4. SALIDA NOCTURNA
- McGonagall está loca. ¡No hemos hecho nada malo!
- ¿Ponerle orejas de burro a Snape te parece poco?
Esto era el comienzo de una nueva pelea James-Lily. Apenas era octubre y estos dos ya estaban como siempre: estirándose de los pelos. Las dos primeras semanas de curso habían sido relativamente tranquilas, pero las dos siguientes semanas estos dos habían cogido carrerilla para volver a discutir como lo hacía antes, consiguiendo que hasta nosotros, sus amigos, les aborreciéramos cuando estaban a menos de tres metros el uno del otro.
- Chicos¿podrías discutir en otra parte? Es viernes, acabamos de terminar las clases, la cabeza me duele horrores – Liz se masajeaba las sienes intentando que el dolor que se había acomodado en su cabeza se fuera de una vez por todas.
- Lo siento Liz – se disculpo Lily. – Es que este idiota me pone de los nervios.
- Deberías ir a la enfermería – le sugirió Remus por encima de los gritos, pues James comenzó a responderle a Lily diciendo que él no era idiota.
- Te acompaño – le dije viendo el panorama: a veces, estos dos cansaban con sus peleas habituales.
- Nosotros también – dijo Sirius señalando a Remus y a él. Petter estaba en la biblioteca, pues no cursaba este año transformaciones.
Hasta que no nos alejamos bastante de James y de Lily nadie habló.
- ¿Le preguntamos a la enfermera donde compra las pociones para el dolor de cabeza? – sugirió Sirius rompiendo el silencio que se había formado.
- ¿Para qué? – Cambie la expresión a una cara de asombro-broma. - No sabía que quisieses hacerte enfermero Sirius.
- No graciosa. Es para futuras peleas de esos dos. ¿No decías que más vale prevenir que curar?
- Sirius eso que acabas de decir es demasiado inteligente para ti… Dinos quien te lo ha chivado – rió Liz. Remus y yo también reímos la gracia.
- No tienes gracia Liz – dijo con resentimiento. – Yo soy muy inteligente… aunque no me creáis – añadió al ver nuestras expresiones. - ¿Jugamos al sanpp explosivo? – preguntó de repente.
- Liz…
- Si Emy.
- Me aburro mucho.
- ¿Y qué quieres que haga yo?
Liz y yo nos encontrábamos tumbadas en el césped de los jardines del colegio un viernes de octubre por la noche sin saber qué hacer. Los chicos se encontraban en la sala común con cervezas de mantequilla y un juego de snapp explosivo, aun. Lily, por otra parte, estaba terminando una redacción de Runas. Así que a pesar de que ya era demasiado tarde para lo permitido bajamos a que nos diese un poco el aire.
- Piensa algo que hacer Liz – le pedí.
- Emy no sé…
Silencio.
- Ya se que hacer: vamos a Hogsmeade – me levante de un salto y comencé a estirar a mi amiga del brazo.
- ¿A Hogsmeade¿A hacer qué?
- Liz, confía en mí. Vamos a ir a algún pub a pasarlo bien – le dije guiñándole un ojo.
Media hora después nos encontrábamos delante de la puerta de un pub con no muy bueno aspecto: las paredes sucias, los cristales de las ventanas con dos dedos de roña y la puerta de color negro. En el cartel solo se podía distinguir la palabra "taberna" a duras penas.
- No hay que dejarse llevar por las apariencias – afirme con alegría abriendo la puerta, pero al abrirla me di cuenta del error y la cerré rápidamente: dentro habían solo un par de borrachos con caras de malas pulgas que miraron hacia la puerta abierta con ganas de matar al que había osado a abrir la puerta y un camarero limpiando con un trapo demasiado sucio un viejo vaso, el cual nos tiro aunque falló y se rompió contra la puerta. – Tienes razón, vayamos a otro pub.
Liz me siguió con una sonrisa en el rostro hasta las Tres Escobas, el pub más conocido de Hogsmeade por su cerveza de mantequilla y su whisky de fuego. Entramos y buscamos un sitio lejos de la puerta y las corrientes de aire. Nos sentamos y pedimos un par de whisky de fuego: Sirius nos lo había recomendado para cuando fuésemos sin profesores, es decir, nunca en las salidas programadas al pueblo.
La camarera no tardo mucho en servirnos lo pedido, en parte porque esa noche no había demasiada gente en el local, mucha menos de la que acostumbraba a tener.
- ¿Por qué brindamos? – me preguntó Liz.
- Mmm… Por este año, que sea mejor que el año pasado – dije alzando un poco la copa con una sonrisa en el rostro.
Ambas bebimos un trago de la copa y la volvimos a dejar en la mesa. Entonces, de repente se nos acerco un hombre de unos cuarenta años, vestido de oscuro y haciendo eses: tenia pinta de haber bebido más de la cuenta.
- Buenas noches. ¿Qué hacen dos preciosidades como ustedes solas a estas horas de la noche? – hablaba con la lengua un poco trabada.
Liz miro con desconfianza al hombre.
- Me parece que lo mismo que usted: disfrutar de la buena bebida – dije alzando la copa.
El hombre pareció contento con mi respuesta por lo que pidió otra ronda para los tres. Liz hizo ademán de declinar la oferta, pero una pequeña patada mía por debajo de la mesa, le hizo cambiar de parecer.
- Bueno ¿y qué contáis preciosidades? – dijo el hombre sin ver la mueca de desagrado que hizo Liz ante el apelativo.
- Pues mira, estábamos cansadas, sin saber que hacer, así que nos hemos dejado caer por aquí para divertirnos un poco.
El hombre me miro con interés tras lo último dicho.
- ¿Y usted¿Qué cuenta?
El hombre pareció reflexionar antes de hablar:
- Yo… necesitaba un trago, pues yo me han echado del trabajo.
- No si un trago ha echado… - dijo en un susurro Liz. El hombre parecía que le había oído por lo que sonrió dejando ver sus dientes sucios.
Liz y yo nos miramos y no pudimos reprimir una pequeña mueca de asco, al ver la costra verde de sus dientes.
- ¿Queréis otra copa? – pregunto de repente el hombre.
- No – dijo Liz que aun no había terminado la primera.
- Yo si – dije muy segura, pues la segunda la estaba apurando.
- Rosmerta, otra ronda – dijo a gritos el hombre, y ante la mala cara de la camarera añadió: - te juro que te lo hip pagaré.
Liz me miraba con cara de querer irse de ahí, pero yo le guiñé el ojo: el hombre nos daba de beber gratis.
- ¿Soléis salir juntas solas? – preguntó.
- A veces - conteste.
- Interesante – dijo en voz baja. - ¿Os gusta montar tríos? – dijo de repente con una voz asquerosa.
- ¿Perdón? – Liz no cabía en su asombro.
- Todos los días – acababa de tener una idea…
- ¿En serio guapa? – pregunto el hombre apurando su copa.
- Si – le dije mientras le pegaba una patada a Liz por debajo de la mesa.
- Entonces os gustaría…
Liz comenzó a pegarme patadas por debajo de la mesa para que nos fuésemos corriendo, mientras me miraba con odio.
- ¿Te parece bien en el cuarto de baño? – le pregunte como quien no quiere la cosa.
El hombre ni corto ni perezoso se levanto y se dirigió hacia los baños.
- ¿Tú estás loca? – me preguntó Liz en un susurro aun en la mesa.
- No, tengo una idea: tú sígueme la corriente…
Cuando llegamos al baño le pedí que el se quitara primero una prenda y después una de nosotras se quitaría una… Así que cuando yo me había quitado dos suéteres dejando ver una camiseta ancha de manga corta y Liz se había quitado la sudadera quedándose en otro suéter de manga larga, al hombre le tocaba quitarse los calzoncillos.
- Esto no vale – dijo.
- Así hemos quedado – le dije.
Liz y yo apartamos la vista cuando comenzó a quitárselos. Cuando por el forcejeo entendimos que ya había terminado su tarea, un desmaius le dio de pleno…
- Liz deshazte de su ropa – dije divertida mientras que con un encantamiento lo elevaba en el aire. Liz me miró sin saber exactamente lo que pretendía, pero sin preguntar cogió toda su ropa y la tiro por el retrete, después de hacerla encogido. Mientras tanto, yo con movimientos de varita conseguí colocarlo en mitad del local.
- Estás como una cabra – Liz acababa de darse cuenta de lo que pretendía. Una sonrisa apareció en mi rostro.
Hice que se despertase y entonces le lance el hechizo de piernas bailarinas. Liz y yo comenzamos a reírnos desde la puerta del baño al ver como el hombre desnudo comenzaba a bailar por todo el local, ante su asombro y de todos los que se encontraban allí: algunos apartaban la vista pues preferían no verlo desnudo, otros simplemente se reían del espectáculo que estaba dando, otros se pusieron a su alrededor animándole a bailar otros bailes o hacer otros movimientos aplaudiendo o gritando y otros poco lo ignoraban.
Mientras tanto Rosmerta, la joven camarera, salía gritando y corriendo de detrás de la barra para parar al hombre que estaba dando semejante espectáculo y separar de él todos los que le estaban animando a seguir bailando.
Liz y yo aprovechamos para salir del local corriendo con nuestra ropa en la mano todo lo rápido que nuestra risa nos permitía. En la puerta pudimos distinguir los gritos de Rosmerta para que el hombre se pusiese algo encima, por Merlín. Cuando estuvimos a una distancia prudencial del pub nos paramos para ponernos nuestros suéteres y volver a Hogwarts.
- ¿Qué hacéis vosotras dos aquí? – preguntó una voz a nuestras espaldas. - ¿Y por qué os estáis vistiendo en mitad de la calle?
Buenas a todos los lectores que lean este fic... pocos lusep... :P
Siento haber tardado tanto en colgar esta cap, pero entre unas cosas y otras... falta de ideas... que he escrito otras partes de la historia, etc... Bueno, puedo decir que a partir de ahora publicaré más seguido porque ya tengo trozos prox acabados...
Gracias por la espera! no se volvera a repetir...
Kannabi-no-mikoto: me alegro que te gustase el ultimo cap. espero que este no te desilusone... :P
Besos nos vemos!
