Inspiración musical: Maktub II— Marcus Viana.
Mokuba palideció al tiempo que unas pequeñas gotas de sudor le corrían por la sien, la saliva se oía pasar por la garganta con un sonido estragado.
—Yo…— balbuceó, pronto enmudecido por el desencanto acoplado al rostro de su hermano—. ¡Lo acepto, te mentí! Pero si te lo hubiera dicho con lo irritado que estabas, habrías ido a la casa de Yugi a sacarla a remolques, armando un escándalo. Eso me parecía contraproducente.
— ¿Y dejarla ir así como así era lo más prudente? ¿Acaso está la palabra de Atem por encima de la mía?
Mokuba dedujo que la cara de Seto empezaba a fruncirse porque, al preciso, se trataba de Atem, su eterno rival.
—No la dejé ir así como así. —Le sonrió envanecido—. Hadashi estuvo al volante, quien al ser nuestro empleado tiene la obligación de rendirnos cuentas.
Seto enarcó una ceja.
—La conversación entre Atem y Yura fue demasiado ambigua. — Arrimó algunas de las herramientas sobre la mesa de trabajo y tomó asiento en el borde—. Según Hadashi, él le dijo: "Conmigo no tienes que fingir, Yura. Lo sé todo". A lo que ella respondió: "No sé a qué se refiere, mi Faraón". Atem entonces replicó: "Sí sabes a qué me refiero. Pero no te preocupes, la casa de Yugi no queda muy lejos". Y, en efecto, llegaron a la casa de Yugi al cabo de unos minutos en silencio.
—Con que Atem "lo sabe todo"...— repitió Seto, pensativo.
—El quid del asunto está en que no sabemos con exactitud qué abarca ese "todo". Esa mañana, él apareció de repente alegando que quería entregarle algo que le pertenecía— imitó la voz grave del susodicho—. Le clavaba los ojos como si contuviera el enojo en lo altivo de su mirada y Honda, que aguardaba por él en su moto, lucía igual de tenso. Ahora que lo analizo con mayor detenimiento, me da la impresión de que daban por hecho que Yura no tenía buenas intenciones.
— ¿Qué le entregó?
—No lo sé. Hadashi asegura que Yura entró a la limusina con las manos vacías, y de regreso a la KC no hizo más que llorar con rabia e insultarse a sí misma una y otra vez. Ya en la Corporación, se encerró en el baño e informó que se había mareado al punto de vomitar. Sospecho que, sea lo que sea que Atem le haya dado, no fue material.
Seto se acarició la barbilla antes de cruzarse de brazos. No se apresuró a la cronología de Mokuba, en su perspectiva, el menor le debía esas explicaciones.
—A partir de ese momento, siento que Yura cambió de actitud— acotó el de cabellos azabache, haciendo cuentas en su cabeza—. Al principio, la percibía confiada, aguantando las ganas de presumir que tenía la ventaja y todo a su favor para cumplir su objetivo. Después del encuentro con Atem, es como si le hubiera caído el veinte de que no todo se reducía a efectuar lo que le mandó Anubis, a lo mejor por eso no tuvo reparo en gritarlo a los cuatro vientos.
—Y te guardaste todo esto sin consultarme nada. —Su hermano se veía dolido—. Mokie, ¿qué hice para que me perdieras la confianza de tal manera?
— ¡Nada, te juro que nada! — El tono fangoso de su voz lo puso a un tris de ceder a las lágrimas—. Es… ¡Es como en los juegos! Tú eres el mejor en el Duelo de Monstruos y yo soy bueno en los Monstruos Encapsulados, cada quien tiene su estilo. Sé que a ti te gusta ser opresivo, el enfrentamiento directo. Yo, en cambio, prefiero pasar desapercibido, cubrirte la espalda mientras tú estás al frente…
— ¿Y qué pensabas hacer? ¿Cuál era tu estrategia?
—Bueno, supuse que si Atem le había dado algo de interés a Yura, los dos volverían a ponerse en contacto. Sin embargo, eso no sucedió hasta que…
—Hasta que ocurrió el doble desmayo en Kaiba Land.
En su mente, Seto se reprochó el haberle prestado más atención a la expresión de agradecimiento de Yura hacia Jonouchi que a las acciones de Atem, rememorar la nitidez de sus labios curvados en una sonrisa trajo consigo una breve punzada de dolor en la cabeza.
—No han vuelto a interactuar. —Su pequeño le devolvió la conexión al tiempo real—. Me preocupaba que Yura, al pelearse contigo, recurriera a él y esta vez no tuviéramos al menos una vaga idea de sus planes, así que fui tras ella esa noche. Mientras conversábamos en el vehículo, quise indagar en cuál era la naturaleza de su relación, su respuesta fue tan ambigua como las que Hadashi me refirió.
—Si tan solo ese maldito dios de pacotilla no hubiera frustrado mi duelo… —Seto empuñó la mano sobre el escritorio.
— ¿Sabes, hermano? Mi idea inicial era esa, quiero decir, pensaba que, siendo Anubis el dios de los muertos y estando tú vivo, por lógica te querría muerto para así tener el derecho a "castigarte" por haber usado el Cubo de Aigami e invadir su territorio. No obstante, luego de mi plática con Yura la otra noche, me da la sensación de que eso es una fachada.
— ¿Una fachada?
—Yura mencionó algo en particular que me dio esa pista—. Mokuba se bajó del escritorio, en su lugar caminando de una esquina a la otra con las manos cruzadas en la espalda—. Verás, cuando le pregunté si Anubis te quería muerto por lo del Cubo de Aigami, se mostró sorprendida, y señaló que yo estaba mejor informado que ella. Mientras que, cuando le pregunté si era por lo del sacerdote aquel, se tornó esquiva, manifestando estar de acuerdo contigo en que el pasado debe ser pisado.
— ¿Estás considerando la palabra de esa mujer a estas alturas del juego?
—Lo sé, no es sensato fiarse de ella, pero a la vez aparenta ser la única en haber tenido contacto directo con el dios a parte de ti y de Atem cuando fueron abducidos en la mansión. Además, siento que dice la verdad, aunque a medias…
—Una verdad a medias es una mentira por omisión.
—Tienes toda la razón, pero…— se detuvo a sopesar las palabras—. Pero yo también te mentí, Seto. Y no lo hice porque quisiera engañarte o hacerte daño… Mentí para ganar tiempo, tiempo que me ha permitido acercarme a la verdad con estas conclusiones. Quizás con Yura sucede lo mismo, quizás ella miente para comprarse algo de tiempo. Porque, parafraseando, se siente como una rana enjaulada: sin dar con la salida por más que brinque o salte.
—Te estás dejando engatusar por ella.
—Y tú por Kisara— contraatacó, la mirada chispeante de Seto le mandó escalofríos a su columna mas no permitió que lo paralizara—. Por lo menos de Yura ya sacamos en claro las intenciones pero, ¿y Kisara? Lo tuyo con Yura por lo visto es personal. Y yo que, por un instante, creí que te gustaba…
— ¡Su objetivo es asesinarme!
— ¡¿Qué te garantiza que Kisara no esté aquí por lo mismo?!
Seto utilizó el puño para darle un estrepitoso golpe al escritorio.
— ¡Es el colmo, Mokuba! ¡El maldito colmo! — Los ojos azules exhibieron un atisbo de carmín—. ¡Ella me escupe a la cara que quiere matarme y tú la defiendes!
— ¡No la estoy defendiendo!— Pudo sentir su garganta vibrar. Seto se puso de pie al salto y con una expresión anonadada al escucharlo imponer la voz—. ¡Te estoy planteando una posibilidad!
— ¡Ni Kisara ni Yura significan nada para mí! —Sentenció, unas pequeñas gotas de saliva salpicaron de su boca—. ¡No caeré en la trampa de Anubis!
— ¡¿Entonces por qué besaste a Kisara?!
— ¡Porque imaginé que era Yura!
La confesión flotó en el aire, en la cabeza de Mokuba y en la del propio Seto con la resonancia de un eco. Mokuba le observó taparse la boca al segundo posterior como si con ello fuera posible devolverse las palabras, y comprendió por qué la reacción primaria de Yura había sido reír al verle formar el gesto.
Su hermano impidió que las facciones terminaran por confirmar lo evidente dándole la espalda, pese a ello, intuyó que estaba sonrojado desde la frente hasta la barbilla. Al mínimo bosquejo de la imagen se desternilló a carcajada limpia.
— ¡Ay, hermano! ¡Menudo triángulo amoroso el que te ha tocado! — Proclamó, tratando de componer su respiración—. ¿Sabes? Si existe algo que podamos sacar de positivo a todo esto, es que este es el tipo de dilema que por ley natural deberías estar enfrentando a tu edad. ¡Todavía rondas la adolescencia, por favor! Cuando yo tenga tus años me imagino…
—Es un espíritu de hace 3000 años cuyo único fin es quitarme la vida— añadió, sin virarse.
— ¿Y piensas aceptarlo así nomás? ¿Tú? ¿El mismo sujeto que se atrevió a ir al Inframundo con tal de tener un último duelo con su rival?
—Ella no siente nada por mí.
—Bueno, por el modo en que la has tratado no es como si pudieras esperar que derroche amor por ti— apuntó, rodando los ojos—. No me preguntes cómo porque no lo sé, pero Yura te conoce, hermano. No importa si por tu presunta vida pasada o porque Anubis le haya rendido un informe, lo que cuenta es que sabe tu modus operandi. —Su muchacho destilaba tal seguridad al exponer, que Seto empezó a sentirse acorralado—. No puedes aplicar la misma técnica con todos tus enemigos. Si actúas con ella como siempre, me refiero a ser indiferente, orgulloso y haciéndote de rogar, no conseguirás ningún avance, esa faceta de ti ya es predecible. Pero si por el contrario le enseñas tu lado bueno, ese que reprimes incluso para ti mismo, sería un excelente factor sorpresa que nadie, a excepción de mí por supuesto, sabría manejar. Tal vez eso es lo que Yura en realidad quiere: que le pruebes que tú también estás dispuesto a hacer sacrificios.
Seto evocó la única vez en que la sintió vulnerable, la primera vez que él, a la par, se sintió uno con el control de la situación y el favor de la última palabra, y le volvió a urdir que hubiera sido al coste de ablandar su carácter.
—Le dí una opción, le ofrecí una salida. ¿Qué más quiere?
—En la discusión te aclaró que no es ni la presidencia de la KC ni tus tres copias del Dragón Blanco de Ojos Azules— tendió la vista hacia el piso, retrocediendo a esa fracción del recuerdo—. No puedo afirmarlo con total seguridad ya que estoy de acuerdo contigo en que no es astuto fiarse de ella, es indudable que todavía nos disfraza la verdad, pero mi teoría es que Yura hizo algo muy malo que involucra al sacerdote, y Anubis le prometió perdonarla a cambio de tu cabeza. Siendo así, ella tiene razón y nada de lo que le ofrezcas será suficiente, sin embargo, eso por partida doble también significa que no lo hace por maldad o por saña contra ti.
Seto giró los talones, en él no imperaba un sonrojo como Mokuba hubiera conjeturado antes, sino una muestra de la conmoción que lo poblaba al remontarse a su encuentro con Yura en el balcón de la mansión.
"...¿Eres feliz cumpliendo la voluntad de Anubis? ¿O te obligas a ti misma porque no tienes otro camino para obtener la recompensa que te ha prometido? Es inútil negarlo, sé que la hay, Yura".
"—No puedes. No es algo que se obtenga con el dinero y poder que a ti te sobreabundan".
Junto con la reminiscencia, el calor de su hastío le recordó por qué Anubis debía seguir siendo el enfoque real de su antipatía. Trató, empero, de serenarse, pensar con la cabeza caliente no mejoraría su ventaja.
—Quien de manera rotunda demuestra maldad y saña contra ti es el propio Anubis. Si resulta que no es por lo de Aigami, eso nos encierra en la posibilidad que más aborreces: tu supuesta vida pasada como sacerdote. Me pregunto si, al igual que Yugi nos contó que le sucedió a Atem, para dar con la verdad tú también deberás emprender un viaje al Mundo de las Memorias.
—Eso jamás.
— ¿Entonces qué haremos? ¿Cuál es el plan?
—Yura siempre dice no ser más que una pieza en el tablero.
Se recalcó que una amante no era recompensa que valiera renunciar a las características suyas que tantos éxitos le habían cultivado, pero era una recompensa a fin de cuentas.
—Bien, juguemos las nuestras.
—En ese caso, hermano, ya que no quiero agarrarle gusto a mentirte, te lo voy a decir…— el de cabellos negros reclinaba en moción lenta, como preparándose para salir huyendo y predisponiendo a Seto por la afinación de su voz—. ¡Le comenté a Yura que creía que te gustaba pero ella ya sabía que te habías besado con Kisara así que no me dio crédito cuando se lo dije! — Desembuchó, sin hacer pausa entre las oraciones que, a oídos de Seto, salieron de su boca cual ametralladora disparando balas.
— ¡Mokuba Kaiba!
Puesto a salvo de la onda expansiva que Seto había expulsado a modo de palabras altisonantes e imitando al Dragón Blanco de Ojos Azules, a Mokuba le doblegó el sorpresivo impulso de reproducir en video el discurso de su hermano previo al duelo Yugi versus Aigami. En su opinión era de las mejores alocuciones que había presenciado, no tanto porque fuera Seto quien la protagonizara como por la importancia de su mensaje. Con su voz aguda, rozando al bajo profundo (1), declaró al mundo que no precisaba las armas ni las guerras para resolver los conflictos, que el Duelo de Monstruos trascendía de ser un simple juego de cartas destinado al entretenimiento a un medio de solventar la diferencia de ideales sin recurrir al derramamiento de sangre, y que gracias a la tecnología que los globalizaba, no existía ni distancia, ni frontera, ni barrera de idioma que no pudiera ser abolida.
Abismado en el cuerpo del mensaje, sucumbió al sueño con la tableta entre sus manos. Por encima del icono de reproducción, en la barra de curso, un dedo espigado retrocedió el metraje a los primeros minutos del pregón, y la oscuridad de la alcoba ennegreció el anillo de oro que lo envolvía.
El dueño, a sabiendas de que ningún ojo humano amenazaba con recorrerlo, desenmascaró su bruna cabeza de chacal.
"En el momento en que se le da vida al hombre en este mundo, este alberga un alma dentro del recipiente que conocemos como el cuerpo. ¡En otras palabras, el cuerpo no es más que una prisión para el alma". (2)
—Una prisión para el alma… Con que así te sientes, Seth. Preso en el cuerpo de Seto Kaiba.
Los recuerdos inundaron su memoria con lo tenue de una llovizna.
—Honorable dios del tiempo.
—Respetado señor de los muertos. — Los irises en blanco del dios Thot lo atraparon en su mirada. Anubis se acordó de los rumores que aseguraban que rendirse al influjo del dios era sinónimo de padecer una ceguera blanca.
—Antes de batallar con el Dragón Negro de Ojos Rojos, Seth le pidió una visión.
—Con idéntico tino has de saber las condiciones.
—Lo sé, las visiones solo se muestran a aquellos que no pueden cambiarlas, y tampoco se revelan dos veces a los mismos ojos.
—El tiempo es así, mi estimado Anubis. No vuelve a repetirse ni tampoco puede ser detenido, es un reloj al que nunca se le agota la arena.
—No vengo a pedirle la visión de Seth.
— ¿En qué puedo servirte, si no?
—Quiero la visión del milenio en que nacerá el próximo recipiente de su alma.
—Ensorda los oídos a las voces a tu alrededor, cariño mío. — Su madre lo arrullaba. El silbido de su voz lo sumergía en un estado de plena relajación muy parecido a los primeros surcos del sueño—. Mamá es la única que dice la verdad, mamá es la única que sabe quién es tu verdadero padre.
Habría de tener la juventud de aquel muchachito que dormía con tanta placidez. Le bastaba levantar la voz frente al Ojo de Udjat para tener una visión completa de las almas en su custodia, no lo efectuaba por el ahorro de tiempo que le suponía y, sin embargo, los ojos del pequeño Mokuba habían visto algo con tentativo resplandor.
Había un claro de luna.
Su luz alumbraba frente a él una Yura que no portaba más el uniforme regular de la Corporación. Vestida en harapos y con el pelo curtido, un sonrojo le coloreaba las mejillas que, junto a los labios hinchados y enrojecidos, dibujaron la incredulidad en su semblante.
—Ya no necesito tus oídos ni limitarme a ser un murmullo que hable a tus pensamientos, Maktub. Ahora que tu alma se ha enlazado con la de Seth en ese pálpito, estás listo para ser mi contenedor. Pierde cuidado, conozco lo sagrado que debe ser un cuerpo, no me precipitaré a usarlo ni a ensuciar su divinidad.
"—Asigna el nombre que te apetezca, pero no podrás esconder tu corazón al ojo halcón de nuestro padre, Anubis".
—Cuanta sabiduría hay en tus palabras, Bastet. Ra lo sabe, siempre lo ha sabido, por eso ha liberado a Osiris, pero está por verse si nuestro laureado Juez de los Muertos es capaz de enfrentarse a su propio hijo.
—Mamá es la única que dice la verdad, mamá es la única que sabe quién es tu verdadero padre. Y tu padre, amor mío, es el señor de los desiertos, es el regidor del caos, es el poderosísimo dios Seth.
—Gracias por mentirme, madre. Gracias por hacerme entender que puedo elegir a quien llamar padre.
"... Y Ra sabe, mi queridísimo Anubis, que la maldición de los padres cae sobre la cabeza de los hijos".
—Serás redimido, Seth. Así me cueste, así sea en realidad hijo de Osiris… —Su faz volvió a enmascararse tras la bruna cabeza de chacal—. Voy a salvar tu alma, padre.
—Has superado con creces mis expectativas, cariño mío.
La diosa Neftis contemplaba con alborozo el Cubo que flotaba entre sus palmas abiertas. Su vestido desmangado, de una sola pieza, en su talle negro delineaba lo esbelto de su cuerpo. Con la parte inferior similar a un pareo, un velo cubría la extensión de su cintura que a juego se ensanchaba hasta por debajo de los hombros. Sus sandalias doradas armonizaban con las pulseras de oro y el cinturón con forma de argolla que rodeaba sus caderas.
—Tal como lo sospechaba, invocar a Yura no solo arrastró la resurrección de Kisara, también alteró la conjuración del Hechizo de las Dos Almas. Ahora, a diferencia del pasado, si el alma de Yura desaparece, la de Kisara lo hará por igual. Dos pájaros muertos de una sola pedrada.
La Sortija del Milenio que pendía en su cuello carecía de poder. Con la liberación de las 99 almas diezmadas para su creación, los Artículos del Milenio perdieron toda la magia que les imbuía. No obstante, a la joya le bastó un contacto mínimo con su dedo derecho, al instante recuperó su brillo en una luz dorada que se apoderó de su cuerpo con un movimiento en espiral, y no le abandonó hasta no haberlo cincelado con el físico de Aigami.
(1) Según mi pequeña investigación, los tipos de voces masculinas son: Bajo, Barítono y Tenor. Dentro de la clasificación de Barítono, están la voz de carácter, voz de bajo (o voz de gran ópera) y voz de barítono dramático. La voz de bajo es el tipo que quise especificar en ese párrafo.
La voz es un término que suelo emplear mucho a lo largo de esta historia, de manera que me pareció oportuno hacer esa distinción.
(2)Ese párrafo es una transcripción exacta del discurso de Seto en DSOD según la traducción de Dark Atem No Fansub.
¡Por fin el rey de Roma ( ¿o del Inframundo?) está de regreso!
Por allá en 2017, mientras investigaba para este fanfic, descubrí el mito egipcio que me hizo replantear todo. Este, conocido como "El mito de Osiris", tiene de protagonistas a los cuatro hermanos Seth, Netfis, Osiris e Isis. La versión que más me gusta, y que inspiró este fic, se cuenta de la siguiente manera:
"Neftis, la esposa de Set, se sentía atraída por la belleza de Osiris, el hermano de Set, así que se transformó para aparecérsele como Isis, la esposa de Osiris. Osiris se acostó con Neftis y esta quedó embarazada de Anubis, pero lo abandonó poco después de nacer por miedo a que Set descubriera la infidelidad. Isis descubrió la aventura y fue en busca del niño y, cuando lo encontró, lo adoptó como si fuera suyo. Set también descubrió la aventura, y esto se expone como parte del motivo de que asesinara a Osiris".
¡GRACIAS INFINITAS POR LEERME!
