Capítulo 20
La señora Annesley casi no durmió esa noche contemplando todas las posibilidades que tenía para proteger a Georgiana. Lo primero que se le ocurrió, fue contactar al señor Darcy. Pero lo descartó porque ella sabía que muchas veces el coronel Fitzwilliam intentó hacerle ver a su tío lo torcido que era el carácter de su ahijado sin conseguir que viera la realidad.
Descartada esa idea, la única alternativa era salir lo antes posible de la casa Darcy y encontrar refugio con alguna familia de confianza. Ella sabía que no podía confiar en nadie, por eso se levantó temprano y le dijo a Georgiana que se alistara y llevara algo de ropa para algunos días.
Cuando estuvieron listas, y sin desayunar, dejaron la casa sin que nadie se diera cuenta. Luego tomaron un carruaje de alquiler, y emprendieron rumbo a casa de los Dalton.
La señora Annesley dejó una nota para el mayordomo explicándole que ella y la señorita Darcy estarían de paseo unos días, pero además, le mandó una carta a Richard informándole lo que estaba ocurriendo en Londres. Ella sabía que iba a necesitar su apoyo para hablar con el señor Darcy y hacerle ver las nefarias intenciones que ese canalla tenía con Georgiana.
Finalmente cuando llegaron a casa de los Dalton, la señora Annesley decidió ser directa y pedirle a la amiga de su protegida alojamiento. Si no podían quedarse allí, recurriría a una amiga de ella, y si tampoco resultaba, estaba dispuesta a gastar parte de sus ahorros y viajar a Rosings donde estaba el señor Darcy.
Una vez que Elizabeth salió de su impresión respondió amablemente. "Por supuesto que son bienvenidas, es sólo que no esperaba verlas tan temprano por aquí."
"Lo entendemos, señora Dalton. Si me concede unos minutos de su tiempo, le puedo explicar por qué hemos tenido que venir hasta acá de improviso y sin avisar."
Elizabeth invitó a las visitas a sentarse y la señora Annesley le contó que el señor Wickham estaba tratando de aprovecharse de Georgiana y que no estaban seguras en casa Darcy hasta que regresara el señor Darcy. La señora Annesley no quiso dar más detalles porque Georgiana estaba muy nerviosa por toda la situación. Por su parte, a Elizabeth no le sorprendió que ese hombre estuviera planificando hacerle daño a la señorita Darcy porque sabía muy bien la clase de persona que era. Pero al igual que la señora Annesley, notó a Georgiana nerviosa y casi al borde de las lágrimas por lo que decidió cambiar de tema y hablar de cosas que no la perturbaran tanto.
"Me imagino que no alcanzaron a desayunar."
"No, preferimos no molestar a nadie," explicó la señora Annesley.
"Entonces quiero que me acompañen a desayunar. Mi suegra no se ha sentido bien en los últimos días y debe guardar reposo. Además, querida Georgiana, mi tío ayer me trajo la última novela de nuestra autora favorita. ¿Qué te parece si la leemos juntas más tarde?"
"Oh Lizzy, me encantaría," dijo Georgiana más animada.
"Vamos a desayunar y mientras comemos podemos planificar lo que haremos este día."
"Espero no seamos un inconveniente para tu suegra y esposo, señora Dalton," dijo la señora Annesley un poco avergonzada.
"Mi marido está de viaje, y mi suegra adora tener visitas, sobre todo cuando son tan agradables como ustedes. No se diga más, vamos a desayunar y le diré al ama de llaves que les prepare unas habitaciones," dijo Elizabeth.
Después de desayunar, la señora Annesley y Georgiana se fueron a sus respectivas habitaciones para descansar. Elizabeth le contó a Violet sobre las huéspedes y ella se sintió feliz de poder ayudarlas. A ella le agradaba mucho la señora Annesley y estaba segura que disfrutaría de su compañía cuando pudiera finalmente dejar la cama.
P&P
Jane estaba desayunando con toda la familia Bingley y sintió que por primera vez los estaba viendo como realmente eran. Cuando ella los conoció en Hertfordshire, quedó impresionada por lo elegantes y sofisticados que eran. Ella se enamoró a primera vista de Charles porque era el hombre más guapo que jamás había conocido, pero además, era joven y tenía dinero suficiente para ofrecerle una buena vida.
Más tarde, cuando él le propuso matrimonio, Jane sintió que todo lo que su madre siempre le había dicho finalmente se había hecho realidad. Ella se casaría con su príncipe azul y sería feliz por el resto de su vida. Pero cada día, le tocaba darse cuenta de que su vida estaba lejos de ser un sueño y que su nueva familia no era ni tan elegante ni tan sofisticada como ella había creído varios meses atrás.
"Louisa no soporto a Felicity Wood, es tan corriente y se cree la gran cosa porque tiene una dote de quince mil libras. Su padre tiene una hacienda más bien pequeña y su única gracia es que es nieta de un Barón," dijo Caroline mientras comía.
"Y si tanto te desagrada, ¿por qué la invitaste a tomar el té?" preguntó el señor Bingley sonriendo.
"Charles, por favor no te metas en mis asuntos," respondió Caroline molesta.
"Bingley, en dos semanas más Lord Sutton, abuelo de Felicity, ofrecerá un baile en su elegante mansión y probablemente Caroline quiere que le inviten," agregó el señor Hurst desatando las risas de su cuñado.
"Henry, por favor, no comiences tú a hacer comentarios impertinentes. Ya suficiente tenemos con aguantar a Charles y sus bromas del más gusto," dijo Louisa enojada.
"Y sus pésimas decisiones," añadió Caroline mirando a Jane.
La conversación continuó de una manera muy similar. Caroline y Louisa hacían todo tipo de comentarios arribistas y presuntuosos, mientras el señor Hurst y Charles hacían bromas al respecto y seguían comiendo como si nada importante estuviera ocurriendo.
Escuchando hablar a Caroline y Louisa sobre la señorita Felicity Wood, Jane comprendió que sus cuñadas eran capaces de fingir amistad y cariño si necesitaban algo de alguien. Además, ella presentía que después de conseguir la invitación a aquel baile, probablemente no la volverían a tomar en cuenta y no tendrían piedad en decir cosas ofensivas sobre ella si lo estimaban necesario para congraciarse con alguna otra persona. En ese momento, Jane estaba convencida que habían hecho muchas veces lo mismo con ella porque eran amables cuando la necesitaban y se olvidaban de ella cuando ya habían conseguido lo que querían.
Pero no sólo estaba decepcionada de sus cuñadas sino también de su marido. Él, al igual que el señor Hurst, se daba cuenta de lo errado del comportamiento de Louisa y Caroline, y sin embargo decidían ignorarlo. Su querido Charles, el príncipe azul con el que ella había soñado tanto, no era más que un hombre inmaduro incapaz de asumir sus responsabilidades seriamente. Todo lo contrario que el marido de su hermana, William Dalton era un hombre serio y trabajador del que Elizabeth podía sentirse orgullosa, mientras ella sólo hacía el ridículo una y otra vez teniendo que tapar el comportamiento errático de su marido.
Todavía no podía olvidar la cara de su tío Gardiner cuando Charles apareció en su casa con un maletín lleno de documentos pidiendo ayuda. Su pobre tío, que era un hombre bueno y amable, estuvo encerrado en su estudio con Charles por casi cuatro horas tratando de entender y solucionar los problemas que su esposo creaba con su conducta inmadura e irresponsable.
"¿Tienes planes para hoy, mi querido Ángel? Yo pienso ir al club por la mañana y a practicar esgrima por la tarde," dijo Charles de muy buen humor. Finalmente había logrado firmar los contratos que tenía pendiente gracias a la ayuda de tío Gardiner y podía relajarse y hacer las cosas que realmente quería.
"Sí, voy a ir a visitar a Lizzy en la mañana y almorzaré con mi tía Gardiner," replicó Jane.
"Me alegro que pases el día con tu familia, así no me siento tan culpable de dejarte sola por unas horas. Además, quiero que aproveches para invitar a los Gardiner a cenar mañana o pasado mañana como una forma de agradecerle a tu tío por toda su ayuda."
Jane notó la cara de disgusto de sus cuñadas y estuvo a punto de decirle a su esposo que no era necesario, pero se armó de valor y decidió ignorarlas. "Así lo haré, y quiero invitar a Lizzy y la señora Dalton también."
"Por supuesto, aunque aún estoy un poco molesto con Dalton por irse sin avisar. Pero supongo que eso lo tengo que hablar después con él," dijo el señor Bingley.
"No creo que sea prudente que le digas nada a mi cuñado, Charles. Él no tiene que informarte lo que haces como tú no le informas a él lo que tú haces, ¿no crees?" preguntó Jane.
"Supongo que tienes razón, querida. Invita a los Dalton y prometo que no haré ningún comentario fuera de lugar," dijo el señor Bingley porque se dio cuenta que su esposa tenía la razón.
"Veo que el manipulador esposo de Eliza también te ha convencido, Jane, de que es un excelente ser humano que quiere ayudar a Charles a cambio de nada," dijo Caroline enojada.
"Desde que lo conocí, el señor Dalton me dio la impresión de ser un hombre altanero y orgulloso," agregó Louisa para apoyar a su hermana.
"Y yo me pregunto de qué se siente tan orgulloso si es sólo un comerciante," concluyó Caroline.
"Un comerciante bastante rico, Caroline," agregó el señor Hurst burlonamente.
"Y muy inteligente," complementó Charles.
"Yo no puedo decir si el señor Dalton es arrogante y orgulloso porque prácticamente no lo conozco. Pero sí sé que él ha ayudado a Charles siempre que ha podido, y hasta donde yo sé, nunca ha pedido nada a cambio," dijo Jane sin levantar la vista del plato.
Louisa y Caroline no querían seguir discutiendo sobre ese tema por lo que ignoraron a su cuñada por el resto del desayuno. Ellas siguieron hablando del baile en la casa de Lord Sutton y la ropa que se comprarían si conseguían que las invitaran.
Jane siguió observando a su familia mientras intentaba comer algo. Ella sabía que después de lo que había dicho, probablemente sus cuñadas la iban a ignorar por varios días, pero ya no le importaba.
P&P
William había logrado llegar a Manchester en tres días y medio porque le había tocado muy buen tiempo y no hubo inconvenientes en el camino. Mientras viajaba, él pensaba en que posiblemente en poco tiempo ese mismo viaje que demoraba días podría tardar tan sólo unas horas gracias a las nuevas tecnologías que jóvenes inventores e ingenieros estaban desarrollando y perfeccionando cada vez más.
Al día siguiente de cerrar los contratos con los nuevos inversores, William decidió regresar a Londres. Él extrañaba mucho a Elizabeth y no deseaba estar lejos de ella. Además, pensaba tomarse algunos días libres para llevarla donde ella quisiera o simplemente quedarse en casa compartiendo un buen libro o jugando ajedrez porque al lado de Elizabeth todo era divertido.
Desgraciadamente, aún no lograba eliminar de su mente aquella especie de recuerdos que lo visitaban principalmente durante sus sueños. Por eso, en su camino de regreso a Londres decidió pasar por aquella posada donde sus padres se alojaban cuando lo encontraron más de veinte años atrás. Afortunadamente el lugar aún existía y el señor Moss, el posadero, era un hombre bastante amable dispuesto a contestar todas sus preguntas.
William pensaba quedarse un día allí y recorrer los alrededores para ver si estando en ese lugar, podía recordar algo que le ayudara a resolver el gran misterio que rodeaba su vida y que no le permitía disfrutar de todo lo que tenía.
El señor Moss le había indicado que el único río que rodeaba el pueblo se encontraba a diez minutos siguiendo el camino que llevaba al este. Efectivamente, después de diez minutos, el camino comenzó a bordear un pequeño riachuelo. William, caminó por la orilla del río por varios minutos pero le llamó la atención el poco caudal que llevaba. Él recordaba un río muy caudaloso y lo que veía no era más que un pequeño riachuelo. Eso lo dejó muy confundido y lo hizo dudar si es que ese era el lugar donde su madre lo encontró. Por eso, cuando regresó a la posada decidió hacerle algunas preguntas al posadero.
"Señor Moss, yo tenía la impresión que el pequeño riachuelo que está cerca de aquí era un río bastante caudaloso, o por lo menos, era como yo lo recordaba."
"El caudal de ese riachuelo es bastante variable, señor Dalton. Los últimos dos años hemos tenido lluvias normales, por eso no ha aumentado su caudal. Pero hace tres años llovió mucho, entonces el río principal que alimenta este riachuelo creció mucho e hizo desbordar este río y dos más que corren en dirección a norte."
"Entiendo, ¿y de dónde viene el río principal que alimenta este río?" preguntó William curioso.
"Viene desde Derbyshire. Déjeme que le muestre un mapa, señor Dalton, para que se ubique mejor."
El señor Moss trajo el mapa y le explicó a William como era el movimiento de los ríos en aquella zona. Pero le llamó la atención un lugar en especial que estaba cerca del río, y a unas cincuenta millas de la posada. "¿Conoce este lugar, señor Moss?"
"Déjeme ver, señor Dalton," después de mirar por varios segundos, el señor Moss creyó reconocer el lugar. "Esta debe ser la hacienda Pemberley, señor Dalton, es una de las más grandes de Derbyshire."
"Entiendo," dijo William y se quedó muy pensativo. "Gracias señor Moss por toda su ayuda. Me retiraré a descansar porque mañana en cuanto amanezca, continuaremos nuestro viaje."
"¿No va a cenar, señor Dalton?"
"No tengo hambre, gracias señor Moss."
"Le mandaré una sopa y pan fresco en una hora más para que no se acueste con el estómago vacío."
"Se lo agradezco mucho," dijo William y se fue a su cuarto.
Después de darle una y otra vez vuelta a todo lo que había descubierto en aquel lugar, William tomó una decisión. "Le contaré todo a Elizabeth porque necesito saber si lo que estoy pensando hace sentido o es sólo una tontería producto de mi imaginación."
Saber que podría compartir sus dudas y miedo a lo desconocido con su esposa, lo hizo sentir mucho más tranquilo y esperanzado. Fuera lo que fuera lo que le deparaba el destino, él sabía que no estaría solo para enfrentarlo. Por eso esa noche soñó con Elizabeth y lo mucho que la amaba.
P&P
Georgiana y la señora Annesley llevaban varios días con Elizabeth y Violet y se sentían seguras y felices. Sin duda alguna, había sido una excelente idea buscar refugio en la casa de los Dalton. Ellas tenían dos excelentes anfitrionas que también eran sus amigas y las mantenía permanentemente ocupadas haciendo cosas entretenidas.
Violet finalmente se había podido levantar porque estaba recuperada y deseaba pasar tiempo con las visitas. Además, la señora Gardiner y sus hijos pasaban gran parte del día en casa de los Dalton haciendo que el día pasara muy rápido.
Georgiana estaba feliz porque ella nunca había pasado tiempo en casa de una amiga. Ella únicamente viajaba con su padre, y a él no le gustaba visitar a otras personas. Parecía que en la casa de los Dalton siempre había algo divertido que hacer. La noche anterior, las cuatro mujeres que ocupaban la casa en ese momento, tocaron el piano, cantaron y después jugaron a las cartas animadamente hasta bastante tarde.
Georgiana estaba tan feliz que no tenía ganas de ir a dormir, por eso cuando Elizabeth la invitó a su cuarto, ella aceptó con gusto. Hablaron por casi dos horas y ella no se dio ni cuenta cuando se quedó dormida en la cama de su amiga. Georgiana era tan feliz en casa de los Dalton, que aunque echaba de menos a su padre, deseaba que se quedara por varias semanas en Kent para poder disfrutar un poco más de la compañía de Elizabeth.
Al tercer día de la llegada de Georgiana y la señora Annesley, después de desayunar las tres mujeres se fueron al salón para conversar y trabajar en las prendas, que más tarde Violet donaría al orfanato, que ella y la señora Gardiner patrocinaban.
"No saben cuanto les agradezco que nos ayuden a remendar esta ropa. Aunque les reitero que no deben sentirse obligadas a hacerlo, Ustedes son nuestras visitas y pueden hacer los que se les plazca," le dijo Violet a la señora Annesley y Georgiana.
"Querida señora Dalton, usted no sabe lo feliz que me siento al saber que estoy cooperando por una causa tan noble como es ayudar a los niños del orfanato. De hecho, me gustaría poder seguir contribuyendo una vez que regrese a casa," dijo Georgiana sinceramente emocionada.
"Yo hablaré con tu padre, Georgiana, para explicarle que ambas deseamos seguir colaborando con el orfanato," dijo la señora Annesley.
"Creo que esta noche no deberíamos jugar a las cartas," agregó Elizabeth mientras zurcía unas camisas.
"Y me imagino que la razón por la que no quieres jugar a las cartas es porque ayer perdiste prácticamente durante toda la velada, ¿o me equivoco Lizzy?" preguntó Violet con una sonrisa traviesa.
"No, querida mamá Violet. Esta noche prefiero que nos dediquemos a actividades más intelectuales como leer," replicó Elizabeth y le guiñó a Georgiana.
"Yo pienso igual que Violet, Lizzy, y creo que no quieres jugar porque no resistes otra derrota más," añadió la señora Annesley riendo.
"Eso es lo malo de estar rodeadas de mujeres tan inteligentes, ni mentir se puede porque inmediatamente se dan cuenta," concluyó Elizabeth riendo.
Violet, la señora Gardiner, y ahora Elizabeth visitaban familias amigas y les pedían que les donaran aquellas prendas de ropa que ya no usaban o no pensaban usar. Luego pagaban para que las lavaran, y ellas las reparaban y las donaban a los niños del orfanato.
Mientras trabajaban y conversaban de muchos tópicos, Georgiana mencionó algo que sorprendió mucho a Elizabeth y Violet.
"Ya sé que les he agradecido muchas veces muchas veces por vuestra hospitalidad, pero no lo hago sólamente porque me han acogido cuando más lo necesitaba sino también porque me he divertido mucho, y gracias a eso me he olvidado de todo. A veces me siento muy sola, y si no fuera por la señora Annesley y por ustedes, creo que no tendría en quien confiar," dijo Georgiana sin poder evitar derramar unas cuantas lágrimas.
"Querida Georgiana, somos nosotras las que estamos felices de tenerte aquí y de poder cuidarte y protegerte," dijo Elizabeth sinceramente.
"Georgiana, nos honras con tu cariño y confianza. Gracias por darnos la oportunidad de conocerte mejor," añadió Violet igual de emocionada.
"Sí mi querido hermano estuviera vivo, estoy segura que el señor Wickham no estaría haciendo nada de esto."
"Georgiana, no sabía que habías tenido un hermano. Siento mucho que haya fallecido, me imagino lo debes extrañar mucho," comentó Elizabeth.
"Él falleció cuando tenía cinco años, mucho antes de que yo naciera, Lizzy. Yo nunca lo conocí, sólo he visto sus retratos de niño. Tal vez les va a parecer tonto lo que te voy a decir, pero desde que conocí a tu esposo, Lizzy, he imaginado que mi hermano sería muy similar a él porque todos dicen que se parecía mucho a mi padre."
"Probablemente así sería. Mamá Violet, no te había contado que el día que fui a casa de Georgiana, en la biblioteca hay dos cuadros muy grandes de cuerpo completo del padre y del señor Darcy cuando eran jóvenes, y ambos se parecen mucho a William."
"Qué curiosa coincidencia," dijo Violet un poco nerviosa.
Elizabeth y la señora Annesley fueron a buscar más ropa para zurcir porque ya habían terminado con el primer saco, por lo que Violet aprovechó la oportunidad para hacerle otras preguntas a Georgiana.
"Perdona, querida, si la pregunta es indiscreta, pero ¿tu hermano falleció de alguna enfermedad?"
"No, mi hermano falleció en un accidente, señora Dalton. Él se ahogó en un río cerca de la hacienda de mi padre."
"¿Y cómo se llamaba tu hermanito?" preguntó Violet cada vez más nerviosa.
"Se llamaba Fitzwilliam Darcy. Su nombre era el apellido de soltera de mi madre," contestó Georgiana.
Justo en ese momento la señora Annesley y Elizabeth entraron al salón con otro saco de ropa y repartieron las prendas que debían seguir reparando.
"Disculpen, pero me duele un poco la cabeza. No les molestaría si me voy a mi cuarto a descansar," dijo Violet muy pálida.
"Por supuesto que no," dijeron la señora Annesley y Georgiana al mismo tiempo.
"Mamá Violet, no te ves bien. ¿Quieres que te acompañe?" preguntó Elizabeth preocupada.
"No querida, no es nada, sólo un pequeño dolor de cabeza." Violet tranquilizó a las visitas y a su nuera y se fue a su cuarto.
Cuando llegó allí, sacó la pequeña medalla de oro con una F grabada y se recostó en su cama a mirarla. "No puede ser… no puede ser…" decía una y otra vez mientras no podía parar de llorar de la angustia.
P&P
Gracias a todos los que dejan comentarios y siguen la historia con entusiasmo.
El gran misterio del origen de William se va develando poco a poco. Estamos a dos o tres capítulos del fin de la parte dos y pasarán muchos hechos interesantes. Por eso, y tomando en cuenta que hay 4 partidos de fútbol muy interesantes este fin de semana, quise publicar este capítulo hoy porque no podré escribir hasta dos o tres días más. Les pido disculpas de antemano por los errores pero lo escribí súper rápido. Prometo editarlo cuando tenga tiempo :)
En el próximo capítulo, Caroline y Wickham se enterarán del paradero de Georgiana.
¡Nos vemos pronto!
Saludos,
