Capítulo 2: Reliquias del Pasado
"Hmm...no, no parece tener remedio."
Wallace miró una vez más con detenimiento el pavoroso cuadro que tenía enfrente y terminó frunciendo el ceño. Su inquietud crecía con cada instante que pasaba contemplando aquella peculiar y triste escena.
Sentado en posición de loto, el líder del Clan Arrecípolis se hallaba tanto acompañado de su Milotic como de varios de los habitantes de la ciudad; entre ellos se encontraban sus discípulos con varios Seadra y Marill, quienes murmuraban entre ellos mientras observaban lo mismo que él, preguntándose qué podían hacer al respecto con tal ayudar a su guía y maestro.
Una fuerte corriente de viento rompiéndose detrás suyo agitó su larga capa blanca, anunciándole que las personas a las que había mandado a llamar habían arribado. Tras ponerse de pie, se dio la vuelta para confirmar que, efectivamente, Steven y Zinnia se encontraban a pocos metros de él, montados en sus respectivos pokémon.
"Vine tan pronto como pude" dijo el campeón de la liga pokémon bajando de la cabeza de su poderoso Metagross "¿Cuál es la emergencia, Wallace?"
"Oh, Steven" suspiró su amigo apesadumbrado, enseñando con su mano izquierda lo que tenía atrás de él "Tan sólo mírenlo ustedes mismos."
Los recién llegados perdieron el aliento al mirar hacia donde Wallace indicaba: plantado en el centro del meteoro que había dado origen a Arrecípolis, un alguna vez magnífico y fornido árbol se encontraba ahora marchito y débil, despojado de sus hojas. Los azafranes en sus ramas, al igual que las amapolas alrededor de su tronco, estaban secándose lentamente, perdiendo tanto sus pétalos como su color.
"El árbol del rey de Kalos" susurró involuntariamente Zinnia tras abandonar el lomo de su Salamence. Luego exclamó muy sorprendida "¡Está muriendo!"
"Lo encontramos así esta mañana" explicó Wallace acariciando el lomo de Milotic, quien emitió un cántico que denotaba frustración y tristeza "Hemos intentado regarlo con nuestros pokémon de agua, pero no parece hacerle ningún bien. ¡No tenemos idea de qué podría estar provocándole tanto sufrimiento!"
La cronista del Clan Meteoro arqueó una ceja al percatarse de un tenue y apenas perceptible brillo magenta bajo la sombra que el árbol proyectaba. Con cautela y con respeto, se acercó lentamente hacia las moribundas amapolas que cubrían las raíces, y las apartó con delicadeza hasta dar con la fuente de aquel peculiar esplendor: era una pequeña y solitaria flor roja con seis pétalos cerrados. Su oscuro estigma parecía ser la fuente de aquel resplandor.
"Sabía de la historia de este árbol, pero esta situación también se me escapa de las manos" dijo Steven llevándose la mano derecha a la barbilla. Acto seguido se volteó a ver a Wallace "¿Ya has hablado con tu maestro?"
"Acudimos a él, pero está igual de confundido que nosotros" explicó Juan dando un paso al frente junto a su Kingdra; como era usual en él, el viejo líder de gimnasio y coordinador estaba tocando la punta de su bigote con las yemas de los dedos de su mano derecha "Dice que nunca jamás había visto un fenómeno igual."
"Tal vez se deba a que ha llegado al final de su vida" conjeturó el campeón de Hoenn, dirigiendo nuevamente su mirada hacia el árbol "Después de todo es un árbol muy antiguo, ¿no es cierto?"
"No, no antiguo" retrucó de pronto Zinnia levantándose del pasto. La cronista del Clan Meteoro había permanecido agachada unos cuantos segundos, inspeccionando cuidadosamente la enigmática flor y sin prestar mucha atención a la conversación entre los dos hombres "Este árbol es inmortal."
"¿Inmortal?" inquirió Steven perplejo ante la afirmación de la mujer "No te sigo."
"Ilumínamos, por favor" pidió cortésmente Wallace, tanto desconcertado como intrigado.
"Ésa de allí es una flor eterna, originaria de la región de Kalos" elaboró ella señalando la flor cubierta por amapolas "Una de las últimas en existencia. Durante mis viajes descubrí que según las leyendas nacían cada vez que la flor de un Floette era bendecida con la vida eterna. No me cabe la menor duda de que el rey de Kalos debió plantar esta flor justo bajo este árbol para que compartiese su energía con él y así asegurarse de que permaneciese eternamente joven."
"Pero si lo que dices es cierto, ¿por qué ahora está dejando que el árbol muera?" inquirió el líder del clan Arrecípolis visiblemente asombrado.
"No está dejándolo morir" replicó la cronista "La flor se ha sentido amenazada y en consecuencia ha reclamado toda su energía vital para replegarse a modo de defensa. Debe de estar reaccionando a alguna clase de estímulo negativo externo."
"¿Un estímulo negativo externo?" repitió Steven desconcertado "¿Como cuál?"
La conversación se vio interrumpida por un fuerte pitido electrónico que forzó a Steven a revisar su chaleco: el poké-multinavegador del experto en pokémon de roca y de acero estaba sonando y vibrando como loco.
"¿Sí, papá?" preguntó rápidamente tras pulsar el botón de Aceptar y al ver de quién se trataba.
"¡Steven hijo mío, gracias al cielo que me has contestado!" se oyó gemir al presidente Stone desde la otra línea, captando la atención tanto de Wallace como de Juan.
Steven se paralizó. Sabía que cuando su padre, siendo el calmado y calculador hombre de negocios que era, sonaba así de agitado, era porque las cosas no pintaban para nada bien.
"Papá, por favor respira profundo y tranquilízate" aconsejó sin poder ocultar del todo su repentina sensación de urgencia "¿Qué ha ocurrido?"
"¡Alguien entró a saquear las instalaciones de los laboratorios Devon por la noche!" dijo su progenitor con el mismo tono de antes "¡Todas las investigaciones y prototipos que quedaron de años de haber experimentado con la Energía Infinita han sido destruidos! Y el Arma Definitiva…"
"¿Qué le pasó?" indagó Steven cada vez más conturbado.
"La robaron" respondió instantáneamente el presidente de Devon para sorpresa de su hijo. Acto seguido reiteró "¡Ha desaparecido!"
Zinnia entrecerró los ojos al escuchar las últimas palabras por parte del señor Stone. Su sexto sentido le decía que el padre de Steven les había dado la respuesta a su pregunta.
"¿Una Malla Ball?" preguntó Red observando extrañado la cápsula contenedora que había sido puesta sobre la palma de su mano derecha. Era una pequeña poké ball cuya parte superior era de color verde azulado, atravesada por varias bandas negras que juntas formaban la figura de una red "¿Cómo es que nunca escuché hablar antes de ellas?"
"No me sorprende" rio Celio esbozando una sonrisa sincera. El investigador de cabello y ojos verde claro empujó sus lentes hacia atrás apenas notó que estos estaban a punto de caérsele y no le permitían ver al joven entrenador con claridad "Fueron desarrolladas y lanzadas al mercado hace un par de años por una corporación extranjera llamada Devon S.A., ¡y son mucho más populares en la región de Hoenn! ¡Están diseñadas para capturar con mayor facilidad pokémon insectos o de vida acuática!"
El muchacho siguió mirando no muy convencido aquella peculiar ball. A diferencia de otras que había usado a lo largo de los años para capturar pokémon, ésta se sentía mucho más liviana y parecía estar hecha de un material mucho más complejo. Había estado tanto tiempo aislado de todo en el Monte Plateado que tecnología tan avanzada y específica como esa le hacía sentirse como un cavernícola en la edad contemporánea, una reliquia del pasado intentando encajar en un mundo que ya no era aquel en el que había nacido. No obstante segundos más tarde, y con resolución, la guardó en el bolsillo derecho de su pantalón.
"¿Dices que este Scyther es peligroso, Lostelle?" preguntó volteándose a mirar a la persona que llevaba un largo rato parada a su izquierda, cerca de Charizard: era una joven de largo cabello color violeta rojizo y ojos amarillo verdoso.
"Así es" dijo Lostelle temblando de miedo. La empapada chica vestía únicamente un traje de baño azul de una sola pieza y una larga toalla rosada con la que llevaba secándose desde antes de que Red llegase, mojando con sus pies descalzos el suelo para la desgracia del personal de limpieza del Centro de Redes "Parece que se le escapó a un turista que lo maltrataba, y ahora le gruñe a todos los que se aproximan al Camino Candente. Estaba cambiándome para darme un chapuzón en las aguas termales cuando me atacó. ¡Tuve suerte de que fallara y que se les atascasen las guadañas en una roca, o no habría salido de allí con vida!"
Red reflexionó mirando involuntariamente su reflejo en el reluciente piso encerado. Parte de él seguía incrédulo ante lo mucho que Lostelle había cambiado desde la última vez que se habían visto: la dulce e inocente niña de cinco años a quien había protegido de un Hypno salvaje, mucho tiempo atrás en el Bosque Baya de Isla Secunda, había crecido en una bella adolescente de dieciséis años que superaba en altura y en edad a Green por tan sólo dos centímetros y años de diferencia. Sin embargo, y a pesar de ello, la chica continuaba siendo perseguida por pokémon agresivos cada cierto tiempo. Le daba la impresión de que algunas cosas simplemente no cambiaban nunca.
"Por eso te he dado esta Malla Ball" agregó Celio con seriedad "Estoy seguro de que te facilitará notablemente su captura."
"En ese caso iré ya mismo tras él" afirmó el entrenador de Kanto ajustando las correas de su mochila, preparándose para partir "¿Hay algo más que deba saber antes de enfrentarlo?"
"No sé si sirva pero sí, hay algo más" retrucó Lostelle mientras intentaba hacer memoria "Cuando el Scyther se me abalanzó noté que en su espalda había un enorme chichón que parecía dolerle mucho. Quizás si uno de tus pokémon le ataca allí será más sencillo vencerle."
"Estupendo, gracias Lostelle" contestó él mientras se encaminaba hacia la salida. Acto seguido llamó a su pokémon inicial "Vamos, Charizard."
"Ten mucho cuidado, Red" gimió Lostelle temiéndose lo peor.
Red se mantuvo impertérrito ante las miradas y súplicas por parte de todos los asustados entrenadores y clientes resguardados dentro del edificio que le deseaban buena suerte. Se concentró en salir por la puerta principal, y una vez afuera se subió al lomo de Charizard para partir volando hacia el Camino Candente.
Apenas habían recorrido menos de dos kilómetros cuando finalmente localizaron al Scyther. El descomunal pokémon mantis de postura bípeda y cabeza reptiliana se hallaba bloqueando la entrada al Balneario Ascuas, bufando iracundo y revoleando sus guadañas en el aire a modo de desafío a los otros pokémon que poblaban la hierba alta. Bajo sus patas traseras, un diminuto Meowth que se había atrevido a plantarle cara yacía inconsciente con un fuerte corte en la frente que no dejaba de sangrar.
Aprovechándose de que todavía no habían sido detectados, descendió detrás de una formación de rocas y retornó a Charizard a su poké ball, invocando a Pikachu en su lugar mientras comenzaba a diseñar mentalmente una estrategia. Sabía que si le ordenaba al lagarto alado quemar al insecto con su ataque de lanzallamas también corría el riesgo de herir a los demás pokémon y de iniciar un gran incendio en el proceso. Había venido a calmar a aquel pokémon, no a destruirlo.
"Guarda silencio y mantente alerta" le dijo en voz muy baja a su amigo. El ratón eléctrico asintió con el ceño fruncido y sin hacer ni el más mínimo ruido o sonido.
Arrastrándose por el suelo hasta aferrarse a la roca desde la que podría ver mejor la situación sin ser descubierto, analizó el entorno que les rodeaba y comenzó a enumerar más de un posible escenario en su cabeza para ir descartándolos uno tras otro: si enviaba a Blastoise éste no tendría muchos muros o paredes para rebotar usando su caparazón como un disco en un campo tan abierto, por no mencionar que su agua a presión podría terminar ahogando a la vegetación cercana; Venusaur, por otra parte, no sería lo suficientemente rápido como para moverse y dormir, paralizar o envenenar a Scyther sin recibir aunque fuesen dos o tres potentes cuchilladas; y Pikachu, pese a su increíble velocidad, no resistiría más de un golpe por parte de un enemigo tan fiero.
Red estaba bastante familiarizado con los Scyther como especie. Los encuentros que había tenido con varios de ellos en la Zona Safari de Ciudad Fucsia cuando todavía tenía diez años le habían enseñado que eran pokémon igual de irascibles que los Pinsir, con quienes entraban muchas veces en conflicto por las mismas presas, y eran altamente territoriales. En algunas ocasiones, alcanzaban velocidades tan extremas que podían cortar a su oponente sin que su cerebro pudiese procesar que habían sido abiertos en canal, o en el peor de los casos partidos a la mitad. Y si lo que Lostelle le había dicho era verdad y estaba lastimado, éste no sólo no escucharía a razones, sino que además pelearía hasta morir.
Decidió estudiar mejor al insecto antes de tomar cualquier decisión precipitada: cuando éste se dio la vuelta para hacer retroceder a un curioso y despistado Psyduck confirmó que, efectivamente, el chichón del cual Lostelle le había avisado se hallaba presente en su espalda, más exactamente entre sus dos pares de alas color crema. Si lograban crear una distracción de modo que Pikachu pudiese acercársele y propinar un golpe en el lugar preciso, la mantis religiosa quedaría completamente inmovilizada.
A pocos centímetros enfrente suyo divisó una pequeña pero dura piedra que podría servirle. Con gran disimulo y en completo silencio, la tomó con su mano izquierda, mientras que con la derecha sacaba una tercera ball de su pantalón. Había terminado de urdir su plan.
"Voy a probar una cosa, y cuando te dé la señal tú lo embistes" le susurró a Pikachu en la oreja. El ratón amarillo volvió a asentir con la cabeza, demostrando que le había comprendido.
Con ímpetu y sin miedo lanzó la cápsula contenedora a la hierba, llamando a combatir a Snorlax. El goloso y voluminoso pokémon perezoso se materializó frente al Scyther rascándose el vientre y con una sonrisa pícara de oreja a oreja.
"Snorlax, sube tu defensa en lugar de tu ataque y espera instrucciones" pidió Red seriamente y con respeto "¡Usa Maldición!"
Snorlax miró a su entrenador desconcertado y sin entender lo que éste tenía en mente por un segundo, pero confió en su juicio y obedeció: concentrándose, envolvió todo su cuerpo en una brillante aura rosada y luego se desplomó boca arriba sobre el pasto, procediendo a holgazanear; Scyther, por otro lado y reconociendo al recién aparecido como un potencial rival, se abalanzó sobre él y procedió a realizar una serie de rápidos y precisos cortes en su panza, pero que no pasaron de ser meros rasguños.
"¡Continúa usando Maldición!" imperó Red sin abandonar su puesto.
Snorlax bostezó e incrementó el tamaño de aquel aura rosada sin siquiera mover un dedo: mientras Scyther se empecinaba en continuar atacando su vientre, su defensa física seguía aumentando de la misma forma que su ataque. Los rasguños de su oponente pasaron a sentirse como picaduras.
"¡Maldición una vez más!" reiteró su amo.
El perezoso subió un nivel más la intensidad de sus capacidades defensivas y ofensivas, y como resultado las picaduras de Scyther se redujeron a meras cosquillas. Esto irritó de sobremanera a su contrincante, quien intentó en vano llevar a cabo tajos más profundos, sólo para encontrarse con que era como tratar de herir de gravedad a una montaña de piedra.
"¡Descanso!" ordenó Red al ver que la primera etapa de su plan estaba completa.
Habiéndose transformado en un muro infranqueable, Snorlax se sumió en un profundo sueño; como resultado, las marcas que Scyther había provocado en su panza comenzaron a cicatrizar, hasta desaparecer por completo para el desasosiego de un agotado Scyther, quien a pesar de su obstinación comenzaba a dar signos de cansancio y de desgaste.
"¡Snorlax, Sonámbulo!" dijo de inmediato el joven de Pueblo Paleta una vez el proceso de sanación llegó a su fin.
Sin abandonar el trance al que había entrado, el goloso pokémon se puso de pie y asestó un demoledor gancho ascendente sobre la barbilla de Scyther, seguido de un golpe descendente con ambas manos que le hizo aterrizar violentamente contra el suelo, formando un gran cráter y levantando una gran aunque breve polvareda.
Scyther se incorporó a duras penas, dispuesto a luchar hasta su último aliento; no obstante, el sorpresivo e inmisericorde contraataque de Snorlax le había dejado en tan mal estado que apenas podía mantenerse en pie. Ése era el momento que Red había estado esperando.
El joven de Kanto abandonó su refugio parándose sobre la roca y se concentró para apuntar, tratando de recordar aquellas lejanas tardes de su juventud en las que se la había pasado en la Zona Safari de Ciudad Fucsia: rogando por que su puntería no le fallase y a sabiendas de que sólo tendría un tiro, tomó la piedra que había recogido antes y la lanzó en dirección hacia el chichón en la espalda de Scyther. La mantis religiosa se puso de rodillas y clavó profundamente ambas guadañas sobre la tierra, echando un denso humo por sus fosas nasales y rehusándose a rendirse. Algo que su cazador también había previsto que haría.
"¡Ahora Pikachu, Placaje Eléctrico!" exclamó Red señalando al insecto con el dedo índice de su ahora libre mano izquierda.
Pikachu no titubeó y se echó a correr con la mayor rapidez que sus patas le permitían; generando un aura chisporroteante alrededor suyo a partir de la energía almacenada en sus mofletes y que sabía potenciaría su acometida, el valiente y poderoso ratón embistió con fuerza a Scyther propinando un fuerte testarazo sobre su joroba, liberando una estruendosa aunque contenida explosión de rayos y de centellas que finalizó el trabajo que Snorlax y Red habían comenzado. Y esta vez, su objetivo común cayó inconsciente al suelo, sin volver a levantarse.
"Buen trabajo, muchachos" felicitó el joven adulto a sus dos viejos compañeros, al mismo tiempo que arrojaba la malla ball de Celio con energía "Yo me encargo a partir de aquí."
La cápsula contenedora golpeó en la nuca al desmayado insecto, para luego abrirse y encerrarle dentro suyo mediante un brillante haz de luz, transformándole en energía; apenas cayó al suelo se estremeció, dando tres giros de izquierda a derecha y viceversa para luego finalizar liberando de su núcleo tres fugaces pero deslumbrantes rayos con forma de estrellas, indicando que la captura era completa y exitosa.
Guardando la ball en su mochila, Red hizo retornar al aun dormido Snorlax a su receptáculo esférico. Después de eso invocó nuevamente a Charizard, quien se agachó y desplegó sus enormes y gruesas alas para que su entrenador pudiese subirse a su lomo; los pokémon salvajes, por otro lado, celebraron el ya no tener que seguir pasando miedo y comenzaron a congregarse alrededor con curiosidad.
"Nos retiramos" dijo ajustando su gorra y asegurándose de que estaba bien sujeto a la espalda del lagarto volador "Y Pikachu, trae a ese Meowth. Necesitará atención médica."
"¡Vaya, pero qué enorme es!" exclamó Shauna anonadada ante lo que veían sus ojos. Delki maulló igual de azorada "¡No podría recorrerlo todo ni en un año!"
"Puedes apostarlo, Shauna" rio Roark acomodando sus lentes, orgulloso tanto de su trabajo como del de sus ayudantes "El Subsuelo de Sinnoh es uno de nuestros mayores orgullos nacionales. Nuestros mineros trabajan en ella incansablemente, y día tras día desentierran todo tipo de gemas y fósiles únicos, que luego vendemos a los más confiables distribuidores y donamos al museo de Pirita respectivamente."
"¿Y es cierto que aquí también se pueden construir esas famosas bases secretas de las que tanto he oído hablar?" inquirió Blue a la vez que veía curioso a un par de obreros y de Machop pasar apurados para asistir a sus compañeros, que se encontraban más adelante. El joven líder de Ciudad Verde cargaba al igual que su novia y que su amiga una pesada mochila amarilla con muchos bolsillos, un casco de construcción con linterna blanco y una larga pala de mango y plancha plateadas.
"Muy cierto" aseguró el pelirrojo "El gremio de bases secretas de Pirita lleva unos cuantos años compitiendo con el de las de Hoenn para ver quién construye y diseña las bases más amplias y extravagantes, y por eso decidieron empezar a armar las suyas bajo tierra. ¡Ya hasta mi amiga Dawn, la campeona, tiene una aquí abajo! Y gracias a ello, hemos descubierto en el proceso numerosos biomas y ecosistemas subterráneos ocultos que conectan con todo el mundo. Aunque les recomiendo que tengan cuidado en donde caven. Últimamente hemos tenido unos cuantos derrumbes debido a entrenadores poco avispados."
"Muchas gracias por el tour y por los kits de exploración, Roark" dijo Serena con una sonrisa afable "Los devolveremos apenas hayamos terminado."
"No hay por qué, chicos" afirmó contento el líder de Ciudad Pirita mientras se retiraba para regresar al gimnasio "Diviértanse explorando el resto. Y Serena, ¡no olvides mantenerme al tanto de tu progreso con las medallas! Mi padre y el resto de mis compañeros son muy habilidosos, así que no te confíes."
"Pues sí que es un gran complejo" reconoció Blue contemplando la casi infinita cantidad de túneles que conducían a diferentes sitios del subsuelo; en todos ellos, incontables mineros con la ayuda de sus Machop y Machoke diferentes minerales y piedras preciosas de las paredes, mientras que los otros entrenadores que estaban de visita se concentraban en tirar abajo varios muros en busca de fósiles, ya fuese con una pala, un taladro o la asistencia de su pokémon más fuerte "Dudo que encontremos fósiles con tanta gente excavando aquí el día de hoy."
"¡Oh Serena, mira eso, mira eso!" chilló eufórica Shauna tomando a su amiga del brazo derecho y apuntando hacia adelante con el dedo índice de su mano derecha "¡Mira qué pokémon más extraño! ¿Puedes decirme qué especie es?"
Serena dirigió su atención hacia donde la morena le indicaba, y quedó fascinada al instante con lo que se topó: frente a ellos, un colosal pokémon cuadrúpedo de piel gris azulada con marcas amarillo vainilla y apariencia ceratópsida caminaba lenta y tranquilamente, sin un rumbo concreto. Su gran, cuadrada y cornuda cabeza parecía la perfecta cruza entre la pared de un castillo y la hoja topadora de un buldócer.
"Nunca lo había visto antes" dijo perpleja mientras sacaba la pokédex en su bolso de mano "Quizás sea autóctono de por aquí."
La enciclopedia portátil emitió un rayo verde claro que escaneó al ceratópsido de arriba a abajo para luego dar su informe mediante la voz sintética que se le había programado.
"Bastiodon, el pokémon escudo, y la forma evolucionada de Shieldon. Este dócil pokémon herbívoro y amante de las bayas posee una antigüedad de cien millones de años. Su rostro se caracteriza por una dureza superior al acero gracias a sus escudos faciales, los cuales usaba antaño para alinearse y proteger a las crías de la manada, creando una barrera capaz de repeler cualquier ataque frontal por parte del enemigo. Compartía hábitat con los Rampardos, y se han encontrado fósiles de ambas especies yaciendo juntos tras una lucha encarnizada."
"¿Rampardos?" preguntó la campeona de Kalos muy confundida. Acto seguido hizo memoria y dio con la respuesta "Roark tiene uno. Fue el primer pokémon que usó en nuestro combate."
La inesperada conexión entre ambos pokémon picó su curiosidad. Decidió buscar al segundo aludido en la base de datos de la pokédex y ésta le dio los resultados que buscaba, repitiendo lo mismo que había dicho una hora antes durante el combate contra el líder de gimnasio.
"Rampardos, el pokémon cabezazo, y la forma evolucionada de Cranidos. Su cráneo es de treinta centímetros de grosor y duro como el hierro, y puede hacer añicos desde árboles de gran tamaño hasta incluso rascacielos. Los hombres de antaño usaban dichos cráneos como cascos, y se cree que su extinción se debió a que el grosor de éstos obstruyó el desarrollo de sus sesos, lo que ha dotado a su especie de un cerebro pequeño y de muy escasa inteligencia."
"¡Vaya, osea que literalmente es un cabeza dura!" dijo Shauna soltando una risita. Delki emitió un maullido parecido a una risotada "Sí que es interesante."
"A mí me resulta más interesante saber de dónde ha salido este Bastiodon" afirmó Blue mirando al pokémon ceratópsido con desconfianza "La coloración en su piel no coincide con la del holograma en la pokédex de Serena, así que debe de ser un espécimen variocolor."
"Tal vez es salvaje y hemos tenido la suerte de cruzarnos con él" supuso Serena "Eso o simplemente le pertenezca a alguien rico de por aquí y se extravió."
"Alguien muy rico" agregó su novio observando con mayor curiosidad lo invaluable que era la rareza de aquel fósil viviente.
"Bueno, si tiene dueño no debe de andar lejos" concluyó Shauna mientras tomaba la pala de su kit de exploradora y elegía al azar una pared donde clavarla "Se lo devolveremos apenas nos encuentre. No sé ustedes, ¡pero ya no veo la hora de empezar a excavar fósiles!"
"¡Shauna, espera!" exclamó su amiga preocupada "¡Ten cuidado con donde incrustas eso! Roark nos dijo que no debemos cavar en cualquier parte, o podría haber un derrum…!"
Su advertencia fue silenciada por un leve temblor que se produjo bajo sus pies. Acto seguido se transformó en un grito cuando la tierra se abrió bajo ella, enseñándole a ella y a sus amigos la entrada, junto con la fuerza de gravedad, a un gran y oscuro vacío.
"¡NOIVERN!" gritó lanzando su poké ball a modo de acto-reflejo y con urgencia.
"¡PIDGEOT!" oyó decir a Blue con la misma energía.
El guiverno y la paloma emergieron en plena caída de sus receptáculos, y sin perder un segundo se dividieron instintivamente el trabajo: el primero se encargó de rescatar a su entrenadora y a su compañera, mientras que el segundo se tiró en picada hasta lograr posicionarse justo abajo de Blue, amortiguando exitosamente su caída con su lomo.
"Buen trabajo, Shauna" dijo el líder de gimnasio mordazmente mientras Pidgeot y Noivern hallaban un sitio en donde aterrizar "Casi nos matas a todos."
"Lo siento" expresó la morena cabizbaja y decaída. Sabía que Blue estaba en todo su derecho de estar enojado con ella. Delki, con el pelo erizado y todavía aferrada con sus garras a su hombro derecho, le lamió la mejilla para hacerle saber que la perdonaba.
"No fue tu culpa" aseguró Serena reconfortándola. Luego se apartó de ella y examinó palpando el terreno rocoso e irregular sobre el que ahora se encontraban "No puedo ver nada. ¡Meowstic, usa Destello!"
Meowstic salió de su receptáculo esférico por su cuenta y obedeció: concentrándose, la gata psíquica abrió sus ojos de par en par, y con un resplandor tan blanco como su pelaje que comenzó a emanar de ellos, iluminó con una luz pequeña pero lo suficientemente fuerte la lúgubre y silenciosa zona subterránea.
"Bueno, oficialmente no tengo idea de dónde estamos" preguntó la campeona de Kalos perpleja, mirando a su alrededor y encontrándose con nada más que roca y ninguna aparente salida; luego miró hacia arriba "La luz de la mina apenas llega hasta aquí abajo, así que debemos haber caído unos cuantos pies de altura."
"Peridotita" dedujo Blue terminando de examinar una de las rocas que había tomado del suelo, para luego secar las gotas de sudor que recorrían su frente "Y la temperatura se siente de aproximadamente treinta y dos grados celsius. Eso sólo puede significar una cosa: estamos cerca del manto superior de la tierra."
"¿Peridotita?" repitió la rubia sintiéndose perdida "¿Quieres decir que son rocas ígneas? ¿Cómo las reconociste?"
"Mi abuelo tiene una de estas en su laboratorio" explicó él orgulloso "Se la regaló hace un par de años un colega suyo de la región de Hoenn. Como sea, ahora es sólo cuestión de subir y hallar a alguien que pueda socorrernos."
"¿Oyeron eso?" preguntó Shauna asustada y empezando a temblar. Delki estaba igual de atemorizada.
En efecto lo habían oído: era un murmullo agudo y gutural que no paraba de crecer, como si proviniese de todas las direcciones imaginables. Una infinidad de voces clónicas en una lengua ininteligible se había congregado para llenar el vacío de aquella sombría caverna.
"¡Delki, refuerza el Destello de Meowstic!" pidió la morena estremeciéndose descontroladamente.
Delki obedeció, y cuando el resplandor iniciado por Meowstic se acrecentó los detectaron: era un inmenso filón de pokémon con apariencia de carbúnculos que les había rodeado formando un círculo. Sus ojos azules y sus gruñidos, junto con los pequeños saltos que daban en su lugar, denotaban enojo y fastidio.
"¡Son Carbink!" dijo Serena azorada "¡Y parecen muy molestos!"
Blue miró a aquellos pokémon con interés. Sin pensarlo mucho cortó por lo sano sacando su pokédex para escanear a uno de ellos y así obtener información.
"Carbink, el pokémon joya. Su especie nace y lleva viviendo millones de años en las profundidades subterráneas a altas temperaturas y a gran presión, lo que le ha dado un cuerpo tan duro como el diamante. Las rocas que adornan su cuerpo irradian energía con la que fulmina a sus enemigos disparando potentes rayos. Cuando éstas pierden lustre, las pule entre sus congéneres mediante sus mullidos bigotes."
"Recuerdo haber oído algo de ellos cuando fui estudiante de intercambio en Kalos por una temporada, pero nunca había visto uno hasta ahora" reconoció en voz alta.
"¿Fuiste estudiante de intercambio en Ciudad Novarte?" preguntó Serena intrigada "¿Cómo es que nunca lo supe?"
"Hay mucho de mí que no sabes" respondió él con una sonrisa socarrona.
"Me pregunto qué otras cosas me estarás ocultando" pensó la rubia refunfuñando. Luego se dirigió a su pokémon "Meowstic, ¿crees poder generar un vínculo psíquico con los Carbink para que podamos entender lo que dicen?"
Meowstic negó con la cabeza mientras le respondía telepáticamente tanto a ella como a Blue y a Shauna.
"Son demasiadas mentes y voces. No puedo concentrarme lo suficiente. Pero sí entiendo lo que dicen: creen que somos intrusos, y que hemos venido por su reina."
"¿Su reina?" se atrevió a preguntar Shauna sin comprender "¿Los Carbink tienen reina?"
Noivern y Pidgeot, temiendo lo que pudiera pasar a continuación, se interpusieron entre los jóvenes y los Carbink para soltar gruñidos y graznidos de advertencia que forzaron a los carbúnculos a retroceder unos cuantos metros, tranquilizándose y cambiando completamente de actitud.
"Y ahora parecen estar contentos" dijo Blue muy extrañado ante aquel súbito giro de ciento ochenta en su comportamiento "¿Qué ha cambiado en ellos?"
Meowstic se volteó y volvió a dirigirse a sus compañeros humanos una vez más.
"Les hemos explicado que somos amigos. Quieren que conozcamos a la reina."
Serena y Blue intercambiaron una mirada cómplice, sin saber cómo debían reaccionar ante aquello; Shauna, por otra parte, se quedó observando entusiasmada cómo los Carbink se reagrupaban animadamente y, formando tanto una fila india como una suerte de danza, les indicaban el camino atravesando una enorme grieta en la cual, a causa de la poca iluminación, no habían reparado antes.
"Yo voto por que los sigamos" determinó la campeona de Kalos segundos después, haciendo regresar a Noivern a su ball "Tal vez su reina sepa alguna manera de volver hasta arriba que no requiera volar."
"A mí no me engañas, sólo quieres seguirlos para aprender sobre ellos" dijo su novio de brazos cruzados una vez Pidgeot retornó a su cápsula.
"Ay por favor, muestra un poco de entusiasmo" rezongó ella haciendo puchero "Eres el nieto de uno de los más respetados investigadores pokémon de todos los tiempos, ¡está en tus genes! Al menos hazlo por mí."
"Está bien, está bien" dijo él frustrado y con disgusto mientras seguían a Shauna y a Delki, quienes imitaban alegremente el baile de los Carbink "Pero esto no me da buena espina. Como nos conduzcan a una trampa juro que Blastoise y yo les daremos una buena tunda."
Y mientras el trío seguía al efusivo y animado filón de pokémon salvajes, un familiar ceratópsido terminó de bajar silenciosamente el cráter, dispuesto a no perderles de vista.
"Excelente, sigue así Bastiodon. Con este material que estás grabando de seguro el director de la GBC se volverá loco."
Rebecca apagó el micrófono y se dispuso a seguir mirando desde su notebook las imágenes que el collar con cámara integrada de Bastiodon trasmitía en tiempo real: en ellas, tres jóvenes, una Meowstic y una Delcatty seguían el paso de un aparentemente sociable grupo de Carbink. La energía emitida por los cristales de estos últimos en ocasiones era tan intensa que nublaba por segundos el lente de la cámara.
"No será cosa fácil eliminar digitalmente a esos chicos de la toma" reflexionó en voz alta "Pero no me quejo, valdrá la pena. ¡Esto sí que es material de primera! Al fin podré probar que la teoría del profesor Rowan sobre los pokémon de tipo roca formando sociedades secretas bajo tierra eran ciertos."
Piplup bufó y soltó tres adorables pero indignados graznidos para disgusto de su entrenadora. El pequeño pingüino estaba todo menos contento con el comportamiento de su dueña.
"¿Cómo que debí haberme presentado formalmente ante ellos?" espetó ella arqueando una ceja. Luego suspiró "Ya te he dicho que socializar se me da fatal. Podré desenvolverme bien a la hora de entrevistar desconocidos, pero cuando se trata de hablar de tú a tú con ellos me es imposible. Además espiarles rindió sus frutos. ¡Mira lo que hemos logrado grabar hasta ahora!"
Piplup volvió a graznar a modo de protesta; esta vez, enseñándole a Rebecca lo que llevaba un largo rato sosteniendo con ambas aletas.
"Sí, sí" retrucó ella tomando el objeto que su inicial le enseñaba: era una pequeña y bastante percudida poké ball común y corriente que parecía haber visto mejores días "Tranquilo, que no he olvidado el objetivo. El plan no ha cambiado, ¡aunque el documental que todo esto nos permitirá hacer será sin duda un gran bonus!"
La visionaria reportera se quedó unos cuantos minutos contemplando con un cierto dejo de melancolía y añoranza la lastimada ball. Nunca se le olvidaría el día que la había recibido. El día que él se la dio.
"Ten esto para recordarme. Le pertenecía a un chico que me lo lanzó hace un tiempo intentando capturarme, pero no creo que vaya a volver por ella. Así que es toda tuya."
Todavía podía percibir el rastro de energía que él había dejado en ella al entregársela, tan fuerte e intenso como el momento en el que se la dio en la mano. En las noches, aquel rastro crecía por segundos, haciéndole sentir más cercana a él.
"Una parte de mí te acompañará siempre con ella. Tenlo siempre presente."
Aquel último recuerdo la hizo volver involuntariamente a la realidad, dirigiendo su vista hacia la pantalla de su ordenador: gracias al ángulo que Bastiodon había conseguido con ayuda de la cámara, el rostro de su objetivo había quedado ahora en primer plano.
"Eres ciertamente una chica interesante, Serena" concluyó mentalmente, haciendo memoria con respecto a todas las notas periodísticas e información archivada que llevaba recolectados sobre la chica rubia "Ojalá mi corazonada sea cierta y me lleves hacia Mewtwo."
Y con ese pensamiento todavía en mente, comenzó a quitarse su bata y su falda frente a un sorprendido Piplup, quedando en ropa interior.
"Tienes razón, ya les hemos espiado lo suficiente" le dijo a su pokémon mientras se ponía rápidamente y con precisión milimétrica su traje especial para espeleología color verde agua. Acto seguido cerró y guardó su notebook con brío "Súbete y vámonos. Seguiremos la señal del collar de Bastiodon."
Mewtwo abrió ambos ojos de par en par. Otra vez aquel pensamiento había atravesado su mente como una flecha dando magistralmente en el blanco.
A dondequiera que mirara, la oscuridad y el silencio reinaban. No era como si realmente le afectara: incluso sin su poder psíquico, su visión y audición felinas le permitían ver y escuchar absolutamente todo en aquella cueva, desde el chapoteo que producían los Poliwag y Poliwhirl al entrar y salir del agua hasta el inaudible repiqueteo de las puntas de las patas de los Paras y Parasect al desplazarse por el roqueño suelo.
"¿Y bien?" dijo una voz áspera y chillona desde lo más alto de la caverna "¿Quién es esta vez? ¿Amber? ¿Serena? ¿O tal vez Rebecca?"
El gato antropomórfico se puso de pie enfadado y fijó su mirada en la estalactica de la que provenía aquella molesta e inoportuna voz.
"Si vas a burlarte de mí, al menos ten la decencia de decírmelo en la cara."
Una silueta alada y orejuda se separó de la punta de la estalactita, y en plena caída desplegó sus dos pares de alas para llegar planeando hasta Mewtwo; una vez estuvo frente a él, se limitó a mantenerse en el aire subiendo y bajando suavemente sus dos alas delanteras.
"No es motivo de burla, es sólo que todos aquí ya estamos acostumbrados" contestó el Crobat secamente "Te pones a meditar. Recuerdas una sensación que te molesta, abres los ojos, te levantas y descargas tu frustración destruyendo algo. Usualmente se trata de un guijarro o de algo más grande, como una estalagmita. Y quizás no sea tu caso, pero algunos aquí preferimos un poco de silencio y de paz de vez en cuando, ¿sabes?"
Minino y murciélago se mantuvieron la mirada fijamente por unos instantes, hasta que el segundo volvió a hablar para romper el hielo.
"Conozco esa mirada" afirmó con completa certeza "Era Rebecca, ¿no es cierto?"
Mewtwo se limitó a responderle asintiendo con la cabeza. Verdaderamente no había nada que pudiese ocultar de su viejo compañero de cueva.
"Volví a sentir su presencia, Kuro. Era como si estuviese respirándome en la nuca. Nuestros caminos han de cruzarse pronto."
"Estás cada día más paranoico" espetó Kuro cansado de oír lo mismo de siempre "Te preocupas demasiado por estos recuerdos y por esas supuestas premoniciones, tanto que te olvidas de disfrutar el presente."
El pokémon artificial suspiró y relajó sus músculos. Acto seguido volvió a sentarse en el suelo y cerró los ojos para volver a su estado de meditación.
"No puedo vivir mi presente si el pasado me atormenta constantemente. No dejo de pensar en Amber, y en lo último que me dijo. Le prometí que sería bueno, e hice todo menos eso."
"¿Otra vez vas a salir con eso?" gruñó su viejo amigo hastiado "Ayudaste a salvar el mundo, eso para mí compensa por completo todos tus errores. ¿A quién le importa si los humanos siguen desconfiando de ti? Tú mismo lo dijiste, te basta con saber que Serena sepa lo que hiciste. Y Amber hubiera querido que continuases con tu vida, no lamentarte por haberla perdido todos los días."
"No me lamento porque la perdí. Lamento que siga viva, a diferencia de Junior. Su presencia se ha hecho más fuerte últimamente, especialmente aquí mismo."
"¡Por supuesto que sientes su presencia aquí!" protestó Kuro agitando con mayor fuerza sus alas "Éste es el sitio exacto en el que la enterraste, ¿recuerdas? Lo único que queda de ella es su cuerpo."
"No es sólo su cuerpo. Debe haber una manera de traerla de vuelta, su alma sólo está extraviada."
"Todos morimos, Mewtwo" retrucó el Crobat fríamente y apesadumbrado "La chica está muerta, Junior está muerto. Y yo también moriré algún día, al igual que tú. Es una parte natural de la vida, y ninguno de nosotros puede cambiar eso."
Mewtwo meneó la cabeza, intentando mantenerse en trance.
"No sabes de lo que hablas. No estuviste allí."
"Los dos sabemos que ésa es una mentira" replicó Kuro enseñando los colmillos, disgustado por lo que acababa de escuchar "Ya era un joven Golbat cuando te vi entrar aquí con ella agonizando en tus brazos, así que por favor no insultes mi inteligencia. Me torna irritable."
Su amigo no le contestó. Permaneció callado mientras trataba de rastrear el punto de origen de la sensación que le había puesto inquieto, mas fue en vano. El rastro de Rebecca se había desvanecido por completo.
"No está muerta. Y sé exactamente quién puede devolvérmela."
"Mewtwo, no sé lo que estés tramando, pero no cometas una estupidez" aconsejó el Crobat "Sé que lleva años doliéndote, y no hay nada que pueda decirte que te haga olvidarlo. Pero ella no volverá a la vida. Tienes que superarlo."
"Estás equivocado. Y pronto te lo demostraré."
Kuro dejó salir un prolongado suspiro como producto de su frustración. Ahora sí estaba convencido de que le había perdido.
"Bueno, entonces haz lo que quieras" dijo al cabo de unos segundos "Pero al menos quédate aquí esta noche. Hablé hace unas horas con los Poliwhirl, y me han dicho que hay mucha humedad en el aire. Se avecina una gran lluvia."
Mewtwo alzó los párpados por segunda vez y le miró a los ojos. Luego le dedicó una sonrisa que al Crobat le resultó imposible descifrar.
"No hay problema. De todos modos puedo esperar hasta mañana."
"Ya está listo, jefe" anunció el director científico Gideon muy ufano con su trabajo "Magearna ha sido instalada exitosamente en el núcleo del Arma Definitiva. Todavía habrá que hacer algunas pruebas, pero si los cálculos son precisos estará disparando para mañana."
Giovanni ignoró el alardeo de su subordinado y posó su mirada en Magearna: habiendo sido adherida magnéticamente al cristal con un dispositivo conectado a su pecho y de varios brazos mecánicos que terminaban en poderosos imanes, la pokémon artificial de piel metálica, ojos rojos con pupilas rosadas y pestañas doradas se encontraba forcejeando en un infructífero intento por liberarse.
"Impresionante diseño el tuyo" dijo en voz alta dirigiéndose a su prisionera, a la vez que examinaba los polvorientes y ancestrales planos y manuscritos que estaban sobre la mesa enfrente de él, los cuales presentaban todo tipo de dibujos arcaicos y anotaciones escritas en una lengua muerta "Tu creador en verdad era un genio adelantado a su tiempo. Probablemente no tengas idea de los recursos e influencias que tuve que utilizar para sacarte de aquella cueva, aunque viéndote ahora lo consideraré como dinero bien invertido."
"¡ACK, DINERO!" graznó el Murkrow posado en su hombro derecho.
Magearna emitió un sollozo distorsionado que sonaba idéntico al de una vieja computadora intentando arrancar. A modo de respuesta, un lastimero rugido provino de la sala trasera, seguido de choques eléctricos que pusieron fin al mismo.
"¡POR FAVOR, SUÉLTENME!" consiguió gritar con una voz sintética femenina que parecía propia de una joven veinteañera.
"Ah, conque sabes hablar nuestro idioma" observó Giovanni visiblemente fascinado "Un regalo de tu inventor, sin duda alguna."
"¡Deben soltarme!" suplicó la autómata "Volcanion está sufriendo. Puedo sentir su dolor, ¡y me lastima!"
"Esto no es negociable" retrucó el líder Rocket firmemente, sin quitarle los ojos de encima "La energía vital en tu interior, la coránima, posee un poder igual o incluso mayor al que utilizó el rey de Kalos cuando disparó el Arma Definitiva tres mil años atrás. Con él, podremos llevar el cañón a su máxima potencia."
"¡No, NO!" imploró ella "¡Usted no sabe lo que hace! No fui creada para esto."
"Fuiste creada para probar que la naturaleza no es la única capaz de dar y quitar vida" contestó Giovanni mientras abandonaba el recinto, no sin antes darle instrucciones a Gideon y a su equipo "Comiencen con las pruebas, y avísenme de inmediato si surge algo."
"¡ACK, VIDA!" volvió a graznar el Murkrow.
El ex-líder de gimnasio salió al pasillo y tomó el ascensor que sabía le dejaría prácticamente enfrente de su oficina. Pero nada podía prepararle para la inesperada y desagradable visita que le estaba esperando allí dentro.
"¿Qué haces aquí?" preguntó sin disfrazar su descontento, mientras dejaba su abrigo sobre el perchero. El Murkrow aprovechó para abandonar su hombro y posarse en el estante de una biblioteca cercana "Si has venido a insultarme no estoy de humor. Necesito descansar."
"He venido por respuestas" dijo Ariana de brazos cruzados, manteniéndole impertérrita la mirada "Desde que nos llamaste te has negado a compartirme información más allá de lo que he podido discernir en las reuniones. ¿Exactamente qué es lo que piensas hacer con ese montón de chatarra?"
Giovanni suspiró fastidiado. Sabía que tener una discusión con ella era como meterse
"Ese montón de chatarra es la mayor arma de destrucción jamás inventada en la historia de la humanidad" retrucó él mordazmente "Su potencia de fuego hará que todas las naciones del mundo cumplan con nuestras demandas."
"Tenía entendido que ese millonario chiflado al que solventaste brevemente hace unos años la usó primero" comentó ella alzando una ceja "Parece que no le fue muy bien."
"Cometió el error de querer usarla creyéndose un mesías" contestó él sentándose cansado en su silla favorita "Su corta visión le impidió ver su verdadero valor. Y a diferencia de él, nosotros no fallaremos."
"Estás jugando con fuego" dijo la pelirroja levantándose del escritorio sobre el cual había estado sentada esperándolo "Ya no hablamos de traficar pokémon en un casino, ni de tomar una corporación. Esto es declararle la guerra a más de un continente, o al mundo entero."
"Siempre hemos jugado con fuego, Ariana" expresó Giovanni encendiendo un puro que se había llevado a la boca "¿O es que necesitas que te recuerde cómo y por qué fue que mi madre fundó esta organización?"
"Tu madre nunca se atrevió a tanto" observó ella insatisfecha con lo que acababa de oír.
"Por eso me corresponde a mí hacerlo" concluyó soltando de sus labios una espesa cortina de humo "Ahora vete y déjame en paz."
Ariana hizo caso omiso a su petición; en su lugar, se dedicó a contemplar intrigada por la ventana el enorme cúmulo de nubes negras que provenían desde el norte de Kanto, en dirección hacia ellos y al resto del archipiélago.
"¿Por qué te interesa tanto recapturar a ese adefesio?" dijo finalmente girándose hacia él, tomando y mirando con suma atención una foto enmarcada situada a la izquierda de donde el Murkrow dormitaba: en ella, Giovanni, Blaine y un tercer hombre se hallaban estrechando manos y mirando a la cámara con una sonrisa "No es un peligro para nuestros planes. Y menos lo será cuando el arma y el prototipo estén preparados."
"Porque fue hecho con mi dinero, lo que le convierte en mi propiedad" enfatizó Giovanni "Y porque posee la última célula que necesitamos para que el prototipo esté verdaderamente completo."
Se oyó un trueno en la distancia, seguido de la puerta de entrada volviendo a abrirse sin previo aviso. Kris entró para sorpresa de ambos en el cuarto agitada e hiperventilada, con Donphan siguiéndole fielmente como siempre.
"¡Señor, eso ha despertado!" exclamó tras haber recobrado el aliento.
Giovanni abrió los ojos como platos, impresionado. Había esperado que el proceso llevase unas cuantas horas más.
"Tráiganlo inmediatamente" dijo con un repentino y perverso brillo en sus ojos.
