Disclaimer: De Horikoshi todo, excepto los OCs que no se reconozcan.
Trigger Warning: Descripciones un poco gore. Violencia explícita. Consecuencias de peleas.
¡Hola Amy! Jo, muchas gracias por tus comentarios, son geniales. Bueno, incluso cuando todo parece nublado, el sol sigue atravesando las nubes, seguro que alguna forma encuentran, jajaja. Ay, mi Kacchan en Bakugou Katsuki raising...
¡Muchísimas gracias por leer y comentar!
AVALANCHA (PARTE II)
Sin pararse a pensarlo dos veces, Izuku se lanza contra Twice, cuyas réplicas cada vez más numerosas ya cargan contra él, golpeándolas con balas de aire a la vez que corre. Cuando las copias se preparan para recibirlo, pivota hacia un lado, sorteando a una de ellas que se ha adelantado, y la golpea con una patada aprendida durante el entrenamiento marcial. Sin detenerse, sigue disparando balas de aire. Sus pensamientos, de pronto, parecen ir a más velocidad que su entorno, permitiéndole moverse con más agilidad y precisión; se lo toma como un entramiento intensivo y, por fin, ha conseguido automatizar el movimiento: cerrar puño, cargar aire, levantar, apretar puño de nuevo para activar el resorte de disparar. En tanto y cuanto no sepa qué Twice es el original, lo más que puede hacer es tratar de deshacer los más posibles. Moviéndose con decisión, consigue eliminar diez o doce copias con cierta facilidad y otras tantas resisten sus ataques.
La mayor parte del esfuerzo en sus ataques lo hace el guante, moviéndose sobre su mano y su brazo al obedecer cada uno de sus movimientos. Satisfecho porque por primera vez desde que lo diseñó siente que está sacando todo el potencial del guante, con una precisión más que aceptable, sólo lamenta tener el brazo izquierdo inutilizado. Moviéndose con menos agilidad de la que desearía precisamente debido al brazo, carga de nuevo hacia el grueso de las réplicas de Twice en cuanto ha podido eliminar unas pocas copias más.
«Si quiero ganar tiempo para Katsuki, tengo que hacer que me vean como un peligro, que se centren en mí», piensa, decidido a conseguirlo. Cuando llega adónde un par de decenas de réplicas de Twice están agrupadas, Izuku salta en el aire y le asesta una patada en la mandíbula con todas sus fuerzas a la que tiene más cerca. El golpe es suficiente para deshacer la copia. Sin dejar de cargar el guante entre movimiento y movimiento, asesta un puñetazo a otra réplica más y luego descarga a bocajarro una bala de aire en una tercera copia, que también se deshace con un sonido acuoso.
—¡Él se equivoca! —grita Izuku, desesperado y lleno de coraje, intentando de alguna manera imbuir más fuerza en su brazo con cada palabra, animarse a sí mismo, ir un poco más allá. Las réplicas de Twice pronto lo rodean y en apenas unos segundos está en un serio peligro. En cuanto las copias ataquen a la vez, está perdido, pero es su objetivo: dar tiempo a Katsuki para que derribe el edificio sobre todos ellos—. ¡No tiene razón!
—¿Qué? —Una multitud de copias responden a la vez, sin embargo, una lo ha hecho medio segundo antes que las demás.
Un presentimiento difuso invade el pecho de Izuku. Ha sido a la derecha, está seguro. Un Twice exactamente igual que los demás, pero que no sólo ha contestado antes, también ha ladeado la cabeza con cierto disgusto, a pesar de que el resto seguía parloteando y riendo. Tratando de no desviar la mirada de él para no perderlo de vista, para que no se difumine entre el resto de copias otra vez, Izuku reparte un par de patadas y puñetazos más y trata de quitarse de encima la marabunta de Twice que lo rodea al mismo tiempo que intenta alcanzar al que cree que es el Twice original sin que sea obvio que va a por él.
Recibe varios golpes, pero cada vez que una copia lo ataca, se expone a que Izuku le alcance con el guante o las piernas. Varias copias se deshacen detrás de él cuando las patea, otra cuando la golpea con el puño y una más cuando le asesta un cabezazo al acercarse demasiado, pero una de ellas, la que no ha dejado de mirar en ningún momento desde que ha reaccionado antes, resiste no sólo una bala de aire, sino también una patada que ha ido con bastante fuerza.
«Te tengo», piensa Izuku, triunfal. «Ahora tengo que conseguir que centres a todos estos en mí. Voy a conseguirlo, voy a hacerlo».
—Puedes pelear a distancia y ser bueno cuerpo a cuerpo —le dice directamente al original, gritando más de lo que habría deseado.
Izuku está al límite de sus fuerzas, pero gritar le ayuda a seguir adelante. Si Twice se ha dado cuenta de que ha sido identificado, no lo exterioriza. Un puñado de las copias que lo rodeaba ahora ignoran a Izuku y lo han sobrepasado al considerarlo controlado, yendo en busca de Katsuki. Por detrás de Twice, Shouto pelea con el tipo del fuego azul, Izuku puede sentir el intenso calor de las llamas en el rostro incluso desde donde está.
—¿He dicho yo eso? ¡Es una frase genial! —grita Twice, riéndose a carcajadas—. ¡Ha sido Dabi! ¡Dabi es genial!
Izuku le asesta otra patada, impidiendo que se duplique una vez más al interrumpirlo en el proceso. «Si lo golpeo no se puede concentrar y tiene que parar», deduce, satisfecho. Poseído por el mismo ímpetu que un rato antes contra Spinner, carga contra Twice con un grito y lo derriba al suelo, chocando contra su pecho y derribándolo al suelo. El villano, pillado por sorpresa, cae por el peso, sorprendido.
—¿Por qué? ¿Por qué hacéis esto? ¿Por qué? —brama Izuku al mismo tiempo que golpea a Twice con el puño derecho, sin parar.
Es su ciudad. Ha caminado por esta calle, la de la agencia Dynamight, en multitud de ocasiones, sobre todo desde que Katsuki inauguró el edificio y él ha ido allí a admirar a los héroes que colaboran con él y entran y salen continuamente. Está a escasas manzanas del bloque de apartamentos donde vive con su madre. Sólo de pensar que el edificio donde su madre está, a escasos cientos de metros de distancia, esté ardiendo o lleno de humo o a punto de ser derrumbado para intentar ganar a un villano descontrolado, le llena el pecho de coraje. Y eso que ni siquiera se atreve a pensar en que su madre pueda estar en peligro real, pues confía en que haya sido capaz de evacuar como el resto de ciudadanos.
Tiene los ojos llenos de lágrimas cuando se desata su pánico. La visión del edificio de apartamentos, su casa, derrumbándose por los ataques de los villanos sobre su madre, sus vecinos, sus amigos del barrio de toda la vida, inunda su mente e Izuku pierde el control. Grita, en algunos momentos con sonidos inarticulados, en otros repitiendo como un mantra las mismas preguntas, las mismas recriminaciones.
El objetivo inicial era contener a Twice el máximo tiempo posible, para impedir que este se reproduzca lo suficientemente rápido como para que le suponga un obstáculo a Katsuki, pero de pronto el problema es absoluta y totalmente personal e Izuku sólo quiere terminar con la situación de peligro, salvar a todo el mundo. Desata a través de su único brazo sano toda la fuerza que puede, golpeando repetidas veces el rostro del villano, tratando de noquearlo igual que ha hecho con Spinner. Quizá eso no detenga a las copias que ya ha creado, porque estas también se reproducen, pero al menos será un villano menos a batir y las copias serán cada vez menos cantidad y más débiles.
Ni siquiera piensa en el dolor que está infligiendo a su contrincante, porque no disfruta de ello, no es realmente una venganza. Es miedo puro recorriéndole las venas, pánico a perder a su madre, su casa, su mundo, su vida: todo. Miedo a que el resto de copias puedan contener a Katsuki, este no consiga llevar a cabo el plan y todos ellos sucumban bajo un puñado de villanos con demasiado poder y ambición. No teme morir él, pero sí que lo hagan los demás, así que tiene que noquear a Twice y hacerlo por los motivos correctos: que no pueda arrebatar la vida de ninguna persona más. Que deje de ser un peligro para sus seres queridos.
—¡Es mi ciudad! ¡Mi casa! —chilla Izuku una vez más, golpeando una y otra vez a Twice con desesperación. La máscara se le ha desgarrado y deja ver parte del rostro y el cabello del villano, un hombre rubio con una enorme cicatriz en la frente que le atraviesa la cara por la mitad—. ¡No podéis hacer esto a la gente! ¡Ni tampoco a mi madre!
«¡Si tienes al enemigo en el suelo, no seas inútil y captúralo, no permitas que se levante!», se dice a sí mismo, parafraseando a Katsuki. Desesperado al ver que Twice sonríe con una macabra expresión llena de dientes ensangrentados, Izuku concentra toda la fuerza que puede en el guante derecho, apretándolo y asestando un golpe en la sien, uno que les han enseñado durante los entrenamientos marciales, que puede dejar fuera de combate a cualquier persona si se da en el sitio preciso. «Una sola oportunidad, puedo conseguirlo», se dice a si mismo, conteniendo el aire dentro del pecho al tiempo que no aparta la mirada de su objetivo.
Un montón de manos lo detienen, impidiéndole asestar el golpe. Izuku es levantado en el aire por varias copias de Twice que, cabreadas, hablan al mismo tiempo. Sujeto por el brazo derecho y el pecho, trata de defenderse a patadas, pero pronto es totalmente inmovilizado. No puede contar cuántas copias hay rodeándole, pero son al menos una decena, algunas de ellas se mueven por la periferia de su campo visual, sin tocarle, mientras otras cuantas terminan de afianzar la sujeción que tienen sobre él, dejándolo a merced del Twice original, que se incorpora.
—¿Y los héroes sí podéis hacerlo? —pregunta Twice con voz pastosa, y la boca llena de sangre, escupiendo a un lado. El pómulo que queda a la vista se le está empezando a inflamar y ese párpado apenas puede abrirlo por completo, pero no le importa. El propio Izuku no debe tener un aspecto mucho mejor, porque ha recibido bastantes golpes de las réplicas. El resto de copias guardan un silencio respetuoso y el tono enloquecido del villano ha desaparecido de su voz—. ¿Podéis usar vuestros Dones para impartir justicia, para decidir que sois mejores que yo sólo porque vuestro Don puede utilizarse para hacer lo que creéis que es el bien? ¿Es justicia decidir que mi Don es algo horrible que debo reprimir mientras vosotros os pavoneáis por ahí?
—¡Yo ni siquiera tengo un Don, joder! —grita Izuku, enojado. Los ojos del villano se abren de par en par, todo lo que el magullado rostro le permite—. No tengo Don y no voy por ahí quemando y asesinando gente sólo porque me han tratado como la mierda a lo largo de mi vida. ¡Hay una forma mejor de hacer las cosas y no es esta! ¡No eres un villano por tu Don, sino por tus actos!
El agarre sobre su hombro derecho, su brazo y la pierna izquierda se aflojan. Al principio, Izuku cree que es por sus palabras, pero Twice, el original, mira ahora a un punto situado detrás de Izuku, con el terror reflejado en las pupilas. El resto de réplicas también están prestando atención a lo que sea que esté ocurriendo. «Katsuki», comprende Izuku, desesperado y aliviado a partes iguales. «Una oportunidad», piensa rápidamente. Sacudiéndose con fuerza, logra liberar el brazo derecho y asestar un golpe al azar con el antebrazo, sin utilizar la fuerza acumulada. Otra sacudida y puede impactar una patada, directa a la entrepierna de la copia que tiene detrás de él, que emite un gemido desagradable. Dispara una bala de aire, pero no ve si acierta. Algunas de las copias han empezado a correr hacia donde debe estar Katsuki y eso permite a Izuku liberarse del todo. Sin perder el tiempo, se lanza contra Twice con un alarido escalofriante que se ve interrumpido por el crujido del guante al romperse por el impacto.
Luego está el dolor de su mano derecha y un chasquido que resuena por todo su cuerpo, mucho más fuerte que cuando golpeó a Katsuki en el entrenamiento con la mano desnuda. Izuku aúlla, con el cerebro en blanco, cegado por el intenso dolor. El guante está roto y no ha amortiguado el impacto. Además, al quebrarse, ha atrapado su brazo dentro, impidiéndole abrir la mano y haciendo que sus dedos queden en una posición extraña que le impide seguir golpeando sin pulverizar sus falanges rotas. Twice ha cerrado los ojos con fuerza, anticipando el golpe, pero sigue consciente. Una vez más, un par de copias sujetan a Izuku y lo alzan en vilo. Ahora puede distinguir al original perfectamente, porque las copias no tienen la cara machacada a golpes, pero tampoco puede acercarse a él, porque las copias se lo impiden.
«Al menos he conseguido que se queden aquí y que no vayan hacia Katsuki», piensa, agotado y sin fuerzas para hacer nada más. Todo ha transcurrido en apenas un par de minutos, pero si Katsuki no lo ha conseguido ya, han sido derrotados.
Con una risa desquiciada y murmurando palabras incomprensibles, con la voz pastosa por la sangre que escupe por la boca, Twice se divide en dos copias exactamente igual de magulladas que él, que rodean a Izuku con una sonrisa maliciosa en el rostro, dispuestos a acabar con él definitivamente. Izuku deja caer la cabeza, apesadumbrado, porque ha perdido la oportunidad y no ha conseguido crear espacio durante suficiente tiempo a Katsuki, pero acto seguido inspira hondo, aprieta los labios, se traga el dolor que le invade todo el cuerpo y mira a la cara a Twice, decidido a combatir hasta el último momento, aunque sea simbólicamente.
—Es el final, héroe sin Don —dice el villano, con gesto enloquecido—. Haremos que rubriquen canciones con él.
Izuku se revuelve, y las copias lo retienen con más fuerza, sujetándole del brazo izquierdo, golpeando los magullados dedos de la mano derecha, estirando de sus extremidades hacia atrás sin piedad. Izuku vuelve a aullar, mezclando en el grito la frustración y el dolor que siente, pero lo enmudecen dos potentes explosiones, seguidas por un chirrido espantoso, similar al de una montaña resquebrajándose, que anuncian que Katsuki ha conseguido llevar a cabo el plan y un edificio entero se dispone a derrumbarse encima de todos ellos y aplastar todas las copias de Twice y al propio villano de manera definitiva.
.
Hitoshi lleva un rato escondido entre los escombros de un edificio que están tan calientes que parecen rescoldos, observando, cerca del lugar donde el villano de fuego azul combate. Hasta donde ha visto, ha llegado un tercer héroe de refuerzo y, durante unos segundos, Shouto ha conseguido algo de ventaja momentánea sobre el villano que se multiplica a sí mismo, pero la pelea pinta mal. No está seguro de que vayan a conseguir vencer y acudir en ayuda de Best Jeanist. Y a él no se le ocurre qué hacer. Ha observado lo suficiente para saber que cada réplica que se multiplica es mentalmente autónoma, así que no podría controlarlas a todas. Y dado que cada copia se multiplica, no serviría de nada controlar a la original. No quiere correr el riesgo de exponerse inútilmente, pudiendo elaborar otro plan más ventajoso. Después, todo se vuelve confuso y, aunque ahora son tres contra dos, los héroes no han podido dejar fuera de combate a ninguno de los villanos.
El tipo del fuego azul ha empezado a pelear con Shouto, pero el héroe no parece ser capaz de tomar ventaja a pesar de tener dos Dones. «Uno pelea sin nada que perder mientras que el otro está intentando minimizar los daños», comprende tras un minuto observándolos. Los dos combatientes se desplazan, alejándose un poco de la multitud de copias que vuelve a producirse. Uno de los héroes, el que no es Dynamight y le resulta familiar, aunque no lo reconoce desde la distancia a la que está, carga contra ellas, pero el villano de fuego ahora está más cerca del escondite de Hitoshi, y ese es sólo uno, un objetivo más sencillo que la miríada de réplicas.
Se concentra durante un segundo, buscando el hilo de su mente que lo une a la voluntad de Shigaraki y notándolo ahí. Débil, casi al límite. No sabe si por la distancia o por el tiempo, porque jamás ha controlado a nadie durante tanto rato ni desde tan lejos. O por ambas cosas. Pero la conexión está ahí, bajo su dominio. Al menos, puede estar seguro de que el villano está anulado y no causando daños por doquier como el de las llamas azules. Si Shouto no consigue controlarlo de una vez por todas, habrá que declarar a toda la ciudad zona catastrófica, pues Hitoshi puede notar el calor de las llamas desde donde está, potentes, quemándole el rostro y ver los edificios ardiendo sin remedio. Frustrado, valora salir del escondite e intervenir ayudando a Shouto, pero no se atreve. El villano no necesitaría pararse a hablar con él antes de calcinarlo con una potente llamarada y distraería a Shouto o le obligaría a defenderlo. Además, las palabras de Best Jeanist rebotan en su cabeza. Ha sido claro: esperar a que los héroes hagan su trabajo y luego traerlos como refuerzo.
La orden le recuerda a aquel curso de educación vial y primeros auxilios que hicieron durante la secundaria. La chica que hacía las veces de instructora había aleccionado a toda la clase al respecto, mientras intentaba imponerse entre las voces excitadas y hormonadas de un puñado de preadolescentes cuyos falsetes propios de la pubertad tenían la capacidad de arañar los oídos de las personas adultas. La mayoría de sus compañeros había estado más pendiente de la otra instructora, la encargada de repartir los pequeños karts y guiarlos por el circuito que tenían que representar. En cambio, Hitoshi y Midoriya, al que en aquella época todos llamaban ya Deku en tono burlón y despectivo, habían preferido comenzar la jornada en el grupo de apoyo y primeros auxilios. Lo más cercano a ser héroes que podrían hacer ese día. Y, entre vendajes ficticios, entablillados y tratamientos, la primera máxima había sido ponerse a salvo para poder salvar. El propio Midoriya lo había aprendido por las malas, lanzándose a ayudar a un compañero cuyo kart había derrapado y terminando con un raspón serio en la rodilla y en el brazo al ser arrollado por otro kart descuidado.
«Proteger, avisar, socorrer». Hitoshi se había aprendido tan a fondo aquel mantra, que le ha sido fácil no cuestionarse las órdenes de Best Jeanist. Y también la de no intervenir. Supuestamente, son héroes profesionales, deberían poder solucionar el problema y siempre insisten en que la población civil que interviene espontáneamente dificulta las labores de rescate, control y captura.
Sólo que Hitoshi no ve que los héroes estén en condiciones de rescatar a nadie y desde luego Dynamight y Shouto no tienen la situación controlada. Aunque por un momento habían parecido controlarla y el tercer héroe ha provocado que el villano se divida a un ritmo más lento, Shouto sigue teniendo problemas contra el fuego azul e Hitoshi duda que pueda resistir mucho tiempo más sin que todo estalle. Además, hace al menos un minuto que no ve a Dynamight y eso le da mala espina.
Entonces, lo ve. Mejor dicho, lo oye, porque ya lo ha visto a lo lejos, detrás de las copias del villano, aunque no lo había reconocido. A lo mejor es porque justo ha pensado en él hace un momento, pero distingue su voz claramente y reconoce sus gritos al instante.
—¿Midoriya? —Atónito, Hitoshi ya no se preocupa en esconderse ni en pasar desapercibido. Avanza varios pasos hacia ellos, forzando la vista. No está equivocado, efectivamente, el pelo verde de Midoriya, mucho más corto de lo que recuerda, destaca sobre el villano que se multiplica. Se abalanza sobre él, golpeándolo con violencia. Hitoshi no es consciente de lo que hace, pero sus pasos son más rápidos y se acerca a ellos, olvidando las órdenes de Best Jeanist. La voz de Midoriya se sobrepone sobre el crepitar del fuego, aullando de dolor—. Si no tiene Don… No debería…
No le da tiempo a pensar en ello. La presencia de Midoriya ahí es desconcertante, pero no puede llegar hasta él porque una llamarada azul está a punto de impactar contra él. El villano ni siquiera la ha dirigido en su dirección, sólo está incendiándolo absolutamente todo, girando sobre sí mismo mientras ríe a carcajadas. Y el héroe Shouto no es capaz de contenerlo. No a tiempo de que no se lleve toda la calle por delante. Además, no se puede confiar en que Midoriya pueda hacer algo contra un villano que se multiplica a sí mismo y han dejado de sonar las explosiones de Dynamight, así que tiene que intervenir. «Debería haber intervenido en cuanto he llegado», se dice a sí mismo, frustrado.
—¿Quién coño te crees que eres? —pregunta a voz en grito en dirección al villano con una mueca de asco.
Está cabreado con los villanos que destrozan su ciudad, su barrio, pero sobre todo está enfadado consigo mismo. Ver a Midoriya peleando mientras él se escondía le avergüenza. No quiere ser el que se esconde mientras los demás pelean. El aspecto del villano es horrible, lleno de parches cosidos descuidadamente y de piel rugosa produzco de quemarse una y otra vez. El olor acre del humo de sus llamas es desagradable, se percibe mezclado con el humo del fuego de Shouto y le pica a Hitoshi dentro de la nariz. Un bloque de hielo procedente del héroe, que se derrite en vapor, contiene una llamarada azul que va en su dirección y lo salva por segunda vez en apenas unos segundos.
—¿Se puede saber qué puñetas pintas aquí? —pregunta de nuevo, dispuesto a intentarlo hasta el final.
—Vengarme, cumplir la voluntad de Stain, el asesino de héroes y acabar con la mierda de los héroes que tanto daño ha hecho—proclama el villano con orgullo, sonriendo terroríficamente y elevando grandes paredes de fuego azul alrededor del héroe y de Hitoshi.
De pronto, se detiene, aunque conserva la mueca en el rostro. Hitoshi jadea, embargado por la sensación de la conexión, que ha aferrado con todo su ser, temiendo hacerse con el control demasiado tarde.
—Apágalo —ordena Hitoshi, cayendo de rodillas al suelo. El villano obedece de inmediato—. ¡No lo golpees! —grita en dirección a Shouto, que se acerca a él deprisa, deslizándose sobre el hielo que crea bajo sus pies—. Estará bajo control siempre que no… que no…
Enmudece, agotado por el esfuerzo. Busca en su mente al otro villano, la débil conexión que había ahí, no muy seguro de si se ha roto al controlar un nuevo objetivo o cuando ha visto a Midoriya y se ha lanzado hacia adelante, desconcentrándose y perdiendo el foco en controlar su voluntad. Sin embargo, sigue ahí, drenándole sus menguantes fuerzas mentales.
Nota la humedad de su propia sangre deslizándose por su nariz y manchándole el labio superior, fruto del esfuerzo. Puede sentir la ira del villano dentro de sí igual que el odio de Shigaraki, aunque este cada vez se aleja más. La voluntad de Shigaraki, todavía atada en su mente, se desliza lentamente fuera de su alcance sin poder evitarlo. Trata de contenerla, pero no puede, pronto, sólo la voluntad del villano de fuego azul está en su mente y Shigaraki es libre de moverse.
Shouto llega a su lado y lo mira con ojos penetrantes, pero parece comprender, porque asiente y no intenta pelear contra el villano. Extiende una mano, que Hitoshi acepta, vacilante, para levantarlo. Le tiemblan las rodillas y le sigue sangrando la nariz, le ha tomado más esfuerzo del que pensaba.
—Quizá con un poco de entrenamiento, habría podido… —masculla Hitoshi, con los dientes apretados, apretando el dorso de la mano contra la nariz para contener la hemorragia. Ahora sabe que podría controlar varias personas, no renunciar a una antes de controlar a otra. Nunca ha podido entrenar y comprobarlo, pensando que su límite era una voluntad a la vez y no todas las que su cuerpo pueda aguantar. Rabioso por no haber conseguido mantener la voluntad de Shigaraki también, al menos durante un poco de tiempo más, por no tener suficiente entrenamiento, gime.
—¿Te encuentras bien? —pregunta Shouto, solícito, al interpretar su frustración como dolor.
Mira a su alrededor, asegurándose de que no hay un peligro inmediato, y luego palmea superficialmente el cuerpo de Hitoshi, asegurándose de que no tiene heridas ni está sangrando más allá de la hemorragia nasal. Hitoshi quiere asentir, pero cierra los ojos con fuerza, rememorando la sensación de retener el cabo de la voluntad de Shigaraki que se le ha escapado lenta e inexorablemente. De su cinturón, el héroe saca un apósito que aprieta con fuerza contra la nariz de Hitoshi, hasta que este comprende que quiere que lo haga por sí mismo.
—Siéntate aquí y bebe un poco de agua —añade el héroe, tendiéndole un pequeño botellín, también procedente de su cinturón. Hitoshi lo acepta, pero no bebe, limitándose a apretar el apósito contra su nariz. La botella está caliente por el efecto del fuego. Todo está caliente y arde, parece un infierno—. Voy a ir a ayudar a los otros. Espera a que vuelva y…
La voz de Shouto se interrumpe, porque un crujido monstruoso restalla en toda la calle. Hitoshi también levanta la cabeza, asustado, en dirección al ruido. Abre los ojos de par en par, asustado, cuando uno de los edificios comienza a desmoronarse encima de la parte donde Midoriya ha estado combatiendo contra el villano, que está multiplicándose rápidamente, pero no tanto como los cascotes caen encima de ellos, deshaciéndolos fácilmente. Shouto lo sujeta y lo empuja, obligándolo a caminar para alejarlo lo más deprisa posible del derrumbamiento, mientras algunos ladrillos y trozos de hormigón ruedan a su lado, adelantándolos.
—El villano —murmura Hitoshi, tratando de volverse hacia él, que sigue quieto, esperando más instrucciones, pero Shouto está más preocupado en ponerlos a salvo a ambos que en procurar que el villano no sufra las consecuencias del derrumbe.
—Primero tú —dice el héroe, lacónicamente. «Proteger, avisar, salvar», piensa Hitoshi. Todo está sucediendo demasiado rápido y está un poco aturdido.
Un cascote enorme golpea la pierna del villano de fuego azul. Hitoshi sospecha que iba con tanta fuerza que puede habérsela partido, pero no hay tiempo para ordenarle que se aleje y se ponga a salvo, porque el impacto le ha devuelto la voluntad y ahora Hitoshi no lo controla ni a él ni a Shigaraki y todo va a convertirse en un desastre, porque duda que el villano caiga dos veces en su trampa.
Afortunadamente, cuando las palmas de las manos del villano se prenden del color azul de su fuego, una sombra negra aparece por detrás y se lo lleva, disipándose al instante. Y entonces, los restos del polvo del derrumbamiento los alcanzan a él y a Shouto, inundándolos en una niebla impenetrable que invade sus fosas nasales y lo hace toser. Varios cascotes y escombros más lo golpean, pero se han alejado lo suficiente para que no sean una amenaza real. Agotado y frustrado, las piernas de Hitoshi fallan y el héroe, comprendiendo que ya están a salvo, le deja deslizarse hasta caer sentado en el suelo.
.
Silencio.
El caos del derrumbamiento ha dado lugar a un ominoso silencio.
Ya no se oyen gritos, ni golpes; tampoco el crepitar del fuego de Shouto ni las carcajadas de Dabi.
El silencio es tan profundo que los oídos de Katsuki pitan con fuerza a pesar de los protectores auditivos. Trepa por los escombros, intentando alzarse sobre el polvo que comienza a asentarse. La explosión ha sido menos controlada de lo que planeaba, pero parece que ha funcionado, porque sólo ha afectado al tramo de calle donde estaban Twice e Hisashi y un poco más allá, hacia la zona en la que combatía Shouto. Frunce el ceño, aunque no cree que su amigo haya sido tan torpe de no protegerse con hielo. Tampoco ve a Hisashi por ninguna parte, y eso le preocupa mucho más. Pisando con cuidado para no resbalar y desencadenar una avalancha de escombros, trepa por el desastre que es ahora el edificio que ha derrumbado, buscando ansioso al chico.
—¿Dynamight? —Vuelve la cabeza hacia la voz de Shouto, que avanza hacia él, trepando con cuidado también, seguido por un chaval de la edad de Hisashi, de pelo violeta y ojos tristes, que aprieta sus finos labios en una mueca seria. Tiene la nariz y los labios manchados de sangre cuajada por la polvareda. Katsuki intenta tragar saliva, pero tiene la boca tan llena de polvo no puede—. ¡Katsuki!
—Aquí —masculla en un graznido poco digno. Trata de aclararse la garganta, pero Shouto ya lo ha visto y se dirige hacia él—. Hisashi… Shouto… Hay que encontrar a Hisashi…
—¿Qué? ¿No está contigo?
—Estaba peleando con Twice —explica Katsuki, tropezando con un escombro y sujetándose del traje de héroe de Shouto, que lo abraza por la cintura para mantenerlo en pie—. Ganando tiempo para que yo pudiera derrumbar el edificio de manera controlada, pero no ha debido de salir a tiempo, porque no lo veo por ninguna parte. El muy idiota no se ha apartado a tiempo. —Se vuelve hacia el chico de pelo violeta, con el ceño fruncido. Quizá sea del grupo que le han asignado a Shouto, le da igual en realidad—. Hay un chico de pelo verde en algún lugar bajo estos escombros. Hay que encontrarlo.
«Twice», piensa Katsuki, amargado. Todo esto ha sido porque necesitaban una manera eficaz de frenar a un tipo que, en apenas un minuto, podía multiplicarse exponencialmente por decenas y centenas. Había que noquear a todas sus copias a la vez y la tarea de Hisashi sólo era ralentizarlo para darle margen, pero eso le ponía justo en el objetivo de mira. Debería estar preocupado por si se ha extralimitado con el derrumbamiento, pero no consigue que el bienestar del villano le importe lo más mínimo, desesperado por encontrar al chaval.
—¿Pelo verde? ¿Izuku Midoriya? —pregunta, en cambio, el chaval de pelo morado, abriendo los ojos. Asustado, comprende Katsuki, que se limita a asentir con brusquedad, prefiriendo reservarse las fuerzas para mover escombros.
—¿Qué mierdas esperáis? ¡Vamos! —gruñe Katsuki, intentando zafarse del apoyo de Shouto, que lo retiene con firmeza—. ¡Hisashi!
—Pero no se llama Hisashi —dice el chico de pelo morado, frunciendo el ceño—. Midoriya se llama Izuku. Izuku Midoriya. Hisashi era el nombre de su padre, estoy seguro.
—Tiene que haber dos personas —informa rápidamente Shouto, haciéndose cargo de la coordinación de la búsqueda y volviéndose hacia el chico de pelo violeta, que parece un poco desconcertado, e incluyéndole en la misión—. Dabi ha escapado cuando el edificio se ha derrumbado, Kurogiri se lo ha llevado, así que buscamos a un villano enmascarado que responde al nombre de Twice y un chico de pelo verde llamado Midoriya.
—¿Qué? —pregunta, en cambio, Katsuki, atónito por las palabras del otro chaval.
—Podemos pensar en ello más tarde. —Calmado, Shouto pone la mano en el hombro del chico, pero dirige una mirada penetrante a Katsuki antes de soltarlo—. Buscamos a un chico llamado Izuku o Hisashi Midoriya y a un villano que responde al nombre de Twice.
—¡Hisashi! —Katsuki sortea los escombros, dirigiéndose a lo que había sido el centro de la calle, llamando a Hisashi una y otra vez, con la voz rota, pero cada vez más nítida—. ¡Hisashi!
—¡Escuchad un momento! Yo… —grita el chico de pelo morado, pero Katsuki lo ignora hasta que menciona el siguiente nombre, llamando su atención —. Tengo instrucciones de Best Jeanist para vosotros.
—¿Has estado con él? —pregunta Shouto, volviéndose hacia el chaval. Katsuki no detiene la búsqueda, pero sí escucha atentamente.
—Había un monstruo, uno de esos nomu… Yo lo estaba distrayendo…
—¿Tú? —pregunta Shouto, intercambiando una mirada de preocupación con Katsuki, que aprieta la mandíbula, disgustado, al comprender que no es ningún recluta de Shouto, sino alguien de la ciudad. Alguien que conoce a Hisashi Midoriya.
—Para controlarlo mentalmente. Estaba… estaba matando gente. Best Jeanist lo ha atado para contenerlo, pero no puede derrotarlo. Me envió aquí para guiaros hasta él —explica Hitoshi.
—Hay que buscar a Hisashi primero —insiste Katsuki, mirando a Shouto. Necesitan más gente, no pueden hacerlo todo entre ellos dos, pero no está dispuesto a irse de aquí sin Hisashi.
—Y contener a Twice, no podemos permitir que se multiplique de nuevo, sería un desastre —asiente Shouto, asumiendo de nuevo las riendas de la situación y volviéndose hacia el chico de pelo morado—. Tú… esto…
—Shinsou. Hitoshi Shinsou. Puedo controlar la mente de una persona si me contesta una pregunta —se apresura a contestar Shinsou—. Puedo guiarte hasta…
—Eso es lo que has hecho antes, ¿no? Con Dabi.
—Estaba controlando a Shigaraki, por eso no intervine antes. Pero ahora no tengo a ninguno de los dos bajo control y el nomu es…
—Hay que ir por partes —niega Shouto, intentando tranquilizarlo—. Primero tenemos que terminar aquí. Salvar a Midoriya y contener a Twice. Best Jeanist ha sido y es uno de los mejores héroes del país, puede arreglárselas por su cuenta un poco más y debería haber más héroes en camino que quizá ya estén con él. Cubre esa parte de aquí y yo iré unos metros más allá. ¿Estás seguro de que están por aquí, Katsu?
—¿Y cómo quieres que lo sepa? —contesta Katsuki, tan frustrado que olvida reprender a Shouto por no llamarlo por su apodo de héroe.
—Pero… Yo puedo buscar a Izuku Midoriya y así vosotros… —insiste Shinsou, que ha obedecido la orden de Shouto y está apartando escombros.
—Hisashi —dice Katsuki, molesto, aunque una sospecha empieza a crecer dentro de él, una que sabe cómo se escribe Izuku en caracteres japoneses y cuánto se parecen dichos caracteres al insulto que este ha insistido adoptar como apodo heroico—. ¿Te suena de algo Deku? —pregunta, incapaz de contenerse.
—Es… —Shinsou tiene la decencia de parecer avergonzado—. Así lo llama… llamábamos en el colegio. Porque… no tenía Don. Porque era… un inútil.
—Katsuki —dice Shouto con voz firme, intentando traerlo de vuelta de sus pensamientos—. Eso puede esperar. Da igual cómo se llame en realidad. Hay que encontrar a ambos ya. Pueden estar heridos o… —Deja la frase en el aire.
—¡Joder! —grita Katsuki, frustrado y cabreado a partes iguales.
Esta es la peor parte de su trabajo, sin duda alguna. Lidiar con los efectos y consecuencias de una situación complicada. Katsuki no veía un desastre tan grande en un lugar tan cercano a la población civil desde el incidente de Kamino, cuando la pelea entre All for One y All Might había destrozado prácticamente la ciudad entera. De hecho, no había visto un desastre tan grande desde entonces, a secas.
—Parece que la Liga de Villanos tiene como sello personal conseguir que todas las peleas escalen catastróficamente —oye decir a Shouto, que parece estar pensando lo mismo, a un par de metros de él, mientras se afana en apartar cascotes—. Es mucho peor que cuando mi padre peleó contra aquel nomu, se parece más a…
—Kamino. —Katsuki levanta la mirada durante un instante hacia Shinsou cuando este habla. Los tres están apartando escombros lo más deprisa que pueden, buscando a Hisashi, Izuku o cómo se llame, lo más deprisa que pueden—. Recuerdo dónde estaba mientras ocurría, qué estaba haciendo. Y cómo todo el país fuimos incapaces de separarnos del televisor. Fue…
«Terrorífico». Lo había sido para él, al menos, aunque no lo había comprendido hasta años más tarde, cuando por fin había conseguido poner en orden todos sus pensamientos y sentimientos al respecto. Lidiar con las consecuencias de Kamino había sido devastador y se parecía demasiado a lo que está sintiendo ahora. Como hizo diez años atrás, Katsuki aplasta los sentimientos y las sospechas sobre Hisashi al fondo de su cabeza, priorizando el buscarlo y rescatarlo con vida en lugar de pensar en todo lo que se está derrumbando, metafóricamente esta vez, dentro de su cabeza.
—Aquí. —La voz átona de Shinsou consigue que tanto Shouto como Katsuki lleguen hasta donde está él, ayudándole a apartar un escombro especialmente grande que Hisashi ha debido de utilizar para refugiarse del impacto del resto de escombros del derrumbamiento.
—Idiota... —masculla Katsuki cuando ve el panorama, aunque lo dice sin pretender insultar. El cuerpo de Hisashi, mucho más bajo y delgado que el de Twice, está encima del villano, protegiéndolo a pesar de todo, priorizando el deber de no causar daño ni matar de los héroes profesionales sobre su propia seguridad.
Angustiado, lo primero que comprueba cuando entre él y Shouto lo mueven con cuidado, es que sigue vivo. Inconsciente, pero vivo. Su respiración es muy leve y el pecho apenas se mueve. El pulso es prácticamente imposible de encontrar, incluso en el silencio de la calle, interrumpido sólo por los esfuerzos de Shinsou y Shouto por sacar el cuerpo de Twice.
A Katsuki le pican los ojos por primera vez en muchos años, desde que vio el puño alzado de All Might en Kamino. Hisashi, o Izuku, como quiera que se llame en realidad, es un guiñapo de sangre, suciedad y pegotes de polvo y sudor. La cara ensangrentada. El brazo izquierdo totalmente inutilizado, con una hemorragia apenas contenida por un trozo de cinta del celofán toscamente atado. Los dedos de la mano derecha en posiciones extrañas, rotos e incrustados en el guante que utiliza para canalizar su Don. O para simularlo, si Shinsou ha dicho la verdad.
—No lo sabíais. —Shinsou está de pie a su lado. Shouto está haciendo los primeros auxilios a Twice, confirmando que también sigue vivo, aunque inconsciente. Katsuki niega con la cabeza, sin apartar la mirada del chico de pelo verde que yace en el suelo, vulnerable—. Lo siento, creí que era mejor decirlo. Identificar a las personas desaparecidas o heridas es importante, ¿no?
—No me importa —dice Katsuki, frunciendo el ceño. Shinsou tiene razón y no debería pagar con él su malestar por el descubrimiento de la mentira. Las mentiras—. ¿Estás seguro?
—Es Izuku Midoriya —confirma Shinsou, acuclillándose—. Estoy totalmente seguro. Fuimos juntos a clase hasta que entramos en la U.A. él en la especialidad de apoyo y yo en la normal. Después… Bueno, vivimos en este mismo barrio, nos hemos visto a veces.
Katsuki intuye que hay más que lo que Shinsou ha dicho, pero no quiere, no puede, interrogarlo ahora. Prefiere esperar a preguntarle a Izuku Midoriya, echarle la bronca por todas las heridas que se ha hecho, por ponerse en riesgo… Pero tampoco es el momento.
—Está bien —murmura Katsuki y no sabe si se lo dice a sí mismo, a Shinsou o a Izuku Midoriya.
Tras comprobar que no hay más lesiones que las que se ven a primera vista, Katsuki alza con cuidado a Izuku Midoriya en brazos, todavía inconsciente, apretándolo contra su pecho. Ya no sabe quién es realmente la persona que tiene en brazos, pero los recuerdos que tiene de él, el más reciente de apenas media hora antes, se superponen en su mente. No quiere que nadie más lo lleve. Ni siquiera pesa mucho. Es delgado y pequeño. Aunque tenga la capacidad de parecer más grande gracias a su agilidad y velocidad, en este momento, desmadejado entre sus brazos igual que una marioneta a la que han cortado los hilos, apenas aparenta su edad y Katsuki carga con él con facilidad.
—Yo lo llevaré. ¿Podéis con Twice? —Shouto asiente y Shinsou se apresura a volver junto a él, ayudándolo a cargar con el villano—. Si se despierta, no tengáis dudas, atizadle con fuerza en la cabeza. O contrólalo con ese Don tuyo. Lo que sea. —Su voz es amarga y casi ha escupido las palabras, pero lo cierto es que no pueden permitirse que Twice vuelva a entrar en acción, mucho menos con Dabi y Shigaraki con completa libertad de acción.
Torpemente, los tres descienden de la montaña de escombros cargando con ambos cuerpos. Al llegar al límite de la calle, donde los destrozos son mucho menores, Katsuki se vuelve hacia Shinsou para preguntarle dónde se encuentra Best Jeanist, pero no le da tiempo. Un par de camionetas militares, las que transportaban a Osaka, aparecen por el otro extremo, haciendo sonar el claxon. En la parte superior de la cabina de una de ellas, de pie, ondea la capa de Suneater, que salta al suelo al verlos, corriendo hacia ellos. Lemillion atraviesa la segunda camioneta y lo sigue inmediatamente.
—¿Estáis bien? —pregunta este último. Sin hablar, Suneater extiende algunos tentáculos, con los que aferra el cuerpo de Twice y lo lleva hacia una de las camionetas, donde varios soldados lo ayudan a inmovilizarlo definitivamente. Lemillion intenta ayudar a Katsuki con Midoriya, pero este se lo impide.
—Llegáis tarde —gruñe Katsuki, frustrado, prefiriendo no pensar en todo lo que se podrían haber ahorrado sólo con Suneater en la batalla, no ya con ambos.
—Best Jeanist nos avisó antes de venir hacia aquí —dice Lemillion, que lleva la voz cantante y habla por Suneater también, encogiéndose de hombros—. Intentamos dar la vuelta a las camionetas, pero cuesta que los militares desobedezcan órdenes directas de sus superiores.
—¿Qué habéis hecho? —pregunta Shouto, curioso.
—Tamaki los asustó un poco con un par de tentáculos —sonríe Lemillion—. Tuvimos que tirar algunos soldados al terraplén de la autovía para persuadir al resto de prestarnos unas pocas camionetas.
—¿Y Endeavour?
—Siguió adelante, camino de Osaka, con el resto de las camionetas y están intentando contactar con Hawks y los demás para enviar refuerzos. No podíamos descartar más ataques a los vehículos, alguien tenía que quedarse y dijo que él se apañaría, incluso contra varios villanos —dice Lemillion.
—Bien —asiente Shouto.
—Deja que lo lleve hasta la camioneta, Dynamight —dice Suneater, extendiendo los brazos hacia Izuku Midoriya.
—Lo llevaré yo mismo —masculla Katsuki, caminando hacia la parte trasera de la camioneta.
La camioneta está atestada por los amigos de Izuku Midoriya. Una de ellas, Uraraka, está inconsciente en el suelo. Kaminari parece aturdido, Sero tiene la cabeza entre las manos, desolado. Hatsume ha perdido su eterna sonrisa y optimismo. Katsuki deja a Izuku Midoriya en el suelo, junto a Uraraka, y sólo su gesto arisco y un gruñido impide que los más lúcidos de sus amigos, Sero y Hatsume, se lancen sobre él con gritos de horror. No le supone ningún problema, eso sí, a un niño pequeño que Katsuki no había visto.
—¡Deku! —La inflexión que el niño utiliza es similar a la que Izuku Midoriya, Katsuki no sabe si seguir pensando en él como Hisashi, ha utilizado cuando han acordado su nombre de héroe.
—Tranquilo, Katsuma —susurra Hatsume en su oído, abrazando al niño para evitar que se tire encima del cuerpo de Izuku, aunque su voz suena igual de llorosa que la del niño—. Se va a poner bien, ya lo verás.
—El motivo de nuestro retraso —dice Lemillion, apareciendo detrás de Katsuki—. Primero encontramos a la chica y al niño. Mejor dicho, nos vio ella y salió a nuestro encuentro, una vista magnífica. Y luego nos guio hasta donde estaban sus amigos. Había otros dos villanos, también inconscientes, pero los hemos dejado en la otra camioneta. Spinner y Toga —explica al ver la ceja alzada de Katsuki—. El niño dice que un héroe llamado Deku lo ha salvado de Spinner y lo ha derrotado.
—Deku… —susurra Katsuki, tratando de procesar toda la información.
Shinsou, Shouto y él trepan a la camioneta. Lemillion y Suneater lo hacen en la otra, donde han depositado a Twice junto a sus dos compañeros. Son ellos quienes abren camino, siguiendo las indicaciones de Shinsou hacia el último lugar donde ha visto a Best Jeanist peleando contra el nomu. La tranquilidad y falta de caos, no obstante, no calma a Katsuki, que tiene un mal presentimiento.
No se mueve del lado de Izuku Midoriya en todo el trayecto, debatiéndose entre tocarlo para comprobar que sigue vivo y no hacerlo. El niño, todavía en brazos de Hatsume, es la viva imagen de la angustia. Al final, consigue deshacerse del abrazo de Hatsume y se deja caer en el suelo traqueteante de la camioneta, arrodillado al lado de Katsuki. El niño busca infructuosamente la mano de Izuku Midoriya para ponerla entre las suyas, pero ambas están tan destrozadas que Katsuki tiene que retenerlo con gentileza para que no lo haga.
—¿Tú también eres un héroe? —pregunta. «Katsuma», se dice a sí mismo Katsuki, recordando cómo lo ha llamado Hatsume. El niño, imposibilitado para tocar a Izuku Midoriya, mueve las manos por encima de él y, finalmente, acaba dándole la mano de Katsuki, que este tiene apoyadas sobre sus rodillas. Katsuki mira fijamente el punto donde ambos hacen contacto, pero no dice nada—. Deku me salvó del villano de la espada gigantesca, pero nunca había oído hablar de él. ¿Tú quién eres?
—Dynamight —susurra Katsuki, comprendiendo que, sin el traje de héroe, el niño no es capaz de ubicar su identidad. Cuando pronuncia el nombre, Katsuma exclama con asombro, reconociéndolo.
—Me han salvado los mejores héroes —dice el niño, en voz muy baja, para sí mismo, apretando la mano de Katsuki con fuerza—. Deku se va a poner bien, ¿verdad? Tú siempre salvas a la gente. Mi hermana Mahoro dice que eres un chulo y un creído egocéntrico. En realidad, no sé muy bien qué significa lo último, pero yo creo que eres…
—Se va a poner bien —masculla Katsuki, cortando el torrente de palabras del niño, que lo mira con admiración ahora que lo ha reconocido por fin, pero no aparta la mano. Incluso, la aprieta un poco a modo de consuelo. Katsuki resopla, indignado porque un niño lo considere necesitado de su compasión.
—Puedo ayudarlo a ponerse mejor —dice el niño, alzando los ojos, grandes y abiertos, hacia Katsuki—. Mi Don es… ayuda a que la gente se cure más rápido. No sé si puedo curar el brazo, antes lo intenté, pero… —Es entonces cuando Katsuki percibe que, a través del contacto de la mano del niño, una corriente cálida se transmite a su cuerpo. Más un reconstituyente, similar al de la vieja Recovery Girl, que una medicina, pero el cuerpo de Katsuki de pronto cobra algo más de fuerza y el dolor de las heridas, así como el cansancio, se reduce—. Si lo utilizo demasiado, me agoto y me duermo de golpe.
—Entonces, úsalo en él, no en mí —repone Katsuki, soltando la mano bruscamente del niño y llevándola hacia el rostro de Izuku Midoriya, posándola encima de una de las partes menos magulladas—. Pero no es necesario que te desmayes. Sólo un poco. El brazo… —Echa otro vistazo al brazo izquierdo de Izuku Midoriya, con la sangre ennegrecida por la suciedad y seca, en un ángulo extraño. No termina la frase, porque no quiere asustar al pequeño, pero no ha visto nunca una herida con peor aspecto que la de Izuku Midoriya—. No te centres en el brazo, si puedes evitarlo. Luego le llevaremos a que lo atienda Recovery Girl —añade Katsuki que, aunque duda que ni siquiera Recovery Girl sea capaz de estimular su cuerpo para sanar naturalmente algo así, tiene esperanza de que sea peor la apariencia que la realidad.
La camioneta se detiene y Katsuki se pone en pie automáticamente, alerta, sujetándose a uno de los laterales para saltar hacia afuera. Suneater y Shouto siguen a Shinsou, que busca con la mirada, un tanto desconcertado. Llegan tarde. Como Katsuki se temía, no hay sonidos que avisen de una pelea contra un villano, mucho menos un nomu. Todo está desierto, salvo las dos camionetas y ellos mismos. El mal presentimiento que le atenaza en el pecho se incrementa cuando Shouto se vuelve hacia él tras intercambiar un par de frases apresuradas en voz baja con Shinsou y fruncir el ceño. «Ha visto algo», comprende Katsuki, cada vez más preocupado.
—Katsuki. —Tan alto como él, una mano en el hombro, el cuerpo de su amigo bloqueándole el paso. Katsuki se mueve, intentando avanzar, pero Shouto se lo impide. Detrás de su amigo, Suneater se lleva a Shinsou hasta la camioneta de atrás, donde están los reclutas y dice algo a Lemillion, que deja la vigilancia de los tres villanos inconscientes, pero Katsuki no oye nada, sólo los latidos de su corazón, retumbando en su cráneo una y otra vez, con fuerza—. Katsuki, escúchame.
Katsuki empuja con el hombro a Shouto, obligándole a apartarse de su camino. Shouto no se lo impide a pesar de que podría haberlo hecho: Katsuki es más fuerte físicamente, sí, pero el hielo de Shouto es más eficaz si no quiere que camine. No obstante, percibe sus pasos tras él, acompañándolo en silencio. Cuando ve lo que él y Shinsou estaban viendo en primer lugar, Shouto vuelve a ponerle la mano en el hombro y lo aprieta en un burdo gesto de consuelo, tan bruto e insensible como el que él ha concedido al niño que lloraba las heridas de Izuku Midoriya, pero Katsuki lo agradece. En silencio, porque las lágrimas que antes le picaban en los ojos al ver las heridas del chico de pelo verde que de pronto es casi un desconocido ahora, además, se le atoran en la garganta en un nudo que no puede deshacer, aunque trague toda la saliva posible.
La calle está desierta, pero sí hay rastros de la pelea. Unas pocas fibras se extienden, finas pero fuertes y resistentes, los extremos que las sostenían cortados, y caen flácidas sobre el asfalto. Hay varios socavones y las fachadas de los edificios tienen grietas que sólo una criatura del tamaño y fuerza de un nomu pueden provocar, salvo contados villanos. En el centro, justo en el sitio donde Shinsou ha señalado, una alfombra de pavesas que la suave brisa que sopla empieza a dispersar por las aceras y una chaqueta de tela vaquera abandonada descuidadamente sobre el suelo.
—No… —La voz de Katsuki sale ronca. Shouto intenta sostenerlo, sin éxito, cuando cae de rodillas en el suelo y sujeta la cazadora vaquera entre los dedos. El olor de Best Jeanist, familiar, impregnado en ella. Diferentes puntos de la tela están deshechos, afectados por el Don de Shigaraki. No sabe si la chaqueta se ha salvado por casualidad, pero viendo el nivel de destrucción que el villano ha alcanzado con su Decay, no le parece descabellado que haya sido intencionado, igual que un artista firma una obra de arte.
—Lo siento mucho, Katsuki —dice Shouto, que también tiene la voz tomada y sabe lo importante que fue Best Jeanist para él como mentor y guía cuando ambos se estaban formando como héroes.
—Cállate, joder. —Incapaz de decir nada más sin echarse a llorar, Katsuki aprieta la mandíbula, cierra los ojos y aprieta la chaqueta de Best Jeanist contra su frente, invadido por el dolor de la pérdida, que se suma a la de Hisashi, la confusión, la incertidumbre y el bajón de adrenalina tras el combate.
Lo siento.
