Naruto y Harry Potter no me pertenecen
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Astromelia no se arrepentía de nada de lo que había ocurrido en su vida, no desde que ella pudo tomar sus propias decisiones. Sus dudas y conflictos, sus aciertos y fracasos, todo era de ella. No era una mera arma que debía cumplir con los deseos del resto del mundo que no podía salvarse a sí mismos. Ella era finalmente libre.
Saborear la libertad fue liberador. Ser libre de todo control no querido. Ser capaz de decidir. Había descubierto su autonomía. Y el hombre acostado a su lado en la cama también era su decisión. Sonrió al verlo dormir o fingiendo hacerlo. Se acercó hacia él, quien se tensó. Al parecer estaba despierto. Rozó sus labios con los suyos y se apartó. Cubriendo su cuerpo con una sábana se levantó y fue al baño.
Sintió su cuerpo adolorido y sus músculos tensos, pero no era algo insoportable o molesto. Cada paso que daba le recordaba la noche apasionada que tuvo con su amante. Amante que seguía fingiendo dormir tranquilamente. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Se preguntaba cuánto tiempo tardaría él en darse cuenta que no era una mujer vulnerable ni débil. Quizás aún no era el momento, después de todo, ella misma era un gran secreto. La intensa niebla lo ocultaba todo. Algún día todo cambiaria, ese día podría confiar ciegamente quizás. Miró su reflejo en ese espejo, sus ojos tenían ese brillo antinatural que asustaba a las personas que se consideraban "normales", no era la usual malicia que podría tener, era más la picardía que algunas veces quería salir a jugar. Vio las marcas en su cuello, le divertía la idea de escandalizar a la corte del Daymio al aparecer sin cubrir las marcas que Shikaku había dejado sobre su cuerpo la noche anterior. Preparó la tina para un baño, fue a buscar una bata e ingresó a su cuarto una vez más. El Nara estaba despierto, observando como ella se acercaba para robarle un beso.
—Buenos días —dijo ella con una bonita sonrisa.
—Lo son —Shikaku observó a la mujer que tenía delante de él, mientras ella reía por su respuesta, la cual no tendría que haber salido de su boca. En fin, se volvía bruto cuando la mujer se acercaba a él.
—Podría ser mejor —aseguró ella.
—¿De verdad, Hime-sama? —estaba muy interesado por su propuesta.
Se acercó a la cama, sentándose cerca del ninja, quien se sentó, descubriendo su desnudo cuerpo. Vio como una sonrisa se formaba en sus labios, la acercó a su cuerpo para besarla, mientras ella respondía a su beso y se pegaba a él lo más que pudo.
—Únete a mí en la tina —preguntó luego de apartarse de èl.
—Tan mandona, Hime-sama —dijo divertido.
Ella se alejó divertida, viéndolo salir perezosamente de la cama. Cuando la alcanzó la rodeó con sus brazos, ella se dio vuelta para quedarse frente del Nara. Retrocedió hasta chocar contra la pared. Sus ojos se oscureciendo al ver su cuerpo desnudo.
—¿Algo que sea de su agrado, Hime-sama? —La observó mientras se sonrojaba y desviaba su mirada. Él estaba desnudo, excitado y ni un poco avergonzado.
La idea de que él la follara contra la pared hizo que un escalofrío recorriera su cuerpo, no se oponía a la idea. Había muchas cosas que quería probar con aquel hombre. Antes de poder hacer algo, sintió como él agarraba su mano y la acercaba más hacia él. La tomaba entre sus brazos y la llevaba hacia el baño. Bueno, en otra oportunidad quizás podrían probar o sugerirle que la follara contra la pared.
/Koi No Yokan /
Había sido una mañana muy agradable, Shikaku había salido por la ventana, no sin antes asegurarse que nadie lo viera. Costaba dejar la calidez de aquel cuerpo, costaba alejarse de aquellas caricias. Ella era cálida, tierna y dulce. Era provocadora, apasionada y quizás, un poco pervertida. Era tímida, reservada y amable. Tenía muchas cualidades que al Nara le atraían.
No quería pensar en lo que sucedería cuando todo aquello terminara. Eran pocos momentos juntos, que nunca se borrarían de su mente. Ella tenía la cualidad de ser entrañable, obsesionante, adictiva y se estaba convirtiendo en un deprimente poeta. Encendió un cigarrillo, mientras fumaba y observaba como el cigarrillo se consumía poco a poco. Nunca pensó que una mujer se convertiría tan rápidamente en algo más que una simple misión que debía cumplir. Aun no entendía que es lo que había sucedido para que comenzara todo aquello, aquello a lo que aún no podía ponerle nombre o que podría, pero no quería, no quería permitírselo. Mencionarlo en voz alta sería contraproducente, pensar en tratar de hablarlo con su grupo era un rotundo no. Su inteligencia había huido, como lo hacía él cada vez que abandonaba su compañía. Solo que él volvería una y otra vez, su inteligencia quizás lo había abandonado completamente. El mero pensamiento lo hizo resoplar ante sus estúpidos pensamientos y decían que era uno de los hombres más inteligente de Konoha.
Con esos pensamientos atormentándolos repentinamente es como sus amigos y compañeros de equipo lo encontraron, camaradas a los que decidió ignorar por la mirada sucia que le digirieron. Quizás su aventura, ya conocida por ellos, era un tema de conversación entre esos dos. No quería saber lo que tenían que decir sobre lo que estaba haciendo con su vida en ese momento. Sabía que cada uno tendría su propia opinión de lo que estaba sucediendo entre él y la Hime-sama.
—Bueno… —escuchó decir a su amigo Akimichi.
Tiró su cigarrillo y lo pisó en el suelo, mientras dejaba escapar el humo entre sus labios. Sacó su paquete de cigarrillos de nuevo, ofreciéndolos a sus amigos quienes negaron y por el simple habito, sacó uno más y lo encendió, preparándose mentalmente para lo que vendría. Sus amigos eran tanto o más problemáticos que las mujeres, simplemente, ellos no querían dejarlo solo o dejar pasar esta oportunidad. Inoichi ya lo estaba analizando, mientras lo observaba como si de repente Shikaku fuera el sujeto de análisis más interesante del mundo. El único camino que tenía era la resignación, sus amigos eran más chismosos y cotillas que las amas de casa en el distrito civil.
/Koi No Yokan /
El sexo era simplemente genial. Shikaku era un amante generoso, apasionado, tenía experiencia. Sabia como tomar lo mejor de ella y dar lo mejor de sí. Los recuerdos de los momentos que pasó con él volvieron a su mente, haciendo que sus mejillas se sonrojaran y dejó escapar una risita entre entretenida y avergonzada, feliz y esperanzada. No sabía cómo podía seguir viéndolo sin morir de vergüenza, quizás era tonto después de haber compartido lo que compartieron. Ella deseaba que esto no se quedara simplemente aquí. Ella podría soñar.
Nunca se habían prometido ser eternos, pensar en siquiera serlo era romper con sus términos impuestos. Si tan solo él la quisiera y quisiera que ambos fuesen eternos.
Vio su copa vacía y se acercó para servirse un buen vino. Sonrió al ver el chocolate en su mesa. No sabía si era extraño, pero le encantaba el chocolate y el vino. Corto un trozo de la tableta de chocolate y gimió ante su sabor. Era chocolate semi amargo. Era perfecto. Al menos tenía una reserva casi inagotable de chocolate. Quizás al llegar a Konoha podría hacer bombones solo para pasar el tiempo y serviría para darle un propósito a su corazón que en ese momento se encontraría a la deriva.
Observó su vino, maravillándose con su color tinto, moviendo la copa en su mano, mientras el color se veía a través del cristal. Jugó con su copa, sin querer beber, solo apreciar el color y su aroma. Estaba todo tan silencioso. Se dirigió hacia una de las ventanas y observó hacia el exterior. Era un bonito día. Escuchaba las aves cantar a lo lejos, una suave y fresca brisa acaricio su rostro, meció su cabello. Su sonrisa era suave y encantadora. Suspiró. Se sentía feliz, expectante, emocionada, esperanzada, ansiosa... Quería saber que le depararía el futuro y a la vez, se sentía muy inquieta por lo que podría significar para ella. Quizás, solo debería disfrutar del momento.
/Koi No Yokan /
El suave caminar no pasó desapercibido por ninguno de los ninjas. Ellos eran especialistas en sigilo, moverse sin hacer ningún ruido ni ser detectados por nadie. La hermosa Hime-sama estaba siendo escoltada por dos mujeres, ella bestia un vestido color marfil, con una capa del mismo color, sus pies estaban ocultos y llevaba una capucha. Un saludable rubor manchó sus pálidas mejillas cuando sus ojos se encontraron con los ojos oscuros que no podían apartarse de ella. Shikaku y sus compañeros de equipo observaron a la joven mujer. Ella asintió hacia ellos y siguió su camino, sonriendo hacia el Nara.
Shikaku de pronto fue golpeado en la espalda por su amigo Akimichi.
—Bastardo astuto —felicitó.
Shikaku había estado ocupado los últimos días, no había podido verla ni pasar tiempo con ella, aunque la mujer estaba presente en sus pensamientos. El suave caminar, como parecía deslizarse en lugar de caminar. Su esbelta figura, tan bonita. El Nara quería tener la oportunidad de pasar más tiempo con ella. De momento, solo podía suspirar por ella. Aun tenia cosas que hacer. Tendrían que posponer su reencuentro.
/Koi No Yokan /
Así de no verse un par de días, no se vieron por una semana. Ambos estaban ansiosos. Lo que no planearon era lo que vendría a continuación. Ellos se habían extrañado, pero tenían una cena con el Daimyo y su familia. Al parecer, otro de sus hijos estaba de regreso de un pequeño viaje que había realizado.
Hideki se creía el ultimo vaso de agua del desierto, era insoportable y coqueteaba con todo lo que tenía movimiento. Era insufrible. Y Astromelia tuvo el dudoso placer de tener que ubicarse entre Shikaku y ese gran perdedor.
—Lia-chan… Puedo llamarte así, ¿verdad? —sin esperar permiso alguno, siguió con su monologo. De su boca solo salía mierda según lo que estaba escuchando, de cierta forma estaba consiguiendo cabrear al Nara… Todo frente a la familia y múltiples invitados e incluso a un par de sus concubinas que estaban mirándola con los ojos entrecerrados —Creo que los de cuna noble debemos relacionarnos con nuestros iguales. Una bonita mujer no puede querer estar junto con alguien como un ninja. Es una vida peligrosa de llevar. Una flor delicada necesita estar con alguien que sepa apreciar su valor y…
Astromelia sintió a Shikaku tensarse a su lado, como buscaba su contacto con ella, sin que otros se dieran cuenta de ello.
Hideki fue silenciado por su madre, no después de decir lo perfectos que serían juntos y con propuestas indecentes, que el Nara pudo escuchar bien y se encontraba bastante molesto, intentando controlar su ira y celos. Tuvo que calmarse o terminaría asesinando a aquel imbécil. Shimiji-Sama miraba la interacción entre los tres con gran preocupación, no era la única. Los dos tercios del equipo Ino-Shika-Cho observaban todo con cierta alarma, pensando que su amigo estaba al límite. Sabían que su amigo podría ser tranquilo, estratégico, frio y muy inteligente, entre muchas otras cualidades más. El tema preocupante era que este hijo de Daimyo o no, estaba cabreando al Nara. Su intención asesina creció cuando aquel cretino invito de forma descarada a Su Hime a compartir la cama por esa noche. Eso fue suficiente para que terminaran de forma abrupta la cena y cada uno se marchó hacia sus respectivos dormitorios. Daiki muy ebrio e incoherente, avergonzándose aún más a sí mismo y su familia.
