Todo estará bien, Hermione. Quizá no es ella.

Mirando la pata de conejo en la mano de Hermione, Luna se puso de pie.

Hermione la miró sorprendida.

-¿Ya te vas?

-Creo que iré a escuchar qué tiene que decirme Draco, tengo mucha curiosidad-exclamó suavemente con una sonrisa.-Felicidades, será un bebé precioso.

-Gracias.

Mirando a Luna salir, Hermione supo que Luna sabía algo que ella no.

-¿Oh, Ginny? ¿Qué has hecho?-preguntó, pero no tenía una respuesta, y probablemente tampoco la tendría.

.

Sí, ¿qué había hecho?, se preguntó Ginny, mientras daba vueltas de un lado a otro.

Hacía unos meses era la esposa del Salvador del Mundo Mágico, era una heroína. Tenía un lugar muy alto en la sociedad y ahora estaba encerrada cual rata, con los aurores hablando sobre ella en susurros, preguntándole si ella efectivamente había atacado a los muggles.

¿Cómo terminó esto así?, se preguntó mientras mordisqueaba la uña de su pulgar derecho. ¿Cómo era posible que ella estuviera aquí en lugar de Dennis? ¿Cómo siquiera la habían mirado a ella, si había tenido mucho cuidado en que no se notara que estaba involucrada?

¿Dennis, siquiera intentaría salvarla?

¿Dónde estaba Terry?

¿Dónde estaba Percy?

¿Dónde estaba Harry?

Mierda, mierda, mierda, pensó con el corazón acelerado.

¿Cómo habían llegado a este punto las cosas?,se preguntó una y otra vez hasta que los ruidos fuera de la celda del Ministerio llamaron su atención y alzó la mirada solo para encontrarse con Angelina.

-Ginevra Weasley-exclamó ella imparcial- por orden de su abogado se le preparará para su audiencia con la jueza Celestine Smitch.

-¿Audiencia?-repitió ella- ¿es hoy?

-Lo es. Su abogado ha convencido a la jueza de continuar el proceso aún con su condición.

-Mi condición-repitió. Encarcelada, posible culpable de ataques planeados; pensó. No, ella no estaba lista para ver a un juez.

¿Cómo diablos a Terry se le ocurría que era buen momento para continuar el juicio?

-No quiero ir-exclamó con fuerza-Aplázalo.

Angelina alzó una ceja y luego suspiró.

-Así no funciona, Señora Weasley. Se me dió la orden de llevarla, y es lo que debo hacer. Se encontrará con su abogado y discutirá esto con él, no con nosotros. Nosotros somos los encargados de proceder legalmente con criminales y sospechosos, no de repartir custodias y bienes. Por favor, comparta sus ideas con su abogado.

Ante su brusca respuesta, al menos para ella, Ginny enrojeció pero dejó que la sacaran de la sala, pensando en que antes jamás le responderían de esa manera. Mientras caminaba, y las personas a su alrededor la veían con serias o preocupadas expresiones, su pecho se agitó de miedo.

Más le valía a Terry que supiera lo que hacía.

Al menos no se había olvidado de ella.

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Terry Boot había sido demasiado ambicioso. Esa era la conclusión a la que Pansy llegó cuando había leído la situación Potter-Weasley en la cuestión de repartición de bienes. No le bastó con ser uno de los abogados mejores pagados, representando al Héroe de Oro; se había acostado con la esposa de su cliente y usado el dinero que ella tenía (y era de Potter) para sus pequeñas aventuras.

Todo el mundo de las leyes notó el cambio en Boot, tanto en apariencia como en actitud a medida que los años pasaban. Boot se volvió de la élite con rapidez, rodeado de tiburones y pirañas que querían entablar amistad con él para crecer más aún.

Para ser sincera, era tan poco ético, que hasta a Pansy le daba naúseas.

Y es que ética no era la palabra favorita de Pansy.

Sin embargo, Pansy no le había dado ni un pensamiento a Boot desde la última reunión con la jueza, por lo que olvidó su existencia. Hasta que vio que su alarma de citas le notificó que, de acuerdo a su agenda, en unas horas ellos debían presentarse a la siguiente reunión.

Sorprendida, se preguntó porque a ninguno de los dos abogados se les ocurrió cancelar la cita.

O porque la misma jueza no lo había hecho.

-No, no, no, no, no-chilló, sabiendo que no estaba preparada. No había preparado a Potter.

Y probablemente eso es lo que Boot quería.

Pansy sabía improvisar, Potter no. Ellos no se coordinarían esta vez. No se pondrían de acuerdo cuando hablaran. Pansy solía discutir con Potter todo el tiempo cuando empezaban la práctica, y ella ni siquiera sabía qué debía decir. Esto iba a joderse y ella podía, por primera vez, perder un caso. Jamás, nunca, le había pasado.

Draco, pensó.

Debo llevar conmigo a Draco. Él podrá controlar a Potter.

Pero Draco estaba encargándose de sus propios problemas.

Mierda.

Apresurada, empezó a preparar sus papeles. Si Boot quería jugar sucio, Pansy también lo haría.

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Celestine Smith solía ser una jueza imparcial. No funcionaba bajo estándares sangre puras, tampoco bajo estándares pro hijos de muggles. Imparcial y justa era la manera en que deseaba verse y ser, por lo que cuidaba bien de sus acciones y amistades.

-¿Está seguro que no desea aplazar la audiencia?-le preguntó a Boot, cuando éste se la topó en el Ministerio. Había escuchado de la situación Weasley-Malfoy, y había escuchado del mismo Ministro que el Jefe Potter estaba sufriendo la casi pérdida de su esposo, por lo que él mismo estaba débil. Pero luego los había visto en los diarios y se veían bien, así que supuso que si la abogada Parkinson quisiera cancelar ya lo habría hecho.

Y luego escuchó del arresto de Ginevra Weasley y supuso que quién cancelaría sería el abogado Boot. Pero él parecía completamente obstinado sobre que este era el momento para la audiencia.

¿Él siquiera estaba al tanto de las noticias alrededor de su cliente?, se preguntó.

Él dijo que sí, y que esto era lo que su cliente quería.

Que ya se había reunido con ella.

Bueno, no sería raro que la defendiera en ambos casos.

-De acuerdo-exclamó y por esa razón era que ahora se preparaba para la audiencia Potter contra Weasley. Estaba en ello cuando la puerta sonó y al abrir, solo pudo sentir una brisa. Debió ser mi imaginación, pensó y alzándose de hombros, continuó preparándose. Cerca de ahí, Cho la miró a la distancia respirando profundamente.

.

Adrián Pucey, el segundo Joker, tenía un cariño realmente especial por Draco.

No era amor. Era difícil amar a alguien con quién no había compartido clases, ni dormitorios en Hogwarts, solo entrenamientos de quidditch. Era, después de todo, dos años mayor que los Slytherin que habían creado las alianzas, pero era una amistad bien fundada a través de los años, con debates de ideas y asesoramientos. Con favores y peticiones. Con reuniones y separaciones.

Para cuando la guerra empezó y terminó, Adrián ya se había graduado y estaba en proceso de liderar su propia Casa Familiar (lo que significaba meses encerrado en su mansión) por lo que no se vio exactamente involucrado y juzgado en la Segunda Guerra Mágica. Si bien su padre sí lo fue, el hecho de que hubiera sido hallado muerto sin marca ni su capa negra, y que nadie pudiera demostrar su participación había sido una gran ayuda; por lo que con dinero intacto y una reputación dudosa, fue de los primeros en apoyar la iniciativa 'Salvemos a la Casa de Slytherin'.

Empezó donando dinero, como muchos. La administración de cómo se estaba manejando la casa en sí misma, pertenecía al líder de la Alianza, Malfoy, quién había explicado su situación y la manera en que planeaban proceder mediante una carta. Aseguraba que, más tarde, verían los beneficios de su ayuda. No era muy creíble, pero accedió porque los slytherins tenían ese lema de apoyarse uno a otro en tiempos difíciles y pedir ayuda a los mayores cuando no se podía manejar algo. Por supuesto, si tomabas en cuenta que ya se había graduado no estaba obligado a proceder, pero si Malfoy tenía razón sus movimientos beneficiarían a sus futuros descendientes, los cuales sin duda alguna caerían en la misma casa que sus padres.

Con una leve sonrisa, Adrián aprobó su primera transferencia bancaria. Cuando esa ayuda económica pasó de dar dinero, a convencer a otros slytherins graduados de ayudar a la causa, se le otorgó el título del Joker Escondido. El título, según Malfoy, se debía a sus habilidades sociales, económicas y de leyes que les brindaba bajo el agua, sin que nadie se enterara de ello hasta que ya estaba hecho.

Cuando leyó el título no pudo evitar sonreír, al pensar que ese niño seguía tan creativo como siempre. Y cuando Malfoy empezó a cosechar los beneficios y se graduó, fue cuando miró, por primera vez en mucho tiempo en persona a su antiguo compañero de clases. Se acercó a él y le dio las gracias. Fue discreto, de manera que a la vista de la sociedad no se supiera que estaban en buenos términos, pues ambos acordaron que no era el momento para que la reputación de Draco afectara a la apenas iniciante reputación de Adrián.

Incluso en ese entonces, no le atrajo. Adrián ya estaba comprometido en casamiento con una sangre pura rusa y se marchó, pausando su ayuda. Como la casa tenía más estabilidad no se preocupó por ellos, y si bien su matrimonio no terminó exactamente bien, tampoco terminó tan mal y él retomó todos los contactos que había dejado intactos nuevamente, incluso si continuó viviendo en otro país.

Y para cuando se dio cuenta, Malfoy ya era todo un adulto, casado y con hijos. Para cuando lo notó, en sus juntas ya no estaba el solo, de su mano iba la bella y delicada Astoria Greengrass, quien hacía los ojos plateados derretirse cada vez que aparecía frente el antiguo buscador de quidditch.

Quién le enseñó a Draco confianza, amor y amabilidad.

Quién se volvió el mayor soporte para el hombre que representaba la causa.

No pudo evitar sonreír al verlo nuevamente y agitar su cabello con orgullo al escuchar lo mejor que le iba a la casa. El chico mimado, sangre pura e impredecible, aprendió a controlar sus emociones, a manipular los hilos. Había crecido y en el proceso, había mejorado y mejorado a los demás.

En realidad no había amor.

Nunca lo hubo.

Pero cuando ese Malfoy orgulloso, alegre y molestoso empezó a dejarse morir porque su esposa había muerto, Adrián no dudó en ofrecerle el matrimonio, para que su magia se obligara a recuperarse, apoyándose en la suya. Él negó y Adrián lo comprendió porque todo mundo sabía lo mucho que él amaba a Astoria. Cuando Draco se vio envuelto en falsas acusaciones o en negocios riesgosos, no dudó en extender su mano para rescatarlo.

Y ahora Potter lo estaba viendo, con ojos furiosos tal avada como si Adrian fuera su enemigo. Y él no comprendió por qué.

-Necesitamos hablar, Draco-exclamó el auror tomando la mano del otro antes de alejarlo de él.

Al abogado ni siquiera le dio tiempo de parpadear.

-Pero…-empezó a hablar.

Draco lo miró confundido.

-Pero Ad y yo tenemos que ir al…

-Luego-exclamó firmemente Potter, como si el apodo lo hubiera enfurecido aún más-tus padres pueden mostrarle la salida.

Mirando, al igual que los otros como su amigo era arrastrado hacia ¿los armarios?, Adrián se quedó quieto, preguntándose cuál era la razón de esa mirada.

¿Era su idea? ¿O Potter lo había amenazado sin palabras?

Como fuera, Adrián no estaba muy seguro de querer saberlo, pero su instinto le decía que se había metido en algo que el auror no quería que lo hiciera, y lo mejor sería marcharse.

-Iré por Theodore-exclamó educadamente a los Señores Malfoy y ellos asintieron, apenados de la escena. Sin embargo, no parecía la primera vez, porque Lucius Malfoy tenía esa mirada que gritaba ¿otra vez?

-Muchas gracias por venir al rescate, Adrián-repitió la Señora Malfoy por segunda vez en la semana y le sonrió.

-No es nada. Sé que Draco probablemente me devolverá el favor.

-No lo dudes-contestó Lucius y el abogado asintió y sonrió nuevamente intentando tranquilizarlos.

No había razón para dejar a Theodore en ese lugar más de lo necesario.

.

Al oír de Angelina que la audiencia de repartición de bienes de Harry y Ginny sería ese día, y el abogado de ella quería retirarla momentáneamente del Ministerio, Kingsley bajó los papeles que tenía y suspiró mirando por la ventana falsa de su oficina. Merlín, ¿ya era ese día? Eso significaba que el plazo que le dio a Potter para casarse ya se había cumplido.

Bien, probablemente Harry aún no lo había hecho. Después de todo, parecía que esos dos seguían revoloteando entre sí. Bien, si la audiencia sería en unas horas, Kingsley debía asegurarse de que ya estuviera hecho, porque no pensaba cargar esa deuda de vida por mucho tiempo más. Debían tener todas las ventajas posibles en su favor y obtener esa custodia. Aunque, incluso si lograba vencer a Harry, si ella era culpable todas estas audiencias serían en vano.

Suspiró y miró su foto con Arthur Weasley. La última vez que lo había visto, cuando apareció para pedirle que por favor apoyara a su hija con los rumores acerca de su participación en los ataques, parecía que le cayeron años y años encima. Con esa hija, pensó… cualquiera hubiera terminado con esa mirada.

El caso con Ginevra Weasley no solo era que había logrado tener cargos por un ataque de Draco Malfoy, en el cual realmente hubo testigos, sino también volverse sospechosa de los ataques a hijos de muggles. De alguna manera ahora que había demostrado firmemente su aversión a Draco Malfoy y había intentado asesinarlo, la gente creía que era capaz de hacer todo aquello solo para culpar a Malfoy. Y temían ser los siguientes. Por tanto, debían asegurarse de no serlo y la manera más rápida de ello es que fuera encerrada bajo la orden del Ministerio.

No solo eso, estaban convencidos que era lo que debían hacer. Tanto, que parecía un pensamiento plantado por alguien.

Pero Kingsley había hecho que los revisen, no había ningún hechizo en ellos.

Eran solo gente, siendo gente.

Aprovechando la caída del otro.

Bueno, Ginevra Weasley no se había hecho amar por el pueblo, precisamente. La alta sociedad mágica notó rápidamente su amor a los lujos y su apellido. Antiguas familias despreciaron su actitud, hablando de ella como una nueva rica, lo que la dejó en compañía de aquellos que fueron viejos amigos y personas con sonrisas vivaces interesadas en obtener algo de ella. Algo que, con su inexperiencia, Ginevra no siempre pudo ver y luego no le importó. No, Kingsley debía rectificar aquello. La dejó rodeada de amistades que en cuanto cayó de la gracia, le dieron la espalda.

Ella aceptó gastar y gastar, pero no en el bien de la comunidad, sino en sí misma y cosas frívolas. Luego de su apoyo a la Batalla de Hogwarts ella no había hecho nada relevante. Si bien fue jugadora de quidditch y era buena, se retiró demasiado rápido. Y luego tuvo hijos, y la Sociedad Mágica estuvo feliz por Harry Potter, quién relucía de una manera que la mujer no hacía.

La gente empezó a hablar de cómo ella era diferente a las otras personas reconocidas. No se enfocaba en su familia como su madre, no se enfocaba en el bienestar de la sociedad como Hermione Granger, no tenía un trabajo siquiera, era como si todo se tratara de su papel en la guerra y como la esposa del héroe, y cómo podía usar aquello; despertando el enojo, la envidia y el respeto entre las personas.

Las damas de los personajes importantes empezaron a preguntarse cuándo haría obras de caridad, los necesitados empezaron a preguntarse cuando ella los ayudaría. Harry, a pesar de sus buenos actos a la comunidad, no pudo compensar las habladurías sobre su esposa. Hablaban del mismísimo Harry, preguntándose que vio en ella; cuando el tiempo demostró lo diferente que eran. Muchos dijeron que se casaron muy jóvenes. Otros, que Harry había sucumbido a la presión de los Weasley. Muchos dijeron que fue por amor, pero ese amor parecía haber perdido fuerza.

Aún así, nadie se metía con ella.

Porque era la esposa de Harry Potter.

Excepto que, ahora todos sabían que no lo era. Que se habían divorciado, que ella había atacado a Malfoy y Harry había pasado mucho tiempo en el hospital acompañando al rubio.

Ahora todos asumían que Potter y Malfoy estaban casados, se amaban, y querían hijos.

Y aunque no lo amaban, ni les agradaba la idea, nadie tocaría a Malfoy. Sin importar que este hubiera tenido un mal papel en la guerra o no tuviera buenas obras a la comunidad. Habrían habladurías como siempre, pero hasta ahora Malfoy había demostrado que no heriría a ningún hijo de Potter.

Si Kingsley se dejaba guiar por su paranoia de auror, viendo lo beneficiado que Draco Malfoy se había visto de un momento a otro, podría pensar que esa había sido su idea desde el comienzo. Pero todo era tan rebuscado, que no había manera que Malfoy hubiera manejado la actitud de la pelirroja o del mismo Harry por años planeando que terminara de esta manera.

Es más, Kingsley se preguntaba si debía compadecerse del hombre, quién había sido arrinconado de tal manera por Harry que había terminado casi muerto y cuidando a sus hijos. Y ahora sería obligado a casarse rápidamente.

Draco Malfoy, pensó mirando su expediente. Kingsley no sabía exactamente en qué momento había decidido pedirlo, pero ahora lo tenía con él; y desde este la foto del ahora Líder de los Malfoy lo miró con frialdad.

Un antiguo mortífago, caído en desgracia. Con una fortuna limitada y básicamente una broma de la original, que había crecido de tal manera que aunque parecía sospechosa, no pudo ser retenida por actividades ilegales. Malfoy parecía haber heredado la habilidad de su padre para poner en jaque al Ministerio y evitar arrestos. Incluso el mejor instinto de Harry y Ron, no había logrado nada cuando los puso a cargo de él, aunque ahora dudaba un poco de que tanto el moreno se esforzó en descubrir algo.

Draco Malfoy.

Kingsley rió sin diversión.

Tan igual y tan diferente a su padre.

Malfoy nunca tuvo la oportunidad de hacer alarde de una posición o dinero, como su padre. Nunca pudo comprar aliados, comprar favores o sobornar gente. Al seguir los ideales de sus progenitores había terminado con una marca y cargos en el Ministerio de acciones que cometió en un intento aparente de proteger a sus padres. Parecía jamás poder recuperarse por completo, pero ahora era nuevamente el centro de la atención y había subido con rapidez los lugares en la pirámide de la sociedad. El prácticamente frío y antisocial Malfoy, quién en apariencia no tenía otro lugar a donde ir y por ello se había quedado en Gran Bretaña, quien en apariencia seguía moviéndose en su pequeño círculo que constaba de los Nott, los Parkinson y los Zabini, había mostrado recientemente que se las había arreglado para poner a las leyes de su parte con Pansy Parkinson y Adrián Pucey, al área periodística con Luna Scamander y Michael Edwards, a Hogwarts con Minerva McGonagall, y los dos departamentos más famosos del Ministerio, con el Jefe de Aurores y la Jefa de Inefables, Cho Chang.

Kingsley había lucido sorprendido cuando la mismísima Directora de Hogwarts reportó su nueva adquisición en el área de profesores. Hogwarts era un mundo aparte, con su propio liderazgo y estructura, y el Ministerio no tenía ni voz ni voto en él; pero un ex-mortífago contratado como profesor, por mucho, debía reportarse al Ministerio. Y luego Cho Chang tocó a su puerta y preguntó si podía involucrarse en el Caso de los ataques recientes, del que todos sabían ahora se culpaba a Ginevra. Por qué una inefable querría involucrarse en un asunto de aurores, era una gran incógnita, pero luego ella sonrió y dijo que quería hacerle un favor a un amigo. Y que Kingsley agradecería que ella se involucrara. Así, sin más inconvenientes. Y entonces Kingsley lo supo, supo que ese amigo era Malfoy, y ella, igual que él, estaba con una deuda de vida en funcionamiento.

Malfoy incluso lo tenía a él, al Ministro de Magia.

Si Kingsley se ponía en su contra perdería.

Por tanto debía hacer que triunfara de una vez por todas.

Ciertamente a Kingsley no le gustaba la idea que Draco Malfoy y su familia recuperaran poder en la sociedad, no cuando sin ella eran realmente peligrosos, pero no estaba en condiciones de evitarlo.

Lo único que pudo hacer fue ponerse su sombrero y ponerse de pie.

Iría a buscar a esos dos, y si no estaban casados ya, los casaría.

¿Y dónde estaban?, pensó deteniéndose fuera de la oficina de Harry antes de que su secretaria le dijera que el hombre no se encontraba en su oficina.

Lo cierto es que no sabía dónde estaba Harry, pero sabía dónde podría estar Malfoy.

Malfoy Manor.

Iría allí, y le enviaría un patronus a Potter para que se reuniera con ellos.

.

Harry no le dió tiempo a Draco de decir nada. Lo obligó a seguirlo de tal manera que el rubio estaba más enfocado en no tropezar que en pensar de qué iba el otro, o por qué lucía tan irritablemente adorable, con sus mejillas enrojecidas y sus brillantes ojos verdes. También se preguntó fugazmente por qué exactamente lo estaba guiando a los armarios de las escobas, cerca de los campos de quidditch. Probablemente ni siquiera sabía a dónde iba, pensó sonriendo levemente mientras lo seguía y dudando de cuánto tiempo tardaría el otro en notar que, si quería intimidad, ya podía detenerse porque la casa era grande y ellos eran muy pocos. Olvidó que hacía unas horas aún seguía enojado con él y se suponía que no debía estar en casa, sino en el Ministerio, recogiendo a Theo.

Como lo supuso, Potter caminó y caminó hasta que notó que estaba perdido. Solo entonces se detuvo, no menos enojado y miró al líder familiar, quien al notar el enojo en sus ojos no pudo evitar sobresaltarse. Especialmente cuando el otro lo arrinconó, poniendolo contra la pared y bloqueando cualquier escape.

-¿Harry?-preguntó.

¿Realmente lo había enojado tanto con el tema de los ataques? ¿Se iban a agarrar a golpes? Salazar no quisiera porque el otro era auror y Draco estaba oxidado. No, ni siquiera podía ganarle un duelo mágico, porque el otro tenía una magia realmente poderosa. Harry no parecía estar pensando en eso, porque enseguida gruñó.

-Eres mi prometido-exclamó.-Mío. Él no puede tenerte.

¿Quién era él? Draco no lo sabía. Ni siquiera respondió. Apenas abrió la boca para preguntar a quién se refería, Potter lo besó de tal manera que Draco estaba firmemente sujetado por su cabello y cadera. No puedes escapar, era el mensaje. No puedes dejarme solo, no lo permitiré.

Draco no quería hacerlo, pero quería entender. La pared le permitió soportar el empuje de Harry y apoyarse durante el beso; y cuando se separaron, antes de que siquiera pudiera hablar o respirar, apenas tragó aire, Harry volvió a atacarlo.

Y luego, para sorpresa de Draco, lo tomó de la cadera y lo elevó.

Siendo siempre quien hacía esa parte, siendo el más fuerte en su antigua relación, eso fue nuevo.

-¡Harry!-exclamó Draco avergonzado, un poco más elevado que él por su posición, pero apenas pudo exclamar su nombre antes que el otro retomara el beso. Era un beso fuerte, apasionado, que no tanteaba terreno ni daba paso a la duda. Poco a poco se fue suavizando al punto que empezaron a moverse contra el otro rítmicamente. No sabía si Harry seguía enojado, pero Draco se perdió en la sensación y no la dejó ir. Rodeó el cuello de Harry con los brazos y con una mano se aferró a un hombro y con la otra al negro cabello.

-Sí-Susurró cuando sus caderas rozaron una y otra, y otra vez, y Harry pareció hacer un ruido en acuerdo antes de dejar sus labios y atacar su mandíbula y cuello. Malfoy se quejó cuando lo mordió, pero por lo demás no lo detuvo. Poco a poco, el slytherin se derritió en sus brazos y no se volvió más que jadeos y movimientos.

-Merlín, te deseo tanto-susurró el Jefe de Aurores, buscando unir las manos de ambos, y Draco asintió en respuesta, entrelazando sus dedos antes de volverlo a besar y gemir extasiado.

Siguieron de esa manera, hasta que Draco llegó. Gimió fuerte y abrazó a Harry con fuerza, sin poder sostenerse. Lloriqueó necesitado y Harry volvió a besarlo, encargándose de él mismo ahora, buscando aliviarse y usando a Draco para ello, quien no podía evitar seguir gimiendo al sentirse avergonzado, pero a la vez excitado.

Ese era su lugar, pensó. Junto a su alma gemela. Siendo lo que él necesitara que fuera.

Los ojos verdes de Harry brillaban en deseo, en calor, y solo pensar que Draco provocaba eso, lo hacían sentirse el centro del mundo.

Cuando Harry terminó, fue como si no necesitara nada más y a la vez lo quisiera todo. Empezó a besar el cuello de Harry y a desabrochar sus túnicas.

-Aquí-exclamó en un susurro-no hay nadie cerca. Aquí.

Harry, sin embargo, negó y empezó a alejarse, dejando a Draco, por fin, empezar a respirar apropiadamente. Parecía que por fin estaba saciado, porque lo dejó ponerse de pie y apoyó su cabeza en el hombro del otro.

Draco hizo un puchero.

-No, aquí no- repitió Harry al verlo-no en cualquier lugar. Debe ser especial.

Draco, aún con las mejillas sonrojadas y la respiración agitada lo miró.

-Tú solo me emocionas-se quejó y Harry soltó una breve risita, antes de emitir un suave lo siento. Apoyó su frente contra el otro y acarició su nariz con la de él, antes de besarlo levemente.

-Te ves hermoso. Te ves como siempre pensé que lo harías y mejor.

-Me veo mojado, sudado, acalorado e insatisfecho.

-No. Te ves enamorado. Apenado y aún así satisfecho. Solo estás siendo caprichoso, como siempre lo fuiste. Te gustó y quieres más.

-No he sido caprichoso en años.

Harry lo miró con la ceja alzada.

-Por supuesto. Te creo. Volviendo al tema-exclamó con las manos en su cadera-Te ves como si hubieras sido mío.-Respondió. - Y ahora quiero tenerte-susurró pegándolo a la pared y acercándose a su oído.-Quiero realmente poseerte y hacerte mío, quiero que estés en mi cama todo el día y nadie pueda verte más que yo… así, todo despeinado, con los ojos nublados y las mejillas sonrosadas.. mientras tomo todo de ti y tu tomas todo de mí, una y otra, y otra vez.

-Harry…- sollozó Draco cuando el otro abrió su camisa y empezó a besar su pecho.

-Te quiero diciendo mi nombre, una y otra vez y que incluso olvides cómo respirar apropiadamente, que olvides que hay algo más que yo y lo que te hago sentir.

-Si…

Harry entrelazó de nuevo los dedos de ambos y lo besó. Invadió su boca suavemente mientras los hacía empezar a moverse de nuevo contra el otro.

-Harry, Harry…-susurró Draco, con voz ahogada, y repetidamente.

-Draco… Shh Draco, nuestra bebé está sin llorar, no queremos que empiece de nuevo. Hemos estado tentando a la suerte hasta ahora, pero seamos más silenciosos.

-Quiero un bebé realmente nuestro, Harry.

Draco no lo pensó bien antes de dejar salir esas palabras y cuando las escuchó, se sonrojó y miró avergonzado los ojos sorprendidos del otro. Harry parpadeó y luego sonrió, antes de despejar la frente del otro y besarlo con fuerza.

-¿Quieres un hijo nuestro? ¿Nuestro propio hijo? ¿Ahora?

-No, ahora no , la poción…

-Bueno, entonces empecemos a practicar- exclamó Harry antes de caer frente a él.

Draco se sonrojó.

Y entonces las barreras vibraron y Draco se congeló al notar quien estaba tras ellas.

.

Kingsley realmente no lo esperaba pero debió suponer que existía la posibilidad de que su Jefe de Aurores estuviera ahí desde el principio.

-Ministro-exclamó fríamente Lucius al verlo en su puerta- ¿en qué podemos ayudarle?

Kingsley se lo tomó con calma y sonrió con educación.

-Me gustaría ver a Lord Malfoy-respondió mirando a los alrededores, y Lucius frunció el ceño e iba a hablar cuando Narcissa tomó su mano y lo miró fijamente antes de mirar nuevamente al ministro.

-Pretty-exclamó entonces y una pequeña elfa apareció.

-Ama Narcissa ha llamado.

-Por favor, por favor sirve un poco de té para el caballero.

-Enseguida-respondió el elfo desapareciendo.

-Por favor, Ministro. Síganos-respondió Narcissa conduciéndolo a una de las salas y el Ministro caminó tras ella, notando que el tiempo no reducía la elegancia de la mujer.

-Hacía mucho que no visitaba la Manor-exclamó admirando la nueva decoración y la mujer asintió en silencio, queriendo gritar que los aurores que manejaba probablemente no dirían lo mismo.

-Aquí-respondió ella ofreciéndole asiento- mi hijo Draco lo atenderá en un momento.

Como si lo llamaran, Draco apareció por la puerta y miró al Ministro. Tras él, iba su Jefe de Aurores.

Kingsley quiso reír.

-Jefe de Aurores, Potter-exclamó.-Debo admitir que no esperaba que estuviera aquí. Lo creí laborando en algún lado. Me ha ahorrado un patronus.

Harry tuvo la decencia de avergonzarse ligeramente. Lord Malfoy no. Él sólo miró a Kingsley con esa mirada de acero y barbilla firme que le preguntaba qué hacía en su mansión.

-Ministro-exclamó como siempre lo hacía tratándose del Ministerio. Lo había hecho cientos de veces frente a los aurores, frente al mismo Harry y frente a todos aquellos que pertenecían al Ministerio.

Fuerte. Firme.

Como preguntándole cómo osaba aparecer frente a él.

Qué se le había ocurrido esta vez.

Kinsgley sonrió.

Tan parecido y tan distinto a su padre.

-Estoy aquí debido a que el plazo para su matrimonio ha terminado. Por ende, es mi deber casarlos si no lo han hecho.

El auror parpadeó como recordando apenas las palabras de Kingsley, Malfoy en cambio alzó la ceja y el Ministro supo que lo que en realidad quería era mirar al auror, pero no deseaba apartar su cara del Ministro.

-Oh, cierto, el plazo. Debí olvidarlo. Mis disculpas.-Si lo sabía o no, y realmente se le olvidó, Kingsley nunca lo sabría.-Por supuesto. ¿Puedo preguntar por qué la prisa?

-Bueno, eso es debido a…

Sus palabras se interrumpieron debido a la aparición de Pansy en la chimenea.

-Draco-exclamó ella al verlo, parecía apurada, pero luego su mirada recayó en el Ministro y lo que fuera a decir se olvidó- ¿qué está pasando?

-El Ministro ha venido a dirigir mi matrimonio, al parecer.

-¿Matrimonio? Justo hoy que es…

-Es…-repitió Harry y miró a Kingsley con duda.

-Es la audiencia de custodia, Potter. Vine a hablar de ello.

-¿Con Draco?

-Con ambos, pero si, Draco iba primero.

-¿Por qué?

Ambos slytherins le dirigieron una mirada de "Cierra la boca, porque sí".

Kingsley hizo un sonido ligero para atraer nuevamente la atención hacia ellos.

-Bueno, me pareció buena idea que ya que en pronto estarás en la reunión con Celestine, sería bueno que pudieras decirle que ya estás casado con el señor Malfoy y no solo son rumores los que hablan de su matrimonio.

Pansy miró al hombre unos instantes, y luego a Draco. Se miraron por segundos.

-Está bien, haganlo de una vez por todas.

-¿Ahora?-preguntó Harry.

-Esa es la idea.

Harry jadeó, aunque se le hizo un poco extraño la seriedad de los demás.

-Reuniré a los chicos.

-No-exclamó Draco firmemente-el Ministro solo hará una muy breve ceremonia de unión, no es necesario. No es necesario llamar a los niños. Ni nada por el estilo-exclamó fríamente.

-¿Nos permiten un momento?-preguntó Harry y sacó a Draco de la habitación.-¿Draco, qué pasa?

El rubio lo miró firmemente.

-No quiero que mi matrimonio sea oficiado por él y él lo sabe. Por ello te dio tiempo de hacerlo como hubieras querido, pero ahora está aquí, y no se irá sin asegurarse de que esté hecho.

Harry esperó a lo que seguiría a esa oración.

-No hay tiempo de planear nada más, así que dejemos que oficie con rapidez. Como un simple trámite legal.

-Pero yo pensé…ni siquiera tengo en estos momentos los anillos de mis padres-empezó mirando sus anillos y Draco suspiró.

-Harry, sé que esto puede ser muy frío y tonto para tí, pero un matrimonio así… No hay tiempo siquiera de acuerdos legales, ni festejos ni abrazos, y él lo sabe. Vino aquí simplemente para realizar un matrimonio de status abierto.

-Un matrimonio de status abierto… ¿Qué es eso?

Draco pasó la mano por su cabello y luego, cuando sintió la mirada de Harry fija en ese movimiento, se sonrojó.

-Abierto a modificación. Estaremos casados legalmente pero luego estableceremos las condiciones, como prenupciales y cosas así. Solo es… un papel. No hay enlace, no hay votos. Solo es firmar un papel. Es el inicio de un matrimonio para muchos sangre puras cuyos padres dialogaron y decidieron que sí, si casarían a sus hijos, y los casan en el mismo momento antes de que decidan casarlos con alguien más.

Harry comprendió.

E hizo una mueca.

-Ven,-susurró Draco- vamos a firmar.

-No te ves feliz el día de nuestra boda.

-Yo, bueno, estaba muy feliz hasta hace unos momentos.

Harry rió travieso.

-Oh sí, estoy consciente de ello.

Draco se sonrojó.

-Cállate.

Antes de cruzar, Draco abrazó a Harry y se quedó ahí unos segundos.

Luego sonrió.

-Luego, llamemos a alguien y hagámoslo bien. Casémonos con votos y todos nuestros amigos.

-Si.

.

Draco tenía razón en una cosa.

Era un simple papel.

No tenía implicaciones, no asumía nada. Solo decía que aceptaban casarse.

Harry dudó unos segundos antes de asentar su firma y miró casi sin respirar como Draco puso la suya. Entonces el pergamino desapareció.

-Felicidades por su matrimonio-los felicitó.- Me retiro.

-Permítame acompañarlo, Ministro-exclamó Narcissa y Pansy observó como su amigo veía el lugar vacío donde antes estuvo el papel.

-Hey-exclamó decidida a distraerlo-Felicidades, ¿Draco Potter?

El rubio rió levemente.

-Sabes también como yo que los apellidos se mantienen a menos que decida cambiarlo con todo el papeleo.

-Lo sé. Ahora, venía a buscarte porque no tenemos mucho tiempo. Debemos ir a la reunión de custodia.

-¿Ahora?

-Primero debemos aclarar rápido algunos puntos. Por ello…

La chimenea se incendió y Draco parpadeó sorprendido.

-Oh, debe ser Luna. La llamé.

Efectivamente la rubia entró en la habitación y sonrió al verlos juntos.

-Pansy, Harry, Draco, ¿cómo están?

-¿Por qué la has llamado, Draco?-preguntaron Harry y Pansy, y Draco se sonrojó ligeramente ante la mirada verde de ambos.

-Yo… Mmm…

La abogada miró al rubio y luego al pelinegro y pareció confundida por unos instantes antes de que, como iluminada, tomara la mano de Harry y lo guiara al despacho del rubio.

-Bien, Potter. Tenemos que empezar el ensayo, ya. Draco, ocuparé tu despacho.

-Sí-exclamó agradecido Draco, viendo como su amiga alejaba a su nuevo esposo. Solo entonces suspiró y miró a Luna con una sonrisa.

-Hey ¿Por qué no vamos a los jardínes? Seré muy breve.

Luna asintió.

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Scorpius parpadeó cuando sintió levemente un cambio en la Malfoy Manor. Dejó de ver el libro que sostenía y miró al techo confundido, buscando una pista, antes de dejar su lectura en su mesita de noche y abandonar su cama. Levemente distraído, bajó las escaleras en busca de su padre cuando vio a sus abuelos susurrar entre ellos y después, al verlo, sonreírle.

-Hola, Scorpius.

-¿Ustedes sintieron ese cambio?-preguntó directamente y ellos asintieron.-¿A qué se debió?-preguntó, ya que era raro que alguien más sintiera los cambios que el Líder familiar, y su abuela sonrió levemente antes de musitar con cuidado.

-Tu padre se ha casado. Las barreras se sienten diferentes porque se ha unido a alguien.

Scorpius jadeó impactado. No era la reacción que debió tener, se dijo, debía sonreír. Estar feliz, pero no podía estarlo del todo. No entendía.

-¿Ahora?-preguntó. ¿Por qué su padre no le había notificado nada?

-Si. Fue un matrimonio por contrato.

Ante tales palabras, Scorpius frunció el ceño, ¿por qué por contrato, cuando era obvio que él y el Señor Potter se querían? ¿Por qué tan repentinamente?

-¿Por qué?-preguntó y como si sus abuelos conocieran todas las dudas que ese por qué ocultaba, lo guiaron a los pequeños sillones frente a ellos, y se sentaron.

-El Ministro estuvo aquí-exclamó firmemente Lucius.-Tenía un poco de prisa por oficiarlos e irse. Al parecer, les había dado un tiempo para casarse y ellos no lo habían cumplido.

-Difícil cumplir algo cuando estás muriendo en una cama y luego te están hostigando los aurores y la prensa-masculló Narcissa, ofendida.

-¿Y padre no me invitó? -preguntó, pero luego recapacitó las palabras de nuevo y una nueva duda llegó a su mente-¿Por qué al Ministro le importaría el status legal de mi padre?

Narcissa sonrió tristemente y se agachó frente a su nieto, tomando levemente su mejilla para que éste la mirara.

-Cariño, tú padre no lucía muy feliz. Estoy segura que lo que menos deseaba es que lo vieras así.

-¿Por qué no estaría feliz? Creí que él y el señor Potter se amaban.

-Porque tu padre quería una boda como la que tuvo con tu madre, rodeada de amigos cercanos y la familia. Él no quería solo firmar un frío trozo de papel. Pero es lo que hizo.

-¿Entonces, por qué lo hizo? Nadie puede decirle a padre qué hacer. Mamá decía que…

Guardó silencio y luego volvió a mirarlos, notando que había bajado la mirada.

-Al parecer el Ministro le había dado un últimatum. Aunque no estoy segura de porqué-exclamó mirando a Lucius y éste aclaró su garganta.

-Creo que fue una mentira para que me dejaran salir antes.

-Oh.

-Si.

Scorpius rió levemente cuando los vió mirarse de aquella manera.

-¿Entonces, dónde está papá? ¿Está con el Señor Potter?

-Tu padre está con Luna Lovegood. Al parecer había quedado con ella antes de que todo lo del Ministro pasara. Están en los jardínes.

-Ya veo. ¿Así que… Al y sus hermanos aún no lo saben?

-No, ni siquiera tus tíos. La única que estuvo aquí fue Pansy, y porque llegó en el momento en que iba a ocurrir.

-¿Tía Pans también está aquí? ¿Con Jenny?

-No, solo ella y Potter. Me parece que van a discutir la custodia de Al y Lily, y por supuesto James, en unas horas.

Scorpius la miró en silencio.

-Si ellos están casados, y le dan la custodia de los hermanos Potter, al señor Potter, ¿ellos serán mis hermanos?

-No, a menos que Draco los adopte mágicamente-exclamó Lucius.

-Yo no quiero ser adoptado por el señor Potter-respondió él.

-¿Es porque te desagrada?-preguntó su abuela y Scorpius negó con los labios ligeramente mordidos.

-El Señor Potter es genial, y salvó a papá pero yo… quiero conservar todo lo que pude haber heredado de madre-respondió- ¿Es muy egoísta de mi parte?

Lucius negó con una leve sonrisa.

-No lo es, Scorpius. Estás en todo tu derecho de escoger y Draco no será quien te pida lo contrario.

-Cariño, Draco siempre ha exclamado lo mucho que ama el hecho de que Astoria y él te tuvieran a tí y a tu hermana-susurró Narcissa tomando su mano y mirándolo a los ojos. -Él ama cada parte de ti, porque tú eres su hijo, y de ella. Nada cambiará eso, y probablemente ni siquiera intentará que los Potter tomen sus rasgos.

-¿Seguro?

-Seguro.

-Y si él tuviera un bebé con el Señor Potter… ¿crees que lo amaría más que a nosotros?

Lucius casi se atragantó.

-¿Un bebé?

Narcissa le dió un golpe en las costillas.

-No lo creo, amor.

-Pero él, la ama más que a mamá. ¿No es cierto? Es su pareja destinada, después de todo y…

-Y-interrumpió Narcissa-no estuvo ahí todos esos años. Ella sí. Y él la amó más que a nada. El amor de tu padre hacia ella fue fuerte, hermoso y cada vez que te vea, y vea a tu hermana, la verá. Tu padre fue feliz, y puede serlo de nuevo. Pero nadie sustituye a nadie. No a tu madre, no a ti.

Scorpius asintió y la miró con una leve sonrisa.

-Gracias, abuela-respondió apenado.

-No pasa nada, cariño. Comprendo que cuando las cosas cambian, puede ser un poco atemorizante, pero te aseguro, Scorp, que este cambio es bueno. Sé que tú también lo sabes.

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Luna saltó alegre sobre Draco cuando le confesó que sería Profesor.

-Si, si, si-repitió ella una y otra vez.-Siempre supe que este día llegaría.

-¿Lo sabías?-rió Draco y ella asintió antes de expresar que era lógico, ya que era el único que entraba y salía de Slytherin sin ser parte del profesorado.

-Creo que probablemente el Profesor Snape se unirá también. Ha visitado mucho Hogwarts, recientemente.

Draco parpadeó y tragó saliva.

-¿Ah sí?

Luna sonrió.

-Sí, estoy seguro de que él estará muy feliz de verte. Te extraña mucho.

-¿Has hablado con él?-preguntó indeciso y ella negó pero mantuvo su sonrisa.

-Sé que él aún mantiene fotos contigo en su escritorio.

-¿Cómo...?

-La Directora me envío en una ocasión a enviarle unos papeles. Cuando llegué él estaba mirando una foto contigo. La dejó de inmediato y me despachó, pero sé que te extraña. Papá mira de la misma forma las fotos de mamá.

Draco sonrió tristemente.

-¿Debo disculparme?¿No es cierto? He sido un chico muy orgulloso.

Luna negó.

-Era parte del proceso después de la guerra-declaró Luna. -Negación, ira, negociación, depresión…

-Y aceptación-completó el rubio.

-O más ira-rió Luna. -A veces nos estancamos en una etapa por mucho tiempo. Estoy segura que él mismo sabía que no podrías acercarte a él mientras tu padre no estuviera aquí. Pero ahora lo está, así que probablemente él intente acercarse y disculparse.

-¿Qué puesto crees que ocupará? McGonagall dijo que contrató a un profesor de DCAO.

-No lo sé. Supongo que ese. Solo había dos vacantes, según tenía entendido.

-Bueno, oh, la razón por la que te llamé es porque debo entregar mi plan de estudios mañana, pero no tenía idea de si está bien-exclamó apareciendo unos papeles frente a él.- Quería que me asesoraras un poco y también me ayudaras con algunos puntos del reglamento que no entiendo. Realmente no quería preguntarle a McGonagall y notara mi inexperiencia.

La profesora asintió suavemente.

-Claro, Draco. Verás que los niños te encantarán.

-Si, bueno-dudó él-estoy seguro que ellos intentarán encantarme de una manera distinta a la que yo espero.

Ella rió.

-Estoy segura que lo solucionarás. Eres Draco Malfoy. Y si no puedes hacerlo, los slytherins lo harán por ti.

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Por regla, ni Pansy ni Boot podían preparar a los hijos de Potter para la audiencia, pero sí sus clientes. Por esa razón ahora estaba dando sus últimos consejos a Harry; y mientras lo hacía, Al, James y Lily cruzaron la chimenea hacia Malfoy Manor para que Pansy les explicara lo que pasaría en la audiencia.

-Resumen- exclamó ella aplaudiendo para que tanto Lily como James se concentraran-iremos al Ministerio y entonces se procederá a responder preguntas, cada uno, delante de sus padres y sus respectivos abogados. No les daremos veriseratum, porque es ilegal, pero usarán el hechizo veritas que es una llama azul que se vuelve roja si mienten. Por ejemplo-exclamó hechizando sorpresivamente a Harry, quién con un jadeo miró la llama azul sobre él-¿Eras feliz en tu matrimonio cuando se divorciaron?

-No-respondió él, y la llama se mantuvo azul.

-¿Lo fuiste alguna vez?

-Si.

-¿Deseas la custodia de los tres hijos?

-Si.

-¿Cuál es tu color favorito?

-Rojo vino-respondió él y la llama se volvió roja.

Albus miró sorprendido a su padre.

-¿No lo es?

Lily jadeó.

-Le compramos una túnica rojo vino en su cumpleaños porque dijo que es su favorito. No le gusta.

Harry miró a su hija antes de seguir.

-Bien, es… me gustaba mucho pero ahora tengo muchas cosas rojo vino. Es cansado verlo.

La llama se volvió verde.

-¿Qué significa ese color?-preguntó James.

-No es mentira, pero tampoco verdad.

La mirada de todos presionaron a Harry y terminó por confesar.

-Me gusta el color de los ojos de mi madre. Ese verde exacto.

-¡Ahora es turquesa!

Pansy rió.

-Vamos, Potter. Continúa. Estamos cerca del azul.

-Bien, me gusta mucho el color de los ojos de Draco.

Azul.

James se sonrojó. Albus parpadeó sorprendido con la nueva lección de magia, y Lily rió.

-Awww-se enterneció Lily y Harry miró con malhumor a la abogada desaparecer la llama.

-Creo que es hora de irnos, iré por Draco.

-¿Por qué el Señor Malfoy irá con nosotros?-preguntó James.- Creí que ningún familiar o amigo aparte de nosotros entraba en la sala.

-Interrogarán a Draco-respondió ella-como el legítimo esposo de su padre. Quién compartirá su cuidado.

-El legítimo esposo de nuestro padre-repitió Albus y James lo miró traicionado.

-¿Te casaste con él sin decirnos? ¿Cuándo?

Harry suspiró y miró a Pansy, quién murmuró que no tardara antes de salir. Típico de ella, tirar la bomba y alejarse.

-Hace casi una hora-respondió él, agitando su cabello.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Porque se quieren-exclamó Lily enojada con James.

Albus miró a su padre confundido.

-¿Por qué la prisa? ¿Scorpius lo sabe?

-No, no lo sé. Creo que se lo dirán. No hubo-suspiró- no hubo ceremonia, solo firmamos un papel.

James enrojeció.

-¿Y tenías que casarte justo antes de arrebatarnos de madre?

-James-se sorprendió Harry. Se puso de pie y antes de que lograra tocar su hombro, este retrocedió y miró a otro lado malhumorado.

-Es tarde-exclamó Pansy entrando con Draco, quién incómodo miró a Harry antes de mirar a los niños.

-Hola, Lily, Albus, James- saludó y Lily corrió hacia él emocionada.

-Hola, papá.

Draco se congeló por un instante antes de sonreír y recibir el abrazo. Albus sonrió de lado.

-¿Felicidades?-preguntó.

-Gracias, Al-respondió Draco y miró a James, quien evadió su mirada.

-Es tarde-insistió Pansy, notando la incomodidad de la situación-crucemos de una vez la chimenea.

.

Una vez que llegaron al Ministerio, unos guardias separaron a los tres niños en diferentes habitaciones, y, a la vez, pidieron a Harry entrar a la sala de la audiencia. Iban un poco atrasados, así que Ginny y la jueza ya estaban dentro. Dado que Pansy iba delante de ellos, Harry se detuvo un momento y miró a Draco, tomando su mano y dándole un beso rápido.

-¿Y a qué debo ese beso?¿Para la suerte?-preguntó él, sonriendo, pero Harry no respondió y mantuvo su mirada seria.-Hey, Potter-insistió el Líder familiar-¿sigues enojado? Porque en un momento iré y diré que cuidaré tres niños tuyos así que si no quieres que lo haga…

-No, no estoy enojado, en realidad, lo siento.

-¿Que sientes? ¿Nervios?

-Estoy muy nervioso, pero no es eso. No me disculpé como quería hacerlo en la mañana. Sé que no escuché. Sé que debí estar de tu lado es solo…

Oh. Draco se quedó quieto en espera de las palabras del otro pero estas no llegaron.

-Yo también lo siento,-exclamó cuando lo vió debatir internamente- sabía que te enojarías por lo de Ginevra y estaba listo para explicarte, pero Berenice no me dejó descansar, y estaba de mal humor. Así que cuando llegaste enojado, yo solo envidié que estuvieras de su lado cuando creía que me amabas tanto que estarías automáticamente del mío. Lo cual es tonto, e infantil, pero pensé, por un momento, que no me amabas tanto-exclamó mirando a otro lado, con las orejas totalmente rojas- y eso me enojó porque una vez preferiste la amistad de los Weasley, así que no pude evitar pensar que, quizá… prefieres su amor al mío. Y no te culparía porque yo sé que estoy un poco…

Harry sonrió y lo interrumpió, obligándolo a mirarlo.

-Te amo tanto que deseo que algún día, yo sea la primera persona a la que recurras por ayuda.

-¿Qué?

-Hable con Hermione y ella tiene razón. Estoy enojado. Estoy celoso de que busques la ayuda de todos, excepto la mía. Que ellos sepan que harás y yo no. Y no quiero herir a los niños pero tampoco quería herirte. Y tú debes estar pensando igual, pero yo soy tan egoísta que no quiero compartirte, ellos te han tenido por años y yo no ¿No es justo que ahora seas solo mío?

Draco enrojeció.

-Soy solo tuyo, creí que eso era algo que ambos ya sabíamos.

Harry lo miró con ansiedad.

-¿Por qué lo estás siquiera dudando?-preguntó Draco.-¿Hice algo que te hiciera pensarlo?

-No, no lo hiciste.

-¿Entonces?

-Yo solo…

-Chicos-interrumpió Pansy-es momento de entrar, así que deben dejar sus varitas con el guardia. Más tarde podrán ponerse melosos e ir a su luna de miel. Y confesar todo lo que quieran, antes de castigarse mutuamente- les guiñó el ojo.

Harry asintió avergonzado, y entró a la habitación de la mano de Draco. Cuando su mirada cruzó con la de Ginevra, notó como ella enrojeció e hizo mueca. Mientras, la jueza asentía con un indicio de sonrisa hacia él.

-Buenas tardes, Señor Malfoy, Señor Potter.

Draco parpadeó al notar que la mujer decía su nombre primero. Usualmente, ni siquiera era nombrado.

-Si están listos, empecemos la audiencia de custodia de los niños James, Albus y Lily Potter-exclamó golpeando su pequeño mazo.

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Celestine frunció el ceño, ligeramente confundida cuando la llama sobre Harry Potter permaneció azul todo el tiempo, sin importar lo que se preguntara. No parecía la única, el señor Malfoy una mirada extrañada, y la misma abogada Parkinson tenía una mirada dudosa. Ella preguntó y él respondió, y Celestine pensó que se debía a que la abogada le había dado tiempo para prepararse para sus preguntas, pero luego, cuando el abogado Boot preguntó, él respondió incluso las preguntas sarcásticas como si fueran preguntas reales. No dudaba que hubieran personas honestas en el mundo, pero a veces esas mismas personas creían que sabían lo que querían y eso no resultaba cierto, así que cuando Harry Potter respondió que si, quería a los tres hijos que tenía, porque creía que su esposa era peligrosa para ellos y porque quería educarlos junto a su nuevo esposo, Draco Malfoy, Celestine únicamente pudo pensar que quizá se debía al hecho de que el hombre sabía muy bien lo que quería y no dudaba en expresarlo.

Claro que el Jefe de Aurores no tenía porqué responder a la pregunta que su ex-esposa había lanzado en medio de un ataque de indignación.

-Así que después de todo si lo querías en tu cama, ¿No es cierto? ¿Te ha complacido tenerlo? ¿Valió la pena todo esto?¿No importa lo que tuvimos, cierto?, hubieras ido tras él incluso si estabamos casados-había gritado ella con dolor, y Celestine había fruncido el ceño y alzado su pequeño mazo cuando la voz del Jefe de Aurores resonó por toda la sala.

-Claro que lo quería en mi cama-respondió determinado. - Me complace tenerlo y amo la manera en que mi anillo reluce en su dedo, de una manera que jamás lo hizo cuando vi mi anillo en el tuyo. Lo he querido por tanto tiempo que no me importa lo que piensen, o lo que él crea que me conviene, no lo dejaré ir. Y no, no me he acostado con él, como te empeñas en creer. Él no es tú, que ni te habías divorciado de mí antes de acostarte con nuestro abogado. Pero para que todo quede claro no solo lo quiero en mi cama, lo quiero en mi vida también. Lo quiero en los cumpleaños de Lily, en los juegos de quidditch con Al, y quiero que James también aprenda a amarlo. Eso no significa que quiera que dejen de amarte. Pero sí. Lo quiero ahí, junto a mí cuando estemos ancianos y cubiertos de canas, y dando mi último respiro. Lo quiero tanto que jamás me arrepentiré de haberlo elegido. -Exclamó mirando a Draco a los ojos.-Sé que tiene defectos, pero yo también, y eso no hará que deje de quererlo. Lo he querido por años, conociendo todo eso.

Cuando Ginny se congeló, Harry hizo una mueca dolorosa y la miró- Yo te amé, Ginny. No sabes cuánto lo hice. No de la misma manera que a él, pero eso no volvía mi amor menos significativo. En algún momento de mi vida tu fuiste más importante, porque estabas ahí, justo a mi lado. Porque eras real y no solo un deseo de mi corazón. Fuimos felices por un tiempo, tuvimos tres hijos. Pensé que envejeceríamos juntos , y veríamos un montón de nietos y sobrinos crecer. Fuiste tú, no yo, quién decidió que no podía vivir conmigo, y no te culpo por no poder amar a alguien que ama a otra persona también. Tal vez las circunstancias hubieran sido distintas si hubiéramos estado bien, pero no puedo saberlo. Solo sé que tu y yo dejamos de funcionar, y nos divorciamos y ahora estoy casado con él, y lo amo.

Cuando Ginevra Weasley dejó caer lágrimas, Celestine suspiró y puso una mano en la frente, cerrando los ojos. No era necesario responder eso, pensó, pero supuso que la mujer frente a ella jamás se tomó el tiempo de escuchar a su esposo. Solo supuso, y supuso, y supuso… y esas suposiciones la llevaron a odiar a su esposo y ahora por fin lo estaba escuchando. Ella había aprendido la lección, pensó, y el Jefe de Aurores también, porque parecía no dejar nada al aire esta vez, con respecto a Draco Malfoy.

Draco Malfoy, quién parecía igual de impactado por las palabras miró hacia sus manos, en un intento de ocultar su vergüenza, cuando minutos antes había mirado con ojos como dagas a la ex esposa de su esposo; parte de ella rió interiormente al ver al frío e inexpresivo, Draco Malfoy queriendo desaparecer.

-Muy bien, Señor Potter. Por favor, baje del estrado.

Para su sorpresa, la llama también fue azul para Ginevra Weasley a medida que ella expresó que quería la custodia de James y Lily Potter, porque a su parecer era su madre, y no había nadie mejor que ella para cuidarlos. Declaró los muy conocidos defectos de Draco Malfoy, como su arrogancia, su dinero y su participación en la guerra. Parecía convencida de ello, porque la llama no dudó y acusó a Harry de no convivir lo suficiente con ellos antes de todo el divorcio, llamando a sus palabras anteriores frívolas y calculadas. De tener horarios insanos y evadir a propósito las horas que pasaban juntos. A lo que él se defendió diciendo que alguien tenía que pagar todos sus gastos y él tenía un trabajo demandante e importante para la seguridad de la sociedad, cosa que ella no entendería, porque se la pasaba de aquí para allá paseando, o gozando de la atención que le brindaban los elfos. Luego también le gritó que al menos él faltaba por trabajo, pero le recordó que en una ocasión no llegó en todo un día por irse a una fiesta, dejando a los niños al cuidado de los elfos.

-Ni siquiera un elfo niñera, Ginny. Elfos comunes que tienen como prioridad el cuidado de la casa.

-Oh, si sabías que existían los elfos niñeras por que no...

Luego, el debate se volvió un pleito cuando empezó el reclamo de pequeñas cosas diarias, Celestine supuso que era debido al dolor de las palabras del Jefe de Aurores en Ginevra Weasley, y Celestine se vió en la necesidad de tomar un descanso de veinte minutos para que fueran al baño, a las afueras o a lo que se necesitara para dejar de agredirse unos a otros.

Cuando regresaron, ella pidió que el esposo del Jefe de Aurores tomara el lugar de los testigos.

Él también mantuvo su llama azul.

¿Qué estaba pasando?, ¿Les habían dado veriseratum si que ella lo supiera?

A diferencia de la actitud de víctima que tenía la Señora Weasley, o la actitud firme del señor Potter, cuando él habló, su actitud era mucho más tranquila.

Habló de cómo conoció a Albus Potter, el día que defendió a su hijo de las palabras de Rose Weasley y como ese apoyo había hecho que su hijo, Scorpius, se sintiera menos vulnerable ante su nueva situación familiar. Habló de cómo lo encontró en la tienda de túnicas y cómo le había expresado su agradecimiento, sin intención alguna de relacionarse con él, de cómo había terminado con Lily Potter bajo su custodia y cómo había terminado con James Potter en su casa. Habló de su relación con el padre de los niños y expresó que nunca había participado en una relación con él antes de su divorcio. Que ni siquiera tenía idea de los problemas que tenía con su esposa, hasta que los rumores empezaron a expandirse. Le hicieron preguntas acerca de cada niño del cual se debatía la custodia, y él respondió fácilmente sobre los dos hermanos menores, aunque admitió no conocer al mayor.

A medida que el señor Malfoy, hablaba y hablaba, Celestine notó que el hombre, quizá porque él mismo era padre, parecía haberse adaptado a la rutina de los más jóvenes y a la vez, los había unido a la suya. Mirando de reojo a la pelirroja dama, que escuchaba descontenta la historia, ella se preguntó si él mencionaría que Ginevra Weasley había sido quién lo atacó para obtener ventaja de la situación de la madre. Él no lo hizo y una parte de ella se sintió complacida de que el hombre no mezclara situaciones. Sin embargo, cuando Terry Boot preguntó si realmente se creía capaz de hacerse cargo de los "Hijos del Héroe del Mundo Mágico" tomando en cuenta su pasado Mortífago, y cómo podría darles un buen ejemplo, de una forma innecesariamente fría y cruel, fue inevitable que eso pasara.

-Orden-exclamó ella- abogado, usted no está juzgando al testigo.

-Esto es relevante, su señoría, después de todo, es con quien el Señor Potter pretende educar a los niños.

-¿Y ella con quién va a educarlos?-replicó Pansy-¿contigo, su amante? ¿Qué usó el dinero de su propio padre para tener una relación íntima con su madre?

-Ella los va a educar sola, con sus padres-respondió Boot, de inmediato-sus hijos con Potter y mi relación con ella son cosas aparte. Pero si quiere a Lily y a James, yo se los daré.

Ginny lo miró sorprendida.

-¿Qué...?

Boot jadeó como si no pudiera creer sus propias palabras, y antes de que alguno de ellos continuara hablando, Draco contestó la pregunta.

-Lo soy-exclamó con tanta entereza que nadie interrumpió nuevamente sus palabras- soy muy capaz de ello. Logré que la niña que ellos dejaron llorando todo el día riera, que el chico que no sentía que valiera algo, ahora confíe en sí mismo. Tal vez no soy la persona que el Mundo Mágico quisiera para educar a los hijos el "Héroe", pero me considero un buen padre. Tengo un hijo educado, inteligente y feliz que puede dar testimonio de ello.-Exclamó con acusación en su tono- Mi pasado, como tan amablemente has expresado, me hace perfectamente capaz de evitar los mismos errores. Puede que ellos no sean mis hijos, pero eran niños perdidos gritando por ayuda y nadie más intentó dárselas. Y ¿sabes por qué? Porque al igual que Ginevra, la mayoría del mundo mágico cree tan firmemente que la familia del héroe es perfecta tal y como es, que nadie debe inmiscuirse, ni tiene derecho a juzgarla. Pero si lo hubieran hecho, Albus no hubiera pasado meses despreciado por su madre y sus primos, ni desarrollado tanta desconfianza y cautela hacia los demás, incluida su propia familia, para proteger su corazón. Lily no hubiera desarrollado una sensibilidad preocupante a los gritos y los sonidos de cosas rompiéndose y James no hubiera hecho a un lado a sus hermanos menores por tanto tiempo, ni hubiera molestado tanto a su hermano menor siguiendo el ejemplo de su madre. Si alguien le hubiera puesto un alto a esta ridícula situación, yo no estaría aquí. Pero lo estoy. Porque a diferencia de lo que creen, Potter es humano y necesitaba ayuda. Y esos niños también. Yo se la di. Tal vez no tan voluntariamente, tal vez no de una manera perfecta, ni tan maravillosamente como los estándares moralistas que predican, pero al menos yo hice algo. Al menos cuando están en mi mansión esos niños se sienten protegidos y relajados como hace tiempo no lo hacían. Ríen, juegan, y bromean con sus amigos. Mi pasado mortífago me enseñó a lidiar con el miedo y las pesadillas, con los errores y los planes a futuro. Puedo ser un gran ejemplo para ellos, de muchas maneras que nadie es, ni será, porque solo saben criticar. Ellos son como mis hijos ahora y solo quiero que sean felices. Que coman tres veces al día, que se ensucien en los jardines mientras juegan, que canten, rían y estudien sus lecciones. No me molesta invertirles tiempo o dinero, tal como lo hago con Scorpius y Berenice, y eso es lo que me hace perfectamente capaz de cuidar de los hijos de MI esposo aunque no tengan mi sangre.

-¿No cree que es demasiado pronto para decir tal cosa? Quererlos como sus propios hijos-se burló Boot y Draco se sentó y lo miró fríamente antes de responder.

-¿Por qué habría de serlo? A diferencia de tu clienta, que no los cuidaba por abrirte las piernas, yo estuve cerca en todo momento. Yo le he estado enseñando a esos niños modales, historia, y piano en el caso de Lily. Ellos juegan con mis hijos todo el tiempo e incluso los he cuidado sin la presencia de Potter sin problemas. Y cuando no lo hago yo, lo hacen mi madre o mis amigos. No es vergonzoso requerir apoyo de alguien más. Ellos confían en mí, cosa que no pueden decir de su propia madre. Cosa que jamás podrán decir de ti. A menos que tu clienta esté pensando cuidarlos con alguien más ahora que has admitido que tú no los quieres para nada. Es más, tal vez tú no quieras cuidarlos porque en el fondo tu relación con Ginevra no es más que un calentón y ella ya tiene a otro entre sus faldas.

-¿Cómo te atreves?-exclamó Ginny.

-¡Orden!-clamó la jueza, pero eso no detuvo a nadie.

-No, ustedes, cómo se atreven. Usan mi pasado para juzgar si puedo o no cuidar niños cuando tú, con toda tu familia amorosa que presumes, has estado usando descaradamente a James para manipular las acciones de Harry. Cuando envenenan a sus hijos y nietos contra sí mismos. Si quisieras realmente a esos niños no estarías destacando nuestros defectos, sino minimizando los tuyos. Demostrando por qué ellos estarían mejor contigo. Pero no puedes hacerlo, porque no eres más que una niña mimada y sobre protegida que cree que merece todo, pero no ganó nada por sí misma. Todo lo que tienes y has tenido es gracias a alguien más, no tienes nada que darle a tus hijos, ni siquiera amor, y aún así crees que eres mejor que yo.

Un jadeó, y lo siguiente que Celestine sabría era que habían tenido que inmovilizar a Ginevra Weasley antes de saltarle encima a Draco Malfoy. Gracias a Merlín, no tenían sus varitas. Desgraciadamente, esos dos no la necesitaban para herirse a sí mismos.

-Orden-exclamó con firmeza-No sé por qué están siendo tan… emocionalmente sinceros aquí, pero espero que sea la última vez que tengo que llamar al orden o cancelaré esta sesión y empezaremos de nuevo en dos semanas. Señor Malfoy, he escuchado lo necesario. Por favor, baje. Y traigan a Lily Potter.

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Cuando Lily apareció con una sonrisa y pequeños brinquitos, Celestine la miró con una sonrisa, antes de que los ojos verdes la miraran admirada.

-Usted es la jueza-ella exclamó con una dulce voz, y Celestine no pudo evitar amarla.

-Lo soy-rió ella y sobresaltada, Lily juntó las manos e hizo una pequeña reverencia.

-Mucho gusto, su señoría, soy Lily Potter.

Ante lo educada de la pequeña, Celestine no pudo evitar mirar a los adultos y admirar la divertida y cálida sonrisa del hombre de cabellos plateados cuando Lily volteó por su aprobación, antes de que Draco le hiciera señas de prestar atención. Ella intentó desaparecer su sonrisa y fingir concentración, y Celestine supuso que intentaba imitar a alguien, la cual probablemente fuera una amiga o la madre del señor Malfoy.

-Bien, Lili, voy a hacerte unas preguntas. Pondremos una pequeña llama sobre tu cabeza, y si es azul…

-¡Significa que es verdad!

-Sí-aclaró complacida la mujer. -Si es turquesa, es parte verdad y tendremos que aclararla. Si es roja tendrás que responder a nuestra pregunta nuevamente, hasta que sea azul, está bien.

-¡Si!

-No tengas miedo.

-No tengo miedo. Vi a papá tenerla encima cuando dijo que su color favorito es el de los ojos de papá Draco.

Ella rió levemente cuando, el Líder de los Malfoy quiso desaparecer nuevamente y Harry Potter fingió no escucharlo. Luego su sonrisa desapareció.

-¿Cómo lo viste?

-La señora Pansy, dijo que no tuviéramos miedo, y que esto pasaría. Luego le preguntó a papá su color favorito.

-Ya veo. Entonces, abogados, procedan con sus preguntas.

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Albus Potter, fue muy diferente de Lily Potter. Él caminó en silencio, saludó suavemente y le preguntó con la mirada qué debía hacer. Siguió las indicaciones, respondió con calma y bajó del estrado sin ningún inconveniente. A medida que lo escuchaba, Celestine miró con mayor indignación a Terry Boot y a su clienta. James Potter fue otra historia. Él entró nerviosamente y miró a sus hermanos, Albus y Lily, sentados en un área aparte de los adultos. La menor hablando sin parar y el mayor sonriendo. A medida que caminaba, veía a sus padres dudoso y cuando por fin se sentó parecía decidido a hablar en favor de su madre.

-Señor Potter-llamó la jueza con amabilidad-le pondremos el hechizo veritas sobre usted y, a continuación haremos algunas preguntas rutinarias. Por favor, no tema, no lo sentirá.

Las preguntas fueron de lo más comunes, y parecieron aliviar el alma de James.

¿Ha hablado alguno de sus padres con usted sobre el tema del divorcio y lo que sigue a uno? ¿Puedes contarme de cómo han sido tus días desde entonces? ¿Cómo era antes? ¿Cual es tu recuerdo favorito?¿Con quién te sientes más cómodo? ¿Con cual hablas más? ¿Quién es un mejor ejemplo? ¿Si estuvieras en x situación qué harías y con cual padre estarías?¿Alguna vez alguno de ellos te ha agredido? ¿A tus hermanos? James respondió sinceramente a cada una de ellas hasta que llegó a una que no esperaba.

¿Crees que serías feliz si te quedaras con cualquiera de tus dos padres?

La respuesta debía ser no si quería darle la victoria a su madre, pero cuando miró a su padre, tomado de la mano del hombre rubio, cuando parpadeó hacia sus hermanos menores que lo veían ansiosos, James solo pudo suspirar y asentir.

Ginny dejó de sonreír.

Harry lo miró esperanzado.

-¿Entonces, con quién desea quedarse, Señor Potter?

-Con mi madre.

Ginny sonrió enorme antes de mirar sobre él, y dejar de sonreír. James, contrariado por esa reacción, miró hacia arriba y notó el rojo sobre él. Para sorpresa del adolescente, la jueza tenía la misma reacción.

-¿Pero qué?

-¡No!-gritó Ginny, poniéndose de pie, y James retrocedió asustado en su asiento. La jueza pareció evaluarlo antes de ordenar que volviera a sentarse.

-Señor James-exclamó ella, mirándolo.-Por favor, corrija esa respuesta.

James se tomó unos segundos para pensar, finalmente exclamó.

-Me encantaría quedarme con mis hermanos, pero sé que ellos quieren estar con mi padre. Lo que dejaría a mi madre sola.

Turquesa.

-Una vez, más. Por favor.

-Quiero estar con ambos padres. Desearía que no se hubieran divorciado.

Azul.

-Me temo mucho, James-exclamó con suavidad la mujer- que eso no es posible. ¿Puedes decirme con quién crees que serías más feliz?

James dudó.

-Déjame re-formular la pregunta.¿Con quién te sientes más seguro?

-Con papá.

Verde.

-¿Por qué?

-Porque es más poderoso y el Jefe de Aurores-respondió quedo.

Verde.

-Por favor, corrija esa respuesta.

-Porque mis hermanos están ahí.

Verde.

-Porque tiene una casa protegida y un trabajo de auror.

Verde.

James empezó a desesperarse, estaba a punto de lloriquear cuando miró a los ojos a la jueza, y luego miró a sus hermanos y apretó los puños, haciendo una mueca.

-Porque…- titubeó- vi a mamá despreciar a Al por casi dos años, y sé que hechizó al señor Malfoy para matarlo porque él lo acogió. La amo mucho, es cierto, pero tengo miedo de no ser lo que ella quiere de mí, y me aleje como lo ha hecho con ellos tres. Entonces ¿a dónde iré, si papá ya me dejó ir? ¿Se me permite ir con él otra vez? Ahora me aceptó porque aún no soy de ella, pero ¿y luego? Su heredero es Al, él ya no me necesita. Los elfos ni siquiera me obedecerán sobre Al. Y si él no me quiere, y tú no me quieres ¿me quedaré solo?-Sus ojos se humedecieron.

Azul.

Oh.

Celestine pudo mirar la sorpresa en la cara de Ginevra ante la confesión, y la mirada entristecida de Harry.

-No puedes estar hablando en serio-jadeó Ginny, de golpe, y James no se atrevió a alzar la cabeza.-Eres mi hijo favorito, ¿cómo podría… ?

-¡Pero ya lo hiciste!-gritó él-¡Por eso tuve que ir con tía Hermione a casa del Señor Malfoy, porque era una molestia para todos ahí, y papá no estaba! Y yo creí-empezó a llorar-creí que él no me querría y me echaría de vuelta, porque tú dijiste que era malo. Pero me empujó a hablar con Al, y Lily… y cuando tía Hermione empezó a perder a su bebé, él decidió ir con ella para ayudarla… Él no era tan malo como dijiste. Y luego empezó a morir, y yo me sentí tan culpable… -hipó- tan culpable de haberme enojado con papá, y enojarme porque quería al Señor Malfoy, y quizá, si yo no lo hubiera alejado tanto, hubiera estado aquí para ayudarme y tú no te hubieras enojado porque estaba en la Mansión.

Ante el llanto del chico, y viendo que ambos padres empezaron a acercarse, Celestine negó y solo suspiró antes de decir que era suficiente y enviarlo junto a sus hermanos. Quienes de inmediato empezaron a consolarlo.

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Los siguientes en pasar fueron algunos profesores de Hogwarts como Luna Lovegood, Neville Longbottom y Slughorn. La Directora McGonagall también apareció y explicó acerca de la actitud de Albus y James en sus respectivas casas, y cómo confiaba en que Draco Malfoy podía cuidar bien de esos niños. Se dejó entrar a los abuelos de los tres niños Potter, quienes reiteraron la mala influencia de Draco Malfoy para sus nietos y lo bien que ellos los cuidaban, a algunos de sus tíos, y al Ministro, quién expresó aquella visita que había hecho a los dos hermanos Potter, preguntándoles de sus padres. Como Hermione Granger no fue capaz de asistir por su estado, Ron Weasley se hizo cargo de crear una conexión a distancia, para que ella pudiera dar la versión de sus hechos.

Fue un juicio largo y tendido. Cada testigo habló de cómo creían que vivían los niños, que era lo mejor para ellos, y que deseaban para ellos en el futuro. Cuando por fin terminó, ella los hizo salir a todos y se dispuso a leer uno a uno los testimonios, antes de hacer pasar a los pequeños en custodia.

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El caso Ginevra Weasley vs Harry Potter, por la custodia de sus hijos, fue una de las sesiones más largas que Celestine alguna vez tuvo, y la más dificil, aún así ella se preguntó orgullosa y firme de su elección ante los padres, los abogados, y sobre todo los niños, porque de verdad quería saber que tan felices estarían o no por ello; y si había tomado la decisión correcta después de todo.

-He escuchado todas y cada una de las declaraciones, y creo que he tomado la mejor decisión para los niños. Le brindo la custodia de los tres niños al Señor Harry Potter, con posibilidad para la madre de convivir con ellos de acuerdo a lo que el Señor Potter considere sano para ellos. No le quito a Ginevra Weasley la posibilidad de verlos, pero esto aplica siempre y cuando no se quede sola con los niños, ni salga de la ciudad con ellos.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Usted, Señora Potter, guarda un profundo dolor y rencor contra el señor Potter y su esposo, quién no solo ha demostrado que no les ha hecho daño, si no que parece agradar a sus hijos y generarle confianza y protección, a pesar de su relación con usted. Por lo mismo, mientras usted no demuestre lo contrario, y tomando el hecho de que intentó asesinarlo, y manipuló a los menores para odiarlo, creo que necesita aprender a lidiar con el hecho de que su relación terminó hace mucho tiempo. Desde el momento en que usted empezó a dudar de él, y atacarlo a él y a sus hijos, su familia empezó a desintegrarse y dejaron de ser un equipo. Le aconsejo que tome sesiones con una medimaga o medimago mental para que le ayude a superar esos sentimientos. También le aconsejó tener un empleo y empezar a mantenerse a si misma, le aseguro, Señora Weasley, que sentirse independiente monetaria y emocionalmente de su ex esposo, le hará mucho bien; no solo en su autoestima, también en su salud. Si me demuestra que es capaz de esto, reconsideraré expandir o no su tiempo con sus hijos, siempre que ellos lo deseen. La audiencia ha terminado. Pueden retirarse. Los abogados serán citados para afinar los detalles por escrito.

Antes de salir de la habitación, Celestine volteó y miró las consecuencias de su decisión. Por un lado, Ginevra Weasley parecía en shock, preguntando cómo todo había terminado así, una y otra vez, dejando sus lágrimas caer mientras Terry Boot planeaba en voz alta una apelación. En el otro lado, Harry Potter reía enorme mientras giraba alegre en el aire a Parkinson, antes de bajarla para atrapar en sus brazos a una feliz Lily.

Pero eso no sería lo que más recordaría ella.

Recordaría la manera en que James Potter había abrazado a su padre con fuerza, cuando él caminó hacia él para sujetarlo, prometiendo que siempre, siempre tendría un lugar para él; pero, sobre todo, las lágrimas que corrían por la cara de Albus Potter, el más tranquilo de los hermanos, y la manera en que intentó ocultarlo bajo sus manos, antes de que Draco Malfoy las tomara y le sonriera, dándole la bienvenida.

Debió ser un duro camino, pensó observando al niño abrazar a su padrastro.

Bien por ti, Albus, pensó por un instante y entonces todo se llenó de oscuridad. Luego empezaron a haber fuertes sonidos.

Echando un escudo a su alrededor, y escuchando un fuerte grito, Celestine supo que estaban bajo ataque.