--Capitulo 4—

Se miraban fijamente. Rukia garro su espada con fuerza.

-Siento decirte que no voy a dejar que lo hagas… Arremolina, Sode no Shirayuki

La Zampakutou se volvió blanca y una larga cinta rodeo a la chica, el enemigo la observaba atentamente y rápidamente se coloco detrás de ella, disponiéndose a atacarla, Rukia detuvo su ataque y contraataco al enemigo, logró hacerle un corte en el brazo. El desconocido señalo a la chica mientras la sangre se deslizaba por su brazo.

- Si eres tan poca cosa, no voy a tener ningún problema para matarte

El enemigo alzo la mano y de repente miles de ráfagas de viento se dirigieron hacia la shinigami, que fue incapaz de esquivar todas, recibiendo así serios cortes.

Casi no podía moverse mientras observaba como aquel individuo se acercaba a ella divertido al ver su situación. No estaba segura de poder aguantar otro ataque como ese y lo que le dificultaba más las cosas, estaba indefensa, había dejado ir su Zampakutou con aquel ataque y se encontraba a unos metros de ella. Era consiente que sin ella era incapaz de ganar, pero ahora no tenía tiempo para pensar aquello, tenía que actuar rápido.

- Shakkahou!

Se dirigió velozmente hacía donde se encontraba su Zampakutou, nada más tenerla en sus manos el enemigo se abalanzo sobre ella agarrándola fuertemente del cuello con las dos manos, llevándola hasta la pared. Entonces tuvo una pequeña oportunidad, en vez de intentar librarse de aquellas manos, Rukia clavó su espada en la espalda del enemigo, atravesando su cuerpo, este se separo de ella rápidamente.

- ¿¡Quien eres? ¿Qué es lo que quieres?– la chica no entendía por que otro shinigami la había atacado, estaba confundida

- ¿Aún no te has dado cuenta? Hemos venido para matarte, escoria

Se dejó caer mientras miraba a Rukia y lentamente comenzó a desaparecer, convirtiéndose en pequeñas luces que desaparecían en el oscuro cielo de la noche.

-¡Espera! – Intentó tocar una de aquellas extrañas luces, pero al hacerlo desapareció

Estaba confundida y cansada, se dejo caer al suelo y se apoyó en una pared cercana y comenzó a curar sus heridas como pudo, suspiro y de repente escuchó una voz que le era familiar.

- ¡¿Kuchiki, estas bien!

Rukia se levantó y se dirigió hacía su capitán

- Ukitake-taicho, ha usted también…

Ukitake asintió mientras observaba como una mariposa infernal se acercaba a ellos. Recibieron la orden de ir al cuartel general de la división 1. Capitán y teniente se miraron y asintieron. Nada más ponerse en marcha, Rukia se resintió de una de las heridas del combate contra aquel extraño.

-¿Puedes continuar?

-Si, no es nada

Cuando llegaron al cuartel se encontraron con los demás capitanes y tenientes, la división 4 también se encontraba ahí, atendiendo las heridas de los tenientes, ya que ninguno de los capitanes había resultado gravemente herido. Hanatarou fue donde se encontraba Rukia, para ocuparse de sus heridas. Byakuya no pudo evitar vigilar a su hermana pequeña mientras la atendían.

Yamamoto llamó primero a los capitanes, un poco más tarde entraron sus tenientes, que se colocaron junto a sus capitanes. Luego comenzó a explicar la situación.

Rukia volvía a casa después de entrenar, esa noche era igual que aquella de hace 3 meses, aquella noche que un desconocido intentó matarla y Yamamoto dio la orden de matar a cualquier sospechoso, no de acuerdo con aquella orden, le plantó cara, aunque tan solo sirvió para que le recordase lo que paso con Kaien, cosa que aún le dolía más.

Aunque ella ahora no pensaba en eso, si no en Ichigo, hacía mucho tiempo que no lo veía, se preguntaba como estaría, quería verle.

Cuando llegó a su casa su hermano aún no había llegado, supuso que se encontraría en el cuartel de su división releyendo informes importantes, últimamente lo hacía muy a menudo.

Estaba cansada, así que se dirigió directamente a su habitación, cerró la puerta lentamente y justo cuando iba a quitarse la vestimenta de Shinigami el corazón le dio un vuelco.

- Hola, Rukia

Ahí estaba, apoyado en la baranda de aquel pequeño balcón, estaba tranquilo y en su rostro podía contemplarse una calida sonrisa

-Ichigo…