DRAGON CASTLE
-Agradecimiento-
…
Esa situación no era lo ideal.
Sintió sudor bajar por su sien, así como su respiración se volvía agitada, y ya no era solo por la forma apresurada con la que subió la montaña.
Podría pelear contra creaturas, mientras menos conciencia tuviesen mejor.
¿Pero otros humanos?
La idea le causaba escalofríos.
Ya pasó por eso, y esperó que no tuviese que ocurrir otra vez, no se creía capaz de poder salir viva si es que la situación no se arreglaba pacíficamente.
Zwei ladró una última vez, acercándose a ella.
Se giró, agarrando su guadaña que había quedado botada a sus pies, y enfrentó a los cazadores que acababan de entrar a la zona.
Los observó, sosteniendo a Crescent Rose, su postura firme, intentando no verse disminuida frente a un equipo de cuatro.
El mayor de todos, el líder, levantó sus manos en un gesto de rendición, pero solo parecía un gesto de broma, casi una mofa.
Si, si, ya le había pasado eso antes, y quien se burló quedó en el suelo, solo que ahora, dudaba poder enfrentar a aquel sujeto. Era superior a ella, en muchos sentidos, y había aprendido a no pelear batallas que sabía que no podría ganar.
Ja, no, mentira, nunca aprendió eso.
O no habría subido donde el dragón.
"Veníamos de camino aquí y escuchamos el barullo de la batalla. Al parecer nos ganaste."
Asintió, fingiendo más cansancio del que tenía, pero a esta altura, se creía capaz de vomitar ahí mismo, por la situación, por su carrera y por el aroma a sangre fresca.
"No era un dragón muy experimentado."
Sonó demasiado engreída, y no sonaba así hace mucho tiempo, cuando tenía mucha menos experiencia que ahora. Vaya chica malcriada que era. Al menos esperaba que sus palabras sonasen convincentes, se sabía que los dragones, los pocos que se conocían, mientras más viejos eran, más invencibles se tornaban.
Y Weiss no era realmente vieja.
O sea, si, para ella, sí, pero para la media de dragones, no.
El otro cazador mayor se acercó al líder, susurrando en su oído, y no podía oír lo que decía, pero sabía, por instinto, que no eran buenas noticias. Tenía que pensar rápido, o la situación no iba a terminar pacifica como esperaba.
Mordió el interior de su mejilla, intentando calmar sus nervios, y esperaba no sangrar.
Cuando el hombre acabó, el líder soltó una risa, su cuerpo enorme agitándose con el esfuerzo. Se veía sabio a pesar de todo. ¿Podía razonar con él? Por favor, esperaba que sí.
"Te vimos hoy en el gremio. Jamás imaginamos que serías capaz de derrotar a un dragón."
Maldición.
Iba a mentir y decir que tenía un compañero que fue devorado para hacer de la historia algo más realista, pero si ellos la vieron en el gremio, así como ella a ellos, debían de saber que no tenía compañero alguno, ya que uno iba a gremio con su equipo completo. O estas solo, o tienes equipo, pero para que te den una misión deben estar todos presentes ahí dentro.
No se iba a arriesgar, así que no dijo nada.
Uno de los más jóvenes se acercó, cosa que despreció.
Al parecer para mirar a Weiss más de cerca.
Quería golpearlo.
"¿Que rango eres, niña?"
¿Niña? Probablemente el tipo tendría dos años más que ella.
Resopló, y sacó de su bolso su insignia, sus manos tan llenas de sangre que la dejaron casi ilegible.
Este la vio, y sonrió. Parecía conforme.
"Solo estas un rango por debajo de mí, pero eres impresionante, hacer esto tu sola, es como irreal."
El chico dijo, un tono engreído en su voz. Este era joven, pero era rango A.
Bueno, no tenía que sorprenderle. Era fácil subir de rango si estás en un equipo talentoso que hace gran parte del trabajo por ti. En cambio, por su parte, su rango lo consiguió por sí misma, sin ayuda de nadie, al menos en lo que respectaba a sus dos últimos rangos.
No pudo evitar que su propio cuerpo se estirase en consecuencia, mostrando más altura, aunque siguiese siendo más baja que ellos.
No importaba, la actitud era todo.
O eso decían.
Pero volver a adquirir la faceta de antaño, era tan extraño, pero era una cazadora, estaba preparada para camuflarse, para adaptarse, y así obtener a la ansiada presa. Y esa mascara, era una que tuvo durante años, y dudaba poder deshacerse de ella.
"He viajado sola por mucho tiempo, arriesgando mi vida por las zonas más inhóspitas de Remnant. Esto no es nada para mí. Supe que alguien iba a buscar al dragón, y no quise que nadie me ganara el placer de asesinar a una presa como esta."
Le desagradaba como la palabra asesinar sonaba tan natural en su boca.
No, ahora era mejor, no era el momento para tener aquellos pensamientos.
Los hombres se miraron entre ellos. Parecían intentar entender sus palabras, pero no eran capaces siquiera de reírse de ella, porque había desventaja ahí. Ellos eran un grupo de gente poderosa, y ella estaba sola con el cuerpo de un dragón a su lado. Un cuerpo supuestamente muerto.
Ella había ganado.
El chico joven se retiró de su lado, y volvió donde el grupo.
"¿Que haremos ahora que mató al dragón?"
Todos parecían querer dejar el tema de lado, y buscar otra presa, pero el que había permanecido en silencio asomó sus ojos llenos de locura por debajo de su capucha, y no dejó de mirarla ni por un momento.
Su sonrisa creció con los segundos.
Sintió escalofríos.
Ya había visto ojos así, y aun la torturaban en sueños.
"Ella no podrá contra nosotros en su estado."
Este dijo, haciendo que todo el resto del equipo lo mirara, perplejos, pero, aun así, parecían de acuerdo. Era obvio lo que querían.
Qué asco.
Eran cazadores reconocidos, y para mantener su estatus, debían conseguir sus presas y llevarlas al gremio, ganarse su recompensa.
Los odiaba.
Odiaba cuando los cazadores se volvían cazarrecompensas, cuando usaban tácticas sucias para ganarse el reconocimiento. Se ensuciaban las manos contra cazadores cansados, robándoles sus presas, y no eran capaces siquiera de asesinar a las bestias por si mismos.
Eran solo saqueadores.
Era obvio que el humo se le subía a la cabeza, y en momentos así, lo peor de ellos salía a la luz. No había presas, no tenían forma de presumir su rango, pero ahora podían. Tenían a una bestia que valía oro, muerta, y a una chica que estaba cansada y herida.
Bueno, no lo estaba, podía dar pelea, pero contra cuatro, era imposible.
Ni siquiera con Weiss podría derrotarlos, lo tenía claro, menos contra un asesino entre las filas.
Sin embargo…
Afirmó a Crescent Rose, y se puso frente a Weiss.
No era una cobarde.
Iba a proteger a su presa.
Si querían llevarse a Weiss, iban a tomar algo de ella, ya que era muy grande para que la llevasen. Y, conociendo a gente corrupta, sabía que se tomarían su tiempo para llevarse lo más llamativo del cuerpo tras ella.
No iba a dejar que la lastimaran.
El de ojos locos dio dos pasos hacia adelante, aferrándose al sable que tenía en su mano, los ojos fijos en ella, listo para lanzarse, y convertirse en la presa viva que él deseaba matar. Volvió a sentir escalofríos, recordando su última pelea con un sujeto similar, con los mismos ojos, con la misma sed de sangre, y esa vez por poco no sale viva. Su aura logró curar sus heridas, y hacer desaparecer cualquier cicatriz, pero…
Si peleaba contra ellos, ¿Weiss se levantaría y dejaría de actuar para pelear también? Era una opción. No estaba asumiendo que esta la protegería, pero era honrada, probablemente lo hiciese para pagarle el favor.
Dio un paso al frente, posicionándose.
Preparándose para hacer cualquier tipo de movimiento.
Iba a proteger a Weiss.
"Espera."
El líder habló, poniendo su mano enorme en el hombro del loco. Este se detuvo, se vio en la obligación de hacerlo. Los ojos calmos de este la observaron, conciliadores, y agradeció que hubiese algo de sanidad en él.
Al menos no era tan corrupto como líder.
"Esto no tiene que terminar mal. Escuchame, necesitamos el dinero para mantener a nuestros animales, dejanos llevarnos algo del dragón, imagino que entiendes en la posición que estamos."
Claro, la posición de los que quieren el dinero sin mover el culo.
"¿Y si no quiero?"
Y no quería.
"Pues, tendremos que matarte, y llevaremos tu insignia al gremio y les diremos que no sobreviviste, ellos se lo creerán de inmediato."
Y esa fue la respuesta del líder, y la imaginó. El loco sonreía, sus ojos mirándola, y mirando a Weiss. Su mano haciendo girar el sable, una y otra vez, con ansias. Ansias de matar.
Estaba en desventaja.
Iniciar una pelea solo iba a hacer las cosas peores, para ella, para Weiss.
Giró el rostro, mirando a la dragona, que realmente parecía sin vida ahí, cubierta de sangre, su respiración inexistente. No sabía qué hacer. Qué decir. Solo podía pensar en el mal menor, pero no quería ningún mal.
Bajó la mirada, sus pies bañados en la sangre oscurecida.
"Un diente. Tomen un diente y lárguense de aquí."
Habló, finalmente.
El loco de la capucha llegó a su lado con movimientos veloces. No lo sintió, siendo sigiloso. Los ojos de este miraron la cornamenta de Weiss, como si ese fuese su objetivo. El líder se acercó, alejando al hombre, o manteniéndolo a raya.
"Un cuerno es demasiado pesado, no podríamos cargar con el. Un diente está bien, suena razonable."
Se quedó ahí, mirando como dos de los sujetos se acercaban y escogían uno de los dientes de Weiss. Uno de los más grandes, sin duda. Comenzaron a sacarlo, incrustando sus armas en las encías y soltando el diente, y por suerte no salió sangre de la herida ahora abierta. Hubiese sido algo sospechoso que después de muerta siguiese sangrando de una forma tan abrupta como pasó con la lengua.
Aun no podía creer que hubiese botado tanta sangre.
Estos movieron el hueso, con cuidado. Era pesado, no había duda de eso.
Se vio apretando los dientes.
No quería que se llevaran un diente, ni nada, pero era la mejor opción que tenían. No quería ni siquiera imaginar el dolor que sentiría si le arrancaban un cuerno. Eso sin duda sería desgarrador.
Todos comenzaron a salir, y el líder fue el último, dándole una mirada, una mirada que no decía nada, ni agradecía, ni tenía odio alguno, nada, una mirada insípida. No la entendió, ni quiso entenderlo, solo agradeció que estos se fueran pronto, no quería ver más sus inmundas presencias en ese lugar.
Cuando estos se alejaron lo suficiente, se dejó caer, llenándose de la sangre aun húmeda en las baldosas.
Sentía que había perdido, y hace mucho que no se sentía así.
Era injusto.
Esa gente, era injusta.
Era por culpa de gente así que el mundo estaba tan mal, y ahora se arrepentía de no haber tenido la experiencia para matarlos en ese instante, así como debía de hacer con los sujetos a los que perseguía por años. Debía eliminar la mala hierba, se lo prometió a su madre, pero sin importar cuanto tiempo pasara, aun no era suficientemente fuerte para lograrlo.
Así que solo podía quedarse ahí, mirando mientras desaparecían por el horizonte, jurando que los iba a matar, que iba a deshacerse de esos imbéciles que solo mataban por placer, no por justicia.
Y se odiaba a si misma por haber sido así alguna vez.
Le dio un golpe a una de las baldosas rotas en el suelo, sintiéndose frustrada. Su Aura la protegió de cortarse, y por una parte maldijo eso. Salir de ahí sin ningún corte luego de que mancillaran a Weiss, se sentía asqueroso.
Zwei se acercó, lamiendo su rostro. Entendía su sentir, y solo pudo dejar caer su rostro entre sus rodillas, mientras el animal la acariciaba con su hocico, gimiendo triste.
Quería llorar, quería gritar, quería correr y tomar lo que le pertenecía a Weiss, quería hacer pagar a esos ladrones, a esos cazarrecompensas. A ese asesino que estaba en ese grupo, que olía igual que aquel bastardo de la misma calaña que peleó con ella en el pasado.
Lo odiaba, y odiaba el verse a sí misma en la misma posición que aquel día, con el ego herido, impotente.
Sintió algo duro en su espalda, que la empujaba.
No era Zwei, claramente, así que se giró.
Era Weiss. Había despertado, o dejado de fingir. Hizo un movimiento con su cuerpo, con su rostro, enderezándolo, el resto de la sangre que había quedado depositado en el lugar terminando de caer por los bordes de su hocico.
Demasiada sangre, era preocupante.
¿Porque te ves tan triste?
La pregunta la hizo sentir indignada.
¿No era obvio?
"Se llevaron tu diente, Weiss. No logré protegerte. Pero te prometo que voy a ir al pueblo y voy a tomar lo que te pertenece. No dejaré que se salgan con la suya."
Weiss resopló, vapor llenando la zona, pero sin ningún aroma, eso fue suficiente para calmar su claro arranque de furia.
No me serviría de nada, no pierdas tu tiempo. Debería crecerme otro en un tiempo más, son huesos prescindibles.
Eso era un dato que se alegraba de conocer.
Soltó un suspiro, sintiéndose agotada, frustrada.
Enojada consigo misma más que con esos sujetos.
"De todas formas, debí haber peleado. Esos tipos hacen lo que quieren porque nadie los detiene."
Te hubiesen matado, incluso aunque yo también pelease, el resultado habría sido similar. Había un asesino con ellos, no era una pelea justa.
Miró a la dragona, sorprendida.
Pensaron lo mismo, y al parecer también se dio cuenta de la clase de persona que andaba con ellos. El aroma a sangre en el ambiente, rodeándolo.
Los asesinos eran diferentes de los cazarrecompensas. No tenían mejores habilidades, ni mayor rango, pero si eran mucho más peligrosos. Ellos no temían matar, ni tampoco temían morir. No lo hacían por dinero, ni por mantenerse con vida, solo por su propio placer. Mataban por su propia satisfacción, y sobre todo, mataban humanos. Un asesino, si tenía una víctima en su mirada, no se iba a detener, aunque estuviese muriendo, no le importaba, iba a intentar matar incluso con su último aliento.
La supervivencia mantenía el equilibrio, pero ellos no tenían ningún tipo de sentimiento como ese.
El hombre del pasado volvió a su mente, de nuevo, y era agobiante tenerlo presente tan seguido. Logró herirlo, logró cortarle una extremidad, pero no fue suficiente para calmar sus intenciones, por el contrario.
Estuvo rozando la muerte aquella vez.
Y la persona que era en ese entonces quizás merecía esa muerte.
Se levantó del piso, soltando un suspiro. No tenía que seguir agrandando aquel sentimiento en su interior, ya había pasado, solo tenía que seguir adelante. Seguir adelante como siempre, sin quedarse estancada en sus errores, en sus falencias.
Ese fue el camino que escogió, y debía seguirlo.
"Al menos, con esto, deberían de retirar la recompensa del gremio. Nadie más debería de subir aquí con la intención de cazarte, a menos que, no lo sé, te acerques a ellos o algo así. Al menos puedo ir y asegurarme que eliminen el aviso, y no más cazadores en tu puerta."
Los ojos celestes la miraron, y luego miraron hacia la entrada, donde el equipo se había ido. Notó cierta calma en el rostro escamoso de la creatura. Si el dragón estaba en calma, entonces ella iba a estar en calma.
Al menos todo había salido bien, los sujetos no mataron a Weiss, y si bien le molestaba lo del diente, y su propia insuficiencia, era el mal menor.
Dio un salto cuando una gota de sangre le llegó a la cara, una y luego otra.
Weiss se había movido, levantándose erguida, para luego mover su cuerpo lo suficientemente rápido para que la sangre se saliese de su cuerpo, tal y como hacía Zwei cuando se veían atrapados en una tormenta.
Si, tal vez se había acostumbrado al baño de saliva, ¿Pero de sangre? Eso si era terrorífico.
Aun así, le causaba impresión lo diferente que era esta, con ese tono rosa brillante, luego oscura apenas tocaba algo que no fuese el mismo dragón, realmente mágico.
El majestuoso dragón dejó de estar cubierto de sangre así de rápido, como si el líquido resbalara con facilidad por las escamas, de hecho, ¿No estaban estas incluso más brillantes que antes? Ya podía imaginarse lo que sea.
Era realmente interesante.
Sabía que no iba a poder ver a ese dragón de nuevo, y todos esos días aprendió a seguir adelante, calmando su anhelo de volver ahí. Pero ahora, pudo volver, y a pesar de que fuese por una razón de vida o muerte, agradecía el haber tenido la oportunidad.
Sintió los ojos celestes en ella, mirándola, sus facciones escamosas expresando fastidio. Probablemente fuese por la sonrisa atolondrada que tenía en el rostro, si, debía ser eso.
Había tantas cosas de las que quería hablar, tantas cosas que quería decir, tantas cosas que quería aprender, tantas cosas que quería preguntar, pero tampoco quería arruinar el momento con su fastidiosa personalidad curiosa. Viajó sola por continentes enteros con la intención de aprender sobre diferentes creaturas, mejorar su conocimiento y así mejorar sus habilidades de caza, tal y como su madre en antaño, obviamente saber más sobre un dragón era algo que la llenaba de emoción.
No para cazar, pero se entendía.
Las alas enormes del dragón se separaron, meneándose, y se vio siendo movida de su lugar ante la fuerza del viento. Poco a poco la creatura se elevó del suelo, saliendo de la mansión por uno de los agujeros del techo.
Se quedó inerte, estupefacta, sabiendo que la dragona había desaparecido así de rápido. Le dolió un poco que esta se escapase sin decirle nada, pero no es como que una creatura así de poderosa tuviese algún tipo de deuda con un ínfimo humano.
Sin embargo, antes de que pudiese tomar sus cosas e irse de ahí, sintió algo acercarse. Algo enorme.
El dragón volvió a entrar, reapareciendo. Sus alas evitando que cayese estrepitosamente al suelo, casi levitando.
Ya cuando esta se acomodó en el salón, abrió la boca, escupiendo algo.
¿Escupiendo?
No supo que era, pero brillaba.
Su instinto la llevó a moverse, a poner sus manos para sujetar aquello que iba a caer al suelo. Ya cuando lo tuvo en sus manos, se dio cuenta lo que era.
Una gema.
¿Un zafiro?
Era bastante grande y pesado, lo tenía que agarrar con ambas manos o no sería capaz de sostenerlo.
Buscó los ojos celestes, para cuestionarla, pero estos no la miraban.
"¿Y esto?"
La dragona resopló.
Es un pago por venir aquí para advertirme del peligro.
Oh.
Volvió a mirar la piedra brillante en sus manos. Eso probablemente valía más que la recompensa que les darían a los tipos por cazar al dragón.
Solían haber ciertas teorías de que los dragones solían buscar cosas brillantes, proteger sus tesoros, pero creyó que era un mito más, pero al parecer no. Se vio sonriendo. Tal vez no estaba haciendo preguntas que fuesen contestadas, pero aun así estaba aprendiendo.
Negó de inmediato, su mente dejando de lado su sorpresa.
"No puedo aceptarlo, Weiss. Vine aquí de buena fe, porque no quería que te lastimaran, no lo hice para obtener nada a cambio."
Los celestes ahora si la miraron, un gruñido escapándosele por la garganta.
Jamás he dejado que nadie toque mis riquezas y tú, un pedazo de carne parlante, ¿Tienes la desfachatez de negar un regalo de agradecimiento? Que poco respeto tienes por una especie superior.
¿Regalo de agradecimiento?
Eso sonaba mejor que un simple pago.
Soltó una risa.
Le caía muy bien ese dragón, por muy superior que se considerase, no era en vano.
"¿Entonces estás agradecida por lo que hice?"
La dragona no la miró, solo desvió sus ojos rasgados, ignorándola. Pero, no la estaba ignorando, ¿No?
Si. Lo estoy.
¿Era normal sentir ternura de un dragón? No lo sabía, pero no podía evitarlo.
Guardó la joya en el bolso tras su espalda, notando como la piedra apenas y cabía. No quería venderlo, para nada, quería guardarlo para siempre si era posible. Era un regalo de un dragón, eso era algo innegable. Quizás si en algún momento necesitaba dinero, vendería un trozo, solo para sobrevivir.
No quería perderlo del todo.
"Si es un regalo, entonces lo agradezco. Gracias."
Se vio sonriendo, sintiéndose feliz. No quería partir, pero ¿Las cosas habían cambiado desde la última vez? Quería creer que sí.
"Weiss, ¿Puedo venir a verte otra vez?"
La dragona se quedó inerte, su cuerpo enorme completamente estático, y luego de unos momentos esta se movió, mirándola.
¿Qué?
"Eso, ¿Puedo venir algún otro día? Ya sabes, sin que haya malentendidos, ni cazadores. Imagino que no sales de la mansión, ni viajas al pueblo. ¿Hay algo que quieras de ahí? Puedo traértelo y charlar un rato."
La dragona la miró, notaba sorpresa en sus facciones, desconfianza incluso.
¿Por qué harías eso?
¿Por qué haría qué? Se quedó un momento pensando. ¿Querer volver? ¿Traerle algo? ¿Visitarla?
La respuesta era obvia.
"Porque me agradas, Weiss."
La dragona se movió, como si fuese a irse de nuevo, sus alas moviéndose, listas para aprender vuelo.
¿Eso era un no?
Bueno, podía aceptarlo, no esperaba nada más.
Solo eran sus ilusiones infantiles aun vivas en su cuerpo adulto.
Café caliente.
"¿Qué?"
La dragona no la miraba, ni siquiera su rostro estaba apuntando hacía su dirección, así que era difícil saber que expresión tenía, de hecho, era difícil en sí mismo el captar que expresión tenía la dragona, aunque se le hiciese curiosamente fácil. Tal vez llevaba muchos años rodeada de bestias, creaturas, animales y su perro.
La próxima vez traeme un café caliente.
Ah.
Esta comenzó a aletear, su cuerpo elevándose otra vez más, para lo que al parecer sería una despedida.
Espera, ¿Eso era un sí? ¿Podía volver?
¡Si!
Se sentía una mierda hace unos minutos y ahora creía ser la mujer más afortunada del mundo.
"¡Me aseguraré de traerlo lo más caliente que pueda!"
Esperaba que la dragona hubiese sido capaz de escucharla por sobre los sonidos de los aleteos, antes de salir por la mansión.
Se vio sonriendo, Zwei ladrando como si felicitase su propia felicidad.
Si que era afortunada.
