El anime/manga Kimetsu no Yaiba le pertenece a Goutage y al estudio Ufotable. El k-drama "What's wrong with Secretary Kim?" le pertenece a la cadena de televisión TvN.

¡Hemos regresado con un pequeño periodo de vacaciones de nuevo para mí! XD Pero eso no importa, lo que importa es una cosa. ¿Realmente es este el capítulo que hemos esperado entre estos dos? Lleguen al final y lo averiguaremos...

¡El capítulo 19! ¡Tengo el honor de anunciar que llegamos al primer cuarto de esta historia!

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Después de una desastrosa cita las cosas solo empeoran entre Sanemi y Nezuko, especialmente cuando la pelinegra se entera al llegar a la oficina que el Vicepresidente ha puesto en marcha la participación de Morfeo en la inauguración del centro de arte.

Y mientras Sanemi busca la mera en como arreglar las cosas, Nezuko se entera de algo sumamente importante, el señor escritor es el hermano mayor del Vicepresidente.

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What's Wrong with Secretary Nezuko? 19

-¿Qué sucede? Nunca me hablas primero.

Sanemi miro a su hermano mayor quien estaba cómodamente sentado en su sala. -¿Qué intentas hacer?

Genya suspiro y se recargo en el respaldo del sillón. -Solo… Quiero ayudar al grupo.

-¿Qué?- pregunto, sin poder creer una palabra suya.

-Nezuko-chan dijo que podría ser de mucha ayuda para el grupo si participaba en ese evento- Sanemi suspiro al mismo tiempo que fruncia el ceño, Genya se enderezo mientras cruzaba sus piernas. -¿Qué ese rostro? Tal vez… ¿Tienes miedo? ¿De qué me lleve a Nezuko?

-De ninguna manera.

-No pienso que sea así. Si estas así de preocupado… ¿Debería solo no hacerlo?

Sanemi sabía que estaba jugando con él. Negó con la cabeza mientras suspiraba. -No. Adelante. Hazlo.

-¿Qué?- Genya borro su sonrisa.

-No me importa lo que hagas. Si piensas que tienes alguna influencia en el grupo o en la secretaria Nezuko… Te sobreestimas a ti mismo. No puedes hacer nada.

Sanemi se retiró rumbo hacia su habitación. Si permanecía más tiempo junto a su hermano seguramente terminaría haciendo alguna locura. Genya apretó los puños mientras sonreía de lado, su pequeño hermano acababa de retarlo.

Sanemi se dejó caer en el banco que tenía frente a su piscina, suspiro mientras miraba el reflejo de la luna en el agua. Cerro los ojos cuando sintió como la cabeza le dolía, solo podía esperar que las cosas con Nezuko se solucionaran rápido.

A la mañana siguiente sostenía su teléfono mientras pensaba en como mandarle un mensaje a su secretaria, pensaba en las palabras que le diría y como podría explicarle la situación en la que estaba parado respecto a su hermano mayor.

-Secretaria Nezuko… Tenía una razón para molestarme ayer- negó con la cabeza y borro la mayoría del mensaje. -Secreataria Nezuko, podría perdonarte si te disculpas- volvió a borrar el mensaje y escribió de nuevo. -Secretaria Nezuko, lo sient…

Suspiro mientras podía recordar perfectamente como el control que siempre lo había caracterizado había sido roto en cuanto vio como su sonrisa era dirigida hacia su hermano mayor.

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Sanemi miro por tercera vez consecutiva su reloj, su pie se movía nerviosamente y podía sentir las manos débiles. Sabiendo que en cualquier momento ella aparecería por la entrada del restaurante, una idea se formó en su cabeza. –"Seria agradable escoltarla también, ¿No es así? Debería esperar por ella afuera".

Sonriendo se levantó de su silla y camino hasta la entrada del restaurante, las puertas automáticas se abrieron a su paso, pero su sonrisa se borró cuando vio a su hermano tan cerca de su secretaria, quien estaba hermosa en aquel vestido amarillo que resaltaba su figura.

-"Es un regalo para conmemorar el que trabajemos juntos".

-"Gracias"

Ella le sonrió mientras tomaba el libro, acariciando con delicadeza la portada.

-"Cuando mires dentro, estarás más agradecida. La he firmado".

Sus ojos rosas brillaron de la misma manera que cuando ella lo miraba cuando le daba un pequeño detalle que sabía ella apreciaría con todo su corazón. Y eso fue lo único que necesito Sanemi para descontrolarse.

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Aventó su celular a la cama mientras se dejaba caer, tomo una almohada y cubrió su rostro, estaba tentado a quedarse en casa y no salir hasta que tuviera al menos una solución para que Nezuko no siguiera enojada con él.

Se levanto rápidamente de la cama y miro a su alrededor, no él no podía hacer eso, estaba muy fuera de lugar que huyera de la situación, enfrentaría sea lo que sea que le deparara cuando llegara a la oficina. Era Shinazugawa Sanemi, no le temía a nada en el mundo.

Una hora después caminaba por los pasillos de su oficina mientras todo mundo lo saludaba, y como siempre Tomioka se adelantaba para anunciar la llegada a su grupo de empelados más cercanos. -El Vicepresidente está aquí.

Todos se pararon, incluida Nezuko, quien no lo miraba a los ojos mientras realizaba una pequeña reverencia. -Vicepresidente, buenos días.

Escucho la voz de Shinobu pero él solamente estaba concentrado en mirar a una sola mujer, cuando sus ojos se encontraron giro la cabeza, ella aún estaba dolida y él también. En algún momento necesitaban hablar, pero sabía que ambos esperaban que no fuera tan rápido.

Alguno de ellos tendría que romper el silencio.

Shinobu frunció el ceño. -¿Qué pasa hoy? Ayer fue un buen día. ¿Es un mal día o qué?

Nezuko se dejó caer en su silla mientras suspiraba, ella no quería verlo, ella no quería hablar, su corazón no podría soportarlo. -Lo sé, ¿Verdad? Él se ve diferente hoy- concordó Sumi mientras miraba el pasillo pro donde su jefe había desaparecido.

Kikyo ingreso a la oficina, mirando a cada lado antes de entrar. Todas la miraron con una ceja alzada. -Ha pasado un tiempo desde que hizo algo así, ¿Qué es? - pregunto Shinobu mientras se sentaba en su silla y cruzaba los brazos.

La pelinegra se quedó quieta en la mitad de la oficina, tenía los brazos cruzados y miraba a su alrededor. -Yo… Tengo una gran noticia- negaron con la cabeza y Kikyo jugo con sus manos -acérquense aquí a ver si lo pueden soportar.

-¿De verdad?

-¿Qué es?

A regañadientes todas se acercaron, incluso Tomioka dejo de mirar su computadora para mirar a la mujer. Nezuko solamente dejo de teclear. -Verán… Para el evento de lanzamiento de nuestro centro de arte. ¡Tendremos un concierto de libros con el escritor Morfeo!

-¡¿Qué?!- exclamaron todas. -No puede ser- Naho cubrió su boca con una mano. Nezuko se levantó y miro sorprendida a la gerente general. Sumi negó con la cabeza. -Es un rumor, ¿Cierto?

-¿Por qué no me creen?- pregunto Kikyo mientras pataleaba en el piso. Todas habían regresado a sus escritorios y estaban volviendo a su trabajo.

-Kikyo…- susurro Nezuko llamando la atención de la mujer. -¿De dónde saco esa noticia?

-Lo escuche del equipo de marketing. El Vicepresidente dio las órdenes directamente. Les dijo que publicaran las noticias pronto.

Nezuko se sintió que el piso debajo de sus pies dejaba de existir. -¿Perdón?- suspiro mientras miraba el pasillo que conducía a la oficina de Sanemi, apretó los labios en una fina línea y sus nudillos se volvieron blancos.

Simplemente genial.

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Sanemi suspiro mientras miraba la cuidad, el sol brillaba e iluminaba todo Tokio, los carros venían y las personas caminaban por las calles. Escucho su puerta ser abierta con mas fuerza de lo normal y contuvo las ganas de girar su rostro, pero por el rabillo del ojo pudo ver a Nezuko adentrase a su oficina con pasos firme, parecía estar molesta por la forma en como sus hombros estaban tensos.

Él sabía que en algún punto iría a él, pero no esperaba que fuera tan pronto.

No estaba preparado.

Le fue difícil no mirarla o simplemente girar la cabeza, sus ojos se alternaban entre mirar la cuidad y mirarla por los laterales caminar. Tenso su cuerpo cuando la escucho detenerse detrás de su espalda.

-La reserva del libro de Morfeo… ¿Es cierto que diste la orden?

Su tono era frio y distante, Sanemi bajo la mirada, inhalo profundamente y armándose de valor giro su cuerpo, al enfrentar sus ojos, dolidos y brillosos por una combinación de tristeza, frustración y lágrimas, no resistió mucho y bajo la mirada. Asintió con la cabeza mientras lograba hacer que su cerebro reconectara con su boca. Trago saliva y subió nuevamente sus ojos. -Sí, es verdad.

Nezuko sintió que su corazón se rompía de nuevo, su sangre se calentó en una combinación de ira y frustración, las lágrimas picaban las esquinas de sus ojos y sus puños se apretaron. -Ayer dijiste que era un absoluto no. ¿Puedo preguntar por qué hoy de repente es posible? - él la miraba de una manera que parecía dolido, triste y frustrado, como ella. Pero estaba demasiado cansada como para tratar de analizar lo que sus ojos querían decirle, estaba cansada de toda esta situación. Cuando respondió bajando la cabeza, Nezuko lo entendió perfectamente. Asintió con la cabeza y con el tono más frio y sarcástico que conocía, comenzó a hablar. -Ah, ya se- aplaudió y cruzo los brazos. Una lagrima estaba a punto de correr. -Es cierto, no necesitas explicarme todo, ¿Verdad? - sus ojos volvieron a mirarla y por un solo momento estuvo tentada a caer en su encanto. Pero, nuevamente, estaba demasiado cansada. Cansada de todas esas palabras y acciones dulces que la confundían. Tragándose el nudo de su garganta, ella siguió. -Por favor, no cruces la línea a partir de ahora. En realidad, estaba equivocada. Tú dijiste: "Vamos a casarnos, vamos a salir", has sido tan amable conmigo últimamente, así que pensé que tal vez eras sincero.

Sanemi abrió la boca y dio un pequeño paso. Paso que ella retrocedió lastimándolo. Sus ojos estaban llorosos y él no soportaba ver esa imagen. -Nezuko…

-Por favor no me hagas renunciar de nuevo. No intentes persuadirme de nuevo de renunciar.

Sanemi se quedó petrificado en su lugar, tenía tantas ganas de decirle tantas cosas, pero su garganta no podía decir ni una sola palabra. Se miraron a los ojos por unos segundos, dolor e inseguridad, no pudo detenerla cuando ella bajo la mirada y salió rápidamente de su oficina, sin siquiera mirarlo una última vez.

Su corazón latía dolorosamente contra su pecho y su cuerpo temblaba. Tuvo que recargarse en su escritorio para poder mantenerse de pie, suspiro mientras sentía los ojos llorosos, ella le había pedido que jamás volviera a cruzar la línea.

Sintió que las fuerzas le faltaban.

Su última esperanza se le fue arrebatada de golpe, y su vida parecía irse con ella.

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Aoi y Shinobu reían mientras tomaban un café, estaban tomando un pequeño descanso de todo el trabajo que todos tenían por la inauguración del centro de arte. Todos en la oficina parecían correr y eso las estresaba a morir.

Estaban sentadas en una de las muchas salas que existían a lo largo del edificio. -Exactamente, exactamente- dijo Shinobu mientras ambas reían más fuerte. Y como si fuera una broma del destino, Aoi pudo ver como Hashibira-sama doblaba por una esquina de los múltiples pasillos que había en la segunda planta, acomodaba su traje mientras caminaba con paso firme hacia lo que parecía era su área de trabajo. Rodo los ojos, algo que llamo la atención de Shinobu, quien miro donde ella tenía fija sus ojos. -¡Es Hashibira-sama! Parece que cada vez no lo encontramos más- él paso frente a ellas y Shinobu se pegó una palmada en la cabeza- ¡Dios! Se me olvido traer su botón conmigo, y se supone que fue lo primero que agarraría en la mañana.

-Deberíamos dárselo pronto. Debe estar teniendo un momento difícil ya que solo tiene ese traje.

Shinobu resoplo y dejo su vaso con café en la mesa de centro. -Ah, en serio… Eres tan terca Aoi. ¿Por qué sigues insistiendo en que tiene un solo traje?

-No solo estoy diciendo eso. Tengo razones válidas. ¿Quieres apostar? - su amiga rodo los ojos y se cruzó los brazos, señal de que estaba dispuesta a escucharla. -Dado que uno de sus botones se le cayó ayer, a su traje le falta un botón. ¿Por qué? Porque solo tiene un traje- Shinobu alzo una ceja y miro incrédula a su amiga.

-Creo que hay un malentendido.

Las dos saltaron cuando escucharon una voz masculina detrás de ellas, ambas se giraron y miraron a Hashibira mirándolas mientras cruzaba sus musculosos brazos. Ambas se pusieron de pie e hicieron una pequeña reverencia. -Hola- saludo Shinobu mientras Aoi miraba fijamente los profundos ojos verdes de su compañero de trabajo. -Adelante, mire si a este traje le falta un botón o no- reto, mirando directamente a Aoi.

-Bueno…

Las dos mujeres comenzaron a mirar el cuerpo del hombre, pero Inosuke rápidamente señalo la cantidad y el lugar con los botones. -Miren, cuatro aquí- alzo su brazo derecho -cuatro aquí- ahora fue el izquierdo -dos aquí- señalo su torso y abrió su saco. Ambas se sonrojaron cuando miraron como la camisa blanca no podía ocultar el cuerpo bien trabajado de su compañero. -Y adentro un botón de cada lado y- el saco una pequeña bolsita con un botón negro -tengo este botón de repuesto. Tengo cada botón.

Aoi bajo la mirada avergonzada, sus mejillas estaban rojas. -Lo si..siento. Me equivoque.

-Creo que le debemos una disculpa, podemos invitarle un café- Shinobu sonrió incomoda mientras miraba a Aoi, quien estaba muerta de la vergüenza.

-No, gracias. ¿Por qué no se abstiene de difundir rumores a partir de ahora?

Aoi bajo más la mirada si era posible. El golpe había sido directo para ella. -¡L…Lo siento!

Cuando el ojiverde se perdió, Shinobu miro con el ceño fruncido a Aoi. -Mira, ¡Te dije! Deja de jugar a ser Sherlock.

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Sanemi levanto su mirada de los papeles que estaba leyendo, era la tercera vez que leía el mismo párrafo y seguía sin poder entenderlo. Su cabeza estaba en miles de lugares menos en los documentos que debía revisar, suspiro mientras veía a Nezuko trabajar.

Aunque parecía tranquila por fuera él podía ver que ella seguía enojada, muy enojada. Su espalda estaba totalmente recta, sus hombros estaban tensos, su respiración era mucho mas agitado de la normal y sus dedos oprimían las teclas con tanta fuerza que hasta el podía escuchar el sonido.

Y eso que había dos puertas pesadas de madera entre ambos.

Ella se equivocó y su ceño se frunció, su dedo apretó con tanta fuerza la tecla de borrar que por un momento sintió que el teclado no soportaría sus tratos. Pero a pesar de eso, ella lucia muy bonita, esponjada como un pequeño gatito.

Su cabeza punzo y el recargo su mentón sobre una de sus manos. -Ella parece muy molesta… ¿Qué debería hacer? - su cabeza comenzó a doler al punto en que tuvo que cerrar los ojos, sentía como si su cerebro punzara contra su cráneo. -Ah, mi cabeza- comenzó a masajear sus sienes y fue en ese momento que una idea se le ocurrió. Miro a su secretaria y nuevamente a sus dedos, que hace menos de un minuto masajeaban su dolorida cabeza.

Salto rápidamente de su escritorio, bajo los cuatro escalones y camino rápidamente hacia las puertas de su oficina, sin dudarlo las abrió y vio a Nezuko trabajando, sin siquiera mirarlo por un segundo. El camino hasta quedar frente a su escritorio, ella realizó una pequeña reverencia antes de continuar su trabajo, ignorándolo prácticamente, ya que sus ojos nunca se posaron sobre él.

Incluso podía apostar que las teclas fueron oprimidas con más fuerza.

Carraspeo, pero eso tampoco parecía funcionar, sus ojos estaban fijos en la computadora. Miro a cada lado para verificar que no hubiera nadie a su alrededor, los pasillos estaban desérticos así que podía hacer su jugada, sus labios se abrieron, pero nada salió, Nezuko seguía sin mirarlo, tragándose el nudo de su garganta y un poco de su orgullo, comenzó. -Ay, mi cabeza- subió dos dedos para comenzar a masajear su sien derecha -tengo un gran dolor de cabeza- se quejó, exagerando un poco. Cerro un ojo e hizo una meuca con sus labios.

Su secretaria no lo miro, solamente tomo el teléfono, marco un número que parecía conocer y comenzó a hablar por teléfono. -Sí, doctor Choi. El Vicepresidente dice que tiene dolor de cabeza. El irá mañana a las 10.

Su tono seguía siendo firme y cortante, algo que casi nuca había escuchado. Sanemi dejo caer su mano y abrió los ojos. -No es tan malo- replico, mirándola fijamente, por un momento creyó que ella lo rebatiría, pero en cambio la vio rodar los ojos ligeramente.

-Dice que no es tan serio. Sí.

Colgó la llamada y siguió como si él no existiera, podía apostar que la forma en como tecleaba con dureza era señal de advertencia, la miro mientras abría la boca para decir algo, pero mejor mordió su labio inferior, dio media vuelta y se adentro nuevamente a su oficina.

Nezuko dejo de teclear y subió su mirada cuando escucho las puertas cerrarse, estaba deseosa de tener algún superpoder y poder prender fuego a esas estúpidas puertas antes de irse a casa -Hmmm- miro su pantalla y siguió tecleando con más fuerza si era posible.

Cinco minutos después, Sanemi tamborileaba con sus dedos sobre la pantalla de su Tablet, estaba sentado en su sillón azul y miraba fijamente a su secretaria trabajar. Ella en ningún momento había girado su rostro tan siquiera para asegurarse que estuviera vivo. Se supone que debería estar trabajando, pero no podía concentrarse al saber que ella estaba molesta con él. Se obligo a mirar la pantalla de su tableta, pero no podía entender nada.

Suspirando se dejó caer completamente en su sofá, tenía muchas ganas de gimotear. Estaba a punto de rendirse cuando vio como Nezuko se levantaba de su silla, ella estaba caminando rumbo a su oficina. Abrió los ojos y rápidamente aflojo el nudo de su corbata mientras la desacomodaba, logrando agarrar a tiempo su Tablet cuando ella entro, y fingió estar concentrado.

Como si su presencia no fuera importante para él.

Ella se paró frente suyo y aunque sabía que sus ojos estaban sobre él, en realidad no lo estaba mirando. -He enviado los materiales que tendrás que leer en el centro de asistencia social la próxima semana a través de un correo electrónico. Por favor revísalo.

Su voz fría y monótona lo lastimo, pero logro no demostrar su dolor. La miro y su corazón se detuvo, asintió con la cabeza a lo que ella respondió con una pequeña reverencia antes de darse la vuelta. Decidido a que no se fuera, el tomo su corbata.

-Mi corbata parece un poco floja.

Nezuko se mordió el labio ante su tono tan lastimado, su voz no era dura como ella se esperaba. Le había costado mucho no preocuparse cuando el le dijo de su dolor de cabeza, pero si se mostraba débil no se lo perdonaría. Aunque jugara sucio y le pegara en uno de sus puntos débiles. Ella mantendría su posición.

Sanemi miro a Nezuko tensar su espalda y apretar sus puños, señal de que estaba luchando consigo misma, le dio esperanzas, pero cuando la vio comenzar a caminar hacia la salida, su corazón se marchito. Boto la Tablet aun lado y suspiro mientras cubría sus ojos.

Estaba más jodido de que le esperaba.

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Nezuko suspiro mientras prácticamente aventaba la bolsita de té a su taza. Necesitaba un buen relajante si es que ella quería soportar el tiempo que se quedaba mientras marcaba lo más posible la línea profesional entre Shinazugawa-sama y ella, una línea que hasta ese momento no se había dado cuenta era inexistente.

¡Dios!

La puerta fue abierta y ella miro como Kikyo entraba rápidamente a la concina mientras miraba a su alrededor. Estaba agitada y aprecia haber corridos por todo el edificio. -¡Secretaria Nezuko!- grito, sobresaltándola. Ella sonrió, aunque no tenía muchas ganas, pero al menos trataría de ser cortes y quizás poder divertirse un poco con lo que sea que estaba a punto de decirle. -¡Tengo otra noticia increíble!- ella miraba a su alrededor, como si hubiera cientos de personas en la cocina cuando en realidad eran solo ellas dos.

-¿Cuál?- pregunto mientras vaciaba más agua en su taza.

-Como sabe, debido al evento del libro del escritor Morfeo, estaba discutiendo los detalles con el equipo de marketing- Nezuko dejo la tetera y tomo una pequeña cucharilla, moviendo el contenido de su taza. -¡Y escuche algo sorprendente!- -Kikyo se dejó recargo en la mesa, como si aún no procesara la noticia. -Secretaria Nezuko, ¿Puedes manejarlo?

Ella sonrió. -Lo haré lo mejor posible.

-No te sorprendas. El escritor Morfeo es el hermano mayor del Vicepresidente.

Nezuko abrió los ojos sorprendida mientras su sonrisa se borraba, el piso debajo de ella comenzó a derrumbarse, tuvo que sostenerse de la mesa cuando un mareo repentino la atacó. -¿Qué? ¿Eso es cierto? - sus labios temblaban y podía sentir que sus piernas también.

Kikyo asintió. -Es real. Es la verdad. ¡Estoy segura de eso! ¡El escritor Morfeo es el hijo mayor del grupo Unqui! ¿Esta no es una gran noticia?

No, no lo era. Ella sintió la culpa invadirla en olas y apostaba que en cualquier momento se desmayaría. Esto debía ser una jodida broma celestial. Podía sentir un contraste gigante en todas las emociones que había sentido en el día con lo que ahorita estaba sintiendo. Ella no debió de reclamar sin antes escucharlo. Ella debía de al menos tratar de entenderlo antes de tomar una postura defensiva.

¡Dios! Había actuado peor que una niña chiquita cuando no conseguía nada.

El Vicepresidente debía estar enojada con ella en lugar de tratar de arreglar las cosas. Ella es la que debería estar pidiendo disculpas y no él.

Kikyo sonrió y ella se sintió asqueada. -Recordé que me preguntaste por el hermano mayor del Vicepresidente la última vez, así que me dirigí inmediatamente a ti para decírtelo- borro su sonrisa cuando vio a Nezuko contener las lágrimas. -El hijo mayor que aparece de la nada… ¿Esto no significa que habrá problemas de herencia o cambio de posiciones ahora?

Y con eso Nezuko sintió ganas de vomitar. Sin despedirse de su compañera salió de la cocina y camino a la dirección contraria a su oficina, yéndose hacia donde sabia el lugar más desértico que apostaba había en este momento. Se quedo a la mitad del pasillo que conducía a la sala de juntas de los mayores ejecutivos, miro el amplio jardín del edificio mientras cruzaba los brazos, suspiraba de vez en cuando y sentía que podía dejarse caer cuando menos lo esperaba.

Se sentía como un monstro, sobre todo al recordar las palabras del Vicepresidente.

-"A menudo pelee con los amigos de mi hermano mayor. Pensaban que era demasiado arrogante para mi edad y me molestaban."

-"Pero debió haber sido mejor porque tu hermano mayor estaba cerca."

-"No, ese bastardo era el peor. Ese bastardo es escoria."

Tenía tantas ganas de llorar, de encerrase debajo de sus cobijas y llorar intensamente mientras abrazaba su peluche. No creo que haya tenido una buena relación con su hermano mayor. Suspiro de nuevo y se abrazó a su misma.

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-¿Qué? ¿Me estas preguntando como se pide perdón? - Iguro parpadeo confundido mientras abrió un dulce. Sanemi lo miraba fijamente, por un momento creyó que estaba bromeando. -¿Cómo es difícil? Solo tienes que decir, "Lo siento"

Sanemi cruzo los brazos por encima de su pecho. -¿Sabes cómo decir "lo siento" en chino?- el pelinegro negó con la cabeza y el suspiro. -抱歉(Bàoqiàn), ahora intenta decirlo.

Obanai, carraspeo. -Bào…¿Bàoq? Ah, no importa.

-No puedes decirlo porque se siente raro, ¿Verdad? Nunca lo has usado antes- explico Sanemi, su amigo lo miro con la boca abierta. -Decir "lo siento" es así para mí. Porque nunca he dicho algo así. ¿Hay alguna manera de restaurar una relación sin decir lo siento?

Igguro parpadeó, estaba sorprendido por el claro avance emocional que su amigo había hecho. Pero no podía negarle la verdad, por más difícil que fuera para pedir perdón. -No.

Sanemi mordió su labio y bajo la mirada. -Entonces, ¿Qué pasa si no lo digo?

-Llegaras a perder a esa persona.

El suspiro y sintió su corazón temblar, recargo su mejilla en su mano y miro por la ventana de la oficina de su amigo. Podía llegar a entender la gravedad de lo pasaba si intentaba disculparse sin disculparse, ¿Pero, que Nezuko se fuera? Era mucho peor.

Salió de la oficina de su amigo cabizbajo, ni siquiera se despidió, pero por la mirada de Iguro supo que él pudo entender perfectamente su estado de ánimo. Comenzó a caminar por los desérticos pasillos mientras suspiraba, paso por enfrente de una de las pequeñas salas de juntas y cuando alzo la mirada se encontró directamente con Nezuko caminando de la dirección a la que se dirigía. Se detuvo al mismo tiempo que ella alzaba la mirada, deteniendo su andar.

Se miraron a los ojos y Sanemi se permitió respirar correctamente, ni siquiera se había dado cuenta que había dejado de respirar. Los orbes rosas lo miraban llorosos, pero a diferencia de la mañana había culpa en lugar de enojo, la frustración seguía, pero era mucho menor. Nezuko se quedó sin aliento cuando sus ojos se encontraron con una mirada púrpura, esos ojos púrpuras que atormentaban sus pensamientos la miraban con tristeza, dolor y una pizca de arrepentimiento, tenía muchas ganas de correr, abrazarlo o pedirle perdón.

Ella había sido una completa estúpida.

Suspiro cuando lo escucho respirar. Sus manos se escondieron los bolsillos de su pantalón mientras sus hombros se tensaban, ella tenía muchas cosas que decirle, pero el nudo de su garganta no se lo permitía. Sanemi desvió su mirada y su corazón se estremeció, miro sus pies y suspirando comenzó a caminar, Nezuko bajo la mirada dolida cuando el bajo sus ojos, miro el blanco azulejo del piso y al igual que el comenzó a caminar.

Ambos caminaron, en direcciones contrarias al otro.

Sus brazos se rozaron cuando pasaron uno al lado del otro, pero apenas dieron unos dos pasos lejos del otro ambos se detuvieron abruptamente. Sanemi mordió su labio inferior y apretando los puños, giro su cuerpo para ver la delicada espalda de Nezuko. -Nezuko…-

Ella abrió los ojos sorprendida, su corazón salto en su pecho y giro rápidamente su cuerpo. Sus ojos se encontraron y ella sintió como su estómago se encogía. -¿Sí?

-Podemos hablar.

Asintió y lo siguió hasta una de las bancas que había en el otro extremo del edificio, como la mayoría de los empelados estaban trabajando, la sala de descanso estaba prácticamente vacía. Él se paró frente a ella, sus manos seguían en los bolsillos de su pantalón y la luz del sol, detrás de él, ilumina su figura. Ella jugaba con su tarjeta de identificación mientras intentaba sostener su mirada. Lo escucho suspiro y cómo bajo la mirada, supo que sería ella quien tendría que romper el silencio entre ambos.

-¿Tenias algo que decir?- pregunto, sintiendo los labios temblar.

Sanemi asintió. -Yo…- sus labios temblaron y un nudo en su garganta le impedía hablar. Armándose de valor, se tragó lo que le impedía hablar. -Me disculpo- susurro, su corazón se detuvo.

Nezuko miro sorprendida a su jefe, su corazón se detuvo y su estómago salto desde su torso hasta su garganta. Bajo la mirada y negó con la cabeza, seguramente había escuchado mal. -¿Qué?

-Lo siento- repitió Sanemi, sintiendo como un peso de sus hombros se levantaba.

Ella sintió sus labios temblar, su boca se abrió, pero no salió ninguna palabra. Su cabeza se movió y mordió su labio inferior. -No, no, eso no está bien. Yo soy la que lo siente. Tú no eres el tipo de persona que se enoja por nada. Fui muy descuidada y no reaccione correctamente.

Sanemi sintió un impulso de tomar su mano, pegar su cuerpo al suyo y abrazarla hasta que todos los malos pensamientos que tenía en los últimos días desparecieran por completo. Asintió y vio como ella apretaba los labios mientras jugaba con el moño de su blusa.

-Sin embargo, quiero que sepas que hice todo esto por ti.

Él sonrió y asintió. -Lo sé.

Cuando vio su sonrisa, Nezuko no pudo evitar también sonreír, aun cuando podía sentir las lágrimas picando las esquinas de sus ojos. Se sentía completamente aliviada de que ahora todo estuviera bien con el Vicepresidente, ya no habido dolor ni arrepentimiento en su mirada, solo aquel fuego que siempre lo había caracterizado. Ahora que todo había regresado a la normalidad, ella se permitió relajarse y dejar ir toda aquella ira y frustración que había sentido desde anoche cuando él la tomo de la muñeca sin decirle nada.

Toda aquella tristeza se fue cuando vio su sonrisa.

Ambos comenzaron a caminar de regreso a la oficina de Sanemi, como todo estaba bien ahora los dos se sentían cómodos el uno con el otro, caminando como siempre lo hacían ella detrás de él. Estaban doblado por un pasillo cuando Sanemi bajo la mirada, deteniendo sus pasos hasta permitir que Nezuko se parara a lado suyo, como se había detenido abruptamente ella hizo lo mismo, lo miro con sus grandes ojos rosas y él le sonrió, ofreciéndole su brazo.

Como sabía que nadie estaba caminado por los pasillos, que todas sus empeladas de confianza estaban en juntas con el equipo de marketing y que Aoi estaba en una junta, no había nadie alrededor que los vería llegar tomados del brazo.

Nezuko sonrió y sin dudarlo coloco su mano en la parte interna del codo del Vicepresidente, pegando sus hombros a sus brazos. Ambos comenzaron a caminar al mismo ritmo, sonriéndose mientras comenzaban a platicar del trabajo, riendo de vez en cuando por alguna locura del Vicepresidente.

Cuando llegaron a la oficina, ella se adentró con él, tenían mucho trabajo por delante y los dos podían manejarlo perfectamente. Cuando le ayudo a quitarse su saco a Sanemi, y este se sentó en su silla, ella tomo asiento a su lado sonriendo, metiéndose completamente a su trabajo.

La noche llego rápidamente y los dos seguían trabajando arduamente. Los papeles estaban esparcidos sobre la mesa, Nezuko estaba a lado del Vicepresidente escribiendo mientras él leía unos documentos.

Ella estaba ocupando su laptop y él tenía su Tablet sobre su escritorio.

Sanemi suspiro mientras terminaba de verificar que todo estuviera correctamente. -Probablemente quieras ir a cenar a un lugar con un ambiente agradable ahora que nos hemos reconciliado. Pero tenemos una montaña de trabajo que hacer.

Nezuko sonrió. -Está bien. Me conformare con esto.

-Tienes que estar bien- reclamo Sanemi. -No podía trabajar porque estabas enojada conmigo.

Las mejillas de Nezuko se volvieron color rojo cereza. Su corazón se detuvo y sus brazos se debilitaron. -¿Perdón?- él miro y asintió con la cabeza. Nezuko sintió como su pulso se aceleraba, sus manos comenzaron a sudar y su estómago se llenó de mariposas. Desvió su mirada y tecleo otras cosas, pero aún podía sentir su mirada sobre ella.

Armándose de valor lo miro de nuevo y tuvo muchas ganas de esconderse debajo de la mesa, se sentía expuesta por la manera en cómo la miraba Sanemi. Como una adolescente cuando su amor platónico la mira en el pasillo de la escuela. Tenía muchas ganas de chillar y correr a esconderse. Sanemi bajos los papeles y sintió su corazón en su garganta.

Estaba muriéndose de nervios.

Miro a su alrededor y sonrió. -¿Te gustaría que te traiga un café?- pregunto tratando de salir corriendo de ahí.

-El café está aquí- Sanemi señalo una taza negra sobre su escritorio.

-Cierto- jugo con el cuello de su blusa cuando sintió su piel caliente. -Hace un poco de calor, ¿Debería abrir las ventanas? - giro su rostro para ver detrás de su jefe

En ese momento una pequeña corriente de aire entro. -Ya están abiertas.

-Ya veo- susurro, miro de nuevo a Sanemi, sonrió, pero sabía que estaba haciendo más una meuca. Ella no tenía la menor idea de cómo actuar, nunca había experimentado la típica situación de cuando el tipo popular se te acerca.

Sanemi giro su rostro y dejo los papales sobre su escritorio, se levantó y Nezuko enderezo su espalda. Tenía muchas ganas de hacerse bolita, vio como el giraba su cuerpo y ella subió lentamente su mirada hasta encontrara sus ojos.

Casi se le sale el corazón.

-Nezuko- su voz era seria, ronca, pero a su vez muy distinta de cuando estaba molesto. Su vientre se contrajo y se sintió pequeña.

-¿Sí?

-Antes, me dijiste que nunca te hiciera renunciar de nuevo, y que jamás volviera a persuadirte de no hacerlo.

Nezuko sintió como el cuerpo se le calentaba, su sonrojo se extendió por su cuello y pecho. -Sí, bueno…

Sanemi asintió y mojo sus labios con su lengua. -Yo… Quiero persuadirte, Nezuko.

El corazón de Nezuko latió tan rápido que fue doloroso, por un momento sintió que quería salirse de su pecho y correr hacia su jefe. -¿Qué? Ah, eso… Bueno…- su lengua se trababa y su respiración se agito, sonrió y asintió. -Puede que esta vez si te deje…-susurro mientras dejaba sus manos temblorosas sobre su regazo.

Su corazón se acelérelo con el paso que dio, cuando vio sus manos colocarse sobre los reposabrazos de su silla, ella tembló, recargo su espalda en el respaldo de la silla y se relajó. Su sonrojo creció cuando él se agachó y la encerró entre su fuerte cuerpo y la silla.

Su corazón se detuvo al igual que su respiración. Al ver su rostro acercarse al suyo, ella comenzó a cerrar sus ojos, sonriendo mientras esperaba pacientemente. Cuando sintió su frente sobre la suya y sus narices rozarse, Nezuko suspiro, su corazón latía como loco y podía sentir sus orejas calientes.

Los labios de Sanemi se posaron sobre los suyos, Nezuko inhalo, colocó una de sus manos sobre su pecho, la presión firme de sus labios contra los suyos la hizo enloquecer, podía sentir las mariposas de su estómago agitarse con violencia. Justo cuando iba a mover sus labios, sintió como él se tensaba antes de jadear.

Lo hubiera ignorado de no ser que sintió como el empujaba su silla, alejándola bruscamente de él. Ella abrió los ojos mientras tenia los labios en forma de boca de pato, seguramente viéndose ridícula, extendió los brazos y miro sorprendida al Vicepresidente.

Quien la miraba de igual manera mientras seguía agachado.

Conforme se hacía para atrás sus labios se cerraron, realizando un gesto de tristeza mientras miraba con dolor y confusión a Sanemi. Cuando su silla se estrelló contra un estante dentro de la oficina del Vicepresidente, ella bajo la cabeza y los brazos.

Se sentía completamente humillada.

Sanemi se enderezo rápidamente y miro a su decaída secretaria. -¡Nezuko!